Enrique Macaya Márquez El hombre que siempre está El estudio 1 del edificio de TyC Sports en Constitución sigue las generales de la ley: es frío y silencioso, más chico de lo que parece en la tele. El escenario del noticiero Sportia se parece un poco a una nave espacial, con multiplicidad de pantallas, luminosidad omnipresente y aparatología de breaking news. Mientras le pasan al costado datos e imágenes digitalizados del último superclásico, Enrique Macaya Márquez –el señor amable y elegante que cubre mundiales desde hace 56 años– rememora pinceladas de una carrera inabarcable. POR PABLO CORSO FOTOS: GENTILEZA TYC SPORTS
A Macaya le gusta la sinceridad pero no la confrontación. En la corrección polí‐ tica de su discurso sólo aparecen entre‐ líneas algunos nombres pesados de la coyuntura nacional: Maradona, Basile, Grondona. También le gustan los deta‐ lles. Antes de arrancar su participación en Indirecto, recorrerá los pasillos de este predio intrincado (su memoria tiene tatuados los planos de otro edificio, el de Torneos y Competencias) para en‐ trar a la sala de edición y asegurarse per‐ sonalmente de que el informe incluya las jugadas que necesita para explicar por qué en la cancha pasa lo que pasa.
De la travesía escandinava a la invención del comentario La escena inaugural es potente. Macaya tiene 23 años y Radio Belgrano lo manda a cubrir su primer Mundial, Suecia ’58. Primer viaje transatlántico en un turbo‐ hélice C7. Aterrizaje en Frankfurt y tren REPORTE PUBLICIDAD | NOTA DE TAPA
a Hamburgo. Macaya, que no sabe una palabra en alemán, repite la fonética y consigue los tickets. Para explicar de dónde viene, apenas dice “Fangio”. Salida por tierra por el norte de Alemania, ferry hasta Dinamarca, ferry hasta el sur de Suecia. Por fin llega a su hospedaje, el de la mismísima concentración argen‐ tina. Además de los históricos Fioravanti y Enzo Ardigó, empieza a compartir la cotidianeidad con nenes como Amadeo Carrizo, Pipo Rossi, Angel Labruna y José Sanfilippo. De ahí a los estadios, chicos y de madera, donde las cosas no son sencillas. Por suerte, la radio mandó a un ingeniero alemán. Las conexiones son por telé‐ fono: el servicio se contrata en Argentina y se paga el circuito por dos horas. “La línea se instalaba en la cabina de trans‐ misión, elegían el par, conectaban, ar‐ maban los micrófonos y así salíamos al aire”, recuerda el hombre nacido el 20 de noviembre de 1934. Macaya sólo se perdió dos mundiales, y Brasil será su decimoquinta cobertura
consecutiva, cuando alcanzará al fallecido uruguayo Diego Lucero. Vio a los mejores de la historia, de Alfredo Di Stéfano a Lio‐ nel Messi, pasando por Pelé, Cruyff y Ma‐ radona. Su carrera televisiva en mundia‐ les empezó en Inglaterra ’66, cuando el equipo de Canal 2, al mando de Antonio Carrizo, embarcaba las cintas para que en Argentina se vieran a los dos días. “Desde ese Mundial no paré nun‐ ca –dice–. Debe ser otro récord. Tuve que inventar los comentarios. En general copiábamos de Estados Unidos, pero allá no había fútbol. Y en Argentina no había técnica ni escuela. Creo que le encontré la vuelta: darle al espectador lo que no ve y llamar la atención sobre cosas que puedan darse en el partido. Se valora, pero tenés que acertar, eh...”
Cracks de todas las épocas ¿Cuál es el mejor jugador que vio? Di Stéfano. Y no jugó mundiales: se lesionó antes de Chile ’62. Pero es muy difícil encontrar el mejor entre los mejores. 62 | 63
El entrenamiento Habituado a las entrevistas y a las mismas preguntas desde hace dé‐ cadas, Macaya se sorprende con una: ¿cómo se prepara físicamente para su decimoquinto Mundial? “Más allá de los chequeos médicos naturales, con caminatas. En otra época jugaba al fútbol permanentemente. Ahora soy prudente, sobre todo en la ali‐ mentación.” El antecedente inme‐ diato supuso un esfuerzo grande: al‐ gunos días, la cobertura de Sudáfrica 2010 lo obligaba a terminar a las cuatro de la mañana, con nueve gra‐ dos bajo cero. Para Brasil espera un invierno cálido, menos movimiento y más previsibilidad: ya estudió el posible recorrido de la Selección y cada tanto se reúne con los respon‐ sables de su vida en el país vecino para evitar desgastes innecesarios. Por ahora, el cuerpo y la cabeza es‐ tán en armonía.
Público y privado Macaya contará el recorrido brasi‐ leño de la Selección junto a su habi‐ tual coequiper Walter Nelson. TyC Sports tiene los derechos junto a la TV Pública, y eso resultó decisivo para que Torneos y Competencias, donde está desde 1985, lo “prestara” al canal especializado. Esta vez, se‐ ñala el comentarista, “se dio una cir‐ cunstancia muy especial: el 7 se quedó con todo” (se refiere a la te‐ levisación por aire). “Cuando tenían los derechos el 11 o el 13, comercia‐ lizaban juntos para recuperar la in‐ versión. Pero como el negocio no es precisamente lo que más le interesa al 7...” Macaya ríe y la deja picando: ¿qué piensa de las transmisiones es‐ tatales del fútbol? “Mi opinión es casi comprometida y poco creíble, por‐ que parezco ser un perjudicado del Fútbol para Todos. Yo trabajé en el canal oficial. Si bien no en esta me‐ dida, que es una locura, también era bancado por el aporte de todos los ciudadanos. Me parece muy bien que todo el mundo tenga la posibi‐ lidad de ver el fútbol, ¿pero a qué costo y con qué prioridades? Si las cosas más necesarias no se pueden resolver, hagamos que el aporte de la ciudadanía sea menor buscando la comercialización privada.”
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¿Cree en la clasificación por épocas? Sí. ¿Por qué no? Las condiciones físicas, las exigencias y el ritmo cambiaron mu‐ cho. Yo también era distinto: mi capaci‐ dad de análisis y mi juicio, cuando veía a los jugadores en vivo y con todo su po‐ tencial, eran unos. Ahora soy otro. ¿Di Stéfano no hubiera podido ser Di Stéfano hoy? El sí, hacía los 100 metros en 10 segundos. Y tenía lo más difícil que hay en fútbol: técnica en velocidad. Pero el jugador-atleta era la excepción. Sí, todo el mundo se tomaba su tiempo. El jugador estaba más formado técnicamente, algo que se ha deterio‐ rado en Argentina por razones que tie‐ nen que ver hasta con los fenómenos so‐ ciales. Antes los jugadores se hacían so‐ los. Yo estaba diez horas jugando a la pe‐ lota en la calle todos los días. ¿Messi es el más parecido a Diego? No sé... Diego también era chiquito pero tenía otra concepción del juego. Messi tiene el último pase para un compañero; Diego tenía más mandato para la cues‐ tión organizativa. Hacía todo: organi‐ zaba y resolvía.
«Si abandonás cierta disciplina y cierta forma de trabajo, ya no es tan sencillo conseguir éxitos internacionales.»
¿Leo ya es un grande de la historia del fútbol? Es que no podés determinar qué necesita un jugador para serlo. Las estadísticas son una forma de mentir. Pero si te dicen “metió tantos goles, batió tantos records, salió tantas veces cam‐ peón...”. Técnicamente es un fenómeno, por cómo resuelve las situaciones en una cancha. Lo que pasa es que ha ju‐ gado siempre en el Barcelona. Habría que ver con otras exigencias.
Claroscuros de Selección De los muchos momentos felices que vi‐ vió adentro de un estadio, Macaya atesora como ninguno el campeonato del ’86. Tras la final del 29 de junio, cuando Ar‐ gentina derrotó a Alemania 3 a 2, los pe‐ riodistas se turnaban para abrazarlo. En medio de la emoción que había causado un Maradona invencible, Macaya logró procesar algo parecido a un razona‐ miento: “Claro, estos tipos me ven como un representante. Quizá en el fondo algo tuve algo que ver, con una crítica, un apoyo o un estímulo. Por ahí no es cierto, pero es posible”. La distancia temporal no borró esos escalofríos, “la emoción del éxito: ¡uno siente que de verdad es parte de donde se juega mejor al fútbol!”. ¿Por qué Argentina no volvió a salir campeón del mundo? Porque no tra‐ bajó bien. Si abandonás cierta disciplina y cierta forma de trabajo, ya no es tan sencillo conseguir éxitos internaciona‐ les. Otros países han crecido mucho. Cuando yo era chico, España era La Furia. Hoy no tienen nada que ver. Jorge Valdano dijo algo que es cierto: Barce‐ lona juega como antes jugaban los ar‐ gentinos, que hoy juegan como jugaban los españoles. Argentina perdió jugado‐ res y la posibilidad de trabajar bien, con‐ centrado, teniéndolos mucho tiempo. No se puede trabajar una identidad de Selección. Es lo que le está faltando a este equipo: más trabajo en los cuatro movimientos del fútbol: ataque, defensa y las transiciones entre ambos. Argen‐ tina es una atacando y otra defendiendo. No se trata sólo de las individualidades, sino del equipo. Tenés que tenerlo tra‐ bajado y mentalizado. Argentina juega a hacer más goles que el rival. Sí, pero es mucho riesgo. Cualquiera puede hacerte un lío. Es un Mundial y no se puede subestimar a na‐ die, aunque la zona inicial parece bas‐ tante buena.
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Realidad y deseo ¿Cómo se está informando sobre fútbol en Argentina? No tengo una crítica porque no corresponde éticamente, pero tengo mi gusto. Todos podemos sa‐ ber cómo forma el equipo que va tercero en Japón, pero eso no sirve para nada. Se han olvidado de los conceptos del juego, algo que no es tan sencillo de aprender. No es una cuestión genética, pero está muy cerca. Hay jóvenes que juegan al fútbol y se dan cuenta. Pero nosotros teníamos más contacto con los técnicos y con los protagonistas, de los cuales podíamos aprender. Hablaban específicamente de fútbol. Sí. Discutíamos y aprendíamos a través de la discusión. Tomábamos lo que nos daban y seleccionábamos lo interesante. Ahora la estructura de los medios obliga a tener un periodista para cada equipo, que para conseguir la información ter‐ mina haciéndose amigo de los jugado‐ res. No es un crítico, sino un informador de acuerdo a lo que le conviene a la fuente. Es difícil establecer si eso se hace porque lo pide el público o si es un planteo que parte de los medios. Sí, eso no está claro. Pero si hablamos de los me‐ dios, está claro que algunos te imponen la agenda. Y hay jugadores y técnicos que también. Acá está todo mezclado. ¿Cuál es su deseo profesional para este Mundial? (Macaya dibuja una son‐ risa amplia, una expresión de puro de‐ seo.) ¡Que salga campeón Argentina! Yo me tengo mucha confianza, el trabajo lo voy a hacer bien. Pero si sale campeón Argentina, salimos campeones todos.