Perspectivas LGBTTQIA+ (edicion especial - version del 29 de noviembre 2021)

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29 de noviembre de 2021: Perspectivas LGBTTQIA+ Junta Editora: Roxanna D. Domenech { Directora Anto Gamunev Sonia Cabanillas Martín Cruz Santos María José Moreno Juan Carlos Fret-Alvira Carlos García Alexandra Pagán Vélez { Lectora externa Hugo R. Viera Vargas { Lector externo Junta Asesora: Sugelenia Cotto { Presidenta

Portada: “Dust your shoulders off” Anto Gamunev Montaje: Anto Gamunev

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Para colaborar: En Cruce publicamos artículos de investigación, reflexión; reseñas; notas de opinión; comentarios de textos; fotoensayos o arte plástico; entrevistas; textos creativos; y otro tipo de escrito que suponga un análisis o mirada crítica a la sociedad contemporánea. Toda persona que desee colaborar deberá enviar su artículo por correo electrónico, comprometiéndose a que dicho texto respeta las normas internacionales en materia de conflicto de intereses y normas éticas. Los escritos se someterán a estricto arbitraje y proceso de edición y corrección, por lo que la colaboración puede sufrir alteraciones, a menos de que se trate de un texto literario. Nos enfocamos en los siguientes temas: Política y sociedad: Los escritos de crítica sociopolítica presuponen colaboraciones de los diferentes saberes de las Ciencias Sociales, las cuales a través de principios o esquemas conceptuales o teóricos analizan y explican los fenómenos y estructuras sociales.

Letras: Los escritos literarios de autor (poemas, cuentos, dramas, fragmentos de novela, prosa poética…) que muestran la sensibilidad humana e inspiran a la creación. Asimismo, reseñas, críticas a textos literarios y otros acercamientos literarios o propiamente lingüísticos. Arte: Los escritos dedicados al análisis, el estudio y la presentación de todo aquello que comprenda al mundo cultural. Abarca la gestión cultural, la autogestión, los estudios culturales, la música, el arte plástico, movimiento escénico, danza, la cultura popular y el arte urbano, vistos preferentemente desde el prisma de la cotidianidad. La fotografía como narrativa visual que sirve para retratar la cotidianidad y la realidad social, y los acercamientos a la obra fotográfica de algún autor. Cine: Los escritos que analizan o reflexionan acerca del mundo cinematográfico y cómo se atiende desde lo visual los temas de relevancia contemporánea. Se aceptan formatos audiovisuales. Los derechos de las publicaciones son exclusivas del autor. Todas las colaboraciones y comunicaciones se harán al correo institucional de la revista editorescruce@uagm.edu

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Imágenes retrovirales en la lírica boricua del VIH y SIDA Daniel Torres

p.10

Notas sobre Space Sweepers Nancy Bird-Soto

p.16

Trabajo colaborativo- Perspectivas LGBTTQIA+ Mayra R. Encarnación, Marinés Guadalupe –“Lady L.”, Javier Martínez

p.18

Detonante [el bullying cibernético] Nellie Bauzá Echevarría

p.28

The Other She: Camp, Femininity & Internalized Homophobia in Netflix’s The Boys in the Band Melanie Ortiz Alvarez de la Campa

p.30

El hombre de mimbre Eïrïc R. Durändal Stormcrow

p.34

Las corillas de Bad Bunny Manuel Clavell Carrasquillo

p.44

MANipulations series IV Anto Gamunev

p.48

La viuda Yolanda Arroyo Pizarro

p.54

El futuro deportivo será feminista o no será Adli Mariann Cordero Espada

p.60

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ÍNDICE PRIDE // Laboratoria Boricua de VOGUE German Ayala Vázquez

p.64

La viuda de Rafael: visión panóptica de la expresión queer Nancy García Arriaga

p.74

Tía Julia Edgar Gabriel Ríos Salgado

p.82

DOSSIER - Campos discursivos

p.84

Feminicidios y estados de emergencia en Puerto Rico: un reporte a tres voces Madeline Román, Iris Rosario, Lina M. Torres Rivera

p.86

Fotoensayo Alan McAbee

p.106

Esto no lo podemos ‘gugulear’ Isabel Corti Soto

p.108

El retorno de Gallego: Dulce Santurce y Holy Puerta de Tierra Juan Carlos Fret-Alvira

p.110

Fotoensayo Alan McAbee

p.112

El amor está en la piel / La manzana de Adán / Infiel con la luna María Miguel

p.114

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Esta edición especial de Cruce se publicó originalmente durante el mes de julio en conmemoración de Pride 2021. Se lanza nuevamente en el mes de noviembre de dicho año a petición de nuestrxs lectorxs y colaboradorxs dado a una serie de contratiempos enfrentados con las plataformas que obstaculizaron el acceso a la edición y al trabajo de especialistas que exploran de modo crítico variados aspectos como: identidades LGBTTQIA+, expresiones artísticas y literarias desde diferentes vertientes, intersecciones e interseccionalidades, entre otros temas. Además, este número, que fue coeditado y montado por el profesor Anthony Gamunev, integra un importante dossier titulado Campos discursivos. Este examina la criminología y las diferentes manifestaciones de violencia, junto a asuntos de género y maternidad, y presenta diversos textos creativos. Ambas publicaciones proponen nuevas perspectivas dirigidas hacia la justicia social y la equidad. Perspectivas LGBTTQIA+ comienza con el ensayo “Imágenes retrovirales en la lírica boricua del VIH y SIDA” donde Daniel Torres analiza los poemas de Víctor Fragoso, Alfredo Villanueva Collado, Manuel Ramos Otero, Moisés Agosto Rosario, Eïrïc Rïchter Durändal StormCrow y Ángel Lozada y encuentra “imágenes retrovirales que expresan primero dolor y angustia, hasta llegar a una aceptación del VIH en su cuerpo”. Torres sostiene que estxs autorxs crean “una articulación de la carne en el verbo, y viceversa, a tono con los estudios subalternos, donde se busca explorar obras que hablen de lo que el canon tradicional de la literatura y el arte no han abordado hasta ahora” (p.11). Más adelante, Nancy García Arriaga comparte otro ensayo notable titulado, “La viuda de Rafael: visión panóptica de la expresión queer”. Como parte de su análisis, García Arriaga nos presenta varios planteamientos de parte de lxs teóricxs Judith Butler y Héctor Urnadeta, indicando que: …la teoría queer replantea las categorías de sexo y sexualidad a partir de los grupos marginados y de las sexualidades disidentes. A estos efectos, brinda como ejemplos las mujeres negras, los sujetos migrantes, los desclasados, así como, los homosexuales, transexuales e intersexuales. Urdaneta añade que lo queer centra las críticas en los esquemas falsamente naturalizados de la heteronormatividad obligatoria, como se evidencia en la novela a partir de la familia de Rafael… (p.84) Asimismo, esta edición especial contiene dos reseñas muy interesantes de películas actuales Space Sweepers y The Boys in the Band. Nancy BirdSoto escribe “Notas sobre Space Sweepers” y Melanie Ortiz Alvarez de la Campa, “The Other She: Camp, Feminity and Internalized Homophobia in Netflix’s The Boys in the Band”. Entre los demás textos se encuentran dos columnas críticas, una de parte de Manuel Clavell Carrasquillo y otra de Adli Mariann Cordero Espada. Clavell nos presenta “Las corillas

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de Bad Bunny” y Cordero “El futuro deportivo será feminista o no será”. Ambxs nos exhortan a (re)pensar cómo definimos los procesos liberadores y a educarnos con perspectiva de género.

En esta ocasión concluimos con un dossier que expone un informe significativo “Feminicidios y estados de emergencia en Puerto Rico: un reporte a tres voces” por Madeline Román, Iris Rosario y Lina M. Torres Rivera. Las autoras sometieron dicho documento a la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología (ALPEC) el 15 de junio del 2021 y analizan “los imaginarios punitivos en Puerto Rico centrado en los asuntos de género con la intención de problematizar cómo los campos discursivos feminista y criminológico crítico no han conversado mucho”. El dossier también contiene una serie de fotografías de Alan McAbee, tres poemas de María Miguel y dos reseñas de publicaciones recientes. La primera reseña es de la autoría de Isabel Corti Soto quien nos describe la pertinencia del libro Matertransmutar por Adli Mariann Cordero. Por otra parte, Juan Carlos Fret-Alvira nos narra el último libro del poeta José Raúl Gonzalez Rodriguez (mejor conocido como Gallego), Dulce Santurce y Holy Puerta de Tierra. Gracias a su interés en los temas de critica socio-cultural contemporánea que desarrollamos, sus lecturas, colaboraciones y apoyo compartimos con ustedes esta aclamada edición especial. Les exhortamos a que continúen cruzándose con nosotrxs y a estar atentxs a nuestras convocatorias, publicaciones y actividades en https://issuu.com/revistacruce.

NOTA EDITORIAL

Además, este número cuenta con varias expresiones artísticas, entre ellas: cuatro cuentos, una colaboración poética y fotográfica, al igual que diseño gráfico. Nos honra contar con cuentos de escritorxs reconocidxs como Yolanda Arroyo Pizarro quien nos comparte “La viuda” y Eïrïc R. Durändal Stormcrow con “El hombre de mimbre”, junto a otros dos cuentos de la autoría de Nellie Bauzá y Edgar Gabriel Ríos. Por su parte, Mayra Encarnación, Marinés Guadalupe – “Lady L” y Javier Martínez nos presentan un trabajo colaborativo que integra poesía, fotografía y performance. La edición incluye el arte de Anto Gamunev y Germán Ayala Vázquez. Gamunev presenta la cuarta parte de su serie “MANipulations” y Ayala Vázquez un fotoensayo titulado “Pride//Vogue”.

Cordialmente, Roxanna Domenech Cruz, directora Revista Cruce División de Artes Liberales editorescruce@uagm.edu

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Celebramos la lucha contra un sistema que persigue a personas no normativas. The first pride was a riot. June 28, 1969

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LETRAS

Imágenes retrovirales en la lírica boricua del VIH y SIDA Por: Daniel Torres

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Al analizar los poemas de Víctor Fragoso, Alfredo Villanueva Collado, Manuel Ramos Otero, Moisés Agosto Rosario, David Caleb Acevedo Eïrïc Rïchter Durändal StormCrow (el tachado del primer nombre es la manera como este autor se ha autonombrado) y Ángel Lozada encontramos imágenes retrovirales que expresan primero dolor y angustia, hasta llegar a una aceptación del VIH en su cuerpo. Por imágenes retrovirales entendemos la articulación de la carne en el verbo de los poetas por medio de la cual, como el retrovirus del SIDA se apodera de sus células, su palabra también se contamina de esta infección. Hablar de ello, escribir poemas y hacer arte con la experiencia humana es uno de los modos en que estos poetas lidian con su situación de seropositivos. Podríamos dividirlo en dos vertientes generales, la rabia de una primera etapa (Fragoso, Villanueva Collado, Ramos Otero), y lo que he dado en llamar la caravana de la esperanza (Moisés Agosto Rosario, David Caleb Acevedo Eïrïc Rïchter Durändal StormCrow, Ángel Lozada), para dar paso a una poesía retroviral en la cual se habla de la infección del VIH y la afectación del SIDA. Es una articulación de la carne en el verbo, y viceversa, a tono con los estudios subalternos, donde se busca explorar obras que hablen de lo que el canon tradicional de la literatura y el arte no han abordado hasta ahora. Las imágenes retrovirales se hacen eco del reclamo de Paco Vidarte (2007) en su Ética marica: Si algo así como una Ética LGBTQ es pensable y deseable, ha de partir del hecho de que la lucha contra la homofobia no puede darse aisladamente haciendo abstracción del resto de injusticias sociales y de discriminaciones, sino que la lucha contra la homofobia sólo es posible y realmente eficaz dentro de una constelación de luchas conjuntas solidarias en contra de cualquier forma de opresión, marginación, persecución y discriminación. (169) El poeta Alfredo Villanueva Collado nos dice lo siguiente: “El sida ha permeado mi vida, quizás por eso he durado tanto. A este poema de Pato salvaje (1991) nadie le ha hecho caso, pero es exactamente la decisión que tomé cuando el diagnóstico de Víctor Fragoso (y de otros cuantos)”. El poema retroviral “DIJO EL AMOR” de Villanueva Collado sirve para iniciar este análisis. Más arriba cité parte de un correo electrónico que me

envió Alfredo cuando le consulté para este trabajo, poco antes de su muerte, y reitera la emoción particular que la condición de ser seropositivo transfirió a las letras de sus versos, donde no es el sexo ni el intercambio de fluidos sino el AMOR, así con mayúscula, el que le toca e invita, por medio del cual el hablante le da la bienvenida a la infección por VIH en su ser y está dispuesto al reto que lo lleva hasta enfrentarse con el sida y la posibilidad de su muerte. Se trata de Eros/Tánatos (Amor/Muerte) como paradigmas posmodernos para el estudio del poema retroviral. No debemos olvidar que Villanueva Collado fue vecino en Nueva York de Víctor Fragoso, uno de los primeros poetas boricuas en ser portador del VIH y sida en su cuerpo y en sus letras. Cuando muere, me comentan las poetas Vanessa Droz y Lilliana Ramos Collado, amigas personales de Fragoso, “no sabíamos que había muerto de sida”. Se intuye este hecho en sus trabajos sobre este tema, en Fragoso, y como he apuntado en Verbo y carne en tres poetas de la lírica homoerótica en Hispanoamérica (2005) sobre Ramos Otero, en El libro de la muerte (1985) primero, y luego en Invitación al polvo (1991), hay una “metáfora silenciosa” que prefigura lo que sería la epidemia y luego la pandemia (65). Lilliana Ramos Collado (2014) en su reseña de la Poesía reunida de Fragoso ha equiparado su trabajo con “una orgía de ángeles” (citando un verso de El reino de la espiga, 1974): “desde la ‘carne del poeta’ hacia la ‘carne del mundo’ se mueve esta poesía que, precisamente por su amor a las islas, se ha empeñado —en su ‘orgía de ángeles’— a disolverlas, a abolirlas” (Ramos Collado, 2014, párr. 8). La isla se erige como alegoría y límite del sujeto poético y “símbolo primordial” de la poesía de Fragoso en Ser islas/Being Islands (1976) (Ramos Collado, 2014, párr. 6). Rubén Ríos Ávila (2014) en “El ser isla de Víctor Fragoso” declara que hay un imperativo en sus dos libros que se expresa en la siguiente máxima: “el deseo descoloniza” (Ríos Ávila, 2014, párr. 4). Esto mismo comenta Lissette Rolón Collazo (2015) en su Borrador de auto-ayuda queer y otros ensayos raritos: “es importante educar para la libertad y erradicar toda forma de colonialidad que aqueje nuestras prácticas ciudadanas” (75). Estos sujetos diaspóricos boricuas en el sexilio de Nueva York (Alfredo, Víctor y Manuel) son tres de las primeras voces descolonizadas junto con el escritor norteamericano Paul Monette en sus memorias Borrowed Time: An AIDS Memoir (1988) y Becoming

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“Hasta que el virus nos separe, 2011” - Néstor Millán (Impreso digital de gelatina de plata manipulada sobre papel de acuarela / 25 x 42” / Colección Museo de Arte de Puerto Rico)

a Man: Half a Life Story H(1992) que hablan sobre el impacto en la comunidad LGBTQ de los años 80 y el llamado cáncer gay. En la serie televisiva de la cadena ABC, When We Rise, se documenta parte de este período tanto en Nueva York como en San Francisco, así como lo hace en Londres la serie británica reciente de la BBC, It’s a SIN. En San Juan de Puerto Rico y en “Niuyol” se ha cifrado a través de la poesía boricua. Poemarios pioneros como Poemas de lógica inmune (1991), de Moisés Agosto Rosario y Joey Pons, son de las primeras expresiones que se dan en nuestro medio para tratar de explicar la hecatombe de la tragedia a través de la literatura. He aquí otro lamento en el poema de Villanueva Collado, “DIJO EL AMOR”: “Vale tu espalda /cuando te dirijas / a la casa pequeña. / Impacientado / por los que sufren /o están por sufrir” (30). Es la tumba o la urna de las cenizas, la idea de la muerte en el poema como una sentencia. Alberto Sandoval Sánchez en su poemario Nueva York Tras Bastidores/New York Backstage (1993), hacía una advertencia al respecto: “Me niego a escribir otra representación… de una persona con SIDA en un cuarto de hospital. Tenemos que abandonar esto, necesitamos nuevos espacios. No llamo a esto negación. Es solo que odio el teatro realista” (1). Sigue siendo un espectro monstruoso como parte de esa “metáfora contagiosa” o la “horrible ternura” de la que habló Manuel Ramos Otero en Invitación al polvo. La condición de VIH y sida, así como la infección, se apodera de un cuerpo, por medio de enfermedades oportunistas y al ser ésta una infección

tipo síndrome, es decir, un conjunto de enfermedades que actúan juntas debido a la disminución de células cd4 y cd8, llamadas células auxiliares ocasionadas por el virus de inmunodeficiencia humana, es esa “metáfora contagiosa” de la que habla Manuel en su poema atacando a una de las primeras teóricas, Susan Sontag, que habló del sida como una metáfora. El poeta corrige a la teórica y equipara ese “tumor de moda” a un recurso artístico posmoderno, como lo fue la tuberculosis en la historia literaria del movimiento del Romanticismo, con La dama de las camelias de Alejandro Dumas, hijo, en su versión cinematográfica con la diva Greta Garbo y el galán Robert Taylor. Ramos Otero siempre hace referencia en su literatura a otras manifestaciones culturales como la arquitectura de Nechodoma en San Juan, en El libro de la muerte, y al cine en su famoso cuento “Hollywood memorabilia” de Concierto de metal para un recuerdo y otras orgías de soledad (1971). “Las epidemias nos poblaron de amor / nos infectaron de sorpresas / con imágenes de muertes invisibles. / El amor se pobló de epidemias. / Infecciones recorrieron mi casa” (75), dice Moisés Agosto Rosario en el poema retroviral “1/23/96” de Inmunología poética (2010), a tono con lo que nos corroboran hasta ahora Alfredo Villanueva Collado, Víctor Fragoso, y Manuel Ramos Otero. Para Agosto Rosario el “Deterioro o desalojo de la piel / costumbre por tres horas a la dicha / o interpretación del hombre que se enferma” (60), en el poema “1/5/95” en la sección “Polaroids {1991-1996}” documenta por medio de imágenes instantáneas, y

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Otero para describir con crudeza la serie de síntomas de la infección por VIH, ese Calvario que enumera de afecciones y molestias que no le permiten escribir, pero del que escribe y describe con profusión de detalles. Es por esto que el poema “Nobleza de sangre” se erige en esta muestra de imágenes retrovirales como un centro de gravedad y centro solar desde el cual, y hacia el cual, gravitan los otros poemas, porque Invitación al polvo sigue siendo una pieza esencial en la lírica boricua del VIH y sida. En David Caleb Acevedo Eïrïc Rïchter Durändal StormCrow, por otra parte, tenemos una celebración en medio del desastre, y contra viento y marea, una afirmación de vida sobre la muerte, por sobre todas las cosas, en el poema “Manietario (Manual de manos)” del libro Pie forzado (2017). Ya en Diario de una puta humilde (2012) y en Hustler Rave XXX: Poetry of the Eternal Survivor (2013), el escritor hablaba de cómo se infectó con el VIH en ese período oscuro de su vida cuando tuvo que prostituirse para sobrevivir, y seguir pagando sus estudios universitarios. Con la promesa del deleite erótico en medio de la catástrofe y ese acto de “florecer entre los cadáveres que nos han dejado” (37), en el poema “Manietario (Manual de manos)”, como recurso de película de ciencia ficción en la cual se renueva el planeta después de una destrucción posible, Caleb Acevedo Durändal StormCrow apuesta otra vez a la esperanza que vimos antes en Agosto Rosario y que se hace eco en las palabras de Sandoval Sánchez y, más adelante, en Ángel Lozada. Diferente a Ramos Otero, quien sucumbe ante la enfermedad infecciosa en su cuerpo,

Manuel Ramos Otero

a la manera de un diario poético con fechas precisas, el progreso de la infección en su cuerpo, y reflexiona sobre el veneno que fueron al principio muchos de los medicamentos que se prescribieron para detener el desorden celular que provoca el VIH en el cuerpo: “AZT Antídoto Zeleste del Tirano… / ddC droga ante la dicha del Carajo… / 3TC tres territorios carcomidos” (60). Pero el hablante lírico se levanta y acepta el reto que hace Villanueva Collado en “DIJO EL AMOR”, y hacia el final del poemario declara: “Con el cuerpo y las memorias / una epidemia puede / construir un mundo”, en el poema “2/21/96” (89). En medio de toda esa Inmunología poética se abre una puerta a la esperanza por medio del verbo “construir” que evoca el proceso de “crear” otro mundo posible, en el que se pueda vivir y lidiar dignamente con la infección. En el poema anterior, en “2/2/96”, ya había dicho: “La muerte se ha tornado redundante y polvorienta, / literaria para algunas cosas, / macabra para otras” (88), porque después que las víctimas de la pandemia se preparan para morir, renacen en la posibilidad de un tratamiento que les alargue la vida con los inhibidores de proteasa. Dicho de otro modo, hay que superarla, hay que ir más allá de esa “metáfora contagiosa” ramosoteriana. Agosto Rosario declara directamente: “La epidemia nos pobló de querencias, de urgencias / nos llenó de palabras” (75), porque la poesía también salva. En su libro de cuentos Plagas del deseo (2012) explora muchas de estas palabras que menciona en estos versos donde ha hecho de su literatura un espacio en el cual expresar su condición de seropositivo como una estética, una extensión deliciosa de su arte y su corporalidad. Nadie como Manuel Ramos

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a estos poetas les toca vivir en tiempos de resistencia a manos de la ciencia que ha podido extender sus vidas, por medio de un tratamiento de medicamentos antiretrovirales, porque ellos han vencido la barrera del tiempo desde la poesía y han podido vivir y sobrevivir con la presencia del retrovirus en su organismo, y la palabra ha sido la extensión de esa resistencia poética: “porque ahora somos tú, yo, tus parientes de cama, los míos, / nuestro hermoso virus, tus medicamentos, los míos… / Esta noche se puebla nuestro laberinto de sábanas, el piso de la cocina, / en donde me abro para recibir la unción / de tu tercera mano” ( 37-38), como dice Caleb Acevedo Durändal StormCrow a partir del verso “Tengo VIH”, verso que es tanto una afirmación como una aceptación, además de un “pie forzado” para que el lector complete cortazarianamente y participe reescribiendo o elaborando el poema a la manera del salto de la Rayuela. En algunos textos hay espacios en blanco para que quien lea reescriba y complete los versos. El carácter ceremonial que habíamos comentado en la lírica de Ramos Otero se repite en “Manietario (Manual de manos)” porque la voz levanta la mano en acto de unción sobre la cara del amado y anuncia que esta noche habrá “manos/ dedos/huellas de uñas/que surcarán el sida de nuestras heridas” (37). Y el reclamo y la polémica que son parte de la poética de Caleb Acevedo Durändal StormCrow denuncia que el virus “no debería tener voz”, no debería existir más allá de esos “manuales de modales para hablar del sida” (38). Otra vez la palabra “unción” en un acto ceremonial, con una “tercera mano”, el acto de la penetración, el hecho de abrirse. Hay una conciencia de su condición de seropositivo sin que ello impida seguir disfrutando del sexo y el amor como una consigna, por encima de la moral y las buenas costumbres al “ponerlo en palabras” (38), al nombrarlo. Cierro estas breves reflexiones con un narrador que también es poeta, con Ángel Lozada, autor de dos novelas inolvidables, La patografía (1998) y No quiero quedarme sola y vacía (2006, 2017) en edición restaurada. En El libro de la letra A (2013) escribe poemas en prosa donde da testimonio de su condición de VIH en un poemario místico que reflexiona sobre las deidades africanas renacidas en nuestro Caribe con las prácticas religiosas de la santería. Usando la metáfora del ángel, como su mismo nombre indica, hace un recorrido por los avatares del paciente de VIH y sida, así como Ramos Otero en su momento o como también

lo hizo Caleb Acevedo Durändal StormCrow en una crónica sobre los “Aeropuertos tropicales”, sobre su viaje a La Habana, en la que habla de lo difícil que se le hace encontrar dónde ir al baño dignamente. Lozada, por su parte, se queja del poco acceso a un tratamiento justo en Puerto Rico en el Centro Latinoamericano de Enfermedades de Transmisión Sexual (CLETS) del Centro Médico de Río Piedras, en la novela No quiero quedarme sola y vacía: CLETS: Pero si eres puertorriqueño te espera algo más espeluznante que la muerte: la Loca sabe que lo peor que te puede pasar no es la vejez ni la lipodistrofia ni el SIDA ni la indigencia. Hay algo más siniestro que te tiene preparado la Patria: que tengas que morir lentamente siendo atendido en el Centro Médico de Río Piedras… Es el principio de la profundidad del infierno en todas sus fases. (p. 108) Y en otro pasaje recontextualiza esta imagen del enfermo de VIH y sida en la cama de un hospital, en el momento que ve un amanecer en Manhattan en el poemario El libro de la letra A: En los brazos de la muerte y desde las nubes vi la salida del sol. Nada más necesité para seguir estar-siendo. Ella no era terrible, al contrario. La acompañaban las flores. Era más radiante que la Luna y que cualquiera de las estrellas. Fue la contemplación de su amanecer una mañana, la que me obligó a vola-quedarme. Jamás la había visto. Había estado-sido-encerrado-enterrado en aquellos apartamentos sucios, donde los esclavos moribundos del Siglo XXI duermen. (26) En conclusión, Fragoso, Villanueva Collado, Ramos Otero, Agosto Rosario, Caleb Acevedo Durändal StormCrow, y Lozada exploran en su lírica: articular la carne en el verbo poético y en las imágenes retrovirales. En todos ellos el lenguaje coincide con la aparente sencillez de la imagen retroviral que convoca “Hasta que el virus nos separe” (2011), como el título de la pintura de Néstor Millán: la voluntad de hablar claramente y aceptar la infección por VIH y la afección del sida sin tapujos de ninguna clase.

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Obras citadas:

backstage. Santiago: Cuarto Propio.

Agosto Rosario, M. (2010). Inmunología poética. San Juan: Editorial Tiempo Nuevo.

Torres, D. (2005). Verbo y carne en tres poetas de la lírica homoerótica en Hispanoamérica. Santiago de Chile: Cuarto Propio.

--------. 2012. Plagas del deseo. San Juan: Terranova Editores. Agosto Rosario, M. y Pons, J. (1991). Poemas de lógica inmune. San Juan: Publivisiones Pons.

Vidarte, Paco. (2007). Ética marica. Barcelona: Egales Editorial.

Caleb Acevedo, David Durändal StormCrow, E. R. (2017). Pie forzado. San Juan: Ediciones Aguadulce.

--------. (2017). “Trompadas trumpianas”, poemas inéditos.

Villanueva Collado, A. (1991). Pato salvaje. San Juan: Arcas.

Moisés A

--------. (2017). “Aeropuertos tropicales” (crónica). Latin American Literature Today. Norman, Oklahoma. Recuperado de: http://www.latinamericanliteraturetoday.org/es/2017/april/ aeropuertos-tropicales-de-david-caleb-acevedo --------. Diario de una puta humilde. (2012). San Juan: Erizo Editorial. Caleb Acevedo, D. y Vázquez, C. (2013). Hustler Rave XXX: Poetry of them Eternal Survivor. New Jersey: Lethe Press.

gosto Rosa

Fragoso, V. Poesía reunida. (2012). San Juan: Erizo Editorial.

rio

Foucault, M. (1993). Historia de la sexualidad (1. La voluntad del saber). Traducción del francés de Ulises Guiñazú. México: Editorial Siglo XXI. Lozada, Á. (2013). El libro de la letra A.New York: Sangría Legibilities. --------. No quiero quedarme sola y vacía. 2017. San Juan: Editorial La Tuerca. Museo de Arte de Puerto Rico. (2013). “Néstor Millán”. San Juan, Puerto Rico. Recuperado de: http://www.mapr.org/en/museum/ proa/artist/millan-nestor Ramos Otero, M. (1985). El libro de la muerte. Cultural/Waterfront. --------. 1991. Invitación al polvo. San Juan: Editorial Plaza Mayor. --------. 1971. “Hollywood memorabilia”. Concierto de metal para un recuerdo y otras orgías de soledad. San Juan: Editorial Cultural ,1971.

Ríos Ávila, R. (2014). “El ser isla de Víctor Fragoso”. 80 grados. San Juan, Puerto Rico. Recuperado de: http://www.80grados.net/ el-ser-isla-de-victor-fragoso/

Víctor Fra

Rolón Collazo, L. (2015). Borrador de auto-ayuda queer y otros ensayos raritos. Cabo Rojo, Puerto Rico: Editora Educación Emergente, Inc.

goso

Ramos Collado, L. (6 de enero de2014). “Orgía de ángeles: Víctor Fragoso”. San Juan, Puerto Rico. Bodegón con teclado. Recuperado de: https://bodegonconteclado.wordpress. com//?s=V%C3%ADctor+Fragoso&search=Ir

Sandoval Sánchez, A. (1993). Nueva York tras bastidores/New York

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LETRAS

Notas sobre Space Sweepers Por: Nancy Bird-Soto

Cuando un grupo de rebeldes en el 2092 lo arriesgan todo por salvar a una niña, estamos en un universo que ha superado—o está por superar—el androcentrismo. La gentrificación de Marte a costa de les habitantes del planeta Tierra, es una distopía que el largometraje Space Sweepers (Dir. Sung-hee Jo, 2021)1 resiste, rechaza y, hasta cierto punto, previene. El villano de la película es, precisamente, el Dr. James Sullivan, un hombre que encarna todos los atributos del settler-colonialism, y quien se ha revestido de cinismo y ansias supremacistas para reprimir sus miedos y debilidades. Dar el todo por “Dorothy” y llevar a Sullivan a una encerrona mortal, se vuelve el foco de la tripulación de la nave Victory. Más aún, esta es una producción multilingüe, quebrando así el dominio anglocéntrico tan común en los géneros especulativos.

personas por las decisiones que toman cuando no tienen absolutamente nada.2 El tema de la familia encontrada (found family) se asienta en la trama, lo que nos trae a la mente la misión de Din Djarin con Grogu (alias, Baby Yoda) en las primeras dos temporadas de The Mandalorian.3 La tripulación de la nave Victory—Taeho, Captain Jang, Tiger Park, y Robot/Bubs— como figuras de resistencia desde la marginalidad impuesta en ellas dan el todo por el todo con el propósito de salvar a “Dorothy” quien es Kot-nim, una niña con propiedades que bien pueden sanar la naturaleza en la Tierra, por lo que Sullivan la quiere destruir por ser una “bomba”. El que una niña sea motivo de arriesgarlo todo, y que a su vez tenga tal poder restaurador, es significativo, pues así la película se aparta del androcentrismo mesiánico tan arraigado culturalmente.

En su reseña de Space Sweepers, Emmet Asher-Perrin resalta el comentario sociológico de la película, al notar que la misma aborda injusticias sistémicas, la pobreza y la desesperación, y la tendencia a culpar a las

Otro acierto es que, junto al enfoque en Kot-nim y lo que ella representa como antídoto a todo lo asociado con la gentrificación y la supremacía abonadas por personajes como Sullivan, la tripulación se compone

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de figuras complejas. Son personajes con pasados y futuros de diversos matices en cuanto a sus papeles en el universo distópico que les ha tocado navegar. Robot/ Bubs, en particular, es un personaje que ha sido programado como masculino, pero esto no impide que “Dorothy” la vea—la entienda—como una personaja, vocablo avalado por la escritora mexicana Libia Brenda. Como destaca Asher-Perrin, Kot-nim entiende a Bubs innatamente como mujer, incluso cuando el resto de la tripulación aún no se da cuenta del error en su programación.4 Así pues, Space Sweepers, co-escrita por Jo Sung-hee, Yoon Seung-min, y Yoo-kang Seo-ae, es tanto una entretenida oferta especulativa y una memorable subversión del anglocentrismo, el cinismo, el machismo y la transfobia. Al presente, esta película se puede conseguir vía Netflix. 1

Título original: Seungriho. https://www.imdb.com/title/tt12838766/

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Paráfrasis y traducción mía: “It’s about systemic injustice, about poverty and desperation, and how we blame people for the choices that they make

when they have nothing at all.” https://www.tor.com/2021/02/08/space-sweepers-might-be-the-best-sci-fi-blockbuster-of-the-21st-century/ 3 4

https://www.tor.com/2021/02/23/this-is-the-way-fanaticism-and-found-family-in-the-mandalorian-and-she-ra/#more-633401 “Bubs is not male despite that coding—she’s been saving up her money to get a female ‘skin’ for herself. This is something that Kot-nim sees and

understands innately, calling her ‘lady’ without ever being told, much to Bubs’ delight. The kid simply perceives it while the rest of Bubs’ shipmates presume ‘he’ pronouns because she’s not yet comfortable telling them differently” (Asher-Perrin, 2021).

Space Sweepers trailer

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LETRAS

Trabajo colaborativo- Perspectivas LGBTTQIA+ Por: Mayra R. Encarnación (poeta), Marinés Guadalupe –“Lady L.” (escrito y protagonista de la secuencia fotográfica), Javier Martínez (fotógrafo)

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Piel mudada

Mayra R. Encarnación Devoré las ansias por mudar de piel desde la aventura de la sombra hasta el aborto de la ocasión tierra descompasada por la respiración

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Devoré las ansias de ser sustancia primaria gané el olvido de la memoria el desafío de la risa la soledad del perdón Devoré las ansias de ser aliento sostenido enredadera sin principio ni fin infinitud de los caminos desborde subterráneo de fluidos desencarnados

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Ensueño

Mayra R. Encarnación I Silencio callada orilla de la nada vociferante gemido del universo subrayas el camino deshabitado por los sinsabores resguardados no sopla el viento la lluvia arrecia la hojarasca encubre tu paso silencio resuena en los habitantes desorillados retuerce la inquietud silencio víbora de los ensueños

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II Desaté mis pasos del suelo quebrado (Camino por las sombras) Por cada despertar, un aposento de falsedad (Sombras de inequidad) Cuerpo colonizado desde el útero materno Paso a paso Paso a paso Descubro la muerte de la isla que me habita (Sombras enlutadas) ¿Quién define mi ser y estar? Soy un cuerpo colonizado.

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Vendaval

Mayra R. Encarnación Destellas horizonte sin labrar embebida en la sequía del ocaso Irradias sombras ajenas en cuerpo desarmado Desenmascarada, regresas al útero sostienes la verdad desinflas lo aprendido caminas corres floreces inmovilizas tu paso Buscas tu reflejo en la tierra fecunda El vendaval de tu mirada reverdece la senda P.D. Las aguas turbias no arrastran el vendaval en la magnitud de tu pupila.

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Clase C

“Lady L”- Marinés Guadalupe (Para ser leído en voz alta) Soy de clase C. Me he convertido en el premio, la tercera opción. C de consolación. El gracias por intentarlo. Soy las estrategias utilizadas en la televisión. Soy yo. C, casi casi considerada. El recuerdo entre lo perdido en la ausencia. Casi B, nunca A. B, de bastan las atenciones insuficientes. Casi perdida entre la nada y el todo. Soy de clase C.

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Lamentablemente, no te fijaste. Soy de clase C. Al parecer no te percataste que la 3era opción es la que te piensa desde el inicio de su mañana. Que el premio de consolación es una masa humana caminante amándote.

Lamentable que para otros… soy el A. De ámame con locura abrázame hasta la madrugada aquí estoy pa’ quedarme en ti. Dejé de ser su opción C pa’ ser mía siempre.

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LETRAS

Detonante

(el bullying cibernético)1 Por: Nellie Bauzá Echevarría

Detonante [el bullying cibernético)1 Por: Nellie Bauzá Echevarría

1 Este cuento fue publicado el 25 de mayo de 2021 en https://elpostantillano.net/index.php?option=com_content&view=article&id=27364:detonante-el-bullying-cibernetico&catid=293&Itemid=1002

28 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Tras la muerte de la joven hija de una amiga se cuestionó ¿cuál había sido el detonante que la llevó a tomar esa fatal decisión con apenas diecinueve años? A esa edad se supone que uno es feliz y no tiene problemas. A esa edad se comparte con amistades, se trazan metas, uno se enamora y desamora fácilmente. A esa edad no hay tiempo para pensar en la muerte porque simplemente se vive. Pero ese no fue el caso de la hija de su amiga a quien quería como si fuera suya.

que te comenté que tu hermosa hija era lesbiana, pero te negaste a aceptarlo. Y quién carajo eres tú para opinar sobre la sexualidad de mi hija. Soy quien más te conoce, porque te casaste para complacer a tus padres, sabiendo que estabas enamorada de mí. Para colmo, se te ocurrió la idea de que fuera tu madrina de bodas. Coño eso no se hace porque sabes que te amaba.

No quiso comunicarse con Maricarmen porque no sabía cómo podía abordarla; era su única hija y acababa de perderla. Sorprendentemente, fue ella quien la contactó, porque deseaba saber qué puede ser un detonante para que una joven tan llena de vida, decidiera ponerle fin a su existencia. Ángela sabía por qué su amiga la llamaba y la dejó desahogarse; primero fueron palabras de rabia, luego de dolor e impotencia y al final, de aceptación.

Hubo un silencio sepulcral porque Ángela tenía razón. Era una infeliz en su matrimonio. Sí, ella sabía cuáles eran las inclinaciones de su hija. Comenzó a sospecharlo cuando una amiga de la universidad empezó a visitarla todos los días en la casa, supuestamente para hacer tareas. Se encerraban en el cuarto y estaban horas estudiando. Lo mismo hacía ella y Ángela, cuando eran universitarias; buscaban cualquier excusa para estar juntas. Luego vino la pandemia y el distanciamiento físico. Su hija y su amiga se comunicaban a diario por Whatsapp e intercambiaban fotos por Instagram. Precisamente, su padre vio una foto que circuló en las redes donde su hija se besaba en la boca con su amiga. Él explotó en cólera y la confrontó. Ella le contestó que sí, que era lesbiana y que su amiga era su pareja. El hombre le dio dos bofetadas en la cara y ella miró a Maricarmen que se mantuvo callada. En voz alta y llorando le dijo: “lo más que me duele es que no sepas defenderme; Ángela, tu Ángela, lo sabe todo porque confío más en ella que en ti.”

Por favor, dime cuál puede ser un detonante para que una persona opte por suicidarse cuando lo tiene todo. Me consta que lo intentaste una vez. Maricarmen, primero hay que saber que la depresión es una enfermedad mental y emocional real. Me habías comentado que tu hija sufría de estados depresivos. ¿Buscaste ayuda? ¿La llevaste a un psicólogo a un psiquiatra? Claro. Estuvo en tratamiento con profesionales de la salud mental como tú, que llevas años en esas consultas. ¿La acompañabas, hablabas con los médicos, vigilabas que se tomara los medicamentos? Ángela sabes que no es fácil hablar de esos temas y más cuando tu esposo piensa que los que visitan un psiquiatra son locos. Quiere decir que tu marido no hablaba del tema, porque lo avergonzaba tener una hija con depresión. Exploraste qué la deprimía. Quizás el aislamiento social, la soledad, que un novio la rechazara, que fuera lesbiana. El rostro de Maricarmen cambió de color y se notaba que estaba tensa. Miró a su amiga retándola y pronunció: Acaso afirmas que mi hija era lesbiana. Sabes algo que no quieres decirme. Maricarmen, tienes memoria corta, hace años

Un buen día, comenzó el acoso cibernético; la foto del beso circuló por las redes sociales y los que ella creyó que eran sus amigos, fueron los primeros en divulgarlas. Recibía mensajes groseros donde la tildaban de pata y eso le destrozaba el corazón. Por eso, se refugió en Ángela, la amiga de su madre y le confesó todo lo que estaba viviendo. Esta decidió hablar sobre el tema con Maricarmen, porque sabía que algo terrible podía suceder. En fin, su amiga no le hizo caso y una tarde del mes de abril, descubrió el cuerpo de su hija en la cama. Había ingerido pastillas para dormir y se fue en el viaje eterno no sin antes escribirle una nota a su madre donde le pedía: “Divórciate, sabes que no lo amas; acéptate como eres; no desperdicies el resto de tu vida con ese hombre. Madre querida, sabes que por años, Ángela te sigue esperando con los brazos abiertos.”

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LETRAS

The Other She:

Camp, Femininity & Internalized Homophobia in Netflix’s The Boys in the Band Por: Melanie Ortiz Alvarez de la Campa

“That’s what happens when you’re finally honest about who you are; you find others like you.”-Chaz Bono

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Camp aesthetics have always been related to the world of drag and the queer community. From the colorful, over-the-top, and performative femininity to the house system and sisterhood, camp has been a pervasive and integral part of the queer and drag community. Camp is driven by the ingenuity and novel self-expression of a community that has always been systematically oppressed and repressed. So, how is it that a Netflix adaptation of The Boys in the Band (2020), a screenplay and film once categorized by Stuart Richards as “banal” in a 2016 Senses of Cinema article (Richards, 2016), can exuberate such campy aesthetics? The answer possibly lies in its intimate, yet loud portrayal of the 1960s gay community’s obsession over femineity, emasculation, and beauty. While the film, at its core, remains a tale of woe of the white, gay male, it also presents glimpses into the interwoven relationship between gayness, self-esteem, gender performance, and internalized homophobia. At the same time, there is a marked absence of a female gaze in the film which

further disconnects the audience from the real world, simulating the hidden nature of these men’s lives. Critics have long held contempt against The Boys in the Band because, as queer cinema began to develop, they deemed the film an antique from queer cinema’s rudimentary past. However, authors like Matt Bell challenge that the original 1970s adaptation of this film serves almost as a blank canvas upon which many modern discourses can be sparked and should, therefore, be revisited (Bell, 2016, pg.2-3). The same argument can be made for the recent Netflix adaptation. There are pauses throughout the film, which force the audience to digest what was just said. For example, the pauses after Michael’s (Jim Parsons) connections of queerness with death in lines such as: “Not all gays end up bumping each other off in the end” and “Show me a happy homosexual and I will show you a gay corpse”. Or the pause before Bernard’s (Michael Benjamin) response over being “Uncle Tom-ed”: “[Emory] can do

*Imágenes obtenidas del internet

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that to me, but you can’t”. These pauses are both visual (the camera and actors standing still) and auditory (the pervasive silence in the background). These empty spaces force the audience to reflect on what is being left unsaid and perhaps evokes a connection to where the audience may have heard similar sentiments before in a modern setting or modern discourse. A social issue which the film tackles particularly well is that of internalized homophobia. All of the character’s issues boil down to the self-hatred and performativity that comes from being subjected to external and internal homophobia throughout their lives. One of the most pervasive aspects of internalized homophobia in gay men is the fear of emasculation and the inability to process feelings healthily. All characters use some form of vice to cope with their sexual orientation. The first shot of the film is an extreme close-up of a man smoking in a dark room. This shot sets the atmosphere for the film as portraying something addictive, dangerous, hidden, or sinful. It also becomes a prelude to the different addictions of the main characters: drinking, smoking, spending, and sex. Meanwhile, the fear of emasculation, or being seen as lesser men for being gay, is portrayed through the character’s relationship with gender roles. From the beginning of the film, the way each character is introduced influences the way that the audience 32 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


interprets their masculinity. The more effeminate men are shown in traditionally feminine settings (shopping, dancing in a robe, working in a library, etc.), while the more butch characters are shown traveling, driving, or leaving their nice apartments, all transitory yet somehow masculine activities. These scenes serve to address the audience’s preconceived notions of queer men and their associations with gender. This sequence also reinforces the New York “gay types” that Bell mentions in their essay (Bell, 2016, pg.3). Gender is also challenged in the camp aesthetic which uses female pronouns for gay men. Emory (Robin De Jesús) is the character who introduces this kind of speech in the film, which seems intrinsically tied to him being the most effeminate of the group. “She’s a sick, old queen” is an example of his usage of this language with Harold. Those female-coded words are also tied to common slurs for gay men, such as Alan (Brian Hutchinson) calling Emory a “pansy” or Michael calling them all “old, tired queens” or “fairies”. Though this manner of speech is used jovially in the film, it is laced with tension once the outside world becomes a factor in their conversation. Such a moment of tension is the scene where the neighbors catch Emory acting this way. They look at the men with disdain, the atmosphere in the room visibly darkens (a change of lighting on set) and one of the men whispers: “You can take her anywhere but out”. With this scene, the film reinforces the social isolation of these gay men in 1960s New York, all of whom are forced to perform another version of themselves in the presence of mainstream society. Yet, the usage of these slurs by the gay men themselves feels very reminiscent of their historical reappropriation of them, much like the community has reappropriated the term “queer” in the modern age. Nonetheless, the female-coding of these slurs is not lost on the audience and ties together these fears of being emasculated due to the period’s homophobia and sexism. The film itself latches onto the performativity of masculinity as a vector by which it can display the internalized homophobia within the characters. This is highlighted by the film’s utter lack of female characters and the prominent homosexual male gaze in its aesthetic features. The sex scenes, close-ups, and intimate settings all give the audience the feeling of being another gay man looking into the private lives of men in his community. The camera focuses on the

men’s bodies and sensual qualities just as a heterosexual male gaze would do for a woman. Additionally, the only females present in the film (the black woman on the subway and the neighbor) are there as place markers for the traditional, heterosexual way of life that these men fail to lead. The lack of women on screen gives the film a sense of incompleteness or isolation which adds to the empathetic portrayal of the realities these men are facing by daring to be themselves in a time when it is perilous to do so. Additionally, the queer visual cues, violent tensions, and emotional dialogues at the end of each act add a sense of sentimentality to the film. That sentiment is what Bell argues made the 1970s version come across as sympathetic (Bell, 2016, pg. 17) and gives the 2020 version a nostalgic tone that says: “Look how far we have come”. In summation, The Boys in the Band revisits the consequences of being queer in an era when deviation from the norm was not accepted. It demonstrates the narrow overlaps between camp aesthetics, sexuality, and gender expression. Its sympathetic approach to the evils of internalized homophobia and its ambiguous ending leaves audiences to draw their own conclusions regarding the film’s meaning. Though far from a revolutionary remake, its central themes and artistic quality do leave room for expansion in academic analysis. It is another blank canvas full of potential to become much more, much like the pre-Stonewall period it seeks to represent. The film is an isolated collection of stories that resonates with many of its queer viewers and reinforces the importance of societal acceptance in a queer person’s mental health. As Barbara Gittings once said: “Equality means more than passing laws. The struggle is really won in the hearts and minds of the community, where it really counts”. References The Boys in the Band. Dir. Joe Mantello. Netflix, 2020. Film Bell, Matt. “Introduction: On Returning to The Boys in the Band.” Wayne State University Press, 2016, pp. 1–32. James Madison University Library Richards, Stuart. “Divine Dog Shit: John Waters and Disruptive Queer Humour in Film.” Senses of Cinema, 28 Apr. 2016, www. sensesofcinema.com/2016/american-extreme/john-waters.

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LETRAS

El hombre de mimbre

(del libro de cuentos Biografía de los planetas tristes) Por: Eïrïc R. Durändal Stormcrow

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I. Este cuento tiene soundtrack. Enciendes el celular y abres la aplicación de Pandora. El médico te dice que tienes cáncer en el páncreas estadio 4 y lo primero que haces es dejar a tu novia. De regreso a su casa, en tu Pontiac, mientras Gwen Stefani canta “Sunday Morning” con su banda, tu novia te grita, reprocha, insulta, llora desconsolada y al final se queda en silencio mientras la brisa de un auto a 47 mph en zona escolar te azota las gafas oscuras y el pelo largo de motociclista o hippie instructor de yoga. Tú solo entiendes el mundo de esta canción, tu refugio de este instante ínterin, porque de ahora en adelante, tu vida será un continuo playlist. Ese silencio de permafrost lo llenas cantando con No Doubt, una canción demasiado hiperactiva, demasiado ADD para este momento y, dentro del hielo milenario que oculta los virus más potentes que podrían destruir a la humanidad contenidos en los ojos azules de Sara, encuentras el interrogatorio acusador, ¿qué te pasa? ¿Quién eres? ¿Qué has hecho con mi novio? Siempre las mismas preguntas que se condensan en el espacio entre un par de ojos y un individuo en negación. Tú. Tan hielo que tus exhalaciones se hacen visibles. —Tienes que entender. —¿Entender qué? ¿Qué te vas a echar a morir solo? ¿Y puedes apagar esa mierda? —Sara. Toda mi vida he hecho lo que todo el mundo me ha pedido. Papi quiso que fuera ingeniero, pues allá fui, me licencié y me hice ingeniero. Mamá está muerta así que sus deseos no cuentan. —¿Qué es lo que me quieres decir? —Que no quiero pasar el resto de mis días contigo. Luego de unos nanosegundos en silencio, terminas por decir: —Ni quiero que pases por esto. Ella calla. Piensa en Patrick Swayze, la única referencia de la cultura pop que le llega en un momento como este. No duró ni un año, o tal vez sí y no lo recuerda, y le preocupa no recordar, porque por alguna razón, en este momento, ella necesita recordar cuánto duró Patrick Swayze con su cáncer de páncreas. Esto hay que saberlo porque es una variable dentro de la ecuación de las palabras que se escogen en momentos como este. Llegan a su calle y te estacionas frente a su edificio. Ella se baja y hace todo lo contrario a la esposa de Lot. Al final le falla la búsqueda por la secuencia

léxica perfecta. No puedes cerrar este capítulo así. —Sara, aguarda. Ella se detiene, pero no voltea. —Gracias por todo este tiempo. Gracias por el amor que me dedicaste. Y ante su sollozo de estupefacción, presionas el pedal de la gasolina hasta el fondo y te vas adonde te lleve el ocaso. Llegas a tu apartamento dos horas más tarde, todavía con Gwen Stefani en la cabeza, tras haber dado vueltas y vueltas por el malecón. Revisas tu celular. Tienes 47 mensajes de texto, 37 de estos de tu ahora exnovia (“¿Cómo pudiste hacerme esto, yo que fui tan buena contigo?”, “¡Yo que te di mi virginidad!”) y nueve de tu hermana mayor reprochándote lo puerco que eres por haber terminado con Sara, el más célebre de los cuales lee: “no te vuelvo a presentar una sola amiga mía más”. —Me parece perfecto, pendeja. No es como que voy a vivir más allá del mes que viene. Ridícula. Hay un mensaje de tu papá: “Hijo. Lo que tengas que hacer para ser feliz en esta tierra es lo que debes estar haciendo”. —¿Ahora, cabrón? ¿Después de terminar ingeniería? Vete al carajo tú también. Borras todos los mensajes, pero, por alguna razón, no puedes borrar el de tu papá. Haces varias llamadas a tus amigos. Félix no contesta. Ray tampoco. Josh es el único que levanta el auricular. —Hello. —Hey, Josh. ¿Todo bien? —Sí, Chris. ¿Y tú? —¿Te acuerdas de la cita médica importante que tenía hoy? ¿De la que te conté la semana pasada? —Sí. ¿Salió todo bien? —No, mano. Le cuentas. Te echas a llorar por teléfono. Lo único que escuchas de Josh es sus suspiros profundos. —¿Qué vas a hacer, Chris? —pregunta una vez terminas de llorar. —Quería llamarte para saber si me acompañarías en un último viaje. Voy para el Burning Man. ¿Quieres ir? —No, Josh. Te dice lo que no quieres escuchar: lamenta mucho tu situación, pero en este momento, su esposa, que estaba embarazada, perdió al bebé y tiene que bregar

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con eso. —Entiendo. Pues, mano, me despido. Gracias por todo. Josh se queda silente hasta que enganchas la línea. En su mente, recordará lo mejor que vivió con su amigo, pero aquí y ahora tomará la decisión de olvidar este último encuentro que, por mala fortuna, no se da en persona. Recordará la voz de su amigo, pero olvidará este instante. Tiene que ser así. Las prioridades son las prioridades. Entonces, empacas. Decides que te vas. Que adonde sea que te lleven tus ahorros será el lugar ideal para morir. Empacas un último bulto, escoges el azul que te compró tu hermano mayor Dérek, dejas las llaves de tu hogar con tus vecinos para que tu padre las recoja luego y enciendes el motor. Ajustas el retrovisor y bajas las ventanas. Está bien morir en verano. Te detienes en el primer motel luego de 14 horas conduciendo sin parar. Tratas de estar instalado en tu cuarto antes de que el cielo negro se raje y deje caer sus caudales sobre la tierra sedienta. Como llueve, ya a las 5:30 p.m. se encienden las luces del café restaurante y fuente de sodas estilo años 40 que queda al cruzar la calle, en el mini centro comercial en forma de U, de esos que tanto se ven en las afueras de las ciudades de Estados Unidos, sobre todo, en los pueblitos pequeños cuya economía depende de los camioneros y los turistas internos. El bar de putas queda al otro lado, detrás de la U, y también se ve desde tu ventana, las luces en neón verde y rojo que van borrándose por el crisol de las gotas de lluvia. Dos mujeres fuman afuera, debajo del alero de la barra. Una es blanca y lleva un vestido cortísimo de lentejuelas verdes y el cabello como Sigourney Weaver en Alien. La otra es negra y su vestido, también de lentejuelas, es dorado con detalles florales en púrpura. Lleva un orgulloso afro distinguible a pesar de la cortina de agua celeste que les separa. —¿Qué rayos? Ni modo. Te pones tu chaqueta impermeable, cruzas la calle y entras al Spanky’s. Las fumadoras ni se inmutan por tu presencia. ¿Cómo habrían de hacerlo si el tema de conversación (el anuncio de la candidatura de Trump) es más importante y necesario? Colocas tu chaqueta en el estuche del zaguán y pides una cerveza en la cantina. Ignoras a las putas que te buscan conversación. Solo una de ellas te ignora, la latina, que posiblemente ni inglés

sepa hablar. Le agradeces asintiendo con tu cabeza y te llevas la cerveza hacia la mesa de billar que está vacía. Ella se te acerca. —¿Jugamos una, lobo solitario? —pregunta en perfecto inglés. Alguien pone una canción melosa en la vellonera. Las velloneras de las barras de los pueblos chicos siempre te impresionan. Casi podrías adivinar el espíritu del pueblo dependiendo de la música que ponen. Por ejemplo, en esta barra, se nota que son fans de City and Colour. Tienen toda su discografía y alguien ha puesto la suicida “Sleeping Sickness”. —Adelante, señorita. —Muy caballeroso. Gracias. Ya en el juego, la dejas ganar. No porque no creas que ella no puede ganar sola o porque necesites un descuento. Es que tan pronto agarras el taco se te quitan las ganas de jugar. Así será todo de ahora en adelante. Eso es lo que te roba la proximidad de la muerte. La decisión, las ganas. —¿Dónde estás? ¿Llevas rato mirando fuera de la ventana? ¿Te gusta la lluvia? —Sí. Mucho. —¿Cuánto tiempo te dieron de vida? Te volteas hacia ella de un giro tan violento que ella se sorprende. —¿Se me nota? —¿Cáncer? —Del páncreas. Me han dado un mes. —Ven conmigo. —No quiero piedad en este momento. —No pensaba dártela. Te la llevas a tu cuarto de motel. Mientras te besa, te dices a ti mismo una y otra vez “this ain’t a pity fuck, this ain’t a pity fuck”. En tu cabeza suena “Bitch”, de Meredith Brooks y te acuerdas de aquella vez que la cantaste en un karaoke y comenzaste a dar pelo en helicóptero y a hacer tu coreografía de ademanes mezclados entre heavy metal y mocheo punk-grudge ecléctico. Y cómo te aplaudieron, porque uno piensa en estas cosas cuando va a tener sexo. Este es el empoderamiento. Cuando ella te agarra las nalgas y te las suena con sus palmas abiertas, te dejas arrastrar por el fluido universal del amor y los pesares. Te dejas llevar por el mareo del polvo. Nunca has estado con una puta. Igual

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Mariana no te cobrará la sesión. This ain’t a pity fuck. This ain’t a pity fuck. También surgen otras pequeñas diferencias: a ella no le interesa ser penetrada, pero te penetra con su lengua y sus dedos. Es una sensación totalmente nueva para ti y, qué rayos, estás a punto de morirte, así que no te quejas. Esto es un regalo, si no de vida, de la vida. II. Llegas hasta donde te deja el Pontiac. En las afueras de Las Vegas. Te da con ir a la capilla de un casino a rezar como aquel astronauta que grabó un mensaje y lo lanzó en ondas invisibles a lo largo del universo. A ver qué o quién responde. Solo que la experiencia te dice que nadie nunca contesta porque tal vez, o no hay nadie o no eres lo suficientemente importante como para recibir respuesta. Después de todo, ¿qué tendría que achacarle una hormiga a un yeti? Al salir, ves una fila de gente vestida a lo hippie, con ropa de yoga o de playa. Hacen fila para meterse en un autobús turístico, de esas que recogen gente en los hoteles y casinos para llevarlos a ver las atracciones de las grandes ciudades de Estados Unidos: shopping centers y una que otra montaña. —¿Adónde se dirigen? —le preguntas a una rubia oxigenada de amplia rosácea. —We’re going to Black Rock. To the Burning Man Festival. —Oh. Can I go with? —Sure! I mean, we’re a nudist colony, so we’ll be taking it all off on the road, but if you’re ok with that… —I’m fine with whatever. I just need a ride. —Alright, then. Damian! He’s coming with us. I’m sorry what’s your name? —Chris. —I’m Kelly. Nice to meet you. Le das la mano. Siempre haces lo mismo, aunque la chica quiera saludarte con un beso. Es tu forma de trazar líneas, fronteras, bordes entre tu templo y el caos mundano del diario vivir. Kelly lo nota y te da la mano con una sonrisa. Pensará que el gesto es extraño, pero concluye que es mejor así. A medio viaje, el autobús blanco se detiene en plena carretera. Sus integrantes se desnudan, guardan su ropa, meriendan y fuman hierba de la bien apestosa. Chris nunca había estado desnudo frente a más de una persona,

su exnovia, su única novia. Tampoco había fumado marihuana en su vida. Todo esto es nuevo, piensa. Lo nuevo está bien, sobre todo en estos momentos. Kelly lo observa divertida, sus senos a medio caer, perfectos en su rosado, los pezones oscuros como dos lunas llenas en el negativo de cualquier foto. Su pista de aterrizaje apenas se asoma en su pubis, pues lleva las piernas cruzadas mientras fuma. Chris se amarra el cabello, se recuesta un poco cosa de esconder un poco la pipa, no que le sea tan difícil, pero para Kelly el gesto es lindo. Se cuentan la vida. Viajar a Roca Negra es una peregrinación que solo se tolera de manera compartida. El calor, la sed, el sudor pegajoso bajo las axilas. El sol que sientes que te asa desde adentro. Las muchas horas mirándole las caras a la gente. Y los sexos. Dos de las mujeres que andan en el compinche se van al último asiento de atrás a hacer el amor en silencio. Uno de los hombres las observa mientras se toca el pene. Otro hombre lo observa a él mientras se toca. Tú solo te ríes porque te parece surrealista decirle a una perfecta extraña en estado de desnudez que te quedan solo un mes o dos de vida, mientras varias personas tienen sexo alrededor de ti. Ambos se quedan dormidos hablando, como dos almas satisfechas de estupefacientes y sedientas de conversación que quedan drenadas de tanto chuparse la energía hablando hasta quedar roncando. Cuando abres los ojos, todavía desnudo, te das cuenta de que Kelly te ha dejado tu ropa y tus pertenencias en una bolsa, con una carta. Tuve que irme. Quise despedirme, pero estabas dormido y te veías hermoso. Nadie muere realmente en este mundo. Siempre nos quedaremos vagando. Y, si en ese vagar, volvemos a encontrarnos, te daré otro abrazo. Fue un honor conocerte, Kelly. Te frotas la lagaña de los ojos, te vistes y sales del autobús. El conductor se ha quedado desnudo con el porro de matita en sus vellos púbicos. Quisieras reírte de todo, pero sales sin despertarlo. Ya estás aquí. El desierto te recibe con un gentío feliz. Y tú lo recibes con tu celular en Pandora. Sorpréndeme, dices. Y sale Sheryl Crow cantando “If it makes you happy”. Ves más gente de tu generación X de lo que jamás habrías soñado. Alguna playera de Teddy Ruxpin de

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alguien de la claque emo te remonta a una infancia llena de incompletos. Recuerdas cómo solo compraron los primeros 20 episodios de Teddy Ruxpin y te dejaron sin saber cómo terminaba la serie de 65. Las demás series sindicadas nunca iban para ningún lado, se quedaban en el aire episódico y la moraleja. Pasas, como tantos, una niñez plena de adultos diciéndote cómo pensar, vestirte, expresarte, qué esperar de la vida en Estados Unidos: completar la secundaria, graduarte de universidad, aunque te endeudes hasta las terecas, conseguir novia, casarte, darles nietos a tus padres, engordar con tu mujer, perder el cabello, volverte aburrido y asexual y, finalmente, morir dejándolo todo planificado para tus descendientes. El orden natural de las cosas cuando se vive en el seno del capitalismo más feroz. Solo la muerte subvierte el sistema. Te entregas al gentío, a la fiesta de la ciudad artificial, bajo la bendición de la gran meca Roca Negra. Y de alguna forma, sientes que estás en casa, porque el desierto, como la vida adulta misma, es un espejo de la escuela superior, allá cada cual con su tribu: los punks y los góticos como manchas negras en un plano planchado, de arena y polvo límpidos como materia prima prístina de los auges y desvaríos del tiempo, allá los nudistas con su orgía inicial, a la que se suma gente de otros grupos, al otro lado los artistas cristianos al lado de los hippies que no son lo mismo que los hípsters, más al medio los queers con sus infalibles artículos de arcoíris, allí una bufanda, allá un par de medias, en aquella un collar, en aquel una grandiosa bandera… y así, te fundes con las claques, te sumas, restas, divides y multiplicas, porque nunca habías estado rodeado de tanta gente y la energía te hace desmayarte mirando al sol. Un par de brazos te recoge. Vomitas, tiemblas y sientes que se te escapa el corazón del pecho. Pero, médicamente, no tienes nada más allá de, pues, cáncer. Te ríes y el dueño de los brazos se ríe contigo. —¿Estás bien? —te pregunta un muchacho barbudo, delgado, peludo hasta en los brazos que le sobresalen de la playera, sus ojos ocultos por gafas de terminado azul, su sonrisa de “Raining in my Heart”, de The Cranberries. —Sí, mano. Gracias. Perdona. —¿Un ataque de pánico? —Eso creo. —A mí me pasa. ¿Te ofrezco agua?

—Por favor. Gracias. Te ayuda a parar y terminan en un abrazo azaroso, de esos que suceden sin querer. Ambos se pasman. —Perdona —vuelves a decir. —Tranquilo, hermano. No pasa nada. Enrique —te dice, mientras extiende su mano—. Mucho gusto. —Chris. Un placer. —¿Alguien te acompaña o estás solo? La pregunta te enternece. Hay algo inocente en su forma de hacerla. El interés genuino se nota siempre en el ceño fruncido. —Estoy solo, pero voy a estar bien. Gracias, mano. —Bueno, igual yo estoy solo también. ¿Te molestaría que fuéramos amigos de fin de semana? —No, para nada —contestas con una sonrisa. Enrique te habla de su natal Mazatlán, de cómo se crio en Juárez con su hermana mayor y cómo tuvo que salir huyendo de allí cuando le mataron a Inés. Le cuentas de tu diagnóstico. Beben cerveza y unos hippies se acercan a regalarles hongos mágicos. A la media hora están cagando y vomitando la bilis en letrinas contiguas. Salen, se ríen y se acuestan en la arena a esperar que caiga la tarde. Una nudista se les acerca para decirles que tienen que buscar refugio para la noche o alguna forma de calentarse. El desierto se vuelve tártaro con facilidad a la caída del sol. Pero ustedes están en la nota del hongo, al igual que los hippies que se enredan en una orgía ecuménica, de ese intermitente elevarse y caer en nanosegundos, de ver los colores vivos, de escuchar la canción de las estrellas, que bien podría ser similar a la de las ballenas. La risa no para hasta que la nota cesa seis horas más tarde. Despiertas y Enrique te observa a los ojos con una sonrisa. Sus ojos marrones que te consumen tragan y engullen. —Buenos días, jefe. —Buenos días, Rick. —¿Rick? —Es una estupidez blanca de mi parte. Es como mejor se me hace pronunciarte. —Me gusta. Oye. ¿Hasta cuándo te vas a quedar aquí? —Todo el fin de semana. Quiero ver cómo puedo ayudarle a alguno de los artistas. Quisiera ser parte de algo. —Somos dos. Escuché de un muchacho que va a crear unas torres de arena con vitrales. ¿Te llama la

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atención? —No suena mal. ¿Me ayudas a parar? Enrique se pone de pie y te da la mano. Te paras con dificultad. Te duele mucho el abdomen, justo en el páncreas y sientes mareos. —Venga, te voy a llevar del hombro así tenga que arrastrarte. Hay algo en el dulzor inocente de su voz que te hace tomarle la palabra y te recuestas de su deltoide izquierdo. Caminas apoyándote en él hasta que los mareos y el dolor se van de tu cuerpo. Ya no te causa pánico el dolor. Sabes por qué está ahí. Es tu minutero personal. —Ya estoy bien —le dices y te separas con algo de brusquedad. —Lo siento. No quise hacerte sentir incómodo. —Está bien. Tranquilo. —Mira. Allí está el artista. Se presentan con el hombre de piel quemada y ojos grises. Tras decirle que quieren ayudar, el artista les entrega palas para recoger arena y botellas de spray con agua mezclada con pegamento y les da instrucciones. —Las torres son cónicas. Deben quedar como conos. Sugiero hacerlas todas primero, para luego tallarles las puertas y las ventanas. —¿Y los vitrales? —preguntas. —Los traje conmigo, pero es la última parte del proceso. Lo más importante en este momento es erigir las torres. Te sientas en la arena a observar mientras Enrique excava y va proveyéndote la arena, que de inmediato moldeas con las manos luego de enjuagarlas con agua y pega. Vas creando las paredes circulares de la base de la primera torre y el sol del desierto mañanero se encarga de cocerlas hasta que el pegamento se consolida con nuestro astro cósmico y se crea una masa dura, casi cal, difícil de quebrar, como el espíritu de quien busca sobrevivir solo unos cuantos días más. —Ok. Los conos van bien —dice el artista a las 6:56 p.m.—. Tienen las medidas perfectas. Las terminamos mañana. Váyanse a beber. Se abrazan porque abrazarse es parte de la cultura del festival del hombre ardido que, por supuesto, tiene algo que ver con los orígenes del ritual del hombre de mimbre, en el que se sacrificaba a un hombre ataviándolo de aceite y se le prendía en fuego para pedirle un año

más de fertilidad a los dioses de la tierra. Algo se perdió en la traducción de las brasas. O algo se ganó. Parte de la política del festival también es no consumir nada que se no haya traído. Aquí los favores son la moneda de canje. Y abrazarse es parte de esos favores. Ya de noche, se integran a la fila para la cena con los posers fashionistas. A uno se le cae el plato desechable de comida por estar vogueando mientras hacía la fila para su bebida. Los queers se unen, algunos de ellos irreconocibles entre la multitud, otros más obvios. Un trío de dragas ensaya sus death drops. Una de ellas no se puede levantar después de la maroma y la tienen que incorporar entre tres. En algún momento, te llevas una cucharada de estofado a la boca y algo del líquido cae sobre tu barba. Enrique lo nota y con sumo cuidado eleva su mano derecha hacia la comisura derecha de tus labios y te limpia. Algo del gesto te deja pasmado, a medio masticar, hasta que su risa te saca del estupor y del rojo de tu rostro y tus orejas calientes. Esa noche se acuestan sobre la arena del desierto y se quedan dormidos abrazados contra el frío. III. —Buenos días, bello durmiente —te dice mientras te rascas la lagaña de los ojos. Los jóvenes de la tribu nudista abren un partido amistoso de lucha griega y se te sale la carcajada—. Esto es como para un vídeo de PornHub ¿Te apuntas a terminar las torres? —Sí, claro. —Mira. Desayuno. Ingieres aquella mole cremosa llamada grits y que resiste todo intento de traducción. Pero los negros cocinan a otro nivel y terminas lamiendo el plato. —Traje un poco de agua para el aseo. —Ah, gracias. Tengo una toalla. —Ok. Toma este bol para lavarte la boca. Alguien de la tribu queer pone la radio y sale Lady Gaga con “Born this way”. Te dan ganas de pararte a bailar con los little monsters, pero te aguantas. Es otra cosa lo que tu cuerpo pide, en otra frecuencia, en el plano astral o en el aura, en alguna zona indetectable al ojo humano y a la ciencia de nuestro siglo. Tu cuerpo pide otro. Y de repente, aquel hombre que ha intuido tu decisión te mira con ojos de que esto no es lo suyo, pero lo quiere de todas formas. Esa mirada, que la ha visto en tantas mujeres a las que nunca hiciste caso, porque

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Sara bastaba. Esa mirada de pupila abierta al universo. Una draga canta a viva voz la parte en que dios no se equivoca y te sientes mareado. No sufres de pareidolia. El universo no te está enviando señales. Es tu cabeza. Es tu cuerpo. Te estás muriendo y quiere aparearse, hacer un bebé, o algo, lo que sea, es el contacto lo que cuenta, la electricidad del rozar de una barba por el cuello, el frío de una lengua que resbala espina abajo hasta el valle que conduce al abismo del fin del mundo. Es ese deseo que no tiene nombre de que tu cuerpo sirva de algo en su último cartucho. De templo o de puta. Este deseo solo se mueve entre extremos. Te acercas y lo besas. Él no se aparta. Te agarra con suavidad la cabeza y te acerca a sí para que se fundan en un beso y un abrazo en el que más que saliva, se intercambia una canción que sella este momento. Así nacemos y para esto nacemos. Caminan agarrados de la mano hasta el proyecto. Algunos voluntarios ya se encuentran allí. Seleccionas la torre 3 y agarras el marrón y el cincel. En tu mente, cantas “Wicked Game”, de Chris Isaak y las musitas… Iiiiiiii wannnna falll in looveee… Rick te sonríe, se acerca y te planta un beso en los labios. Juntos instalan una de las puertas y varios de los vitrales. El resultado es una torre fúnebre desde donde se recibe la última luz de los horizontes de este plano. Una genial obra de arte fúnebre que celebra los colores de la vida y el tirano amor del desierto. Al terminar, el artista se les acerca. —Excelente. Les ha quedado perfecto. Pasen luego por mi caseta. Les daré mis cartas de recomendación. No les vendrán mal. Ah, y espero que estén aquí mañana para el encendido. —Aquí estaremos —dice Rick mirándote y agarrándote de la mano. Te dejas llevar. Esto es lo mejor que pudiste hacer ante el cáncer y la amenaza de que Trump gane las elecciones. Piensas que Hillary puede ganar, que tal vez tu familia y tus amigos se salvarán del apocalipsis derechista, que todo va a estar bien, nadie te va a necesitar. Luego ves a Rick y piensas que, si te vas y él se queda, y el mutante naranja gana las elecciones, podrían deportarlo, o peor, desaparecerlo. Pero igual no puedes hacer nada excepto regresar al presente, a esos ojos que te desnudan hasta dejarte en el tuétano, esos

ojos de cachorro que se quedará esperando para siempre al amo que lo abandonó a la orilla de la carretera. Mejor te enfocas en lo que estás viviendo, en el Burning Man de 2016, con su tema Taller de Da Vinci, y así, tal vez, alcanzando algo de felicidad en esta última vuelta de tu sol y santo, tal vez dejes una semilla que florezca en el desierto de esta nación tan sangrienta, una semilla que terraforme el mundo y lo convierta en un paraíso en la tierra. Llegan hasta el Pulse Portal de Davis McCarty, una especie de portón hecho de triángulos y pirámides que le recuerdan a la trifuerza de sus videojuegos favoritos. Muchas trifuerzas conectadas para formar una especie de puerta de san pedro, hacia un mundo empíreo y celeste. Te sorprendes llorando de duda. La duda tradicional y milenaria. ¿Si termino con esto hoy y mañana se descubriera la cura? Esto solo se resuelve de manera fulminante y decisiva. Por eso te has dado este viaje. Rick te abraza por detrás y te entrega una manzana. La retiras. Ya no sabes si comer. Todo lo que comes te da dolor. Ya el dolor rompió el barómetro de los cielos, y ya pronto se precipita la muerte. Caminan hacia otras atracciones: aquí el arte funciona como parte de un carnaval de diversiones. Esto es Nevada, después de todo. Pasan por el Lord Snort, una especie jabalí gigante y solemne, erecto como un dios a quien adorar en medio de la nada. Luego, el Octavius, un pulpo de cerámica de tamaño real que estremecería a cualquiera que se lo encontrase en el mar. Se detienen en la instalación Grove, o el árbol de luz. Se trata de una escultura en forma y tamaño de árbol, con grandes hojas que cambian de color de acuerdo a los patrones rítmicos de la respiración de quienes estén cerca o debajo. Aquí los colores están en harmonía violeta, verde y azul hasta que llegas con Rick. Entonces azotan los naranjas, rojos y negros, los marrones de un destino inescapable. Rick te abraza. Es lo único que puede hacer. Abrazarte y respirar contigo. Allí debajo una banda se apresta para tocar un concierto íntimo con los presentes. —Hola, gente, me llamo Noah y este es Marcos. Somos Fluffy and Intense y les agradecemos que estén aquí con nosotros. Aquí les dejamos nuestra primera

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canción, “Your Vertigo Eyes”. El rubito comienza a tocar el Bösendorfer con el sentimiento de un político a quien su carrera ha dejado enfermo, calvo, canoso y distanciado de tu familia. Comienza en un hermoso y fino falseto en el que se lamenta de la pérdida de su abuela y cómo esta comenzó a olvidarse de él. Todos pensamos que rompería a llorar en el coro, y no nos olvidamos. El estribillo estaba hecho para cantarse con la voz rota: “Whatever you do, forget it all save the crimson light in your vertigo eyes”. Se quedan a escuchar las otras cinco canciones mientras los colores vuelven al verde, azul, violeta y algunas variaciones del blanco LED. No hay más nada que hacer en el desierto que comer, tener sexo, fumar yerba y comer hongos, ver arte, recordar, escuchar los mini conciertos de la gente indie y hippie y comer mierda en espera de un momento como este. Luego aplauden, se levantan y se van, no sin antes darle un abrazo a ambos músicos y felicitarlos por una labor bien hecha. Más adelante se yergue lo que parece una casita blanca para perros. A medida te acercas con Rick, te das cuenta de que es más grande, pero definitivamente es una casa para niños. Lees la información que aparece en un panfleto que reparten allí. Se trata del Templo del Perro Jedi, de Sagan Bocskor, un niño de 4 añitos que diseñó la casucha usando sus Lego. Luego sus padres le construyeron la casa que diseñó en materiales más resistentes al calor del desierto, pero el diseño y la dirección artística son del pequeño. El resultado es una especie de capilla para niños. —¿Podemos entrar? —le preguntas a quien parece el padre. —Claro. Adelante. —Oiga, qué hermoso está el templo —le dice Rick al padre. —Mi hijo. Es un pequeño genio. Comenzó hace dos años a jugar con Lego y ahora es un master builder. Mi esposa y yo le tiramos fotos a todo lo que construye y es como algo innato en él. —¿Y la parte de adentro? —preguntas. —Pues, a petición de mi hijo, hemos hecho una invitación para otros niños vengan y decoren el interior. Se supone que esto sea una casita de juego para los niños.

Entran, se sientan y observan. Varios niños y niñas se ocupan de pintar las paredes con pintura de dedos y témpera. Recuerdas esa parte de tu niñez, de entre todas las carencias, por lo menos había colores y siempre se te podía encontrar en una esquina solito y tranquilito, dibujando y pintando los rostros de tus amigos imaginarios, de los héroes y heroínas que poblaban tus aventuras, y las aventuras mismas, que escribías en una especie de tipografía que inventabas usando el abecedario inglés. Creabas caracteres sin darte cuenta y mantenías una clave para nunca perderte en lo que plasmabas en tus papeles. Solías treparte en la casa del olmo, la que te construyó tu padre en el gran árbol del patio trasero. Mantenías todo en una caja. Un día, mamá subió al olmo a limpiar. Abrió la caja y tus papeles se echaron a volar con el viento. Mamá trató de bajar a toda prisa a buscarlos, pero la gran mayoría se perdió. Cuando le reclamaste, te increpó: “¿Para qué carajo no me dijiste nada? ¿Qué iba a saber yo?” Ese día tu madre murió para ti. ¿Cómo confiar en alguien que con una sola acción te arranca más de la mitad de lo que eres? —Sácame de aquí —le dices a Rick. —Vale. Te ayudo a levantar. Él nunca sabrá el porqué de tus reacciones. No queda tiempo para conocerte y tu historia. Simplemente, no hay tiempo. El desierto se abre alrededor de Roca Negra y escupe cosas inspiradas en el neón del juego espectáculo, del arcade, del videojuego, como Rube Awakening Magic Bike Rack, una jaula de metal con la cabeza de un gato chino que saluda con el viento. De noche se encienden las luces de cereza, lima y limón y dos voluntarios corren desnudos en las pequeñas motocicletas, dentro de la jaula. Unas bocinas tocan “Stubborn Love”, de The Lumineers, porque así es el arte, contradictorio, juguetón, travieso. Orden y caos. Enrique te observa y tú te sorprendes mirándolo. Su mano busca la tuya. Si algo va a pasar tiene que suceder esta noche y lo sabes. Lo que no te esperas es la conversación. —¿En serio te vas a ir? —te pregunta Enrique y el tiempo se rompe, sí, literal, porque este es el momento en que los caminos se bifurcan, los futuros posibles se conglomeran.

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—Sí —contestas—. Para eso vine al festival. Yo soy el hombre de mimbre. —Ok —pausa—. Déjame estar contigo hasta el final. —¿Para qué? —Para acompañarte. Para asegurarme de darte todo lo mejor que te pueda dar en este momento. No para que te enamores de la vida y te arrepientas, sino para despedirte como te mereces, con bombos y platillos, como un rey. Ya no queda tiempo. Hay que aceptar lo que hay que aceptar. —¿Qué sacas tú de todo esto? —preguntas—. Eso es lo que no tengo claro. —Me preguntas algo que no sé cómo contestar. Yo mismo no sé. —¿No hay nadie esperándote en tu país? —No lo sé. —No te creo —dices y te ríes para aliviar un poco la tensión. Sabes que todo el mundo tiene secretos. Nadie los revela en un fin de semana. Rick se ríe también, pero se te queda observando como quien tiene mucho que decir y no sabe dónde comenzar. Como quien quiere amar y no se atreve porque no sabe cómo. —Yo no sé qué está pasando en estos momentos, Chris. Estoy bien perdido. Nunca me habían gustado los hombres. Y, de hecho, no me gustan. Pero te veo de otra forma. —¿Cómo me ves? —Como si no me importara nada más que estar contigo y pasarla bien. Como si el planeta entero fuese a chocar con otro y no me importara. En este momento, solo existes tú. Y no tengo forma de explicarte por qué. Yo mismo no lo sé. —Te creo. —Y me jode que tenga que ser en estas circunstancias, Chris. Pero a la misma vez, me jode saber que, de otra forma, a lo mejor ni me hubiera fijado en ti. Hay tanto más que ver y describir, por ejemplo, la gigante escultura mecánica en forma de VIH, titulada el Virus DaVinci. O el bacteriófago titulado OID, que parece un germen alienígena sacado de la película Avatar. O la instalación Helios, de Kate Raudenbush, una cámara de seis plataformas vitruvianas que parecen peces ángeles con las bocas posicionadas hacia los seis

puntos cardinales. Mirarla, solo mirarla, es presenciar la luz del universo y la luz personal que emitimos cuando nos acordamos de que no somos más que el polvo de las estrellas que murieron al principio del universo. No es vano cargamos tanta tristeza. Estamos hechos de muerte. La última instalación que ven antes del final es Awakening, de Ryan Elmendorf y Nick Geurts. Se trata de una escultura interactiva de acero: dos manos sobresalen del desierto, junto con una cabeza a la altura de la nariz. En medio de la frente, la escultura lleva una especie de panel que funge de bindi, es marca roja entre las cejas que denota el tercer ojo. No se nota hasta que el atardecer se viene sobre la obra. Entonces, el panel especial refleja la luz de forma distinta al resto de la escultura. —Aquí deberías sentarte —dice Rick—. Y detenerte. Este es el momento. —Aquí decido si me quedo o me voy. —Sí —dice, con una nota de tristeza y otra de exasperación—. Te soy honesto, no entiendo por qué te das por vencido. —No estoy dándome por vencido. Estoy renunciando a la vida para que no me duela tanto irme. ¿Qué crees? ¿Qué me gustaría morirme? Nadie querría morir de cáncer y, mucho menos, en el páncreas. El sol todavía no se pone. El momento en que lo haga marcará el fin de esta conversación. —Sí. Todo eso lo entiendo. —¿Qué es lo que no entiendes? —Que acabo de encontrar al amor de mi vida solo para tener que dejarlo ir. Se miran. Por un momento piensas en los futuros posibles. Digamos que, por algún milagro insospechado, mañana mismo descubren una droga o medicamento o forma de manipular los genes en las mitocondrias, o te trasplantan células madres y lo que sea que intentes, funciona y te curas. ¿Se supone que regreses a tu barrio, a tu estado patria, a las cosas tal y como eran? ¿Se supone que aprendas español para irte con Rick? ¿Que se casen en una boda relámpago para que pueda tener la ciudadanía estadounidense? ¿Así, sin tan siquiera haberse acostumbrado el uno al cuerpo del otro? Ambos heterosexuales, dos macharranes que han encontrado alguna pega cósmica que les ha jugado una

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mala pasada. No se supone que el amor de la vida de un hombre hétero sea otro hombre hétero. Qué mal que los dioses se burlen así de sus hijos e hijas. Y después de acostumbrarse el uno a meterse dentro de las nalgas del otro y viceversa, ¿se supone que adopten hijos o que alquilen un vientre subrogado para continuar la estirpe de los cuatro abuelos? ¿Eso es todo a lo que puedes aspirar, a criar hijos millenials? Te asfixia la falta de posibilidades. No es justo. —No es justo —le contestas—. No lo es para ti y no lo es para mí. Se miran a los ojos. En alguna radio o en algún celular suena “King and Lionheart”, de Of Monsters and Men. La canción que la cantante le escribió a su hermano, cuando este se mudó de Islandia a Canadá. La canción de la promesa de amor más avasalladora ante la ausencia del ser querido. La mejor canción para mirarse los ojos y hacerse promesas que no se tengan que apalabrar. En esa mirada, por lo menos hay entendimiento. Esto no es culpa de nadie. Por ende, cobra aun mayor significado. Que un amor tan contundente, tan salvaje y desquiciadamente fuerte nazca en condiciones tan terribles, tan improbables e imposibles, como la hierba que nace en polvo de cemento siempre que haya agua, pues, de por sí, ya es un logro. Ya hay una humanidad que se salva con esto. De alguna forma. En algún momento y algún lugar, alguien se beneficiará del surgimiento de este campo cuántico entre Rick y tú. La energía no se pierde, después de todo. —Te amo —te dice y, finalmente, el sol se pone justo sobre el tercer ojo del gigante dormido. —Y yo a ti —contestas. Edificado por la magia del momento, te despides—. Gracias por todo, Rick. —A ti —responde y comienza a llorar sin poder encontrar la forma de soltarte las manos. Tú tampoco te quieres soltar, pero lo haces porque no hay de otra. —Ten una linda vida. Te mereces una vida larga y hermosa, Rick. Prométeme que vas a tratar de ser feliz. —Lo haré. Se dan un beso largo y profundo. El último. Se abrazan. Y cada cual sigue su camino. Te espera el templo final, la estructura desde donde nacerá el hombre de mimbre que quemarán esta noche. Contrario a otros años, decidieron dejar este templo sin nombre, que cada persona lo apodase a su manera, según

sus necesidades, según los significados que necesita en este momento del 2016, en pleno año eleccionario entre Hillary y Trump. A ambos lados del camino encuentras puntos adonde la gente ha venido a dejar las cenizas de sus muertos, gente hambrienta de significado, de algo que les llene lo suficiente como para dejarles soltar a la madre que murió en un accidente o dando a luz, al abuelo que se olvidó de todo y hasta de respirar, a la vecina que murió con un bebé adentro porque se infectó y no la dejaron abortar, al hijo que botaste de la casa por homosexual, al esposo que te las pegó con otro hombre y luego murió de sida en tus brazos, el gatito al que le mataron la mamá con un carro y que se fue gateando detrás de ti en la calle y luego no te duró ni una semana, al perrito salchicha que te acompañó cuando vivías en otro desierto retirado de todo, al amor de tu vida… Hacen santuarios con collages de fotos de sus seres queridos, las urnas de sus cenizas y coronas de flores y te preguntas, en un momento de desesperación y locura, si te hayas entre esas fotos. Comienzas a llorar y nadie te detiene para darte un abrazo, porque aquí todo el mundo está llorando, de alguna forma u otra, y el dolor nos hace tan egoístas como altruistas. El dolor nos apareja y enajena. Nos junta y separa, a veces a la misma vez y de la misma forma. Ya dentro del templo estilo castillo japonés, te sientas junto a alguna gente que también lleva sus pequeñas vigilias. Mucha gente llora. En una esquina, ciertas personas celebran con panderos, batucadas y baile. Un niño habrá muerto, aunque no lo sabes. Anuncian la llegada del momento. Les piden a los presentes que abandonen el área, que estarán encendiendo el templo junto al hombre de mimbre en 5 minutos. Aquí estamos, piensas, mientras te pones los audífonos y enciendes tu celular. Escuchas el mensaje de tu padre. Lo que sea que te haga feliz es lo que debes estar haciendo. Esto me hace feliz. Buscas la canción final del soundtrack de tu vida, “Wait”, de M83, y comienzas a llorar mientras las llamas a tu alrededor consumen la madera y el espacio y las ofrendas y las cenizas y la arena y el desierto y tú, que vas desapareciendo sin dolor y, cuando solo quedan tus ojos, justo antes de que el nervio óptico se desintegre, registras la sonrisa del universo, un hermoso rostro latino que te abraza de vuelta a las estrellas y te dice que todo estará bien.

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LETRAS

Las corillas de Bad Bunny Por: Manuel Clavell Carrasquillo

Las corillas de Bad Bunny1

1 Esta columna fue publicada el 22 de octubre de 2020 en: https://www.noticel.com/opiniones/20201022/las-corillas-de-bad-bunny/

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Por mucho que “ronque” o alardee de lo contrario, la “perriadora” de la famosa canción de Bad Bunny no se hizo sola, como alega en los primeros versos la voz interpretada por Génesis Ríos (Nesi). Lo que realmente la llevó a liberarse fue el despecho.

empoderada puede darse el lujo de destapar botellas, encender “filis” y treparse en las mesas, mientras se deja caer hasta abajo al son de la consigna vigorosa que ella entona: “Tranqui. Yo perrero sola”. La danza poderosa

En el amor, la protagonista de la composición “Yo Con este grito, la “perriadora” ha solicitado distancia y ha pedido por sí misma que perreo sola” fue rechazada por una la dejen gozar como a ella le dé persona que luego se arrepintió la gana. No quiere, en ese breve y, cuando finalmente se decidió instante de evasión reguetonera, a corresponderla, ella le dio de darles explicaciones a los su propia medicina: “Antes tú machos, ni seguir sus órdenes me picheabas / ahora yo picheo”, o tener que cumplir con explica. restricciones pudorosas. Ella Además, la fuerza de conciencia que desea que la deseen sin que lanzó a esta joven a bailar reguetón haya que insistirle o forzarla, sola en la pista (a gozar en público sin que venga un hombre a sin tener que depender de alguien controlar hasta el más mínimo que la agarre por la cintura o le dé detalle controlable. cantazos pélvicos para expresarse De acuerdo con la percepción plenamente seductora y seducida), del amigo que más tarde se sostiene sobre las redes de un perrea con ella, esta mujer está corillo de amigas cómplices. desatada. Por esta razón, la voz narrativa de Benito le advierte El corillo de “las diablas” al mundo que no toquen a esta Sabemos de la importancia que tiene chica libre, “que nadie se le este corillo para esta “perriadora” pegue”, que la dejen ser tal y porque Benito Martínez lo expresa como ella se ha distorsionado en con la segunda voz, mientras el perreo, independientemente canta las estrofas que siguen. Este de que esté “borracha, loca y no “machito conocedor” es quien se comporte”. reporta lo que ocurre con este corillo En ese sentido, el machote de en el lugar de jangueo mientras la canción se transforma en una dice: “Ella está acompañada / de especie de caballero andante una amiga problemática, / y otra que casi ni habla, / “urbano”. Descubre, respeta y anuncia que “los nenes pero las tres son unas diablas”. y las nenas quieren con ella”, pero no se escandaliza Estas tres mujeres, y ese amigo narrador, conforman el ni recurre a disciplinarla. Todo lo contrario, encarna “corillito de panitas” que le sirven de barrera protectora el rol de defensor de la autonomía de la “perriadora”, a esa jeva para que perree sola en los ambientes convertida por este hombre que la describe en una machistas de los “jangueos” y “chinchorreos” boricuas. “dama de la calle”. Por lo tanto, así protegida, es que esa muchacha Este “pana cuidador” aparentemente enamora a la chica,

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“de lejitos”, sin asfixiarla, pero es ella la que selecciona con quién interactúa en esos caminos de la noche, tan apasionantes como peligrosos. Más adelante, lo escoge para bailar a él, de entre todos y todas las demás, y le dice “papi” con evidente sensualidad, porque ambos parecen estar claros en que ella tiene derecho a erotizarse. Benito en drag Por otro lado, en el vídeo musical de esta pieza, Benito escenifica ese diálogo con herramientas poderosamente visuales. El Conejo Malo logra complejizar la proyección de su imagen actoral, muchísimo más allá de las presentaciones que había hecho como “influencer”, exhibiendo las uñas pintadas o mediante su defensa constante de las comunidades LGBT. En esta ocasión, no obstante, la imagen del artista atraviesa por una transformación artística de género muy radical pues Benito se “viste de mujer”, se “traviste” o se “draguea”. Bajo los efectos de esta impactante metamorfosis, el trapero interpreta para la cámara los roles de tres mujeres liberadas (posiblemente las tres chicas del “corillo de las diablas”). A su vez, para que veamos su performance de “masculinidad” en contrapunto a este “dragueo”, Benito hace en el filme el papel del “papi”.

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Es evidente que Bad Bunny aspiraba a estimular con este vídeo a millones con los elementos videográficos de celebración de la pluralidad, la tolerancia y la libertad que se identifican con el arcoíris. Y lo consiguió, acercando a personas de todo tipo a conceptos más flexibles sobre lo que constituyen los límites impuestos al género, el sexo y la orientación sexual mediante las leyes sociales de la heterosexualidad.

lo “masculino”, lo “femenino”, lo “queer” o lo “nobinario”; reconociendo que ocurren a nivel individual y apoyadas en estructuras colectivas que ellas mismas han organizado en los márgenes.

Con estas palabras, diferenciadas por una letra de la masculinidad rígida del término “corillo”, buscan crear una distinción política impactante desde el lenguaje que utilizan en su diario vivir en Río Piedras, Santurce, Caguas y Mayagüez, principalmente. Las corillas anuncian con orgullo que en sus actividades se respeta y se valora lo que hacen y lo que expresan todos, todas y todes, rechazando los puritanismos.

rebeldes.

“Soundtracks” del jangueo queer

La música y la estética de Bad Bunny han sido utilizadas por estas corillas para representar ampliamente sus posturas, deseos y proyectos en las calles y en la Las corillas LGBTTQIA Internet. Canciones y vídeos como “Yo perreo sola” han En Puerto Rico, por ejemplo, sabemos que hace años sido adoptadas y adaptadas como “soundtracks” de los se vienen juntado en múltiples espacios públicos “jangueos” de estas comunidades. miles de personas que “perrean solas”, pertenecen a Lo hemos visto en las paradas “gay”, las actividades las comunidades LGBTTQIA o janguean fuertemente culturales que incluyen espectáculos de “drag” y las con estas. Estos grupos con sensibilidad y respeto por protestas multitudinarias, como las del primero de mayo las identidades de género que afirman sus integrantes y el Verano del 19, precisamente porque las canciones de comúnmente se llaman a sí mismos “corillas”, “corilles este artista son como los “fans” de estos movimientos: o “corillxs”. irreverentes, críticas, ingeniosas, valientes, brutales y

De esta forma, estas corillas han ido construyendo espacios para “janguear” seguras en los cascos urbanos, dentro y fuera de las áreas tradicionalmente dominadas por la transfobia y la exclusión que las persiguen hasta asesinarlas por lo que son, incluso.

Al igual que las “diablas perriadoras” personificadas por Benito, las corillas boricuas andan sueltas. Utilizan creaciones como estas que la policía correctiva no puede censurar por más que lance amenazas solemnes, oficialistas y santurronas que finalmente son desoídas o renegociadas por los ciudadanos para poder bregar en la convivencia.

Corresponde reconocer y fortalecer como aliados estas corillas, más o menos como hizo aquel pana que tenía guille de caballero andante “urbano” en el corillo de las “diablas perriadoras” salidas de la imaginación de Benito. Sin cancelaciones tóxicas, con solidaridad, Las corillas validan, en vez de cancelar, los procesos de dejándolas hacer y deshacer a ellas solas sus danzas cambio de sus miembros en cuanto a sus vivencias desde liberadoras.

Yo perreo sola NOV 2021: Perspectivas LGBTTQIA+ / 47


ARTE

MANipulations (series IV) Por: Anto Gamunev

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LETRAS

La viuda Por: Yolanda Arroyo Pizarro

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1. Estamos de pie, frente al mar de la bahía de Cataño, serenas y pensativas, mirando la línea de horizontes nublados. Necesito contestaciones. Hago preguntas. Que si habían compartido algún atardecer en Culebra. Que si alguna vez vieron películas románticas sentadas ambas sobre el sofá, abrazadas, amotetadas. Que si lloraron juntas. Que si ella había conocido a nuestra hija. Que si sabía mi nombre completo y lo que significaba. Todas las respuestas fueron sí. 2. Digamos que el terremoto me abrió los ojos. Me dio la oportunidad de enfrentarme a mí misma durante aquel momento de caos. Algunas estructuras del país sufrieron gran daño. Al Capitolio, por ejemplo, se le habían agrietado casi todas las columnas frontales y parte de la cúpula. Los ingenieros nombrados por el gobierno para atender el estado de emergencia, ya le habían explicado a la prensa que temían que alguna de las columnas se derrumbara en cualquier momento. Las escalinatas de la entrada mostraban peldaños enteramente rajados y abiertos. Lo más crítico era lo que le había sucedido al borde amurallado frente al Capitolio, la parte que quedaba expuesta hacia el mar. Se despegaron varios pedazos rocosos. Grandes fragmentos de terreno se desprendieron y cayeron al acantilado, playa abajo. Si bien es cierto que el Castillo San Cristóbal, que está justo al lado de la llamada Lomita de los vientos, apenas recibió daño alguno por el movimiento telúrico, también es cierto argumentar que la vista que se tenía desde la calle era espantosa. Parecía como si la muralla, con todo y garita, estuviera a punto de perder un pedazo en cualquier momento. Era obvio que se iba a tener que realizar un gran trabajo de reparaciones. Libia no llevaba mucho tiempo de fallecida cuando sobrevino el terremoto, solo seis meses, pero yo sentía su ausencia como una carga muy pesada de años enteros. No creo que Libia hubiera pasado muy bien el desastre natural. Ella ostentaba una cobardía inusual que la hacía atractiva. Se pasaba recordándome continuamente que

pronto sucedería una gran desgracia, algo parecido al famoso temblor que afectó el 11 octubre de 1918 a toda la Isla, pero muy en especial a Mayagüez, su ciudad natal. Y sí, Libia era una cobarde. Una cobarde tierna. En noches de tronadas, el miedo a aquel ruido primitivo la hacía buscar refugio cerca de mí, bajo las sábanas. Recuerdo que cada temporada de huracanes en la isla, desataba lo peor de su temor irracional. Cuando la tormenta Bertha trajo rayos y centellas al país, Libia dio tantos alaridos, brincó con tanta desesperación y se había puesto tan nerviosa, que tuvo que tomar agua de azahar para calmarse e ingerir una klonopin, el ansiolítico de moda. Además, un vecino le ofreció un cigarrillo de marihuana y ella lo había aceptado intentando vencer el pavor. Astrafobia era lo que padecía. Aprendimos con el tiempo que el tratamiento es similar al de todas las demás fobias: hay que exponer al paciente a lo temido de forma gradual. Intentamos que Libia visitara una psicóloga que la ayudara a manejarse durante el trance. Tratamos también las terapias basadas en la hipnosis. Pero nada resultó. Ni siquiera cuando estuvimos en gestación. Así era Libia. Extrañamente asustadiza. Dulce para las cobardías. Se alteraba. Lloraba cuando venían las tempestades. Si una tormenta era declarada huracán, era abominable ver cómo se afectaba de los nervios. 3. Sentir que se mueve el suelo. Ver cómo los pies se tornan gelatina y se licúa mi cuerpo en comunión con el terreno. La vibración de la superficie se hace trueno y me traga… Sentir que pierdo el balance y que estoy a punto de caer, y pienso que se va a acabar el mundo, y me fallan los ojos porque veo el horizonte que se convierte en vaivén, en oscilación, y se cae conmigo. Por mi mente pasa el nombre de Libia, de nuestra hija, del amor que ya no está porque Libia es un cadáver cremado, que dentro de poco se convertirá en parte del terreno, ese mismo suelo que hoy brinca, tiembla y me devora… Eso es el terremoto para mí.

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Entonces lo único que importa es ir a la casa de la otra. Es ir a buscar a la amante de Libia. Estoy de duelo, pero no he podido llorar. Ni siquiera la he sufrido bien porque la evoco sabiendo que hubo otra. 4. Recuerdo haber conocido a la otra el día del velorio. Alguien me preguntó quién era. De buenas a primeras hice así con los hombros y expliqué que nunca antes la había visto. Pero inmediatamente volteé la cabeza, ladeé un tanto el cuello, cerré los ojos un poco para concentrarme. La silueta femenina en una de las fiestas de Navidad que celebraba la oficina de Libia me llegó al instante. Era la misma imagen de la mujer que de vez en cuando llamaba por teléfono. Sonaba el celular de Libia y me daba cuenta de que se mostraba la foto de esa muchacha. Libia siempre había contestado de igual modo a mi pregunta sospechosa: “Es una de las contratistas, tengo que contestar esta llamada”. Y ahí moría el asunto, porque en el trabajo de Libia ella tenía que supervisar a muchas contratistas. Creo que es del trabajo de Libia, dije en voz alta, observando cómo la contratista portaba sobre la cabeza un manto prieto, como las mantillas españolas tan comunes para guardar luto y demostrar viudez. La mujer sollozaba frente al féretro de mi esposa. Los síntomas de la astrafobia incluyen la dificultad para respirar, la taquicardia, la sudoración excesiva y náuseas. El fóbico suele sentir que no tiene control alguno de estos síntomas. Lo sé, porque a menudo yo había tenido que lidiar con la sintomatología de Libia. Pero ahora era yo quien sentía los truenos sin que lloviera y sufría las náuseas. Muchos afectados intentan controlar su fobia escondiéndose durante las tormentas. Observé las paredes de la capilla, el respetuoso aposento en donde descansaba el cuerpo de mi amada. Aquella última morada no proveía ningún refugio para mí. Me quedé mirando pensativamente el ataúd. Desde donde me encontraba atendiendo parientes y recibiendo condolencias de conocidos, en la parte trasera de la habitación observé a Libia acostada en la caja. Muerta. Un accidente de auto la había arrancado de mi lado, de nuestro lado. Ya no sería más mi esposa ni la madre de nuestra hija. Un accidente vehicular se había llevado a la cobarde de Libia, a aquella que se escondía en los

cuartos y cerraba las ventanas, y evitaba tocar metales durante las lluvias torrenciales. Aquella que gritaba vociferante cuando caía el rayo porque sabía que próximamente acontecería el ruidoso tronar. Pienso en que debió tener miedo en su minuto último. Me entristece saber que murió sin mí, esperando la ambulancia. Un hombre que había visto el choque nos contó que corrió hacia ella y abrió con dificultad la puerta de su auto. Vio cómo había quedado su cuerpo atravesado por la carrocería, doblado hasta el punto de una inverosímil postura de huesos partidos, y le había dado la mano. La vio pestañar. Libia siempre tuvo hermosas pestañas. Las batía como mariposa monarca y el mundo se detenía. Así me había enamorado a mí, batiendo las alas que llevaba en el rostro, guiñándome un ojo y dejándome el corazón hecho trizas. Y ese hombre me contó de las trizas. De la mano de Libia triturada, la que él tocó. Del brazo de Libia, su pierna izquierda hecha añicos. Sangre abundante. Demasiada sangre perdida como para ser repuesta. Libia había preguntado por mí, eso dijo el hombre. Eso creí. El hombre mencionó un nombre: Caterina. Nuestra hija se llama Catalina. Pensé por asociación que Libia había preguntado por nuestra hija cuando en realidad había querido preguntar por mí. Eso hizo mi mente y en eso creí hasta ahora. Pero tan pronto vi a la contratista, de inmediato recordé que se llama Catherine. 5. Justo en el momento en que mi hermana pide que tome un receso, pues me ve pálida y cree que voy a desmayar, mi cuñado asegura que ya han colado café en la pequeña cocina de la funeraria. Entra mi hija Catalina por la puerta de cristal con los ojos llorosos, sin poder creer que una de sus madres ya no está en el planeta. Comienza a llover. Lo sabes porque escuchas los goterones cayendo en el tejado. Catalina se acuclilla frente a mí, me abraza, y yo sigo con la vista fija en Catherine. Y Catherine llora. Sola. Frente a un ataúd que no le devuelve el abrazo que al parecer espera. Me pregunto si alguien más se da cuenta de lo que está pasando. Me pregunto si Libia y esa contratista, Catherine, tenían algo. Pero he aprendido que, a esta

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edad, 48 años ya, ese tipo de pensamiento no llega a la mente solo porque sí. Este tipo de sospechas nunca llegan vacías. A estas alturas solo se requiere de un momento de maravillosa epifanía y coincidencia para atar los cabos sueltos. Y este es el momento. Ya lo sé. Ya me enteré. Catherine deja de llorar, se limpia la nariz. Se frota las manos frente a Libia, se remueve la mantilla oscura, voltea el rostro y me busca. Sus ojos se tragan ahora los míos. Y una entiende. Todo. Perfectamente. 6. Y de aquel momento a este pasan meses. Seis, para ser exactos. Tiempo en los que me he dedicado a investigar. He hablado con los amigos, he entrevistado a los compañeros de trabajo, me he reunido con quien fuera su jefa, que ahora me mira con compasión. Me ofrece servilletas para que me limpie las lágrimas y hasta me solicita que baje la voz, que el tema es inapropiado para discutirlo allí, en la oficina que antes perteneció a mi esposa. Me pide que me concentre en los buenos momentos. Piensa en la boda, exclama intentando empatía, y añade: “Recuerda que fueron ustedes de las primeras parejas lesbianas que se casaron en la isla. Fueron días de festejos, de orgullo, de mucho amor, a pesar de las protestas de los religiosos. Fue un gran paso y luego tuvieron a Catalina, tan bella y tan grande que está. Ya va a cumplir quince años, ¿verdad?”. Verdad, le digo. Y trato de que no me domine la histeria. Nuestra bebé será pronto una quinceañera, digo. Asiento. Me calmo. Doy las gracias. Anuncio que me voy y pido excusas. Me reúno con la madre de Libia a ver si sabe algo. Le cuento. No me importa que me diga que estoy mancillando el recuerdo de su hija. No me importa que me acuse de haberla sacado del clóset, de haberla seducido, de haberla involucrado en aquel mundo de malas reputaciones. Logro hablar incluso con los hermanos de Libia, con la mejor amiga de Libia, finalmente consigo acceso a Catherine. Le había estado dejando mensajes de voz desde el teléfono móvil de la difunta, pero nunca recibía

respuesta. A los mensajes de texto no tuve acceso de inmediato, pues la bandeja estaba asegurada por una contraseña. Los recados iban desde ideas inofensivas hasta requerimientos iracundos… Que si se habían jurado amor. Que cuál era la canción de ambas. Que cómo fue su inaugural beso… La primera vez que hablé con ella, con la mujer de la mantilla prieta, fue gracias a que la mejor amiga de Libia, Melanie, se compadeció de mi desesperanza. Me vio descompuesta, despeinada, con ojeras. Lo curioso es que no lloraba ni me sentía así por mi pérdida. Mi desolación tenía que ver con la amante, la usurpadora que había llegado al sepelio, que echó a un lado el velo del féretro y luego besó a Libia. Eso. Allí, frente a todos. Mientras yo quedaba paralizada y expuesta a tanta vulnerabilidad. Mientras la vida se me hacía estruendos y fragores de tormenta, y los juramentos hechos en el altar se volvían desperdicios atronadores, retazos estridentes que me adormecían los tímpanos. La vi. Estiré la mano y saludé. Nos encontramos en Poets Passage de Viejo San Juan. Ella ordenó un capuchino. Yo miré a Melanie y le solicité privacidad, pero sus palabras indicaron que Catherine no deseaba estar a solas conmigo. Entonces acepté aquella circunstancia. 7. Cuando te arrebatan algo en vida y duele tanto, ¿lastima también si luego te lo arranca la muerte? El corazón late casi setenta veces en un minuto. En sesenta segundos inhalas y exhalas docenas de intervalos. En el mismo tiempo el planeta sufre cinco terremotos, dicen las estadísticas científicamente aceptadas. Los sentidos perciben una gran sacudida de terreno que se produce debido al choque de placas tectónicas y a la liberación de energía. Hago preguntas. Decenas. Y libero energía. Y late mi corazón ochenta veces o más de las necesarias hasta el punto de provocarme un mareo. Y consumo mucho más del oxígeno que me corresponde como ser viviente. Pero no estoy segura de si algo de eso es lo que causa que aumenten los movimientos telúricos en el planeta porque en mi pecho solo hay rabia y desconcierto. Desilusión. Me siento traicionada. Catherine contesta todas las preguntas que hago ese día.

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8. —¿Cuándo fue la primera vez que hicieron el amor? —¿Alguna vez caminaron tomadas de la mano? —¿A qué sabían sus besos? —¿A ti también te hacía trenzas antes de que se acostaran a dormir? —¿La penetraste con tus dedos? —¿Te penetró ella a ti con algo más que sus manos? Catherine contesta todas mis preguntas ese día, pero se niega a volver a verme. 9. Cuando algo que te han arrancado en vida duele tanto, ¿lastima también si luego te lo arrebata la muerte? En mi caso no siento alivio alguno. Experimento una anestesia sentimental que me hace sentir a Libia lejos. ¿Es esta distancia temporal o permanente? ¿Lloraré por el amor de mi vida alguna vez, ahora que ha fallecido? Nos despedimos esa tarde y sin su consentimiento empiezo a espiarla. La sigo al trabajo y me entero de que los jueves en la noche instruye un curso para mujeres sobrevivientes de violencia de género, en uno de los recintos de la universidad del estado. Allí también la rastreo. Me hago invisible y la acompaño a hacer sus compras, a visitar a sus médicos, a adquirir un vibrador en una tienda de juguetes sexuales y a hacerle compañía a una tía lejana que alguno de sus familiares ha colocado en un asilo. Averiguo la contraseña de la computadora y el buzón de mensajes de texto del teléfono de Libia, gracias a un amigo hacker que primero se niega. “Estas cosas pueden volver loco a uno. Déjala en paz. Que el asunto descanse con la memoria de tu mujer. Te suplico que lo pienses mejor.”, me dice. Yo reflexiono y regreso una semana más tarde, convencida. Entonces él me concede el favor. Ahí me entero de varias conversaciones muy dolorosas que yacen en el fondo de su correo electrónico. Leo todos los mensajes de texto privados que encuentro en su teléfono androide. Un sábado persigo a Catherine hasta una floristería, y me topo con que ella continúa ruta hasta la capilla que guarda las cenizas de Libia. Me sorprende enterarme en ese momento de que todavía yo no he ido al lugar de su nueva morada. No he visitado a Libia ni una sola vez, a

pesar de que en los arreglos prefunerales realizados por ambas tiempo atrás, se estipulaba que de sucedernos algo cada una pasaría los primeros cinco años en este lugar de descanso postmortuorio, a conveniencia de familiares y conocidos. Catherine deja flores frente a la urna. La veo de lejos. Rosas amarillas: las favoritas de Libia. Coloca las flores y desde donde estoy noto que baja la cabeza como si fuera a decir una plegaria. Me río porque, aunque sé que Libia era espiritual, recuerdo también cómo detestaba los rezos y misticismos. No creía en la religión organizada. Catherine se toca el estómago y pienso que quizás está a punto de desfallecer cuando de pronto también me doy cuenta de que llora incesantemente. Llora sin consuelo. Estudio sus movimientos que replican un dolor intenso, tan fuerte como el de una aguja cuando tatúa. Y me percato de que hasta ese día yo tampoco he vuelto a llorar por Libia. No he podido hacerlo, he estado entretenida siguiendo a Catherine, doliéndome por su irrupción en mi existencia, planificando agendas alrededor de su vida. He estado inmiscuida en el descubrimiento de prueba de Libia. Mis ojos se han secado como el desierto del Gobi. Así de fuerte, así de terrible, así de árido se ha vuelto mi corazón. No han existido lágrimas hasta este momento dedicadas al amor perdido. Bajo el rostro humillada. Me da vergüenza haber descubierto todo esto, pero más vergüenza siento por haber sido testigo de aquel momento tan íntimo en el que la otra mujer de mi esposa sufre. Han arrancado algo valioso de su vida. Y yo sé de esas extirpaciones. A mí también me han quitado lo mismo. No he tenido mi momento de real duelo aún. Así que froto mis manos. Aprieto los dedos uno contra otro. Me muerdo los labios y comienzo a llorar. Se siente terrible. Un desgaste dentro de la caja del pecho, como si los truenos a los que temía Libia se hubieran instalado en mi fosa pectoral. Y por fin lloro. Duele intensamente, pero a la vez siento un gran alivio. 10. En ocasiones el sentimiento de pérdida es tan fuerte que una puede perder la noción del tiempo. No me doy cuenta de que llevo un buen rato sentada en el vehículo,

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escondida, hecha un ovillo, ya sin espiar a nadie. No me doy cuenta de que mis manos abrazan mi cuerpo y que no paro de temblar. Solo cuando Catherine toca el cristal del auto en el que estoy acurrucada, me sobresalto y descubro el paso de los minutos. Abro la puerta a instancias de ella. Nos miramos. Nuestro maquillaje corrido, nuestro cabello hecho una morusa, nuestras pieles ajadas, la de ella clara, la mía oscura, dan cuenta del sentimiento que aún trepida en el ambiente baldío y de orfandades amorosas. Catherine se ñangota. Ahora sus ojos quedan a la altura de los míos. Abre la boca para decir algo y enseguida se arrepiente. Y se queda allí, callada, tragándose todos los hoyos negros del universo que han conspirado para hacernos temblar en aquel recoveco. Ambas tenemos la nariz sucia, llena de suspiros mocosos. Ambas tenemos los ojos rojos, irritados; las pieles de las mejillas desplegadas de capilares, las bocas como garfios, en un viraje de mueca adolorida. Ambas respiramos pobremente entre sollozos anegados de melancolía. Ambas somos viudas, al parecer. Catherine vuelve a despegar los labios para decir algo. Pero yo estiro mis brazos en un movimiento no pensado, sin clara intención, y la abrazo. Ella me devuelve el apretón. Y nos quedamos así otro rato. Cuando por fin nos separamos, me mira y dice: perdón. 11. Sentir que se mueve el suelo, ver cómo los pies se tornan gelatina y se licúa mi cuerpo en comunión con el terreno, que la vibración de la superficie se hace trueno y que me traga… Pierdo el balance y estoy a punto de caer, y pienso que se va a acabar el mundo… Eso es el terremoto para mí. Y lo único que importa es ir corriendo a la casa de la otra, luego de saber que mi hija está bien, que mi hermana y familiares se resguardan seguros. Ir a buscar a la amante de Libia a ver cómo está. Catherine… Mi mente se enfoca en que quiero socorrerla. Y maldigo a Libia en medio del terremoto. La maldigo porque no le he podido guardar el luto debido. Estoy de duelo, pero no he podido llorar porque me siento otra vez enamorada.

“Sentir que se mueve el suelo, ver cómo los pies se tornan gelatina y se licúa mi cuerpo en comunión con el terreno, que la vibración de la superficie se hace trueno y que me traga...” NOV 2021: Perspectivas LGBTTQIA+ / 59


LETRAS

El futuro deportivo

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será feminista o no será Por: Adli Mariann Cordero Espada

El futuro deportivo será feminista o no será 1

1 Esta columna fue publicada el 14 de junio de 2021 en https://www.todaspr.com/el-futuro-deportivo-sera-feminista-o-no-sera/ .

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“Las matan y no aparece la Policía”. Es una verdad muy dolorosa y triste. Lo que no sé es cómo ni de qué manera se convirtió en un chiste de gente en el público del juego en el que la Selección Nacional de Baloncesto de mujeres de Puerto Rico se enfrentó a la de Argentina la noche del sábado, como parte del torneo AmeriCup. Hacían referencia a que las mujeres árbitros no cantaban faltas o no respondían como estas personas querían. Pasa también en juegos de las ligas de hombres, pero siempre de formas muy distintas. Me sentía incómoda y fuera de sitio. Pensaba en lo importante que es salir de las burbujas, pero también en lo doloroso que se sentía, después de más de un año de pandemia y encierro, que el primer encuentro amplio estuviera totalmente dominado por estos pensamientos y esta cultura machista.

parecía tan necesario apoyar el espacio, a pesar de no ser una fanática de los deportes. Antes de la pandemia, coordiné una campaña de Coordinadora Paz para las Mujeres que se llamaba Juega pa’l equipo, que atendía directamente el tema de la violencia sexual en el deporte. Desde una aplicación y análisis con perspectiva de género, se construía conocimiento, preguntas, y se generaban propuestas a los conflictos que la violencia de género implica para las personas mujeres, trans y no binarias en el escenario deportivo. Recuerdo las conversaciones con atletas universitarias, junto a las que problematizamos el modo en que se recibe la violencia en estos espacios, desde el entrenamiento, la exigencia deportiva inequitativa, sin quedarnos meramente en el asunto de las diferencias biológicas, si no, profundizando en la cultura que normaliza y perpetúa mitos, estigmas, y violencias contra las mujeres, personas trans y no binarias e intersexuales en el deporte, entre otras intersecciones.

Entonces, se me ocurrió, que, después de todo, para la crónica feminista en un juego de baloncesto de mujeres, hace falta una feminista en el público. Decidí quedarme Por eso, estar en este juego no era solo ir a verlas con la intención de tratar de entender por qué seguimos jugar. Quería apoyar de alguna manera el deporte en esas perspectivas. femenino en Puerto Rico, y las pensaba. Sentía que nada Entusiasmo no era lo que estaba faltando en ese lugar. ha cambiado, como si estuviéramos en un bucle y esto Jugaba el equipo de Puerto Rico contra Argentina y me viene por mi vena de pesimista, pero el problema es real no es un invento de mi cabeza feminista que rabia.

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Dice Delia Lizardi Ortiz, en el artículo Contra el acoso sexual en el entrenamiento deportivo: Aunque el 79% de los participantes de la encuesta contestaron no haber sido víctima de acoso sexual, el 98% aseguró recibir piropos y comentarios de índole sexual durante su entrenamiento. Y el 68% contestó que utiliza diferentes estrategias para evitar el acoso como entrenar en compañía, solo de día, evitar lugares solitarios y ropa poca reveladora. No se percibe como un problema, pero se actúa con el problema latente. Un 21% de los participantes aceptaron haber sido víctimas de hostigamiento sexual, proviniendo un 60% de parte del entrenador, 20% de compañeros de equipo y un 33% por parte de personas anónimas. No es un asunto aislado. Los casos de violencia sexual en el deporte en Puerto Rico suceden, entre otras cosas, porque hay impunidad. Igual que los feminicidios, y transfeminicidios. 62 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Todavía, no hay justicia ni transformaciones sociales significativas. El estado no asume con urgencia la atención de estos problemas. Por tanto, tampoco lo hacen las instituciones, y mucho menos las deportivas. “Las principales ligas deportivas en Puerto Rico, entre ellas la LVSF, el Baloncesto Superior Nacional Femenino (BSNF) y la Liga Atlética Interuniversitaria (LAI) no incluyen en sus reglamentos deportivos sanciones ante conductas de hostigamiento sexual”, apunta Zulymar Dros Guerrero, en el artículo Sin medidas contra el hostigamiento sexual principales ligas deportivas en Puerto Rico, publicado en la revista A cuenta gotas.

Sin embargo, responde a un problema común, el sistema patriarcal. No va a cambiar si no lo intencionamos y promovemos ya. Si nos seguimos riendo de los chistes machistas en la cancha, no va a cambiar. Si los ‘comentarios’ y ‘análisis’ del juego siguen siendo misóginos y biologicistas, no va a cambiar. Si los insultos, aunque no sean “arbitro cabrona” son un “eres una antideportiva”, no va a cambiar. A las mujeres, cuando no se les puede atacar por su reputación, se les ataca por su profesionalismo. No podemos ser cómplices.

Para satisfacer mi vena de esperanza radical, me sueño en un juego de baloncesto de mujeres con mis amigas feministas para animar a las nuestras y construir nuevas narrativas de culturas deportivas feministas. Sé que las feministas tenemos mucho que hacer y que no somos responsables de estar en todos los espacios. Por eso, digo que lo sueño. Urgente es educarnos con perspectiva de género. Hace mucho tiempo que lo necesitamos. Todo está envenenado con el machismo, incluso, los espacios ¿Por qué no estamos conversando más sobre cómo la dónde las mujeres y mujeres trans se han asumido y han visibilidad y apoyo al deporte femenino, además de la transgredido. cobertura mediática, depende también de la manera en que somos educadas y socializadas las personas, y la La noche del sábado, mientras escuchaba al público, cultura que reproducimos? Puede haber cientos, miles comprendía dolorosamente algo, y es que allí no van de medios cubriendo los juegos de mujeres, y tener una a ver mujeres que juegan baloncesto profesional. La cobertura misógina y machista que nos hace un flaco lectura es otra. Van a ver mujeres que “juegan a hacer lo servicio. que hacen los hombres”. Y esa es la medida comparativa todo el tiempo. No están en las gradas (y me atrevo a ¿Por qué no estamos hablando de preguntar más, a las generalizar) porque las reconocen, apoyan y acompañan que están ahí, a las atletas, qué es lo que quieren? ¿Qué como mujeres atletas. Están para otra cosa, como para es lo que necesitan? decir “canta pajarito” e inmediatamente después gritar Parece que es más importante para alguna gente “tráiganme a los árbitros”. Un poco más y piden que enfocarse en que “el juego sea más activo” lo que sea sea un juego de baloncesto de hombres. Pero eso puede que eso signifique. El nivel de juego que presencié, no cambiar construyendo cultura de equidad. El futuro solo fue activo, fue de altura, y excelencia. Para mí, no deportivo será feminista o no será. En un estado de emergencia por la violencia de género en Puerto Rico, no se está hablando de esto. Prefieren conversar sobre cómo es que hay que “bajarles el canasto” o de “equidad en el sentido biológico” con respecto a la desigualdad entre hombres y mujeres en el deporte. Y no digo que eso no es importante, pero no es lo urgente.

le hacía falta un donqueo, más rapidez en la cancha, más estatura ni un canasto más bajo. Para mí, son otros los asuntos urgentes.

Para que los juegos de baloncesto superior femenino se llenen, hace falta mucho más que un donqueo, más que “estatura”, más que un canasto más bajo y mucha más cobertura mediática. Necesitamos otra cultura. Y sí, es verdad que eso no pasará de la noche a la mañana. No es solo un asunto de Puerto Rico, sino del mundo y sociedades.

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ARTE

PRIDE // Laboratoria Boricua de VOGUE Por: German Ayala Vázquez

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www.germanvazquez.com

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LETRAS

La viuda de Rafael:

visión panóptica de la expresión queer Por: Nancy García Arriaga

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El 28 de junio de 1969 marcó el antes y después hacia el respeto a la identidad de género y la diversidad sexual. Han sido varias las personas que se han expresado desde diferentes espacios sobre el temor, discrimen, derecho a la igualdad y respeto de la comunidad LGBTQIA+. En este caso, la literatura no es la excepción, ya que ha generado trabajos y propuestas creativas y teóricas de la expresión queer. La novela La viuda de Rafael, del escritor puertorriqueño Luis Daniel Estrada Santiago, presenta la vida, pasión y marginación de cuatro mujeres que se enfrentan a una sociedad rígida desde la perspectiva moral. El discurso de los personajes manifiesta las vivencias como mujeres sin que se les reconozca como tal. Básicamente, la historia aborda cómo una transexual que, tras la muerte su pareja, deberá luchar contra una serie obstáculos morales, sociales y conflictos legales para ser reconocida como una viuda. Desde otra óptica, los lectores participan, a través de la trama, de una dinámica entre los personajes, sus diálogos y acciones que evidencia unos seres femeninos diferentes que no son aceptados por la sociedad. Hay otro criterio que parece interesante: no son ellos, son ellas; no están disfrazadas; poseen una identidad de género; buscan que sus derechos sean respetados en todos los sentidos. A partir de estos postulados, puede decirse que Nina es una mujer y sus amigas conforman su muro de contención ante las adversidades que les tocan. Son cuatro mujeres alegres, tienen sus casas, parejas, sueños, sus problemas de amor y de trabajo. Estos personajes fluctúan en la trama entre lo irónico y lo trágico porque enfrentan situaciones de discriminación y prejuicios por parte de la sociedad. El amor de Nina (la viuda de Rafael), durante casi veinte años, evidencia que el sentimiento entre ambos no depende de su identidad sexual o su expresión de género. En este sentido, es importante el planteamiento de Vivero Marín, en cuanto a que “los estudios de género y la teoría queer replantean el concepto de “literatura” en tanto que establecen que ésta no es sino una forma simbólico-discursiva por medio de la cual se crean, transforman o perpetúan identidades genéricas y sexuales” (81). Desde las ideas de Helena Vieira, otra estudiosa de los asuntos de género y queer, se han dado varias discusiones que han generado otra reflexión sobre otros temas que abarcan lo queer, como la travestilidad y la transexualidad como experiencias de género. De igual forma, Vieira usa el concepto de transfeminilidad, esto como una forma de mujeridad. Estas propuestas cobran relevancia en la novela en estudio, ya que se convierten en discursos de lo que es “ser mujer”. A partir de estas ideas y

conceptos, los personajes femeninos transexuales de La viuda de Rafael han logrado insertarse en un mundo de mujeres porque desarrollan su vida y entorno desde lo que es ser mujer. Lo queer desde la perspectiva social/familiar de la novela La viuda que deja Rafael debe enfrentar a toda la familia política, ultracatólica y conservadora, que desea quedarse con los bienes materiales del difunto, pero aprovecha también para humillar a Nina despojándola de todo lo que había logrado junto a su pareja. La madre del muerto, quien no aceptaba el estilo de vida de vida del hijo, ni a su pareja, expresa en el cementerio: “― Cállate maricón‑a‑ de mierda. Cállate o no respondo cabrón‑a‑” (61). Esta expresión no está ajena al código que se vincula al concepto queer. A partir de las diversas fuentes consultadas, se establece que el término queer se ha traducido como raro, maricón y torcido. Para la década de los noventa, este término redefine identidades sexuales y de género; por otra parte, amplía la crítica a lecturas sobre raza y etnicidad. Otro planteamiento de Fernando Viteri y Vidal-Ortiz, en ¿Cómo se piensa lo “queer” en América Latina?, establecen que “lo queer funciona como prácticas transgresivas o liminales que redefinen la relación establecida con la familia, la nación o la ciudadanía. Teniendo en cuenta esta diferencia, las lecturas queer no excluyen temáticas de género y sexualidad, sino que dependen de ellas para formular críticas a sistemas heteronormativos” (47). De esta forma, la lucha contra la discriminación fundada en la orientación sexual o la identidad de género que se manifiesta en la novela a través de Nina, Ela, Susi y Cristi, implica una reformulación de la visión de las nuevas formas familiares, diversas orientaciones o identidades sexuales y el respeto por la identidad de género. Esto se evidencia a partir de la voz narrativa (Ela) cuando se refiere a su pareja Tomás quien, desde niño, comenzó a explorar su sexualidad: Yo anhelaba ser devorada y Tomás era el hombre idóneo para eso. Por él mismo me enteré, que fue promiscuo desde temprana edad. Comenzó los juegos eróticos con sus primitos, asegurando que se reducían a mera exploración. En las investigaciones iba desde los cuerpos de las primas hasta los de los primos siempre mayores que él… Tomás es bastante sincero porque hace mucho que se liberó de los prejuicios que tanto daño nos hacen, asegura que, en NOV 2021: Perspectivas LGBTTQIA+ / 75


esas exploraciones, los demás seguían sus determinaciones porque él, al ser tan promiscuo los llevaba por senderos que ellos ya sentían, pero a la vez desconocían (49). La sociedad de la novela no es ajena a la socialmente normativa y heterosexual que se vive en Puerto Rico y en otros países. Escritores como Luis Negrón, David Caleb Acevedo, Yolanda Arroyo Pizarro y Manuel Ramos Otero, entre otros, recrean la sexualidad y subjetividades queers de hombre, mujeres y de los afropuertorriqueños. Sus textos expresan las preocupaciones y vivencias de sujetos queers en la realidad actual puertorriqueña como lo evidencia La viuda de Rafael. Se oyen las voces de sujetos que expresan su lugar en el mundo de acuerdo con su particular concepción de este. Desde este punto de vista, se puede afirmar, como indica Darío Gómez, que en el caso de las novelas latinoamericanas “cumplen una función sociocultural que podría denominarse ideológica, en el sentido de que está más dirigida a la promoción de un conjunto de valores y creencias relacionados con un tipo de identidad sexo-afectiva particular” (39). Por otra parte, los roles sociales y sexuales se vinculan a lo puramente fisiológico; por lo tanto, las categorías normalizadas serían la de hombre o mujer. Expresa Judith Butler: “Justamente porque «femenino» ya no parece ser una noción estable, su significado es tan problemático y vago como «mujer». Y puesto que ambos términos adquieren sus significados problemáticos únicamente como conceptos relativos, esta búsqueda se basa en el género y en el análisis de relaciones que sugiere.” (32). Desde este punto de vista, los individuos que no se correspondan con esta restrictiva categoría social y sexual aceptada, se consideran anormales o aberraciones. Se evidencia esta idea desde la voz de Rafaela Jiménez (la Sargenta), madre de Rafael: Rafaela Jiménez (la Sargenta) le reclamó que, por la mañana, durante su ausencia, había venido un grupo de amistades que suponía que eran suyas, porque su hijo no era capaz de tener ese tipo de personas por amistades, y que sus amigas ―e hizo énfasis en la palabrita― la habían avergonzado ante sus familiares y no quería pasar más vergüenzas. (44)

autora que “el término queer operó como una práctica lingüística cuyo propósito fue avergonzar al sujeto que nombra o, antes bien, producir un sujeto a través de esa interpelación humillante” (35). Según la autora, la palabra toma fuerza, ya que se relaciona con la acusación, la patologización y el insulto. Sin embargo, lo queer a pesar de su múltiple acepción, hoy es considerado como un acto desestabilizador (318). De este modo, el género se convierte en una construcción social, y ante esto no todos los individuos pueden sentirse identificados, como lo evidencian los personajes de la novela; no solo Nina, Ela, Cristi y Susi, sino otros como John Cuevas y Tomás. Como bien apunta Esther Ugarrio, el género es producto de un proceso histórico donde se han jerarquizado una serie de rasgos y actividades, pero con mayor relevancia hacia lo masculino. En este sentido, el personaje de John Cuevas, hombre casado y con tres hijos, representa al individuo que responde a una expectativas sociales-familiares como varón y jefe de familia, pero, a su vez, comparte una relación con Ela porque es casi una mujer y sin violentar su imagen masculina: John Cuevas vivió la aventura conmigo ― como debe haberla vivido con cientos de otros hombres― porque era yo -parecía- una mujer, pero si fuese yo una loquita ―como se le denomina en el ambiente― él jamás hubiese posado sus ojos en mí. Sé que esto podría ser contradictorio porque ustedes pensarán que una loquita soy yo, que ando vestida de mujer, pero no. Yo parezco toda una mujer y no soy un hombre con amaneramientos, por eso John se dio la oportunidad, porque no estaba en juego su masculinidad (110).

A partir de lo antes expresado, Héctor Urnadeta, en su estudio Revisión de las categorías del cuerpo en la obra de Judith Butler, indica que la teoría queer replantea las categorías de sexo y sexualidad a partir de los grupos marginados y de las sexualidades disidentes. A estos efectos, brinda como ejemplos las mujeres negras, los sujetos migrantes, los desclasados, así como, los homosexuales, transexuales e intersexuales. Urdaneta añade que lo queer centra las críticas en los esquemas falsamente naturalizados de la heteronormatividad obligatoria, como se evidencia en la novela a partir de la familia de Rafael; “se establece toda una serie de normas y creencias alrededor de nuestros cuerpos y Lo antes citado coincide con otra de las ideas de Judith deseos, pasando por códigos de comportamiento y el Butler, en su libro Cuerpos que importan. Expresa la establecimiento de los tipos de relación, que excluyen 76 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


y dejan fuera a toda una parte de los miembros de la sociedad” (15-16). Otro aspecto es cómo el mismo discurso queer podría recrear incidencias que dialogan y se contraponen a la vez con lo no queer. Esto permite que se resalte más la evidente situación de los personajes ante el entorno en donde se encuentran, uno de total marginación. En la novela, la narradora lo expresa: Allí me encontré a Nina como perro herido. Estaba completamente sola a pesar de estar rodeada de tanta gente. Incluso los que no la conocían, era tan obvio el aislamiento no se atrevían a acercársele. Cuando llegué ella lloraba, pero en silencio. No sé si lo hacía por la muerte de Rafael o por la vida infértil de sus familiares (43). Para Daniela Rendón, la teoría queer hace imperativo la deconstrucción del llamado heterocentrismo; según la autora, hay un discurso normativo hegemónico que modela a las sociedades y prescribe el “deber ser” de los individuos. Esto hace imperativo señalar, que “esta teoría no busca fortalecer ningún tipo de identidad en especial, sino deconstruir el mundo binario en el que vivimos, cuestionar la sexualidad dominante (la cual lo único que hace es etiquetar para después dar pie a la estigmatización y a la discriminación) y no asumir una sola verdad” (3). Es precisamente este planteamiento lo que se manifiesta en casi todo el desarrollo de la trama de la novela. Particularmente, durante el proceso del juicio al que se enfrenta Nina, para que se reconozca su valor como pareja y heredera de Rafael, agudiza la dicotomía de la estigmatización en las palabras de Ela: Porque la historia del rechazo, de la igualdad y de todas esas pendejadas las he escuchado durante toda mi vida como el Padrenuestro, que se repite como el papagayo sin realmente tomar una acción verdadera. ¿Alguien que hable de igualdad, acaso no aprueba los programas de comedia del país donde se caricaturiza a los homosexuales? (158) Escritor Luis Daniel Estrada Santiago

Por otra parte, la sentencia del juez, no sin antes expresarse a favor de la tolerancia y del rechazo, aun cuando ellas, como los otros, contribuyen al desarrollo la sociedad: Escuché petrificada cuando el juez dijo simplemente que las relaciones homosexuales en nuestro país no eran reconocidas como una institución, por lo cual Antonio José Del Valle ― a quien yo le decía cariñosamente Nina de NOV 2021: Perspectivas LGBTTQIA+ / 77


Escritor Luis Negrón

la Charca― perdía el derecho de disfrutar de los bienes materiales que había dejado el occiso… Nina escuchó la sentencia con mucha dignidad. Ella sólo tenía el derecho a buscar exclusivamente sus pertenencias personales… (159)

parte, estos personajes levantan su voz para señalar que las personas tienen derecho a ejercer libremente su sexualidad sin ser discriminadas; a ser diferentes, pero con la garantía de los mismos derechos; a no tener que ocultarse por miedo al rechazo o incluso la violencia. Además, la perspectiva de la sexualidad que rodea a los personajes está vinculada a una categoría dominante En este sentido, el discurso legal representa la basada en reproducir cuerpos heterosexuales, aunque supremacía del poder homogéneo y la imposición algunos personajes que así desean manifestarse, en de las instituciones tradicionales al margen del realidad no lo son; un ejemplo es John Cuevas. momento histórico que incide en las identidades y las subjetividades del discurso queer. También, cabe señalar que la estructura de la novela Los personajes: hacia su definición Realmente, ¿qué rol o función tienen los personajes de La viuda de Rafael? Tanto Nina como sus amigas intentan eliminar los prejuicios recurriendo a un momento de la trama a la legalización del matrimonio igualitario y su reconocimiento en la sociedad. De igual forma, los personajes insertan otros temas interesantes como la explotación sexual de las mujeres y el fundamentalismo de ciertos grupos religiosos, muy bien representado por la familia de Rafael. Por otra

es bastante elaborada en cuanto al sentido de que la voz narradora. El personaje de Ela es la narradora de todos los acontecimientos, ideas, emociones y hasta entra a la psiquis de los demás. Su voz es fuerte y la crítica que hace a los eventos que transcurren en la vida de la viuda y entre ellas mismas. No obstante, esta narración en primer a persona evidencia la marginación de estos personajes (Susi, Cristi, Nina y Ela) tratando de abrirse camino y lograr un espacio en una sociedad heterosexual y extremadamente moralista, si se toma como referencia a la madre y las hermanas de Rafael Jiménez. No obstante, las expresiones y lenguaje de Ela

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dan otro giro a la seriedad de la trama; de forma jocosa, supone un cambio físico, como Nina, Susi, Ela y Criti, este personaje logra ridiculizar a otros y los eventos sino de ambiente; una cita a su apartamento y otra en mediante la burla e ironía. su auto: Llegamos a su apartamento― así me dijeron Por su parte, Nina debe luchar por sus derechos contra que se escribía correctamente― que parecía no un sinfín de obstáculos. Uno de los más importantes ser habitado. Todo estaba en su lugar. Ningún es el de su suegra, La Sargenta, como la llama Ela desorden, allí parecía que no iban ni por por sus gestos y porte de marimacho trata de dejarla casualidad los esperpentitos ― me refiero a los sin dinero. El maltrato hacia las personas trans, los tres hijos― de John Cuevas. Soy observadora y prejuicios sociales, las manipulaciones familiares y la muy meticulosa y allí no había ni una sola foto cotidianeidad de Nina y sus amigas, se exploran con un de la soldadita… (53). gran realismo, pero sin estridencias. La viuda de Rafael Jiménez deberá batallar con la familia del difunto para Para lograr seguir su relación con Ela, sin levantar no quedar en la calle después de casi veinte años de sospechas, todo se mantiene en secreto, y Ela apoya convivencia. esta situación clandestina: Los personajes masculinos: ¿qué representan? John Cuevas, aunque se muestra como personaje secundario, forman parte asimismo de la familia de Rafael, como esposo de una de las hermanas del difunto. Cuevas actúa como un “macho heterosexual” por la clase, sociedad y familia a la que pertenece; sobre todo, con evidentes ideas fundamentalistas ultra religiosas. Cuevas vive dos vidas: se presenta como hombre heterosexual de familia en su vida pública y en su carrera de éxito como consultor, y como homosexual en la vida privada. De este modo, su caracterización no

Mi celular sonó y me alejé de las chicas a contestarlo y hablaba en tono de voz bajísimo, dándole la espalda a las muchachas, pero Nina se acercó y me dijo al oído que hablara después porque era peligroso. Entonces la besé en los labios y le dije al Consultor Cuevas que esperara mi llamada. Según él había sido cuidadoso para mantener su imagen, yo debía hacer lo mismo y él debía entender (67). Desde la voz de Ela, los lectores pueden conocer a Rafael Jiménez. Otro personaje secundario, pero a través del cual se genera la controversia y la desafortunada suerte

Escritora Yolanda Arroyo Pizarro

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de Nina, la viuda. Representa a un hombre exitoso en los negocios, ambicioso, pero al tiempo trataba de alejar a Nina de su mundo social/familiar. Tal vez, sean las palabras de Ela que mejor evidencien la dicotomía de Rafael: “Todos dicen entender. Todos dicen aceptar, pero dentro de sus recónditos pensamientos sólo ellos saben lo que entienden y lo que aceptan, o, mejor dicho, lo que no entienden ni lo que tampoco aceptan” (63). La familia de Rafael no acepta a Nina, pero lo que realmente no aceptan es la preferencia sexual de su hijo. Una familia con grandes arraigos religiosos, pero sin poder aceptar la vida que Rafael decidió junto a Nina. Existe un gran recelo, miedo, tabú, y prejuicios por las personas queer; tal vez mediado por la concepción tradicional y patriarcal del concepto hombre y mujer, que ha dominado todos los espacios de la vida social. Esta es la visión de estos dos personajes masculinos: Rafael y John. Las palabras de Ela hacen evidente la concepción tradicional y patriarcal: El cabrón de Rafael no dejó testamento, por lo tanto, todas sus pertenencias le correspondían a la Sargenta (su madre) porque Nina a pesar de ser su mujer por casi veinte años, no estaba casada legalmente con él. Aunque hubiese podido no se hubiera casado de todas formas porque el maricón ―Rafael― era muy conservador (94).

Tomás comete el error de involucrarse con Berta, una amiga de Cristi, con la excepción que su infidelidad no fue perdonada. Consideraciones finales

La novela La viuda de Rafael tiene un performance que puede analizarse desde varias perspectivas. Aunque hay diversos estudios de literatura enfocada a lo queer, lo cierto es que en cuanto a la literatura puertorriqueña no existen tantos estudios dirigidos a la narrativa; más bien a las expresiones poéticas. En cuanto a narrativa, la obra más estudiada ha sido Sirena Selena vestida de pena de Mayra Santos Febres desde una perspectiva teórica sobre la identidad cultural, política y a partir de la figura del drag queen. A partir de teoría queer en general, hay una ruptura con los esquemas y las normas que rigen el asunto de los géneros. Lo queer genera reconstrucciones con el fin de crear una identidad. A estos efectos, la teoría queer presenta unos planteamientos que son importantes resaltar. Primero, se entiende que el género es una construcción social; es decir, todo lo femenino y lo masculino se considera una ficción cultural o una construcción/ deconstrucción; el sexo es un producto sociocultural que puede cambiar como los expone Butler; en un momento una persona puede asumir ser un heterosexual, como bisexual. Segundo, la teoría queer está en contra de la normalización porque se Otro personaje masculino es Tomás, pareja de Ela. transmiten tabúes culturales y se incita a la supresión de Es promiscuo y Ela lo sabe; no obstante, manifiesta determinadas identidades. ternura, amor y complicidad con su compañera. El mismo personaje lo expresa: “Hasta que explicarle a mi No hay duda de que La viuda de Rafael expresa unos Tomás la necesidad que representaba quedarme a dormir temas significativos: los prejuicios y derechos, la fuera de mi cama que es la suya también. Él, como ya igualdad, la explotación sexual de las mujeres y el saben, es adicto sexual y para asegurarse de no llevarse fundamentalismo de ciertos grupos religiosos. Por su a nadie a la casa ni de salir a buscar, me quitó la ropa parte, el valor literario radica en que no está dirigida de un tiro…” (103). Tomás siempre está al lado de Ela exclusivamente a lectores queers. Como se evidencia y apoya sus ideas, pero también con mucha paciencia y con los personajes de la novela, la expresión de lo carácter corrige los planteamientos emocionales de Ela. queer no está reñida con la creatividad literaria, ya que Ambos conocen de sus infidelidades, pero se perdonan la obra resulta excelente en cuanto al uso de la lengua, y siguen juntos. Por último, está Fernando, la pareja de los recursos y las estrategias, tanto convencionales o Cristi. Un hombre delicado, pendiente a los detalles, experimentales. Aspectos que pueden considerase en como expresa Ela, el hombre ideal. Sin embargo, otras reflexiones.

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LETRAS

Tía Julia

Por: Edgar Gabriel Ríos Salgado En la atmósfera de la habitación rondaba un olor salaz que se impregnaba al cuerpo exhausto, mojado de sudor, pegajoso por la saliva, acariciados por dedos conocidos y lleno de caricias semanales. Silvia Rexach, testigo puntual, correspondía con su melodía «Dime capitán, tú que conoces las aguas de este mar, si después de pasar la tempestad dejaras sobre la calma…». Su amante salía en ese preciso instante del baño ya vestido nuevamente y comentando.

Se colocó el anillo mientras se acercaba a Julia y le apretó el miembro diciéndole. ―Pronto muñeca, pronto estarás en mí. ― Introdujo los dedos gruesos entre el cabello desvencijado de Julia y la besó.

El sol de verano azotaba intensamente la Calle Doña Fela y el silencio de las dos de la tarde que se metía en cada rincón de la calle pronto fue roto por la aceleración del BMW Blanco. Vio la hora. Dos de ―Te veo la semana que viene chulería―mientras la tarde. Hora de la Flutamida que desde hace unas dejaba su acostumbrado diezmo en la esquina de la semanas conseguía más fácil que antes, gracias a que coqueta de madera sólida. el gobierno, después de tanto, por fin había avanzado un poco. ―Te veo el miércoles. ― Le dijo Julia con su acostumbrada ilusión de que le dijera «Te veo en la Llevaba unos días en su menstruación fantasma tarde», pero se mordió los labios y se incrustó como y sentía más melodramática, más llorona, más nostálgica almeja en su caparazón rudo. Sobre la cama se quedó y con ganas de no levantarse de la cama. Algunas veces con su erección, deseosa de acabar lo que con mucho pensaba en las muchas personas que no la consideraban esfuerzo le costaba levantar, pero que Diego, su amante persona, por ser quien era. Muy pocos conocían a eterno, le hacía sentir. Era diestro en las caricias, sabía Mr. Quirot, ese que había dejado de existir cuando se lo que hacía en la cama y como lo decía, lástima que implantó en cada lado sus Copas C. En ese momento su esposa no pudiera de cuando en vez ver como su él paso a reformarse, a encontrarse con su ser y llegar a macharrán se enloquecía al cabalgar sobre Julia. conocerse más en cada rincón de la ciudad neoyorquina

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donde pasó la gran mayoría de su vida. Sus años de maestro fueron parte primordial de una enseñanza no solo oficial, sino una moral y de inspiración para muchos estudiantes. Las arrugas comenzaron a llenar su cutis, sus ojos verdosos fueron tapados por unos lentes violetas y sus labios siempre rojos ocultaban el sufrimiento de varias situaciones. Para no sufrir la discriminación en su familia, se fue lejos cargando con sus sueños una vez adquirió su Bachillerato en Educación. Se fue con Federico, su amigo inseparable y su compinche en las noches. Durmieron en callejones ajenos, entre sótanos, camas de unas horas y amantes fortuitos. Hasta que llegó Leonida, una negra de Cataño con una retahíla de mocosos que su esposo le había hecho disque por el frío. Leonida las cuidó y les dio a los dos lo más parecido al hogar isleño, lejos de la Isla. Así se volvieron, Mr. Quirot y El Poeta, como le llamaban a Federico. Con el paso del tiempo Federico se separó del hogar de Leonida, cuando esta enfermó, pero de vez en cuando se paseaba por el edificio siempre llevando comida o lo que se necesitara. A Julia le costó mucho separarse, siempre tan arraigada a la bondad consiguió el trabajo en la escuela y la prosperidad llegó. Cuidó de los otros como si fueran su familia, a la misma vez que seguía enviando un dinerito a su familia de Arecibo. Cuando Leonida faltó y en el hogar ya no quedaban criaturas, continuó ella la renta y lo convirtió en el hogar de muchas almas que divagaban por callejones. El Poeta volvió, pero ahora ya no era El Poeta, sino Zuleyka.

con una operación clandestina a mitad. Había ido a una clínica para dejar de ser completamente El Poeta y todo salió mal. Tía Julia decidió no completar el proceso. Primero que todo, porque le gustaba ser esa mitad de Mr. Quirot y la otra Julia, se sentía cómoda y magnifica, estaba completamente cómoda con su cuerpo y mente. Odiaba los días donde comenzaba a recordar porque no sabía dónde parar con ellos, era un vicio malo que tenía y las pastillas hormonales le intensificaban los sentimientos. Julia regresó y con los ahorros de su vida compró varias casas y las unió. Acogió a estudiantes de la universidad y les dio un techo barato, comida caliente y cubrió con su manto a todas las criaturas. Al complejo ingresaban y no salían sin un diploma.

Olvidó por completo el paso del tiempo y despertó empapada en medio de la noche pensando en que Nahiomy le había llamado. Tomó su celular y no había textos ni llamadas. Nadie sabía el paradero de Nahiomy, su pupilo ejemplar junto a Gloria. Estos dos seres le recordaban mucho su relación con Zuleyka. Recordó como habían llegado los resultados del MCAT de la desaparecida y de lo ansiosa que Gloria se encontraba estos últimos días luego que su amiga decidiera irse tras un tipajo con el cual se había involucrado. Ella quería finalizar para siempre la relación y se la llevó disque hablar. Escuchó unas llaves chasqueando rápidamente. A su amiga la tristeza se le arremolinó en la Pensó en que Nahiomy había regresado, pero era Gloria carne y ya no era la misma. Con el paso de los días que abría inmediatamente la puerta y se abrazaba con se intensificó, pero Julia no le abandonó. Al contrario, mucho apego a Julia. seguía tratando de rescatar esa nave que iba navegando a la deriva. No se resistía, le consiguió trabajo en una ― ¡La encontraron, la encontraron! ―Gritaba ahogada librería. Las mejores conversaciones literarias las en llantos ―Eso me dicen, pero no es ella. Yo lo sé. No, tuvo con Zuleyka, luego las mejores actuaciones las No, No, No.― vio encarnar en su amiga. Zuleyka escaló en el teatro una artista innata, pero nunca abandonó el mundo que A Julia se le fue la vida, sintió como su cara había hecho de ella. Cada dos o tres meses bajaba unos se volvía caliente y pálida. No podía recriminarse por escalones a inyectarse aceite o silicona industrial, fuera no haber salvado a Nahiomy, la culpa no era de sus en los labios, en las nalgas o en los senos. Ya sobre criaturas. La culpa era de la gente que veía a otros seres el diván reposaban las hormonas y el cóctel matutino como propiedad. ―Tranquila mi niña, tranquila. Vamos para dejar atrás a Mr. Quirot. Zuleyka ahorraba, para su a Forense a validar todo lo que sepan. ― operación ilegal y a oídos sordos siguió visitando todas las clínicas ilegales que había a través del estado. Ya no Ambas explotaron en llantos, mientras en la actuaba, ya no escribía y los versos la dejaron sin voz. ciudad con hipoxia, las flores de un flamboyán ocultaban Fueron tantos los que no expulsó, que la encontraron una bolsa colocada en un solar baldío. con una sobredosis de químicos en su cuerpo y mutilada NOV 2021: Perspectivas LGBTTQIA+ / 83


DOSSIER

Campos discursivos Madeline Román, Iris Rosario, Lina M. Torres Rivera Alan McAbee Isabel Corti Soto Juan Carlos Fret-Alvira María Miguel

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NOTA EDITORIAL

Este dossier que acompaña la edición especial Perspectivas LGBTTQIA+ aborda temas urgentes. Campos discursivos explora de manera crítica la criminología y las diferentes manifestaciones de violencia, junto a asuntos de género y maternidad, y varias representaciones creativas. La primera colaboración consta de un informe significativo y oportuno titulado “Feminicidios y estados de emergencia en Puerto Rico: un reporte a tres voces”. En este, Madeline Román, Iris Rosario y Lina M. Torres Rivera nos incitan a reflexionar sobre el/los feminismo/s, los feminicidios y la criminología punitiva, al igual que a debatir otras teorías y políticas como el abolicionismo. Según estas investigadoras, su análisis gira “en torno a los imaginarios punitivos en Puerto Rico centrado en los asuntos de género, con la intención de problematizar cómo los campos discursivos feminista y criminológico crítico no han conversado mucho”. Roman, Rosario y Torres Rivera, sometieron dicho reporte a la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología (ALPEC) el 15 de junio del 2021. Asimismo, el dossier integra una serie de fotografías de Alan McAbee y dos reseñas de publicaciones recientes, seguidas por la poesía provocadora de María Miguel. La primera reseña es de la autoría de Isabel Corti Soto quien nos describe la pertinencia del libro Matertransmutar de Adli Mariann Cordero Espada. Luego, Juan Carlos Fret-Alvira nos narra el último y muy esperado libro del poeta José Raúl González Rodríguez (mejor conocido como Gallego), Dulce Santurce y Holy Puerta de Tierra. Agradecemos sus colaboraciones y lecturas. Les exhortamos a que estén atentxs a nuestras convocatorias, publicaciones y actividades en https://issuu.com/ revistacruce. Atentamente, Roxanna Domenech Cruz, directora Revista Cruce División de Artes Liberales editorescruce@uagm.edu

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POLÍTICA Y SOCIEDAD

Feminicidios y estados de emergencia

“… el sistema de dominación masculina ha producido una máquina de dominio que opera activando diversidad de rostros de la violencia...”

Resumen El trayecto de los imaginarios y políticas criminales en materia de los asuntos de género en Puerto Rico constituye el objeto de esta conversación a tres voces. Nuestra reflexión sobre estas políticas iniciará con la puesta en vigor de la ley de violencia doméstica en 1989 (Ley 54), hasta la propuesta en tiempo presente de tipificar el feminicidio y el transfeminicidio como lo que esencialmente es un asesinato estatutario (felony murder) cuya pena sería de 99 años de prisión. Partimos, además, de la preocupación que nos genera el reclamo, desde ciertos sectores, de la declaración de un estado de emergencia. I. Del feminismo carcelario al estado de emergencia: punitivismo por todas partes Madeline Román En un sentido podríamos decir que la violencia como significante recorre transversalmente todo el campo de teorización sobre asuntos de género y el campo discursivo feminista.1 Como sabemos, el sistema de dominación masculina ha producido una máquina de dominio que opera activando diversidad 1 En la medida en que la problemática de género remite a todo un sistema de dominación, hay una violencia que le es constitutiva, desde aquella tramitada en el operar de la violencia objetiva (en el ámbito económico, político, educativo y social amplio) hasta el operar de la violencia simbólica (violencias epistemólogicas y psíquicas).

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en Puerto Rico: un reporte a tres voces Por: Madeline Román, Iris Rosario, Lina M. Torres Rivera

de rostros de la violencia: violencia estructural, violencia social amplia, violencia simbólica, violencia psíquica, cuyo efecto de conjunto ha sido la histórica subordinación de las mujeres. Al decir de Rossi Braidotti (2000), las feministas son las mujeres “postmujer”. Su presencia marca el momento en que las mujeres, habiendo registrado lo avasallador de este régimen de dominación, toman la palabra para denunciar esas violencias centrándose, más recientemente, en una de sus expresiones más extremas: los asesinatos a mujeres. Hay en el horizonte político del feminismo un anhelo y una propuesta de otra figuración del mundo de libertad para las mujeres. No obstante, el optar por hallarle una solución penal al asunto de la violencia contra las mujeres, esto es, al cabildear por que se creara un estatuto que criminalizara la violencia contra las mujeres, el feminismo optó por promover una respuesta punitiva de difícil conciliación con las coordenadas de la criminología crítica y del imaginario abolicionista en general (Román, 1994). La hoy llamada Ley 54 en Puerto Rico,2 Ley para la Prevención e Intervención con la Violencia Doméstica, marcó el emerger del feminismo carcelario en Puerto Rico (ampliamente celebrado por ese feminismo) y la generalización de las subjetivaciones punitivas al punto de que, la implantación, en tiempo presente, de un estado de emergencia por violencia de género es la expresión de 2 Ley Núm. 54 de 15 de agosto de 1989, según enmendada.

un trayecto discursivo que se fue intensificando con los años, el cual se coloca en abierta tensión con la denuncia- ya global – en torno a la generalización y los peligros que encarnan las formas excepcionales de Estado (Agamben, 2005). Sin duda, el trayecto del activismo feminista local se configura alimentado también por un entretejido denso entre ese campo discursivo y el imaginario criminológico local dominante en las últimas tres décadas, caracterizado por la ampliación del lado punitivo y represivo del Estado, la criminalización ampliada y la intensificación de las subjetivaciones policiales: la mirada carcelaria arropa la subjetividad contemporánea. El feminismo carcelario en Puerto Rico ha tenido y tiene una pretensión hegemónica. Fortalecido por su conexión con la formación del feminismo de Estado en Puerto Rico,3 la preeminencia de los abordajes legalistas y la promoción del victimismo como “identidad” o bien como subjetivación soberana,4 se 3 Cuando hablo de feminismo de Estado me refiero a todo un trayecto del feminismo caracterizado por una inserción progresiva en las estructuras y agencias de estado. En Puerto Rico esto se fue expresando a partir de la creación de la Comisión para los asuntos de la mujer, oficina del gobernador (énfasis suplido) a principios de la década del 70, hasta la actual Procuradoría de las Mujeres. Como he señalado en infinidad de ocasiones, la formación del feminismo de Estado en Puerto Rico ha tenido como efecto el circunscribir muchas de las luchas de y por las mujeres a aquellas susceptibles de ser tematizadas al interior de los espacios estatalistas, la preferencia por las medidas de control estatales/penales y la solidificación de un activismo que orbita alrededor del Estado. Véase Estado y criminalidad en Puerto Rico: un abordaje criminológico alternativo. 4 El victimismo se constituye en una identidad soberana. Esto es, en el imaginario de que hay un sujeto que es, todo todo víctima. Evidentemente, esta contención

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ha conformado casi como una univocidad, como un pensamiento único y sin fisuras, tachando, excluyendo e invisibilizando otras lecturas y posicionamientos de respuesta posibles frente a la violencia de género.5 El mismo pretende dominar el debate público, el espacio mediático y los espacios profesionistas y académicos proyectando las opciones penales como únicas alternativas viables y/o deseables. En ese sentido, el activismo feminista tiende a operar más como un partido político (nadie se puede salir de “la línea de partido”) que como un movimiento social.6 Lo anterior se hace políticamente transparente en su manejo de casos de alta cobertura mediática que envuelven asesinatos a mujeres. El asesinato de (IC), apuñalada en múltiples ocasiones y desmembrada por su vecino a la fecha del 15 de noviembre del 2013 (Hernández, 2013), constituye un buen ejemplo de las complejidades aquí discutidas. El activismo feminista condenó que los tribunales no le adjudicaran la pena máxima al acusado si bien le adjudicaron un total de 84 años de cárcel: A (IC) la asesinaron dos veces. El 15 de noviembre de 2013, la asesinó Ramos Álamo. Hoy la asesinó el país que no supo hacerle justicia’, expresó … en un comunicado de prensa (Noticel, 2014).

en la que, eventualmente, todo asesinato de una mujer queda subsumido bajo el significante feminicidio.7 Cabe destacar que, cuando Jacques Lyotard convoca a una justicia de multiplicidades8 (1994, p.100) lo hace reconociendo la necesidad de conferirle valoración jurídica a la diferencia. En este sentido, el concepto de feminicidio sería cónsono con esa aspiración si no fuera por el hecho de que, la valoración jurídica de la diferencia, tendría que ir acompañada de un imaginario de mayor justicia social y no uno centrado en el aparato penal.9 Iris Rosario

Contención que expresa las formas en que la justicia se ha equiparado con la cárcel al punto de que se entiende que no hay justicia si la persona no termina en la cárcel. El tránsito de violencia doméstica a violencia de género y, finalmente, a feminicidio expresa las maneras en que este activismo va produciendo una lectura totalizante en la que la violencia está remitida a las mujeres (anatomicamente hablando) víctimas y

Es importante dar cuenta de todas las violencias que nos atraviesan como mujeres puertorriqueñas. Ese ha sido quizás la gran problemática ausente en el discurso del sector del feminismo que tiene mayor visibilidad en Puerto Rico (llamémosle, feminismo tradicional). Es decir, no ha sabido reconocer o, a lo mejor, no ha prestado el énfasis que requiere, realizar un análisis interseccional de las violencias que nos aquejan. Al respecto, el feminismo tradicional ha abordado la violencia interpersonal desde la dependencia de un sistema de justicia que es clasista, sexista y racista; es decir, no ha reflexionado en torno a todas las opresiones que se intersecan (Levine & Meiners, 2020) cuando se utiliza la justicia penal como mecanismo de reivindicación. A pesar de que, en ocasiones, intentan incluir en sus discursos, algunas consignas que podrían alejarlas del feminismo carcelario o punitivo, la realidad es que siguen apelando a la justicia penal como: Un terreno de lucha..el instrumento de cambio con el que se pretende contrarrestar el discrimen

va amarrada al reconocimiento de que se hace necesaria una lectura más compleja de la persona humana, la crítica al mundo de las identidades sólidas (no hay tal cosa como un sujeto toda-toda mujer) y al reconocimiento de que el sujeto es muchas personas. 5 Cabe destacar aquí, que los últimos años del feminismo en Puerto Rico también se ha caracterizado por sus esfuerzos en promover la implantación de una educación con perspectiva de género confrontando la feroz oposición de los diversos fundamentalismos. Este trayecto también exhibe sus complejidades pero los mismos desbordan la temática abordada en este texto. 6 Como en todo partido político, las discusiones en torno a los diferendos, la diferencia, la diversidad, se entiende que deben ser asumidas al interior del movimiento (en discusiones dentro de las organizaciones) mientras, en el debate público, hay una tendencia a representarse como un ente monolítico y sin fisuras, como si existiera un pensamiento único. Es un imaginario en el que prima la distinción política clásica amigo/enemigo y en donde se entiende que “si no estás conmigo, estás contra mí”. Sigue imperando también el entendido de que todo diferendo es divisivo.

7 Cabe señalar que, desde un inicio y en el cabildeo para la creación de un estatuto que criminalizara la violencia contra las mujeres, el significante, (entonces) femicidio formaba parte del campo discursivo producido por el activismo feminista. En ese sentido, siempre la intención ha tenido como norte atender la violencia contra las mujeres pensadas principalmente en tanto factualidad anatómica. 8 Esta frase discursiva, “justicia de multiplicidades” supone conferirle valoración jurídica a las diferencias desde la diferencia misma y no desde la igualdad. En este sentido, se trata de un proyecto y de una disposición que se coloca en abierto conflicto con la semántica del derecho positivo que supone que no se puede legislar para un solo sector sino que hay que legislar para todos por igual. Esto es, un derecho positivo que se ancló en la valoración de la igualdad. 9 Conferir valoración jurídica a las diferencias ciertamente supone la producción de legislaciónes cada vez más diferenciadas y legislaciones que atiendan a la singularidad de las diversas sujeciones. No obstante, esta disposición es animada por la posibilidad de seguir expendiendo nuestro imaginario democrático lo cual se coloca en abierto conflicto con los imaginarios punitivos.

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en contra de las mujeres. Se le concede, por tanto, al ordenamiento jurídico “una función eminentemente ideológica en el accionar social” (Oficina de la Procuradora de las mujeres, 2002, pág 8). En esa dinámica, el feminismo tradicional se ha insertado en la corriente político criminal que desde la mitad de los años 80 del siglo XX ha hecho de las víctimas del delito las protagonistas de la llamada guerra contra el crimen. Claro está, con ello, el conservadurismo nos convirtió en niñas que necesitamos tutelaje. Y lo peor, esto no ha supuesto, tal como Wendy Brown lo ha manifestado, “la emancipación para los agraviados o los subordinados, sino la venganza del castigo, haciendo que el perpetrador sufra como sufre la víctima…” (Brown, 2019, p. 89). En cambio, la acentuación en proyectarse como víctimas ha provocado que el feminismo tradicional haya asumido el típico discurso, catalogado por David Garland (2005, p. 46) como juego suma cero, en el que los perpetradores son los otros, los monstruos o los terroristas a los que hay que expulsar del Derecho, si es que defender las víctimas es lo que se pretende. De ahí, el llamado del feminismo tradicional puertorriqueño a la declaración del estado de emergencia. Este posicionamiento también supone que, en ocasiones, se asuman discursos totalmente paradójicos. Al respecto, conviene mencionar que recientemente el Tribunal Supremo de Estados Unidos rechazó aplicar retroactivamente – a casos ya finiquitados- el derecho a que el veredicto de culpabilidad de un jurado sea por unanimidad (Edwards v. Vannoy, Warden, decidido el 17 de mayo de 2021). En Puerto Rico, existía legislación para otorgar dicha protección retroactivamente. Sin embargo, luego de la norma enunciada por el juez asociado del Tribunal Supremo de Estados Unidos, Brett Kavanaugh, una senadora local feminista e independentista expresó: “la discusión se acabó” (Caro, 2021). Esa manera de dictar cuándo ya no debe existir más deliberación política es la que califica Madeline Román como pretensión hegemónica. Y en este caso, implica, además dos cosas: (1) legitimar como correcta la sentencia del tribunal de la metrópoli, cuando se es independentista; y (2) validar la limitación

de un derecho procesal constitucional, según dictado por un juez que fue repudiado por el progresismo estadounidense y los distintos sectores feministas, luego de haber sido señalado como un ofensor sexual en las vistas públicas de su confirmación. En palabras sencillas, se ha anclado tan duramente el discurso feminista tradicional puertorriqueño en el victimismo que, desconoce cualquier ampliación de derechos, en general, aun cuando podría afectar positivamente a las mujeres privadas de su libertad. Quizás, por eso, desde el feminismo tradicional no se alzó la voz lo suficientemente alto cuando en diciembre de 2020 se solicitó el indulto de una joven víctima de la violencia machista de su compañero, y que, envuelta en un conflicto entre su hermano y su esposo fue acusada y condenada como adulta a los 16 años por el asesinato de su hermano (López, 2020). En este escenario, siempre me encuentro en esa encrucijada que Rita Segato ha dicho también sufre: ser feminista y anticarcelaria (Peyró, 2017).

Lina M. Torres Rivera Nuestra mirada a lo criminal y a las diversas manifestaciones de la violencia, parte de un análisis desde la criminología crítica por entender que la misma nos permite trascender la perspectiva tradicional, positivista y de corte clínico. Nos referimos a ese grupo de corrientes que busca denunciar las falacias e injusticias que se ocultan bajo los procesos de criminalización y que analiza la ley penal dentro de un contexto macro-sociopolítico. Lo antes expuesto nos lleva a examinar cómo se ha abordado en las últimas décadas el asunto de las violencias doméstica, machista y de género en Puerto Rico. Resulta imprescindible analizar la contraposición que se ha pretendido establecer entre los derechos de las personas acusadas/convictas (victimarias) y los de las víctimas de delitos.10 De igual modo,

10 La discusión se ha concentrado mayormente respecto a cuáles son los derechos que deben ser protegidos o defendidos: ¿los de la parte “acusada/ imputada/condenada” o de la parte ofendida/víctima? Otros/as indican que en algunas jurisdicciones, como por ejemplo, en México, “se deben de respetar los derechos tanto de la víctima y ofendido, como del imputado porque ambas partes se encuentran en igualdad procesal, partiendo de la presunción de inocencia para el imputado, lo cual fortalece el debido proceso y el pleno respeto a los derechos humanos de todos aquellos involucrados en una investigación o procedimiento

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constatamos que el punitivismo influenciado por las tendencias de políticas de ley y orden expresadas en los discursos de mano dura contra el crimen y castigo seguro, entre otras, han sido abrazadas no solo por sectores conservadores sino por aquellos que parten de entendidos más liberales y progresistas, incluso dentro de los feminismos. Lucía Núñez Rebolledo (2019), al citar a Tamar Pitch indica que “hay que analizar las demandas de criminalización, las circuntancias y modalidades en que los problemas y conflictos sociales ameritan o no una respuesta penal” (p. 31). En esta dirección nos advierte que: Es verdad que la opresión y la discriminación con frecuencia se manifiestan en actos que pueden ser considerados violentos. Sin embargo, de acuerdo con Pitch, centrar el discurso en el lenguaje de la violencia obscurece la situación de opresión social que sufrimos las mujeres y conduce a respuestas que se reducen al ámbito de la justicia penal, limitando nuestra perspectiva y conduciéndola a entender dicho fenómeno como monocausal, el cual se supondría que puede ser prevenido y enfrentado exclusivamente desde el ámbito del castigo y del poder simbólico del derecho penal (p. 32). Ese derecho penal cuya aplicación suele ser selectiva y cuya legitimidad y eficacia han sido cuestionadas, ha llevado a proponer un derecho penal mínimo así como su máxima contracción e incluso, su abolición. Desde algunos sectores feministas, se ha planteado que es absurdo pensar “que la justicia penal pueda ayudarnos a derribar el patriarcado, porque se trata de una de las instituciones más patriarcales que existen” (Heim, 2019, p. 51). Como indicamos en un trabajo anterior,11 es preciso profundizar en el estudio de las condiciones históricas, económicas y políticas que de una forma u otra tienen que ver no sólo con la criminalidad y la violencia, sino también con las estrategias de control del mismo, propuestas o implantadas en Puerto Rico. En este sentido debemos percatarnos de que el sistema de justicia criminal (penal) interviene sobre penal”. Veáse el texto de Porfirio Luna Leyva, “Derechos fundamentales del imputado y la víctima en el procedimiento penal”. Véase además el texto de Orlandin Cabrera Valentín, “Los derechos de las víctimas de delito en Puerto Rico y en Estados Unidos Mexicanos en el sistema de justicia penal”. 11 Me refiero a “Mujer, crimen y sociedad”, artículo escrito por la que suscribe y publicado en el Semanario Claridad, 5 al 11 de marzo de 1993, pp.24-25.

un limitado sector de la violencia, considerando sólo algunos tipos de violencia individual y dejando fuera la violencia estructural como expresión del conflicto social (Baratta, 1989). Un sistema que suele estar caracterizado por un control penal que interviene sobre los efectos y no sobre las “causas” de la violencia; sobre las personas y no sobre situaciones. Un control penal que es más bien reactivo y no “preventivo” y que parece proteger más la validez de la norma que a la parte ofendida o al llamado “bien común”. Sobre este aspecto se afirma que la parte más exclusivamente masculina es tal vez el sistema de la Administración de la Justicia Penal. Aún cuando hoy día existe mayor representación femenina que en el pasado en las esferas del sistema de justicia penal (juezas, abogadas, fiscales, policias, oficiales de custodia, etc.), no debemos olvidar que al sistema de justicia criminal lo conforman preceptos y procedimientos que han sido desarrollados fundamentalmente a partir de visiones y prácticas cónsonas con el patriarcado. Por algo se dice que el sistema penal es el que mejor radiografía la estructuración de valores e intereses de un sistema social, político y económico determinado. Gwenola Ricordeau,12 nos lleva a cuestionarnos si la lucha contra la violencia hacia las mujeres debe ir, forzosamente, acompañada de un endurecimiento de las sanciones penales. De ahí que señale lo siguiente: Pienso que es importante que, como feministas, nos neguemos a instrumentalizar nuestras luchas y a permitir que estas sirvan de pretexto para el endurecimiento de las políticas penales. Esta posición no significa que debemos tolerar las violencias contra las mujeres, sino que, en mi opinión, endurecer las penas y las leyes es una solución simplista ( Prison Insider, 2020, parr.14). Ricordeau sostiene que, “el sistema de justicia penal no puede ser un instrumento para la emancipación de las mujeres ─ni de nadie más─, ya que este hace parte de un aparato estatal y participa en el orden capitalista, racista y patriarcal” (parr. 13). II. Del feminicidio como categoría onmicomprensiva Madeline Román 12 Feminista y activista por la abolición del sistema penal, Gwenola Ricordeau es autora de Pour elles toutes. Femmes contre la prison (Lux, 2019) .

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La teorización contemporánea sobre asuntos de género y el campo discursivo feminista ha hecho grandes esfuerzos por deconstruir, al tiempo que complejizar, nuestros entendidos de género: sustituyó el singular por el plural (de mujer a mujeres), adoptó una perspectiva interseccional concediendo a la complejidad de sujeciones múltiples en su horizontalidad (suma de todos los posicionamientos identitarios13) y acogió la problemática transgénero en aras de reconocer el infinito combinatorio de posibilidades de las relaciones entre sexo, género y deseo (Butler, 1990). Sin embargo, estos esfuerzos se colocan en abierta disonancia con la frase recurrente del activismo feminista (ya adoptado también en el espacio mediático y en las políticas públicas) de que se trata de “asesinatos a las mujeres por ser mujeres”: En general se entiende que el femicidio es el asesinato intencional de una mujer por el hecho de ser mujer, pero las definiciones más amplias abarcan todo asesinato de una niña o una mujer (OMS, n.d.) Esta frase discursiva conforma una lectura metafísica/esencialista del significante mujer. No solamente parte del entendido de que existe una suerte de esencia del ser mujer, un irreducible, sino que presupone que existe el ser como fundamento (Vatimmo, 1992).14 Esta esencia del ser mujer queda diferida inevitablemente a las factualidades anatómicas o bien a la inexorabilidad del binarismo hombre/mujer. En este sentido, el significante feminicidio carga con esta impronta esencialista. El giro semántico promovido por el feminismo (de homicidios a feminicidios) propició una distinción inicial de carácter nominal entre asesinatos a hombres y asesinatos a mujeres. Más adelante, se produce un uso más restrictivo, pero sociológica y feministamente significativo, en el que el significante feminicidio es equiparado a los asesinatos por violencia de 13 El problema con este entendido-generalizado- de la interseccionalidad es que la misma se circumscribe a un sumatorio de las “identidades” de la persona (mujer, negra, feminista, socialista…etc) dejando intacto el entendido de que existe el ser como fundamento y el mundo de las identidades sólidas. 14 Se requiere de una lectura más compleja de la persona humana. El pensamiento metafísico pone el acento en el ser activando los atributos de trascendencia e inmutabilidad. Parte de la premisa de que, si nos despojamos de todos los ropajes lingüisticos y culturales, queda algo de eso llamado “sujeto”. Por oposición, reconocemos que el sujeto es un efecto de superficie, que el sujeto humano es un sujeto arrojado a su finitud histórica. El acento está puesto no en el ser sino en el devenir siempre cambiante de las cosas.

género. Más recientemente, se promueve un uso ampliado de este significante que parecería moverse en la dirección de adecuar la distinción nominal (de homicidios a feminicidios) a una lectura sustantiva en la que se propone el feminicidio como categoría omnicomprensiva que contempla todos los asesinatos de mujeres a partir del entendido de que todo asesinato de una mujer expresa siempre una violencia de género. A mi modo de ver, sería necesario deslindar asesinatos a mujeres por violencia de género de asesinatos a mujeres remitidos a otras modalidades de la violencia (narcotráfico y/o criminalidad callejera, por ejemplo) y sería necesario ponderar hasta qué punto el incremento en los niveles de crueldad en la violencia de género (desmembradas, calcinadas, baleadas en tiroteos de carro a carro) esté vinculado a la emulación de prácticas de otras modalidades de la violencia (narcotráfico y criminalidad callejera, nuevamente). No obstante, este deslinde-si bien es un deslinde complejo15- resulta problemático para un feminismo anclado en los efectos totalizadores propiciados por el uso generalizado del significante feminicidio (Román, 2021) Más recientemente, la aprobación de un proyecto de ley en Puerto Rico que constituye mecánicamente a los feminicidios y tranfeminicidios en asesinatos en primer grado es, sin duda, la cristalización en el plano de lo jurídico de este cuadro de tendencias (Díaz Rolón, 2021).

Iris Rosario Es importante reflexionar, por un lado, sobre una problemática que se relaciona directamente con la conformación de los sujetos pasivos en las políticas criminales y con el objetivo de dar cuenta de los “múltiples posicionamientos identitarios”. Cuando Pat O’Malley (2006) analiza las implicaciones que tuvo la profundización del discurso del riesgo 16 en 15 Pues hay traslapos de todo tipo. 16 En su obra La sociedad del riesgo, Ulrich Beck señaló cómo determinadas tecnologías utilizadas en nuestras sociedades globalizadas ponen en peligro nuestra propia existencia. En ese escenario, lo que no ha ocurrido y su potencialidad se convierten en “el objeto de la acción presente”. Partiendo de la teoría de Beck, Jesús María Silva Sánchez, en su texto “La expansión del Derecho Penal: Aspectos de la política criminal en las sociedades postindustriales,” manifiesta que asistimos a un expansionismo penal en donde el riesgo asume un rol determinante en la exigencia de la ciudadanía de mayores protecciones. Tomando la prevención y la seguridad como norte, afirma Silva, el riesgo se pretende reducir al punto en que se coloca toda la carga que esto supone sobre la

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la justicia penal luego de los 70, reconoce que las políticas criminales actuariales17 también han sido moldeadas por el conservadurismo. En lo que atañe a la trayectoria de las políticas sobre violencia de género en Puerto Rico, el análisis de la influencia del conservadurismo en las mismas es determinante. Adviértase que, a pesar de que la Ley 54 fue impulsada desde el feminismo tradicional con la intención de develar las dinámicas de dominación machista que habían sido históricamente percibidas como privadas por ocurrir en el ámbito doméstico, el resultado fue la puesta en vigor de una ley que, desde su título, seguía relegando al ámbito de lo privado la violencia de género. Con el transcurso de los años, la Ley de Violencia Doméstica ha continuado enmendándose y en esa dinámica ya no parece tener como único objetivo la protección de las mujeres en una relación de pareja, sino la protección de cualquier persona, incluyendo a los hombres. Como resultado, no es extraño para las y los defensores públicos puertorriqueños defender a acusadas señaladas por hombres como sus agresoras. Ese resultado tan paradójico, puede uno decir, es consecuencia de cómo el conservadurismo ha moldeado las políticas criminales que se han impulsado desde el feminismo tradicional. Y es que, en la medida en que se ha cabildeado por incluir en la categoría de víctima a todos los “posicionamientos identitarios”, las autoridades policíacas y los operadores judiciales han asumido que puede procesarse a las mujeres cuando se les imputa haber agredido a sus parejas hombres. De otro lado, entiendo la posición asumida desde el feminismo tradicional respecto al valor simbólico que tiene el hecho que el estado dé cuenta sobre cuántos asesinatos son motivados por el odio o consecuencia de una relación asimétrica de poder que se tolera o se normaliza en la comunidad política

persona, que se califica como peligrosa, en conflicto con la ley penal. José Luis Diez Ripollés, en su texto “De la sociedad del riesgo a la seguridad ciudadana: un debate desenfocado,” también reconoce en el riesgo el motor para el impulso de una política criminal que tiene la prevención como norte. Sin embargo, a diferencia de Silva, que pone énfasis en su análisis en los riesgos tecnológicos identificados por Beck en sus trabajos, Diez Ripollés observa en el riesgo de la delincuencia común o clásica por parte de la ciudadanía, las causas para una ampliación de la intervención penal. El riesgo se traduce, por tanto, en la justicia penal en la neutralización del sujeto peligroso. Su neutralización supone un beneficio para la seguridad ciudadana en tanto y en cuanto se evita la comisión de un delito futuro. 17 La justicia actuarial se caracteriza por la adopción en el ámbito de lo penal de las técnicas de “risk management” vinculadas a la industria de los seguros. Así, se maneja el riesgo de determinados sujetos mediante su identificación y clasificación de perfil de riesgo. Ver texto de Jonathan Simon, “Actuarial justice: The emerging new criminal law”.

para poder atender la problemática. No obstante, eso no debería implicar la legitimación de todo el aparato punitivo y mucho menos, la aplicación de una pena de cárcel de 99 años. Pero no es en el expansionismo del aparato punitivo que supone la tipificación, tal cual como el feminismo tradicional lo propone, en lo que me quiero detener. Después de todo, ese tipo de asesinato, aun sin llamarle como tal, ya había sido codificado en nuestro Código Penal desde 2014 como un delito de primer grado cuya pena es de 99 años. Es más importante reflexionar en cómo catalogar como feminicidio un asesinato por el solo hecho de que la víctima sea mujer también puede invisibilizar otras violencias en las que el estado asume una actitud de temeridad (reckless). Un ejemplo da cuenta de este fenómeno: Isadora Marie Nieves (Pinky Curvy) fue ultimada con armas automáticas en una persecución automovilística en la que también resultó herido el que en ese momento era su compañero sentimental. La joven asesinada había sido vinculada con el tráfico de drogas ilícitas en la jurisdicción federal estadounidense en Puerto Rico (¿Quién era Pinky Curvy, la joven que fue asesinada en Hato Rey?, 2020) En el Observatorio de Equidad de Género de Puerto Rico18, este asesinato ha sido catalogado preliminarmente 19 como un feminicidio indirecto porque “se entiende que dentro del mercado ilícito de drogas también existe discriminación y vulnerabilidad de las mujeres por ser mujeres”.20 En cambio, si se catalogara este asesinato como feminicidio solo porque la víctima es una mujer, no se aborda la posible motivación, en este caso, de la lucha por el control del tráfico de sustancias ilícitas en Puerto Rico y toda la violencia que ello genera en nuestra población. Eso conlleva, en mi opinión, otorgarle impunidad a un estado que, por puro conservadurismo e intransigencia, continúa combatiendo una guerra en contra de las drogas que solo ha dejado sufrimiento en las poblaciones más precarizadas en este país.

18 https://observatoriopr.org/ 19 Desde esta entidad se insiste en la necesidad de que toda muerte de una mujer se cataloga desde su inicio, aunque luego pueda ser modificada, para evitar los prejuicios que, de ordinario, afectan las investigaciones de la policía. Entrevista de Iris Rosario a Debora Upegui Hernánez, colaboradora del Observatorio. Para reacciones: debora@observatoriopr.org 20 Ibidem.

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Lina M. Torres Rivera Se ha cuestionado si la ampliación de las políticas carcelarias y el endurecimiento de medidas punitivas iniciadas a mediados de la década de 1970 hasta el presente, que resultaron en la era del encarcelamiento masivo, representan la justicia de género. Más aún, indagaciones sobre el asunto apuntan que ciertos feminismos “se han entretejido de forma intrincada con los intereses punitivos de la política estadounidense contemporánea (y, por extensión, de las políticas mundiales)” (Bernstein, 2014, p. 282). Así, surge un espacio fértil para la criminalización ante las manifestaciones de violencia hacia las mujeres en distintas sociedades. Por lo general, la primera respuesta suele ser la penal, es decir, la tipificación de “nuevos” delitos como puede ser el feminicidio.21 Se cae en lo que ha sido denominado como superstición de la ley al creer que con una ley que castigue de manera severa y contundente la conducta no deseada, se cumplirán las funciones fundamentales de la prevención especial y general. O se asume el carácter retributivo de la pena como castigo. Esta parece ser la tendencia en Puerto Rico con la aprobación del Proyecto del Senado 130, que propone enmendar el Código Penal de Puerto Rico para incluir el feminicidio y el transfeminicidio como asesinato en primer grado. Sin embargo, para algunos sectores estas categorías tienden a ser vagas e imprecisas. Sonia Zavala López (2021) advierte que “ningún país, de cualquier continente, ha demostrado que describiendo y colocando un delito específico entre los contemplados en sus legislaciones penales haya disminuido el fenómeno delictivo respecto a dicha conducta” (p. 129). Situación que se ha venido manifestando principalmente en México en donde las cifras demuestran que la tipificación del feminicidio no ha disminuido los asesinatos de mujeres y que incluso, en algunos momentos, han aumentado (p. 129). 21 Diversos sectores han propuesto tipificar el delito de feminicdio como se ha heho en más de una veintena de países del mundo. La ONU define el feminicidio como el “asesinato de una mujer a manos de hombre por machismo o misoginia” pero incluye otras características y condiciones. Según el Observatorio Equidad de Género de Puerto Rico, en 2020 se reportó un aumento de feminicidios en comparación con los reportados en 2019.Véase en el periódico El Vocero, artículo titulado “El año cierra con aumento de feminicidios en la Isla”.

En general, los países que han aprobado modificando leyes para incorporar el delito de feminicidio/femicidio pretenden desarrollar una política criminal con perspectiva de género, ello aunque su funcionalidad revele serias dificultades culturales y operativas en su aplicación.... (p. 132). Entonces, ¿queda articulada la intención política de tipificar el feminicidio como expresión simbólica del derecho penal? ¿Una forma de enviar el mensaje de que criminalizando y penalizando ciertos comportamientos, se obtendrá seguridad y tranquilidad? A escasas semanas de iniciar su incumbencia, el gobernador Pedro Pierluisi, emitió la Orden Ejecutiva OE-2021-213 que declara “un estado de emergencia debido a la violencia de género que experimenta Puerto Rico” (Bezares, 2021, p. 2). Se pretende con ello promover una política pública que confiera prioridad a la prevención y atención de la violencia de género a tenor con reclamos de organizaciones que ofrecen apoyo a sobrevivientes de violencia de género y de determinados sectores feministas. A su vez, nombró el Comité de Prevención, Apoyo, Rescate y Educación de la Violencia de Género (Comité PARE)22, con el propósito de recomendar medidas y políticas establecidas para cumplir con los objetivos de la Orden. De igual modo, se ordenó revisar los protocolos de investigación para los casos de muertes violentas contra las mujeres. A solicitud del Comité PARE, el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico (Bezares, 2021, p. 13), preparó un primer informe sobre la situación de violencia de género en el país con fecha del 20 de marzo de 2021. En el mismo indica lo siguiente: Los procesos de evaluación de los sistemas estadísticos requieren de tiempo y recursos necesarios, además de un minucioso proceso científico. Debido a la urgencia que el estado de 22 Integrado por representantes de las siguientes agencias gubernamentales, personas del sector privado y organizaciones sin fines de lucro: Departamento de la Familia; Departamento de Justicia; Departamento de Educación; Oficina de la Procuradora de la Mujer; Departamento de la Vivienda; Departamento de Desarrollo Económico; Departamento de Salud; Departamento de Corrección; Negociado de la Policía; Instituto de Ciencias Forenses; Instituto de Estadísticas; una persona representante de la Academia; una persona representante de los medios de comunicación; tres representantes de organizaciones sin fines de lucro dedicadas a la lucha contra la violencia de género en Puerto Rico o de servicios a sobrevivientes de violencia de género; y la persona oficial de cumplimiento designada por el gobernador.

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emergencia requiere, este informe se realizó de forma expedita, con muy pocos recursos y en un tiempo relativamente corto. Por lo tanto, lo expuesto en este escrito no pretende servir de un diagnóstico completo, final y definitivo del sistema estadístico sobre el tema de la violencia de género en Puerto Rico. Se recomienda que en un futuro cercano se realice un estudio más completo sobre este tema, que le brinde continuidad a lo aquí expuesto (p. 2).

En el informe se señala, que la violencia es un problema de salud pública 23 y que a pesar de los esfuerzos gubernamentales, comunitarios y sociales para prevenirla, “continuamos experimentando una crisis de violencia y de violencia de género” (p. 4). Se indica además, que ante la urgencia de desarrollar estrategias y políticas públicas dirigidas a su prevención y mitigación existe la necesidad de “asegurar el monitoreo de las estadísticas sobre violencia” (p. 4). El informe presenta un inventario de estadísticas sobre violencia de género rendida por varias agencias u organismos, a saber: Negociado de la Policía de Puerto Rico, Departamento de Justicia, Cuerpo de Emergencias Médicas, Administración de Tribunales y de la Oficina de la Procuradora de la Mujer. Dicho inventario se realizó a través de la recopilación de la información disponible en los portales cibernéticos de las agencias o por solicitud mediante correo electrónico o llamada telefónica a las correspondientes entidades. Luego de describir el marco legal estadístico y de manera sucinta algunos programas sobre violencia de género en Puerto Rico, el Instituto concluye que existe la necesidad de personal especializado “asignado exclusivamente a los sistemas estadísticos” (Bezares, 2021, p. 11). Por lo tanto, recomienda que se aumenten los fondos requeridos a estos efectos. Para garantizar la respuesta eficaz y oportuna ante esta crisis se debe priorizar la asignación de recursos humanos, financieros y técnicos a los organismos gubernamentales para asegurar la atención adecuada a las víctimas y a la implementación y mejoramiento de los sistemas estadísticas del Gobierno tal y como 23 Aquí se plantea una contradicción entre el modelo salubrista del que dice partir el Instituto de Estadísticas de Puerto Rico y el asumido por cierto feminismo (tradicional) que busca la validación del modelo penal.

lo estableen la OE-2021-013 y el Plan de Acción para la Ejecución e Implantación del Estado de Emergencia decretado por el Gobernador (p. 11). Esto conllevaría mayor inversión en tecnología, crear una página web con estadísticas actualizadas provistas por diversas agencias que atienden el asunto de la violencia y la necesidad de una Plataforma Centralizada de Estadísticas, es decir, la creación de un Dashboard para el Comité PARE (p. 12). Lo antes expuesto, nos plantea la dificultad de que podríamos concluir que se está legislando sin contar con los datos e información necesarios previo a establecer alguna política o legislación en materia penal. En un trabajo anterior,24 hemos puntualizado que es imperativo analizar con detenimiento no sólo el contenido de las diversas políticas en materia criminal, sino además, sus contradicciones, límites y costos sociales. Especialmente, cuando las mismas se presentan como la “única” alternativa posible al problema que se desea enfrentar. Es necesario abrirnos a otras posibilidades y entendimientos. Reitero, la criminología crítica advierte que es preciso profundizar en el estudio de las condiciones históricas, sociales, económicas y políticas que de una forma u otra tienen que ver no sólo con el crimen sino también con las estrategias de control del mismo, propuestas o implantadas en las sociedades contemporáneas. Para finalizar esta sección, me permito citar nuevamente a Zavala López, cuando recalca lo siguiente: Si verdaderamente se aspira a fomentar la cultura del respeto de los géneros a partir de la comprensión cabal de los derechos de equidad y no discriminación la primera tarea apunta al rediseño de programas educativos desde su nivel básico (Zavala López, 2021, p. 170). Aunque menciona también otras alternativas, más adelante, añade que: …la respuesta es simple y contundente: mientras más educada una sociedad menos leyes requiere, en el caso del derecho penal, menos necesidad de tipos penales en las partes de los códigos estatales y federal (p. 171). 24 Me refiero a nuestra participación en el Primer Congreso de Política Pública y Criminología, celebrado el 10 de noviembre de 2010 en la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico.

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III. La intensificación de los imaginarios punitivos Madeline Román Plantea M. Bakhtin en su libro The Dialogic Imagination (1994) que el espacio que cubre una palabra desborda la palabra misma. En ese sentido, los significantes “castigo”, “culpa”, “penal” irradian el espacio político, social y cultural en Puerto Rico. En el contexto de la implantación de un estado de emergencia por violencia de género, otras iniciativas se han venido produciendo las cuales, con independencia de las buenas o no buenas intenciones de sus proponentes, tienen el efecto de alimentar, todavía más, disposiciones afectivas de corte punitivo. Entre estas iniciativas, privilegio el Proyecto del Senado 130 para tipificar como delito el acoso callejero25, la declaración del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico para crear una “Comisión de la verdad” sobre asuntos de género26 y la circulación en las redes sociales de un listado en construcción denominado como “La lista”,27 compuesto de nombres de hombres que son denunciados como “ofensores de género” de manera anónima, sin explicitar el tipo de actos cometidos, ni la fecha de los mismos. Si bien, y paradojalmente, el texto del Proyecto del Senado 326 exalta que la intención del mismo no es que los infractores cumplan pena de cárcel sino más bien instar a una labor de prevención y educación, la pregunta que habría que hacerse es ¿por qué la misma se tramita bajo el derecho penal? De otro lado, y como es de conocimiento general, las Comisiones de verdad han sido un recurso jurídico/político utilizado como parte de la justicia transicional en sociedades que han atravesado situaciones de violencia extrema y contextos donde, el uso del binomio error/verdad (mentira/verdad) es, hasta cierto punto, susceptible de ser utilizado dada la polarización extrema de los conflictos28. Sin embargo, la utilización de este recurso para atender las conflictividades y violencias asociadas a asuntos de género en sociedades formalmente supeditadas al estado de derecho, se constituye en 25 Ver https://aldia.microjuris.com/wp-content/uploads/2021/01/proyecto-delsenado-130.pdf 26 Documento del 15 de mayo del 2021 del Año de sesiones 2020-2022 del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico. 27 Ver https://www.facebook.com/105825338352587/posts/106299858305135/ 28 Esto es, conflictos en los que hay claramente un sistema de dominación absoluto (encarnado en un Estado o un sector poblacional) y una población (civil) absolutamente víctima donde el reclamo de que hay una única verdad de la cosa es mucho mas fácil de esgrimir.

una medida que abona al binarismo político clásico “amigo/enemigo”29 en contextos sociales de mucha mayor densidad, complejidad e hibridez en la que los actos de violencia de género pueden exhibir una mayor opacidad.30 Finalmente, el problema mayor de listas donde una cantidad de hombres son denunciados en anonimato y sin explicitación alguna de lo que se entiende fue su ofensa, es que las mismas se constituyen automáticamente en una suerte de cacería y/o satanización de las personas sin que medie ningún proceso de dilucidación de estas denuncias partiendo del entendido (no susceptible de ser cuestionado) de que la mujer dice “verdad” o bien de que lo que sale por la boca de la mujer es “la verdad de la cosa” . El solo cuestionamiento de esta premisa es susceptible se ser denunciada como un posicionamiento “no feminista”. Iris Rosario Durante las pasadas semanas, se ha experimentado entre la población mucha tensión luego de que un sujeto confesase extrajudicialmente el feminicidio de su excompañera, tras ella haber intentado sin éxito, iniciar un proceso criminal y obtener una orden de alejamiento en los tribunales de país (Maldonado & Torres, 2021). A este hecho, se añade la muerte de otra mujer a manos, presuntamente, de su compañero y un cómplice. El móvil habría sido, la negativa de esta a interrumpir su embarazo (Ayala, 2021). Las dos muertes ocurrieron consecutivamente y los medios de comunicación no dudaron en explotar ambas noticias. El llamado desde los sectores feministas tradicionales a la declaración del estado de emergencia se intensificó (Quiles, 2018). Desde esas organizaciones se responsabilizó al gobierno por su inacción en cuanto a la declaración de la emergencia. Además, en el caso en el que no se procedió a la expedición de una orden de alejamiento, se alzaron las voces que responsabilizaron directamente a la juez involucrada por la muerte de la joven (Telemundo, 2021). En reacción a lo acontecido, la Juez Presidenta del Tribunal Supremo de Puerto Rico, Maite Oronoz emitió un comunicado en cuyo contenido expresó que “el rol de la rama judicial era frenar la violencia, brindar seguridad a sus víctimas, y sancionar a los agresores” (Comunicado de prensa, 2021). Varias organizaciones de defensores públicos 29 Que se traduce en este caso en el binarismo hombre/mujer. 30 Es decir, el binarismo dominante/dominado no está tan claro pues ese espacio llamado “sujeto” puede estar atravesado por multiplicidad de posicionamiento identitarios, subjetivaciones, inserciones estructurales distintas, etc.

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y privados cuestionaron el rol que la Juez Presidenta entendía tenía la rama judicial y enfatizaron el derecho a un juicio justo e imparcial que debe tener toda persona acusada de delito (Metro, 2021). Un grupo de abogadas del Colegio de Abogados y Abogadas cuestionó que desde esa institución se hubiesen reprochado las declaraciones de la Juez presidenta (La Perla del Sur, 2021). La situación se complejizó cuando en el asesinato de la chica embarazada, la fiscalía federal presentó cargos, elegibles a la pena de muerte, al presunto agresor. En este clima, el Gobernador firmó una orden ejecutiva y declaró el estado de emergencia por la violencia de género. A eso, se le suma la lista “Yo te creo” creada en las plataformas de Instagram y Facebook para que cualquiera que quisiese hacer una denuncia contra un agresor así lo hiciese. Además, se siguen sumando proyectos de ley como el de la vigilancia constante de personas acusadas de violencia de género por medio de brazaletes electrónicos (Microjuris, 2021). De todas las reacciones a los asesinatos ya reseñados, se destaca la responsabilización de la juez que no otorgó la orden de alejamiento del feminicidio ocurrido. En las redes sociales se viralizó un “meme” en el que una juez desde el estrado gritaba “no ha lugar” a una mujer que estaba siendo acuchillada por la espalda por un hombre. La responsabilidad del feminicidio era de la juez, de acuerdo con la percepción de algunos. Ese razonamiento, no obstante, presupone que la otorgación de la orden de alejamiento o la colocación de un brazalete electrónico hubiese evitado la muerte. Sin embargo, la denegatoria por parte de la juez a la mujer asesinada ocurrió un mes antes de la muerte. Es decir, difícilmente existe un nexo temporal entre una cosa y la otra. A pesar de lo anterior, se asume con toda convicción por parte del feminismo tradicional el discurso preventivo: si la juez hubiese otorgado la orden de alejamiento, Andrea no estaría muerta. Asistimos a una inmersión total por parte del feminismo tradicional en el discurso de la sociedad de la prevención y el riesgo. Eso tiene implicaciones políticas importantes porque se espera que se anticipen acciones que no necesariamente son anticipables. Lo que predomina es una obsesión con la certidumbre: “en caso de duda sigue el principio de precaución – evade los pasos que crearán un riesgo de daño hasta que la seguridad esté establecida, se cauto en cuanto a ser cauto, y no requieras evidencia clara antes de actuar” (Hebenton & Seddon, 2009, pág345). Dicho

de otro modo, y enlazándolo con la reacción de la Jueza presidenta y el llamado del feminismo tradicional a responsabilizar del feminicidio de Andrea a la jueza que no concedió la orden de protección, se espera que los operadores judiciales procedan siempre como si estuviesen ante un asesino potencial para eliminar cualquier riesgo, aunque eso conlleve la privación de la libertad anticipada de un ser humano y el desdibujamiento del derecho a la presunción de inocencia. Lina M. Torres Rivera Garantizar a las víctimas un equitativo acceso a la justicia y una justa representación participativa dentro de los diversos tribunales, más allá de una versión meramente retributiva en la que queda relegada y restringida a simple testigo, debe ser uno de los pilares del nuevo orden penal. Su valor no sólo se expresa cuantitativamente a través del número de delitos denunciados y las posibilidades de éxito en el juicio; es todavía más valioso el potencial restaurativo de la participación de las víctimas en el sistema penal, oportunidad con frecuencia destruida por los procesos de victimización secundaria y los altos niveles de impunidad que persisten en la región, situación que afecta también a las familias. Verónica Martínez-Solares (2009) International Organization for Victim Assistance (OVA) La cita de marras, nos presenta lo que podría entenderse como el otro lado del asunto cuando hablamos de violencia o crimen. Sabemos que ha habido una mayor activación de grupos u organizaciones que se han enfocado en aspectos relacionados con la protección, atención y asistencia de personas víctimas de delitos. En esta dirección, algunos sectores en Puerto Rico auscultan la posibilidad de “elevar” a rango constitucional la Carta de Derechos de las Víctimas de Delitos. Esto no es novel toda vez que en algunas jurisdicciones tales derechos son constitucionalmente reconocidos.31 31 “Algunos ejemplos son los artículos dos 50.4 de la Constitución política de Colombia; 83 de la Constitución política de la República de Chile; 20-C de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos; 30 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”. Ver texto de Verónica

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De igual modo, a nivel internacional diversas organizaciones que han trabajado la temática victimológica han cabildeado en diversos foros y congresos a favor de un proyecto de Convención de las Naciones Unidas sobre Justicia y Apoyo a las Víctimas del Delito y Abuso de Poder que vincule a cada Estado signante (Lima Malvido, 2015, pp. 544562). Ante lo que consideran la inercia y falta de compromiso del gobierno con el cumplimiento de la justicia, el discurso de mano dura, cero tolerancia y mayor punitividad en contra del delito, se reflejan en diversas estrategias promovidas por la misma ciudadanía. Por tanto, resulta necesario “reflexionar acerca de la sociedad civil en el ámbito de las políticas públicas del sector seguridad” (Martínez Solares, 2009, p. 82). La percepción de inseguridad no sólo está dada por las variaciones en las tasas de criminalidad o las experiencias de victimización, sino responde también a una dimensión subjetiva sobre la manera en que la ciudadanía y el Estado hacen frente al problema” (p. 82). Esto es importante considerarlo a la hora de evaluar las políticas propuestas o implantadas para encarar la violencia machista y de género. Otro aspecto relacionado es el papel de los medios de comunicación en la política en materia criminal y victimal. Sobre este asunto en un Manual de Victimología, se ha señalado lo siguiente: En el estado actual de los medios de comunicación, la falta de análisis en profundidad no favorece opiniones críticas informadas. Los medios de comunicación pueden tender a la sobrerrepresentación, la infrarrepresentación y la contribución a los estereotipos sobre algunas víctimas según el tipo de delito, el lugar (país, región) donde se produce, y los factores personales, interpersonales, contextuales y sociales de víctimas y agresores. (Varona Martínez, 2015, p. 52). En ese mismo escrito se plantea la necesidad de examinar el significado, difusión e interpretación de términos relacionados con la justicia y cómo inciden en la vida cotidiana (p. 53). Citando un estudio etnográfico sobre el lenguaje utilizado por diferentes agentes de control, realizado por Michael J. Coyle (2013), se evidencia cómo esas palabras pueden fomentar la legitimidad de una creciente punición. Martínez-Solares, “Víctimas: una aproximación”. p. 79.

Para ello pueden valerse, por ejemplo, de la construcción de la víctima ideal y, correlativamente, del “otro” criminal que merece una tolerancia cero y políticas duras. En este sentido podemos pensar en cómo los medios suelen transmitir que la justicia que demandan las víctimas está únicamente unida al mayor castigo para el culpable, sin considerar que, en muchas ocasiones, ni siquiera es detenido o condenado. De esta forma, la palabra víctima se asocia necesariamente a “mano dura” contra el delincuente (Fuentes 2005), sin que se ponga énfasis en los medios preventivos, de persecución o de reparación (pp. 53-54). La rápida intervención y movida de la esfera federal en Puerto Rico en uno de los casos de violencia de género más connotados y publicitados en el país, con posibilidad de certificacion como uno que pueda conllevar la aplicación de pena de muerte, da cuenta de lo que aquí se señala.32 Hay que tener presente, que muchas veces lo publicado en los medios no solo afecta a las personas acusadas de delitos sino que también puede producir victimización secundaria. Sobre esto último, en su Manual sobre Justicia para las Víctimas, Naciones Unidas ha recomendado desarrollar una política pública de comunicación social que no vulnere los derechos humanos de las víctimas de delitos y exhorta a las y los profesionales de los medios de comunicación masiva “para que adopten un código ético específico para la cobertura del delito y la victimización” (International Victimology Website, n.d., p. 85). Es pertinente puntualizar, que en la la Parte II. Derechos y Obligaciones del proyecto de Convención de las Naciones Unidas sobre Justicia y Apoyo a las Víctimas del Delito y Abuso de Poder, Artículo 5- Acceso a la justicia y trato justo, se reitera que los Estados Miembros deben asegurar que los procedimientos judiciales y administrativos sean sensibles a las necesidades de las víctimas “sin prejuzgar o rejuzgar al acusado” Lima Malvido, 2015, pp. 548-549).33 32 Véase noticia de Telemundo, “Féliz Verdejo permanecerá preso sin fianza” y noticia en Univisión “Comisión de Derechos Civiles pide evitar pena de muerte a Felix Verdejo por asesinato de Keishla Rodríguez” . En esta última, el director de la Comisión de Derechos Civiles planteó que la violencia no se resuelve con violencia al pedir que se evite la pena de muerte a Félix Verdejo por la muerte de Keishla Rodríguez. 33 En el campo de la Victimología al igual que en otros campos de los saberes, existen tendencias, perspectivas u orientaciones. Por eso se habla también de victimología tradicional, victimología crítica y victimología feminista, entre

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IV. Del estado de emergencia como paradoja jurídico/política Madeline Román Como es mencionado en la introducción de este texto, el reclamo de un estado de emergencia sobre asuntos de género es el resultado del trayecto histórico del feminismo carcelario en Puerto Rico en el contexto del operar del feminismo de Estado y de los imaginarios y políticas punitivas promovidos al interior de la forma en que aparece representada la problemática de la violencia y de la criminalidad. Los estados de emergencia son parte de formas excepcionales las cuales se caracterizan por apartarse del Estado de derecho, en el sentido de que el Estado no tiene que supeditarse a sus propias leyes. Puede operar fuera del ámbito de la ley so pretexto de estar atendiendo una emergencia y casi siempre hace uso de las llamadas órdenes ejecutivas. Son formas de Estado que se salen de la legalidad con permiso de la legalidad misma. La denuncia en torno a cómo estas formas excepcionales de Estado se han vuelto la norma ha recorrido el planeta entero. En este sentido, los estados de emergencia son una suerte de cheque en blanco que otorgamos y en la que el Estado se arroga la decisión final sobre la naturaleza de sus ejecutorias e intervenciones en nombre de la seguridad. otras. De igual modo, la victimidad es analizada e interpretada de manera diversa, como revela esta extensa cita de Myriam Herrera Moreno. “En mitad del debate político-criminal, las víctimas seguirían varadas en una identidad que las marca como incapaces de progresión autónoma, dependientes de los recursos de cierre o desvictimización que el sistema les arroje. La etiqueta de víctima operaría así como «profecía que se cumple a sí misma», invalidando a las víctimas como agentes activos de resistencia y auto-recuperación, y oficializando factores de vulnerabilidad pre-existentes. La victimidad, en tal sentido, en lugar de plataforma de empoderamiento, estaría destruyendo en la víctima sus reservas de resiliencia Por ello, de frente a esta invocada naturaleza debilitante asociada a la condición de víctima, se observan crecientes posiciones de desafío por parte de grupos que, con credenciales vulnerables, rechazan o desafían la victimidad (entre ellos, mujeres, discapacitados, ancianos o víctimas del colonialismo). En especial, la femenina condición de víctima, elevada a arquetipo, ha terminado propiciando una significativa huida de la victimidad de ciertos sectores feministas. Tales sectores entienden que el masivo contacto de la mujer con la etiqueta victimal rinde a ésta un flaco servicio, en términos de empoderamiento social. La quejumbre de la mujer-víctima ante la justicia la estaría exponiendo, bien a ser victimizada por el descrédito, bien a ser victimizada por la condescendencia. Así, el primer paso de esta fuga feminista, se basó en la consigna «from victim to survivor» tendente a la redirección del discurso de la victimidad hacia uno, más enérgico basado en la idea de supervivencia. El proceso se culminaría por la negativa de cierto feminismo a abrazar la victimidad, aspirando, así, a la total liberación de las connotaciones de opresión, mediante una orientación a la autonomía y el emprendimiento”. Véase el ensayo de Herrera Moreno, “¿Quién tema a la victimidad?: El debate identitario en Victimología”, p. 294. Véase también el texto de Jorge Gracia Ibañez, “En nombre de la víctima. Representación social de las víctimas, victimología y deriva punitivista”.

El hecho de que, tendencialmente, estas formas excepcionales de estado se hayan vuelto la norma es una expresión del alerta político planteado por Giorgio Agamben en torno a la contigüidad democraciatotalitarismo en el trayecto de la Modernidad. Para Giorgio Agamben, esta contigüidad es el paradigma moderno que tendremos que aprender a reconocer (2005, p.1).34 Si bien es plausible pensar que el activismo feminista ha reclamado la implantación de un estado de emergencia, desde una lectura común y silvestre del significante “emergencia”. Esto es, desde el sentido de urgencia a la que las difíciles cuestiones de la violencia nos convocan, lo cierto es que también este reclamo es la consecuencia ‘lógica” de un feminismo que gravita alrededor de la figura del Estado. Ciertamente, el precio político de esta opción todavía está por verse pero ya podemos adelantar uno de ellos: la supeditación de cualquier otro lugar de observación a la primacia de las opciones estatalistas. Para el profesor de derecho William Vázquez Irizarry, parecería ser que la gente no le importa la legalidad o no de las ejecutorias del Estado cuando éstas se corresponden a sus intereses y quizás por eso el feminismo no ha sido capaz de conectar su reclamo con los peligros que éste conforma, pero como es planteado por Vázquez Irizarry: La legalidad, reclamar que la actuación gubernamental descanse de forma clara en una ley aprobada por nuestros representantes democráticamente electos y dentro de lo permitido por la constitución, no es un capricho de abogados y abogadas. Es un mecanismo básico de control para que el gobierno no abuse de su poder. Ese control debe existir para cuando no estemos de acuerdo con lo que el gobierno hace. Pero, nunca va a funcionar correctamente si no lo exigimos también cuando aplaudimos las acciones del gobierno (Vázquez Irizarry, 2020). Es decir, si bien es igualmente urgente reconocer la violencia constitutiva de la ley, la legalidad (que el Estado sea capaz de supeditarse a sus propias leyes) es 34 Es decir, contrario al entendido de la teoría política clásica donde “el otro” de la democracia sería el totalitarismo, Agamben plantea que, ambos, democracia y totalitarismo operan como dos habitaciones contigüas (una al lado del otro) y el tránsito entre uno y otro es más fácil de lo que hemos pensado justo por la capacidad del Estado de operar fuera de la ley con el permiso del propio sistema legal.

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central cuando lo que está del otro lado son las formas excepcionales de Estado o bien, justamente, cuando la legalidad queda suspendida y esta suspensión de la ley (Derrida, 1992) no tiene como horizonte la justicia sino un reforzamiento del imaginario penal.35 ¿Será posible darle otros contenidos al Estado de emergencia? Quizás, pero al costo de una fiscalización agotadora e interminable que condena a los distintos movimientos sociales a orbitar alrededor del Estado de manera perpetua. Ciertamente, y como ha sido reconocido ya por el feminismo abolicionista, el Estado no será feminista. ¿Cómo producir sentido entonces de este reclamo del lado del feminismo? ¿Cómo producir sentido de las maneras en que, un sector históricamente subordinado (las mujeres), busca resarcirse a partir del fortalecimiento de una instancia de poder -la ley, el derecho penal- la cual ha sido históricamente utilizada precisamente para afianzar su propia sujeción? En conversación con una colega del sistema de la Universidad de Puerto Rico, ésta me plantea que, para ella, todo está vinculado a los fondos que se asignan con la declaración del estado de emergencia. Pero, si este fuese el caso, la pregunta entonces es, ¿a qué precio? Es pertinente también destacar lo que aparece como una suerte de mimetismo mecánico en el reclamo de un estado de emergencia por violencia de género y reclamos similares. Si bien estamos al interior de la sociedad globalizada y reconocemos que la mundialización de los problemas requiere de respuestas globales, prima una suerte de reproducción mecánica e irreflexiva de reclamos y consignas sin que medie una ponderación detenida de la singularidad y elementos idiosincráticos de las sociedades en que se activan: en el país “X” se llevó a cabo un “plantón” feminista, procede el plantón feminista aquí; en “X” lugar se celebró un cacerolazo, viene el cacerolazo aquí; en “X” lugar se reclama un estado de emergencia, se activa el reclamo aquí. Al decir de Bahktin (1994), hay palabras (añado, y frases discursivas) que marcan el momento sociopolítico de una un día, de una hora. El sábado 1ro de mayo del 2021, las personas en Puerto Rico 35 Esta cualificación es importante porque, hay en la obra de Jacques Derrida, una convocatoria a la suspensión de la ley, pero es una atada a la búsqueda de un juicio “fresco” por parte del juez, a la búsqueda de lo que éste denomina “la justicia como ley”, una suspensión que tiene como finalidad reorientar la ley a partir de la justicia como horizonte. Esto es muy distinto de lo que parece animar el presente reclamo.

transitamos por lo que fue la transmisión de 12 horas de noticia ininterrupida en torno a la indagación pública/mediática del paradero de K.R. (desaparecida y embarazada), la identificación del hombre que se convirtió en el principal sospechoso y el hallazgo de un cuerpo en la laguna San José, posteriormente identificado como el de K.R. El despliegue policíaco y de las fuerzas de seguridad dominan la escena política y mediática cuando de los estados de emergencia se trata. Capitalizando sobre lo que aparenta ser una sintonía entre Estado y sociedad civil en materia criminal, como si todos cantáramos en el mismo coro, la atención se vuelca contra los que se entienden son los perpetradores de crímenes y los juicios mediáticos sustituyen la labor de las cortes. El FBI, personal de la Policía de Puerto Rico de las distintas unidades, Cuerpo de Investigaciones Criminales, Unidad marítima de las fuerzas unidadas de rápida acción (FURA) comandancias, reporteros, redes sociales, ciudadanos en jet skis, familiares y personas en su carácter singular, se personaron al lugar de los hechos mientras sectores considerables de la población (toda una observación masiva) recorrieron virtualmente todos los espacios y personas que fueron objeto de investigación, transmisión que ocluyó toda otra noticia del día (BBC, 2021). Ciertamente, la conmoción provocada por este trágico suceso, no está remitida exclusivamente al asesinato de K.R. sino al fenómeno intersubjetivo producido por el combinatorio policíaco/medios que, solo un momento después, quedó condensado en la frase discursiva “justicia para K.”, significada invariablemente desde los códigos punitivos. Al final de este día singular, me pregunté, ¿acaso este será el estado de emergencia en operación? ¿Se reproducirá este mismo fenómeno cada vez que aparezca una mujer asesinada?¿Es éste el manejo que deseamos? No creo estar sola en la ponderación de estas interrogantes. Iris Rosario Cuando el feminismo tradicional en Puerto Rico comenzó a solicitar la declaración de un estado de emergencia por violencia de género plantée mis reservas en cuanto a la utilización de ese discurso (Rosario, 2019). Del mismo modo, alerté sobre las repercusiones que tiene en la praxis el uso de términos como terrorismo y guerra contra el machismo porque

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los mismos están demasiado vinculados con un estado de excepción en cuyo contexto se le permite todo al estado en aras de la protección de una parte de la población; se suspenden garantías y derechos y las vidas quedan, de acuerdo con Agamben (1998) despojadas, desnudas ante el poder del estado. Desde hace una década, el estado de emergencia ha sido utilizado en Puerto Rico para justificar la suspensión o la eliminación de derechos constitucionales a través de la implementación de leyes que supuestamente buscan estabilizar la crisis económica y, por ende, asegurar la gobernabilidad.36 De la misma forma, la emergencia declarada a través de múltiples órdenes ejecutivas por la pandemia del Covid-19, ha servido para que el estado se empeñe en suspender la utilización de ciertos escenarios que se conforman como pilares en la tradición jurídicopenal adversativa y oral puertorriqueña. En medio de esta emergencia, por ejemplo, la Oficina de Administración de Tribunales de Puerto Rico validó la negativa del Departamento de Corrección de trasladar de las prisiones a las personas privadas de su libertad a los tribunales para la celebración de los procesos o para entrevistarse con sus defensores. Lo que se impulsó, en cambio, fue la celebración de entrevistas y videoconferencias para llevar a cabo vistas judiciales y demás cuando las personas estuviesen en detención preventiva. En ese escenario, la emergencia sirvió de pretexto para restringir las dinámicas orales de los procedimientos penales que en Puerto Rico gozan de jerarquía constitucional. Adviértase que, contrario a como se hizo en otras latitudes, ni siquiera se contempló por parte del estado la liberación de personas privadas de su libertad para evitar los contagios por coronavirus. Tampoco se utilizó de manera adecuada por parte de los tribunales el derecho constitucional a la fianza cuyo propósito es evitar la detención preventiva que afecta el derecho a la presunción de inocencia.37

Ahora, vacunada la población privada de su libertad, los operadores judiciales y empleados del Departamento de Corrección, no se ha observado una disminución por parte del estado en el uso de las videoconferencias. En el caso de la declaración del estado de emergencia por violencia de género, la orden ejecutiva que firmó el gobernador de Puerto Rico, permite, por ejemplo

36 Véase Ley Especial Declarando Estado de Emergencia Fiscal y Estableciendo Plan Integral de Estabilización Fiscal para Salvar el Crédito de Puerto Rico, Ley Núm. 7 de 9 de marzo de 2009, 3 LPRA § 8804 (2011) (suspendiendo por dos años la negociación de nuevos convenios colectivos y desconoció ciertos derechos patronales de los trabajadores en Puerto Rico). Adviértase también, y más aún luego del paso del huracán María por Puerto Rico, cómo desde el Departamento de Educación se ha implementado un plan que conlleva el cierre de unas 167 escuelas públicas. 37 La Sección 11 del Art. 2 de la Constitución de Puerto Rico expresa que los acusados tendrán derecho a carearse con los testigos- dinámica que se afecta por las videoconferencias- y a salir en libertad bajo fianza, mientras se celebre el juicio.

Lina M. Torres-Rivera

[e]stablecer procesos expeditos para el manejo de casos de violencia de género en los que se garanticen los derechos de todas las partes y se garantice la seguridad de la persona que sufrió la violencia (Ayuda Legal Puerto Rico, 2021). Sin embargo, no debemos llamarnos a engaño, los procedimientos expeditos supondrán para las personas acusadas por violencia de género que los operadores judiciales tomen decisiones, en cuanto a la otorgación de una orden de protección ex parte, por ejemplo, contemplando sólo los derechos de la víctima, sin escuchar a la otra parte en un procedimiento adversativo. Expedito quiere decir, eliminar los llamados tecnicismos o burocracias que protegen a la ciudadanía frente al poderío del aparato punitivo. En esta atmósfera, el riesgo de un delito pretende llevarse a 0. Ante la duda, el operador judicial tendrá que conceder una orden de protección, imponer una detención preventiva, negar el derecho a la fianza, aplicar brazaletes electrónicos y encontrar culpable a todas las personas acusadas. El estado de emergencia es a todas luces un estado de excepción; supone erradicar cualquier riesgo para las potenciales víctimas; es darle entera credibilidad a todas los testigos; y, por tanto, declarar a toda persona acusada como un potencial asesino porque después de todo, en este discurso, cualquier violencia desemboca en un feminicidio.

Como advierte Alessandro Baratta, la respuesta penal tiende a ser, ante todo, una respuesta “simbólica” y no una respuesta “instrumental”.38 Instrumental 38 Esta referencia fue extraída de la conferencia ofrecida por el Dr. Alessandro Baratta cuyo título fue “El sistema penal y la reproducción de la realidad social: Violencia estructural y violencia penal” en ocasión del Primer Simposio Internacional sobre políticas criminológicas conteporáneas: Visiones Alternas,

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en el sentido de la teoría utilitaria de la pena que considera este tipo de intervención como una forma de controlar las situaciones socialmente dañinas en una sociedad, proteger los bienes jurídicos y los derechos de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas. Baratta puntualizó, que el control penal: 1) tiende a intervenir sobre los efectos y no sobre las “causas” de la violencia, o sea, sobre determinados comportamientos con los que se manifiestan los conflictos, y no sobre los conflictos mismos; 2) interviene sobre las personas y no sobre situaciones; 3) interviene de forma reactiva y no preventiva, es decir, cuando las consecuencias de las infracciones se han producido, más no para evitarlas.39 A tenor con esta línea de pensamiento, vemos por lo tanto, que el sistema de justicia criminal (penal) pretende proteger la validez de la norma más que a la víctima. Las teorías sociológicas de la pena que han colocado en el centro de atención esta función simbólica, como la clásica teoría de Durkheim retomada hoy en forma de la llamada teoría de la prevención general positiva, llamada también de la prevención-integración, reconocen implícita o explícitamente que las penas no cumplen la función instrumental de eliminar o reducir los delitos. Durkheim incluso, consideraba que los delitos son “funcionales” dentro de ciertos límites para la realización de la función simbólica de la pena: si no hubieran infracciones- parece una celebrado durante los días 25 al 27 de marzo de 1992, en la Universidad del Sagrado Corazón en Puerto Rico. (Trabajo inédito). Participaron también en calidad de conferencistas la Dra. Lolita Aniyar de Castro (Venezuela), la Dra. Christina Jacqueline Johns (Estados Unidos), la Profa. Ana Josefina Álvarez Gómez (República Dominicana) y el Dr. Fernando Tenorio Tagle (México). De Puerto Rico, la Dra. Madeline Román López, socióloga-criminóloga; Dr. Víctor I. García Toro, Trabajador social y criminólogo; Dra. Nitza Hernández López, socióloga y comunicóloga; Lic. Lorenzo Villalba Rolón, administrador de corrección en aquel entonces y la Dra. Lina M. Torres Rivera, sociólogacriminóloga. Es pertinente señalar que la conferencia del Dr. Alessandro Baratta está basada además en su artículo, “Derechos humanos: entre la violencia estructural y la violencia penal: por la pacificación de los conflictos violentos”. 39 Sobre este aspecto, Baratta señaló que “cualquier progreso que se pueda lograr sobre la ampliación de los derechos de las víctimas, los sujetos destinados a soportar lo peor en las situaciones conflictivas de las que la justicia penal se ocupa, aparecerán frente a esta solo cuando se han transformado en víctimas y no antes de serlo; las consecuencias de la violencia no pueden ser eliminadas efectivamente, sino simbólicamente a través de la pena. Por tal razón, el sistema de la justicia punitiva se presenta como una forma institucional y ritual de venganza. Así como la venganza, dicho sistema interviene en forma de violencia con la pena para compensar simbólicamente un acto de violencia que ya ha sido realizado”. Véase “Derechos humanos: entre la violencia estructural y la violencia penal…”, op. cit., p. 448.

paradoja- no se confirmarían las normas y los valores vigentes a través de las reacción social contra ellas (Baratta, Ibidem, p. 449; “El sistema penal…” Op. Cit.). Estas concepciones de las funciones simbólicas de la pena desembocan en lo que Baratta denomina la teoría del neo-retribucionismo “especialmente en los Estados Unidos, es decir, de la teoría absoluta de la pena, la pena como finalidad en sí misma, la pena ‘justa’ no por los efectos útiles que puede llevar a cabo en la sociedad, sino por restablecer el orden jurídico violado” (Baratta, 1992). De esta manera, “la respuesta penal se presenta efectivamente, se legitima, se utiliza políticamente, no tanto como un manejo real del problema de la criminalidad, sino como una respuesta, por ende, simbólica a la demanda de pena y seguridad por parte del público de la política” (Baratta, 1992). De igual modo, resalta que el funcionamiento del sistema de justicia criminal se presenta como violencia institucional que a su vez reproduce la violencia estructural expresada en la injusticia y la desigualdad social. Pero por otro lado, Baratta menciona que existen situaciones en las cuales hay que defender y rescatar la importancia de la respuesta simbólica. En este sentido, hace referencia a reformas sobre las normas (leyes) sobre violencia sexual promovidas por ciertos movimientos feministas en algunos países y a la demanda civil de eliminar la impunidad de grupos militares o paramilitares que violentaron derechos humanos fundamentales durante el tiempo en que estuvieron en el poder en determinados países. En estos casos se piensa que la función simbólica constituye una especie de mensaje para la defensa de los derechos humanos. Ahora bien, no debemos pasar por alto que el derecho penal ha sido visto también “como instrumento para articular la protección de las mujeres y sus derechos” (Bodelón, 1998, p. 128). Por lo tanto, la criminalización se considera una forma de materializar la existencia del problema de la violencia contra las mujeres y hacerlo reconocible, aunque no así, la solución del mismo. Es decir, lo que los movimientos de mujeres buscaron en muchos casos en el derecho

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penal fue lo que se puede denominar como el potencial simbólico del derecho penal, su capacidad de hacer reconocibles como problemáticas ciertas situaciones (p. 129). Se ha señalado además, que la violencia contra las mujeres es un concepto amplio, que no se limita a la violencia sexual y que no puede ser tampoco confundido con el feminicidio pues existen otras formas, como la violencia simbólica, estructural y económica (Benavides, 2015, p. 89). Pero, ¿atiende de manera efectiva e instrumental el derecho penal esta situación? ¿Resuelve estos conflictos? ¿Qué nos toca como sociedad hacer en contra de la violencia de género? Relacionado con este y otros temas, al interior de la criminología crítica se disputan actualmente dos orientaciones o visiones sobre las funciones del derecho penal: la minimalista y la abolicionista. V. Comentario final Como feministas y como estudiosas en el campo de la criminología, el derecho y la ciencia penal hemos abrazado el abolicionismo como horizonte y como opción teórico/política. Ha sido la propia trayectoria del abolicionismo lo que ha forzado al reconocimiento de que el sistema de justicia criminal y las opciones estatalistas son incompatibles con el horizonte político y social propuesto por el feminismo. Solamente una sociedad fortalecida y profundamente respetuosa de las diferencias será capaz de superar el estrecho horizonte del punitivismo. Contribuir a producir esa sociedad es el deseo que anima este reporte a tres voces.

“Solamente una sociedad fortalecida y profundamente respetuosa de las diferencias será capaz de superar el estrecho horizonte del punitivismo. Contribuir a producir esa sociedad es el deseo que anima este reporte a tres voces.”

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ARTE

Fotoensayo

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Por: Alan McAbee

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LETRAS

Esto no lo podemos ‘gugulear’

Si bien es cierto que habemos personas que guguleamos todo, hay respuestas que se consiguen más fácil que otras. Por ejemplo, “receta de habichuelas puertorriqueñas”, “periodos de la luna para siembra”, “significado de neoliberalismo”, entre otras cosas. Sin embargo, cuando nos convertimos en madres, tenemos una necesidad de querer saberlo todo. Por ejemplo, “¿cuántas onzas de leche se toma una recién nacida?” “¿Cómo hacer que mi bebé deje de morderme cuando le lacto?”, “desarrollo de bebé a las 39 semanas de embarazo”. Entonces, ¿qué hacemos cuando nuestras preguntas vienen desde adentro? Esas inquietudes existenciales que a veces nos dan cuando sentimos inseguridad, temor, ansiedad, depresión. Podemos gugulear : “¿cómo manejo mi ansiedad?”, “¿cómo trabajo mis traumas?’, “El postparto es solo mío y nadie me entiende”, “¿qué hago con el mal de amores?’, “¿qué hago si me siento sola?”; pero, quizá la respuesta no será la que queremos o necesitamos. Quizá sea hueca, sin sentido, escueta e impersonal. A lo mejor, lo que buscamos es que alguien nos diga, “yo pasé por eso y todo va a estar bien.”

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Por: Isabel Corti Soto

Las redes sociales pueden ser una trampa. Encontramos una falsa perfección en las fotos que damos likes, o en los statuses que denuncian al otro pero que no incluye nuestra crisis. Estamos tan acostumbradas a comunicar cuando estamos felices, que reconocernos cuando no estamos bien puede ser difícil. Nos enajenamos, encerramos nuestros sentimientos y no somos claras con las formas en que nos expresamos. Es necesario entonces soltar lo nuestro, pero también lo que cargamos, que no necesariamente nos pertenece; el contexto de país, el sistema capital, el patriarcado, la culpa de ser mujeres y maternar en este mundo lleno de contradicciones. Cuando llegué a MATERTRANSMUTAR, tenía 39 semanas de embarazo. Mi círculo de amistades no tiene cría y aunque pueden escucharme y empatizar, no necesariamente me siento comprendida. Estaba buscando respuestas o historias desde dónde sentirme identificada y acompañada. Leer un “blog” o un “libro” sobre la maternidad que no hable solamente del proceso de embarazo, sino sobre los traumas que cargamos desde pequeñas con la perspectiva de sabernos mujeres en una sociedad patriarcal, o que presente experiencias desde donde poder

identificarnos cuando necesitamos ayuda y que a la vez sirva de espejo donde reconocernos vulnerables dentro de todos los sombreros que cargamos, es muy difícil, pero en MATERTRANSMUTAR lo encontré. Es la invitación que nos hace, desde un espacio seguro, a sentirnos identificadas con las otras, a compartirnos desde nuestras experiencias y saberes. A mirarnos, reconocernos en las demás y sabernos acompañadas. Las mujeres debemos hablar más de nuestras experiencias, como un proceso liberador y no desde la (re)victimización. En realidad, no se trata de encontrar respuestas sencillas, o un folleto de instrucciones a los cuestionamientos que nos hacemos a diario. Se trata de que a veces solo necesitamos saber que alguien más pasó por un proceso similar al tuyo como mujer, madre y cuidadora, que pudo manejarlo y que todo va a estar bien. La pregunta para dentro puede ser “¿cómo puedo reconocer mis virtudes y limitaciones, para criar desde la libertad y el empoderamiento?”. No encontrarás la respuesta, pero sí sabrás que hay otras mujeres, madres y feministas, que estarán preguntándose lo mismo, y que hay espacios seguros para compartirlo, como lo es éste.

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LETRAS

El retorno de Gallego: Dulce Sa

Pocas veces se ha esperado con más expectativa un libro de poesía como ha sucedido desde que se supo que José Raúl “Gallego” González Rodríguez publicaría un nuevo texto. Gallego se empezó a dar a conocer con el colectivo poético “En la mirilla” y luego marcó las letras puertorriqueñas con su primer poemario, Barrunto, publicado en el 2000, uno de las cumbres de la poesía nacional de este siglo. Su segundo libro, Residente del lupus, vio la luz en 2006 y afianzó el lugar del autor en lectores y críticos. Son quince años de espera. Del silencio y del ruido de esos tres lustros emerge este libro.

*Imágenes obtenidas del internet

Como se puede leer en el título, Dulce Santurce y Holy Puerta de Tierra, lo urbano tiene lugar central en el texto, específicamente esos dos sectores de la capital, reales y mitificados. Este es un mapa de la ciudad, de la piel, sus dieciséis poemas son como dieciséis puntos en esa cartografía. Los textos de González Rodríguez son plenamente citadinos, no solo porque las voces poéticas habitan y viven los espacios urbanos, sino porque la

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anturce y Holy Puerta de Tierra Por: Juan Carlos Fret-Alvira

misma ciudad es protagonista de los textos y porque entre esas voces y esa ciudad hay una historia de sufrimiento y de amor. El libro es una suerte de minidomo de vidrio al que se asoma el lector, quien lo observa, lo agita y ve caer las partículas de nieve artificial o mental (la nieve es metáfora, es la imaginación, el frío, el deseo, la mentira) hasta que terminan de posarse los copos o hasta que concluye la lectura. Mientras, ese observador puede encontrar metáforas del amor y de la violencia, de la ternura y de la muerte, del pasado y del presente, de la naturaleza y de la hermosura; escenas cotidianas que llevan a reflexiones trascendentales que alzan vuelo, porque lo cotidiano a veces lo es; palabras y temas que se relacionan como claves, como llaves que abren puertas o patas de cabra que rompen ventanas; vocablos y expresiones coloquiales, palabras y versos completos en inglés entre los poemas en español. En cuanto a su forma, podemos encontrar en el recorrido poemas de una o varias estrofas y en verso libre, como hemos visto en sus poemarios anteriores; sin embargo, hallamos también un cambio al observar el uso repetido de cuartetos con

rimas consonantes y asonantes. Esas rimas y la escritura de coros en algunos poemas son parte de un acercamiento a las letras de las canciones, lo que no es extraño si recordamos que el autor ha participado a través de introducciones, letras y voz en las producciones de muchos cantantes de música urbana y tiene su propio disco, Teatro del barrio, publicado en 2007. Desde sus libros hasta su disco y sus colaboraciones, Gallego nunca ha visto diferencia de valor o poética entre un poema y una letra de una canción. Esta publicación es, además, un canto de independencia personal y profesional de parte del poeta, ya que es la punta de lanza de Galleklle, su propio proyecto que comprende editorial, producción musical y tienda con productos como carteles, camisetas y gorras. Se abren y se cierran las tapas del libro. Montados en el cuerpo del pájaro o el cangrejo de Gallego, recorremos Santurce, Puerta de Tierra, Nueva York, el archipiélago puertorriqueño y también el amor, la sangre, el sentimiento, los huesos y la poesía.

Perspectivas NOVNOV 2021:2021: Dossier - Campos LGBTTQIA+ Discursivos / 111


ARTE

Fotoensayo

112 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Por: Alan McAbee

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LETRAS

El amor está en la piel / La manza

114 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


ana de Adán / Infiel con la luna Por: María Miguel

El amor está en la piel El día llegará en que no importen murmullos, ni críticas, ni distancias. Donde los comentarios burlones, lo irracional, lo inhumano, ya será para nosotras, un capítulo cerrado. A tomarnos de la mano, a degustar libres la vida, unidas en una sola, ese día, tendré vida… Estafadores del alma, animales desalmados. Como si amar para dos, fuera sacrilegio o pecado. Si el amor está en la piel, no el sexo, no en un falo, no en la vagina, ni el útero, ni siquiera en los ovarios. Que el amor va más allá que el cielo, el infierno o el limbo. Rompe las barreras del género, de hombres, de mujeres, de siglos.

Que el amor está en la piel, no en las leyes ni el ropero… No en la sangre, no en prejuicios, ni burocracias, ni en credos. Que nuestros labios se pinten al unísono en un beso, que miradas de complicidad nos lleven al firmamento y el disimulo las cubra, frenadas por el desprecio, de la multitud curiosa, que nos juzga y esclaviza, que nos clava en un madero, que nos mata, que nos pisa… Ese día gritaré, gritaré a los cuatro vientos, que te amo con locura, que eres mi amiga, mi hermana, mi compañera de luchas… Mi fiel cómplice en las noches de aventuras y de musas… Que importa si eres mujer, que importa si naciste en Rusia, en Japón o en Puerto Rico, en África o en Bermuda. El amor está en la piel, y de eso no tengo dudas.

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La manzana de Adán Las luces ya se apagaron, el teatro está vacío, la boa de plumas descansa sobre el diván, mientras yo, me desmaquillo. Manzana de Adán rumbeando en mi cuello. Sube y baja retozando, recordando mi castigo, mientras tanto yo, la maldigo. Me detengo en mis pestañas, En mis cejas, mientras suspiro… Rojo fuego son mis labios, Y mientras yo, me desligo. De mi realidad consciente, de mi verdad, mi delirio… Dos burbujas son mis pechos, guata pura mi trasero, y mi cabello, un reguero.

Bueno se acabó el llantén, a llorar pa’ maternidad, Mañana será otro día, y tendré que laborar. Este antro de perdición, donde puedo ser rumbera, maromera, callejera, artesana del amor… Si mi único pecado fue, tragarme aquella manzana, que se me atascó en el cuello, en contra de mis marañas. Yo te bendigo mujer, rindo culto a tu belleza. A tu hermosura, a tu género, a lo que guardan tus piernas… Y pa’la próxima vida, de esto nadie me salva. Seré mujer, ante todo, pantallas, pulseras y tangas.

Y de aquello otro, ni hablar… Ese sí fue un desatino. No me hallo en este cuerpo, no pertenezco a este sitio. Y la manzana de Adán, sigue su rumba a to’ tren, y no para de bailar… Quién pudiera ser mujer, tan elegante y tan fina. De seda y de nácar la piel, figura sensual, curvilínea.

116 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


Infiel con la luna Te he sido infiel con la luna. Deambulaba por mi casa y se adentraba en cada alcoba, en las paredes, en las sábanas… Me encontró dormida, jadeante, soñando que te amaba y se sintió celosa. Me poseyó hermosa, nacarada… Su luz plateada me abrazaba, escalaba mis pies, trepaba mis subidas, mis bajadas. Me besaba los párpados, respiraba mis sudores, suspiraba mis mejillas sonrojadas… En silencio me observaba, tan callada, tan pacífica, tan enigmática… Recorría mis piernas lentamente, susurrándome poemas de Neruda y de Cortázar. Ascendía por mis muslos, a paso lento, casi imperceptible… en suspenso. Mientras yo me derramaba, perpleja, tratando de que no te enteraras… Intentando detener el estallido inminente que me provocaba… Te he sido infiel con la luna, y no me arrepiento de nada.

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118 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


CONVOCATORIA La Asociación de Estudiantes de Psicología y el Departamento de Artes Liberales de la Universidad Ana G. Méndez en Cupey les invita a participar de La Semana de la Conciencia Social, dirigida al tema: “La universidad ante los retos de la época”. La actividad se llevará a cabo en formato virtual, del 5 al 7 de abril de 2022. Cada panel estará compuesto por 4 o 3 estudiantes que presentarán sus trabajos en torno al tema (o temas derivados del cuestionamiento del papel de la universidad ante los desafíos actuales). Se aceptan reflexiones críticas, propuestas de investigaciones o investigaciones completas, poesías, cuentos cortos, videos y cortometrajes. Cada presentación tendrá una duración máxima de 10 minutos. Luego de las presentaciones se abre el diálogo con la audiencia. Se supone que cada panel tenga una duración de 1 hora y media (45 minutos de presentación y 45 minutos de discusión con el público). Algunos de los subtemas alrededor de los cuales pueden girar las presentaciones, son los siguientes: -

La universidad y la construcción del conocimiento Aspectos curriculares (secuenciales, cursos, requisitos, modalidades…) Postura ante los asuntos políticos, sociales y ecológicos... Aportaciones de las diferentes disciplinas para el mejoramiento del lazo social y de las comunidades Postura ante las demandas neoliberales Propuestas dirigidas a las poblaciones vulnerables Historia de las universidades Eventos de emergencia y desastres La universidad que soñamos

Lxs estudiantes deben enviar un resumen de 170 a 200 palabras sobre su tema. En el resumen, deben incluir el título del trabajo, una breve descripción del tema y el formato (reflexión, investigación, propuesta de investigación, video, cortometraje o texto creativo). A su vez, debe incluir el nombre del/a autor/a o de lxs autorxs, universidad de procedencia, carrera que estudia y año que cursa. Se recomienda que cada estudiante tenga una profesora o un profesor como mentor/a que le asista en el trabajo. El nombre, título y lugar de trabajo de dicho/a mentor/a debe aparecer en el resumen. Lxs interesadxs en exponer su trabajo tendrán hasta el día 8 de febrero del 2022 para enviar el resumen correspondiente. El mismo lo podrán enviar a la dirección electrónica de la Asociación de estudiantes de Psicología (cgarcia52@uagm.edu). El día 12 de febrero nos estaremos comunicando con lxs estudiantes para indicarles si sus trabajos fueron o no aceptados para presentarlos en el evento. Es por ello por lo que es de vital importancia que incluyan en el resumen su número de teléfono, dirección electrónica u otro modo de comunicarnos con ustedes. Cualquier pregunta que tengan nos pueden escribir a la dirección electrónica de la Asociación de estudiantes o llamar al (787) 766-1717, ext. 6717

¡Esperamos su participación! NOV 2021: Perspectivas LGBTTQIA+ / 119


https://linktr.ee/revistacruce

120 / REVISTA CRUCE: CRÍTICA SOCIO-CULTURAL CONTEMPORÁNEA


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