La paradoja de la violencia- edición especial (12 de abril 2019)

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La paradoja de la violencia- Ediciรณn especial

La paradoja de la violencia

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12 de abril de 2019

12 de abril- La paradoja de la violencia

Edición especial a cargo de la Dra. Eloisa Gordon Junta Editora: Alexandra Pagán Vélez { Directora Anto Gamunev Sonia Cabanillas Martín Cruz Santos Eloisa Gordon María José Moreno Mónica Lladó Ortega { Lectora externa

Junta Asesora: Mariveliz Cabán Montalvo { Presidenta Roxanna D. Domenech Sugelenia Cotto

Portada: Podrías concebir un dios (collage en papel hecho a mano) por Aydasara Ortega (pág. 44)


La paradoja de la violencia- Edición especial

índice Optimismo cruel y la violencia de la superficialidad Por: Eloisa Gordon-Mora Ensayo para la violencia: El complejo Baader Meinhof Por: Juan Carlos Fred-Alvira La marcha de los migrantes

pensando el proceso de paz en

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Por: Madeline Román Resentimiento y perdón:

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Colombia

Por: Marlene Duprey Colón Muestra de collages Por: Aida ‘Tata’ Guzmán

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Entrecruces de violencias y paradojas sacrificiales: en torno al proceso judicial del asesinato del niño

Lorenzo González Cacho

Por: Sonia M. Serrano Rivera Podrías concebir un dios Por: Aydasara Ortega El Caño Martín Peña y la violencia en la ciudad Por: Miriam Muñiz Varela “Ecce pictor”: el azul sacrificial de

Arnaldo Roche Rabell

Por: Lilliana Ramos Collado Microhistorias en tres tiempos Por: Ramón Sepúlveda Vélez

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Optimismo cruel y la violencia de la superficialidad Por: Eloisa Gordon-Mora

En la convocatoria de esta edición especial de Cruce, La paradoja de la violencia, citábamos al

optimismo cruel.

filósofo y teórico cultural eslavo, Slavoj Zizek, y su argumento de que “la violencia representa la gran paradoja de la humanidad, ya que es algo que en general esquivamos, o evitamos enfrentar, al mismo tiempo que, por lo menos a un nivel simbólico, nos implica a todos”.1 Parte de esta paradoja radica en la falta de entendimientos compartidos/claros de lo que se entiende como violencia. Esto nos recuerda la famosa frase del juez de la Corte Suprema, Pottter Stewart, en un caso de obscenidad del 1964, cuando, intentando definir el término, establece que aunque no lo puede precisar con parámetros claros, “la reconozco (i.e. obscenidad) cuando la veo (I know it when I see it)”2. Por consiguiente, y al igual que

En una de las reseñas del Observatorio móvil para el estudio de la violencia de la Universidad de Puerto Rico, la Dra. Amaryllis Muñoz presenta el concepto de optimismo cruel que a su vez desarrolla Laura Berlant en el texto, Cruel Optimism, publicado por Duke University Press, 2011. Provocadoramente, el optimismo cruel se refiere a:

con la pornografía—y un elemento común de lo que se reconoce como pornografía, lo es la violencia—al hablar de violencia, también nos adentramos a esferas de marcada subjetividad. En este ensayo, exploro un ángulo de la violencia que, desde nuestra subjetividad e ideología popular, posiblemente no reconocemos como tal: la superficialidad y el optimismo hueco, o lo que posteriormente categorizo con el concepto de 1 Slavoj Zizek, Violence, New York, Picador, 2008, op.cit., pp.1-8 2 Refiérase a https://concurringopinions.com/ archives/2014/06/fifty-years-of-i-know-it-when-isee-it.html

Por generaciones, en Puerto Rico se ha fomentado la ideología del optimismo de manera calculada y consciente—Lo mejor de dos mundos. Hasta que la realidad objetiva nos tuvo que dar por la cabeza, éramos “una de los sociedades más felices del mundo”, según nos informaba nada menos que varias encuestas de la ONU,4 aun cuando ya habíamos reconocido tener una crisis fiscal tan solo comparable con las de Grecia y Argentina y aun cuando ya contábamos con uno de los

una forma de la violencia contemporánea de autoengaño (mi énfasis), como estrategia inconsciente que impide percatarse del deterioro de la vida e inhibe la producción de nuevas formas de vida, cónsonas con la realidad como se va produciendo. (en línea)3

3

Refiérase a http://www.observatoriomovil.com/optimismo-cruel.html

4 6

http://worldhappiness.report/


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índices de homicidios más altos en el mundo entero.

solicita una respuesta, sino una afirmación impuesta. Elemento importante de este tipo de optimismo lo es su superficialidad, vacuidad que se podría simbolizar con la apropiación ahistórica de publicidad y mercadeo, hecha por la entidad bancaria más ponderosa de Puerto Rico en su exitosa campaña, Echar pa’lante, frase utilizada, nada menos que por el grupo, Young Lords, en la década de los setenta, Pa’lante, siempre pa’lante, como un llamado concreto a la resistencia y movilización contra la pobreza y marginación de las comunidades puertorriqueñas en la ciudad de Nueva York;

En alusión irónica al dictamen sobre el concepto de la repetición de la historia de Hegel, Marx aclara que esto se vive, primero como tragedia, después como farsa, o que la historia primero se vive como tragedia y después como farsa5. En Puerto Rico, y a la inversa del dictamen, nos hemos movido de la farsa de creernos felices, prósperos y optimistas, a pesar de décadas (realmente siglos) de migración forzada, exclusiones de todo tipo, a partir de la clase social, género y raza, estadísticas de violencia extrema de género, abuso infantil, homofobia y adicciones crónicas… a la tragedia que vivimos a diario y que realmente no acabamos de enfrentar, no a nivel de deporte de espectadores o discurso abstracto, sino a nivel de acción ciudadana amplia.

la insoportable, Yo no me quito, frase conscientemente diseminada por un empresario multimillonario (¡quien nunca se tendrá que quitar!) a pesar del casi medio millón de personas que ha tenido que abandonar el país de cara a los despidos masivos, embargos, bancarrotas, falta de servicios básicos, precariedad; predecesora, a su vez, de la cuestionable, Puerto Rico se levanta, circulada vivamente

Si bien es cierto que a menudo nos sorprende el desconocimiento que existe en EE.UU. en cuanto a su territorio caribeño adquirido hace más de un siglo, más nos debería sorprender nuestra compulsión histórica hacia el optimismo sin fundamento, tanto dentro del discurso oficialista de los principales partidos políticos del país—la salvación para todo radica en el estatus; una vez lo alcancemos, juntarnos, separarnos, o quedarnos, ¡todo estará bien!—hasta en el imaginario popular: ¿Todo bien?; Sí, todo bien, pregunta que nunca

mientras surgían los contratos y negocios de especulación de la tragedia y los eventos que llevan a la Comisión Europea a incluir a Puerto Rico, como uno de los países de más serios problemas de lavado de dinero6; hasta el fenómeno del éxito del trapero Bad Bunny, Estamos bien, un narrativo crudo de la vida y valores de un 6 Así se confirma en el artículo de la prensa local. Acceda a https://www.elvocero.com/gobierno/ minimiza-ranking-de-comisi-n-europea/article_acabda06-3001-11e9-88fd-5bd850e30f85.html

5 Slavoj Zizek, First as Tragedy, Then as Farce, Londres, Verso, 2009. 7


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William Kentridge

tirador dentro del mundo del narcotráfico, pero que se repite con humor, hasta por jóvenes y niños, como que “a pesar de todo, ¡estamos bien!” El poder entender de mejor manera los aspectos

al optimismo cruel lo que se fomenta es justamente la inacción y el olvido7. El vacío histórico-social fomentado por ese olvido resultan en lo que vemos a diario: la apatía social contemporánea, el cinismo

socioculturales, al igual que psico-personales, de este tipo de optimismo superficial, el cual imposibilita la acción sociopolítica ciudadana, resultaría ser un terreno propicio para la investigación social vigente que alimente la política y educación pública. Sin embargo, aparte del típico tapar el cielo con la mano—“total, es igual en todas partes”, o “por lo menos no somos una de esas repúblicas (Venezuela, Cuba, Siria, o llene el blanco)”, el discurso oficialista (de antes y ahora) va en contra del fomento a la reflexión y la educación pública, necesarias para entender nuestra tragedia actual. De hecho, en fiel acompañante autoritario

extenso, el escapismo individualista-consumista, el desafío o la agresión (o ambas) del llamado ciudadano común y corriente, o la carencia inherente de lo que en teoría política se entienden como civitas y ethos democráticos. La democracia, o por lo menos el gobierno representativo democrático, como nos recuerdan los cientistas políticos Guillermo O’Donnell, Philippe Schmitter y Adam Przeworski, no es un sistema político que se puede sostener a largo plazo sin un 7 8

Una de las canciones infantiles de la era mil-


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nivel de convencimiento y apoyo social, al igual que sin un comportamiento cívico evidenciable8. Sin este ethos lo que sobreviene es un modelo incierto, como lo caracteriza O’Donnell, que a menudo desemboca en alguna versión de un populismo conformista y autoritario que permea en el discurso político contemporáneo—desde Trump a Bolsonaro en Brasil. Ante la carencia de un análisis profundo ciudadano, llevado en algunos casos extremos a lo que Zizek describe como, “el fetichismo de no querer saber”,9 resulta más fácil destruir al otro, el verdadero “culpable” de todos nuestros males. En términos generales se describe como “la política

regular al desafío a la regla y a la consideración al otro social. En su más mínima expresión, esto se puede traducir en: me estaciono en donde me da la gana, el carro es mío; me “como” la roja, si total, cuando María se podía; tiro la basura en donde sea; reciclaje, ¿qué es eso?; ¿inseguridad laboral? respuesta: intriga y puñalada en la espalda; o bien, lo contrario a: esperar mi turno en la fila, solicitar permiso para cruzarle a alguien, respetar el espacio de silencio del otro, saludar, agradecer, dialogar…

de la destrucción”, o el advenimiento del modelo Schumpeteriano, en el cual las elites claramente controlan la acción política, mediante la creatividad destructiva, principal característica del capitalismo no-regulado.10

menos, el individualismo extremo que vivimos— “mejor yo no me meto; eso no es mi problema” (aunque sea reportar un crimen serio)—como propio del polis democrático, sino perteneciente a lo que Hannah Arendt describe como la esfera privada, espacio representado por la familia o la religión y

En la teoría democrática y remontándonos a los propios griegos, éstos no conciben al individualismo—mucho

En términos criollos, nuestro sentido de complicidad en este esquema se propicia mediante la “tolerancia”

Mary Chiaramonte, Of a Siren’s Sea Numb Hands

itar en Argentina, por ejemplo, El país de no me acuerdo, decía: “en el país del no me acuerdo; doy tres pasitos y me pierdo; un pasito para allí; no recuerdo si lo di; un pasito para alla; ¡ay, que miedo que me da”! Ver letra: https://genius.com/Maria-elena-walsh-enel-pais-de-no-me-acuerdo-lyrics 8 Sobre este concepto refiérase a Guillermo O’Donnell Y Philippe Schmitter, Transiciones desde un gobierno autoritario: Conclusiones tentativas sobre las democracias inciertas, Buenos Aires, Prometeo, 2010 9 Véase Zizek, First as Tragedy, op.cit., p.61. 10 Joseph Schumpeter, Capitalism, Socialism and Democracy, Harper Perennial Modern Thought, 2008. Significativamente, el día del anuncio de su renuncia, la Secretaria de Educación, figura principal en el proyecto educativo de cualquier país, planteó: “Yo soy muy buena cuando hay un caos. Cuando hay algo retante, tú me insertas ahí y yo puedo rápido actuar. Pero ahora lo que tenemos es la necesidad de implementar, porque todo lo que se iba a cambiar se cambió... ¿Qué más me queda? Refiérase también a https://www.elnuevodia.com/noticias/locales/nota/juliakeleherqueahoravengaotrapersonaaliderarlatransf

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marcado por los intereses particulares/personales.11 En contraste al enfoque en preocupaciones que se centran en el “hogar” (oikia), o en lo privado, el surgimiento de la esfera pública, simboliza tanto para Arendt, como posteriormente para Habermas12, el desarrollo de otros tipos de comportamientos políticos, basados en el diálogo—un acto necesariamente social—y en valores de trascendencia solidaria. Valores, por consiguiente, más avanzados que los que fomentan el individualismo y los intereses privados. Para Arendt, esto se logra a través de dos elementos principales: la acción política (praxis) y la capacidad de reflexión crítica (logos), cuya fusión crea lo que ella describe

(no los mismos de siempre)—o lo que Habermas denomina el fortalecimiento de la esfera pública. Es, por consiguiente, un proyecto de verdadera educación pública: el fomento al desarrollo de un compartir más solidario y un optimismo más genuino.

como la vita activa, o la acción política-reflexiva, en beneficio de la comunidad. Ninguna democracia, o intento democrático, sobrevive sin la participación activa e informada de una ciudadanía consciente. La democracia es, por consiguiente, un proyecto de necesaria formación educativa: pública, amplia y constante. De esto es lo que se trata la vita activa a la que alude Arendt, en cuya ausencia la existencia carece de capacidad de pensamiento y reflexión, crítica e informada. En la era neoliberal este vacío se llena a menudo con el consumismo desmedido o el retraimiento exagerado en la existencia privada, o ambas, existencia individual que nos roba de nuestra capacidad social, animal social; es decir, de nuestra humanidad. El poder iniciar un proyecto de reflexión-acción para una genuina convivencia socio-democrática, no puede ni surgir en un vacío ni en una abstracción. Este proyecto tiene que surgir de nosotros mismos y mediante el fomento a unos espacios de discusión, constantes y extensos 11 Hannah Arendt, The Human Condition, University of Chicago Press, 1998, op.cit, pp.22-6 12 Jurgen Habermas, The Structural Transformation of the Public Sphere, Cambridge, The MIT Press, 1991 10


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Comfortbly Numb, Todd Spaur

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Ensayo para la violencia: El complejo Baader Meinhof Por: Juan Carlos Fred-Alvira

–No son dioses René Marqués, “Tres hombres junto al río”

El estado actúa con diversas violencias, varias de las cuales, las peores, son las que solo puede ejercer el

Baader Meinhof Komplex (El complejo Baader Meinhof), que presenta el surgimiento y la caída de un grupo que decide alzarse en armas contra el estado alemán occidental, el llamado Red Army Fraction (RAF), también conocido como la banda Baader Meinhof, por los apellidos de dos de sus miembros. El conjunto llevó a cabo, entre otros actos, varios robos de bancos y asesinaron a más de treinta personas durante las casi tres décadas en que estuvo activo. La película se concentra en sus orígenes a finales de los años sesenta y en las acciones de sus líderes principales durante la década del setenta. Aunque cerca de una decena de filmes no documentales ha trabajado sobre el RAF, este es el más completo y equilibrado de ellos; no busca posicionarse en uno u otro lado –tanto como es posible– y nos deja un retrato complejo del movimiento, el contexto y sus ramificaciones.

poder: la imposición de medidas que obran contra la mayoría de los habitantes y que los desproveen de los servicios básicos a través de leyes, decisiones judiciales y medios de comunicación. Esas acciones y fallas representan la violencia institucional que asesina, no con golpes o balas, a buena parte de su población, que queda desamparada por el sistema creado con el propósito de proveer para todos y que esos oprimidos sostienen con su trabajo y sus impuestos. Cuando los afectados deciden protestar esas medidas, el estado responde con violencia física y represión carcelaria. Entre esas violencias que ejerce el gobierno, solo una, la menos violenta, pueden también utilizarla los oprimidos, y esta es la física. Es un recurso desesperado, una última opción ante el fracaso del sistema y las violencias que ejerce contra los que lo enfrentan con verdades incómodas y desestabilizadoras. Así se han formado alrededor del mundo movimientos armados que buscan resistir y subvertir el orden establecido que subyuga a la mayoría de la población. Estas acciones revolucionarias pueden llamarse violencia reivindicativa.

Luego de la Segunda Guerra Mundial, el estado alemán occidental establece un sistema capitalista que no provee los servicios básicos a la mayoría de los alemanes y abre cada vez más la brecha entre las clases sociales. Esa violencia provoca la oposición de miles de alemanes. Además, el gobierno apoya a regímenes abiertamente autoritarios como el de Mohammad Reza Pahlaví​​​ (sha de Irán). Ante la visita del mandatario iraní a la capital alemana, miles de iraníes

En 2008 aparece un filme del alemán Uli Edel, Der 12


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y jóvenes alemanes protestan con cánticos y pancartas su presencia. La policía reprime a los manifestantes con golpes, gases lacrimógenos, balas y arrestos. La violencia institucional ha sido seguida por la violencia física. Ante esa encerrona, varios alemanes se sintieron impelidos a tomar las armas contra ese estado que los violentaba de diversas maneras. De ese entorno surge

ocupa: État de Siège (Estado de sitio, 1972), del griego Costa-Gavras, y Carlos (2010), del francés Olivier Assayas. El primero trabaja con la figura del torturador Dan Mitrione y el grupo revolucionario Tupamaros. El segundo presenta el periplo de la vida del guerrillero Ilich Ramírez Sánchez, mejor conocido como “Carlos El Chacal”.

el RAF, para enfrentar a los responsables, esos que no se cuestionan sus fallas, esos que creen que la violencia que ejercen a diario no los visitará.

Los actos violentos contra el estado opresor llevados a cabo por el grupo Baader Meinhof logran que el espectador se identifique con sus miembros –en una especie de catarsis– en su doble búsqueda: de ajusticiamiento de los culpables y de un gobierno

Un filme anterior y uno posterior, también europeos, tienen vínculos, en sus propuestas, con el que nos 13


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íntegro. Sin embargo, pocos estarían dispuestos a hacer lo que esos guerrilleros urbanos hicieron. Parte de esa identificación se da porque estamos viendo sus actos no de forma directa, sino mediados por el arte. No debemos dejar nunca de estar conscientes de que al utilizarse el arte, en este caso, el cine, hay dos mediaciones. Por un lado, lo estético entre la violencia y el espectador. Por el otro, lo ficcional, esa convención instalada en las mentes de los espectadores que saben que están ante un producto de ficción. A eso se le añade cierta glorificación de los protagonistas en todo arte, la insensibilidad producto de haber visto violencia ficcionalizada y real desde pequeños, y el desahogo de

con los compromisos diarios de trabajo y ocupaciones cotidianas? ¿Se justifica matar a los que mantienen directa o indirectamente un sistema opresor? ¿Es igual violencia la utilizada para el bien personal o la usada para el bien colectivo? ¿Son suficientes las palabras o son imprescindibles las acciones? ¿Cuál es el significado de vocablos como “terrorista”, “político”, “justicia” o “libertad”, y cómo las usan unos y otros? De nuevo: ¿qué significa “violencia”?

deseos violentos innatos y sociales. No empece a esto, la película nos plantea, al igual que lo han hecho en la vida real tantos individuos y grupos revolucionarios como Simón Bolívar, Ramón Emeterio Betances, los nacionalistas puertorriqueños, Ernesto Guevara, los Macheteros o Filiberto Ojeda, varias interrogantes cuyas respuestas son complejas y múltiples. ¿Qué significa “violencia”? ¿Se justifica la violencia en algún contexto? ¿Es lo mismo la violencia ejercida por un ladrón de bancos o por un ladrón de individuos? ¿Equivalen el robo de dinero utilizando un arma de fuego y el robo de fondos públicos usando la corrupción? ¿Son iguales o diferentes los asesinatos cometidos por militares en una guerra o en la represión de protestas de sus conciudadanos? ¿Cuál es el punto máximo de aguante de un humano o de un grupo de humanos? ¿Valen la pena los riesgos envueltos en la lucha por un mundo mejor, los sacrificios personales hasta ofrendar la propia vida? ¿Interviene en algo en la decisión la batalla entre el corazón y el cerebro? ¿Se puede luchar activamente y a la vez cumplir 14


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La marcha de los migrantes Por: Madeline Román

Urlich Beck plantea en su libro, La mirada cosmopolita, que: “en un mundo de crisis globales y de peligros derivados de la civilización, pierden su obligatoriedad las viejas diferenciaciones entre dentro y fuera, nacional e internacional, nosotros y los otros, siendo preciso un nuevo realismo, de carácter cosmopolita, para poder sobrevivir” (2005). La paradoja, al presente, es que este reconocimiento, junto con el de la progresiva hibridez cultural del mundo, se coloca en abierta tensión con la virulencia que suscita la problemática de la migración contemporánea. Esta virulencia ha tenido como efecto el reforzamiento de toda suerte de muros materiales y simbólicos.

En un sentido, podríamos decir que los flujos migratorios son constitutivos del trayecto evolutivo

La respuesta del presidente de Estados Unidos, Donald Trump y de segmentos significativos del gobierno y de la sociedad estadounidense a las marchas de migrantes centroamericanos rumbo a Estados Unidos iniciadas en octubre del pasado año constituye una expresión de la centralidad de los imaginarios antimigrantes, racistas y xenofóbicos prevalentes. A su vez, se trata de una respuesta que promueve atender esta problemática desde una lógica de guerra: “Esta es una invasión de nuestro país y nuestro ejército los está esperando”, escribió el presidente en Twitter (Sutter, 2018, n. pag.).

No es posible producir sentido sobre la virulencia antimigratoria imperante sin una pasada de balance en

de las sociedades humanas, desde las sociedades de cazadores y recolectores hasta nuestro presente1. En el contexto del mundo moderno, estos flujos migratorios se fueron efectuando intra y trans territorialmente, de las áreas rurales a las primeras ciudades, de ciudades locales, a ciudades y de Estados a Estados. Al presente, hay aproximadamente 15.4 millones de refugiados en el mundo y 214 millones de migrantes de los cuales, entre 25 y 32 millones son indocumentados y todo parece indicar que estas cifras migratorias continuarán en aumento (Nail, 2018, n.pag).

torno a cómo esta problemática ha quedado imbricada a multiplicidad de ejes de sujeción, tanto históricos como contemporáneos. El estudio de las sociedades sacrificiales, por ejemplo, ha ilustrado las maneras en que la figura del extraño, del extranjero, se constituyó en la victima ideal (chivo expiatorio) de la comunidad política entendida como, “el todo menos uno2”. La obra de René Girard, La violencia y lo sagrado, 1

Es decir, nomadismo y asentamiento en diversidad de modalidades marcan el trayecto de lo humano en su quehacer en el planeta. 2 La comunidad en este caso siempre es la comunidad de iguales por lo que siempre hace violencia contra lo otro, lo 15


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Alberto Ledesma

otro5) es también un componente subjetivo adicional que abona a la virulencia contra el otro. Es posible también teorizar esta virulencia antimigratoria desde el concepto de identidades predatorias en Arjun Appadurai. Para Appadurai, las identidades predatorias son aquellas cuya existencia y movilización dependen

(1988) da cuenta de cómo la violencia del todo, esto es, la violencia de toda una colectividad, encuentra en la figura del extraño, del extranjero, una válvula de escape3. Llega un momento, plantea Girard, que categorías enteras de sujetos son colocados en calidad de víctimas. A su vez, los imaginarios promovidos por la biopolítica como forma de gobernabilidad (una criminalidad que se tramita racistamente4, un imaginario en torno a la calidad de vida que contempla la erradicación simbólica o material del

de erradicar un otro que se entiende como amenazante. La formación del imaginario nacional provee una base para este tipo de identidades, pues hay un reclamo de constituir una mayoría numérica y cultural. La misma se produce igualmente desde un imaginario ansiogénico alrededor de la pureza identitaria, de tal forma que la presencia de cualquier otro grupo se percibe como un déficit de tal pureza (2006: 51-53).

diferente.

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Para Girard, hay una violencia del todo, una violencia colectiva que tiende a condensarse en la figura de la víctima. A su modo de ver, y en el contexto de las sociedades sacrificiales. La victima conforma un atributo, una característica que la hace distinta de la comunidad de iguales. En un principio, la figura del extraño, del extranjero, encarnó esa diferencia. 4 Para Foucault, una vez al interior de la biopolítica la criminalidad se tramita racistamente. Esto es, cada vez que un sector poblacional se coloca en una posición de superioridad política o moral, hay racismo y hay biopolítica.

5

Al interior de la biopolítica, el enemigo se representa como amenazas a la calidad de vida por lo que la mentalidad que propicia es una donde es necesario eliminar al otro (físicamente, simbólicamente) para vivir la vida que deseo vivir. 16


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Julio Salgado

En el plano de la reflexión económica, y en su análisis del modo de producción capitalista, Carlos Marx planteó cómo las poblaciones excedentes (fuera del circuito del capital-trabajo) operan en un primer momento en calidad de ejército de reserva. Esto es, poblaciones superfluas, pero potencialmente

De otro lado, y al nivel de la filosofía política, la obra de Hannah Arendt coloca la situación de las poblaciones sin Estado, refugiados y migrantes como el grupo más sintomático de la política contemporánea, en tanto marca el límite de una teoría política y de un imaginario

incorporables, mano de obra a ser sobreexplotada y moduladores de las posibilidades de resistencia de los trabajadores/as integrados. Para Nail, “el proletariado ha sido always-already6, migrante-proletariado. En cualquier momento un empleado-trabajador puede quedar desempleado y forzado a relocalizarse acorde con las demandas de la valoración capitalista. En ausencia de la migración de estas poblaciones superfluas… la acumulación capitalista no hubiese sido posible” (2018, n.pag. mi traducción). 6

que privilegia la figura del sujeto ciudadano y de los Estados a la hora de pensar lo político. Volveré sobre este punto. Las vinculaciones entre ciencia y poder alrededor de esta problemática se hacen evidentes. La contraparte de este operar del sistema económico y político es el desarrollo de un saber criminológico, positivista que produce la histórica ecuación criminalidad es igual a (=), poblaciones excedentes cuyos desarrollos subsiguientes (en las primeras décadas del siglo pasado

Esto es, sin “origen” identificable. 17


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y en el contexto de las universidades estadounidenses) produce igualmente la ecuación criminalidad es igual a (=), trabajador migrante (Pavarini, 1983). Los señalamientos de Trump alrededor de que los inmigrantes son “gangas de criminales, no humanos sino animales” (BBC, 2018), son ilustrativos de la prevalencia en el discurso público de esta ecuación histórica. Son también una expresión de una subjetivación totalitaria-denunciada por Hannah Arendt que conduce al despojo de la humanidad del otro. De ahí la urgencia de deconstruir la ecuación migrante=criminal en el plano de la academia.

variadas maneras: en la intervención indiscriminada por parte de los policías de inmigración, en la imposibilidad de cumplir los requisitos de educación y empleo necesarios para obtener una visa, en los muchos años de espera para obtener una residencia, en la imposibilidad de solicitar esta residencia si se ha entrado ilegalmente, en el riesgo de captura y deportación, entre otros8. Cabe señalar que la complejidad de los escenarios locales y mundiales ha venido colapsando la distinción migrante/refugiado, toda vez que se reconocen contextos en los que los desplazamientos migratorios obedecen a cuadros híbridos de penuria económica, violencia y amenazas

En su artículo, The Myth of the Inmigrant Criminal, Anna Flagg (2018) atiende esta urgencia dando cuenta de un estudio colaborativo y longitudinal amplio conducido por un total de cuatro universidades en Estados Unidos, en donde se compararon las tasas de inmigración con las tasas de criminalidad para 200 áreas metropolitanas por espacio de siete décadas. En casi todas estas áreas la población de inmigrantes al presente es mayor que en la década de los ochenta, pero las tasas de criminalidad para esos mismos lugares se han mantenido estables o han declinado. Se trata de un estudio que hace evidente el sesgo eminentemente político de esa ecuación, de esos discursos, de ese imaginario.

políticas. A su vez, se incorporan nuevos catalíticos, como lo son el cambio climático y sus implicaciones para los cultivos y las sequias (Sutter, 2018). En su discusión sobre el derecho romano, Michael Tigar y Madeleine Levy (1981) plantean que el derecho romano que estipulaba las relaciones entre los ciudadanos romanos no servía de mucho para relacionarse con los no romanos. Sin embargo, la mano que alimentaba el sistema era esclava o semi-esclava. Para Tigar y Levy, éste fue uno de los asuntos que provocó eventualmente la caída del imperio romano. Algo similar podríamos plantear aquí respecto a la problemática migrante contemporánea. El derecho positivo solamente confiere derechos a las personas en virtud de ser ciudadanos; pero un derecho que estipule las relaciones entre ciudadanos no nos sirve de mucho para relacionarnos con los no ciudadanos. Y esto, en un tiempo en que el común denominador de amplios sectores poblacionales a todo lo largo y ancho del planeta (particularmente en las grandes ciudades) es su condición de no ciudadanos. De ahí la urgencia que acoplar el sistema de derecho vigente a esta complejidad global de los tiempos. Ahora bien,

A mi modo de ver, el concepto de abandono de la vida, en tanto expresión de la violencia de la ley, la deslegalización de la vida social y de la infinidad de vidas lanzadas a la intemperie, es relevante aquí. Esto ocurre cada vez que la criminalización/ victimización7 de la supervivencia humana, tramitada en la problemática migrante, subsiste de muchas y 7

Sobre los riesgos que atraviesan los migrantes mejicanos se incluye los riesgos y dificultades de la travesía, las estafas y extorsiones de las son víctimas, la violencia de los carteles de la droga, la violencia sexual, y el tráfico de personas, entre otras. Ver de la publicación en línea Imagen de Verazcruz, Problemas a los que se enfrentan los migrantes mejicanos.

8

Este es el caso de los migrantes que terminan lozalizándose en Estados Unidos. 18


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según Jacques Derrida, esta transformación en derecho solo podría darse en nombre de una democracia por venir y en el reconocimiento de que “el otro llega de todas maneras”. En su lectura de la obra de Derrida en torno a la hospitalidad y “el mal de archivo”, Ana Paula Penchaszadeh plantea que siempre se trata de los papeles, de “tener papeles”, como principio básico de todo derecho a tener derechos, de todo derecho a la comunidad” (2017: 48-49). En este sentido, la figura del migrante encarna una diferencia que arruina toda pretensión de unidad (política/nacional):

tendría que constituirse en el horizonte de un derecho en el que la hospitalidad condicionada (las leyes migratorias) sean las mejores posibles, en nombre de una democracia por venir. ¿Por qué no conceder también aquí que esa democracia por venir sería una manera de asumir la deuda histórica (de lo que en su momento fueron consideradas áreas centrales del capitalismo) para con todas las regiones del planeta saqueadas por el trayecto evolutivo del capitalismo mismo? Al decir de Raúl Zibechi: “en realidad, la migración es a menudo una manifestación de una relación profundamente desigual y de explotación entre los países de emigración y los de destino.” (2018)

Todos sabemos que la llegada masiva de personas, las grandes migraciones, son sentidas, pensadas y codificadas por las sociedades anfitrionas como desastres naturales que les acaecen poniendo riesgo el orden común, la paz social, las fronteras. El sentido común insiste por doquier en señalar la existencia de un vínculo profundo entre migraciones y anarquía. (2017: 54)

De otro lado, hospitalidad para Derrida es un concepto ambivalente, en tanto aloja en un mismo espacio la hostilidad (acogida y rechazo/hospitalidad y cálculo político). A mi modo de ver, ha sido el

El temor político y social amplio a dicha anarquía es, para Penchaszadeh, un reconocimiento, consciente o inconsciente, de que el disloque espacial que provoca la llegada del otro (caravanas de miles de migrantes) pronto tendrá como efecto un disloque político: el de una democracia porvenir en la que la ciudadanía política exceda la comunidad de los nacionales. Esto es, el binarismo adentro/afuera propiciado por la figura del refugiado, del extraño, del migrante, en tanto afuera constitutivo de aquello incluido es lo que está puesto en cuestión y lo que expresa ya todos los signos de una crisis.

José Ortiz

Para Derrida, la obligación ética absoluta de acoger al otro (hospitalidad incondicional) 19


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filósofo esloveno, Slavov Zizek, quien ha puesto en foco esta ambivalencia al plantear que, hoy por hoy, el debate en torno a la problemática migrante se tramita al interior de un fuerte impase moralista: el antimigracionismo de un lado y el humanitarismo, de otro. (Zizek en Merelli, 2016 n. pag.). Para Zizek, este impase remite a un imaginario que supone que existe un solo mundo digno de ser vivido; donde, se asume, se encuentran las mejores condiciones de vida. Para el antimigracionismo, lo que impera en el mundo de “afuera” es un caos por lo que “tenemos que protegernos con toda suerte de muros”. De otro lado, desde el humanitarismo impera una suerte de mitologización

tensiones inevitables generadas por la competencia por los trabajos y recursos. Para Zizek, es necesario reconocer las diferencias, discutirlas abiertamente, no ocluirlas, porque la solidaridad tendría que darse a pesar de las diferencias.

de los refugiados y migrantes, la cual se expresa en una tendencia a representarlos, invariablemente, como “buenos”, debido al sufrimiento que atraviesan. En palabras de Zizek:

intentar analizar la imbricación compleja de estos ejes podría ser un paso en la dirección a comprender una problemática sin duda rizomatica, según lo entienden Deleuze y Guattari, es decir, una imagen que aprende de las multiplicadades.

Todo un conjunto de ejes de sujeción: paradigmas sacrificiales, biopolítica, identidades predatorias, subjetivaciones totalitarias, regímenes económicos, regímenes jurídico políticos, formas de saber/poder, quedan imbricados, produciendo un efecto de conjunto: criminalización de la supervivencia humana y toda suerte de extremismos violentos. A mi modo de ver, el

It’s easy to be humanitarian if your principle is that the others whom we are helping are good warm guys, friendly,” he says. “What if they are not? My point is that even in that case we should be helping them. (Zizek en Merelli, 2016 n. pag.)

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Para Zizek, los imaginarios antimigracionistas avanzan y se fortalecen por la imposibilidad o renuencia de los

BBC News. ( 2018, 17 de mayo) Trump: Immigrant gangs ‘animals, not people’ [Video] Recuperado

humanitaristas de abordar abiertamente la discusión pública sobre las diferencias en estilos de vida e imaginarios de mundo existentes, entre la diversidad de poblaciones migrantes o de refugiados y las sociedades “anfitrionas”. A partir de la crisis de los refugiados y migrantes en Europa, por ejemplo, Zizek identifica tres grandes cuestiones a asumir en el debate público: el contraste entre los valores occidentales y los valores de las poblaciones provenientes de África y el Medio Oriente; la amenaza del terrorismo por parte de los migrantes (Zizek en Merelli, 2016)9 y las 9 Si bien, en este caso, se reconoce que muchos refugia-

de:https://www.bbc.com/news/av/world-uscanada-44148697/trump-immigrant-gangs-animalsnot-people _____. (2018, 23 de julio) ¿Son todos los inmigrantes ilegales en Estados Unidos delincuentes? Y otras preguntas de lectores de la BBC. Recuperado de:https://www.bbc.com/mundo/noticiasinternacional-44918917 dos son las víctimas principales del extremismo islámico, por ejemplo. 20


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Jason de León 21


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Resentimiento y perdón: pensando el proceso de paz en Colombia Por: Marlene Duprey Colón

1.

para poder cubrir sus necesidades básicas, seguido por el deseo de que se sepa la verdad de lo acontecido (Rettberg: 2008, 23). Esta respuesta es comprensible, ya que este estudio, como muchos otros, constata que, “la mayoría de las víctimas son personas económicamente muy pobres” (Rettberg: 2008, 22). Se trata en gran medida de campesinas desplazadas de sus tierras, sus casas y sus comunidades, quedando en condiciones de mayor vulnerabilidad y desamparo. Las autoras de esta investigación nos recuerdan, sin embargo, que no debe pensarse que la pobreza de estas poblaciones elimine la consideración de otras expectativas también importantes como son: encontrar a los familiares desaparecidos, el reconocimiento público de la verdad de lo ocurrido, que se divulgue

“¿Qué quieren las víctimas?”, fue esta pregunta la que dio paso a un importante estudio empírico llevado a cabo hace aproximadamente una década por Angelika Rettberg y el grupo de investigación adscrito a la Universidad de los Andes en Colombia sobre aspectos vinculados a auscultar las voces, y las expectativas de reparación, de unas mil víctimas del conflicto armado en Colombia (Rettberg: 2008). Este tipo de investigación aporta aspectos relevantes sobre los deseos y pensamientos de las víctimas de la violencia armada que deben considerarse a la hora de realizar política pública en los denominados procesos de paz y justicia transicional. Uno de los hallazgos más interesantes de este estudio es que la pregunta sobre la necesidad de que los perpetradores pidieran perdón, ocupó el último lugar en el orden de prioridades de las víctimas. Seguramente, si se hubiera preguntado sobre el que las víctimas perdonaran a sus victimarios, tampoco hubiera constituido un aspecto urgente, ni relevante.

la verdad de lo acontecido, que los perpetradores sean juzgados y que se haga justicia, entre otras consideraciones. Tomando en cuenta lo que este estudio nos revela, una pregunta obligada sería: ¿por qué, entonces, la insistencia en hablar o exaltar las políticas del perdón cuando éstas no son, precisamente, una prioridad para todo el conjunto de las víctimas en Colombia? Más aún, ¿cómo dar sentido al hecho de que un amplio sector de la sociedad colombiana optara por no refrendar, en su momento, el acuerdo de paz iniciado en La Habana, por el presidente Juan Manuel

Entre las prioridades de las víctimas encuestadas para lidiar con su situación posterior al daño sufrido estaba en primer lugar las reparaciones de índole económica 22


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Amy Sherald, Girl in Purple Dress, 2016; Miss Everything (Unsurpressed Deliverance), 2014.

Santos, cuando todo parecía indicar que prevalecería el Sí en aquellos comicios? ¿De qué nos podría estar hablando ese acontecimiento?1

desarrollo de la literatura testimonial de los conflictos o las guerras en Colombia se evidencia que el género es bastante abundante y diverso. A pesar de un estado de conflicto armado constante en la vida social de los colombianos, algunos estudiosos han llegado a plantear que Colombia “se puede caracterizar como

Además de estos estudios empíricos que procuran auscultar el sentir de las víctimas del conflicto armado en Colombia desde las políticas de reparación, también es importante reconocer y constatar que Colombia cuenta con una larga tradición de la denominada literatura testimonial. Cuando se hace un recorrido del

una sociedad dominada por la rutinización de la Guerra y el olvido” (Suárez: 2011, 281). Según Suárez, esto es así, porque las formas de la memoria de los hechos violentos, “cuando logran articularse y salir del espacio íntimo, no se incorporan necesariamente a la memoria nacional por medio de políticas de la memoria en procesos transicionales” (Suárez: 2011, 282).

1 El plebiscito para refrendar los acuerdos de paz entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, (FARC) se llevó a cabo el 2 de octubre de 2016 en Colombia. La opinión pública auguraba que el sí a los acuerdos iba a ser respaldado por la mayoría de los colombianos, pero los resultados del plebiscito se inclinaron, aunque por un estrecho margen, al NO a los acuerdos pactados en la Habana.

Estas memorias, nos dice este autor, son depositadas antes que discutidas. Reconoce, no obstante, que un estudio detenido de las fuentes testimoniales más 23


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recientes podría dar cuenta de una “gravitación de varias culturas del recuerdo”, en una sociedad donde aparentemente domina el olvido (Suárez: 2011, 282). Esta literatura, a mi modo de ver, constituye un punto de inflexión significativo hacia la continuación y el enriquecimiento del debate público sobre las violencias producidas durante el conflicto armado. Mi interés aquí es precisamente registrar algunos aspectos que se desprenden de fuentes testimoniales de víctimas de este conflicto que podrían aportar a la discusión sobre el perdón, el resentimiento y el proceso de hacer una transición hacia una cultura de paz en Colombia. 2. ¿Pero qué es, o cómo acercarnos al tema el perdón y el resentimiento cuando hablamos de violencias extremas como las guerras, los genocidios, los crímenes de lesa humanidad o los conflictos armados, como es el caso colombiano? Desde el 2005, año en que se aprueba la primera ley de justicia y paz bajo el mandato del presidente Álvaro Uribe, se han publicado una cantidad significativa de reflexiones vinculadas al tema del perdón y de la reconciliación en Colombia. Esta literatura valiosa apunta a reconocer las complejas dimensiones del perdón y su rol en el proceso de paz. La paradoja que presenta la discusión sobre el perdón está dada por el hecho de que con las políticas del perdón se coloca a las víctimas y sus derechos en un lugar central; pero al mismo tiempo, éstas transcienden el ámbito de la figura de la víctima, cuando se trata de contextos en los que la violencia permea la sociedad entera. Este es el caso de un país como Colombia, cuya situación de conflicto armado ha tenido consecuencias adversas para la calidad de vida de todos los colombianos (Martínez, L.F. & Morales, D.M; 2018).

Genieve Figgis, Royal.

En las reflexiones sobre el significante del perdón se suele establecer dos distinciones fundamentales sobre el proceso de perdonar: una es entre el perdón interpersonal, el que la víctima ofrece o dona al victimario, y el perdón político o estatal. En éste, el Estado se abroga la prerrogativa de iniciar e instituir las condiciones de posibilidad para que haya una transición hacia la paz en países que han sufrido conflictos armados, genocidios, limpieza étnica, o en términos generales, violencias perpetradas por la 24


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se mantienen unidos bajo la acción de los humanos de perdonar, como también de prometer. (González: 143, 2017). Hay eventos como los ocurridos por los genocidios instaurados por regímenes totalitarios que no es posible perdonar, tampoco castigar. Su magnitud rebasa tanto las posibilidades del perdón, como del castigo (González: 2017). En estos contextos, para Arendt lo más que podemos hacer es intentar comprender; “intentar buscarle sentido al sinsentido de estos eventos humanos” (González: 2017, 143). En un lugar diferente encontramos las expresiones del filósofo Jean Améry, quien, por el contrario, expone cómo el resentimiento es una alerta constante contra el olvido, constatado en la piel de muchas víctimas. Améry, víctima de campo de concentración nazi, reconoce que precisamente porque la magnitud de lo acontecido no es posible ser perdonado, ni castigado, el resentimiento es la manera como nos ponemos en guardia contra la posibilidad, siempre abierta, del mal radical en los humanos (Améry: 2004). Podemos afirmar que la situación del proceso de paz en Colombia oscila entre expresiones de reconciliación hacia la búsqueda de un tiempo de paz para el país, como de manifestaciones en las que resurgen o se reiteran las expresiones de resentimiento y de odio hacia los protagonistas del conflicto armado: las guerrillas, los paramilitares, y en gran medida, hacia el propio Estado.

guerra (Martínez, L.F. & Morales, D.M; 2018). Sobre el perdón interpersonal se alude con frecuencia a las reflexiones de Hannah Arendt, quien en La condición humana coloca al perdón como esa acción que permite que pueda ocurrir lo inesperado: “el perdón es esa facultad de deshacer lo hecho” (González: 140, 2017). Establece una relación en la que lo pasado se libera para mediante la promesa, posibilitar que algo nuevo nazca. Pasado y futuro

3. ¿Cómo han hablado sobre el perdonar y sobre el problema del resentimiento algunas víctimas en Colombia? En las narrativas que tomé en cuenta para esta parte de la reflexión sobre el perdón y el resentimiento: 7 años secuestrado por las FARC (2008) de Luis Eladio 25


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descritos como jóvenes y niños que pudieron llevar una vida normal, si hubiesen tenido otras condiciones de vida; esto es, el victimario representado también como víctima. Nos hablan de la pérdida del amor y de la amistad, entre muchos otros asuntos, que si son escuchados bien podrían aportar a la discusión sobre el actual proceso de paz en Colombia.

Pérez; Años en silencio (2009) de Oscar Tulio Lizcano; El trapecista de Fernando Araújo (2008); No hay silencio que no termine de Ingrid Betancourt (2009) y, Cautiva de Clara Rojas (2009); pude identificar aspectos significativos en la reflexión de estas víctimas. En su conjunto, estas miradas remiten a los siguientes asuntos de relevancia: 1) en esta literatura testimonial se habla de la degradación y reducción a la animalidad de las víctimas por sus victimarios y el daño emocional que esto produce, en términos psíquicos y físicos; 2) exploran las formas de cómo la degradación humana induce a que, paradójicamente, las víctimas se enfrenten unas a otras; 3) hablan de la relación que existe entre las manifestaciones de resentimiento y el tiempo transcurrido entre el daño ocasionado, como posibilidad o imposibilidad para perdonar; 4) señalan, además, el malestar que existe, o existió, frente a la irresponsabilidad y el abandono del Estado hacia las víctimas del secuestro; y, 5) la importancia de encontrarse cara a cara para hablar con sus victimarios, como gesto necesario para iniciar el proceso de reconciliación.

Cada uno de estos temas que se desprenden de las narrativas estudiadas nos llevan a pensar que el proceso de paz iniciado en Colombia debe contar con una reflexión detenida en la que el pensamiento de las víctimas, más allá del sufrimiento, aporta en sí mismo a señalar parte de la ruta que debe trazar el proceso de reconciliación de este país latinoamericano. En cuanto al tema específico del perdón, para mí es revelador que, en los testimonios de las víctimas de secuestro consideradas en mi investigación, la totalidad de éstas asume la acción de perdonar como una manera de deshacerse del pesado fardo del rencor por el daño ocasionado en cautiverio y cómo una manera de comprensión de la condición humana. Tal como exponen las filosofías de Arendt, Derrida y Jankélévitch estas víctimas aluden al perdón como una manera de abrir la posibilidad a que algo nuevo pueda nacer, algo que aperture la posibilidad de futuro y del porvenir. Del mismo modo, y, a pesar de que, en el plebiscito del

Estas narrativas nos hablan también del: 6) resentimiento de algunos guerrilleros con los altos mandos de la guerrilla; 7) la doble moral de las guerrillas en su vínculo con el negocio del narcotráfico; 8) el adoctrinamiento ideológico y la ignorancia política de muchos de los guerrilleros; 9) de cómo la guerrilla se convierte en una especie de “bancos o depósitos de ira”, al decir de Sloterdijk, por su procedencia de clase desventajada. Los testimonios señalan, además: 10) el desgaste y agotamiento del proyecto político de las FARC y el envejecimiento, real e ideológico, de sus altos mandos. En estas narrativas, 11) el perdón está enmarcado en una formación más bien cristiana de las víctimas, inherente a la tradición cultural colombiana. 12) En estos relatos, por otra parte, los guerrilleros son

2 de octubre del 2016 para refrendar los acuerdos de la Habana, ganó el NO por estrecho margen, lo cierto es que el sí a los acuerdos fue mayoritario en las regiones más afectadas por el conflicto armado. Esto constata lo que el estudio de Angelika Rettberg revelaba más de una década atrás, de que las prioridades de las víctimas son salir de su estatus económico precario y restablecer sus condiciones materiales de existencia. Ahora bien, existen otros acontecimientos que han llamado la atención en Colombia en su tiempo reciente, 26


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Aliza Nisenbaum, Las Talaveritas, 2015.

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que ponen en peligro la transición hacia una cultura de menos violencia o de “paz duradera”. La presencia de grupos armados en las zonas de Tumaco en Nariño, a partir de la presencia de las disidencias de las FARC en ésta y otras regiones, así como el vínculo de líderes de las FARC que participaron de las negociaciones en la Habana por aparentes vínculos con el narcotráfico, también nos habla de que el estado de situación del proceso de paz en Colombia se encuentra en un momento de fragilidad y vulnerabilidad creciente. Vulnerabilidad que algunos sostienen se agrava con el hecho de que el nuevo presidente de Colombia, Iván Duque, sea el sucesor ideológico de Alvaro Uribe, el

Colombian Jungle. William Morrow Paperbacks. González, Carmen Luisa; El milagro del perdón en el pensamiento de Hannah Arendt, en Román Madeline (editora) Entre violencias. Editorial Educación Emergente, Cabo Rojo, Puerto Rico. 2017, pp. 139149. Martínez, Luisa & Morales Diana. 2018. El perdón en los procesos de justicia transicional. Las dos dimensiones del perdón: el perdón interpersonal y el perdón de Estado. Revista de Derecho No. 49: 351386. Universidad del Norte. Barranquilla, Colombia.

más vocal de los opositores al Acuerdo de paz de la Habana. Duque representa para muchos un retroceso en la implementación de los acuerdos de paz. Queda claro entonces que con este nuevo presidente se abre un nuevo capítulo del largo y arduo proceso de paz en Colombia. Hay que estar pendientes hacia donde se inclinará la balanza en la forma de la justicia y las transiciones en Colombia.

Pérez, Luis Eladio, (2008). 7 años secuestrado por las FARC. Editorial Norma.

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_____________________ Ponencia presentada en el XXXVI Congreso de la Asociación de Estudios Latinoamericanos-LASA 2018, celebrada del 23 al 26 de mayo 2018, en la ciudad de Barcelona, España, como parte de mi investigación titulada “Resentimiento y perdón en los testimonios de las víctimas del conflicto armado en Colombia y su relevancia para el proceso de paz en Colombia”. Esta investigación ha sido financiada con Fondos Institucionales para la Investigación FIPI, del Decanato de Estudios Graduados, de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.

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Por: Aida ‘Tata’ Guzmán

Muestra de collages

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Entrecruces de violencias y paradojas sacrificiales: en torno al proceso judicial del asesinato del niño Lorenzo González Cacho Por: Sonia M. Serrano Rivera

Introducción

acusado, Luis Gustavo Rivera Seijo, se tornaron en chivo expiatorio. Así también, se produjo una tensión con el sistema legal, en tanto operaron otros sistemas que produjeron la deslegitimación del sistema, fundamentalmente con la justicia. Lo que pudiéramos ver como una tensión con el monopolio que ha tenido el Estado, vía el sistema legal, con lo que es justo o no es justo, con el entrecruce de varios sistemas que ponen en jaque, presenciamos el quiebre entre justicia y ley.

Comienzo estas líneas, confesando mi total fascinación al observar las tensiones que se produjeron entre las violencias sociales y las violencias políticas en torno al proceso judicial en el caso del asesinato del niño Lorenzo González Cacho. Violencias que transitaron entre las que produjeron los medios por las formas en que representó el fenómeno. Así como también, las expresiones culturales que se produjeron al inscribirse los efectos de lo mediático en el terreno social. Y, las violencias políticas, tramitadas vía la intervención del sistema de justicia, a través del proceso de investigación criminal, así como vía el proceso judicial. Esto en tanto, la mirada se fijó en Ana Cacho, a la que la señalaron como madre negligente, y luego en Luis Rivera Seijo, como exconvicto y loco. La fascinación por las expresiones sociales que, si bien pudieron ser constituidas a partir de lo mediático, constituyeron moralismos y estigmatizaciones de todo tipo; y en el caso de la madre, se articuló la imagen de la madre mala, perversa, criminal. Estas expresiones sociales, que también pudieron ser producidas como respuesta y desafío a las propias violencias del Estado, fundamentalmente en el proceso judicial contra el

Sobre la justicia En las sociedades modernas, el derecho alude a la búsqueda de la justicia en la medida que los medios para ésta sean legítimos. Ya nos advirtió Walter Benjamin al decir que la justicia es el objetivo, el fin, para el derecho positivo. Pero que para que sea el objetivo del derecho positivo, esta tiene que estar garantizada vía la legitimidad de los medios: legitimidad, a través de la legalidad de los medios, es decir, que la justicia es el criterio de los fines y la legalidad es el criterio de los medios. El derecho positivo correlaciona la justicia con la legalidad: es justo, si es legal. La justicia adviene si los medios para lograrla son legales. Y es legítimo 38


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soberanos. Configurando con ello un vacío de todo contenido de justicia. Al aludir a Jacques Derrida, recordamos que la justicia es la experiencia de lo

si los medios son justos. El derecho positivo advino articulando una distancia con el derecho natural, en tanto la búsqueda de la justicia como principio rector, se sujetó a la esfera jurídica. Esto es, que la justicia adviene en la medida que ésta sea nombrada, delimitada, reconocida por el derecho. La justicia y el derecho entran en una relación de vida y muerte, en la medida que la justicia pasa por el orden de la ley. El derecho se ejerce en nombre de la justicia, y se entiende por justo aquello que nombra el derecho.

imposible. El derecho no es la justicia. La justicia se encuentra más allá del derecho; la justicia se refiere a lo singular, y al decir de éste, en Fuerza de Ley:

¿cómo conciliar el acto de justicia que se refiere siempre a una singularidad, a individuos, a grupos, a existencias irremplazables, al otro o a mí como el otro, en una situación única, con la regla, la norma, el valor o el imperativo de justicia que tienen necesariamente una forma general, incluso si esta generalidad prescribe una aplicación singular? Si me contentara con

El derecho en la modernidad se constituyó en técnica, en regla de juego, en norma que reguló el orden social. Surgió el Imperio de la Fuerza de la Ley. La norma, el derecho positivo, la ley, se constituyeron como 39


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que libera el proceso de responsabilidad, de la verdad, y de la justicia. El Estado, al controlar la violencia, vuelca la misma mediante la formulación de técnicas, procesos, procedimientos, reglas, que establecen las reglas del juego, y al producir los hechos, hace del derecho una instancia legítima para ejercer la violencia. La violencia se manifiesta como ejercicio del derecho, y el derecho como ejercicio de la

aplicar una regla justa sin espíritu de justicia y sin inventar cada vez, de alguna manera, estaría quizás al amparo de la crítica, bajo la protección del derecho, actuaría conforme al derecho objetivo, pero no sería justo. (Derrida, 1997:12) Para Derrida la justicia es incalculable. La justicia no cabe dentro de la ley. Esta no puede aprehenderla, medirla. Ya nos señaló, al decir, cada vez que las cosas suceden, o suceden como debe, cada vez que aplicamos tranquilamente una buena regla a un caso particular, a un

violencia. Al ejercer la violencia, el derecho se legitima, se conserva en el poder. Siguiendo de Judith Butler, destacamos que la violencia es el acto por el cual se procura reinstaurar el dominio y la unidad.

ejemplo correctamente subsumido, según un juicio determinante, el derecho obtiene quizás –y en ocasiones– su ganancia, pero podemos estar seguros de que la justicia no obtiene la suya. El derecho no es la justicia. El derecho es el elemento del cálculo, y es justo que haya derecho; la justicia es incalculable, exige que se calcule con lo incalculable; y las experiencias aporéticas son experiencias tan improbables como necesarias de la justicia, es decir, momentos en que la decisión entre lo justo y lo injusto no está jamás asegurada por una regla (1997:18).

Benjamin destacó que la distinción entre violencia fundadora y violencia conservadora. La violencia fundadora es aquella que, al fundar y legitimar, transforma relaciones de derecho y produce un derecho al derecho; pero siempre una violencia que pertenece al derecho. La violencia conservadora, como aquella que adviene para mantener, para asegurar el

Por ello la justicia emerge como lo imposible en la medida que se manifiesta una dificultad en alcanzarla. Pero, si como planteó Walter Benjamin, la violencia el medio por el cual se funda y conserva el derecho, la violencia no es exterior al orden del derecho. No es exterior, porque recordemos, que el Estado al apropiarse de la violencia social, funda el derecho, inscribiendo la violencia al interior del contenido de la ley, del artificio jurídico, de la neutralidad de la ley, del orden artificial

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poder del derecho, es la violencia que mantiene la soberanía del derecho y al mismo tiempo constituye una amenaza al derecho, en el interior del derecho. Esto, en la medida en que algunas de las formas en que se experimenta la violencia que conserva el derecho, nos remite a lo Pietro Barcellona señaló como relaciones de fuerzas que expresan las condiciones materiales de nuestra

sistema legal; ordenes atravesados por otros sentidos, otras violencias, que manifiestan la debilidad del orden jurídico.

existencia: pobreza, raza, etnia, genero, condición social, condición nacional, condición mental, entre otras (1991). Y, paradójicamente, esa violencia que conserva el derecho, adviene como violencia que produce deslegitimación al derecho: violencia que se constituye

se volcaron contra la madre, luego, presenciamos la inscripción de la violencia en otros terrenos sociales. A partir de la acusación contra Luis Rivera Seijo, alias el manco, asistimos a una apropiación de la violencia, de amplios sectores sociales y a una violencia contra el propio Estado.

en tanto la conservación de ese orden se produce paradojalmente, en nombre de la justicia y a distancia de la justicia. Pareciera que se construyen

se enfrenta a un cuestionamiento social sobre el fin y los medios del derecho: reclamo que cuestiona sobre el lugar de la justicia y desestabiliza los medios del Estado para la consecución de la misma. Mientras con la mirada puesta en Ana Cacho parecieron vincularse amplios sectores sociales que a manera de inquisición no solo se allanaron al discurso mediático que se recreó alrededor de la figura de la mujer, madre, promiscua, usuaria de drogas, mala madre, entre otros, sino que recrearon sus propios discursos moralistas. En cambio,

Entrecruces de violencias En torno al asesinato de Lorenzo, socialmente se configuró una exigencia de hacer justicia. Justicia para Lorenzo se reclamaba desde muchas esquinas. Justicia que al asumirla el Estado y los medios se volcó en una violencia incontenida contra Ana Cacho. Violencia que si bien, inicialmente se articuló a partir de las formas en que el sistema de justicia y el sistema mediático

Al aludir a la violencia contra el Estado, asumimos de Benjamin, que se produce lo que, al decir de este, una simpatía de la multitud contra el derecho. Con ello, apuntamos a la relación entre la violencia y el declinar de lo político contemporáneo. Asistimos a la crisis de lo político, crisis de legitimidad del sistema jurídico. Esto es, un Estado de derecho que se deslegitima, que

otros ordenes paralelos al derecho: órdenes que funcionan como sistemas en tensión con el propio

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De las violencias sacrificiales

con la acusación de Luis Rivera Seijo, se articuló un cuestionamiento social a los medios usados por el Estado para poner su dedo acusatorio sobre el manco, el loco, el ex convicto, el sujeto peligroso.

Violencia del paradigma sacrificial. Se sacrifica lo distinto, lo no igual, lo que encarna la Otredad. Es, al decir de Derrida, la fuerza de la ley. El derecho se relaciona a una fuerza autorizada, a una fuerza que se justifica. El derecho, vía los medios para la consecución de los fines, legitima la violencia que se produce al señalar, al acusar. Ya nos decía Michel Foucault que, en las sociedades de seguridad, la soberanía, la policía y la administración de la población están muy vinculadas. El Estado de derecho se potencia con las sociedades de seguridad, en la medida que mantiene

Entrecruces de violencias. Todas las violencias en un proceso judicial violento. Como sugiere Shoshana Felman, en su libro El inconsciente jurídico: juicios y traumas del siglo XX, el proceso judicial es la instancia que mediante el derecho busca contener el trauma, resolviéndolo; en este caso, haciendo justicia como reclaman amplios sectores sociales. El trauma social reaparece en el espectro social en la medida

la fuerza de ley, al determinar cuáles son las vidas que importan y cuáles no. Las vidas que están en riesgos son marcadas como carimbos por un Estado que, en su desaparición, ejerce más violencia ahí donde se desestabiliza.

que individuos y grupos se apoderan y participan del proceso. Recordemos que el asesinato del niño Lorenzo se presenta como un evento traumático; en la medida que constituye una transgresión a la ley penal, es una transgresión al orden social. El trauma inicial es el asesinato del niño. La acusación contra el manco, desata otros traumas, que al decir de Felman, están sin resolver, combinando los traumas personales y colectivos, con el trauma de la muerte de Lorenzo y el proceso contra el manco.

Entrecruces de violencias en tanto el Estado encarna en las vidas de algunas poblaciones, de algunos sujetos, la violencia que necesita para mantener el poder. El Estado encuentra al victimario. Lo lanza a la horda. Entrecruces de violencias en la medida que reaparecen otras violencias. Entrecruces de violencias en tanto se le desafía al Estado. Cuestionamiento a las técnicas y procesos del derecho como medio para hacer venir a la justicia. Juego de poderes. El victimario pierde su condición de victimario y se convierte en víctima. La justicia no está en Justicia. Violencia de lo social por los traumas colectivos no resueltos. Juegos de poderes, el trauma original no está resuelto.

Otros traumas, como la violencia contra las mujeres— sobre todo la violencia del derecho penal que criminaliza a las mujeres por asuntos intersecados por la construcción social del género, la violencia de la criminalización de los pobres, la violencia de la estigmatización de los enfermos mentales—aparecen en escena. Traumas que desafían la contención del derecho que los daba por resuelto en su principio de igualdad ante la ley, en su artificio jurídico, en sus reglas de procedimientos y de evidencias. Desafío al sistema jurídico que asume la contención del trauma. Desafío en tanto los medios procesales usados por el sistema judicial reabren los traumas que la ley no logra resolver ni alcanzar.

Referencias Agamben, Giorgio (1998) Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Valencia, España: Pre-textos.

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Arendt, Hannah (1982) Los orígenes del totalitarismo II. Imperialismo, Madrid: Alianza.

Felman, Shoshana (2002) The juridical unconscious. Trials and trauma in twentieh century, Cambridge: Harvard University Press.

Barcellona, Pietro (1991) Postmodernidad y comunidad. El regreso al vínculo social, Madrid: Trotta.

Foucault, Michel (1990) La verdad y las formas jurídicas, Madrid: Gedisa.

Benjamin, Walter (1998) Para una crítica de la violencia y otros ensayos, Madrid: Taurus.

Haimovich, Edgardo (2003) La cojera de la ley, en Deseo de Ley, Tomo II. Argentina: Editorial Biblos.

Butler, Judith (2002) Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del sexo, Argentina: Paidós.

Lewkowicz, Ignacio (2003) Condiciones postjurídicas de la ley, en Deseo de Ley. Tomo I. Argentina: Editorial Biblos.

Derrida, Jacques (1997) Fuerza de ley. El fundamento místico de la autoridad, Madrid: Tecnos.

______________ Este trabajo se presentó en Cuarta Conferencia Conjunciones Complejas, Encuentro transdisciplinario para el estudio de la violencia. Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras, 2016. Todas las imágenes son de Alejandro Obregón. 43


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Collage en papel hecho a mano PodrĂ­as concebir un dios

Aydasara Ortega

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El Caño Martín Peña y la violencia en la ciudad Por: Miriam Muñiz Varela

La ciudad ha sido, desde siempre, el escenario más dramático en donde se manifiesta la violencia sobre

ro, instalados ya como propietarios independientes, pero ubicados bastante lejos del Puente Dos Her-

la vida en Puerto Rico. La ciudad se abandona cuando las poblaciones, marcadas por clase, raza y género, las vemos segregadas y destinadas a espacios de la ciudad carentes de las condiciones mínimas para la vida. Estos, se condenan a la miseria y la enfermedad, ya fuera por la falta del Estado sobre la infraestructura de salubridad, vivienda y educación, como también por destinos a la cárcel o la muerte cuando estas vidas son tomadas por la empresa del narcotráfico.

manos; puente, cuyas cercanías fueron ocupadas por los vecindarios más exclusivos de Puerto Rico: Condado y Miramar. Esta proximidad al puente sirvió de símbolo a la exclusividad citadina, sobre todo, una vez desplazada la población cercana pobre. En las primeras décadas del siglo veinte, el puente facilitó el ensanchamiento del territorio limitado de la capital, abrió otros recorridos hacia Santurce y Río Piedras. Tal parecía que, si la cercanía al puente era símbolo del barrio rico, los lugares más distantes serían ocupados por las poblaciones pobres. Uno podría pensar que el otro caño, el Martín Peña que no se dragó, ha servido también como símbolo de la po-

Visto desde esta perspectiva, podríamos decir que este escenario de abandono y violencia es justo el que nos muestra la historia de los pobladores de las comunidades del Caño, desde su misma instalación en los años treinta, hasta al momento actual. Para estas comunidades, el dragado del caño ha sido el reclamo que han planteado con mayor urgencia para un entorno habitable en los márgenes. La inacción del Estado es la manifestación más dramática de cómo hay poblaciones cuya vida no importa. Sería oportuno recordar que el propio Estado dispuso, cuando le convino, el dragado del otro caño, San Antonio, en la década del veinte, para construir las instalaciones del puerto en la Bahía de San Juan. El Estado desplazó a la población marginal y pobre de Puerta de Tierra a Barrio Obre-

breza, el abandono y la violencia que lo rodea. Por consiguiente, si te quedabas—o no te quedaba más remedio que quedarte—en el lugar donde habías formado comunidad, estabas destinado a la indiferencia del Estado y a la invisibilidad. Conviene recordar que, para la construcción del famoso Expreso, las poblaciones del Fanguito también fueron desplazadas a los recién inaugurados residenciales públicos de la CRUV—no sin estas luchar por su permanencia en el lugar. Y ese Expreso es el símbo46


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Tomado de Microjuris

lo de lo que sería el camino del desarrollo capitalista de Puerto Rico en la segunda mitad del siglo XX, a la par que resultaba fallido su proyecto de industrialización. Este modelo de acumulación, el USA Real Estate, ha sido la base de la matriz del capital financiero en su modalidad fordista; expreso-mall-urbanización. En este modelo, el modo de vida de la sociedad de consumo adquiere materialidad espacial en la propie-

de la casa en la urbanización, ni a cumplir el imaginario clasemediero que servía de “vitrina de la democracia” y de “lo mejor de dos mundos”. Hace tiempo que ese imaginario no se cumple y, lo que es más, hoy confirmamos la ruina de esa clase media y de su bien más preciado: la casa. Son varios miles las familias que pierden sus casas cada año. Al presente, el drama del abandono y la violencia se expande más allá del

dad de la casa, vía la hipoteca, a la vez que cumple con el imaginario moderno del consumidor-propietario, característico de la clase media extendida desde la década de los sesenta en Puerto Rico. Ese desarrollo de la propiedad privada de la casa individual-familiar y su matriz, crédito-deuda, fue la fuente de la exitosa acumulación del capital financiero, vía la hipoteca, hasta su crisis en el 2008.

Caño (Gotay, 2017).1 No obstante, hace tiempo que las comunidades del Caño—aún en las condiciones del mayor abandono por parte del Estado, cosa que como bien piensan algunos, para ver si finalmente se rendían—, se han negado no solo a moverse, sino a rechazar el imaginario de la propiedad privada. Estas comunidades han incorporado la alternativa de la propiedad colectiva con el objetivo común de un particular desarrollo espacial urbano, bajo la figura del

Sin embargo, lo cierto es que el tránsito del arrabal al caserío no cumplió la promesa ulterior de la propiedad

1

Benjamín Torres Gotay, “El dolor de perder la casa”, El Nuevo Día , 21 de junio 2017. Para un dossier completo sobre este tema vea el observatoriomovil.com. 47


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Fideicomiso de la Tierra, y de organización comunitaria liderada el Grupo de las Ocho Comunidades del Caño Martín Peña, G8.

parece que el rostro del Caño es también el de muchas familias en Puerto Rico. Pero, ¿qué hacer? Es una pregunta que nos convoca. El Caño y sus novedosas formas organizativas e imaginario colectivo han enfrentado por mucho tiempo el abandono y la violencia. La batalla continúa; no se ha ganado, pero ahora vienen otros flancos de lucha por la sobrevivencia. Sin embargo, rescatar las huellas de esa memoria, pensar en la reserva de esa fuerza, y seguir de cerca la potencia que despliega, nos debe convocar para hacerlas más visibles.

A la lucha por el dragado del Caño, continua la recuperación de la luz, pos María; significativamente, cuando la gran mayoría de los vecindarios que lo rodean fueron de los primeros en ser conectados. Y es que el discrimen y la precariedad han sido las formas permanentes de la vida en el Caño; solo que ahora se han vuelto más extremas. Hoy en día, con la ruina del modelo hipotecario, pero también con la cantidad de destrucciones dejadas por María, se muestra de manera dramática la violencia y el abandono de la vida que habían sido invisibilizados. Después que las imágenes del desastre y la miseria han recorrido el mundo, tal

__________________________

Texto que acompaña al documental sobre El Caño Martín Peña, el cual está en su fase final para ser difundido. El documental ha sido realizado por el Instituto Violencia y Complejidad bajo el auspicio de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades. Foto por Andre Kang

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PROGRAMA FIESTA DE LA LENGUA “Cinco años de Le.Tra.S.”

Salón de actividades, 1er piso, edificio D Miércoles, 24 de abril 9:00 am Bienvenida: Dra. Consuelo Martínez Justiniano Saludo: Dr. Guillermo Vázquez Toro, director Escritores invitados: Lecturas de cuento y poesía Janette Becerra, Ana María Fuster, Tere Dávila y José Sierra 10: 00 am Conversatorio con la poeta Elsa Tió Moderadoras: Dra. Beatriz Santiago Ibarra y Dra. Consuelo Martínez Justiniano 12:00 pm Proyecto La Impresora: Lectura de poesía Poetas participantes: Xavier Valcárcel, Gaddiel Ruiz Rivera, Rubén Ramos Colón, Gamelyn Oduardo Sierra, Amanda Hernández y Nicole Delgado *Habrá venta de libros, exposición de arte y exhibición de trabajos estudiantiles. Cmartinez43@suagm.edu 787-288-1100 Ext. 8324


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PROGRAMA FIESTA DE LA LENGUA “Cinco años de Le.Tra.S.”

Salón de actividades, 1er piso, edificio D jueves, 25 de abril 9:00 am Bienvenida: Dra. Consuelo Martínez Justiniano Saludo: Dr. Guillermo Vázquez Toro, director Escritores invitados: Lecturas de cuento y poesía Mairym Cruz, Ángel Matos, Awilda Cáez, Ricardo Martí 10: 00 am Conversatorio con la artista y profesora Gilda Pastor Moderadora: Dra. Beatriz Santiago Ibarra 12:00 pm Recorrido para apreciar la exposición: “Las palabras de mi color” Biblioteca Pilar Barbosa Artista: Gilda Pastor *Habrá venta de libros, exposición de arte y exhibición de trabajos estudiantiles. Cmartinez43@suagm.edu 787-288-1100 Ext. 8324


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“Ecce pictor”: el azul sacrificial de Arnaldo Roche Rabell Por: Lilliana Ramos Collado

“No diré que el desastre es absoluto; por el contrario, desorienta lo absoluto… No eres tú quien hablará; deja que el desastre hable en ti… Encomendarse al desconcierto…” —Maurice Blanchot, La escritura del desastre

Quizás sea la turbulencia lo que vertebra el “período azul” de Arnaldo Roche Rabell. Sin embargo, sus

fue dejada atrás para recurrir al grattage y al frottage reducidos al azul—, ahora lo veo como la primera

obras monocromas que se nutren del azul nada tienen que ver con el cerúleo melancólico de Picasso. Las de Roche convocan una visceralidad tóxica, destructiva, compleja y singular, que atañe tanto al desarrollo de las imágenes como a la manera en que el artista se sitúa aviesamente ante géneros pictóricos y tradiciones artísticas, tecnologías de la representación, modos de ataque al soporte pictórico, materiales, métodos de composición, y maneras de concebir el “cuadro” de forma abiertamente política. Lo que de primera intención parece dibujo a brochazos sobre lienzo o sobre papel pugna con sus modos de existir como “arte” y con sus modos de expresión como “figura”. Es la turbulencia, que todo lo trastoca y lo trastrueca

etapa de un pensamiento pictórico profundo acerca de la capacidad del arte para expresar la disolución del mundo político, social, económico, físico y humano. Propongo que, en ese desorden que tiende a devolver el mundo a un caos originario e indistinto, es la turbulencia la que opera las alegorías, la que estructura o entorpece las analogías visuales y la que da funcionalidad a las tecnologías de construcción de la imagen en el espacio del cuadro.

para dar, finalmente, con una obra en plena evasión hacia una densidad semántica difícil de agotar en un comentario crítico.

autorretrato, el bodegón y el paisaje estrecho del jardín murado o hortus conclusus. Las cosas que pululan en sus cuadros tienen la imantación de esas “cosas” husserlianas que se asoman a la imagen a espaldas del sujeto y que no necesitan de éste para existir. Estamos lejos de la vanitas holandesa que ostenta la “propiedad” de los nuevos ricos de Ámsterdam. El bodegón de Roche es casi accidental, desconcertante, y nos presenta un sujeto que lucha por ser visto y reciprocado por las cosas que lo rodean, como si tuviera que reclamarlas para hacerlas suyas. El sujeto

El desorden de los géneros A través de su carrera, Roche ha mostrado una preferencia singular por géneros específicos: el

Mi primera oportunidad de participar en la curaduría y el comentario de las obras azules de Roche fue en 2009, una exhibición individual dedicada a este tema en el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico. Lo que en aquel momento consideré su “renacimiento” —su obra anterior, abiertamente dirigida a políticas identitarias y centrada en una paleta de colores vivos,

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En busca de la felicidad (2008)

presentado en su hábitat se distingue por “carecer”, y es esa “carencia” la que conforma el drama de la pérdida de la identidad, o de la identidad llevada a una crisis, en la cual se han centrado las obras más importantes de este artista.

momento el Congreso de ese país puede revocar las locales leyes y tomar posesión de toda propiedad de todo puertorriqueño residente en la Isla.1 Como bodegón, La búsqueda… carece de muchos de los atributos del bodegón tradicional: el tamaño modesto de los objetos representados, la falta de profundidad de la imagen, y la impresión de que

Podemos proponer como ejemplos dos obras azules realizadas en 2009, en las cuales no solo se replantea el bodegón como género pictórico, sino que se ostenta esa desposesión de las cosas mundanas. En La búsqueda de la felicidad, un óleo sobre papel en formato gigante, Roche raspa el contorno de sus propios muebles y demás objetos domésticos, los rodea de una soga que hace las veces de marco de la imagen y, en el borde de un cajón del armario colocado en el centro del cuadro, raspa la frase “on matters of purely local concern”, tomada de un informe del Presidente de los Estados Unidos según el cual Puerto Rico solo puede legislar asuntos internos, pero en cualquier

podemos alcanzar con nuestra mano cualquiera de los objetos representados, pues la del bodegón tradicional es una imagen usualmente humilde e íntima dedicada a la inmediatez de la cotidianidad2. El mero tamaño 1 Para un comentario detallado de esta obra, ver Lilliana

Ramos Collado. “Una casa en el fin del mundo: territorio e identidad en cinco artistas puertorriqueños”. Nuestra América (Universidad de Oporto, Portugal), Año 2011, pp. 48-62. Existe una versión expandida de este ensayo en: https:// bodegonconteclado.wordpress.com/2012/02/06/una-casaen-el-fin-del-mundo-territorio-e-identidad-en-seis-artistaspuertorriquenos/ . 2 Véase el clásico imprescindible de Norman Bryson. Looking at the Overlooked. Four Essays on Still Life Painting.

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de la pieza de Roche, y la presencia aparentemente paradójica de objetos enormes en tamaño real, como armarios y mesas, echa a perder la idea de lo cotidiano en términos de forma, pero no en términos de contenido, pues sigue tratándose de objetos domésticos que pertenecen al espacio de la intimidad personal. Sin embargo, es fácil aceptarla como paisaje implícito porque tiene la talla de un espacio exterior, aunque se trata de una vista “panorámica” (más bien “anamórfica”, como explicaré más adelante) de un espacio íntimo. Esta pieza conversa con El sueño de la razón, de clara alusión al Capricho No. 43 (“El sueño de la razón produce monstruos”) de Francisco de Goya, en la cual un hombre tumbado boca abajo sobre una mesa en pose melancólica “sueña” águilas gigantescas (el águila es el símbolo de los Estados Unidos), cuyas alas crean una enorme turbulencia o huracán que descuaja todos los objetos que se encuentran en el cuadro y que, en general, representan la flora y los elementos típicos de un jardín. Este jardín arrasado por el huracán es una alegoría del expolio agiotista que, según Roche, ha perpetrado el país colonizador en la colonia puertorriqueña.

Capricho No. 43 (“El sueño de la razón produce monstruos”) de Francisco de Goya

frecuencia en las nuevas obras azules de Roche, potenciada, además, por la idea de que todo bodegón es la esencialización de aquel paisaje que produjo los

Si La búsqueda…, desde el título mismo, implica que

“frutos” que se encuentran ahora sobre la mesa, sean plátanos o guitarras, naranjas o copas relucientes, armarios o flores3.

lo propio hay que asegurarlo amarrándolo con una soga, en El sueño…, basta cerrar los ojos para que el ojo de la tormenta —que es el ojo abierto del águila— barra y destruya todo eso que considerábamos “nuestro”. De esta manera, el bodegón y el paisaje se corresponden en cuanto a su potencial semántico, correspondencia que veremos con cada vez mayor

El autorretrato en Roche también entra a formar parte de lo que ahora propongo como una tríada. Desde hace muchos años, en sus autorretratos Roche se presenta rodeado de objetos cautelales que lo “representan” o lo “explican”, pero que, sobre todo, lo identifican con la

Cambridge: Harvard U Press (1990), especialmente el capítulo 4, “Still life and ‘Feminine’ Space”, pp. 136-177. Ver el más reciente de Hanneke Grootenboer. The Rhetoric of Perspective. Realism and Illusionism in Seventeenth-Century Dutch Still-Life Painting. Chicago: The U of Chicago Press (2005), sobre todo el primer capítulo, “The Invisibility of Depth”.

3

Roland Barthes. “Le monde-objet”. Essais critiques. Paris: Éditions du Seuil (1964): 19-28.

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“tierra”, como en el pluscuamfamoso Hay que soñar en azul (1987) que en esta muestra del CAAM se nos presenta replanteado en la obra titulada Segunda mirada. Al igual que nos sugería Georg Simmel4, paisaje y rostro se corresponden estructuralmente como unidad amputada de un todo continuo —por un lado, la naturaleza infinita y, por el otro, el cuerpo humano como unidad mayor—, lo cual, en Roche nos presenta una analogía entre rostro y tierra o terruño que convierte su propio rostro en el lugar emblemático de la tierra o de la Isla. Cada autorretrato de Roche propone una asunción, en cuerpo propio, de la tierra misma, por lo cual la destrucción de la tierra equivale

pictórico”, y nos entrega su “forma de pintar”, aquello que lo hace distintivo entre los demás artistas.5 El autorretrato es además una forma directa de aludir al cuerpo del artista —siendo el rostro una sinécdoque del cuerpo entero que elabora la obra de arte— y así constituye, desde el origen de este género pictórico, lo que Amelia Jones llama “the locus of the self and the site where the public domain meets the private, where the social is negotiated, produced, and made sense of.”6

a la destrucción del sujeto y a la enajenación de su vida y propiedad, como si fuera el expolio de los frutos de la tierra misma.

potencia cuando se trata del cuerpo del artista en cuyo autorretrato está asumiendo la negociación de su arte entre lo público y lo privado. Si en las obras azules más recientes Roche nos presenta su autorretrato como una cabeza cortada, tenemos entonces que considerar esta literalidad como parte de una propuesta sistemática acerca del cuerpo del artista e indagar en los significados posibles de estas decapitaciones.

De modo que este lugar de negociaciones entre lo público y lo privado que es el cuerpo, adquiere mayor

Esta relación estrecha y compleja entre autorretrato, paisaje y bodegón es ejemplo de la confusión que ostentan las imágenes de las nuevas obras azules. La turbulencia conceptual rige la forma en que Roche asume la tradición de estos tres géneros pictóricos al, literalmente, confundirlos.

Lo primero que propongo es que Roche deliberadamente deja en suspenso el significado de la decapitación como acto, y de la cabeza cortada como objeto en el cuadro. En nuestra cultura, la cabeza tiene una prominencia inusual, como asiento de la identidad, como máquina

El trastorno del cuerpo y la decapitación No me parece descabellado proponer el género del autorretrato como la ostentación de una “cabeza cortada”. Basta recordar la famosa cabeza de Medusa pintada sobre una tabla por Caravaggio, que supuestamente es su autorretrato. Al decir de Simmel, ese rostro es plantilla de identidad pues no solo presenta una semejanza formal con el rostro, sino que, al modelarse sobre las líneas expresivas más representativas del rostro vivo (en este caso, el rostro del artista), nos propone su ideario de “estilo 4 Georg Simmel. “Filosofía del paisaje” y “La

de la percepción, como ordenadora de lo real en tanto contenedora de mente y espíritu, como condición de posibilidad del cosmos pues lo convoca con su pensamiento, como generadora de sueños y lugar del dormir, como ícono de la razón, y como objeto privilegiado de los más diversos ritos sacrificiales, sea como objeto en sí, sea como substituto de los órganos 5

Lilliana Ramos Collado. “Egonautas: Autorretratos en el Museo de Historia, Antropología y Arte.” ArtPremium Vol. 3 Num. 13 (2006), pp. 74-79. 6 Amelia Jones. “Survey”. En Tracey Warr, ed. The Artist’s Body. London: Phaidon (2012): 20-21.

configuración estética del rostro”. El individuo y la libertad. Barcelona: Ediciones Península (1998): 175-186; 187-192.

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de la masculinidad, en cuyo caso la decapitación se entendería como castración.7 Es Sacrifice (1987) la primera pieza en que Roche dramatiza el sacrificio del cuerpo del artista como un bodegón. Colocada en un plato en el centro de una mesa, la cabeza de Roche mira al espectador. Está rodeada de platos y otros utensilios para la cena, pero sobre todo de espejos colocados aquí y allá, signando así el género del autorretrato y el hecho de que, para realizarlo, el artista debe mirarse en el espejo. Desde los márgenes derecho e izquierdo del cuadro avanzan sendos pares de manos blandiendo cuchillos y tenedores en esta obra pintada de un rojo denso y un negro profundo. Son, en cada caso, las manos del artista realizadas en frottage. En esta escena de “autofagia”, el artista se devora a sí mismo y ofrece su cabeza (su cuerpo) para ser devorado también por el observador. Así, Roche parece proponer que, cada vez que pinta, es su cuerpo mismo el que entra en el juego del consumo, pues es su cuerpo —el cuerpo que pinta, el cuerpo que mira y que se mira, el homo faber— el único que conoce y del único que es responsable. El sacrificio (1987)

El plato donde se posa la cabeza cortada en Sacrifice se enriquece en las pinturas azules, donde reaparece en tanto tal, y también como pequeño mantel circular que

oficiante mismo el que se ofrece para ser devorado por el espectador, quien convierte la canibalización del artista en una obligación ritual desprovista de culpa colectiva. Sin duda el evento tiene visos de los rituales relacionados con el chivo expiatorio8 dirigidos a aliviar “deseos contradictorios” en una comunidad que busca eliminar del cuerpo político todo viso de impureza que atente contra la coherencia moral del grupo. El artista, tradicionalmente y a través de las épocas, se considera a la vez impuro y vidente9, y de

hace las veces de objeto religioso, de detalle doméstico, de nimbo sagrado y de rueda de aserrar, como en varias de las obras azules. La presencia del plato y de sus sucedáneos nos indica que estamos ante lo que Julia Kristeva llama “la cena totémica”, pues es el sujeto 7

Para este tema he aprovechado obras impecables de varios autores, sobre todo el ensayo memorable de Julia Kristeva. Severed Heads.Capital Visions. New York: Columbia U Press (2012), que discute en detalle un sinnúmero de ritos sacrificiales que recurren a la decapitación. También el clásico de Henri Hubert y Marcel Mauss. Sacrifice. Its Nature and Functions. Chicago: The U of Chicago Press (1981), y el no menos clásico texto especulativo de Georges Bataille. Teoría de la religión. Madrid: Taurus (1998).

8

René Girard. “La decapitación de San Juan Bautista”. El chivo expiatorio. Barcelona: Editorial Anagrama (1986): 167196. 9 Jacques Derrida. Memoirs of the Blind. The Self56


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frecuencia siguen un patrón de remolino, y apuntan tanto a la materialidad del cuadro como a las tramas alegóricas y al manto semántico de las obras. La idea de fragmento parece ser primordial en estas alusiones o alegorías que permiten, en su ambigüedad, una semiosis compleja, demasiado rica, desconcertante. La insistencia, en las obras azules, de elementos crísticos y del propio cuerpo de Roche como objeto de crucifixiones me alienta a insistir en la relación entre el autorretrato y el paisaje. Ya entre sus pinturas del primer momento azul se encuentran algunas en las cuales el cuerpo crucificado enclava en un hermoso jardín, y entre las más recientes también hay una crucifixión reveladora en cuya base se encuentran las manos amputadas de Roche. El cuerpo del artista como árbol sagrado es también elemento indeciso entre la vida eterna de la tierra y la vida breve del cuerpo humano, cuestión que siempre se debate al decir que el artista se eterniza en sus obras. Pero aquí Roche parece señalar la relación del cuerpo del artista con la tierra a la cual dirige el sacrificio de su cuerpo como ofrenda última. Así, propongo que el acto sacrificial es esencial para comprender estas obras azules que se debaten entre ser cuerpo, ser tierra y ser fruto. A qué corresponda la

ahí, quizás el deseo por el autorretrato para ofrendar su cuerpo “en pintura”. Por otra parte, las obras azules recientes presentan la cabeza decapitada dentro de un remolino en el agua, hundida en la tierra, en el epicentro de la turbina de retropropulsión de un avión, rodeada de vías de ferrocarril, sobre un mantel floreado, tras rejas o verjas, muchas veces orlada por astillas o fragmentos de madera de balsa. Sinécdoques del bosque, alusiones al marco de una obra de arte, trozos de la Cruz, estas piezas de balsa adheridas a la superficie pictórica con

trama sacrificial en estas obras tendrá mucho que ver con la ya comentada relación entre paisaje, autorretrato y bodegón, pues esta cabeza/cuerpo puede ser el alimento a consumirse, puede ser el fruto de la tierra, las tierra misma, o puede ser aquello que es lo único que Roche puede pintar con certidumbre y ofrecer a un público: a sí mismo, usando su cabeza como índice de un todo que incluye fruto y paisaje, pero llevando a cabo este acto “en pintura”, simbólicamente, quizás como acto apotropaico.

Portrait and Other Ruins. Chicago: The U of Chicago Press (1993), especialmente las páginas 41-48 que hacen referencia al autorretrato y al sacrificio de forma tangencial a mi argumento. 57


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Vale señalar el hecho de que, en muchas de las pinturas azules más recientes observamos la abundante diseminación de copias de la cabeza del artista. Por un lado, esta delirante generación de copias puede responder a la persona (en el sentido latino de “máscara”) reduplicada del artista —la abolición de su singularidad—, una suerte de exageración de la idea desasosegante del doppelganger (todos somos “Roche”); y puede a la vez señalar la idea de un universo habitado solo por el artista y sus múltiples egos. La primera instancia nos habla de la muerte del artista a manos de sus dobles, y la segunda, de la pesadilla de la razón que abole el mundo mientras el

asunto ominoso dedica Maurice Blanchot La escritura del desastre uno de sus libros más esclarecidos a pesar de que, para que vaya a tono con la debacle a la que alude, está escrito en breves pedazos, en pensamientos espasmódicos que nunca llegan a sumar una idea concreta. El desastre destruye el pensamiento, y el escritor asume una dicción tartamuda, confusa, contradictoria, para (des)construir un texto al que no se puede entrar o del que no se puede salir. Dice Blanchot: ¿Será la ley el desastre, la ley suprema o extrema, lo excesivo no codificable de la ley: aquello a que estamos destinados sin que nos concierna? El desastre no nos contempla, es lo ilimitado sin contemplación, lo que no cabe medir en términos de fracaso ni como pérdida pura y simple…

artista se sueña a sí mismo. Se trata de una confusión importante para el pensamiento político de Roche: el territorio (el paisaje), está ya conquistado, ocupado, expoliado y destruido por el colonizador, y lo único que queda es la imagen —“en pintura”— del colonizado, despersonalizado y convertido en un anónimo plural que apenas puede ser representado por el cuerpo mutilado, y la cabeza decapitada y reduplicada, del artista. Todo se ha perdido, y solo queda la pintura azul como vestigio del desastre. El sacrificio no es, pues, el del artista para nosotros, sino el de todos nosotros —en tanto somos versiones del cuerpo del artista— para alimentar el

Una frase aislada, aforística, no fragmentaria, tiende a resonar como un habla de oráculo que tuviera la autosuficiencia de una significación por sí sola completa.”11 La trama sacrificial de Roche sigue, si saberlo, la propuesta de Blanchot. No somos dueños de nuestro propio desastre pues la ley que nos rige está más allá de nuestra decisión, nos excede. El desastre no nos implica, pues el proceso de expolio nos margina de nuestra tierra y nos siega la cabeza como si fuéramos tallos en flor. El poder soberano que produce, controla y legaliza el desastre carece de rostro, deviene abstracción, símbolo (el águila, el avión, el tren, por ejemplo), fuerza natural: remolino, terremoto, tormenta, hijos todos del dinamismo de la turbulencia. Pero podemos representar nuestra respuesta de forma

apetito insaciable de las águilas que lo han barrido todo con la turbulencia creada por sus alas mientras todos en la isla dejamos dormir nuestra razón. La representación del desastre Lo sabemos: el sueño de la razón trae el desastre, la oscuridad, el fin de los tiempos, lo que Paul Virilio llama “la inseguridad del territorio” y otros, como Michel Serres, llaman “el final de la historia”10. A este

contrato natural. Valencia: Pre-Textos (1991). 11 Maurice Blanchot. La escritura del desastre. Caracas: Monte Ávila Editores (1990): 10, 113.

10

Paul Virilio. “Habitar lo inhabitual”. La inseguridad del territorio. Buenos Aires: La Marca (1993). Michel Serres. El 58


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Autorretrato, ¿Quién va a tierar la primera piedra? (2014)

oracular, “aforística”, mediante partes que proponen ser un todo significante. A la turbulencia abstracta de la Ley con mayúscula, Roche nos brinda los pedazos de su cuerpo (su cabeza cortada, sus manos amputadas) como significante de un lenguaje oracular que exige ser tomado en cuenta y descifrarse.

Un breve desvío —sé que inesperado para el lector del presente ensayo— hacia los códices y bocetos de Leonardo da Vinci puede sernos útil, y vale señalar que, si bien no propongo que Roche conozca estos textos aún poco conocidos de Leonardo, es posible que sí tenga alguna familiaridad con su extraordinario Tratado de pintura, y haya tenido contacto con la 59


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forma y la ejecución de los dibujos, los bocetos y los pocos cuadros que nos quedan del gran florentino. Leonardo dedicó gran parte de su inquieta inteligencia a la ciencia y a la tecnología12 y privilegió la observación de aquellos fenómenos naturales relacionados con el torbellino y la turbulencia. Muchas de sus máquinas deben su invención al entusiasmo con el cual Leonardo estudió la naturaleza de las tormentas, el oleaje arremolinado y el movimiento circular de las nubes, cuyas observaciones vinieron a manifestarse en el desarrollo de la espiral “atorbellinada”, parecida a un barreno y de la cual nació su famoso “helicóptero”. En sus bocetos, el artista recoge estos torbellinos en la representación de tormentas sobre el agua o sobre las montañas, en los pliegues de la tela, en los movimientos de la danza, y en los cabellos ensortijados de muchos de sus personajes. Según Daniel Arasse, la cantidad de bocetos que Leonardo dedicó a la tormenta con los efectos devastadores del agua y del rayo es suficiente para atestiguar su interés en estos fenómenos naturales, y también explica su carácter dramático y a la vez imposible de dotar de una estructura narrativa. Además, en el proceso de testimoniar la tormenta, y al ir cambiando de lugar para observar sus efectos,

consta en sus anotaciones y bocetos científicos, no fue utilizado como técnica pictórica por el pintor.13 Esa imposibilidad de alcanzar la estructura narrativa mediante la turbulencia ayuda un poco a explicar por qué las obras de Roche parecen detenidas en el momento mismo del Apocalipsis, durante la tormenta aérea o el torbellino hidráulico, o en el momento de la decapitación mientras el sacrificado aún tiene los ojos abiertos. La turbulencia, signada por la repetida revolución de una fuerza barrenante en el aire, en el agua o en tierra, simplemente prologa la destrucción

Leonardo se ve obligado a cambiar su posición frente al paisaje en plena catástrofe, y cuando Leonardo lleva al papel el producto de su cambio de lugar para representar el mismo fenómeno, inventa lo que ahora llamamos el dibujo anamórfico el cual, si bien 12 Tres obras que me han resultado muy provechosas sobre el tema de la turbulencia en Leonardo son: Carlo Pedretti. Leonardo. Le Macchine. Firenze: Gruppo Giunti Editoriale (1999), sobre todo los capítulos 1 y 2; Martin Kemp. “La prospectiva lineare da Brunelleschi a Leonardo”. La scienza dell’arte. Prospettiva e percezione visiva da Brunelleschi a Seurat. Firenze: Gruppo Giunti Editoriale (1994): 17-64; y del aún llorado Daniel Arasse, QEPD, “Une science en mouvement” y “Le monde de Léonard”. Léonard de Vinci. Le rythme du monde. Paris: Hazan (2003): 73-144.

13

Arasse, op. cit, p. 111, 119. Ver también el ensayo cimero sobre el tema de la anamorfosis: Jurgis Baltrusaitis. Anamorphoses ou Taumaturgus opticus. Les perspectives dépravées II. Paris: Flammarion (1996). 60


Frottage

La paradoja de la violencia- Edición especial

mientras succiona, empuja o muele en una o varias direcciones. Accionada por el contorno de un ala o de

un “ahora”. Ocurre, pues, que Roche es, ante todo, el testigo del desastre. De ahí, la constante representación

un barreno de muesca plana y profunda, la turbulencia actuará mientras tenga momentum y algo mayor no la detenga. En las obras de Roche no hay esperanza de eso mayor que detenga el cataclismo. De modo que estamos condenados a ser barrenados, molidos o barridos por el terrible evento.

del torbellino, del ojo de la tormenta, del remolino, e incluso de la perspectiva anamórfica, sobre todo en los frotagges que nos permiten ver, en el plano de la página, los laterales del cuerpo una vez terminado el frottage y estirado el papel. Más que de cubismo, podemos hablar aquí de la distorsión que ocurre cuando vemos el mismo objeto desde dos perspectivas y las representamos en un mismo plano. El desastre tiene también que ver con la deformación de los objetos debido a la distorsión de la visión al cambiar de punto de observación. En el desastre, quedamos descuajados, y nuestra mirada no sabe dónde posarse

Un Leonardo impasible estudia la tormenta desde la distancia y diseña máquinas. Roche, desde dentro de la tormenta, la convierte en autorretrato y la vive en el tiempo real del cuadro, en plena simultaneidad con el observador, para quien un cuadro es siempre 61


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o desde dónde mirar. En suma, Roche busca desesperadamente estar hincado en el paisaje, ser alimentado por los frutos de su labor, tener un rostro. Su colorida tropicalidad se va volviendo incolora gracias a la veladura azulosa de la niebla del desastre, como un paisaje visto en la azulosa lejanía indistinta de la perspectiva atmosférica. En sus pinturas azules, es como si viéramos de cerca esas lejanías. La molienda que opera la tormenta no deja nada en pié, todo lo mastica y lo deforma. Lo que queda es la pajuncia del paisaje, ya descuajado por el colonizador, estallado por el huracán, desfigurado por fuerzas que están más allá de la naturaleza propicia

negro de un Richard Serra, con su definitiva precisión y la contundencia de su espesor oleoso en formato tan gigante como el de Roche, ni ante el trazo tentativo y glorioso del dibujante que tan bien describe JeanLuc Nancy es su libro más reciente14. El dibujo de Roche parece boceto desesperado realizado con el vértigo de la alta velocidad ante una escena de la cual queremos conservar —inútilmente—todos sus detalles. Sentimos que estamos ante una imagen cuyo original ya no existe, de la cual su representación es huella falaz, y cuyo artista, reducido a la cabeza cortada que tenemos de frente, ya ha dejado de existir y le conocemos postmortem. De ahí el desasosiego

de las “Islas Afortunadas”. La de Roche es una “Isla Desafortunada”: sin esperanza, decapitada, sacrificada al lucro de otros. Estamos ante el detritus de una geografía inhumana.

de los frotagges, cuyo papel deviene sarcófago (en griego, “comecarne”) de un cuerpo ya escapado. Me interesa regresar a los frottages, sobre los cuales escribí en el 200915. Aparte de que ya he comentado aquí sobre el efecto anamórfico del frottage, la idea de sarcófago vuelve a tentarme. El frottage cobra vida cuando se despliega para liberar el cuerpo frotado. En la exhibición del CAAM, tenemos varios autorretratos en frottage, pero tenemos algo inédito: el frottage de una obra de arte, El Jardín de la intolerancia16 un tríptico en óleo, de gran colorido y textura, y en formato gigante que constituye una de las obras más espléndidas de Roche. Perteneciente a

Vale señalar que, si Roche no recurriera a géneros pictóricos clásicos como el autorretrato, el paisaje y el bodegón, el desastre no se presentaría con tal contundencia. Al ser géneros fundamentalmente miméticos, organizados estructuralmente desde la perspectiva tradicional, toda distorsión realizada por Roche en sus sistemas de representación abona a agudizar la forma visual del desastre, pues el cuadro y la composición de la imagen misma parecen víctimas del desastre. La semejanza cuidadosamente lograda de los autorretratos de Roche, por ejemplo, se vuelve desasosegante cuando se nos presenta como una cabeza cortada, y sentimos que estamos frente a una imagen prohibida que no tenemos derecho a mirar.

la serie Fraternos (2003-2005), dedicada al parecido inverso de la relación de Roche con su hermano y de Vincent van Gogh con su hermano Theo, este jardín nos habla del paisaje estrecho del jardín murado 14

Jean-Luc Nancy. The Pleasure in Drawing. New York: Fordham U Press (2013). 15 Lilliana Ramos Collado e Ivette Fred Rivera. “Azul: El renacimiento de Arnaldo Roche Rabell”. Arnaldo Roche Rabell: Azul. San Juan: Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico (2009): 9-58. 16 Para un comentario detallado de esta obra, ver Lilliana Ramos Collado. “Intolerancia: un jardín de Arnaldo Roche Rabell.” https://bodegonconteclado.wordpress.com/2014/06/18/ intolerancia-un-jardin-de-arnaldo-roche-rabell/ .

Entre el dibujo y el frottage Igualmente, el uso del dibujo a brochazos en color azul nos pone a medio camino entre el dibujo y la pintura. No estamos ante el dibujo en creyón de óleo 62


La paradoja de la violencia- Edición especial

gemelos idénticos fue desde el principio esencial para el cuadro, pero viene a notarse ahora, cuando el cuadro esencializa sus formas gracias a la monocromía. La rivalidad entre hermanos, evidente a través de la serie Fraternos, era lo más importante, y ahora nos damos plena cuenta de ello. La memoria potencia unos detalles de la imagen y elimina otros, los más duros e importantes. Como el sarcófago, se come la carne y deja el hueso.

(hortus conslusus), del autorretrato y del bodegón. En el panel central, una fuente desbordada en cuyas aguas flotan dos infantes. En cada panel lateral uno de los hermanos, representados como si fueran gemelos y, por lo tanto, rivales ocupa el espacio En el primer panel un Roche aterrorizado está sentado en la famosa silla de van Gogh. En el otro, su hermano, con rostro enloquecido, lanza semillas al aire desde un bolso, como el famoso aventador de van Gogh. Roche ha frotado la superficie del cuadro para reproducir sus relieves, y para carear esa imagen del recuerdo con la imagen hecha en frottage, y construir así una nueva imagen sobre la huella de la vieja. Lo que queda de la imagen original es el tacto traducido a una obra completamente diferente.

El marco estallado Ya mencioné la imagen de la soga que, desde dentro del cuadro La búsqueda de la felicidad, le sirve de marco. Ese límite pintado que reduplica el límite físico de la superficie pictórica nos recuerda, primero, la terminación artificial y artificiosa de todo cuadro y, además, la voluntad artística de encuadrar la imagen.17 En las obras azules más recientes, Roche propone muchas formas de enmarcar: pintando un

La obra final, titulada Intolerancia, frotada y retocada en un profundo azul añil, rescata las texturas del cuadro original, convierte la soga que delimitaba el espacio de los niños en un elemento demarcador de espacios abstractos, y endurece el parecido entre los dos hermanos, que el azul monocromo ha convertido en gemelos. Quizás ese elemento de identidad de los

17

Michel Foucault. Manet and the Object of Painting. London: Tate Publishing (2009). Daniel Arasse. “Le tableau disloqué”. Le détail. Pour une historie raprochée de la peinture. Paris: Flammarion (1996): 217-290.

La intolerancia

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marco dentro de la imagen; terminando la imagen en el límite de la superficie pictórica, sea el borde de una mesa, sea el límite de una reja o valla; diseminando elementos matéricos en gesto de collage que, de otra forma, hubieran fungido de límite de la imagen — como pedazos de madera pintados de blanco, o madera de balsa sin pintar. Lo cierto es que, subrayando la ausencia de un marco para el cuadro, la imagen tiende a desbordar hacia su entorno en la galería o en el museo. De esta forma, no solo se rebela contra la famosa ventana albertiana, sino que lo hace sin recurrir a una imagen en trampantojo típica del barroco, en la cual, el cuadro se confunde con una ventana.

a imaginar que la obra “desenmarcada” se expande como un objeto vivo que ha rebasado ya los límites que el marco mismo debió haber asegurado. Esta sensación de estar a punto de estallar añade gran movimiento a algunas de las imágenes azules de Roche. A pesar de su falta de realismo debido a la monocromía azul y al exceso de distorsión en las figuras, la imagen adquiere el realismo material de la dinámica del estallido: el cuadro, como objeto, nos hace esperar la desgarradura gracias a esa noción de marco estallado. El motivo formal, pictórico y anecdótico de la turbulencia ahora deviene una amenaza simulada lo suficientemente real como para que contemplemos la posibilidad de que el artefacto “cuadro” nos reviente en la cara y tengamos que sacarnos con pinzas las astillas de madera de balsa del rostro y de las manos.

El uso de la madera de balsa es singularmente interesante, pues, siendo madera al natural, y colocada en pedazos en torno a la imagen principal del sujeto, da la impresión de que el marco ha estallado y el sujeto está a punto de escapar del espacio ficticio del cuadro y en cualquier momento zafarse hacia el espacio del observador.

Y todo a pesar del abstraccionismo al que nos invita constantemente la imagen azul. Azul

Vale señalar que la disposición en círculos anamórficos semejantes a la espiral de la tormenta en que se ordenan los pedazos de madera de balsa sobre la superficie pictórica abona a que los consideremos foráneos a la imagen en la mayoría de las obras azules recientes.

Hace muchos años Roche nos invitó a “soñar en azul” en un autorretrato inquietante donde el artista aparecía camuflado, travestido en el humus y las malezas de su terruño. Ojos azules nos asediaban

Esta disposición nos recuerda lo que ya nos había dicho Ortega y Gasset sobre el marco: ni pertenece a la pared, ni pertenece al cuadro, sino que demarca una “isla del arte”18. Como diría Jacques Derrida refiriéndose al párergon, en el marco se desdicen tanto el adentro como el afuera de una obra de arte19. Roche lo demuestra destruyendo el marco y dejando los pedazos regados sobre la “obra” y así nos invita

desde un rostro vegetal encuadrado con estricta simetría entre palmeras. El caos de lo natural quedaba incómodamente formulado por la geometría inversa de la composición. Era un “sueño azul” hundido en los ojos, metáfora, sorpresa hermenéutica, quizás irónico malabar de raza en tanto Roche no tiene ojos azules. De ahí, el sueño “azul”.

18

Ocurre que, en el origen de aquel “soñar en azul” se condensaban la violencia de la diferencia, la esquizofrenia de un deseo colectivo de ser Otros—

José Ortega y Gasset. “Meditación sobre el marco”. En José Luis Molinuevo, El sentimiento estético de la vida (Antología, José Ortega y Gasset). Madrid: Tecnos (1995): 261-262. 19 Jacques Derrida. “Párergon”. La verdad en pintura. Buenos Aires: Paidós (2001): 34-37. 64


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cultural; al indicar la violencia de una psicomaquia política; al manifestar la escisión del sujeto entre valientemente abrazar el terruño patrio y renunciar cobardemente a él20 —, en las piezas ejecutadas desde 2005, el azul se síntoma de propuestas que manifiestan el caos político de la puertorriqueñidad, para cuya puntual representación Roche presta su cuerpo y su corpus como campos de batalla. De ahí que azul y autorretrato se refuercen mutuamente para expresar el desvanecimiento sistemático de una cultura que una vez fue sólida e identitaria. Si bien esta politización de cuerpo y obra puede invitarnos a desdeñar argumentos que, prima facie, nos pueden parecer fáciles y trillados, las formas del argumento que asume Roche en sus obras azules nos halan hacia una batalla de gran complejidad y de graves consecuencias simbólicas. Si bien hay cierto autobiografismo en el azul de Roche —sabemos que su padre era un policía que vestía uniforme azul y tenía ojos azules— y si bien la tradición nos propone una simbología del azul que oscila entre la promesa renacentista de una sagrada vida ultraterrena y una interioridad pecaminosamente melancólica, parece ser que, luego de observar obras como Going down (2007), La fe del no-creyente (2009), Luego del tsunami, ¿dónde está tu Dios? (2005), ¿Sabes tú dónde habita el Todopoderoso? (2005), La búsqueda de la felicidad (2009) y, sobre

Autorretrato, La jaula (2014)

blancos, como aquellos que sí tienen ojos azules—, y la irremediable puertorriqueñidad hundida en una tierra aún indómita y siempre evidente. Para esta alegoría de un puertorriqueño terroso en busca de blanquearse, Roche usó su propio cuerpo como conejillo de Indias, intuyendo que su experimento podía valer la pena. De ahí que su obra más visible y conocida —Hay que soñar en azul (1986)— se encuentre en el origen de una nueva forma de hacer arte.

todo, El sueño de la razón, (2009) podemos proponer que aquello que el azul de Roche manifiesta es, ya no el sueño melancólico desde los románticos hasta el Picasso del período azul, sino la pesadilla goyesca cuyo melancólico sueño se traduce en las pesadillas apocalípticas de una razón que ha caído en el dislate. Estamos ante el azul del desastre que mencioné, allí donde van a morir las esperanzas de un mundo que 20

Nótese que la obra de Roche en que presenta su íntimamente física batalla cultural fue realizada en 1986, tres años antes de que Barbara Kruger creara su tarjeta postal titulada Your Body is a Battleground, su pieza más contundente acerca de las guerras culturales libradas sobre el cuerpo mismo…

Si, en 1986, el azul de Roche era una metáfora política que ya adelantaba el carácter siniestro de este color — al referirse a una interioridad invadida por un enemigo 65


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“Ecce pictor”

ha perdido la forma y el sentido, donde la divinidad no existe, donde el futuro no tiene un espacio que le permita emprender un nuevo comienzo. En las obras de Roche —aquellas cubiertas de óleo azul con algunas rayaduras que dejan ver el blanco del papel, las creadas mediante frottage, y aquellas otras donde el azul es aplicado con brocha o pincel como si fuera dibujo sobre el soporte— el azul es una mala noticia que anticipa que estamos entrando en los últimos días de la humanidad. Roche, de hecho, me ha hablado de su “azul tóxico” que cuaja sus premoniciones de desastres naturales,

He aquí el pintor. Nos presenta su rostro, nos ofrece sus vísceras, nos muestra su país, el fruto de su labor y, sobre todo, nos habla sobre el desastre. Nos coloca ante el fin del mundo y nos prepara para sobrevivir con una memoria raquítica del mundo como era. De hecho, ¿qué era el mundo antes del desastre? ¿El hueso vestigial de un sacrificio? ¿El frottage de una pintura? ¿Una “segunda mirada” a una obra anterior? Eso es como construir la memoria sobre la base de “obras secundarias”, de

eso que llamamos “arte”, que no es otra cosa que la voluntad en pintura, que la memoria sometida a las reglas de un quehacer de la imaginación, más que de recordación o de la repetición de algo que fue “real”. Se quedarán fuera las tramas, se quedarán también fuera los gestos cotidianos y el calor corporal del Otro. Toda memoria tendrá el color azul de e indomable que el Autorretrato, La segunda mirada (2014) las lejanías nubosas, y la universo mismo regurgita consistencia del aire ralo lo que nos avisa que, a su de la montaña. Una vez la tormenta termine de barrer vera, todo quedará anulado, desposeído y, por lo tanto, el mundo, tendremos que comenzar de nuevo. Quizás resignificado o transfigurado. Roche no hace apuestas, de esto es que trata el trabajo de Roche. Decapitados, sino preguntas. Pero se trata de preguntas retóricas. No no recordaremos lo que fuimos ni podremos volver tienen contestación, sino que estimulan la perplejidad. atrás. Para que el nuevo mundo pueda existir, necesita Junto a Roche, nos hacemos esas mismas preguntas que, antes, perdamos la cabeza. que nos dejan mudos, desamparados. que literalmente —y siguiendo de nuevo a Blanchot— borra la escritura del mundo y lava el pizarrón para que la nada lo llene de nada. Trátese de un mar travestido del horror del tsunami, trátese de un cielo dislocado que nos arroja a todos al vacío, el resultado es la tachadura de lo humano. Es la turbulencia impredecible

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Autorretrato, La barcaza (2014)

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Microhistorias en tres tiempos Por: Ramón Sepúlveda Vélez

“A veces hay que escribir con dolor. Con rabia. Con urgencia. Hoy es una de esas veces. Y hay que hacerlo sin excusas. Sin temor. Con mente y corazón abiertos. Aunque caiga el aluvión de lodo y nos entierre hasta las palabras.” Ana Teresa Toro, escritora y periodista puertorriqueña

I.

Ese dolor en la raíz

La casa tomada por el árbol. En la comunidad de Mampujan, en el caribe colombiano, las casas han sido tomadas por los árboles. Mas lo que de primeras podría sonar como sueño de una nueva relación con nuestra tierra, es una irónica consecuencia de la crudeza de una casi interminable guerra. No sabremos si los árboles guardan los hogares a la espera de la vuelta de los cientos de familias desplazas por el conflicto o si reclaman un espacio del que fueron desarraigados desde tiempos ancestrales. Prefiero pensar que en sus raíces resguardan las historias, y que su incesante búsqueda de la luz no supone el olvido, sino el más vivo ejemplo de que la vida bulle y resurge incluso de entre las grietas en el concreto, aun cuando se le considere muerta o desaparecida, ahí está, esperando con paciencia la gota de agua, el diminuto rayo de sol

La Ceiba de San Ramón. Andrés, hace la pausa. Desde la loma de la antigua mina La Reyna, es más que visible el paso del tiempo. Son muchos menos los árboles, pero aún quedan los relatos. Como aquel de la serpiente de oro que habita a seiscientos metros de profundidad y que ahuyentó a los despavoridos exploradores de aquella minera transnacional. Pero no fue esa historia la que llamó terriblemente mi atención. Fue frente aquel árbol, una ceiba de inmensas proporciones, testigo del tiempo, donde la joven caminante hizo la pregunta, “¿por qué ha sobrevivido éste? La contestación de Andrés: “está lleno de balas”. Por ironías de la vida, este árbol tiene un chaleco anti-motosierras hecho de municiones. Pero pienso inmediatamente en el resguardo, en las decenas de jóvenes militantes que lo utilizaron como escudo y en las decenas de comunitarios que entre sus inmensas raíces buscaron refugio. Me acerco para preguntarle si alguna vez tuvo miedo, si alguna vez deseó ser pájaro, rana o conejo. Ya no hay señas exteriores de las balas, pero son demasiadas las cicatrices, vaya capacidad de perdonar cuando a pesar de todo, aún nos cobija con su sombra.

que la hará resurgir de entre las sombras. No conozco Mampujan, pero la breve e intensa historia de sus habitantes me ha quedado grabada en la memoria. El Baobab de Beni. Hace algunos años, escuché de Mareia Quintero, una fascinante, pero dura historia. Trataba, si mal no recuerdo, del camino a la Puerta Sin Retorno, al que se llegaba no sin antes pasar por el Árbol del Olvido. Cuando llegaban los esclavos de Ouidah, eran obligados los hombres a darle 9 vueltas, mientras que las mujeres lo hacían 7 veces. 68


Khalid Khan

La paradoja de la violencia- Edición especial

Se decía que esto los haría olvidar su tierra, su gente y que los haría menos rebeldes. No creo que fuera el árbol, sino el cruel desarraigo a punta de latigazos en otras latitudes lo que debió propiciar numerosos olvidos. De todas formas, quién querría recordar el llanto incesante de un hijo que muere de hambre, la mirada del amigo rebelde que es echado por la borda, y el inescapable sonido de las cadenas. Y ahí también estaba, en inexorable destino, el árbol como testigo, como madera curada por el agua y el sereno, ¿por

el olvido o contra él? No lo sé, pero hoy pienso en esto, como si viviéramos junto a ellos un inseparable dilema y destino. II.

Exilios

“Nadie abandona su hogar, a menos que su hogar sea la boca de un tiburón…Solo corres hacia la frontera cuando ves que toda la ciudad también lo hace” Warsan Shire--Poeta Somalí

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¿Qué pasa si el “fuego bajo tus pies” te hace saltar hacia otra orilla y sientes que caes en un paracaídas a medio abrir? Luego del golpe, abres los ojos para darte cuenta de que no estabas soñando. De repente tu vida se “rebootea” y te toca comenzar de nuevo.

¿Qué pasa cuando escuchas el audio del Whatsapp

esperaba que el frío alado de la muerte realmente rondara entre el rugido de los amplificadores. Ahmed Yasem, usualmente guardaba un celoso decoro al momento de despedirse de su esposa, pero esa tarde antes de salir al funeral en Al Amel, extendió sus brazos y abrazó a Jammela, como brisa que abraza a caminante en oasis de desierto. José Juan Pineda, un quijote hondureño, que en su afán de conseguir mejor vida en el norte no vaciló en enfrentarse a La Bestia, fue escupido por el tren de la muerte en la vuelta de Potosí, sin que Pablo—su primo—lograra detenerlo. Habiendo perdido un brazo en el intento, tuvo el mayor de los consuelos en el abrazo eterno y envolvente de

y escuchas de tus mejores amigos(as), que el fuego continúa y que el tiburón sigue creyéndose el dueño de tu hogar... de tu patria?

Maykelis, su hija menor, quien le susurró al oído, que era su héroe, que no se preocupara…que todo iba a estar bien.

Pasa, que concentras tus energías en volverte aire en convertirte en un manojo de moléculas o un diminuto krill, para atravesar las agallas de ese tiburón y llegar nuevamente a la orilla de la que partiste.

Maryam Um Yasu, pide a Aláh que le regale alas, cuando desde la costa de Tartus, aún divisa en la distancia el rostro asustado de Kareem. Ni el ruido de las bombas aplaca el grito y la promesa de un pronto rencuentro. A Maryam, solo la consuela ese perpetuo y diminuto abrazo. Respira por un segundo y mira bajo sus brazos, aún no le crecen las alas y en Damasco habrá que pintar lunas en las ruinas hasta que se pueda mirar sin miedo al cielo.

¿Qué pasa cuando miras de nuevo a esa orilla, tras el susto y el aturdimiento, logras ver lo que se deja atrás? Y como dice Warsan, llevas “el himno bajo tu aliento” y una bandera escondida en el falso piso de una maleta.

Pasa, que tus ojos se vuelven el reflejo de todas las emociones posibles, una pupila que se dilata para salir de la oscuridad y un iris caleidoscopio del alma, que refleja un arcoíris inquieto y palpitante con los colores de la nostalgia, la alegría, la esperanza y la indignación.

Alvarito Corrado, de 15 años, salió a escondidas de su casa en Managua, la noche en que los estudiantes se lanzaron a las calles en señal de protesta. Su madre no alcanzó a despedirse con su acostumbrada bendición y advertencia. Mientras repartía agua y bicarbonato para protegerse de los gases, una bala le alcanzó el cuello. Quién ordenó los disparos también ordenó dejarlo desangrar. No hubo tiempo para los abrazos, pero sus últimas palabras, “me duele respirar”, se convirtieron en el eco del sentir de un pueblo que lucha por su libertad.

Pasa que, entre sombras y pesadillas, ya sea dormida o con los ojos entreabiertos, sueñas con esos horizontes libres, con la orilla en que descansan tus anhelos. III.

Si cada abrazo fuera el último

A la joven Valerie Leblanc, ataviada de negro metálico y guantes de cuero, le sorprendió el fuerte abrazo que su madre, inusualmente preocupada, le regaló antes de salir por la puerta que la llevaría al Bataclan. Nadie 70


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Ante la negación de los muertos, y el violento desprecio de la invisibilidad intencionada. Una nota grita: ¡Tienen Nombre! Doña Paulina, Toño, y Don José vivieron meses bajo el calor inclemente, la oscuridad y la falta de víveres, hasta la última gota de oxígeno. Pero ahí están sus zapatos, 4,645 pares, firmes frente a quienes ostentan el poder, de pie contra el olvido. Sobre el mármol de la plazoleta, un clavel que cruza la página bajo el tacón, donde se alcanza a leer, “Les recordaremos siempre”. Un árbol en el camino y una calle derrumbada, quizás entrecortaron los designios de las despedidas—pero ahí están—el vecino, la hija, el sobrino y la abuela, en ese gesto firme de honra y

empatía, en ese abrazo colectivo de un país, que se niega a dejar de existir. Y si el último de los abrazos viniera primero, si cayera mucho antes de esa bomba en Beirut, antes de que Pedro el guiricero quedara sepultado en la mina, de que se derramara el petróleo en el Yasuní, antes... mucho antes de que el chico de Columbine siquiera probara el dolor de estar solo. Si el último de los abrazos fuera éste. Sería el más fuerte de todos, un abrazo como escudo, como una máquina del tiempo que se activa al instante del cruce de los cuerpos, y que girando-girando nos haga viajar,

Mladen Ilic

ojalá y hacia adentro. Quizás allí, nos rencontremos.

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