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HIERROS Y NOMBRES Omar Castillo

OJOS EN EL CAMINO

¿Quién de estos caminos conserva la primera imagen? ¿Qué huidizos pasos nos dejan quedamente en el aire fisuras de adiós? ¿Cómo saber si las moras arrojadas pudieron haber sido más saboreadas por mí?

Sonidos del campobrochazos de lo maravilloso

Me desprendo en el verde

Separo escombros a aletazos de mariposa Trabajo para la hoguera de los hechizados

¿Quién en el bosque de pinos detiene con su flauta las piedras musgosas?

DE LA CREACIÓN

Hombres encienden fuego Y danzan en rededor.

Arco impulsado en la quietud del tiempo, Fija en su órbita la historia transita;

A Valeria Danielle

Sucede el estallido de luz La flor de luz que convoca y dispersa Silencio y origen.

INTERREGNO

Hueso, piel excavada al mar Excavada al árbol Excavada a la roca Hueso, piel excavada a las arenas del desierto Hueso, piel excavada que se integra en las migraciones Hueso, piel excavada a la luz de la primera estrella deshacida Hueso, piel excavada a la guerra Excavada a los delirios Excavada a los ritos escindidos Excavada al fuego Excavada a la revelación Excavada a las conquistas Hueso, piel excavada a la luna Excavada al sol Excavada a los altares del sacrificio Excavada a las constelaciones signadas Excavada a las mutaciones Excavada a las matemáticas Hueso, piel excavada a los lindes Hueso, piel donde las galaxias se friccionan Hueso, piel produciendo un sonido enfurecido Hueso, piel candente al devenir alfabeto Hueso, piel excavada al núcleo del átomo Excavada antes del tiempo, en el tiempo Hueso, piel excavada a una partida Excavada sin límite de cifras

A Luz Marley Cano R.

Hundía el sol Sus brasas en la tierra Y en el camino Tres eran los tréboles, A mi lado tú Hacías un remolino;

Bendita tú y el sol Que ya no estás Y en el camino Un remolino ya no hay;

Tres eran los tréboles Y en el camino Hacías un remolino.

En el alba un hombre sucede y es de dios su hálito

La disposición de su sombra su ánimus juegan a los dados

Al agua va la mano en pos del rostro avasallado por la nube que lo oculta

Dice el cántaro otra historia diferente en su estructura al líquido que en él reposa

Una jugada de dados sí distorsiona la superficie transparente donde sucede el incógnito de sus cifras.

DE ESTE ÁRBOL SE HA DESPRENDIDO

¿De dónde viene el mar? En la playa deja residuos, Recipientes ejecutados por la sal y su ritmo Que, vistos ahí Arrumados o dispersos Parecieran insinuar signos, Un misterio por descifrar.

¿De dónde viene el mar? En tanto vuelve Su oleaje y dispersa O recoge lo arrojado, ¿Anula la cifra?

Exprime la arena el agua En tanto las huellas Momentáneas, impresas, avanzan.

Se sumerge esta tarde En el sol que se oculta En la caracola igual a un molusco.

En su telaraña La araña contiene al insecto, Alimento para su mañana.

A Floriano Martins

El último árbol guarda al sol Justo donde termina el mundo Justo donde empieza el mundo

Un puñado de arena es el sol Mientras la tierra se humedece En la penumbra al borde del mar

En las escamas de un pez palpita el sol Así en una caracola se conserva el silencio Del universo en su libido delirante

Del árbol han caído ramas y frutos Voces primitivas que vuelven en la raíz Que prende al reventar la semilla

El sol es llevado en la entraña del ave Con su vuelo alimenta el eco de la luz El principio y el fin de su estampida

El último árbol guarda al sol

Y DEL PLANETA UNA SEMILLA ESTÉRIL

El olvido deja Huellas y semillas Como nubes sobre los tejados Los arbustos y los huesos de aves

Al fondo El río se ve llevando En su agua turbia Raíces y el magenta

De la tarde Hacia la ciudad donde el sol Y las piedras se oxidan

Muchos Creen que la tierra Se está agotando por la usura De nuestras costumbres

Otros dicen Que no sería la primera vez Que la tierra Mudara sus ritmos Y la vida que la habita

Ante lo despavorido Resultan perturbadores Quienes quieren Conservar el planeta Como un museo A su imagen y semejanza

También Quienes insisten En hacer del planeta Una semilla estéril Donde reflejar Su imagen y semejanza

Del barro de su ego Se atan quienes creen Habitar en la luz

Del soplo de su ego Quienes creen Reflejarse en lo oscuro

Conmueve lo patético De sus consecuencias

Al fondo El río se ve llevando Raíces y el magenta De la tarde A la ciudad donde el sol Y las piedras se arruman En las voces De quienes así se ofrendan

EN LAS RAÍCES DEL TIEMPO

A Janiel Humberto Pemberty

Este es el tiempo de las raíces De los relojes vegetales

De las raíces aferrándose A las rocas y a los guijarros De las ruinas humanas

Raíces creciendo en la memoria Que el agua no alcanza Y la otredad dejó a la intemperie De sueños ariscos De risas que se pierden Arrumadas en su civilidad Acurrucadas en su habla

Tiempo de raíces anhelantes Por entre las fisuras y el llanto De las ciudades donde cunden la sed La esclavitud usurera El dogma y la miserabilidad

Ah del tiempo que se hace tiempo Arrastrando sus minutos Devorándose en sus horas

29 de junio de 2020 Arrancándose la piel hasta el hueso De la demencia ilustrada De la familiaridad instruida De la tradición estéril

Tiempo inmortalizado Ardiendo en los crematorios Hasta la ceniza de sus raíces Hasta el eco de su silencio original

En una tarde de fachadas Lavadas por las lluvias de noviembre

Y cuyas raíces se estremecen Frente a las ventanillas salariales En las filas de las cajas de pago Tras las puertas de sus casas

Es el tiempo de los relojes De las noticias De las raíces cercenadas De las cuencas vacías tras el ocaso

MEDELLÍN, ABRIL DE 2020

Suenan sirenas de ambulancias En esta mañana Que se define En la piel del aire En el agua de las sombras reflejadas en el asfalto De las perplejas vías

En las húmedas sombras Que la leve luz acosa En las fachadas de las construcciones Mientras los semáforos cambian Dando paso al extraño silencio

De los pocos peatones que cruzan La Avenida La Playa sobre La Oriental

A su paso las nubes se hacen y deshacen En las vidrieras de los altos edificios

Las horas suceden como en un tenso arco Cuya fuerza apenas sí las impulsa Por los pliegues tenues del día

Voceadas por el viento Las hojas de los árboles se arremolinan junto A los pedestales de los bronces que adornan la Avenida

A través de una ventana Se presiente el polvo de las palabras Acumulado por quienes ahora desayunan Calentando los pies entre las pantuflas

Bajo la ceiba un tramo del anden

Retroceder sobre la Avenida La Playa Hasta dar sobre la carrera Junín Buscando un café en el Astor

Empero Tras las cerradas persianas Solo queda el sabor del saber De tantos otros días celebrados En esta ciudad vuelta estación de espera

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