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NUESTRA GENTE
ACADEMIA, DEPORTE Y CENTROS FORÁNEOS
EN LA TRAYECTORIA DEL LIC. JESÚS MURGUÍA GALVÁN
POR LUIS DURÁN
El licenciado José de Jesús Murguía Galván ha forjado una exitosa trayectoria de 34 años en la Universidad Autónoma de Guadalajara.
Es originario de la Perla Tapatía, pero recibió una oportunidad para estudiar la licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma de Chihuahua. Al egresar trabajó como director de Extensión Universitaria en aquella institución, y en 1985, motivado por estar más cerca de su familia, decidió regresar a Guadalajara.
Al retornar a su ciudad natal buscó una oportunidad de trabajo en la UAG, y así fue como comenzó su trayectoria en la institución, en enero de 1986, con el cargo de
● En esta foto de archivo, que guarda con especial afecto, el licenciado Murguía aparece con el entonces rector, don Antonio Leaño Álvarez del Castillo, en un evento celebrado en las instalaciones de la UAG. Coordinador de Educación Media y Elemental. Ahí inició su largo andar por la Autónoma.
Desde entonces ha tenido importantes cargos, entre ellos el de director de la Preparatoria Varonil, coordinador de Preparatorias Foráneas, director del Departamento Deportivo y director de Centros Foráneos, su posición actual.
En los ámbitos personal y profesional, el Lic. Jesús Murguía siempre ha sido congruente. En su paso por la Autónoma siempre ha trabajado con apego a la filosofía de la institución, donde ha acumulado un incontable número de logros y satisfacciones.
“Los años que he dedicado a la universidad, lo digo con toda honestidad, han sido muy fructíferos, de mucha experiencia, de mucha responsabilidad, pero sobre todo, de muchos aspectos que me motivan”, dijo.
Una de sus grandes experiencias ha sido trabajar como director administrativo en el Instituto Autónomo de Educación de Tecomán, A.C. (IAETAC), donde le tocó recibir y atender a estudiantes de diversas poblaciones de Colima, Michoacán y Jalisco, jóvenes que en su mayoría llegaban a las instalaciones en autobuses que hacían diferentes rutas.
El IAETAC es una unidad académica particular desconcentrada de la Universidad Autónoma de Guadalajara, con sede en Tecomán, Colima.
“Me tocaba ver los camiones que desde las diez de la mañana hacían el recorrido, recogiendo a los alumnos, porque entraban a las cuatro de la tarde, y todo eso impacta”, recordó.
En el IAETAC le tocó ser testigo de la formación de profesionales que actualmente ocupan cargos importantes en aquella zona del país.
Otro aspecto que lo ha motivado es el apoyo que su familia ha recibido de la UAG, porque sus cinco hijos pudieron estudiar en esta institución gracias a las facilidades que la universidad da a sus colaboradores.
Aunque la mayor parte de su carrera se ha desarrollado en la academia, uno de los trabajos que más satisfecho lo han dejado fue estar al frente del Departamento Deportivo. Pasó siete años impulsando y fortaleciendo las actividades deportivas en la universidad.
“Esa situación me dio la posibilidad de mantenerme en contacto con los estudiantes; sobre todo, impulsamos mucho el regreso a las canchas, a las instalaciones deportivas, de los estudiantes”, recordó.
Trabajando de la mano del Ing. Jaime Hernández Ortiz, en ese entonces director de Asuntos Estudiantiles, el Lic. Jesús Murguía promovió varias escuelas deportivas y la remodelación de las instalaciones, impulsó la habilitación de gimnasios en los campus de la UAG y fortaleció el proyecto de uniformar a las selecciones estudiantiles.
“En el área deportiva a mí siempre me ha gustado tener la camiseta bien puesta y me ha gustado contagiar a mis compañeros; entonces, empezamos a promover el logotipo de los deportes y a utilizarlo en todos los uniformes”, afirmó.
Cuando trabajó en el Departamento Deportivo también tuvo la oportunidad de vivir de cerca el campeonato de Primera División de futbol de los Tecos, conseguido en abril de 1994, y acompañar al equipo de basquetbol profesional en una gira por Argentina, donde el equipo Tecos, campeón de México, representó a nuestro país en el Campeonato Panamericano de Clubes.
“Fueron experiencias muy bonitas, que dejan un grato recuerdo, porque te apasiona el contacto con los jóvenes; siempre ha sido muy motivante”, dice el Lic. Jesús Murguía.
Además, tuvo la oportunidad de convivir con varios personajes ilustres de la UAG, de quienes ha aprendido mucho en los aspectos personal y profesional.
APOYO FAMILIAR Comenta que en todos sus logros su familia ha sido pieza fundamental. Su esposa María Cristina y sus
● Licenciado José de Jesús Murguía Galván.
cinco hijos siempre lo han apoyado para entregarse de lleno a su labor, incluso cuando tenía que ausentarse de casa por el trabajo.
Una de esas ausencias ocurrió cuando fue nombrado director administrativo del Instituto Autónomo de Educación de Tecomán, en el año 2000.
“Le agradecí a mi esposa y lo sigo haciendo, porque gracias a ella, que me apoyó en mis actividades, fue posible que mis hijos siguieran formándose con base en nuestra forma de ser y nuestros valores, y obviamente estamos agradecidos con la universidad”, afirmó.
También agradeció a las personas con las que ha colaborado y a quienes han estado a su cargo en diferentes puestos. De hecho, en 2015, cuando recibió la Medalla al Mérito Universitario, que se entrega a los colaboradores con una trayectoria importante en la UAG, reconoció particularmente el trabajo de las personas que han estado bajo su responsabilidad.
“A nombre de ellos la recibí (la Medalla al Mérito Universitario), porque por ellos estuve ahí, porque de no ser así, no se habrían fijado en el trabajo de uno. Con toda humildad reconozco que es por ellos por lo que logré”, concluyó el Lic. Jesús Murguía.
OPINIÓN ALMA MATER 20
GOLOSINA INTELECTUAL Por Ismael Zamora Tovar Doctor en Educación
COMPETENCIAS DIGITALES:
un requisito de competitividad educativa
Una revolución recorre la educación: la revolución de las competencias digitales, tan necesarias en la actual situación de distanciamiento social. Las instituciones educativas sobrellevan estos cambios con nuevas herramientas, recursos y métodos, y en algunos casos con modelos que acotan la brecha de la distancia y el tiempo, a través de la formación virtual. Pero ¿qué tan preparados estamos los docentes para asumir estos cambios?
La respuesta educativa a los desafíos que plantean la revolución tecnológica y la transformación del mercado laboral en una sociedad globalizada y digitalizada transitan, sin duda alguna, por el uso de la tecnología en la educación. Cuando hablamos de tecnología conviene distinguir, por una parte, la particular a cada ejercicio profesional (simuladores financieros, herramientas de mercadotecnia, bases de datos disciplinares, aplicaciones para el diseño, administración de proyectos, etc.), y por otra, la referida a tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y luego al uso pedagógico que se hace de estas en los procesos educativos (TAC).
En los últimos años ha influido notablemente en la educación el uso de las TIC, impulsando determinadas tecnologías y estrategias de enseñanza en todos los niveles educativos, ampliando los escenarios de formación, los espacios de aprendizaje y en general conformando entornos personales de aprendizaje más propicios para la educación. Con ello se han establecido nuevas formas de relación entre estudiantes y profesores, facilitando el acercamiento a los contenidos desde diversas perspectivas y favoreciendo la creación de ambientes de aprendizaje flexibles y enriquecidos.
Sin embargo, para mejorar la calidad y el rendimiento en la educación no basta con la presencia de las TIC, sino que se requieren cambios en la docencia, que implican pasar de utilizarlas únicamente como una forma de transmitir conocimientos a verlas como herramientas para enriquecerlos, crearlos y generarlos. Con esta premisa, la inversión en desarrollo profesional es más relevante que la inversión en recursos tecnológicos, y es importante no restringir la capacitación a su empleo para mejorar las cosas que hacemos sin ellas, sino para hacer las cosas de manera diferente, para innovar en la enseñanza, para valorar lo que se hace y corregir lo que sea necesario.
Desde luego, conviene evaluar los resultados de estos cambios educativos y el papel que desempeñan las TIC en la educación en relación con el nivel de aprendizaje y el desempeño de los estudiantes en pruebas nacionales e internacionales. Las tecnologías son herramientas, y se obtienen ventajas cuando se utiliza su contenido. Por ejemplo, hay plataformas para desarrollar habilidades de comprensión de lectura, pero no son las plataformas las que desarrollan la lectura, sino que el estudiante debe dedicar tiempo y esfuerzo por comprender la lectura, sea a través de la plataforma o en libros, revistas, etc. Con base en esto, los comercializadores de las plataformas tratan de comprometer al profesor para que los estudiantes las usen, pues de ello depende el éxito.
Como se sabe, la tecnología educativa no disminuye el esfuerzo del estudiante por aprender ni facilita la aprobación de los exámenes; al estudiante le corresponde prestar atención, concentrarse y estudiar, aplicando estrategias que le permitan apropiarse de los contenidos. El profesor tiene la responsabilidad de seleccionar los recursos apropiados, considerando las características de sus estudiantes, la naturaleza de los contenidos de la enseñanza y la evaluación de los aprendizajes esperados, porque la tecnología es un recurso de aprendizaje que, dependiendo de sus características pedagógico-didácticas, facilita o no la comprensión y la transferencia del contenido.
En el caso de las plataformas educativas, es pertinente distinguir la herramienta tecnológica de su contenido. Luego conviene evaluarlas con diferentes criterios y métricas, porque, por ejemplo, el uso de la tecnología educativa en la escuela incrementa la relación educando-computadora, mientras disminuye la relación social, que es uno de los objetivos de la educación básica; además, la educación es un proceso social.
Es claro que, para mejorar los resultados en el aprendizaje, las infraestructuras tecnológicas son necesarias, pero no suficientes, porque para lograr este objetivo es fundamental trabajar con los actores clave del proceso y coordinar sus acciones, apoyando a los profesores para que la enseñanza responda más a las necesidades de los estudiantes y capacitándolos en el nuevo contexto tecnológico.
Es evidente que la formación de los profesores es determinante en su práctica profesional, y la adquisición de competencias digitales para la docencia es un requisito para lograr más y mejores innovaciones en la enseñanza. Estas innovaciones no vienen solo por las TIC, sino que se derivan la perspectiva sistémica de la interacción de una serie de elementos que inciden en el proceso enseñanza aprendizaje, entre ellos los docentes, los estudiantes, los contenidos y los métodos de enseñanza.
En general, hay coincidencia en que para mantener el interés de los estudiantes y ser más efectivos en la enseñanza de hoy ya no es posible que los profesores sean los únicos proveedores de información. La tecnología ha incrementado la cantidad de información disponible y facilitado su acceso, transformando la educación con actividades más progresivas e interactivas.
La formación de los docentes para la utilización de las TIC es hoy una necesidad incuestionable si queremos incorporarlas de manera efectiva y significativa en los procesos de enseñanza aprendizaje, y no como mero un añadido que funcione independientemente del resto de las variables curriculares. La incorporación de estas en el desarrollo profesional de los docentes se ve afectada por elementos tan peculiares como los diversos
tipos de conocimientos que estos poseen sobre la tecnología.
El uso de la tecnología en sí misma no produce un resultado positivo en la calidad del aprendizaje y logro de los alumnos, este sigue dependiendo, por una parte, de profesores que sean competentes en el conocimiento de la asignatura que enseñan, en el proceso pedagógico de su enseñanza y en habilidades y conocimientos tecnológicos; y por otra parte, del esfuerzo y aplicación del estudiante en su aprendizaje.
A manera de conclusión, es necesario que los profesores centren sus esfuerzos en adquirir un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes necesarias hoy en día para ser funcional en un entorno digital de educación, es decir competencias digitales docentes. Los estudiantes viven en un contexto digital y requieren de sus profesores nuevas formas no solo para aprender, sino para recibir, producir y compartir conocimiento.
En este sentido, es conveniente no olvidar que el campo de las competencias digitales docentes no se limita al uso de las herramientas tecnológicas (plataformas educativas); implica el dominio de lo que se enseña y el conocimiento de los métodos de enseñanza más adecuados para el aprendizaje. Además, la práctica educativa de los profesores es una actividad dinámica, reflexiva, que comprende los acontecimientos ocurridos en la interacción entre maestro y alumnos. Es decir, no se limita a la ejecución del proceso educativo planeado para la clase, sino que implica dar atención a las necesidades educativas de sus estudiantes.
Finalmente, la ingente cantidad de información disociada de la realidad exige de las escuelas, y desde luego de los profesores, un proceso eficaz de selección del conocimiento, que permita transformar el ambiente de aprendizaje en un ecosistema educativo que oriente los entornos personales de aprendizaje de los estudiantes.
Seguramente tecnologías emergentes como la realidad aumentada y virtual, la internet de las cosas, la proliferación de los MOOC, la analítica de aprendizaje y el incremento de investigaciones sobre sus posibilidades y estrategias de utilización aumentarán la penetración de estos medios en las escuelas.
OPINIÓN ALMA MATER 23
LA REFLEXIÓN, BASE DEL CAMBIO
Por Elvira Zorrero Lara Máster en Educación
Un viaje, enamorase de alguien, correr un maratón, graduarse… son experiencias inolvidables que marcan nuestra vida. Desde mediados de marzo del presente año, la vida ha cambiado drásticamente para la mayoría. La rutina se transformó, y de un día a otro cesaron muchas actividades cotidianas. La manera como interactuamos dio un giro de 180 grados, y gran parte de la sociedad se quedó en casa. Sería mentira afirmar que toda esta experiencia fue mala. Si la analizamos, veremos que fue un tiempo importante para detenernos y apreciar muchas cosas de la vida. Algunos tuvieron la oportunidad de estar más tiempo con sus seres queridos, de convivir, ayudar en las labores del hogar, estar unidos; los padres de familia se involucraron más en el proceso de aprendizaje de sus hijos.
En el área de la educación fue todo un suceso el impartir y recibir clases en línea. Los docentes hicieron de la tecnología un aliado clave. Para algunos fue sencillo, mientras que para otros fue todo un reto: debieron romper paradigmas y aprender contrarreloj el uso de diferentes plataformas. Los alumnos, aunque en general están más habituados a la tecnología, no la utilizan como medio de aprendizaje, sino más bien como herramienta de entretenimiento. Fue una gran hazaña cambiar su visión y lograr que consideraran a sus dispositivos como una herramienta para facilitar y potenciar el aprendizaje.
Alumnos y maestros han vivido de diferente manera esta experiencia. Algunos desean volver a las clases presenciales y dejar atrás este capítulo. Pero, cuidado: olvidarlo sería un gran error, porque lo vivido ha dejado grandes experiencias y ha expuesto problemáticas que es urgente resolver.
Ante la gran interrogante que nos hacemos los trabajadores de la educación sobre los cambios pedagógicos que deben implan
tarse en el regreso a clases presenciales, la respuesta va acorde con las necesidades y la realidad de los protagonistas del proceso educativo. Es imposible generalizar una respuesta; sin embargo, cada institución y cada docente saben o visualizan las estrategias que deben adoptar.
No obstante, puedo afirmar que el cambio más fuerte y en el que todos debemos tomar parte es el de transformar lo que impida el aprendizaje de los alumnos. Cada docente, en un ejercicio de reflexión, deberá analizar si su manera de impartir sus lecciones realmente garantiza la continuidad del aprendizaje. Debe desterrarse toda práctica que no abone al logro de los objetivos académicos. Asimismo, es importante pensar y analizar la forma como evaluamos, y dar verdadero valor a lo que en verdad lo merece.
Está en nuestras manos decidir qué tanto aprovechamos esta experiencia y la transformamos en cambios que den un mejor rumbo a nuestra vida y a los de los que nos rodean.