Trigésimo quinto número

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TRIGÉSIMO QUINTO NÚMERO | FEBRERO 2016

ASÍ VIVIMOS ASÍ GRITAMOS

OXXXVO


Revista: Así Vivimos y Así Gritamos

Autores: Carlos Esteban González, Eduardo Gutiérrez Gutiérrez, Ernesto Rodríguez Vicente, Oliver Marcos Fernández, Unai Rojo Fernández y Lorenzo Asensio Jambrina.

Colaboradores: Rodrigo Roig Herrero.

Febrero del 2016 Nº 35

Edición: Carlos Esteban González Portada: Carlos Esteban González. Sin título.

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Índice:

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Habito donde el dolor persiste………………………………………............................................. 4 Ajeno y presente…………………………………………………………...….....…................................. 5 De la vulgaridad primitiva del hombre medio español (IV).......................................... 7 Autonomía…………………….............................................................................................. 11 Si la quieres firmar…………………………………………………………………………………………………… 16 Despertar…………………………………………………………………………………………………………………. 19

Secciones

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Tren de sombras…………………………………………………………………………………………………….... 20 Música........................................................................................................................... 22

Nota del Editor

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Vibra el aire allá afuera el canto interrumpido de la llegada del cambio. Un cambio que llega, mas yo creo que nada más puede llegar que el cambio, así que si este les asusta, habrá de ser uno grande. Sin embargo este país, como decían del ave de Minerva, siempre llega tarde. Las cosas aquí llegan, frenarlas fuera de las manos de las fronteras queda, pero aun cuando ya invaden nuestra casa y ocupan cómodamente el sofá más precioso de nuestra sala, negamos que hayan llegado, negamos que ya formen parte de nuestra vida y la determinen de algún modo, sino que asumimos, como quien percibe una sombra, que van a llegar, cuando no le tratamos de descubrir al mundo que no podemos usar ese sillón porque in siquiera existe. Un asumir que no lucha contra la ignorancia, pues nuestro aire de vibrar no cesa, sino contra un negar la realidad cuando ésta escapa a nuestra representación de ella. En fin, una enfermedad política que no nos permite actuar, sino tan solo representar. Treintaycinco ya, sin parar de pensar en el vivir y de gritar el pensar para incitar.

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HABITO DONDE EL DOLOR PERSISTE

por Lorenzo Ko

La vida me ha dado tantos palos que ahora soy hoguera, tantos que ni un gol pudo marcarme; usó la yesca de mis ramas huesos secas, pero, más que quemarme, prendió la llama de mi arte. Con el aura al cuello por bandera, marcando el límite que parte con soga vida y nada-queda, vengo a demostrar que vine para ahogarme en mis palabras y no pude.

Dicen que soy frágil como el diamante, pero, antes, soy duro como alas de mariposa. Digamos que las rosas me clavan sus espinas y las tormentas de verano se me tornan tormentosas. Métanme en una caja pintada con copa rota pues ni aguanto el fracaso ni soporto la victoria.

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AJENO Y PRESENTE

por Ernesto Rodríguez Vicente Faltan palabras a la lengua para los sentimientos del alma. F.Luis de León

Oda I Lamento de un ángel Muy muy lejos de aquí, en un lugar perdido en el olvido, te vi una vez sonreir; ¡ah, quisiera estar vivo para el mar poder cruzar contigo! Ya no tengo esas manos, vago sueño es ahora mi recuerdo y mis viejos hermanos han servido al infierno, donde quise estar, ya hace largo tiempo. ¿Pero qué fue la vida para mí, más que un trago de agua turbia, una triste partida bajo el Sol y la lluvia, una llama enterrada entre penurias? ¡Ay, si yo al fin pudiera despojar de mi ser todos los restos de aquella sensible era y hacer del mal supuesto, del estigma que se hunde en mi reflejo: una nueva esperanza de sentir en otro cuerpo inocente la azul y gran bonanza de la luz, vil presente de los dioses que ya no me comprenden! No sería esta herida, ni este interrogante mi llanto eterno, ni al temor temería, ni siquiera en silencio osaría habitar este desierto. Dichoso paraíso, acechante claridad inservible, bello lamento extinto de mi esencia invisible, ¡vacío anhelo del fuego terrible!

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Oda II Es todo tan sencillo: las personas, las palabras, las sombras entre calles abarrotadas de ambiciรณn, los pรกjaros de espuma bajo la luz matinal, los gatos de inquietos ojos hacinados en la vieja mansiรณn, las moscas, desnudas, revoloteando en el establo sobre los harapos y vestidos de los perros putrefactos que yacen olvidados, mientras los brillantes peces llenan sus bocas de una espesa niebla que inunda sus cabezas de un blanco casi gris, lentamente vertido en sus tiernos corazones. Y es que es todo tan sencillo que hasta la misma niebla se estremece.

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DE LA VULGARIDAD PRIMITIVA DEL HOMBRE MEDIO ESPAÑOL IV

por Eduardo Gutiérrez Gutiérrez Cultura de bar es la forma inacabada, torpe y genuinamente ingenua que adopta la cultura cuando de ella se apodera el hombre medio, siempre que al proceso de construcción de la identidad de la nación -construida desde la mediocridad- se le sume la necesidad psicofísica de 'echar un trago'. Es decir, la forma de cultura típica que florece en un país en el que el hombre medio, aún en la comodidad que le confiere la ausencia de responsabilidades, tiene que enfrentarse en su vida cotidiana con innumerables fuerzas externas que recibe como extrañas y hostiles y contra las que reacciona; a veces la familia, otras los apuros económicos, otras ese dolor punzante en el costado que algún día debería consultar con su médico de cabecera, otras, las más de las veces, un trabajo mecánico, enajenante y simple hasta la saciedad que lo reduce a función agotando toda posibilidad de manifestación de su personalidad interna. Y llega al bar, tras un día agotador que se parece demasiado al anterior -y al anterior, y al anterior...-, junto a los suyos, sabiéndose por fin liberado de tantísimas ataduras. Sólo hasta el día siguiente. El bar -el bar español, se entiende- se convierte entonces en el ámbito propio de los lugares comunes del hombre medio. El bar es para el hombre medio confesionario, cátedra y patíbulo en un mismo tiempo; el lugar donde se siente verdaderamente él, es decir, yo individual-social -yo que se cree individual y libre pero cuya libertad realiza ajustándose, inconscientemente, a la norma social-, el lugar donde quitarse la máscara y desvelarse en su verdadera identidad, el lugar donde opinar sobre todo aquello de-lo-que-no-convieneopinar, donde juzgar sobre lo-que-no-debe-ser-juzgado, donde aconsejar a los que no piden consejo y donde recomiendan los que más deberían callar. Si alguien está verdaderamente interesado en conocer los rasgos esenciales de la configuración anímica y física del hombre medio español, esto es, si se tiene un interés científico en su persona, que entre en un bar: allí es donde el hombre medio español se desata en todo su ser mediocre y español, que no mediocre porque español ni español porque mediocre, no caigamos en la asociación fácil. El bar constituye en sí mismo, con cierto aire aristocrático, una sociedad secreta. En el bar el hombre medio se junta con los suyos y confabula contra los otros; es el lugar del apartamiento por el apartamiento, el no querer estar con los otros por sentirlos como seres inferiores. Es ésta una motivación aristocrática que fortalece profundamente la conciencia de grupo del individuo y su posición dentro y fuera de éste, sabiéndose superior y especial. Y en estos grupos el secreto se emplea como medio para no compartir nada con los demás, como expresión del deseo de no querer compartir nada con alguien ajeno al grupo y por tanto inferior. De lo que sucede y de lo que se dice en un bar, nada sale al mundo exterior. En Zalacaín el aventurero dice Pío Baroja -paradigma del castizaje español- describiendo al viejo Tellagori: "Punto fuerte en la taberna de Arcale, tenía allí su centro de operaciones, allí peroraba, discutía y mantenía vivo el odio latente que hay entre los campesinos por el propietario." Y en Rebelión en la granja de George Orwell leemos

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cómo el granjero Jones pasa los días y alivia las penas en la taberna, cómo busca en ella refugio tras la revuelta de los animales y cómo los campesinos se reúnen allí para comentar sus cosechas, celebrar sus éxitos, razonar sus fracasos -a veces-, y maquinar sus conspiraciones. Si no es el fenómeno social más característico y peculiar de la sociedad española, está muy cerca de serlo. Pese a ser un fenómeno generalmente rural también en las ciudades, incluso en las grandes ciudades -en las zonas más periféricas, sobre todo-, hay un puñado de bares con un puñado de parroquianos que acuden asiduamente a refrescarse el gaznate y calentarse la cabeza. España es un país con una cultura de bar, quiera esto verse de modo despectivo o no –note el lector que en ningún momento me he referido o me referiré al alcohol o a la borrachera; no es eso, no es eso…-. Me limito, tan solo, a describir un hecho que vengo comprobando desde hace tiempo. Y puede deberse quizás a que en España necesitemos de sabernos cerca de los nuestros, alejándonos del trabajo, familia y preocupaciones cotidianas, o que precisamente en el bar -con el repertorio de actividades y costumbres que lo dotan de contenido social: vermú, noche de copas, comidas, partidas de cartas, deportes televisados, lectura de periódicos o revistas, charlas, reuniones, entrevistas...- es donde más y mejor, como he apuntado arriba, nos desvelamos como realmente somos, sin miedo a fuerzas externas que vengan a usurpar nuestra identidad personal y a hacer un uso abusivo de ella. Puede que el problema de nuestro tiempo, que es el problema de nuestra cultura y además la crisis de nuestras formas vitales y sociales y de nuestras más vastas disciplinas, sea el apoderamiento de la cultura de bar y del hombre de bar de todo aquello cuanto, en otro tiempo, fue digno de elogio nacional y admiración internacional. Quizás la política se haya convertido en política de bar, la ciencia en ciencia de bar o la literatura en literatura de bar y por eso que todos nuestros políticos, nuestros científicos y nuestros literatos sean incapaces de reconocer su ignorancia -no hay más tonto que quien no quiere saber-. Quizás, sólo quizás, sea esta la razón de la especialización técnico-científica -o aquélla a causa de ésta, de la cada vez más obligada diferenciación de los ámbitos de la técnica y los ámbitos de la ciencia, que plasmado sobre el mundo de la práctica se convierte en sórdida y alienante división del trabajo-, de que nuestros mejores hombres destaquen en ambientes de cuestionable prestigio cultural y de que en la ignorancia se comporten con satisfacción y desdén, sin interés ni curiosidad alguna; allá donde no saben, no quieren saber porque creen saberlo todo, y todo lo que no saben no se sabe y no es necesario saber. Y precisamente es en el bar donde el hombre medio español realiza su pérfido ataque a la institución universitaria, atentando igual que lo hace el hombre medio europeo de Ortega contra la cultura. Porque en el bar el hombre medio habla sin pelos en la lengua sobre asuntos de los que no parlamentaría en otros contextos ni en otros ambientes, argumentando opiniones e ideas que, quizás, ni siquiera son de su propiedad -otro ataque brutal a la cultura europea: la violación de la propiedad intelectual, la más vulnerable y codiciada de todas- y expresando pensamientos y sentimientos de los que muchos de sus más cercanos desconocían existencia. ¡Suerte -o desgracia- que la política se haya consolidado como lugar común de la cultura de bar!

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Critica, le he oído -les he oído-, a todas horas, sobre todo cuando más insoportables se vuelven sus condiciones de vida, critica sin piedad la muy cuestionable labor que desempeña la Universidad y la pérdida de dinero, esfuerzo y tiempo que supone la educación superior de los jóvenes. '¡Mejor sería darles un pico y una pala!' '¡Habría que ver cómo reaccionan si tuviesen que salir al campo a las seis de la mañana! Se les quitaría la tontería revolucionaria, seguro.', dicen. También los jóvenes pero quizás intelectualmente resentidos -o privados- lo hacen, no siendo capaces de la empatía que sólo los jóvenes pueden tener para con los jóvenes. Y yo me echo las manos a la cabeza: no entiendo nada. O porque lo entiendo me duele tanto su idiosincrasia. La Universidad, dice el hombre medio español, no sirve absolutamente para nada. Los universitarios: parásitos de su contribución al correcto funcionamiento del Estado, ladrones de su tiempo y de sus energías, usurpadores de sus mejores años, librepensadores que viven la vida mientras a ellos les toca padecerla. De esto último, dos consecuencias: de un lado el odio al librepensador, y de otro y estimulado por ésta, la cruel inversión del sentido vital que supone el lugar común del hombre medio resentido y hastiado de sí: 'menudo vividor estás tú hecho'. Dice esto nuestro patético hombre español con un desprecio y un convencimiento tan brutales que, descargando sobre el otro todo un sistema de valores negativos, le hace sentirse culpable de su propia miseria. ¿Pero qué debe hacer el hombre, si no es vivir?, ¿es moralmente imputable ser un vividor? ¿No lo sería más ser un moridor o, lo que es lo mismo, un sufridor vital? ¿Qué moral es aquella que pretende un pensamiento contra-natura tan explícito en sus aseveraciones y perjuicios? ¿Quién será el poderoso que crea esa ficción y con su imposición como verdad natural y absoluta se convierte en poderoso y hace girar bruscamente el sentido de la vida y toda su escala de valores? Se quiere progreso científico, pero se reniega de las grandes mentes científicas. Y a lo mejor es cierto que nuestros estudiantes universitarios son cada vez más mediocres, cada vez más olvidadizos de sus obligaciones para con su ciencia y para con su nación -¿y para consigo mismos?-. Admito la posibilidad de que la institución universitaria, en Europa y no sólo en España, no sea la de otros tiempos, que sea necesaria una reforma y que haya mucho que raspar de su superficie tan casposa. Pero no admito, bajo ningún pretexto, que se cuestione el buen hacer de muchos y muy preparados estudiantes, profesores, catedráticos y pensadores que se dejan la piel por conseguir que este país tan caricaturesco resurja de sus cenizas. ******* Llegados al final de la exposición cabe introducir un último apunte. No nace este texto con la pretensión de moralizar a nadie; no es lección moral, ni moralizante, la conclusión que se extrae de las reflexiones aquí plasmadas. En cualquier caso lección vital. Acérquese, lector, a las páginas que lo componen. Conozca de los dolores y los padecimientos del vigoroso hombre español, del cáncer que agota a Europa, de la fuerza con que el hombre-masa, en el apoderamiento de su ser, carcome como un ejército de voraces termitas los cimientos de la realidad cultural europea.

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Título alternativo: De los dolores y los padecimientos del vigoroso hombre fuerte español. Apuntes para la genealogía de la decadencia. Inaugura este texto el estudio gnoseológico de la decadencia occidental; epistemología para la gestión pertinente de una ciencia social europea que aspira a la jovialidad -Occidente como objeto de estudio; no hay etnocentrismo atisbable, sólo interés por lo vivido-. Acérquese el lector, decía, a estas páginas y sepa de las formas de vida del hombre masa y del hombre superior, de las causas y de las consecuencias de su acción, de sus estructuras de pensamiento, de sus costumbres y tradiciones. Y una vez sabido todo eso, decida. Reflexione sobre sí mismo y su papel en toda esta historia. Y una vez reflexionado, contéstese a esta pregunta: ¿Es usted -soy yo- un hombre masa o es -soyhombre superior?

Lección vital práctica. La teoría al servicio de la vida y de la acción; al servicio del cuerpo.

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AUTONOMÍA

por Carlos Esteban González

Entendemos, a propósito de este artículo, autonomía como la condición de quien, para ciertas cosas, no depende de nadie. No trataré esta vez, por tanto, el concepto de autonomía en el sentido de la libertad positiva, como la capacidad de uno para elegir por sí mismo su propia vida. La autonomía como condición presenta un carácter reflexivo, por lo que la responsabilidad de poder o no disfrutar de tal condición se agota en gran medida en el propio sujeto. Dentro de este límite que aporta la individualidad es donde trataré hoy de hablarles. La autonomía ocurre, es decir, uno es autónomo para hacer algo, cuando disfruta de tal condición, lo que significa que no se encuentra en situación de dependencia, o lo que es lo mismo, en ausencia de ella. La dependencia es, según la perspectiva de este análisis, la situación de una persona que no puede valerse por sí misma para hacer algo; como ya se habrá podido notar, no hablo de estos conceptos en tono general. Al considerar la relación que se da entre estos dos conceptos fácilmente podemos ver su polaridad. Comprendemos la autonomía como ausencia de dependencia, por lo que la dependencia implica carencia de autonomía, puesto que cuando uno está en condición de hacer algo por sí mismo no se encuentra en la situación de no poder valerse por sí para hacer ese algo. Como vemos, la autonomía es la condición, respecto de un algo particular, que nos aleja de la situación de dependencia, mientras que la dependencia solo se da cuando, respecto de ese algo particular, el individuo carece de la condición de poder hacer ese algo por sí mismo. De ahora en adelante usaremos esta enunciación de los conceptos en su relación como criterios para distinguir ambos casos. La historia vital de cualquier ser humano, si analizamos las experiencias que se suceden en su acontecer, utilizando estos dos conceptos para distinguir en qué polo de los establecidos en la relación que analizo, nos muestra cómo se turna la dominancia de los casos dentro de los términos de uno y otro concepto. El comienzo de esta dominancia por turno me parece ciertamente revelador. Si atendemos a dicho comienzo, a la etapa prenatal de la vida de un individuo, uno se encuentra en el vientre de su madre, en un ambiente seguro, asistiendo al proceso de desarrollo de su organismo, de su cuerpo y de aquello que lo conforma, desarrollo que tiene como fin el dar lugar a un organismo propiamente autónomo; lo que en esta caso implica solamente un organismo que está en condición de vivir por sí mismo. El vientre de la madre se descubre como un ambiente seguro porque en él la madre da lugar a las condiciones necesarias para sostener la vida del bebé, quien se encuentra en una situación de dependencia total, no pudiendo continuar viviendo autónomamente y de dependiendo, en este caso, soporte vital de la madre. Incluso, en el momento en el que el bebé ha culminado ese desarrollo y abandona el vientre de la madre, alejándose de tal situación de dependencia, en algunos casos es necesaria la acción externa para dé comienzo la situación de autonomía, como lo es en el caso en el que se necesita del azote para ayudar o iniciar el desalojo del líquido amniótico de las vías aéreas del recién nacido y permitir la circulación del aire.

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Por ello, y en vista de las etapas siguientes, el desarrollo del individuo sucede desde una situación de dependencia total, ya que no está en condición de realizar por sí mismo la condición común a toda acción propia al individuo, estar vivo, hacia la consecución del grado de autonomía más general posible. Hablo de desarrollo, anticipando el resto de la historia vital, sin embargo, en la continuación de esta historia, como sabemos, el sujeto alcanza una etapa de crisis a partir de la cual los procesos siguientes no pueden ser considerados en la línea de un desarrollo, sino como síntomas de un deterioro; el envejecimiento, en los casos más favorables. Nacemos y nacer es la primera victoria que nos separa de la inicial situación total de dependencia, hacia la conquista de la propia autonomía. Como vemos, la autonomía es una condición propia del ser humano –y de los seres vivos, en general-, pero no es una condición que se dé como desarrollada desde un inicio, sino que más bien depende del propio devenir del sujeto de esa condición, en sentido estrictamente biológico. Continuando con la historia vital, podemos ver que una vez alcanzada la autonomía vital, el poder vivir por uno mismo, se nos evidencia en mayor grado la dependencia que el bebé tiene en un ámbito diferente al puramente biológico, el ámbito social. El medio en el que nace el bebé determina cuáles son las cualidades necesarias para su autonomía, puesto que aunque sus necesidades vitales serían idénticas independientemente del medio, las formas para cubrir tales necesidades si están determinadas por cómo se organice el espacio circundante. Con este ámbito se descubren nuevos niveles de dependencia, ya que en el cambio surgen nuevas necesidades y acciones que el individuo no puede realizar por sí mismo. Me gustaría distinguir entre ellos dos, la situación de dependencia hacia los demás seres humanos próximos a mí para poder sobrevivir y la codependencia con los seres humanos la comunidad a la que pertenezco, propia del entender la vida en comunidad como medio de adaptación al medio. Si atendemos al segundo nivel citado, podemos ver de forma general como la progresiva especialización social ha dado lugar al progreso de la sociedad, mientras al mismo tiempo se reducía el grado de autonomía de sus miembros, generando finalmente un estado de codependencia de los individuos, por la necesidad de los productos de las capacidades de cada uno. Sin embargo, cualquiera puede recuperar esa pretendida autonomía perdida por la especialización y convertir su casa en un estado autárquico, unipersonal o unifamiliar, pero incluso tal salto hacia la autonomía necesita de un desarrollo de la misma desde la presumible situación anterior de codependencia, en un hacerse con las capacidades y los medios necesarios para alcanzar tal autonomía progresivamente. Considerando ambos niveles para proceder con el primero, creo que podemos admitir con facilidad que la codependencia, la necesidad de mantener ese estado, es ahora un hecho, pero a veces olvidamos aquello que se evidencia claramente desde la perspectiva individual, que para vivir en sociedad, para aprovecharse propiamente de esa situación de codependencia, hemos necesitado, en un inicio, de otros individuos que suplieran nuestra falta de capacidades sociales para poder vivir autónomamente en sociedad; esperando que igualmente que cubren tales carencias, nos las comuniquen para

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que una vez adquiridas y practicadas podamos alcanzar la autonomía social. Una madre, dicho rápidamente, suple las funciones básicas del organismo del bebé realizándolas por él y haciéndole partícipe del disfrute del producto de las mismas –lo alimenta, por ejemplo, por medio del cordón umbilical- y su autonomía surge cuando ese mismo bebé las realiza por sí y para sí mismo. Igualmente, esa misma madre lleva a su hijo al médico, habla por él con ese mismo médico, compra las medicinas prescritas y se encarga de que siga correctamente el tratamiento, así suple sus carencias pero su hijo se encuentra en situación de dependencia respecto de tal necesidad de cura, esta situación sólo se cambia por la condición de autonomía cuando el chico, por sí, acude al médico, interactúa con él y se aprovecha, de ese modo, correctamente de la situación de codependencia para cubrir su necesidad de cura. Como vemos, el abandono de la situación de dependencia de los otros para poder aprovecharse de la codependencia con los demás no ocurre hasta que el individuo que se encuentra en tal situación adquiere las capacidades necesarias para poder hacer ese algo que no puede hacer por sí mismo y se encuentra en posición, también, de poder aprovecharse de esas capacidades por sí mismo y para sí. Sólo bajo estos términos podemos hablar correctamente de autonomía. Por ello, ser autónomo para algo, estar en condición de no depender de nadie para ese algo, implica conocer aquellas capacidades necesarias para realizar por uno mismo tal empresa y de estar en posición de poder aprovecharse de ellas por sí mismo. Nuestro niño no es autónomo para servirse de los medios que la sanidad pública ofrece para curarse hasta que es capaz de realizar por sí mismo aquellas cosas que otro realizaba por él y para él en su anterior situación de dependencia. Si volvemos de nuevo la mirada a la historia vital vemos como esta diferencia entre la dependencia y la autonomía y su sucesión, acompañada temporalmente por el cómo se desarrolla el estado biológico del individuo en sus diferentes etapas vitales, respecto de sus cualidades, el turno entre dependencia y autonomía se entiende como motivado por una lucha del individuo, en términos de autodesarrollo, contra su situación inicial de dependencia y en busca de alcanzar una situación que incluya el mayor margen de ausencia de dependencia factible y que implique el mayor grado de autonomía posible. La autonomía, tal y como se la presento, es un valor por sí mismo, puesto que al implicar la ausencia de dependencia, lo que implica encontrarse en posesión de ciertas capacidades, cuanto mayor sea el grado de autonomía del que se disponga, mayor será la capacidad de uno mismo para realizar cualquier cosa por sí mismo, lo que descubre a la autonomía como buena para cualquier cosa que se desee o prefiera. El desarrollo gradual de la autonomía en la historia vital se ocurre por el aumento de conocimiento de las habilidades y la mayor disposición para aprovecharse de ellas, desarrollo acompañado a la par por el desarrollo del límite biológico del individuo, pero estas dos líneas ascendentes alcanzan un momento de crisis en el momento en el comienza el deterioro físico y, por tanto, se invierte el avance biológico hacia una reducción del límite establecido en el desarrollo de la condición biológica. Este momento de crisis biológico no tiene impacto directo en la autonomía, ya que salvo en condiciones en las que las que

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el cerebro se vea afectado, el deterioro biológico resta, en inicio, capacidades al cuerpo, por lo que comenzamos a perder disposición para aprovecharnos de nuestras habilidades adquiridas, pero esta progresiva pérdida puede ser compensada con el aumento del conocimiento, legando al ingenio y a la experiencia la falta de fuerza o habilidad. Sin embargo, e igualmente, se da un nuevo momento de crisis cuando el aumento del conocimiento no puede sostener el desarrollo de la autonomía e, incluso, carece de capacidad para evitar que esta disminuya, frente al deterioro de aquello que sostiene las habilidades, el cuerpo y la mente, ocurriendo tras esta etapa una nueva y gradual expansión de la situación de dependencia frente a la autonomía adquirida. Desde esta perspectiva creo que fácilmente pueden reconocer conmigo el valor de la autonomía y la dificultad inherente a su proceso de adquisición. Por ello, considero tan negativas e, incluso, nocivas, aquellas conductas que son contrarias al desarrollo de la autonomía o que incluso consiguen revertirlo. Si atendemos a las condiciones necesarias para que se dé efectivamente el desarrollo de la autonomía, con la intención de descubrir cuál es el camino de acción propio de estas conductas, podemos ver, en primera instancia, que el conocimiento en general y el conocimiento obtenido al adquirir capacidades, en particular, suele ser estable, es decir, cuando se ha obtenido no se pierde si se acompaña de la práctica regular o se sostiene por una buena memoria e, incluso, en el caso de que se pierda, tal pérdida es progresiva, por lo que se puede revertir con mayor facilidad cuanto más pronto se comience y ya su simple obtención primera sirve como precedente tal que su readquisición o sus sucesivas readquisiciones serán menos costosas y más exitosas que la primera adquisición; hablando, ahora, dentro de los límites de lo común y favorable, sin considerar casos de naturaleza más problemática. Pero si atendemos a la condición de estar en posición de aprovecharse debidamente de las capacidades obtenidas, vemos que al margen de la condición física, de aquello que realmente se pueda hacer, el cómo se encuentre el individuo emocionalmente se descubre como un factor determinante, ya que amenaza directamente la estabilidad propia del desarrollo de la autonomía o del grado de autonomía alcanzado. Hablando sencillamente, uno puede saber cómo hacer algo por sí mismo y estar en posición de hacerlo –poder hacerlo, en definitiva- y, sin embargo, no tener cuerpo para hacerlo. Uno puede ser teóricamente autónomo para algo, pero no serlo realmente cuando no se considere a sí mismo capaz de ello, aunque esta creencia efectivamente sea falsa. Por ejemplo, si recogemos a nuestro niño ya perfectamente sano y cuando conoce el camino hasta la panadería, es capaz de recorrerlo por sí mismo y efectivamente capaz de comprar el pan y de volver con él a casa, le pedimos que compre el pan, él puede no ser capaz de realizar ese recado autónomamente ya que él, aun disfrutando de tal grado de autonomía, puede que no se crea capaz motivada esta negación por el miedo, la timidez, etc. Esta falta de confianza en sus capacidades motivada por las emociones suscitadas por el escenario que describe tal o cual acción o por las creencias falsas acerca de sí mismo, afecta a su autonomía sin afectar o restringir la posesión de las condiciones que la diferencian de la situación de dependencia. Sin embargo, el freno en la autonomía de acuerdo a los términos descritos sí da lugar a un aumento del margen de la situación de

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dependencia, pero no como producto de la falta de desarrollo o de la carencia de capacidades, sino como una negación del desarrollo efectivo de la autonomía de uno mismo o de la posesión de tales o cuales capacidades por parte del individuo; donde ocurre tal desarrollo o se poseen tales capacidades. El individuo, así, es teóricamente capaz de realizar aquello que niega poder hacer por sí mismo –se encuentra fatal pero el médico le dice que no le pasa nada, que está perfectamente sano-, pero no es realmente capaz de realizarlo. Será, entonces, capaz de hacerlo, es libre de hacerlo en el sentido negativo de la libertad, nadie externo a él le impide hacer lo que él puede hacer por sí mismo, pero no dispone de los medios necesarios, no dispone de la confianza, niega su capacidad, por lo que aun pudiendo hacerlo no será capaz de realizarlo. Esta distinción entre libertad teórica y libertad práctica se basa en la diferencia entre la capacidad y las trabas de la realización propias de la práctica. Yo soy libre de ir a Nueva York, negativamente, pero no dispongo del dinero necesario para coger el avión o el barco, así que realmente, aun pudiendo ir, no puedo; no dispongo de los medios. Como vemos, uno puede ampliar su situación de dependencia, en contra del desarrollo efectivo de la autonomía, si se niega a sí mismo, por lo que, aun no necesitando de los demás, depende de ello para ciertas cosas que podría hacer por sí si no se negara. Las motivaciones para que esto ocurra son diversas y no es objeto de este artículo su análisis, sino el mostrarles la posibilidad de este problema para la autonomía. Ser autónomo es un bien para el individuo, por lo que al negar su autonomía en parte o totalmente, el individuo se está procurando mal a sí mismo, sin intervención de nadie externo a él. Creo, esto es algo que difícilmente podrá discutirse como beneficioso para nadie, por lo que es algo que debería evitarse bajo cualquier circunstancia. Si el fin de la historia final se da en la victoria de la dependencia, en tanto que uno no es capaz, al final, de continuar viviendo por sí mismo y cuando ningún otro tampoco puede suplir tal carencia sucede la muerte, la negación de la autonomía de uno mismo, en cualquiera de sus formas, sólo puede entenderse como un acercamiento prematuro a esta victoria final de la dependencia, como una derrota por uno mismo causada en esta lucha por la autonomía. Por todo ello les insto a reconsiderarse cada uno a sí mismo desde estos términos y tratar de advertir en cuales de los casos en los que se encuentran en situación de dependencia lo están de forma efectiva y real y en cuales se encuentran así por negarse a sí mismos, ya que el desarrollo es demasiado costoso como para frenarse a uno mismo y aunque pueda ser más problemático, incluso, el resolver esa negación, hemos de considerar que su disolución sólo depende de su desarticulación y su reconsideración positiva. Si confundimos el trabajo por hacer con el hecho no habrá posibilidad de avance y si pensamos lo hecho como una carencia estamos derribando deliberadamente lo construido, porque al hablar de nosotros y de nuestra mente hemos de considera que las mentiras acerca de lo real lo modifican realmente, ya que lo que conforma nuestra realidad, en este ámbito es tan sólo nuestra psique y lo que ocurra en ella.

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SI LA QUIERES FIRMAR

por U. Rojo (Canto)

Se tiene que dejar entrever Y si acaso Ya se verá entre Los cabellos de una gorda Pero bella de cara Pristina de alma, Y que más vale lo demás Lo de los demás Demasiado quizá

Quimeras de bar Barriles de más Masa y más hastío Hasta la palangana de la tarambana

Banalmente podemos subsistir Tirar de la cuerda a tres manos Nostalgia por no poder Demiurgo por no saber Verdad por no mentir Tirano por no mandar Dardo sin diana Anal con regalito Litosfera sin delito Tormenta sin alcance, Cerebro en cerbero Verónica sin ruego Ego sin yo Yo-yo acabado ya el juego

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Gorilas sin mascara Caravanas en carnaval Valencia de cascaras Aras de mediodía Diámetro sin radio Dio mitad a mi ser Erguido en conciencia

Cianuro para mí Miríadas de miradas para ti Tiberios para tiberio emperador Dormido en la angustia del malestar Tardío de esteradas

Das cortes a mis soñares Ares, guerrera pareces Heces batallas Hallas horizontes

Tesón por organizarte Arte por organizar Izar banderas que no sabes Aves que la vuelan en su volar

Lar por explorar afanas Nasal olfato te falta Altas cimas si quieres tocas Casto gusto gastas

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Te has tirado al vacío Crío te llevaste a mí Y mí marchó en la corriente Ente entre retel de tus ríos

Rio por no llorar Orar por no morir Ir por no volver Ver por no mirar Tirar dados sin suerte Telón cayendo sobre la banca Bancarrota en mi corazón

Zona de guerra continua, Amnistía si la quieres firmar Martirízame aún más Masca mi persona Sonando el triturar de tus dientes, Tedio por querer seguir masticando Ando entre saliva

Iba buscando una razón buena Enajenado me quedé Dé usted razón a mi pena Nada en ella encontraré

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DESPERTAR

por Ollie de Ninfo

.i.

.iii.

.v.

Despertar

Luna

A fuera

Conciso

Tanger

Blanco oscuro

Rugoso

Deslizarse

Hendir

Realidad

Omoplatos

Emancipar

Vientre

Pequeño

Demonio

Uñas

Mirar

Prez

Boca

Vuelo

Destilar

Fuente

Pira

Labios

Acompañante

Ojos

Limón

Caminar

Verdad

Prado

Uxara

Delicia

Caer

.ii.

.iv.

.vi.

A flor de piel

Mar

Reír

Plazas

Fuera

Soltar

Busca

Suspirar

Temprano

¡Eh!

Vela

Música

Matriz

Amistad

Empujar tirar

Equilibrio

Lejos

Energía

Polvo

Bueno

Fecundidad

Visión

Acariciarse

Nitidez

Sangre

Desembocar

Expansión límite

Te quiero

Sonido

Justo

Convocar

Diamante

Final comienzo

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TREN DE SOMBRAS

por R. Roig Herrero

GÉNERO: Comedia dramática DIRECTOR: Cesc Gay REPARTO: Javier Cámara, Ricardo Darín, Dolores Fonzi GUION: Cesc Gay, Tomás Aragay PAIS: España DURACIÓN: 108 min PRODUCCIÓN: Imposible films/ BD films ESTRENO: 27 de octubre 2015 Es complicado pensar en películas donde la amistad no haya jugado un papel vital en el desarrollo de sus historias. Ahora bien, si pensamos en filmes que versen sobre la amistad, en un sentido abstracto de la palabra, parece difícil recordar títulos así, sin caer en aquellas pandillas ochenteras de Steven Spielberg. Aquellas despedidas, aquella cana al viento antes del último viaje se han llevado a la pantalla con mejor y peor atino. Cuando contemplaba Truman, no podía dejar de pensar en Entre copas. Bueno, siendo sincero, no podía dejar de pensar en Alexander Payne en general. El cine del americano se ha convertido en un referente de despedidas, de viajes, de catarsis (Quien no recuerda la aplaudidísima, bellísima e increíble Nebraska), y Cesc Gay lo sabe, pero eso no resta originalidad al film que aquí tratamos. De si las historias nacen de la realidad y esperan a ser filmadas o si poseen relevancia y se tornan reales precisamente por salir en la pantalla parece conseguir un nuevo significado en la película. Si cabe elogiar al catalán por un algún motivo, sin duda es el de entender que el cine puede contar grandes…. Y sobre todo pequeñas historias. El film es una de estas últimas. Hace unos años, el cine se vio inundado por un tema que conmocionaba y dividía a la población, el de la eutanasia. Fueron muchos los films que se veían en las salas, donde acabó destacando Intocable, la peli de Eric Toledano. Optimismo, fascinación, huir de la policía, porros… Una película que te hacía ver que la vida estaba “llena de color”. La felicidad se encontraba casi como un anuncio, una venta bastante bien hecha de factura impecable.

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Aquí no hay lecciones morales, solo hay dos amigos y un final. A lo largo de todo el film, siempre se le recuerda al personaje de Javier Cámara si ha tratado de convencer a Ricardo Darín de que comience con la quimioterapia, y no se explica, titubea. Señores, al fin, un cine que no condena, de personajes que, superados por las circunstancias, no les queda otra que aceptarlo y seguir con sus vidas. El humor de algunas situaciones, lo increíble de algunas de las acciones llevadas a cabo por los dos protagonistas…. Todo rezuma no diría realidad, o autocomplacencia… La historia es cine por haber sido registrada con el tacto propio de los grandes. O lo que es lo mismo, no hay identificación con sus personajes (más allá de los casos particulares), sino admiración por los mismos. Su juicio no está intervenido por lo ético, sino por lo estrictamente cinematográfico. De ahí la frase de Julián, cuando ve que su amigo se ha acostado con su hermana: “Tiene sentido”. ¡Es maravilloso! Por eso decía que Truman no es una de esas grandes historias, sino una de las pequeñas. Julián no es el arquetipo, casi platónico, de personaje que tiene cáncer y no sabe muy bien qué coño va a hacer: Julián es Julián, y su historia puede ser tan parecida o distinta como la de cualquier otro personaje en sus circunstancias. Por mucho que lo podamos pensar, no se ganan premios por hacer películas sobre el cáncer, sino por hacer películas. Una película sobre la amistad incondicional, como la que profesan los perros por sus dueños, y viceversa. Cesc Gay ha abierto el camino para llevar a cabo nuevas películas, donde el factor humano no busca esquemas grandilocuentes, sino humildad ante las situaciones, y demostrar que estas pueden convertirse también en grades historias. ¡La magia del cine! Una película que rezuma saber hacer y honestidad a partes iguales y, en mi opinión, merecedora del Goya. Encantará a cualquier espectador cuyo corazón lata en el pecho. ¡Después de verla, no os olvidéis de invitar a un cañonazo a vuestros buenos amigos!

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MÚSICA

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Eskorzo – El que tenga el amor "Al que tenga el amor, que se lo meta por..." Pink Floyd – Marooned “…” Bajo Mínimos - Ciborgs. "Su mecanismo es ágil y saltan como acróbatas, y están del lado del currante y no del aristócrata. No son psicópatas tú más bien llámalos apóstoles." Bentrand Cantat – Droit dans le soleil “Estoy tan triste que si sigo cayendo así pronto comenzaré a ir hacia arriba.” Flowklorikos & Shotta – Kloroformo en el entorno "(…)hablo con Dios cada noche, no pido mucho, sólo saludo y ya lucho yo por mi futuro" Yasmine Hamdan – Shouei “…”

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