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Liceo Federico Froebel, 55 años de historia, experiencia, logros y reconocimientos: María Emma Rodríguez

Karla MARTÍNEZ DE AGUILAR

Fotografías: Manuel Jiménez

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Lo que comenzó como una actividad lúdica para la Profesora María

Emma Rodríguez a través de la cual pudo ejercer su profesión de docente con un grupo pequeño de hijos de amigas de su madre, se convirtió en un proyecto de vida llamado Liceo Federico Froebel en la ciudad de Oaxaca, que cumple 55 años de formar a niñas, niños y jóvenes con una visión integral.

Miss Emma, como cariñosamente conocen a María Emma Rodríguez Gutiérrez, es una mujer impetuosa, sincera, enamorada, feliz y plena a sus 76 años. Abrió su corazón durante esta conversación íntima para compartir su historia de resiliencia, de aprendizajes de vida y de formación educativa, ya que ha enfrentado a lo largo de su vida diversos eventos que la han hecho adaptarse a los cambios que trae consigo romper paradigmas y estructuras añejas que no tienen cabida en un mundo tan diverso. Nada fácil, cuando se habla de 55 años de historia, vivencias personales y educativas que albergan las paredes de esta institución educativa.

Inicié en casa de mis papás junto con una amiga como una actividad extra en las tardes para poner en práctica mi profesión de educadora y el deseo de trabajar con niños; los primeros fueron hijos de amigas de mi mamá y poco a poco fue creciendo el proyecto al punto de contar actualmente con 3 secciones, más de 750 alumnos y todo un equipo que colabora conmigo.

Lo más importante desde el inicio del Liceo Federico Froebel ha sido el aprendizaje de todos quienes lo integramos, en especial, para mí; ha sido una preparación continua en muchos sentidos, de un pasatiempo a formar una empresa educativa hay una gran labor detrás. Incorporar departamentos como el administrativo, psicopedagógico, tecnologías de la información, logística, etc., darle formalidad a los programas educativos, estudiar, leer, prepararnos para darle continuidad del nivel de educación inicial, al preescolar, a la primaria, secundaria y preparatoria, asistiendo a congresos nacionales e internacionales, capacitaciones y cursos. Han sido 55 años de crecimiento y de estar abierta al cambio.

Miss Emma ha vivido intensamente y ha dedicado su vida a romper paradigmas y estructuras con las que creció, reaprendiendo a ver el mundo y la educación con otros ojos para poder transmitir a través de ésta la formación de niñas y niños.

Me educaron de una manera muy tradicional, apegada a las reglas sociales y religiosas de esa época que me generó desafíos y retos como fundadora.

Gracias a que mi hermana que era secretaria bilingüe en esa época, ahora es una maestra bilingüe triunfadora en Estados Unidos, empezamos con las clases de inglés para después hacernos una escuela bilingüe. También en los inicios realizábamos misas de apertura y de cierre de curso y que era imponer algo que no era para todos; somos una escuela laica y por ello, decidimos omitir ese rito católico. Tenemos familias de todo tipo, se respeta y se fomenta dentro de nuestra comunidad el respeto y la aceptación de todo el mundo. Esta apertura nos permite estar a la vanguardia de las necesidades que se han presentado a lo largo de los años, no solo en lo educativo, como aumentar los niveles que impartimos, también en lo tecnológico al reinventarnos en la pandemia, además de los cambios generacionales que en un inicio me causaban shock, por ejemplo, cuando los niños y jóvenes pasaron de decirme Miss Emma a tutearme, a saludarme de mano para después pasar al beso y abrazo. Las necesidades de los padres de familia, las nuevas perspectivas de educación que se van incorporando al paso del tiempo, contratar asesores de otras ciudades para que nos compartan experiencias, el bachillerato internacional del cual fuimos pioneros, etc. Son tantos cambios que hemos realizado para insertarnos en un mundo global, lo que nos ha permitido ser una escuela aceptada, reconocida y querida.

Lo que ha sembrado a lo largo de su vida Miss Emma, lo cosecha al recorrer las áreas educativas del Liceo Federico Froebel, escuchar en los pasillos cómo buscan saludarla, darle un abrazo; es reconfortante para ella y prueba de dedicar su vida a la educación.

He revisado internamente todos estos años la dedicación entregada a mi segundo hogar, mi cuarto hijo, asumiendo un nuevo rol, después de ser la fundadora, paso a ser asesora y consejera. Aprender a delegar responsabilidades, la toma de decisiones y pasar poco a poco la estafeta a mis hijas y al gran equipo que forma esta institución, es una nueva faceta en mi vida.

Si bien seré la cabeza hasta que la vida me lo permita, la experiencia que he acumulado se ha dado gracias al acompañamiento de muchas personas que han compartido durante 55 años sus conocimientos, ya que tenemos una gran responsabilidad en todos los cambios que se dan cultural y socialmente, y el Liceo Federico Froebel las ha asumido. Por ejemplo, tenemos niños con necesidades especiales, un niño con síndrome de down que ha estado desde preescolar y ahora cursa el sexto de primaria, quien viene acompañado con su sombra, la persona que lo ayuda. Tenemos también un alumno con parálisis cerebral infantil, lo que nos ha impulsado a adaptarnos para atender diferentes necesidades y ser un apoyo para las familias, lo que implica entre muchas cosas, la preparación de los profesores y además que la integración de estos chiquillos significa un gran aprendizaje para los alumnos que comparten cotidianamente con ellos los espacios de esta comunidad educativa.

Emma y el Federico Froebel, un binomio de vida para la educación en Oaxaca

Miss Emma es una mujer que nació en 1946 y que durante su vida se ha enfrentado a muchos momentos dolorosos. El cambio ha marcado mi vida, no se dio de la noche a la mañana, tomé terapia psicológica durante muchos años para comprender, identificar cómo fui educada y abrir mi mente, corazón y ojos a formas distintas de ver el mundo.

Nací en la CDMX donde viví muchas experiencias y de adolescente, a los 17 años, me vine a Oaxaca, una población muy conservadora; por ejemplo, soy rockanrolera de corazón y bailarlo era mal visto, eso causaba conflicto.

Pero mi ímpetu me ha hecho modificar conductas y formas de pensamiento cambiando paradigmas que jamás hubiera pensado en el pasado romper. Me casé, me divorcié, me volví a casar hace algunos años, tengo tres hijos, Gerardo, Marcia y Ximena, quienes han sido mis maestros de vida, con los que he enfrentado momentos difíciles, dolorosos, pero también felices y satisfactorios.

Emma está abierta a aprender, nunca ha sido fácil, mi yo interno me dice “eso no es posible”, pero las cosas no pueden ser siempre como uno quiere o quisiera que fueran, tiene uno que aprender de la vida. Esta Emma ha crecido en la vida aprendiendo de todos, moviéndose con dolor, a veces con mucha alegría, con mucha satisfacción y mucho crecimiento. Y he asumido la responsabilidad de mis hechos, de mis actos y decisiones con compromiso siempre. Esa es la Emma de hoy.

La idea del libro surge desde hace muchos años para contar la historia de la fundación del Liceo Federico Froebel; coincidió que la ex maestra del Liceo, la canadiense Ana Salter, es escritora e historiadora y ella me ayudó con la investigación, diversos cuestionarios y largo trabajo para ir acomodando todas las ideas e información. Al ir leyendo mis respuestas se percibe que mi vida y la del Federico van juntas, son paralelas, no existiría una sin la otra y decidimos cambiar el enfoque hacia una historia de vida.

Al releer el libro para presentarlo formalmente, este relato se centra en la lucha de una mujer que ha sorteado las barreras de género y dificultades ante la cultura, la sociedad, la religión y educación que mi generación enfrentó y de cómo nos costó trabajo luchar por lo que deseamos.

Narro no solo mi historia, sino la de muchas generaciones que aunque las cosas han cambiado mucho para las mujeres, falta mucho por hacer, sobre todo en nosotras para ser más sororas.

Además, escribí con sinceridad y con atrevimiento a hablar de muchos temas que puede que a muchos escandalice, a otros sorprenda y a otros inspire. Doy gracias a la vida por haber presenciado tantos cambios, sorprendiéndome día a día con las cosas que suceden. Las mujeres siempre hemos trabajado, pero no reconocíamos esa parte, nos tocó la liberación de las mujeres entre comillas ya que podías hacer algunas cosas, pero los hombres seguían haciendo lo que hacían. Cuando tuve mi primer hijo, nunca pensé que mi marido cargara la pañalera o lo cambiara porque culturalmente no era bien visto; conforme fue pasando la vida, veo que pude tener un doble trabajo, en la escuela y en el hogar, gracias a la ayuda de mi mamá Esther y Sarita, quien ha trabajado conmigo durante 50 años. Ahora veo en las juntas de padres de familias ya no solo a las mamás, ahora hay muchos hombres, papás solos, etc.

Han cambiado cosas a favor de nosotras, pero faltan muchas más. Ana y yo decidimos cambiar la historia del libro, ya que en un inicio se trataba de escribir la historia del Federico, pero con las entrevistas distinguimos que había que compartir con las mujeres de manera paralela la vida de Emma, la lucha de tantos años que tuvo como muchas estamos teniendo para construir un mundo de respeto y tolerancia hacia las mujeres.

Sin duda el legado a la educación oaxaqueña de Miss Emma trasciende e impacta a varias generaciones de niñas, niños y jóvenes avalado por los reconocimientos como el de Ciudadana de Antequera.

El hecho que para muchas familias sea tan importante lo que el Liceo Federico Froebel ha dejado en sus hijos, significa la gran influencia como comunidad educativa en Oaxaca que tenemos; muchos alumnos son triunfadores en lo que hacen y deciden ser en la vida. Cuando me encuentro a exalumnos en la calle, en un evento en las calles de Oaxaca e incluso, en otro estado, y me comparten sus experiencias al haber estado en la escuela, lo valoro. Queremos seguir influyendo para que puedan superar lo que se les presente y elijan lo que es mejor para ellos.

Atesoro el reconocimiento como Ciudadana de Antequera porque plasma mi labor como mujer dedicada a la educación y comprometida con mi trabajo; he cometido errores porque soy humana y todo lo que sé ahora no lo sabía antes. Mi anhelo es que mientras tenga salud y vida, seguiré asesorando a mi equipo, aprenderé cosas nuevas y continuaré con mi compromiso ciudadano al ser parte de organizaciones para sembrar una semilla para que Oaxaca sea mejor. Ese es mi compromiso de vida y con los demás.

Karla MARTÍNEZ DE AGUILAR

Fotografías: Manuel Jiménez

Locación: Taller Talismán

SANTA CRUZ AMILPAS, OAX.- La niñez es uno de los recuerdos más importantes para el artista Pedro Cruz Pacheco, su comunidad se caracteriza por la fabricación de ladrillo rojo para la construcción, recuerda con alegría cómo de niño acudía a las pozas que se llenaban con agua de lluvia y se metía a nadar, al abrir los ojos en el fondo veía un mundo lleno de pescados pequeños, hojas, maleza, algas y plantas como el tule, elementos que plasmaría en sus obras.

También incluye las fiestas patronales donde los monos de calenda, faroles en forma de estrellas, las peregrinaciones de las vírgenes y las mujeres que acudían con mucha fe y que cubrían sus cabezas con rebozos, son imágenes que lo impactaron.

Me inspiró el campo, percibir con mis ojos de niño lo que la naturaleza crea, recordar las sensaciones que me producía echarme clavados en aquellas fosas de agua. Ver otro mundo que surgía bajo el agua inspiró mis acuarelas, pinto pescados pequeños porque no estoy en el mar.

Otra gran influencia son los monos de calenda, de pequeño pensaba que eran dos personas altísimas y grandotas y todo lo que mi abuela me platicaba acerca de las vírgenes, sus coronas, vestimentas, leyendas, mitos e historias que me contó, son punto de partida para crear mis personajes con ese folclor, la naturaleza y el misticismo del realismo mágico.

Pedro Cruz Pacheco es un artista autodidacta que persiguió su sueño de pintar, tuvo diversos trabajos que no llenaban esa necesidad de creación, el arte corre por sus venas.

Trabajé en varios oficios, pero no me gustaban, trabajé en cocina, servía comida, era un buen trabajo, pero algo me faltaba, mi mente empezaba a imaginarse escenas con las costumbres indígenas con elementos cotidianos como el agua, la tierra, el sol, la milpa, el campo, los cerros, las semillas, el nopal, el maguey e ideas como los ciclos de la luna, las cosechas, el ciclo de la vida y la muerte, en esa época solo conocía el lápiz, los crayones y plumones.

Creo mis personajes con el folclor, la naturaleza y el misticismo del realismo mágico de Oaxaca:

Un día entré a la galería La Mano Mágica y estaba una exposición de Felipe Morales, su obra me atrapó, porque retrataba a su estilo todo lo que en mi niñez y juventud viví en mi pueblo, los faroles, las personas con su rebozo, etc.

Él vio mi interés en su obra, me invitó a conocer su trabajo en su taller y me abrió las puertas para acudir y sin brindarme clases formales, fui aprendiendo al ver cómo realizaba sus obras, conocí otros materiales para pintar como el óleo, encausto, gráfica y, al regresar a mi hogar, me pasaba horas pintando y guardaba las acuarelas que realizaba.

Acudí al taller del maestro Felipe Morales durante ocho años, cuando llegó el momento de continuar mi camino en el arte, me brindó todo su apoyo para seguir mi camino.

La obra de Pedro Cruz Pacheco te atrapa, a través de los colores, formas e imágenes, causan una sensación de alegría y paz, ha convertido sus vivencias en obras. Quiero trasmitir lo que he vivido y he sentido, la felicidad, la alegría, pero también el dolor, la tristeza que se transforma en una obra.

Mis personajes surgen de mi infancia a las que les he agregado resplandores, estrellas de carrizo forradas de papel de colores en las manos, listones de colores. Mi pintura es un reflejo de mis creencias religiosas, mi vida como adolescente y mi trabajo como fabricante de ladrillos cuando era niño.

Pintar me hace sentir yo mismo. Los ángeles que se representan en mi arte sirven como guías a las personas, protegiéndolas y vigilándolas, limpiando las cosas malas de su camino. Los colores cálidos y oscuros reflejan cómo me siento. La retama, los árboles, el sol y la luna, son íconos, al igual que los eclipses y las montañas tranquilas, pintadas de azules y verdes oscuros, que reflejan la paz infinita del inmenso cielo azul.

Soy una persona que siempre está en movimiento, me encanta bailar, caminar, escucho la música de banda en las calles y me pongo alegre, pongo mis sentimientos en la pintura, deseo la buena suerte los tréboles, con la mezcla de lo místico y religioso.

El Jardín Labastida en la ciudad de Oaxaca es un parteaguas en el camino artístico de Pedro Cruz Pacheco, que reafirmaría su decisión por dedicarse al arte.

Al terminar mi estancia con el maestro Felipe Morales, un amigo me invitó a realizar mi primera exposición en la Casa de la Cultura oaxaqueña en 2005, ya que tenía alrededor de 90 acuarelas, después me empecé a involucrar con colectivos y llegué un día al Jardín Labastida, pedí permiso para exhibir mis obras, llevé unos caballetes, estuve una semana pintando, pero sin vender ninguna obra, a veces iba al campo temprano y después al jardín, un día, unas señoras empezaron a preguntar por mis obras, pedían les mostrara todo lo que tenía, extendía mis trabajos y finalmente eligieron nueve piezas, con el dinero compré mejores materiales y me motivó a dedicar mi vida a la pintura.

Me llena el corazón y es una gran satisfacción que cuando muestro mi trabajo le guste a la gente, los colores son el motor de mi inspiración, no soy buen dibujante, pero me gusta la sensibilidad de plasmar lo que llevo dentro. Me gusta la frase del maestro Rodolfo Morales que si los pies y las manos quedan chuecas así quedaran, retomé esa idea y no borro ningún trazo, que se queden con las manotas grandotas, los cuerpos largos.

Sé que en mis obras la influencia de maestros como Rodolfo y Felipe Morales aún siguen presentes, pero con el paso de los años he desarrollado un estilo propio al conocer otras corrientes y técnicas. Mis obras son surrealistas, recuerdo que caminaba de mi hogar al Jardín Labastida porque no tenía dinero para el pasaje y me imaginaba que si tuviera ruedas como los autos en los pies podría llegar más rápido, así con mi imaginación he ido incorporando elementos y símbolos a mis obras.

El espiral es el ciclo de la vida, naces, envejeces, vuelves a la raíz y vuelves a nacer, las alas en una casa significan cobijo, te recibe con los brazos abiertos, el ojo es ver más allá de lo que estás haciendo, es creación e imaginación, las piedras en el campo por su permanencia, la cajita de cenizas que lleva la mujer en la mano, están en forma de semilla que sembrará y saldrá un arbolito, por ejemplo.

El artista Pedro Cruz Pacheco vive agradecido con la vida por la oportunidad de dedicarse a lo que le apasiona, ha creado el Taller Talismán para compartir con quien desee adentrarse al arte, también brinda talleres al público en general tres veces al año y, gracias a las alianzas ha podido compartir sus obras en Estados Unidos y en otros estados de la República Mexicana.

Es una persona generosa, ha donado sin afán de lucro muchas de sus obras para colaborar con la Cruz Roja Mexicana o el Festival Nudista en Zipolite, Oaxaca.

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