2 minute read

Amor que te quiero tanto

Toño SALDAÑA*

BARCELONA, ESP.- Hace unos días hablaba con unos amigos sobre el amor, cada uno tenía una idea muy romántica y hollywoodense respecto a ello, coincidían en creer que el amor era muy difícil de conseguir, incluso pensaban que jamás lo vivirían. Intenté indagar más al respecto, pero todos seguían atrapados en la esfera mitológica del amor sufridor, el cual tiene que pasar por pruebas, ganar batallas y, como si de un trofeo se tratara, el “vivieron felices para siempre” llegaría.

Advertisement

¿Qué sucede con el amor de nuestros abuelos?, ¿en ellos era cierto eso que “hasta que la muerte los separe”? Hoy en día pareciera que las parejas duran menos que antes y aunque esto puede resultar muy relativo dependiendo del país, la cultura y la religión que se profese, en el caso de la nuestra los ingredientes de las relaciones son los mismos: tiene que ser difícil, hay que luchar para conseguirlo, tiene que haber una brecha de desigualdad, diferencias circunstanciales de un amor imposible y al superar todas las pruebas: el matrimonio.

Las historias míticas como: Cupido y Psique, Romeo y Julieta, Orfeo y Eurídice, La Bella durmiente, Blancanieves, La Bella y la Bestia, la Sirenita e incluso Adán y Eva, están compuestas por los mismos ingredientes antes mencionados, solo que con una pequeña variante: la incompatibilidad. Los amantes de verona pertenecían a dos familias que se odiaban a muerte; Cupido por accidente se pincha con una de sus flechas y se enamora perdidamente de Psique, pero al ser un dios, ese amor es imposible; la Sirenita ve a alguien de otra especie y se sacrifica por el desconocido por “amor”; la Bella se intercambia por la libertad de su padre y la Bestia –quien la trata fatal– termina enamorado. Podría seguir hablando de historias similares que nos han enseñado que en cuestiones del amor la cosa no es fácil, pero cuando llega todo se vuelve de color de rosa, sino preguntarle a la Cenicienta o a Blanca Nieves, que hasta castillo les pusieron.

Desde Platón, se nos ha programado con la misma idea sobre las relaciones: estamos incompletos hasta que encontremos a alguien que nos ame: la media naranja. Y aunque todos sabemos cómo acaban las historias en la pantalla grande aún así las vemos emocionados o mejor dicho, ilusionados, para después salir a la calle con las invitaciones de boda y el velo puestos buscando al príncipe o princesa que coincida con nuestra falsa idea de la pareja perfecta y nos complemente.

Nos guste o no, estamos condicionados por un montón de prejuicios sobre el amor y las relaciones, y toda esa confusión se vuelve aún más caótica cuando salimos al mundo real y nos damos cuenta que afuera no hay ni príncipes, ni princesas y que la bestia, por mucho amor que le demos, nunca se transforma.

Hablando de relaciones, sólo hay dos caminos: la historia de amor –antes mencionada que durará meses– y la historia de vida –la que vivieron nuestros abuelos– que no tiene nada que ver con los suspiros, sino con lo cotidiano, con saber cuál es el rol que le toca a cada uno desempeñar, el transitar juntos los momentos no gratos que tiene la vida como: enfermedades, desacuerdos, duelos, etc., pero también los buenos como: nacimientos, apoyo, festejos, cariño, respeto, etc.

Si quisiéramos hablar de una fórmula “mágica” para encontrar el amor, ésta sería hacer una lista de los atributos de la pareja ideal, todo aquello con lo que soñamos que nos gustaría encontrar y luego trabajar para convertirnos en ello, porque al final, lo semejante atrae a lo semejante y no lo contrario. Por eso, en cuestiones del amor no hay nada mejor que ver a los abuelitos en el parque agarrados de la mano.

Contacto: arturodiezg@outlook.com y arturodiezgutierrez.wordpress.com

This article is from: