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Revista Católica Nº 39, Diciembre de 2014, Año 5
rescatandoalafamilia.blogspot.com rescatandoalafamilia@gmail.com Directora: Rosa María Valencia Z.
Editor: Santino Bruguera
Colaboradores: Oficina de Comunicaciones del Arzobispado Mons. Javier Del Río Lic. Kharla Zúñiga Lic. Sarko Medina Lic. Neldy Mendoza Ma. Teresa Cid Vásquez Sr. Juan Carlos Rivera Sra. Mayda Narváez
02 Editorial 03 El dinero no compra valores 04 Lo extraordinario de lo ordinario en la vida de los hijos 06 El verdadero espíritu de la Navidad 09 Caprichos, antojos y jueguetes en Navidad 10 ¡Estamos en Navidad! Primero la Familia 12 Mujer:Acoge la vida sin miedo y con generosidad 14 El genoma familiar y el bien común 16 Mensaje del Sínodo de Obispos 20 Panel de Avisos
Editorial Queridos amigos :
Vivimos el mes más jubiloso del año: aquel que rememora el nacimiento de Nuestro Salvador hace más de dos mil años en un pueblo enclavado en los montes de Judea. Como cada año, también, es compromiso de todo buen cristiano renovar los cimientos de su Fe en la evocación de la Natividad de Cristo, concediéndole a esta festividad el valor que su trascendencia amerita. Decía el Venerable Pío XII en uno de sus Radiomensajes por Navidad: «El Verbo eterno, camino, verdad y vida, al nacer en la estrechez de una cueva y al realzar de esta manera y santificar la pobreza, daba así principio a su misión docente, salvadora y redentora del género humano, y pronunciaba y consagraba una palabra que aun hoy día es palabra de vida eterna.» Que Jesús, Dador de la Vida Eterna, nazca en todos y cada uno de vuestros corazones.
¡Una dichosa Navidad para todos!
El dinero no compra valores
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l dinero sirve para comprarte un televisor Led de 40 pulgada smart-lo-que-quieras, y pensarás que servirá para integrar a tu familia frente a su pantalla para ver todos juntos la variada programación familiar en los diversos canales del cable y la Internet. Pero en verdad compras el televisor para ver tus partidos, mientras en el televisor de su cuarto tu hija verá esas series de moda en HBO (Sí, justo esa), en la tele de tu cuarto tu esposa te dirá que ve la Rosa de Guadalupe cuando de repente en verdad ve Combate y en su tablet tu hijo juega Angry Birds. El único momento en que todos se reunirán a ver películas será cuando compres la última de Spiderman o los Transformes en el BluRay que también compró tu dinero. El dinero sirve para que le compres a tu hijo y a ti el PlayStation 4 con varios mandos y juegos diversos y pensarás que servirá para que interactúen ambos en los juegos de deportes o de estrategia, combate o de carreras. Pero en verdad compras el aparato para jugar algunos días y luego dedicarte a trabajar en la computadora mientras tu hijo, después que su madre le ayude con las tareas o lo haga la Web, se distraiga con el aparato algunas horitas mientras te deja ganar más dinero para poderle comprar otros juegos. El dinero te va a servir para com-
prarte mañana mismo el iPhone 6 plus-ultra-barato-nomas-a1200-soles en plan 99 y pensarás que es importante para mejorar tu comunicación con tu familia y ahorrar tiempo haciendo tareas del trabajo en él. Pero en verdad lo que compras es un aparato que ayudará a que estés solo con tus cosas, con tus mensajes, con tus entradas en página oculta por Google a esas páginas que no quieres que tu esposa vea, que te ayudará a sentirte conectado con amigos a distancias enormes pero que necesitas saber en qué andan, si progresaron como tú o si les va mal, algún divorcio de alguna ex que te despreció o simplemente darle al Candy Crush. En la mesa de almuerzo de los domingos intentas dejarlo apagado, pero, el pitido lastimero, hace que te sumerjas en él, mientras, resignados y de repente peor: aliviados, tu esposa, hijos y hasta padres, se sumerjan en sus propios aparatos con el fin de no escucharte porque no tienes nada que decir realmente. El dinero puede comprarte un carro, un departamento, una moto, un microondas, todo lo que quieras, porque para eso trabajas, para eso te rompes el lomo 10, 12, 14 horas diarias en dos, tres trabajos. Porque para eso les pagas los mejores colegios, les compras lo mejor del súper, los llevas a las mejores películas y estrenos de teatro.
De repente no a todo eso, pero sí intentas darles lo que puedes porque, también no es cuestión de tirar la plata… pero de nada te servirá, porque estás, estamos valgan verdades, tan mentalizados en que tenemos que tener esas cosas para vivir, que nos olvidamos que esos aparatos son nuestros esclavos y los convertimos en nuestros amos, relegando el contacto real con los demás a un asunto que debe resolver la sociedad, no tú. El dinero no compra abrazos espontáneos de tus hijos luego de jugar con ellos en su cuarto con sus juguetes, no arranca un beso enamorado de tu esposa luego de que planificaras una tarde con ella, dejando el trabajo de lado. El dinero no te compra amigos que te felicitan de verdad cuando les cuentas algo tuyo, uno de esos éxitos que le arrancas a la vida, luego que a ellos mismos los escucharas en su oportunidad. El dinero no te facilita la conversación seria con tu hija sobre temas sexuales o emocionales. El dinero no te compra la seguridad de que tu hijo adolescente no tome demás en la previa del quinceañero. El dinero no te asegurará una vejez rodeado de tus seres querido. El dinero no te rescatará el alma cuando cometas ese error y trates de enmendarlo con promesas de cambio, porque ya no tienes credibilidad. El dinero no compra valores. n
Escribe Sarko Medina H.
hogar ofrece innumerables oportunidades, pero eso son, oportunidades, que se toman o no y de las que dependerá el enriquecimiento de la vida de los hijos. Todo hogar ofrece oportunidades para el ejercicio de las virtudes, para querer y servir a las personas, para asumir responsabilidades, para ser solidarios en el dolor, para conocer y tratar a Dios como hijos suyos. Para que ello ocurra, necesitamos que los padres, se detengan un momento en el correr de sus vidas y piensen sobre cómo aprovechar de la convivencia del hogar para que los hijos mejoren, para que sean las mejores personas. Si hacemos recorrer por nuestra mente la vida de familia, encontraremos segmentos de la familia sentados en la mesa comiendo algo, los hijos levantándose de sus camas para iniciar el día, momentos de desacuerdos entre los hermanos o entre los padres, la mascota de la casa, el botar la basura, el rezar y orar, momentos de juego , salidas de paseo, una buena película, algo de música, diálogos continuos y
Lo extraordinario de lo ordinario en la vida de los hijos
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uántas veces hemos despertado, pensando en los hijos, soñando con su futuro, con el gran deseo de que sean personas de bien, que sean alegres y trabajadores, que encuentre el verdadero amor y que sus vidas estén llenas de un hon-
do sentido, que solo se puede conseguir si se sabe amar a Dios. Pero cómo alcanzar tan elevadas aspiraciones para los hijos, pareciera que habría que hacerlos transitar por un camino especial y no es así. Para que los hijos sean buenas personas, el ambiente del
silencios, sala, dormitorios, comedor etc. Si al leer este párrafo concluyes que coincide en gran parte con tu hogar, entonces estas en condiciones de llevar adelante un intenso proyecto de mejora personal de cada hijo. Es muy saludable para los hijos tener responsabilidades en el hogar, por ejemplo en el campo de lo material, destinarles espacios para que mantengan el orden y la limpieza de ellos, encomendarles el arreglo de alguna parte de la casa, pedirles que se encarguen de botar la basura, ayudarles a que estén atentos en la mesa a lo que otros pueden necesitar, antes de servirse los alimentos que bendigan la mesa, que aprendan a disculpar con facilidad la ofensa recibida, que sepan reconocer sus errores y enmendarlos, que disfruten de ir a misa los domingos en familia, que sepan ceder algu-
na comodidad en beneficio de otra persona, que se encarguen de repartir la torta, quedándose con el pedazo más pequeño, que sepan dar razones de sus decisiones antes de actuar, que se levante a la hora exacta que señalaron como más conveniente el día anterior, que se nieguen algún gusto y sepan ofrecerlo por el bien de alguien, que visiten a los amigos y parientes enfermos, que cuiden de papá o mamá si no se sientes bien de salud, que se acostumbren a preguntar por cómo se sienten los que los rodean, si están bien o necesitan algo. Que el inmenso deseo que tenemos de apoyarlos, sea el medio , no para hacer lo que a ellos les conviene hacer, sino para animarlos a que lo hagan, sea por la fuerza de las razones que les damos o por el ejercicio de la autoridad sobre ellos, que fi-
nalmente se convierte en un servicio para ayudarlos a mejorar. Tal vez el terreno más complejo en el que hay que ayudarles es en el desarrollo del carácter, en que puedan manejar y dominar sus sentimientos, que busquen estar siempre alegres y optimistas, pero en esto una vez más es clave nuestro ejemplo. Cuando los padres desarrollan un buen sentido del humor, es muy fácil transmitírselos a los hijos, algunas veces será necesario formar el hábito de conversar con ellos, así los conocerlos más y podremos ayudarlos mejor. Todo proceso de mejora personal, requiere constancia, no basta con que lo hagan una vez y quieran vivir del recuerdo, aquí es fundamental hacerlo una vez y otra y otra más, hasta que se conquiste la virtud y que siempre viene acompañada con el premio de la alegría. n
Fuente: Mayda Narváez
El Verdadero Espíritu de la Navidad
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uces de colores, adornos, regalos, ilusión en los niños... es que llegó la Navidad! y contamos los días para llegar a esa fecha tan especial, nos imaginamos un momento de alegría en familia, compartiendo alguna cena navideña en casa. Anhelamos paz y unión familiar, y la Nochebuena es un momento preciso para compartir, para poder arrancar una sonrisa en nuestros seres queridos…Y la esperanza de vivir la Navidad cautiva nuestro corazón.
Pero es verdad que también está presente la preocupación por los gastos, lidiar con el tiempo que nos falta, pues aún hay mucho por ver, comprar, alistar, y puede parecer que nuestras expectativas superan nuestras posibilidades, nos gana la prisa y los pendientes. Para otros, con la Navidad también viene la nostalgia, los recuerdos de los fracasos, las caídas durante el año, cierta tristeza y un vacío interior latente que a veces no lo podemos explicar y que
la algarabía navideña no lo puede llenar. Cuántas aspiraciones en el corazón humano! cuántos remolinos interiores que no se ven, pero que están dentro de cada uno. Todo responde a la búsqueda de la felicidad, y parece que el mundo nos la asegura diciendo que hay que vivir la Navidad… pero en lo exterior: en las compras, los regalos, abrazos, el panetón o el pavo. Pero lo externo siempre es superficial y no puede llegar a lo profundo ni transformarlo. Y
así, la Navidad llega por unas horas y pasa… luego recontinuamos nuestra vida agitada, la de siempre, sin haber alcanzado esa felicidad y paz que nos prometieron. Llegó un momento de alegría pero se fue rápidamente, como los fuegos artificiales, tan luminosos y sonoros, pero que terminan. ¿Cómo contentarnos con una alegría pasajera si estamos hechos para la felicidad y el Amor? Se escucha decir “prepara tu corazón para recibir al Niño Jesús”, pero ¿Qué significado tiene? ¿Cómo vivir el verdadero espíritu de la Navidad, y alcanzar la felicidad? José cuidó a María y al Niño durante todo el viaje hacia Belén, en medio de tantas penurias, sacrificándolo todo para que ellos estuvieran a salvo, sintiéndose indigno de no padecer bastante por Aquel que nos había de salvar. Atravesaron caminos difíciles entre las montañas, caminando durante varios meses, pasarían hambre y el intenso frío, con la incertidumbre de no saber en qué condiciones nacería el Niño: su amado Señor. Y al llegar al pueblo de Belén, no encontraron posada, tocaron en varias puertas y nadie los recibía. Increíble! ¿Quién se pudiera imaginar a la Virgen María y a San José, supli-
cando posada para el mismo Dios, Señor del universo? Y recibiendo por respuesta “aquí no hay espacio”. Hasta que encontraron un poco de paja, en la morada de unos animales, allí sí encontró espacio, en un lugar humilde y pobre... Humildad y pobreza de corazón, allí morará Jesús, en un corazón sencillo. Es incomprensible pensar que un Dios Omnipotente y Rey poderoso haya nacido en un lugar paupérrimo, con qué poco se conforma... nacer entre animales en un pesebre prestado, exiliado y luego de padecer el rechazo de sus propios hijos! Es que el Amor no conoce límites y se humilla hasta lo más bajo para ganar a quienes ama y quiere salvar. No es una historia que haya ocurrido atrás en el tiempo, cobra la misma viveza hoy, está por ocurrir ahora, pero de un modo diferente y pleno, en nuestra historia. Jesús viene en camino y está buscando posada entre nosotros. Así es, pasará por nuestra vida para tocar de nuevo a nuestra puerta. Dios quiso venir al mundo como el ser más indefenso y tierno: un recién nacido, buscando ser acogido y amado.
guen del verdadero sentido de esta fiesta. Tantas ofertas, productos, novedades que captan nuestra atención, tantos negocios que ven incrementarse sus ingresos este tiempo, los agobios que nos oprimen y nos llevan a buscar falsas salidas y ocupaciones.... todo esto son saetas que el demonio nos lanza para anestesiar nuestro espíritu y voltear nuestra mirada del verdadero centro, queriendo confundir al mundo para no adorar a Dios hecho hombre, como él no lo hizo y por eso se condenó a sí mismo al infierno, a donde nos quiere arrastrar apartándonos poco a poco de la presencia de Dios. Por eso quiere volcar esta preparación para gozarnos entre nosotros mismos, y dejar de lado a Dios Niño, quien debería ser el invitado de honor, por quien deberíamos orientar todos nuestros preparativos para que Él sea el primero en estar contento.
Muchos le cerrarán la puerta, pero que no sea en tu hogar donde él reciba un “aquí no hay sitio”. Al contrario, se integra uno más a tu familia! y que al lado del lindo nacimiento que armarán, tu familia sea un nacimiento viviente, desde el más pequeño, hasta el mayor, todos Que el consumismo u otros alrededor de Dios que nace, pensamientos no nos arrai- alabándolo y adorándolo por
tantos que no lo harán esa noche. La estrella que anuncia su llegada, se posará en tu hogar y allí nacerá Jesús, y se cumplirá de nuevo la profecía de DIOS CON NOSOTROS: Dios en tu corazón. Es un misterio que sobrepasa nuestra humanidad, pero que a pesar de ello ocurre, sólo si nos disponemos para brindarle esa humilde posada, rendiéndole a Él todo nuestro ser. Él vive la espera de encontrarse contigo, cuánto desea nacer en tu corazón, sanarlo y conquistarlo para la vida eterna. Dios cuenta los días para llegar a ti, y ¿no has de esperarlo con la misma ilusión? Como cuando unos padres esperan 9 meses la llegada de su bebé que va a nacer, cuántos preparativos! Sí, Dios quiere nacer de nuevo, pero esta vez en el pesebre de tu alma. Es momento de vivir más intensamente la dulce espera, y ¿en qué se traduce? Pues significa hacer más oración, preparar una buena confe-
sión para recibirle en gracia de Dios, meditar en el sentido de la Navidad, hacer alguna obra de caridad por amor a Dios, y lo que el Espíritu Santo nos inspire para prepararnos mejor. A diferencia de hace 2000 años, la llegada de Dios no nos toma desprevenidos, estamos avisados. De eso se trata esta Navidad, de preparar nuestra alma. El Señor no llega con las manos vacías, sabe precisamente lo que careces y anhelas. Jesús quiere traerte paz, gozo y esperanza. “Os anunciamos una gran alegría” nos dicen hoy también los ángeles. Vale la pena recorrer también el camino del desierto, es decir, prepararnos cada día para Su venida junto a María y José, y así estaremos listos para las gracias que Él quiere regalarnos esta Navidad, diferentes en cada año. Y en esa bendita noche de Navidad, unirse en familia para un momento de oración y glorificarlo, expresarle a
Dios nuestro agradecimiento, la alegría y el honor de recibirlo entre nosotros, tal vez leer las Sagradas Escrituras sobre los hechos que acontecieron, y que misteriosamente volverán a acontecer en nuestro presente. Pedirle perdón por nuestras faltas y también pedirle las gracias que más necesitemos. Él nos quiere colmar. De este modo, la verdadera felicidad llegará a la profundidad de nuestro espíritu, en la medida de nuestra preparación y disposición Él reinará en nosotros. Y así, viviremos la esperanza de saber que pronto, Él será quien prepare una gran fiesta a la que nos invite, en el cielo, donde nos acogerá para reinar con Él y compartamos el banquete eterno, haciéndonos sus invitados de honor. Si supiéramos lo que Él nos tiene preparado…!!! Sólo podemos resumir el secreto para vivir el espíritu de la Navidad en: PREPARACIÓN INTERIOR y DISPOSICIÓN. Todo lo demás debe ayudar a este propósito, y encontraremos el verdadero sentido de vivir una Feliz y Santa Navidad. “Te recibo a ti, oh mi Salvador. No soy digno de que habites mi morada pero Tú la elegiste para reinar en mi alma, Señor”. n
Fuente: LaFamilia.info
Caprichos, antojos y juguetes en Navidad
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as pataletas y caprichos de los niños en época de Navidad pueden ser más comunes de lo normal, debido al ambiente consumista que lamentablemente ahoga estas fechas. ¿Qué hacer como padres?
quizá darles lo que nosotros nunca pudimos tener, sin embargo, en vez de hacerles un regalo les estamos haciendo un daño. Si de pequeños los padres les damos todo y les hacemos todo, cuando crezcan pensarán que el mundo se tiene que comportar como sus padres lo hicieron cuando eran pequeños. Es muy constructivo decirles que NO a los hijos de vez en cuando u ojalá algo seguido. Decirles que no les podemos comprar ese juguete, que ya tienen muchos, que valoren los que tienen, que apenas alcanzan a jugar con esos, que miren la cantidad de niños que ni siquiera tienen uno de ellos, que papá y mamá no tienen dinero, que un buen comportamiento en la escuela quizá logre adquirir ese anhelado juguete; son algunos ejemplos. Los niños que son educados con moderación en los elementos materiales, cuando sean adultos serán personas desprendidas, libres, valorarán las personas y no sus cosas, apreciarán el esfuerzo, harán un buen uso del dinero, tendrán buenas relaciones laborales, serán más tolerantes al fracaso, enfrentarán mejor una situación económica difícil, entre muchos otros beneficios.
Es normal que los niños se deslumbren ante los flamantes juguetes, son bastante atractivos para su pequeños ojos, también es normal que quieran tenerlos todos y que en medio de la tienda hagan una vergonzosa “pataleta”; al fin y al cabo son niños que están en formación y son los padres quienes deben enseñarles a manejar los deseos y formarlos en la voluntad. Educar en el anhelo es educar en la voluntad, en el autocontrol, en el autodominio. Es importante enseñarles la austeridad, el valor del trabajo, el esfuerzo que tienen que hacer los padres para conseguir el dinero, por eso hay que ser coherentes y reglarles con moderación. Aunque se tengan los recursos económicos, no todo se les puede dar a los hijos, ellos deben aprender la realidad de la vida: para obtener algo se requiere esfuerzo y trabajo, las cosas no llegan a las manos por arte de magia. Plan de acción
Saquemos provecho de la Navidad para educar, entre otras cosas, en Sabemos que como padres les quere- el dominio de los deseos y el commos dar lo mejor a nuestros hijos, y partir con los demás, e aquí algunas Aprender a decir “no”
estrategias prácticas: - Cuando el niño tiene entre 5 y 6 años, es importante que se le comience a enseñar el manejo del dinero; un uso adecuado y cauteloso. - Estar en contacto con personas de pocos recursos, para que valore lo que tiene y comparta con los más necesitados. Este siempre será el mejor ejercicio para educar en la solidaridad. - Compartir con amiguitos, primos, compañeros, etc. Invitarlos a casa a jugar con los juguetes de él. De esta forma aprenderá el desprendimiento y la generosidad. - Cada que llegue un juguete nuevo a casa, deberá salir uno más viejito para un niño que lo necesite. Así por ejemplo después de Navidad, pueden seleccionar junto con el niño, los juguetes que él desea obsequiar. - Enseñarles a los pequeños que compartir nos hace felices, pues de nada sirve tener muchos juguetes y no tener con quien jugar. Se le debe exigir al hijo el buen trato a los juguetes, explicarle el esfuerzo que papá y mamá tuvieron que hacer para podérselo regalar, y por eso es importante que lo cuiden y no lo pierdan. n
Fuente: Apuntes de Familia
Estamos en Navidad!! PRIMERO LA FAMILIA U
n momento propicio para exaltar la dinámica interna del hogar, como algo más que un espacio físico donde habitan personas que por decisión libre y volun-
taria al matrimonio, se com- lla de manera natural y que plementan, comparten una no se queda en el plano de identidad y su intimidad. coexistir sino que con base en la comunión que surge Los cónyuges construyen con la entrega y con el amor, una relación que se desarro- cada uno se enriquece como
persona humana para luego ideas para fomentar los tatrascender, si llegan los hijos lentos mientras la familia se como fruto de ese amor do- divierte. nado. La alegría es posible en la En el hogar cada miembro medida en que se cumplan es aceptado tal y como es, estas condiciones: según su carácter, su personalidad, sus talentos y tam- 1. Si viene de nuestro inbién con sus debilidades… terior, porque la actitud es algo que solo se logra en el clave al iniciar cada mañana seno de la familia. Por tanto, y frente a las diversas situaen un clima de seguridad y ciones cotidianas. confianza se forja el espacio idóneo para crecer, desarro- 2. Si nos ilumina, porque llarse, perfeccionarse, saber- se multiplica en cada uno y se aceptado y amado. vigoriza las relaciones. Comienza la Navidad y esta época especial, como ninguna otra, resulta ideal para disfrutar en familia, para compartir momentos en tiempo libre, para estimular la creatividad y salir de la rutina en la relación conyugal y con los hijos, en la salud y en el descanso. Pero descansar no significa no hacer nada, por el contrario, propone realizar actividades que exigen menos esfuerzo y ojalá a compartir cantidad y calidad de tiempo con los seres más queridos. Motivar en los niños la lectura y los cuentos o inventar historias sencillas, por ejemplo, resulta ideal para estimular su creatividad. Igual efecto tiene el contacto con la naturaleza, cultivar la música, la danza, el teatro…
3. Si vivimos de manera sencilla, porque si queremos “ser” podemos enseñarles a los hijos a valorarse a sí mismos. La felicidad como fin último de cada actuación, no necesariamente es ‘bien estar’ sino ‘ser bueno’ y representa el conjunto de cosas necesarias para vivir en armonía con uno mismo, con Dios y con cada uno de los seres que más queremos y con quienes compartimos los momentos más importantes de la existencia. Aprovechemos esta época de Navidad para aprender de la familia de Nazaret, copiar sus virtudes y luchar porque nuestros hogares sean luminosos y alegres. ¡Feliz Navidad! n
“
No a la alegría del consumismo que nos lleva al 24 de diciembre a todos con ansiedad, porque pensamos: ‘Ah, me falta esto....’. No, esta no es la gloria de Dios”
P.Francisco
te plenas como mujeres?, sin lugar a dudas es el carisma que brota de nuestra maternidad, entonces ¿la maternidad es fuente de felicidad?.
MUJER: Acoge la VIDA, sin miedo y con generosidad
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a actual lógica del mundo ha despertado las conciencias por el respeto a la dignidad femenina pretendiendo “liberarnos” de la maternidad y promoviéndonos hacia la eficiencia, el propio interés, la búsqueda del bienestar y del poder. Mucho se va logran-
do al respecto; sin embargo los niveles de satisfacción y realización personal femenina se hacen cada día más imperceptibles y van en serio declive. Por tanto es válido y muy sensato preguntarnos ¿qué es lo que nos hace realmen-
Sí, porque la relación con el hijo y el amor que brota hace que la intuición y la percepción por las necesidades del prójimo se agudicen, suscitando una personalidad compleja y misteriosa de mirada más profunda del corazón humano. Lo cual nos capacita para estimar y promover hacia la verdad y el bien originario, siendo guardianas en la conservación de nuestra especie y protagonistas de su humanización, vocación trascendental, magna y muy gratificante. Solo las mujeres podemos dar vida, el embarazo es un estado natural, para el cual nuestro organismo está preparado y desde el momento de la concepción nuestro bebé estará unido a nuestro ser por un vínculo que jamás desaparecerá y que cada día generará mayores potencialidades en nuestro cuerpo, mente, emociones y espíritu. Por la maternidad siempre estamos atentas para proteger a los indefensos y desprotegidos, en primer lugar nuestros hijos, y más allá a toda persona que con solo mirarla provoque en nuestra intimidad anhelo de servicio y cuidado sin escatimar grandes sacrificios: «el corazón de la madre es el corazón
más crucificado». Es posible que ahora mismo tú, querida hermana, tengas la oportunidad de acoger la vida y abrirte al amor total porque has recibido la noticia de un embarazo. Tranquila, atenta y prudente, una vida nueva ha sido concebida en tus entrañas y va creciendo con la ilusión de ser acogida en tu corazón y luego en tu regazo. La naturaleza te invita a experimentar unidad y coherencia de tu ser con el sentido de tu existencia. Nuestro mayor desafío y a la vez nuestro mayor triunfo es salvaguardar a nuestros hijos, ciertamente, los engendramos en nuestro cuerpo pero los llevamos en el alma toda la vida; porque las mujeres tenemos muy afinados los sentimientos y siempre vigilante nuestro espíritu. Hermana mía, madre como yo, si la noticia de tu maternidad te ha generado tensión entre el trabajo y la familia, tienes problemas, temores y presiones, te invito a escuchar la voz de tu hijo que en el silencio de tu vientre te dice “mamita te amo y confío en ti”, verás cómo surge una auténtica sintonía entre tu mente y tu corazón : una respuesta de fe. La misma afirmación gozosa que María le dio al ángel Gabriel, SÍ A LA VIDA. Agraciando al mundo con la presencia del mismo Escribe: Carlos Palacios Dios hecho niño … Navidad !
Aunque el camino y las circunstancias estén signados por la adversidad, ten presente que Dios, nuestro Padre, manifiesta aprecio por tu respuesta valiente y tan «femenina», digna de admiración. Darle paso a la vida naciente, cuidarla y protegerla, en medio de crisis, amenazas y temores, es un ejemplo de fe viva impregnada del más grande amor, y es allí donde Cristo responde con su Providencia, amparo y protección, porque ser madre significa cuidar, en la tierra, la vida temporal de un ciudadano del cielo.
Son más de cuatro décadas, que a nivel mundial se ha promovido el aborto como un derecho y una solución, tratando de engañar la conciencia de maternidad y lo único que se ha logrado es que surja una constante demanda de mujeres, hombres, abuelas, familias, heridos, desesperados y arrepentidos; porque habiendo matado al pequeño indefenso, murieron también ellos. Matar al hijo es un acto violento y de impacto negativo en la salud mental, genera secuelas muy graves en todas las áreas de la vida y deja una sensación de angustia permanente. Es más adecuado buscar una solución basada en la solidaridad que permita revalorar a la mujer y a su criatura, otor-
gándole la libertad de poder optar por otras vías y, de esta forma, salvar a los dos. ¡ Dejemos nacer a todos los niños en esta navidad, protejamos especialmente aquellos que están en el vientre de su madre!. Mujeres todas y de manera particular mujeres cristianas, acogiendo nuestra maternidad y protegiendo a los inocentes iremos forjando una nueva cultura; que une la maternidad femenina con la misión de ser apóstoles de la verdad, renovando así el mundo con sabiduría maternal y mostrando aquella dimensión mucho más compleja : fe en la mente, fe en la sociedad y una intensa adhesión al joven corazón del hijo que pueda dar a los otros razones de nuestra esperanza. Y para adorar, en verdad, la vida naciente del pesebre, JESÚS, todos hemos de procurar que, en todas las actividades intelectuales / progresistas, haya personas rectas de auténtica conciencia cristiana, de vida coherente, que empleen las armas de la ciencia en servicio de la humanidad. Porque nunca faltarán en el mundo, como ocurrió cuando Jesús vino a la tierra, nuevos Herodes que intenten aprovechar los conocimientos científicos y las normas legislativas, incluso falseándolos, para matar a los inocentes. n
Escribe: María Teresa Cid Vázquez
El genoma familiar y el bien común
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omo señala el profesor Donati (2012, 161-205), si la identidad de la familia fuese una identidad particular que no admitiese una estructura universal como dicen los que insisten en decir que solo se puede hablar de “familias” en plural, en clave constructivista y relativista, entonces sería evidente que la familia se limitaría a una realidad particular. La auténtica identidad familiar es la que en la actualidad reclama cada vez más fuertemente su valor social (Donati, 2009). En ella se sostiene la superación de la visión funcional de los denominados “modelos de familia” (Belardinelli, 2004, 405-410). Esta cuestión está
estrechamente relacionada con el tema del bien común, porque del hecho de que la familia tenga una identidad universal o por el contrario particular depende la posibilidad de que pueda ser la base social para la consecución del bien común o no. Si la familia fuese una convivencia cualquiera, tampoco podría ser definido el bien común en la esfera pública. Como de hecho sostienen aquellos que hablan solo de familias en plural, por comprender que no existe un modelo familiar. Para ellos el bien común consiste en un conjunto de bienes colectivos de los cuales no ven cómo puedan relacionarse con el bien de la familia, cosa
que se comprende en cambio si se observa que, de hecho, existe una correlación positiva y significativa entre el capital humano y social de la familia y los bienes comunes de la esfera pública. La posibilidad de definir el bien común depende precisamente del hecho de que la familia tenga o no una identidad universal (Donati, 2012, 162). Si la familia fuese solo una subespecie en vías de extinción, ¿dónde podría radicarse el bien común? El esquema teórico que propone Donati (2012, 163) para responder a estos desafíos es el siguiente: la realización del bien común depende del “genoma” de la familia y del
hecho de que el genoma familiar pueda nutrir las reglas sociales y los instrumentos que efectivamente puedan realizar políticas sociales que promuevan el bien común. Existe una correlación positiva y estrecha entre el bien común de la familia y el bien común en la esfera pública. Para ver esta correlación hay que partir de una antropología relacional. El genoma de la familia es una estructura natural que relaciona entre sí cuatro componentes: el don, la reciprocidad entre las personas, la sexualidad, la generatividad. Cada elemento se define por la relación con los otros elementos. Así, por ejemplo, la sexualidad no es una sexualidad cualquiera, sino que debe ser generativa, y por tanto es aquella que se basa en la diferencia hombre/mujer. El don, no es un don cualquiera, sino un don en un intercambio simbólico regulado por la norma de la reciprocidad. Así comprendida, la familia es una relación de plena reciprocidad entre los sexos y las generaciones, que da lugar a un sistema formado por valores, normas, medios y objetivos que se realizan de un modo dotado de sentido. No es reductible a una estructura de roles (padre, madre, hijos), aunque obviamente existan
los roles y son importantes, pero las personas no pueden reducirse a los roles que desempeñan, porque la persona debe animar el rol no simplemente adaptarse a él como han sostenido las teorías estructurales funcionalistas, como la de T. Parsons y sus discípulos (Parsons, 1974, 3165). Del genoma de la familia depende el bien común de la sociedad civil y política porque las normas que reconocen derechos y deberes en la esfera pública deben considerar a las personas no en cuanto meros individuos sino individuos con relaciones familiares, de las que dependen tanto los individuos como la dinámica misma de la esfera pública. El derecho fundamental a la educación, a la vivienda, al salario mínimo, a los servicios sociales
y sanitarios, por ejemplo, no se orientan al bien común si no consideran al individuo en cuanto portador de relaciones familiares, porque si consideran al individuo puro y simple, separado de la comunidad lesionan el bien común. Incluso los instrumentos para realizar los derechos de las personas deben tener en cuenta las relaciones familiares (en el sistema fiscal, en la escuela, sanidad, etc.). Solo si las normas de la vida social y los instrumentos de los que se sirven tienen en cuenta las relaciones familiares podremos decir que los objetivos de la esfera pública, civil y política, serán objetivos de bien común. De otra forma, las políticas sociales no hacen otra cosa que fragmentar y desviar del bien común. Como hoy de hecho ocurre con las políticas liberales y socialistas. n
Mensaje de la III ASAMBLEA GENERAL EXTRAORDINARIA del Sínodo de los Obispos
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os Padres Sinodales, reunidos en Roma junto al Papa Francisco en la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, nos dirigimos a todas las familias de los distintos continentes y en particular a aquellas que siguen a Cristo, que es camino, verdad y vida. Manifestamos nuestra admiración y gratitud por el testimonio cotidiano che ofrecen a la Iglesia y al mundo con su fidelidad, su fe, su esperanza y su amor. Nosotros, pastores de la Iglesia, también nacimos y crecimos en familias con las más diversas historias y desafíos. Como sacerdotes y obispos nos encontramos y vivimos
junto a familias que, con sus palabras y sus acciones, nos mostraron una larga serie de esplendores y también de dificultades. La misma preparación de esta asamblea sinodal, a partir de las respuestas al cuestionario enviado a las Iglesias de todo el mundo, nos permitió escuchar la voz de tantas experiencias familiares. Después, nuestro diálogo durante los días del Sínodo nos ha enriquecido recíprocamente, ayudándonos a contemplar toda la realidad viva y compleja de las familias. Queremos presentarles las palabras de Cristo: “Yo estoy ante la puerta y llamo, Si alguno escucha mi voz y
me abre la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo” (Ap 3, 20). Como lo hacía durante sus recorridos por los caminos de la Tierra Santa, entrando en las casas de los pueblos, Jesús sigue pasando hoy por las calles de nuestras ciudades. En sus casas se viven a menudo luces y sombras, desafíos emocionantes y a veces también pruebas dramáticas. La oscuridad se vuelve más densa, hasta convertirse en tinieblas, cundo se insinúan el el mal y el pecado en el corazón mismo de la familia. Ante todo, está el desafío de la fidelidad en el amor conyugal. La vida familiar suele estar marcada por el debi-
litamiento de la fe y de los valores, el individualismo, el empobrecimiento de las relaciones, el stress de una ansiedad que descuida la reflexión serena. Se asiste así a no pocas crisis matrimoniales, que se afrontan de un modo superficial y sin la valentía de la paciencia, del diálogo sincero, del perdón recíproco, de la reconciliación y también del sacrificio. Los fracasos dan origen a nuevas relaciones, nuevas parejas, nuevas uniones y nuevos matrimonios, creando situaciones familiares complejas y problemáticas para la opción cristiana. Entre tantos desafíos queremos evocar el cansancio de la propia existencia. Pensamos en el sufrimiento de un hijo con capacidades especiales, en una enfermedad grave, en el deterioro neurológico de la vejez, en la muerte de un ser querido. Es admirable la fidelidad generosa de tantas familias que viven estas pruebas con fortaleza, fe y amor, considerándolas no como algo que se les impone, sino como un don que reciben y entregan, descubriendo a Cristo sufriente en esos cuerpos frágiles. Pensamos en las dificultades económicas causadas por sistemas perversos, originados “en el fetichismo del dinero y en la dictadura de una economía sin rostro y sin un
objetivo verdaderamente humano” (Evangelii gaudium, 55), que humilla la dignidad de las personas. Pensamos en el padre o en la madre sin trabajo, impotentes frente a las necesidades aun primarias de su familia, o en los jóvenes que transcurren días vacíos, sin esperanza, y así pueden ser presa de la droga o de la criminalidad. Pensamos también en la multitud de familias pobres, en las que se aferran a una barca para poder sobrevivir, en las familias prófugas que migran sin esperanza por los desiertos, en las que son perseguidas simplemente por su fe o por sus valores espirituales y humanos, en las que son golpeadas por la brutalidad de las guerras y de distintas opresiones. Pensamos también en las mujeres que sufren violencia, y son sometidas al aprovechamiento, en la trata de personas, en los niños y jovenes víctimas de abusos también de parte de aquellos que debían cuidarlos y hacerlos crecer en la confianza, y en los miembros de tantas familias humilladas y en dificultad. Mientras tanto, “la cultura del bienestar nos anestesia y […] todas estas vidas truncadas por la falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera” (Evangelii gaudium, 54). Reclamamos a los gobiernos y
a las organizaciones internacionales que promuevan los derechos de la familia para el bien común. Cristo quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a todos sin excluir a nadie. Agradecemos a los pastores, a los fieles y a las comunidades dispuestos a acompañar y a hacerse cargo de las heridas interiores y sociales de los matrimonios y de las familias. *** También está la luz que resplandece al atardecer detrás de las ventanas en los hogares de las ciudades, en las modestas casas de las periferias o en los pueblos, y aún en viviendas muy precarias. Brilla y calienta cuerpos y almas. Esta luz, en el compromiso nupcial de los cónyuges, se enciende con el encuentro: es un don, una gracia que se expresa –como dice el Génesis (2, 18)– cuando los dos rostros están frente a frente, en una “ayuda adecuada”, es decir semejante y recíproca. El amor del hombre y de la mujer nos enseña que cada uno necesita al otro para llegar a ser él mismo, aunque se mantiene distinto del otro en su identidad, que se abre y se revela en el mutuo don. Es lo que expresa de manera sugerente la mujer del Cantar de los Cantares: “Mi ama-
do es mío y yo soy suya… Yo soy de mi amado y él es mío” (Ct 2, 17; 6, 3). El itinerario, para que este encuentro sea auténtico, comienza en el noviazgo, tiempo de la espera y de la preparación. Se realiza en plenitud en el sacramento del matrimonio, donde Dios pone su sello, su presencia y su gracia. Este camino conoce también la sexualidad, la ternura y la belleza, que perduran aun más allá del vigor y de la frescura juvenil. El amor tiende por su propia naturaleza a ser para siempre, hasta dar la vida por la persona amada (cf. Jn 15, 13). Bajo esta luz, el amor conyugal, único e indisoluble, persiste
a pesar de las múltiples dificultades del límite humano, y es uno de los milagros más bellos, aunque también es el más común. Este amor se difunde naturalmente a través de la fecundidad y la generatividad, que no es sólo la procreación, sino también el don de la vida divina en el bautismo, la educación y la catequesis de los hijos. Es también capacidad de ofrecer vida, afecto, valores, una experiencia posible también para quienes no pueden tener hijos. Las familias que viven esta aventura luminosa se convierten en un testimonio para todos, en particular para los jóvenes.
Durante este camino, que a veces es un sendero de montaña, con cansancios y caídas, siempre está la presencia y la compañía de Dios. La familia lo experimenta en el afecto y en el diálogo entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos y hermanas. Además lo vive cuando se reúne para escuchar la Palabra de Dios y para orar juntos, en un pequeño oasis del espíritu que se puede crear por un momento cada día. También está el empeño cotidiano de la educación en la fe y en la vida buena y bella del Evangelio, en la santidad. Esta misión es frecuentemente compartida y ejercitada por los abuelos y
las abuelas con gran afecto y dedicación. Así la familia se presenta como una auténtica Iglesia doméstica, que se amplía a esa familia de familias que es la comunidad eclesial. Por otra parte, los cónyuges cristianos son llamados a convertirse en maestros de la fe y del amor para los matrimonios jóvenes. Hay otra expresión de la comunión fraterna, y es la de la caridad, la entrega, la cercanía a los últimos, a los marginados, a los pobres, a las personas solas, enfermas, extrajeras, a las familias en crisis, conscientes de las palabras del Señor: “Hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20, 35). Es una entrega de bienes, de compañía, de amor y de misericordia, y también un testimonio de verdad, de luz, de sentido de la vida. La cima que recoge y unifica todos los hilos de la comunión con Dios y con el prójimo es la Eucaristía dominical, cuando con toda la Iglesia la familia se sienta a la mesa con el Señor. Él se entrega a todos nosotros, peregrinos en la historia hacia la meta del encuentro último, cuando Cristo “será todo en todos” (Col 3, 11). Por eso, en la primera etapa de nuestro camino sinodal, hemos reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los sacramentos
de los divorciados en nueva unión. Nosotros, los Padres Sinodales, pedimos que caminen con nosotros hacia el próximo Sínodo. Entre ustedes late la presencia de la familia de Jesús, María y José en su modesta casa. También nosotros, uniéndonos a la familia de Nazaret, elevamos al Padre de todos nuestra invocación por las familias de la tierra: Padre, regala a todas las familias la presencia de esposos fuertes y sabios, que sean manantial de una familia libre y unida. Padre, da a los padres una
casa para vivir en paz con su familia. Padre, concede a los hijos que sean signos de confianza y de esperanza y a jóvenes el coraje del compromiso estable y fiel. Padre, ayuda a todos a poder ganar el pan con sus propias manos, a gustar la serenidad del espíritu y a mantener viva la llama de la fe también en tiempos de oscuridad. Padre, danos la alegría de ver florecer una Iglesia cada vez más fiel y creíble, una ciudad justa y humana, un mundo que ame la verdad, la justicia y la misericordia. n
CARTA ABIERTA San Miguel de Piura, 27 de junio de 2014 Señor Don OLLANTA HUMALA TASSO Presidente Constitucional del Perú Presente.De mi mayor consideración: Elevo mis oraciones al Señor Dios Todopoderoso, para que lo ilumine en su función de conducir al país en beneficio de todos los peruanos, nacidos y por nacer. Ante el anuncio de la promulgación de un Protocolo de Aborto Terapéutico (PAT) por parte del Ministerio de Salud (MINSA) me dirijo a usted, Señor Presidente, para expresarle mi total rechazo que es el rechazo de la inmensa mayoría de los peruanos profundamente amantes de la vida. Lamento enormemente que precisamente el día hoy en que Usted celebra un año más de vida, su Gobierno apruebe la primera norma abortista en nuestro país. Su decisión hará que esta fecha sea tristemente recordada al precio de la vida de niños inocentes que no podrán celebrar ni un solo cumpleaños. Le solicito con humildad y caridad cristiana y también bajo el amparo de la Constitución Política del Perú que en su artículo 2, inciso 1 protege la vida de los niños por nacer, que deroguen este Protocolo de Aborto. Sabemos por la experiencia de normas similares en otras naciones, que este tipo de protocolo no producirá ningún cambio social que favorezca a las mujeres. Es tan sólo una excusa para matar inocentes para luego encubrir todo tipo de abortos como lo han hecho en otros países. Los únicos beneficiados serían los que podrían comenzar a lucrar con la práctica del aborto abusando de mujeres angustiadas por un embarazo inesperado. Señor Presidente de la República: El mal llamado aborto “terapéutico” (no cura nada más bien mata una vida inocente), como todo aborto directo o provocado, es un acto intrínseca y gravemente inmoral, por cuanto constituye la destrucción directa de un ser humano inocente, y por ello no está justificado en ningún caso. Finalmente, están a tiempo de prevenir un tremendo daño a la pacificación del país, porque, “el país que acepta el aborto no está enseñando a su pueblo a amar sino a aplicar la violencia para conseguir lo que se quiere. Es por eso que el mayor destructor del amor y de la paz es el aborto” (Madre Teresa de Calcuta, Premio Nobel de la Paz, 1979). Atentamente en el Señor de la Vida, José Antonio Eguren Anselmi, SCV. Arzobispo Metropolitano de Piura