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SMURFIT KAPPA
from La Alimentación Latinoamericana Nº 362
by Publitec - Editora especializada en ciencia y tecnología de alimentos
metodologías de valoración/evaluación de la seguridad establecidas en una variedad de campos disciplinarios (como los productos farmacéuticos y las biotecnologías alimentarias, incluidas las tecnologías convencionales y modernas), se pueden identificar en forma sistemática varios peligros y se pueden realizar las evaluaciones de seguridad pertinentes de manera adecuada. También hay muchas herramientas de mitigación de riesgos disponibles en el área de la inocuidad de los alimentos, como buenas prácticas (BPH, BPM, BPCC) y HACCP y principios y metodologías generales para la evaluación de la inocuidad de los alimentos completos (FAO y OMS, 2009). Si bien existen muchas herramientas que pueden ser útiles para la evaluación de la seguridad, es posible que se requieran pasos adicionales para algunos procesos o productos particularmente novedosos. Por lo tanto, con los productos alimenticios a base de células, es importante centrarse en las diferencias significativas con los alimentos existentes para que se puedan establecer metodologías efectivas para evaluar la inocuidad de todos los elementos.
Muchos países aún no han experimentado la necesidad de realizar evaluaciones de inocuidad de los productos alimenticios a base de células. Sin embargo, la preparación es clave y es importante que las autoridades competentes inicien diálogos con diversas partes interesadas, incluidos los consumidores, el sector privado, la sociedad civil, las agencias asociadas y los responsables políticos. Los expertos han enfatizado la importancia de asegurar la inclusión y la transparencia, mientras se preparan para las acciones regulatorias necesarias (FAO y OMS, 2016). Para los países de ingresos bajos y medios, también es importante iniciar la evaluación de la capacidad técnica para garantizar la inocuidad de estos productos, ya que pueden beneficiarse de diálogos con otros países y organizaciones internacionales para aprender de sus experiencias y obtener asistencia técnica. Se recomienda participar en los debates globales relevantes para todos los países, ya que la información y los datos compartidos sólo pueden contribuir al bien global, sin la duplicación de esfuerzos.
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La seguridad alimentaria es una responsabilidad conjunta. Las comunicaciones activas y transparentes a través de la colaboración pública y privada son cruciales, no sólo para preparar mejor a las industrias y los gobiernos, sino también para maximizar la eficacia de sus programas de inocuidad. Las directrices claras de inocuidad de alimentos de las autoridades para el sector privado promoverán el enfoque de "seguridad desde el diseño" para garantizar la seguridad alimentaria de la producción de alimentos basada en células.
EXTRAÍDO DE:
FAO. 2022. Thinking about the future of food safety - A foresight report. Rome. https://doi.org/10.4060/cb8667en
Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas. Roma, 2022
Es innegable que las actividades humanas han tenido una influencia significativa en el cambio climático. Esto ha llevado a cambios generalizados en la atmósfera, el océano, la biósfera y la criósfera. Algunos de estos cambios no sólo están ocurriendo a una escala sin precedentes, sino que también se espera que sean irreversibles durante siglos o milenios, especialmente en términos de los impactos en el océano, el aumento global del nivel del mar y el derretimiento de las capas de hielo (IPCC, 2021). Se sugiere que el calentamiento global ha afectado al 80% de la superficie terrestre del mundo, donde reside aproximadamente el 85% de la población mundial (Callaghan et al., 2021).
Sobre la base de planes nacionales de acción climática (o contribuciones a nivel nacional) presentados por varios países, se espera que el calentamiento global supere más de 2,7 °C para finales de siglo (IPCC, 2021; UNEP, 2021; UNFCCC, 2021). Limitar el calentamiento global inducido por el hombre requiere fuertes reducciones en las emisiones de GEI. El Sexto Informe de Evaluación del IPCC (2021) sugiere que cumplir con el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 1,5 °C será extremadamente difícil a menos que se tomen medidas de gran alcance para descarbonizar la economía global (IPCC, 2021). Uno de los desarrollos clave en la reciente cumbre de las Conferencias de las Partes (COP26) fue un compromiso histórico para frenar las emisiones de metano, el Compromiso Global de Metano, que fue firmado por 103 países (ONU Cambio Climático, 2021a). Este gas es considerado 80 veces más poderoso que el dióxido de carbono para atrapar calor en la atmósfera terrestre (Nature, 2021). En la actualidad, con temperaturas globales 1,2 °C más cálidas que las temperaturas preindustriales, el cambio climático ya está exacerbando una serie de eventos extremos (olas de calor, sequías, incendios forestales, huracanes e inundaciones) en diferentes partes del mundo, causando pérdidas sin precedentes en los ecosistemas, economías y vidas.
IMPACTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO SOBRE LA SEGURIDAD ALIMENTARIA
Los eventos extremos atribuidos al cambio climático son cada vez más frecuentes, severos e impredecibles. Dichos eventos no sólo afectan la seguridad
alimentaria al afectar la producción y el rendimiento agrícola y al interrumpir las cadenas de suministro, sino que también afectan la inocuidad alimentaria. Temperaturas elevadas, alternancia de períodos de sequía severa y lluvias torrenciales, degradación de la calidad del suelo, aumento del nivel del mar y del océano, la acidificación, entre otros, tienen serias implicaciones sobre varios contaminantes biológicos y químicos en los alimentos al alterar su virulencia, ocurrencia y distribución. Esto aumenta nuestro riesgo de exposición a los peligros transmitidos por los alimentos. Además, la rápida globalización de las cadenas de suministro facilita la amplificación de estos peligros a lo largo del camino, brindando oportunidades para que los incidentes locales se conviertan en brotes internacionales. Los alimentos inseguros no son aptos para el consumo. Dado que los alimentos suficientes, asequibles, nutritivos e inocuos se consideran los componentes clave de la seguridad alimentaria, los impactos del cambio climático obstaculizarán nuestros esfuerzos para lograr la seguridad alimentaria frente a una población mundial en aumento y una demanda cada vez mayor de alimentos. Según las estimaciones, alrededor del 14% de los alimentos producidos se pierden durante la etapa de producción antes de que lleguen al nivel minorista o a los consumidores. Parte de esta enorme pérdida se debe a varios problemas de contaminación (FAO, 2019) y el cambio climático puede exacerbar la pérdida al generar condiciones propicias para la ocurrencia y diseminación de peligros transmitidos por los alimentos.
En 2008, la FAO publicó un informe pionero titulado “Cambio Climático: Implicaciones para la
DEFINICIÓN DE CAMBIO CLIMÁTICO
“El cambio de clima (temperaturas globales, precipitaciones, patrones de viento y otras medidas del clima) que se atribuye directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera global y que se suma a la variabilidad climática natural observada durante períodos de tiempo comparables”
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC), 1992.
Inocuidad de los Alimentos”, que proporcionaba una visión general amplia de los diversos efectos del cambio climático en el panorama de la inocuidad. Posteriormente, en reconocimiento del creciente cuerpo de evidencia científica que vincula el cambio climático con los diversos peligros que pueden entrar en la cadena alimentaria, la FAO publicó en 2020 “Cambio Climático: Revelando la Carga Sobre la Seguridad Alimentaria”. Sobre la base de ambas publicaciones, a continuación se describen brevemente los impactos del cambio climático sobre algunos peligros transmitidos por los alimentos (microorganismos patógenos, floraciones de algas y micotoxinas).
Los cambios en las temperaturas y las precipitaciones están afectando la distribución geográfica y la persistencia de los patógenos transmitidos por los alimentos. La mayor incidencia de infecciones por varios patógenos como Salmonella spp. y Campylobacter spp. en diferentes partes del mundo puede estar relacionada con el aumento de las temperaturas (Kuhn et al., 2020; Lake, 2017).
La evidencia reciente apunta a una posible asociación entre el aumento de las temperaturas y el aumento de las tasas de resistencia a los antimicrobianos en patógenos humanos (Escherichia coli, Klebsiella pneumoniae y Staphylococcus aureus) (MacFadden et al., 2018; McGough et al., 2020). En una tendencia preocupante, varios patógenos transmitidos por los alimentos y el agua: Vibrio cholerae, Campylobacter spp., Listeria monocytogenes, Salmonella spp, Escherichia coli y Arcobacter sp. muestran cada vez más resistencia a los antibióticos clínicamente importantes, lo que subraya la importancia de controlar este problema (Dengo-Baloi et al., 2017; Elmali y Can, 2017; Henderson et al., 2017; Olaimat et al., 2018; Poirel et al., 2018; Van Puyvelde et al., 2019; Wang et al., 2014; Wang et al., 2019).
El aumento en la frecuencia y duración de la proliferación de algas nocivas a lo largo de las costas y en los lagos de todo el mundo puede atribuirse a una combinación de eutrofización, precipitaciones intensas, temperaturas más cálidas y acidificación de los océanos, entre otros factores. Si bien las algas son un componente natural del ecosistema acuático, las floraciones de algas pueden bloquear la luz solar de otras plantas y animales marinos. Cuando las algas mueren, el proceso de descomposición puede causar zonas “muertas” o hipóxicas que no pueden albergar vida acuática. Ciertas especies de algas también producen toxinas que pueden bioacumularse en pescados y mariscos e inducir síndromes tóxicos en humanos cuando se consumen. Entre otras, la intoxicación por ciguatera es causada por ciguatoxinas, que son producidas por dinoflagelados de los géneros Gambierdiscus y Fukuyoa. La intoxicación por ciguatera es un importante problema de transmisión alimentaria en la región del Pacífico, que afecta a toda la cadena alimentaria acuática (FAO y OMS, 2020).
Las micotoxinas son metabolitos tóxicos producidos por diversos hongos que contaminan los cultivos básicos y comerciales (maíz, arroz, maní, sorgo, etc.). Los factores (temperatura, humedad relativa y daños en los cultivos por plagas) que influyen tanto en la susceptibilidad de las plantas a las infecciones fúngicas como en la producción de micotoxinas se ven afectados por el cambio climático. Dado que las zonas templadas más frías se vuelven más cálidas y