De colonias y neocoloniajes- 25 de agosto de 2018

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Portada y contraportada: Gabriel ‘Quito’ Hernández Castro “Manco-Capac”, 2015, Plaza de Armas, Cusco, Perú; y “¿Lastre?”, 2014, Callejón de La Capilla, Viejo San Juan

Edición regular 25 de agosto de 2018 De colonias y neocoloniajes

Junta Editorial:

Alexandra Pagán Vélez {Directora Sonia Cabanillas Martín Cruz Santos Anto Gamunev María José Moreno Viqueira Hugo Viera Vargas, miembro externo

Junta Asesora:

Mariveliz Cabán Montalvo {Presidenta Roxanna D. Domenech Sugelenia Cotto

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ÍNDICE NOTA EDITORIAL ........................................................................................6 El género miserable Por: Yulinana Ramos Orta..........................................................................8 CAFÉ Por: Javier Febo Santiago..........................................................................15 Lunecer Por: Aydasara Ortega y Rubén Rivera Matos.........................................16

DOSIER: COLONIAS: CONVOCATORIA ESPECIAL..............................28 El colonialismo en el entrecejo del capitalismo y imperialismo (siglo XIX) Por: Martín Cruz Santos. .........................................................................30 Una mirada al discurso liberal letrado a través de la Revista Puertorriqueña, 1887 Por: Ángel Rdriguez León.........................................................................35 Los buitres y los cerdos Por: Cecilia Argüelles Ramos. .................................................................60 Selección de fotos: Gabriel ‘Quito’ Hernández Castro...........................................................52

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Nota editorial

Este número de Cruce se enriquece con un dosier que le da el título a la edición, De colonias y neocoloniajes. Responde a una convocatoria que hicimos el semestre pasado y nos honra poder presentarles artículos de Martín Cruz García, quien examina el concepto de coloniaje según las subjetividades contemporáneas, y Ángel Rodríguez León analiza el rol de la Revista Puertorriqueña de finales del siglo XIX a la luz de la represión colonial. Además, Cecilia Argüelles comparte el poema “Los buitres y los cerdos” que nos coloca en un punto de criticidad al traer a nuestro cruce el neocoloniaje en Puerto Rico desde la intelección metafórica. Se añaden Yuliana Ramos Orta con un artículo sobre la novela Estercolero de José Elías Levis, su mirada se enfoca en las mujeres de la novela n una lectura feminista necesaria a este “clásico no tan clásico”, según lo calificó la Editorial de la Universidad de Puerto Rico en su más reciente edición. Javier Febo Santiago responde a su relato “Té”(publicado en la edición anterior); con “Café”, cuya narrativa irónica nos invita al elixir. Aydasara Ortega y Rubén Rivera Matos retoman sus colaboraciones en arte plástico con una serie de 5 collages en papel hecho a mano titulada “Lunecer.” Finalmente cerramos la edición con una muestra de las fotografías de Gabriel ‘Quito’ Hernández Castro, quien también engalana nuestra portada y contraportada. El fotógrafo nos lleva de viaje y nos topamos con similitudes, bellezas, la huella colonial y la majestuosidad de la naturaleza. Gracias a nuestra Junta Editorial y Asesora, a todos los colaboradores y nuestro creciente número de lectores de Cruce. ¡Que disfruten la lectura!

Alexandra Pagán Vélez, directora CRUCE editorescruce@suagm.edu 6

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El género miserable

Yuliana Ramos Orta

son discutidos aún hoy en día. Levis se distancia de la normativa al transmitir gran parte de su novela con voces femeninas –voces que generalmente son silenciadas o tildadas de prescindibles. Es a través de esas voces que logra retratar la realidad social de una comunidad machista, en donde la mujer pobre es quien más sufre la desdicha y la miseria. Cabe destacar que hubo dos ediciones de Estercolero. La primera se publicó en 1899 en Ponce y constaba de cuatro capítulos. La segunda edición, revisada por el autor y compuesta de seis capítulos, se publicó en Mayagüez en 1901. Esta segunda edición –la que utilizaremos para el análisis que abarca este trabajo– se caracteriza por ser objetiva y distanciar el autor de los hechos, lo cual favorece nuestro análisis al proveer una interpretación realiasta de la sociedad pobre y machista en donde se desenvolverán las voces femeninas que figuran como eje central.

«Hay libros mentira y hay libros verdad. Levis acaba de escribir un libro verdad». Tomas Carrión, Prólogo de Estercolero

El huracán San Ciriaco trajo la miseria a la isla de Puerto Rico el 8 de agosto de 1899, perpetuando el desamparo y desaire que había comenzado un año antes con el «huracán» de la americanización. José Elías Levis, escritor y pintor, fue testigo de los cambios que se superpusieron a la comunidad puertorriqueña durante estos años. Es a través de su escritura y su perspectiva de obrero que Levis concibe la novela Estercolero, escribiendo y describiendo la realidad paupérrima de las comunidades de Puerto Rico, a comienzos del siglo XX. A través de imágenes sensoriales intensas que ahondan en el aspecto escatológico de la vida, hallamos voces femeninas que dominan el texto con un carácter narrativo y confesional, nos acercan a la profundidad psicológica de los personajes y sirven como relatos verosímiles de sucesos nacionales que

Basándonos en los postulados teóricos del formalista ruso Yuri Tinianov, catalogaremos las voces femeninas de Estercolero como una función constructiva del texto. Según Tinianov, estas funciones constructivas son partes del texto literario que se relacionan con otros aspectos del texto: «Llamo función constructiva de un elemento de la obra literaria (en tanto sistema) a su posibilidad de entrar en una correlación con los otros elementos del mismo sistema (de obra) y con el sistema entero (de la literatura)» (2). Entendiendo estas voces como funciones constructivas, daremos paso 8

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Remitiendo a la última oración de la cita previa, observamos una mención de las mujeres como seres que charlan y culminan en una vida triste, a diferencia de los hombres que pueden beber y reír. Con esta oración se expone el rol y final fatal de la mujer pobre y desdichada, que vivía en el contexto socio-político de Puerto Rico para finales del siglo XVIII y principios del XIX. Resulta paradójico cómo la mujer pobre es degradada desde un principio, mas es con su voz –y de por sí, con su ser– con lo que Levis crea un testimonio indispensable. Las voces de Colina, Cristina, La Ratona, Doña Roperito y Ma Lalá forman un coro que sobresale al leer el texto, pues parecen escaparse vorazmente con la intención de hacerse sentir. Según Tinianov, «[…] El léxico de una obra entra simultáneamente en correlación con los demás elementos de esas obras» (2). Tinianov plantea que el vocabulario que se emplee en la obra literaria va a relacionarse con los demás elementos de la obra y es por esto que argumentaremos cómo estas voces femeninas surgen debido a la situación social y política del momento: las consecuencias del huracán y de la americanización. El coro femenino se desborda de la novela y ofrece una impresión de la miseria y la desdicha desde la perspectiva de mujeres pobres. A diferencia de la mayoría de los personajes masculinos del texto, que no poseen muchas oportunidades de expresión, las mujeres sí tienen una voz propia. La información y el estilo de las voces están circunscritos a la identidad, edad, procedencia y profesión de cada una. Todas estas voces pertenecen a dicho coro y ofrecen una visión colectiva de la miseria inescapable que viven a expensas de la naturaleza: nacer féminas.

al aspecto confesional de la obra, a través de los personajes femeninos que testimonian la desventura de su género y su posición social. Develaremos, además, cómo las voces/mujeres se relacionan con otros elementos del texto: los hombres y la realidad histórica. El huracán San Ciriaco propició una enorme miseria en nuestra isla, pues provocó desastres no solo en la infraestructura y economía, sino también en la sociedad. Stuart B. Schwartz plantea lo siguiente sobre los desastres naturales: «Disasters, then, are socially produced, and, like revolutions or wars, they are moments of extreme stress that can reveal the underlying structures of social and political life» (303; el subrayado es nuestro). Es importante recalcar la naturaleza reveladora de estos desastres naturales que indirectamente se dan a la tarea de exponer todo aquello que existe sigilosamente bajo las estructuras sociales y políticas de una nación. De esta manera, la violencia del huracán delata las fallas sociales que parecen inexistentes mientras todo está bajo la calma, tal como la diferencia entre clases sociales y género. Y, aunque la clase pobre se considere la más afectada, dentro de ella existe otro grupo minoritario que es perjudicado aún más: la mujer pobre. Las consecuencias del huracán y las desigualdades de género en los barrios pobres se presentan desde el comienzo de la novela, a través de la descripción de una barra o cafetín en un sector pobre de Puerto Rico. Impera el vicio y el maltrato en esta estampa, no solo con los objetos descritos, sino con las personas que forman parte del lugar: El cuadro de siempre, la decoración eterna; mujeres que charlan y hombres que beben, carcajadas y voces, lenguas pesadas y ojos que reflejan borrachera, el desorden humano digno del escenario mugriento … en aquella atmósfera que bebía el vicio. Son los eternos actores; ellos, la vida vulgar, y ellas, la vida alegre de final triste (14-15; el subrayado es nuestro). 25 de agosto de 2018

La primera voz femenina que encontramos en el texto es la de Colina, una prostituta que frecuenta la barra descrita a inicios del texto. El narrador presenta a Colina como una mujer que vive voluntariamente rodeada de la miseria que perpetúa en su vida. Esta pierde su 9


Huracán San Ciriaco y sus efectos

dignidad al ser maltratada contantemente por los hombres y no posee la voluntad suficiente para escapar del círculo vicioso que la sociedad machista le ha impuesto por ser mujer y pobre. Posteriormente, aparece para Colina una oportunidad de redimir a otro personaje de la miseria. Al reconocer la miseria que trae consigo ser una mujer pobre en la sociedad machista y violenta en la que vive, decide responsabilizarse de una niña a la que llamará Puchita. Puchita y Colina son representaciones directas del mal trato y la crueldad que existe hacia la mujer pobre de nuestra sociedad. Levis nos presenta una percepción diacrónica de la miseria femenina con estas dos figuras que, debido a la sociedad machista y violenta, han de sufrir independientemente de sus edades. Desde la niñez (representada por Puchita), la mujer pobre es involuntariamente coaccionada a culminar como mujer adulta de vida desdichada y mísera (representada por Colina). Es evidente que la voz de Colina, como función constructiva, nos provee información de la desdicha de la mujer pobre, que sufre desde temprana edad –pero también constata cómo la mujer ha de relacionarse con otros elementos de la obra, como el ciclo vicioso e indignante del mal trato por parte de los hombres en su comunidad paupérrima, debido al huracán.

del hogar de algunos personajes en el segundo capítulo. Con la descripción de lo que aparenta ser un caserío que rodea un patio, conocemos el ambiente hogareño en donde los personajes femeninos tienen aún más

José Elías Levis

Además del cafetín, Levis nos adentra a la intimidad 10

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voz. Esta área es descrita de la siguiente manera: «En efecto, en aquel patio húmedo cuartel de bestias, vivían como tales [...] desechados ya por inútiles aguardando con estupidez la muerte» (31; el subrayado es nuestro). La atmósfera violenta y salvaje predomina en este espacio, y se convierte en un tumulto de suciedad y voces en el que las mujeres se revuelcan y develan las desdichas de sus míseras vidas. A diferencia de Colina, representan la vida de amas de casa, y responden ante las necesidades de quienes dependen de ellas. Entre la limpieza de ropa, la confección de alimentos y demás responsabilidades de esposas y madres, las conversaciones reiteran el desamparo que les rodea y que injustamente les ha tocado vivir. Cristina, una de las mujeres que mora en el caserío, deja escuchar su voz por primera vez con: «¡Maldita sea mi suerte!» (33), esclareciendo dicho reconocimiento de miseria que, por imposición de la violencia machista, no puede obviar. Mientras Cristina ofrece la perspectiva de féminas que reconoce su posición paupérrima, las voces que prosiguen son un tanto diferentes, aunque concurren con el ya denominado coro de voces. Como parte de un discurso pseudo-reivindicador, Doña Roperito da voces de la honra: «Las mujeres deben ser honradas. No tengo yo marido para que se ría de él nadie» (36). Ella reconoce su desdicha de mujer al dejar claro que su honra, y la de todas las mujeres, debe cuidarse 25 de agosto de 2018

para salvaguardar principalmente al marido – y no a ellas mismas. Doña Roperito nos revela la naturaleza subyugada de la mujer que le debe todas sus acciones al hombre, y no a sí misma. Al reconocer este coro femenino, podemos probar lo que señala Tinianov: «La vida social entra en correlación con la literatura ante todo por su aspecto verbal» (7). Los acontecimientos sociales y políticos que rodearon la vida de estas féminas decretaron la manera en que (sobre)vivirían, y es a través de sus voces –único aspecto de su vida que pueden controlar– que pueden denunciar su desdicha y miseria. Finalmente, la voz de Ma Lalá resuena: Yo no sé qué se figura la gente rica; regatiando, regatiando con el sudor del pobre, que da vergüenza. Lavar una docena de ropa para ganar una miseria, … Yo quisiera ver a una de ellas en el río pegada a una batea para que sepa cómo se ganan los cuartos, y lo que es esta vida perra, perra y perra (40).

Esta voz se distingue de las voces ensimismadas previamente mencionadas y se diluye entre una queja ante la desigualdad social que sufre y una declaración de cómo –desafortunadamente– es que ha de ganarse la vida, por ser una mujer pobre. Dedicarse a lavar los trapos sucios de otros siempre ha sido un empleo desdeñado que, por unanimidad patriarcal, ha sido siem11


La aportación de Ma Lalá al coro de voces resalta, no solo por evidenciar el mezquino trato por parte de la comunidad rica ante su labor de mujer pobre, sino que arroja cierta luz sobre las otras mujeres –las mujeres ricas y de sociedad. ¿No hay posibilidad de miseria para estas mujeres ricas? Quizás cambiaría la concepción de miseria, en tanto pobreza y zozobra, para manifestarse de otra manera en la vida de estas mujeres bien. Levis expone efímeramente la verdadera miseria que han de vivir estas mujeres de bien con la siguiente cita: «Ante ellos pasaron algunas esculturas de carne; un grupo de damas envueltas en elegantes abrigos, [...] cuerpos aprisionados bajo la seda, el raso, la muselina» (56; el subrayado es nuestro). Las exigencias sociales para las mujeres se resumen en un control de cada detalle de la vida de la fémina. La pérdida de su voz (única evidencia de existencia e intelecto), las extenuantes demandas de belleza física y la cosificación podrían catalogarse como un conjunto de normas que llevan, directamente, a la miseria. Estas mujeres ricas se ven obligadas a amoldarse a una imagen irreal de lo que una mujer de alta sociedad debe ser. Las palabras de Ma Lalá evidencian la miseria silenciosa de estas mujeres, que se vuelven «esculturas de carne» y «cuerpos aprisionados». A diferencia de las mujeres pobres, las mujeres de bien carecen de voz para declararse existentes. Es a través de sus silencios que se puede evidenciar la desdicha que abarca sus vidas, pues no tienen control ni de su propia voz. Así la novela nos constata que la miseria ataca la vida de la mujer –sea pobre o rica. La función constructiva de la voz de estas mujeres no se limita meramente a las mujeres pobres, sino que sirve como una voz colectiva al relacionarse con otros elementos presentes en la novela, como la desigualdad social y la injusticia. Todas las féminas de nuestra sociedad sufren: las pobres sufren la miseria a través del desdén, la putrefacción social y el abuso, mientras que las ricas sufren la miseria a través de la cosificación, la pérdida de su voz, y con

esto, la pérdida de su identidad. ¿Por qué José Elías Levis opta por representar gran parte de su novela a través de voces femeninas? Según Carmen Centeno Añeses, «Este autor letrado [...] escribió Estercolero para que no haya olvido» (ix). Las mujeres –ricas o pobres– son personajes marginales en nuestra sociedad y muchas veces pasan desapercibidas en el plano cotidiano. Evocando nuevamente a la interpretación de las voces femeninas como función constructiva, Levis quiso retratar las miserias y desdichas sufridas por las mujeres, con el fin de probar cómo las voces se relacionaban con otros elementos de la obra –elementos de la realidad inmediata de una isla

Destrucción del huracán San Felipe, El Nuevo Día

pre responsabilidad de las mujeres. Podríamos llegar a la conclusión de que un hombre pobre subsistiría de manera más llevadera que una mujer pobre y viuda, como lo es Ma Lalá. Por otro lado, la voz de Ma Lalá da el ejemplo perfecto de cómo, luego de la dos desastres, las desigualdades sociales y de género aumentaron. La clase pobre, la de Ma Lalá y todas las féminas de la novela, se vio notablemente afectada por el huracán y el cambio de gobierno –mas no ocurría igual con la clase alta.

en desgracia. Schwartz planteó que «The hurricane of San Ciriaco was a disaster that exposed the fault lines of Puerto Rican society in a period of political transition» (307). Levis ahonda, precisamente, en una de las más grandes fallas sociales: el trato cruel, desdeñoso e indiferente hacia el ente femenino en una sociedad machista, que intentaba recuperarse de la violencia de los desastres que acontecieron. La concepción y el propósito de estos personajes femeninos van íntimamente ligados con lo que expone Mieke Bal sobre los actores o personajes de una obra narrativa: «[...] los actores tienen una intención: aspiran a un objetivo. Esa intención es el logro de algo agradable o favorable, o la huida de algo desagradable o desfavorable» De colonias y neocoloniajes


(34). Las féminas de la novela, especialmente las pobres, desean huir de la vida desdichada que les ha tocado, e intentan hacerlo dentro del espacio social que ocupan. Quienes mejor logran esta huida son Colina y Puchita, que a pesar de su naturaleza femenina, logran llevar a cabo una vida plácida. Colina, luego de rescatar a Puchita y alejarse de la prostitución, se dedica a criarla. Ambas se desenvuelven respetuosamente en su comunidad: Colina se vuelve una mujer decente y consigue un marido, llamado Santiago; Puchita crece saludablemente y como una niña normal, e inclusive conoce el amor con el joven Javier Lacroix. Según el narrador, «Era casi feliz la huérfana» (97; el subrayado es nuestro), enunciado que nos da la esperanza de

dos Unidos (masculinos) sobre nuestra isla (femenina). La voz narrativa nos prueba esta comparación de la siguiente manera: «¿Nació para siempre ser mala? No, hay algo de fatal, algo de huracán, algo salvaje que a puntapiés la empujó al lago, al charco, al pantano» (19; el subrayado es nuestro). A través de la función verbal, que también funge como función constructiva, Levis crea una novela cuyas voces femeninas se amalgaman con la realidad histórica con el fin de testimoniar una etapa de la historia puertorriqueña. Así, podemos concluir que la situación histórica y política representada en la novela opera como una emulación directa de las luchas de género y de estados con libres asociaciones que aún existen en pleno siglo XXI. Referencias Ayala, César J. and Rafael Bernabe. “Americanization And Its Discontents, 1898-1929”. Puerto Rico In The American Century: A History Since 1898, César J. Ayala and Rafael Bernabe, 1st ed., The University Of North Carolina Press, 2007, pp. 74-94. Centeno Añeses, Carmen. “Comentario crítico”. Estercolero. Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 2008, pp.111-151. Crist, Raymond E. “Sugar Cane and Coffee in Puerto Rico, II: The Pauperization of the Jíbaro. Land Monopoly and Monoculture”. The American Journal of Economics and Sociology, Vol. 7, No. 3, 1948, pp.321-337. http://www.jstor.org/stable/3483371

un mejor futuro para Puchita, aunque subyugado a la miseria de su naturaleza de mujer y la realidad social en la que vive. Es evidente el carácter testimonial y el intento de concretizar una realidad histórica entre toda la incertidumbre que llegó para quedarse desde el 1898. La selección de mujeres para llevar a cabo esta tarea revela que, más que cualquiera de los otros personajes marginalizados, fueron las féminas quienes se vieron más afectadas por el desastre natural y político que advino a la isla. La relación de contrincantes que existe entre la hegemonía machista y la mujer es muy similar a la venida inesperada del huracán San Ciriaco y los Esta25 de agosto de 2018

Lerner, Gerda. The Creation of Patriarchy. Oxford University Press, 1986. Levis Bernard, José Elías. Estercolero. La Editorial Universidad De Puerto Rico, 2008. Martínez-Fernánedez, Luis. “Puerto Rico in the Whirlwind of 1898: Conflict, Continuity and Change”. OAH Magazine of History, Vol. 12, No. 3, 1998, pp. 24-29. http://www.jstor.org/ stable/25163216


Picó, Fernando. “El café y el despegue de la agricultura comercial en la montaña puertorriqueña, 1855-1928”. Caravelle (1988-), No. 61, LES CULTURES DU CAFÉ, 1993, pp. 119-128. http://www.jstor.org/stable/40853414

---. “The Hurricane Of San Ciriaco: Disaster, Politics, And Society In Puerto Rico, 1899-1901”. The Hispanic American Historical Review, Vol. 72, no. 3, 1992, p. 303. http://www.jstor.org/stable/2515987.

Scwartz, Stuart B. “Hurricanes and the Shaping of Circum-Caribbean Societies”. The Florida Historical Quarterly, Vol. 83, No. 4, 2005, pp. 381-409. http://www.jstor.org/stable/30149583

Tinianov, Yuri. Sobre La Evolución Literaria. https://teorialiteraria2009.files.wordpress .com/2009/04/tinianov-juri-sobre-la-evolucion-literaria.pdf.

Huracán San Ciriaco, SWA (1899)

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CAFÉ

Javier Febo Santiago

Existe un escritor, conocido mío, que ha hecho del té un tema literario. Le adjudica propiedades y complejidades que no tiene. Con el té, según él, las conversaciones son más interesantes y no causa mal aliento, entre otras cosas. Algo ingenuo, tratándose de un escritor. No quiero decir que un escritor sea alguien a prueba de incultura y no tenga cierto grado de idiotez. Si son seres humanos, también son pecadores y no todos son ejemplares. A lo que me refiero es que, con la cosa del té, se le ha ido la mano. Para algunos en occidente, no para los ingleses, que bebían té para luego invadir naciones indefensas; la cultura del té se concibe como una que está rodeada de misticismo, de serenidad, y de seriedad. Culpa de ello la tienen los asiáticos. La realidad, y no me escondo, el té, es solo un emblema de aburrimiento. El café es otra cosa. Su proceso requiere contemplación, experiencia, pericia, selección, confección y el cálculo exacto para que ese grano afrodisiaco huela, cautive, se transforme y se beba para completar el despertar ante un nuevo día. El café sabe de música, tiene ritmo, y no alborota cuando hierve. El café se puede combinar con la leche, la canela, la miel, el chocolate, el ron, el brandy, el whisky, el caramelo, la crema batida, el cielo y la tierra. El té es soso caliente, y frío, se paraliza. No conozco ningún licor a base de té, y si existe, debe ser desabrido y solo deben beberlo los monjes de los monasterios que ubican en los picos de las mon25 de agosto de 2018

tañas para calentarse del frío y acordarse de dios. En cambio, licores de café abundan, no porque abunde el café, sino porque abunda el buen gusto. Creo que he dejado claro que el café es superior al té. Además, sonríes al escucharlo y al olerlo mientras se genera su metamorfosis, mueves el cuerpo y cierras los ojos al ingerirlo, y cuando das el último sorbo que queda en la taza, el agradecimiento es astronómico por tan importante invento. Debería cambiar el tema. No estaría mal escribir algo del vino que me estoy bebiendo que, por cierto, es un Merlot de Robert Mondavi. Cada vez que bebo vino, no sé por qué, me acuerdo de las películas A Good Year y Bottle Shock. La verdad, no quiero escribir del vino que me estoy bebiendo. Quiero escribir acerca de los cristianos que aman las películas de acción. Esas donde la gente muere violentamente, vuela en pedazos, y el héroe, en la mayoría de los casos, es un asesino. Quiero escribir de esa fascinación, de esa empatía con la violencia y la muerte. Antes de escribir de lo que deseo escribir, debo añadir, que el café no tiene horarios, es libre. Y lo mejor de todo, es una droga. ¡Salud! _______________ Ilustración: Pretty Coffee Cups, Elisabeth Fredriksson 15


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Aydasara Ortega y RubĂŠn Rivera Matos

Lunecer


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8 de octubre Día de la Psicología Latinoamericana Convocatoria

En apoyo y solidaridad con la Unión Latinoamericana de Entidades de Psicología (ULAPSI), revista Cruce, publicación de la Escuela de Ciencias Sociales, Humanidades y Comunicaciones de la Universidad Metropolitana de Puerto Rico (UMET) celebrará el 8 de octubre, Día de la Psicología Latinoamericana mediante una edición especial.

FECHA LÍMITE PARA LA RECEPCIÓN DE TEXTOS: 13 de septiembre de 2018. Invitamos a todxs lxs interesadxs en participar en esta convocatoria a enviarnos sus manuscritos y piezas. Aceptaremos textos en portugués, inglés o español. Las fotos, pinturas, entre otros formatos de imagen deben ser enviados en formato .jpg en alta resolución. Los textos deben presentarse con el siguiente formato:

Con la finalidad de superar las desigualdades sociales que caracterizan nuestras realidades, ULAPSI celebra este día (conmemoración de la muerte del Che Guevara) para reflexionar cómo la psicología sirve a las causas reivindicatorias, emancipatorias, libertarias, de los pueblos originarios, y de todos los latinoamericanos.

Letra Times New Roman, 12 puntos, doble espacio, tamaño carta, en formato de Word. Los artículos no deben exceder de las 30 páginas. Las reseñas de libros no deben superar las 8 páginas. Debe incluir una foto y una biografía del autor que no exceda las 200 palabras. Los textos, piezas y toda comunicación, deben

Solicitamos artículos y piezas de arte plástico que reflexionen desde, con y para una psicología comprometida con la transformación de las condiciones de vida de las sociedades latinoamericanas.

enviarse a editorescruce@suagm.edu.

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Francimar Barbosa, https://www.artmajeur.com/

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Dosier: convocatoria especial Colonias


Arte de Rosaura Rodríguez, Días Cómics 25 de agosto de 2018

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El colonialismo en el entrecejo del capitalismo y imperialismo (siglo XIX) Martín Cruz Santos

John Vanderlyn, Landing of Columbus

Si bien el imperialismo no era un fenómeno reciente, en siglo XIX surgió una tendencia mediada por la lógica del desarrollo de la producción mecanizada y monopolística de la Revolución Industrial. Como sis-

tema de doctrinas a partir de un Estado cuya economía apuesta al capital y la expansión, la nueva modalidad imperial extendió sus dominios agresivamente en África, Asia y el Medio Oriente, así como también 30

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afianzó sus colonias antiguas. Las naciones europeas refundaron imperios para controlar y distribuirse el mundo en el marco del expansionismo capitalista. Allí donde las riquezas eran producidas por los recursos del otro, habitaban los colonizados bajo la mirada suspicaz del colonizador.

el principio político que busca la coherencia entre la integración nacional y la política.2 Es un fenómeno plural y polisémico, es decir, contiene múltiples posibilidades de prácticas, significados e interpretaciones diversas. La concesión de privilegios extranacionales basada en una percepción de grandeza autoconferida capaz de justificar la posesión de colonias es parte de dicha complejidad. Y, valga decir, está revestida de un misticismo misionero con vocación de poderío nacional proclamado mediante el predominio. De modos diversos, el alegato de razones morales y humanitarias en sus andanzas por el mundo era parte del discurso político avasallador. Fue a partir de la segunda mitad del siglo XIX que el nacionalismo mutó en una fuerza de carácter ideológico capaz de levantar bandera en las luchas emancipadoras de pueblos sometidos por las naciones hegemónicas de turno, pero también de amalgamarse con los aspectos estratégicos y geopolíticos del imperialismo.

Es notable que Francia e Inglaterra amasaron una tajada mayor de la repartición imperialista. Económicamente, la demanda de productos causaba la necesidad de ir tras lugares remotos donde la materia prima fuera abundante, la mano de obra barata y los mercados cautivos. Producían mucho, consumían todo el algodón, el lino, las semillas y las fuentes de energía disponibles en sus territorios. Por tanto, Europa, como en los tiempos del imperialismo previo, al no lograr satisfacer la demanda industrial, se abrió paso en otros continentes. Con ello también atendían otros problemas, como la carestía, ya que el crecimiento poblacional encarecía el costo y el precio de los alimentos. Veámoslo en el contexto de las luchas obreras cuando los sindicatos habían logrado reivindicaciones salariales significativas y los empresarios vieron disminuidas sus ganancias. Medios de producción y obreros abundantes allende sus fronteras empujaron las ansias de los imperios.

Desarrollar la agenda imperialista incluye una dosis importante de nacionalismo, considerado como un movimiento/proceso ideológico de carácter sociopolítico edificador de un discurso tendente a la integración y diferenciación de la identidad del conglomerado social que lo construye.1 Ernest Gellner puntualiza

Recordemos que hubo potencias europeas repartiéndose territorialmente África. Lo hemos dicho, Inglaterra y Francia embolsicaron colonias en demasía. Buscaban controlar los estrechos y las islas estratégicas o las grandes rutas terrestres. Inglaterra casi consiguió formar un imperio de norte a sur desde el Mediterráneo hasta el Cabo de Buena Esperanza. Comenzaron en Egipto, explotaron Sudán, Uganda, Kenia, Rodesia y Sudáfrica; dominaron Gambia, Sierra Leona, Costa de Oro y Nigeria. Francia unió sus posesiones del Sahara a Somalia con el Mar Rojo, pero colisionó con los intereses de Inglaterra y el primero perdió poder territorial. Aun así, la ocupación francesa de Argelia en 1830 propició el control de África occidental. Por su parte, uno de los veteranos de la colonización de América, Portugal, estableció colonias en Angola, Mozambique y Guinea e islas de interés para facilitar la llegada de buques; su consorte, España, impuso presencia colonizadora en una parte de Marruecos, del Sahara y de Guinea. No olvidemos a Italia en la ocupación, por ejemplo, de Libia y Somalia; Alemania posesionó a Tanganica, Camerún y Sudáfrica occidental; Bélgica explotó las riquezas del Congo. En fin, todo un conti-

1 Si tomamos en consideración una acepción amplia, como la que utiliza el Dr. Luis Ángel Ferrao, el nacionalismo está compuesto por “toda afirmación positiva de la nacionalidad, todo ademán originado en el pueblo tendiente a acusar un perfil propio, toda obra literaria o artística que contribuya a dotar a la comunidad de un sentido de identidad, o todo símbolo o gesto –en el campo político o inclusive religioso- que sirva para aglutinar los sentimientos de la colectividad y darle un sentido de perte-

nencia”. Véase: Luis Ángel Ferrao, “Nacionalismo, hispanismo y élite intelectual en el Puerto Rico de la década de 1930” en Silvia Álvarez Curbelo y María Elena Rodríguez Castro (editoras), Del nacionalismo al populismo: cultura y política en Puerto Rico (Río Piedras: Ediciones Huracán, 1993), 38. 2 Ernest Gellner, Cultura, identidad y política: el nacionalismo y los nuevos cambios sociales (Barcelona: Gedisa Editorial, 1998), 1.

Además, producir masivamente redundaba en excedentes que podían ser vendidos en mercados cautivos; crearlos conllevaba lograr la dependencia indispensable de los colonizados. De las neocolonias extraían los bienes naturales y laborales para incrementar la industria. Asimismo, las ganancias producidas por los consumidores dependientes. La subyugación económica fue rentable por el andamiaje político implantado en las colonias.

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nente ocupado por el colonialismo europeo.

bien entró en Asia con sus posesiones de Guam y las Filipinas, y la creciente influencia en Hawái, exigió a China una política de puertas abiertas con igualdad comercial para todas las naciones imperialistas.

En 1914 el Imperio Británico incluía una cuarta parte de toda la población mundial.3 Una muestra: India, país de una extensión territorial cerca de veinte veces más que Gran Bretaña, y cuya población era siete veces mayor, fue su colonia más preciada. Allí los ingleses enriquecieron y los colonizados empobrecieron.

Junto con el afán expansionista y de usurpación de abundancias arribaron las hordas migratorias europeas. Colonización multifocal con un objetivo singular: establecer el sistema capitalista prevaleciente

Voraz apetito el imperialista no satisfecho con cada territorio conquistado y mercado de expansión establecido. China es un caso Sui generis. La milenaria y populosa sociedad enclavada en un espacio privilegiado sintió el fuetazo de la Compañía Británica de las Indias Orientales (1600-1874), la misma que había tomado la India por asalto, vio en el país de las murallas un negocio fabuloso. Originalmente aparentaba ser una relación comercial próspera que databa de 1795, mas terminó siendo una imposición colonial. Primero, llegaba a Inglaterra la seda, el té, las porcelanas y otras manufacturas que pagaban en plata de contado, transacción inconveniente para el Imperio. Luego el opio proveniente de la India arribó a los puertos del coloso vencido y, paulatinamente, generó ganancias pingües para los empresarios ingleses y perdidas irremediables para los chinos, pues las importaciones cada vez mayores y más frecuentes eran pagadas en plata a precios elevados. Eventualmente China se vio obligada a detener aquel comercio desigual. Entonces acaeció un conflicto que condujo a la primera guerra del opio (1839-1842),4 ganada por Inglaterra, y la imposición del Tratado de Nankín (1842) que implicó el pago de indemnizaciones, la entrega de Hong Kong, uno de los puertos más importantes del mundo ansiado por los anglosajones, la cesión de cinco puertos adicionales, la exención de los británicos para someterse a las leyes del gigante asiático, entre otras obligaciones. Tras la demostración de poderío inglesa llegaron los franceses a tomar posesión del área del sur oriental y otras zonas; los rusos hicieron lo propio con Manchuria; Alemania y Japón también participaron de la ola colonizadora, asimismo, Estados Unidos; que, si

George Clive y su familia con una criada India de Sir Joshua Reynolds.

en sus países. La superabundancia de capitales y el excedente de productos actúa por vía del predominio político. Ejecutar el programa de explotación económica forzaba la conflictividad prevaleciente en la tríada capitalismo-colonialismo-imperialismo. Esa europeización influyente e impositiva desde varios flancos (económico, político, cultural, etc.) marcó el futuro de

3 Bien vale la pena echar un vistazo a ese recorrido histórico y sus consecuencis en el siglo XX con la lectura de: Eric Hobsbawn, Historia del siglo XX (Barcelona: Editorial Crítica, 2006, novena edición); Anthony Pagden, Pueblos en imperios (Barcelona: Editorial Mondadori, 2001) y Nations and Nationalism Since 1780: Programme, Myth, Reality (Cambridge: Cambridge University Press, 1999). 4 La segunda Guerra del Opio duró de 1856 a 1860. 32

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las naciones colonizadas y configuró el retrato del colonizado y el colonizador.5 Opacidad de los sin rostro, omnipresencia de los amos del mundo. Colonizar es oprimir, vejar, negar identidades y derechos, invadir geografías y cuerpos, dominar mentes, quebrar espíritus y hacer mezquino al colonizador, quien no se cansa de mezquinar. En Argelia, China o India, el estado de violencia colonial constituía el orden legal y moral.

la historia de este modo de dominación, queda claro que su propósito central ha sido organizar los flujos económicos entre la metrópoli, las colonias y el mundo, y no el de organizar sociedades con economías construidas para beneficio de los pueblos6;

con lo segundo, lo primero sería inalcanzable. Inferimos que la ruptura de la situación colonial es inherente al colonialismo, porque éste destruye el imaginario del nacional transmutándolo en extranjero de suelo propio venido a menos, con la imposibilidad de ser el “otro” visualizado por el dominador, quien pretende implantarle su cultura hegemónica, causante de la agudización las contradicciones sociopolíticas al punto de ebullición, cuyo efecto más álgido conduce al rompimiento. Tal vez violento, a imagen y semejanza de la vorágine destructiva, o relativamente “pacífico y negociado”, pero quiebra al fin. Dice un refrán con sabiduría plétora: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Lo cuantitativo del tiempo cronológico es relativo, a juzgar por las diversas experiencias coloniales anteriores y posteriores al siglo XIX, y en el dicho popular el número es simbólico, pero de la proposición restante no me cabe la menor duda, incluso en el caso de Puerto Rico, no aludido aquí, ¿o sí? Referencias: Ferrao, Luis Ángel. “Nacionalismo, hispanismo y élite intelectual en el Puerto Rico de la década de 1930” en Silvia Álvarez Curbelo y María Elena Rodríguez Castro (editoras), Del nacionalismo al populismo: cultura y política en Puerto Rico: Río Piedras: Ediciones Huracán, 1993. Gellner, Ernest. Cultura, identidad y política: el nacionalismo y los nuevos cambios sociales. Barcelona: Gedisa Editorial, 1998. Hobsbawn, Eric. Historia del siglo XX. Barcelona: Editorial Crítica, 2006, novena edición.

Aunque es sucinto nuestro recorrido temático, nos aproxima a replantear la reflexión recurrente aún en los denominados tiempos poscoloniales. Aarón Gamaliel Ramos asevera que al estudiar

Hutchinson, John & Anthony D. Smtih (editors). Nationalism. New York: Oxford University Press, 1994.

6 Aarón Gamaliel Ramos, Islas migajas: los países no independientes del Caribe contemoráneo (San Juan: Travesier y Leduc Editores, 2016), 343.

5 Albert Memmi, Retrato del colonizado (Madrid: Cuadernos para el Diálogo, 1974). 25 de agosto de 2018

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---. Nations and Nationalism Since 1780: Programme, Myth, Reality. Cambridge: Cambridge University Press, 1999. Memmi, Albert. Retrato del colonizado. Madrid: Cuadernos para el Diálogo, 1974. Pagden, Anthony. Pueblos en imperios. Barcelona: Editorial Mondadori, 2001. Ramos, Aarón Gamaliel. Islas migajas: los países no independientes del Caribe contemporáneo. San Juan: Travesier y Leduc Editores, 2016.

Joshua Hagler

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De colonias y neocoloniajes


Una mirada al discurso liberal letrado a través de la Revista Puertorriqueña, 1887 Ángel Rodríguez León

Introducción

a las limitaciones a la libre circulación de ideas que imponía el sistema colonial.

En 1806 llegó a Puerto Rico la imprenta y, con ella, la posibilidad de publicaciones puertorriqueñas. La primera de ellas fue el periódico La Gaceta de Puerto Rico, que apareció en esa misma fecha y duró casi un siglo. En términos literarios, el Boletín Mercantil, de 1839, acogió nuestras primeras obras propiamente literarias (Álvarez, 1999, p. 227). En 1843 se publicó aquí la obra colectiva Aguinaldo Puertorriqueño y, un año más tarde, el Album Puertorriqueño. Este en Barcelona, surgido de la inspiración y la nostalgia de un grupo de jóvenes boricuas estudiantes en España. Uno de ellos era Manuel Alonso, quien en 1849 publicó la importante obra criollista El Gíbaro.

Con éste y otros asuntos en mente, en 1887 un grupo de escritores fundó la Revista Puertorriqueña, Literatura, Ciencia y Arte, dirigida por el español radicado en Puerto Rico, Manuel Fernández Juncos. Su propósito editorial era construir un espacio para fomentar la literatura puertorriqueña y promover el “roce, contradicción razonada, exposición y cambio recíproco de ideas” (Prospecto, 1887, p.5). Esta intención de la Revista es un reclamo de libertad de expresión que choca con la censura oficial establecida por el estado colonial español. Debemos, pues, hacer una doble lectura de su contenido: lo que se dice, porque es lo que se puede decir, y lo que se hubiera querido decir y la censura no lo permite. Afirman también que la prensa regular, dedicada más al acontecer político, no es el mejor medio para lograr estos propósitos. Veremos, sin embargo, que en este esfuerzo “literario” está presente la visión

Sin embargo, cuatro décadas más tarde, se quejaban los intelectuales del país de que en Puerto Rico había literatos, pero no literatura. Se referían a la falta de una infraestructura que facilitara la publicación, pero también, aunque no pudieran decirlo explícitamente, 25 de agosto de 2018

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Luis Muñoz Rivera

Cayetano Coll y Toste

política, en términos de proyecto, de un sector de la sociedad puertorriqueña de finales del siglo XIX. La Revista define literatura de forma muy amplia como “el pensamiento humano expresado en arte por medio de la palabra escrita” (Prospecto, 1887, p.5), incluyendo no solo la ficción, sino la historia, las ciencias y la moral. La afirmación de que “[t] rabajar por la literatura es trabajar por la patria, y todos debemos estar interesados en esta noble labor” (Prospecto, 1887, p. 9), presenta la dimensión política de los objetivos de la Revista. Hay un interés en trabajar por una patria que dista mucho de las aspiraciones de los que participan en este esfuerzo literario.

Agustín Stahl

sector. Me refiero al sector políticamente liberal, sin llegar a ser radical, e intelectual. Pienso que, desde una perspectiva de clase, hay que afinar más las clasificaciones convencionales que simplemente se refieren a este sector como élite criolla. Me limito, para caracterizarlos, a establecer las dos condiciones que todos tenían en común: eran liberales y eran intelectuales. Sin duda estaban, objetiva y subjetivamente, más cercanos a los hacendados que a los campesinos o los trabajadores mulatos, pero las clasificaciones que borran detalles y simplifican en exceso no necesariamente nos ayudan a clarificar el pasado que pretendemos conocer un poco mejor. Afirmo, entonces, que la voz de esa clase letrada es distinguible de la de, digamos, los hacendados. Establezcamos, al menos, una autonomía discursiva de ese sector. Fernández Juncos les dice a sus lectores que los creadores de la Revista “hemos solicitado la cooperación de los escritores más distinguidos de este país, y de algunos ilustres literatos españoles y americanos residentes en Europa” (Prospecto, 1887, p. 6). “Distinguidos” e “ilustres” se reconocen estos autores. El sistema colonial les niega poder político. Y ellos, mientras intentan adelantar un proyecto que supere esta situación, van forjando una autoridad, basada en el conocimiento, sobre el resto de la sociedad, incluyendo sectores de poder económico, que carecían de su formación intelectual. Algunos de los nombres que firman los escritos en la Revista son, además del propio Fernández Juncos, tan conocidos como: Luis Muñoz Rivera, Salvador Brau, Cayetano Coll y Toste, Manuel Zeno Gandía, Agustín

En el presente trabajo, busco identificar en los textos de la Revista Puertorriqueña, de 1887, unas claves que nos permitan asomarnos a la visión o visiones de mundo producidas por un importante sector de la sociedad puertorriqueña en la segunda mitad del siglo XIX. Específicamente, indagaré tres aspectos: 1) su visión de la historia, incluyendo sus premisas teóricas, influencias y la forma de trabajarla; 2) cómo visualizan su sociedad, desde su particular posición en la estructura colonial y; 3) su proyecto de futuro para el país. Para ello utilicé los artículos aparecidos durante el primer año de la Revista, reunidos en un tomo. Parto de la premisa de que el carácter colectivo de este esfuerzo literario nos permitirá identificar esos aspectos en el discurso que intentaba elaborar ese 36

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Revista hace que unos escritos sirvan más que otros a nuestros propósitos. Se encuentran en la misma muchas poesías, cuentos y relatos cortos. Estos pueden contener valiosa información, especialmente porque estos géneros podían aumentar la probabilidad de burlar a la censura, con sus recursos literarios. No los desatiendo, pero me detengo en las obras en que los temas históricos y sociológicos son los centrales. Controversias sobre los taínos, recomendaciones de higiene, conmemoraciones, una semblanza y un análisis sobre la situación de los campesinos sobresalen entre los escritos más útiles para los propósitos de este trabajo. También resulta interesante su mirada al mundo intelectual exterior.

Stahl, Manuel Elzaburu y Francisco del Valle Atiles y Lola Rodríguez de Tió. Esta última constituye una excepción por vía doble: ideología política y género. La prominencia con la que ya contaban a la altura de 1887 y la que adquirirían luego algunos de ellos, tanto en la literatura, como en la política e, incluso en campos como las ciencias naturales, es la que me permite usar su producción intelectual plasmada en la Revista como reflejo de visiones, aspiraciones y actitudes de la clase letrada y liberal, particularmente autonomista. Que no se entienda de lo anterior una adjudicación de homogeneidad de pensamiento. Existían diferencias de énfasis e incluso desacuerdos, algunos de los cuales eran dirimidos en las páginas de la Revista. Aun así, percibimos una comunidad de discurso y de propósitos. Y cierta familiaridad entre ellos. Es frecuente la dedicatoria de obras de uno de estos autores a otros, que se citen entre sí o hagan alusiones a conversaciones de unos con otros.

Contexto histórico Para darle sentido a la mirada que nuestros intelectuales liberales le daban al pasado, presente y futuro del país, es importante ubicar su trabajo literario en un contexto histórico. Aunque muy brevemente, repasemos la situación económica, política y literaria de Puerto Rico a la altura de 1887.

Los tres aspectos en que he dividido mi búsqueda de las visiones y aspiraciones del sector liberal e intelectual puertorriqueño de fines del siglo XIX se entrelazan y existen unos en función de los otros. La amplitud y diversidad del material que recoge la

En términos económicos, el café se fue convirtiendo

Mercado popular en Puerto Rico, Puerto Rico WordPress.com 25 de agosto de 2018

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en el principal producto de exportación durante el último tercio del siglo XIX, produciéndose así un auge económico en el interior montañoso, y por primera vez, una importancia mayor de esa región frente a la siempre dominante costa. Significó, sin embargo, un empeoramiento en las condiciones de vida de muchos campesinos independientes, pequeños propietarios, que perdieron sus tierras. Según James Dietz, para esa época “resulta evidente que muchos antiguos propietarios se habían convertido en trabajadores agrícolas asalariados, agregados, o medianeros” (2002, p. 82), lo cual significó para muchos de estos campesinos la pérdida de acceso a productos agrícolas, fuente principal de alimentación, con su secuela de problemas de salud. Además, las haciendas principales eran propiedad de extranjeros: “los inmigrantes organizaban la producción a gran escala y contrataban trabajadores jornaleros; los puertorriqueños, muchos de los cuales estaban siendo enajenados de sus tierras, proporcionaban la mano de obra” (Dietz, 2002, p. 83). Pero las formas de trabajo y producción en la zona eran variadas, por ejemplo “la fincas pequeñas y medianas dependían del trabajo no remunerado de la familia y se daba un mínimo de especialización” (Dietz, 2002, p. 83). Hay que tomar en consideración, entonces, una especie de pugna entre Román Baldorioty de Castro modos de producción propios de un capitalismo agrario que intentaba abrirse paso y las formas tradicionales precapitalistas.

Partido Autonomista Puertorriqueño. Según Lucas Morán Arce, “El júbilo de los autonomistas fue muy grande. Por fin, después de muchos esfuerzos, se alcanzaba organizar a los liberales, que eran la inmensa mayoría del pueblo puertorriqueño, bajo la bandera del autonomismo” (1994, p. 158). La fundación de este partido representó un triunfo de la corriente autonomista, pues el liberalismo reformista contenía un sector que unía su aspiración a mayores derechos con una más estrecha vinculación política a la Metrópoli española. Eran, en ese sentido, asimilistas. Baldorioty, por su parte, representaba y dirigía al sector autonomista, que buscaba gobierno propio. Es considerado, además, el líder más radical del autonomismo puertorriqueño del siglo XIX. La alegría y esperanzas que despertó la fundación del Partido Autonomista duraron poco. Para ese mismo tiempo en Puerto Rico se habían creado sociedades secretas con el propósito de boicotear los comercios españoles y auspiciar los puertorriqueños. Tales acciones preocuparon al Gobernador Romualdo Palacio que, aparentemente, les prestó oídos a las alegaciones de que tales actos eran parte de una conspiración antiespañola dirigida por los autonomistas. El resultado fue el inicio de una serie de acciones represivas que hacen que a ese año se le conozca en nuestra historia como el año terrible. Sobresalen entre éstas las torturas, conocidas como compontes, mediante los cuales se interrogaba a los sospechosos para descubrir una conspiración que, tal vez, no existía. Otros fueron asesinados al aplicárseles la ley de fuga. El mismo Baldorioty fue arrestado, torturado y, al trasladarlo de Ponce al Morro de San Juan, se rumoraba que sería fusilado junto a otros líderes autonomistas. Finalmente, en noviembre, Palacio fue destituido de su puesto y regresó a España, dejando tras de sí un episodio traumático en nuestra historia política.

En el ámbito político, la necesidad de cambios se hacía cada vez más evidente. Luego del Grito de Lares, los principales líderes independentistas estaban en el exilio. El liberalismo reformista se posiciona como la opción para los que buscan transformaciones dentro del régimen colonial. El año de 1887 fue testigo de importantes acontecimientos. En marzo de ese año se reorganizó el liberalismo puertorriqueño al fundarse, bajo el liderato de Román Baldorioty de Castro, el 38

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Nada de esto encontramos en la Revista Puertorriqueña. Sencillamente hubiera sido imposible dada la situación de censura previa con las que el gobierno colonial español controlaba cuanto se publicaba en el país. Pero vale la pena tener en mente que, mientras los encargados y colaboradores de la Revista escribían, recopilaban e imprimían artículos, poemas y relatos, mientras buscaban subscriptores, el liderato del partido en el que algunos militaban activamente, y con el que otros, al menos, simpatizaban, estaba siendo torturado y su misma vida estaba en peligro. El periodismo puertorriqueño, que había comenzado a principios del siglo, tuvo un desarrollo accidentado, dada la imperante ausencia de libertades civiles. Sin embargo, los liberales del país se empeñaban en su desarrollo. Refiriéndose al periodo durante el cual se fundó la Revista Puertorriqueña, Antonio S. Pedreira nos dice: Desde el año 1880 al 1887 se fundaron en Puerto Rico unos 163 periódicos o sea un promedio de 20 periódicos nuevos por año. Pues en 1888 y 1889 se fundaron solamente veinte en ambos años, y todos de importancia secundaria y de cortísima vida. (1982, p. 240)

El estudiante, Francisco Oller

que otras tantas publicaciones. Continuando con la investigación de Pedreira, nos dice que la revista tenía unos 400 suscriptores, de los cuales cerca de la mitad no pagaba la cuota de 50 centavos. Pedreira la cataloga como la revista de mayor prestigio de esa época, lo cual la hizo ganadora de la medalla de plata en la Exposición Universal de Barcelona en 1888. Subsistió hasta 1893, año en que un déficit de 2,000 pesetas obligó a su director a dar por terminada su publicación (1982, pp. 240, 241).

En 1887 se fundaron 19 periódicos, incluyendo revistas. Pedreira nos describe la situación del periodismo liberal en ese año, así como las causas para la sobrevivencia de la publicación que nos ocupa. Luego de referirse a la persecución de que eran objeto los periodistas, relata: He aquí el más horrible via crucis de nuestro periodismo. El 1887 marca el punto culminante de sus desgracias. Casi todos los periódicos liberales de la isla fueron suspendidos o desaparecieron y los efectos de este año terrible pueden verse en el reducido número de periódicos que inició su publicación en los dos años siguientes. […] Los únicos periódicos que podían subsistir sin tropiezos fiscales eran los literarios y moderados, como la importante Revista Puertorriqueña, nutrida publicación mensual de letras, ciencias y artes, fundada en 1887, en San Juan por don Manuel Fernández Juncos, para que sirviera de tribuna a los hombres de letras del país. (1982, p. 240)

Visión de la historia y de lo histórico Desde la antigüedad hasta nuestros días, el trabajo investigativo y narrativo de la disciplina histórica ha respondido a características y circunstancias tanto de la época y el lugar como de los seres humanos que lo producen. Es decir, la producción de la historia como disciplina, es histórica. Y cada intelectual o grupo de intelectuales que asumen la tarea de hacer trabajo en esa área del quehacer humano lleva consigo, las haga explícitas o no, esté consciente de ellas o no, una serie de premisas teóricas, metodológicas, afectivas y personales que, de alguna forma, se plasman en su trabajo. También cuentan con recursos específicos, en términos de fuentes, una formación académica en particular, unos intereses de clase y unas condiciones

Podemos decir que la repetida afirmación de Fernández Juncos de que el esfuerzo que dirigía era estrictamente literario era uno de los recursos utilizados para sobrevivir y no correr la misma suerte 25 de agosto de 2018

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políticas y económicas que son el marco real dentro del cual llevan a cabo su labor. Desarrollar un enfoque historiográfico ante un texto implica, entre otras cosas, identificar esas herramientas conceptuales, influencias, posibilidades, limitaciones en las cuales fue producido el texto.

otros intentos como el de la Revista han fracasado, “tenemos fe en el progreso de los pueblos”, argumentando que el tiempo no ha pasado en vano sobre Puerto Rico” (Prospecto, 1887, p. 7). El paso del tiempo, por sí mismo, es garantía de progreso, de camino hacia adelante. No hay duda de que el futuro será mejor. Por otra parte, aunque están viviendo en un momento de censura y falta de libertades, se refieren al pasado relativamente reciente, apenas unas décadas antes, como época oscura, donde no se podían expresar ideas liberales y la literatura era

La Revista Puertorriqueña no está dedicada a la historia. Como he explicado, es fundamentalmente literaria. Pero la visión que tienen sobre la historia se refleja con frecuencia. Además, hay artículos específicos sobre asuntos históricos. Unos y otros nos ayudan a identificar su visión sobre la historia y lo histórico. Comienzo con la importancia que le otorgan a la historia y su ubicación dentro de los saberes humanos: “Un pueblo sin literatura no tiene aptitud bastante para realizar sus altos fines. La literatura es el verbo de la Humanidad, y donde aquella no existe no puede haber historia y fácilmente se adultera ó se pierde la tradición” (Prospecto, 1887, p. 9). Ya al aclarar el concepto de literatura que habrían de usar en la Revista, incluyen a la historia como parte de ella. Aquí declaran la palabra escrita como condición de la historia, y ésta a su vez como condición para mantener la tradición, dando por sentado, sin tener que explicarla, la importancia que se le adjudica a la tradición. Una de las premisas teóricas principales que se advierte en muchos de los textos de la Revista es la idea de la historia como progreso, como movimiento hacia adelante. Esta idea es característica del pensamiento de la Ilustración y del optimismo intelectual del siglo XIX europeo. El esquema por excelencia para esta visión es el de un país originalmente habitado por salvajes, nuestros indígenas, que recibe un gran impulso civilizador con la conquista y colonización europea en el siglo XVI y, de ahí en adelante, el progreso ha sido continuo hasta llegar a su propio momento histórico, donde por fin están llegando las ideas y corrientes más progresistas, aunque estén lejos de la situación deseada. Francisco del Valle Atiles es uno de los que presenta claramente esas ideas (1887). Resulta interesante la presencia de ese enfoque en temas que no son particularmente históricos. Por ejemplo, al referirse al entusiasmo con el cual inician su publicación, aseguran que, aunque

producto de contrabando (Fernández Juncos, Don José Pablo Morales, 1887, p. 283). Esta idea de la historia-progreso, tan característica de la Ilustración del siglo XVIII, tuvo una manifestación importante en el evolucionismo o darwinismo social del siglo XIX. Las ideas de selección natural y de sobrevivencia del más apto como mecanismo de la evolución en la naturaleza fueron aplicadas a la sociedad por autores como Herbert Spencer, 40

De colonias y neocoloniajes


produciendo ideologías excluyentes que consideraban a unos grupos raciales como más evolucionados y, por tanto, superiores a los otros. En este enfoque se obvian condiciones históricas y de relaciones de poder para explicar las condiciones de pobreza o atraso tecnológico de unos grupos humanos en comparación con otros. Spencer es citado o sus ideas utilizadas por varios de los autores de la Revista, como Calixto Romero Cantero (1887, pp. 377-378) y Del Valle Atiles, quien aplica sus ideas al tema racial en Puerto Rico:

de racistas, pero que gozaban de prestigio intelectual a la altura del siglo XIX, este autor pronostica una evolución racial en Puerto Rico hacia un aumento del componente blanco, lo cual ve como positivo. Al tratar temas históricos y sociales, vemos una gran influencia de las ciencias naturales, tales como la exposición metódica de los hallazgos y el interés por llegar a conclusiones objetivas o, mejor aún, a la verdad. Esto se explica en parte por la formación académica de muchos de los autores que colaboraban con la Revista. Stahl, Padilla, Del Valle Atiles, Romero Cantero, Coll y Toste y Zeno Gandía eran médicos. Sin duda que mentes entrenadas en el uso del método científico, lo aplicaban a cualquier objeto de estudio, incluyendo la historia y la sociedad puertorriqueñas. Las descripciones físicas detalladas son frecuentes, así como el uso de terminología científica. Estos enfoques teóricos y metodológicos, están en sintonía con el positivismo imperante en el mundo intelectual occidental de su época. Otra forma de entender cómo asumían el pasado es mirando qué o a quién de ese pasado celebran. La historiadora Libia González afirma que, durante el siglo XIX, la élite criolla culta fue elaborando un discurso sobre el pasado, un imaginario, en el cual desempeñó un papel importante la creación de una especie de panteón no material, de puertorriqueños ilustres. Con los monumentos de mármol que se levantaron en las repúblicas latinoamericanas como referencia, el sector letrado del país quiso forjar, a fuerza de palabras, su propia versión de los hijos del país que merecían ser homenajeados (1999, pp. 281-296). En ese intento, las biografías o semblanzas adquirieron una importancia particular. Se exaltaban hombres ilustres del pasado que representaban los valores que se intentaban fijar como los deseables y dignos de emulación. En esa línea, Fernández Juncos publica en la Revista una semblanza de Don José Pablo Morales, maestro y periodista que ha muerto apenas cinco años antes. En la misma se alaban las cualidades del biografiado: “un noble corazón de patriota”, “uno de los cerebros más fecundos y mejor equilibrados del país”, de “bondadosa naturalidad que fué [sic.] siempre la base principal de su carácter”, de “ideas progresistas” e “independencia de criterio”, en fin, “el más fecundo, intencionado y sagaz de los periodistas puertorriqueños de aquella época” (Fernández Juncos, Don José Pablo Morales, 1887,

La preocupación del color concurre, pues, al mejoramiento de las razas llamadas inferiores; y esa misma preocupación que tienen las familias blancas para aceptar en su seno á una persona de color, la tiene el mestizo para unirse con elementos inferiores. […] De suerte que en la sucesión de los tiempos, á beneficio de esta evolución ascendente lenta, pero contínua, surgirá el tipo orgánico que hoy no encontramos, y procederá de un cruzamiento en el cual predominará la sangre europea (1887, p. 21-22).

Desde premisas que hoy no dudamos en catalogar 25 de agosto de 2018

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p. 629-234). Es el uso del pasado histórico reciente, en este caso mediante una biografía, para defender valores y posiciones ideológicas. En primer lugar, Morales fue maestro. Se valoriza así la educación como un bien fundamental. Pero en lo que más se destacó fue en el periodismo. Fernández Juncos se detiene a relatar las vicisitudes que pasaba Morales en la producción y distribución de sus publicaciones en medio de un ambiente políticamente hostil. Aunque afirma que esos tiempos, afortunadamente, han pasado, no dudo de la identificación que sentía entre los esfuerzos de aquel periodista y los suyos propios, tratando de mantener en funcionamiento su revista. Esta semblanza es, en suma, una apología al pensamiento liberal, al trabajo periodístico, a la educación, a la literatura y al patriotismo, entendido desde una perspectiva reformista.

Don Gonzalo Fernández de Oviedo, ante las cuales surge naturalmente la duda de si deben aceptarse como verídicas; ó considerarse como exageraciones fantásticas ó quizás como reminiscencias de lo que aquél apasionado cronista pudo haber observado en otros países. (1887, p. 251) Oviedo y otros cronistas cuentan que los indios antillanos tenían la idea de un ser supremo bienhechor y de otro en oposición a éste, maligno; doctrina fundamental que observamos en todas las religiones y sectas de todos los tiempos, especialmente entre los pueblos ya poseedores de cierto grado de civilización. Esta doctrina era la que los conquistadores llevaban en su ánimo preconcebida, para atribuirla á aquellos indios al primer pretexto que aparentase justificarla (Stahl, Estudios Etnológicos, 1887, pp. 253-254).

Si bien difícilmente se podría hoy estar de acuerdo con las conclusiones a las que llega Stahl, sorprende la agudeza con la que critica las fuentes, en este caso, las crónicas de Oviedo. Parte de la premisa de que las fuentes hay que mirarlas como construcciones narrativas de individuos con particularidades culturales y personales, con ideas preconcebidas que influirán el relato. Hace un esfuerzo, incluso, por contextualizar la situación en que se producen las crónicas al señalar que “no podía existir inteligencia cabal entre dos pueblos incapaces de entenderse por medio del lenguaje.” (Stahl, 1887, p. 265)

En términos de conmemoraciones, se publica en la Revista un artículo dedicado al centenario del estreno de la ópera de Mozart Don Giovanni. Lo que empieza con una especie de reseña del estreno, cien años antes, de esta obra musical, continúa como una biografía de Mozart (Casanova, 1887, p. 224). Es una conmemoración de tipo cultural, no política, con la cual se pretende vincular a Puerto Rico a un importante personaje artístico precisamente del Siglo de las Luces. Recordemos que, dentro de la música sinfónica, el periodo conocido como clásico corresponde al siglo XVIII y, por la sobriedad y simetría de su estructura, se le considera la más representativa manifestación artística del pensamiento ilustrado. En cuanto a las fuentes que utilizan para investigar acontecimientos del pasado, Fray Iñigo Abad y Lasierra es, sin duda, la autoridad más citada. El informe de Alejandro O´Reilly también es mencionado en varias ocasiones. Las crónicas del siglo XVI son ampliamente citadas y analizadas en una controversia entre Agustín Stahl y Calixto Romero Cantero sobre la religión de los indígenas de Boriquén. Agustín Stahl afirma que los taínos no tenían ideas religiosas, ya que “no alcanzaban, en su pobre inteligencia y estrecho criterio á [sic.] formular especulaciones de un orden metafísico” (1887, p. 252). Llega a sus conclusiones mediante la crítica a las crónicas:

Calixto Romero Cantero debate esta posición, basándose en trabajo de historiadores, etnólogos, geógrafos y otros pensadores sociales como Von Humbolt, Diodoro de Sicilia, Varrón, Plutarco, San Agustín, Spencer. Elabora una defensa de su posición basándose en obras históricas y antropológicas y en un razonamiento lógico:

Al estudiar la historia de Puerto Rico buscando en ella datos precisos acerca de la religión de los primitivos moradores de esta Isla, apenas sí encontramos otros documentos que las horripilantes narraciones de

Puesto que se llama ´religión´, sin calificativo, á un conjunto más ó menos reflexivo y metódico de 42

De colonias y neocoloniajes


los caribes (él defiende la teoría de que los habitantes de las Antillas Mayores y Menores eran todos caribes) Lucuo, dios creador, luego de crear una tierra plana, sin habitantes ni otros elementos de la naturaleza, creó las fuerzas activas que crearían, a su vez, todo lo demás, dejándolas actuar a su antojo. Se regocija Romero con esta creencia y exclama:

doctrinas acerca de lo sobrenatural; generalizado así el concepto, ¿es practicable entresacar de dichas ideas acerca de lo sobrenatural un número de ellas y llamarlas ´supersticiosas´? Recorramos la Mitología; de grupos de leyendas fabulosas se forman los mitos, ¿podemos clasificar dichas leyendas en supersticiones unas y religiones otras? En el laberinto de las creencias idolátricas y paganas, ¿cómo saber dónde empieza la religión y dónde acaba la superstición? ¿No son, en el caso presente, sustituibles entre sí; no vienen á ser sinónimos estos términos? Pues dígalo de una vez el Dr. Stahl: Se apoderaba de ellos un temor religioso. (Romero Cantero, 1887, p. 380)

¿No supera este concepto del Creador al de muchas otras religiones que le imaginan minuciosamente entretenido con los ínfimos quehaceres que la complicada máquina del universo exige, directamente ocupado en desenredar la madeja de sucesos que según ellas se le embrollan entre las manos? (Romero Cantero, 1887, p. 553)

En la argumentación de Romero hay una mayor base teórica y muestra un conocimiento impresionante de la historia de la religión y estudios antropológicos, que evidencian un interés de años en lecturas sobre dichos temas. El hecho de que estos escritores no fueran historiadores profesionales (tanto Stahl como Romero provienen de las ciencias naturales) no significa que no hubieran desarrollado, de forma autodidacta, sólidos conocimientos sobre estos temas. Es el siglo XIX el que ve surgir la profesionalización de la disciplina histórica. Así que gran parte de la literatura historiográfica que se producía en otras partes del mundo también salía de las plumas de intelectuales formados en otras disciplinas que se acercaron a la historia por la vía autodidacta.

Como si fuera poco, exhorta a los lectores a no reírse de las creencias caribes que le parezcan extrañas, pues tendrían que hacerlo también de la costilla de Adán y el poder del cabello de Sansón. O sea, tiene la valentía de igualar los mitos caribes a los del judeocristianismo en un sistema político que sostenía el carácter único y verdadero de la Iglesia Católica. Visión de la sociedad Estos intelectuales liberales interpretan la sociedad puertorriqueña de su época de acuerdo con sus premisas conceptuales, a sus intereses y, tal vez, a sus temores. Construyen simultáneamente una visión de ellos, de otras clases y sectores sociales y del gobierno. Es otra vez Francisco del Valle Atiles quien mejor representa las visiones de este sector frente a su sociedad. Es importante señalar que la obra de este autor a la que he hecho referencia, fue premiada por el Ateneo Puertorriqueño en 1886 como la mejor de las presentadas para un certamen convocado por esa organización sobre el tema del campesino puertorriqueño. Este dato nos permite afirmar que, más aún que los demás escritos de la Revista, estas “memorias”, como las cataloga, son portadoras de una visión de mundo compartida por ese sector.

También llama la atención la actitud laica que asume Romero ante la religión, relativizando el valor de todas las creencias sobre lo sobrenatural. Evidencia esta posición, nuevamente, la influencia de la Ilustración. Igualmente, parece asumir el deísmo al defender la creencia entre los caribes en un dios creador que da leyes a la naturaleza y se desentiende de ella. Basándose en crónicas que recogen las creencias enseñadas por los bohitís, narra que, según 25 de agosto de 2018

El médico Del Valle Atiles presenta un trabajo muy extenso, dividido en partes en la Revista, en el cual hace una presentación de las condiciones de los campesinos puertorriqueños en sus aspectos físico, intelectual y moral. Se pueden resumir sus hallazgos diciendo que en todas las áreas encontró que la 43


los nativos de África, Asia, Australia y el Pacífico. Misión imprescindible para sus planes imperialistas. Casualmente, muchos de esos primeros europeos que redactaron informes para sus gobiernos, especialmente el británico, provenían de las ciencias naturales, como nuestro observador de la realidad campesina. En ambos casos salta a la vista la meticulosidad de las descripciones físicas, condiciones patológicas, tipos de vivienda, hábitos de alimentación y creencias religiosas. Esta mirada de un hombre blanco, ¿qué nos dice de la raza y el género? La mezcla de razas, como ya indiqué, es vista como negativa por Del Valle Atiles y, mientras más blanco sea el campesino, más probabilidades de rehabilitación por medio de la educación le ve. Su actitud ante la mujer puede ser interpretada a partir de su silencio parcial sobre el tema. Se alude a ella para alabarle su interés por mezclarse con hombres más blancos que ella, en el proceso ya descrito de supuesto mejoramiento racial, y al describir las enfermedades propias de la mujer. Aparte de eso, se señala con agrado una menor propensión que en los hombres para lo que considera son vicios morales. También nos dicen mucho los silencios sobre algunas de las causas de los problemas que describe entre los campesinos. La mala alimentación a la que adjudica su lamentable estado de salud estaba vinculada a la pérdida de las tierras que tradicionalmente habían utilizado y que les permitía una agricultura de subsistencia con una variedad de productos agrícolas. No hay ninguna alusión a eso en su análisis.

Francisco del Valle Atiles

situación de los campesinos era pésima. Abundancia de enfermedades, habla defectuosa, viviendas inadecuadas, diversión viciosa, alimentación insuficiente, prácticas “inmorales” como las uniones consensuales, analfabetismo. Para todas propone la educación, a distintos niveles, como solución.

No pretendo con los párrafos anteriores hacer una condena descontextualizada históricamente. Hay que tomar en consideración que la ciencia llegaba a conclusiones en aquel momento que podían justificar actitudes que hoy nos parecen discriminatorias desde el punto de vista racial y de género. Por ejemplo, la frenología defendía la idea de que las características físicas de los individuos eran reflejo de sus cualidades morales. Las personas cultas en todo el mundo occidental recibían esa información en ese momento, de parte de una ciencia que reclamaba el monopolio de la verdad, tal y como lo había hecho la religión en épocas anteriores.

Lo que me interesa destacar no son los hallazgos en sí, sino las actitudes que se perciben en el escrito. Lo primero que salta a la vista es un paternalismo con respecto a los campesinos. Éstos son una masa que puede ser mejorada si las clases dominantes y el gobierno asumen su responsabilidad para con ellos. De ahí que, según el autor, “higiene y medidas de protección administrativas; instrucción y estímulo por medio de recompensas; tal es el modo de llegar á [sic.] algo positivo” (Del Valle Atiles, 1887, p. 536). Notamos en este estudio una mirada antropológica, en la cual la cultura de ese otro que es el campesino se intenta estudiar para establecer o afianzar un dominio. En ese mismo siglo surgía esa ciencia social como parte del esfuerzo europeo por entender a

Pero sí debo señalar que el interés mostrado tanto por el autor, como, posiblemente, por el Ateneo que 44

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hizo la convocatoria a escribir sobre el campesino puertorriqueño, va más allá del altruismo por las condiciones de los más necesitados. Nos dice Del Valle que un

El sector liberal letrado, definitivamente no estaba conforme con la situación del país y aspira a transformarlo. En la Revista Puertorriqueña se vislumbran algunos aspectos de su proyecto de futuro. Cualquier proyecto de futuro es político, pero no me refiero aquí al proyecto político que se trabajaba desde estructuras partidistas, particularmente las del recién creado Partido Autonomista. Si bien muchos de los autores que participaban de la Revista, como Luis Muñoz Rivera, por mencionar uno, estaban vinculados al proyecto autonomista y todos eran liberales en alguna de sus vertientes, lo que trabajo en esta sección es el intento de este sector por cristalizar su visión de mundo y aspiraciones en realidades sociales.

mal, y grande, es por cierto que en una provincia como Puerto Rico, esencialmente agrícola, exista un considerabilísimo número de brazos, y brazos precisamente destinados á la agricultura, incapaces por sus condiciones físicas, intelectuales y morales de aportar, de una manera cumplida, su contingente á la obra del progreso. (1887, p. 17)

Así que la preocupación por las condiciones del campesino es, fundamentalmente, en su calidad de mano de obra y por los efectos económicos negativos generales que su deterioro implicaría.

Esas aspiraciones se pueden resumir como el deseo de lograr en Puerto Rico la modernidad de la que fueron testigos muchos de ellos en sus años de estudio en Europa. Esta modernidad implicaría la aceptación de las principales ideas de la Ilustración, como la razón, la secularización, la fe en la educación y en el progreso. También las ideas del liberalismo

La crítica a la ignorancia sobre temas de importancia para la vida, pierde parcialmente su sesgo de clase en la voz de un colega de Francisco del Valle Atiles. Manuel Zeno Gandía, dedicado a la patología infantil, lanza críticas fuertes a las familias acomodadas que alimentan en exceso a los niños, produciéndole múltiples enfermedades. Casi al finalizar el artículo, lanza una crítica que parece alcanzar a todo el país, al lamentarse de “que carecemos por desgracia de higiene pública y son muchas veces nuestras sustancias alimenticias de discutible bondad; que carecemos de arte culinario y no siempre se combinan los alimentos con arreglo á los fáciles preceptos de la higiene” (Zeno Gandía, 1887, p. 185). El gobierno no provee la higiene pública, pero el pueblo también tiene su parte de responsabilidad, por lo que pudiéramos llamar una mala cultura alimentaria. A las clases acomodadas el dinero les da para adquirir los más variados alimentos en las cantidades que deseen, pero les falta la educación para saber combinarlos y cómo dárselos a sus familias. En este cuadro de su sociedad pintado por los dos médicos colaboradores de la Revista, hay un gobierno ineficiente que no contribuye al mejoramiento popular, hay una masa campesina esperando ser dirigida y educada y hay sectores de poder económico que no tienen ni los conocimientos mínimos necesarios para algo tan básico como la higiene familiar. La salvación, indudablemente, está en el sector letrado. Proyecto de futuro 25 de agosto de 2018

Manuel Zeno Gandía 45


económico y político, aunque, por el carácter literario de la Revista y por ser tema en que se hubiera hecho más difícil burlar a la censura, está menos presente. Tal vez el mejor homenaje aparecido en la Revista a la actitud y valores de la modernidad sea un fragmento de un poema de Emilio Ferrari titulado La Musa Moderna. Esta musa no es de ninguna de las artes clásicas sino de la ciencia, para la cual nada es misterioso ni sagrado. El fragmento publicado termina con estos versos:

de sus lectores sobre literatura y el amor por la lectura. En la sección dedicada al quehacer artístico en París, el autor incluye una reseña de la discusión que se está produciendo en la capital francesa en torno a los mejores métodos pedagógicos. Afirma, en lo que es un evidente, aunque elegante reclamo al gobierno, que incluyó dicha discusión en una sección que no es exactamente para esos temas “ya que es materia interesante para todos los pueblos y en la que han de fijarse todos los gobiernos” (GarcíaRamón, Letras y arte, 1887, p. 71). La educación en cuanto a higiene es reclamada con vehemencia por Zeno Gandía. Y es la educación el camino para la regeneración de los campesinos, según Del Valle Atiles (1887, p. 527). Aunque, para este galeno, la misma no será igualmente beneficiosa para todos, sino que, a mayor sangre blanca, mayor probabilidad de éxito. Así que esa fe en la educación está limitada por las preconcepciones, en este caso raciales del autor. La apertura de más escuelas, la reducción del analfabetismo, siempre fue reclamo del sector liberal. La manifestación del proyecto de modernidad es la de un gobierno que entienda la educación como una de sus funciones, y que esta educación sea científica y, por tanto, laica.

Musa de disección que tierra y cielo / De escudriñar en su avidez no cesa, / del alma mide el soberano vuelo / Y la ceniza de los héroes pesa; / Que de Isis quiere desgarrar el velo, / Que emponzoña la sangre cuando besa / Y á quien echar en el matraz se ha visto / Del hombre el llanto y el sudor del Cristo. (1887, p. 58)

Esa es la actitud a la que aspiran para la sociedad. El reconocimiento de la ciencia como la fuerza que terminará explicando todo lo que se ha considerado misterio por siglos. Esa actitud laica, unida a la que ya vimos en el deísmo y el relativismo de un Romero Cantero puede ser reflejo de la aspiración de algunos miembros de este sector letrado a que la religión tradicional le ceda su espacio a la razón y la ciencia. Termino este tema de la actitud religiosa mencionando a los masones. Hay una alusión a estas sociedades secretas en los datos biográficos de Mozart. El autor indica que este genio de la música entró a una logia masónica e, inmediatamente aclara: “y no citamos este dato caprichosamente, sino porque para las festividades de aquella sociedad compuso varias cantatas dignas de estimación” (Casanova, 1887, p. 330). La necesidad de la aclaración se debe a que los masones eran muy mal vistos por las autoridades coloniales por su anticlericalismo y por ser en muchos casos portadores de ideas avanzadas. Se dice que en las luchas independentistas de toda América estuvieron presentes, por los que se les veía como una amenaza.

Otra aspiración de particular importancia para los que han decidido dedicar gran parte de su tiempo al trabajo intelectual es el fin a la censura. El mantenimiento de una publicación era una tarea ardua, tanto por los escollos económicos como porque la prensa liberal era vigilada muy de cerca. El 1887 fue uno de los peores años para los derechos civiles en Puerto Rico, ante la situación de persecución y torturas. Una de las respuestas de estos intelectuales, identificados con el autonomismo que era perseguido, fue proseguir con un proyecto en el cual plasmaban sus aspiraciones de una libre discusión de ideas, sin el fantasma de la censura. Si bien el tema no es abiertamente tratado en la Revista, Fernández Juncos tiene la valentía de usar una metáfora en la que compara las literaturas nacionales con un árbol. Argumenta que la poda puede ser beneficiosa cuando el árbol ya está crecido y fuerte, pero que dicha práctica sin que el arbusto haya arraigado, lo puede matar. El mensaje es que la “poda” de la censura es perjudicial para nuestra aún frágiles literatura y periodismo del siglo XIX (Fernández Juncos, Crítica Literaria, 1887, pp. 51-52).

La aspiración social que más se repite es la educación como el camino para mejorar la sociedad. Se piensa en la educación a distintos niveles. La misma Revista se concibe como un esfuerzo educativo dirigido a un público que ya posee cierto nivel de cultural. Se exalta la figura de José Pablo Morales, entre otras cosas, por ser una persona educada que se dedicó a la educación. Secciones como la Crítica Literaria, a cargo del director, buscan fomentar el conocimiento

La vinculación al resto del mundo occidental, 46

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particularmente a los países que son percibidos como los más cultos, es otra de las aspiraciones que permean la Revista. En sus secciones fijas Crónicas de París, a cargo de Don Leopoldo García-Ramón y La Crítica Literaria en España, por Don Alberto Regúlez, se plasma ese afán por insertarse en un mundo en cuyo espejo se miran. La conmemoración del centenario de la ópera Don Giovanni también se puede leer como manifestación de ese interés por ser parte de un mundo occidental moderno y culto.

El celaje fugaz de una quimera / En la sutil atmósfera de un sueño. / Y la vemos con duelo sobrehumano / Perderse allá distante, muy distante / Como espléndida nube de verano / Barrida por los vientos del levante. (1887, p. 49)

El nombrar a Lola, más allá de la dedicatoria, en el texto y hablarle directamente, así como la relativa desvinculación de esta estrofa con el resto del poema me hace pensar que es el argumento del reformista a la revolucionaria. La posición asumida es que, ante la realidad que impone la situación política del país, de nada vale aferrarse a los sueños de libertad. La opción para no terminar como el protagonista de la historia narrada es la lucha dentro de las limitadas estructuras legales que ofrece la colonia.

Finalmente, ese proyecto de futuro no es revolucionario, sino reformista. La idea del evolucionismo social plantea el cambio lento, posibilitado por procesos similares a los de la selección natural. No son los saltos revolucionarios los que traerán la sociedad que buscan. La historia camina hacia adelante, así que su paso traerá el progreso anhelado. Menos de veinte años antes de la publicación de la Revista, se había producido el principal intento revolucionario separatista del siglo XIX: el Grito de Lares. No sabemos, tal vez nunca sepamos cuántos de los reformistas y autonomistas albergaban en sus corazones aspiraciones de independencia total. La opción liberal-autonomista era la única viable en términos de trabajo político público desde Puerto Rico. La otra alternativa era el exilio. Mucho se ha hablado sobre el pragmatismo político de Luis Muñoz Rivera. Este poeta barranquiteño publica en la Revista una poesía titulada Historias Tristes, que ha escrito en 1884. La misma es la historia de un joven que abandona a su amada por ir en busca de la fama y la gloria, solo para terminar sus días solo y pobre. Le dedica el poema a su “ilustre amiga Lola Rodríguez de Tió [en la imagen]; homenaje de admiración y cariño profundísimo” (1887, p. 39). La última estrofa del poema, luego que ha contado la historia del joven que, evidentemente ha tomado la decisión equivocada, dice así:

Conclusiones Usando la Revista Puertorriqueña como fuente, hemos podido entrever las actitudes colectivas y visión de mundo del sector letrado liberal del país en la penúltima década del siglo XIX. Los artículos eran aprobados por una Junta compuesta por el director, dos redactores y otras dos personas elegidas por los suscriptores (Prospecto, 1887, p. 8), lo cual, unido a la vinculación personal de muchos de los colaboradores, nos permite afirmar que había, si no una unanimidad en todos los asuntos, sí una visión en común con respecto a los temas que he tratado. Mucho más se puede investigar usando este tipo de textos, siempre y cuando los ubiquemos en contexto y tomemos en cuenta, al momento de analizarlos, factores como la censura. A través de los textos que forman la Revista se refleja una visión de la historia como progreso lineal. No todas las ideas de historia como progreso son evolucionistas, pero la de estos intelectuales del siglo XIX sí lo era. En sus premisas teóricas se reflejan pensamientos característicos de su época. Sobresalen elementos del pensamiento ilustrado, como el racionalismo y la pretensión de objetividad. En muchos casos, se deben de haber puesto en contacto con esas ideas

Lola, es verdad: cuando la mente loca / A sus sueños magníficos se aferra / Nos sentimos capaces/ De someter y sojuzgar la tierra […] Y consagramos la existencia entera / A fabricar, con decidido empeño / 25 de agosto de 2018

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Caguas, 1899, bellavidaletty.tumblr.com

en sus tiempos de estudiantes en Europa. En su aplicación a Puerto Rico, la fe en el progreso histórico los ayuda a vislumbrar un futuro en el cual el país supere los obstáculos del presente, representados por un gobierno de actitudes y reglamentaciones retrógradas. Después de todo, se había producido un desarrollo desde la barbarie indígena, terminada por la irrupción civilizadora de España, y se encontraban en un momento en el cual, aunque lejos de la situación a la que aspiraban, eran evidentes los adelantos, especialmente materiales y técnicos. Usan la historia también para resaltar valores y modelos a seguir. A esa función le asignan, por ejemplo, a las semblanzas o biografías.

las crónicas del siglo XVI. El tratamiento que le dan a las mismas varía, desde la aceptación más o menos pasiva de las mismas hasta la más rigurosa crítica. Algunos de los autores muestran un conocimiento asombroso de textos clásicos y contemporáneos de historia, así como de antropología y sociología. En la visión que asumen de su sociedad, se perciben actitudes de superioridad con respecto a los campesinos y a los negros y mulatos. También reclaman, implícitamente, autoridad intelectual sobre sectores sociales de mayor poder económico y político que ellos, pero sin su formación y conocimientos. Las mujeres están prácticamente invisibilizadas como sujetos sociales en el discurso que desarrollan.

Metodológicamente, los que desarrollan temas históricos hacen un trabajo que no podemos descartar por la condición no profesional de sus autores. Sobresale, en el caso de la Revista Puertorriqueña, la aportación de personas formadas en las ciencias naturales, lo cual les imprimía a sus trabajos un carácter pretendidamente objetivo. Utilizan las fuentes que tienen a su alcance, sobresaliendo los escritos de Fray Iñigo Abad y Lasierra y Alejandro O´Reilly, así como

Finalmente, la Revista refleja un proyecto de futuro en el cual la aspiración máxima es que Puerto Rico entre a la modernidad. Esa modernidad que conocieron de primera mano o por sus lecturas. En el centro de ese proyecto modernizante está su fe en la educación como factor de cambio. Aspiran a los derechos civiles que ya se gozan en otras partes del mundo, como la libertad de expresión o el estado laico. Sueñan, en 48

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fin, con ver a Puerto Rico formando parte del mundo moderno occidental.

González, L.M. (1999) Entre el tiempo y la memoria: Los intelectuales y el imaginario nacional en Puerto Rico, 1860-1898. En Naranjo Orovio, C. y Serrano, C. (Eds.), Imágenes e imaginarios nacionales en el ultramar español (281-286). Madrid: Colección Tierra Nueva y Cielo Nuevo, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Casa de Velázquez.

En ese proyecto de sociedad basada en la razón y la educación, serán ellos, los letrados del país, los que asuman funciones de dirección. La autoridad intelectual que reclaman es reflejo de un poder político al que aspiran. Pero no adoptan posturas políticamente radicales. El fracaso militar del Grito de Lares estaba muy cerca. Más cerca aún estaban los compontes. Sin ser revolucionarios les había tocado la peor de las represiones. La opción era continuar la lucha por reivindicaciones dentro de lo que permitía el sistema colonial y mantener proyectos como la Revista y el Ateneo. El resto lo haría la historia que, estaban convencidos, camina siempre hacia adelante.

Morán Arce, L. (1994). Historia de Puerto Rico. San Juan: Editorial Panamericana. Muñoz Rivera, L. (1887). Historias Tristes. Revista Puertorriqueña: Literatura, ciencia y arte, 1(1), 39-49. (micro-película). Pedreira, A.S. (1982). El periodismo en Puerto Rico. Río Piedras: Editorial Edil, Inc.

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Los buitres y los cerdos

Cecilia Argüelles Ramos

Ellos, esos... que insisten en abrir mi boca y extraer, violentos, de mí la miseria adornada de jueyes que bailan y duermen entre locas palmeras, el dolor perfumado de frituras chorreantes y marrayo en candela, la penuria vestida de amapolas rosadas y guayabas secas. Esos, ellos... que arrebatan con hambre y desenfreno cada perla sucia y bella incrustada en adoquines olvidados, quebrados, de una sola estrella, que desmiembran montañas a deslaves de engaños y penas, que derrumban flamboyanes y robles a gritos de: «¡Paga tu deuda!». Ellos, esos y tú... que confían en tus rodillas rastreras que a súplicas de: «¡No me dejes!», cortan manglares y desangran arenas, para servir inmundas alhajas a la mesa, y arrancan raíces sangrantes y entregan mi tierra en mano extranjera. Ellos, esos y los otros... los buitres que, a picos lijados, filosos, chapados en oro y diamantes, esperan a vuelta redonda con garras, rapaces, mi muerte lenta... lenta, y los cerdos traidores que con cubiertos y copas bañados en plata y piedras, colocan servilletas en cuello esperando en lujosos platos, mi entrega. 50

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Selección de fotos

Gabriel ‘Quito’ Hernández Castro

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Lista de imágenes 1. “…nunca hay que abrirla”, 2014, Chelsea, NYC 2. “Rhizophora Solitario”, 2017, Cayo Caracoles, La Parguera, Puerto Rico 3. “Tráete el Off!”, 2017, Mata Liche Gordo, La Parguera, Puerto Rico 4. “El enmohecido Sherman de Flamenco”, 2010, Playa Flamenco, Culebra 5. “La más bella”, 2014, Praga República Checa 6. “Cuartel de Ballajá”, 2014, Viejo San Juan 7. “Amphitheatrum Flavium”, 2012, Roma, Italia 8. “Faro de Culebrita”, 2011, Isla de Culebrita 9. “Castillo San Felipe del Morro”, 2009, Viejo San Juan 10. “La Súper”, 2017, San Juan 11. “Parroquia San Jorge”, 2017, Santurce 12. “Un Santo sin su aureola”, 2008, Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe 13. “Antes del ataque”, Cyclura cornuta stejnejeri, 2016, Isla de Mona 14. “Vecky”, 2017, Teatro El Shorty, Santurce 15. “Localitos”, 2015, Urubamba, Perú 16. “Delonix regia”, 2018, Sabana Grande, Puerto Rico 17. “Pollera”, 2015, Valle Sagrado, Perú 18. “Caiman crocodilus”, 2018, Shedd Aquarium, Chicago, Illinois 19. “Agua, ¡viva!”, 2018, Shedd Aquarium, Chicago, Illinois 20. “Claridad que hay al amanecer y al anochecer”, 2008, Playa de Añasco 21. “Mirando hacia el mar”, 2014, Santurce 22. “Las Salinas”, 2006, Cabo Rojo, Puerto Rico 23. “Al lau’ de Casa”, 2008, Viejo San Juan 24. “Las Rogativas”, 2009, Viejo San Juan 25. “Con las nalgas en el piso”, 2015, Wayna Pikchu, Machu Picchu, Perú

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