Medios y mundiales Del big-bang uruguayo a la revancha brasileña Los 84 años que separan a Uruguay 1930 de Brasil 2014 abarcan cambios dramáticos en el juego, usos políticos, intereses económicos y una explosión mediática a tono con la transnacionalización del deporte más popular del mundo. Argentina, que atravesó las 19 Copas entre triunfos épicos y tragedias terminales, sabe de qué se trata esa historia. POR PABLO CORSO ILUSTRACIONES: ARIEL LÓPEZ V.
De guapos y fascistas “No hay que jugar más con los urugua‐ yos.” Las cosas recién habían empezado y el diario Crítica ya quería que termi‐ naran. El titular, mezcla de bronca y re‐ signación, se refería a las supuestas tre‐ tas que los vecinos habían usado para ganar la primera final de una Copa del Mundo, el 30 de julio de 1930. “Lo cierto es que nuestros muchachos actuaron asustados”, completaba El Gráfico, que sin embargo elogiaba al cuestionado Luis Monti por jugar y no pegar. La rivalidad ya era cuestión de estados y Uruguay, primera potencia del fútbol mundial, inscribió su nombre en el tro‐ feo Jules Rimet. Los argentinos que no pudieron cruzar siguieron las alterna‐ tivas desde los parlantes de Casa Amé‐ rica, un negocio de Avenida de Mayo que vendía teléfonos y combinados. Hubo que cortar el tránsito. Pero en el resto del mundo había sido un torneo fan‐ tasma: La Gazzetta dello Sport dedicó apenas 20 líneas a la final. REPORTE PUBLICIDAD | NOTA DE TAPA
Europa aprendió la lección en Italia ’34: los mundiales estaban llamados a ser plataformas comunicativas insupera‐ bles. Con cobertura radial en los 12 pa‐ íses competidores, la final tuvo a 277 periodistas de 29 naciones. El campeo‐ nato azzurro fue lo mejor que pudo pa‐ sarle a Benito Mussolini: el estadio de Turín “lucía” su nombre y los posters mostraban a un hombre haciendo el sa‐ ludo fascista. Cuatro años después, cuando su país revalidó el título, la prensa oficialista saludó la victoria frente a Brasil como “el triunfo de la itá‐ lica inteligencia sobre la fuerza bruta de los negros”. No hubo nuevo Mundial hasta 1950: las guerras habían devastado Europa. La Copa brasileña sería fiesta popular y exal‐ tación virtuosa de una potencia futbolís‐ tica. En cambio, los cariocas vivieron una pesadilla diseñada por los once urugua‐ yos más duros de la historia. Hubo inve‐ rosímiles 199.954 espectadores en la fi‐ nal, la mayor concurrencia jamás regis‐ trada en un Mundial. La derrota implo‐
sionó a la prensa local. “Yo ya sabía, ya sabía, no relato más”, dijo el relator Ary Barroso, que después del segundo gol vi‐ sitante abandonó la cabina... y la profe‐ sión. En Argentina, Clarín (que había na‐ cido dos años atrás y lograría instalarse gracias a la importancia de sus secciones deportiva y de espectáculos) se sorpren‐ dió porque “la derrota por 2 a 1 en el Ma‐ racaná provocó hasta suicidios”.
Colores primarios El 16 de junio de 1954 se televisó en di‐ recto el primer partido en la historia de los mundiales: Yugoslavia 1 ‐ Francia 0 en el estadio La Pontoise de Lausana. Ocho países europeos habían formado el consorcio Eurovisión, que llegó a cua‐ tro millones de hogares. Y después de la primera consagración de Brasil en Suecia ’58, la Copa volvió a Sudamérica, cada vez más interesada en el torneo: en Chile ’62 hubo más de 800 acreditados. El salto global llegó en Inglaterra ’66: 400 millones de personas siguieron el triunfo
local contra Alemania Occidental, en di‐ recto y vía satélite. Argentina estaba unos pasos atrás. En el imprescindible Paren las rotativas, Carlos Ulanovsky recuerda que Héctor Ricardo García, cuyo emporio había enviado a periodistas de los diarios Crónica y Ultima hora y de las revistas Así y Así es Boca, decidió despedir a sus em‐ pleados cuando habían pasado cuatro días del inicio del campeonato y no le lle‐ gaba ni una línea. Todos habían despa‐ chado su material... que quedó varado en la portería. La anécdota no pasó a mayores y el tor‐ neo, en rigor, implicó el mayor desplie‐ gue de la prensa argentina hasta enton‐ ces. Clarín envió a cinco redactores y a su jefe de fotografía, que nutrían un su‐ plemento especial. Después de la elimi‐ nación ante el local, Diego Lucero tituló “Un afano científicamente organizado” y el diario denunció una mafia de árbi‐ tros europeos. Félix Laiño, de La Razón, hizo volver a sus redactores porque era “un torneo de pillerías”. El Mundo tuvo como columnista nada menos que a Al‐ 14 | 15
fredo Di Stéfano. Osvaldo Ardizzone, de El Gráfico, llegó a escribir una nota de 20 mil palabras, cifradas en siete metros de cinta perforada, que tardaron cinco horas en llegar por télex. Pese a la de‐ bacle, la gran inversión quedó justifi‐ cada: cada semanario aumentó su tirada en unos 50 mil ejemplares. En el último torneo con la radio como protagonista, los argentinos pudieron elegir entre seis estaciones distintas. Dos décadas después del Maracanazo, Brasil tuvo una revancha brillante en México. Brillante y en colores: con seis cámaras por partido, fue la primera transmisión internacional en ese for‐ mato y la primera que los argentinos (cuyo seleccionado había quedado en casa) pudieron seguir en directo. Claro que los aparatos en color todavía eran excepcionales en estas pampas.
25 millones de argentinos Después de otra decepción en Alemania ’74 (que se jugó mientras moría Juan
Domingo Perón), Argentina enfrentó su desafío más grande y contradictorio: un Mundial en casa, una casa desordenada. La Copa del ’78 fue, según resume Ula‐ novsky, “una oportunidad para batir el parche de que aquí se vivía en paz y que nada de lo que decían los medios extran‐ jeros era cierto, sino una campaña de desprestigio de alcance internacional”. Para Ti, que había advertido que los me‐ dios europeos “publican listas falsas de supuestos detenidos y torturados”, hizo tarjetas en esa línea para que los lectores enviaran a la prensa extranjera y orga‐ nismos de derechos humanos. Con las excepciones de diarios como el Buenos Aires Herald y revistas como Humor, el torneo –y el triunfo– sirvieron para reforzar las ínfulas nacionalistas. “Nadie me dijo nada con relación a la co‐ bertura, pero en el diario no podíamos hablar de política y por eso le dábamos una bola inmensa al deporte–, reconoce Miguel Angel Bertolotto, editor de Clarín, por entonces un colaborador de 24 años. Más allá del terror, recuerda con nostal‐
gia una época sin representantes, en la que podía llamar a los jugadores a su casa, y el DT César Luis Menotti mos‐ traba un trato abierto y amistoso. Con Argentina campeón, “los medios con‐ vocaron explícitamente a la manifesta‐ ción del festejo”, según recordó Pablo Ala‐ barces en la revista Oficios Terrestres. Desde los micrófonos de Rivadavia, José María Muñoz pidió que “vayamos todos a la Avenida de Mayo y demostremos a esos señores de la Comisión Interameri‐ cana de Derechos Humanos que la Ar‐ gentina no tiene nada que ocultar”. El Gráfico habló de “la verdadera Argentina, tan malintencionadamente distorsionada en algunos países”, pero no tuvo problemas en distorsionar la imagen de Ruud Krol con una carta apócrifa, donde el capitán holandés le decía a su hija que los fusiles de nuestros soldaditos disparaban flores. El Mundial ’78, eso sí, dejó una buena infraestructura televisiva: Canal 7 se re‐ convirtió en Argentina Televisora Color (ATC), que transmitió a todo el mundo... lo que en el país siguió viéndose en blanco y negro. Y dos años después de una de sus coberturas más vergonzan‐ tes, el periodismo deportivo nacional tuvo una pequeña reivindicación. La re‐ vista Goles Match fue el primer medio local en publicar un reportaje al Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, titulado “El gran gol argentino”. Argentina seguía en dictadura para Es‐ paña ’82, con el agravante de la Guerra de Malvinas. El completísimo sitio Todoslosmundiales.com.ar recuerda a un Muñoz convencido de que los ingleses bombardearían Buenos Aires, gritando “¡Somos uruguayos, uruguayos!” para despistar. Nuestros soldados seguían los partidos desde la trinchera. “No debí ha‐ ber jugado el Mundial ’82. En Malvinas muchos chicos murieron y yo, como ca‐ pitán, debí hacer algo para que no entrá‐ ramos a la cancha”, dijo un apesadum‐ brado Daniel Passarella 19 años después.
La era del Diez Además de heroicidad deportiva, el nombre Diego Maradona evoca la con‐ solidación del fútbol como espectáculo universal. Nada volvió a ser lo mismo después de aquellos goles inolvidables o de su foto levantando la Copa en el Es‐ tadio Azteca. “Fue un poco más que sí mismo: fuerte, aplastante, exuberante”, celebró L’Equipe. “El rey del fútbol”, tituló en tapa Sports Illustrated, que nunca le había dado importancia al soccer. REPORTE PUBLICIDAD | NOTA DE TAPA
Dos décadas después del Maracanazo, Bra‐ sil tuvo una revancha brillante en México. Brillante y en colores: con seis cámaras por partido, fue la primera transmisión internacional en ese formato y la primera que los argentinos (cuyo seleccionado había quedado en casa) pudieron seguir en directo.
“Argentina tuvo a un Diego único. Si ju‐ gaba para Bulgaria, también lo sacaba campeón”, arriesga Bertolotto, que re‐ cuerda con gratitud cuando logró arrin‐ conarlo en el complejo del Club América para tener una gran charla de fútbol. Es‐ taba enfocado: “Este es mi Mundial”. Aún con la explosión mediática que provo‐ caba el mejor jugador del mundo (siem‐ pre tenía diez periodistas alrededor), las coberturas seguían siendo algo aco‐ tadas: más allá de los partidos de Argen‐ tina, el resto eran “una yapa” para los enviados. Otros medios habían puesto todo en juego. La cadena Televisa, gran finan‐ cista del campeonato, llegó a programar partidos en el insoportable mediodía del Distrito Federal, sólo para satisfacer las necesidades de la grilla y los anun‐ ciantes. El Diez se quejó a viva voz, en lo que bien pudo haber sido el antecedente directo del extravagante, honorable y efímero sindicato que presidió en 1995, la Asociación Internacional de Futbolis‐ tas Profesionales. Si México ’86 fue la foto de un astro en la cima del mundo, Italia ’90 lo inmor‐
talizó llorando de impotencia. Con un equipo mediocre, Argentina llegó a la fi‐ nal pero Alemania resultó un campeón merecido. Después de la derrota, El Gráfico –acaso el medio nacional con más presencia en la Copa– le escribió una carta a Bilardo diciendo que nos había defraudado. José Esses, coautor con Fe‐ derico Lisica del libro Siamo Fuori (abarca los 29 partidos que Argentina jugó entre los mundiales de 1990 y 2010), explica que ante la ausencia de una cámara que siguiera cada uno de sus movimientos, el DT fue forjando su propia leyenda. Se hizo de un arsenal de anécdotas riquísimas pero un poco in‐ comprobables: el “deseo” de que el avión se cayera después de la derrota en el de‐ but, el bidón contaminado para los bra‐ sileños, la arenga lacónica en el entre‐ tiempo contra Brasil (“dejen de dársela a los de amarillo”). Italia ’90, agrega Esses, fue el último Mundial centrado en los medios gráfi‐ cos. Pasó hace poco, pero la tecnología parece prehistórica. “Salía corriendo de mi pupitre en el estadio para conseguir una máquina de télex”, recuerda Eze‐ quiel Fernández Moores, que elegía el vértigo de mandar su crónica en vivo, sin la posibilidad de reescritura. Los ju‐ gadores tenían trato frecuente con los enviados de los diarios (viajaron Clarín, La Nación, Continental con Víctor Hugo, Mitre) y todavía se podían conocer al‐ gunos aspectos de la intimidad del plan‐ tel. No existían las conferencias de prensa post‐partido; lo usual eran los mano a mano después de los entrena‐ mientos: Maradona, Ruggeri o Valdano hablando con los periodistas afines. “Ahora los jugadores se cerraron muchí‐ simo, lo cual tiene una lógica absoluta”, reconoce Fernández Moores. “El pro‐ blema es que no podés conseguir una nota si no sos amigo o el sponsor no te la gestiona.”
Plata dulce Para Estados Unidos ’94 había cambiado el contexto mediático. El cable, que irrumpió en pleno furor del uno a uno, hizo crecer la programación en desplie‐ gue y presencia de móviles. Hubo más canales, más opciones y más horas que llenar. Orsai a Medianoche tenía a Mara‐ dona de invitado tres o cuatro veces por semana. Diego había firmado la exclu‐ sividad con el 13, mientras que el DT Al‐ fio Basile “era” de Telefe. Y el mene‐ mismo estaba en todos lados: los diarios 16 | 17
reflejaban el puntaje que el Presidente le ponía a los jugadores, mientras algu‐ nos hinchas (¿pagos?) mostraban ban‐ deras con logos de los canales. Algunas emisoras exportaron la programación. El 13 instaló a Mónica y César en el país del norte. La explosión de recursos supuso mejo‐ ras cualitativas. Las transmisiones se volvieron más detalladas, con cámaras propias, que registraron, por ejemplo, aquella imagen célebre de un Caniggia desesperado pidiendo la asistencia del capitán antes de una definición magní‐ fica contra Nigeria. Las cosas también cambiaban puertas adentro. En 1994 apareció Viva en Clarín y La Nación re‐ emplazó sus sistemas de revelado sobre papel por escáneres digitales, que me‐ joraron brillo, contraste, intensidad y calidad de las fotos. Pero el Mundial estadounidense inau‐ guró un período de desilusiones que se mantiene hasta hoy. Cuando la enfer‐ mera Ingrid María tomó a Diego de la mano rumbo al antidoping post‐Nigeria, no sabía que estaba clausurando, entre otras ilusiones, su brillante carrera en
la máxima competencia. Después del trauma, el Diez se puso frente a los mi‐ crófonos del 13 para comentar la elimi‐ nación con Rumania. Complicado y atur‐ dido, gritaba y se agarraba la cabeza de bronca e impotencia. En los años si‐ guientes comentaría Francia ’98 en América, iría de espectador al Brasil‐ Alemania de 2002 (le demoraron la visa y llegó sobre el final), cubriría Alemania 2006 para la española Cadena Cuatro y dirigiría el equipo en Sudáfrica 2010. En Francia ’98, Argentina se acercaba a una de sus crisis más feroces, pero los medios no se dieron por aludidos: hubo ¡754! acreditados. Tenían cualquier per‐ fil (Guillermo “Fierita” Catalano fue una de las estrellas) y lo contaron como un evento familiar: la tele mostraba a la hin‐ chada tomando cerveza en los Campos Eliseos. Fue, además, el primer Mundial de In‐ ternet. Fernández Moores (cubrió el tor‐ neo para la agencia Ansa y la revista TXT) se sorprendía de poder escribir su crónica en un celular y mandarla con el wi‐fi del TGV. José Esses trabajó en ElSitio.com, cuyas actualizaciones (con
Afilando el cuchillo Ya en Sudáfrica 2010, cuando se po‐ pularizaron los blogs de fans y pe‐ riodistas, había empezado lo que Pa‐ blo Porto López (especialista en nuevos medios y periodismo digital) llama el movimiento hacia el post‐ broadcast y las formas alternativas de publicidad: deportistas y patro‐ cinadores en las redes sociales, ca‐ nales en YouTube, concursos de fans con fotos y videos. Budweiser, por ejemplo, armó un reality con 32 par‐ ticipantes que iban dejando una casa común a medida que sus selecciones perdían. Ahora prepara Rise as One, una coproducción documental con FOX Sports que mostrará seis histo‐ rias futboleras de todo el mundo. Las superproducciones están bien sustentadas. Un informe de la con‐ sultora global Kantar asegura que el 36% de los latinoamericanos mira comerciales durante el Mundial, el 42% consume “todo lo que tenga que ver” con las presentaciones de su seleccionado y 40% ve los parti‐ dos con amigos. La Copa es el evento más visto en el subcontinente, con un 72% de fieles (77% en Argen‐ tina). El estudio se sienta a la mesa futbolera y cuenta que “los hombres consumen cerveza mientras las mu‐ jeres eligen las gaseosas, y la pizza y las empanadas son las comidas preferidas”. Además asegura que el 25% de las argentinas son futbole‐ ras, en una línea argumental que in‐ vita a unir los puntos: ellas hacen “casi el 70% de las compras de ali‐ mentos, bebidas, cosmética y lim‐ pieza”.
REPORTE PUBLICIDAD | NOTA DE TAPA
texto y capturas de imagen) seguían mi‐ les de latinoamericanos que no podían prender la tele ni la radio. Cuando Ro‐ berto Cibrián Campoy (hermano de Pepe y fundador de la web) fue a la FIFA a preguntar por las tarifas para trans‐ mitir por Internet, no supieron qué de‐ cirle. Decidido a cubrir Argentina‐In‐ glaterra, siguió con el plan y “lo escu‐ charon miles de usuarios, el Real Player estaba saturado”, recuerda Esses. Clarín y Olé también ensayaron coberturas on line, pero en días de dial up, las expli‐ caciones sobre cómo entrar a las pági‐ nas ocupaban casi el mismo espacio que los contenidos. En cuanto a la relación de los jugadores con la prensa, ya estábamos en otra era. Después de un ridículo affaire que había involucrado a Basile, los jugadores y sus gorritas publicitarias, Daniel Passarella mandó a cubrir las prácticas con una lona. La conflictiva relación con la prensa incluyó una intención de los futbolistas de cobrar las conferencias de prensa, la versión de Crónica sobre un doping de Juan Sebastián Verón y el consecuente silencio de los protagonistas.
Pesadillas Uno y Dos Por más de un motivo, Corea‐Japón 2002 supuso una experiencia traumática en Argentina. “La Copa de la narcolepsia”, según los autores de Siamo Fuori, tuvo partidos a las 3 de la mañana de un país en descomposición, cuya única espe‐ ranza estaba cifrada en un equipo que se volvió en primera ronda. “Me dio mucha pena por Bielsa y por su proyecto”, confiesa Ariel Scher, que va‐ lora haber contado el Mundial desde Hi‐ roshima o la extraña adoración japonesa por Beckham, “una superestrella que despertaba afectos colectivos, en épocas de transnacionalización y espectacula‐ rización del fútbol”. Con Argentina afuera, el editor de Clarín encontró en la estación de Hirono a Verón, el Piojo López, Hernán Crespo y Juan Pablo So‐ rín, para después escribir “Ultimo tren a Tokio”, una crónica de cabezas perple‐ jas y corazones rotos que habla de la in‐ justicia del fútbol. La cobertura fue pobre: la crisis local había hecho muy difícil sostener aloja‐ miento y viáticos en un país donde la Coca podía costar 17 pesos. Hubo ape‐ nas 30 acreditados de diarios y pocos más de radio y televisión. Y, salvo excep‐ ciones, el nivel fue bajísimo. La elimina‐ ción generó piruetas ideológicas inex‐
plicables. Así como había llenado de elo‐ gios al candidato de todos, el periodismo no le perdonó la derrota al DT que había cometido el pecado de hablar sólo de fútbol y profesar un trato igualitario para todos los medios. La Selección tuvo un digno papel en Ale‐ mania 2006: José Pekerman y sus mu‐ chachos hicieron todo bien, hasta que la efectividad del local en los penales cortó el sueño del tricampeonato. Pero el torneo siguió, y la final entre Italia y Francia se transmitió a 715 millones de televidentes de 214 países. Con la economía en vías de recupera‐ ción, los medios hicieron apuestas fuer‐ tes, con nutridos suplementos y edicio‐ nes especiales. La Nación envió a diez profesionales, que instalaron una mini redacción en una casa alquilada a 20 ki‐ lómetros de Herzogenaurach, la sede argentina. Olé tuvo seis profesionales y sumó columnistas especiales, como Ro‐ berto Perfumo y Angel Cappa. Clarín mandó ocho periodistas. Las radios La Red, Continental, Mitre, Rivadavia y Rock & Pop también montaron estudios propios. “El contacto con los jugadores estaba muy pautado: hablaban dos por día, en un sistema de conferencias de prensa bastante equitativo”, elogia Scher. La Copa generó un fenómeno curioso en el mundillo: la prensa gráfica destrozó a la tele. El portal Diarios sobre diarios habló de “un humor burdo y poco inge‐ nioso, noteros irrespetuosos, chistes que no causan gracia, periodistas que en lu‐ gar de informar se hacen los cómicos”. Luis María Hermida se atrevió a criticar a ShowMatch en una nota de Clarín: “El humor de los noteros (Naim, Campi, Larry y Carna) pivoteó casi continua‐ mente sobre: 1) la euforia argentina, 2) la incomprensión idiomática que les permitía decirle cualquier cosa a cual‐ quiera, y 3) recurrentes bromas del tipo: ‘Vos te las vas a ver negras, ja, ja, ja’ (Campi a un negro)”. En La Nación, Mar‐ celo Stiletano se preguntaba “por qué nos queda la sensación de que mucha gente que aparece en TV está hoy en Ale‐ mania como si disfrutara de una inex‐ plicable beca o como si tomara parte de un viaje de egresados para estudiantes tardíos”. Para sumar argumentos al axioma de que nadie resiste un archivo, vale res‐ catar un diálogo en Canal 9 entre Mar‐ celo Araujo –actual comentarista en la Televisión Pública– y Rodolfo De Paoli, entonces movilero y hoy relator:
En Francia ’98, Argentina se acercaba a una de sus crisis más feroces, pero los me‐ dios no se dieron por aludidos: hubo ¡754! acreditados. Tenían cualquier perfil (Guillermo «Fierita» Catalano fue una de las estrellas) y lo contaron como un evento fami‐ liar: la tele mostraba a la hinchada tomando cerveza en los Campos Eliseos. Fue, además, el primer Mundial de Internet. 18 | 19
M.A.: –¿Me pareció o Messi estaba fas‐ tidioso hoy con la prensa? R.D.P.: –Con todos, no… –Ah, ¿y con quiénes lo estaba? –Con usted. –¿Conmigo? ¿Y yo qué le hice? –Dijo que lo habían internado para ha‐ cerle una tomografía, y era mentira…
Tercer Mundo El Mundial de Sudáfrica confirmó las mismas dudas que despierta hoy el de Brasil: un evento global lejos del Primer Mundo, un negocio fenomenal en ba‐ rrios sin agua corriente. “Fue un caos absoluto: Internet se caía todo el tiempo, hacía frío en la sala de prensa, los micros no funcionaban”, recuerda Fernández Moores, que al revés que sus colegas eli‐ gió no desesperar: “Hay que saber dónde estás”. Diego fue otra vez puro magne‐ tismo para la prensa internacional, que seguía sorprendiéndose con algunas de sus heterodoxias. Cuando le pregunta‐ ron por qué abrazaba tanto a los juga‐ dores, entendió que estaban sugiriendo que se sentía atraído por ellos... y se enojó un poco.
En Sudáfrica los periodistas gráficos em‐ pezaron a resignarse a escribir también para las webs, que a su vez entendieron la necesidad de enviar cámaras. Clarín, La Nación, Diario Popular y Crónica man‐ tuvieron sus clásicos suplementos espe‐ ciales. El primero mandó a doce cronistas (nueve de la redacción papel). La Nación envió un equipo multitareas: cinco pe‐ riodistas de la sección Deportes del papel, dos de la web, un jefe de Política, un fo‐ tógrafo y dos camarógrafos. Olé (que em‐ pezó a comentar los partidos “en directo” desde su web) tuvo siete enviados y de‐ dicó al menos 45 páginas al torneo en cada edición. Perfil también apostó fuerte, con cinco de los suyos en Sudáfrica. Los demás marcharon detrás: Popular, Ambito y Crónica mandaron a un solo perio‐ dista, Página/12 acreditó a otro pero a último momento decidió no financiar el viaje, y Crítica estaba en fase terminal. El portal Television.com.ar relevó las preferencias televisivas de los hinchas, en una encuesta que consagró a Sebas‐ tián Vignolo y Fernando Niembro (Te‐ lefe), seguidos por Gustavo Kuffner y Diego Latorre (Televisión Pública), Wal‐ ter Nelson y Alejandro Fabbri (TyC Sports), Juan Pablo Varsky, Carlos Bian‐ chi y Pablo Giralt (DirecTV). TyC Sports, que transmitió su cuarto Mundial con‐ secutivo, montó un estudio en Johan‐ nesburgo, desde donde emitió 17 horas diarias de programación. Algunos de sus partidos consiguieron ratings sorpren‐ dentes: Inglaterra‐EE.UU, 14,2 puntos; Japón‐Camerún,12,5. En Telefe, el se‐ gundo publicitario durante Argentina‐ Nigeria costó 15 mil pesos, 9 mil más que en el programa de Susana Giménez. La tecnología volvió a dar un salto en este Mundial, el primero en habilitar las trans‐ misiones en 3D, una opción que por ahora es más promesa que realidad en Argen‐ tina. Fue también la Copa que generalizó Twitter, aunque los más activos (Varsky, Daniel Arcucci) postearon sólo a título personal. Tema de otra nota en este es‐ pecial, la red de los 240 millones de usua‐ rios anuncia para Brasil mensajes en tiempo real en las pantallas gigantes y más masividad, si eso fuera posible: el hashtag #SorteoCopa2014 generó 1,7 mi‐ llón de tuits en diciembre.
Los ojos en Brasil... Faltan apenas dos meses. Entre el 12 de junio y el 13 de julio, el local querrá re‐ vancha tras 64 años, Lionel Messi lidiará con el peso de una nación entera, y tres
grandes europeos –España, Alemania e Italia– buscarán la corona en el calor in‐ vernal. El desafío periodístico consistirá en superar la atomización y la dispersión, reencontrar calidad en un mar de datos infinitos. “Hoy un Mundial no se cubre sólo desde el lugar donde se juega –define Scher–. También se puede hacer bien en la redacción o con un blog. Antes se pen‐ saba en función de lo que hacían los gran‐ des medios, pero ahora los superan los acreditados freelance”. Para el licenciado en Comunicación Pablo Porto López, “va a ser un Mundial donde las experiencias espectatoriales serán extremadamente diversas, según la variedad de platafor‐ mas, el interés que cada uno le dedique y el itinerario que se arme”. Algunos distribuidores llevarán esa idea al extremo. Francis Tellier, CEO de HBS (la cadena ungida por FIFA para las transmisiones), adelantó que “por pri‐ mera vez, los hinchas podrán elegir sus perspectivas. Habrá un plan de cámaras interactivas que permitirá alternar entre una en ultramotion y una steadycam”. También se podrá pausar en vivo y pedir información extra en tiempo real. Y – dentro o fuera de los estadios– disfrutar de una tecnología que la Federación, his‐ tóricamente reticente, terminó acep‐ tando: el ojo de halcón en la línea de gol, probado con éxito en el tenis. A principios de junio, Clarín mandará a Brasil seis periodistas (la mitad que en Sudáfrica) y cuatro fotógrafos. Quedan por confirmar un productor o camaró‐ grafo de la web. El eje estará en Belo Ho‐ rizonte, donde concentrará Argentina. Trabajarán en forma simultánea para el papel y la web, que ya avanzan de forma decisiva hacia la integración, con infor‐ mes, videos breves y el cierre del día si‐ guiente. “El sitio ha avanzado mucho, merece una atención permanente”, jus‐ tifica el editor Miguel Angel Vicente. La Nación tendrá doce personas: seis para el papel, cuatro de Canchallena.com, un fotógrafo y un técnico en informática y comunicaciones. “Es el famoso desafío de la convergencia y la retroalimentación: queremos generar un abanico lo más am‐ plio posible”, explica Cristian Grosso, tam‐ bién responsable de sección. El suple‐ mento especial, que saldrá desde una se‐ mana antes hasta un día después, tendrá entre 12 y 46 páginas, dependiendo del flujo de avisos y la marcha del seleccio‐ nado. También habrá dos guías (la clásica y otra turística) y dos bookazines (híbrido de revista y libro) sobre Messi y la historia argentina en los mundiales. REPORTE PUBLICIDAD | NOTA DE TAPA
Néstor López, editor de El Gráfico Diario, el deportivo de Tiempo Argentino, cuenta que habrá tres periodistas y un fotógrafo acreditados. “Si Argentina avanza o queremos hacer otro tipo de cobertura, podrían sumarse sobre el momento otro cronista o fotógrafo”, agrega. El suplemento tendría al menos 16 páginas. Popular acreditó a dos cro‐ nistas y un fotógrafo, que nutrirán un suplemento de 32 páginas en interac‐ ción con la web. “El foco estará en Ar‐ gentina y la cobertura será bien futbo‐ lera, ése es nuestro fuerte”, adelanta el editor Camilo Martino. En Página/12 acreditaron a dos cronistas y un tercero sumaría como free lance. En la redacción creen que, en el peor de los casos, irá uno de ellos. Si se concreta, subirán las páginas semanales dedicadas al evento y harán crecer el Líbero de los lunes. En el universo AM, la alianza Fox Sports ‐Radio del Plata –tira diaria y plata‐ forma de transmisiones– se traslada a Brasil: Sebastián “Pollo” Vignolo con‐ duce un equipo con Diego Latorre, Juan Fazzini y Diego “Chavo” Fucks, entre otros. Transmitirán el partido inaugural, todos los de Argentina y los clásicos más importantes. “Nuestra idea –adelanta Javier Porta– es realizar un seguimiento de los candidatos y las selecciones muy afines a nuestra cultura, como la italiana y la uruguaya.” El gerente de programa‐ ción promete “una presencia perma‐ nente” en el campeonato, con la que contarán las más de 50 repetidoras que Del Plata tiene en el país. Las otras ra‐ dios mantienen silencio de ídem. “Van varios, pero no sé quién porque todavía no está definido. Se pidieron las acre‐ ditaciones pero dependemos de la res‐ puesta de la FIFA y de la cuestión eco‐ nómica”, dice una fuente de Vorterix. Enigmáticos, en Metro contestaron que “todavía no sabemos”.
...y la tele en el 7 “Vamos a transmitir 32 partidos en ex‐ clusiva, 16 de los cuales serán en primera ronda”, cuenta Gustavo Ríos, responsable de prensa de la Televisión Pública. Entre ellos hay platos fortísimos: Inglaterra‐ Italia, España‐Holanda, Alemania‐Portu‐ gal y Uruguay‐Inglaterra. Hasta el mo‐ mento, es el único canal abierto que pa‐ sará todos los partidos. Los 32 que no salgan en vivo podrían ir por la señal De‐ porTV. Telefe mandará a Brasil a unas 50 perso‐ nas, entre técnica, artística y noticias. Gui‐
llermo Pendino, gerente de Producción, confirma que no habrá televisación y cuenta que el torneo estará presente a través de Peligro, Sin Codificar (un espe‐ cial diario “con la cuota de humor que ca‐ racteriza al programa”), Telefe Noticias (con los equipos allí instalados) y el re‐ sumen de la fecha en el Diario del Mundial, con German Paoloski. En la web ha‐ brá “contenidos exclusivos y el segui‐ miento de los partidos”. También habla‐ rán de la Copa brasileña AM, La nave de Marley y Sres. Papis (algunos viajarán a ver los partidos). “No va a haber trans‐ misión, ni siquiera de Argentina, por una cuestión de derechos. A esta altura no me sorprende nada”, dice en estricto off un vocero de El Trece. En América y el 9 tam‐ poco dan información sobre la cobertura. TN promete despliegue con Sergio Gen‐ dler, “Rifle” Varela, Guillermo Poggi, Her‐ nán Castillo, Marcelo Fiasche y Nicolás Singer, que transmitirán las 24 horas desde Río de Janeiro, San Pablo, Belo Ho‐ rizonte y Porto Alegre. El canal anuncia un operativo especial en las rutas de los hinchas argentinos y programas especia‐ les en dúplex con El Trece. TyC Sports tendrá más de 50 enviados especiales y transmitirá todos los parti‐ dos (32 en directo: serían los que no tenga la Televisión Pública). Un estudio propio en Río de Janeiro les permitirá emitir las 24 horas en alta definición. En su aplicación second-screen, propondrá a los usuarios interactuar con programas y televidentes. DirecTV también tendrá apps para seguir los partidos en vivo. ESPN anuncia ediciones diarias del no‐ ticiero SportsCenter, debate en Hablemos de Fútbol y un resumen diario de los par‐ tidos, todo desde un estudio multipro‐ pósito en el club náutico Marimbás de Copacabana. Antes del campeonato, pro‐ ducciones especiales con foco en las ciu‐ dades, las finales y los íconos mundialis‐ tas. Las radios (FM 107.9 y AM 630, con más de 300 horas de cobertura) trans‐ mitirán los partidos de Argentina y las instancias finales. Y Diego jugará otro Mundial. “Acabo de firmar el contrato más emocionante de mi carrera”, dijo desde Dubai el 23 de fe‐ brero, después de suscribir un acuerdo de transmisión para Telesur junto a Víc‐ tor Hugo Morales. “Va a ser fútbol con po‐ lítica, es lo que más me gusta”, adelantó el Diez, como para agregarle picante a nuestras vidas. Y como si nada en la suya fuera suficiente.