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«Tantágora és una bèstia qui ha cara de hom, e ha tres endanes de dents, e lo cors de lahó, e coha de estor, pits e ulls de cabra, e és vermella, e ha veu de serpent, e és pus hiversosa de correr que altre bèstia» (Bestiaris. Volumen II. Barcelona. Editorial Barcino 1964. Pág. 119 )
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va de pensar El papel del adulto en la narración oral. Montse Colillas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
Escuchar rima con contar Roser Ros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
¿Por qué los cuentos? Paco Abril . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
va de charla La opinión de los bibliotecarios y bibliotecarias Lo que opina Pep Molist . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 Lo que opinan Marta Romera y Mar Mestres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Encuentro con Dominique de Cacqueray de l’Associació Libre Obert Laia Altarriba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Fiesta de los y las narradoras vascas Joxemari Carrere . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
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Algunas historias de duendes en andalucía Juan Ignacio Pérez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
La gallina duende . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 El duende de la sartén . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42 Entre chivos, niños, duendes y espantos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44 El duendecillo fraile . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
va de libros Unos cuantos textos escritos de esos que muy bien pueden narrarse en alta voz Luis Arizaleta, equipo fira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
Maxime Chevalier, un sabio caballero Emili Samper Prunera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
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Hemos querido dedicar, a modo de monografía, este número 6 de la revista a hablar de cuentos y niños, un binomio interesante. Muchos son los adultos que día tras día se esfuerzan por incorporar la práctica de la narración o la lectura compartida con niñas y niños. Por fortuna, su tarea se ve reforzada por esos personajillos que luchan denostadamente por convencer a sus padres y madres de que lo mejor que pueden hacer es trasmitirles fragmentos de literatura contada, comentada o leída. Y es que compartir cuentos y lecturas puede llegar a ser una forma privilegiada de relación entre mayores y pequeños.
Niños y niñas intuyen como sólo sabe hacerlo la infancia que la práctica compartida de estas dos formas de literatura (la oral y la escrita) posee, entre otras cosas, un inmenso poder socializador, pues ya desde su más tierna edad llevan experimentando que la palabra compartida es casi como un talismán cuyo ejercicio les permitirá sentirse miembros de un grupo, asegurándose así la conexión con la memoria colectiva. Así pues, hemos dado la palabra a tres autores para que nos hagan reflexionar sobre tan suculento tema. Montse Colilles describe con maestría el papel del adulto como “donador” de historias, Roser Ros propone una interesante reflexión
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orial sobre lo que se cuenta y lo que se escucha, y Paco Abril da algunas buenas razones para alimentar y mantener la buena costumbre de contar cuentos a niñas y niños. Siguiendo con el binomio infancia-cuento, hemos ido en busca de tres bibliotecarios: Pep Molist, Marta Romera y Mar Mestre, con quienes hemos tenido la oportunidad de charlar sobre los hábitos de lectura de los niños, y de la relación de la biblioteca con la literatura oral. Para cerrar la sección Va de Charla incluimos un apunte muy literario que nos hace llegar Joxemari Carrere sobre el pasado Encuentro de narradores y narradoras de Euskal Herria.
Entre los personajes clásicos de los cuentos infantiles están los duendes. Presentamos en este número una particular recopilación de historias de duendes realizada en Andalucía (España) por Juan Ignacio Pérez. Luis Arizaleta, del Equipo Fira, ofrece un interesante “catálogo” de libros de cuentos que comparten varias características y, sobre todo, constituyen un excelente material para contar a niños y niñas. Como colofón, hemos pedido a Emili Samper Prunera, de la Universidad Rovira i Virgili, que comentara para nuestros lectores la obra de Maxime Chevalier, de cuyo tránsito informábamos en el editorial del número anterior.
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El papel del adulto en la Narración Oral Montse Colilles Codina Psicóloga Directora del “Centre Vincles” solbarxm@copc.es
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Cuando un adulto decide “contar un cuento”, o leerle una historia a un niño, se encuentra con algunas vicisitudes: ¿qué cuento escoger?, ¿cuál es el momento adecuado?, ¿cómo conseguir interesar al niño?
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Lo que cuenta el adulto y lo que interpreta el niño
ciones. Sostener el relato supone apostar por él, desde el reconocimiento que hay algo de particular que le atrae a cada cual.
En la elección del relato, el adulto se implica con su propio deseo, con sus propias preguntas. Cada padre o madre, cada maestro tiene un trabajo previo en escoger el texto que va a leer o a contar. Existe una magnifica y variada selección de cuentos y relatos tradicionales de los que nutrirse y a los que recurrir para aportarle al hijo, o al alumno, la más variada oferta de personajes y aventuras.
Un profesor, un narrador o un actor que cuenta un cuento partiendo de su deseo y del supuesto de que esa historia ha de interesarle al niño, pone en juego la transmisión. Ahora bien, si un adulto se siente incómodo contando una versión de un cuento o no le interesa lo que está narrando, es que no le supone un saber, y entonces la transmisión sucumbe ante la indiferencia del niño o su escucha es sin consecuencias.
Se trata de poder ir mas allá de los personajes mas mediáticos, por ejemplo los que ha popularizado y, a veces, “descafeinado”, Disney. O partir de esas historias que llegan a los niños a través de los mass media, para pasar de las versiones “comerciales” a las “originales”, acompañándolos en ese recorrido. Por ejemplo: “La Sirenita”, “El libro de la jungla”, “Alicia en el país de las maravillas”, “La bella y la bestia”, “La Cenicienta”, “Aladino y la lámpara maravillosa” y muchos otros relatos que forman parte de la literatura universal. Relatos que en sus versiones originales son mucho más ricos y llenos de matices. Siempre que un adulto narra una historia, la reinventa, la interpreta con sus particulares aprecia-
Sostener un relato supone poder decir, sin vacilar, que el Lobo se come a Caperucita, o que la madrastra quiere el corazón de Blancanieves, o que el príncipe debe cortar en pequeños trozos a Blancaflor para que ella pueda ayudarle. Porque el que cuenta la historia sabe que no se trata de esos hechos como reales, sino por lo que representan. El niño sabe también que lo que se le cuenta no es real, y justamente eso que está fuera de la realidad es lo que permite ponerle nombre a sus miedos, velando de alguna manera lo que no puede expresar pero que siente para sus adentros.
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El narrador, cada vez que cuenta una historia, hace una apuesta, ya que lo que interpreta cada niño cuando escucha el relato es un enigma, no se puede saber por adelantado. Las interpretaciones son particulares de cada uno, y la misma persona puede hacer interpretaciones distintas según el momento en el que lea o escuche la historia.
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A veces el niño pide repetidamente el mismo cuento y que sea contado de la misma manera. Eso, normalmente no es casual: tendrá que ver con la particularidad del niño y su realidad concreta. Algo lo atrapa en ese punto de la trama y lo lanza a una necesidad compulsiva de retomar una y otra vez la historia. Descubre que algo de su propia experiencia se pone en juego en esa historia. Por otro lado, cuando un niño no quiere escuchar esa parte o ese cuento, será porque esa historia le toca tan de cerca que no puede oírla en ese momento, pero quizá sí más adelante. Lo que trae el relato no es la realidad, si no una forma de tratarla; por eso son necesarias las figuras arquetípicas de los cuentos, porque borran la particularidad: el rey que debe encontrar heredero, la reina que no puede tener hijos, el príncipe valiente, la princesa rescatada, el dragón terrible, el ogro comeniños y muchos otros. Son personajes que ponen de relieve la ambivalencia del ser humano en sus características contrapuestas: la belleza y la fealdad, la bondad
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y la maldad, la generosidad y el egoísmo. Dualidad intrínseca del ser humano. Aportaciones del psicoanálisis La infancia es ese período de la vida donde cada uno elabora sus experiencias primarias: la vinculación y la separación. Experiencias que requieren de un intenso y trabajoso recorrido de elaboración. La escuela psicoanalítica da testimonio de cómo el fantasma de dominio y posesión de los hijos puede ser un obstáculo o una imposibilidad para la separación. Desde ese punto de vista, las temáticas de abandono y separación juegan un papel importante en los cuentos. A través de los relatos el niño puede liberarse de las tensiones de lo cotidiano, de las normas, de las recriminaciones. Incluso puede intercambiar los papeles con el adulto y ser él (el más pequeño) quien sale victorioso de las aventuras. Las historias fantásticas, que empiezan con los “Cuentos de Hadas”1 , intentan responder a las preguntas básicas de la existencia: ¿qué me quiere el otro?, ¿quién soy para el otro? Los héroes, los protagonistas de la buenas historias quieren saber, indagan, luchan y buscan y se enfrentan a las adversidades para desvelar la verdad de su origen y de su porvenir. Como en las preguntas y teorías sexuales infantiles en su investigación sobre la sexualidad. 1 Bettelheim, Bruno. Psicoanálisis de los cuentos de hadas.
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El recorrido del protagonista, como el del niño, parte de la separación de su primer objeto de amor, que es la madre, para abrirse al mundo, al amor y al deseo. Para poder encontrar su pareja, en un segundo momento. Para que esto suceda es necesaria la disponibilidad del sujeto para poder preguntarse, y que las condiciones amorosas iniciales le brinden esta posibilidad.
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¿Por qué las madres y madrastras son referentes primordiales de muchos cuentos de hadas? Porque la madre tiene una importancia fundamental en la constitución del sujeto: los primeros cuidados, el lenguaje, la erotización del cuerpo. Pero también puede advenir como una figura siniestra y mortífera si lo que prevalece es la voluntad de poder y la ambición. Y además, cualquier mujer en su papel de madre puede ocupar esos dos aspectos ambivalentes, con sus matices. Por eso, más allá de algunas ideas simplistas, a los niños les siguen interesando los cuentos donde aparecen madrastras o brujas malvadas. En los cuentos, esta dualidad materna aparece desdoblada en dos personajes distintos y con características bien diferenciadas: el hada buena y la bruja mala, la madre amorosa y la cruel madrastra. El deseo de un niño, más allá de lo que pide, es llegar a hacerse mayor, pertenecer al mundo de los adultos, que el niño vive como superiores. ¿Cuál es el cometido del protagonista de un cuento si no crecer y conseguir las metas y responsabilidades de un adulto?
Marcas de la modernidad en los relatos para niños Vivimos en una época de infantilización generalizada2 donde los libros de autoayuda y la influencia del modelo americano nos impone “el pensamiento positivo” y la idea de sacar de nuestros pensamientos lo que nos preocupa para “sentirnos mejor con nosotros mismos”, como si esto fuera posible. Es un mundo de supremacía de la imagen, vorágine en los cambios tecnológicos y consumo insaciable, la palabra sucumbe bajo la preeminencia de las actuaciones; es una época de precipitaciones en el hacer y con dificultades en pararse a escuchar. Una de las características de la modernidad es el final feliz que no encontramos ni en la mitología ni en muchos de los cuentos tradicionales en sus primeras versiones escritas. Otra característica actual es la eliminación de las tendencias agresivas y el intento de explicarlo todo: que todo tenga sentido. En realidad, eso es imposible. ¿Por qué no pueden quedar incógnitas?, ¿por qué no pueden quedar preguntas? A menudo olvidamos que los niños son pequeños, pero no “infantiles”, y que disfrutan con las historias que contienen equívocos, que incluyen malos entendidos, ambigüedades, vacilaciones e imprevistos. Características que confirman la existencia del deseo inconsciente. Y en eso los
2 J. Lacan. “Niño generalizado”. Discurso de clausura de las Jornadas sobre “La psicosis en el niño” (1967). El Analiticon 3 (1987).
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niños son expertos, ya que en ellos la represión no tiene aún el peso que en los adultos.
vir cotidiano, las experiencias son de segregación, diferencias, malestar, etc...
De manera que los textos aparentemente “completos”, lineales y políticamente correctos, acostumbran a gustar más a los adultos que a los niños. Porque, a veces, los mayores tenemos dificultades con la experiencia de la “falta”, con mostrarnos deseantes, ya que sólo podemos desear algo si nos falta.
A mi modo de ver, en la literatura se trata (más allá del apellido “infantil”) de la transmisión de la cultura, de la posibilidad de abrirse al conocimiento y hacerse nuevas preguntas. Se trata de interesarse por la lectura y de vestir con palabras el vacío de todos esos afectos que sentimos y no podemos explicar. Porque esa es la verdadera carencia, la imposibilidad de “decir” con el lenguaje. Y eso precisamente es lo que nos hace humanos.
Los niños, como los adultos, viven un desajuste entre lo que quieren y lo que desean. Porque el deseo inconsciente no corresponde nunca con lo que se quiere, y entonces aparece el displacer, en forma de negación, más allá de lo que se quiere, más allá del sentido común. Durante la infancia es necesaria la protección y la seguridad para crecer, pero no podemos negar el conflicto y la transmisión del hecho de que el dolor forma parte de la vida. El dualismo pulsional del que hablaba Freud es intrínseco al ser humano. Los relatos que intentan tachar o censurar algunos personajes o algunas actitudes en pro de la “educación de los valores” olvidan que mientras más se quiere eliminar el deseo, éste se hace más resistente. Se trata de esta doble moral maniqueísta que nos lleva a analizarlo todo e introducir a los niños en conceptos de la modernidad: integración, igualdad, ecologismo, felicidad, etc. Pero en el vi-
La responsabilidad de los “mayores” pasa también por la transmisión del patrimonio cultural, tan desvalorizado actualmente en los contenidos escolares. Sí a los relatos tradicionales Los relatos tradicionales llegan a nosotros por la tradición oral, de generación en generación, y van quedando fijados como versiones escritas, según las épocas y las culturas. Han permitido transmitir a comunidades y sociedades distintas la lengua, los hechos, las vivencias y tradiciones de cada contexto cultural. ¿Cómo enseñar a un niño que para hacerse mayor no se trata sólo de buscar la satisfacción y conseguir los caprichos? ¿Cómo podemos transmitirle que el dolor es intrínseco a la vida y que hay una responsabilidad en juego?
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La vida no es maravillosa, idílica y armónica. Por eso las tramas de los cuentos tradicionales son truculentas, con personajes malos que dan miedo. Eso permite acercar al niño a los afectos contradictorios que experimenta. Y a la vez, acostumbran a ser historias que terminan bien, para darle al niño la confianza y la seguridad que necesita en esa etapa de crecimiento y elaboración que es la infancia.
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Los cuentos tradicionales pueden ser una buena forma de transmisión de esas realidades individuales y colectivas que tienen que ver con el amor, la vida, la muerte, el destino, la responsabilidad y la sexualidad de los humanos. A través de lo simbólico de la palabra y lo imaginario de la ilustración, podemos revestir la realidad, los afectos que nos invaden y los sinsentidos que conforman la vida. Sin olvidar que no hay verdadera transmisión si no hay deseo en juego. M.C.C.
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El arte de escuchar rima con el de contar Roser Ros y Vilanova Pedagoga, narradora y escritora
¿Quién no conoce a niños y niñas empeñados en convencer a sus padres y madres de que les encanta caer en brazos del sueño arropados por el sonido de sus voces cantándoles o contándoles algún que otro retazo de literatura? Incluso de día, en casa o fuera de ella, por doquier los niños sienten, aprehenden, saben de montones de historias dispuestas a ocupar camas, interiores de salones y cocinas, de coches y otros vehículos, dispuestas a tomar por asalto sus oídos y sus mentes con la sana intención de acaparar su atención tanto durante la vigilia como en el sueño. Escuchar Lo creamos o no, el deseo de oír, las ganas de escuchar, son el verdadero motor del arte de contar cuentos. Pues sí, señores, la vida de un cuento pende del hilo de la escucha, del deseo de aquella niña que se emociona al oírlo, del anhelo de aquel niño que sueña en convertirse en el personaje de su cuento preferido. Mas para que esto ocurra es menester que alguien cuente una y otra vez, utilizando los distintos canales de la comunicación (entre ellos el oral, hecho de verbo y de gesto, de ritmo, de silencio, de cuerpo y de emoción), para hacer llegar el relato al niño, ese oyente novel que, quizás, a su vez se convierta en contador él mismo. Cuando un niño toma contacto con un cuento lo
descodifica, lo interpreta, lo interioriza. Al llegarle a los oídos con palabras pronunciadas por boca de otro, el joven receptor deduce que el relato en cuestión puede ser común a los demás. De este modo aprehende que la narración es algo personal y, a la vez, como propio del grupo, cosa que facilita al receptor sentirse miembro del grupo que forman los demás receptores del cuento. TgRa.5 | 13
Finalmente, el pequeño oyente recrea el mensaje recibido mediante la imaginación, estableciendo así una relación dialéctica muy intensa con quien cuenta, pues al compás del sonido de su voz y de cuanto escucha, va comprobando las hipótesis imaginadas a lo largo de la narración. El cuento narrado es como un puente tendido entre narrador y oyente, y en cuya construcción están comprometidos ambos. El niño oyente comunica al narrador cuánto le gusta el cuento, lo bien que se siente, cuán emocionado se halla, cómo desearía que no terminase nunca la narración; se lo dice con los ojos, con la expresión de la cara, con todo su cuerpo. Además, emite distintas señales avisando que reconoce lo oído, que se identifica con ello, y no contento con esto, se atreve a prever mediante la imaginación lo que todavía no ha sido recibido por sus oídos porque aún no le ha sido contado.
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Al narrador le compete escuchar a quien le escucha para, así informado, tratar de transmitir el relato de la mejor manera con ayuda de la voz. La voz, tan poderosa y tan frágil. La voz, intangible y sólida. La voz, ese producto de nuestra respiración, de todo nuestro cuerpo, de todo nuestro ser. Ese elemento sonoro que al iniciar su inefable “Había una vez” parece dar el pistoletazo de salida que llevará, a oyentes y a narrador, al otro lado del espejo, donde un mundo de fantasías mentales, verbales, nos está aguardando.
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Contar Cuentos para contar los hay a montones. Mas si se opta por la senda de la tradición oral, encontraremos ejemplos ilustrativos con estructuras y contenidos capaces de dar cumplido deseo a las necesidades de los oyentes como individuos, pero también como miembros de una determinada comunidad cultural. Relatos cuyos personajes y aconteceres forman parte del llamado imaginario colectivo, lugar que han conquistado tras siglos de aparecer en las listas de las narraciones más contadas y escuchadas. Cada comunidad posee una incalculable riqueza formada, entre otras muchas cosas, por los llamados cuentos populares que, al igual que el folklore de donde proceden, muestran su idoneidad para acompañar al individuo desde su nacimiento hasta su muerte. Este patrimonio inmaterial es una especie de constitución aceptada por todos los miembros, que lo tienen como un inteligente y estructurado sistema de vida, y como un pasaje de la infancia a la edad adulta.
Uno de los cuentos procedentes de la narrativa popular preferidos por los pequeños oyentes es el tantas veces contado como pedido y escuchado de Los siete cabritillos y el lobo (cuento tipo nº 123 del catálogo internacional ATU). Cuenta este relato con un lobo hambriento (figura salvaje que recuerda demasiado a Cronos) que usa toda clase de artimañas para zamparse a siete apetitosas crías (animales domésticos), confinadas en casa por la ausencia temporal de la madre. Por tres veces intenta el lobo engañar a las incautas criaturas, y al final lo consigue. Pero el más pequeño —¿astuto como lo fue Júpiter?— consigue escapar y, junto a su madre, liberar al resto de los cabritillos. Este relato sucede en dos espacios de alto contenido simbólico: el hogar (lo conocido, la paz, el sosiego) y el exterior (lo desconocido, el miedo, la inseguridad). Suscita gran interés entre los pequeños oyentes, especialmente todo cuanto acontece a un lado y al otro de la puerta. Gran simbolismo tienen también el número de veces que tarda el lobo en convencer a sus víctimas (tres) y el número de crías a las que persigue (siete). El primero es un número cualitativo (a la tercera va la vencida), el segundo es cuantitativo (siete sujetos en un mismo destino). Especial re-
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levancia tiene aquí para el pequeño oyente el ser muchos (siete) pues la cantidad hace más llevadero enfrentarse al peligro. El cuento posee, además, todos los elementos necesarios para llegar a los tiernos oídos infantiles con buen ritmo, como son los fragmentos de miedo bien dosificados, y la cancioncita que recita el lobo (en algunas versiones). Lejos de la necesidad de la protección materna, los oyentes algo mayores se interesan ahora por otros cuentos, tal como El lobo y los tres cerditos (cuento tipo nº 124 del catálogo Internacional ATU). Solos ante el peligro, los cerdos se enfrentan a la persecución (¿mobing inmobiliario?) del maldito lobo que intentará comérselos de uno en uno (y según algunas versiones lo consigue), hasta que el tercer animal doméstico se enfrentará a él y lo vence. Los escenarios de este cuento son los mismos que en el anterior, y parecido su significado: una casa donde guarecerse de la intemperie (espacio interior), el camino como lugar de la inseguridad (exterior), donde pueden aparecer todo tipo de peligros. Aquí, como en el relato anterior, ambos lados de la puerta adquieren especial protagonismo, siendo esta parte de la
casa la que recibirá los golpes del lobo feroz y detrás de la cual se protegerá el animal atacado. Tres cerdos, tres casas, tres visitas de lobo sin disfraz, a cara descubierta. Y tres pedos o soplidos contra los que las casas poco sólidas nada podrán hacer, desmoronándose. Este cuento simboliza para algunos estudiosos la historia misma de la humanidad, siendo el lobo lo desconocido y cada uno de los cerditos las distintas formas que la humanidad ha usado hasta encontrar la forma de blindarse contra toda invasión extraña. Entendido así el relato, sobra cualquiera de las versiones edulcoradas que existen por doquier en el mercado editorial. TgRa.5 | 15
Andando el tiempo, cambian los intereses, y los oyentes ya más avezados suelen enfrentarse con gusto a la audición del cuento de El medio pollito (cuento tipo nº 715 del catálogo internacional ATU), cuyo tullido protagonista se ve no sólo denostado por vecinos sino que, al emprender su aventura con la moneda de oro encontrada en un barrizal, descubre que el rey al que se fue a buscar para comprarle la hija, se dispone a esquilmarle. Ahora tiene el receptor con qué regalarse los oídos: un único protagonista (y discapacitado) supera —¡metiéndoselos en el culo!— tres obstáculos: un río, una montaña y una zorra; y desenmascara al propio rey. ¿Quién da más simbolismo...? Imaginemos ahora el proceso de narración de cualquiera de los cuentos citados, la performance. La persona que cuenta, al tiempo que usa su competencia lingüística para hacerse escuchar,
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está atenta para recibir las señales enviadas por su receptor o receptores, y mostrará sus dotes, su arte, improvisando e introduciendo las variaciones textuales que exijan las necesidades comunicativas del momento. De la interacción existente entre emisor y receptor nacerá el fin de la historia contada.
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Aunque no sólo de cuentos populares se alimenta el espíritu de los oyentes, el repertorio de los narradores y la imaginación de ambos. Permítaseme citar una breve lista de álbumes progatonizados por animales, cuya presencia en las bibliotecas públicas o privadas, en las librerías, escuelas y casas complementa de forma ideal los cuentos mencionados.
debe exprimir su inventiva para contar un cuento a cada uno de sus siete hijitos es una buena metáfora.
El topo que quería saber quién se había hecho aquello en al cabeza HOLZWARTH, W.
Ilustraciones de ERLBRUCH, W. Pontevedra: Kalandraka, 1999 Cuando alguien se caga con toda impunidad encima de la cabeza de uno, hay que intentar descubrir el autor de esa detestable acción. Y esto es lo que piensa y hace el pequeño protagonista del libro en cuestión.
Adivina cuánto de quiero Frederick
McBRATNEY, S
LIONNI, L.
Ilustraciones de JERAM, A. Madrid, Kókinos, 2005
Pontevedra: Kalandraka, 2006 Es quizás el primer roedor poeta de toda la historia de la literatura, presentado en formato álbum. Tanto el texto como las ilustraciones son, como no podía ser menos, absolutamente poéticos.
Historias de ratones
Una liebre pequeña y una liebre grande juegan a medir sus sentimientos, a lo largo, a lo ancho, arriba, abajo... El lector de la historia, perfectamente metido en el argumento y las ilustraciones, pronto se da cuenta que no hay un único ganador en este juego imposible.
LOBEL, A.
Pontevedra: Kalandraka, 2002
Sopa de piedra VAUGELADE, A.
Es un libro con mucho texto y quizás sea un poco atrevido mencionarlo en una selección de libros formato álbum. Pero quien lo conoce no duda en afirmar que sus pequeñas historias son como la guinda que adorna el pastel. El papá ratón que
Barcelona: Corimbo, 2000 Un lobo con un saco llama a la puerta de la gallina y le pide olla y lumbre para hacer una sopa de piedra. Los vecinos y amigos de la gallina no se fían
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de la bestia, pero ésta les convence para que participen en la confección del caldo que finalmente será degustado por todos. Pero —se pregunta el lector—, ¿puede uno confiar en un animal con un currículum como el del lobo? La respuesta, al final del libro.
Esta elefanta fue creada por Adela Turín, escritora e investigadora, y miembro de la asociación francesa “Du côté des filles”. Sus libros tienen un carácter deliberadamente no sexista.
Elmer MACKEE, D.
Osito
Madrid, Altea, 1998
HOLMELUND, E.
Ilustraciones de SENDAK, M. Madrid: Alfaguara, 1994 Osito tiene frío y su mamá le demuestra, con paciencia y sin prisa, que los osos poseen una piel capaz de combatir el frío más extremo. Es el cumpleaños de osito y él cree que su mamá se ha olvidado de la fecha. Todo eso y más ocurre en este libro.
El elefante Elmer nació allá por los años setenta, hijo del lápiz de David MccMcKee, en Inglaterra. Elmer se diferencia de los demás elefantes por su piel multicolor. Todo el mundo se ríe de él provocándole serios problemas, pues a él le gustaría ser igual a los demás.
Nadarín LIONNI, L.
Pontevedra: Kalandraka, 2007.
¿No duermes, osito? WADDELL, M. Ilustraciones de FIRTH, B. Madrid: Kókinos, 1994 Ir a la cama no es tan fácil como creen todos los adultos del mundo, sean humanos o animales como los osos. En este álbum lleno de ternura, protagonizado por un oso grande y un oso pequeño, no se sabe muy bien quién aprende de quién, quién enseña a quién.
Rosa Caramelo TURIN, A.
Barcelona: Lumen, 1998
Un pequeño e inexperto pez, tocado por la desgracia y la adversidad, crece en sabiduría e experiencia y llega a socorrer a sus iguales poniendo en práctica las enseñanzas de la experiencia vivida.
La historia del pequeño Bábachi BANNERMAN, H. Ilustraciones de MARCELLINO, F. Barcelona: Juventud, 1998 Para saber cómo se las compuso el pequeño Bábachi para hacer frente a cuatro feroces tigres hay que leer este libro.
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¿Qué hace un cocodrilo por la noche? KISS, K.
Ilustraciones de URBERUAGA, E. Madrid: Kókinos, 1998 Paula era una experta conocedora del mundo animal y enseguida supo que las huellas que cada mañana sus amigos y ella encontraban en el parque, eran de cocodrilo. Su valentía le permitió acercarse hasta la morada del animal, que era muy tímido y llevaba una vida solitaria. Paula le enseñó que tener amigos era algo sensacional.
El muñeco de nieve 18 | TgRa.5
BRIGGS, R.
Madrid: Altea, 1988 Aunque parezca difícil de creer, un niño y un muñeco de nieve pueden ser muy amigos. Pero es que además, pueden emprender largos viajes sobrevolando ciudades fantásticas y tierras lejanas. ¿O quizás no fue más que un sueño?
Pequeño azul, pequeño amarillo LIONNI, L.
Pontevedra: Kalandraka, 2007 Estas dos manchas de color aman y sufren como si de niños se tratara; su curiosidad es tan grande que les hace descubrir lugares ignotos, caminos nunca pisados. Un cambio de color está a punto de poner en peligro su imagen y el reconocimiento de los respectivos papás.
A modo de conclusión Escuchar historias, procedan de donde procedan, es una de las experiencias literarias más agradables que se pueden ofrecer ya desde la infancia. Y es que la narrativa oral, con su entonación, sus ritmos, sus rimas, su gestualidad, su melopea, ofrece inmejorables ocasiones para sentirse cerca de la persona que emite la palabra, para aventurarse en el errático mundo de los símbolos, para practicar la repetición como forma de adquisición de conocimiento y de memoria. Todas ellas son construcciones culturales imprescindibles a las que el niño podrá acceder con placer si tiene la fortuna de contar con un narrador cercano cuyos cuentos, relatos y narraciones le adentren en la literatura. Unos y otra comparten una misma forma de practicar el arte de la expresión verbal, consistente en dar forma poética a la mentira a través de la palabra. R.R.V.
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¿Por qué los cuentos? Paco Abril Escritor y narrador
Porque derrumban los muros de las cárceles.
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Al explicarles a un grupo de madres la campaña de fotografías y textos que estoy realizando para fomentar que se les cuenten cuentos a los niños y niñas, de inmediato se quejaron de sus ocupaciones, de sus ingratos trabajos, de la escasez de tiempo y del cansancio con el que acababan su jornada cada día. “¡Para cuentos estoy yo por las noches!”, exclamó una de ella saliéndole del alma, cual si fuera un lamento. Y otra: “Y a su padre ni comentárselo. No se le puede molestar cuando llega a casa cansado y se pone a ver los deportes en la televisión.” Me comunicaron también que sus hijos ya tenían vídeos, programas de televisión y montones de juguetes con los que entretenerse. ¿Para qué necesitaban cuentos? Los cuentos, argumentó otra, estaban bien en la época en la que no había tantos medios para distraer a los niños. Al decirles que eran tan necesarios como el comer, y aunque bien es verdad que muchas de aquellas madres creían que los cuentos eran importantes para sus hijos, no acababan de encontrar razones poderosas que les impulsaran a ofrecérselos a diario, de la misma manera que se esmeraban en procurarles los mejores alimentos. Vivimos tiempos curiosos en los que se tiende
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hacia la banalidad o hacia la mitificación, pero pocas veces hacia la racionalización. Se hace cada vez más necesario fundamentar, con la luz de la razón, por qué son necesarios los relatos. Todos los seres humanos nos mostramos a los demás como si fuésemos historias andantes, con un pasado, un presente y una expectativa, positiva o negativa, de futuro. Y los demás saben de nosotros por lo que les contamos, sea este contar con palabras o con expresiones no verbales. Aunque, y aquí se complica la comunicación, no leemos exactamente lo que nos dicen los otros, sino lo que interpretamos de lo que nos dicen. Y nos inventamos fábulas sobre los demás y sobre la realidad. Somos, en suma, cuentos de cuentos que van contando cuentos. Poseemos una conducta fabuladora que nos permite fabricar historias, pero ¿por qué lo hacemos? EL gran psicólogo Jerome Bruner trata de dar respuesta a esta pregunta argumentando que “narramos para darle sentido a nuestra vidas, para comprender lo extraño de nuestra condición humana”. Más aún: los relatos, sorpréndanse, los utilizamos como material de supervivencia. La vida se nos haría insoportable si tuviéramos en todo momento conciencia plena de nuestra situación vital. Muy consciente de esto, el escritor, Eugene O’Neill, escribió: “Los seres humanos necesitamos defendernos mediante ficciones”. Para los niños los cuentos son algo así como un mapa, un mapa afectivo que les sirve para entender el mundo y a sí mismos.
Pero son mucho más. Cada vez que una persona con fuerte vinculación afectiva con un niño se detiene a contarle un cuento, le está ofreciendo los más diversos dones. Este concepto, don, lo utilizo en el mismo sentido que aparece en los antiguos cuentos de hadas. En ellos, siempre es una donación, un regalo, pero un regalo muy especial, la mayoría de las veces de algo inmaterial. Las hadas podían otorgar a alguien, por ejemplo, bondad, valor, generosidad o prudencia. Resumiré aquí diez razones, convertidas en diez dones, más uno de propina, de por qué son necesarios los cuentos para los niños. Repárese en que he dicho necesarios. 1. El primer don que un padre o una madre le ofrecen a su hijo al contarle un cuento es el don del afecto. Por eso, en uno de los carteles de la campaña en los que aparecen niños y niñas diciendo frases en la que se resalta la importancia de los cuentos, le puse a una niña: “Los cuentos son caricias con palabras. ¿A que todos necesitamos caricias?” Por supuesto, niños y mayores, necesitamos sentirnos queridos. Podemos llegar a morir de tristeza si creemos que nadie nos quiere. Los padres que les cuentan cuentos a los niños les demuestran, en ese acto de atención hacia ellos, que los quieren, que los valoran, que los tienen en cuenta. 2. No dejará de sorprender que los cuentos, que son ficciones, inventos (mentiras, dirán algunos), otorguen el don del acercamiento a la realidad. Y nos acercan a la realidad porque las buenas his-
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torias, por muy fantásticas que sean, tratan siempre de sentimientos, de pasiones, de razones, de esperanzas, de expectativas, de asuntos que nos afectan, que nos conmueven porque estamos implicados en ellos, porque son nuestros, porque forman parte de nuestra vida. Por eso ayudan a los niños a comprender el mundo, a los demás y a sí mismos.
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3. Los cuentos proporcionan el don del acercamiento a la realidad y su contrario, al que llamaré don de la fuga. La opresión de lo cotidiano puede llegar a ser abrumadora para los niños y niñas. Escuchar un cuento les permite alejarse de ese malestar, y de las constantes normas, imposiciones, avisos, recomendaciones y recriminaciones, la mayoría de las veces sin motivo, con las que les agobiamos los adultos. 4. Consolar es aliviar la pena o aflicción de alguien. Los cuentos producen este efecto consolador, nos dan el don del consuelo. Una narradora quechua afirmaba que los cuentos se contaban para dormir el miedo, y Rudyard Kipling llegó a decir que “las palabras son la droga más poderosa usada por la humanidad”. Por eso en algunos hospitales se les relatan cuentos a los pacientes para mitigar su angustia y su desconcierto. 5. “Los cuentos me dan las palabras para explicar lo que necesito contar”, le he hecho decir a una de las niñas de la campaña. Los seres humanos, para conseguir ese extraordinario logro que es el habla, precisamos vivir inmersos en una so-
ciedad de hablantes. El ambiente lingüístico es fundamental para aprender a hablar. Y un inmejorable y rico ambiente lingüístico es el que se les regala a los niños y niñas al contarles cuentos. Los cuento les otorgan, pues, el don de la palabra. 6. Los niños y las niñas se sienten reflejados en los cuentos. A un niño le he puesto la frase: “Me veo en ellos como si me mirara en un espejo.” Otra niña dice: “Cuando me cuentan cuentos me entiendo mejor a mí misma”. La razón por la que muchos niños y niñas piden que se les repita una y otra noche el mismo cuento puede ser, precisamente, porque encuentran en ese relato identificación con sus personajes, explicación de lo que no entienden y alivio de sus temores. Este es el don de la identificación. Resulta sorprendente esto de la identificación, tan sorprendente como que apenas haya investigaciones que nos ayuden a comprender el poderoso papel que juegan en nuestras vidas, que va desde el poso o huella que nos dejan, hasta la influencia que ejercen en la construcción de nuestra personalidad. 7. Otro regalo más es el don del conocimiento. Los cuentos no sólo dan explicaciones vitales a los niños, también les suscitan todo tipo de preguntas. Las preguntas son la génesis del conocimiento, son algo así como la energía que impulsa a saber. Y me refiero aquí al concepto de conocimiento que ofrece el diccionario Clave, que lo define como “entendimiento, inteligencia y capacidad de razonar”.
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8. Pensamos con palabras y mediante palabras. Pero los cuentos no sólo nos proporcionan palabras, también nos muestran situaciones, conflictos, hechos que nos incitan a reflexionar, esto es, a conversar con uno mismo, que es como define el pensar Jorge Wagensber, y nos proporcionan, por tanto, el don del pensamiento. 9. Los niños acostumbrados a escuchar cuentos desarrollan su capacidad de atención, que es una capacidad que les va a servir tanto para disfrutar como para aprender. Nadie puede disfrutar de una película o de un relato si no presta atención a lo que ve o escucha. Otro regalo extraordinario que proporcionan los cuentos es, sin duda, el don de la atención. 10. Tampoco es menos importante el don de la
lavera en la que puede leerse: “Cada vez que construimos casas para los niños derrumbamos los muros de las cárceles”. Si prevenir es tratar de evitar un mal, los cuentos les dan a los niños y niñas afecto, capacidad para conocer la realidad, a los demás y a ellos mismos. Les ofrecen consuelo en los momentos tristes, les ayudan a pensar, fomentan su atención y su imaginación. Desarrollar estas potencialidades es una de la mejores medidas preventivas que podemos realizar para evitar, paliar o reducir los problemas que surgen por falta de afecto, de reflexión, de sentido de la justicia o de capacidad para ponerse en el lugar de los otros. TgRa.4 | 23
Por eso, fomentar que se cuenten cuentos a los niños también derrumba los muros de las cárceles.
imaginación. La imaginación no sólo no es la loca
de la casa, como tantas veces se ha dicho, sino que es una capacidad sin la cual la humanidad no habría podido salir del estado animal, ya que, como escribió Vigotski, uno de los más grandes y desconocidos renovadores de la psicología: “Todo lo que nos rodea y ha sido creado por la mano del hombre, todo el mundo de la cultura, a diferencia del mundo de la naturaleza, todo ello es producto de la imaginación y de la creación humana, basado en la imaginación”. Y los cuentos son uno de los más sofisticados productos de la imaginación humana. La propina En la entrada de un antiguo edificio de Gijón, hay una preciosa placa realizada con azulejos de Ta-
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La opinión de los bibliotecarios y bibliotecarias
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En un número dedicado al cuento y a los niños, no podía faltar el punto de vista de los bibliotecarios y bibliotecarias, quienes, en su afán por crear lectores, programan sesiones de narración para niños y niñas, sabedores de que la lectura empieza por los oídos y de que cultivar la escucha ayuda a adquirir la necesaria concentración para el disfrute de las buenas historias. Desde principios del siglo XX, Cataluña cuenta con un buen número de bibliotecas públicas que organizan la Hora del Conte (Hora del Cuento). Hoy charlamos con Pep Molist, Marta Romera y Mar Mestres bibliotecarios catalanes con una dilatada experiencia. Las entrevistas fueron realizadas por Roser Ros y Martha Escudero, respectivamente.
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Lo que opina Pep
Este bibliotecario nacido en Manlleu (Cataluña, España) en 1965, ha trabajado siempre en áreas infantiles de diversas bibliotecas públicas. El trabajo y la afición por la lectura le han llevado a trabajar en el binomio formado por libros y niños: a leer literatura para niños y jóvenes; a recomendarla, como bibliotecario y como crítico en diferentes medios de comunicación (diario El País, suplemento Presència y revista Faristol, especializada en literatura infantil y juvenil); y también a escribir. En 2003, ganó el Premi Rovelló de ensayo sobre literatura infantil y juvenil con la obra Els llibres tranquils: el curs de la vida a través de la literatura infantil (Pagés, 2004). Colaboró en el libro M'agrada llegir: Com fer els teus fills lectors (Ara llibres, 2004). Sus últimas obras infantiles son: la colección de la vaca Plis Plau (Baula, 2005), el cuento Com un mitjó (Combel, 2006) y la recopilación de poesía El llençol fantasma i altres petits tresors (Baula, 2007). En 2007 ganó el Premio Hospital Sant Joan de Déu de cuento infantil con Dos fils (La Galera, 2007) y el Premio Parcir d'Àlbum ilustrado con El senyor sol i la senyora eriçó (L'Albí, 2007). ¿Cómo contribuye la hora del cuento a afianzar el trabajo de la biblioteca?
La hora del cuento es una actividad que contribuye a afianzar el trabajo de la biblioteca en el sentido de que, primero, aporta personas, algunas de las cuales se convierten en usuarios habituales, público fiel que aprovecha aquella hora para utilizar el servicio de préstamo, siendo ésta la ocasión ideal o excusa para acudir periódicamente a la misma. TgRa.5 | 25
Un cuento bien narrado es la mejor forma de salir en busca de libros donde encontrar historias parecidas Por otro lado, conecta la oralidad con la lectura. Un cuento bien narrado es la mejor forma de salir en busca de libros donde encontrar historias parecidas. A pesar de ser una actividad colectiva y en algún momento ruidosa, la narración de cuentos en la biblioteca invita a interiorizar hábitos individuales como aprender a escuchar, a meterse en una historia, a ir a la biblioteca por tu propio pie, a leer... ¿A qué se debe que muchas bibliotecas organicen la Hora del Cuento?
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Los pequeños que acuden a las bibliotecas dependen de los adultos y acuden a la Hora del Cuento si sus mayores creen en lo que les aportará el hecho de escuchar cuentos
Los gustos de los más pequeños suelen tener que ver con el adulto que los acompaña y la negociación entre lo que atrae al niño y lo que gusta a adulto. Por sí solos, acostumbran a escoger libros de cartón, con algún elemento diferenciador, troquelado… En estas edades, el acompañante o guía tiene un papel fundamental en la selección de los libros.
Supongo que a la tradición. Esta actividad demuestra que conecta con el público, que crea hábitos —como los ya mencionados de escuchar y asistir a la biblioteca— y convierte la biblioteca en un lugar cercano y familiar. En Cataluña, al iniciarse las bibliotecas en 1920, ya se organizaron sesiones de cuentos. A diferencia de ahora, en el pasado, la Hora del Cuento era más discreta, más doméstica, pero no por eso menos importante. Solían practicarla las bibliotecarias con los usuarios más habituales. Hay que decir, sin embargo, que hasta hace poco, los menores de cinco años no podían entrar en las bibliotecas.
Los narradores inciden en esta selección si muestran las obras de donde surgen las historias que cuentan. Si sus narraciones proceden de fuentes escritas, es importante mostrarlas, incluso recomendar obras similares, sobre todo si la actividad se desarrolla en el marco de una biblioteca. Si los niños ven el objeto-cuento, la incidencia es evidente; si no, resulta más complicado.
Uno de los factores negativos —que también puede ser interpretado de forma positiva— de la actualidad es la masificación y popularización de la Hora del Cuento: se pierde así la intimidad deseada de una actividad que la requiere. Es importante pensar en la actividad como un acto íntimo, pero en pocos lugares y en pocos espacios es posible esta intimidad.
¿Acuden los niños con fidelidad a las sesiones de cuentos? Los pequeños que acuden a las bibliotecas dependen de los adultos y acuden a la Hora del Cuento si sus mayores creen en lo que les aportará el hecho de escuchar cuentos. Si las sesiones de la Hora del Cuento tienen una periodicidad, el público suele ser fiel a ella; como dije al principio, hay un público adicto que acude siempre. ¿Qué cuentos prefieren los niños?
¿Qué tipos de cuentos y de ediciones gustan más a los pequeños? ¿Cómo incide la narración de cuentos en su lectura y préstamo?
Pienso que depende mucho de la habilidad de cada narrador, y también de cómo seleccione su
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repertorio. Es muy importante que la estructura del cuento se adecúe a las edades a los que se dirigen. Lo que está claro es que un buen narrador puede contar lo que quiera y, a la vez, cautivar con sus dotes a cualquier auditorio que tenga delante.
Un buen narrador, como un buen escritor, te puede contar lo que quiera, y tú, como oyente, te sentirás cautivado
¿Cómo es la relación entre los niños y los cuentos a medida que los chicos crecen?
marcha, asistiendo a cursos, con la lectura constante del fondo que gestionamos… A medida que ves y escuchas narradores, vas conociendo diversas formas de organizar la Hora del Cuento y mejoras la forma de programar y los objetivos que te planteas.
Las personas en general no pierden la capacidad de asombro frente a la narración de un cuento, pero sí que pierden la motivación, por diversas causas. A veces, les frena el hecho de tenerse que mezclar con los más pequeños. Consideran los cuentos como patrimonio de los peques y se alejan de ellos. Pero pienso que la capacidad de interesarse no la pierde nadie. Es importante, con el tiempo, organizar Horas del Cuento dirigidas a diferentes franjas de edad, para que todo aquel con ganas de escuchar se sienta cómodo, y para mimar a los usuarios en cada estadio de su itinerario lector. Los bibliotecarios, ¿os sentís formados respecto a la oralidad? Me refiero no sólo a saber contar, sino también a discernir sobre lo que se debe programar... Nuestra formación en este sentido deja bastante que desear. Tanto en este tema como en el conocimiento de la literatura infantil, nuestra formación es bastante autodidacta. Nos vamos formando día a día, con el trabajo cotidiano, sobre la
Hay que conocer a los narradores, es necesario ver y seguir a cuantos más mejor, dialogar personalmente con ellos, y también con otros bibliotecarios que organizan actividades parecidas. ¿Qué aspectos habría que tener en cuenta a la hora de organizar las sesiones de cuentacuentos? A la hora de organizar la Hora del Cuento, las bibliotecas estamos determinadas por el espacio en que nos movemos. Para mí, lo ideal sería un espacio no excesivamente grande, para cien personas como máximo. Que sea lo más versátil posible y, a poder ser, que se pueda cerrar para controlar las entradas y salidas, con una separación física clara entre el narrador y el público. Está bien que los más pequeños se sienten en cojines, pero para mí, lo más importante es que los adultos acompañantes estén siempre al lado de los niños, por si surge cualquier problema.
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Una de las recomendaciones que hacemos habitualmente es que escuchar cuentos es un hábito que se aprende poco a poco. No es una obligación aguantar toda la sesión al precio que sea. También debe haber alguien que esté al tanto de lo que se pueda necesitar en cada momento y del desarrollo de la sesión. ¿Qué se valora de un narrador oral?
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Como en todas las representaciones artísticas, se valora la personalidad, lo original y diferente que aporta cada narrador. En cuanto a los aspectos concretos: la voz y su dominio, la capacidad para conectar con el oyente y guiarlo por donde él desea a través de recursos diversos — repeticiones, entonaciones, gestos, miradas...—. Un buen narrador, como un buen escritor, te puede contar lo que quiera, y tú, como oyente, te sentirás cautivado. Es importante que el lenguaje sea, como mínimo, correcto —cosa que no siempre se cumple—, rico y enriquecedor; también es esencial que domine los recursos para manejar al público infantil, y a un auditorio numeroso. Sin embargo, no hay que olvidar, cosa que siempre recuerdo, que el narrador no es un mago, y que los programadores —bibliotecarios y otras especies— debemos poner el marco en el cual el narrador pueda hacer su trabajo cómodamente y cautivar a los oyentes. Lo que no se puede hacer es abandonar al narrador ante el público y que él tenga que ocuparse de todo
Pep Molist e hija
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Lo que opinan Marta y Mar
• El món dels tovets para incentivar la lectura a niños de 2 a 4 años. • Mots en joc talleres en los que se trabaja un tema a
Hablamos con Marta Romera y Mar Mestres, directora
través de manualidades para niños a partir de 3 años
y encargada de la sección infantil, respectivamente, de
• Sac de rondalles que sería parecida a la hora del
la Biblioteca Juan Marsé del barrio de El Carmel en
cuento y en la que la oralidad tiene el máximo protago-
Barcelona.
nismo, para niños de 3 a 9 años. • Petit format narraciones en las que se combina la
¿En la biblioteca se realiza la “hora del cuento”?
oralidad con una dramatización y el soporte de obje-
Marta: Es habitual en las bibliotecas de Barcelona
¿Qué puede aportar una sesión de narración oral en el ámbito de una biblioteca?
ofrecer un amplio abanico de actividades infantiles en
tos y música, pensadas para niños a partir de 3 años.
las que la hora del cuento está incluida. Además de esto, apostamos por otro tipo de actividades participati-
Marta: Es la manera más eficaz y sencilla de entrar en
vas como talleres, lecturas en voz alta y actividades pa-
el mundo de los libros y de incentivar la lectura. Y más
ra ir formando y creando el hábito lector entre los
si el narrador, además de contar el cuento, aprovecha
niños.
la ocasión para presentar otros libros. Y por otro lado es valioso por el hecho de recuperar la escucha y el
Mar: En general en las bibliotecas de Barcelona las
tiempo que se requiere para ello.
actividades dirigidas al público infantil se recogen bajo el nombre genérico Lletra petita. Se engloban bajo es-
Mar: Muchos niños vienen y “consumen” un libro, lo
te título diversas actividades, que toman formatos di-
miran rápidamente y enseguida lo dejan, sin pararse a
versos, dirigidas a públicos de distintas edades en las
leerlo o mirarlo en profundidad. Escuchar un cuento
que se ofrecen diversas maneras de acercar a los ni-
es un buen momento para estar atento, en calma y dis-
ños a la lectura, a la música, a las tradiciones, etc, por
frutar de la narración. Pero habituarles es cosa de
ejemplo destacamos:
tiempo y es más fácil si están acostumbrados a escuchar cuentos en casa.
• Aperitius musicals para aproximarlos a la música. Pa-
Es gratificante poder leer un cuento, comprenderlo,
ra niños de 1 a 4 años
disfrutarlo y hacerlo propio, pero también es importan-
• Cau dels somnis, con el formato de un club de lectura
te saber escucharlo e imaginarte lo que te cuentan.
se introduce a la lectura crítica de diversas tipologías de libros (álbumes ilustrados, narrativa, etc) a través
¿Creen que escuchar cuentos anima a leer?
de actividades como lecturas en voz alta, juegos con textos, etc. Para niños de 7 a 10 años
Marta: Sin duda. Y más si se une el cuento narrado
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con los libros. Si el narrador llega a conectar con el ni-
hablar con los responsables de el área infantil y pactar
ño, en un porcentaje alto ese niño buscará en los libros
una duración adecuada a las necesidades de los niños.
lo que escuchó a través del narrador. Puede ser que tarde, no es automático, pero con el tiempo, es casi se-
¿Y el espacio ideal, cual sería?
guro.
Marta: Integrado a la biblioteca y ligado al área infan-
...seria bueno que el narrador pudiera conoce un poco la biblioteca y su funcionamiento antes de la sessión
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til, rodeado de libros con todos los recursos cerca del narrador.
¿Y los ruidos y las molestias que puedas causar a los otros usuarios de la sala y las que ellos te puedan causar a ti?
Mar: y más con los pequeños que aun no leen. Y es a
Marta: El ideal sería que se pudiera integrar y enton-
través del narrador que entran en el mundo de los
ces, desde la biblioteca, avisar a los usuarios de que,
cuentos. Es una buena vía para llegar al libro.
en determinado momento, se realizará esa actividad. Tal y como funcionan las bibliotecas en las que se
Formulando deseos ¿Cómo sería un “hora del cuento” ideal? Comencemos por la duración:
acepta un cierto nivel de ruido creo que no ha de ser molesto. Hacerlo fuera del área infantil sería poco adecuado por la desvinculación entre libros y cuentos.
Mar: Varía según la propuesta, en general una hora se
Mar: Y grupos reducidos, mejor que horas del cuento
hace excesiva según el público. Creo que lo idóneo es-
masificadas. Yo creo que se pierde la sensación de
tá en cuarenta y cinco o cincuenta minuto, incluso a ve-
cercanía con el narrador. Ha de ser algo más próximo,
ces con 35 minutos ya hay suficiente, depende de los
lo ideal sería un grupo de 20 ó 25 niños.
niños y a veces de la propuesta. No siempre cuarenta minutos son mejor que treinta.
Y sobre el narrador ¿qué podemos pedir?
Sobre todo cuando estas con niños pequeños a los que la atención les puede durar dos cuentos, pero ya
Marta: Hablando de ideales, sería bueno que el na-
no le da para tres.
rrador pudiera conocer un poco la biblioteca y su funcionamiento antes de la sesión. Cuáles son los puntos
¿Y cuando desde la biblioteca se marca que la sesión debe durar una hora?
fuertes, cuál es el fondo, la trayectoria de la biblioteca, el tipo de usuario, qué interesa a la biblioteca que se difunda más. El narrador puede traer el repertorio que
Marta: Es cierto que eso pasa, pero la propuesta es
quiera pero también cuenta la versatilidad de hacerlo
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¿Para contar en una biblioteca se deben utilizar los libros?
O sea que el narrador tiene que saber adaptase al público, escoger el repertorio más adecuado, saber cuando el público esta cansado para acabar o seguir adelante, ponerse en contacto previo con la biblioteca...
Mar: no necesariamente, pero si sabemos qué tema
Marta: Ha de ser un profesional y hay cosas que ya
se tratará o que tipo de cuentos se contarán podemos
las hace. El narrador sabe cuándo la sesión esta ha-
preparar una exposición de libros relacionados. No
ciéndose pesada al mirar a su público. Como profe-
hace falta que los cuentos que se cuenten estén en un
sional es inherente a su trabajo escuchar al público
libro, pero se puede aprovechar para invitar a los oyen-
que tiene. Por otra parte el narrador debe tener sufi-
tes a conocer y consultar aquellos libros relacionados.
ciente flexibilidad como para cambiar los cuentos en
ligar con las necesidades de la biblioteca. En resumen que el narrador nos conociera.
el último momento dependiendo del público que final-
Sigamos con ese narrador “ideal”
mente asiste a la sesión. La conclusión es que el narrador ha de ir a la biblioteca a hacer su trabajo de la
Mar: El narrador ideal sería el que escuchara muy bien
mejor manera, y de la forma en la que él se sienta más
al público, para ir eligiendo el cuento más adecuado y
a gusto y más cómodo, si no la narración no puede ir
saber en qué momento acabar. Yo creo que es mejor
bien.
que sea corto y que te deje con ganas de volver.
Mar Mestres y Marta Romera
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Mar: El narrador se integra y se hace con el público,
sección. Creo que es un paso importante establecer
dependerá de cada narrador y su sensibilidad para
espacios de comunicación donde poder expresar te-
adaptarse mejor.
mas comunes que afectan a los profesionales.
Y para que esta hora del cuento funcionase ¿que haría una biblioteca o bibliotecaria ideal? Marta: de entrada, trabajo previo: exposición de libros, guías de lectura y además recursos web sobre el o los temas de la sesión. Y, claro está, la biblioteca debe tener el espacio idóneo, la sala preparada, la luz adecuada. 32 | TgRa.5
Marta: y la bibliotecaria ideal ha de ser flexible para escuchar las demandas del narrador cuando, por ejemplo, el espacio que se había preparado no resulta cómodo por cualquier razón, ruido, sol, etc. y procurar, siempre que el espacio lo permita, que el narrador se sienta cómodo.
Pensando en el bibliotecario ideal, apostaria por la especialización en áreas infantiles Mar: tiene que existir esta flexibilidad y sobre todo creer en el trabajo del narrador.
Marta: y pensando en el bibliotecario ideal, apostaría por la especialización en áreas infantiles. De hecho en el seno de las Bibliotecas de Barcelona se ha creado un grupo de trabajo recientemente en el cual los responsables del área infantil se reúnen periódicamente para debatir temas que afectan a la gestión de esta
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Encuentro con Dominique de Cacqueray de l’Associació Llibre Obert Laia Altarriba periodista
Esta entidad trabaja para poner en contacto a los niños europeos con los de otros lugares del mundo a partir de los cuentos. De momento, la experiencia ya se ha transformado en dos álbumes ilustrados: uno centrado en el pueblo de Dodji, en el país africano de Togo, y el otro centrado en el pueblo brasileño de Porto de Tras.
El cuento que se cuenta ha sido elaborado por los niños de los pueblos visitados, después de realizar talleres impulsados por los responsables de Llibre Obert. Y también las ilustraciones han sido realizadas por niños y niñas de Togo y Brasil. La propuesta ha sido bien recibida en nuestro país. Y no sólo porque los lectores catalanes se hayan interesado en ella, sino porque ha generado otras iniciativas en diversas poblaciones. ¿Por qué impulsasteis el proyecto Llibre Obert? Lo iniciamos quince personas en Cataluña, somos gente diversa: profesores universitarios, grafistas, arquitectos, un publicista... La idea inicial era constituir “La ilustración sin fronteras”, pero tras madurarlo, al final creamos Llibre Obert, que es un concepto de asociación más abierto, más amplio. Vuestro trabajo se centra en la elaboración de cuentos en los que niños de otros lugares cuentan un cuento y lo dibujan. ¿Cuál es el objetivo? El objetivo es doble. Por un lado, cada libro está pensado para hacer de puente entre la gente de
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Mientras estamos en el pueblo elaborando con los niños la historia que acabará siendo el cuento, hacemos un sondeo para saber qué necesidades tiene el pueblo allá y la de aquí, de Europa (Cataluña y Francia, que es donde los editamos). Y por otro lado, el dinero que recogemos con la venta de los libros sirve para hacer un proyecto en el pueblo. 34 | TgRa.5
¿Cuánto tiempo permanecéis en el pueblo para elaborar el cuento? Varias semanas. Para aprovecharlo al máximo, antes preparamos muy bien la visita con la asociación local, de forma que sea lo más provechosa posible. Y si alguien compra uno de los libros, ¿qué se va a encontrar? Lógicamente, el cuento y los dibujos que han realizado los niños del pueblo visitado. También una breve explicación del lugar donde se sitúa el cuento y una fotografía de cada uno de los autores del texto y de las ilustraciones (que son los niños). Además, el libro incorpora un DVD. Puesto que la idea es acercar el pueblo que visitamos a la gente de aquí, el DVD cuenta cómo viven, comen y se divierten, qué actividades hacen, y también por qué lloran.
El cuento está escrito en catalán, pero al final también se reproduce en su propia lengua: el togo en un caso y el brasileño en el otro. ¿Cuántos ejemplares habéis editado de cada uno? Del de Togo, mil en catalán y mil en francés. Y la misma cantidad, pero en catalán y castellano, para el cuento de Brasil. Has comentado que el dinero que recogéis sirve para apoyar una iniciativa. ¿Cómo escogéis el proyecto en el que invertís el dinero? Mientras estamos en el pueblo elaborando con los niños la historia que acabará siendo el cuento, hacemos un sondeo para saber qué necesidades tiene el pueblo, qué les gustaría hacer con el dinero que recogemos de la venta de los libros. Por ejemplo, en Togo, acordamos con ellos que ayudaríamos a construir un aula para la escuela. Estamos muy contentos porque ya ha sido construida. ¿Cómo contactasteis con el primer pueblo, el de Togo? Mi sobrina hizo un trabajo para la Facultad de Geografía, y había ido a Togo a un campo de trabajo. Nos propuso el pueblo de Dodji para hacer el primer libro. ¿Qué diferencias habéis encontrado entre el
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pueblo africano y el brasileño con los que habéis trabajado? En el pueblo africano hablaban más abiertamente que en el brasileño, porque los habitantes de Porto de Trás son descendientes de esclavos y se avergonzaban un poco de su cultura original, no se sentían bien al contárnosla.
asociación del pueblo, que es la nos ayuda cuando realizamos la visita, y es en este aspecto en el que estamos trabajando. L.A.
¿Qué recibimiento han tenido aquí los cuentos? Muy bueno. Mucha gente se ha interesado por el proyecto. Por ejemplo, en Corbera d'Ebre conocieron la iniciativa y el caso de una niña de Togo que estaba enferma y asumieron los costos de la operación. Como también hay gente de Francia en el proyecto, una escuela de Bretaña decidió colaborar también haciéndose cargo del coste de unas semillas para ayudar a los habitantes de Togo, ya que el pueblo había padecido sequía en 2005 y se quedó sin cosecha ni semillas. En otro pueblo francés, los niños de una escuela inventaron un cuento. Son diversas iniciativas que han nacido a partir de la nuestra y nos hacen muy felices. De momento vuestra tarea ya ha dado como fruto dos libros. ¿Tenéis más proyectos? Sí. Ahora estamos pendientes de realizar otro en el Nepal, donde tenemos contacto con un orfanato de Katmandú. Queríamos hacer otro en Marruecos, pero no hemos encontrado un enlace fiable. Nosotros siempre trabajamos con una
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El gros bec de l’ocell caçador Ilustraciones de niños y niñas de Dodji Barcelona: Libre obert, 2004
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Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros Fiesta de los y las narradoras vascas Joxemari Carrere Narrador
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El narrador anuncia en lo alto de un pretil situado en la Plaza del Ayuntamiento el comienzo de la Fiesta del Cuento. En la plaza, una amalgama de gentes. Narradores y narradoras venidas desde distintos puntos de Euskal Herria, habitantes del pueblo, asistentes a una boda, visitantes de otros lugares, ávidos de historias dichas. En un lado, una pequeña taberna provisional montada en contra del Tren de Alta Velocidad. Estamos en Aramaio y ha comenzado la Segunda Fiesta de los Narradores y Narradoras de Euskal Herria. Una hora antes, en la sala capitular del Ayuntamiento, se presentó una recopilación de cuentos realizada entre habitantes de este pequeño pueblo alavés, localizado en las faldas del monte Anboto, residencia ancestral de Mari, el personaje mitológico más importante del imaginario vasco. Pero todo comenzó hace un año. Como muchos otros en el mundo, los narradores y narradoras de Euskal Herria deciden poner en marcha una dinámica de relación y mutuo conocimiento para, por una parte, saber quién es quién en el mundo de la narración vasca y, por otro lado, iniciar una serie de actividades encaminadas a dar a conocer y dinamizar la narración oral en tierras vascas. En este mundo de la pala-
bra, entre gentes palabreras, hacer que el verbo se haga carne (y quedarse como Dios), es harto difícil; aun así surge la primera gran propuesta: organizar una fiesta del cuento. Se lleva a cabo en Getxo el año 2006. Durante un fin de semana, distintos narradores y narradoras llevan la palabra dicha sabiendo que el nombre es aquello que se nombra. La carpa de la plaza, un pub y un pequeño teatro descubrieron a lo largo del fin de se-
En las piedras de las calles, de los edificios, de las mentes sólo queda la resonancia de voces que contaban, que descubrían que todo lo que se cuenta existe mana una riqueza y pluralidad narrativa única a quien se acercó por el lugar. Y tan bonito quedó que, bajo ese emprendedor espíritu vasco resumido en la popular expresión “¡A qué no hay güevos para montar otra fiesta!”, se decidió llamar tanto a narradores y narradoras como al resto de la humanidad para el año siguiente a la “¡Segunda Fiesta de los Narradores-as de Euskal Herria!”. Desde la plaza, acompañados por músicos del
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pueblo, los narradores y narradoras se distribuyen por distintos rincones de la localidad. El bar de la plaza está copado por los celebrantes de la boda y los dos narradores no tienen duda sobre el camino que tomarán los cuentos. A continuación, el recorrido cuentero-tabernero seguirá su curso. Algunas personas son “atrapadas” en mitad de la calle por alguna narradora que discretamente les lleva a un rincón donde les contará una historia que ocurrió. Al lado del pequeño riachuelo, un rincón. En el rincón, un narrador recibe personalmente a quien quiere saber lo que de
verdad fue. En aquella piedra de molino convertida en mesa descubren el después de lo que pasó, y la gente hace cola para descubrirse en lo que será habiendo sido. Y transcurre la mañana y llega la tarde. Una tarde donde hay distintos lugares, bellos, recogidos. Y allí resuenan las palabras. Y pasa la tarde y anochece. En las piedras de las calles, de los edificios, de las mentes sólo queda la resonancia de voces que contaban, que descubrían que todo lo que se cuenta existe y quien no lo crea no es sino una persona ignorante que no sabe nada de los hechos extraordinarios que ocurren en el mundo. TgRa.5 | 37
Alguien pregunta: “¿Tuvo la palabra las condiciones necesarias para mostrarse en toda su plenitud?”. “Las cervezas estaban frescas” —responde el narrador desde la barra, ocupado todavía en encontrar la puerta de salida, perdido en los meandros de la última historia. Y en el país de los caminos sin salida; de los túneles sin luz al final; de los interminables debates; de las palabras huecas; de los sinsentidos; del ir y contarlo, se pide la voz y la palabra. Se sirve una ronda de opiniones. Se cocinan las ideas. Se intercambian recetas. Se piensa en el postre. Y cuando llega el pacharán, alguien (el perdido en la taberna, quizás) alza la voz: “¿A que no hay güevos para montar la tercera?”. X.C.
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Algunas historias de duendes en Andalucía Juan Ignacio Pérez asociacionlitoral@hotmail.com
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Los duendecitos son la gente más hacendosa y servicial que puede hallarse; como la criada les tenga contentos, espuman la olla, cuecen las verduras, friegan, barren y acallan al niño. Luego que amanece huyen, cada cual por su lado... Alegres, juguetones, serviciales y un poco golosos, amigos de pegar chascos, pero muy hombrecitos de bien. Francisco de Goya
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No todo el mundo tiene la misma opinión sobre estos seres de fábula que, según cuentan, se atrevían a dejarse ver ante los humanos en algunas ocasiones, como si no les bastara con vivir a sus anchas en el vasto mundo de lo fantástico o sobrenatural.
Confundidos muchas veces con almas en pena (espantos, aparecidos, fantasmas...) o con entidades diabólicas (clara influencia cristiana sobre unas creencias más antiguas), en el sur de la Península, además, se han visto relegados a la sombra a fuerza de compartir nombre con ese singular encanto o habilidad que una persona manifiesta al interpretar o crear en el mundo del arte, especialmente dentro de lo que se llama arte flamenco. De ahí que casi nadie manifieste en público su interés por estos seres y que cueste tanto recoger relatos heredados o testimonios sobre su existencia. Pero, a fuerza de insistir en la búsqueda y como ocurre con las brujas gallegas, podemos confirmar que hubo duendes en Andalucía y que dejaron su pequeño pero imborrable rastro. Como sus parientes de zonas cercanas, habitaron en viejos caserones, molinos, cortijos y otros edificios de febril actividad humana, convirtiéndose en los dueños del lugar (en honor a la etimología
de la palabra duende), y sus travesuras acabaron siendo tan familiares como los nombres con que fueron bautizados: Martines, Periquillos, Martinicos o ratones coloraos. Lanzar piedras, sobre todo a los caminantes, amarrar los rabos de los animales, derribar o cambiar de sitio los utensilios cotidianos, apagar las luces de una casa, acompañar a los propietarios en sus mudanzas y aparecerse como un animal doméstico o como una culebra, son algunas de las trastadas que atormentaron a los pacientes humanos que tuvieron la ocasión de convivir con estos personajes. Conozcamos algunos relatos sobre su presencia tridimensional recogidos en Andalucía en los dos últimos siglos. J.L.P.
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La gallina duende Fernán Caballero
Una mujer vio entrar en su corral una hermosa gallina negra, la que a poco puso un huevo que parecía de pava, y más blanco que la cal. Estaba la mujer loca con su gallina, que todos los días ponía un hermosísimo huevo. Pero hubo de acabársele la overa, y la gallina dejó de poner, y su ama se incomodó tanto que dejó de darle trigo, diciendo: 40| TgRa.4
—Gallina que no pone, trigo no come. A lo que la gallina, abriendo horrorosamente el pico, contestó: —Poner huevo y no comer trigo, eso no es conmigo. Y abriendo las alas, dio un voleteo, se salió por la ventana y desapareció, por lo que la mujer se cercioró que la tal gallina era un duende, que se fue sentido por la avaricia de la dueña.
Comentario De nuestra principal zona de estudio tenemos algunos testimonios que ponen en contacto el cuento o la leyenda con la vida cotidiana: “Si se te hacía de noche y estabas sola, te salía una gallina clueca con los pollitos detrás”. “Yo lavé la lana de mi colchón cuando me fui a casar, una por una, allí en el charco hincada de rodillas. Cuando íbamos a la Mesta a lavar y nos cogía la noche lavando, decían que salían gallinas. Salía la gallina y después, de pronto, desaparecía. Cuando yo me quedaba más tarde y se iban las demás señoras, me decían: No te quedes tarde mucho por ahí, que sale una gallina clueca con los pollitos detrás. A mí no me salió nunca”. (Contado por Paca González Pomares en Tarifa, Cádiz, a Beatriz Díaz). “Yo lo vi de día, por encima de mi casa. Eso quiere decir que hay un tesoro. Vi la gallina con los pollitos detrás y le dije a mi hermano: ¡Mira, Marcos, mira, Marcos, la gallina...!. La gallina se quitó de en medio y mi hermano Marcos jamás la vio”. (Contado por Francisca García Fernández en El Pedregoso, Tarifa, Cádiz, a Beatriz Díaz).
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El duende de la sartén versión 1 (Contado por Antonio Serra Mestanza en Alhaurín de la Torre, Málaga, a José Luis Martín)
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Érase una vez una familia que vivía en el campo, y en la casa había un duende que les hacía toda clase de fechorías, unas veces cambiaba las cosas de sitio, otras escondía las cosas que más necesitaban, otras se comía la comida que tenían guardada para el día siguiente o la derramaba por el suelo, así un día y otro y otro, ya no podían vivir, y entonces pensaron dejar la casa e irse a vivir al pueblo. Así lo hicieron, y al día siguiente cargaron los muebles y demás enseres en un carro y partieron hacia el pueblo, cuando ya por la mitad del camino se dieron cuenta de que les faltaba la sartén. El marido le dijo a la mujer: —¡Llégate, mujer, por la sartén!
versión 2 (Contado por Candelaria Ibáñez en Tarifa, Cádiz, a Ana María Martínez y Juan Ignacio Pérez)
Era una familia de por aquí que se tuvo que mudar de casa porque continuamente echaban de menos cosas. Cuando iban a echar mano de algo se encontraban el sitio vacío. Y eso, una vez y otra vez, te hace pensar que alguien te está robando o que pasa algo raro. Cargaron los muebles en un carro que tenían y tiraron camino adelante, pero cuando llegaron a la casa nueva, dice el padre:
Entonces, antes de que la mujer fuera a por ella, escucharon una voz que decía:
—Anda, se nos ha olvidado el perol.
—¡No preocuparos, la sartén la llevo yo!
Y desde el carro salió un hombrecillo y le dijo:
Era el duende. El matrimonio pensó que si el duende iba con ellos no merecía la pena mudarse, así que se volvieron otra vez a la casa del campo. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
—Por el perol no preocuparse, que lo he traído yo. Y era el duende el que le había estado quitando las cosas y encima se lo habían traído a la casa nueva.
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Comentario En otras versiones, la frase del duende es: ¡Ya estamos tós!, expresión que suele utilizarse en el lenguaje coloquial andaluz cuando alguien se incorpora a un grupo de forma inesperada, sin haber sido invitado. Aurelio Espinosa (hijo) recogió también este cuento en Peñaranda de Duero (Burgos), en 1936, con unos cedazos como objetos olvidados.
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Entre chivos, niños, duendes y espantos versión 1
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(Contado por José Álvarez Martín en Coín,
(Contado por Estefanía Gálvez en Alcaucín,
Málaga, a Ana María Gómez)
Málaga, a Carmen Palma)
Hace muchos años iba un hombre en su mula por los callejones de Coín que llevan al cementerio, que eran acantilados de piedra de cantera con cuevas y ramas de higueras, y allí se encontró un chivo.
Hace muchos, muchos años, cuando las casas no tenían más luz que la del candil, un cabrero venía una noche de encerrar sus cabras allá por la zona de Garrillos. Encontró un cabritillo chico al borde del camino berreando y, muy asustado, lo cogió para llevarlo a su casa y protegerlo. Lo cargó a cuestas y al poco rato notó que pesaba más, cada vez más. Ya no tenía fuerzas y llegando al cementerio lo quiso bajar y vio asustado que era un espanto. Lo soltó rápidamente y el espanto, enseñando unos enormes dientes y cuernos, le dijo con un enorme vozarrón:
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Pensando en la suerte que había tenido, el hombre montó al chivo a lomos de la mula y siguió su camino, cuando de pronto, en el silencio de la oscura noche, escuchó un ruido (¡Gra, gra!) como de algo que se arrastrara por el suelo. En ese momento el hombre se giró para ver de dónde provenía ese ruido tan cercano y vio todo aterrorizado que al chivo le habían crecido las patas y las arrastraba por el suelo y que, además, tenía los ojos rojos, ensangrentados. A la mañana siguiente se encontraron los huesos del hombre con un chivito al lado. Desde entonces y hasta los años setenta, en el parque de Coín, enfrente del cementerio, los chiquillos se reunían y apostaban a ver quién era el valiente que iba por los callejones en la oscura noche hasta el cementerio y, una vez allí, encendía un mixto para demostrar que había llegado.
—Martín, ¿tenía tu padre los dientes así? Y dando un gran brinco desapareció.
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versión 3 (Contado por Candelaria Ibáñez en Tarifa, Cádiz, a Ana María Martínez y Juan Ignacio Pérez)
De Tarifa para arriba, en un sitio que le dicen La Molinilla, está el Molino del Duende. Allí siempre se ha dicho que vive un duende. Dicen que una noche venía un hombre para arriba montado en un mulo y se cruzó con un chiquillo, y le dijo: —¿Dónde vas, chiquillo? —Ahí voy p’arriba. —Anda, móntate. Al ratito sintió unas palmas muy altas y, al mirar para atrás, vio que al chiquillo le estaban arrastrando las piernas. El hombre, sin pensárselo dos veces, hizo así y lo tiró. Y es que no era un niño, era el duende, que se volvía todo lo que quería.
Comentario Mª Luz, una vecina de nuestra última informante, da fe del relato que acabamos de contar: “Eso me lo contaba a mí mi abuelo y decía que le había pasado a él. Él decía que no era un chiquillo al que montó, que era un hombre y que cuando lo montó en el caballo no podía de lo que pesaba. Entonces le dio por mirar para atrás y vio cómo las piernas le iban arrastrando por el suelo”. Lo dicho: haberlos, haylos. No en vano, cuando se pierde o se trastoca algo, en estas tierras del sur se suele escuchar a menudo: “Aquí hay duendes, por la gloria de mi madre que aquí hay duendes”.
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El duendecillo fraile Fernán Caballero
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Había una vez tres hermanitas que se mantenían amasando de noche una faneguita de harina. Un día se levantaron de madrugada para hacer su faena y se la hallaron hecha y los panes prontos para meterlos en el horno, y así sucedió por muchos días. Queriendo averiguar quién era el que tal favor les hacía, se escondieron una noche, y vieron a un duende muy chiquito, vestido de fraile, con unos hábitos muy viejos y rotos. Agradecidas, le hicieron unos nuevos, que colgaron en la cocina. Vino el duende y se los puso, y en seguida se fue diciendo: Frailecito con hábitos nuevos ni quiere amasar ni ser panadero. Esto prueba, niños míos, que como el duendecito hay muchos, que son complacientes y oficiosos hasta que logran un beneficio, y que una vez recibido, no se vuelven a acordar de quien se lo hizo.
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Unos cuantos textos escritos de esos que muy bien pueden narrarse en alta voz
Luis Arizaleta equipo fira
“Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aún la administración de su hacienda”. “Don Quijote de la Mancha”, Miguel de Cervantes (1605)
“Eso es lo que somos todos, aficionados. En nuestra corta vida no tenemos tiempo para otra cosa.” “Candilejas”, Charles Chaplin (1952) Un artículo me pide hacer su directora y a la tarea me entrego aficionado, con ánimo dispuesto, determinado a colaborar con la revista Tantagora.
En esta mi segunda oportunidad de colaborar con Tantágora, publicación que vincula interpretación oral y escritura, hablaré de unos cuantos títulos editados en castellano a lo largo de los últimos años, susceptibles de crear afición, es decir, capaces de invitar al encuentro satisfactorio con los textos, condición sine qua non para avanzar por los terrenos de la educación literaria. Hablaré como aficionado a la (buena) literatura publicada en colecciones para niños y jóvenes, esa que también podemos disfrutar los adultos, sobre diez libros cuya presencia física en las bibliotecas del aula, del centro escolar o pública de la localidad será ocasión para la reminiscencia, la resonancia de aquella sesión de narración celebrada horas, días, semanas o meses atrás durante La hora del Cuento o en el contexto de un programa municipal de Animación a la Lectura en colegios e institutos1 , dentro de la Semana de la Oralidad de un centro cívico o como parte del cartel trimestral de un teatro público.
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Varios rasgos conectan los títulos que, a continuación, serán presentados:
—Se trata de literatura de calidad, escrita con lenguaje directo o evocador pero siempre connotativo, en diferentes registros narrativos (encadenamientos, cuentos de tradición oral, relatos realistas), y de variada temática: historias de vida, de iniciación, de enigma y metafóricas. —Son álbumes ilustrados, es decir, textos que proponen a los lectores una comunicación a través de la transacción con la escritura y la interpretación visual del argumento en satisfactorio maridaje. —Son libros escritos y dibujados por autores adultos que tienen en cuenta los intereses y competencias de sus potenciales lectores (niños y niñas de menos de 12 años), unos autores cuya literatura expresa imágenes positivas de la infancia, cuyos textos se construyen desde la empatía con esa época de la vida donde todo es, aún, misterio y que, por lo tanto, demanda literatura, ficción significativa, ficción interpretable como nexo con el mundo y para el esclarecimiento de uno mismo.
—Son narraciones muy adecuadas, desde mi punto de vista, para la interpretación oral, en voz alta, en comunidad, con las imágenes a la vista de quienes escuchan, por la sonoridad y el ritmo de las palabras, por la síntesis gráfica de las imágenes, por el crescendo de la secuencia argumental. Hablaré de ellos en orden ascendente según la edad de sus potenciales lectores recordando, no obstante, que la literatura de calidad no tiene una única edad, que la lectura en voz alta facilita la recepción por parte de personas que no hubieran podido acceder a esos textos por falta de competencia; y que hombres y mujeres capaces de apreciar la novela gráfica, el cómic y los relatos ilustrados bien pueden interpretar estos libros a solas y en silencio, y disfrutarlos como Robert Louis Stevenson aquellas tardes junto al fuego2 .
1 Como los que diseña y desarrolla fira, la sociedad en la que trabajo, y sobre los que se puede encontrar información en: www.vamosaleerpamplona.com 2 “Jardín de versos para niños”, Hiperión, 2004.
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Un viaje en tren Ricardo Alcántara y Chiara Carrer
León: Everest, 1996 Encadenamiento de imágenes —gráficas y mentales— con sólo dos palabras escritas por cada doble página. Uno de esos libros donde todo el relato verbal lo pone quien cuenta. Habla con humor de sentimientos, en una secuencia cuasicinematográfica, de elipsis en elipsis, con colores planos y sencillez de trazo que resaltan el dinamismo de la acción. Muy logrado el punto de vista en la mirada del niño: altura de los ojos, focalización parcial, ángulo de visión, etc.
¿Dónde está mi oso? Ian Whybrow y Russel Ayto 50 | TgRa.5
Madrid: SM, 1998 Segundo encadenamiento, pero esta vez por agregación de especies —animales en una granja— que se van sumando al protagonista, Luis, en pos del descubrimiento de un enigma nocturno. El relato habla de ética, de esos prejuicios que llevan a valoraciones equivocadas y de la conveniencia de escuchar antes de adoptar decisiones. Línea clara y onomatopeyas al servicio de la acción nocturna y sumatoria.
Yo no he sido Christian Voltz
Pontevedra: Kalandraka, 2003 Tercer encadenamiento, éste de carácter ambiental: un personaje lleva a otro y el otro al siguiente, y así hasta regresar al primero y cerrar el círculo narrativo, evidenciando ante el lector el modo en el que funcionan los ecosistemas y los sistemas humanos, retroalimentándose en una incesante búsqueda de equilibrio. Collage, rugosidades y reutilización de materiales para crear un cuadro de protagonistas con personalidad, emociones y voz propia.
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De puntillas Antonia Ródenas y Rafael Vivas
Madrid: Anaya, 2001 Relato sobre la vida interior, la época inicial de formación de la identidad y sus emociones características: apego, búsqueda de autonomía, deslumbramiento ante la libertad. El narrador del texto habla de la relación madre-hijo y las imágenes del vasto panorama del mundo que un niño sólo puede empezar a interpretar cuando florece el alma que el amor configuró dentro de él. Grandes paisajes marinos, ondulación y colores suaves para la ternura.
Muy María Mercé Anguera y Mabel Piérola
Barcelona: La Galera, 2002 Historia de crecimiento personal de una niña de 8 ó 9 años que comienza a verse a sí misma al margen de esas cantinelas que, con frecuencia, reiteramos los adultos para no decir gran cosa. Reivindicación de la libertad en formato grande con colores intensos y visión fragmentaria que parecen corresponderse con la intensidad de las sensaciones de la protagonista.
La flor más grande del mundo José Saramago y Joao Caetano
Madrid: Alfaguara, 2001 Quien haya leído “Las pequeñas memorias” (Alfaguara, 2007) distinguirá aquí, perfectamente, el paisaje de infancia de Saramago y comprenderá el sentido de esa vivencia de conquista, heroica, de una personalidad autónoma, emancipada. Collage y tonos ocres para una figuración sostenida en la memoria.
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Epaminondas María Eulalia Valeri y Daniel Sesé
Barcelona: La Galera,1999 Relato de tradición oral que nos cuenta por qué no aprendemos cuando nadie nos enseña a tiempo: porque no podemos aplicar la enseñanza que llega tarde. Epamionondas resulta ser uno de esos personajes entrañables que expresan la disfuncionalidad de las organizaciones familiares incapaces de aprender del error.
El hombre del saco Jové y Tha
Barcelona: La Galera, 2006 52 | TgRa.5
Un relato de tradición oral actualizado, actualizado en el sentido de reinterpretado a los ojos y expectativas de un niño urbano contemporáneo que, eso sí, conserva la capacidad de soñar y la competencia imaginaria. Gran personaje el de la abuela, dinámica, capaz de escuchar. Gran formato gráfico para unas imágenes paisajísticas, en banda de grises, que subrayan el tono misterioso de la indagación.
La composición Antonio Skármeta y Alfonso Ruano
Madrid: SM, 2003 Héroe infantil para un relato sobre una dictadura y sus secuaces, su pobreza mental, su legión de delatores y gentes temerosas, arrinconadas en el miedo. Imágenes en tono grave, realista, casi hiperrealista, que distancian y ayudan a surcar el desaliento. Conmovedor final. Y, bueno, hechas las recomendaciones me despido, deseando las mejores lecturas y buenos ratos de narración en voz alta. ¡Salud y gracias! L.A.
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Maxime Chevalier, un sabio caballero Emili Samper Prunera Universidad Rovira i Virgili
completo en el estudio de la trayectoria de esta importante obra del Siglo de Oro. Un año más tarde, fue nombrado catedrático honorario de la Facultad de Letras de esta misma Universidad.
La ciudad de Burdeos despidió el pasado 20 de agosto a uno de sus más ilustres hijos, Maxime Chevalier, prestigioso hispanista y folklorista francés. Nacido en 1925, Maxime Chevalier dedicó su extensa vida académica al estudio de la tradición oral en los siglos XVI y XVII, mostrando especial interés por el cuento. Fue alumno de l’École Normale Supérieure y en el año 1966 obtuvo el grado de doctor por la Universidad de Burdeos con la tesis “L’Arioste en Espagne (1530-1650): recherches sur l’influence du Roland furieux”, lo que supuso un replanteamiento
Su estrecha relación con el mundo académico hispano queda reflejada con su entrada como académico correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua en el año 1978. El reconocimiento a su labor como hispanista no acaba aquí. El 17 de junio de 1993 fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en reconocimiento a su dilatada trayectoria académica. Cinco años más tarde, ganó el Premio Nebrija, como resultado del cual publicó el estudio el Cuento tradicional, cultura, literatura (XVI-XIX), al año siguiente. Entre los cargos que ocupó este sabio decano del hispanismo francés se encuentra la presidencia de honor del consejo de redacción del Bulletin Hispanique. Asimismo, fue también consejero de la Fundación Joaquín Díaz, que dedicará precisamente a su memoria el IV Simposio sobre Patrimonio Inmaterial, que se celebrará en abril del próximo año. La vinculación de Maxime Chevalier con el mundo hispánico no se limita únicamente a la lengua española. Buen ejemplo de ello es su participa-
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ción, el año 2003, en el Primer Conceyu Internacional de Lliteratura Asturiana, celebrado en Oviedo, con una ponencia sobre los Cuentos asturianos de Aurelio de Llano. No será la única ocasión en que centre su atención en otras lenguas de la península, además de la española, como se verá en su obra.
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Como docente, desarrolló una amplia labor, creando escuela y, como investigador, nos ha legado una extensa obra. Con estudios como su tesis doctoral o Sur le public du roman de chevalerie (del año 1968) abordó la épica y el romancero con un nuevo enfoque, como corresponde a estudios de este calibre. Ya en la década de los setenta, sus esfuerzos se centraron preferentemente en el campo al cual dedicaría más atención: la literatura tradicional y folklórica del Siglo de Oro. Además de numerosos artículos publicados en las más prestigiosas revistas especializadas, Maxime Chevalier dio a conocer los resultados de sus investigaciones en este campo en obras como Cuentecillos tradicionales en la España del Siglo de Oro (1975), Lecturas y lectores en la España de los siglos XVI y XVII (1976), Folklore y literatura: el cuento oral en el Siglo de Oro (1978), Tipos cómicos y folklore (siglos XVIXVII) (1982) y Cuentos folklóricos en la España del Siglo de Oro (1983). También abordó la recepción literaria, la paremiología y el conceptismo. En el año 1992 presentó Quevedo y su tiempo: la agudeza verbal, obra con la cual dio luz a la caracterización del conceptismo con un nuevo enfoque sobre el estilo quevedesco.
Además de sus aportaciones teóricas, sus ediciones de importantes obras contribuyeron a confirmarlo como un destacado hispanista a nivel internacional. Así, en el año 1990 editó Buen aviso y protacuentos. El sobremesa y alivio de caminantes de Joan de Timoneda y, en colaboración con María Pilar Cuartero, la Floresta española de Melchor de Santa Cruz, siete años más tarde. A finales de los años ochenta y comienzos de los noventa, Maxime Chevalier encontró en Julio Camarena no sólo un colega sino también la persona con la cual compartir su pasión por el folklore, cosa que dio lugar a una fructífera e intensa rela-
Catálogo Tipológico del cuento folklórico español Julio Camarena y Maxime Chevalier
Madrid: Gredos, 1997
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ción. Juntos, Camarena y Chevalier se embarcaron en un ambicioso proyecto: la catalogación del cuento folklórico español según el catálogo tipológico internacional Aarne-Thompson. Su trabajo dio lugar a un valioso catálogo regional, dentro del ámbito internacional, y a una obra de referencia en los estudios del cuento folklórico español e hispanoamericano. En el año 1995, Maxime Chevalier y Julio Camarena publicaron el primer volumen de su Catálogo tipológico del cuento folklórico español, dedicado a los cuentos maravillosos. Dos años más tarde, aparecía el segundo, centrado en los cuentos de animales. En el año 2003 aparecieron los volúmenes tercero y cuarto, dedicados, respectivamente, a
los cuentos religiosos y a los cuentos-novela. Entre las referencias presentadas en esta magna obra, encontramos versiones orales (algunas de ellas inéditas), versiones literarias y referencias clásicas e internacionales. Camarena y Chevalier no se limitan a la referencia de aquellos cuentos aparecidos únicamente en lengua española: presentan variantes de todas las lenguas habladas en España (español, catalán, vasco y gallego), con lo cual el catálogo supone una completa muestra de la riqueza folklórica y lingüística de la península. El prematuro fallecimiento de Julio Camarena, en noviembre de 2004, dejó a Maxime Chevalier huérfano de su más preciado colega y, a esta obra, en estado inconcluso. Aún así, el quinto volumen, dedicado a los cuentos del ogro tonto, verá la luz próximamente. El sexto y último (y más extenso), centrado en los cuentos satíricos, permanecerá, de momento, inédito, sin la presencia de sus dos autores. De estilo elegante y exquisito, la prosa de Maxime Chevalier da muestras siempre de una vasta cultura, dominada con creces por su autor y que sirve de referencia a todo un mundo académico que lamenta su marcha.
Folklore y literatura
Su legado no lo encontraremos únicamente en el papel que conforma su extensa obra, sino también en la huella humana que ha dejado en sus colegas y en los compañeros que, sabiamente dirigidos por él, pueden desde hoy seguir sus pasos.
Maxime Chevalier
Barcelona: Crítica, 1978
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