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HISTORIAS DE ÉXITO
Por Milagros Sánchez Pinell
Churromania®, una dulce historia de triunfadores
V isualizó el éxito sin saber cuándo y cómo llegaría, pero Ariel Acosta-Rubio estaba seguro de que aquel 21 de marzo de 1997 era el comienzo de un sueño grande en un espacio pequeño. Veinticuatro años después, Churromania® es la franquicia de churros más importante en el mundo con más de 100 establecimientos en diez países.
Junto a su esposa María Alejandra Bravo ha hecho de Churromania un negocio familiar, con sede en Estados Unidos pero que inició en Puerto La Cruz, Anzoátegui, de su natal Venezuela y que en el año 2001 inauguró su primer establecimiento internacional en el concurrido centro de compras Dolphin Mall, en Miami.
Hoy en día es una empresa, donde también están involucrados sus hijos Tadeo, de 20 años, y Mateo, de 16 años, que genera más de 1.000 empleos directos e indirectos. Su menú abarca una deliciosa variedad de churros en diferentes presentaciones que van cubiertos o rellenos de una variedad de sabores como: azúcar, dulce de leche, chocolate, guayaba y más.
Destaca su producto estrella, que son los CrispyMania®, churros cubiertos con azúcar para los gustos tradicionales y con un toque de canela paralos menos convencionales. Adicionalmente, ofrecen bebidas calientes con su infaltable chocolate y bebidas frías como Smoothies y Cremosos (batidos).
Recientemente introdujeron al mercado sus productos congelados: CrispyMania, BigMania®, Tequeños y su Dulce de Leche que distribuyen en diferentes supermercados de Estados Unidos.
Por su parte, Acosta-Rubio considera que su éxito empresarial radica en la perseverancia, el trabajo duro pero sobre todo en el respeto como pareja, sabiendo reconocer las fortalezas y debilidades de cada uno de ellos como los creadores y fundadores de Churromania.
¡Y vaya que lo han hecho muy bien!. Él, graduado en Negocios y Economía, está a cargo del mercadeo, venta de la franquicia y comunicación. Ella, arquitecta y abogada de profesión, se encarga de la parte legal de la empresa y del diseño de las tiendas.
“Es un privilegio trabajar con mi esposa porque todo lo que tengo está en un solo sitio. Ella es muy analítica y yo soy el comunicador y vendedor. Todo lo hemos hecho juntos desde que nos conocimos y el trabajo es como una actividad más dentro de nuestras vidas. Churromania es un bebé para nosotros, es como tener más de 100 hijos”, indicó.
Esperanza y alegría
Acosta-Rubio todavía recuerda las primeras sillas del primer establecimiento de 17 metros cuadrados, donde tuvieron que inclinar el rótulo por un asunto de espacio, sin embargo, son esas “sillitas las que me mantienen despierto todavía cuando veo lo que hemos hecho hasta hoy, es decir, que de ese pequeño local hemos logrado grandes cosas”.
A menos de un año de cumplir un cuarto de siglo de existencia, ese logo con los colores azul y amarillo representan el infinito, la esperanza y la alegría para sus clientes en Venezuela, Panamá, Colombia, Curazao, República Dominicana, Ecuador, Chile, Costa Rica, Bolivia y Estados Unidos. Indudablemente para Acosta-Rubio es un orgullo inmenso el legado de
Churromania, empresa que ha subsistido crisis financieras, huracanes, crisis inmobiliarias, la crisis originada por la caída de las Torres Gemelas y recientemente la pandemia del COVID-19. “Con el COVID apoyamos a nuestros franquiciados, era la segunda vez que Churromania financiaba las regalías, la primera fue en una crisis en Venezuela. Luego analizamos nuestros costos operativos y en eso coincidió la renovación del contrato donde están las oficinas y entonces dije, es el momento de ahorrar, compré computadoras nuevas, mesas y sillas y mandé a todo mundo a trabajar a su casa y ha funcionado de forma estupenda”, dijo.
Agregó que siempre ha usado la visualización y el poder de la atracción como un método para hacer crecer su negocio. Si bien han recibido múltiples reconocimientos, el galardón que más le gusta presumir son sus 24 años de trayectoria sirviendo “los mejores churros del mundo”.
“Cuando veo en los clientes esa pasión por nuestros productos, cuando los veo en las tiendas comiéndose los churros digo, ¿cómo hicimos esto?, por eso me gusta ir a las tiendas y hablar con los clientes de lo que piensan, sin que ellos sepan quien soy, porque eso me da vida, me hace sentir que hemos hecho algo que ha contribuido”, indicó un Acosta-Rubio que con sus gestos y palabras también denota pasión por sus churros.
Un orgulloso “churrero”
Incluso, como algo anecdótico, recuerda que al inicio de su empresa para muchos era el “churrero” y orgullosamente reconoce que sigue siendo el “churrero”, un término que más que hacerlo sentir menos lo engrandece.
“Cuando la gente me dice de una manera honesta y sincera, oye me equivoqué, subestimé la capacidad de lograr que Churromania se convirtiera en la franquicia de churros más grande del mundo, pienso que valió la pena el viaje. Valen la pena estos 24 años cuando atiendo a muchachos de 15 o 16 años a los cuales yo les servía churros cuando tenían cinco años de edad”, manifestó.
Y es por ese esfuerzo y trabajo sostenido que Acosta-Rubio se considera un hombre muy “celoso” con su marca que de forma minuciosa y prudente selecciona a sus franquiciados.
“El trabajo honesto vale la pena, por eso nos gusta tener franquiciados con la misma filosofía que nosotros, gente que sin pena se meta a la cocina a freír churros o a estar detrás de una caja registradora”, aclaró.
Por otro lado, como parte de ese retorno a la sociedad, Churromania cuenta con su programa de responsabilidad social “Viva la música” que consiste en otorgar becas para estudiar música a jóvenes talentosos con deseos de superación desde hace 18 años.
“La música es un ingrediente importante para el ser humano que te ayuda a ser mejor persona, así que decidimos dirigir fondos para este programa en Venezuela, Chile y Estados Unidos”, dijo.
Sobre sus planes futuros, Acosta-Rubio indicó que seguirán abriendo tiendas de Churromania en los Walmarts de Florida, donde hasta ahora les ha ido muy bien como parte de una asociación estratégica desde hace una década, pero además pretenden seguir creciendo en otras partes.