/por la libre
Lo que no se ve… Michelle PINO*
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Quédate en casa”, “quédate en casa”, es la frase que desde hace más de 90 días escuchamos por doquier: spots radiofónicos, televisivos, redes sociales, medios de comunicación impresos y digitales. No hay lugar o forma en la que no la hayan mencionado. A pesar de todos esos esfuerzos, del sinnúmero de información a la que tenemos acceso, la cantidad de contagios y decesos a causa del Covid-19 siguen en aumento. Esta enfermedad que parece invencible y que nos ha modificado la vida, las costumbres, las formas de mostrar afecto y el trabajo, ha cobrado más vidas que una guerra alrededor del mundo; no hay país que no haya sufrido el embate y consecuencias de la misma, y nuestro país por supuesto no fue la excepción. Cuando se tomaron las medidas, gran parte de la población lo cuestionó, pese a los datos y estadísticas, poco importó seguir las indicaciones, se necesitó que este virus tan particular cobrara vidas cercanas para creer que existe y que no hay persona inmune. A poco más de cuatro meses de advertencias
*Licenciada en Comunicación, con maestría en psicoterapia humanista, en su experiencia profesional ha combinado la Educación y la Comunicación, disfruta escribir y decir lo que piensa. pino.michelle@gmail.com
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y recomendaciones, gran parte de las y los oaxaqueños siguen empeñados en hacer sus actividades de forma normal, en visitar a sus familiares y reunirse como si nada pasara. Las consecuencias de ello, han mantenido casi de forma ininterrumpida al estado en semáforo rojo. Si bien es cierto que es imposible parar un país, un estado y con ello la economía de los mismos, también es cierto que con un poco de organización y estrategias claras la vida de los habitantes no tendría que correr peligro de manera innecesaria, permitiendo así que quienes realmente necesitan salir a trabajar pudieran hacerlo sin ningún riesgo. Pero las cosas no fueron así, ante un presidente empeñado en negar las carencias del país y su ineficacia, así como un gobierno estatal que no acaba de ponerse de acuerdo y ciudadanos incrédulos, las decisiones se tomaron desde los intereses políticos y económicos y no desde el cuidado de la población. Así, vimos como se difundió el uso de cubrebocas hechos de paliacate (mismos que no protegen y solo exponen) y Oaxaca pasó mágicamente de un semáforo rojo a un naranja que invitaba a las y los incrédulos a salir como si nada pasara. Hoy muchas familias lamentan las pérdidas, lamentan la falta de empleo, la falta de dinero y para colmo, algunas padecen además enfermedades de alto riesgo. Hoy, el torbellino es imparable, donde los medicamentos se escasean, los médicos flaquean, los hospitales colapsan y la población continua enferma, pero eso parece que para las autoridades es algo más de lo que no se ve…
