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Puerta de embarque, por Pablo Trochon - Nueva Zelanda.

Por Pablo Trochon

Nueva Zelanda

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Queenstown. Nueva Zelanda es un emporio de lugares alucinantes que quitan el aliento, miles de senderos y atractivos para visitar, y uno de los destinos preferidos para realizar roadtrips gracias a sus óptimas rutas bien señalizadas casi sin peajes, baños públicos gratuitos, limpios y muy bien equipados, estacionamiento no tarifado –excepto en las grandes ciudades–, decenas de campings gratuitos y abundantes canillas de agua potable. En esta ocasión, una parada inevitable al sur de la Isla Sur. Queenstown está rodeado de montañas increíbles, lagos, árboles, y posee una impronta outdoor que se refleja en cada rincón. Bungy jumping. Uno de los puntos más destacados de este deporte en el país, y el primero en el mundo, manejado por la AJ Hackett Bungy Company, se encuentra a pocos kilómetros de la pequeña ciudad. Es una manera refrescante y extrema de comenzar la jornada. Un salto de 43 metros desde el puente suspendido Kawarau, que forma parte del Queenstown Trail, frecuentado por caminantes, corredores y ciclistas, se ubica en una bellísima garganta que le imprime vértigo al desafío. Gozar en Patagonia. Esta tienda de chocolates, con una impronta de la cultura gastronómica del Río de la Plata, es una opción ideal para sobrellevar las bajas temperaturas, disfrutando de los picos nevados a lo lejos con unos churros rellenos de dulce de leche. Súper

Arrowtown.

recomendable una taza de chocolate caliente con chile y llevarse algún recuerdito como trufas, confites, helados, batidos, alfajores o mentitas.

Bicicletear el lago Wakatipu. Una buen plan de medio día es alquilar unas bicicletas para bordear el ojo de agua hasta la península Kevin, que comprende unos 28 kilómetros ida y vuelta. Los paisajes son hermosísimos, impactantes como en toda la región. Hay que dedicar una parada para almorzar unos sándwiches, en alguna parte del camino, observando las moles nevadas contrastando con el azul del lago y los colores de la vegetación, que en otoño alcanzan intensidades emocionantes.

Arrowtown. A solo 23 kilómetros tenemos este enclave que conserva su centro histórico, con muchos turistas, por cierto, que alcanzó interés durante la época de la fiebre del oro. Al respecto, puede visitarse una reconstrucción del asentamiento chino, a la vera del río que se cribaba para sacar pepitas, o un museo en el que alquilan y venden platos para jugar a buscar oro. Lo verdaderamente interesante es recorrer el río y ver los colores sobrenaturales de los árboles.

Movida nocturna. Una de las grandes carencias del país, excepto en las grandes urbes, son las opciones para disfrutar de la noche, principalmente porque muchas veces a las cinco de la tarde comienza a morir todo tipo de movimiento. En ese sentido, Queenstown se destaca y ostenta una importante oferta de bares y boliches, donde al menos hasta las tres de la mañana se puede mover las caderas. Un recomendado es Vinnies.

Skyline Gondola. Apenas llegar, lo primero que querremos hacer es ascender los 450 metros a la cima del Bob’s Peak con el teleférico más inclinado del hemisferio sur. Desde allí tenemos vistas envidiables de la ciudad, el lago y los picos circundantes, entre los que cobran protagonismo The Remarkables. Hay varios senderos –uno destacado es el Ben Lomond track– para entretenerse por los bosques de montaña, con pinos de distintos colores, y una pista de karting en pendiente con un marco infartante. Luego se puede recobrar energías con un buen capuchino y alguna torta en el restaurante.

Glenorchy. Otro destino a tener en cuenta en los alrededores, al que se accede a través de una ruta costera de cincuenta kilómetros de ensueño, es este pequeño pueblito. Vale la pena pasar una noche allí para luego completar un track en forma de ocho por unos humedales alrededor de un lago, a veces con pasarelas, que lleva apenas una hora en total. Allí el atractivo es el color de los pastizales y el modo en que se funde en el paisaje, lo cual le ha valido ser escenario de varias películas como El

señor de los anillos y Narnia. Se puede realizar también kayak, pesca, cabalgatas, trekkings de largo alcance, así como sky y snowboard en temporada.

Esquiar Coronet Peak. Ascendiendo veinte minutos en auto, se llega a la cumbre de este pico de 1.649 metros, donde se ubica un importante centro del esquí mundial para disfrutar la extensa temporada de nieve. Llega a alcanzar los dos metros de nieve y es uno de los pocos del país en los que se puede esquiar de noche. Posee hermosas vistas de los lagos Wakatipu y Hayes, lo cual potencia el atractivo.

Fergburger. Lo más cercano al paraíso dentro del Paraíso, por ello debe irse con paciencia porque suele estar muy frecuentado. Este restaurante ofrece una amplia oferta de descomunales hamburguesas con variopintos ingredientes y combinaciones. Sirve, además, una sidra caliente muy recomendable.

Descubrir Underwater Observatory. Es un recinto de considerable tamaño bajo las aguas del Wakatipu que te permitirá conocer más de la fauna local: truchas, salmones y anguilas, incluso darles de comer.

Vistas lago Wakatipu.

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