EDICIÓN DE FEBRERO 2016

Page 1

FEBRERO 2016

FLAMENCOS ROSADOS BARRO, MANOS Y FUEGO EL PULSO DE LA NATURALEZA VIDA EN EL PAPEL,


En esta


a edición

06 22 40 48

FLAMENCOS ROSADOS, selección natural prodigiosa. la distancia parece un gran espejo de agua rodeado de arenas blancas, pero en realidad es un tanto más hostil, al menos para nosotros como humanos...

Manos, barro y fuego. Entre quebradas, espinos y suelos semiáridos del valle del Choapa, aún se practica una tradicional manera de fabricación artesanal, hablamos de los ladrillos de barro cocidos en horno...

En Llamas La tragedia comenzó a partir de una débil columna de humo que observé por primera vez, desde el estacionamiento vehicular del sendero interpretativo del bosque relicto, en el Parque Nacional Bosque Fray Jorge... Vida en el Papel En los ecosistemas silvestres de la X región, la vida aflora por doquier como un abanico multicolor, especialmente la que representa a la gran familia de las aves...


www.RevistaBioma.cl

E


Editorial Este mes nos encontramos en la extraplanetaria superficie del desierto de Atacama, con sus paisajes inhóspitos y desmesuradamente hostiles, al menos para el ser humano y sus necesidades básicas para subsistir. Los grandes salares secos y lagos de salmuera son un espectáculo visual sin precedentes, en esos hábitats aparentemente yertos y sin vida, sólo basta con dar una detenida mirada en el horizonte para cambiar radicalmente de opinión. La vida brota prácticamente en casi todas las escalas, es decir; desde vida microscópica hasta mamíferos y aves mayores. Así llegamos ante los afamados pero frágiles Flamencos rosados, una aventura biolólgica digna de conocer de cerca y entender los porqué y los cómo de la sobrevivencia en ambientes tan adversos para cualquier ser vivo. Por otro lado, en el ámbito de lo cultural, en una búsqueda de nuestras costumbres y tradiciones, nos encontramos casi por casualidad con fabricantes artesanales de ladrillos de barro, un oficio antiguo y que no ha cambiado casi en nada en su técnica, la elaboración con las más sencillas materias primas han hecho por años de estos subproductos de la tierra, el agua y el fuego y por supuesto de las esforzadas manos del maestro ladrillero, en una verdadera joya de colección de la arquitectura básica en el mundo.

Así mismo, y como ya es tradición traemos nuevamente nuestra entrañable sección el Pulso de la naturaleza con un extraordinario relato sobre un incendio en la Parque Nacional Fray Jorge, un triste evento vivido por un guardaparques chileno, nuestro amigo Mario Ortiz. Y finalmente en este caluroso mes de febrero tenemos el agrado de presentar una nueva sección que nos acompañará de ahora en adelante, la que hemos titulado “Vida en el papel” una excepcional oportunidad que Revista BIOMA tiene para exhibir el trabajo artístico científico de Amalia Guerrero Frugone una diseñadora y expresiva artista en acuarela, que compartirá sus ilustraciones de especies chilenas, para verlas y conocerlas de una manera más taxonómica y detallada de mano de las finas artes de la expresión humana. Nuevamente los invitamos a difundir nuestros contenidos que, en realidad no nos pertenecen, sino que son parte de todos y cada uno de nosotros los chilenos y del mundo.


Flamencos r 06


rosados 07


A

la distancia parece un gran espejo de agua rodeado de arenas blancas, pero en realidad es un tanto más hostil, al menos para nosotros como humanos. Hablamos de Soncor un interesante destino repartido entre lagunas y vegas salobres esparcidas en 5.016.7 hectáreas protegidas por Conaf, como parte de la Reserva Nacional Los Flamencos, ubicada en el sector oriental del gran Salar de Atacama. Más allá de estos interesantes datos geográficos Soncor tiene una característica importante y que no es menor dada las condiciones de habitabilidad tan complejas que la componen. Ahí, hay vida… y por cierto que mucha vida. Vale la pena repetirlo por que si consideramos que se trata de una variedad de formaciones lacustres rodeadas de costras de cloruros y sulfatos, es bueno detenerse a pensar en cómo y en quienes sobreviven ahí. Si bien la flora no es nada de altura u ornamental como se podría esperar, en este aparente extraterrestre paisaje se puede encontrar Grama Salada (Distichlis spicata), Cachiyuyos (Macrocystis pyrifera) y otras especies

08


09


10


11


herbáceas de menor tamaño bien adaptadas. Estas condiciones de habitabilidad adversas han generado mecanismos eficientes para sostener una fauna mayor muy valiosa por su biodiversidad y cantidad. Comenzando desde los pequeñitos como el Caiti (Recurvirostra andina), el Chorlo de la Puna (Charadrius alticola), el Playero de Baird (Calidris bairdii), la Gaviota Andina (Chroicocephalus serranus) y el Aguilucho (Geranoaetus polisoma polisoma). Cabe destacar tambien la presencia en esta variopinta lista de especies al celebre Zorro Culpeo (Lycalopex culpaeus), el ratón Tuco Tuco (Ctenomys azarae), el Ratón Olivaceo (Abrothrix olivaceus) y la Lagartija de Fabián (Liolaemus fabiani). Sin embargo hay un habitante muy particular que atrae todas las miradas especialmente la de los turistas y que han dado la identidad practicamente a toda la zona, nos referimos a los Flamencos rosados en sus tres especies que habitan en la reserva, la primera es la Parina Grande (Phoenicoparrus andinus), el Flamenco Chileno (Phoenicopterus chilensis) y la Parina Chica (Phoenicoparrus jamesi) estas tres variedades, gregarias y longevas, conforman poblaciones relativamente abundantes estas se reparten en distintos sectores como la Laguna Barros Negros, Salar de Pujsa, Salar de

12


13


14


Poopo en Bolivia, en Laguna Colorada también en Bolivia y por supuesto todas ellas habitantes asiduas del Gran Salar de Atacama en distintas temporadas de acuerdo a sus periodos de nidificación. Soncor como ecosistema se divide en varias lagunas que en invierno se unen por las lluvias, como las lagunas de Burro Muerto, Chaxas y Barros Negros. Estos cuerpos de agua son de escasa profundidad lo que genera un estrato de fango que enriquece la vida en muchas formas microscópicas como algas unicelulares como las Diatomeas (clase Basillariophyceae) y micro invertebrados (como branquiópodos y quironómidos) que constituyen la principal dieta de los Flamencos, filtrándolos con su especializado sistema de lamelas en el interior de su pico corvado. Decidimos colocar nuestras cámaras en la laguna Chaxa, para hacer una breve observación de la Parina Grande, ella es la de mayor tamaño de la familia Phoenicopteridae que habitan en Chile, esta ave además sólo se diferencia de sus dos parientes la Parina Chica y el Flamenco chileno por pequeños detalles de color de sus tarsos y patas, tan características de estas especies, además de que el Flamenco chileno soporta menos porcentaje de salinidad que sus dos familiares.

15


16


Mientras nos introducimos más en los cuerpos de agua de Soncor notamos una notoria baja en la población. Por ello nos preocupa ver una serie de nidos vacios parecidos a conos truncados y con la forma de taza, siendo plena temporada de nidificación. Tomando en cuenta que ponen un solo huevo por temporada. Toda la familia de los Flamencos anidan en colonias y la marcada ausencia puede deberse a lluvias estacionales que han afectado a la zona recientemente que provocan la baja en la salinidad de estas lagunas generando desaparición de los microorganismos y algas que dependen de ella, y que por cierto dan al Flamenco su caracteristica coloración. Sin duda alguna el sólo acto de quedárseles observando desde las orillas de este mundo blanco, es un maravilloso espectáculo de la naturaleza en sí. Su delicado y elegante comportamiento nos habla de una especie digna de nuestra atención más allá de su belleza que forma parte de un escenario natural. La familia de estos flamencos está en estado vulnerable y casi amenazado a pesar de la protección que reciben y que son atractivos turísticos emblemáticos del altiplano chileno. Revista BIOMA 2016 17


18


19



dollybackpro@gmail.com

video - fotografia -

dise単o


22


23


24


25


E

ntre quebradas, espinos y suelos semiáridos del valle del Choapa, aún se practica una tradicional manera de fabricación artesanal, hablamos de los ladrillos de barro cocidos en horno. Muy temprano, cuando el sol recién se está ubicando sobre el horizonte, Don Willy y Don Alfonso, dueño del terreno donde se realizará el trabajo, caminan hacia la faena mientras sus pasos sobre la tierra rompen el silencio de este pequeño recodo a sólo un par de kilómetros de la cuesta de Cavilolen, en la comuna de Illapel. En unos estanques plásticos se almacena el agua, lista para vaciarse poco a poco sobre la tierra, que ya está tibia con los primeros rayos del Sol de enero. Una Pala, botas de goma, tierra, agua, un tarro, guantes, un sombrero, un molde, mucha energía y perseverancia son los complementos básicos e ingredientes vitales para trabajar en este solitario oficio. Parece un juego, como dicen; “jugar con barro y nadie te reta” pero no es así, requiere de mucho esfuerzo físico, un paciente cuidado para una buena preparación del barro, no deben quedar residuos como piedras o grumos de tierra que finalmente convierten al ladrillo en un producto de mala calidad. Casi un litro de agua por ladrillo es lo que demanda esta pastosa mezcla de noble tierra gredosa y maicillo, ingredientes que otorgan firmeza y amarre a la hora de compactar el barro en los moldes. Más pesado que el cemento, el barro se revuelve y se pisa para molerlo, dándole humedad si es necesario o restándole exceso de agua con más tierra, por eso 26

la consistencia precisa sólo la siente el maestro con su experiencia. Luego todo va a la carretilla, de la cual se obtendrán al menos unos 50 ladrillos, un poco más allá, hay una pista de cemento de unos 20 metros de largo por un par de ancho, ella recibirá los futuros ladrillos conocidos como fiscales. Casi como un ritual de té japonés, meticulosamente el maestro coloca un tarro con agua, una esponja para la rodilla, el molde o “ladrillera”, guantes y una esponja mojada, con la pala a medio llenar coloca una porción en cada receptáculo de la ladrillera, luego sólo con la mano y agua empareja el suave barro quedando inmediatamente listo para desmoldar. Las ganancias en la producción de ladrillos va ciertamente en relación con la cantidad, más es mejor, pero eso es uno de los aspectos de la filosofía de este maestro que no cuentan, porque hacer más ladrillos significa más velocidad por cada uno pero ciertamente van en desmedro de la calidad, y precisamente es lo que él trata de evitar, obtener un buen producto final, es la idea. Dejando que el aire y sol hagan su trabajo, comienza la recolección de leña seca para comenzar a encender el horno. En bosquetes cercanos de eucaliptos, los que están muertos y secos son los precisos para el trabajo. Finalizada la recolección, comienzan a apilarlos en los ductos preparados en el horno, para trocos de tres metros de largo aproximadamente, dispuestos de tal manera que ocupan todo el espacio disponible, mientras el viento hace la labor de oxigenar la hoguera, se inicia el lento proceso de cocción.


27


“jugar con barro y nadie te reta�

28


29


30


En un acto repetitivo pero por ello no menos meticuloso, Willy da vida a un centenar de ladrillos que comienzan poco a poco a generar un paisaje rĂ­tmico, rompiendo con la estructura visual del entorno.

31


32


Cae la tarde, en tanto el espectáculo lumínico se vuelve atractivo, la noche estrellada surge y el fuego como millares de luciérnagas naranjas brilla visible a muy buena distancia, una breve detención para una merienda, y el trabajo continua, no se puede descuidar el fuego y su fluidez, poca leña y los ladrillos quedan crudos, mucho calor y estos se quemarán resecándose al punto de volverse quebradizos casi al tocarlos. Las llamas comienzan a salir por la parte superior del horno, lo que indica que luego de casi 8 horas los ladrillos podrían estar ya cocidos, se colocan ramas y palos en el techo, para terminar con la cocción de las piezas superiores más alejadas del corazón de este mini infierno. En los rostros de Don Alfonso, Álvaro y especialmente Willy se ve reflejado el agotamiento de todo un día de esfuerzo físico extremo, pero el manto de la noche y un fuego finalmente parejo y estabilizado en el horno, permite poner fin a la jornada, con algunas planchas de zinc se cubren las bocas de los ductos para concentrar todo el calor residual de las brasas, que lo más probable es que ardan hasta el amanecer. Se sacan las ultimas conclusiones y se evalúa el resultado, las experiencias de cada una de estas jornadas permiten enriquecer el conocimiento de la técnica, con el fin de mejorar, no tan sólo el producto sin que hacer también más eficiente el proceso en sí.

33


Como tratar de reducir el consumo de leña seca, aprovechando mejor el calor del fuego, tal vez con una mejor disposición de los ladrillos que permitan distribuir mejor temperatura en cada uno. Luego de unos tres días de estar apagado el horno, los ladrillos alcanzan la temperatura ambiente para ser manipulados e inmediatamente vendidos, pero no todo termina ahí, la pared derecha o izquierda del horno servirá de base para un nuevo horno, con alrededor de 5.300 nuevos ladrillos crudos. En resumen, en muchos rincones de nuestro país, aún sobreviven ciertos oficios, que más allá de su técnica, guardan similitudes costumbristas muy arraigadas en la memoria colectiva chilena. Por cierto que es una actividad antigua, con técnicas tradicionales de manufactura que nacieron hace miles de años atrás, pero que a final de cuentas convierten a este oficio en un legado patrimonial local, digno de registrar para conocer.

Revista BIOMA 2016 34


35


36


37



“La cultura es el ejercicio profundo de la identidad... de un pueblo�


En Llamas La tragedia comenzó a partir de una débil columna de humo que observé por primera vez, desde el estacionamiento vehicular del sendero interpretativo del bosque relicto, en el Parque Nacional Bosque Fray Jorge. Recuerdo como si hubiesen ocurrido hoy los fatídicos detalles de ese día en que el infierno se manifestó con todas sus fuerzas, en el habitualmente apacible mundo de la vida silvestre del Fray Jorge de mediados de los años ochenta. Desde la cima del cordón montañoso, se podía localizar la delgada columna de humo todavía de aspecto casi inofensivo, en el sector denominado La Escondida, muy cerca de la recta llamada El Garaje pero la carencia de radiotransmisores portátiles en esa época, no permitía tener más información sobre lo que ocurría. En tales circunstancias, mi descenso a todo galope a lomo de mula, por el sendero peatonal del sector El Mineral 40

se me hizo eterno. Cuando por fin logré llegar al lugar del siniestro, las llamas y el humo se extendían por todas partes. Desde mi cabalgadura pude observar el triste desenlace, del tardío vuelo de una perdiz cuando el fuego llegaba al borde de su escondite entre la hierba seca. La infortunada Tinámida, condicionada para confiar en su mimetismo se quedó inmóvil echada en el suelo esperando pasar inadvertida; lamentablemente su instinto no le permitía comprender que esta estrategia, resultaba completamente inútil frente a tan devastadora amenaza. La vi volar en el último segundo y caer sofocada por el humo y el calor, mientras las lenguas de fuego la acariciaban en el aire abortando su desesperado e inútil vuelo de salvación. Por su parte dos cachorros de zorro culpeo corrían detrás de su madre, dando saltos sobre la quemante ceniza; uno de ellos tenía el lomo


completamente chamuscado, mientras que el otro todavía tenía llamas prendidas en su pelaje. El fuego estaba fuera de control, las llamas en algunos puntos superaban los seis metros de altura. Después de amarrar el mular a una distancia prudente, corrí por el borde del incendio tratando de hacer contacto con el resto del personal, para conseguir una herramienta y sumarme al combate del fuego. A corta distancia me encontré con el veterano Guardaparque Don José Carvajal, que premunido de una pala intentaba establecer un cortafuego. Nunca olvidaré su expresión cuando al verme me dijo con lágrimas en los ojos… “Se está quemando el parque…” Conteniendo mi angustia proseguí con mi trote jadeante, acercándome a un grupo de combatientes que a corta distancia luchaban con el fuego desde un camino más ancho. Al llegar a esta vía que comunicaba la

caseta de atención de público con la Administración, albergué la esperanza de que esta huella sirviera de cortafuego pero precisamente en ese trayecto pude observar por primera vez en vivo, el fenómeno de auto combustión que se produce cuando los tres elementos del triángulo del fuego… combustible, oxígeno y calor, se dan cita en una tríada destructiva casi incontenible. Las llamas en el borde del camino adquirieron tanta fuerza que me resultó imposible permanecer en el lugar. Me vi obligado a retroceder mientras observaba que las personas que estaban al otro lado del siniestro, me hacían señales que no lograba comprender. Retrocedí sin dejar de observar el desbocado despliegue del fuego, que con su candente coreografía me hacía sentir extremadamente vulnerable. Sin embargo, a pesar de la agresividad del incendio, mantenía la esperanza de que esta ruta lo contuviera pero grande 41


fue mi sorpresa cuando observé que las frondosas matas de Adesmia del lado opuesto del camino, hasta donde todavía no llegaba el fuego, se agitaban como si estuvieran en un temporal de viento. Simultáneamente después de esta sacudida, una densa nube de vapor blanco verdoso se desprendió de las plantas ascendiendo en espiral, como si los matorrales perdieran toda el agua y parte de su clorofila, producto del calor. Al instante lo que quedaba de las plantas estallaba en llamas en un sorprendente fenómeno de auto 42

combustión, detonado por las masas de aire caliente generadas por el fuego del otro costado de la huella. Por primera vez vi cómo un incendio puede superar el obstáculo de un camino, sin necesidad de que las llamas lo crucen físicamente. En ese momento el ruido del motor de un vehículo me anunció su cercanía, era el móvil de la brigada de combate de incendios que ese año debutaba en el parque. El Jefe de la brigada se dirigió a mí preguntándome si conocía un acceso rápido al sector aledaño al cerro Mozambique, puesto que una


cabeza del incendio avanzaba con fuerza hacia ese lugar; con urgencia había que trasladar a la brigada a ese frente. En un abrir y cerrar de ojos me vi sentado en la cabina del camión tres cuartos, convertido en un estratégico guía. A poco andar, fui dimensionando la verdadera magnitud del incendio; a través de la ventana del vehículo se apreciaban los sombríos tonos grises, que cubrían lomajes y quebradas hasta donde alcanzaba la vista. El implacable paso del fuego había arrasado la vegetación, trayendo desolación

con su manto de ceniza candente salpicado de pequeñas columnas de humo, que emergían por todas partes como fatídicos géiser de monóxido de carbono. Al pasar rápidamente en dirección a nuestro objetivo, pude apreciar la difícil situación del Guardaparque que ese día estaba asignado en la caseta de atención de público. La construcción tenía un pintoresco techo de totora que la hacía muy vulnerable a un incendio, por tal motivo al verse rodeado por el fuego, el funcionario había evacuado la oficina y permanecía en medio del ancho camino, con un escritorio, una silla, un antiguo radio transmisor y una pequeña mesa con un zorro embalsamado que estaba en exhibición. El zorro, que las artes de la taxidermia lo habían dejado en posición rígida con sus colmillos al descubierto, parecía que miraba hacia el horizonte reprobando el incendio. Mientras avanzábamos, escuché el comentario de que el Administrador Alejandro Layana con una cuadrilla de trabajadores transitorios (POJH), había neutralizado una cabeza del incendio, valiéndose de una estrategia muy compleja pero efectiva, el uso de un “contrafuego” que requiere de experiencia y un gran dominio y sentido de la oportunidad, es decir creando una línea de fuego para ir al encuentro del incendio y apagarlo quemándole el combustible; en otras palabras combatir el fuego con fuego. En el momento en que me sumaba a la cuadrilla de combatientes, haciendo un cortafuego en la nueva posición de combate, llegó la noticia del arribo de varias brigadas de la Quinta región que 43


venían a sumarse a la lucha contra el incendio. A partir de ese momento se pudo controlar la situación. Al día siguiente el espectáculo era desalentador, quinientas hectáreas de formaciones vegetacionales del secano costero, con cuarenta años de protección habían sido arrasadas por el incendio forestal. Cientos o quizás miles de criaturas silvestres habían muerto víctimas del fuego. En mi triste caminar sobre hierbas y arbustos calcinados, observé un nido de perdiz cuyos huevos apenas se divisaban, sumergidos en el apagado rescoldo de lo que un día fue su promisoria cuna. Permanecían inmutables como si fueran de piedra. Paradojalmente el suave calor que un día despertó a los embriones, para involucrarlos en la aventura de existir, llegó a niveles tan altos producto del incendio, que apagó irreversiblemente el soplo de la vida. Al remover las cenizas se podía encontrar restos de roedores, iguanas y culebras carbonizadas y retorcidas por efecto del fuego, aportando una nota trágica en la fase de “guardia de ceniza”. Fueron momentos duros para quienes amábamos el parque. Un indescriptible sentimiento de pérdida nos entristeció profundamente, en las semanas siguientes a ese fatídico día en que una parte importante del tesoro natural que cautelábamos, inevitablemente desapareció ante nuestra vista envuelto en llamas. Texto: Mario Ortiz Lafferte Revista BIOMA 2016

44




“Toda manifestacion de vida merece respeto. Por favor, pensemos en nosotros, en nuestro mundo, es el Ăşunico que tenemos.â€?


48


En los ecosistemas silvestres de la X región, la vida aflora por doquier como un abanico multicolor, especialmente la que representa a la gran familia de las aves. En este inspirador escenario conocimos a Amalia Guerrero Frugone una artista con una habilidad única, la capacidad de representar ese mundo natural con acuarelas, delicados pinceles y papel. Desde temprana edad la naturaleza la acompañó e inspiró para llegar a un nivel de expresividad artística de excelencia que sobre todo le ha permitido transmitirnos no sólo la belleza de la flora y la fauna chilena, sino que gracias a su trabajo se puede dilucidar la taxonomía de las especies, la forma para saber a que familia pertenece y a que tipo de bioma pertenece, su color para conocer si existen dimorfismos sexuales entre machos y hembras y tantos otros datos de los que se puede aprender a reconocer gracias a sus ilustraciones. En esta nueva sección de Revista BIOMA que hemos titulado “Vida en el papel” Amalia nos transportará a un universo natural que si bien nos rodea y nos impregna con su mágica presencia, ella nos lo enseñará para no sólo verlo sino que a sentirlo en su esencia más sutil. En esta edición compartimos con ustedes del book de Amalia un

hermoso Sephanoides sephanoides macho, el Picaflor chico que habita desde Atacama a Magallanes incluido el místico Archipiélago de Juan Fernández (Isla Más a Tierra), una diminuta y frágil especie que llega a medir tan sólo entre 9 a 11 centímetros. También es conocido con otros nombres vernáculos como Pinguerita o Pinda, en la acuarela podemos apreciar con claridad el dimorfismo sexual del macho en comparación con la hembra es notorio no sólo por sus encendidos colores sino que por su penachito amarillo-anaranjado. Esperamos que con el trabajo artísticocientífico de Amalia comunicar aún más y mejor la misión de Revista BIOMA, que es educar para conservar.

Arte: Amalia Guerrero Frugone Para Revista BIOMA 2016

49


www.revistabioma.cl

FEBRERO 2016


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.