Resistencias, feminismos y otras reflexiones (28 de marzo 2022)

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MAR 2022: RESISTENCIAS, FEMINISMOS Y OTRAS REFLEXIONES / 1 RESISTENCIAS, FEMINISMOS Y OTRAS REFLEXIONES


28 de marzo de 2022: Resistencias, feminismos y otras reflexiones Junta Editora: Roxanna D. Domenech { Directora Anto Gamunev Sonia Cabanillas Martín Cruz Santos María José Moreno Juan Carlos Fret-Alvira Carlos García Alexandra Pagán Vélez { Lectora externa Hugo R. Viera Vargas { Lector externo Junta Asesora: Sugelenia Cotto { Presidenta

Portada:

Luis Garcia Nerey Quiet Sail

Montaje:

Anto Gamunev

2 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Para colaborar: En Cruce publicamos artículos de investigación, reflexión; reseñas; notas de opinión; comentarios de textos; fotoensayos o arte plástico; entrevistas; textos creativos; y otro tipo de escrito que suponga un análisis o mirada crítica a la sociedad contemporánea. Toda persona que desee colaborar deberá enviar su artículo por correo electrónico, comprometiéndose a que dicho texto respeta las normas internacionales en materia de conflicto de intereses y normas éticas. Los escritos se someterán a estricto arbitraje y proceso de edición y corrección, por lo que la colaboración puede sufrir alteraciones, a menos de que se trate de un texto literario. Nos enfocamos en los siguientes temas: Política y sociedad: Los escritos de crítica sociopolítica presuponen colaboraciones de los diferentes saberes de las Ciencias Sociales, las cuales a través de principios o esquemas conceptuales o teóricos analizan y explican los fenómenos y estructuras sociales.

Letras: Los escritos literarios de autor (poemas, cuentos, dramas, fragmentos de novela, prosa poética…) que muestran la sensibilidad humana e inspiran a la creación. Asimismo, reseñas, críticas a textos literarios y otros acercamientos literarios o propiamente lingüísticos. Arte: Los escritos dedicados al análisis, el estudio y la presentación de todo aquello que comprenda al mundo cultural. Abarca la gestión cultural, la autogestión, los estudios culturales, la música, el arte plástico, movimiento escénico, danza, la cultura popular y el arte urbano, vistos preferentemente desde el prisma de la cotidianidad. La fotografía como narrativa visual que sirve para retratar la cotidianidad y la realidad social, y los acercamientos a la obra fotográfica de algún autor. Cine: Los escritos que analizan o reflexionan acerca del mundo cinematográfico y cómo se atiende desde lo visual los temas de relevancia contemporánea. Se aceptan formatos audiovisuales. Los derechos de las publicaciones son exclusivas del autor. Todas las colaboraciones y comunicaciones se harán al correo institucional de la revista editorescruce@uagm.edu

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ÍNDICE

Shifting lines Luis Garcia Nerey

p.8

Fotoensayo de Shifting Lines Crystal Pearl Molinary Garcia

p.12

Avalancha Yolanda Arroyo Pizarro

p.24

Selección de poemas de Muro azul silencio Ana María Fuster Lavín

p.30

El feminismo en la poesía de Olga Nolla Maritza Del Valle

p.36

De la Confederación al sexilio: el Caribe siniestro en Under my nails Sandra M. Casanova-Vizcaino

p.48

Exposición de afiches de la Asociación puertorriqueña de investigación de Historia de las Mujeres (2012 – 2022)

p.54

Se llama acoso Adli Mariann Cordero Espada

p.62

Amor en tiempos de Z Cielo Naara Ríos

p.66

Otra reflexión pertinente y todavía en la pandemia Martín Cruz Santos

p.70

Abre los ojos Mike Rivera

p.74

Sombra viral… Mayra Encarnación y Javier Martínez

p.84

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NOTA EDITORIAL 6 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Cruce presenta su tercer número del 2022. En esta ocasión iniciamos con “Quiet Sail” en la portada. Esta impresionante pieza forma parte de “Shifting Lines”, una exposición reciente del artista plástico Luis Garcia Nerey. Según Garcia Nerey, el subtexto de su trabajo “hace referencia a los problemas sociales con los que luchamos continuamente en nuestras vidas y comunidades, incluyendo [asuntos] económicos, de gentrificación, desplazamiento de inmigrantes y raza” (p.8). Continuamos con un fotoensayo de parte de la artista visual, Crystal Pearl Molinary Garcia que nos muestra a través de fotografías y video la instalación de Garcia Nerey en su totalidad (p.12). Resistencias, feminsimos y otras reflexiones contiene, además, textos creativos de escritoras reconocidas a nivel internacional como: Yolanda Arroyo Pizarro, Ana María Fuster Lavín y Mayra Encarnación. Arroyo Pizarro nos honra con uno de sus cuentos titulado “Avalancha” (p. 24), Fuster Lavín comparte cinco poemas de su libro “Muro azul silencio” (p.30) y Mayra Encarnación colabora con versos acompañados de fotografías de Javier Martínez en “Sombra viral…” (p. 84). Esta edición también integra una variedad de ensayos de investigación, críticos y de reflexión. Maritza Del Valle nos presenta parte de una de sus investigaciones en torno al feminismo en la poesía de Olga Nolla (p.36). Por su parte, Sandra Casanova-Vizcaino expone un análisis crítico de la película Under My Nails en “De la Confederación al sexilio: el Caribe siniestro en Under My Nails” (p.48). Mientras que Adli Mariann Cordero Espada escribe sobre qué es y cómo se experimenta el acoso a través de ejemplos concretos. De igual forma, afirma las razones por las cuales el acoso no es un asunto “cultural” en “Se llama acoso” (p.62). Asimismo, Cielo Naara Ríos y Martín Cruz Santos nos invitan a pensar sobre la Generación Z, el amor y lo transcurrido durante estos dos años en los que hemos estado viviendo en/la pandemia. Ríos comparte “Amar en tiempos de Z” (p.66) y Cruz Santos “Otra reflexión pertinente y todavía en la pandemia” (p.70). Este número incluye otras representaciones significativas a través de la fotografía y el diseño gráfico. Mike Rivera presenta “Abre los ojos” (p. 74) un fascinante fotoensayo y la Asociación Puertorriqueña de Investigación de Historia de las Mujeres expone una serie de afiches de los coloquios realizados desde el 2012 hasta el 2022 en la Universidad de Puerto Rico en Utuado (p.54). Apreciamos el estilo y diseño de los afiches, sin embargo, destacamos cómo estos representan las temáticas e investigaciones de envergadura que se han elaborado durante los coloquios y cómo cada uno se ha dedicado a mujeres protagonistas (y frecuentemente obviadas) de la Historia de Puerto Rico. Además, evidencian el trabajo y las aportaciones de la Asociación a la historiografía puertorriqueña en estos últimos once años. Para más información sobre el trabajo que se realiza desde la Asociación pueden acceder a https://senriquezseiders.blogspot.com/ . Pueden disfrutar de la revista Cruce y de Resistencias, feminismos y otras reflexiones en: https://issuu.com/ revistacruce Gracias por continuar cruzándose con nosotrxs.

Atentamente, Roxanna Domenech Cruz, directora Revista Cruce División de Artes Liberales editorescruce@uagm.edu

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ARTE

Shifting lines Luis Garcia Nerey

Artista plástico

My pieces explore the narrative of cyclical patterns that recur through time and place, while also questioning the biases created by the real and artificial borders that are inevitably present in everyday life. The subtext of my work references social issues our lives and our community continually struggle with, including economics, gentrification, immigration displacement, and race. I construct environments that meditate on the connections and separations formed between immigration, home, community, and development. 8 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Autumn Mist 60X60

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Lashing Breath 24X24 / Daybreak 48X48

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Quiet Sail 60X48 MAR 2022: RESISTENCIAS, FEMINISMOS Y OTRAS REFLEXIONES / 11


ARTE

Fotoensayo: Shifting lines Crystal Pearl Molinary Garcia

Fotógrafa y artista visual independiente

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Visita virtual

https://www.youtube.com/watch?v=2RAkIlEtJRg

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LETRAS

Avalancha

Yolanda Arroyo Pizarro

Escritora independiente y fundadora de la Cátedra de las mujeres negras ancestrales de Puerto Rico

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1. Ella habla primero y yo pierdo la timidez y el recelo a su presencia. Ya no desconfío. Dice que no le gusta cómo la mira la enfermera. Dice también que por eso ha apuñalado al marido, por esas mismas fókin miradas acusadoras, conspiradoras. Dice, o más bien canturrea, una melodía a ritmo imaginario de tumbao y conga, mientras imita el metal de voz de Shakira, con su te aviso, te anuncio que hoy renuncio, a tus negocios sucios. Entonces mueve las caderas sobre la cama, menea los hombros y advierte en voz baja que el zolpidem pronto le dará sueño. Me hace así con la mano. Así con los dedos. Como ven acá. Y yo hago caso. Me levanto de la cama que queda al otro extremo del cuarto. Camino tocando las paredes verde menta, sintiendo sus porosidades. No me pongo a contar los patrones cuadriculados de la alfombra en esta ocasión. No miro por la ventana enrejada, ni me desvío hacia el baño donde una regadera permanece sin usarse porque tiene el candado puesto. No nos permiten bañarnos sin supervisión. Me acerco a ella. Lisa, Melisa, Melania, Noelia. No recuerdo su nombre. Yo también tarareo, en mi caso, un reggaetón. Igual que ella, me siento adormilada, mareada por las pastillas que me tomé hace un rato. Las que nos calman. Me acerco más. Sé la advertencia de las enfermeras: respetar el espacio vital ajeno, evitar los roces, impedir los gestos que fácilmente pueden confundirse con violencia y el acercamiento, definitivamente, es uno. Me pregunta por qué es azul el cielo. Por qué la crema de licor irlandesa mezcla bien con el Ambien. Por qué hay tantos dioses, tantas confusiones y tantos libros sagrados: la Biblia, el Corán, el pentateuco, el libro de Mormón. Y por qué yo estoy allí. Con ella. Compartiendo aquel cuarto, aislada del resto de la población. Cuál es mi pecado. Qué es lo que purgo. Contesto que me estoy limpiando. Un vicio de coca. Se me fue de las manos. Dejé a Yolanda y no he sabido volver a estar sobria, o lúcida, o en dos pies. ¿Yolanda?, pregunta ella y me cuenta una historia de una prima suya que se llamaba Yolanda. Y me canta la canción de Silvio, o la del otro cuyo nombre siempre olvido. Y la de Paquito Guzmán. Cuando éramos pequeñitas —añade—, a los seis o siete años, queríamos que nos creciera el busto a toda costa, a como diera lugar. ¿Sabes qué hacíamos? Le dije que no, y empecé a ver todo casi borroso. No puedo decirte, dijo acto seguido. Eres tortillera. Regresé a mi cama y me quedé dormida.

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2. Lo que no le conté fue lo otro. Lo de mami. Continué haciendo hincapié en lo del polvito blanco cada vez que Melisa me ponía el tema, o me contaba de sus ataques de histeria, o de sus agresividades por ninguna razón. Tenía unos arrebatos desde chiquita que, al parecer, se le habían multiplicado de grande o, por lo menos, no habían menguado. Un día me tocó hablar con un grupo de compañeros de trabajo en una reunión y puedes creer que tenía toda la nariz embarrada de polvo blanco, fue toda una vergüenza, le dije y se echó a reír como si se fuera a acabar el mundo. Y a mí eso me molestó, pero no lo verbalicé porque ya, para ese tiempo, me había empezado a caer bien. Y, además, ese día las enfermeras nos permitieron tomarnos las manos, no nada más a ella y a mí, sino a todas porque, al parecer, allá afuera, había sucedido algo terrible. Algo tan terrible que no nos dejaron ver ningún canal de televisión por espacio de varios días. Mi compañera de cuarto llegó a averiguar con otra de las pacientes, que, antes de eliminar los aparatos televisivos, algunas habían atestiguado el derrumbamiento de varios edificios en la ciudad de Nueva York. Unos aviones eran el perico y unas torres siamesas las narices. Habían aspirado hondo, profundo, hasta adentro. Esa misma noche me da la fiebre, los sudores. Tiemblo y me tiritan los dientes, y me los quiero sacar de la encía. Y desearía haber escondido entre las muelas algún vestigio de la sustancia que me lleva al paraíso. Con la lengua, con la punta, me rebusco entre las comisuras y entre cada uno de los surcos del sarro bucal, de las platificaciones, a ver si de casualidad mi sentido del gusto detecta, aunque sea improbable, alguna miniaturizada porción de polvos. En algún hemisferio de mi cerebro hay un letrero que lee Imbécil, cómo se te ocurre que has dejado rastros, tecata, gamberra, infeliz, pero el otro hemisferio no hace caso y continúa la caza del tesoro. Que no llega. No hay recompensas. Esa noche duelen los estertores con cojones. 3. Me punzan los músculos, las coyunturas. Hablar del polvo blanco hace que me den ganas de consumirlo y, cuando viene la enfermera a darme la dosis, le digo canto de cabrona, me duele la cabeza como si me fuera a explotar, y ella dice que debo tener la presión alta. Alta. Como Yolanda. Su estatura. Yolanda que no soportó mis cosas, que no me aguantó lo suficiente. Aglomeración de cristales de hielo. Una capa blanca que empieza a cubrir la casa y la tierra silenciosamente y poco a poco. Está nevando y son nuestras vacaciones de invierno fuera de la Isla. Y Yolanda me acompaña, pero aprovecha para decirme que quiere irse, que no va a seguir conmigo. Yo reacciono mal. Muy mal. Y me meto coca hasta que se me duermen los orificios nasales y el tabique, y hasta que ya no siento la lengua. ¿De qué color es la nieve? Y no me digas que blanca porque eso es lo que dice todo el mundo y tú se supone que seas más inteligente que todos pues llevas ya bastante tiempo a mi lado. Es transparente, dice ella. Y yo miro a Noelia, que hace pucheros y se queja de que no quiere la comida desabrida que le sirven en la institución. 26 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


4. Sigo sin contarle lo de mami, más bien porque ella también me guarda secretos. Y así no se puede, así no me da la gana. «Le ro lo le lo lei, le ro lo le lo lei. Sabes que estoy a tus pies. Contigo, mi vida, quiero vivir la vida y lo que me queda de vida, quiero vivir contigo.» Mi compañera de cuarto continúa con las melodías cadenciosas. Coros repetidos, mueve las manos como dando en la tambora. Hace así con el güiro invisible, y con la guitarra que no se ve, la flauta, el piano. Baila los hombros, le gusta moverlos uno adelante y otro detrás. Chasquea la lengua, chasquea los dedos. Pero de aquello no suelta prenda. Si se guarda cosas, yo también me las guardo, también me sé esconder. No puedo contarte, me dice la siguiente noche en que hablamos temas transcendentales, y es ahí cuando le digo que la Vulgata viene siendo algo así como otra biblia, pero en otro idioma, que me temo es el latín, y que no la cuente, por favor, como otro libro sagrado, si me haces el grandísimo favor, porque es otra biblia. Sería como contar el viejo testamento y el antiguo testamento como si estuvieran en libros diferentes, le contesto. Y, dicho sea de paso, el pentateuco tampoco cuenta. ¿Por qué no puedes decirme lo de tu prima, la que se llama Yolanda, por el amor de dios? Es que eres cachapera. ¿Y qué importa?, lo grito así. Subiendo la voz. Diciéndolo desde mis pulmones. Y acto seguido nos quedamos en silencio porque sabemos que pronto llegará una de las supervisoras, quizás la graduada, a mandarnos a callar. Pasan cuatro minutos con veinticinco segundos cuando llega la graduada y nos toma la temperatura, la presión arterial, y nos manda a que nos callemos, so pena de que no nos den de alta nunca. Se va. Yo pienso en el peso de millones de copos de nieve amontonados uno encima del otro, sobre el sombrero de franela de Yolanda, sobre su rostro, en los pequeños espacios que le ocupan su abrigo de GAP, en la bufanda negra que siempre lleva consigo. Los copos de nieve incrustados en mi mano, congelándome la piel, luego de abofetearla. Pienso en que podía devorármela entera sumergida en ese océano blanco que, a desdicha mía, no era de cocaína. Y creo que, sin querer, mientras pienso en ella, comienzo a tocarme la vagina porque me despierta del estupor un jadeo que hago, que se me deshace de la boca, se me cae de los labios, como cuando uno ronca e interrumpe su propio sueño, un resoplido como el mugido de una vaca, y de pronto me tropiezo de frente con los ojazos de Lisa, que no pestañean.

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5. La enfermera se queda a mirar hasta que ella cree que me las trago. Las pastillas. Se queda a mirar que me ducho. Controla mis movimientos. Estudia con prolija obligación cada una de las veces que me restriego, con agua, con jabón, con champú, con acondicionador. La trato con desprecio y me deja en paz. Hoy hace frío en el piso y no he querido bajar a hacer terapia de grupo, ni a cantar «Yo quiero tener un millón de amigos», ni a cumplir con el horario de terapia vocacional pintando vitrales de plástico ni elaborando corazones en mimbre o cerámica que digan te extraño, Yolanda, regresa a mí. Mi compañera de cuarto se me acerca, y la amonestan. ¡Muy cerca! Hay que alejarse. La mandan a separarse de mí, y ella lo hace a regañadientes. Se sienta en una butaca, un poco lejos. Nos divide un televisor, otra vez apagado, varias sillas, una mesa de caoba, un vaso de plástico con hormigas albaricoques, el periódico reguereteado, una plasta sobre la mesa de caoba de algo que debió de haber sido un pastelillo de guayaba. Desde allí comienza su diálogo y me vuelve a entrevistar inquiriendo sobre mi vida. No es Silvio Rodríguez el que la canta, me dice, es Braulio, el artista. No, mentira, es Pablo Milanés. Decido, para salir del paso, hablarle de mami. Se había muerto. Tres años atrás. Pero seguía estando en mi casa. O sea, se paseaba en espíritu. Y era algo real. Tan real como el zolpidem que recién nos acababan de meter a la boca. La enfermera supervisa que no nos lo saquemos o lo escupamos, o lo botemos. Hay que tomarlo delante de ella, y luego ella revisa las fauces vacías después de que nos tragamos el buche del vasito de agua. Pero yo ya he aprendido a esconderlo arriba, en la encía, porque ella donde único busca e inspecciona es debajo de la lengua. Entonces yo, que soy una diestra para todo tipo de pillerías, me la escondo así, y la graduada no se da cuenta, y se la entrego a Melina como ofrenda a su amistad y ella a su vez se la ofrenda a sus dioses y a sus manuales de instrucciones, entiéndase los libros sagrados en los que no cree. Cree en los disparos. En los que se da la gente de los caseríos y en los que se zafan. Eso de los tiros al aire. Ni una bala más. Cree en la guerra por los puntos de drogas y en la violencia doméstica que la llaman. Noelia me cuenta de sus achaques y sus ataques. Se pone mal. Se arranca el cabello en las madrugadas con y sin neblina, las cejas, los vellos del brazo que son muchos porque no es lampiña. Tiene calvas en la cabeza y en la frente. Las pestañas las trata, pero extirparlas le duele demasiado porque se le entremeten en los ojos y entonces no puede ver bien, y es así como desiste de la idea de sacárselas. Se concentra en las cejas, pues. Lo hace con la punta del dedo pulgar y el índice. Con pericia. Con paciencia. Cree en los tiros que vio, en los que escuchó. Camina como Meg Ryan en la película Prelude to a kiss, no como la Meg de la película You got mail con Tom Hanks, pero ese día de los 28 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


disparos no camina, corre. Corre y se esconde. Cree en el revólver que tenía su papá en la mano la mañana en que disparó contra la mamá de ella, y contra su hermana de quince y el hermanito de dos. Ella fue la única sobreviviente. Mantuvo dentro del cuerpo, por horas, dos de esas balas. Así como uno mantiene una célula que se divide y luego se convierte en un cigoto, un feto, un embrión, un bebé. Una bala dentro, cerca del pómulo, otra en el omoplato. Son cosquillosas. Dan escozor. Duelen cuando te las extraen, las quieres volver a tener dentro de la piel, dentro del músculo, dentro del hueso. En fin, me pregunta cómo es eso de que veo el fantasma de mi madre y se lo cuento todo, con lujo de detalles, moviendo los brazos, gesticulando con cuerpo y rostro, exagerando las minucias, pero por nada del mundo contándole mentiras. Porque mami sí discurría por las habitaciones de mi casa, y abría las puertas, y rompía vasos de cristal, y encendía la estufa o cerraba los gabinetes. Eso asustaba sobremanera a Yolanda. Por eso también se fue. Y mami se largó después de ella. No sé si en solidaridad. No sé si en rebeldía. Pero mami me lo anunció. Me lo dijo dibujando con su dedo incorpóreo sobre la superficie del espejo. Me baño con agua muy caliente y el vapor crea una capa sobre el espejo que le daba la oportunidad de escribirme mensajes. Quiero reencarnar, me dijo. Me escribió. Así, con su propia caligrafía. Quiero volver a nacer, esta vez en el cuerpo de una negrita de pelo lacio, con ojos grisáceos, una negrita que sea atrevida y que venga a disfrutar la vida. Hay una mujer embarazada. La he visto transitar por las calles. Canta, es feliz. No tiene otros hijos. Voy a dejar de venir a verte porque quiero regresar al mundo a vivir. ¿Y tú? ¿Cómo hacías?, le pregunto a Melania. ¿Cómo hacías con tu prima para que les crecieran las tetas a las dos? Pienso en los dragones blancos. Las avalanchas que se crean en los lugares nevados, en las cúspides, en las puntas. Tragármelos aspirando por los rotos de mi ancha nariz. Tragármelos mientras despiden fuego por sus narices. Existe un acertijo sobre los dragones blancos usado desde la Edad Media que una vez me dijeran. ¿Qué es lo que vuela sin alas y golpea sin manos? Volar. Golpear. Abofetear. Nos mamábamos los pezones, dice. Y se alza la blusa que es una copia pirateada con el logo de Armani Exchange. Y le veo los pechos sin brasieres. Ajados. Decaídos. Disponibles. Camino tocando las paredes verde menta. No me pongo a contar los patrones cuadriculados de la alfombra. No miro por la ventana enrejada, ni me desvío hacia el baño. Me acerco a Lisa, Melisa, Melania, Noelia. No recuerdo su nombre. Se los chupo uno a uno mientras ella se queda dormida con su dosis duplicada de hipnóticos. Parecen un holograma, apenas abultadas tetillas; transparentes, trans-lúcidas. Como salamandras. Blancuzcos. Fríos y nevosos. Empiezo a llorar. Lloro a lágrima tendida porque no son los de Yolanda. MAR 2022: RESISTENCIAS, FEMINISMOS Y OTRAS REFLEXIONES / 29


LETRAS

Selección de poemas de Muro azul silencio Ana María Fuster Lavín

Escritora, editora y columnista de prensa cultural

Canal literario de YouTube “Mariposas Negras” y su blog: http://bocetosdeselene.blogspot.com/ 30 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Sin estremecerse a Carlos Vázquez Cruz

sin estremecerme el tiempo avanza despertamos de las sombras —creí ser invisible— y no es el poema sino ese paso a paso manteniendo el equilibrio de nuestras voces libres que, a veces, imperceptibles tiemblan historias palpitantes que paren gritos desprendidos de las manos del silencio —como cuando besé a la muerte disfrazada de cáncer o como cuando me resucité a fuerza de marejadas— hasta tomar mi propia ruta descubriendo la línea fina entre el muro de la vida y los sonambulismos del corazón —mi yo dormida soñando que estoy despierta y soy libre— solo así soltamos los mensajes que no escribimos también sus máscaras —para no ser vista en mi frágil aposento sin verle la cara al silencio mientras mi palabra viaja— solo así aprendemos a soñar

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Al despertar

soy las espinas aferradas a la flor solemne y marchita, sin resquebrajarse la tierra alimenta mis ojos y manos fertiliza mis palabras cargadas de transeúntes, así invento historias para tus silencios y caricias para tus temores soy esa brisa que sin ser vista penetra tus poros y sangre en ese abrazo de la soledad y permanezco invisible a veces en tus duelos, otras en ese deseo de tus manos también soy aquella imperceptible amortajada que en su despedida final observa secretos familiares y construye muros para fantasmas esos que se acercan a devorarnos en espirales de sueños, y se me revela la vida para renacerme soy grito habito bajo la sombra de una isla de humo de espejismos oscuros asfixiantes carroñeros, nuestra isla es casa tomada sarcófago para sonámbulos mudos y encadenados, pero escapo a la muerte arranco mis raíces y sudario soy los resucitados nuestras sombras avivan el fuego escupimos nuestras últimas espinas de anhelos y poemas para que nos escuchen para que despierten

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Tocar fondo

Marea humana

saltar al vacío tatuada de enigmas en caída libre de marullos hacia la náufraga memoria hasta tocar el fondo de salitre y liberarme de ese otro vacío que me arroja a la tempestad

se arrojan a la deriva soñando horizontes sin haber nacido unos otros, aún, sin haber vivido desterrados de dos mundos náufragos ante el vaivén del poder, no gritan desde sus carabelas “tierra a la vista” como de Triana, en sus pateras y yolas la marea humana susurran mantras de sed sin vista, sobrevivir sobre(a)mar o vivir espejismos, tan solo son conquistadores abandonados hambrientos cuerpos de arena roja llegando a la orilla de la vida o la muerte

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a veces a la deriva soy isla de humo floto sobre un mar silente que asila a sus muertos

A veces, el mar A Elena

a veces llego a la orilla y soy aquellas cenizas que nunca arrojé renaciendo desde mi cuerpo a veces he renacido playa bañando mis pies en nostalgias no vividas y despedidas recogidas en un diario de páginas borradas tras la tempestad silente a veces solo algunas escribo poemas de arena para decirte que aun te amo aunque tu nacimiento fue naufragio a veces como hoy, el poema es consuelo tregua abrazo querencial también despedida sueños y luto de los desaparecidos o de mi niña de cenizas “en el mar apacible de los inocentes”

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Cartas sin rumbo

hay cartas sin rumbo tras las cenizas de esa hija que no pudiste abrazar hay rumbos sin cartas pretendes escribir a tu niña/sombra pero solo brotas espuma hay cenizas sin abrazos como galerna de espumas y duelos para tu parto de muertes hay viajes sin tripulantes esa marejada que refugia recuerdos abrazándote madre y a tus palabras

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LETRAS

El feminismo de Olga Nolla en su poesía Maritza del Valle Rodríguez

Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey

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Olga Nolla es una representante de la voz femenina de la literatura puertorriqueña de la Generación del Setenta o los setentistas. A partir del Primer Congreso Internacional de Mujeres celebrado en la Isla en el año 1970, la conciencia feminista permea y dirige la escritura femenina en el país. Las publicaciones realizadas por esta generación renuevan la literatura puertorriqueña influenciados notablemente por la crisis de valores que supone el rápido cambio de una sociedad capitalista burguesa a una industrial y por la enorme dependencia cultural y política de Puerto Rico con los Estados Unidos. Los puertorriqueños se encuentran en medio de cambios vertiginosos que alteran su estilo de vida y les obliga a considerar soluciones instantáneas a problemas o situaciones estructurales complejas. La literatura tampoco escapa a esta profunda y dislocada transformación que reclama nuevos enfoques, ruptura y desafíos para explicar esa realidad. La reconsideración de los conceptos de escritura y cultura se hace pertinente para esta generación de escritores. Este trabajo se fundamenta en el estudio de los valores feministas presentes en la narrativa de la autora, a través del análisis de contenido axiológico realizado (Del Valle, González-Gijón y Torío, 2015) En la década de los años setenta se forman en Puerto Rico cuatro organizaciones feministas, Mujer Intégrate Ahora (MIA), la Federación de Mujeres Puertorriqueñas (FMP), la Alianza Feminista por la Liberación Humana y la Alianza de Mujeres de la Comunidad Gay. Olga Nolla participa activamente en la Federación de Mujeres Puertorriqueñas y fue editora de su revista Palabras de Mujer. El editorial escrito por Olga Nolla evidencia la posición feminista de ésta y de la Federación de Mujeres Puertorriqueñas: Compartir sí, competir no. La “FMP” concebía el feminismo como una lucha de hombres y mujeres por erradicar completamente los prejuicios que por razones de índole social, política y económica siguen oprimiendo a la mujer. La pluma de Olga Nolla fue su mejor arma en la lucha por los derechos de la mujer. “Contrario a otros miembros de su generación, Olga empezó a escribir tarde y de hecho confiesa que por mucho tiempo se rebeló contra el oficio de escribir. Sin embargo, la fibra literaria se impone y comienza a escribir poesía” (Torres, 2001: 125). En Zona de Carga y Descarga una de las revistas literarias más influyentes de la época fundada por Rosario Ferré y Olga Nolla, Olga inicia su carrera de escritora al difundir en ella sus poemas, ensayos de crítica literaria, cuentos y entrevistas a personalidades del campo de la literatura. La Dra. Ivonne Ochard dijo en el homenaje póstumo a Olga Nolla en el Instituto de Cultura Puertorriqueña que hasta la creación de la revista mencionada “las revistas literarias en Puerto Rico no publicaban obras de ficción narrativa ni poesía a las escritoras jóvenes. El mundo estaba reservado para lo que entendían eran las escritoras consagradas y para los varones, fueran o no consagrados” (Ochard, 2001: 30). Zona de Carga y Descarga sirvió para difundir inicialmente de manera regular la obra de Olga Nolla, Rosario Ferré y muchos escritores de la generación del setenta. Olga Nolla publica su primer libro de poesías, De lo familiar (1973) a los treintaicinco años. Manuel Martínez Maldonado (2001: 82) señala que Olga “estableció su misión como poeta y escritora. Quería rebasar las circunstancias en las cuales le tocó nacer, pero conservando su idealismo”. Un idealismo según Martínez, que evoluciona desde el deseo de escapar de las normas de alta burguesía y afirmar sus derechos de mujer hasta alcanzar una expresión a toda voz, del amor libre y del sexo. En sus próximos tres poemarios El ojo de la tormenta (1976), El sombrero de plata (1976) y Clave de sol (1977) la poeta se inscribe en el feminismo y se rebela contra su clase. María Sotomayor dice: “La temática de Olga Nolla gravita sobre tres ámbitos; el recuento de su niñez y adolescencia en el seno de la clase hacendada; una toma de conciencia feminista que se produce dentro de un contexto múltiple (política de género y de clase) y una rebeldía mordaz entre la alta burguesía a la cual pertenece” (Torres, 2009: 219). Gabriel Delgado Esquilín cita palabras de Olga Nolla donde ella acepta que su vocación de escritora no fue para sí misma un proceso sencillo: “Me tocó ser rebelde, no porque quisiera, sino porque me tocó pertenecer a una generación que se estaba rebelando contra el rol tradicional de la mujer”. Gabriel Delgado dice que: “A esa guerra, le añadió otra batalla personal. Como su madre era poeta y no quería parecerse a ella, se alejó de la escritura. Estudió biología y química, y no fue hasta los 26 años, ya casada y con dos hijos cuando comenzó a escribir”. Cita nuevamente a Olga Nolla cuando dice: “Llegó el momento en que transformé mi vocación en parte de mi rebeldía, no hubo una copia, sumisión u obediencia a mi madre” (Delgado, 2001: E7). MAR 2022: RESISTENCIAS, FEMINISMOS Y OTRAS REFLEXIONES / 37


El ojo de la tormenta es ante todo un testimonio de un complejo proceso de transformación de la narradora poeta donde manifiesta el deseo de escapar de las normas de la alta burguesía adinerada y su propia sujeción a ese mundo ficticio. Y es que soy, me parece, una burguesa desde los pies a la raíz del pelo que no apoya, y sufre con, la explotación del hombre por el hombre que sostiene su clase y que al negar su clase la reafirma por la manera en que la niega… La cuerda floja (1976: 20) Arcadio Díaz Quiñones dice en la presentación del libro: “El poemario, es ante todo, testimonio de un complejo proceso de transformación social, de derrumbe y de reinvención…”. Más adelante añade: “…es una perspectiva, una apasionada búsqueda y definición de valores y posturas morales, búsqueda que aspira a ser integral, sin mutilación de los altibajos y las contradicciones que van configurando la totalidad de la experiencia humana” (Nolla, 1976: 3). Y entender que estamos hechos de actos pasados, semilla y ver claro, tratar de ver el camino de la historia y no tener y estar listos para actuar si es necesario Espiral (p. 7) La poesía de Olga Nolla mantiene siempre una nota de ironía y desafío a lo establecido. En el foro celebrado en la Universidad Metropolitana el 22 de abril de 1993, Olga dijo, haciendo referencia a su madre: “Ella, como que nunca se atrevió a decir lo que pensaba porque tenía miedo. Y yo no tuve miedo. Ella huía de sí misma y yo al principio también…” (1993: 11) Los zapatos sonrosados con que mi madre ha atravesado el tiempo sin pisotear una hoja ni arañar un solo espejo he rehusado ponérmelos Los zapatos colorrosa (p. 18) La vida de la poeta no se puede desligar de su obra. Según Efraín Barradas: “El mundo privado de la autora parece ser la materia prima de sus poemas… todo poema parte de lo individual; pero en éstos la sinceridad confesional parece presentarse de forma directa: con nombres propios identificables y alusiones obvias a hechos de la vida de la autora” (Barradas, 1977: 11). En la segunda parte del libro vemos que la historia personal se torna historia pública y la narrativa se documenta con fechas, titulares de periódicos o con “datos atmosféricos”, título de un poema en el que identifica los problemas que tienen las mujeres en Puerto Rico, entre otros la subordinación y los males de la colonia. 38 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


En Puerto Rico las mujeres viven una doble opresión: la del imperio y la del macho Datos atmosféricos (p. 28) Juan Martínez Capó en referencia a la segunda parte del poemario dice que: “El autoexamen se replantea entonces en lo colectivo”. El estilo aquí será más bien el del poema de protesta que ha adoptado la generación actual” (Martínez, 1978: 5B). Los temas de liberación femenina y la descripción de una clase en desintegración se ramifica en infinidad de sub-temas. Problemas del conocimiento (p.85), poema en que se pregunta por la naturaleza del hombre y de las cosas. Reflexiona sobre el yo del poeta en Soliloquio de Ofelia (p. 78), La cuarta dimensión (p. 67) y en Adagio (p. 75). Según Martínez Capó: “El yo poético no solo consta de “alma” sino también de cuerpo. El cuerpo y sus partes no se eluden, como tampoco se soslaya la sexualidad (Martínez, 1978: 5B). En el curso de la historia moderna la mujer burguesa a menudo articula su reclamo a la libertad en términos exclusivamente sexuales Causa inmediata: se le valora como un objeto sexual Análisis (p. 31) Si me tratan como objeto sexual ya no me enfado diría que me divierte Contranálisis (p. 32) Olga Nolla en su poesía se enfrenta a su pasado y a los valores que llevan a la subordinación de la mujer. Debemos recordar que los valores femeninos burgueses demandaban que la mujer tenía que ser la esposa gentil, amable, bondadosa, sumisa y fiel; fundamento del hogar y madre perfecta para sus hijos. Doce años después Olga Nolla publica Dafne en el mes de marzo (1989), primer poemario donde la temática erótica está presente en la mayoría de las composiciones. Aquí la figura femenina está en pleno control de sí misma y desea disfrutar la sexualidad con el hombre. Según Carmen Dolores Hernández: Ya el título nos remite a una objetivación mitológica — con amplia raigambre literaria y poética — de una liberación femenina respecto del hombre (en este caso el intento del dios Apolo) de hacer cumplir a la mujer con el papel asignado por el sexo. Para Dafne, la ninfa, la transformación fue total (1989: 16). Según Víctor F. Torres a partir de este poemario la obra de Olga “adquiere nuevas dimensiones con la exploración y la celebración de la sexualidad femenina” (Torres, 2009: 219). Vemos una voz femenina que con un lenguaje sencillo y claro desafía las estructuras de poder al invertir los roles e ir tras el otro para satisfacer el deseo y expresar con intensidad el placer que siente. Desabotono a tientas y descubro la dureza impecable de tu sexo. Lo desnudo, lo beso, lo contemplo: Conmovida. Emocionada. El árbol de la vida (p. 70)

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Nannette Portalatín Rivera dice en relación al lenguaje coloquial con que Olga Nolla describe la experiencia erótica que: “la obra de Nolla cobra importancia, ya que su estilo particular de comunicar el erotismo crea un modelo de poesía erótica que se relaciona con los reclamos de las mujeres que participan del movimiento feminista en la década del setenta” (Portalatín, 2009: 312). Para Rubén Ríos Ávila el gesto feminista de la poesía de Olga Nolla “siempre ha sido de un marcado erotismo… Se trata sobre todo… de reclamar el derecho al deseo. La mujer que tradicionalmente ha sido convertida por las tradiciones culturales en objeto posesivo del deseo, se impone en sus poemas como sujeto deseante e invierte la voz sufrida… en voz directa y potente. La potencia en estos hechos es decididamente sexual, aspiran… a la contundencia de la paz copulativa, y este libro podría leerse como una celebración de esa energía (Ríos, 1989: 20). En el poema Reencuentro con la diosa (p. 69) la voz femenina rompe con los valores patriarcales y religiosos de pureza, virginidad y castidad que representan a la Virgen para asumir una actitud de mujer libre y sin prejuicios. Para llegar a ti me anduve desnudando por los siglos. Me despojé de todo lo aprendido: Las leyes de los hombres y el orden de su ira. Y te maldije muchas veces… Te tiré a la basura. Rompí los delicados hilos de tu alma… Y me visto tu túnica tu corona de estrellas los rayos de tus manos, Virgencita parada sobre el mundo tu recuerdo. Pero yo no pisaré la serpiente. Me la enrosco en los brazos… Sobre el nivel simbólico que estos versos representan, Nannette Portalatín Rivera señala: …la acción de enroscarse la serpiente remite, una vez más, a la libertad y los derechos que las mujeres comienzan a exigir durante la segunda etapa del feminismo y el cambio de actitud que éstas exhiben, pues obtienen un conocimiento que las libera del orden tradicional (Portalatín, 2009: 335). El poemario se divide en dos partes: Dioses y diosas, con cuarentaicinco poemas y Primavera en Worcester con cinco. En la primera parte, treinta de los poemas se vinculan con el erotismo y la afirmación de libertad y gozo de una edad. Me encanta ser mujer Tener cuarenta años Ser dueña de mi vida Enamorarme de los hombres Olvidarme fácilmente de los hombres Escribir mis poemas Cocinar plantas aromáticas Elucubrar comidas criollas exquisitas Hablar de comida con mis hombres Vestirme sensualmente con encajes y seda Desvestirme sensualmente…

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La segunda parte del libro, Primavera en Worcester tiene una temática diferente. Expresa, en la mayoría de los poemas, una realidad geográfica diferente a la de Puerto Rico con una interpretación propia. Integra además, elementos culturales de distinta procedencia que rompen con la unidad temática del poemario. Dulce hombre prohibido es el sexto poemario de Olga Nolla, publicado por la Editorial Cultural en el 1994. En éste regresa al tema amoroso con una proyección de afirmación sexual más agresiva: Un hombre desnudo, Me encanta ser objeto sexual, Cosas que ahora prefiero… Doris Ponce Rodríguez señala que: Dulce hombre prohibido es la obra liberadora de una voz poética que se autocomplace en recrear sus fantasías, sueños, ilusiones, urgencias íntimas, dentro de una dimensión erótica sin censuras sociales, morales y religiosas. Sin embargo, una segunda lectura, también nos sugiere que el eros en este poemario es el impulso del yo poético que busca, desde su autenticidad, la continuidad del ser (Ponce, 2004: 52). Desde el título Dulce hombre prohibido, la poetisa recrea sin inhibiciones el deseo erótico-sexual que la mujer experimenta hacia el hombre que le es prohibido por la sociedad. El libro está dividido en cuatro partes: Los espacios del deseo, Lo uno y lo múltiple, Vals de las mariposas y Salto al vacío; aunque José Luis Vega señala que el libro está constituido por dos formas de escritura. Una primera línea de escritura la establecen los poemas de forma confesional y autobiográfica (narración de las experiencias y de las fantasías eróticas de la poetisa). Un segundo motivo de la escritura son los poemas de viaje que traza un itinerario por el suroeste de los Estados Unidos y México. Hace referencia a los lugares no para describirlos sino como estímulos para una reflexión existencial apoyada en los elementos culturales de tradiciones diferentes. Igual que sus poemarios anteriores con un tono atrevido, fuerte y desafiante. Desde el primer poema, Un hombre desnudo, la escritora utiliza elementos que definen a la mujer desde la perspectiva del hombre. Hay un hombre en el mundo que me busca que me sueña… (p. 7) Lo único que los hombres no perdonan a una mujer casada virginalmente pura o divorciada, puta, santa o adúltera es hacerlos sentir ineptos sexualmente (p. 24) Según Carmen Dolores Hernández, Olga Nolla utiliza además: … elementos que no solo acepta sino que se apropia la voz poética de perspectiva femenina. Al aceptarlas y apropiárselas, sin embargo, efectúa en ellos un cambio sutil de dirección para encerrar a la mujer en un rol de pasionalidad y objetivación; se convierte en instrumento activo de su propia sexualidad (Hernández, 1994, p. 24). En el poema Me encanta ser objeto sexual (p. 13) con una estructura retórica que va en aumento tras cada “Digo más” los versos se conectan en una poderosa declaración de identidad y libertad sexual femenina. Debo decir sin miedo ni tapujos, en lo alto de un monte y a viva voz, que tengo un cuerpo de mujer que quiere ser objeto sexual Digo más me deprimen esas tontas mujeres que no desean ser deseadas por su cuerpo

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y exclaman, entre suspiros lamentosos y lamentables ¡Yo quiero que me quieran por mi alma! Digo más El que no me quiera por mi cuerpo me entristece hasta el tuétano… En A Dios gracias impura (p. 120), nos sorprende cuando afirma el amor por encima de la diferenciación sexual en una entrega tan absoluta que desecha la idea de un término sexual único. Amigo mío: aunque fueses mujer yo te querría, blanca o negra, pequeña, gorda o flaca aunque fueses marica trasvestista con peluca de rizos… Se reafirma en un amor por encima de la diferenciación sexual en Allá en el fondo del espejo (p. 165) cuando dice: Quisiera ser un hombre para que tú me amaras… La poesía de Olga Nolla es vital, frontal y franca. José Luis Vega dice que la escritora es: Valiente y honesta, que reinventa el mundo desde el yo arriesgado de la primera persona lírica: una mujer libre que se afana de su libertad personal hasta tornarse contagiosa; una poeta dueña de un habla comunicante e irreverente que conquista a golpes de franqueza y humor (Vega, 1994: 189). El caballero del yip colorado es publicado por la Editorial Cultural en el año 2000. Es un poemario donde Olga Nolla convierte en objeto poético lo cotidiano como yips de diferentes colores. La propia escritora dice en entrevista: “…Siempre he querido mitificar la vida, lo cotidiano, la magia de lo diario, como un yip rojo. Eso tiene su magia. En eso hay toda una estética, el utilizar la vida cotidiana como objeto poético”. Añade que a ella le interesan mucho los hombres; el conocerlos y que a estos les gustan los yips y que ven los autos como juguetes. “Antes tenían caballo ahora tienen autos o las motos. El caballo era el animal que subrayaba la virilidad y el poder masculino del guerrero y ahora en vez de eso tienen autos, como yips o motos” (Dorantes, 2000: 12). La crítica literaria Carmen Dolores Hernández ve en este libro el amor cortés en el siglo XXI; argumenta que: “Todavía hoy, parece decir Olga Nolla, caballeros andantes y damas que los esperan. Pero ahora, según este poemario, es la mujer la que al contemplar al hombre y celebrarlo determina la medida de su acción” (Hernández, 2001: 14). La poetisa juega con las imágenes tradicionales de ambos sexos afirmando y negando la relación convencional cuando lo que presenta es lo contrario. No sé por qué le escribo este poema a mi yip colorado. Ya le hablo casi a diario; además, para no perder la costumbre le deseo un buen hombre al volante… y mucha salud Le deseo todo aquello, me supongo que yo quisiera para mí. De veras le deseo duerma bien; un buen descanso. ¿Qué más? Para no perder la costumbre (p. 10) MAR 2022: RESISTENCIAS, FEMINISMOS Y OTRAS REFLEXIONES / 43


Según Carmen Dolores Hernández: “Esta poesía – al inventar y recrear al hombre a la medida de la mujer – resulta mucho más revolucionaria que cualquier otra con un contenido más contestariamente feminista” (Hernández, 2001: 14). Detrás de sus bravatas grandilocuentes he observado que los hombres sufren mucho cuando son incapaces de ser héroes. Por eso escribo de los hombres (p. 40) Semejante a sus poemarios anteriores, El caballero del yip colorado, tiene una carga erótica fuerte. Olga Nolla dice en entrevista: Totalmente erótico. Sucede que tengo que decir eso. Las mujeres siempre han estado llorando y parece que parte de su función en la vida es sufrir una telenovela infinita. Yo me he propuesto no hacer poesía, desde mi condición de mujer, de lamento, ni llorosa sino de gozo y de placer. Además, me gusta hablar de lo que sentimos las mujeres en el cuerpo, el gozo con el encuentro con el cuerpo amado, deseado. Eso, históricamente, no se nos ha permitido y es considerado tabú. A mí eso me parece algo rebasado, quiero hablar y escribir y lo hago desde el erotismo de mi condición femenina. Y me da orgullo hacerlo (Dorantes, 2000: 12). Únicamente míos es el último poemario escrito por Olga Nolla. Obtiene el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines 2000 en Chiapas, México. Compitió con otros 383 trabajos bajo el seudónimo de Ariadna; el jurado le otorgó el premio por unanimidad. Sin lugar a dudas, y así lo reconoce la crítica, este poemario representa la cima de Olga Nolla como poetisa. Según la poetisa: “Son poemas sobre como las mujeres aman a los hombres… Hay que tratarlos con comprensión y compasión, ellos también son víctimas. Sus vidas transcurren en una competencia agotadora” (Vázquez, 2000: 10). Únicamente míos son poesías que expresan amor, pasión y erotismo. A lo largo del poemario se recrean las diversas circunstancias del evento amoroso: con quien, el cuándo y el cómo. La primera poesía marca las particularidades del amor en todo el libro. Los espacios donde los hombres me han deseado están llenos de ellos: llenos de olores y de estremecimientos como ilusiones breves, llenos de colores casi efímeros. Son espacios de amor semi-derruidos donde las mesas se desploman porque los hombres me penetran sobre ellas… Son espacios colmados por palabras, las que ellos quisieran pronunciar, las que dijeron sin querer e involuntarias aquellas… que les robé y aquellas que hubiera querido escuchar y nunca tuve… Únicamente míos (p. 7) Los versos se convierten en un instrumento del amor: colma los espacios con palabras, burla, el tiempo y afirma la pertenencia. Las palabras reproducen las imágenes que permanecen después del hecho y permiten una posesión que va más allá de lo físico; la del recuerdo.

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La práctica del amor se analiza y se presenta contradictoria en el poema Viaje hacia el centro de la tierra (p. 8), expresa: …Si lo pierdo llamo y reaparece convertido en un ángel de alas amarillas o en un pitón de fauces venenosas… En una historia de amor como ninguna (p. 18) la voz poética manifiesta el como la intensidad del deseo la llama a querer ser el otro: …En aquel justo instante del deseo yo hubiera querido ser el hombre porque hubiera querido penetrarlo… La poetisa idealiza al hombre deseado cuando dice en Poema de la rosa blanca (p. 23) En su alma transparente lo que me atrapa y me consume es el alma de hombre bueno; en su alma hermosísima, perfecta, es un espejismo de mis palabras… Amor libre (p. 65) es la poesía en la que defiende el amor sin compromisos. Como él no me quiere no espera que yo sea la mujer ideal no exige le dedique mis días y mis noches. Tampoco me exige fidelidad. No pretende cocine sus comidas y lave su ropa… Será por eso que me siento libre. Un amor que no amenaza mi libertad es para no creerlo… El amor también es expresado como un mito en el poema Historia de un toro blanco (p. 39) Erase un hombre hermoso desnudo en su cama Y le lee a Júpiter convertido en un toro para raptar a Europa. Le leí el texto original de Oviedo escrito hace dos mil años… La madurez poética de Olga Nolla se evidencia en todo el poemario. Poesías en las que reitera el sexo y también las distintas manifestaciones del amor. La poetisa se pone en evidencia en el poema Detalles de escenario (p. 80) donde finaliza diciendo: A lo largo y a lo ancho de los años he aprendido de reírme de mí misma y hoy me río de cómo las mujeres abrazamos sin miedo cada ilusión y hasta construimos detalles de escenario. Cuestiones de honor (p. 91) finaliza el libro y en él manifiesta que es cuestión de honor el defender su libertad y jura no volver a ser sumisa.

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Pero lo digo por si acaso. Para que quede claro. Si de algo estoy segura es de que nunca seré mujer sumisa. De todo lo demás dudo a sabiendas. Mayra Santos - Febres, escritora reconocida y amiga de Olga Nolla señala que en ella: “todo era vida, todo era una alabanza al deseo y a la sensualidad como opción de libertad, esa libertad en las mujeres a proclamar su propia senda y a entregarse a sus propios placeres” (Santos – Febres, 2001, p. E 12). Olga Nolla reivindica en toda su obra el derecho de la mujer a expresar su libertad y el romper con las estructuras que le coartan esa libertad, en concreto, la libertad sexual femenina que se convierte en un instrumento para reclamar el deseo de la mujer de romper con las normas tradicionales impuestas por la cultura patriarcal. Es importante el rescatar la figura de mujeres que han tenido relevancia en algún momento de la sociedad o la cultura e integrarlas en los currículos académicos. El escritor o escritora es portavoz de mensajes por lo que tiene una responsabilidad social. La discusión y análisis de obras, como las que son objeto de este estudio, permite la apertura en el aula para traer a discusión responsablemente aquellos temas controvertibles que afectan a la mujer. Referencias ACEVEDO, Ramón Luis: Del silencio al estallido: narrativa femenina puertorriqueña. Harrisonburg. Editorial Cultural Inc., 1991. ARNOT, Madeleine: Coeducando para una ciudadanía en igualdad: Compromiso con las agencias globales y nacionales. Madrid. Ediciones Morata, 2009. ALEGRE BARRIOS, Mario: “Depurada vacación por la palabra escrita”. El Nuevo Día, Por Dentro, (1993, 30 de mayo) p. 55. ALEGRE BARRIOS, Mario: “Épica la voz de Olga Nolla”. El Nuevo Día, Por Dentro, (1996, 16 de junio) p. 78. ALEGRE BARRIOS, Mario: “Entre las reinas de una casona saturnina…”. El Nuevo Día, Por Dentro, (1998, 17 de octubre) p. 113. BARRADAS, Efraín: Apalabramiento: diez cuentistas puertorriqueños de hoy. USA. Ediciones del Norte, 1983. DELGADO ESQUILÍN, Gilberto: “Olga Nolla… en memoria”. Escenario, (2001, 4 de agosto) p. E7 DEL VALLE, Maritza; GONZÁLEZ-GIJÓN, Gracia y TORÍO, Susana: “Los valores feministas en la obra de Olga Nolla: creación de un modelo axiológico”. Metis: Mondi Educativi. Temi Indagini Suggestioni, 1 (2015) p.10-22. DORANTES, Dolores: Mitificar lo cotidiano y los yips colorados. México, Filias, 2000. EL INFORMADOR: La palabra es el poder: Olga Nolla. Guadalajara, p. 8D. 1998, 5 de diciembre. FACUNDO, María: Olga Nolla al pie del manuscrito. El Nuevo Herald, p. E3. 1999, 5 de septiembre. GARCÍA Ramis, Magaly: “Viñetas para una tarde de domingo”. Cupey, Vol. 10, (1993), pp. 184-188. HERNÁNDEZ, Carmen Dolores: Olga Nolla: La poesía puesta de pie. El Nuevo Día, En grande, p. 16. 1989a, 15 de octubre. HERNÁNDEZ, Carmen Dolores: Un poemario de Olga Nolla. El Nuevo Día, En grande, p. 16. 1989b, 15 de octubre. HERNÁNDEZ, Carmen Dolores: Poemas de Olga Nolla. El Nuevo Día, En grande, p. 24. 1994, 8 de mayo. HERNÁNDEZ, Carmen Dolores: A viva voz. San Juan, Grupo Editorial Norma, 2007. MARÍA, Itania: Escritora, independentista de corazón, Olga Nolla cree que PR no puede vivir sin E.U. El Siglo, p. 5C. 30 de abril de 1999. 46 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


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POLÍTICA Y SOCIEDAD

De la Confederación al sexilio: el Caribe siniestro en Under my nails Sandra M. Casanova-Vizcaino

Binghampton University – State University of New York

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Introducción En el cuento “Encancaranublado” (1982) de Ana Lydia Vega (Puerto Rico, 1946) tres balseros caribeños –Antenor, haitiano; Diógenes, dominicano; y Carmelo, cubano– navegan el Atlántico rumbo a la costa de Florida. Cuando las respectivas balsas de Diógenes y Carmelo naufragan, Antenor los rescata y juntos, a bordo de su “improvisada embarcación” (11), arriban a Estados Unidos donde los interceptan un agente de la Guardia Costera y su asistente, un hombre puertorriqueño que les advierte que allí “tienen que meter mano y duro” (17). El encuentro pan antillano entre todos estos personajes masculinos no resulta exactamente en una confederación armoniosa con Haití a la vanguardia, como propuso en su momento Ramón Emeterio Betances1. A bordo del barco, impera el racismo contra Antenor, a pesar de que es éste quien rescata a sus pares. Como explica Mariana F. Past, “‘Encancaranublado’ evinces and eviscerates global and local discourses surrounding its three Caribbean subjects’ stereotyped backgrounds, effectively interrogating notions of ‘difference’ and ‘otherness’” (“Missing the Boat”). Esa idea de otredad y diferencia dentro de un contexto pan antillano se actualiza años más tarde y de forma mucho más siniestra en el thriller erótico Under My Nails (2012), escrito, producido y protagonizado por Kisha Tikina Burgos (Puerto Rico) y dirigido por Arí Maniel Cruz (Puerto Rico). La película narra la historia de Solimar, una mujer puertorriqueña que vive sola en un pequeño apartamento en el Bronx, Nueva York, y que trabaja como manicurista en un salón frecuentado por otras mujeres de origen hispano y latinx. En la película, tres nacionalidades –puertorriqueña, dominicana y haitiana (en este caso, no aparece la cubana)– se encuentran ya en Estados Unidos donde se ponen de manifiesto las diferentes formas de violencia que experimentan (y también ejercen) los sujetos caribeños: el desplazamiento geográfico y el exilio, la violencia de género e intrafamiliar, la diferencia racial y sexual, y el trauma generacional. En este trabajo, me propongo explorar cómo la trama de Under My Nails reescribe el discurso fundacional de unidad pan caribeña –algo que ya adelantaba el cuento de Vega– y en su lugar propone un nuevo espacio en el que tanto las mujeres como los sujetos queer y/o racializados son constantemente expulsados de los límites geográficos y discursivos de la nación. De hecho, la trama propone precisamente la disolución de esos límites y la reconstrucción del Caribe a partir de la pérdida y adquisición de vínculos afectivos. Para Alaí Reyes-Santos, la pregunta que guía su estudio sobre la creación de alianzas y afectos en la cultura antillana es: “How do we address what the nation tends to leave untouched: its racial, class, and ethnic hierarchical structures; 1 Como explica Jossianna Arroyo, “En su visión política [de Betances], los ideales republicanos se ligaron de forma estrecha con la lucha abolicionista y la idealización de Haití y los próceres haitianos” (“Betances, Haití y la Confederación Antillana). Contrario a Hostos, para Betances, la lucha por la independencia cubana y puertorriqueña debía incluir a los afrodescendientes y la experiencia de la Revolución Haitiana fue una inspiración para el desarrollo de su Confederación Antillana (Arroyo).

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its commitment to heteropatriarchal notions of kinship and reproduction?” (15). Under My Nails propone una respuesta: el Caribe como una zona indefinida geográficamente –como el mar en “Encancaranublado”– y conformada a partir de la identificación –aún cuando terriblemente complicada– con la otredad. Soledad y horror La película se desarrolla en invierno, en un ambiente de soledad y abandono. Más aún, la vida de Solimar parece precaria y aburrida. Su rutina solo incluye su apartamento y su trabajo, y, en ocasiones, una visita a Amalia, un hombre queer de origen puertorriqueño que funciona como su figura paternal y maternal. Pero en el edificio de apartamentos donde vive Solimar, algo irrumpe la monotonía: Roberto, un joven dominicano, se muda al apartamento de enfrente al de Solimar junto con su pareja, Perpetue, una mujer negra haitiana, y su madre, Goya. “They’re Dominicans”, le dice Solimar a Amalia. Sin embargo, lejos de generarse una complicidad o comunidad caribeña –algo que sí ocurre en el salón de uñas– dentro del edificio de viviendas donde se encuentran todos en realidad comienza una extraña sucesión de eventos que hacen que la película se aproxime al género de terror. Desde su habitación, Solimar puede escuchar los gritos que provienen del apartamento #9 donde viven los nuevos inquilinos: insultos, gemidos de placer, expresiones de dolor producto de la agresión sexual que Roberto ejerce contra Perpetue. El espectáculo privado y violento, activa la curiosidad en Solimar, quien comienza a sentirse perturbadoramente atraída por Roberto, el agresor, y la posibilidad de romper, finalmente, con su soledad. Una vez el encuentro físico entre Solimar y Roberto se materializa poco después, se genera en ella un conflicto interno: la culpa ante el engaño a Perpetue, la paranoia de ser descubierta por ésta, y el incontrolable deseo de volver a estar físicamente con Roberto. Como en el género de terror, la atracción y la repulsión hacia el villano conviven en Solimar. Pero la violencia entre Roberto y Perpetue se acentúa al punto de que Solimar comienza a sospechar que la mujer haitiana fue asesinada por Roberto y su cuerpo desaparecido con la ayuda de Goya. La versión oficial de los dominicanos es, sin embargo, que ésta regresó a la República Dominicana donde estaban sus hijos. De hecho, según Perpetue le confesó un día en el salón de uñas, Roberto le había prometido traer a sus hijos a vivir con ellos en Nueva York. En su lugar,

explica, trajo a su madre, una mujer de estatura baja, aparentemente amable, que solo habla español y cuya complicidad con su hijo se torna siniestra y peligrosa para Solimar. El dilema de Perpetue –la separación familiar– es el mismo de miles de caribeños emigrantes en Estados Unidos. Más aún, el encuentro entre todos estos sujetos no ocurre en un espacio neutro, sino que Estados Unidos es el espacio de la violencia, del desplazamiento, como de algún modo ya advertía el personaje puertorriqueño en “Encancaranublado”. El escenario en el precario edificio de apartamentos es también simbólico de la pobreza como una forma de violencia. A esa separación familiar, además, se le suma el valor simbólico de la relación entre Roberto y Perpetue: la violencia física que el hombre blanco dominicano ejerce sobre la mujer negra haitiana como representativo de la violencia histórica entre las naciones que componen La Española, algo que va más allá al considerar el género y la masculinidad en conflicto. Los insultos de Perpetue son ataques a su hombría, a la vez que él se auto declara “un semental” mientras abusa sexualmente de ella. Hasta cierto punto, así, el apartamento de la pareja es un espacio gótico donde se guardan secretos y donde el villano encierra y controla a la mujer. Siguiendo la propuesta de Rita Segato, el apartamento funciona también como el terreno donde el cuerpo de la mujer –tanto el de Perpetue como el de Solimar– está sujeto a la conquista y dominio del hombre blanco (La escritura en el cuerpo). En ese sentido, si el cuento de Vega supone el encuentro entre varios sujetos masculinos representativos de varias identidades caribeñas, Under My Nails narra una historia sobre mujeres e identidades queer constantemente a la deriva o “sexiliadas”. Sexilio e inmovilidad Las historias de Solimar, Perpetue y Amalia son ejemplos de sexilio en tanto son tramas sobre el desplazamiento. De acuerdo a Yolanda Martínez San Miguel, el sexilio se puede entender en dos formas simultáneas y complementarias: Primero, como el de los sujetos considerados inadaptados dentro de los discursos heteropatriarcales sobre formación identitaria colectiva en el Caribe; segundo, como la exclusión temporera de un espacio comunal con el propósito de consumar un deseo sexual divergente (165). La pregunta, sin embargo, es ¿se puede retornar del sexilio? Por un lado, Perpetue es un personaje constantemente expulsado: de Haití hacia la República Dominicana (probablemente por cuestiones

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sociopolíticas y económicas), de ahí a Estados Unidos y, finalmente, del núcleo familiar/afectivo (Roberto y Goya) al cual probablemente nunca perteneció del todo. La sospecha de Solimar de que el cadáver de una mujer desconocida encontrado en el río Bronx es el de Perpetue, confirma que la mujer haitiana es el otro y ocupa el lugar del otro: la periferia o el lugar del desecho. Por su parte, Solimar es una mujer desplazada de su lugar de origen a partir de la muerte de su madre, aparentemente asesinada por su propio padre, según insinúa la secuencia inicial de la película: una analepsis que nos lleva a la infancia de Solimar en Puerto Rico y que funciona también como una prolepsis del desenlace fatal de Perpetue. La violencia de género e intrafamiliar es, entonces, una constante en la vida de la protagonista, atrapada trágicamente en esa dinámica que comienza en el Caribe y la persigue en la diáspora. Hasta cierto punto, ambas mujeres han perdido, o no poseen, un vínculo afectivo con lo geográfico, una pérdida de la nación: En el caso de Solimar, porque ésta se fue de Puerto Rico muy joven, ya prácticamente no habla español y no tiene en la isla a nadie a quién volver. Mientras que para Perpetue, la ausencia de sus hijos acrecienta su desarraigo y la imposibilidad de pertenecer, la vuelven un sujeto incompleto. Quien no parece encajar del todo en este grupo de mujeres es Goya, que incluso llega a amenazar a Solimar cuando sospecha que ésta los va a denunciar ante la desaparición de Perpetue. Goya no sólo defiende a su hijo, sino también algunas nociones identitarias del género y la nación. Cuando Roberto le explica a su madre que “[Solimar] se siente más cómoda [hablando en inglés]”, Goya responde “Pero ella se ve más bonita hablando español”. Este intercambio, además, ocurre mientras Perpetue está hablando por teléfono en creole, posiblemente con sus hijos. Para Goya, la feminidad y la belleza pasan por una reafirmación de una caribeñidad normativa (blanca y de origen hispano) que niega la negritud de Perpetue. Que Perpetue haya regresado al Caribe es altamente cuestionable. Es mucho más probable que, en efecto, Roberto la haya asesinado y que Goya haya sido cómplice de la desaparición del cadáver, el borramiento de la mujer negra caribeña. Sin embargo, quien sí regresa a Puerto Rico es Amalia, la única persona en la película que habla de su lugar de origen –geográfica y culturalmente– como un espacio (¿y un tiempo?) deseable al que intenta volver. Pero no solo la estancia de Amalia en la isla termina siendo brevísima (la película

no explica por qué hacia el final regresa nuevamente al Bronx), sino que, lo que había planeado como un viaje familiar junto a su pareja, Lolo, termina siendo un viaje en solitario, luego de la muerte (una eutanasia asistida) de éste. De ese modo, todos dejan algo atrás en el Caribe –Perpetue, a sus hijos; Solimar, su pasado en la isla; Amalia y Lolo, un recuerdo–, pero nadie puede volver. Como regalo, Amalia le trae a Solimar un frasco de cristal con arena de Puerto Rico. El Caribe se reduce a un memento o una sinécdoque. Ante la imposibilidad de volver, solo les queda a los personajes la arena de mar, el espacio desde el cual se parte y que marca el límite geográfico del país. Espacios y afectos En su estudio sobre la representación de la fábrica, la casa, el salón de belleza y el burdel (todos éstos espacios ligados al género), en la narrativa puertorriqueña, Radost Rangelova se pregunta: “How do women construct alternative national imagineries in spaces that simultaneously resist and perpetuate patriarchy?” (21). Under My Nails se desarrolla principalmente en espacios cerrados: el apartamento y el salón de uñas. Si el primero es el espacio de la violencia y el deseo, el segundo es el lugar de la complicidad. De hecho, el salón de uñas es el único espacio en el que la monotonía de la ciudad parece desaparecer: en su interior se pueden escuchar merengues y bachatas, y conversaciones entre las mujeres. En el salón de uñas, además, Solimar (la mujer sin madre) y Perpetue (la madre sin hijos) intercambian un brevísimo momento de solidaridad femenina cuando la haitiana le confiesa su dilema mientras, temerosa, Solimar le pinta las uñas2. Esa complicidad persiste en la insistencia de Solimar en esclarecer el presunto crimen de Perpetue, se crea entre ellas un pacto femenino. Roberto, por su parte, trabaja en una sastrería a la que Solimar va para que le entalle un vestido. Roberto “esculpe” el cuerpo de la mujer; domina sus contornos, y su entrada y salida del espacio físico. Si el salón de uñas es el espacio de la mujer, la sastrería es el espacio de sumisión de ésta. El Caribe, a su vez, se vuelve el espacio imposible, tanto en “Encaranublado” como en Under My Nails. Pero hay también otro espacio que se diferencia de los anteriores: el mar. La secuencia inicial de la película –filmada en blanco y negro– presenta a una Solimar niña con su padre rumbo a la playa. Muy 2 Como explica Rangelova, el salón de belleza puede ser leído como un espacio de solidaridad femenina, y no simplemente como uno en el que se reproducen los estándares de belleza femenina, a partir del trabajo emocional y asalariado (23-24).

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similar a lo que ocurre con Roberto, en esa relación coexisten la violencia con una una incómoda y extraña atracción, en este caso, hacia el padre, tema que Burgos explora más a fondo en su película Antes que cante el gallo (2016). En la playa, el padre le quiere enseñar a flotar y la lleva al agua por la fuerza. Luego de perder la batalla física contra el padre, Solimar comienza a flotar y, como una embarcación a la deriva, se deja estar frente al vaivén de las olas antes de darse cuenta de que el padre ha desaparecido y que ella quedó efectivamente huérfana. Ya en el Bronx y adulta, esa soledad y falta de vínculos con la familia y con la patria se resuelve en varias formas: primero en la amistad y complicidad con Amalia, también expulsada de Puerto Rico; segundo, en la tumultuosa relación con Roberto cuya conexión pasa por lo erótico y nunca por lo cultural; y, finalmente, con Perpetue, la otredad aniquilada. Conclusión: la nueva familia, el nuevo Caribe Roberto y Goya desaparecen un día, misteriosamente, del mismo modo en el que llegaron, posiblemente huyendo de una eventual investigación policial. Roberto, Goya y Perpetue, así, son presencias espectrales que coinciden en un tiempo y espacio: aparecen y desaparecen sin aviso, sus voces se escuchan a través de las paredes, sus recuerdos siniestros persisten en quienes los conocen. Goya y Perpetue, representativos de una masculinidad heteronormativa y una familia patriarcal, tienen que estar en constante movimiento: su violencia no les permite permanecer en un lugar. Solimar, por su parte, descubre que está embarazada de Roberto. El bebé por nacer, primera generación en Estados Unidos, es hijo del deseo sexual (de ella) y de la violencia (de él). No obstante, aun cuando, sea fruto del heteropatriarcado blanco e hispano (contrario a un potencial hijo con Perpetue), el hijo de Solimar no vivirá en una familia heteronormativa: Solimar será madre soltera, mientras que Amalia se ofrece como el abuelo o la abuela de la criatura. La película, por lo tanto, propone una nueva familia que es queer y que complica el concepto de unión pan caribeña: el encuentro entre estas identidades es breve y problemático. Se trata, también, de una familia hasta cierto punto monstruosa, en tanto ésta guarda secretos violentos que los hijos, como ya le pasó a Solimar en su momento, heredan. La familia y el Caribe son el naufragio, pero bajo el cielo encancaranublado de la diáspora, coexisten las piezas para reinventar y reconstruir esas identidades marginadas.

Bibliografía Arroyo, Jossianna. “Betances, Haití y la Confederación Antillana”. 80grados, 24 agosto, 2018, https://www.80grados.net/betances-haiti-y-laconfederacion-antillana-parte-i/. Martínez San Miguel, Yolanda. Coloniality of Diaspora: Rethinking Intra-Colonial Migrations in a Pan-Caribbean Context. Palgrave Macmillan, 2014. Past, Mariana F. “Missing the Boat: Signaling Haiti’s Role in Vega’s ‘Encancaranublado’”. Small Axe, 22, http://smallaxe.net/sxsalon/ discussions/missing-boat. Rangelova, Radost. Gendered Geographies in Puerto Rican Culture: Spaces, Sexualities, Solidarities. U of North Carolina P, 2015. Reyes-Santos, Alaí. Our Caribbean Kin: Race and Nation in the Neoliberal Antilles. Rutgers UP, 2015. Segato, Rita. La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Territorio, soberanía y crímenes de segundo estado. Tinta Limón, 2013. Under My Nails. Dir. Arí Maniel Cruz, La Teta Productions, 2012. Vega, Ana Lydia. Encancaranublado y otros cuentos de naufragio. Edición Casa de las Américas, 1982.

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ARTE

Exposición de afiches de la Asociación puertorriqueña de investigación de Historia de las Mujeres (2012 – 2022)

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COLOQUIO

DE INVESTIGACIÓN DE HISTORIA DE LAS MUJERES

LA MUJER EN LAS ARTES

marzo

282 0 1 9 UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO EN UTUADO

Dedicado a Ketty Cabán (1929-2017), compositora utuadeña

asocdemujerespr@gmail.com

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POLÍTICA Y SOCIEDAD

Se llama acoso

1

Adli Mariann Cordero Espada

Fundadora de Matertransmutar y coordinadora de Siempre Vivas Metro

Se llama acoso 1

1 Este artículo fue publicado originalmente en Todaspr.com el 24 de enero de 2022. Se llama acoso - Todas (todaspr.com)

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A veces, la gente cree que la cultura, por ser cultura, es algo que es bueno, o que al menos amerita ser perpetrado por los siglos de los siglos amén. Que es algo que se debe mantener intacto, como si fuera natural, innato, auténtico y no algo creado colectivamente que, a su vez, nos crea. Es normal la resistencia al cambio en la cultura, y es verdad que el acoso es parte de nuestra cultura, sobre todo, si entendemos la cultura desde esas prácticas, costumbres, tradiciones y maneras en que construimos lo que somos, y el cómo nos relacionamos. La cultura puede entenderse de muchas formas y pudiéramos darle muchísimos significados. Pensemos entonces en lo que no es. La cultura no es una regla incuestionable, la cultura no es una verdad, tampoco es estática, ni mucho menos está escrita sobre piedra. La maravilla de las culturas que podemos desarrollar es que son creadas por nosotras mismas, por nuestras propias ideas, y por nuestras maneras de entender la realidad. Tanto las ideas como la realidad y el entendimiento de ella son cosas que cambian constantemente. ¿Acaso has pensado igual toda tu vida? Probablemente, la respuesta sea que no, que has cambiado, madurado y crecido. Que ahora tienes otras experiencias, y, por lo tanto, otras maneras de comprender la vida, y eso te lleva a pensar distinto. Entonces, si eso pasa en nuestro ser, y nosotras creamos la cultura, y a su vez la cultura nos crea, valga la contradicción, pues es totalmente natural una cosa: el cambio de la cultura. Quizás, es esa la única manera de ser una mejor sociedad, una mejor persona. Hace tiempo que llevamos viendo en nuestro país cómo matan a las mujeres, tanto que estamos en un Estado de Emergencia, tanto que en el pasado año fueron 52 feminicidios. La impunidad y la inacción son el pan de cada día. Todas deberíamos estar de acuerdo con que necesitamos prevenir la violencia de género, que no podemos sostener más el duelo, la pérdida, la cultura de violación y de violencia hacia las mujeres y cuerpos feminizados. Y deberíamos estar de acuerdo porque es un asunto de urgencia, que amerita medidas y acciones que por más simples o desvinculadas que parezcan son necesarias para atajar cada una MAR 2022: RESISTENCIAS, FEMINISMOS Y OTRAS REFLEXIONES / 63


de las manifestaciones de la violencia de género y de la cultura patriarcal y machista que nos mata. No se mata a las mujeres en un día. No nos mata solo el arma, el puñal; nos matan de muchas otras maneras. Y todo comienza mucho antes de que lo pudiéramos siquiera imaginar.

Hace tiempo que llevamos viendo en nuestro país cómo matan a las mujeres, tanto que estamos en un Estado de Emergencia, tanto que en el pasado año fueron 52 feminicidios. Todas deberíamos estar de acuerdo con que necesitamos prevenir la violencia de género, que no podemos sostener más el duelo, la pérdida, la cultura de violación y de violencia hacia las mujeres y cuerpos feminizados.

Es más, imaginen que son una chica que camina por la calle hacia la escuela. Mientras caminas, ves que muy cerca de ti hay un par de hombres, y ya comienzas a sudar. Empiezas a sentirte un poco tensa porque tienes que pasar entre ellos. No quieres que te digan nada. Solo quieres llegar a la escuela. Entonces, pasas y te silban, te dicen lo bella que te ves hoy, y te cuentan cómo por ti hacen cualquier cosa. Tú sigues caminando, bajas un poco la cabeza. Cuando eso te pasa, a veces gritas o respondes que no pediste su opinión, pero cuando lo haces es peor, y te sientes más temerosa y amenazada. Así que por costumbre, y experiencia, prefieres callar y seguir a la escuela. Llegaste entera, y pareciera que eso es suficiente esta vez. Pero luego sabes que debes volver a pasar por ese mismo lugar, y que otra vez te van a comentar algo, o van a tratar de acercarse a ti, o comenzarán a seguirte mientras caminas a tu casa. Pasas el día planificando qué ruta tomar para no tener que ver a esos hombres otra vez, pero casi no tienes opciones, aun así lo intentas y caminas por la ruta más larga para evitar repetir la escena de la mañana. Entonces de nuevo, te topas con alguien y ese alguien te da miedo. Piensas que tal vez va a pasar lo mismo que con los demás, pero pasas por su lado, y no hace gesto, ni intenta detenerte, no te dice nada. En un breve momento, se encontraron casuales las miradas y, simplemente, le siguió el gesto de un saludo breve con la cabeza y una sonrisa cordial. Minutos después llegas a casa y ya te sientes más tranquila. No te acosaron en la tarde, nadie te molestó al caminar, pero, aun así, guardas algo de ese inicio del día en el que te sentiste amenazada. Sabes que al próximo día todo puede volver a pasar, y más. Las personas con las que te topaste “siendo esa chica” habitaban en el mismo país, en el mismo pueblo, y tenían muchos aspectos culturales en común. Aun así cada persona actuó de manera

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diferente y eso puede ser por muchas razones. Digamos que aquella persona con la que la chica se encontró de regreso a casa fue alguien que aprendió a relacionarse de maneras saludables en el ámbito social, en su comunidad, y en sus relaciones interpersonales. Los otros dos a los que se encontró en la mañana caminando a la escuela seguían el modo “cultural” predominante, y creyeron que no te hicieron ningún daño con sus comentarios no solicitados, pero te violentaron, porque te incomodaron. Te hicieron sentir avergonzada, con temor y vulnerable, sobre todo considerando que en tu país hay un Estado de Emergencia porque matan a las mujeres. Para poder estar a salvo, tuviste que tomar la vía más larga. Esa vez, eso pareció solucionar el problema, pero no sabes si lo resolverá mañana. Las personas que cometen feminicidios, que violan, que agreden sexualmente, que acosan, pueden comenzar con una palabra, con un gesto. Pueden comenzar siendo niños que ven y escuchan, internalizan, normalizan, reproducen y perpetúan al crecer una mala costumbre que no les parece nada más que la “cultura” sobre “cómo se debe tratar a las mujeres”. Quizás esa gente, esos niños, están en cualquier calle de Puerto Rico, y son la misma gente que piensa que está mal que maten a las mujeres, y hasta pueden ser los hijos de mujeres asesinadas los que sean víctimas también de la “cultura”. Quién sabe si esa gente que te perturba, cuando caminas siendo esa chica, defiende el Estado de Emergencia, y hasta habla de que hay educar. Pero aun así se resisten al cambio de cultura. No es sencillo para algunas personas, comprender las raíces de las violencias de género y cómo es que atraviesan nuestras maneras de relacionarnos. Sin embargo, no podemos con más silencio, tenemos que protegernos porque es cuestión de vida o muerte. Le hemos puesto apellidos a las violencias, y ahora nos toca nombrarlas. Así que es buen momento para decir que eso que llamas “cultura” tiene otro nombre: acoso.

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POLÍTICA Y SOCIEDAD

Amor en tiempos de Z Cielo Naara Ríos Camacho

Universidad del Sagrado Corazón

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¡ME IMAGINO! Pensarás que no pude haber seleccionado un título más clichoso para esta reflexión. Aseguro, en cambio, que mis palabras no serán tan poco originales como obsequiar chocolates de esa compañía explotadora en el famoso día de la capitalización del amor. Pinky promise. La Generación Z, como cualquier otra cohorte de edad juvenil, somos la excusa para criticar cambios transformadores. Nos señalan por: • nuestro apego a las tecnologías digitales (sin reconocer que el sistema de “aprendizaje” local nos las presentaron como una necesidad); • el spanglish (cuando la escuela nos inculcó “ventana, window, puerta, door” apenas habiendo aprendido a decir “te amo, mamá”); • porque exigimos mejores condiciones laborales (alguien que me explique por qué respetar la dignidad propia es un delito, por favor); • cuestionamos todo (de nuevo, ¿alguien que me explique?); • muches enfatizamos el uso de lenguaje inclusive (ahora sé que reconocer identidades diversas es criminal) … • en fin, ¿por qué no nos critican? Yo decidí acostumbrarme, aunque no resignarme, a todas estas imputaciones. No ando ensalzando a mi generación a capa y espada ni afirmando que llegamos a redimir al mundo. Sin duda, redirigir el rumbo de nuestras estrategias de vida es un asunto dependiente de la justicia intergeneracional. La misma implica amar en función de la valoración de la diversidad, al igual que entender cómo amamos. He aquí un hilo conector a la reflexión que nos quiero compartir hoy. A todas luces, deberíamos ser una generación antipática, cínica e indiferente. Nacimos en el umbral de la explosión de catástrofes de este siglo nuestro tan progresista, como si fuera poco. Desconocemos la integración social. Nos hablan de estabilidad económica y no nos tiene sentido. Hablamos el lenguaje de la austeridad, la inconsistencia de tanta promesa, múltiples crisis ambientales y dos anuncios apocalípticos en alrededor de menos de veinte años. Todavía creyendo en el colono Santa Cló y conocimos al IVU, la infame Ley 7, al gasoducto, los recortes al Departamento de Educación y de Salud… ¡qué no conocimos! Ya “grandes”, sin creer en el hombre blanco y su trineo, conocimos al feminicidio,

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la corrupción, la diáspora, los huracanes Irma y María, los terremotos, la pandemia… cualquiera nos diría que ni nos olían las azucenas. No intento presentarnos como mártires. Además, admito vergonzosamente, hay algunes quienes no simpatizan con los estragos de todas estas tragedias. Conozco quienes no se inmutan ante el chillido más desgarrador ni les daría el más mínimo remordimiento bañarse en hipocresía. Empero, les juro, que muches antagonizamos a este grupo: muches amamos. Amamos a distancia, porque la oferta académica y condiciones laborales en el archipiélago son tan precarias que nos tenemos que mudar a países distintos para estudiar y trabajar. El celular que tanto nos critican otras generaciones es, a veces, la única confirmación de que alguien nos reconoce en un planeta de 8 billones de personas en el que el resto parecen extrañes. Amamos con nuestra pasión por lo que estudiamos, aunque las tendencias del mercado insistan en que nos dediquemos a STEM y finanzas. Amamos la Educación, las Artes, al Trabajo Social, las Humanidades, la Enfermería y cualquiera de nuestras vocaciones fuera de las expectativas capitalistas neoliberales. Amamos con miedo, con incertidumbre y pensando dos pasos adelante para que la vida no nos sorprenda con más austeridad, pero amamos igual. Amamos creyendo férreamente en que podemos juntes todes redirigir al mundo a una vivencia más sostenible. ¡Creemos! Incluso cuando lo único que conocemos son promesas incumplidas y planes institucionales que nos avientan por el precipicio. ¡CONFIAMOS! Nos negamos a rendirnos cuando las limitaciones estructurales fundamentadas en el privilegio se ríen en la cara de nuestros esfuerzos. Confiamos en que, una y otra vez, podremos renacer y continuar resistiendo. Que conste, resistimos, no aguantamos. Eso de que somos la generación del “yo no me dejo” nos queda como anillo al dedo. Amamos sanando. Sanando traumas generacionales, las violaciones estructurales legadas y todas las acciones con las que hemos llevado al planeta al borde del colapso. Amamos con el miedo a fallar o que nos fallen, a que todo se desvanezca, de que todo sea una mentira. Amamos con el atrevimiento de afirmar que la inconsistencia general que vivimos no es el único modo de existencia. No somos la primera generación en hacerlo, no me cabe duda, pero somos la primera sin alternativa.

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Amamos reconociendo que tanta crisis, vorágine, cambio e inconsistencia nos ha calado hondo. Amamos respetando que hemos construido distintas formas de amar en una sociedad que poco ha ejemplificado al respecto. Amamos asumiendo responsabilidad de que muchas de estas formas no son las más saludables. Amamos con la voluntad de crear mayor responsabilidad afectiva que la que hemos aprendido. Amamos defendiendo la genuinidad y la intimidad de los momentos en un mundo regido por las redes sociales. Muches nos negamos a que la presión social por aparentar o evidenciar que nos va bien, la arrogancia o la posibilidad de ser figura pública erosione la calidad y profundidad de nuestras relaciones. Así, nuestro amor privado (pero no escondido), hace más ruido que cualquier notificación de red social. Amamos cultivando la esperanza. Incluso en un Archipiélago donde no podemos planificar más de dos semanas por los cambios de las Órdenes Ejecutivas. Un País que nos sorprende aumentando el costo de la energía y el agua como si esto fuera una partida de “Un, dos, tres ¡pesca´o!”. ¡Qué va! Continuamos esperanzades incluso cuando la vorágine socio salubrista del momento nos redefinió la rutina cuando apenas la habíamos dominado. Amamos aprendiendo y educando. Vivimos en una deconstrucción constructiva constante e imparable para con nosotres mismes y el resto. Compartimos lo que aprendemos para hacer de nuestra vivencia una más integradora para todes. Sembrar aprendizajes por los caminos que andamos es, para mí, de las formas más puras de amar. Espero que mi breve, aunque puntual, reflexión no caiga bajo los estándares estereotípicos de mi “generación de cristal” (que no tiene nada de frágil). Amar nunca es clichoso, nos aclaro. No todo lo común es banal y amar (particularmente en tiempos de Z) queda lejos de ello. Amar en tiempos de Z es nadar contracorriente, volar atravesando ráfagas, brillar en la oscuridad o en medio de la lluvia, germinar en tierra estéril; amar en tiempos de Z es vivir contra todo pronóstico. Por primera vez en mi vida vivo orgullosa de romper las reglas y de aventar el manual de instrucciones porque, si amar en mi generación es una revolución, soy la primera en la lista.

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POLÍTICA Y SOCIEDAD

Otra reflexión pertinente y todavía en la pandemia Martín Cruz Santos

Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey

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Han transcurrido dos años en un guiño de ojos pegados y con graves dificultades para despegarlos. En marzo de 2022 acudimos al intento por despertar después de un sueño prolongado y pesado que transmuta en marasmo insostenible. Prosiguen los tiempos de una pandemia ya baja en contagios, pero no en muertes, porque la muerte, aunque sea la de otra persona, es una pesadilla esperada. Cuando nos enviaron y fuimos al encierro salubrista nos equipamos con el temor, la mascarilla y el alejamiento físico. Aún no había vacunas ni antivacunas, al menos no en lo inmediato, pero sí en potencia. Tampoco sabíamos a ciencia cierta si saldríamos vivos de este destierro nada metafórico, porque estábamos aquí sin estarlo del todo y la esperanza se alejó de nuestro lado por el miedo al contagio y la soledad. Continuamos en vilo. Los decretos ejecutivos gubernamentales y sus facsímiles razonables en las instancias autodenominadas privadas, pero con vínculos simbióticos con el Estado, menguan en la ofensiva para cortar la transmisión del Virus, sin embargo, prosiguen robustos en la defensa del retorno a la normalidad. De la que nunca nos salimos, porque el orden establecido permanece en el desorden coyuntural. En cada paso hacia adelante proyectamos el anhelo por lo que pudo haber sido y no fue. Atrás queda el tiempo memorable selectivamente. El futuro será la prolongación del tapabocas, dado que el silencio enmudecido no arribó con la pandemia. Hubo un antes cuando el distanciamiento social no promulgado usaba ese antifaz estético para acompañarlo. Vislumbramos el final próximo de la actualización de una mal llamada gripe española que no conocimos personalmente y casi continuamos desconociéndola históricamente a juzgar por la repetición de las prácticas insalubres de ayer y hoy. Después de la tempestad viene la calma, reza el refrán. Pero ni siquiera en el Caribe antillano eso es verdadero en todos los casos. El huracán Irma precedió a María en septiembre de 2017. Tampoco lo es en Europa donde el COVID 19 desluce el dicho en la presencia de la batalla entre los intereses de los poderosos del mundo en el suelo ucraniano. Occidente y el resto del planeta -como es “normal” enunciar la secuencia de los planos geopolíticos- atisban el reacomodo de sus fuerzas debilitadas. Entre censuras, medias verdades o alternas y falacias reinician el desfile pospandémico mientras la muerte recorre el mundo entero sin hallar descanso. La muerte no viste con tapabocas ni guarda la debida distancia ni el estruendo de las explosiones le aterra. No tiene nada que perder. Compartí otra reflexión similar a esta hace veinticuatro meses en Cruce1. El ánimo esperanzador constituyó el ingrediente mayor contenido en el escrito. Enfoqué en el proceso de enseñanza y aprendizaje en tiempos de la pandemia. Posteriormente, en un escrito en coautoría con Cielo Naara Ríos Camacho 2, 1 Cruz Santos, Martín, Comparto una reflexión pertinente, Cruce: https://issuu.com/revistacruce/ docs/25_mar_2020, págs 6-9. 2 Ríos Camacho, Cielo Naara y Martín Cruz Santos, Contenidos y vacíos: reflexiones en torno a la educación en tiempos de pandemia. Cruce: https://issuu.com/revistacruce/docs/solsticios_-_ cruce_-_21_de_junio_2021, págs. 8-11.

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Cuarentena y expresión

volvimos a hurgar en el tema, aunque de un modo más crítico e inquisitivo a partir de las experiencias corroboradoras de nuestras sospechas: los cambios en los procesos de enseñanza y aprendizaje durante la pandemia miraban más hacia la supervivencia financiera de las instituciones universitarias que a las transformaciones académicas urgentes. La puesta al día es indicativa de la necesidad de un balance introspectivo buscado tímidamente temiendo a los desencuentros. Preferiría encontrar la construcción de otra normalidad, no la desgastada por ser recurrente en sus propuestas aparentemente inocuas. Sin embargo, aquí estamos de vuelta a la rutina agresiva del consumismo educativo. ¿A qué me refiero? ¿Qué significa para mí el regreso al consumismo educativo? Categóricamente: la reproducción cultural de saberes pertinentes por lo mercadeables y moldeadores de perfiles ciudadanos y profesionales apetecidos por determinados intereses económicos y políticos. El paradigma neoliberal aplicado a la institucionalidad educativa produce y reproduce esas “competencias” al igual que las órdenes, los planes, documentos y las evidencias; estrategias, parámetros y medidas; en fin, todo lo ubicable sobre un escritorio desatendido o que pueda ser archivado en alguna nube de ocasión, pero no sin antes ir a parar como obstáculos en medio de la ruta del proceso educativo. Aprender para la vida, probablemente, es contrapuesto a semejante montaje imaginario sin el cual, aparentemente, se nos va la vida. Sí, la perdemos, pero como consecuencia directa de la burocracia y el afán de lucro disfrazados de excelencia cualitativa y eficiencia cuantitativa.

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Solsticios

Mientras tanto, últimamente, en las calles de San Juan son habituales las manifestaciones de tantas personas de la clase trabajadora, la mayoría egresadas de instituciones de educación superior, a quienes los conocimientos adquiridos les condujeron al ejercicio de la profesión escogida y mal pagada. Aprendieron la profesión para salir adelante en la vida. No obstante, ambas están afectadas por las mismas adecuaciones del mercado que rige el proceder de las palpitaciones del corazón inclusive. No dudo que aprendieran a conformarse y someterse, según es recomendado para la buena salud de la economía de unos pocos, pero, en ocasiones desaprender es un imperativo categórico que subyace a las transgresiones que posibilitan la educación liberadora. Nuestros cuerpos vacunados y reforzados están listos para trascender la pandemia. No puedo decir lo mismo del quehacer educativo institucional. Al igual que el sistema económico debilitado, mirará hacia el pasado reciente donde podrá admirar, de modo narcisista, sus propios pasos. Trágicamente, el futuro es difícil de vislumbrar y construir cuando los ojos están puestos en la nuca y el presente es una repetición continua de novedades inventadas para seguir en lo mismo. Si hemos alcanzado la inmunidad, que no sea la del rebaño pasivo, sino la gramsciana en contraposición a los discursos eufóricos endulzados con mantras tales como “estamos mal, pero vamos bien”, “esto llegó para quedarse” y “reinventémonos”, entre otras muestras de las narrativas de la autoayuda emprendedora. Ahora más que nunca: pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad. Reflexionemos.

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ARTE

Abre los ojos Mike Rivera

Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Cupey

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ARTE

Sombra viral... Mayra R. Encarnación

Universidad de Puerto Rico, Recinto de Carolina

Javier Martínez Fotógrafo independiente

Fotografías - Javier Martínez / Versos - Mayra R. Encarnación 84 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


“Pasos detenidos en la sombra viral desnudas mi culpa deslumbras la hoguera del silencio”.

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“Busco oxígeno debajo de la epidermis por nacer”.

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“Enjuga la fiebre del viento en el ocaso de nuestros pasos”.

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“Suspiro tu sonrisa en la búsqueda perpetua de tu sensación primera. Descubro el océano de tu indiferencia”.

88 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


“No sé cómo recorrerte ni cómo aclamarte solo soy la guarida navegante de tu palpitación delirante”.

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“Voluntad de olvido respira tu silencio”.

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“Desaté mis pasos del suelo quebrado”.

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“Muerde este amanecer rociado de esperanzas efímeras”.

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“no sopla el viento la lluvia arrecia la hojarasca encubre tu paso silencio resuena en los habitantes desorillados”.

P.D. Un virus desvalijó mi ser y estar.

MAR 2022: RESISTENCIAS, FEMINISMOS Y OTRAS REFLEXIONES / 93


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