Rejas Negras No. 8

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Bicentenario, Centenario y no hay nada que festejar. 2010 parecía ser el año en el cual los cambios politicos y sociales que favorecieran a la clase mas humilde sucederían en este país (¿en qué dimensión?). A escasos dos meses y medio de terminar este año, las condiciones de vida de la gran mayoría de la población son de pobreza o de pobreza extrema; solo hay que echar un vistazo a los estados del sur, Oaxaca, Chiapas, Tabasco o Veracruz, este último devastado por las intensas lluvias (y llueve sobre mojado…). Pero qué importa eso cuando se esta celebrando una falsa independencia y una revolución que solo favoreció a unos cuantos. ¡A tronar cohetes! El gobierno, en todos los niveles, desparramó miles de millones de pesos en actos circenses efímeros, con el afán de exaltar un sentimiento patriótico dentro de cada individuo, como si con eso se solucionaran los problemas actuales del país.


Se cumplen 200 años de una independencia en la cual murieron miles de campesinos indígenas y ¿para qué? Solo para que fuéramos conquistados de nuevo. Estados Unidos con su mascara de benefactor, nos tiene hundidos y atados a su sistema económico. ¿Qué independencia existe, cuando estas a merced de otro país? Porque cuando a nuestros vecinos del norte les va mal a nosotros nos va peor, ya que pueden ellos intervenir en las decisiones políticas y militares de nuestro país y del mundo. La idea de independencia es mas falsa que una moneda de tres pesos (o un billete de “veintijinco”), y ahora nuestro gobierno se enorgullece de la historia de personajes que dieron forma al sistema injusto que tenemos en la actualidad. Sí, la historia de nuestro país ha estado llena de traiciones y mentiras al pueblo, quien es en verdad el que ha sufrido las

batallas para ser lo que somos ahora (una verdadera basura…). La revolución mexicana es otro de los acontecimientos que han dado forma a este modo de vida en el cual nos encontramos, pero si Zapata viviera y viera en lo que se a convertido su país y su imagen, seguramente se moriría de nuevo… y de una congestión alcohólica. La lucha social es parte fundamental en los cambios en cualquier parte del mundo, es vital en la transformación y en el caso especifico de México es una necesidad; si miramos bien a nuestro alrededor, encontraremos errores horribles dentro de nuestra sociedad: la educación, las comunicaciones, el sistema de justicia, la falta de oportunidades laborales, etc., etc. Por donde le vean, la situación es critica, sin embargo las pocas personas que hacen algo para transformar esto son encarceladas, desaparecidas o asesinadas (o peor) por un gobierno supuestamente que defiende la libertad.


Si los cambios importantes que han ocurrido dentro del país siempre han sido a la fuerza, es necesario usar la fuerza para cambiar algo, la idea que existe, de que nuestro pueblo se levanta, despierta, alza la voz y lucha cada cien años, es una idea que tenemos que hacer realidad; los cambios en todos los aspectos dentro de nuestro país son necesarios y no podemos quedarnos sentados a esperarlos, es nuestra obligación social e histórica comenzar el cambio… hoy, hoy, hoy. No hay que alimentar las mentes futuras con ideas falsas, la independencia de México no existe en la actualidad (ni antes) y la verdadera revolución la debemos hacer nosotros, el pueblo en general, no los partidos políticos mentirosos o los mesías improvisados, este año no es de fiesta es de lucha y de protesta (se sacó la consigna de una marcha).

Ernesto “Ché” Guevara. Ahora, les daremos a ustedes una larga y tediosa biografía sobre la nada larga ni tediosa vida de uno de los personajes más importantes de la América Latina del siglo XX. Y no, no es Cantinflas, ni Chespirito, ni Chabelo, ni la señora esa que dijo ver a la

“Virgen” en una tortilla… En realidad hablamos de Ernesto Guevara de la Serna, mejor conocido como el “Ché” (no, tampoco el prángano ése que parece habitar en CCH). Y para que vean que hasta el aburrimiento puede ser revolucionario, lean lo siguiente: Nació en la ciudad de Argentina de Rosario el 14 de junio de 1928. Familiarizado desde joven con los libros de Marx, Engels y Lenin, a los 17 años empezó a redactar un diccionario de términos filosóficos, porque descubrió que los estudiantes y él mismo lo necesitaban (eso se llama: iniciativa). En 1947 ingresa a la Facultad de Medicina impulsado por el asma que padecía desde pequeño. Posteriormente, en 1952, inicia un viaje por América Latina con Alberto Granados, sin ideas políticas claras y con una señalada tendencia a “demostrarse a si

mismo que podía hacer todo lo que no podía”. Visitó el sur

de Argentina, atravesó lo Andes en motocicleta y penetró a pie Perú, atraído por la leyenda de Machu Pichu. Chile, Colombia y Venezuela… fueron otros países que visitó (yo me imagino… ¿quién diablos redactó esto?). Regresó en junio de 1953 para terminar sus estudios. Trabajaba doce


horas por día, seis para mantenerse y otras seis honorariamente (o sea que cobraba por honorarios, no que lo hacía por puro honor); era un brillante estudiante de medicina, pero al mismo tiempo leía complicados tratados de matemática superior, escribía poemas y emprendía ambiciosas investigaciones arqueológicas. Recibió el titulo de Médico… wow. En julio de 1953, inicia su segundo viaje por América Latina (¿o sea que sólo estudió un mes?). En esta oportunidad visita Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Guatemala (¿algo más?). Aquí él se descubrió a sí mismo, a través de la euforia y la derrota de la revolución guatemalteca, en las conquistas y los errores del proceso de reformas agrarias en curso. Es aquí donde conoce a Hilda Gadea, con la cual contrae matrimonio y de cuya unión nace su primera hija (cuyo nombre escapa a nuestra memoria). Cuando Ernesto recorre los países del litoral pacífico de América del Sur, al visitar las minas de cobre, los poblados indígenas y las leproserías, es donde da muestras de su profundo humanismo, se va creciendo y agigantando su modo revolucionario de pensar y su firme anti-imperialismo (y se convirtió en la epítome del revoltoso, ¡esa es la actitud!). Convencido de que la revolución era la única solución posible para acabar con las injusticias sociales existentes en Latinoamérica, en 1954 marcha a México, donde se une al movimiento integrado por revolucionarios cubanos seguidores de Fidel Castro. Ahí ganó el sobrenombre "Ché", naturalmente debido a su acento argentino al hablar.

A finales de la década de 1950, cuando Fidel y los guerrilleros invaden Cuba, el Ché los acompaña, primero como doctor pero luego convirtiéndose en el comandante del ejército revolucionario que derrocó al dictador cubano Fulgencio Batista (bastardo infeliz…), el 31 de diciembre de 1958. Supo ser el mejor alumno del coronel Bayo en México, cuando los hombres de Fidel Castro se adiestraban para la invasión. En aquellos días en México, el Ché se ganaba la vida sacando fotos de los niños en las plazas y vendiendo estampitas


de la Virgen de Guadalupe… en una tortilla. Al triunfo de la Revolución, el Ché Guevara se convirtió en la mano derecha de Fidel Castro en el nuevo gobierno de Cuba. Fue nombrado ministro de Industria y posteriormente Presidente del Banco Nacional. Desempeñaba simultáneamente otras tareas múltiples, de carácter militar, político y diplomático. En 1959 se casa, en segundas nupcias (oficiales), con su compañera de lucha, Aleida March de la Torre, con quien tendrá cuatro hijos. Posteriormente, ambos visitarían varios países comunistas de Europa Oriental y Asia. En 1962, tras una conferencia en Uruguay, volvió a la Argentina y también visitó Brasil. El Ché estuvo además en varios países africanos, notablemente en el Congo. Ahí luchó junto a los revolucionarios antibelgas, llevando una fuerza de 120 cubanos. Luego de muchas batallas, terminaron derrotados y en el otoño de 1965 él le pidió a Fidel retirar la ayuda cubana (así pasa, a veces…). Desde entonces el Che dejó de aparecer en actividades públicas. Su misión como embajador de las ideas de la Revolución Cubana había llegado a su fin y deja de lado el quedarse como un líder idolatrado de una revolución ya consagrada por el éxito. En 1966 junto a Fidel prepara una nueva

misión en Bolivia, como líder de los campesinos y mineros bolivianos contrarios al gobierno militar. (Ahí viene un poco de miel…) Era el ejemplo vivo de que la revolución es la forma más pura de fraternidad y dignidad humana, y también la más dura, la más difícil y un acto continuo de generosidad. Muy pocos hombres de nuestra época han renunciado a tanto y en tan reiteradas veces. Fue uno de los revolucionarios más estimables, porque pudo elegir otras cosas en lugar de la revolución y sin embargo la prefirió. El intento resultó en su captura y posterior ejecución el 9 de octubre de 1967, en el hospital Señor de Malta del pueblito de Vallegrande. El Ché fue exhibido a un grupo de periodistas y fotógrafos, no después de haber sido torturado, y ejecutado a balazos. Los restos del Ché descansan en el mausoleo de la Plaza Ernesto “Ché” Guevara en Santa Clara, Cuba. La vida del Ché Guevara, tan perfectamente confirmada por su muerte, es, como toda gran obra, una acusación contra el mundo, el nuestro, que convierte a la mayoría de los hombres en bestias de carga de la minoría de los hombres y condena a la mayoría de los países a la servidumbre y la miseria en beneficio de la minoría de los países.


Y ahora, como nos sobra espacio en la publicación, los ponemos una canción sobre el heroico Ché Guevara. Disfrútenla… por su bien. Ché por si Ernesto(Daniel Viglietti)

Lo haremos tú y yo, nosotros lo haremos, tomemos la arcilla: es de madrugada. La madrugada, la madrugada, la madrugada es la región más alta de los sueños aún si hay quienes la anochecen, la oscurecen, la desaparecen. La vigencia de lo justo sobrevive, sigue, apenas si se inhibe, como la semilla en invierno se energía, se concibe, se revive. Ernesto se volvió Che por si Guevara se ausentaba. Che, vos, nosotros, yo, la tribu creciente que no mengua aunque nos poden la lengua, nos desbracen o nos aljiben. Guevara se volvió Che por si el Ernesto lo llamaba. Lo que sintió, lo pensó, lo dijo-hizo, sin pancartas y en silencio. Lo más fuerte es guardarte bien adentro en la conciencia, cuidar que rojas misas no te encuadren, no te canonicen, o que alguien no busque represar un río ingobernable como el tuyo, o que nuevos monjes negadores no intenten limar tus ideas ni tus flechas. Ernesto se volvió Che por si Guevara se soñaba. La madrugada, la madrugada, la madrugada es la región más Che Guevara de los sueños. Tomemos la arcilla: es de madrugada.

El Método. Por: un tal “Cheko”. Heeeey!!! Banda que nos sigue en esta fabulosa publicación quincenal (a veces…) de Rejas Negras. Un saludo de antemano y empezamos con esta recomendación cinematográfica que tiene por nombre EL METODO. Creo que alguna vez hemos pasado o nuestros padres han pasado por estas entrevistas de trabajo donde nos preguntan más de mil y un cosas extrañas, con el fin de evaluarnos para ver qué tan aptos somos para tomar el puesto, ya que este capitalismo brutal que vivimos día con día nos obliga a tener en mente esta idea de constante competencia, así como de “eficiencia”. ¿Podrían imaginar estas entrevistas en 50 años? Posiblemente ya no habría la necesidad de una persona que nos entreviste a cada uno para ver quién es el mejor para el puesto, sino que seria como un tipo de encierro a la “Big Brother” (solo que más tenso y con menos estupideces) donde nos sometan a todos a un encierro temporal (neta…), siendo vigilados por psicólogos a través de cámaras y micrófonos poniendo pruebas por medio de una pantalla, con el fin de destrozarnos psicológicamente e ir descartando a cada


uno de nosotros hasta elegir solo a un miembro. Si lo pensamos bien y a futuro, esto podría ser nuestra peor pesadilla cuando entremos de lleno al mundo laboral. Ahora les pregunto sangronamente: ¿Qué creen… qué creen? ¡JA! Y otra vez ¡JA! (órale…) Pues no tenemos que esperar 50 años ni mucho menos, puesto que en la actualidad estas entrevistas se están llevando acabo en las empresas de primer mundo como base para reclutar a su personal administrativo, y esto fue lo que Marcelo Piñeyro, el director de esta película, nos plasma en pantalla, donde nos muestra a siete aspirantes a un alto puesto ejecutivo que se presentan a una prueba de selección de personal para una empresa multinacional. Entre ellos, se encuentran las personalidades más dispares: el “triunfador”, el “agresivo”, la mujer “insegura”, el “crítico”, el “indeciso”... y tal vez un par más. Tras un laberinto de formularios, acreditaciones y demás burocracia empresarial, los siete participantes se encuentran juntos en una fría sala a la que les ha conducido una secretaria, esperando a que de comienzo el

proceso de selección. Después de transcurrido un tiempo y algunas pruebas, se crea un clima de tensa competitividad; la inseguridad de los participantes se convertirá en miedo y dudas y éstos a su vez en un estado de paranoia general (ñacañaca…). Tras presentarse con recelo los unos a los otros, se preguntarán si están siendo observados por cámaras o si la compañía ha infiltrado un psicólogo entre ellos que les esté ya examinando. Pues bandita esta película la pueden ver por diversos sitios de videos en Internet (no necesitan que lo enlistemos). Búsquenla, la neta, vale la pena y para aquellos que disfrutan de la claustrofobia (jajaja… graciosito…), sufren de desconfianza absoluta, o disfrutan de la falta de escrúpulos y la revelación de secretos ajenos, es una muy buena opción. Se despide de ustedes Cheko, y hasta la próxima. Ah, se me olvidaba, un saludo para ti, Liliana, quien quiera que seas… (Óyeme, ni que estuvieras en “La Jaula”, piojo…)


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