<<De Patitas en Calle>>

Page 1




Texto por Cocó Muro.

Editorial

De Patitas a la Calle y sin Skippies. Dadá Mini Edición Catorce. Dadá Mini™ sintió la necesidad de volverse invisible y ser dueña de sus propias reglas: salió a dar una vuelta para despejarse y se perdió en la calle. Estuvo vagabundeando por ahí, haciendo caso omiso a las sendas peatonales, las barreras bajas de los trenes y las baldosas flojas de la vereda que escupen un charco cada tanto. Se confundió entre la multitud, se volvió cool hunter, voyeur, flâneur y se compró un diccionario para saber quién era ahora que la calle está tan de moda. Gonzalo de Bs As Stencil y Hollywood in Cambodia le confesó que le rompe las pelotas ser considerado mainstream, y Dadá Mini™ consultó su diccionario una vez más para enterarse que ser conocido y marcar tendencia también se puede confundir con una instancia de consagración bien merecida. Se cruzó a Paco D. Taylor muy kungfundido preguntando dónde estaba la fotocopiadora más cercana, y Dada Mini™ no se explicó el por qué de la máscara de lucha libre. En eso estaba con sus cavilaciones cuando fue secuestrada por un Botemovil que la llevó a pasear por la ciudad de Rosario. «Podría vivir en este microcosmos», pensó Dadá Mini™ maravillada, hasta que Tati Babini le explicó que es una galería en constante cambio y no puede dejar un elemento como ella ahí in eternum. Tati y Estefanía Clotti estuvieron de acuerdo en que está bueno salir a pintar las calles en grupo e invitaron a Dadá Mini™ a unírseles, pero ella ya estaba en otra, pensando en una situación donde A es una obra de arte y B es un espectador y no hay nada entre ellos que contamine esa relación, ¿existe el arte inmediato?, le susurró Mariel Breuer revoleando sus rulos. A este interrogante se le sumó el de Ezequiel Black cuando preguntó qué sería el espacio público y cuánto hay de utópico en ese concepto tan democrático. Dadá Mini™ está ahora más perdida que nunca y cuando Black hace un

repaso por el street art, Marcelo Sánchez Dansey agrega que el mayo francés puede ser tomado como un antecedente. Black no puede estar más de acuerdo, Dadá Mini™ no da más de mareada y Lucía Marroquín - que sabe que «¡Todo es dadá!» - piensa en la poesía callejera como herramienta insurrecta para crear signos perpetuos que nos pertenezcan a todos. Ahí fue que Dadá Mini™ se acordó que Gonzalo le había comentado que ellos estampaban en las paredes las ideas que ya estaban en la cabeza de la gente desde antes y se sintió un poco más aliviada. Reacción/Acción, repite Dadá Mini™ como un mantra y, junto con Mechu Rapela se sorprenden en stéreo cuando descubren que en Noruega existe KORO y el street art está institucionalizado, ¿está bueno que así sea? Probablemente sí, porque los tiempos y presupuestos dejarían de ser un límite, aunque corremos el riesgo de que se nos venga encima el slogan mayofrancesista y el poder se aproveche de la imaginación. Dadá Mini™ salió afuera, cedió el paso a los que salían de la rotonda, hasta pisó el césped y escupió en el suelo, pero sobre todo permitió que fijen avisos.



Sumario P.11 | Ezequiel Black + Marcelo Sánchez Dansey. P.16 | ART IN WONDERLAND.

P.25 | EN LA GALERÍA «¿Cuánto arte vemos en la calle?»

P.20 | ESTEFANÍA CLOTTI Y TATI BABINI. P.65 | CUADERNOS COMPULSIVOS «ABSOLUTAMENTE NADA» «TENGO UN MUNDO DE SIGNIFICACIONES» «LA HUELLA DE ALBELLA» «LA COLORADA» «CALLE- SÉ» «MIRAME, MIRAME, MIRAME» «TENGO QUE DEJAR EL TRABAJO» P.72 | Arte inmediato. Entre el aerosol y la pared. P.76 | LA MINI UMASS. CÁTEDRA DEL PULPO. P.78 | Verbo-Rragia. ¡ANDÁ A ROBAR A LOS CAMINOS! P.80 | Invadir es reconquistar. Mayo Frances. P.83 | One way street¿Dónde decís que vas? P.86 | BS AS STENCIL Y HOLLYWOOD IN CAMBODIA. P.94 | BUSCANDO VIVIR MÁS DE UNA VIDA. P.98 | LADO D. PACO D. TAYLOR. FANZINE. P.104 | La calle está de moda.

ESPECIAL ¡AFUERA! MIRTHA BERMEGUI IRANA DOUER PAULA DURÓ FRESHCORE




La DadáTroupe. Seguinos en www.dadamini.com Dirección Editorial y RR. II. Nicolás Cacciavillani // direccion@dadamini.com Dirección de Arte Horacio French // arte@dadamini.com Edición Cocó Muro // edicion@dadamini.com Consejo Editorial y Producción Mariel Breuer // baires.prensa@dadamini.com Rosario Villani // baires.produccion@dadamini.com Dirección Comercial Lic. César Viola Díaz // direccion.comercial@dadamini.com

Distribución en Kioscos Nacional: DISA S.A. Buenos Aires: Distriloberto Córdoba: Revicor Oficina Central Achaval Rodriguez #250 Bº Güemes. CP 5000 Córdoba, Argentina Foto de Tapa Freshcore lustración Cuadernos Nicolás Cacciavillani (Nica)

Colaboradores Lucía Marroquín Erwin Otoño Diego Fernández Pais Ayelen Montenegro Juan Antonio Papagni Mercedes Rapela Adrián Samaniego Emilio Cuitiño Pau Jimenez Pablo Albella Francisco González Brizuela Nicolás Rivas Sofía Haller Guido Limardo

Comercial Córdoba Sebastian Gullo //cordoba.comercial@dadamini.com Prensa Buenos Aires Mariel Breuer // bsas.prensa@dadamini.com Web Luciano Battagliero // net@dadamini.com Diseño Gráfico Nica Para consultas sobre distribución y/o comercialización, escríbanos a info@dadamini.com AGRADECEMOS a todos los que colaboran y creen en Dadá: Lucas Darko, Paco D. Taylor, Ezequiel Black, Marcelo Sánchez Dansey, Máximo Jacoby, Juan Antonio Papagni, Gonzalo de Buenos Aires Stencil, Fernando Entin de Elsi del Río, Gata Garlot, los Banis, Nacho Sandoval, Ricardo Cabral, Michu Barros, los cheroncas, Cecilia Dillon, Luciana Ferral y familia, familia Cacciavillani, Francisco González Centeno, Estefanía Clotti, Tati Babini, Gaby Messina, Cristina Guarella, Angie Zorraquin, Sergio Gravier, OmarOmar y Ana, Nazza Stencil, Francisco Díaz, Nicolás Romero, Maximiliano Murad, Dame Graff, Triángulo Dorado, Caro García Marengo, Luz Castillo y CCEC troupe, Pipo y Tutti Fernández.

ACLARACIONES IMPORTANTES: * Dadá Mini™ y su logotipo son productos registrados. Se prestan por casa con pileta y asador en el verano. * Esta publicación intenta ser bimestral, así que... ¡esté atento que se agota! * El material periodístico, fotográfico, así como el contenido de los anuncios publicitarios, es de absoluta responsabilidad de sus autores y se hacen cargo de la expresión de sus ideas porque se la bancan. * Dadá Mini™ permite la libre reproducción de los artículos siempre y cuando se cite la autoría y la fuente de los mismos.

7




Dansey + Black ENTRE_NOS / Texto por Mariel Breuer. PH Juan Antonio Papagni.

Haciendo de la calle un laboratorio

A partir del 2000 en Argentina, la incorporación del street art a las calles fue cada vez mayor y empezó a formar de toda esta movida que venía revolucionando a las grandes ciudades del mundo. Lo curioso es que entre el 2007 y 2008 aproximadamente, este movimiento se incluyó fuertemente en el circuito “oficial” del arte, ocupando salas de galerías y centros culturales, organizando festivales, charlas y talleres. ¿Cómo se dio este fenómeno? ¿Cuál es el fin de “institucionalizar” el arte callejero? ¿Cómo seguirá el street art cuando los odiosos dictámenes de la moda dejen de prestarle atención? Marcelo Sánchez Dansey y Ezequiel Black - junto a Máximo Jacoby - fueron en gran parte responsables de esta inserción del arte callejero al circuito del arte más tradicional o reconocido. Y como la velocidad del proceso nos deja demasiadas preguntas sin respuestas, escuchamos lo que ellos tenían para decir.


+ info_ http://www.ezequielblack.com 11


A pesar de no ser su intención, el street art en los últimos años se fue insertando en los espacios institucionales , ¿cómo fue que pasó esto? ¿qué participación tuvieron ustedes en esto? Black: Mi relación con el arte callejero empezó en 2004 o 2005 a partir de que diseñaba y hacía dirección de arte de una revista que se llamaba PLAN V y muchos de los ilustradores que trabajaban ahí provenían del arte callejero. A mí me gustaban y era el director de arte, entonces prefería trabajar con gente que venía de la calle y no con ilustradores que estaban establecidos en el medio editorial. Los convocaba para que hagan ilustraciones y tapas y logos y demás. Maxi Jacoby escribía toda la parte de arte

«el street art es un arte anárquico, anarquía entendida como solidaridad de paño lenci»╣ de la revista y siempre hablamos de la diferencia entre este grupo de artistas que trabajaban la calle, que la mayoría venían no de la formación clásica, sino del diseño gráfico y mucha influencia FADU (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires), y cómo no había un diálogo con lo que era el circuito establecido del mundo del arte. Iban como en carriles paralelos. A todo esto, Maxi empieza a curar el Centro Cultural Ricardo Rojas y me ofrece cocurar la primera muestra con la que iba a inaugurar su gestión. Ahí hicimos la muestra de arte callejero, creo que en el 2007. Hubieron varios problemas con lo que fue la curaduría, porque negociar pintar las paredes es un quilombo, algo que en el arte contemporáneo es tan común, pero en ese lugar era difícil. Entonces se achicó el espacio, los convocados al final eran menos y demás. Pero la muestra tuvo mucha, muuucha repercusión, quizás porque el Rojas le daba una validez especial, y porque evidentemente había cierta cosa efervescente en cuanto a que las paredes empezaban a estar pintadas con estas estéticas más novedosas. A raíz de esa muestra, salieron toda otra serie de cosas derivadas: nos invitaron a curar en Ciudad Emergente (festival organizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires en el Centro Cultural Recoleta), la muestra de arte callejero en el Centro Cultural San Martín, salieron unas movidas para hacer Rojas fuera del Rojas en las villas con artistas callejeros... y yo me estaba recibiendo de Licenciado en Publicidad e hice mi tesis sobre arte callejero, nos invitaron a dar un par de charlas en Cultura y Media en el San Martín y después la gente del Centro Cultural de España en Córdoba nos invitó a ir también. Ese fue el recorrido. Parece que fue algo externo a los artistas lo que provocó que el arte callejero hiciera ese click en Argentina, como si darles un lugar en una sala

haya sido lo que hizo que se imponga, ¿la movida sale más de las instituciones que de los artistas? Black: Cuando estás en la sala tenés funcionando a la gente de prensa con la que se va a armar una gacetilla, gente especializada en el medio con lo que van a escribir toda una cantidad de teóricos y el sistema del mundo del arte, y el periodismo que llena páginas y demás. Me parece que sí, va a tener una mayor difusión a nivel mediático que si uno está en la calle pintando, ahí no hay alguien prensándolo, puede haber alguien que coincida y que quiera escribir, pero sería algo casual. Es claro que el arte callejero está participando dentro de un medio que está instituido. Dansey: Generalmente, los chicos que hacen arte callejero tienen sus blogs y ese es su medio de comunicación o llegada, pero me parece interesante pensar si fue una iniciativa de los artistas o de las instituciones. Creo que fue medio de las instituciones. No sé, pensando en voz alta, me parece que sí. Mi experiencia me dicta que es como que tampoco están ellos muy al tanto o interesados, salvo algunas excepciones, como los chicos de Run Don&#39;t Walk o los que están ahora en Turbo. Ahí sí hay una intención clave de pasar a otro stage o institucionalizarse. Pero en general es como que no les importa mucho, están más pensando en una pared que en lo que va a pasar después. Black: ¡Pregunta! ¿Puede tener que ver con la edad de la gente que sale a pintar? Porque los chicos de Turbo o los de Run Don&#39;t Walk que tienen todos treinta y pico son más grandes. Me parece que se deben cansar también de estar yendo a la calle a pintar, en lugar de vender su obra y dialogar de otra forma con el medio. Tengo esa sensación, no lo sé. Dansey: Es una bolsa muy grande también, es decir, a nosotros nos pasó cuando estuve en Barca*, donde la línea un poco fue tratar de hacer un sampling de todo lo que había dando vueltas y entonces había gente, por ejemplo, haciendo filete y otros que hacían un graffiti más tradicional, y otros que hacían más un street art. Es grande el espectro y tenés tipos desde 40 o 45 años y tenés pibes de 13 o 15. Hay distintas intenciones, en el Chaco se dio que muchos al ver la trascendencia que se puede tener les gustó, ver que de repente lo que ellos hacían en un barrio salía en la tapa de un suplemento o cosas así: flasheaban. Venían monstruos de todo el país y ellos que están perdidos en el mundo flasheaban cuando la gente venía y decía «este me gusta». Sí, hay de todo. Hay mucho de inconsciencia referida a la palabra, como de no darle la trascendencia que tiene o no buscar trascendencia más allá del lugar y lo que pueda llegar a pasar en la situación de la calle. Por fuera de las instituciones - lógico - ¿existe una movida entre los artistas de juntarse a pintar, conseguir espacios, de correr la voz de que hay unas paredes por acá o por allá, o traer artistas de afuera? Black: Las dos galerías más fuertes de Buenos Aires


Black: Depende de qué línea uno elija y se pare. Por ejemplo, la influencia del graffiti es claramente neoyorkina, ahora, decir que en Argentina no hubo arte callejero antes del año 2001 es desconocer la misma historia del arte. Tucumán Arde pudo haber sido la primera muestra de arte callejero o podemos pensar en el Siluetazo. Uno quizás no puede ver ese tipo de influencias o de estéticas con respecto a los artistas que hablamos ahora, pero eso de acuerdo a qué línea histórica uno agarre. Quizás si, muchos tienen influencias del pop, de Internet, del manga japonés, de Nueva York o de Berlín, pero no podemos desconocer toda esta historia que viene antecediendo. Dansey: El mayo francés... Black: ¡Bueno, ahí va! ¡Totalmente! Y eso no está incorporado a la “historia del street art”. En cambio sí se habla de los subtes neoyorquinos, como que pasa por otro lado... Existe una reconstrucción posterior del movimiento que hace que aparezcan nuevos antecedentes anteriores a los &#39;70... Dansey: Hoy es tal la complejidad de los elementos que integran este fenómeno que realmente el graffiti se diluye un poco. Podría hablarse del soporte pared, pero ni siquiera. Tiene más que ver con la publicidad, con el manga, no sé, es difícil rastrear toda una arqueología del fenómeno. Así como también es un fenómeno global. Tampoco creo que en este momento esté el acento fuerte puesto en Buenos Aires o en Australia, ponele. Creo que todavía es un fenómeno global, como decía un chico: «Es como la humedad, donde haya un rincón oscuro va a surgir el graffiti solo». Me parece más hermano del arte conceptual, en ese sentido, que incluso los artistas nuevos que te pueda mencionar. Está atravesado por todo, es el

que se especializan en arte callejero son autogestionadas por artistas y son Turbo y Hollywood in Cambodia que son espacios que ellos mismos sostienen, propusieron, inventaron e hicieron. Con lo cual sí, tenés afinidades como en cualquier grupo o rama del arte, digo «Encontré un muro nosedónde, vamos mañana» o «hablo con nosequíen...», siempre sale eso y hay mucha colaboración. Dansey: Es algo colectivo, por ejemplo los chicos de B2 son un grupo establecido que pintan juntos, pero se hacen amigos de otro y entonces no son B2, pero igual pintan juntos. Hay mayor intervención y colaboración entre la gente que labura en la calle. Black: Estoy pensando ahora en interrelación, hay mayor colaboración entre la gente que labura en la calle que entre los artistas de otro campos. Hay mucho de firma colectiva que me parece que en el mundo del arte establecido no existe. Dansey: Sí, absolutamente, hay una solidaridad que en los artistas de atelier no hay. Los colectivos en realidad se encargan de que quede bien claro que son eso, pero también son esto. Black: Acá tenés un super graffiti hecho y firma “Dano, Graff, B2, B10”, todos los tags alrededor, es como una firma colectiva. Dansey: Sí, creo que es un arte anárquico, pero anarquía entendida como una cuestión de solidaridad, no solidaridad cristiana, sino de paño lenci. Realmente de necesidad, porque te falta la pintura y te presto mi aerosol o porque uno tiene un problema y saltan los otros. Hay solidaridad porque el medio te lo exige, insisto, no idealizada, hay enfrentamientos también. El street art fue teniendo sus momentos en distintas ciudades del mundo, ¿está ahora en Buenos Aires? 13


espacio más libre que uno pueda pensar. Black: En una revista canadiense que me gusta mucho leí una idea con la que concuerdo. Tiene que ver con la proliferación de las publicidades en la vía pública, en el sentido de si Coca Cola, si Atma, o lo que sea, permanentemente está emitiendo todos esos mensajes desde la calle y no son los que nosotros elegimos recibir, a diferencia de la tele que vos la prendés o la apagás. Hay algo de apropiarse del espacio público, de tratar de tener tu propia voz dentro de la comunidad y, en todo caso, volver a tomar estos muros o paredes. Algo de eso está sucediendo, no sé si en el inconsciente o cómo, pero algo de esto está involucrado. ¿Creen que la relación entre la obra y el espectador es directa? Dansey: Creo que funciona así, que sí, que nadie te avisa que vas a ver una obra de arte. No hay un marco, no hay un protocolo. Y vas a tener una relación absolutamente directa, que puede querer decir que vas a pasar de largo, que no te va a llamar la atención o que te va a comer el coco todo el día lo que viste en una pared. Black: Sí, yo creo lo mismo, a mí lo que me gusta de eso tiene que ver con que no existen carpetas, curadores, dueños de instituciones, ni toda esta especie de burocracia sindical del mundo del arte que tiene que ver con cómo llega un artista a exponer en una galería. Es algo que está totalmente invisibilizado para cualquier persona que va a una institución artística o museo y mira, y se emociona más o menos. hay toda una especie de escalafón y escaleras previas para llegar a mostrar eso en ese lugar. Eso en la calle no está. Igualmente tenés las jerarquías y el que la manda más la pone acá y el que la manda menos la pone allá, y este lo tapa al otro. Pero en ese sentido, tenés menos puertas que golpear. Es mucho menos mediatizado. Dansey: Bocetás en tu casa, salís y pintás en todo caso. No tenés que ir a quince inauguraciones y tomar champagne con nosequién para hablarle de nosecuánto. Más allá de lo global que pueda ser el arte callejero, ¿hay algo que se identifique como marca propia de acá? Me refiero a un regionalismo o algo propio de Buenos Aires o Argentina. Dansey: En general no, pero me parece que hay artistas que tienen marcas, por ejemplo Jaz. Es un tipo re porteño, lo ves y es super porteño. Hay artistas que desde la temática muestran cosas más regionales, argentinas y contemporáneas, pero la estética es internacional. (Piensa) No, no veo nada que tenga una estética que sea propia de acá.

Black: Ojo, porque el graffiti en particular tiene un standard muy internacionalista, reglas muy claras y borra las fronteras en ese sentido, tanto un graffitero de Berlín como uno de acá. ¡A LA PUTA CALLE! Black: La calle como espacio me parece una utopía, a partir del espacio público ¿que sería el espacio público? Y es una cuestión utópica en algún punto, porque tiene una cosa de ley de la selva, de ley de la calle, y eso que es de todos también, que es democrática, entonces me parece que en ese equilibrio, en el que todos pueden opinar y en el que todo a la vez pueden también, hay una cosa más dura y más heavy. No sé si hay otro espacio más rico que la calle. Dansey: Es un verdadero laboratorio. Black: En la Bienal de Sao Paulo, con el otro Jacoby (Roberto), nos pasó que le prohibieron la obra porque iba en contra de la ley electoral brasilera. Y está bien. Ahí, más allá del caso, lo que se pone de manifiesto es que en los espacios institucionales hay un montón de leyes que son externas al arte que juegan. En la calle juega todo, porque sabés que hay leyes viales, por ejemplo, pero también hacés lo que querés. La clave está en la calle como espacio. Más allá de las instituciones, medios, publicidades, museos, el street art sigue estando en las calles, pero ¿cuál creen que será el próximo paso? La moda se va a pasar, pero el street art va a seguir... ¿es hito que se haya dado boom? ¿Hay un antes y un después? Black: Me parece es que a partir de ahora, al haber una proliferación mayor, los chicos más chicos se crían viendo una cantidad mucho mayor de intervenciones en la calle, lo cual se les presenta casi como una opción más: podés salir a jugar a la pelota o podés salir a pintar, con lo cual me da la sensación de que el que siga teniendo esas ganas de mandar su mensaje a la vía pública, lo seguirá haciendo. Dansey: Quién no escribió alguna vez sus iniciales en un árbol o «puto el que lee». Black: O algo con mayor envargadura... no sé si escribir en un árbol es lo mismo que copar un 2x2. Dansey: Claro que no es lo mismo, pero el acto sí es el mismo y es una forma de decir «acá estoy». Black: Es relativo lo que puede llegar a pasar. En ciudades como Barcelona donde fue un boom también, en este momento hay una disposición municipal que impide que en el centro se pinte y se terminaron los graffitis. La polución de intervenir las paredes va a estar siempre.

*Jacoby y Dansey fueron los organizadores del Barca en Chaco, una exposición de intervenciones urbanas realizadas en agosto del 2009 sobre los muros del casco histórico de Barranqueras. El resultado fue mucho mejor de lo esperado: se pinto un mural de más de 150 metros de largo y 4 de alto y se consiguió resignificar lo que hasta ese momento tenía una connotacion negativa para los vecinos ya que les había quitado el acceso al río y desplazó a cientos de familias que ahi vivían.



Art in Wonderland VARIETÉ/ Texto por Mercedes Rapela desde Oslo, Noruega. PH Joao Freizas.

¿Cómo medir la acción/reacción en un país donde todo ha sido medido y siempre terminan primero?

Si pudiéramos elegir una forma de reaccionar a las acciones de nuestra sociedad y el mundo, ¿cuál eligiríamos: la institucionalizada o nuestro viejo amigo el aerosol? Street art en Noruega: reacciones y acciones en el marco de una democracia socialista. Mi profesor de teoría del arte dijo que street art es reacción/acción y que solo en un país donde hubiera acción, iba a haber buena reacción. Lo dijo desde su púlpito, en el auditorio más grande de la universidad, el más grande de un país muy chico, pero muy grande a la vez. Noruega lidera todos los índices de niveles de vida, de igualdad, de democracia, y también de felicidad. Me pregunto si Oslo es la clase de ciudad donde hay acción y buena reacción. La respuesta devino en sorpresa: en Noruega el street art está institucionalizado. KORO (Kunst i de Ofentlig Rom Oslo) es algo así

como la Secretaría de Arte en el Espacio Público, una organización estatal, pagada por el Estado, pero a la vez totalmente independiente del Estado. KORO es una oficina de quince personas con un cartel de 150 artistas dedicados a experimentar con materiales y espacios, donde el tiempo y el presupuesto no son un límite, porque la meta es saber cuán lejos se puede llegar con el arte en el espacio público y cuánto se puede estirar el concepto y sus límites. Gro Kraft es la directora de KORO, una mujer que ama su trabajo y que, ya casi llegando a los 55 años, aún sabe medir el pulso del arte de una manera envidiable. Kraft fue la responsable de la genial idea


¡Sorpresa! «www.jr-art.net»

«A veces me gustaría alguna reacción (...) si nuestro trabajo tiene algún efecto en la sociedad»╣

Para más información: www.koro.no www.akdolven.com

17


de poner a DOLK (el artista más ilegal de Noruega, sino es acaso el más ilegal del mundo) a decorar las paredes de una cárcel de Noruega. Tanto los reos como los polizones, estaban fascinados con las imágenes creadas por el artista callejero, un ejemplo que ilustra cómo funciona KORO y, por ende, Noruega. Los proyectos de esta institución se pueden disfrutar por todo el país y por toda la ciudad. Caminando por Oslo, podés encontrarte con tres toneladas de lego blanco como parte de un proyecto del islandés Olafur Eliasson y en la estación de trenes, una imagen de Mary de la Novicia Rebelde en sillas de ruedas sostiene un cartel con la leyenda “The Music Still Alive”. Este tipo de intervenciones ilustran lo que Kraft me explicó como la democracia del arte. Algunas de estas imágenes pueden llegar a ser muy ofensivas para distintos sectores de la sociedad, y al respecto la directora de KORO explica que «vivimos en una democracia, y eso significa que si a mí me ofende o simplemente no me gusta y a vos sí, yo voy a tener que aguantar mi ofensa en orden de respetar el derecho de los artistas de expresarse y TU derecho a que te guste la instalación». La posibilidad de censurar un póster de 5 x 3 metros que muestra una pareja interracial homosexual en la cama desnudos es impensable, fuera de discusión y algo que no se ha hecho desde 1850 con Munch, Ibsen y Krogh, hasta la invasión de los nazis. Intentos de censura hubieron, pero la mayoría siempre gana, y la mayoría siempre elige la libertad de expresión. «¿Nunca les tiraron un huevo en alguna inauguración?», se me ocurrió preguntar, y una vez que a Gro Kraft se le pasó el ataque de risa, me dijo que no, pero que podría ser muy divertido que alguien lo hiciera: «a veces me gustaría alguna reacción, no me quejo de la libertad que tenemos, pero me gustaría saber lo que la sociedad piensa. El hecho de que estemos siempre tan conformes con lo que el otro hace, nos hace dudar si nuestro trabajo tiene algún efecto en la sociedad». Gro Kraft asegura que no es por desinterés, todos tienen sus opiniones si le preguntás, pero no van a quejarse espontáneamente, la reacción es más cercana a la idea de «¿qué pasa si el de al lado está contento? Prefiero callarme, total, ya lo van a sacar, estas cosas no duran para siempre». Uno de los proyectos más recientes de KORO es Untuned Bell: la feliz historia de una campana abandonada por desafinada y recogida por la artista AK Dolven que la reutilizó como obra de arte y punto de encuentro. El famoso grupo de 48 campanas de la Municipalidad de Oslo se encarga todos los días de tocar melodías de música clásica, pop o rock para avisar a los trabajadores cuándo pueden irse a su casa, y una vez que se les desafinó una de sus integrantes, decidieron sacarla y dejarla en el piso al frente del lugar. AK

Dolven la rescató, la ubicó en uno de los lugares de encuentro más conocidos de la ciudad, le concedió un pedal y un cartel que dice “campana desafinada”, reconociendo públicamente su discapacidad. De esta manera, las personas que pasan por ahí pueden pisar el pedal y dar señal de llegada. Untuned Bell pone sobre el tapete el tema de la desviación, la normalidad y el orden. Este proyecto pretende devolverle al lugar de encuentro público su carácter de plataforma para discusiones, manifestaciones o simplemente retomar un espacio para interrogarse respecto al uso y nuestro derecho de la propiedad sobre los espacios públicos. Hay miles de proyectos de esta clase en Oslo. En túneles, autopistas, estaciones de tranvía, metro y tren hay decoraciones e instalaciones visuales y sonoras. También en la casa del primer ministro, en la policía, en las universidades y colegios, jardín de infantes y guarderías: KORO está en todas partes, revelando que el espacio público es mucho más que una plaza o una vereda. NO FUN Pero después de salir de este estado de art in wonderland, uno se pregunta dónde está el street art no institucionalizado, o si es que existe, y qué clase de acción/reacción tenemos de ellos. Si uno se aleja de las instituciones intervenidas por KORO y se adentra en los barrios de emigrantes, se encuentra con una serie de stencils que pueden de alguna manera resumir esa “reacción”: NO FUN, una mujer en burka rosa - no fun at all - y la serie FOLLOW YOUR LEADER; DEALER; GURU. Estas dos manifestaciones reflejan, y estampan, dos aspectos de la sociedad de Oslo. El primero, que la comunidad musulmana está siendo evaluada por la comunidad feminista; la otra, que en la ciudad rige también otra estadística que no le da tanta primera plana como a la de la felicidad o de la democracia: Oslo es la capital europea con más muertes por sobredosis de heroína por habitante. Reacción/acción. En las fotos que mi guía de street art y artista Joao Freizas sacó de Oslo, uno no puede negar que los noruegos aman sus gatos, sus animales y la naturaleza, y que también tienen un sentido del humor bastante negro. Negro como los días de invierno. Después de pasear por los barrios de Grønland y Grunnerløkka, uno se da cuenta que hay dos clases de acción/reacción: 1) La democrática: todos los que quieran expresarse pueden llenar un formulario, esperar que los elija un jurado, presentar su proyecto, discutirlo y llevarlo a cabo. 2) La otra es la que el resto del mundo conoce: «comprate un aerosol en la pinturería de la esquina, decí lo que pensás y nada de quejarse cuando en las aulas de las universidades se levanta la discusión acerca de si tu stencil es o no es arte».


19


ENTRE_NOS / Texto por Mariel Breuer.

Estefanía Clotti &amp; Tati Babini Remándola en cemento.

+ info Estefanía Clotti: www.estefaclotti.blogspot.com Natalia “Tati” Babini: www.flickr.com/photos/botemovil


Estefanía y Tati tienen varias cosas en común: son street artistas, son rosarinas y llevan siempre, traspapelado entre miles de ideas y proyectos, un aerosol en su mochila. En octubre de este año fueron convocadas para ser parte del proyecto «Invisible» que instaló Dadá Mini™ en Córdoba, pero una serie de contratiempos de producción las dejaron afuera del ¡AFUERA! y no pudo ser. Pero casualmente afuera es el lugar donde ellas trabajan. Pintan y recorren las calles con su arte y dicen lo que piensan, pero como a las palabras se las lleva el viento, lo imprimen en las paredes. Tati además maneja el Botemovil, su propia versión de una galería en movimiento y «soporte y obra de arte al mismo tiempo». El Botemovil, a diferencia de ser una obra transitable, es una obra en la que se transita: un nuevo desafío para la ya conflictiva relación obra/espacio. ¿Qué pasa por la calleeee, Rosarioooo? ¿Empezaste a pintar de chica? ¿Cómo conociste las técnicas que se relacionan al street art? ¿A qué edad hiciste tu primer pintada en la calle? ¿Cuál fue la motivación inicial para salir a pintar? E: Empecé desde chica, como todo el mundo calculo, pero en la secundaria empecé a dibujar y a pintar muchísmo, creo que ahí se despertó la necesidad de hacerlo mas allá del juego. No me acuerdo muy bien cómo conocí la técnica, pero en un viaje a Buenos Aires con una amiga salimos a pasear y me mostró una frase que había hecho en stencil en cada esquina y algunas de las pintadas estaban intervenidas por otros y se formaba una conversación anónima. Eso me gustó desde el principio y fue parte de la motivación para salir a pintar. T: Cuando era chica mi viejo tenía una ferretería y me llamaba mucho la atención la pintura en aerosol. Me acuerdo que le robaba los aerosoles y salíamos con mis amigos a escribir cosas por el barrio. Me divertía mucho, tendría unos diez años. También en la escuela siempre me enganchaba en actividades relacionadas a murales colectivos y pintadas. Con respecto a las técnicas yo ya conocía el aerosol, sabía algunas cosas y también pintaba bastante. Aprendí mucho experimentando y observando las pintadas o graffitis en la calle. Después empecé Bellas Artes y ahí entendí mucho más acerca del arte urbano. Las primeras salidas fueron con una compañera de la facu, hicimos unos stencils del logo de la banda de unos amigos por toda la ciudad. Queríamos hacer una especie de campaña publicitaria y esa nos pareció la mejor manera. ¿Por qué lo haces? ¿es por una causa social, es para embellecer la ciudad, o tal vez incluso sea un nexo entre la ciudad y cada persona que la recorre día a día?

E: Trato de que por más pavo que sea el contenido o simple el dibujo, estén las dos cosas siempre, lo del nexo creo que se da solo. T: Me encanta, es muy divertido. Pienso que todos lo pueden ver, es compartir lo que me gusta. Puedo ver cómo la obra se modifica todo el tiempo y dialoga con otras intervenciones, con el espacio y con los que pasan; son un poco todas esas cosas. Está bueno que embellezca la ciudad, y que también pueda provocar alguna reflexión en los que la ven, ya sea por un mensaje directo o por el mismo simbolismo de las imágenes. ¿Sos artista de tiempo completo o te dedicás a alguna otra actividad? E: Creo que un artista es artista en tiempo completo, aunque tenga otra actividad. T: Todas mis actividades están relacionadas con el arte. Soy realizadora audiovisual, en general trabajo como utilera, escenógrafa o haciendo arte en cine y teatro. En mi tiempo libre hago mis proyectos, de cine o plásticos. ¿Quiénes fueron tu/s mentor/es? ¿alguien que aún hoy admires? E: (Piensa) Cuando empecé no conocía a nadie, ni a Banksy. Después empecé a investigar y descubrí un montón de estilos, desde Basquiat hasta Obey (Shepard Fairey) o Blek Le Rat. T: El Capitán Lanas, graffitero rosarino, fue el primero. Me acuerdo que le encargamos la bandera del viaje de egresados como excusa para conocerlo y ver cómo trabajaba. Aprendí mucho de su trabajo. Después fue Fernando Traverso, lo conocí en la facultad un poco antes de realizar sus bicicletas. Me gusta mucho su obra es muy interesante. Admiro a muchos artistas por diferentes características. 21


Conocer el estado actual del arte urbano en Rosario es una tarea nada fácil. A pesar de que hubieron acciones en que el arte salió a las calles, reiteradamente se escucha decir de los mismos rosarinos que el street art está poco establecido o que no hay un grupo conformado con objetivos similares. ¿Estás de acuerdo? ¿Vos también lo ves así? ¿Pensás que tenga que ver con falta de formación (talleres, clínicas, etc.) dentro de las técnicas como stencil, graffiti, diseño? E: Viéndolo desde adentro, puede ser que esté poco establecido, igual creo que está creciendo mucho. Hay grupos que salen, como los de la Federación Stickboxing, y a veces cuando salimos nos encontramos con otros dos que están pintando. En cuanto a la formación, no hay mucho la verdad. O yo no lo veo. T: En estos últimos años se está viendo un poco más y en gran parte porque el grupo de artistas de la Federación Stickboxing está realizando festivales y actividades relacionadas al street art. Rosario es una ciudad en la que hay muchísimas manifestaciones artísticas, y mucho potencial, se hacen clínicas y talleres sobre esto, a lo mejor no suficientes. Creo que pasa también por una búsqueda y una necesidad personal, en esto de salir a la calle, la mayoría de los artistas callejeros aprendieron por su cuenta, la misma calle fue su escuela, buscaron sus propias herramientas y recursos, ahora también vienen de escuelas de arte o de diseño, creo que eso enriquece más la diversidad de estilos en el street art, quizá es más falta de información que de formación. Trepar, correr, perseguir y ser perseguido, clandestino e ilegitimo. El street art suele ser relacionado a los hombres. Existe el preconcepto de que el arte urbano es machista. ¿Cómo lo vivís vos? ¿Existen realmente diferencias de género en la calle? E: El preconcepto existe, pero no dentro de la calle, no entre los que salimos, somos muchas chicas haciendo street art, si me pongo a contar de los que conozco, tal vez seamos más chicas que chicos... igual creo que hay una parte que son machistas, una vez un chico le dijo a una chica que estaba pintando un bomba “para ser chica lo hacés bastante bien”. La loca no le dio ni bola, pero en verdad creo que el campo está abierto para ambos en la calle, yo no siento la diferencia. T: (Risas) No me parece, quizá en su origen, no considero que el término street art actualmente sea solo eso, hay muchas formas de producir arte en las calles, como acciones, performances, etcétera. El stencil es rápido, ágil y permite una repetición en serie de una misma imagen. ¿Stencil vs. pintadas? Al ser dos técnicas diferentes los resultados cambian, pero también los procesos. Entiendo que, en el momento, estar pintando da otras libertades mientras que el stencil lleva algo

predestinado y, al mismo tiempo, aporta una agilidad fundamental para estar en la calle. Pero no soy yo la que sale a pintar a la calle, ¿qué es lo más importante a la hora de intervenir la trama urbana y cuál técnica es la que mejor aporta eso? E: Lo más importante para mí es que se entienda lo que quiero decir, cuando encuentro la síntesis, eligo la técnica. Por ejemplo, en las plazas pinto mucho, porque la gente va a la plaza y se queda una, dos, tres horas y tiene otro tiempo para decodificar, en cambio en la calle sirve la repetición, en cada esquina la misma imagen, se te graba en la cabeza y es otro sentido. T: Yo creo que todas las técnicas lo hacen, y si el stencil y las pegatinas son más ágiles, igual depende de la propuesta del artista y el concepto. Como en toda obra, es una suma de cosas, a veces una sola imagen repetida puede componer otra, se puede modificar, puede ser diferente si está estampada en una pared, o sobre la calle, en una sombra o junto a otra imagen. Eso es lo divertido, cada espacio te dice cosas distintas y de esa forma el soporte dialoga con la obra, por eso todas las técnicas valen. ¿Trabajás con un eje temático? ¿De dónde surgen los intereses? ¿En que estás trabajando hoy? E: Los ejes temáticos son etapas, algunas se meten adentro de otra, pero trato de cambiar con cierta frecuencia. Los intereses surgen de la vida cotidiana, alguna noticia, alguna reflexión existencial (risas). Ahora estoy haciendo decenas de pájaros en stencil, es como una comunidad en la que ningún pájaro es igual al otro. T: A veces depende del espacio que voy a intervenir, el soporte es un disparador, en general trabajo una idea hasta agotarla, como también realizo grabados, xilografía, serigrafía, aguafuerte, etcétera. Cuando hago una

«en la calle sirve la repetición, en cada esquina la misma imagen, se te graba en la cabeza (...)»╣ serie también la pienso para pegatinas en la calle que se van adaptando al espacio. Actualmente estoy trabajando en una serie de serigrafías y stickers, con imágenes extraídas de enciclopedias ilustradas, de naves espaciales y satélites rusos. Quiero hacer una campaña ficticia sobre cómo será vivir en un futuro cercano, tomando con humor el 2012/fin del mundo, con afiches que vendan terrenos en la luna e instrucciones para abordar naves espaciales, mochilas propulsoras e interruptores para volver al pasado o ir al futuro en caso de emergencias. También estoy realizando un micro documental sobre pasacalles de amor en mi ciudad y realizando algunas acciones al respecto.


¿Trabajo en equipo o individual? E: Casi siempre individual, pero siempre salgo en equipo, de vez en cuando las obras se conectan. T: Salimos en grupo, en general cada una tiene sus ideas a veces se fusionan y otras no, también reclutamos amigos que nos ayudan y vienen a divertirse. ¿Cómo es la relación de arte urbano y la policía en Rosario? ¿Cómo es la reacción de la gente? ¿Alguna vez fueron perseguidas por sus obras? ¿Por la obra en sí, por su tema o por el solo hecho de hacerlas? ¿Consideran “clandestinas”sus obras, o a ustedes mismas? E: Personalmente nunca tuve problemas, pero conozco casos en que les secuestraron las plantillas y los aerosoles. Y la gente: con la mayoría, la mejor siempre, se te ponen a hablar (más cuando se sale de día), te sacan fotos, hay buena química, pero de vez en cuando está el que te dice “andá pintar la pared de tu casa”. Considero a la obra anónima. T: La relación con la policía es como en todos lados, es claro que si estás pintando sin permiso en un espacio público o privado es ilegal, se considera acción delictiva por daños a la propiedad y demás. Hay gente que opina lo mismo, piensa que es vandalismo, hay una línea muy fina entre ese tipo de vandalismo y el arte, es bastante complicado el asunto, nosotras generalmente pintamos más en espacios públicos, tratamos de evitar conflictos con la gente, por eso no tuvimos muchas escapadas. La clandestinidad de por sí está ligada al arte urbano, creo que está bueno lograr una identidad a través de la imagen. Yo firmo con seudónimo en todas mis producciones, sean urbanas o no. Tati, ¿cuántos años tiene el Botemovil? ¿Cuál es el sentído de tener una galería ambulante si vos de por sí ya sos una artista nómade? ¿El Botemovil es una obra o es un simple espacio expositivo? ¿Alguna vez te pararon alegando que sea una distracción para el conductor? ¿En que lugares del país -o mundoestuvo? ¿Lleva a cualquiera? ¿Cuál es el mayor miedo del Botemovil? ¿Y el de su conductora? T: Está circulando desde el 2005, lo llamo galería/ ambulante-galería de imágenes (como en la red). Es un espacio-sitio que contiene obras e intervenciones de artistas y no artistas. En esta galería no se rechaza ninguna obra, más que una galería es un microcosmos en el que conviven objetos, pensamientos, frases, momentos vividos, que en el auto se transforman en arte y todo junto es un caos visual único. Botemovil es también una obra en sí, es soporte y obra al mismo tiempo, plantea un recorrido visual por su interior y exterior. Lo interesante es la experiencia que se vive conduciendo, estando dentro de la obra, se puede observar y analizar la recepción de la gente, en un circuito como la calle donde hay diversidad de espectadores, preguntan, opinan, dejan carteles en el parabrisas, sacan fotos, colocan frases; y casi todos lo relacionan directamente con el arte, eso me llama mucho la atención, es siempre una obra en constante

cambio. No me detuvieron por eso particularmente, en algunos controles me suelen preguntar si no distraigo, y si puedo ver bien. Respondo que veo y me dejan ir. Es lógico, hay mucha información visual en el auto, yo sé lo que implica y trato de ser lo más responsable posible. La mayoría de los viajes del Botemovil fueron en el interior, el auto no deja de ser una herramienta de trabajo para mí, así que por rodajes viajamos seguido, casi siempre por Santa Fe. El Bote y yo, le tenemos miedo a la oscuridad (risas). ¿Hacia dónde pensás que se dirige el arte urbano en Argentina? ¿Como artista, te animás a algún pronóstico posible? ¿Y el Botemovil hacia dónde va? ¿Usa GPS? E: Veo que de a poco se están abriendo un montón de espacios y que el concepto cambió del acto vandálico a una manifestación artística y es genial. Veo que se está entrando a los museos y es buenísimo que se haya llegado a ese reconocimiento, pero el espacio que necesita el arte urbano es la calle, lo que sueño es que haya una política cultural en la que a los artistas urbanos se le den los espacios, edificios, instituciones, lo que sea que sea público a intervenir y que el artista viva de eso y su arte en la calle. T: Creo que el arte urbano es un fenómeno que crece cada vez más, si bien existe hace mucho tiempo refiriéndome a todo tipo de expresión artística en la calle-, el espacio conquistado es bastante amplio, además hay más material de investigación y eso me parece muy positivo para conceptualizar este proceso. Todavía queda mucho por andar y muchas discusiones sin acuerdo, ¡discusiones en fin!, que se generen, ya es un camino. El Botemovil está en pleno desarrollo, es el tema central de mi tesis en Bellas Artes. Botemovil es una especie de experimento antropológico y artístico que está tomando una dimensión enorme, por ahí va y hasta agotarse no se detiene. Si entran a www.flickr. com/photos/botemovil, hay material fotográfico de la galería donde se puede ver su GPS... está dibujado en un Post-it. Artistas callejeros que viven en tu mente... E: Os gemeos, Blu. T: Me gustan muchos artistas. Los que me marcaron son Jean Michel Basquiat, Roadworth, Banksy y Alberto Greco por su Arte Vivo. 3 herramientas que no pueden faltar a ningún artista callejero: E: (Duda, luego piensa, piensa, luego existe) No sé, mis amigos se van a reír: una botella con agua, cinta de papel (a veces no la uso, pero por las dudas) y un trapo (risas). T: Una pared, un aerosol y una carpeta llena de imágenes, bocetos o stencils.

23



CURADOR DE LA GALERÍA / Texto por Horacio French.

¿Cuánto arte vemos en la calle? «De patitas a la calle» da a que uno lo hace silenciosamente, como escapándose de su casa. Invisible. Esta es la escena que abre el proyecto producido por nuestro equipo con un grupo de artistas urbanos para la Muestra Internacional AFUERA! Arte en Espacios Públicos, realizado en Córdoba por el AECID y el CCEC en octubre de 2010. Diez días intensos compartiendo latas, peatonales y colchones entre los artistas visitantes de Buenos Aires y los residentes de Córdoba. 16 artistas que salieron a invadir la ciudad de Córdoba en clandestino, entre la gente en plena actividad urbana, como el flanêur de la vieja escuela que observa todo mientras pasa invisible entre la multitud. Los artistas invitados en esta sección son - ¿cómo decirlo? -... explosivos. Incitan a unas hojas que están por estallar de ruido visual. Freshcore con sus party trash y Mirtha Bermegui con sus erotic trash. Por otro lado, para contrarrestar un poco, se encuentra Paula Duró con sus coloridos personajes naïf que nada tienen de trash y una obra alquímica y cargada de rituales primitivos, dibujo en negro y na-

turaleza plena, es Irana Douer. Patitas a la calle merece un lugar privilegiado en el arte. Mucha obra se trabaja en la calle, muchos artistas apuestan ahí y encuentran esa libertad de expresión. Es placentero salir a la calle y ver arte en cada esquina, observar la incansable expresión que hay, distraerse un poco mientras se camina y apostar en esta plataforma que es pública y para todos.

25


Sala de «El Panal» antes de su intervención.

Proyecto Invis

Sheila Lupiañez / Instalación Visual-Sonora


Nicolás Romero / Sintético y latex.

ible.

Revista Dadá Mini™ para la Muestra Internacional de Arte ¡AFUERA!

Guillermo Barberis, Martín Ferreyra / Mural Colectivo.


Nicolรกs Romero / Membrana Asfaltica.

Omar Omar / Stencil.

Max Murad / Pegatinas.


Triangulo Dorado / Aerosol.

Nazzareno Stencil, Omar Omar / Stencil.


Nazzareno Stencil, Omar Omar / Stencil.

Mart铆n Ferreyra / Latex .

Sergio Gravier/ Instalaci贸n Exteriores.


Dame Graf / Aerosol.

Francisco DĂ­az / Aerosol.


LA GALERĂ?A /

Argentina | http://www.bermegui-artistavisual.blogspot.com


Mirtha Bermegui. Me gusta la palabra “desborde” y más me gusta la expresión “desbordada de amor”. Me gusta lo ilimitado. Me gusta el amor y el sexo y la vida porque son ilimitados. Desde hace años exploro la imagen erótica y sexual en mi obra artística, reflexiono sobre estos temas desde distintos puntos de abordajes estéticos interpelando a quien mire desde la intimidad, el misterio, el juego, el humor y la seducción. Tengo una idea precisa y un imaginario exaltado lleno de contradicciones, de provocación, de irritada felicidad. Me gusta hablar de este exceso, del desborde constante que caracteriza mi interior. Mi corazón pierde los límites y mi mente crea diques, así es todo el tiempo, una lucha cuerpo a cuerpo. Lucha de cuerpos. El corazón me puede, el amor me mata y me fascina, el amor me harta, me des-borda, pierdo el hilo, pierdo el camino, pierdo mi rastro. Entonces llega la men-

te que ordena, calma, aquieta, habla. Y vuelvo a estar en equilibrio, pero no en el medio, en el borde, mi medio siempre es el borde. Este territorio está marcado por la constante tensión entre ideas precisas y un constante deseo de perder los límites. Deseo. Erotismo. Sexo. Sexualidad. Amor. Humor. Felicidad. Miedo . Todo estalla hacia otras dimensiones. El espacio físico no me alcanza. La mera expresión no me satisface. Quiero decir tanto y para decirlo busco nuevas maneras, nuevos idiomas para seguir reafirmando aquello que quiero decir porque quiero que se me “sienta” bien: me centro en volver a nombrar el amor, la felicidad, el deseo, fluctúo entre el hallazgo y la pérdida. Creo un escenario donde los hago estallar como una fiesta y voy por más. Siempre voy por más.

33








LA GALERĂ?A /

Argentina | http://www.keepinmind.com.ar | www.ruby-mag.com.ar


Irana Douer. Ejemmm... acá se supone que va un texto pero no tengo ningún texto que acompañe estos dibujos.

41



43





47


LA GALERĂ?A /

Argentina | http://www.flickr.com/photos/doriduro


Paula Duró. El arte es extensión del juego y el juego es la mejor manera de mantenernos sanos. Hago arte porque lo que me rodea me maravilla, no puedo ofrecer respuestas a preguntas pero puedo compartir un cosmos donde antes reinaba la nada. Como habitante de Latinoamérica creo que el arte no puede dar explicaciones racionales del mundo, si no que más bien es una entidad que late con un corazón propio impulsado por el misterio. Creo que lo que busca la pintura es parir algo que se mueve tan rápido que no lo podemos ver, materializar fuerzas

invisibles, darle al espíritu una materia y una forma que puede traducirse en colores, ritmos, música para que el mundo vuelva a ingresar en nosotros nuevamente y seamos una misma melodía. Para mi es una actividad intuitiva, me transformo en canal de lo que la tierra quiere decir. Mi tema de conversación es personal y a la vez universal, cuento la historia del mundo que también es la historia de mi vida. Son testigos y también participes los árboles, los ríos, el fuego y las piedras, todo late y es necesario cuidarlo.

49








LA GALERĂ?A /

Argentina | http://www.flickr.com/photos/freshcore


Freshcore. La posta es que no estoy en mi mejor día de inspiración, me está costando mucho escribir algo copado para esta sección donde me tengo representar por así decirlo de una manera inusual. Supongo que es para que el chabón que está leyendo esto se entretenga más y no que lea el clásico: «Me llamo Federico Tanto, tengo veinititantos años, soy tal cosa…». De una, qué pija eso, es como el primer día de clases que la profesora dice «Bueno, a ver, nos vamos a conocer, que cada uno se presente...» y cada alumno se presenta de la forma que ya dije antes, de esa forma que estoy huyendo.

Capaz que mañana me levanto inspirado y te tiro un texto de presentación digno de un premio literario (estoy exagerando un poco con lo de premio literario, ¿está claro?), pero justo hoy no me sale, y si no entrego esto ya, me van a odiar, creo que tienen parado el tema de mandar la revista a imprenta por mi demora y falta de inspiración (momentánea), pero bueno estoy haciendo el intento, y al mismo tiempo me estoy dando cuenta que creo que con esto que escribo mas las 7 fotos que salen en esta revista alcanza para presentarme.

57









Cuadernos Compulsivos Dando una vueltita en el andador.

65


CUADERNOS COMPULSIVOS

Absolutamente nada Por Emilio Cuitiño.

«No puedo odiarte porque yo te elegí; pero puedo odiarme a mí, casualmente por la misma razón, lo cual implica que estoy en condiciones de culparte por ser la causa de mi derrumbe. Entonces, en virtud de un ejercicio de paradójica egolatría, supongo que sí te odio, hija de puta». «Sólo vos sos capaz de lograr que no importe que no me quieras con tal de que estemos juntos un tiempo más. Por eso quiero llevar hasta el límite de lo soportable este momento de mierda, para que sientas lástima por mí y no indiferencia, ¿te copa?». Eso escribí hace tres meses en un papel que dejé pegado en la heladera, debajo de un imán de la rotisería que hace las pizzas más baratas de la zona. ¿Y cómo lo recuerdo con tanta exactitud? No lo recuerdo, lo estoy leyendo ahora mismo porque cuando volví a buscar algunas cosas que había dejado olvidadas en el departamento, supuse que ese texto sería bueno como comienzo de un cuento, y por eso lo guardé antes de irme definitivamente. Ahora pienso, a la distancia, ¿qué mente morbosa tiene la capacidad de poner punto y aparte en un mensaje lleno de odio y humillación, después de haber consumido medio litro de vodka, 27 cigarrillos y haber llorado convulsivamente durante tres ho-

ras? Supongo que eso es lo peor que tenemos los escritores, esa aparente falta de compromiso con la vida –que en realidad es agotamiento- que nos hace actuar de formas incomprensibles, con exagerado cinismo, cuando nos aferramos a una obsesión. Porque convengamos que las obsesiones son lo único que nos queda cuando todo da lo mismo. La noche que dejé el departamento, salí a la calle con algunas de mis cosas, llevando una mo-

chila rota que siempre amagué con hacer arreglar. Ni siquiera tenía ganas de pedirle a un amigo que me alojara en su casa. Me subí al colectivo que tomo todas las mañanas y bajé frente al lugar donde trabajo. Fue raro que, en una situación así, haya elegido el sitio que menos representa lo que soy, pero más raro aún fue que el colectivo haya pasado a las tres de la mañana. Me senté en el cordón de la vereda y me dormí con la nariz apoyada en mis rodillas. Pasados dos meses, sé que no hacía falta, pero nos vimos una vez más, acaso para saber si alguno de los dos se había transformado en el otro. La gente no se entiende hablando, porque no hay nada que entender. Nos miramos un rato, vos me acariciaste la cara, y con eso nos ahorramos una escena llena de gritos y cachetadas. Es fácil traducir las caricias, la pausa ínfima en un momento de la trayectoria de tus manos, la presión de las yemas sobre la piel, el desliz entrecortado, sin ritmo. Me querías decir que ya no tengo que necesitarte, que borre tu número de mi celular –aunque eso sólo fuera simbólico, ya que lo podría decir de memoria, al revés y en cuatro idiomasy que cada uno se fuera por su lado del mismo modo: sin decir absolutamente nada.


Tengo un mundo de significaciones Por Cocó Muro*. www.refrescodelimonada.blogspot.com

El apocalipsis sobrevendrá el día en que los vea deambular con rayones por todo el cuerpo, con chapitas aplastadas en la frente, escupiendo chicles masticados por la nariz y que de la boca les emanen sonidos de corneta en vez de palabras. Un semiólogo sale a caminar por la calle, vuelve a su casa tosiendo humo y reclamando a los gritos: «¡¿pero qué carajo significa todo esto?!» * Refritando, no hubo tiempo.

0/ 2 0 /me et-jr»

varían metro a metro, todo es confusión, ruido, chapitas incrustadas en el asfalto, paredes escrachadas con fibrón, chicles pegados en el cordón de la vereda y cigarrillos a medio fumar esparcidos por las baldosas que sostienen el poste de parada de colectivos. Lo preocupante de la situación es que, según los autores, los ciudadanos incorporarían a su manera de socialización los peculiares modos de tiempo y de espacio, de movimientos, de ritmos y velocidades del lugar donde se suceden sus existencias, es decir, la ciudad. Deducimos entonces la desprolijidad, suciedad, impaciencia, intolerancia y despreocupación por el bien común de la cual harán gala estos seres.

rp ¡So

67

a! «www.blog.ted.com/2010/1

Leí por ahí alguna vez la apreciación de no recuerdo qué autor que decía algo así como «un semiólogo sale a caminar por la calle y resuelve juegos de significados y significantes en cada esquina». Se refería a que, aquel afecto a la disciplina semiótica, encuentra signos por doquier y se hace un festín si acaso se le ocurre resolver las intrincadas adivinanzas que propone el paisaje urbano. «La ciudad no sólo funciona, también comunica», explica Margulis y lo refuerza con una nota al pie de Eco agregando que «disfrutamos de la arquitectura como acto de comunicación, sin excluir su funcionalidad». Resulta entonces que es verdad eso que la ciudad puede leerse como un texto, cual “escritura colectiva” susceptible de ser decodificada por medio de sus calles, edificios, movimientos y hasta en los comportamientos de sus habitantes que reflejará un mundo de significaciones compartidas y construidas a lo largo de la historia. Convencida de todo aquello, salgo a caminar por la cintura cósmica del sur para toparme con sus signos, apelando al vagabundeo con espíritu abierto y perceptivo cual flâneur a lo Walter Benjamin descifrando París en 1930. O más bien uno de esos clochards con lo que entablaba diálogos y demases la Maga de Cortázar. Y justamente ahí radica el primer error, porque esto es Buenos Aires y aquello es París y por estos lares la ciudad es ilegible a juzgar por su letra cursiva apurada, tachoneada, de tinta volcada y con imágenes que se confunden unas con otras. No hay renglones, las tipografías

re s


CUADERNOS COMPULSIVOS

La colorada Por Erwin Otoño.

En la habitación de todo joven argentino hay dos placares. El que está empotrado en la pared del dormitorio, con puertitas de madera, cajoncitos para la ropa interior y que viene por defecto con el departamento. El otro, es un placard tácito que uno construye a medida que transcurre su vida y, eventualmente, se termina convirtiendo en el de mayor uso. Se llama “abajodelacama”. El riesgo de éste es que carece de divisiones o estantes, entonces es difícil encontrar a primera vista lo que uno busca. Esto me pasa con el calzado. A veces están las dos zapatillas de lona roja, una al lado de la otra. Otras veces, sólo encuentro una. Curiosamente, siempre es la izquierda la que tiene asistencia perfecta. Esta situación se repitió durante varios días, hasta que dejó de ser una simple casualidad para transformarse en algo sospechoso que llamaba poderosamente mi atención. De a poco, empecé a notar que la zapatilla derecha tenía, inclusive, marcas de desgaste más pronunciadas que su compañera. Para la segunda semana lo obvio se hizo evidente: mi zapatilla se escapaba de noche para verse con alguien, a mis espaldas. Aclaro que no soy posesivo ni paranoico, no soy de comerme la cabeza fabulando historias de engaños y mentiras, pero exijo un mínimo de fidelidad por parte de mi ropa. El año pasado me pasé todo el invierno creyendo que había perdido un sweater

con rombos para encontrarlo después entre los pulóveres de mi ex novia. Ella me dijo que no sabía como había llegado ahí y le creí. De todos modos, volvamos a mi promiscua zapatilla roja. El lunes a las 5 de la madrugada escuché pasos en el living. Todavía estaba despierto, en la cocina, comiendo unas galletitas con pasas de uva. Esgrimiendo un escobillón como arma defensiva, busqué la presencia de algún visitante en lo oscurito. No había nadie. «Esa atorranta…»-, pensé. Fui rápidamente al dormitorio, miré debajo de la cama y ahí estaba ella. “Impávida”, la describiría alguno; “haciéndose la boluda”, diría yo. No quiso hablarme, nunca lo hizo, tampoco esperaba una explicación de su parte. Las manchas de barro en el costado de la suela y la mugre en la punta de los cordones lo decían todo. Había estado en la calle durante la madrugada, con alguien. No sólo eso, sino que se habían echado un polvo: toda su plantilla estaba llena de talco. La situación era repugnante. Hoy, Chano, mi mejor amigo, confirmó mis peores sospechas: había visto a la zapa roja en la placita de los pinos a los arrumacos con otro, mucho mayor que ella: un mocasín negro número 46.


La huella de Albella Por Pablo Albella (el de la huella).

www.elparquee.blogspot.com / www.hambree.blogspot.com La calle se me ofrecía cómplice, silenciosa y brillante. Su palidez apenas atenuada por los rayos débiles de un amanecer esperanzador me abría las puertas de mi verdadero yo. Y así me fui. Siempre me dejé llevar y esta no era la excepción. Me fui una vez más, me fui para escapar, me fui para volver. Veinte minutos antes hubiera preferido un avión de papel, un barco fantasma o un globo de aire inflable, pero la vida me había llevado hasta ahí, y la única solución parecía ser ahogarme una vez más en el río inmóvil de cemento. Recuerdo que sentí un despertar inquieto y una acidez corrosiva pidiendo a gritos un

escape inminente. Aquel no era yo, yo no era aquel, y aquel ya no era nadie. Mi sueño había sido la utopía de un nuevo nacimiento lejano, solitario y personal. Elecciones malas o no, pero elecciones al fin. Vivía cómodo y eso me incomodaba. Un día lo sentí: un despertar inquieto pidiendo a gritos un escape inminente. Veinte minutos después, un globo de aire inflable me abría las puertas a mi verdadero yo. La acidez corrosiva de un nuevo nacimiento se me ofrecía cómplice, silenciosa y brillante. Aviones de papel y barcos fantasmas incomodaban la pálida claridad utópica de mis sueños, a la vez que puertas de

cemento se abrían mostrándome calles vestidas de amanecer. Ríos repletos de nadie, elecciones incómodas y solitarias desfilaban ante mí. Los gritos ahogados de ese yo que alguna vez había intentado ser aquel se transformaban en rayos que desbordaban los límites de mi cuerpo pidiendo una solución, un fin. Y así me fui. Siempre me dejé llevar y esta no era la excepción. Me fui una vez más, me fui para escapar, me fui para volver. Al igual que las palabras, las calles son caminos estáticos, inmóviles y sin sentimientos; y a pesar que elijamos las mismas, nuestra huella siempre será distinta.

de dejar su corazón en el primer escalón. Se lo devolveremos». La calle llora y se hace río. Nosotros lloramos y nos hacemos pedazos. 1 a 0, gana ella. Sin embargo, los días se hacen en la calle y las noches, en su cama. Acá, aunque sin corazón, gano yo. Al salir de su casa y con el bobo encima, no hay cordón que me enrede los pies. Es cierto que se tiene mucha calle, al menos yo la tengo pegada al cuerpo y no me agrando. Chocarse con la gente en la peatonal, es tener calle. Caminar cuadras y cuadras para lograr algo que se resuelve en dos minutos, también. Tomarse más de cinco bondis al día,

¿me vas a decir que no? No dudo en que la calle es mía aunque las John Foos queden en mi pieza. Quizás las personas que andan no se dan cuenta, pero quienes caminamos no vamos atados de pies ni de manos. Me hago cargo de los pozos, los baches y hasta de las lomadas. Se lo merece. La calle me vio gotear, reír y hacer unos cuantos clicks. Es así, la hago mujer como ella me hizo a mí, por eso insiste en que mi calle favorita quede entre su cama y mi espalda. Y no exagero.

Calle - sé. Por Pau Jimenez.

www.paujimenez.com.ar Todavía no sé si la calle se nos parece o es que nosotros la humanizamos de tanto andarla. El asfalto cansado, el acumulo, el pisoteo constante. Las vallas que contienen eso que tanto queremos decir. La solidaridad del verde y la impotencia del amarillo. La furia del rojo y la insistencia de los marrones, son muestras de que la calle se mimetiza con los hombres al menos de alguna manera. Todo me huele a calle, hasta su casa. Sin querer o más consciente que nunca, me cobra peaje en la puerta y pone un cartel luminoso que dice «Callesé la boca y encienda sus luces bajas. No olvi-

69


CUADERNOS COMPULSIVOS

Mirame, mirame, mirame Por Rosario Villani.

Todas las mañanas viajo en colectivo y paseo en tren casi todos los fines de semana para visitar amigos. Estar en la calle es lo mío, puedo pasar horas caminando, chequeando vidrieras, chusmeando lo que otros traen puesto, lo que hacen, lo que hablan y mirando la gente pasar (la gente pasar, dice el coro). Pasatiempo preferido: caminar sin destino amenizando la marcha con melodías agradables - y me vuelvo loca cuando en mi reproductor ambulante suena el tema «Free As a Bird» de The Beatles. He visto de todo y más de una vez pedí que me vean. Sí, y por más absurdo que suene, estoy segura que más de uno alguna vez hizo lo mismo.

Un día lo encontré, mirando por la ventanilla, serio, absorto en su música. Me había encantado su aspecto físico, pero aún más llamativo fue su carácter, la manera de sentarse, de manejarse frente a esta odiosa situación, y lo cual me provocó repetir mentalmente a manera de mantra un pedido de visibilidad, ¡ay, que crucemos miradas!. Quién sabe, pudo haber sido la persona que había estado buscando todo este tiempo. «Mirame, mirame, mirame...» y así estuve media hora de viaje. Mientras rezaba la plegaria de atención, me imaginaba qué pasaría si... y mi imaginación empezó a volar - y no es casualidad que el tema que me vuelve loca evoque la libertad como la de un ave - y en la parte del matrimonio, concluí con el fantaseo, y resignada opté por mirar hacia la otra dirección. Faltaban algu-

nas pocas paradas para bajarme cuando siento una mirada que me traspasa, como si me estuvieran ojeando. Ahora era él me estaba mirando, me analizaba, un poco intrigado quizás, y a esa altura ya teníamos dos hijos y un Golden Retriever. Sentí que podía leer la sarta de boludeces que venía fabulando y me inhibí: «No me mires, no me mires, no me mires...», era la nueva prédica que murmuraba por lo bajo. Se paró, caminó hasta donde estaba yo ahí al lado de la puerta de descenso y simulé buscar el teléfono en la cartera para no mirarlo. Tocó el timbre para solicitar la próxima parada y escucho que me dice: «Che, ¿asi que tocás el violín?”. Lo miré atontada, como si no comprendiera el español, y me señala el instrumento que me acompañaba. Conteste que sí, me alcanzó un papel y se bajó. No entendí nada. Me incomodó la cantidad de testigos que me rodeaban y podían dar cuenta de mi estado de confusión total. Llegué a casa y miré aquel papelucho: «Me intrigó siempre la gente que toca el violín, te paso mi número para charlar. Jorge». Nunca llamé a Jorge. No era la primera vez que alguien preguntaba por mi curvilíneo acompañante: mujeres, hombres, veteranos, adolescentes con y sin acné, lejos o cerca de la pubertad me han frenado en la calle con la excusa de saber por qué cargo el instrumento al hombro. La curiosidad mató al gato y la falta de originalidad, Jorge, acabó con nuestro matrimonio.


Tengo que dejar el trabajo Nicolás Cacciavillani.

Son las nueve de la noche y heme aquí, parado frente a la puerta de mi casa. Me olvidé las llaves en la oficina. Quisiera que esto no fuese verdad, pero es así. Aprieto los dientes y puteo a todos los que - a pesar de su inocencia con este hecho particular - tuvieron algo que ver con mi día y con este maldito infortunio. Quién pudiese congelar ese instante en el que por distracción o por completa estupidez olvidé revisar dos veces el escritorio y guardar las benditas llaves en mi bolsillo. Maldita Lila, mi secretaria, de la que estoy seguro está enamorada de mí en secreto y tuvo algo que ver con tal de que vuelva a la oficina para retenerme… Hoy, justo después de saludarme, me dijo «Tené cuidado con los papeles que se están acumulando, vos no perdés la cabeza porque la tenés pegada, decí que estoy acá para ayudarte»… ¡Y lo dijo riéndose!... Puro amor reprimido, jamás me tendrá. Ahora mismo voy a buscar un cerrajero. ¿Y si fue el pibe del café porque le anuncié hace unos días que hoy sería su último día en la oficina? Ese hijo de su madre, seguro que me está esperando abajo para tomarme por sorpresa y darme de a palazos. En la calle hace un frío de cagarse y ni bien estuve en la puerta trasera del edificio opté por ir a buscar la cerrajería. Camine como un condenado, unas 15 cuadras a la redonda, y nada. ¿Acaso los cerrajeros no trabajan los viernes? Ahora sí que estoy jodido, mejor llamo a Lucre,

la chica con la que salgo, no es que sea un Don Juan, pero sabe claramente que lo nuestro es sin ataduras. Quizás pueda quedarme en su casa hasta que mañana vuelva a la oficina a buscar la llave. Agarré el celular y marque su número «Trrr, Trrrrr, Trrrrr, el número que usted está tratando de contactar se encuen… »... detesto las operadoras, tan impersonales, tan irritantes… No veo otra opción que tomarme un taxi de vuelta a la oficina y buscar esa llave. Me acerqué a la vereda, estiré la mano y ya estaba en el taxi rodando a toda velocidad. «A ver si esta pesadilla termina de una vez», mientras pensaba siento que el celular empieza a sonar: «¿Hola?», pregunto, y responde la voz de Lucre «Hola, estaba justo hablando con un amigo, disculpa… ¿cómo estás?» Esta mujer me está haciendo un chiste, pensé. «Me estoy yendo a la oficina a buscar la llave, me quedé afuera de casa…», y le

71

conté todo el calvario. Se ofreció esperarme allá, que no quería que estuviese solo... ¡al fin una buena! Cuando llegué, Lucre estaba en la puerta del edificio, subimos juntos. En el ascensor me aconseja relajarme, que me estoy olvidando de las cosas especiales... «bla, bla, bla», pensé. Piso 10, llegamos a la oficina. Abro la puerta y entramos. La sala está especialmente oscura. Me acerco al interruptor de la luz y enciendo… ¡sorpresa! Todo el equipo de trabajo está ahí, guirnaldas y una pancarta que dice «¡Felices 40 Javier, todos te queremos!». Me doy vuelta y Lucre agita las llaves de mi departamento. Apago la luz nuevamente y la vuelvo a prender: «es verdad, acá estan todos».


Sabías que... Muchos estudiantes de Conservatorio tocan en las estaciones de subte para curarse el pánico escénico?

VARIETÉ / Texto por Madiel Breuer.

Arte inmediato

Entre el aerosol y la pared.


Cotidianamente usamos la palabra inmediato como una medida de tiempo, lo instantáneo, el ahora mismo. Ahora bien, lo inmediato también puede entenderse como libre de mediación: es decir, nada entre A y B. ¿Se puede pensar en una situación donde A es una obra de arte y B es un espectador, y no hay absolutamente nada que contamine esa relación? Un espacio de exhibición, la intención del espectador de “ir a ver”, un cordón de seguridad o la imposibilidad de tocar y sacar fotos, suele ser lo que se interpone entre A y B. Pero cuando la obra se encuentra en la vía pública a entera disposición del espectador, ¿es correcto hablar de la inmediatez en el arte? «el arte en la vía pública es internacional, sin embargo no internacionalista»╣

El arte tomó las calles en la década de los ‘70 en Estados Unidos y desde entonces se extendió por todo el mundo, saltando de una ciudad a la otra, pero no de un modo posmoderno buscando unificación de estilos, sino absorbiendo y reinventando la cultura de cada región. Por eso podemos decir que el arte en la vía pública es internacional, sin embargo no internacionalista. A este movimiento, desde ya evolutivo, se lo llamó street art, o lisa y llanamente arte urbano o callejero. Y aunque es un error pensar que es equivalente al graffiti, dificilmente encontremos algún artista callejero que no reconozca sus raíces y bases de su arte en él mismo o en sus tags. Lejos de ser una moda y un estilo, el street art es un movimiento que abarca un sinfin de técnicas y que desde hace más de 40 años mantiene su vigencia. El artista Ser artista en las calles urbanas poco tiene que ver con otros movimiento artísticos. La formación dista de ser académica y en muchos casos se codea con el mundo del diseño gráfico y la experimentación con tipografías. Consiste en recorrer las calles, familiarizarse con la ciudad, la gente que la habita, la arquitectura que le da forma y dialoga con ella. Un vagabundeo constante, preferentemente por las noches mientras los ajenos duermen, hasta encontrar el lugar indicado para plasmar una imagen o consigna, y asi develar (y desvelar) la trama urbana de adentro hacia afuera. El

arte urbano es producto de un artista, pero primero es producto de la ciudad, de la necesidad de mostrarse dentro de las masas, de no ser uno más. El artista se enfrenta a peligros en la calle. El primero es la policía: en casi todo el globo, tomar espacios para dejar arte es considerado un delito, sea ese espacio público o privado. La persecución y el arresto es un factor común entre quienes utilizan la ciudad como soporte de sus obras. Y, como si no fuera suficiente, se suman todos los peligros de la noche que incluyen el ataque de las pandillas, los asaltos y eso sin siquiera mencionar la incomodidad de trabajar en la oscuridad. El artista es el creador del factor A de la relación inmediata, es quien regala su obra de modo desinteresado y la deja a disposición de todo el público. Cada uno elige si detenerse a contemplarla o hacer ojos ciegos y seguir enfrascado en sus cavilaciones.

73

La ciudad como soporte El propio entramado de la ciudad es el principal disparador creativo de todas las manifestaciones posibles del arte urbano o street art. La ubicación de una obra - sea site-specific o no - es fundamental, y en muchos casos tan importante como el diseño plasmado.


Por otra parte, es en las grandes ciudades donde las desigualdades sociales se hacen más evidentes y esto fue, desde los comienzos, un motor de las primeras creaciones. Pero el soporte es la ciudad y no solamente sus muros. El juego, el diálogo entre las obras y la urbe es lo que hace de estas manifestaciones, un fenómeno. Cada artista conoce la ciudad en la que trabaja como el pintor a su lienzo y, al igual que él, compone su obra con las intervenciones. Cartografía de las intervenciones urbanas New York: Bomb the system (1) Retomamos unidad 1: a principios de la década del ‘70 explota el fenómeno. La acción: firmar, marcar el territorio, o tal vez simplemente decir “acá estoy”. La tipografía es variada e infinita y creación de cada artista. Medio: aerosol, marcador, pintura. Soporte: paredes, medianeras, carteles publicitarios, ventanas, vidrieras, puentes, trenes, acoplados de camiones, lo que venga. Condiciones: que pueda comenzarse y terminarse dentro de los dos minutos aproximadamente. Los primeros artistas pertenecían a grupos minoritarios de Queens o Bronx, barrios que si hoy son vistos como marginales, en los ‘60 y los ´70 eran comparados con Europa tras los bombardeos de la segunda guerra mundial. Algunos de los artistas más prolíferos fueron Julio 201, Taki 183 (gracias a cuyo tag o firma en 1971 se publicó en el New York Times una nota titulada “New York, graffiti capital of the country”) y Ramellzee quien, además de artista, fue uno de los primeros teóricos del graffiti al determinar tres clases de tag, pero principalmente por definir al wild style que para muchos es un estilo de vida. Intensamente ligado con la cultura hip hop, el graffiti tomó las calles y el wild style fue la evolución desde la firma lineal hasta los tags que juegan de modo más extremista con las tipografías, los colores, los tamaños y en muchos casos incorporando personajes. Esta fue la marca registrada de New York en los ‘70 y ‘80. Una frase define la escena: BOMB THE SYSTEM. Bomb además de significar ”bomba” es la acción de agitar y gatillar la lata para que salga la pintura. Si el graffiti copaba las calles en su totalidad, ¿quién controlaba el sistema? (2) París: Invadiendo el espacio La novedad americana no tardó en cruzar el océano hacia el viejo continente y París es una ciudad particularmente importante para el desarrollo del arte urbano. Blek Le Rat viajó, vio por sí mismo el graffiti en New York y el interés fue instantáneo. Volvió a Paris con la convicción absoluta de empezar a taggear la ciudad, pero poco tardó en darse cuenta de que el graffiti nada tenía que ver con Paris ni con su arquitectura. La necesidad de imprimir en las calles su arte encontró un nuevo medio: el stencil. Éste no solamente permite

una repetición en serie, sino que se trata de una técnica de ejecución muy veloz. Asimismo, le permitió representar personajes que se relacionaran al pasado, al igual que la ciudad en sí misma. En los ‘90, Space Invader aparece en escena e impone una técnica propia y única: inspirado en los videojuegos de consola como PacMan y Space Invader (el juego homónimo), tomó como unidad gráfica el pixel y sus cuatro colores para representarlos con mosaicos que adhirió a cientos de miles de muros en más de cuarenta ciudades de todo el mundo. London: Squad al control En el caso de Londres, durante los ‘80 y principios de los ‘90, tanto el graffiti como el stencil ganaron un terreno importante en las calles. Luego, la aparición de los squad control (control de pandillas) y la irrupción de las cámaras de vigilancia ubicadas de modo estratégico para cubrir una cantidad excesiva de puntos de la ciudad pretendió minar la libertad de los artistas de la calle a la hora de intervenir los muros. Sin embargo, el obstáculo se convirtió en estímulo y abrió el street art a todo un nuevo campo de manifestaciones que cada vez tenían menos que ver con el tag neoyorquino. Ahora no se trataba de dejar una marca, sino de engañar a las cámaras y volverse “invisibles”. En muchos casos, incluso se hicieron pasar por trabajadores municipales. La intervención de señales de tránsito o la instalación de otras nuevas y alteradas sin sentido de señalización, solo por amor al arte, son algunas de las manifestaciones más propias de esta ciudad. Londres es cuna de uno de los artistas más reconocidos del arte urbano quien irónicamente no devela su rostro ni voz, a nadie: se hace llamar Banksy. Barcelona: Nada de Muralito, muralazo A pesar de que el medio continúa siendo la pintura y el muro el soporte, lo representado se empieza a alejar del tag y a acercarse directamente a pinturas murales. El fin último es, para muchos artistas, la intención de embellecer la ciudad. Sin embargo, el abandono de la firma responde a un principio aún más conceptual: ¿por qué bombardear con tags cuando en la calle se puede decir mucho más que solo nombres? Artistas como Pez sostienen que un personaje o ícono dice mucho más que letras. Desde ya, la repetición del mismo tendrá tanta identidad como el “primitivo” tag. En Barcelona se distingue la importancia de ampliar el público, que el arte en las calles no sea solo para el ámbito del graffiti, sino que sea accesible a todos. Que no solo en los museos se pueda encontrar arte, que esté a disposición de quien quiera verlo, admirarlo y hasta imitarlo. Los Ángeles: Los Carteles Después de New York, Los Ángeles es la segunda ciudad de Estados Unidos que tuvo una propagación casi instantánea del street art: a puro stencil, sticker y pegatina (papel adherido con cola a la pared) durante los ‘90. Shepard Fairey es diseñador gráfico y se apropió de la imagen de “Andre the giant” (el luchador) la


cual fue esquematizada y posteriormente se le agregó la palabra “obey” (obedece) para ser estampada más de un millón de veces en todo el mundo. La apropiación y repetición de una imagen son conceptos fundamentales para entender a este artista. Ante la falta de trenes y subtes para bombear, el soporte por excelencia fueron los carteles publicitarios, en principio solo como lienzo, pero pronto la guerra con las publicidades tuvo lugar, y las intervenciones e intercambios de mensajes se adueñó de la ciudad. El street art proponía que si la publicidad podía adueñarse del espacio público y transmitir mensajes generando contaminación visual, entonces este movimiento podía utilizar el mismo espacio para cambiar el mensaje. São Paulo: Alta en el cielo, la pixaçao guerrera La ciudad latinoamericana más importante en la evolución de las artes visuales en las calles y esto se debe a que su proceso evoluciona de modo paralelo al del resto del mundo. São Paulo es considerada por todos sus habitantes como peligrosa y caótica. No se trata de vivir, sino de sobrevivir. Es una de las pocas ciudades del mundo donde la policía no molesta a los artistas que trabajan en las calles porque tienen tantos otros conflictos de los que ocuparse que la intervención en los espacios públicos es un delito menor. Incluso antes de la aparición del graffiti en New York, en São Paulo ya existía la pixação: una escritura en las paredes cuya tipografía es simple, lineal y con marcados ángulos (esto es porque originalmente se realizaba con rodillos). La pixação es monocromática y, para quien desconoce esta escritura, ilegible. Es una manifestación 100% paulista y fundamentalmente de protesta social, y aunque no todos la consideran dentro de las artes visuales, su valor estético y expresivo es innegable. El valor de una escritura es directamente proporcional a lo inalcanzable que sea el lugar donde se encuentra. São Paulo es una ciudad de edificios altos y esta es otra señal de cuán paulista es la pixação. Buenos Aires: Convulsión interna El bombardeo y búsqueda de un arte urbano propio se dio de manera más evidente en los últimos diez años. Claro que este hecho no niega que hubiera un arte callejero antes. Como ciudad multicultural y cosmopolita, las influencias llegaron desde varios lugares de modo simultáneo sin ser una de ellas hegemónica en detrimento de otras. Al mismo tiempo, dentro de la misma convulsionada Argentina, la protesta social y política siempre formó parte en gran medida de las temáticas. Como antecedentes al movimiento actual

podemos pensar en el Siluetazo en septiembre de 1983 en la Plaza de Mayo o el GAC (Grupo de Arte Callejero) formado en 1997 con fuerte intención política, principalmente con la intención de promover la memoria de la última dictadura a través del arte. A partir del 2007 el street art argentino irrumpe en la escena oficial del arte al inaugurarse muestras y más muestras en instituciones como el Palais de Glace, el Centro Cultural Ricardo Rojas, la galería de arte Gachi Prieto o el CCEBA (Centro Cultural de España en Buenos Aires). En estas muestras la presencia del stencil y la pintura más del tipo mural fueron protagonistas. Córdoba: ¡todos Afuera! (3) Octubre de 2010. Dadá Mini™ reúne en Córdoba a más de quince artistas que manejan el lenguaje urbano. Se dispersan por la ciudad y sus alrededores embelleciendo, cuestionando o simplemente dialogando con ella. El proyecto se llamó INVISIBLE: Invisibles los artistas a los ojos de los peatones, involuntarios los consumidores de estas manifestaciones artísticas y clandestinas las obras. Sin ningún tipo de permiso municipal, los artistas vagabundearon libremente por el tramado urbano hasta apropiarse de cada pedazo de pared, esquina o retazo de asfalto. INVISIBLE se llevó a cabo en el marco de la muestra ¡AFUERA! Arte en Espacios Públicos, organizada por el CCEC (Centro Cultural de España en Córdoba) y se realizó de modo - precisamente - invisible, como si ocurriera por debajo de todo posible registro que lo vincule directamente al festival.

«el street art sigue siendo una propuesta anárquica»╣ Repaso y reconsidero entonces el concepto de inmediatez en el arte. Se puede ser exigente con el término y responder que no, que no existe una relación entre A (obra de arte) y B (espectador) sin absolutamente nada que se interponga en el medio. Para poder VER las obras en la calle tiene que haber una intención o predisposición por parte del espectador, y ésta seguramente se deba a un conocimiento previo o cierta inquietud, por menor que pueda ser. Por más abstracto e inconsciente, siempre hay un medio entre obra y espectador. Sin embargo, el street art sigue siendo una propuesta anárquica en su búsqueda por alcanzar esta inmediatez: la libre interacción está a disposición de quien quiera ser parte de esa efímera relación y someterse a que le pinten la cara.

1- Cabe destacar que el primer graffitero era oriundo de Philadelphia. Su tag es Korn Bread y lo pintó en los muros desde 1967. 2-Es una frase medio “hecha” porque en ese momento New York era un descontrol, el gobierno claramente no controlaba la ciudad bajo ningún punto de vista y el graffiti medio que se adueñó de las calles - pero también los malhechores y los linyeras. 3-Desde ya que estas no son las únicas ciudades que han hecho sus aportes a la evolución del arte en la vía publica, pero sí son algunas de las más significativas.

75


NIÑOS BUENOS Y NIÑAS BONITAS / Texto por Pulpo.

Sabía .e s que.. s un

ve ra

alg uie n

oe n la

calle y

Cátedra del Pulpo: Tratado sobre el Piropo

co as

nd pie u c es

aún or e p

a. na fos la u p o s si se


Hoy, y ya cerca de fin de año, nos pusimos de patitas a la calle, porque, claro, al subir las temperaturas es mucho más divertido caminar por las calles de nuestra ciudad, hasta el punto en que - y cito a mi taxista de confianza - «andar por Nueva Córdoba a la tardecita hace daño, ¿ah?». De esta manera nos encontramos con la primigenia forma de expresión callejera, que se remonta a la época de las cavernas: el graffitti. Esa marca en las paredes con mensajes políticos, de amor o de odio, que siguen las líneas del «Chetaierepechofrío» o «Belgranososunmuerto» o del «Melanipatriciateamo». Ahora, eso se ve aún cuando no haya nadie en la calle, en verano o en invierno... y si nosotros estábamos saliendo a ver las interacciones sociales, nos interesamos mucho más por otra «expresión artística cordobesa»: Los Piropos, esas frases entre pícaras e ingeniosas (o no tanto), que son entregadas a las señoras y señoritas transeúntas para agasajar su belleza (o no tanto). Uno de los graves riesgos es que mal utilizados pueden resultar ofensivos y interpretados como acoso sexual. Aunque si son bien utilizados pueden hasta convertirse en un género literario en sí mismos, algo así como una cruza entre «haiku y choripán». La Mini Universidad de Massachusetts, gracias a los fondos destinados para la investigación, presenta en Dadá Mini: El Tratado sobre el Piropo. Primera Parte: Principios Básicos y Universales del Piropo 1- La entonación debe ser segura y decidida, pero no sobradora. Picaresca, pero simpática. Si usted se acerca a la señorita y le dice: «Mñsbsbsb de arroz… msñbsbs con vos», ella no entenderá nada de lo que dijo. Enuncie bien sus palabras, articúlelas. 2- Acorte la distancia, pero no invada el espacio personal de la muchacha. Acérquese para piropearla. Nada de chiflar desde una azotea o meter un bocinazo seguido de un asome por la ventanilla con un «mamazaaaaa» en sus labios. Acérquese solo y dígale lo que quiere decir. Atención: un piropo se dice sin contacto físico con la piropeada. No la invada, haláguela. 3- Siga dos mantras: «Es mejor pedir perdón que permiso» y «Hazla reír y ella te dará tu oportunidad». 4- Los piropos deben ser situacionales. Incluya en su piropo algo puntual de la señorita, que ella sepa que usted la notó y no que la desvistió con la mirada. Un piropo pícaro, gracioso, simpático y con suficiente respeto es efectivo. Un piropo cuyo único objeto es resaltar sus nalgas no lo es tanto. 5- No sea cómodo para lanzar el piropo. Un buen piropo no se dice sentado tomando una Naranpol en barra al salir de jugar al fulbo cinco con los muchachos. Como si usted estuviera honrando a la bandera, póngase al menos de pie. Quizás no sea la enseña patria, pero probablemente la desea piropear 77

porque algo enseña. Decir un piropo desde el medio de la barra puede ser gracioso, pero es muy sencillo, bordeando entre opciones como cobarde, grosero y más como una complicidad con la muchachada que un verdadero homenaje a la mujer viandante. Hágalo con propiedad. Una vez que hemos visto los lineamientos principales del piropo, pasamos a las particularidades protocolares: Segunda Parte: Lo que bajo todo concepto deberá evitar 1- Evite los piropos monopalábricos: Elabore algo. Nada de tirar palabras sueltas. Recuerde que usted no es Tarzán de la Selva. Si dice cosas como «Yegua», «Mamaza», «Msbsbsbonazo» no está diciendo un piropo, está balbuceando palabras sueltas como si fuera un mono después de una lobotomía. 2- Evite los sonidos baboseantes: A una mujer solamente puede decirle bebé una persona de confianza, un novio, un amante o una pareja establecida. Decirle bebé (y peor aún, estirar las b como en bebbbbé) solo logra que a la señorita se le crispe la piel y le recorra un escalofrío cruza entre asco y violencia. Lo mismo sucede con cualquier otra versión que incluya expresiones boquiabiertas o engrosamiento de la voz. 3- Un piropo es hablado: Chiflar o aplaudir no es un piropo. Tampoco hacer onomatopeyas de besos, sorbetazos, ni ruidos destinados a la ingesta de pollo al spiedo o sopa crema muy caliente. Como el tango… el piropo se lo dice. Tercera Parte: De la Naturaleza del Piropo Sobre la anatomía de la señorita: Haláguela, pero no sea guarango. Que no se sienta deseada por un baboso infrahumano. Evite el piropo escatológico. Sobre la persona que la acompaña: Si la señorita va con el padre, diga un piropo respetuoso. Si va con la madre, pícaro y que la incluya a la potencial suegra en la oración. Si va con el novio, un halago. Si va con una amiga menos agraciada, un piropo con goteo (es decir, que la otra algo ligue de la frase). Si va con una amiga también a piropear, piropee a ambas; una graciosa y otra más pícara. Si va con un perro, piropee tierno y que lo incluya en el material. Si va sola, que sea pícaro, gracioso, simpático y respetuoso. Difícil combinación.


NIÑOS BUENOS Y NIÑAS BONITAS / Texto por Ayelen Montenegro.

Sabías que... ¿Meryl Str

ee t

s e e n a mo r ó d e u n

chico

en la

c al l

eq

ue

se

ll a

os

up

adr

e?

Verbo-Rragia: ¡Andá a robar a los caminos! m

a ab

m co


El mundo está lleno de ladris. Sí, gente que “roba la plata” a costa de nuestras creencias, de nuestras inquietudes, de nuestros gustos. Ladrones de gallinas sin escrúpulos. Tanto en el mundo académico, artístico, musical, literario, ideológico, existen personas que para contar con cierta popularidad se adueñan de verdades, que si uno las piensa un poco, se da cuenta que no son más que frases hechas sin sentido, reflexiones pelotudas que no dicen nada. Unbirubiru, un chamuyo. El ámbito musical es el peor, ese sí que está lleno de ladris bien ladris. La industria discográfica se ha vuelto una máquina cretina, tanto por las “creaciones” que se manda, como por los precios que te hacen pagar por ellas. Entiendo que hay gente para todo, pero algunas letras y acordes son paparruchadas y la música es toda la misma (¡y eso que yo de música no sé nada!). A saber: «porque este amor es azul, como el mar azul»... ¿cuál sería la analogía del amor? Probablemente dotaría de algún sentido a la metáfora decir que el amor es inmenso como el mar, que viene y va como la marea, que es tan profundo como la Fosa de las Marianas, que es más movilizador que un tsunami, pero... ¿qué significa que el amor sea azul? Es cualquiera, ¡más aún porque sabés que le pagaron a alguien para que la componga porque al intérprete no le da la cabeza! Pero por favor, un niño de 6 años hace letras mejores. Ni qué hablar si uno analiza canciones en inglés traducidas. En ese mismo momento le perdés el respeto a muchos. Todavía me resuena esta gran frase de Madonna «I’m digging on the isotopes, this metaphysic’s shit is dope» (estoy descubriendo los isótopos, mierda, la metafísica es droga) y me pregunto ¿qué carajo tienen que ver los isótopos con la metafísica? ¡Un manual básico de ciencias naturales urgente para la diva del pop! El otro indicador de la cretinada son los precios que te cobran por cualquier recital. No da, todo bien con Mc Cartney, pero ¡400 mangos la entrada más barata, es un abuso! ¿Qué? ¿Acaso no ganaste ya suficiente guita? ¡Basta, no te hagas el que te debés a tu público, porque no te creo! ¡Si vamos a verte los que terminamos debiendo somos nosotros! El mundo académico parecería ser el más serio, pero no. Está lleno de esos “investigadores” que hace años que solo publican refritos de lo mismo. Vamos, ¡nos damos cuenta que es el mismo tema con otro título! ¡No nos subestimen! Las ciencias sociales y humanas están atiborradas de ladris. Entiendo que los temas son más chamuyables, pero todo tiene un límite, ¡basta de robar la plata estudiando a los “pobres”, a los “pueblos originarios”, a las “tribus urbanas”, a las “minorías sexuales”! ¡Basta, esa gente está cansada! ¡No los molesten más, y menos si no van a aportar nada nuevo! TODO es arte. Cualquier acto puede justificarse en una performance, en una instalación, en una muestra artística. Si no lo entendés, es porque tenés un bloqueo emocional o sos un insensible; si no te gusta, es porque no entendés nada de arte. La verdad, habría que tener parámetros más claros, no TODO puede ser arte. Es como que yo me ponga

a dibujar (que lo hago tal como lo hacía en primer grado) y consiga un lugar para exponer mi «trabajo». Eso no me convierte en artista plástica, me convierte en una ladri con contactos y con un buen corte de pelo, ponele. Lo mismo si decidiera cantar, tocar el bajo o hacer danza contemporánea y querer currar con eso. Con esto no quiero decir que no está bueno desarrollarse artísticamente a nivel personal, está perfecto, pero hay que admitir que de eso a ser un artista, hay un abismo. Dentro de la industria editorial, se destacan aquellos ladris que se quieren hacer pasar por gurúes. Uff… son un fastidio. La autoayuda se volvió una moda y está lleno de libros que te dicen cómo vivir mejor, cómo tener más éxito en la vida profesional, amorosa o sexual. Entonces comprás un libro carísimo que parece tener la receta para ser feliz. Miles de páginas que dicen cosas como: «si no te sientes bien contigo mismo, no podrás sentirte bien con los demás», «si no tienes confianza en tí mismo, no podrás tener confianza en los demás», «las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para cambiar las cosas». Eso descontando la utilización de metáforas como «eres un diamante en bruto que debe ser pulido» o un lenguaje pseudo espiritual del tipo «la conexión cuerpo y alma es fundamental para conformarse como un ser lleno de luz». Ahora bien, yo me pregunto: ¿qué clase de ayuda es esa? ¿de dónde se deduce que eso es ayuda? A juzgar por las ventas, la mitad del globo ya debería ser de lo más feliz y eso no es lo que sucede, señal de que la “ayuda” no estaría haciendo efecto ¡digan algo que aporte, ladris! Sin lugar a dudas, la televisión y los medios masivos en general son de lo más obsceno. No paramos de ver gente sin talento ganando millones. Da asco e indignación ver cómo hablan de las dotes artísticas de aquellas que solo muestran el culo, ¡eso no es talento, es mostrar el culo! ¡Dejémonos de joder! Ni hablemos de los realities y talk shows porque me deprimo y salgo a comprar Cómo ser persona en tiempos de crisis de Jaime Barylko o me anoto en una escuela de yoga. El cine parecería quedar exento pero no, solamente hay que ver las mentes atrás de los creadores del cine catástrofe yanqui para estallar al grito de «¡hagan algo creíble, por favor!». En el otro polo tenemos al cine francés, cine de autor, cine serio, cine profundo… A mí que me disculpen, pero hay ladris tanto dentro del cine francés como en el de cualquier otra parte del mundo. Una página aparte merece el cine independiente o “cine arte” que uno apoya porque supone que son talentos que no transan con el sistema y ¡salís deseando que nunca les den un mango! Sí, ¡me cansé! me cansé de ser parte del grupo de los que estudia, de los que forman para poder ser alguien mejor y que reconoce sus limitaciones y capacidades y que vengan estos que por tener cinco minutos de aire en medios masivos, o venir de una universidad del primer mundo (y publicar en inglés, ponele), o tener contactos, nos hagan creer que esa es la manera de ser exitoso. NO TRANSO, ¡NO! BASTA, dejen de robarnos la plata, dejen de querer hacernos creer que son personas con creatividad, con capacidades superiores, con “ángel”, con talento... ¡¡¡A ROBAR A LOS CAMINOS, LADRIS!!!! 79


VARIETÉ / Texto por Lucía Marroquín.

Invadir es Reconquistar Poesía callejera insurreccional: ¡La poesía está en la calle!

Más de cuarenta años pasaron desde aquel mayo del &#39;68 cuando en las calles de París se decretó el estado de felicidad permanente, se prohibió prohibir y se consignó la imaginación al poder. No sólo las paredes cambiaron, también lo hicieron los caminantes, y las pintadas se siguen reproduciendo por las paredes de todo el mundo. Cambian de forma, buscan nuevas vertientes, pero ¿sigue siendo efectivo invadir el espacio público para la provocación? ¿Qué queda de insurrecto en las intervenciones actuales?


«Street art es arte, está en la calle, pero además produce signos. Instaura códigos, denuncia y abre diálogos»╣

Street art no es sólo arte en la calle. La fusión de lo artístico y el espacio público dan, en realidad, un resultado mucho más potente. Street art es arte, está en la calle, pero además produce signos. Instaura códigos, denuncia y abre diálogos. Son palabra, imagen, sonido y todo junto. Las manifestaciones son tan variadas, que agruparlas bajo la misma categoría hace ruido. Sin embargo, lo que pasa cuando se interviene el espacio es reconocible en todas las disciplinas. Invader es un artista francés que asalta ciudades de todo el mundo con imágenes ultrapixeladas tomadas de Space Invader, el clásico videojuego y uno de los primeros en su especie. Las imágenes son hechas con mosaicos de colores pegadas con cemento a la pared y hace ocho años que trabaja solo. El juego de Invader consiste en caminar la ciudad, elegir los lugares, pegar los invaders y finalmente armar un

mapa con los espacios invadidos. Pero es también una metáfora de protesta el hecho de haber elegido a uno de los primeros videojuegos como invasor de las ciudades modernas, y el gesto de trabajar en lugares prohibidos – aunque también expone en galerías e invadió museos - como forma de interpelar la realidad. En un artículo sobre este controvertido artista publicado en una conocida revista de domingo, Cristina Guarella descubre la identificación de Invader con las pintadas con que provocaron a la vieja cultura los jóvenes del mayo francés, y se refiere al «género» como poesía callejera insurreccional. Concepto contundente y proteico: mucha condensación de idea, todo junto. Poesía parece ser el más clasificatorio de los términos, pero lejos de encerrar al street art en lo verbal, le abre el juego. Los poetas, muy seguido, se tientan y escriben un ars poetica. Se ponen a decir qué cosa es la poesía y cómo tiene que ser. Entonces resulta 81


que Rubén Darío dice que «Cuando una musa te de un hijo, queden las otras ocho encintas», y Bolaño recomienda «Hacer aparecer las nuevas sensaciones - Subvertir la cotidianeidad O.K. DÉJENLO TODO, NUEVAMENTE LÁNCENSE A LOS CAMINOS», Gelman revela que «La poesía pasará como un animal desconocido por la ciudad llena de bruma», y Nicolás Guillén enseña al poeta qué hacer con la musa cuando aconseja: «Edúcala en los parques, respirando aire libre, / mojándose en los ríos y secándose al sol; / que sude, que boxee, que se exalte, que vibre, / que apueste en las carreras y que juegue handball». Ahora estas pintadas, graffitis, Invaders, tags, stencils que habitan las ciudades como musas embarazadas por los caminos, vienen a hacer poesía. Buscan las nuevas sensaciones, las mismas que los estudiantes del mayo francés buscaban bajo el pavimento. Intervenir las paredes y calles de la ciudad que duerme es una forma de despabilarla. Callejera es el espacio que va a marcar el carácter y el estilo de esta poesía. Al mismo tiempo le regala más espacios que la calle en su sentido más estricto: le llena los bolsillos de espacios al artista. Callejero no es solamente el espacio afuera de las casas. todo espacio que le esté vedado, para un artista es calle. Prohibido fijar carteles, eso es la calle; no escribir sobre las paredes, calle; no pisar el césped, no pintar en edificios públicos, más calle. Ahora, si en un museo no se permite escribir con aerosol, ese lugar oficial para los artistas oficiales se transforma en calle para el artista callejero. Se puede invadir porque tiene un límite y eso es provocativo. Insurreccional - ojo que también es poesía y callejera - es lo que liga las intervenciones a la voluntad de revolución. Invader se sentía identificado con el mayo del &#96;68 en Francia porque la calle era el gran lugar para la denuncia a la cultura de masas. Guy Debord, principal teórico de la Internacional Situacionista, escribió en La société du spectacle (1967) que había algo falso en la cultura de masas, una ficción que mentía, pero que también dominaba. La realidad perdía su sustancia en manos del puro simulacro y puro presente. Debord encontraba a las ciudades domesticadas, ocupadas por el ene-

migo. El plan era sustraer algunas parcelas para recuperarlas y re-transformarlas en una ciudad más nuestra[1]. Los graffitis de ese mayo demandan, ordenan: «consuma más, vivirá menos»; «corra rápido camarada, el viejo mundo está detrás suyo»; «profesor, usted es viejo… su cultura también», «sea realista, demande lo imposible». El animal desconocido de Gelman corriendo desaforado, estampándose contra las paredes de una París brumosa y congestionada. La gente percibe la calle como lo más ajeno, pero en definitiva es el lugar que más transita. Si se apropiara de ese espacio, en el que están pintadas las consignas de la insurrección, entonces el signo sería propio también. El proyecto de reconquistar la cultura y rescatarla del anquilosamiento incluía la recuperación del espacio público, un espacio pleno de signos que no sólo existe en las ciudades fósiles como arte rupestre y muerta, sino que hacen a una ciudad viva. La hacen porque son los signos, igual que las personas que habitan la ciudad, los que la construyen. La revolución, para los situacionistas, consiste en la creación de esos signos que nos pertenecen[2]. Lo insurreccional está en la calle porque es ahí por donde caminan los insurrectos, pero también los tibios y los reaccionarios. *** En Buenos Aires, pleno Barrio Norte, un stencil muestra a un hombre agachado por el peso de una valija y con una cuerda atrás: un autómata. En San Telmo otro stencil, rojo, es un televisor que habla y dice: «no pienses, repetí lo que yo te digo». Un mural de la murga Malayunta grita: «quien deja huellas jamás desaparece». La vigencia de la poesía y la insurrección en las paredes. La voluntad revolucionaria no es tan expresa ni tan urgente, pero siempre hay algo que reconquistar para todos. Cuando la pintada aparece en la calle, la consigna incluye al caminante, lo agarra desprevenido en el camino. La intervención de la calle guarda el germen de musa enojada y creadora, que recorre la ciudad prohibida de noche y la hace propia.

[1] «El plano de una ciudad, sus calles, sus muros, sus barrios forman muchos signos de un condicionamiento extraño. ¿Qué signo reconocer ahí que sea nuestro? Algunos grafitis, palabras de rechazo o gestos prohibidos, grabados deprisa, cuyo interés para la gente docta sólo aparece en los muros de Pompeya, en una ciudad fósil. Pero nuestras ciudades están aún más fosilizadas. Queremos vivir en un país de conocimiento, entre signos vivos como los amigos de todos los días. La revolución será también la creación perpetua de signos que nos pertenezcan a todos.» Debord, Guy. La société du spectacle, 1967. [2] “Todo el espacio ya está ocupado por el enemigo, que domesticó para su uso hasta las reglas básicas de este espacio (más allá de la jurisdicción: la geometría). El momento de aparición del urbanismo auténtico será crear, en algunas zonas, el vacío de esta ocupación. Aquello que llamamos construcción empieza ahí. Puede comprenderse con la ayuda del concepto « agujero positivo » forjado por la física moderna. Materializar la libertad es, primero, sustraer a un planeta domesticado algunas parcelas de su superficie.” Kotányi, Attila; Vaneigem, Raoul. Internationale Situationniste, número 6, agosto 1961. Traducción del francés: Camila Nijensohn.


VARIETÉ / Texto por Adrián Samaniego.

One Way Street

¿Dónde decís que vas? Cuatro clásicos. Una mirada sobre la marcha del hombre en el mundo. La calle como el escenario cotidiano de nuestras más profundas vivencias. “Quien no pueda tomar posiciones, debiera permanecer en silencio” «Einbahnstrasse» Walter Benjamin

83


Un relato anacrónico donde no entran el orden ni las fechas. Un mensaje imposible de reducir a una simple oración, plagado de emociones y hasta cuestionamientos existenciales. La búsqueda es una constante y no hay una una sola dirección cuando son tan amplios los recursos y los resultados. Más desesperante que una calle sin salida, es una de sentido único.

las profundidades de los hombres y que precisa manifestarse conservando las sutiles y delicadas formas de la civilización. Esta exteriorización incompleta y anónima, pero no por eso menos intensa, sabrá entonces ocultarse bien y desaparecer para luego refugiarse antes que todos despierten, porque es su esencia y constituye la materia prima de nuestros sueños.

El malestar en la cultura Es 1988, la Argentina está al palo y es sin que nos demos cuenta, la antesala del 1 a 1. Se oye por ahí que “la casa está en orden” y la gente corea «Vamos las bandas». Y es justamente en ese contexto que Soda Stereo se toma el atrevimiento de editar el disco Doble vida, el cual establece y consolida los cánones dentro de los cuales iba a manejarse el grupo por unos años más, en cuanto a sonido y nivel artístico. Es el momento de la consolidación profesional y técnica de Cerati, Alberti y Bosio que influenciaría más adelante a decenas de grupos y los conduciría luego a lo que fue su obra cumbre: Canción animal (1991). Doble Vida es un disco tan oscuro como brillante y «La Ciudad de la Furia» es, por lejos, no sólo una de las canciones más emblemáticas del rock de más acá, sino también la descripción no necesariamente antropológica, pero sí metafórico-existencial de un sujeto urbano o ángel caído que se descubre tan susceptible como Buenos Aires o cualquier otra imponente mole edilicia. Esta flecha salvaje (metáfora brillante y definitiva si las hay) que, irremediablemente caerá por obra de fuerzas que condicionan su curso indómito, percibe en los rostros anónimos de sus habitantes como también en medio de las luces y del encanto nocturno un destino de furia compartido. Hay, en definitiva, algo que constantemente late en

¿Por qué en «Policías en acción» no se ven cosas así? Que U2 haya hecho un video clip en la calle - una idea bastante usada… ¿hasta en eso The Beatles fueron vanguardia? -sobre una canción que encima se llame «Where The Streets Have No Name» siempre me sonó a falta de creatividad. Quizás con el video de «Elevation» hayan intentado redimirse, nunca lo sabremos. Pero mas allá de eso, el relato que en ambos casos proporciona el celuloide no deja de ser interesante y suelo preguntarme, ¿por qué no se ven cosas así en Policías en acción*? ¿O por qué tampoco se detiene el mundo mientras se abre el asfalto y empezamos a flotar? Tristemente ambas posibilidades quedan excluidas por esa cruel imposición que llamamos realidad y a la que mansamente, o no tanto, solemos entregarnos a diario, tanto usted, como yo y los de U2. A favor de Bono &amp; Cia rescato el hecho de que siempre han sabido trasmitir una épica y una profundidad única en muchas de sus canciones y que es aún hoy fuente de inspiración (y choreo) permanente para muchos de sus más fieles continuadores (Coldplay, The Killers, etcétera). Que haya un lugar en el mundo donde las calles dejen de tener nombre implica, lógicamente, la realización de una utopía. Pero ¿por qué las calles deberían dejar de tener nombres o números como en La Plata?

Las calles son las pasarelas que impone la racionalidad urbanizadora. Son impersonales, frías, grises y no tienen nada que ver con una auténtica y libre circulación de los hombres por el mundo. Por más que tengan nombres pintorescos y estén más o menos vistosas (dependiendo del barrio ¿no?) siempre buscan, de alguna manera, legitimar una historia o una visión del mundo y esa historia no se construyó, como casi todos sabemos, de manera amigable y sin conflictos. Que las calles dejen de tener nombre es una proclama contra la imposición de una verdad por sobre otra. Todo muy lindo y muy romántico Sr. Bono, pero explíqueme cómo piensa que se organizaría eventualmente esa civilización que usted tanto sueña, ¿o usted se limita a lanzar la idea y que se arreglen los demás? Cierto, es solo una canción. Y como el movimiento se demuestra andando... «Bitter Sweet Symphony» de The Verve. ¿Se acuerdan de Richard Aschcroft? Si no se acuerdan de su nombre recordaran seguramente su rostro… y es, por cierto, quien arma y desarma la banda. Es él entonces quien transita un par de cuadras llevándose puesto a todo el mundo, recorriendo - según sus propias palabras- el único camino que dice saber, o bien, conocer. ¿Qué recita mientras camina? Varias cosas interesantes: esta vida es una sinfonía agridulce donde la búsqueda de unir los extremos es tan sólo eso, una búsqueda, y mientras somos concientes de la angustia que nos produce terminamos siendo esclavos del dinero hasta el día de nuestra muerte (una vez alguien dijo: a la larga, chorizo fresco). No conforme con esto agrega: No puedo cambiar. Sigo aquí en mi propio molde y a la vez soy un millón de personas distintas de un día para el otro.


Un pasaje de hondo contenido existencialista donde reconoce lo que ya se es, pero consciente de estar abierto permanentemente a millones de proyectos y/o posibilidades. Es la trama interna del ser humano, la lucha entre la cosificación de la persona y su permanente arrojo hacia el mundo. En la interminable búsqueda de su propio ser, un ser que jamás le ha sido dado de antemano y que sale a buscarlo, justamente ahí, a la calle.

a tono, tal vez, con la visión de Oliver Stone). O si, en cambio, la poesía de Jim Morrison iba dirigida hacia las expectativas chatas y acartonadas de algunas mujeres que sueñan con vidas perfectas en casa encantadas con jardines (y algunos monos). Teniendo en cuenta la forma dionisiaca en la que vivió y amó

el Rey Lagarto queda claro que no hacía referencia a ninguna de las dos interpretaciones. Vaya a saber uno en qué estaba pensando Morrison, pero lo mejor de todo es que realmente no importa. Vivamos, amemos y a entonar una que sepamos todos…

La poesía es quizás la única verdad Abandonemos tanto pesimismo y tanta antropología juntas para buscar sitios donde pueda darse el milagro del amor emergiendo a borbotones. Hay, desde luego, boulevares del cariño, calles o recorridos donde algunas personas se animan a ver cosas que quizás allí no están. Los ojos y las mentes de las personas buscan, en muchos casos (no en todos, por supuesto) ir mas allá de la experiencia inmediata. Si el amor está en el aire o en la calle es algo que en este momento no me atrevería a afirmar, lo que sí puedo arriesgar es que en las calles hay personas que no solo viven el amor y se lo refriegan en la cara al mundo. Hay también quienes, por otro lado, sufren y están un poco dolidos justamente, por los caminos inciertos del amor y la vida. E incluso hasta Manu Chao, el eterno arengador, se aventura por la calle del desengaño emborrachando la malegría en un vasito de jerez. Nunca estaré seguro si la letra de «Love Street», una de las canciones del disco Waiting for the Sun de The Doors hablaba de un sitio imaginario donde habita una mujer con sirvientas cubiertas de diamantes, túnicas, jardines y algunos monos (muy *Policías en acción es un programa de televisión argentino que se transmite por el Canal 13 de Buenos Aires. Una cámara sigue a un móvil policial y registra diferentes situaciones: desde persecuciones a delincuentes pasando por piñas en la salida de boliches y disputas familiares.

85


LA VISITA/ Texto por Mariel Breuer.

Gonzalo de Bs As Stencil y Hollywood in Cambodia «El arte callejero pone el cuerpo, se ensucia las manos».


87


¿Recuerdan el stencil de Bush con orejas de Mickey que invadió la ciudad de Buenos Aires hace unos años? Gonzalo, como miembro de Bs As Stencil, fue uno de los responsables de esa pintada y es, además, el fundador de la galería Hollywood in Cambodia. Ahí mismo nos juntamos y charlamos durante casi dos horas sobre el por qué de crear una galería de arte urbano, los artistas, los buenos y los malos hábitos del street art y el rechazo a la palabra mainstream. Hollywood in Cambodia es la primera galería de arte callejero en Argentina. Está ubicada en el barrio de Palermo y se acomodó arriba del bar Post, cuya temática es el stencil callejero y sus paredes están absolutamente cubiertas de un sinfin de imágenes. Llegué temprano a la entrevista y me pareció una buena idea empezar sacando unas fotos del lugar, hasta que pedí permiso y di con un no rotundo: —«¿Para qué son?» — «Para acompañar una nota» — «No, OLVIDATE», fue la respuesta. Volví media hora después, cuando Gonzalo ya estaba ahí y el mismo chico que antes había sido tan tajante, ahora se disculpaba. Aparentemente hace poco fueron a sacar fotos sin ningún permiso y fueron usadas para la tapa de una revista e inclusive antes, una muy conocida marca de indumentaria, usó un stencil - también sin permiso - como ícono de su nueva colección. Esas cosas no se hacen. Era una fresca noche de verano cuando... Mariel pregunta: Bs. As. Stencil arranca en el 2001 y te juntaste con Nicolás, ¿Solo ustedes dos? Gonzalo: Nos conocíamos por un amigo en común que al principio formó parte de Bs. As. Stencil, era el 2000, antes de la crisis, pero cuando ya estaba por explotar todo, que estábamos todos bastante con las bolas llenas. Este pibe, Pablo, me dice «Vamos a la casa de un amigo, Nico, que tiene unos dibujos, unos diseños que hizo para hacer remeras». Y como yo soy diseñador gráfico y me gusta el grabado, «vamos que por ahí hacemos algo los tres, no sé». Vi los dibujos que tenía y «¡Man! ¿Qué hacés con esto acá guardado?». De ahí salieron el Bush con las orejas de Mickey, el

american style de la mina tirando la bomba... En ese momento salíamos mucho a la noche y siempre llevábamos la carpetita y un aerosol. Entonces, antes de entrar a un boliche, pintábamos media ciudad y cuando salíamos... ¡pintábamos la otra mitad! Tuvimos suerte de dos cosas: 1) Que la idea que nosotros pintábamos, la gente ya la tenía en la cabeza . Si vos pintas algo que la gente ya lo cree, se lo va a comentar a otro y le va a parece copado, es medio como actúa la publicidad: la identificación, la participación con el mensaje. Eso fue en 2001 y yo me fui a vivir a Nueva York en 2004 y seguía el espíritu anti-guerra, esos dos o tres primeros años pintamos mucho en contra de Estados Unidos y en contra de la guerra, porque era el tema que estaba en el aire. 2) Que mi socio, Nicolás, vive a

media cuadra del Luna Park y teníamos el estudio ahí. Cuando nos juntábamos a pintar, íbamos todo por el microcentro y a la madrugada no había nadie. Entonces podíamos pintar tranquilos a las 3 de la mañana lo que al día siguiente veían seis millones de personas. Se esparció muy rápido nuestro accionar. Al mes nos buscaba Fernando García de Clarín, a quien yo conocí cuando éramos chicos, y le dije «Fernando, soy yo, Gonzalo», pero el pibe no tenía ni idea quién era. Se armó todo una bola y nos gustaba mucho lo que hacíamos, sobre todo conocer gente que pinta. Empezamos a ver otros stencils por microcentro, de gente que hoy tiene la galería con nosotros, como Fede de Run Don’t Walk, los de Tester, los chicos de Malatesta... Después nos enteramos que casi todos


¡Sorpresa! «Beautiful Losers» http://www.beautifullosers.com

«Comenzamos a construir lo que hoy en día es el trademark, o la firma, o la marca registrada de lo que pasa con el stencil en la ciudad de Buenos Aires que es esto de la yuxtaposición: yo pinto una cara y otro va y le pone un sombrero..»╣ 89


empezaron a pintar cuando vieron al Bush con las orejas de Mickey y fue como un puntapié inicial. Comenzamos a construir lo que hoy en día es el trademark, o la firma, o la marca registrada de lo que pasa con el stencil en la ciudad de Buenos Aires que es esto de la yuxtaposición: yo pinto una cara y otro va y le pone un sombrero. M: Hay como mucho respeto, no se tapan. G: Nos respetamos mucho, nos gusta más el hecho de complementar. Si veo algo pintado por ahí, voy y le hago unos cuernos o le pongo un tutú, o lo que sea, antes que ir a tapar completamente lo del otro. HIC CREW. M: ¿Y a qué apuntaban con poner una galería? G: (No me deja ni terminar de preguntar que me suelta:) DIFUSIÓN. Manejamos la galería a modo de cooperativa entre los chicos de Run Don’t Walk, nosotros de Bs. As. Stencil y Malatesta. Todo lo que hacemos lo definimos entre los cinco y ahora hace un año empezó a trabajar también Robert, de un colectivo que se llama Stencil Land. Ninguno busca un beneficio monetario con esto, yo me llevo plata si se vende una serigrafía mía, pero si se vende una de otro, no llevo nada. El porcentaje que se queda la galería es de la galería y lo usamos para hacer serigrafías, comprar escaleras, pintura o lo que sea que se necesite para montar las muestras. Además de difusión, a lo otro que apuntamos es a que si no lo hacíamos nosotros, lo iba a hacer cualquier otro perejil. En realidad, medio como que se dio, vino a nosotros. Yo nunca tuve el fin o la misión de tener una galería. M: Claro es lo que me imaginaba, pero la galería igual está. G: Lo que pasó fue nos llega un mail que decía «Vamos a abrir

un bar en Palermo y queremos que ustedes nos pinten stencils en las paredes, ¿quieren venir?», y nosotros siempre nos movimos a modo de sindicato y yo no le contesto a nadie sin consultarle antes a otros tres stencileros, por lo menos. Cuando leí ese mail, para mí era cobrarle un montón de plata, no quería hacerlo de onda, porque me imaginaba un snob que se quería poner un bar re trendy en Palermo. Y cuando llegamos, vimos que los dueños son dos pibes de Caballito que se acogieron al retiro voluntario del Banco Provincia y lo que les pagaron lo usaron para poner el bar que era el sueño de sus vidas, hinchas de Ferro, gente para nada pretenciosa. No es que querían poner un bar de onda, de hecho esto es lo más parecido a Villa Gesell (risas). Los chicos nos plantean que no podían pagarnos el trabajo, pero sí la pintura. Yo seguía oponiéndome a hacerlo de onda, hasta que la novia de Nico sube a la parte de arriba del bar y ve que están las dos habitaciones vacías e inhabilitadas, y se le ocurrió «¿y si se las pedimos y ponemos la galería?». Lo propusimos y estuvieron de acuerdo, pintamos todo, el bar abrió, estuvo funcionando casi un año y nosotros nunca vinimos hasta que activamos. Desde que empecé en la galería prácticamente dejé de pintar en la calle. Pinto muchísimo menos, una vez cada tres o cuatro meses ponele, cuando antes lo hacía hasta tres veces por semana. Ahora me insume tanto tiempo las reuniones, ponernos de acuerdo, pintar de blanco cada vez que se va una muestra... Nosotros siempre tenemos el fantasma de Guido Indig, un editor de libros que editó los de stencil, y pensábamos: «Si no lo hacemos nosotros, ¡Guido va a poner una galería y va a ser la primer galería de arte urbano

de la ciudad!» (risas). En Brasil, el Choque Cultural, una galería muy parecida a esta, está hace un montón de tiempo, y si una muestra abre mañana, hoy hacen una apertura para coleccionistas. M: Ah, pero nada que ver con Hollywood in Cambodia... G: Se mueven a otro nivel, no es lo mismo que acá. Nosotros todavía lo hacemos por amor al arte. Si no, acá habrían 20 mil galerías de arte urbano. Empezamos a hacerlo para difundir, no solo lo que hacemos nosotros, sino lo de todos los que pintan en la calle. No sabíamos en la que nos metíamos, yo no tenía idea que abrís el New York Times y dice «los cinco lugares para conocer de Buenos Aires», y uno es esta galería pedorra (risas). M: ¿Les parece? G: (Más risas) ¡Claro! A veces leés y dice “La renombrada galería» o «La imprescindible Hollywood in Cambodia”, ¿cómo imprescindible? ¡Mirá que si cierra no le importa a nadie! M: Bueno, pero por otra parte, si la idea era difundir, ¡se hizo! G: Sí claro, cumplimos 4 años en octubre e hicimos cerca de 30 muestras, y estoy seguro de que si nosotros no existíamos, esas muestras no existían tampoco. No sé cuál de las galerías tradicionales le va abrir el espacio para hacer una muestra para que hagan lo que tengan ganas de hacer. El saldo siempre es positivo, a pesar de que no se venda, porque el hecho de que venga gente y conozca lo que hacen los artistas de la calle fuera de la calle, esta buenísimo. M: Ponerlo en un lugar, que tiene otra duración, otro marco, ¿es una manera de capitalizar todo ese potencial que estaba en la calle? G: Sí, me gustó lo de capitalizar, es como nosotros hacernos cargo de que, de alguna manera, todo lo que sucede en la calle pasa


por acá. Los pibes de DOMA, los de FASE, Jaz, los grafiteros... pintan hace mucho tiempo, inclusive 10 años antes que nosotros, o sea que es gente que le gustó el proyecto y viene y colabora, entonces es un poco capitalizar y tener control de lo que sucede y usar la galería de excusa para tenerlos a todos conectados. Que haya un lugar donde sepas que encontras a los artistas, sino ¿cómo los buscas? Son pocos los que, a partir de su obra, sabe quiénes son, después es difícil encontrar o dar con la gente más allá del web site. SER O NO SER. M: Algo que me viene haciendo ruido respecto al arte urbano es la palabra mainstream. Sé que reniegan y a los artistas no les gusta el término (el entrecejo de Gonzalo empezaba a juntarse), pero al mismo tiempo veo que es una realidad. Mainstream, entiendo yo, vendría a oponerse a emergente. G: ¿Vos decís que existe un

mainstream del arte urbano? M: Sí, o mejor dicho, te pregunto a vos: ¿existe? (la pregunta no gustó nada) G: No me gusta porque si yo terminé conformando un colectivo de stencils y después una galería y sellos independientes, yo editaba, soy de hacer, vengo del «hazlo tú mismo», del punk rock. Los Run Don’t Walk vienen del mismo lugar, son de otra camada, pero ellos también tuvieron sellos, fanzines. Entonces lo que es mainstream para nosotros es mala palabra, representa algo que no queremos ser, pero indudablemente, lo somos. Somos los más conocidos, los que más muestras hicieron, los que a más países viajaron. Los de Wooster Collective nos llaman a nosotros para salir en el libro Trespass (Taschen, 2010). Los DOMA lo mismo, los Vómito Attack, aunque no les guste, también. A mí me jode, me rompe las pelotas ser considerado mainstream, pero al mismo tiempo hace tanto tiempo que pinto, hice tantas muestras, si decís Bs As Stencil, la gente lo 91

conoce, no podés escapar de eso. 91 M: No me refiero a mainstream tipo fama, así como levantarse y estar en la cresta de la ola, sino a una consagración que viene del trabajo, sino no perdura. G: Si me lo planteas así, OK, obviamente somos el mainstream del arte urbano porteño, porque debe haber uno en el Chaco como pueden ser los del grupo We, en cada lugar debe haber, pero nosotros somos el de acá. Hicimos una muestra de stencil de toda latinoamérica y nosotros no participamos, ¿entendés? porque nos parecía que cómo íbamos a hacer una muestra y ponernos nosotros. Yo nunca hice una muestra acá, la que hubo de Bs As Stencil la organizó, montó y cortó Nico, mi socio. Lo que me quita culpa de ser mainstream es que no me comporto como tal, que cuando tengo la posibilidad de abrirle la puerta a alguien que la está peleando como yo lo hacía hace 5 o 7 años, se la doy. A veces te sale bien y a veces te sale mal, porque gente mierda hay en todos lados. Y nos ha pasado.


¡Sorpresa! «Exit through the gift shop» Director: Banksy http://www.banksyfilm.com

«(...)El arte callejero le pone el cuerpo y echa a lo que se llama el arte moderno o conceptual como último grito»╣


Sobre los desmanes del artista callejero G: Cuando me dicen «¿Podemos salir con vos y nos sacamos fotos?», les digo que yo no sé cuándo salgo a pintar. ¡Y más ahora! Antes salía más seguido, era más fácil, ahora es cada tanto y no sé qué día. Me dieron ganas, no tengo nada que hacer y salgo. M: Casualmente hace poco vi esta película que se llama EXIT: Through the Gift Shop, donde aparece este personaje que empieza documentando artistas callejeros y termina robando muchas de sus ideas y haciendo una obra “propia”. G: Claro, no hace nada el tipo. Para mí es todo mentira, todo ficción. Es una historia que quieren contar Banksy y Shepard Fairey y la cuentan de esta manera, inventando este personaje. Porque en realidad lo que están diciendo, sí pasa. Vos ves gente que pinta en Europa y otras partes del mundo que se comporta igual que este tipo: «¡Ay!, tengo una idea, entonces mando a un diseñador a que me lo haga, después mando a otro a que me lo imprima y mando a otro que lo pegue». ¿Y el espíritu? Es todo una mierda, se va todo al carajo. El arte urbano o el arte callejero le pone el cuerpo y echa a lo que se llama el arte moderno o conceptual como último grito. Lo que te hace ser mejor es la prueba y el error, el trabajo de campo. Entonces si como artista urbano, lo único que hacés es comportarte como un artista moderno que “elucubra un concepto, después manda a hacer una maqueta y la expone”, en definitiva, lo único que hiciste fue pensar un concepto. ¿Y el artista dónde esta? Para hacer una obra de arte, tenés que hacer algo tuyo, involucrarte, mancharte las manos, te tiene que salir mal y lo tenés que hacer cinco veces

para que te salga bien. Ahora hay toda una corriente de arte moderno en la que todo es «el concepto» (diálogo imaginario entre artista y espectador): — «¡Eso es una maceta igual a la que tiene mi mamá!» — «No, pero eso representa la pérdida y el florecimiento» — «¡Loco, es un malvón como el que tiene mi vieja, que tiene veinte en su casa!» ... Y el tipo te lo vende, eso me da por las pelotas, porque nosotros le ponemos el cuerpo. Y con el grupo de Cambodia más todavía, porque ni siquiera ponemos nuestros nombres en lo que pintamos, renegamos hasta el derecho de ser artistas. La obra es la obra por sí sola y no importa quién la pintó. Si yo pongo mi nombre, me siento como si fuese una publicidad. Viene un tipo con un fajo de plata y dice «Voy a pintar este edificio con el logo de Coca Cola», atrás viene un político con un montón de plata también y dice «Bueno, voy a empapelar la ciudad con mi cara», y nosotros lo que decimos es «Nosotros podemos hacer lo mismo, pero con $50».. No tengo poder, no tengo dinero, pero hago lo mismo. M: Hay un bombardeo de publicidad, te llenan la cabeza todo el tiempo. G: Sí, todo el tiempo es consumir y consumir. Y el arte urbano toma la posta de eso: sacar y exponer, pero sin un fin de consumo. Mostrar lo que hacés sin siquiera entrar en el circuito de consumo de las galerías, como el arte tradicional, hacerlo sin un “por qué”. Eso está bueno, porque vuelve. El artista está expresándose por el solo hecho de expresarse. M: ¿Algo así como que “todo cae por su propio peso”? G: Claro, sin el fin de que venga uno y lo compre, o que lo vea un galerista, o de ganar un premio, o esto o lo otro. Pinté ahí y me voy. Si al otro día lo tapan, y bueno, lo taparon, pero a mí el placer de 93

haberlo pintado no me lo tapa nadie. M: ¿Hay pica entre el stencil y el graffiti? G: La discusión está en la calle porque la filosofía es distinta. Nosotros pintamos CON lo que hay en la pared y los graffiteros pintan SOBRE lo que hay en la pared. Entonces siempre eligen taparnos a nosotros. La filosofía del graffitero es: «Si el que va a pintar, considera que su obra es mejor que lo que está pintado, tiene todo el derecho de pintarlo», y piensan que lo que hacen ellos es mejor que lo que hacemos nosotros. M: En su propia galería un graffitero sí se eligiría a si mismo... G: Sí, claro, siempre. Todo el tiempo existe una rotura de bolas. Ponele, los de la central eléctrica de Edenor de Matienzo nos llamaron e hicimos unos murales hermosos con Nazza, Tec, Pum Pum, Bedoian... Una semana estuvimos, quedó hermosa. A los quince días vinieron los grafiteros y taparon todo por el solo hecho de que te TIENEN que tapar: «Te tengo que tapar porque así te estoy diciendo que no existís, que sos una mierda». Esa la guerra que hay. La mala leche está ahí, en decir «Te voy a tapar» y no es que no había más lugar. Yo no me manejo así, y me parece que la filosofía debería ser otra, debería ser la que por ahí manejamos nosotros que coparticipamos, ir combinando lo que yo hago con lo que vos hacés, y con lo que hace el otro, y con lo que hace el otro, y termina siendo un cadáver exquisito que está buenísimo, que es incontrolable.


VARIETร / Texto por Francisco Gonzรกlez Brizuela.

Buscando vivir mรกs de una vida. ... o cรณmo un libro puede cambiar la de un desagraciado.


95


Al despertar una mañana, había envejecido. Y no me refiero a pocas horas, cosa que a todos nos ocurre. Desperté sexagenario, así de una. Desde luego que –aunque no negaré mi pavor inicial- a nadie que lea esto debería extrañarle: seguro ya supieron de aquel Gregorio, de Kafka, quien se metamorfoseó una noche en insecto; o del Mr. Blank, de Paul Auster, quien se encontró sentado en la cama de un lugar totalmente desconocido; y cómo olvidarse de Sansón, que amaneció con el pelo inconvenientemente corto. Sin ir más lejos, en Córdoba está el caso de aquel sujeto llamado León por Hernán Tejerina: a pocas horas de nacer ya tenía un divorcio a cuestas. Queda claro entonces que tampoco se trata de algo tan original. Sin embargo este suceso modificó mi rutina. Muestra de ello madrugué, en una acción contraria a todos mis principios. Aquella mañana me noté más lento pero más seguro. Desayuné lejos de la computadora, sorbiendo el café con la mirada imantada por la ventana. Al cabo de un tiempo impreciso, me encontré evocando el pasado; puesto ya en esa tarea, me dispuse a indagar entre los recuerdos con el fin de encontrar la causa probable de tan súbito cambio. Luego de un buen rato, recordé un episodio que había sido arrojado hacia un rincón de esa feria que es la memoria. Aún creo que debe haber sido esa la causa. La semana anterior, al caminar por el centro había entrado en una librería como quien ingresa a una pileta climatizada en medio del feroz granizo. Y que esto no sea tomado como un simbolismo de cuarta que alude al papel salvador y reconfortante de la cultura, blablabla: lo hice sólo para escapar de esa cantidad memorable de empujones, hombrazos y atropellos típicos de las caminatas por nuestras angostísimas veredas en la Docta. Ya entre aquellos anaqueles -donde no se vislumbraba amenaza alguna-, me había dejado tentar. En eso se había acercado Rubén, y al consultarlo acerca de alguna novedad digna de ser compartida me había entregado La humillación, de Philip Roth. Sin dudar. Cuando había querido preguntar algo, Rubén ya partía en otra dirección con un paso que sin ser veloz era efectivo para demostrar que siempre está ocupado. Aunque no lo esté. Y ahora comprendo. Debo reconocer cuánto me atrajo la historia de Simon Axler, ese consagrado actor a quien se le muere el talento. Aún me afecta el crudo realismo con que se narra la llegada de esos anticipos de muerte que son la soledad, el desamor, el olvido. Cómo no entender el sinsentido que puede provocar la imposibilidad de actuar en quien hizo de su vida la vida de muchos otros. Reconocí su sensación de pasar un momento de crisis muy real y sin embargo sentir que uno está interpretando muy artificialmente el papel de alguien que sufre.

Además, el libro de Roth aborda de manera muy interesante el riesgo desigual al que someten ciertas relaciones amorosas; en este caso Simon, este hombre sexagenario en crisis, y Pegeen, una mujer de 45 años que al seducirlo lo exponía al riesgo de una estocada final. Claro que ese riesgo quizá no podía evitarse si se trataba de una mujer atractiva a quien él vio nacer, la cual dejaba atrás más de 20 años de lesbianismo para invitarlo a conocer fronteras impensadas y adictivas. Sin dudas, y no solo por la temática, la novela tiene la innegable huella de este premiado escritor norteamericano: es imposible leerlo sin imaginarse la puesta en escena de cada situación. Sí, ahora lo entiendo: al cerrar el libro tuve claro que no me había apasionado; más bien inoculó con efectividad en mí una probable vejez que aún no había llegado.

Literatura Mondadori, 2010 155 páginas. Precio (Promedio) $60.


97



Paco D. Taylor LADO_D / Texto por Nica y Coc贸 Muro

El street fighter que acecha las fotocopiadoras. www.kungfugripzine.com

99


Paco D. Taylor prefiere más bien hablar sobre arte, música, películas, que hablar de sí mismo: las cosas que quiere que sepan de él están reflejadas en su trabajo. El creador y editor de Kung Fu Grip! Zine nació en 1969 y creció en Chicago. De pendejo se involucró mucho en la cultura hip hop, escribiendo rimas y experimentando con el graffiti. A los 26 años se mudó a Arizona para estudiar diseño gráfico e inmediatamente después de graduarse consiguió trabajo como diseñador en una editorial. A los dos o tres años se dio cuenta que trabajar como artista en un ambiente corporativo no era lo suyo, asi que largó todo y se metió en un call center ganando el suficiente dinero para pagar las cuentas, comprar cigarrillos, revistas de comic y pedir comida china. Su trabajo de día no tiene nada que ver con él, pero le permite acceso ilimitado a la fotocopiadora y el tiempo libre suficiente para escribir artículos y navegar por Internet. Los zines son pequeñas revistas en formato fotocopia, de poca circulación y edición independiente. A lo largo de sus 56 páginas en blanco y negro, Kung Fu Grip! Zine es el resumen del trabajo despojado de un fanzineroso, plagado de geniales diseños hechos con collage, ilustraciones y todo lo que emana del universo creativo de Paco. Los términos «street fight» y «exquisite randomness» son los que usa para describir su trabajo: algo así como una lucha callejera con exquisita improvisación aleatoria. La D. entre Paco y Taylor seguirá siendo un misterio.


«Por Una Niña Malvada, la gente pensaba que era una mujer y me declaraban su amor por mail»╣

¿Qué querías ser de chico? ¿A quiénes admirabas? Cuando era chico, hacía muchos bocetos e imaginaba que de grande sería un artista profesional con pinturas colgadas de las paredes de varias galerías. También me imaginaba como animador e ilustrador de revistas de comic. En esa época admiraba a Muhammad Ali y a Bruce Lee, en un momento también admiraba a Charles Schultz, el creador de Snoopy y Charlie Brown. ¿Qué es lo que más le gusta hacer hoy a Mr. Paco? Me paso mucho tiempo investigando varios proyectos en Internet, algunos de los cuales ya fueron hechos y otros que están en proceso. Colecciono fotos de viejos libros de historia y antropología, escucho música constantemente, estudio Tai Chi, veo películas, colecciono revistas de comic, practico mi escritura y hago zines.

¿Por qué producir algo sin saber bien para quien ni para qué? Honestamente, las cosas que produzco las hago para mí mismo. Son expresiones creativas y tangibles de quién soy yo, qué me ha influenciado y qué me inspira. Solo después de satisfacer esa necesidad innata de expresarme a mi mismo de manera creativa es que puedo encontrar algún atisbo de esperanza de que otra persona va a ver algo en mi trabajo que pueda apreciar, que va a informar, inspirar o entretener. ¿Por qué la calle como canal? ¿por qué no Internet? La calle tiene la ventaja de ser un canal inmediato para la comunicación creativa, pero muchas veces es muy impersonal. Tengo un respeto tremendo por Internet, porque me permite 101

alcanzar una audiencia más amplia y más allá de las costas de América. Gracias a Internet puedo mandar mi trabajo a gente en Argentina, Méjico, Hong Kong, Japón, España, Portugal, Israel, Reino Unido, Australia, y otros lugares. ¿Podrías describirnos que es un fanzine en 10 palabras? Por qué no una revista… Los zines son publicaciones más baratas usualmente hechas con una fotocopiadora (N. de la E.: ¡11 palabras! ¡casi!). Es caro hacer revistas standard en América y generalmente requieren de publicidad para bancarse, así como también necesitan espacio en los estantes de las tiendas para ser vendidas. Lo unico que se necesita para hacer zines es la pasión por producir contenido y el acceso a una fotocopiadora. Uno puede luego venderlas, intercambiarlas o


simplemente regalarlas. Hablando tanto de los zines como de tus diseños, ¿cuál es la marca registrada de Mr. Paco? Las imágenes blanco y negro se convirtieron en mi marca registrada. También uso el texto, independientemente del lenguaje: inglés, español, chino, japonés, etíope o hebreo. Para mí todo es interesante a nivel visual. Otro tema recurrente en mi trabajo es el uso de imágenes encontradas, prestadas o robadas.

E.: Me tentaba poner «zine sobre zine», pero me resistí) -, XEROGRAPHY DEBT y ZINE WORLD - que reseña varios de los zines que se hacen en la actualidad. También soy fan del zine de street art VERY NEARLY ALMOST, que se publica en Reino Unido. Kung-Fu es la palabra china para hablar de “un trabajo bien hecho”... ¿de qué se trata esta lucha callejera? Para citar una película de Gordon Lui: «¡Es un secreto! ¡Nunca enseñes el Wu-Tang!»

¿Por qué elegís una sola tinta y un formato descartable para hablar de la ciudad y de sus códigos? Al principio, el diseño en blanco y negro se hacía por razones prácticas, principalmente porque era más barato para reproducir. Pero inmediatamente después decidí convertir este recurso en una mina de oro para hacer los mejores diseños que podía producir, de una manera muchísimo más barata. Varios grupos en Estados Unidos ven negativamente a los zines porque no están hechos en una imprenta ni en papel prensa, por eso siempre fue importante para mí hacer cosas que sean visualmente interesantes e intelectualmente estimulantes.

¿Te daría lo mismo ser luchador en la lucha libre, Hugh Hefner o el chico que cambia las luces de los alumbrados públicos? Fácilmente puedo imaginarme como un luchador afroamericano de sumo en Japón que usa una máscara de lucha libre, como la imagen que diseñé para un sticker. Durante el día me dedicaría a luchar, pero a la noche escribiría poesía haiku como Basho y poemas de amor como Pablo Neruda. Sería tan popular en Asia y Sudamérica que tendría tantas mujeres como Hugh Hefner. Más allá de eso, solo me gustaría ser yo mismo - pero con muchísimo dinero y un contrato con una editorial.

¿Cuál es tu revista preferida? ¿Te animarías a editarla y agregar todo eso que los editores no podemos? Mi revista favorita es GIANT ROBOT, una revista asiática sobre arte y cultura pop que tiene base en Los Ángeles, California. Sin embargo, si yo fuese el editor de Giant Robot, no tendría el coraje de decir algunas de las cosas que digo en mis zines. Los zines generalmente son profundamente personales en su naturaleza, y cuando tenés una gran audiencia y anunciantes que pagan por espacio en las páginas, hay muchas más consideraciones a tener en cuenta. Algunos de mis zines preferidos son SAMURAI DREAMS - que publica críticas de películas (N. de la

Tu trabajo nos habla de un divague, un viaje por las calles de una ciudad oculta , ¿de dónde proviene? ¿qué querés comunicar con el collage y la data que seleccionás? Una de las mejores cosas del collage es que te permite comunicar múltiples capas de sentido. La otra cosa que me llevó a interiorizarme en el estudio del diseño gráfico - cuando aún iba al colegio - fue el hecho de que es una manera de comunicar que a menudo integra palabras con ilustraciones. A pesar de lo azaroso que puede ser el collage, siempre busco unificar temas, que algunas veces es el color. Llevando esos prinicipios aún más lejos, hacer zines me permite comunicar muchísimo más y una


variedad de temas. Al mismo tiempo, me desafío a mi mismo a unir una cosa con otra a través de temas unificadores. El zine OCTOPUSSY es mi ejemplo más reciente.

¡Sorpresa! «Bomb it». http://www.bombit-themovie.com

¿Cómo es tu relación con las publicaciones independientes? ¿Qué podés contarnos de ellos, de otros productores como vos? ¿quiénes son? Estuve haciendo zines por más de 10 años ya, pero solo interactué con un par de productores. Los que conocí en persona fueron amigables y me dieron su apoyo. Son unos apasionados por lo que producen, tal como me sucede a mí, lo que inmediatamente nos hace camaradas en esta lucha creativa, para decirlo de alguna manera. ¿Qué proyectos son los que más te entusiasman? El zine KUNG FU GRIP! es mi primer amor, pero las dos mejores cosas que hice alguna vez son el zine IN HIS IMAGE y un artículo que escribí sobre los «negritos» del sudeste asiático que fue publicada en la revista GIANT ROBOT a principios de este año. ¿Cuál de tus trabajos tiene la mejor anécdota? Hacer zines es una buena manera de levantar mujeres. Pero no puedo dar más detalles. ¿Qué pasa cuando se acaba el papel? A veces compro más papel. A veces robo más papel. En este rubro pareciera que el tiempo nunca es suficiente, ¿qué pensás al respecto? Afortunadamente, ninguna de mis publicaciones se ajustó a nada que se parezca a un plan de trabajo real. Produzco a medida que llega la inspiración. De todos modos, siento que nunca tengo el tiempo suficiente para hacer todas las cosas que tengo en la cabeza. ¿A quién admirás? Admiro a los niños, y a los adultos que recuerdan su niño interior. Te tocó vivir en la calle, ¿cuál es esa historia que siempre quisiste contar y nunca nadie escribió? Tengo una historia de graffiti que se relaciona, pero está archivada en un viejo diskette SyQuest de la época en la que estudiaba en la escuela de diseño. Me encantaría publicar eso, sin embargo todavía no encontré la manera de sacar el archivo del disco donde está. Ya nadie tiene drives SyQuest. Tres objetos imprescindibles Computadora, impresora y papel. Tres websites preferidos www.wemakezines.com www.giantrobot.com www.fecalface.com 103


Varieté / Texto por Sofía Haller y Rosario Villani.

La calle está de moda. A quien le quepa el sayo que se lo ponga En las metrópolis, el individuo no existe y a la vez lo es todo. Desde la revolución industrial este fenómeno que es la urbanización sigue abarrotando gente sobre gente: las grandes ciudades parecen estar habitadas por una masa uniforme y desinteresada. Cada sujeto se encuentra sometido a ritmos diversos y ya no hay lugar para historias personales… a menos que alguien se detenga a develarlas.

Charles Baudelaire parecía saberlo. Dedicó gran parte de su vida a conocer París de esta manera, en lo más íntimo de su leyenda. Nuestro flâneur – el paseante – se movía incesantemente por la ciudad, descubriendo y describiendo a extraños, escapando a la monotonía de la urbe para reactivarla, para poner en palabras las vidas que parecían tan sólo pasar una tras otra como en una pasarela.

En un mundo de identidades amorfas, conformado por las metrópolis que nos empezaron a definir como sociedad en el siglo XIX, el anonimato es una constante. Pero para este poeta maldito conformaba su escudo y su arma: desde las veredas contemplaba las historias vivientes que caminaban a su lado y su pluma privilegiada completaba el acelerado crecimiento de la herida que se abría


en París. Es el modo en que acaso esa soledad intrínseca del ego humano, perpetrada por el individualismo urbano, se reencuentra con las masas bajo la mirada atenta de un artista. Si cada ser es privado en sus dominios y único conocedor de su historia, es en el otro y en su poder de imaginación donde acaban finalmente los detalles azarosos. Lo que va más allá del estereotipo – más allá de un simple empleado de oficina volviendo del trabajo o una ama de casa que compra sus verduras – son las posibles historias que los rodean – un asesino serial en potencia o una compulsiva fumadora de crack – , ajenos a nosotros, pero nuestros al fin. Y en la calle uno elige su propia aventura. Si vamos lo suficientemente atentos nos deja entrever a quién tenemos a nuestro lado, dónde va, porqué se viste así y qué lo llevo a perfumarse de esa manera. Un ciudadano adecuadamente impactado por la magia metropolitana puede bien ser el voyeur de una historia, una historia de la que es, al mismo tiempo, espía y creador. Cualquier peatón empedernido, o conductor amargado, puede ser objeto y pasión de este voyeurismo. Un voyeurismo en el cual se inspiró también Sophie Calle allá por la década del ‘70. Sophie se obsesionó por la mirada, por el azar de observar a un extraño – ajeno al acecho – y quedar cautivada por su extravagancia, belleza o acaso por su ordinariez. La voyeur pasó por varias etapas en este viaje: en 1979 invitó desconocidos a dormir en su cama, los fotografiaba mientras sonreían, hablaban o se movían en sueños. No importaba lo que esta gente pensara, sólo importaba lo que Calle pudiese tomar de ellos – lo que Calle concebía que pensaban o que eran. Un deseo mucho más grande se apoderó de la chica con nombre de... con nombre de calle: contemplar a las

personas en su mundo privado, en el cosmos de su vida cotidiana, en los pequeños gestos inconscientes de todos los días, perdidos en la inmensidad de las ciudades. Alrededor de 1980 la artista comienza a seguir extraños para que “la lleven a pasear” por París. En uno de esos días de persecución sigue a uno hasta Venecia, fascinada por la inquietud que le provoca y las fotos de la cacería culminan en otra de sus obras. Finalmente, para una muestra de autorretratos, Calle invierte los papeles y pide a su madre que contrate un detective privado que la fotografíe y documente su andar por la ciudad. La voyeur se sabe víctima de su arte, es esclava de su observador, pero libre en sus movimientos caminando bajo el ojo vigilante entre la multitud. La mirada en la calle abre un abanico de posibilidades narrativas, constante e imprevisible. Si es Baudelaire el que nos cuenta sobre extraños y sus historias, sobre un anonimato descubierto, Sophie es la que busca ser acechada por esa emoción del personaje - de uno de sus personajes. Un exhibicionismo a sabiendas busca descubrirse bajo la fachada de una ciudad como cualquier otra, bajo unas calles donde el arte no parece tal... pero lo es a los gritos. La realidad innegable - el mundo mira a la calle - es encarnada en la actualidad por unos nuevos - pero con antecedentes - personajes de la urbe. Otro individuo avanza por el asfalto dedicándose a captar las nuevas tendencias, se trata de los “busca tendencias”, los tan en boga street cool hunters. Las historias se convierten en arte callejero, sus ropas y su andar que entre la multitud buscan darle tonalidades a la metrópolis otrora gris. Ahora es otro el flâneur, pero con distintos instrumentos, valiéndose de casi los mismos argumentos. El protocolo es confuso, pero más

frontal en un mundo donde las almas ya no pueden ser “robadas” sin permiso. Un extraño con una cámara de fotos se acerca a un peatón, el extraño se presenta, quizás muestra una tarjeta (“¿Una foto?” replica con gesto de extrañeza el interpelado, “Sí, una foto”), ahí nomás un click, se postean en un sitio web y ambos siguen su camino. Un episodio raro en donde la masa, normalmente indiferente, se vuelve sobre sí misma. Se sube a internet y voilá: la industria cultural se regurgita, el consumidor se vuelve consumido, el individuo se entrega a su ciudad y le cuenta algo... una vivencia, un modo de ser. Sólo un instante representativo plasmado en una foto testimonio de ese único momento. El fenómeno crece a un ritmo galopante. Varios blogs retratan los diversos estilos que germinan en las ciudades. Las vidrieras, las revistas, las instituciones de moda se concentran en la calle, ese espacio compartido y heterogéneo que desfila ante nuestros ojos todos los días. El individuo, entre la multitud, crea la tendencia, nos lleva a una historia desde su ropa, desde su caminar, desde su perfume. ¿Y lo mejor? Todos somos el individuo, todos podemos ser el paseante. El arte, la moda, la literatura está en todas partes, fuera de toda institución formando parte de nuestras vidas de la mano de cientos de Sophies Calles que vagan por la ciudad buscando ser vistos. Terminamos de asimilar así el lejano manifiesto dadaísta, que presentaba sus acciones como una forma de vivir y como un rechazo absoluto de toda tradición o esquema anterior. Proclamamos hoy esta no-institución de todo arte, como un inevitable modus vivendi, porque el arte está en la calle, o bien, la calle está de moda.


Yanina Argentina. En la pared de una casa donde siempre hacían fiestas había una leyenda estampada con stencil que decía “Pánico”. A la amiga de Yanina se le ocurrió hacerle una remera con esa inscripción y a ella le encantó.


By Guido Limardo / PH_Clash

Pablo Méjico. Las zapatillas las trajo un amigo dealer que vivía en California y tuvo que volver a México porque iba a terminar tras las rejas. En ese trayecto, eligió esas zapatillas para Pablo. Amigos son los amigos.

Fotos — Guido Limardo Producción — Rosario Villani y Cocó Muro 107


Violeta Argentina. Los anteojos son nuevos. Eran de sol, pero Violeta les cambió los lentes a unos transparentes. Desde lejos no se ve.

Violeta y Fernando son los dueños de la casa-tienda Cualquier Verdura, ubicada en Humberto 1° 157, San Telmo, Ciudad de Buenos Aires, Argentina. ¡Una monada de lugar!


By Guido Limardo / PH_Clash

Fernando Argentina. Para Fernando ese sombrero es muy especial: se lo regal贸 Violeta, que lo compr贸 en una feria en Chester, Inglaterra.

109


Lisa Alemania. Lisa vive en Berlín. Flashea con eso de conquistar el mundo y el anillo que lleva puesto le recuerda a “un conquistador espacial”. Pero vaya uno a saber lo que quiso decirnos en alemán. Inquietante.


By Guido Limardo / PH_Clash

Daniel Argentina. Daniel es peluquero de esos que no le cobran a los amigos. Un día estaba en plena teñida de pelo y al ver que lo que estaba haciendo resultaba bien se preguntó ¿por qué no? y empezó a aplicarse la tintura a sí mismo. Y bueno, van a quedar así, diría Marcela Brane.

111





Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.