Ex-Libris 147: "Libro"

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Ex-libris: cultura editada ISSN 1692-7516 / libro / SEP 2014 / WWW . REVISTAEXLIBRIS . COM

ISSN 1692-7516

Número 147


Revista Ex-Libris

2014 / Número 147 / ISSN 1692-7516

RECTOR Ignacio Mantilla Prada

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

VICERRECTOR

Sede Bogotá FACULTADE DE ARTES FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

Diego Fernando Hernández DIRECTOR BIENESTAR SEDE BOGOTÁ

Revista Ex-Libris es una publicación interuniversitaria e interdisciplinar, producto del trabajo voluntario de un colectivo de estudiantes, egresados y personas interesadas en los procesos editoriales que conlleva la publicación.

Oscar Oliveros COORDINADORA PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS

Elizabeth Moreno DECANO FACULTAD DE

/RevistaExLibris @RevistaExLibris issuu.com/revista_exlibris info@revistaexlibris.com www.revistaexlibris.com

ARTES

Carlos Naranjo

COMITÉ EDITORIAL Sara Trejos Carolina Alarcón Angélica Conde Carolina Patiño Cuéllar Andrés Gulla-Ván Mónica Vásquez Geisson Castañeda Jefferson Mejía Jhon Ortega Daniel Lara Cardona IMPRESIÓN

DERECHOS DE AUTOR Y ATRIBUCIÓN COMERCIAL ATRIBUCIÓN - COMERCIAL - SIN DERIVAR El material expuesto en esta publicación puede ser distribuído, copiado y exhibido por terceros si se muestra en los créditos. No se puede obtener ningún beneficio comercial. No se pueden realizar obras derivadas.

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Revista Ex-Libris es una revista de periodismo cultural, apoyada por la Universidad Nacional de Colombia y por los estudiantes vinculados al grupo de trabajo estudiantil Revista Ex-Libris. Los textos presentados en la siguiente publicación expresan la opinión de sus respectivos autores y la Universidad Nacional no se compromete directamente con la opinión que estos pueden suscitar.

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DIRECCIÓN DE BIENESTAR DIRECCIÓN DE BIENESTAR UNIVERSITARIO ÁREA DE ACOMPAÑAMIENTO INTEGRAL PROGRAMA GESTIÓN DE PROYECTOS Apoyan: FACULTAD DE ARTES FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS


04 / Editorial 05 / Colaboradores 06 / Reto de los 20 libros

24 / Dos escritoras del silencio

Sabemos cuales son nuestros libros para cada ocasión, queremos saber los suyos.

Reseña

26 / Editoriales Independientes:

08 / Fotógrafo invitado:

Perfil

Faber Franco.

Una reflexión-ensayo para los que creen que no se puede mezclar una enciclopedia con la cancha de fútbol.

el caso de la editorial Babilonia Nuestros redactores conversaron con el padre de algunos “libros que parecen huérfanos”.

28 / “Nosotros no tuvimos que matar

Physis 10 / De libros y fútbol

Reseña a palabras otorgadas al dolor.

Entrevista

a García Márquez”, entrevista a Juan Esteban Constaín El testimonio de un feliz encuentro.

34 /Biblioteca Nacional, Columna

12 / La ciudad que nos cuentan

A veces vivir en la ciudad no es suficiente para conocerla.

el sanalejo del saber Una perspectiva crítica del lugar donde retoza la literatura colombiana. Por: Antonio Morales.

36 / Fotografo invitado: Javier Rey.

14 / La Muerte recuerda colores y los libros alargan la vida

Eros

15 / Más allá de la ficción

Cómo saber que no soy el personaje de un libro.

16 / Era estupendo quemar

Reseña de un clásico de la literatura de ciencia ficción.

Logos 20/ Libros de la calle Crónica

El encuentro entre un típico comprador y un libro difícil o crónica sobre un cliente difícil para un libro difícil.

22 /Mi billetico morado Conversación

Una conversación expositiva acerca de la historia del proceso editorial y financiero de los libros.

Cuento

38 / Marcos, el aspirante

Cuento

40 / Lector de títulos

Poesía

42 / Ficciones Mínimas

Microrelatos

44 / La huella del No rostro 46 / Cómic


Gulla-Ván, Andrés

[Editor]

m. fabian.gulla@gmail.com // Escritor, editor y tallerista. Lee tres líneas a la vez. Aprendiz de fotógrafo. Sus amores: la edición, la escritura, su gata, las mujeres (y por tanto la bebida).

Patiño, Carolina [Editora] m. caro.p.cuellar@gmail.com // Filósofa y escultora. Boyasence y rola. Salsera y teatrera. Drexler y The Beatles. Creo en la eudaimonía y agradezco diciendo namaste.

Trejos, Sara Que una revista pretenda tratar el “problema” del Libro podría parecer inusual a un lector incauto, acostumbrado a los magazines fáciles. Pero confiamos en que sea usted un lector más avispa; porque para esta edición nos quitamos las pieles, las plumas, las garras, los picos y los colmillos; ahora usamos tapa dura (o rústica si su bolsillo lo prefiere), engrosamos el taco, revisamos la caja tipográfica, cotejamos pruebas, foliamos índices, insertamos correcciones, negociamos derechos de distribución y revisamos pruebas de impresión. Bueno, no, pero todo eso hace parte del proceso de un libro. Y si aún no entiende, tranquilo. En las siguientes páginas entenderá un poquito más sobre el Libro, sobre cómo se hacen y los fenómenos que le gravitan. Porque ese libro que usted ha comprado ha pasado por muchísimas manos antes de que le pueda quitar el plástico que le protege, abrir sus páginas y meter sus narices cual cocainómano. Sin embargo, esta edición de Revista Ex-Libris no pretende ser un manualito embustero sobre el mundo editorial ni sobre los libros. Acá hemos dado pinceladas apenas creíbles ya que nos vemos apretados. A los 22 años es normal experimentar cambios y que la ropa no nos quede, por eso buscamos expandirnos, y hemos querido usar esa doble carta, apostarle a ese constante debate del mundo editorial: ¿impreso o digital? Jugamos nuestras fichas a ambos caballos. Por eso insistimos en que ojee, como los libros que compra, nuestra página www.revistaexlibris.com Ahora bien. A leer. Sí, en imperativo. Porque si va a comprar libros, ¡léalos! Andrés Gulla-Ván

m. sara.trejos@revistaexlibris.com // Periodista y socióloga, gestora cultural. Produce el programa Las Claves de Canal Capital y es editora del portal Hoja Blanca.

Alarcón, Carolina [Dirección de arte] m. carolina.alarcon@revitaexlibris. com// Diseñadora gráfica e ilustradora egresada de la UNAL. Algunos niños en Polonia y otros lugares han visto sus dibujos. Además de ilustrar, le gusta dar talleres de creatividad para seguir aprendiendo.

Vásquez, Mónica [Dirección de diseño y diagramación] m. coneseyzeta@gmail.com // Creadora de impresionequivocada.tumblr.com en favor del diseño gráfico sostenible. De joven: diseñadora editorial. Ahora: gerente de proyectos y tallerista. De grande: gestora cultural y profesora.

Conde, Angélica [Dirección de fotografía] m. angelicacondeg @gmail.com // Bogotana, soy estudiante de fotografía, entre mis mayores hobbies esta visitar los museos y las galerías de la ciudad. Amo la fotografía. En especial el retrato creativo.

Díaz, María Paula [Jefe de redacción] m. mary_kstillo92@ hotmail.com // Desde pequeña vivo enamorada de las letras, el dibujo y la pintura. Más tarde apareció la danza, el ballet para ser más precisos. Ahora, sigo dejándome arrastrar por la misma pasión: el arte.

Mejía, Jefferson [Jefe de redacción] m. jeffersonalfonsomejiabuitrago8@ gmail.com // No sabía qué de nuevo decir aquí pero, por lo pronto, que se sepa: soy un insatisfecho empedernido. Escribo y leo, fragmentado, lo que me obsesiona, hasta que llega el olvido.

Ortega, Jhon Jairo [Jefe de redacción] m. jota.ortega@gmail.com // Nací a los 20, aprendí a leer a los 25 y a escribir a los 30. Fervoroso bogoteño. Me gustan las panaderías y las barritas de chocoramo.

Castañeda, Geison [Portada] m. ilu.sionar@yahoo.com // Bogotano, dibujante e ilustrador, dicta talleres de técnicas de ilustración, actualmente realiza ilustraciones para revistas y proyectos independientes.


Bahena, Anna

m. anayeniffer@hotmail.com // Poeta caldense, originaria del municipio de Riosucio. En su actualidad proyecta un libro inédito denominado Botella al mar.

m. dafsanchezsu@unal.edu.co // Estudio sociología en la UNAL. Si le gusta lo que escribí o le interesa la literatura colombiana visite www.sombralarga.com.

V Vanegas Daniel m. dmvane-

Bejarano, Mariana

m. mbejaranop@unal.edu.co // Interesada en el arte como producto humano. Actualmente estudia Literatura en la UNAL.

gasr@unal.edu.co // Leo todo libro que cae en mis manos rasguñadas por una gata negra llamada Aura. Me gusta romperme los pies al son de una buena salsa.

Bejarano, Sebastián

Vargas, Javier m. britneybritney@

m. lapidalus@gmail.com // www. sebastianbejarano.com Escritor, fotógrafo y diseñador gráfico. Trabaja en su empresa de fotografía de niños Bubo Bubo. Es profesor de fotografía y maneja la Galería virtual sb-. Punto.

gmx.com // Un tipo cualquiera interesado en las mismas cosas que le interesan a todo el mundo. Aun así es terriblemente encantador.

Briceño, Sebastián

m. bric. sebastian@gmail.com // Cínico, suicida y rock n rollero. Borrador de escritor y devorador de libros, en donde busco hallar una musa que logre seducirme y raptarme de este mundo.

G Gómez Mantilla, Saúl m. saky451@hotmail.com // Cúcuta 1978. Escritor, docente y promotor de lectura. Autor en poesía: Ideas de Viaje, Rostro que no se encuentra, Lección de Olvido, El amor y la palabra.

L Lozano, Javier m. jalozanob@unal.edu.co // Intento de escritor, diseñador, cuentero, fotógrafo y bogotano. 20 años, amante de los libros y el deporte. Vivo en una realidad paralela.

M Morales, Antonio t. @amoralesan // Es antropólogo, periodista e investigador. Es nuestro invitado especial en la sección Logos.

Moreno, Juan Sebastián m. jsmoreno@hotmail.com // Lector de papeles viejos y de cajas de cereal. Habitante de “las internets”. Este no es el droide que usted busca.

Moreno, Omar Camilo m. camil69@hotmail.es // Bogotano modelo 93. Cuasi-filósofo, borgiano de derecha e intento de escritor cuando algo ocurre. Afortunadamente imprudente.

P Páez Gil, Michelle

m. admpaezgi@unal.edu.co // Estudiante de la UNAL. Escribe desde un lugar femenino y latinoamericano sobre filosofía e historia.

R Rincón, Juan David

m. judarhu_correo@hotmail.com // Aprendió a leer interrumpiendo a su mamá en la cocina. Usa lentes desde los diez años. Escribe desde hace poco. En casa camina descalzo.

Fotografía Alethia

m. alethia.tonks@gmail.com

// Dibujo con luz a través de un lente.

A Angulo, Juan Sebastián w. https://www.flickr.com/photos/jsebastianus // Artista visual bogotano. Mi trabajo gira alrededor de la melancolía, las ojeras, las lágrimas de los perros y las energías de uno que otro bar de la ciudad. Amante del cine en general, enamorado de David Lynch en particular.

C Cárdenas, Dana

m. unlugarparalacreacion@gmail.com // Estudiante de Licenciatura en Artes Visuales de la Universidad Pedagógica Nacional. Actualmente indago sobre las relaciones corporales que se dan por medio del ver y la idea de acto fotográfico.

G González, Angélica m. circe2310@gmail.com // Artista empírica por naturaleza. Represento lo real sin necesidad de que se vea o se sienta artístico. Además de fotógrafa, soy diseñadora gráfica inclinada hacia el campo de la ilustración y el dibujo manual.

L Mellizo, Liliana

m. monilillo@ hotmail.es // María Monilillo de profesión, Liliana Mellizo de familia. Que mi salvación sea la lucha a través de las palabras y vista desde un lente.

P Pita, Juan Sebastián

Invitados: Franco, Faber w. https://www. flickr.com/photos/queestrano // 23 años, diseñador gráfico y estudiante de Artes Plásticas.

Rey, Javier w. http://javierrey. tumblr.com // Artista muerto de hambre antes que petrolero millonario. Publican mis fotos en revistas y sigo siendo un desconocido.

Ilustración Cach Apesta

m. cachapesta@ gmail.com w. https://www.flickr.com /photos/cachapesta // Malditos sentimientos que dominan mi papel, si no fuera por el apego me ahorcaría en el andén.

A

Arévalo, Jonathan

m. 17mas-

hiro@gmail.com // Soy un artista, atrapado en el cuerpo de un diseñador, amante de lo nuevo e inspirador. Me gusta pasar mucho tiempo escuchando la misma canción.

B Benavides, Pablo m. pebenavidest@hotmail.com // Me gustar dibujar, contar historias, describir personajes con sus virtudes y vicios. Mi inspiración viene de la música y de las miradas perdidas en el horizonte.

C Cardona, John m. mcjohnja@hotmail.com // Diseñador gráfico con delirios de artista, seguidor de expresiones de arte, pinceles y acuarelas. Me gusta lo hippie y Harry Potter.

Cristancho, Giovanny m. giovannycs@dmentegrafica.com // Soy diseñador gráfico de la UNAL, amante de la ilustración y el deporte. Me gusta hacer las cosas con pasión y detalle, y así el tiempo pasa volando. Parte de los dmentes de este mundo.

Cubides, Carlos

(Cómic) m. cubides.carlos@yahoo.com // Diseñador gráfico egresado de la UNAL, actualmente dedicado a la ilustración y el diseño web. Reciente admirador de la animación norteamericana de los años 30 y 40.

G

w. http://sebastianpita.tumblr.com // Su abuelo fue músico y su verdadera educación, le enseñó la única cosa que lo ha mantenido motivado a vivir, el asombro.

(Apertura Physis) m. nikore.agd@hotmail. com // 22 años, estudiante de Diseño Gráfico de la UNAL. Amante de la ilustración

R

pero un ilustrador en proceso por ser uno de los más reconocidos.

Ramírez, Esteban

m. esteban_9302@hotmail.com // Soy estudiante de Fotografía en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Me gusta la buena música y la buena literatura. Apasionado por los deportes extremos.

García Dorado, Nicolás

M Monroy, Jacobo m. maganalig@gmail.com // “Ilustrador cosmitropicumbietalesalsero”.

Mikulic, Rocío m. mosca_ surrealista@hotmail.com // De Buenos Aires, vive en Iguazú. Cursa cuarto año de Licenciatura en Artes Plásticas en la Facultad de Arte y Diseño de la Unam en Obera, Misiones.

S

Santana, Andrea m. retrooxisantana@hotmail.es // Bogotana. Trabaja en Linotipia Martínez, una compañía de diseño. Apasionada por el diseño, ilustrar es su diario vivir. Ama las técnicas análogas, la tipografía y la fotografía. Los viajes son su mayor inspiración.

T

Tarazona, Johann

m. taramatiz@ gmail.com // Apasionado por el arte, enamorado del fútbol y la música es mi vida. De talento tal vez poco, pero sí mucha dedicación. En mi vida pocos días son aburridos. Me apasiona la vida y estoy listo para repetirme.

Editorial / Colaboradores

B

S Sánchez, David Felipe

Diseño y diagramación: A Arias, Cristian

m. zaparia@ hotmail.com // Mamífero torpe y soñador, con predilección por las artes. Vulgarmente conocido como Zaparia zp.

B

5

Burgos, Luisa María

m. burgosbal@gmail.com // Noctámbula desde el 93, vegetariana desde el 96 y diseñadora en construcción hasta la actualidad. De hobbies, los garabatos, el piano y películas los domingos en compañía de mi papá.

Ex-Libris / libro

Redacción

C Celis, David

m. cellxdesign@ gmail.com // Calentano de inagotable curiosidad, con poca memoria y mucha energía. Un compositor nocturno de formas sobre planos que no para de aprender.

J Jhons, Juan Diego

w. www. juandiegojohns.com // Estudiante de Diseño Gráfico apasionado por lo editorial y la fotografía, agradecido infinitamente con mi madre.

R Restrepo, Andrés

m. andresrestrepo_3@hotmail.com // Narrador de historias, corrector, escritor, lector y diseñador, mi pasión son los textos; aunque hago menos de lo que en realidad pudiera hacer, siempre encuentro en los textos nuevos mundos para descubrir.

Rodríguez, María José

m.

rodriguezariasmariajose@gmail.com // A veces invento cosas, escribo cosas, bailo canciones, ejercito músculos, colecciono música, veo películas raras, busco oportunidades, diseño arte, tengo ideas, y tengo miedo a repetir lo mismo dos veces, y tengo miedo a repetir lo mismo dos veces.

Convenciones

Se listan los participantes por su aparición en las secciones: physis logos eros


7.

Uno que se arrepienta de haber comprado.

15.

Uno de aforismos.

4.

Uno que sea “solo para mayores“ o que leyó por morbo.

5.

Uno que haya robado.

Por: Juan David Rincón Huertas Ilustraciones: Camilo José

El reto de los veinte libros Aprovechando el contexto de la Feria del Libro de Bogotá y deseoso de que todos presuman que han leído —y de que lean en verdad— les presento un pequeño pastiche de la idea del reto de los veinte libros. Esta fue una pequeña cruzada literaria iniciada en twitter y que luego saltó a todo internet gracias a algunos blogueros, acérrimos lectores. Su servidor intentó por mucho tiempo completar el reto original y ahora con este nuevo listado les pasa la pelota a ustedes:

16.

Uno que le provoque comérselo.


14.

Uno que casi nadie conozca: Ese libro que lo hace sentir un poco hipster.

1.

15.

Uno que haya comprado en la Feria: Uno que además de haber comprado, también se lo haya leído.

Uno de aforismos: Ese que le hace ganar algunos retuits y que le es útil para llenar su muro de facebook.

16.

Uno que le provoque comérselo: Esto es en sentido metafórico, a menos que literalmente le guste devorar libros. Por favor, rehúya de clichés del tipo Como agua para chocolate.

Uno de un autor peruano: Tenga en cuenta que la literatura peruana es mucho más que Vargas Llosa.

3.

Uno que le recuerde la infancia: Ese libro-álbum con estupendas ilustraciones o ese libro de cuentos que sus padres le leían antes de dormir –si alguna vez tuvo esa fortuna–.

4.

Uno que sea “solo para mayores” o uno que leyó por morbo: Libros censurables para lectores castos.

5.

Uno que haya robado: Puede ser ese libro por el cual su mejor amigo ya no es su amigo.

6.

Uno que prestó y no le devolvieron: Ese libro al que ya le puede echar tierrita.

7.

Uno que se arrepienta de haber comprado: Ese que debido a su “calidad literaria” le ha servido para trancar la puerta, envolver aguacates biches o recoger la caca de su perro.

8.

Uno de filosofía que sí haya leído: No le tenga miedo a leer filosofía, después de todo lo peor que puede pasar es que llegue a la página cien –o antes– y no haya entendido un carajo.

9.

Uno que le recomendaron y no le gustó: Ese del que dijeron que era “buenísimo” y por el cual ahora ya no confía en el criterio de sus conocidos.

10.

Uno para leer en el baño: En caso de que sufra de estreñimiento, se valen largas sagas literarias.

11.

Uno de un escritor colombiano contemporáneo: Después de García Márquez, en Colombia nacieron más personas que también se dedicaron a escribir.

12.

Uno de poesía colombiana: Se cree que en Colombia se lee poco y menos poesía. Mucho menos poesía colombiana.

13.

Uno que sea un clásico de la literatura: Desde Cervantes hasta Dostoievski. Desde Melville hasta Victor Hugo, seguro ha presumido más de una vez de conocer alguna de sus magnánimas obras.

17.

Uno por el que lo consideren friki: Cómic, ciencia ficción, fantasía de elfos y ninfas… Ese libro por el que muchos lo ven como un bicho raro.

18.

Uno que relacione con un tema del que se sienta erudito: Ese que le ha dado para “grandes” temas de conversación y que ahora es la causa de que nadie se le acerque en reuniones sociales.

19.

Uno de pocas letras: Libros de fotografía, arte, diseño interior. Ese que suele colocar en la mesa de centro para que sus visitas elogien su buen gusto.

20.

Un libro raro: Ese libro que es su objeto más preciado, el mismo que tiene en un lugar especial de su biblioteca y no le prestaría a nadie.

Por último: Ese que espera comprar este año en la Feria: Si compra libros –por algo irá a la Feria– no lo haga solo con la intención de llenar espacios en sus estantes.

7 Ex-libris / libro

2.


路 Fot贸grafo invitado / Faber Franco 路


physis

No todos nuestros encuentros son casuales. A veces el destino se deja llevar de la mano o se vuelve plĂĄstico, maleable. Entonces un desconocido alfarero se adueĂąa del material y fabrica un momento. Nuestros alfareros decidieron fabricar para usted pequeĂąas posibilidades de encuentro con un libro, con unas palabras, con un pedazo de humanidad. Ahora lo invitan a encontrarse donde ellos ya lo hicieron.


José Saramago, al preguntarle sobre su condición física.

Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio. Que es bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista; tienes que leer.

De libros y fútbol

¿Qué tiene de malo hacer deporte? o ¿qué tiene de malo leer? Hemos creado una barrera entre ambos términos que ha llevado a que nosotros los que leemos odiemos a los que hacemos deporte, o en específico jueguemos fútbol; y digo nosotros porque pertenezco a ambos grupos. Quien empezó esta barrera, al menos en tiempos recientes, fue Jorge Luis Borges. Sí, todo comenzó con el escritor argentino que odiaba el fútbol. Incluso condenó a los ingleses por ser los creadores del deporte rey diciendo: «Qué raro que nunca se le haya echado en cara a Inglaterra haber llenado el mundo de juegos estúpidos, deportes puramente físicos como el fútbol. El fútbol es uno de los mayores crímenes de Inglaterra». Qué problema ha sido que a través del tiempo sigamos dividiéndonos entre aquellos que hacen deporte, que para muchos son personas ignorantes, con solo la inteligencia necesaria para hacer uso de su fuerza bruta y aquellos que se dedican únicamente a la lectura, porque hacer uso del cuerpo es una cosa que se les escapa a sus capacidades y supuestamente los rebajaría de nivel. Como diría el mismo Borges: «Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos». Algunos estarán recriminando que nunca ha sido así, que no se trata de eso ¿quiénes somos nosotros para contradecir al noble autor de El Aleph? Pero no seríamos los únicos en contradecirlo, pues personajes tan notables de la literatura como Vladimir Nabokov fue portero de la selección de la Universidad de Cambridge; y el mismísimo Albert Camus, Premio Nobel de Literatura 1957 -quien Por: Javier Lozano Ilustración: Jacobo Monroy


Una noche armaron dos canchas de tamaño casi real en medio de la sala, con los libros de la casa,ganaron por tres goles los hinchas de Camus a los hinchas de Kafka. Ex-Libris / libro

Physis

no solo fue arquero de un equipo, sino que llegó a representar a la selección argelina internacionalmente- expresó las siguientes palabras sobre el deporte rey: «Después de muchos años en que el mundo le permitió diferentes experiencias, lo que más supo, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debía al fútbol», en su relato Lo que le debo al fútbol. La literatura relacionada con el fútbol es amplia y además de calidad, no solo incluye a literatos, sino a hinchas y a futbolistas. Sino pregúntenle a Jorge Valdano, ex delantero y ex entrenador del Real Madrid, que hoy en día es reconocido como un gran periodista y un fértil escritor, y que dentro de sus obras están Sueños de fútbol y El miedo escénico y otras hierbas, donde relata sus experiencias como jugador y entrenador. También están los hinchas, y para eso cito al señor Nick Hornby autor de Feverpitch, una serie de ensayos que vienen desde la mente de un fervoroso hincha del Arsenal inglés, y cuenta cómo su vida se afecta luego de cada partido, un libro con el que es imposible no sentirse identificado si alguna vez como yo, ha llorado por culpa de un equipo. Pero si usted es de esas personas que más que ver un deporte ve los fenómenos sociales que giran en torno a él, entonces le recomiendo dos obras que miran al fútbol de una manera mucho menos pasional. El primero es How Soccer Explains The World del estadounidense Franklin Foer, donde este deporte es una metáfora de los efectos de la globalización y lo demuestra haciendo un uso de anécdotas propias del fútbol, además plantea una de las mejores teorías del por qué culturalmente el soccer no ha tenido el mismo éxito en EEUU como en el resto del mundo. El segundo es Among the Thugs de Bill Buford, quien busca responder qué lleva a un Hoolingan a la ultra violencia. Pero si usted es de los que cree que el fútbol no va a hacer mejor o peor el mundo, entonces le recomiendo que lea al que, quizás, es el autor más dedicado al tema: Roberto, el negro, Fontanarrosa, sobretodo su novela Área 18 donde narra la historia de Congodia, un pequeño país de África que consiguió su independencia a través del fútbol de la mano de Best Hama Seller. Pero por si usted todavía no está convencido de la relación que tiene el fútbol con los libros y la sociedad, entonces le recomiendo que lea a Borges y Bioy Casares con su cuento Esse est percipi, donde con su particular manera, narran como el fútbol no es más que una mentira, un acto teatral para engañar a los fanáticos para que sigan en masa este deporte que solo sirve para ganar plata. Los invito a que se quiten esos prejuicios de la cabeza, porque cualquier deporte también se lee y se sueña como cualquier otra trama, y si no me cree, échele un ojo a Will Street del catalán Mikel Cuadra y apasiónese usted también por el baloncesto.

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La ciudad que nos cuentan Fotografía: Dana Cárdenas

Por: Camilo Moreno

A veces hace falta leer un libro y pegarse unas caminaditas para descubrir que el lugar donde estamos no es tan familiar como creemos. Esta es la reseña de un libro que probablemente no se puede encontrar en una librería o en un local cualquiera, quizá el mejor modo de adquirirlo sea atrapándolo en el aire. Bogotá Contada es uno de los números más recientes de Libro al viento. La receta es simple: doce escritores (tres colombianos, nueve extranjeros), una ciudad llena de misterios y un año de cambios y acontecimientos. El resultado es un objeto ambiguo lleno de matices que van desde la narración personal y subjetiva de un paseo por Kennedy, hasta la abstracción metafísica que declara a Bogotá como una ciudad que no es ciudad. Quienes viven en la capital saben que no es lugar fácil de entender, y por ello es un buen tema para muchas obras maestras y también para algunas tesis doctorales. Este libro, a su manera, es algo más que todo eso, es un collage. Solo una hojeada es suficiente para ver en su interior cómo tantas perspectivas hacen que el objeto vislumbrado, aquel en el que vivimos a diario, se disuelva en las páginas, los párrafos y las palabras; logrando algunas veces lustrar con un nuevo brillo el lugar que habitamos. —Así, el libro se hace ciudad y la ciudad un libro. Se puede deducir que cada relato es el inicio inconcluso de un capítulo que pertenece a otro voluminoso ejemplar. El chocolate, los vendedores de minutos, los tombos, los miradores y otras muchas pinceladas de la ciudad son temas que

marcan el principio de una obra que está por ser leída, de un mundo de palabras que se encuentra camuflado en la Carrera Séptima, Monserrate, el hotel Tequendama y en Ciudad Bolívar. Hay momentos en los que parece que la ciudad entera se deja atrapar en una frase, pero también hay algunos en que los autores quedaron cortos, sin embargo, en la lectura se intuye que no se hubiera podido decir mucho más. Nosotros custodiamos el verdadero ejemplar de Bogotá y ellos lo saben. Pese a esto, debo admitir que tener una mirada ajena le da por momentos un nuevo nombre, una nueva manera de ser vivida. La ciudad como obra de arte. Los abundantes grafitis, las constantes manifestaciones, el indeciso clima, la violencia silenciosa, las copiosas bibliotecas; son temas que son tratados con educada reserva y secreta envidia. Pensando en esto, asumo que Bogotá Contada es en su totalidad solo un prefacio, un acercamiento a una obra aún más monumental y oculta. De algún modo, es también el grito de otro libro en el que somos personajes; nos llama a tener el carácter de seguir la lectura y descubrir cada día un nuevo fragmento de su historia. Por eso los autores no pueden hablar de otro modo, para ellos Bogotá a veces es una metáfora, otras, un lienzo que perfecciona lugares, una versión recostada de Caracas o de Rio de Janeiro, una mentira, un mito, a fin de cuentas, una guerra.

Autores Varios Título Bogotá contada Año 2013


Physis Ex-Libris / libro

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Regalar un libro es el más simbólico de los presentes. También es el peor recibido, el más malentendido, el de menor apreciación. Regale libros.


Por: Juan Sebastián Moreno Ilustración: Retroxi Santana

La Muerte recuerda colores y los libros alargan la vida A la entrada de Auschwitz se erigía un monumento a la ironía. Una frase se forjó encima de las barras de hierro que aguantaban, por el momento, el espacio de la tragedia: Arbeit macht frei, El trabajo te libera. Ni siquiera la trabajadora más abnegada de este y otros campos —a quien rápidamente nombraron empleada del mes, del año, del siglo— podía decir que encontraba algún asomo de verdad en estos hierros torcidos. Pues, como todo empleado, La Muerte se ha visto obligada a buscar pasatiempos para sobrellevar la rutina. Ella busca los colores que acompañan su diaria labor: identifica los grados de rosado, púrpura o amarillo que tiñen el cielo con cada trabajo bien hecho. También recuerda los blancos y los negros puros, que presagian eclipses. Sus jefes, unas criaturas monstruosas que

en su fugaz paso por la tierra se han dedicado a refinar el arte de matarse unos a otros, en ocasiones la llenan de trabajo, y La Muerte debe encontrar un mejor pasatiempo. Mientras la nombraban Empleada del Siglo, se encontró tres veces con una niña a quien vio crecer a través de momentos fugaces. En cada ocasión, ambas llevaban algo que no les pertenecía. En los brazos de La Muerte, un alma recogida antes de tiempo; en los de La Niña, un libro robado. Tres veces la vio, siempre con un color diferente: la primera en medio de un blanco infinito, con lágrimas de hielo en sus mejillas; en la segunda, en un rojo opaco, con un grito atorado en su garganta y un oso de felpa; la tercera, resurgiendo de una montaña de escombros, transformada por el polvo gris y por la pena. Lo que La Muerte pudo saber mucho tiempo después fue cómo La Niña se convirtió

en mujer. Cómo, sobre todo, aprendió a leer sus libros robados de la mano de uno de los encargos más escurridizos que recibió la diligente empleada. Un alma que se le hizo difícil encontrar, a pesar de estar marcada, como otras tantas, con una etiqueta que la hacía un trabajo de urgencia: die Juden.

Autor Zusak, Markus Título The Book Thief Año 2007


Más allá de la

Tentación es querer tener el ejemplar que tienen en la biblioteca.

Estos autores ponen en conflicto nuestro propio ser, y no solo como lectores, sino como personas que afirmamos existir; el hecho de entregarnos a una historia sin imponer lo real y lo ficticio permite poner en tela de juicio quién crea a quien, y nosotros como lectores solo podemos entregarnos a los juegos del personaje, el cual ha logrado introducir a su mundo narrativo pensamientos que solo corresponden a este espacio fuera del libro, al espacio que llamamos verdad. Padre: (Digno pero no altivo) Mire, señor: un personaje, en cualquier circunstancia, puede preguntar a un hombre: «¿Quién eres?». Porque un personaje posee en verdad una vida propia, una naturaleza propia, por lo cual siempre es alguien. Mientras que un hombre, no me refiero a usted ahora, un hombre, así, en general, puede ser nadie. Niebla y Seis Personajes en busca de autor son libros que Seis atrapan; cada cual a su manera inpersonajes en busca vitan a tomar el riesgo de perderde autor se en sus juegos y descubrir junto con los personajes lo superfluo del paradigma llamado realidad. Cada página confunde y aclara, pues al final estos dos libros solo quieren dejarnos la pregunta existencial más básica y compleja: ¿soy real?

Autor Unamuno, Miguel Título Niebla Año 1914

Autor Pirandello, Luigi Título Seis Personajes en busca de autor Año 1921

15 Ex-Libris / libro

Por: Mariana Bejarano Ilustración: Giovanny Cristancho

La gente recurre a un libro por diversos motivos, quizás el escape es el primero. Una historia es capaz de salir cautelosamente de la realidad adentrarnos en la ficción y poner a prueba la imaginación; por un momento esta agitada existencia toma un respiro y se concentra en la vida de un ente que no vive. Pero ¿qué sucede cuando la ficción es capaz de atravesar la realidad y ponerla en duda? Miguel de Unamuno en Niebla, y Pirandello en su drama Seis Personajes en busca de autor, tratan de romper las fronteras entre ficción y realidad, para esto se presenta a los personajes como seres capaces de preguntarse por su “existencia”, de cuestionar las decisiones del autor respecto a su historia, de tener decisión frente a lo que quieren ser en su realidad (nuestra ficción). —¿Cómo que no existo?— exclamó. —No, no existes más que como un ente de ficción; no eres, pobre Augusto, más que un producto de mi fantasía y de las de aquellos de mis lectores... —Mi querido Don Miguel—añadió—. No sea que usted no pase de ser un pretexto para que mi historia llegue al mundo... yo a mi vez dudo de la existencia de usted y no de la mía propia. Lo que encontramos detrás de esta ambivalencia deviene en Niebla preguntas existenciales: ¿qué es real? ¿Hacemos parte de una realidad? Preguntas obvias para algunos y complicadas para otros, sobre todo si nos enfrentamos a un personaje que constantemente trasciende de su historia para conversar con el autor, quien se encuentra en nuestro mismo nivel de realidad y nos impone como lectores a ser parte de su elemento de ficción.

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Y el hombre que nunca haya dudado de su propia existencia sustancial, de que sea algo más que una ficción, una sombra, un sueño, o el sueño de una sombra, no está liberado… Miguel de Unamuno.


Era quemar Por: Sebastián Briceño y Carolina Patiño Fotografía: Sebastián Angulo y María Monilillo

¿Sabía que los libros huelen a nuez moscada o a alguna otra especie procedente de una tierra lejana? Siluetas de color grisáceo emergen de una llamarada que consume todo a su paso, los bomberos terminan su labor mientras el ambiente se torna cada vez más denso, desconsolador. El tiempo tampoco logra escapar de las llamas, se chamusca y termina deteniéndose. Crea una realidad circular en donde el mundo gira sobre su eje a un ritmo desenfrenado, la única certeza que tienen es que todo ha de arder, por ello esperan con ansias que la temperatura llegue a los 451 grados Fahrenheit, punto en donde el libro se inflama, arde y se consume. El fuego purifica, por esa razón se emplea para destruir al libro. Un objeto subversivo en un medio cegado, enemigo de la quietud excedida que prevalece en un país desolado, desquebrajado e inhumano. Los habitantes de aquel país no disciernen sobre lo que sucede a su alrededor, viven en un presente carente de significado en el que oponerse al sistema establecido se considera una falta imperdonable. La sociedad se resguarda en sí misma de imaginarios que alteren el statu quo, convirtiéndose así en un ambiente opresivo y hostil. Esa es la atmósfera que recrea Ray Bradbury en su libro Fahrenheit 451 al igual que un grito ante todo lo convencional expuesto en una interesante novela distópica. Allí encontrará usted a Clarisse: devora libros; lo hace por curiosidad y como pronunciamiento ante lo que le ofrece el entorno en el que vive, el fisgoAutor near ejemplares le dará una respuesta al egoísmo Ray Bradbury presente en el medio donde habita y al que engan- Título chará con su humanidad. Por otro lado Montag Farenheit 451 Año quema libros, ni por gusto ni por odio, para él es 1953 un trabajo del Estado como cualquier otro. De pronto Montag y Clarisse se reconocen, se produce entre ellos reciprocidad de ideas y percepciones a través de la comunicación verbal (para el medio donde se desarrolla la historia es inusual ese tipo de contacto), ese acto lleva a que en Montag surjan nuevas nociones de mundo e incertidumbre con respecto a su papel desempeñado en el ámbito donde actúa, todo enmarcado bajo la pregunta que le hace Clarisse «¿Leyó alguna vez los libros que quemó?». Para concluir: Fahrenheit 451 es una historia impactante, de innumerables vicisitudes, la cual le absorberá y no le dejará tranquilo hasta que la devore, descubra por sí mismo el olor a nuez moscada junto al calor que emana de esas ciento setenta y tantas hojas.


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Una amiga suya tenía un método: leer un libro de cada autor y volver al que más le gustó. El suyo, en cambio, era obsesionarse temporadas enteras con cada nuevo autor.


¿Cómo funciona Ex-Libris?

Los laboratorios editoriales Ex-Libris, con sede en las casas de todos los colaboradores de este sueño y las universidades que nos prestan sus salones; son punto de encuentro para la experimentación creativa, a lo largo de cuatro grandes etapas:

1. Producción: la conforman nuestros Talleres de Redacción, Fotografía, Ilustración y Diagramación

en donde los nuevos redactores buscan, investigan y redactan sus artículos.

fotógrafos e ilustradores aprenden al mismo tiempo a transcribir los conceptos en imágenes, retándose a usar toda la gama que hay entre el blanco y el negro…

los futuros diagramadores juegan con las formas y otorgan limites vitales para la extensión de los textos, para su posterior y final edición.

Para quienes estén interesados en ser parte, pero no pueden acompañarnos presencialmente, deberán enviar sus datos y propuestas, según el área en el quieran aportar, a nuestras convocatorias web; todo el trabajo de esta etapa deberá estar ambientado en torno al tema de la edición.

corrección 2. Revisión, y selección:

impreso

web

3. Diagramación

Durante la segunda etapa el staff Ex-Libris corrige, revisa y selecciona el contenido que llenará las hojas tanto de la próxima revista como los artículos de la página web.

4. Impresión: Donde los aprendizajes del taller se ponen en práctica, con el fin de llevar a los ojos y la mente del lector una revista limpia, fluida, transformada y creativa.

Finalmente, la imprenta de la ocasión hace posible que el cierre de la cuarta etapa y que cada paso, idea y sueño se plasmen en nuestra edición Impresa; producida por y para estudiantes de las universidades en Bogotá y personas interesadas en la Cultura Editada.


En torno al aparato que es el libro se reúnen voces, como conspirando destinos. Nos hablan sobre su trascendencia, su naturaleza, sus mejores y peores usos, sus ideales recintos. Tanto más se debiera hablar de este, pequeño y crucial aparatico, que altera de manera menos evidente, pero definitivamente mucho más profunda, nuestra vida, nuestros destinos, nuestro mundo.


«Preguntar con voz recia cuánto lo deja el vecino».


Cuando pude volver a pasear por el centro dejé que el aroma a salsa de ostras y a orina concentrada me guiara por los callejones de las ventas de libros. A la izquierda la planta baja de un edificio de Chicago es una sucesión de pescaderías de líneas azules, compraventas ruinosas, rincones oscuros cubiertos de grasa, tiendas de azar, líchigos florecidos de racimos de plátano, panaderías fosforescentes, pollerías asépticas, restaurantes de comida china con asientos y rejas escarlatas. A un lado de su ámbito particular varias casas de ascendencia francesa reposan a la manera de los libros cansados. Sus molduras neoclásicas figuran las notas ininteligibles de un antiguo lector. Los ventanales son amplios y funcionan como puertas de dos hojas. Podría decirse que en este barrio el viento nunca abre un libro completamente sin dejar una ventana de par en par. Los balconcillos españoles son los dobleces de las páginas en las puntas. Las barandas de hierro forjado los exlibris heráldicos. Casas apolilladas del centro que no pudo salvar la naftalina. Esa tarde no había sentido nada en especial, ningún presagio, pero los ojos del librero me escrutaron de una forma diferente. Todavía desempacaba las últimas revistas junto a una serie de análisis amarillos de las principales obras de la literatura universal-escolar. No me gusta ser observado ni que me digan “a la orden”, porque pierdo la serenidad necesaria para la práctica del credo de los compradores profesionales. Ya no sentía culpa cuando un libro muy deseado me caía del cielo. Del otro lado de la compra había un hombre libre y en pleno uso de sus facultades que decidía hacer un pequeño descuento en el precio de sus productos. De no haber sido porque en una de mis primeras ojeadas asomó El Gatopardo en aceptable pasta dura y una simpática María en las antiguas ediciones de Losada, me hubiera evadido hacia otro

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Hoy día es muy difícil no juzgar un libro por su portada (¡porque para eso existen los diseñadores!), por su nombre, y mucho menos por su autor.

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Vea el final de la crónica en:

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tenderete. Levanté cada libro con estudiada indiferencia desdiciendo de mi viejo método de compra, menos inexpresivo y tal vez más expedito. “A la orden, a la orden”, dijo el vendedor con voz cadenciosa de pregonero. Todo era a cinco mil. Volví a dejarlos en su lugar sin ninguna intención de llevármelos. No obstante, cuando regresaba del suelo tuve la sensación de haber leído un título prometedor. “Diario de Bucaramanga, de Perú de Lacroix”, el famoso libro del edecán de Bolívar, el incisivo diario sobre los episodios frívolos del hombre-dios. “Estudio crítico y reproducción literalísima del manuscrito original de Luis Perú de Lacroix, con toda clase de aclaraciones para discernir su valor histórico, por Monseñor Nicolás E. Navarro. 1935”. Cuánto podría llegar a valer ese libro. Lo tomé de un conjunto de volúmenes apoyados sobre el corte de las hojas. El lomo de cuero conservaba las letras repujadas con lezna de oro. A pesar de mi entusiasmo, recordé las indicaciones que Juan Esteban Constaín había mencionado en una vieja columna sobre un volumen que obtuvo en circunstancias similares. “Cuando uno compra libros viejos no puede jamás demostrar el menor interés por la joya que se le atraviesa entre la basura”, dijo la voz mefistofélica y de sílabas alargadas de Constaín. “Hay que mirar con desprecio, hojear apenas, y luego poner el libro otra vez en su lugar”. Así lo hice, con estoicismo, y después estuve de paso por otros ejemplares para despistar al vendedor sobre mis verdaderas intenciones. Aunque no estaba seguro de querer El Gatopardo o la María, y a pesar de que el capricho por unos Colcultura no era demasiado intenso, pensaba seguir a rajatabla las recomendaciones que me llegaban desde la memoria. Debía reunirlo todo y al final también el Diario. Preguntar “cuánto lo deja, vecino”, con la voz recia para evitar las confusiones: “que no nos tiemble la mano al pagar los dos mil pesos, que no se nos vea el corazón en la garganta”.

Libros de calle

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Por: David Felipe Sánchez Suárez Foto: Sebastián Pita


Mi billetico morado Por: Daniel Mauricio Vanegas Ilustración: Pablo Benavides

El año pasado logré ahorrar cincuenta mil pesos que al final me alcanzaron para comprar dos libros en la FILBO. Cada uno costó más de veinte mil pesos, dejándome con menos de diez para un almuerzo tan común como mediocre: empanada con gaseosa. Si los libros son caros, los almuerzos, ni le digo. Y se acabó la plata. Uno se imagina que en una feria todo es bueno, bonito y barato, pero allá eso no existe. Me sentí robado y pensé ¿qué hace que los libros sean tan caros?, el papel no siempre es el mejor y ni siquiera me compré los de tapa dura. Y sé que usted se ha preguntado lo mismo alguna vez. Por eso este año decidí averiguar, para dar más calma a mi bolsillo que a mi mente, cómo se calcula el precio de los libros. Antes de ir esta tarde a la FILBO almuerzo con mi tía Diana Restrepo, directora técnica de la Biblioteca Luis Ángel Arango (persona perfecta para resolver mis dudas). Mientras comemos le suelto mis preguntas; ella apenas se ríe y responde —Me diste cuerda para hablar— sabiendo que cuenta con toda mi atención, comienza a explicarme lo que se conoce como la cadena del libro. El proceso nace cuando el autor decide publicar un manuscrito: Digamos que tú eres el autor —me propone— tienes la opción de publicarlo por tus propios medios trabajando con un equipo de corrección de estilo y diseñadores gráficos, dándolo a conocer mediante medios gratuitos como internet o negociando con una librería bajo el método más popular, conocido como en consignación: la librería expone tu libro y solo al haber una compra, cada parte gana dinero. — Listo ¿y cuánto gano yo? — La repartición se acuerda en una reunión entre el autor y un representante que se conoce como el librero, por ley gana entre el 30% y 55% porque era una persona que conocía cada libro del local y lo manejaba por años. Ahora casi han desaparecido. — Muy mal, pero bueno, ¿y si quiero trabajar con una editorial? — En ese caso hablas con un editor profesional, que asume la

coordinación de llevar tu manuscrito al formato de libro impreso, ahí ya trabajas bajo contrato. — ¡Uy no, papeleo! — Más bien presta atención si no quieres que te tumben luego. — ¡Señora, sí, señora! — Los derechos de autor se dividen en dos: derechos morales y derechos patrimoniales. Los primeros garantizan la mención de tu nombre en cada ejemplar publicado, y los segundos te asignan un porcentaje de ganancia por cada venta. —Me llega la platica. — Sí, pero los acuerdos son algo kafkianos: los patrimoniales pueden ser comprados por el editor a cambio de una suma de dinero, que le garantiza todas las ganancias del primer tiraje y próximas reediciones si las hay. —Ahí le regalo mi obra. — ¡Exacto¡ si aceptas cinco millones por los patrimoniales, y tu libro resulta ser un éxito con ganancias que duplican esa suma, ya no recibes nada. —No jodás ¿y si no los vendo? — Te dan menos plata, pero mantienes tus derechos— con esa frase terminamos la comida y tomándonos un par de tintos, salimos a la FILBO—. El editor profesional, al trabajar con una editorial, le encarga a su equipo el diseño del libro físico. Luego se negocia con una imprenta el tiraje, unos quinientos aproximadamente, teniendo en cuenta que eres escritor desconocido y los costos se reducen siempre que se produce en gran cantidad —sonrío estúpidamente imaginando tener mi primer libro publicado entre las manos—. Ahora llegamos a lo importante, el cálculo del precio: en el país los costos de producción son baratos, cada ejemplar cuesta poco más de quince mil pesos siendo una impresión menor a mil números. Pero un García Márquez sube el tiraje, reduciendo el costo a ocho mil pesos o menos por libro— el bolsillo empieza hacerme cosquillas.


« Uno se imagina que en una feria todo es bueno, bonito y barato, pero allá eso no existe ¿qué hace que los libros sean tan caros?».

Hay un mundo más allá de la sección de literatura: hay libros de historia, fotografía, arquitectura, comic, autoayuda (no, autoayuda no), hasta religión…

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Mi tía termina su explicación justo cuando llegamos a la entrada, saca del bolsillo un Jorge Isaacs nuevecito que me ofrece con un “para que lo disfrutes”. Casi no logro hacer la sinapsis correcta para tomar el billete y agradecerle con un abrazo, ella se despide para cruzar la calle, voy hacia la taquilla y esperando en la fila, empiezo hacer cuentas para los billeticos morados de mi billetera.

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—Dependiendo de la editorial, el valor de producción se multiplica por dos o por tres, ya que a la ganancia por venta, aunque sea la mitad, hay que restarle los costos de distribución: como desplazamiento de ejemplares a los puntos de venta. —Si entiendo, un libro que costó quince mil pesos producirlo, para que sea rentable, termina costando cincuenta mil. —Exacto. Veo cómo mis ahorros son insignificantes y me da rabia. Pero ella me recuerda que en la FILBO el asunto cambia. Siento cómo el billete en mi bolsillo, antes diminuto, parece que gana peso y ocupa más espacio en la billetera. Le cuento al lector dos razones por las que bajan los precios: al tener ejemplares represados en bodegas sin demanda, se venden a precios muy bajos para evitar el costo de tenerlos ocupando espacio útil. Así que piense en ese libro a cinco mil pesos que se felicitó por comprar, lo único que hizo fue llevarse un título rechazado por años. Nos ven la cara. Otra razón, que es la de más peso a fin cuentas, es que se elimina el papel de un intermediario entre el cliente y la editorial. El público compra directamente, bajando los precios de venta. Llegando a la FILBO con mis dudas (y las del lector, espero) ya casi satisfechas, recuerdo una más: —¿la cadena del libro que me explicaste la puedo aplicar a cualquier libro? es decir, siempre están esas ediciones tentadoras, de tapa dura, papel fino, que pierden todo el encanto al verles el precio— —Lo que pasa con esos ejemplares, es que generalmente son de editoriales extranjeras, y todos los costos de envío, siendo por barco (el más económico pero más demorado) o por DHL (envío aéreo pero más costoso) son asumidos por el comprador. Así de simple. El precio total del libro aumenta fácilmente en un 150%— me duele el bolsillo.


Dos escritoras del silencio «Las palabras no son como los muertos que con tierra se pueden tapar». Perla Suez

Por: Michelle Páez-G Ilustración: Jonathan Arévalo

Y hay muertos que prefieren taparse con silencios. La vida y la muerte guardan relaciones tan remotas y complejas, que jamás la idea del vigor o el «sueño eterno» de un cuerpo podrá simplificarlas. Hay muertes en vida, letargos. Acerca de esos súbitos y el relato de dos vidas que no pueden prolongarse sin recurrir a palabras, escriben una cordobesa y una antioqueña; cada una un fragmento autobiográfico. Declaran, como lo hicieron miles de mujeres en Medio Oriente durante la Partición, cierta experiencia del dolor y la incapacidad para nombrarla. Develan unas imágenes hirientes que rehúyen al lenguaje. A esas autoras antecede en tiempo la historia de Hassan Manto sobre Sakina, una de las más de cincuenta mil mujeres que –entre hindúes y musulmanas– vivieron el enfrentamiento de la India y Pakistán durante la Partición, en 1949. Aquella niña viaja con su padre, allende la frontera. Se separan. La escena del reencuentro es la de un hombre añoso y otro cuerpo que no articula palabras pero proclama a gritos su brutal violación. El anciano se contenta: está viva. Solo la niña guarda luto por sí misma; calla. Su duelo no se entierra como se entierran los muertos1 . El suyo es un dolor que no consigue decirse y que solo a fuerza de evadir detalles y anestesiar recuerdos logra mostrarse en un lenguaje metafórico: es como un veneno o como un hijo que se rehúsa a nacer y cuyo parto impedido redobla el sufrimiento. Recuerda la extrañeza del cuerpo que ya no se reconoce como antes y se rebulle en un letargo. Esa insuficiencia de la lengua para expresar una experiencia de abducción y violación es tanto como la dolorosa paciencia de Piedad Bonnett para reconstruir a Daniel, su hijo muerto; tanto como los espaciados párrafos que recrean la voz amortiguada de la joven

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De este dolor, las metáforas y la experiencia de silencio de las mujeres durante la Partición, se encarga Veena Das.

que fue Perla Suez en presencia de la muerte y la locura. No es la demencia, el suicidio o la maternidad, sino el silencio. Ese las vincula. Ambas son como esas lejanas mujeres con dupatta (velo) y esas niñas. Embargadas las dos por el dolor en un espacio mudo. Piedad teme porque intuye que por momentos su duelo la acerca a la locura. La mente se abisma a «un mar negro, infinito, sin orillas» y en esas aguas el cuerpo tiende a entregarse dócilmente a la muerte. Perla mientras tanto es una niña y «siempre es la niña la que debe callar». Y Piedad, ya madura, esconde las lágrimas porque no quiere traspasar sus raptos de pena; no habla «porque ninguna palabra expresaría verdaderamente el sentimiento». De un lado la locura y de otro el fracaso en la expresión, así es que la experiencia de pérdida las proscribe a ambas al umbral de una muerte en vida. Y si es verdad que los hechos acorralan siempre a las palabras, Piedad y Perla están a su vez dolorosamente acorraladas por estas. Un sinfín de imágenes concurren en la mente envenenándola, embarazándola de dolor y conjurando el letargo. Cada sabor, cada sensación táctil, cada recuerdo incrustado en la carne se repite mil veces, antes y después; todavía, eternamente. Puede «nacer de improvisto, en forma de un repentino desaliento, de un aleteo en el estómago, de náusea», dice Piedad. ¿Y cómo hacer la pérdida inteligible si la existencia entera se muestra profundamente indiferente en su orden; tan inútil, cruel y sin sentido? Piedad se dirige a buscar fotografías y a repasar sus álbumes. Perla se esconde del mundo «bajo la luz del foquito rojo», en el revelado de retratos. La una quiere «hurtarle su ausencia a la muerte» hurgando entre papeles brillantes; la otra se complace en disparar a mansalva, apoderándose de bocas y ojos y manos con una Pentax. Pero al cabo de un tiempo las dos se alzan en contra de esas imágenes que confinan a una realidad estática de efigies petrificadas y monumentos. ¡La fotografía!, dice Piedad, «recupera y mata». Un día esas imágenes serán la respuesta plana y férrea al


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«Sus búsquedas son testimonios del terco intento de lidiar con las palabras para parir el dolor ahí, entre puntos, paréntesis, metáforas».

Hay quienes los consideran sagrados, porque lo son, y prefieren pasar hambre antes que venderlos; otros negocian los santos que los elevaron al cielo porque saben que su religión es otra.

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interrogante por lo que fue y ya no es. Serán incapaces de mostrar el movimiento de los vivos y el dolor de otros, los medio muertos. «Ahora necesito ver las imágenes en movimiento», suplica Perla. Y entonces escribe. «Escribe una historia que no acaba nunca». Y Piedad Bonnett también escribe, pues «narrar equivale a distanciar, a dar perspectiva y sentido... Porque, como dice Millás, la escritura abre y cauteriza al mismo tiempo las heridas». Pero cada una, como Sakina, se duele de las palabras que no alcanzan, los puntos suspensivos, los espacios. Y es que «hay algo en la memoria que llega con la rapidez de la luz» y que no solo no puede apresarse en estampas, sino que es también innombrable. Sus búsquedas son testimonios del terco intento de lidiar con las palabras para parir el dolor ahí, entre puntos, paréntesis, metáforas. Con palabras, dice Piedad, «porque ellas, que son móviles, que hablan siempre de manera distinta, no petrifican, no hacen las veces de tumba»; con ellas que son las únicas capaces de hacer volver a un cuerpo de su hondo letargo. Leer a Piedad y a Perla me descubrió que hay una secreta comunión en ese silencio femenino. Que hace falta bravura para exhumar el propio dolor, devolverlo al lugar del lenguaje. Este recuento es para mí, para ellas; todas. Muertas en vida. Calladas. Ambos libros son mis recomendados.


Editoriales independientes:

El caso de la Editorial Babilonia Por: Andrés Gulla-Ván Fotos: Angélica Gonzáles

Esa biblioteca que idolatré cuando era niño ahora me pertenece, está en mis manos; libre de tomar decisiones sobre ella. Cuando dejó de ser un decorado y se convirtió en un portal erótico tuve que tomar medidas. Algunos títulos los he desechado y otros se incorporaron: rústicos, con hojas manchadas o libros que padecen de alopecia. Esa literatura de sagas, de chismes políticos o espirituales, de autores mediocres y de temas banales fue la primera en desaparecer. Pero la búsqueda de buenos libros es una lucha muy sufrida, hay que recorrer todos los espacios; desde el mundo donde se venden libros robados, hasta librerías tradicionales y las grandes cadenas donde se percibe que es «un mundo feliz», pero tras esa imagen se oculta una cara del capitalismo mordaz. Mi búsqueda fue un fracaso con tanta narcopolítica y revelaciones tántricas de calvos brasileros que no pudieron con el fútbol.

«Aunque el espíritu independiente sea grande, al igual que las editoriales industriales, estas se ven bajo las mismas reglas del capitalismo salvaje».

Es curioso que con la capacidad de adquirir autores y títulos para abarcar un mercado completo las editoriales grandes no logren satisfacer a todos los lectores, con ello surge una inquietud: ¿qué pasa cuando las grandes editoriales, las cuales parece que dominan el mercado, se quedan cortas en cuanto a la variedad y calidad de sus catálogos? La respuesta a esa pregunta llegó cuando encontré entre mi biblioteca un libro que parecía huérfano, un libro sin hermanos ni pares. Un libro de una editorial independiente. Estas establecen sus deferencias con respecto a los peces gordos industriales en que los independientes tienen ese nicho donde no hay libros para lectores cualesquiera. Como una epifanía aparece en mi mente la silueta de un gato que reposa en el lomo de un libro: Opio en las nubes de Rafael Chaparro Madiedo, obra estandarte del espíritu underground, urbano, con lenguaje ágil y un tanto contestatario, sello en la colección narrativa. Este fue el libro que catapultó a la Editorial Babilonia, encabezada por Esteban Hincapié quien es fundador y editor de la misma. Así que decidí buscar a Esteban con el objetivo de hallar una perspectiva sobre el negocio editorial en el país, visto desde el lado independiente y su experiencia adquirida. Editorial Babilonia nace en 1999. La mayoría de sus títulos están en su colección de narrativa, entre los que se destacan: El siguiente por favor, de Íos Fernández; El rumor del astracán, de Azriel Bibliowicz; Un beso de Dick, de Fernando Molano Vargas; De música ligera, de Octavio Escobar y Opio en las nubes. En su mayoría, estos títulos tienen en común una fina hebra que les une: el amor. Sí, ese amor visceral, crudo y supurante que muchos hemos sentido y que incluso yo mismo sentiría unas horas después ese mismo día cuando encontré a mi Amarilla,mi A, en compañía de otro (pela)gato. Al hablar de los títulos que le componen, se indagó en el negocio editorial que es calificado de azaroso por Esteban, debido a que el costo invertido en la producción no se ve retornado en la misma medida.

La diferencia fundamental entre una editorial pequeña y una industrial es el volumen: de títulos, de ventas, de tiraje, etc. Él dice que un catálogo no se puede sostener con la venta de uno o tres libros. Lo mínimo, para que una editorial pequeña se sostenga es que en su catálogo haya más o menos 15 títulos, dado que las ventas son bastante irregulares, ya sea por cosas mediáticas, por momentos coyunturales. Sin embargo, Esteban también hace la salvedad de que no se puede medir el éxito de una editorial por la cantidad de ventas que se haga por mes. Puede que alguno de sus títulos solamente venda 2 o 3 ejemplares al mes pero, para él, el éxito recae en que esos títulos no se han dejado de vender en 10 años, lo que logra a fin de cuentas un reconocimiento de marca y devuelve el aliento al saber que sigue habiendo lectores para esos títulos. Es necesario tener conocimientos de cálculo editorial, de microeconomía editorial,porque aunque el espíritu independiente sea grande, al igual que las editoriales industriales, estas se ven bajo las mismas reglas del capitalismo salvaje. Mientras más costos fijos se puedan reducir, mejor. Es por eso que Esteban no tiene sueldo, y por lo que el diseño editorial y la corrección de estilo se terceriza en freelance. Sin embargo, hay un grupo de colaboradores que se ha mantenido desde el principio; ya sea como lectores o distribuidores. Pero que sea pequeña no quita la valentía de imprimir por lo menos 1000 ejemplares de cada título. Y es que a pesar de que en el mercado hay la impresión bajo demanda, en palabras de Esteban, existe una especie de ficción alrededor de esta, pues la calidad se disminuye y el precio unitario se dispara. En cuanto a los libreros y la relación particular que Babilonia tiene con ellos, se aprecia el trabajo de un buen librero dado el importantísimo papel que juega en la cadena de producción, distribución y mercadeo de los libros; a pesar de


En las palabras de Esteban, embarcarse en este proyecto editorial no ha sido ni sencillo ni de génesis exclusivamente de él, desde el principio ha tenido el apoyo de Luz Mary Giraldo, de Héctor Abad Faciolince, Rafael Chivatá, entre otros. Lo nuevo que viene para esta editorial es una antología de poemas de Jim Morrison en nuevas versiones, hechas por Pablo Estrada y Phil Stoneman; así como canciones de Carlos Gardel presentadas como poemas y una versión de Una temporada en el infierno de Rimbaud.

El taxidermista había hecho un buen trabajo, pero Limón se percató de la ausencia de su mejor amigo cuando este no miró al sol salir de su escondite.

+ Encuentre decenas de

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casos como este en: www.revistaexlibris.com

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lo anterior, estos se han visto arrojados a tiempos muy duros en donde las grandes cadenas tienen sus propias librerías, marginando de a poco el espacio de las librerías tradicionales. Y si los editores rebeldes no adoptan una posición al respecto de respaldo, el decaimiento del negocio editorial es inevitable. Lo mismo ocurre en cuanto al tiraje de libros que estas editoriales producen, según Esteban, «si yo como editor solo me preocupo por poner 200 libros para 200 lectores, debería revisar muy bien cuál es mi papel como editor». Respecto al crecimiento del gigante de la industria, Penguin Random House, Esteban ve con buenos ojos la adquisición de Alfaguara, dado que considera que Random ha sido una empresa que ha sabido manejar bien sus procesos, y «creo que puede darle el peso a lo que es políticamente Alfaguara, es decir, tiene una serie de escritores que conducen la opinión de Latinoamérica, y eso hay que saberlo manejar. Mejor Random siempre que Planeta». Le pregunté a Esteban su opinión sobre el precio de los libros en Colombia. El precio de venta al público de libros hechos en Colombia no le parece alto, lo que pasa es que hay una situación triste; los importadores que traen libros de España ponen títulos a $120.00 dados los impuestos, el cambio de moneda, fletes, etc. Lo que hay que revisar es qué función están teniendo los editores en Colombia al no tener la capacidad de negociar los derechos de esos libros para producirlos acá y así reducir costos. «Yo creo que los editores colombianos, me incluyo, no nos hemos arriesgado a negociar en el exterior los derechos».

Los best-sellers son los nuevos ricos, corronchos, famosos, a veces hasta fastidiosos.


¿Se es un escritor que lee, o un lector que escribe?

«Nosotros no


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tuvimos que matar a García Márquez», entrevista a Juan Esteban Constaín


Por: Javier Vargas Fotos: Angélica Conde

En realidad no me sorprende que su casa esté atestada de libros. Pero al estar en presencia de ellos de repente tengo la sensación de que no importa cuánto me gusten: hay un abismo entre la relación que yo tengo con los libros y la que tienen ellos con Juan Esteban Constaín. Algo que va más allá del hecho de que él haya leído más libros que yo o que mi biblioteca esté compuesta de tan solo dos modestas repisas. Algo que raya en la pura camaradería, como si le estuviese conociendo a un amigo de la infancia. Quizá sea que los estantes son más altos que yo y me siento intimidado, al punto de que escucho a los libros susurrar cosas que tienen que ver con que no soy nada y que no valgo nada bajo la mirada acostumbrada y divertida de Constaín, que quizá disfruta cuando sus libros reciben con ese tipo de chanzas a las personas que lo visitan. Y así me esfuerce por convencerme de que es una estupidez producto de una insolación al correr, me como el cuento. Me siento y mientras me tomo la Coca-Cola con hielo que me ofrece, me ataca otra sospecha: que Constaín es feliz, que en este rincón tranquilo y abastecido de libros y sofás cómodos quizá no necesite de más, que acá tiene todo lo que quiere. No sé, puede que en el momento en que me vaya se disipe esa neblina amable y tanto él como yo volvamos a la dura realidad, pero no creo. Incluso ahora yo también soy feliz; y sin ninguna clase de vergüenza se lo hago saber. Sonrío estúpidamente hasta que comprendo que estoy ahí para hacerle una entrevista, y entonces comienzo.

Javier Vargas Quería empezar preguntándole por su juventud. Por lo que hizo que decidiera inclinarse por la historia y por la literatura.

Juan Esteban Constaín Mi familia ha tenido, o tuvo, siempre un vínculo muy profundo con el arte, con las humanidades. Al punto de que, y esto ya lo he dicho antes, si uno en mi casa se atrevía a decir que iba estudiar medicina o administración o derecho, ponían el grito en el cielo, que es lo contrario de lo que siempre pasa. Allá lo obligatorio era estudiar arte y ser teatrero o ser poeta. También, por cuenta de mi pasión musical, cuando me enloquecí con el rock británico de los 60 y 70 y que empecé a tocar guitarra, a los dieciséis me fui al Reino Unido pensando buscar un destino así. Pero allá terminé dedicándome a la historia porque siempre me había apasionado, aunque era vago y no fuera un gran lector. Y cuando empecé a trabajar me interesaba mucho la investigación y la historia como una disciplina intelectual, como lo que es o debería ser, pero también consciente que al final lo que más me estaba gustando

era la dimensión narrativa de la historia. Igual siempre oscilé entre el amor por la historia y el amor por la literatura, y así fue como, siendo profesor, me fui deslizando de la academia y la historia hacia la narrativa y la literatura, ahí empecé; y digamos que en eso influyó mucho el azar y la suerte porque en momentos fundamentales conocí a quienes me ayudaron a dar ese paso definitivo y lento.

¿Pero fue una decisión o algo más bien gradual?

Pues me encantaba la literatura y leía tanta literatura como historia. Mi pasión era leer. Y oscilaba siempre entre libros de historia y grandes escritores que me gustaban mucho. En esas lecturas encontré a una cantidad de autores, desde Álvaro Mutis y Enrique Serrano, por decir los colombianos, hasta Marguerite Yourcenar y Zoé Oldenbourg, para hablar de escritores de afuera, que combinaban la historia con la ficción. Entonces leyendo ese tipo de autores me di cuenta de que eso se podía. Leyendo Marzo de Mujica Láinez, leyendo a Borges, por supuesto. Y empecé a escribir, sin muchas pretensiones y sin otra idea que hacerles un homenaje a mis maestros y a los temas que me gustaban, unos cuentos. Pero, como le digo, no buscaba ni aspiraba a ser en ese momento una apuesta literaria. Empecé a escribir como unos cuentos que son unos relatos históricos sobre escritores y un amigo mío, Gabriel Iriarte, que hoy es mi editor en Random House y que en ese entonces era el director editorial de Planeta, me preguntó un día si yo no escribía ficción. Yo le dije que sí, le pasé unos cuentos, a él le gustaron, me dijo que si hacíamos un libro, me preguntó si tenía más, yo le dije que sí —yo no tenía más— me tocó sentarme y escribir los demás rapidísimo, lo confieso, una semana santa del año 2003, escribí como diez relatos en ocho días. El libro salió y lo publicó planeta y tuvo buenas reseñas, pues yo dije «de pronto ahí hay otra puerta que no es solo para mamar gallo sino de pronto puede ser chévere» Y me metí a escribir mi


primera novela, El naufragio del imperio, que fue de puro aprendizaje, porque no sabía nada de escribir una novela, había leído a mis maestros y tenía una anécdota, nada más. Ahora, yo no la he vuelto a leer pero me gustó mucho escribirla, me divertí y aprendí un resto. Luego me fui a Italia a hacer una maestría, todavía en la academia pero cada vez más desencantado; o sea, era un pretexto para estar en Italia. La hice, la terminé. Y estando allá se me ocurrió la idea de mi segunda novela que es ¡Calcio! Le fue muy bien en todo el tema de las críticas, de las reseñas, incluso comercialmente.

Claro, fue por esa novela que yo lo conocí a usted. La leí hace unos dos años. Quedé tragado de Momigliano. Logos / Entrevista

Es que es divino ese personaje. Tenía la idea de escribir la novela y había hecho toda la investigación sobre el calcio florentino, y un día antes de sentarme a escribir, soñé con Momigliano. Yo tengo por ahí una biografía de él y cuando me desperté, abrí la biografía y donde puse el dedo, era una escena en la que el tipo se iba a zoológico con sus amigos a emborracharse y a hablar de Homero, y yo me cogí de eso para empezar a escribir y se volvió una novela sobre él, y claro, sobre el fútbol.

Precisamente le quería hacer una pregunta sobre ese pasaje, porque no hace mucho leí Todas las almas, de Marías, y leerla me hizo acordarme mucho de ¡Calcio!, esta escena de académicos emborrachándose. Y usted en varias ocasiones ha, digamos, profesado su amor por Marías, entonces quería preguntarle si ese leve parecido fue premeditado o si simplemente se dio así. Pues le digo que en efecto admiro muchísimo a Javier Marías, es uno de mis autores favoritos, y obviamente sí creo que habrá de ejercer una gran influencia sobre mí, al punto de que la novela que viene, con toda claridad lo digo, sí. Pero cuando escribí ¡Calcio!, todavía no había leído el ciclo de Oxford, había leído otras cosas. Vidas escritas, que es una obra maestra. Un libro de ensayos sobre escritores, pequeñas biografías de escritores y es una obra maestra. Eso era lo único que había leído de Javier antes de hacer ¡Calcio! Entonces después de leer el ciclo de Oxford, después de haber leído Todas las almas y la que más me gusta que es Negra espalda del tiempo vi que claro, hay una cantidad de cosas que coinciden y que pertenecen al mismo mundo.

¿Y qué otros escritores contemporáneos le gustan?

Muy pocos. No soy un buen conocedor ni un buen lector de literatura contemporánea. Hay un inglés que se llama Nick Hornby que me gusta. De España he leído a Millás, a Eduardo Mendoza, a Muñoz Molina, pero los que más me gustan son Pérez Reverte y Marías, siendo muy distintos, siendo muy amigos también. Pero es que todavía estoy muy retrasado en mis lecturas y no he leído casi nada. Bolaño no me gusta para nada: lo he empezado a leer y no me interesa para nada. De Vila-Matas me

Ex-Libris / libro

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gustan sus ensayos, pero no me gusta su narrativa. De América Latina ni siquiera tengo clara cómo es la vaina ahí. Quizá Andrés Neuman, que escribe bien y me parece chévere o Margaret Atwood, Noteboon me encanta, me parece un monstruo. No me gusta Murakami, por ejemplo. No he leído casi nada de Philip Roth; me gusta Joseph Roth. A McEwan tampoco lo he leído mucho. Y uno que ya se murió pero que era maravilloso, Sebald, me parece un maestro.

¿Y colombianos?

Pues los he leído a todos y la verdad es que tengo una visión muy positiva de la literatura colombiana reciente. Me encanta Enrique Serrano, que me parece un maestro y lo es. Un gran escritor, un gran prosista y sus ficciones históricas me parecen magistrales. Me encanta Ricardo Silva Romero. Lo que pasa es que en esos dos casos hay un sesgo personal muy grande y es que ambos son amigos míos, amiguísimos. Los quiero mucho pero por suerte ambos son muy buenos escritores. Sería terrible que no lo fueran, entonces igual me tocaría leerlos y me gustarían. Ricardo es un escritor que tiene una cosa muy difícil de lograr en literatura que es una voz propia y un universo

La gente insiste en que los libros prestados son libros perdidos, pero yo quiero creer que no es así, y sin embargo…

>


Decenas de universos incorruptibles a espaldas de un curioso y mortal explorador.

>

propio. Él tejió un universo que fue suyo desde el principio. Y muy particular, ese universo es como él, como sus columnas, como sus opiniones. Me gusta muchísimo Juan Gabriel Vázquez, un gran escritor. Tipo disciplinado, talentoso, con unos temas serios y escribe muy bien. De los que son un poco más grandes como Abad, Gamboa, Mendoza, los he leído y me agradan. También Antonio García. Juan Cárdenas, que acaba de aparecer y publica más en España que acá, es excelente. Carolina Sanín me gusta mucho, me parece que tiene una prosa y un estilo únicos. Luis Fernando Charry… Sí, me gustan.

Entonces no hay un escritor de su generación, por ejemplo, que a usted lo haga decir “no, éste no”.

Eso lo hemos hablado mucho con Ricardo y con muchos de los demás también —sin que haya ninguna estructura generacional que nos agrupe, en absoluto—: nosotros tuvimos la enorme ventaja de que ya no teníamos que matar a García Márquez. Ya la sombra de García Márquez no era la de él como un autor colombiano, sino la de él como una estatua venerable, como un clásico de la literatura universal. Eso fue lo que

mató a la generación de contemporáneos a él y a los que vinieron inmediatamente después, que vivieron muy amargados y muy resentidos porque eran unos genios o creían serlo—peor que ser un genio es creer que se es uno— Y les fue muy mal porque nadie iba a leerlos con García Márquez allí. Germán Espinoza y todos ellos vivieron muy amargados y creyendo que García Márquez les había robado una gloria que ellos se merecían. Pero a nosotros no nos tocó eso; y también nacimos en una época en la que todo es muy fácil. O sea, si uno quiere publicar, publica, y lo hace en editoriales grandes y buenas. Entonces cada quien encontró su espacio sin rencillas y sin mayores problemas. Por eso yo tengo esa visión favorable que le digo sobre la literatura colombiana y es que hay unos que me interesan más y otros que me interesan menos, como lo mío les interesará a unos y a otros no; pero me parece que todos lo han hecho bien. No puedo decir que en ninguno de esos casos hay un fracaso, o una equivocación, o ausencia de talento. En todos esos casos yo creo que hay talento.


Logos Ex-Libris / libro

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«Escribo porque me gusta, porque me hace feliz, porque me entretiene. Con la esperanza de resultar lo más entretenido y amable posible para mis lectores, muchos o pocos».

Por ahí me enteré que presentó su nuevo libro, El hombre que no fue jueves.

Es una novela sobre un escritor al que adoro, Gilberth Keith Chesterton, que era un gran humorista, gran prosista, poeta, autor de relatos policíacos, ensayista como no hay otro y católico; muy beligerante y mordaz, con una lucidez implacable. Y resulta que desde el 96 hay un intento disparatado de unos seguidores suyos en todo el mundo, que incluyen una cantidad de curitas, que quieren que la iglesia católica lo vuelva santo. Entonces la novela es sobre el proceso de santidad de Chesterton. Un divertimento en la misma senda de ¡Calcio! Jugando con la realidad y la ficción. Hablo sobre un presunto proceso de santidad de Chesterton, anterior a éste que le cuento, en el año 58, porque el tipo supuestamente le había prestado unos servicios a la iglesia haciendo espiritismo. Él en su juventud fue espiritista. Tiene ese nombre por la novela de él El hombre que fue jueves.

+ Continúe con

la entrevista en: www.revistaexlibris.com

Sin importar la condición de la que se sufra, el impacto durante y al final de cada libro, eso es algo que no se puede fingir…


ÂŤAl punto que la Biblioteca se parece en su interior a un cuarto de sanalejo, a un vientre de un buque sobrecargado que puede naufragarÂť.


…El sanalejo del saber

Las antologías son las gorditas chéveres.

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Biblioteca Nacional

Logos

Por: Antonio Morales Riveira Ilustración: Rocío Mikulic

Si la nación es un todo, en la Biblioteca Nacional está todo lo que hemos vivido, pensado, sufrido, amado, soñado, creado. Toda la memoria de lo dicho, de lo escrito, de lo contado, de lo cantado, expuesta en anaqueles o apilada en cartones. A la mano y a la vista de quien quiera refundirse en los laberintos físicos de sus salas, corredores y pisos o en los espacios mentales y emocionales del conocimiento que espera latente en libros, periódicos, revistas y grabaciones. La Biblioteca recibe día a día todo lo que se publica y edita en Colombia en materia de impresos y de grabaciones. Desde el libro más vendido hasta el último folleto publicado en un apartado municipio. Es el llamado Depósito Legal. Corredores, cuarticos, escondrijos y hasta baños son hoy en día utilizados para almacenar los impresos y audiovisuales con el fin de incrementar la memoria cultural y garantizar su conservación. Todo se está llenando. Y, aunque debidamente preservados, los arrumes de textos invaden los espacios menos previstos. Al punto de que la Biblioteca se parece en su interior a un cuarto de sanalejo, a una especie de vientre de un buque sobrecargado que puede naufragar. En materia de Depósito Legal de revistas y periódicos, la Biblioteca tiene aún “espacio” si se le puede llamar a eso hasta el último recoveco, para tan solo los próximos cinco meses. Después, literalmente, no cabrá un impreso más. Y en materia de libros, tan solo quedan disponibles seis anaqueles. El tiempo se agota y el edificio necesita ampliación o trabajos inminentes,además de bodegas con temperatura adecuada y medidas de seguridad contra eventos catastróficos, como terremotos o incendios. En el mismo edificio está la reserva de copias de las ediciones, es decir el backup físico. De cada libro consultable por el público, hay una copia en reserva. ¡En el mismo lugar! Tanto como hacer un “backup” de computador de los “documentos” en los propios “documentos”. ¿Qué pasaría en caso de un terremoto en un edificio que no es sismo resistente? ¿La nación y su memoria despanzurradas entre las calles 26 y 24? Al recorrer los pisos y las estancias de la Biblioteca, sobrevienen dos sentimientos. La admiración profunda por el legado de eso que llaman la patria, por los miles de días y noches de nuestros autores escribiendo realidades y ficciones, poetizando la existencia o contándonos de nosotros mismos, de nuestra flora, de nuestro imaginario colectivo. Esa admiración que nace desde la vista de repisas y anaqueles, desde el olor a páginas, tintas y cartones. Y, de otro lado, el temor que produce saber que la Biblioteca está al filo de la navaja, no solo porque no le cabe ni un tinto, sino porque todo se puede perder en el mismo sitio… el mismo día. Allí, en los 120.000 metros cuadrados de metáforas y parábolas donde inclusive el fallecido ex director Eddy Torres se asoma vestido de fantasma para darle más realce al tiempo transcurrido. Y todo cada vez más apiñado y acumulado con cariño en cada piso. Como si el país ¿indolente? no quisiera ocuparse de un sí mismo que sabe a página. Hasta que el vaso se rebase y la memoria de una nación esté en peligro de extinción.


路 Fot贸grafo invitado / Javier Rey 路


Eros

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Eros Hay quienes viven, comen, duermen, aman a travĂŠs de, y a, los libros; hay quienes apenas con unos pocos ya tienen suficiente para toda la vida; todos ellos, usted y nosotros, percibimos ese aparato tan especial de maneras particulares, a veces indefinibles pero subconscientes. AquĂ­, algunos atrevidos nos hablan sus derrotas y placeres en torno al libro, el de ellos, el suyo y el nuestro. Material y fabrica un momento.


“No tengo nada que decir: ninguna historia interesante, ninguna apreciación ingeniosa, ningún pensamiento profundo, pero, jueputa, en serio quiero ser escritor”. Eso es lo que piensa Marcos mientras almuerza en el puesto de comidas rápidas al que va cuando no tiene dinero para almorzar bien, lo que viene siendo casi siempre. En un bolsillo de sus jeans negros tiene dos hojas cuadriculadas escritas por los dos lados, dobladas varias veces en un rectangulito. Acaba de escribir un cuento, que le parece bastante gracioso, pero intenta no pensar en eso y más bien pensar en lo inexperto que es, en su falta de originalidad, porque sabe que los escritores siempre deben estar dudando de ellos mismos, cuando no pensando que son lo peor. Porque eso significa que eres un escritor sincero. Porque eso significa que eres un escritor valiente.

Marcos, el aspirante

Por: Javier Vargas Ilustración: John Cardona

“Cagaré perpetuamente”, piensa él, que intenta verle un trasfondo poético a todo, ver la belleza que se esconde detrás de las cosas más mundanas y triviales. Ahora asoma su mirada por la boca de la papelera. Si ve algún papel usado del que se pueda quitar una parte que pueda servir, no duda en que lo tomará. Pero no ve nada. Reconoce ahora que debe hacer lo que hace unos minutos consideró. Pero evade de nuevo esa op-


En el fondo, y gracias a esa retorcida maquinación de la mente que nos hace sentir orgullosos acerca de cosas estúpidas, Marcos sabe que se siente muy bien. En sus jeans, el cuento gracioso, los mil cuatrocientos pesos del transmilenio y un encendedor; en su blazer, la cajetilla de cigarrillos y la edición de bolsillo de una novela escrita por algún dandy españolete. Afuera, la gris séptima con sus grises palomas, sus grises edificios y sus grises charcos que reflejan los grises rayos de un gris sol. Porque Bogotá es una ciudad fría y gris, a pesar de que esté haciendo sol todo el tiempo. Marcos se siente muy bien en el fondo, digo. Porque sabe que está viviendo como viven los escritores más apasionantes: pobres, fumando y leyendo mientras callejean encerrados en una ciudad de mierda. Marcos termina el chorizo que se estaba comiendo y sale a la calle. Ahora prende un cigarrillo y camina hacia la cinemateca, porque ver películas raras en huecos afrancesados es otra de las cosas que un escritor haría. Sobre todo si es gratis. Pero la vida de los escritores no es tan maravillosa como parece y a Marcos le empieza a doler el estómago. El chorizo, el cigarrillo y su mala dieta se han amotinado contra él. Es un dolor que lo hace detenerse y se apoya ahora contra un poste, mientras lleva un brazo a su vientre y piensa en lo dura y en lo triste que es la vida. La película rara está por comenzar. Así que se incorpora y, en menos tiempo del que uno se demoraría diciendo “detectives salvajes”, llega a la cinemateca y reclama una boleta para entrar a la función, pero para él es ahora una boleta para entrar al baño. Entra al cubículo ya con el cinturón desabrochado. Ve que no hay papel higiénico, pero eso ni siquiera importa ahora. Se sienta en la taza mientras cierra la puerta con seguro. Y en un placentero espasmo de dolor y de lágrimas, descarga los desechos de su estómago. Es solo que la descarga se prolonga y el dolor en su abdomen aumenta. No quiere llegar tarde porque no quiere perder los puestos de adelante, donde tiene que sentarse porque Marcos es miope y no tiene gafas —y si las tuviera serían seguro gafas de marcos gruesos—, pero sabe que no va a salir pronto de ahí.

Ex-Libris / libro

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Cuando se es zurdo para fumar y para escribir se tiene problemas para leer al mismo tiempo.

Eros /

ción y piensa en otra alternativa. Podría simplemente subirse el bóxer, subirse los jeans y salir a ver la película. “Vida hijueputa”, dice todavía sentado, con su cabeza recostada sobre sus rodillas. Sabe que no hay salida. O que sí la hay, que hay más de una, de hecho, pero son todas nada prácticas y repugnantes. Así que suspira dándose por vencido y dirige sus manos hacia sus jeans, un poco más abajo de sus rodillas. De un bolsillo saca un rectangulito de papel. Lo desdobla y dos hojas cuadriculadas salen a la vista. Están escritas con esfero por las dos caras. La primera hoja tiene un título, Apuntes hallados en una gabardina, y él empieza a leer. Apenas termina el cuento gracioso, se levanta y empieza limpiarse. Una después de otra las hojas van a dar a la papelera. Ha querido volver a escribir el cuento, pero ahora le parece que, más que gracioso, es frívolo y simplón, así que renuncia como renuncian los escritores a lo que escriben y agradece que en ese día no hubiese papel higiénico en la cinemateca. Sigue fumando, leyendo y callejeando, pero aún no sabe qué escribir.


El lector de títulos

—¿Es tan difícil escribir? ¿Más difícil que vivir?

Por: Sebastián Bejarano Fotografía: Esteban Ramírez

Silvina Ocampo

Visconde de Lascano Tegui

Nicolás Saura

Su único deber —que no era para nada una obligación— era escribir. Ni siquiera, y aunque sus colegas se retorcieran, era su obligación leer. De hecho era un pésimo lector, y en este escrito explicaré, o por lo menos intentaré explicar, el motivo de su reducida lectura. Empezaré por revelar que en toda su vida leyó un solo texto completo. Pero, de todos los títulos que nombra en su diario, ninguno brinda los indicios necesarios para descifrar cuál fue este único ejemplar, así que nunca sabremos el verdadero nombre del escrito elegido. Se dice que pudieron ser De la elegancia mientras se duerme, La casa inundada o Todo lo mío le pertenece al impostor, ya que son títulos

Felisberto Hernández

muy utilizados en sus propios textos. Sin embargo esto es solo una suposición… no se puede afirmar cuál; pero sí se sabe con exacta documentación que toda su energía como lector la dedicó a los títulos. Cada título era una invitación al escape. Un motivo intenso de imaginación. El contenido no era necesario para él. Su primer título, según recuerdan sus extensas cartas a sus amigos, fue Libro sin tapas. Su madre lo hizo leer esas palabras, y no creo que se imaginara el mundo que sucedería a partir de aquel hecho: El porvenir de la Ernesto ignorancia, así tituló su primer Sábato escrito. Sebastián Discreto como el paso de Bejarano un cristal, se acercaba Felisberto El cocodrilo y todo quedaba Hernández convertido en pequeñas pataditas debajo de la mesa. Aparecía entonces Un artista del mundo flotante y el inmenso Papel creativo Ilya del tiempo. Eso sí, solo él creía Prigogine en Los libros voladores de sus cuentos.

Felisberto Hernández

Katsuo Ishiguro

Silvina Ocampo


C. S. Lewis

Nicolás Saura

lento viaje a ningún lugar —y defino la duda en ese no lugar—, que es donde estoy ahora, y que no importa cuánto dure, siempre estaré lejos y a destiempo del sitio al que debería llegar. Como una botella en el mar, que después de 7 años navegando, al fin lee la nota: ¡Auxilio! El motivo de mi reducida lectura es mi propia imaginación.

Germán Rozenmacher

Enrique Lihn Jorge Luis Borges Lin Yutang Mahatma Gandhi

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Solo historias como estas

merecen ser contadas. Alguien sueña, sin duda, y se podrán decir muchas cosas De los sueños, sin embargo, cuando uno se voltea aparece la magia de un libro en el lugar donde se deslizaron las certezas y se asomaron las dudas. Una breve

confusión de planos.

Augusto Roa Bastos

Eros

David Foster Wallace

En su quinto libro, El infinito e inútil debate de los sueños, insiste en la idea de crear, de ser realmente un escritor y solo dedicarse a ello. Leo un título como DeshoJulio Cortázar ras y comienzo a imaginar un

Ex-Libris / libro

Nicolás Saura

Por su vida pasaron tantas palabras incomprensibles: yermo, petanque, aluzar, alebrije… Palabras sacadas de un rincón. Pasaban enfrente de sus ojos y luego se refugiaban en su propio rincón, En lo alto para siempre y En el inalcanzable espesor del cielo. Al lado de este recuerdo se presentaba otro más fuerte. Un señor que usaba sombrero y corbata que le preguntaba por el significado de la palabra pájaro… El misterioso señor Q se llamaba él. Y fue a partir de ahí que siempre le sorprendió el poco interés que las personas demostraban por palabras como pájaro, viento, nube, caballo o sueño. ¿Acaso son palabras predefinidas? Se usan mucho y la verdad es que no podríamos vivir si estas cosas no están solucionadas. ¿Qué pasaría si cada vez que usamos la palabra pájaro nos detuviéramos a definirla? Pero el misterioso señor Q sembró una duda permanente y esto reforzaba la mala y lenta lectura de los títulos. Pero Cómo lee el mal lector … se preguntó alguna vez el señor Lewis. Al tartamudo le cuesta hablar, y sin embargo habla. Así leen los ciegos las estrellas, Cuando se asoma el cielo en la cabeza. Le sucedía lo mismo con títulos que incluían palabras como linajudo o monjío, ya que producían el mismo misterio que la ignorancia. No los entendía, igual que los títulos escritos en otro idioma.

Todas las noches, cuando se acostaba a dormir, sucedía una interminable Lucha hasta el alba. Afortunadamente murió una de esas noches, imaginando ser el niño que pasaba el dedo por la dentadura de Un cocodrilo, aquel mismo niño que veía el movimiento lento de los árboles alrededor y agilizaba su tormento con su propia enfermedad del sueño.

Y pensar que ese cubo de papel rectangular con 200, 700, 30 páginas tiene tanto adentro, solo basta abrirlo y entregársele, un rato, por completo…

Marco Denevi

en De la elegancia mientras se duerme, de Visconde de Lascano Tegui,


Ficciones mínimas Por: Saúl Gómez Mantilla Ilustración: Cach Apesta

Malas lecturas Cuestiones literarias

uno

Empecinado en su gloria, el novel poeta procura crearse una biografía. En ella abundan lecturas a temprana edad, bibliotecas heredadas, amores platónicos, algunos viajes y libros incinerados por su exigente pluma. Al terminar de unir todas las anécdotas, solo le falta un pequeño detalle: la escritura de una obra que justifique su biografía.

Sabiduría

dos

De todos los animales, no es el búho el más sabio, ni el elefante el que posee mejor memoria, este lugar debe ser dado a la cabra, animal que, mordida a mordida dsfruta del pensamiento y la historia de los hombres.

Nigromante

tres

Un hombre busca a la mujer entre las páginas de un libro, por ello devora capítulos enteros tratando de armarla con retazos. Un Frankenstein lector que, párrafo tras párrafo, colecciona ojos, brazos, cabellos, trozos de personajes femeninos. Espera armar su pequeña creación y como un arcano, darle vida a las palabras a través de las palabras.

Moebius

cuatro

El niño quedó petrificado, al leer la historia de un niño que leía un libro y quedaba petrificado, al leer la historia de un niño que leía un libro…

Lector infabula

cinco

En las hojas de té, en las estrellas, en el caparazón de una tortuga, pude leer mi destino. Día a día los signos muestran a un hombre viejo que se consume entre libros. No imaginé encontrar consuelo en la coraza de un insecto o en el vuelo de las aves; en ellos, entre líneas, pude leer mi esperada muerte.

L i b r a c o s Naturaleza muerta

uno De nada sirvió regar mi árbol, ni el fertilizante ni la

poda en tiempos de menguante. Sin lectores, a mi árbol de libros, se le marchitaron las palabras.

Libros prohibidos

dos Aquel libro apartado en la biblioteca, en un

oscuro rincón, en el estante bajo llave, cada año aumentaba sus páginas. Quien osaba leerlo, párrafo a párrafo, entre calles, ríos y aventuras, se convertía en un nuevo prisionero, otro personaje de la historia.

Intertextualidad

tres Cansados de contar la misma historia, decidieron los libros intercambiar personajes, sucesos y lugares, en un auténtico frenesí lector, noche a noche saltaban e ingresaban uno en el otro. Tanto se divirtieron los libracos, que a los profesores de literatura se les diagnosticó un severo caso de alzhéimer literario.

Crímenes leídos

cuatro Encerrado entre sus páginas, agazapado en un pá-

rrafo, escondido en una línea, esperaba el asesino a los ingenuos ojos de un infante que, posados letra a letra, fuesen sucumbiendo a la historia que página tras página, lentamente lo asfixiaba.

Consanguinidad

cinco Cansado del olvido y la indiferencia, de que

en tantos inicios y desenlaces fuese siempre ignorado, decidió el padre de Caperucita consultar un abogado y entablar una acción legal. Por primera vez en la historia, una hija era demandada bajo el cargo de omisión filial. Dicen que el juicio fue todo un cuento.


Eros Ex-Libris / libro

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El buen lector sabe que es difícil conquistar, a una mujer o a un hombre, con la lectura. Pero el buen lector sabe que también existe, en formas extrañas, el amor.


La huella del no rostro


Los libros viejos, ¿cuándo tomaron ese color?

Eros

45 Ex-Libris / libro

Por: Anna Bahena Ilustración: Alina

Dejo en las calles el hilo de mis pasos, lo trenzo en los andenes de la noche, lo enredo entre los árboles, camino entre los bares de tango y de nostalgia, me dirijo a las barandas de los viejos balcones de estas plazas, desde donde lanzas aviones de papel y barcos de miradas. Ese hilo de mis pasos son las hojas que voy arrancando de mis libros así, de pronto el viento traduce la sabia moraleja de un cuento lejano y te lo entrega a ver si un día lo encuentras y me encuentras, a ver si juntos trenzamos este mundo y al fin nos deshacemos de esta guerra.



Ex-Libris / libro

47

Eros



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