AGOSTO 2017, nยบ 116
BOCAWร E, sapos del semiรกrido ARADO DE RULO, la fuerza de la herencia
BOCAWÜE, sapos del semiárido Las lluvias, ya se han ausentado del semiárido característico de las cuencas hidrográficas del valle de Canela, al menos por ahora. Sin embargo, sus huellas son aún visibles, un verdor intenso invade cada recoveco de las serranías, con esteros...
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ARADO DE RULO, la fuerza de la herencia
La quebrada Cotón Ruso es de aquellos rincones de Chile, que lo más probable es que ni siquiera aparezca en los mapas, su nombre proviene de una peculiar historia...
Quintral (Tristerix corimbosus)
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as lluvias, ya se han ausentado del semiárido característico de las cuencas hidrográficas del valle de Canela, al menos por ahora. Sin embargo, sus huellas son aún visibles, un verdor intenso invade cada recoveco de las serranías, con cursos de agua o esteros, en algunos casos pequeños pero que atraen al ajetreo de la vida en todas sus formas, que, otrora estaban yertos y marrones con la aspereza clásica de estos espinosos hábitats. La fauna ve en estos periodos de precipitaciones, una bonanza abundante del menú, cualquiera que sea la dieta que cada especie sigue; gusanos, insectos, reptiles, aves, pastos, frutos, nectarines, etc, todos comen y se los comen, es parte de la cadena alimenticia que da equilibrio al paisaje. En los horarios diurnos, el mundo parece luminoso y cálido, muchos de los vecinos de la mastozoofauna local sólo salen a rondar a plena luz, en busca de rezagados o algo de carroña, como el zorro o las aves rapaces, tiuques o águilas. Son escenarios que a pesar de la quietud aparente que percibimos con vistazos apresurados, se mueven constantemente y están cargados de energía vital. Pero inefablemente la noche cae y son otros los actores que entran en escena, así también cae la temperatura y los ectotermos como los sapos del semiárido, ellos emergen de sus aterrados escondites. Cuando el Sol ya se ha marchado, el manto de la
noche vuelve el paisaje monocromo, ayudando a muchos a ver este negro entorno como un efectivo disfraz para pasar desapercibido y sigiloso, no llamando la atención de los depredadores, considerando además que portan su propia capacidad de camuflaje natural impresa en la rugosa piel. Estos actores de esta escena biótica en particular, son los sapos de rulo (familia Rhinella), un grupo de sapos rechonchos, caminantes de tierra, de extremidades cortas, piel rugosa y hábitos “más” terrestres que sus parientes anfibios las ranas, estos helados amigos pertenecen a la familia de los bufonidae, es decir, gordos poco gráciles… En la familia Rhinella, hay cuatro especies, Rhinella spinulosa, Rhinella atacamensis, Rhinella arunco y Rhinella rubropunctata, todo un abanico de bellezas del reino anfibio que representan un patrimonio natural, que incluso abarca hasta el patrimonio cultural intangible de Chile, por que estas especies, como otras, están presentes en el imaginario campesino, forman parte de leyendas y mitos locales, teniendo en muchos de ellos un rol protagónico. En el paisaje de secano de estos solitarios valles de la región de Coquimbo, sólo encontraremos a la R. atacamensis, la R. arunco y la R. spinulosa, por su rango de distribución que abarca la zona norte y centro de nuestro territorio nacional,
mientras que la R. rubropunctata junto con otra especie, pero de otro genero, la Nannophryne variegata sólo habitan en la zona austral del país. En el profundo conticinio de la noche, cuando las estrellas parecen tocar la tierra, un macho de atacamensis, se dispone a iniciar su aventura nocturna por el melifluo llamado de sus pares, especialmente hembras, no es fácil, por que estamos insertos en una geografía abrupta, espinosa y con depresiones profundas que podrían ser –en su escala- un verdadero desafío para cualquier experto en rappel. No obstante, sus patas, tanto delanteras como traseras, se han adaptado a estos obstáculos y demuestran una gran habilidad para sortear cualquier imprevisto… buscan el agua, ya sea para aparearse o para alimentarse, se trata de un carrete nocturno que se extiende hasta casi el amanecer, cuando regresan a enterrarse nuevamente, haciendo todo el tramo nuevamente. Hembras y machos, emergen por doquier, en un éxodo, no grupal si no individual, distanciados de varios cientos de metros unos de otros, sucede toda la noche y casi en todas las micro cuencas donde haya humedad o esteros de agua, pero la diversión para algunos no termina bien, el hábitat de la Rhinella está siendo afectado para variar por el factor antrópico, caminos, carreteras, extracción de áridos,
desviación de cursos de agua para agricultura, etc. Los atropellos de sapos en los caminos es muy común, sólo en unas horas y en un tramo de unos kilómetros vimos siete ejemplares de Rhinella arrollados. ¿Desconocimiento? o ¿Indiferencia? e incluso ¿Intencionalidad? Si bien es cierto que en la ruta pueden ser confundidos por piedras u objetos en el asfalto, el saber es poder, ¿la solución? Precaución, señalética alusiva, puede ser… sin embargo los casos de inconciencia en la ruta son comunes, en la Patagonia hay una batalla constante de concientización para evitar o prevenir los atropellos a los Huemules. El sapo Rhinella atacamensis es una especie endémica, estos quiere decir que sólo habita en Chile y que además pertenece a una elite de sólo unos pocos anfibios que viven en el desierto de Atacama, unos metros más allá donde el macho arriesga su vida para cruzar el aun tibio asfalto, una hembra intenta lo mismo por su parte, con pequeños saltos y unos pasos, luego un descanso, avanza tenazmente, esta especie tiene un marcado dimorfismo sexual, ya que la hembra tiene una coloración distinta al macho, ella es una tonalidad blanca con trazas oscuras y una suerte de cuernos en la cabeza, en cambio el macho es amarillo a veces hasta amarillo limón y piel más lisa que la de hembra.
Las carreteras que seccionan el hábitat no sólo causa el daño ya comentado, sino que interfiere con una particular situación de las dos especies que comparten este hábitat del norte chico, la atacamensis y la arunco no solamente son vecinos, sino que probablemente además se mezclen en un estado de hibridación natural, es decir hay apareamiento entre especies, generando como resultado híbridos con nuevas coloraciones. En los mapas estos hábitats no parecen ni aparecen como algo importante como los hitos escénicos más emblemáticos, sin embargo contienen un nicho de vida de valor incalculable, no sólo debemos proteger y respetar lo que ya está protegido, en todo nuestro entorno hay comunidades biológicas que desde su humilde sitial, cumplen roles esenciales en los biomas, además de ser censores naturales para comunicar el estado de salud del planeta. BOCAWÜE del Mapuzungún “lugar de abundancia de sapos” Nota: La especie de las fotografías corresponde a la Rhinella atacamensis, macho amarillo y hembra blanca con franjas marrones. Ninguno de los ejemplares captados fue manipulado, ni hubo uso de flash sólo una luz constante con filtro dicipador.
Revista BIOMA 2017
ARADO DE RULO La fuerza de la herencia
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a quebrada Cotón Ruso es de aquellos rincones de Chile, que lo más probable es que ni siquiera aparezca en los mapas, su nombre proviene de una peculiar historia que de seguro sólo unos pocos recuerdan. En la época de los colonos europeos que se dispersaban por Chile, al valle de la comuna de Canela no estuvo exenta de estas lejanas visitas… llegó un personaje de la ex unión soviética, en busca de nuevos horizontes, en aquellos años la sociedad chilena distaba mucho de lo que hoy se ve, sobre todo en los campos. Por ejemplo todo lo relacionado a las necesidades básicas, el vestir bien, o sólo el vestir era un lujo al cual muchos no tenían acceso y menos un inmigrante venido de tan lejos en busca de fortuna, lo más accesible eran unos sacos de lona a los cuales se les hacía unos agujeros para los brazos y la cabeza, entonces a los peones del campo era usual verlos vestidos con estas básicas “cotonas” de arpillera. El ruso, del cual no hay registros de su nombre, trabajó arduamente con ese poco elegante atuendo haciéndose conocido como “Cotón ruso” e irónicamente sí logró forjar una fortuna por lo que su apodo le dio el nombre a la quebrada que lo vio llegar y trabajar.
Esta breve reseña histórica, nos permitió conocer una página de aquellos relatos olvidados para entender cómo funcionaba el quehacer campesino de aquel entonces, gracias a eso nos encontramos con una panorámica costumbrista de cómo se vivía y trabajaba la tierra en el siglo pasado. No sólo en la quebrada de Cotón ruso, sino que en cada rincón de estos valles transversales del semiárido precordillerano, son escenario para labores campesinas que parecen haber congelado el tiempo en que vivió el “Ruso”, es habitual ver cultivos de trigo o cebada, en las llamadas “lluvias” que son pequeñas áreas de cultivo, algunas desde media hectárea y que son sólo para uso familiar y venta de menor escala, este tipo de cultivo es conocido también como “de Rulo” por depender sólo de agua lluvia. Para este añoso oficio, igual que a principios de siglo, la rudimentaria técnica utilizada es el arado de madera o arado de palo, el mismo que por centurias ha estado presente tanto en Chile como en el mundo, esta herramienta es completamente elaborada en madera y se divide en piezas que juntas cumplen un rol, como el yuguillo que vincula al animal con la herramienta, el timón que permite al agricultor guiar el surco,
Esta breve reseña histórica, nos permitió conocer una página de aquellos relatos olvidados para entender cómo funcionaba el quehacer campesino de aquel entonces, gracias a eso nos encontramos con una panorámica costumbrista de cómo se vivía y trabajaba la tierra en el siglo pasado. No sólo en la quebrada de Cotón ruso, sino que en cada rincón de estos valles transversales del semiárido precordillerano, son escenario para labores campesinas que parecen haber congelado el tiempo en que vivió el “Ruso”, es habitual ver cultivos de trigo o cebada, en las llamadas “lluvias” que son pequeñas áreas de cultivo, algunas desde media hectárea y que son sólo para uso familiar y venta de menor escala, este tipo de cultivo es conocido también como “de Rulo” por depender sólo de agua lluvia. Para este añoso oficio, igual que a principios de siglo, la rudimentaria técnica utilizada es el arado de madera o arado de palo, el mismo que por centurias ha estado presente tanto en Chile como en el mundo, esta herramienta es completamente elaborada en madera y se divide en piezas que juntas cumplen un rol, como el yuguillo que vincula al animal con la herramienta, el timón que
permite al agricultor guiar el surco, el balancín elaborado con cadenas o cuerdas y la punta de arado, que es la que finalmente hace el surco mientras es tirado por el mular, caballo o burro en este caso. El arado es sin duda uno de los inventos más importantes y trascendentales de la historia humana, dando los primeros pasos hacia la civilización que hoy conocemos, aunque su origen es más bien disperso o indefinido, se cree que se originó en Mesopotamia, no obstante el arado tirado por animales vio sus primeras luces en la antigua Roma, como sea o cual sea su origen marcó el precedente para que las culturas dejaran de ser nómades y crearan los primeros asentamientos humanos entrando a nuevas formas de sustentabilidad alimentaria y económica. Ojidio Astorga, un hombre de manos curtidas, utiliza el mismo arado de madera que por mucho tiempo también trabajó su padre y por cierto, surcando la misma tierra… en busca del fruto que estos aparentes áridos parajes le entregaron. Ojidio ha visto en el maíz y la cebada una fuente tanto para sustentar a su familia como para generar alimento para sus animales. “El trigo, sale después de los quince días, empieza a verdear, cuando llega
agosto y septiembre ya esté verde y crecido para la cosecha en diciembre a enero, ahí la ciego y lo llevo a la era y traigo yeguas y hago la trilla” nos comenta Ojidio “primero se surca, para tirar la semilla, o ramar trigo, y en total es una hectárea como goce singular el que me corresponde por ser comunero y en siete u ocho días término de sembrarla” La herencia de los pueblos, nos sólo está en su legado arquitectónico, o lingüístico o en su arte como lo vemos alrededor del mundo, también está en actos aparentemente simples como arar la tierra con una rustica y rudimentaria herramienta, pero que representan por sí mismas un legado patrimonial de las formas de vida de antaño, que poco a poco como luces en el amanecer se van apagando discretamente, sin que muchos de nosotros ni siquiera sepamos que se han apagado para siempre.
Revista BIOMA 2017
AGOSTO 2017