Permanencias, remanentes, 20 de septiembre de 2018

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20 de septiembre de 2018 Permanencias, remanentes Junta Editorial: Alexandra Pagán Vélez { Directora Editorial Cruce Anto Gamunev Sonia Cabanillas Martín Cruz Santos Hugo R. Viera Vargas María José Moreno Junta Asesora: Mariveliz Cabán Montalvo { Presidenta Roxanna D. Domenech Sugelenia Cotto Colaboración especial: Geriannie Arocho { Diseño gráfico

Portada de Anto Gamunev

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índice LO QUE QUEDA: UNA APROXIMACIÓN A ELEGÍA A LOS VENCIDOS DE GEGMAN LEE RÍOS POR: CINDY JIMÉNEZ-VERA ................................................................5

SELECCIONES DE TORRES DE AYN POR: GADDIEL F. RUIZ RIVERA ........................................................10

PIEZAS DE ANTO GAMUNEV ............................................................14

DISTORSIÓN Y JUSTIFICACIÓN: LA IDEA DEL OTRO EN EL DISCURSO DE DOMINACIÓN COLONIAL POR: OMAR ÁLVAREZ FRANCESCHI ..............................................18

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LA LIBRERÍA (THE BOOKSHOP) POR: MANUEL MARTÍNEZ MALDONADO ...................................28

EROS MELANCÓLICO EN NO TODAS LAS SUECAS SON RUBIAS DE MANUEL ABREU ADORNO POR: ZAIRA PACHECO ........................................................................30

WONDERLAND POR: NEFTALÍ RODRÍGUEZ ................................................................39

AL OTRO LADO, EL SILENCIO [LA RESISTENCIA] POR: ANA MARÍA FUSTER LAVÍN....................................................62

RESIDUOS DE LA MEMORIA OBRA RECIENTE DE MIGUEL ÁNGEL TORRES APONTE...........................................................................72

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Lo que queda: una aproximación a Elegía a los vencidos de Gegman Lee Ríos

Por: Cindy Jiménez-Vera

Habían pasado muy pocos días desde que Gegman Lee Ríos me escribiera para pedirme que presentara Elegía a los vencidos en El Candil en Ponce, cuando muere uno de mis poetas preferidos, el poeta estadounidense ganador del Premio Pulitzer de Poesía, Donald Hall. La poesía de Hall es conocida por su manera extraordinaria de trabajar el tema del proceso de la muerte y del duelo. Su joven esposa, la poeta Jane Kenyon murió de leucemia a los 47 años. Hall casi le doblaba la edad [ambos en la foto en la siguiente página]. El poeta viudo, y ya a sus noventa años cuenta en un ensayo publicado muy poco tiempo antes de su propia muerte, que tras la enfermedad y la pérdida de su esposa Jane, él encontró lo que llama «los prodigios de Jane», al poder escribir poesía con una dicción potente como la de su esposa. Antes de casarse con ella, sus poemas llevaban métrica, rima, y poco espacio para el asombro de las cosas cotidianas, la vida sencilla, la poesía el Permanencias, remanentes

día a día. Kenyon, sin embargo, practicaba el verso libre y se enfocaba en temas domésticos, rurales, e incluso, cuando Hall enfermó de gravedad, ella escribió un poema increíble sobre la muerte del esposo, y a Hall lo deslumbró por la maestría y la belleza del texto. Al sobrevivirle a su esposa, Hall recibe lo que queda de Jane en su propia poesía, la de él: «las voces de ellos juntas, elevándose en espiral como una sola voz con imágenes y diptongos de los muertos, quienes antes estuvieron vivos, su necropoética del duelo y del amor en esta singular ausencia de la carne». Conocí la poesía de Donald Hall hace unos años, precisamente la de la etapa post-Jane, y quedé fascinada con sus poemas en verso libre y su manera de hablar sobre la enfermedad, la muerte y el duelo. Jamás pensé que algún día resonarían tan alto en mis oídos, yo que tengo sordera, y uso audífonos para poder escuchar.

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Reconecté con la poesía de Hall unos meses antes de morir mi madre en agosto de 2015, tras un diagnóstico de cáncer terminal de estómago, inoperable, y en metástasis avanzada. El poeta argentino Ignacio Uranga, a quien edité en Puerto Rico en 2015, lo estaba traduciendo por esos días. Tras la muerte de mi madre lo seguí releyendo. Yo acababa de publicar mi libro de poesía, Islandia, el primero de un ciclo de elegías que terminé con mi libro más reciente, No lugar, publicado el año pasado. Regresar a los poemas de Hall fue como abrazar a un viejo amigo, pero su poesía cobró otro significado. Ahora vi-

y les dejé instrucciones. Renuncié a mi trabajo en el Instituto de Cultura Puertorriqueña, y con esa ropa que traía puesta, mi cartera y mi teléfono celular, agarré el próximo avión a Miami, dejando trabajo, casa, marido, bienes, una editorial que llevaba tres años, y la poesía atrás para convertirme en su cuidadora principal en los Estados Unidos. Pasó un año. Mi trabajo no fue en vano. Los médicos no le daban tres meses. Hoy día es el trabajo que más me enorgullece.

vía lo que él describía con Jane en carne viva. Y era terrible, porque al ser la cuidadora principal de mi madre, no podía llorar. No me podía permitir el espacio para el dolor, el error o la gracia. Necesitaba cuidar de su cuerpo con medicamentos, terapias, alimentación y apoyo emocional para enfrentar la muerte. No pude nunca hacer esas cosas para poder prepararme para la de ella. Aún recuerdo esa llamada telefónica a mi trabajo como Directora de la Biblioteca Nacional de Puerto Rico, adscrita al Instituto de Cultura Puertorriqueña, desde el hospital en la Florida, Estados Unidos. La noticia era del diagnóstico fatal de mi madre y del 8% de vida que tenía si decidía recibir quimioterapia. Al decidirse por esa opción, ese mismo día reuní a mis empleados

venimos de una larga tradición de poesía elegíaca, y como Hall, nos hemos dispuesto a trabajar con lo que queda en la vida y en la poesía. Y es que la poesía comienza con la elegía. Gilgamesh lamenta la muerte de su acompañante Enkidu, mientras mira cómo le salen gusanos del cuello. Homero les canta a los héroes mientras mueren en batalla, y Príamo llora al ver el cuerpo de su hijo Héctor colgando de los muros de Troya. Virgilio sigue a Eneas desde la tumba de Troya hasta la fundación de Roma, con Dido y la pira de fuego en el camino. Más recientemente y por geografías más cercanas, la poesía de Vallejo estuvo marcada por la muerte de su madre, del mismo modo la de Nicanor Parra, quien afirma que todos a los que se nos ha muerto la madre for-

Cuento todo esto, porque tanto Hall, como Uranga, Gegman y una servidora

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tos hombres y mujeres obreros puertorriqueños a quienes incluso en la muerte se velan sentados, o haciendo lo que más amaron en vida, porque estamos hartos de que el sistema nos trate como muertos vivientes o zombis, y el último adiós lo daremos en nuestros propios términos. Los vencidos estamos destinados a trabajar bajo condiciones de esclavitud para pagar deudas y facturas, enfermarnos y morir, no sin antes reproducirnos para perpetuar el sistema, que necesita esclavos para enriquecer a los grandes intereses capitalistas. Sí, este libro de poemas es un manual de uso para humanos, y al ser una trampa, ha cazado los ratones. En cuarenta poemas, divididos en cuatro partes el autor nos ubica primero en una ola que se alza, y una vez llega, se desvanece, como las falsas nociones de seguridad: salarios, creencias religiosas, la familia, el futuro. Tras sumergirnos en ella, entramos a la sección de poemas llamada «Los fantasmas.» Algunos de esos fantasmas de los que se vale la voz poética se han ganado esa categoría por la muerte, como la madre, a quien se le dedica el libro, o por vivir alejados de la responsabilidad de la paternidad y la familia, aunque sigan respirando. Da igual el origen de su condición. Al hablante lírico no le interesa el revanchismo pueril. La madurez de este libro lo prueba. Lo que resulta fascinante de estos poemas elegíacos es que la voz poética recurre al reino de la imaginación, donde también vive el espíritu santo, para presentarnos a esos fantasmas, reino al que podemos ubicar también a gente inocente para la voz poética cuando dice:

mamos parte de un ejército de mutilados. Cuenta Hall, que el poeta escocés William Dunbar escribió una elegía para los fabricantes, porque la palabra griega para poeta quiere decir hacedor/fabricante, y se afligió e hizo luto por veinticinco poetas escoceses muertos, de los cuales no nos queda ni un solo verso. Cuando la muerte, tan pública como la de un político, o tan privada como la de tu madre nos estremece, nos habla en esa «necropoética» —en palabras de Hall— que conocíamos por haberla leído, pero nunca la habíamos tenido en la punta de un lápiz sobre una hoja en blanco. Elegía a los vencidos de Gegman Lee Ríos toma un giro inesperado. La voz poética no espera tener nada de lo que queda en el duelo. El luto en este libro es uno colectivo, como el que hemos necesitado antes, durante y después del Huracán María. Es un luto por Olga, María, Juan, y tanPermanencias, remanentes

A veces siento ira contra gente inocente, contra quien me ama y me consta, y no sé deglutir o negarme a la condición gutural que me humaniza.

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Por momentos el hablante lírico resiente no ser él mismo uno de esos fantasmas, como se lee en el poema XIX, en el que «se siente odio / por la condición de serse de presentes,/ no poder tener la muerte/ en la instancia anhelada.» Digamos que su condición de actor de reparto en una obra cuyo final es predecible no es lo que soñamos que sería la vida. ¿No es lo que nos pasa a todos cuando recibimos la primera factura que debemos pagar nosotros y no nuestros padres? No ser fantasma, vivir y ser uno de los vencidos, es ser parte de la fila de la gasolina, la del agua, la del desempleo, la del puñado de quincenas que nos ganamos como asalariados en un ciclo de traba-

Entonces, ¿qué nos queda? Les cuento. Hace poco hablaba con un autor que formará parte del catálogo editorial que dirijo. Él dudaba que pudiese terminar de escribir ese manuscrito que le solicité. Inmediatamente le dije que da igual si no lo termina, porque de todos modos, todos moriremos sin saber si nuestra literatura nos sobrevivirá. Lo que nos queda es lo que hacemos en el trayecto a ese destino al que iremos todos: el olvido. Sabiendo esto, el hablante lírico de Elegía a los vencidos cierra el libro con un poema precioso, que es otra trampa, porque parece que habla de un obrero, pero en última nos habla de la vida. Yo a eso no quiero llegar tarde. Porque en esas

jar para sobrevivir, y ¿qué queda? La trampa que es este libro es que a pesar de ser la elegía de todos nosotros, miembros del club de los vencidos, es a su vez, una elegía a sí mismo, como cuando Whitman se cantó en Oda a mí mismo, y afirmó «Soy grande, contengo multitudes.» Pareciera que el hablante lírico de Elegía a los vencidos dice «no tengo nada, nunca tendré nada, ni hace falta.»

instancias de iluminación, fuera o dentro del horario laboral y las filas, que nos regala la poesía del día a día, eso es lo que nos queda. Por eso el autor escribe poemas y hace libros. ____________ Leído en la presentación del libro en El Candil en Ponce el domingo, 22 de julio de 2018.

Pero, recordemos que les dije que este libro es una trampa, pues es un manual de uso para humanos. En realidad, Elegía a los vencidos de Gegman Lee Ríos es, también, una biblioteca portátil. En ella oímos las voces de César Vallejo, Pedro Pietri, Joserramón ‘Che’ Melendes, Antonio Gamoneda, Esteban Valdés, entre muchas otras. Para Lee Ríos escribir es otra forma de leer, y el poeta —gran lector—, nos lleva de la mano como el guardián de la biblioteca de tesoros poéticos, y entre toda esa luz de sus antecesores, brilla con luz propia, y nos deja oír su voz. Tener una voz entre tanto ruido es el mayor regalo de un poeta, y eso supera cualquier bien material.

Gegman Lee, foto de Esteban Albo

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Selecciones de Torres de Ayn

Por: Gaddiel F. Ruiz Rivera

Ojodeagua cuando se abren los párpados del pez ojodeagua y el sol se extiende al viento como un hilo de araña ojodeagua la pérfida mueca de la sed aguarda ojodeagua molesta con lágrimas enciende una vela larga en el pasado ojodeagua el verdor incontenible de la voz prisionera los poros pordioseros de mi infancia ojodeagua en la carne, que es la carne que bulle apenas te has abierto el ojodeagua yo ya no sé cómo cerrar los míos

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Pares Fui a morir un poco a Cubanacán A descubrir el ciego en el malecón a sacarle punta a los obeliscos banderas de mi Revolución nada más cierto quel rabo de habano en que me esfumo o el humo respirando más fuerte que mis fosas las gallinas de eros y ayn descorchadas a orillas de la playa respiraron antes del domingo fui a morir un poco, a vivir otro poco más a intoxicar la cuenca de los ojos a caminar la línea y tomar vuelos inexactos a probarme solo, acompañado a librarme de mí mismo y de mi amor reencontrarme a penas vivo, a penas muerto con el frío solitario de febrero frente a una estatua que señala un edificio gris que da albergue a odios pares no hay quimera que pliegue sus dos alas exactamente igual no hay Cuba en la que no me duela el ronroneo distante del Ayn

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Ayn desalojar la casa donde llora el techo cuando en días tristes tiemblo junto al cenicero desalojar la calma el camino oscuro hacia el parque fantasmal lo habitan posibles animales las cajas de mudar la piel o el amor perdido en Cubanacán desalojar tras enrolar espíritus y sahumar la casa donde el humo enroja las paredes y permite el cariño, la amistad, las pastillas

Ilustraciones de Edel Rodríguez 12

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El ciclo del agua Hilachas de carbón llegan al mar anticipo de cuerpos en el ciclo del agua banderas de sangre, hemorragias del desierto. Hilachas de mogote sobre campos de carbón hacen féretros hacen féretros hacen féretros en que la vida transita como la bala de plata al salir de un revolver de oro que abre surcos breves al agua de adentro de las aves. Los peces ven qué cae, boquean, viscosos los ojos por el crudo de las guerras anticipan mal tiempo para los desaparecidos

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Piezas de Anto Gamunev 14

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Distorsión y justificación: la idea del otro en el discurso de dominación colonial

Por: Omar Álvarez Franceschi

I.

de los pueblos oprimidos del mundo. No obstante, la conquista violenta o pacífica no es exclusiva de los Estados Unidos.

Introducción

Hace unos días, se presentó la oportunidad de apreciar una promoción televisiva del ejército de los Estados Unidos. Primeramente, ilustraba la disponibilidad de ese cuerpo militar para acudir a los países que lo “necesitaran”. Y en segunda instancia, presentaba la naturaleza de su sacrificio por el “bien de la humanidad”. El lenguaje empleado se acerca al de las tirillas cómicas, porque pretende vender la imagen de los héroes que custodian los valores de la cultura occidental. En tiempos recientes, el imperialismo ha llegado a falsificar evidencia para justificar el acto (e.g. la Guerra de Irak); que es en esencia, la ocupación y la apropiación cultural y biológica de una comunidad. La experiencia histórica de la política exterior estadounidense no apunta a la liberación

Ahora bien, los imperios modernos y contemporáneos tienen algo en común: el ejercicio de minimizar la humanidad custodiada. Su discurso (siguiendo la línea de Edward Said) toma al sujeto colonial y lo orientaliza, y en otros casos, lo americaniza o lo africaniza para justificar la dominación política. Por esta razón hay que analizar el texto colonial en sí mismo, como una expresión propia del lenguaje político del invasor. Vladimir Lenin teorizó sobre el fenómeno colonial en su libro: El imperialismo: Fase superior del capitalismo (1916), con una óptica orientada a las relaciones de producción. Sin embargo, el intercambio entre la Unión Soviética y su periferia geopolítica apuntaba a una instrumentación del poder similar al 18

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II.

de las potencias capitalistas. Porque el ejercicio del poder imperial trasciende las nacionalidades y los modelos ideológicos de las superpotencias. En su mayoría, el materialismo histórico fue incapaz de trascender el análisis de las relaciones estructurales de las economías capitalistas. Así como la demarcación bipolar entre propietarios y proletariados, disminuyendo el papel la cultura en el desarrollo de una conciencia nacional imperialista. Este trabajo se dirige a exponer la justificación de la dominación imperialista a partir de la distorsión identitaria del sujeto colonial. Un sistema-lenguaje que mercadea con la salud física y mental de las comunidades ocupadas. Con esto se realiza un acercamiento al estudio de la otredad, en este caso, entendido como la construcción identitaria del otro colonial a partir de la imaginación imperialista.

Con la excepción de algunos maestros, recuerdo el enfoque de los cursos de historia al momento de discutir la conquista y la colonización de América. El orden del día era la imagen de un sujeto nativo que irradiaba temor, debilidad y el sometimiento inmediato. O en otras instancias, se fomentaba la falsa idea de un armonioso mestizaje. Con el tiempo comprendí que esta modalidad de enseñanza/aprendizaje respondía al consenso discursivo del Departamento de Instrucción bajo Estado Libre Asociado, un organismo formativo y difusivo para la normalización ideológica del sujeto colonial en Puerto Rico. Gracias a historiadores como Jalil Sued Badillo (2000), llegué a comprender la naturaleza del conflicto entre españoles y nativos. A tal punto que, su eventual exterminio físico, se debió a una lucha que trascendió el levantamiento de 1511. Sin embargo, no solo con la espada se conquista, se coloniza y se administra un territorio. El imperio español así lo entendió y, construyó un proyecto político adoptando esos conocimientos. Invirtió considerablemente en imaginar la continuación de la reconquista española en América. De esta forma, España inyectó al continente una nueva forma de superstición que alimentaba la violencia y minaba la posibilidad de un encuentro pacífico.

Este trabajo se dirige a exponer la justificación de la dominación imperialista a partir de la distorsión identitaria del sujeto colonial. Un sistema-lenguaje que mercadea con la salud física y mental de las comunidades ocupadas.

Una propuesta metodológica que deconstruye el funcionamiento y subdesarrollo intelectual de las potencias coloniales. Un lenguaje político discriminatorio, porque envuelve acaparar los campos sociales ajenos con la participación limitada de su población originaria. Un elemento que demuestra lo infantil y lo antidemocrático del poder colonial, y, por ende, la falsedad de la imagen civilizatoria que pretende mercadear. El colonialismo está culturalmente diseñado para estereotipar, estigmatizar y enajenar a amplias poblaciones de los recursos intelectuales y materiales de su país. Es, la presencia indebida de un ejercicio que entorpece el proceso de libre determinación. Permanencias, remanentes

Imperialismo moderno: el otro demonizado...

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Desde antes de la colonización española, la relación Iglesia-Estado funcionaba al molde de una teocracia formal. El manejo excluyente del otro inicia con la reconquista del espacio latino denegado por la presencia cultural musulmana. Lo que cambiará gradualmente con la expansión y politización de los Estados-tributarios cristianos del siglo XI; la consolidación y unificación de los reinos de Castilla y Aragón durante el siglo XV; la conquista de Granada en 1492 y finalmente, las Canarias en 1496 (Picó, 1998, p. 29). La consoli-

colonialismo primero trastoca el discurso del colonizador. Esto se puede apreciar en la idea del imperio cristiano-planetario, comúnmente avistado en las representaciones del poder real. Un ejemplo de esto será la portada del libro: Política Indiana de 1648. En ella se expone la idea de un mundo sometido a los pies del monarca. Debajo de la esfera se inserta la figura pagana de Poseidón, como un indicativo de la conquista de los mares (Nieto, 2007, p. 87). Además de otras dos figuras mayores que simbolizan la

dación de un otro musulmán perfecciona un lenguaje de símbolos y significados que justifican políticamente la violencia.

fe y la religión, compartiendo estéticamente características grecorromanas por virtud de la influencia renacentista en la obra. (Ídem)

Esto se evidencia en América con la creación de categorías Las representaciones del culturales que se suman subalma/cuerpo, son fundajetivamente a la obediencia mentales para este proceso lineal de las instituciones de construcción cultural. metropolitana. Porque las Se debe recordar que el PaIglesias, los Monasterios, el tronazgo eclesiástico deleFigura # 1: Portada de la Política Indiana de Juan de Patronato Real, el Consejo de Solórzano Pereira (Solórzano, 1648). gaba en la corona española Indias, los Virreinatos, las la responsabilidad de “… Capitanías Generales, los edificar la Iglesia en AméGobernadores, los Cabildos y los propios natirica y preservar la fe, reservándose el derecho del vos, ofrecieron materia y forma al orden colonial. nombramiento y presentación de los prelados, Así nace la colonia moderna con una humanidad así como ejercer la facultad económica coactiva extirpada de sus prácticas culturales ancestrales. a través del oficial de la Real Hacienda” (Arranz, Porque se remplazan las “…expresiones, conoci2000, p. 60). Esta política propició el contacto con mientos, significaciones, símbolos, valores, práclas poblaciones originarias de América. Y con ticas y rituales de los pueblos conquistados, imesto, se crea un espacio para imaginar y llevar a poniendo sus propios patrones de expresión y la práctica la distorsión identitaria del otro. creencias” (García, 2011, p. 115). Sin embargo, el 20

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de las artes o industrias humanas… Alrededor de los diez o doce años parecen tener un poco de civilización, pero más tarde vuelven como bestias salvajes… Los indios son más estúpidos que los asnos y rechazan cualquier tipo de progreso (Ibíd., p. 225).

El pasado argumento embrutece al sujeto colonial porque parte desde una perspectiva eurocéntrica de la cultura. O sea, pensar al hombre blanco, cristiano, burgués, capitalista y moderno, como el portador exclusivo del conocimiento. El sujeto imperial busca la integración a partir de la negación del otro, intercambiando su identidad por la idea subjetiva de lo exótico. El imperialismo evade la tradición oral americana (histórica y mitológica), las actividades culturales y los conocimientos medicinales y agrícolas, que los nativos compartieron con los colonizadores. Pero el conquistador evade esa inteligencia nativa y recurren al argumento de la animalización y la demonización del sujeto colonial. Sin duda, es la incapacidad de estudiar y comprender la riqueza cultural y humana que yacía en América.

Figura # 2: Parte del mapa en la Americae Pars VII, realizado por Jodocus Hondius, 1599. Sustraído de: (Ibíd., p. 83)

Lo anterior se evidencia en el Tratado sobre las causas justas de la guerra contra los indios, cuando el teólogo Juan Ginés Sepúlveda indica que: “Siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros, incultos e inhumanos, se niegan admitir la dominación de los más prudentes, poderosos y perfectos que ellos…” (García, 2013, p. 225). También enumera las causas que ameritan la colonización de América: “1) la inferioridad natural de los indígenas; 2) destruir los cultos al Diablo; 3) salvar las almas futuras; y 4) el deber de difundir el evangelio” (Ídem). Pero esta otredad trasciende la mera inferioridad física y la herejía expuesta por sus prácticas religiosas. También el colonizador se piensa a sí mismo como el facilitador de un proceso de enseñanza/aprendizaje. Piensa que, si el sujeto colonial no es enteramente humano, su capacidad de aprender tampoco lo es. Así lo expresa el Dominico Tomás Ortiz al Consejo de Indias en 1525:

Se demoniza al punto de generar una mitología contradictoria sobre el campo social ocupado. El invasor compara el conteniente americano con el infierno y, al mismo tiempo, saquean sus riquezas para la gloria del imperio-cristiano-planetario. Se llega a los extremos de mezclar el contenido cultural clásico y medieval mitificar su contenido. Por ejemplo, la descripción de los cinocéfalos de Cristóbal Colón en su Diario de a bordo: “…había hombres de un solo ojo y otros con hocicos de perros que comía los hombres, y que tomando uno lo degollaban y le bebían la sangre

…son incapaces de aprender… No ejecutan ninguna

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fuera de todo orden o regla natural conocida” (p. 82). Todas estas representaciones enaltecían al conquistador para mercadear la gesta de combatir y civilizar las bestias y los monstruos de un continente salvaje. III.

El nuevo imperialismo: el otro sin modernidad…

El imperialismo español y la construcción del otro colonial en América había sentado un precedente para otros imperios. Potencias como Inglaterra, Francia y Holanda, romperán eventualmente con la hegemonía continental española. Posteriormente formaron colonias y también aplicaron las otredades sobre los pueblos que colonizaron. Aun en las Trece Colonias de Norteamérica (poblada gradualmente por migrantes europeos), también se recibió un trato de inferioridad. La inferioridad étnica no era un recurso discursivo para la construcción del otro norteamericano, pero si, la fatalidad de haber nacido y vivido en un territorio salvaje. Que se complementa con la inferioridad institucional típica de los imperios, que limita la igualdad de derechos políticos en sus colonias.

Figura # 3: Mœurs des sauvages américains, realizado por Joseph François Lafitau en 1724, sustraído de: (Ibíd., p. 77.)

y le cortaban su natura”. (Flores, 2011, p. 41) La distorsión fisiológica del sujeto colonial es un discurso de dominación que compartían otros imperios europeos. Se puede tomar caso de los hermanos Jonatan Theodor y Johan Israel De Bry (ingleses); así como la obra del cartógrafo, editor y grabador flamenco Jodocus Hondius en 1599. (Véase, Figura # 2) Y más de un siglo después, este discurso se reproduce en las ilustraciones del francés Joseph François Lafitau en 1724 (Véase, Figura # 3).

La expansión del imperio español respondió a los factores socioeconómicos de la modernidad, no obstante, confrontó serios problemas para integrarse de lleno al capitalismo. A partir del siglo XIX, las demás potencias internacionales respondieron estructuralmente a los efectos de la Revolución Industrial. Entre 1880 y 1914, el ejercicio del poder imperial no solo se concentró en América, sino también en el continente africano. En este contexto, será el Imperio británico y francés los que amasarán la mayor cantidad de territorios coloniales. El imperio británico aprovechará

Según Jiménez (2015): “El hecho de que esta criatura estuviera privada de cabeza y cerviz, mostrando el rostro a la altura del pecho, la hacia una de las más monstruosas y temidas, al encontrase 22

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su posición estratégico-militar en Gibraltar, Malta, y en la isla de Chipre, para controlar desde ese punto, el Canal de Suez. Asimismo, conquistará Egipto y posteriormente Sudan, Kenia, el Norte de Somalia y la colonia del Cabo (Reynal,1997, p. 381).

repartición del continente africano: 1º Declaración relativa a la libertad de comercio en la cuenca del Congo, sus desembocaduras y países circunvecinos, con disposiciones relativas a la protección de los indígenas, de los misioneros y de los viajeros, y a la libertad religiosa; 2º Declaración re-

Por otra parte, Francia conquistó los territorios de Argelia, Marruecos y Túnez (Ídem). Sin obviar, que ambos imperios (inglés y francés) lograron posesiones coloniales en el continente asiático. Según Sherman y

ferente a la trata de esclavos y las operaciones que por tierra o por mar proporcionan esclavos para la trata; 3º Declaración relativa a la neutralidad de los territorios comprendidos en la cuenca convencional del Congo; 4º Acta de navegación del Congo;

Salisbury (2009), el impe5º Acta de navegación del Níger; rialismo se fundamenta en 6º Declaración que establece en necesidad de “…nuevos las relaciones internacionales remercados, materias primas glas uniformes respecto a las ocubaratas y grandes oportupaciones que en adelante puedan nidades de inversión” (p. verificarse en las costas del conti698). Con ello, “…los fabrinente africano”. (Bismark, 1885, cantes occidentales, los copárr. 3) merciantes, los financistas, las grandes compañías naPero más allá de lo econóvieras, los inversionistas, los mico, existieron motivaaventureros y los colonos ciones y razones culturales Figura # 4: “The Rhodes Colossus: Striding from pensaban que encontrarían Cape Town to Cairo” sustraído de la Revista para la creación de coloPunch. (1892). todas esas cosas en África y nias. La retroalimentación en Asia…” (Ídem). La imaentre el nacionalismo y el gen presentada por Edward Lindley Sambourne imperialismo se hizo presente, siendo los mis(Véase, Figura #4), sin duda, refleja el discurso mos ciudadanos imperiales quienes apoyaron de modernización empleado por el invasor. En la dominación de otros pueblos. Este encuentro ella, el empresario Cecil Rhodes hace alarde del ideológico se evidencia en las expresiones de hilo telegráfico que conectaba el Cairo con los Paul Leroy-Beaulieu (1874), en su obra: La coloterritorios del Cabo. Por otra parte, el discurso nización en tiempos modernos: “La colonización es imperialista adquiere mayor predominio a parla fuerza expansiva del pueblo… es la sumisión tir de la Conferencia de Berlín de 1885. En ella, del universo o de una gran parte de él, a su lense discutieron los límites geopolíticos y el debido gua, a sus costumbres, a sus ideas y a sus leyes” manejo de los sujetos coloniales como parte de la (párr. 1) Además de emplear a un agudo etnoPermanencias, remanentes

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centrismo que lo lleva creer en la necesidad de imponer su cultura sobre otros pueblos: “¿Quién puede negar que la literatura, las artes y las ciencias de una raza determinada al ser amplificados, adquieren un impulso que no se encuentra entre los pueblos de una naturaleza más pasiva y sedentaria?” (Ídem). Lo anterior es la negación de otras formas de organización social disímiles a las naciones estados capitalistas. Se estandarizó la idea de un patriotismo imperialista, completamente dependiente a la adquisición de colonias. Por ejemplo, la expansión de Francia “…ayudó a los ciudadanos franceses a sentirse compensados por las pérdidas sufridas en la guerra franco-prusiana” (Sherman y Salisbury, 2009, pp. 698-699). La carrera imperialista promocionó los incidentes y las conquistas a través de la fotografía, la prensa, la investigación social y los manifiestos políticos. Se continua con las lecturas religiosas eurocéntricas del sujeto colonial, pero en este caso, se acentúa otro elemento que funciona para la construcción del otro: la filantropía colonial. Profundamente influenciado por el darwinismo social, los países europeos pesaron que la civilización del bárbaro no solo dependía de la asimilación religiosa. Así lo plantea el político Jules Ferry (1885) en el siguiente fragmento:

Figura # 6: El Peregrino de 1933, sustraído de: (Ídem) Figura # 5: El Peregrino de 1933, sustraído de: (Ídem)

Lo anterior refleja un discurso de inferioridad natural, entendido como la idea de un sujeto a las afueras del proceso evolutivo y de las fuerzas productivas del marcado capitalista. Lo que se evidencia en la portada de la revista católica: El Peregrino de 1933 (Véase, Figura # 5). En ella se ilustra a una monja de la orden de las Hermanas Blancas, enseñado a las niñas ugandesas a cómo usar una máquina de coser (Sherman y Salisbury, 2009, p. 699).

La cuestión de los indígenas debe ser resuelta únicamente en el sentido de la evolución natural de la historia universal. Es decir, que la moralidad superior debe estar por encima de la civilización inferior. El Estado moderno, en tanto que potencia colo-

La situación demográfica era otro aliciente para la expansión colonial. Así lo plantea el empresario Cecil Rhodes en su Carta al periodista Stead (1895): “Para salvar a los cuarenta millones de habitantes del Reino Unido de una mortífera guerra civil, nosotros, los colonizadores, debemos

nial, comete, de cara a sus ciudadanos, el mayor de los crímenes cuando, dejándose llevar e hipnotizar por confusas ideas humanitarias, trata bien a expensas de sus propios súbditos a las razas negras condenadas a desaparecer. (párr.1) 24

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conquistar nuevas tierras para instalar en ellas el excedente de nuestra población…” (párr.1). Esto comprueba la utilidad de las colonias como válvula de escape. Una forma de aliviar la carga metropolitana, extendiendo amplias poblaciones en su periferia política (colonias). Pero esto no implica la integración del sujeto colonial a la occidentalidad imaginada del europeo. Solo un número reducido de sujetos coloniales educados en la metrópoli absorbieron la totalidad de los valores occidentales, y, de hecho, algunos de ellos utilizaron la experiencia para ofrecer contenido ideológico a la cultura de resistencia y de oposición al Estado colonial. También existió otra clase

mordazas sonoras, grandes palabras pastosas que se le adherían a los dientes; tras una breve estancia en la metrópoli se le regresaba a su país, falsificados. (p. 7)

Otro elemento presente será la inserción del mesianismo político para la justificación de la dominación colonial. Para Benedict Anderson (trad., en 2007), esto responde a que el siglo de la Ilustración fue incapaz de frenar el reflujo de la creencia religiosa. (p. 29) La relación entre cristianismo y el nacionalismo debe entenderse a partir de los “…grandes sistemas culturales que lo precedieron, de donde surgió por opción”. (Ídem) La comunidad religiosa es una de estas, y por lo cual, la idea del pueblo escogido y la salvación de las almas serán herramientas vitales para la construcción del otro. El imperialismo asume una postura divina cuando se piensa a sí mismo como el padre rector de las poblaciones bajo su dominio.

del poder colonial que se asimiló políticamente a la metrópoli. De esta forma, la describe Jean Paul Sartre (1961): La elite europea se dedicó a fabricar una elite indígena; se seleccionaron adolescentes, se les marco la frente, con hierro candente, [de] los principios de la cultura occidental, se les introdujeron en la boca

Por esta razón, Armand Dubarry en su Viaje a Dahomey (1879), indica que: “El negro salvaje y bárbaro es capaz de todas las estupideces y desgraciadamente, Dios sabe el porqué, parece estar condenado en su país de origen a la salvajería y a la barbarie para siempre” (párr. 1). Igualmente, la predestinación imperial se presenta en la siguiente postura de Farmochi en su Curso de Geografía Universal (1850): “Los negros se puedan civilizar, es cierto, pero, que su civilización siempre será inferior a la nuestra, porque la fuerza de la mente de aquella gente es realmente inferior…” (párr. 1). No obstante, será el imperio estadounidense quien llevará el mesianismo nacionalista imperialista a su nivel más alto. Principalmente en el contexto de la Guerra Hispanoamericana (1898), al cultivar como nadie la idea de la nación

Figura # 6: Bart (May 7th, 1898). “Will wear Stars and Stripes”, Minneapolis Journal.

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escogida por Dios para salvar a los pueblos de su propia infantilidad. Sin duda, una temática que amerita ser estudiada, porque se integrarían los documentos esenciales para la historia de los Estados Unidos. Por ejemplo, el Destino Manifiesto, la Doctrina Monroe y la obra del caricaturista Charles Lewis Bartholomew (Véase, Figura # 6). En esta última imagen, observamos como el Tío Sam ofrece a los puertorriqueños el atuendo del amo. Una muestra que generaliza la identidad colectiva fraguada por los pasados quinientos años. IV.

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Conclusión

Este trabajo presenta el contenido de la distorsión del otro colonial. El otro deja de ser otro, para convertirse en lo que no es familiar para el colonizador. Es, un campo social y discursivo que permite imaginaciones enajenantes que no solo demoniza y subdesarrolla al otro; sino que, genera un texto subjetivo en torno a la experiencia histórica de los pueblos sometidos al poder colonial. El imperialismo y la creación de colonias se fundamenta en el deseo de acaparar riqueza. Sin embargo, la justificación discursiva del acto imperialista también responde culturalmente a la enajenación y a la desensibilización de los seres humanos. La iniciativa imperialista de homogeneizar las prácticas del otro envuelve un juego de poder que resta especificidad a la identidad del conquistado. De esta manera, se demuestra que el imperialismo invade la mente del conquistador y de los conquistados.

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La librería (The Bookshop)

Por: Manuel Martínez Maldonado

En la maravillosa “Funny Face” (1957) el fotógrafo (Fred Astaire) descubre el objeto perfecto (Audrey Hepburn) para su lente, y más tarde para su corazón, en una librería. En esta película hermosa y triste Mrs. Florence Green (Emily Mortimer), una mujer que abre una librería, encuentra el amor nuevamente a través de los libros en 1959. Basada en la novela homónima de Penelope Fitzgerald, el filme, escrito y dirigido por Isabel Coixet, es un homenaje al valor y la dedicación de una persona a lo que entiende es un deseo para beneficiar a un pueblo que desestima la lectura y no tiene librería. Mrs. Green, una viuda que llega al pueblo ficticio de Hardborough en Suffolk, quiere lograr su sueño de ser la dueña de una. Con muchísimos impedimentos lo logra y, sin saberlo, pisa los callos a Violet Gamart (Patricia Clarkson) una mujer poderosa e influyente en la aldea que quiere el lugar de la librería,

llamado “The Old House” para convertirlo en un centro para las artes. La casa, que hace tiempo está abandonada, le ha de servir tanto de tienda como de vivienda a Florence. La noticia del nuevo negocio se extiende por el pueblo y ya muchos saben que Violet Gamart se opone y que la muy voluntariosa ha de hacer lo que sea necesario para lograr su deseo. La Gamart invita a Florence a una fiesta en su casa para tratar de persuadirla, pero todo lo que consigue es que la recién llegada al pueblo se mantenga firme en su proyecto. Al parecer la única persona que respalda la ubicación y la idea de la librería es un personaje casi ermitaño llamado Edmund Brundish (Bill Nighy) que es el “mejor lector del pueblo” y sobre quien circulan mitos y leyendas en el pueblo. Brundish ha sido crítico de Violet y su marido, el general, a quienes considera vul28

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gares y viejos advenedizos. El hombre vive en una mansión venida a menos que está al tope de una colina y cuyos predios han pisado pocos en el pueblo. Eso incluye a Violet y el general, razón por la cual lo detestan, aunque es evidente que a pesar de todo le tienen respeto.

chos predominar y que confabulan en contra de quien les lleve la contraria. La presencia de Patricia Clarkson como la manipuladora detestable Violet es un acierto del director de elenco. Maquillada como sin fuera un vampiro que puede salir a la luz del sol sin quemarse, Clarkson es una alacrán disfrazada de la cucaracha Martina, pero con una ponzoña más venenosa que la de un ciempiés de la India. Sus maquinaciones no tienen límite y sus mentiras circulan como si fueran verdades absolutas, algo que entendemos perfectamente en el ambiente político que conocemos de aquí y del norte.

Brundish le pide opiniones sobre nuevos autores a Florence luego que lo vemos quejándose de algunos autores y quemando las sobrecubiertas de libros. Uno sobre el cual la cámara se antoja en languidecer es Oscar Wilde. Pero esa quema es una metáfora para el primer libro que ella la envía: “Fahrenheit 451” y es evidente que el fuego y la quema de libros ha de tener algún efecto en el cuento que nos está contando la narradora (la voz de Julie Christie). Leer a Ray Bradbury convierte al hombre en fanático del autor y crea un vínculo emocional entre él y Florence. Esto habrá de conducir más tarde en el filme a una de las escenas de amor más tiernas —en la que el único beso es en una mano—en el cine y nos convence que hay que prestarle caso a la mano direccional de Isabel Coixet.

Igual de efectivos son Nighy y Mortimer como Brundish y Florence. el estupendo Nighy es siempre digno de observación cuidadosa y de cómo va construyendo su personaje y dándole las características que lo han hecho una leyenda en su pueblo miserable. Mortimer es la paciencia y la moderación hecha realidad, rasgos que muestran el indudable valor que tiene su personaje. El filme debutó en 2017 y es una pena que no haya venido aquí como parte de la cartelera normal, pues como abridora del Festival de Cine Internacional, recibió una ovación al terminar. Tal vez por eso los distribuidores la traigan.

El filme va a un paso que nos aviva el desprecio por los poderosos que insisten en ver sus capriPermanencias, remanentes

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Eros melancólico en No todas las suecas son rubias de Manuel Abreu Adorno

Por: Zaira Pacheco

La novela No todas las suecas son rubias (1991)1 de Manuel Abreu Adorno es un texto de corte autobiográfico que se redacta en la época en que el autor reside en París y sostiene una relación amorosa con una sueca oriunda de Malmö. Alberto, un periodista puertorriqueño que está instalado en París, conoce a una hermosa sueca rubia llamada Christina que ha decidido establecerse durante un tiempo indefinido en la capital francesa. Alberto y Christina encontrarán puntos en común como su interés por el arte, sus inquietudes intelectuales y su implicación en tareas artísticas, por ejemplo: la escritura creativa y la pintura. Sin embargo, mantendrán múltiples diferencias debidas, sobre todo, a sus distintos orígenes culturales.

cultura tan distinta de la puertorriqueña como es la sueca armoniza perfectamente con el proyecto literario del autor. Como bien explica José Luis Vega: En la novela, el cuerpo femenino deviene cuerpo cultural; amar es, en efecto, conocer, apropiarse de otro espacio que, a su vez, se apropia un poco del espacio cultural puertorriqueño (p. 97).

Es decir, la relación de Alberto y Christina no solo busca representar las posibles diferencias formativas que pueda tener una pareja de distinto origen cultural, sino que simboliza un diálogo cultural entre Puerto Rico y el resto del mundo. Significativamente, para Alberto será más interesante conocer la cultura de Christina que indagar en su personalidad y psicología. Es una actitud semejante que había mantenido en sus relaciones anteriores.

El hecho de que Christina pertenezca a una 1 La obra se termina de escribir en 1984 y se publica de forma póstuma en 1991 en la editorial del Instituto de Cultura Puertorriqueña.

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Además de percibir que Alberto idealiza a la mayor parte de sus parejas, se observa que su mayor anhelo es su propio enriquecimiento por encima de todas las cosas. Por consiguiente, desea beneficiarse intelectualmente de sus relaciones. Aprovecha todo lo que puede para aprender de la cultura que posee cada una. Sin embargo, la mujer no juega un papel pasivo en esta obra. Christina exhibe una inteligencia sentimental superior, mientras que Alberto será inestable, e incluso débil. Al comenzar a vivir junto a

que es a través de una tradición médica antigua que figura en el Viaticum del médico árabe Haly Abbas donde se consideraba que el amor y la melancolía eran enfermedades afines. En De amore (1484), Ficino describe la pasión amorosa como una enfermedad terrible y casi incurable, se refiere a que “el proceso mismo del enamoramiento se convierte aquí en el mecanismo que desquicia y subvierte el equilibrio humoral, mientras que, a la inversa, la empedernida inclinación contemplativa del melancólico lo empuja

Christina dejará la bebida y tendrá una vida más organizada y productiva, aunque su dependencia emocional será todavía evidente. En cambio, la determinación femenina de Christina se impone ante su machismo y quiebra el mito de que el hombre es más fuerte no solo física, sino también psicológicamente.

fatalmente a la pasión amorosa” (Agamben, p. 47). Si se explica desde un plano puramente físico la raíz del comportamiento melancólico incide en un exceso de bilis negra o impureza en la sangre.3 Este desequilibrio en las corrientes sanguíneas del cuerpo deviene en un desajuste psíquico que invade al pensamiento a través de pulsiones desaforadas. Para Ficino, el problema no radica necesariamente en el deseo o en la contemplación del objeto del deseo, sino en el apetito irracional de poseerlo. El saturnino se desquicia cuando no logra desencadenar la libido de una forma catártica.

Para continuar profundizando en el andamiaje de los protagonistas y en la actitud del personaje de Alberto comenzaremos por perfilar la mirada melancólica en la novela No todas las suecas son rubias. Con respecto a la naturaleza del melancólico Agamben esboza un estudio2 detallado acerca de los enlaces identificables entre el amor y la melancolía. Señala

El objeto es inalcanzable y no cuenta con las

2 Ver Estancias. La palabra y el fantasma de la cultura occidental (1977) Permanencias, remanentes

3 Ver De Amore de Marcilio Ficino. 31


herramientas para soportarlo. Cuando se llega a ese estado de descontrol se asume la pérdida de ese ser amado desde el yo mismo. Es a través de una proyección ya desde el inicio condenada al fracaso que se trata de recuperar lo inasible.

fin en sí mismo. Resulta ser un amor con el que aman seres ordinarios, un deseo que no persigue inteligencia alguna, sino, el disfrute vacío. No se recomienda acercarse a este tipo de amor de naturaleza incierta:

Podemos apreciar los efectos devastadores del eros en poetas líricos como Safo, Catulo, Propercio, Garcilaso, entre otros. En el poema 51, Catulo padece físicamente los estragos del amor eros: Y yo, por esto, desdichado, pierdo por ti el sentido; pues con solo verte no queda, Lesbia, <voz en mis labios>. torpe está mi lengua y un fuego tenue en mis miembros mana, en mis oídos un zumbido suena y mis ojos cubre doble la noche. (p. 111)

Basta con la presencia de Lesbia para que se afecte el funcionamiento de sus sentidos. En De anima, Aristóteles explica que “todas las afecciones del alma están ligadas al cuerpo” (p. 23). Todo lo que sufre el individuo se manifiesta a través de múltiples dolencias somáticas. En este caso, el yo lírico confiesa de qué formas en específico se ve perjudicado su organismo desde el acto de la contemplación. Es decir, no necesariamente se aturde a causa de una cercanía física donde se ha gozado del cuerpo seguido de una separación violenta, sino que a diferencia del amor afrodisíaco, donde su fin es el encuentro sexual, el amor eros sufre desde la observación silenciosa.

Y es vil aquel amante vulgar que ama el cuerpo más que el alma, ya que, además, ni siquiera es estable, pues ama una cosa que tampoco es estable. En efecto, tan pronto como llega su fin la lozanía del cuerpo del que está enamorado se marcha volando después de haber mancillado muchas palabras y promesas (p. 87).

Ante estas palabras Erixímaco advierte los peligros del “eros desmedido” (p. 87) que si bien se diferencia de Afrodita por una sublimación que trasciende lo físico y engendra en la belleza, también puede ser muy peligroso. Para Sócrates

En El Banquete de Platón se advierte la distinción entre Eros y Afrodita. Pausanias explica que el deseo afrodisíaco exalta la sensualidad como un 32

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se trata de un demon que se sitúa entre lo divino y lo mortal, que sufre de indigencia. Esto se refleja en su aspecto enflaquecido y desgastado: “En primer lugar, es siempre pobre, y dista mucho de ser delicado y bello, como cree la mayoría,

provocarán ansia en el personaje de Alberto, que acostumbrado a una formación machista no tolera la exteriorizada independencia de Christina. Es así que, en el interior de Alberto, se desata una lucha personal que anula la posibilidad de que la relación sea capaz de resistir las embestidas de estos choques. Desde el primer encuentro se percibe ese desnivel que asume el protagonista. Se sitúa en una posición inferior a Christina mientras ella es glorificada: “el resplandor de aquel pelo dorado” (Abreu Adorno, 1991: 19) es el descriptio puellae que evoca el ideal clásico de la belleza que había cantado Petrarca y que Garcilaso retomaría en el soneto XXIII: “y en tanto que el cabello, que en la vena/ del oro se escogió” (p. 34). En esta escena en particular, esos cabellos rubios funcionan como metonimia de figuras cinematográficas como Greta Garbo, Liv Ullman o Bibi Anderson4 y de la cultura sueca, en general. En este sentido, la presencia de Christina representa mucho más que una conquista amorosa. Es la adquisición de una nueva cultura, una pluralidad de presencias, una extensión de la historia. Conocer a Christina es recorrer su ciudad de procedencia. Más allá de una cosificación se trata de una ampliación del objeto amado.

sino que es duro y flaco, descalzo y sin hogar”… (p. 118) Esa noción del deterioro corporal que caracteriza a Eros nos transmite su inclinación al estado melancólico que desciende al delirio, a la enfermedad del amor inasequible; el luto por la pérdida de lo que nunca se ha poseído.

Alberto mencionará que se llamaba Christina “como la excéntrica reina que llevó a Descartes a su última meditación en la ciudad de Estocolmo” (p. 20). La cita se refiere a Cristina de Suecia. La investigación de esta figura histórica por parte del autor muy bien puede ser una de las fuentes de donde se nutre la configuración del personaje femenino en la novela. El nombre del personaje

Es esta misma proyección que de entrada nos sorprende en la novela No todas las suecas son rubias de Abreu Adorno. Las vivencias que se amparan en el autoconocimiento no serán libradas de dolor. Las diferencias culturales tan marcadas Permanencias, remanentes

4 Esto es muy característico de la obra de Abreu Adorno, pues se incorporan referencias de la cultura mediática con frecuencia en el universo de la alta cultura. Este proceder nos recuerda la novela Rayuela de Cortázar. 33


tiene una vinculación directa con una figura polémica en la historia sueca, una reina que se distinguió por su conocimiento en las artes y su interés en la filosofía.

pérdida es la única forma de poseerla. No existe una transición prolongada entre una relación y otra. Así que arrastra la imagen no olvidada de Estefanía a la nueva proyección en cuestión. ¿Es entonces Christina un recuerdo del fracaso o un paliativo? Su cercanía no necesariamente será sanadora. La relación se inaugura con la suspicacia de Alberto, que no se siente digno de establecer lazos afectuosos con la superioridad que ella representa. Su melancolía nubla la posibilidad de que interprete la realidad de una forma más lógica. Inmerso en una actitud de inacabada nostalgia encara las relaciones sentimentales con un sentido de derrota. Es así que el fantasma de

En la investigación titulada La Reina Cristina de Suecia (2009) se documenta la insistencia con que la reina quería convencer a Descartes para que viniera a su corte a instruirla en la filosofía: “En diciembre, Cristina convocó, por fin, a Descartes e inició los horarios de madrugada de que había hablado. Celebró con el filósofo más o menos cuatro o cinco sesiones de este género” (De Allendezalasar, p. 142). Así como la reina Cristina, el personaje de la novela posee una sed de conocimiento que se sacia con el aprendizaje de idiomas y el contacto con la cultura universal.

eros se incorpora en la ausencia de Estefanía que transmuta en un nuevo cuerpo. Christina es el objeto inalcanzable pero también es el espectro de una relación fracasada.

Es por esto que Alberto queda deslumbrado con la sola aparición de Christina. Si bien es él quien “quiebra el iceberg” (Abreu Adorno, 1991: 19) a través de una pregunta inicial luego se abstrae de la escena del diálogo para fabricar una nueva imagen de ella. El producto de su imaginación es amenazante: “Ya comenzaba a sentirme intimidado ante la poderosa presencia de aquel engendro multilingüe y pluridisciplinario, de 22 años,” (p. 20). Se trata de un ente idealizado que lo empequeñece. A pesar de que el personaje exhibe una actitud patriarcal la figura femenina se sitúa en un plano superior para ser venerada.

Como mencionamos al inicio, sus parejas sentimentales son un modo de vincularse a una cultura en particular. Con Estefanía, oriunda de Thessaloniki, habría entrado en conocimiento del mundo helénico, mientras que con Lili habría conocido la ciudad de Bremen. Pero la tendencia no queda ahí. Esta práctica deriva en la obsesión de desentrañar el objeto amado, ese perfil que es, a su vez, un producto de su ideación. A medida que prosigue la narración las descripciones de Christina se tornan cada vez más fantasmagóricas. En una escena en que se encuentra en el apartamento de Alberto, “el vino la había vuelto más liviana, más aérea, y sus pies apenas tocaban el suelo” (p. 21). Además, el color rojo de su suéter le quemaba sus ojos. Luego de esa primera visita, se sentía como “un eunuco frente a la Venus de Willendorf” (p. 23). En la corporeidad de la sueca descansa una reminiscencia de lo etéreo y siempre inalcanzable.

Justo en el momento en que Alberto conoce a Christina a duras penas está atravesando un proceso de desencantamiento con respecto a su última pareja, Estefanía. Confiesa que trata de sanar “la presencia en la ausencia” (p. 21) de su imagen. Es el fantasma de eros que se proyecta a través del espacio vacío. La asunción de 34

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Insistirá entonces en acercarse y querer controlar la independencia de una mujer que no responde a tácticas de sumisión. Su inseguridad deriva en el control. Probablemente esta sea la razón por la que su pareja griega lo abandona por otro hombre, así como hará Christina. Las inventa y las posee a través de su imaginación porque supone la única posibilidad de alcance. Es el paradigma del melancólico que asume el luto como una sentencia perenne.

Por eso los asiduos reclamos a Christina donde con violencia le demanda ser correspondido en todo momento: No lograba entender ni aceptar que ella precisara su soledad aun en mi compañía. Ella hablaba de amistad, hacía una apología de la amistad y me pedía que la dejara ser, que no demandara ni exigiera nada, que tan solo fuera su amigo. Amor y amistad eran lo mismo y entonces no cabían pasiones, desenfrenos y envolvimientos posesivos que para mí representaban signos inequívocos de amor. Esta experiencia del amor, como una forma suprema de la

Como plantea Agamben, la

amistad, me parecía irrealizable (Abreu Adorno, 1991: 45).

pérdida no necesariamente se materializa o se encierra en las pertenencias de sus amantes pasadas, sino que se visulmbra en un juego de sombras y espejos. Es decir, no se transfiere ese deseo al nuevo objeto, sino que trata de “retraerse en el yo, narcisistamente identificado con el objeto perdido” (p. 52). Así que la imagen de Christina no es la única que recorre la narración. La silueta de Estefanía es la memoria de su fracaso proyectado en conductas autodestructivas como el alcoholismo, su apariencia desastrada, la falta de higiene en el espacio que habita o el vagabundear por la ciudad. Se aísla de los que están a su alrededor, pero más significativo aún, de sí mismo, a través de una continua proyección fantasmal de su pasado y su presente ya dado por perdido. Permanencias, remanentes

Esta es una de las instancias narrativas en que observamos la marcada incomodidad que siente Alberto con respecto a la libertad que disfruta Christina. El hecho de que no comparta su idea del amor le resulta una afrenta. Esta actitud que persiste a medida que transcurre la novela nos recuerda las voces de los poetas clásicos que se dirigen en tonos un tanto exaltados a los amores desvanecidos. En Elegías, Propercio le cuestionará a Cintia lo que interpreta como un distanciamiento de su parte: “¿Por dónde he de empezar a evocar tus desdenes? ¿Cuál fue el primer motivo del llanto que me diste?” (p. 26). Son estas las preguntas que el personaje de Alberto formulará constantemente en su interior. Siempre sentirá 35


que no hay un interés genuino por conocer la especificidad de Christina. Se trata de un sujeto que se mantiene en constante invención y que se corresponde casi en una relación tautológica con la interioridad del personaje de Alberto. Se lleva a cabo una circularidad o intercambio de proyecciones que descienden en el dolor, pues mientras más se acerca al objeto amado, más siente que se le va de las manos.

que no es capaz de acercarse del todo a su objeto del deseo. La sensación es que Christina siempre se encuentra ensimismada y sin la voluntad de amarlo como él necesita. Esto deriva en una servidumbre amatoria que reconoce su condición de esclavitud y devoción.

De ahí que el mito sueco se convierta en una idealización que se tornará exasperante. El relato creado lo traiciona. Se desespera porque busca satisfacer su definición del amor inalcanzable. En este espacio de contradicciones se sitúa el personaje: “Yo amaba la imagen; la ilusión de la soledad vencida, derrotada” (p. 29). Christina es su redención y perdición de forma simultánea. Si bien disfruta de su compañía en la cotidianidad de la convivencia, pues comparten el interés de alimentarse de todo tipo de conocimiento que esté a su alcance en el ambiente parisino, el peso de la proyección fantasmal resulta ser más real que todo el tiempo compartido en la intimidad de su apartamento.

Aquí lo paradójico es que Alberto no tiene reparos en admitir que se halla adherido a la invención de esa figura y no a su esencia: “Christina no existía y Estefanía tampoco. No importaba el objeto del deseo, sino el deseo en la ausencia; eso era más bello, más real”... (Abreu Adorno, 1991: 24) Voluntariamente se asume la irracionalidad del luto como un extraño goce. Aflora un narcisismo que proyecta al objeto inalcanzable a través de la imaginación y se deleita en el desgaste que producen los vicios. Confesará entonces que realmente no ama a Christina, sino “su imagen proyectada” (p. 29). Este producto de la creación por parte del alter ego del autor pone en evidencia

No podía relacionarse con aquella figura fantasmática, representación espectral, imagen 36

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del vacío, proyección de la nada, apariencia elusiva de ocultamiento. ¿Cómo podía amar a un ser desposeíble, inatrapable, fugitivo, remoto? ¿Cómo retener lo evanescente, lo inextricable, lo desconocido? Él se sirvió café y encendió otro cigarrillo. Perdida e inconquistable, como una evaporación después de esas lluvias tropicales tan frecuentes en la isla, pensó, mientras consideraba lo poco que la conocía, lo escaso de su anecdotario compartido, de su biografía revelada (p. 122).

con él. Cuando Christina desaparece al final de la narración, pues no responde sus cartas ni contesta sus llamadas telefónicas, el personaje de Alberto se hunde en la exasperación. Finalmente conversan y ella le confesará que está enamorada de otro hombre. Es aquí cuando se abandona totalmente a su derrota fabricada: Afligido como estaba, decidí emborracharme hasta la inconciencia. Desde ese día no supe más de Christina Larsson. Engordé como diez kilos, me dejé crecer la barba, volví a la botella por los Cafés del Quartier Latin y de Montparnasse (Abreu Adorno, 1991: 176).

La cercanía física no es suficiente. Alberto siente nostalgia por una mujer con la que vive y no comprende. A medida que transcurre la narración el discurso del personaje de Alberto se torna cada vez más caótico. Su condición anímica lo acerca a las descripciones de la figura de Eros en El Banquete que mencionamos al inicio. Los vicios a los que se somete serán análogos a ese sentido de pérdida en la cercanía. Su apariencia descuidada aumenta de forma exponencial. No necesariamente Christina es inalcanzable, sino que él así lo ha decidido. La ha convertido en el prototipo de la dama del amor cortés que, según Žižek, solo posibilita un camino retorcido para llegar a su alcance: “la única forma de alcanzar la Dama-Objeto es indirectamente, en una forma torcida y serpenteante, hacerlo directamente asegura el no dar en el blanco”… (p. 222)

Esta conducta de carácter cíclico forma parte de su naturaleza melancólica, pues ya se había manifestado ante la pérdida de Estefanía que también era considerada una imagen inalcanzable equiparable a Venus o Palas Atenea. Es curioso que compare a ambas figuras femeninas con la diosa Venus. Ello nos reafirma que ambas corresponden a una ideación lejana a la realidad. Todas las figuras femeninas que transitan esta novela, a pesar de su fuerte personalidad, en el caso de Christina, son fantasmas del deseo. Imágenes que flotan a través de la narración a partir de la distancia creada por el personaje de Alberto. Desde ese lugar las reinventa y esto lo conduce a su obsesión autodestructiva.

Lo interesante es que el personaje femenino en cuestión no forma parte de esta relación de vasallaje como se la ha planteado el personaje de Alberto. Demuestra un cariño particular por él y lo describe como “el hombre más bello del mundo” (p. 80), aunque es muy consciente del carácter dominante que acompaña su “rol de macho y latin lover” (p. 80). Incluso, denota un apego hacia su figura que la impulsará a mudarse

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Wonderland

Por: Neftalí Rodríguez

Childhood is a wonderland... Eso nos decían, pero no lo creía… quería crecer, trabajar, quería ser un adulto… y bueno crecí, trabajé y me di cuenta de que no era lo que creía, que no está tan nítido. Así que me casé y empecé a coleccionar hijos para verlos crecer, para yo aprender a ser igual a ellos y decirles que childhood is a wonderland… pero ellos, ellos quieren crecer...

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Para colaborar en Cruce: Letras:

artículos de investigación, reflexión; reseñas; notas de opinión; comentarios de textos; fotoensayos o arte plástico; entrevistas; textos creativos; y otro tipo de escrito que supon-

Los escritos literarios de autor (poemas, cuentos, dramas, fragmentos de novela, prosa poética…) que muestran la sensibilidad humana e inspiran a la creación. Asimismo, reseñas, críticas a textos literarios y otros acercamientos literarios o propiamente lingüísticos.

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Arte:

Los escritos dedicados al análisis, el estudio y la presentación de todo aquello que comprenda al mundo cultural. Abarca la gestión cultural, la autogestión, los estudios culturales, la música, el arte plástico, movimiento escénico, danza, la cultura popular y el arte urbano, vistos preferentemente desde el prisma de la cotidianidad. La fotografía como narrativa visual que sirve para retratar la cotidianidad y la realidad social, y los acercamientos a la obra fotográfica de algún autor.

ga un análisis o mirada crítica a la sociedad contemporánea.

Toda persona que desee colaborar deberá enviar su artículo por correo electrónico, comprometiéndose a que dicho texto respeta las normas internacionales en materia de conflicto de intereses y normas éticas. Los escritos se someterán a estricto arbitraje y proceso de edición y corrección, por lo que la colaboración puede sufrir alteraciones, a menos de que se trate de un texto literario. Debe seguir MLA o APA como manual de estilo.

Cine: Los escritos que analizan o reflexionan acerca del mundo cinematográfico y cómo se atiende desde lo visual los temas de relevancia contemporánea. Se aceptan formatos audiovisuales. Los derechos de las publicaciones son exclusivas del autor.

Nos enfocamos en los siguientes temas:

Política y sociedad:

Los escritos de crítica sociopolítica presuponen colaboraciones de los diferentes saberes de las Ciencias Sociales, las cuales a través de principios o esquemas conceptuales o teóricos analizan y explican los fenómenos y estructuras sociales.

Todas las colaboraciones y comunicaciones se harán al correo institucional de la revista

editorescruce@suagm.edu 60

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Presentación de la edición especial en colaboración con el Festival de la Palabra y el Instituto de Cultura Puertorriqueña el 13 de octubre de 2018. Bajo el marco del Festival de la Palabra.

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Al otro lado, el silencio [la resistencia]

Por: Ana María Fuster Lavín

Y se negaron a admitirlo. La verdad en sus rostros y su respuesta, más silencio. Otra muerte encima de la muerte. Malditos los que nos siguen enterrando en el silencio. Ana Teresa Toro

Muchas veces la muerte puede ser invisible y anónima. Aunque, en efecto, todos estamos en el recuerdo de otros, casi siempre esa nostalgia tiene nombre y apellido. Todos de personas que vivieron aquí con nosotros: vecinos, conocidos, amigos, padres, abuelos, hijos. Siempre alguien es conocido de alguien. Todo fue así de sencillo, al menos para nosotros. Nosotros, los que ahora deambulamos, pensamos que, en este desarrollo de nuestras vidas, solo nos quedaba seguir amándonos, discutiendo, protestando, sintiendo llegar a la universidad, ser adultos, amar, discutir, protestar, sentir. Todo antes de la gran tormenta, de la última protesta y del proyecto final. Somos los sobrevivientes buscando a los otros después de la muerte, o al otro lado del olvido.

los que emigraron y quienes están en el proceso de irse. Eso, según lo que escuchamos antes de se apagara la última emisora de radio, y poco antes de que emigráramos del barrio abandonado hacia el área protegida. Sabemos que a estas alturas tienen que ser mucho más los emigrantes, los muertos, los desaparecidos. Nos escondemos entre los escombros, las casas abandonadas y los cementerios. Aquí habitamos en la necrópolis escondida de una isla prácticamente olvidada. Los pocos que quedamos, fuera del nuevo centro de gobierno, hemos perdido parte del pigmento de la piel y de los ojos a causa del encierro diurno. Nos hemos tornado grisáceos, pardos, como gatos en la noche. Padecemos de hipersensibilidad a los sonidos, debido al silencio oral al que nos sometemos durante las horas de sol, y a los mínimos susurros y articulaciones guturales con los que nos comunicamos en la oscuridad.

Se cree que fueron unos quince mil muertos, otros tantos miles desaparecidos y casi un millón entre 62

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Y es que nosotros también somos los muertos anónimos. Dejamos que sus nombres, de los que ya no están, acariciaran nuestros pies descalzos (para que no se escuchen sus pisadas). Las paredes de nuestros sótanos están repletas de esos nombres, apodos o apellidos. Muchos de estos son de personas que nosotros mismos enterramos o cremamos, pues el gobierno aprovechó el gran huracán para adelantar la última fase de su proyecto.

dijeron que ya no quedaba nadie en el sureste. Nosotros miramos entre desilusión y que ya nos lo sospechábamos. Cambiamos el tema y le narrábamos nuestras experiencias, tanto reales como imaginarias y sueños. La fantasía es una de las mejores medicinas cuando no se tiene nada. A veces nos imaginábamos que aquellas enormes manchas formadas por los hongos en los techos nos contaban la historia de otra civilización que vivió aquí mucho antes de nuestro exterminio o de la que pudimos ser si el pueblo se hubiera revelado a tiempo. Una vez escuchamos en la radio que el miedo a la miseria nos devora la dignidad… pues,

Es cierto, cada noche inventamos una nueva esperanza, una nueva razón. No sabemos de qué se trata, pero los que no hemos sido escogidos debemos alejarnos, o morir. Una de las últimas personas vivas con que nos topamos, murió frente a nosotros. Era una mujer sorda con una niña. Ellas se habían unido a la resistencia desde el este de la isla. Lamentablemente, antes del huracán, habían diagnosticado a la señora con un cuadro de cáncer con metástasis en el páncreas. Después del viento y las lluvias, lo peor vino con el apagón general, en la mayoría de las regiones nunca volvieron a instalar energía eléctrica. Al no haber energía eléctrica durante más de un año, los hospitales especializados cerraron. Luego nos enteramos de que había sido parte del plan. La niña que llegó con ella entendía el lenguaje de señas, por lo que nos estuvo ayudando a entender los relatos de la enferma durante todo el día. Nos Permanencias, remanentes

ahora somos menos que miseria y la dignidad es una de esas manchas en el techo que cada cual interpreta según sus niveles de esperanza, de desesperación o de conformismo. Somos los muertos bajo los escombros de una gran mentira, de una inmensa nube de humo y desolación. Al par de días del encuentro de la mujer y la niña, nos dirigimos al antiguo centro estudiantil. En una de las paredes, cercana a la entrada de lo que antes fue la universidad nacional de nuestra isla, nos topamos con un mensaje algo borrado por el tiempo y por lo que sospechamos que también intento de borrar con detergente por parte de las autoridades gubernamentales:

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“Aguántate y calla... deja que te roben y torturen y calla... deja que te deroguen tus derechos y calla... vota por los mismos y calla… obedece y calla... ora y calla... habla mierda y calla… cierra los ojos, calla y muérete antes de gritar “basta ya” y… En silencio, porque se acercaba el amanecer, nos miramos. No había que dilucidar nada nuevo. Concluimos que las personas que redactaron la pintada en el muro fueron ejecutadas antes de terminar el mensaje. Observamos en silencio y con detenimiento ese grafiti, nos percatamos de que también había una costra que chorreaba seca hasta el piso hacia lo que fue un charco, ya color terracota. Sin lugar a duda, era de sangre y coágulos, piel, pelo y demasiados sueños. Debió ser luego de la gran protesta, cuando los militares exterminaron a los sobrevivientes que se unieron para protestar. Lloramos todos los días, pero no se nos nubla el camino de las noches hacia el encuentro de comida o de otros como nosotros. Recordamos al señor que hace uno o dos meses hallamos muerto en el carro. Dejó una nota, no era suicida, para nosotros, claro, sino pura lógica en nuestra nueva realidad. Definitivamente, las pesadillas lo fueron devorando poco a poco. Decía en su carta que el miedo le había comido hasta los sueños, que no aguantaba más esa oscuridad que poco a poco les consumió la vida, en especial al haber perdido a su esposa y a su hijo enterrados bajo el lodo después del deslave que se llevó hasta su casa por el medio. También relataba en su misiva que a su hermana el gobierno la desapareció, luego de la gran manifestación. Le entregó sus medicamentos y la insulina que le quedaban a la doñita que vivía más retirada, quien también había perdido a su marido y hermanos. Prendió 64

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el carro y guió hasta donde la muerte y la gasolina le llevaran. Las demás palabras estaban borradas, intuimos que fue por las lágrimas, porque nosotros también lloramos con su nota. Tomamos sus zapatos y tapamos su rostro con una toalla. Aceleramos el paso. Ese día finalmente nos atrevimos a cambiar el inmovilismo al que habíamos llegado la resistencia después de la protesta. Intentaríamos llegar a donde vivían los elegidos y gobernantes, siempre en silencio y de noche para no ser vistos. Tal vez, solo somos lo que queda de quienes no se rindieron. Sería lo más lógico, puesto los hechos o no-hechos de los últimos meses ¿o años? Espero que estemos equivocados, he sentido voces, pasos. Al volver la vista, no hemos vislumbrado si solo lo imaginamos o, en efecto, existen. Estamos llegando al centro de gobierno, estamos seguros de que en ese islote de la capital es donde también viven ahora los elegidos. Ellos dirán fuera de la isla que ya no existimos, si es que al resto del mundo le importa la última colonia. Borraron las huellas de nuestra miseria. Caminamos durante cinco noches más. A la quinta madrugada, vislumbramos otra sobreviviente. La observamos acercándose con dificultad por aquel antiguo parque (ahora cementerio de árboles) hacia la entrada del más alto foro judicial, ahora abandonado, añadiéndole a que ahora es parte del área prohibida para nosotros. Sin embargo, sabíamos que debíamos intentarlo, llegar al otro lado. Según avanzábamos, observamos esa silueta de mujer. Nos sentamos semiocultos al otro lado de la calle, entre los escombros después de escuchar pisadas y murmullos en aumento. El miedo nos había ocultado la posibilidad de creer que pertenecieran a otros como nosotros. Permanencias, remanentes

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Otros sobrevivientes. El miedo siempre nos nubla la confianza en nosotros mismos, el saber que vamos a poder salir de la soledad, que conseguiremos comida, techo, seguridad, otro abrazo para la soledad que nos clava pequeños alfileres pisada a pisada. A su vez, el miedo nos salva de la ingenuidad. Sobrevivientes, lo somos porque nos cuidamos de la maldad natural, de la maldad humana de quienes nos han ido segregando y exterminando después del gran huracán.

temblamos. Una puerta que se abre en la entrada del tribunal supremo abandonado. Quizá fue que no lo reconstruyeron después del vendaval y no está cerrado. Imposible, está justo al otro lado de la frontera del régimen y los elegidos. Dos o tres de los resistentes, nos habían contado que durante la gran protesta habían ejecutado a un magistrado y dos magistradas que se habían opuesto al plan final. Los resistentes nos dijeron que había otros y que se revelarían. Nunca los volvimos a ver.

¿Y si tan solo somos los muertos que aún insistimos en estar vivos?

Estábamos a punto de retirarnos, cuando de nuevo reconocimos aquella silueta femenina. Nos acercamos lo más que pudimos para evitar ser vistos por los militares o policías que solían rondar la frontera del islote protegido. Volvimos a mirar y sí era una mujer envuelta en una bolsa negra de basura y con algo que colgaba de una de sus manos. No podía tener más de 25 años. Aparentaba estar saludable en términos físicos. Según se acercaba, logramos distinguir a quiénes

Nos duelen ya las pisadas, pero seguimos caminando hacia los edificios abandonados del antiguo foro judicial. Según andamos, sentimos más zumbidos conocidos. Deseamos con todo lo que nos queda de energías de que no estemos equivocados, son voces, tienen que serlo. Esas vocalizaciones cada vez son más evidentes y 66

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pertenecían los sonidos que nos habían obligado a escondernos. Eran algunos empleados de lo que fue el tribunal, ellos también lucían algo precarios, quizá eran otros sobrevivientes que se habían escondido en aquellas ruinas. Antiguos empleados, tres o cuatro que creyeron que allí se salvarían, pero no habían sido parte de los elegidos. Nos acercamos un poco más, nos miraron con aparente indiferencia. La mujer se paró frente a ellos se arrancó a trocitos la bolsa que la cubría hasta quedar desnuda. “Lo perdí todo, todo, ellos son malos, todos estamos muertos”. Gritó tan estruendosamente que la ráfaga que salió de su boca nos empujó hasta

Allí permanecimos absortos. Nosotros y dos mujeres y un hombre, que entraban y salían de entre los cuartones de madera que clausuraban lo que fue la biblioteca, o al menos indicaban las letras colgantes en la fachada. Una de las señoras, la mayor, consiguió algo de ropa en una oficina. Estuvimos a punto de vestirla y socorrerla, cuando se aproximó el estruendo de la sirena de dos o tres patrullas de la policía. Nos ocultamos como pudimos. Los policías militares se aproximaron a la mujer que, desde el charco les suplicaba. Ella vociferó su nombre y apellidos, también los nombres y apellidos de otros que aseguró acabarían con el plan de exterminio.

hacernos perder el balance. Luego arrojó con fuerza hacia nosotros el paquete que tenía en la mano y se dejó caer en picada hacia un gran charco de fango.

“Asesinos. Hoy o mañana, venceros. Comienza el final de este cabrón proyecto”.

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Ante nuestro terror le dispararon una y otra vez, hasta tres, cinco, diez ráfagas de tiros. Nos ocultamos. No podíamos creer que no nos hubieran acribillado. Estamos seguros de que nos tenían que haber visto. ¿Será que el silencio nos invisibiliza? Estuvimos ocultos muchas horas sin proferir ni un monosílabo. Poco antes de la medianoche, salimos y, con un simple gesto, nos despedimos. Sin embargo, el más joven me tocó el hombro y señaló a lo lejos. Asentimos con la cabeza. Ya decididos a brincar el muro, la mayor del grupo del tribunal, dio una sutil palmada y señaló el bulto que había arrojado la occisa. Sin meditar nada lo abrimos.

comida en el barrio, cuando dejamos de toparnos con otras personas, cuando dejamos de oír noticias en la radio. El tiempo ya no era el mismo al otro lado del silencio. Hasta el momento creíamos que solo era un mito, que nuestras propias ansias de que existiesen otros era lo que nos hacía sentirlos, nos llevaba a pruebas y rastros de esos ellos y ellas. La última vez que escuchamos la radio, desmintieron el exterminio, pero la transmisión se interrumpió.

Nuestro espanto se elevó a niveles insospechados cuando descubrimos lo que había allí. Era un bebé muerto, ya gris y rígido, envuelto en sabanitas ensangrentadas ya color marrón. Fuimos hacia el cuerpo inerte de la mujer charco de fango y sangre, y colocamos el cuerpo del bebé entre el suyo. Los cubrimos con hojas y ramas. Todos en silencio, todos recordando que somos isla y muerte. Nos miramos con los ojos vidriosos por unos segundos para terminar abrazándonos en silencio. Luego, ellos desaparecieron a través de las maderas, nosotros seguimos el camino a través de la periferia de la zona protegida. Era ahora, o nunca. Somos los muertos en vida. Somos dolor, fango e incertidumbre. Empatía. Lucha. Somos camino… Ese fue el primer día en que nos topamos con otros desde la mujer sordomuda y la niña, semanas, meses o, tal vez, hasta años después de la gran manifestación, pues habíamos huido después del gran huracán. Cuando murieron nuestros padres y abuelos, cuando no encontramos más vivos o

Somos lo que queda de una isla que fue destinada a morir. Somos el silencio al otro lado de la historia oficial. Mintieron, nos robaron y humillaron. Eso nos decíamos en las noches de la oscuridad 68

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eterna, mientras la incertidumbre y el hambre nos aterraban. Ya vamos acampando en otro edificio abandonado más cercano a los elegidos. Recordamos a otra chica que llegó con un bebé inmóvil y grisáceo entre las manos. Le colgaba aún un largo ombligo al pequeño. Lo último que lo unió a la vida era aquella muchacha que ahora tenía los muslos ensangrentados. La ayudamos a lavarse. No nos entendía, ni nosotros a ella. Pensamos que de seguro era de St. Martín u otra

la tercera madrugada vimos que el cuellito y la boca del bebito tenían gusanos. Ella abrió los ojos con terror, como si toda la humanidad acabara de colapsar. Entonces nos dejó envolver el cuerpito, meterlo en la caja y colocarlo en una tumba hueca, del cementerio donde vivíamos ahora. Ella no nos acompañó, cuando regresamos ya no estaba. Nunca volvió. Todos somos los muertos negados. ¿Y qué nos dicen de los suicidas? Cuando la desesperación llega antes que la propia muerte, la invocamos con nuestras propias manos como una orden inminente de la propia sangre. La incertidumbre y el miedo muerden cada pedacito de la esperanza hasta vomitarla hacia el abismo. Hacia ese otro lado del puente que añoramos, pero que cada vez es más distante. Unos pensamos que es posible resistir y reconstruirse a pesar de lo lejana que está esa posibilidad. Otros desesperan concluyendo que se derrumbó y el abandono nos estrangula. No los podemos juzgar, sus ojos no tienen filtro y ven la crueldad social tal como es. Insoportable. Las noches se eternizan hasta causar ceguera y hambre. La desesperación angustia los ojos, las voces, las pisadas. Ellos resisten, pero somos nosotros quienes no llegamos a tiempo. Somos muerte o vida, la decisión está en despertar la voz. Gritar al silencio hasta que todos nos escuchemos.

de las islas cercanas. Los primeros días no soltaba al bebé, que comenzaba a heder. No lo apartaba de sí e, incluso, intentaba amamantarlo. Terminaba llorando porque el chiquillo no chupaba. Le conseguimos una cajita del tamaño suficiente y una manta. La miramos un rato con ternura, besamos su frente y la del pequeño cuerpito. A Permanencias, remanentes

La invisibilidad de la muerte nos convierte en murmullos hasta olvidar nuestra propia voz. Somos el luto eterno de este huracán que no nos abandona.

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veneno. Solo quedaremos el pasado y mis fieles gatos. Pequeños recuerdos murmullados y los otros. Ellos me acompañaron en la soledad de este último año. Al otro lado solo quedarán ellos jugando a la guerra del fin del mundo y nosotros en silencio, pero no por mucho tiempo. —No. No. Llegamos aquí. ¡Basta!, —clamé, clamamos. Rugimos con tanta fuerza que, a su vez, escuchamos una fuerte explosión en el palacio marmoleo del gobierno. —No queremos morir más. No más silencio — desgañité, desgañitamos. Somos soledad refugiada en las largas noches del olvido.

Vemos a lo lejos correr militares hacia el área de los olvidados. Nos hacemos pasar por los elegidos. Y corremos entre ellos. A lo lejos, escuchamos tiros y la voz del anciano gritar.

Somos el colapso. Decíamos ya a punto de colapsar de incertidumbre, agotamiento, hambre de pueblo.

Todos gritamos, gritamos fuerte. Recibo un fuerte golpe en la cabeza, al mirar, había sido con la boquilla de un rifle. El policía que estaba ya ante mí, ya sola, pues mis gatos corrían hacia el cementerio abandonado, apuntaba entre risas hacia mi frente, luego hacia mis pies, mis muslos, mi entrepierna y de nuevo hacia la frente.

—Jovencita, ¿vives sola aquí? —Noss nnn nosssotroh. Todos quí — ­ escuchamos la voz que sale de la boca. Demasiado tiempo de pensamientos y murmullos. —Pero sí solo veo gatos aquí. ¿Vives en este cementerio abandonado? Es lo único que todavía no han eliminado los del gobierno. —¿Vivo? —un carraspeo y su voz ya comenzaba a fluir como en la época anterior a la tragedia. —Esta es el área de los elegidos. Pero, ¿qué hace una adolescente sola con gatos? —No, ellos son yo, son nosotros. —Mira, yo estoy viejo. Me voy a buscar a los otros y avisarles. Ponte la identificación de mi nieta, murió ayer. Los elegidos también pueden morir si gritan lo prohibido.

—¿Te crees valiente? No eres más que una putita izquierdosa. Grité, lo más fuerte que pude. Y vi como un enorme pedazo de mármol caía sobre la cabeza del policía militar, desplomándose en silencio sobre su sangre, trató de murmurarme algo, pero expelió un gran vómito y murió. Grité más fuerte, gritamos. Pisadas, muchas pisadas tras de mí. Al volver la vista, pude ver a cientos saliendo de entre los escombros del

¿Y si nos atrevemos a resucitar? Redactamos nuestro epitafio antes de tomar la última gota de 70

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cementerio, al otro lado desde las estructuras abandonadas. Cientos de resistentes tomando el gobierno y la zona protegida. Ahora todos somos los elegidos. Amanece. Renaceremos.

__________ Todas las pinturas son de Felix Nussbaum 1. El gran desastre, 1939 2. Fear, 1941 3. Prisoner, 1940 4. Self Portrait in the Camp, 1940 5. Camp Synagogue, 1941 6. Death Triumphant, 1944 7. The Storm (The Exiles), 1941 8. The Damned, 1943-1944

Somos el grito, al otro lado del silencio.

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Residuos de la memoria Obra reciente de Miguel Ángel Torres Aponte

La exhibición explora, a través de 26 construcciones pictóricas recicladas, la estética sociocultural de Puerto Rico “Post Huracán María”, al mismo tiempo que cuestiona la cotidianidad privada, la política pública, el quehacer artístico y la estética formal de museo.

inofensivos, fotografías publicitarias y, marcas comerciales que no recordaremos en unos años. Miguel Ángel Torres Aponte (Ponce, PR. 1978) es artista plástico, músico y poeta. El artista cuenta con un Bachillerato en Artes Plásticas, con especialidad en Escultura y Pintura, de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño de Puerto Rico, y con una Maestría en Estudios Culturales Puertorriqueños y Caribeños, otorgada por el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.

Según el curador de la muestra, el Dr. Rubén Alejandro Moreira, el artista ha decidido recoger restos de objetos, entre los que se encuentran marcos de cuadros deshechos, y los ha modificado e intervenido, examinando la estética de museo, pero a contrapunto, también una estética de la que no suele hablarse, que es la cotidiana. Estas dos estéticas convergen en los trabajos de Torres de un modo tan convulso como la factura que mimetiza los destrozos de un huracán. Sus piezas aluden, por un parte, al arte abstracto, al minimal, al arte pop y al grafiti. Por otro, su alusión es hacia las imágenes blandas de paisajes

La exhibición comenzó el miércoles 5 de septiembre en la Galería de Arte Francisco Oller localizada en el edificio Luis Pales Matos (LPM) de la Facultad de Humanidades. El cierre de la exhibición será el 4 de octubre de 2018 y su horario es de lunes a viernes, de 8:00PM a 12:00PM y de 1:00PM a 4:30PM. La actividad es libre de costo y abierta al público general. 72

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Composiciรณn Silvestre, 2017 Construcciรณn pictรณrica reciclada

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Paisaje portátil (a René Magritte y Liliana Porter), 2017 Construcción pictórica reciclada

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Sin título y sin valor, 2017 Construcción pictórica reciclada

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Intactas, 2017 Construcciรณn pictรณrica reciclada

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Sentido y significaciรณn

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ESCUELA DE CIENCIAS SOCIALES, HUMANIDADES Y COMUNICACIONES

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