Revista Balance Ed. 29

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La epidemia del COVID-19 en Puerto Rico y la relajación de las medidas de control Juan C. Orengo, MD, MPH, PhD, Javier Orengo-Valverde, PhD (Universidad Castilla La Mancha) y Vivian S. Green, LND, MS, PhD (Programa de Salud Pública, Ponce Health Sciences University)

Al momento de escribir este artículo, han pasado 183 días desde que la Organización Mundial de la Salud emitiera una “Emergencia de Salud Pública de Importancia Internacional”, debido a enfermedad y virus nuevos, ahora denominados, COVID-19 y SARS-Cov-2 respectivamente. En Puerto Rico, el primer caso detectado de la COVID-19 fue noticado el 9 de marzo del 2020; en los 144 días que han pasado y 7 ordenes ejecutivas emitidas para controlar la epidemia, han sido noticados más de 23,000 casos conrmados por PCR y más de 600 muertes. En la epidemia de la COVID-19 en Puerto Rico, podemos establecer, de forma general, tres periodos, el primero del 9 de marzo al 30 de abril (enmarcado en un cierre total, iniciado el 15 de marzo), un segundo periodo, desde el 1 de mayo al 26 de junio (caracterizado por una apertura progresiva y una baja incidencia de casos conrmados) y un tercer periodo que inicia el 27 de junio hasta el presente (en el cual se implementaron ciertas restricciones, debido a un incremento de la incidencia de casos). A este tercer período, algunos epidemiólogos lo denominan “rebrote” y otros “segunda ola”, en lo que todos están de acuerdo, es en que hubo un incremento en el número de casos conrmados, en un tiempo determinado, posterior a un periodo de baja incidencia, donde el número de casos podría haberse controlado; sin embargo, ese tiempo de baja incidencia fue paralelo a un relajamiento de las medidas de control incorporadas a las órdenes ejecutivas. Las únicas medidas de prevención y control en salud pública son las no farmacológicas. Entre ellas se encuentran por ejemplo, la educación, lavado de manos, el distanciamiento físico, uso de mascarillas, evitar aglomeraciones, cierre de negocios, cierre de playas, cierre de escuelas, trabajo desde la casa, aislamiento de casos, autoaislamiento, cuarentena de los contactos, screening, pruebas diagnósticas, vigilancia epidemiológica y rastreo de contactos. Estas medidas se fundamentan en dos pilares principalmente, que son, el comportamiento responsable y solidario de los individuos y de la comunidad, y un segundo pilar, que son la acciones que dependen directamente y son responsabilidad del Gobierno.

En relación a los individuos y comunidad, debemos entender que las medidas de control se basan en evidencia cientíca, a su vez, el hecho de que se disminuya la restricción de algunas medidas (por ejemplo, apertura de playas y negocios), no signica que dejemos de implementar las otras, pues esto sería una irresponsabilidad y falta de solidaridad comunitaria, lo que conllevaría a un incremento de los casos. La acción de reducir o eliminar por parte del Gobierno, las restricciónes de las medidas de control y prevención de salud pública, debe de realizarse a base de datos actualizados y reales, mejorando y reforzando para ello, la vigilancia epidemiológica y el rastreo de los contactos, con el objetivo de reducir el número de casos por medio de una detección temprana de los mismos y la implementación rápida de las medidas de control. La información de la epidemia debe ser transparente, clara, diseminada con rapidez a la comunidad, completa (hay información que se desconoce), datos en tiempo real, con capacidad de realizar análisis granulares. Para esto es fundamental, la velocidad en el procesamiento de las muestras de laboratorio, la detección de los casos y su aislamiento, la cuarentena de los contactos, detección y control de brotes o conglomerados, y la evaluación de la efectividad del rastreo. Sin lo anterior y otras características aquí no enumeradas, se pueden estar tomando decisiones de relajación de las medidas de control y prevención con datos erróneos, incompletos y desfasados, basados en una falsa seguridad del buen funcionamiento de un sistema de vigilancia y rastreo, que unido a una disminución de las medidas de control individuales, podrían favorecer la no disminución de la curva actual o la aparición de una nueva ola epidémica dentro de un tiempo. Por último, todas las medidas de control que se establezcan (restrictivas o relajadas), deben ser éticas (teniendo presente a las personas y comunidades vulnerables, evitando las inequidades en salud, etc), basadas en evidencia de salud pública, de rápida y sencilla implementación, y acompañadas de las ayudas económicas necesarias. Las medidas establecidas deben ser evaluadas, con la nalidad de realizar o no en un futuro las modicaciones necesarias.

Referencias: COVID-19, CDS, New Jersey Health Department (NJDOH). Juneau CE, Briand AS, Pueyo T, Collazzo P, Potvin L. Effective Contact Tracing for COVID-19: A Systematic Review. medRxiv preprint doi: https://doi.org/10.1101/2020.07.23.20160234. Middleton JD, Lopes H, Michelson K, Reid J (2020) Planning for a second wave, planning for winter. Association of Schools of Public Health in the European Region (ASPHER). Ryan J, Okeibunor J, Talisuna A, Wiysonge CS. Setting and relaxation of public health social and physical distancing measures for COVID-19: a rapid review. PAMJ, 2020; 35(2):76. Worden L, Wannier R, Blumberg S, Ge AY, Rutherford GW, Porco TC. Estimation of effects of contact tracing and mask adoption on COVID- 19 transmission in San Francisco: a modeling study. medRxiv preprint doi:https://doi.org/10.1101/2020.06.09.20125831.

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