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TU MUNDO PRIVADO RENTA UNA ISLA ENTERA
TU MUNDO PRIVADO
Rentar una isla entera es posible. Esto es lo que necesitas saber para unas vacaciones, o temporada de descanso súper exclusivas.
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POR MILAGROS BELGRANO
¿Buscas exclusividad en tu próximo viaje? Nada como alojarse en una isla privada, el epítome de los viajes de lujo. Son destinos que ofrecen tranquilidad y servicio de clase mundial. Una experiencia excepcional.
Con la pandemia, varias islas cerraron el acceso a los huéspedes, pero a medida que diferentes gobiernos van abriendo sus fronteras, estos paraísos privados también comienzan a reabrir sus puertas para recibir de nuevo a los turistas. Te preparamos esta selección de algunas de las islas privadas más exclusivas del mundo, para que prepares una escapada en compañía de tu más selecto grupo de amigos.
Kudadoo es verde. Entre sus prácticas está tener su propia planta de embotellamiento en vidrio, eliminando así el uso de plástico.
1Check-in keyless y cuarto en el agua
En la isla privada de Kudadoo, sobre el océano Índico, puedes planear un viaje a todo lujo para ti y tus invitados —hasta 34—. Tu estadía te da acceso a una cava con docenas de etiquetas de vino y más de siete champagnes. El Spa y todas las actividades acuáticas están incluidas en el precio por noche que va desde 3,800 dólares, en el paquete más básico.
Aquí, la experiencia estará disponible a partir de noviembre. El acceso se hace en avión privado o de línea que llega al aeropuerto de Malé, la capital de las Maldivas. Desde allí, debes navegar 45 minutos a bordo de un yate —privado, por supuesto— para llegar al paraíso. Para llegar a Marathon el viaje es largo, pero vale cada minuto. Su arribo es desde Homestead, la última ciudad entierra firme al sur de Florida. La ruta de acceso es por la US1, una carretera construida sobre puentes que unen cada isla. Tiene una extensión de 200 kilómetros y un solo carril por sentido. Así que abróchate el cinturón, prepara una playlist ad-hoc, y disfruta del road-trip, que con tráfico puede llegar a tres horas —una hora y media si manejas de noche—.
Cuando llegues a Marathon, uno de los 800 cayos que componen los Florida Keys, un breve
La isla tiene su propia aplicación, para hacer check-in sin tener que tocar superficies, ni puertas, ni firmar papeles o intercambiar dinero en efectivo. La app también sirve para reservar los diferentes servicios como chef, las actividades y excursiones y los tratamientos del Spa.
Kudadoo tiene 15 villas sobre el agua, cada una con su propio mayordomo, y con capacidad para hasta 34 personas. En los últimos meses, su personal ha recibido consultas de quienes quieren celebrar su boda sin multitudes. Otros se han interesado por celebrar Navidad, o simplemente reunirse con la familia después de meses de confi
El personal de Kudadoo sigue la filosofía Anywhere, Anything, Anytime, que se refiere a hacer realidad los deseos de sus huéspedes, sin importar la dificultad que implique.
2Cerca de Cuba, mini isla para ocho
namiento, en un lugar exclusivo. viaje en lancha organizado por el anfitrión, te llevará a una pequeñísima isla privada rodeada de aguas turquesas, cerca de Cuba. Pernoctar aquí cuesta 1,625 dólares, más impuestos, por noche; la estadía mínima es de siete días. Hay tres recámaras, suficientes para ocho personas.
Entre las amenidades está el WiFi, aire acondicionado, cafetera Nespresso y ropa de cama de algodón orgánico. Para reservar esta isla, aún sin nombre, visita Glamping Hub, la plataforma dedicada a la renta de alojamientos en estrecho contacto con la naturaleza.
TRAVEL
3Chef y playa propia
Brother Island queda en Filipinas, destino que hoy es tendencia por sus playas exóticas y su gran servicio. Brother es una isla privada a dos horas en lancha del aeropuerto de Nido, en la isla de Palawan. Cuesta 1,400 dólares más impuestos por día y la estancia mínima es de dos noches. Tiene capacidad para 12 invitados.
En la isla, pequeña, pero con todas las comodidades —tiene WiFi también—, podrás contar con ama de llaves, chef, lanchero y un anfitrión encargado de recibir e instalar a los huéspedes.
En su playa —privada, claro— se organizan actividades como paseos en kayak, snorkel, caminatas, excursiones de pesca y masajes, que se pueden reservar por un costo extra.
Las comidas están incluidas en la tarifa diaria y consisten en platillos con ingredientes orgánicos locales. El cocinero puede preparar un menú para quienes tengan restricciones alimentarias. Para reservar solo debes visitar Airbnb.
La bienvenida o mabuhay, como dicen aquí, es amenizada por cantos de un grupo de mujeres con vestidos de colores, que ofrecen un collar de cuentas marinas.
Christie’s, empresa de bienes raíces, promueve un conjunto de islas privadas autosustentables en Maldivas.
Compra tu propia isla
Si después de vacacionar en una isla privada quedaste prendado de este tipo de experiencia, también puedes considerar adquirir un terruño entero sobre el mar. La industria de las islas privadas está tan aceitada que incluso hay una revista digital, Private Islands que mensualmente publica nuevas oportunidades de compra, venta y alquiler de este tipo de propiedades.
En todos los continentes hay docenas de islas disponibles para la venta, muchas listas para habitar, pues ya cuentan con una granja, residencia principal o similar. El único límite es el dinero... Y cuando hablamos del vil metal, las diferencias de precio son grandes, pues está en juego el país en el que se encuentra, recursos naturales y las posibilidades de crecimiento turístico.
Para tener una idea, Cui Cui, una diminuta isla en el sur de Chile, de apenas 12 hectáreas, sobre el lago Puyehue, frente al volcán del mismo nombre y con una cabaña de 400 metros cuadrados, se anuncia por 3.2 millones de dólares. Más onerosa es la compra, por ejemplo, de Spectabilis, una isla de 186 hectáreas en las Bahamas, que cuesta 62 millones de dólares. Cuenta con pista de aterrizaje, helipuerto, así como playas de arenas prístinas. Se ubica en los cayos Exumas, donde muchos multimillonarios tienen sus residencias de verano.
Las islas privadas son la quintaesencia del lujo y si los que pueden comprarlas son pocos, la posibilidad de rentarlas, hace más accesible el eterno —y humano— deseo por lo exclusivo.
Fotos: Cortesía / Unsplash