EDICIÓN MAYO 2017

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MAYO 2017, nยบ 113

HUINAY,

fuente de riqueza biolรณgica

IMAGINARIO , Nazarenos legado doloroso



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IMAGINARIO, Nazarenos de Salamanca Llega abril, y las tradiciones de la fe, paganas o no, afloran nuevamente como un poderoso brote primaveral, donde las creencias traspasan ... HUINAY, fuente de riqueza biológica En la región de los lagos cuando comienzan los primeros días de abril, el clima llama, con las palabras del viento de la Patagonia norte...

BIOILUSTRACIÓN El leopardo de las nieves (Uncia uncia) es una leyenda viviente en las inalcanzables y escarpadas cimas de Asia Central.

Martín pescador (Ceryle torcuata)




IMAGINARIO:

Nazarenos de Salamanca




Ll

ega abril, y las tradiciones de la fe, paganas o no, afloran nuevamente como un poderoso brote primaveral, donde las creencias traspasan los silenciosos templos y se trasladan a las calles irrumpiendo en la fría vorágine de las ciudades. Y en este contexto, precisamente el 14 de abril, el viernes santo para los católicos nos trasladamos a la ciudad de Salamanca en la cuarta región, de Chile para conocer lo que nos pareció una tradición de antigua data y que se realiza en esta zona desde los años cuarenta sin interrupción, se trata de los Nazarenos o “Cucuruchos”. Salamanca es una ciudad ubicada en el valle del Choapa, a unos 300 kilómetros de Santiago, casi a los pies de la precordillera andina, de clima templado y agradable a esta altura del año, arribamos temprano para tomar el pulso de la ciudad, es un día festivo por lo que la actividad comercial es pausada y claro está sólo el movimiento del ambiente minero es lo que tiene activa a esta comuna. En la iglesia ya hay movimiento, las cofradías clásicas de estas fiesta religiosas y sus “andas” ya se preparan para coordinar la procesión, las Andas son las imágenes religiosas como la virgen y otros santos que son llevados por las calles escoltando a lo que será el descendimiento de la imagen de Jesús en la cruz.




Este acto es lo que convoca a una gran cantidad de creyentes y no creyentes a los que igual les causa curiosidad y se asoman a ver pasar a la multitud con sus figuras de yeso finamente decoradas con flores y velas, para exaltar su divinidad y respeto. Cuando sólo faltan una hora aproximadamente, nos comentan que en salas contiguas al templo los Cucuruchos se preparan con sus atuendos medievales para cumplir con su solemne rol. Al entrar en la sala, y a pesar de estar adportas de entrar casi en un verdadero trance religioso, hay un espíritu amable y cordial entre los personajes anónimos que representaran sus papeles como Nazarenos, algunos casi una vida completa haciéndolo sin faltar ni una sola vez. “Yo empecé a los 12 años, Héctor Quijanes Navea, unos amigos y unos vecinos me invitaron a ser cucurucho… teniendo ya esa edad, y empecé como un paganismo, pero terminé con una fe católica, en dios… me ha llevado a eso… después empezaron a desaparecer los más antiguos… y somos los últimos de la generación más antigua… “ “y yo llevo 55 años vistiéndome como cucurucho, nos cuenta Luis Abet de la Torre, empecé a los 10 años…” “Los trajes antes, nos los daba una tienda de ropa que existía anteriormente, y los cambiaba cada dos años, hoy los




compra la iglesia… y los colores han cambiado… antes eran negros, con la capucha negra con la cara blanca, después cambio la cara blanca con los ojos negros y después del incendio en la iglesia se cambio hasta que aparecieron estos trajes…” Las silentes paredes de estas instalaciones de la iglesia de Salamanca guarda muchos momentos en que los Nazarenos han deambulado preparándose para lo que a ellos es una experiencia mística y de profunda religiosidad. Mientras se visten, vemos como la escena comienza a cambiar, es inevitable sentir una curiosidad desconocida al ver a un grupo de personas, que pierden su identidad individual y se transforman en estas figuras fantasmales de largos conos sombríos emulando una época más oscura de la cultura humana. El “capirote” como es llamado al cucurucho y el atuendo en general, tiene un origen muy antiguo y un carácter más bien funesto en comparación a lo que hoy pueden representar. En el medioevo quien portaba estos atuendos era no un voluntario –como lo es hoy- sino un penitente, un castigado y condenado por la Inquisición de la Iglesia Católica del siglo XV, es más, el capirote llevaba pintada de forma






gráfica cual era el delito y cual sería su castigo, el cual normalmente era representado el infierno en eternas llamas. Las hermandades españolas del siglo XVII, fines del 1300, se quedaron con este simbólico atuendo o Sambenito, adoptándolo como un fin algo más benévolo, en transposición a su significado original, el empinado cucurucho en este caso aludía a un acercamiento del penitente al cielo, y no era necesariamente usado en semana santa, sino que en otras actividades religiosas, como en la procesión de Lagaña en Tarragona, donde los Nazarenos reciben a los peregrinos que regresan de la ermita de Santa María Magdalena de Berrus. Sin embargo aquí en Salamanca es utilizado exclusiva y únicamente en Semana Santa, para esta festividad de viernes santo, desde una larga data, la estética que vemos ahora no es por concilio igual en todas partes, donde nació esta tradición, España, cada localidad, cofradía o agrupación tiene determinada su propia estética o apariencia que tiene un significado, color o incluso la altura del Capirote, como el de las cofradías Zaragozana de las Siete Palabras en Zaragoza. En las procesiones españolas de siglos pasado, los penitentes debían sentir el dolor de Cristo, las latigazos y la violencia de la tortura, lo que por muchos años se practicó la representación gráfica y muy real de todo ese calvario, en el Chile del 1700 se prohibió para siempre este espectáculo sangriento relegando a los actores de fe de esta costumbre







a desaparecer de la memoria colectiva de aquel entonces. Los cucuruchos, entonces jugaron un papel muy distinto en las décadas posteriores en el Chile Colonial (alrededor del 1870), de su capirote se desprendió el apodo “cuco” ya que eran ellos los encargados de apabullar a los infieles o dudosos de participar en la semana santa, asustándolos en sus propias casas y cobrándoles diezmos como castigo. Puntualmente el silencio entra en las almas de los feligreses ya instalados en la iglesia y comienza un breve relato del padre quien narra en invita a los Nazarenos a entrar a la iglesia en una casi tenebrosa formación golpeando monótonamente en el suelo unas lanzas en una suerte de marcha fúnebre. Su misión: “desclavar” la imagen de Cristo en la cruz, retirando primero el cartel, las espinas y los clavos… acto que por cierto lo ejecutan sólo dos o tres Nazarenos los mismos año tras año, ya que se trata tanto de un honor como de un esfuerzo espiritual y mental que los agota y conmueve profundamente. “Nadie quiso dar sepultura al señor, y nosotros lo tenemos que desclavar, empezamos después de una época a desclavar… por que no es fácil subirse y desclavarlo… por que es ahí cuando comienza a apretar el corazón y las lagrimas comienzan a correr… es una cosa que mueve el alma… mueve el corazón… lo hace reflexionar…” relata con lágrimas en los ojos Don Héctor Quijanes.







Entre luces de colores espectrales, para ambientar artificialmente la dramática escena el padre ordena a los Nazarenos a retirar el simbólico cuerpo para entregarlo a la madre… unos voluntarios disfrazados enriquecen la escena para dar dramatismo real a los espectadores que entre el calor de una iglesia abarrotada y las emociones encontradas, levantan la figura de yeso en una suerte de lecho de muerte y en un alboroto ordenado se inicia la procesión de la imagen de Jesús escoltada por los Nazarenos ataviados con sus altos capirotes morados y túnicas blancas, son sombras de un pasado remoto de la fe que nació en la oscura España medieval y que hoy en Chile sólo se puede apreciar en Salamanca. La noche ya entrado profundamente y la masiva procesión iluminada sólo con un centenar de farolitos de velas se aleja por las calles hacia el cerro Chico, donde el padre da el sermón de la soledad para compartir con los creyentes el dolor de la madre que perdió a su hijo… Así la figura de un patrimonio se deshace en la sombra de la noche salamanquina, sostener las tradiciones en el tiempo dan fortaleza a los pueblos más allá de su significado, ya sea religioso, pagano o de otro origen menos sublime, es cultura, es herencia… es el legado intangible del patrimonio nacional. ​ Revista BIOMA 2017











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n la región de los lagos cuando comienzan los primeros días de abril, el clima llama, con las palabras del viento de la Patagonia norte, al manto de neblina que entra tímidamente a sólo unos metros por encima de las aguas del Fiordo Comau. Una escena fantasmagórica que no tiene otro fin, más que dar un halo de mística a un paisaje tan profundamente hermoso que es difícil de imaginar sin ser testigo presencial de este espectáculo de la madre naturaleza. Provenientes desde la localidad de Hornopiren, llegamos en la “San Ignacio” una lancha con la que cruzamos el Golfo de Ancud para

entrar posteriormente en el Fiordo que se interna en el continente unos 46 kilómetros. Las aguas están en calma mientras un grupo de Delfines australes (Lagenorhynchus australis) nos escoltan con saltos y juegos, lo que interpretamos como una señal de buenos augurios para nuestro viaje. El paisaje es sobrecogedor, los bosques laurifolios valdivianos se precipitan hasta el borde mismo del fiordo, como si los árboles se disputaran entre ellos por un poco de espacio. La frondosa vegetación compuesta por Arrayanes, Canelos, Olivillos, Tepas, Ulmos o Mañíos -por nombrar algunos- no permite escudriñar más al interior de



Lo humano y lo divino siempre presente hasta en los rincones mรกs apartados e inhรณspitos del planeta...



Vista parcial de la abrumadora inmesidad del Fiordo de Comau, a pesar de que en los mapas se pierde entre cientos de canales e islas, que a la distancia son notoriamente pristinas e indรณmitas...



La magica escencia de la madre naturaleza brota en cada rincón de estos bosques prácticamente pristinos, cada elemento orgánico que al suelo cae, se convierte, por bello que sea, en proteína para la biomasa, esta fotografía congeló la efimera belleza de esta diminuta flor, mientras yace entre musgos y líquenes.



esta accidentada geografía, por ello reflexionamos, que alegría es pensar que aun hay tantos remotos rincones no explorados y por ello están a salvo de la intervención humana, ¿Cuántos secretos guardarán? En el rumbo que llevamos por el fiordo, cuando el Sol desaparece tras las montañas que flanquean esta extensión de mar, podemos ver como lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens) se las ingenian para reposar sobre boyas que pertenecen a las instalaciones flotantes de las salmoneras que están repartidas por el borde costero. A la distancia y luego de una hora de navegación, en una ensenada está el Centro Científico Huinay administrado por la Fundación San Ignacio del Huinay, quienes lo fundaron en año 2001. Estos sofisticados laboratorios e infraestructura son un importante aporte al estudio del eco desarrollo sustentable del potencial biológico de la Patagonia norte, especialmente de los fiordos continentales como hábitats de una gran biodiversidad marina. La vista es magnifica desde el embarcadero del Centro científico, una ensenada decorada con las tonalidades más diversas que se puede imaginar y todo coronado por montañas escarpadas que sobrepasan los dos mil metros de altura, hasta donde alcanza la vista vemos como sus inclinadas laderas son masivamente pobladas por bosques siempre verdes patagónicos. Un Martín pescador (Megaceryle


La constelación de Orión da la impresión que pasa rauda entre los añosos cipreses, que se encumbran para tocar con sus ramas las estrellas.





torquata stellata) posado sobre una piedra espera a ver que puede encontrar en las aguas más someras de este estuario. A espaldas de esta ave vemos como se alza el Cerro Tambor, un macizo vestido de verde que alberga una biogeografía botánica digna de explorar, un equipo de científicos europeos nos espera, ellos realizan investigaciones en Huinay por lo que su compañía es valiosa para nosotros. El ascenso comienza temprano, en tramos nos ayudamos por cuerdas de apoyo, la jornada se vuelve intensa y de alta dificultad, pero la magia sucede a nuestro alrededor, el aroma a tierra húmeda enriquecida con oxigeno extremadamente puro nos conforta. Al salir de los bosques con marcados elementos laurifolios tipo valdiviano que se encuentran a nivel del mar (hasta los 650 m.s.n.m.), entramos poco a poco a formaciones de bosques siempreverdes patagónicos, una densa presentación vegetal con características importantes de endemismo. En estos sotobosques los hongos terrestres hacen gala de su multiformidad y color, en un ambiente que uno esperaría naciera de un cuento de gnomos y de hadas. La fría noche nos sorprende con un manto de estrellas que iluminan el Fiordo, ochocientos metros más abajo. Un pequeño refugio con la vista más abrumadora que se pueda imaginar nos cobija, la mañana siguiente parte del equipo sube a la cima sólo para maravillarse con la bóveda azul del cielo patagónico. Sin que pudiéramos captar adecuadamente en la memoria de nuestra cámara una Vizcacha (Lagidium viscaccia) huye de nuestra



lenta reacción, como diciéndonos este limite entre el cielo y la tierra me pertenece. Descender nos toma otro día más. Al ver hacia abajo, en la profundidad de esta falla tectónica longitudinal, que se extiende de norte a sur, especulamos sobre la rica vida bajo sus aguas más allá de las 34.000 hectáreas que corresponden a esta zona biogeográfica protegida por la Fundación San Ignacio del Huinay. Con un máximo de casi 500 metros de profundidad el Fiordo de Comau o Leptepu guarda una prominente diversidad biológica de especies bentónicas y pelágicas, este conocimiento se ha acrecentado gracias a los constantes sondeos e investigaciones realizados por la Fundación de mano con expertos de todo el mundo en este increíble ecosistema marino. Este paisaje modelado por antiguos glaciares continentales, heredaron en la actualidad un mundo aparte, con lo esencial para generar un hábitat primigenio, desde la fértil biomasa húmeda de sus bosques hasta la indómita profundidad de las aguas circulantes del Fiordo. Este es Huinay, una fuente de riqueza biológica, bien protegida y de la cual aún queda mucho que aprender y descubrir. ​

Revista BIOMA 2017 RED


(Milvago chimango)


Un breve vistazo que permite dimensionar la escala y profundidad de un paisaje biotico y aĂşn indĂłmito.




(Psilocybe semilanceata)



Sublime vista de los mazisos andinos que dominan los densos bosques de Huinay.











El leopardo de las nieves (Uncia uncia) es una leyenda viviente en las inalcanzables y escarpadas cimas de Asia Central. Habita en el distrito más alto de la India en el Parque Nacional Hemis en Ladakh y sobre los 4000 m.s.n.m. mide alrededor de 130 cms desde su nariz hasta sus ancas, sin contar su excepcional cola, que es la más llamativa entre todos los felinos, es casi tan larga como su propio cuerpo, que no sólo le sirve para abrigarse cuando las frías noches de la zona se dejan caer, además es un vital timón o balanza de equilibrio, como un contrapeso de aquellos que usan los trapecistas, hecho que no es para nada irreal ya que se mueve con total ligereza y confianza en acantilados que superan con creces los 400 metros de alto. Este felino tiene una serie de nombres comunes, de acuerdo a los lugares donde, a pesar de todo, es cada vez más difícil de observar, por ejemplo en Ladakhi se les conoce como Shan, en Mongol le dicen Irbis y Barfani chita en Urdu. Su hábitat es muy extenso, abarca doce países y se extiende unos 2.5 millones de kilómetros cuadrados. Tienen la particularidad de ser tan sigilosos que incluso no emiten sonidos, no rugen, como otros felinos, sí puede sisear, maullar, esto por que no tiene en su garganta la estructura necesaria para emitir rugidos, claramente su evolución adaptativa al entorno le propino de esta carencia para alcanzar la perfección a la hora del asecho. Más activo durante la noche y las horas del amanecer o la hora crepuscular, debe ser

sin ninguna duda el rey de los cordones montañosos más impresionantes de la Tierra… Himalaya, Karakorum, las planicies del Tibet y Kuen Lun, Hindu Kush, Pamir y Tien Shan, los montes Altai que marcan frontera entre Mongolia, China, Kazajstán y la madre Rusia, además de los montes Saian. La página triste de este hermoso animal, es que, además de haber sido siempre pocos en el mundo, fueron seriamente diezmados por su piel durante el transcurso del siglo pasado, miles murieron… y lo siguen haciendo… si… a pesar de estar protegidos desde 1975 siguen siendo victimas de la caza furtiva, sus pieles en el mercado negro valen una fortuna, sus huesos y su pene son muy apreciados en los mercados asiáticos como tónicos. Se cree que su población oscila entre los 4000 y los 7000 ejemplares, aunque honestamente los expertos que la real cifra, actualmente no sobrepase por mucho los 3000. Casi todos los grandes felinos del planeta están hace rato en las listas rojas de extinción, hay muchos que ya estan en serios problemas como el los últimos 30 leopardos de Amur en estado salvaje… 30!... Conozcamos nuestro entorno y nuestras especies, por comunes que parezcan o por extraordinarias que sean.. conservarlas es conservarnos… en Revista BIOMA los acercamos con esta nueva sección… Bioilustración.

Ilustración: César Jopia Q.



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