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VENCER LA DIABETES

LO QUE NOS ENSEÑARON LOS SABIOS MAESTROS NATURISTAS

AUTOCURACIÓN Y TROFOTERAPIA NATURISTA

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“QUE TU ALIMENTO SEA TU REMEDIO Y TU REMEDIO TU ÚNICO ALIMENTO” (Hipócrates)

(Trofoterapia: la curación por los alimentos)

Vencer a Di abetes La diabetes mellitus, conocida comúnmente como diabetes, es una enfermedad que se caracteriza por presentar una excesiva cantidad azúcar circulante (hiperglucemia) y por la excreción de ese azúcar a través de la orina (glucosuria). Esta enfermedad que comienza siendo un trastorno en el metabolismo del azúcar o los hidratos de carbono, en fases más avanzadas altera el metabolismo de todos los elementos vitales. Es decir que distorsiona el uso de las proteínas, las grasas y los electrolitos, produciendo un caos general que puede ser prevenido o regularizado con un tratamiento correcto.

El problema lo resuelve Hipócrates, la solución la da la Trofoterapia. El Prof. Carlo Foá ha dicho que el jugo de las glándulas endocrinas y exógenas es elaborado por el estómago. La culpa no es pues del páncreas y sí del estómago. Si el ESTOMAGO ES BUENO, TODOS LOS DEMAS ORGANOS FUNCIONAN BIEN. La vida tiene su inicio en el estómago, en el aparato asimilativo. Del mismo modo la muerte, la disgregación de la materia organizada, tiene su inicio en el estómago. El Prof. Arnaldi (de Italia), decía que no hay enfermedad sin estómago en mal estado. Y el Dr. Mario Musilla da como última hipótesis la distrofia del hígado o del sistema nervioso central. Pero los tóxicos que se cuelan a través de los tejidos porosos del intestino, irritan el hígado y al sistema nervioso. De manera, pues, que la INTOXICACION, o la autotoxomía es la causa originaria de todo mal funcionamiento orgánico. El exceso de alimentación es la causa madre de la diabetes; se enmienda sólo con la desintoxicación orgánica, normalizando las digestiones y asimilaciones. Están de más todos los remedios de insulina, como cualquier otro preparado químico, que dan una falsa sensación de seguridad soslayando las verdaderas causas de la enfermedad. Los resultados del consumo insulínico pueden resumirse como sigue: 1.El hecho mismo del empleo de la insulina, la investigación de las causas de la diabetes ha sido soslayada, de forma que el enfermo no puede jamás curarse. 2.La insulina proveniente de animales y que sustituye a la producida por el páncreas del enfermo, engendra indefectiblemente la gradual reducción de la capacidad de producción del páncreas. 3.La gravedad de la enfermedad aumenta a medida que se prolonga el tratamiento. 4.Su uso esconde al médico y al paciente el verdadero estado del enfermo; enmascara igualmente los resultados desagradables de ciertos abusos cotidianos realizados con la nutrición. 5.Hay un peligro permanente por la absorción de dosis que superan las dosis necesarias para equilibrar el aporte en hidratos de carbono, lo que trae como consecuencia posible: el shock insulínico, el coma y la muerte. Según el Prof. Nicolás Capo hay que corregir el trofismo interno con las enzimas naturales de las frutas y no con muchas derivaciones de insulina. Una alimentación natural sana toda forma de diabetes, aplacando la ansiedad y el hambre exagerado y morboso. Conviene no comer dulces concentrados industriales, ni carnes, ni vinos, ni huevos, ni quesos, ni leche y sí muchas ensaladas crudas, caldos vegetales y frutas frescas.

El azúcar natural de las frutas no produce la diabetes, sino el azúcar industrial. No es el azúcar de las frutas (que es virgen y natural) y que no contienen el “estroncio carbonato” que todo lo altera. Muchos médicos ahuyentan a los enfermos diabéticos de las frutas, con la idea de que el “azúcar” es malo para ellos, y, como creen que ese azúcar pernicioso lo contienen las frutas las condenan. “Desconocen el secreto clínico de nuestro sistema”, asevera el Prof. Capo. Es que los enfermos de diabetes coinciden en que casi nunca han comido frutas, y si han comido alguna vez las han comido mal combinadas. (Ver tabla de la Combinación de los Alimentos en Ecología & Desarrollo Nº 6 Pág. 13). Pueden comer las siguientes frutas; pero bien combinadas, repetimos: naranjas, mandarinas, ananás, pomelos, duraznos, melones, sandías, uvas, frutillas, cerezas, moras, nísperos, ciruelas, mangos, peras, manzanas, pero lo más recomendable es zumo de limón y ajo crudo. Lo súper recomendable es que el diabético coma 3 grandes ensaladas cada día: de lechuga, escarola, berros, perejil o albahaca, menta, y el zumo de 2 ó 3 limones y un pepino, una cucharada de aceite, 6 u 8 aceitunas, 4 ó 5 almendras, sin pan, ni pan, ni arroz. No le convienen al diabético las bananas, ni las castañas, ni los caquis, ni ninguna mermelada de membrillos, ni las cremas de leche. ¡Ni los huevos, que es como si comieran pollos concentrados!

El poder medicinal de las naranjas. Curan sus ácidos naturales, perfectamente asimilables por el hígado y la sangre, ácidos éstos que forman las sales cítricas, sódicas, potásicas, etc. Naturalmente, cuanto más ácida es la naranja, más medicinal, más curativa resulta para el diabético, ya que en esos ácidos orgánicos es donde residen esas virtudes curativas imponderables e impalpables para la medicina alopática, porque ésta tiene un punto de vista clínico curativo muy diferente del criterio científico naturista. La alopatía (que representa la medicina tradicional) cree que todo se tiene que combatir con “contrarios”, como, por ejemplo, combatir la excesiva cantidad de azúcar en la sangre del diabético con insulina (extractos de azúcar); en los casos de enfermedades del hígado (que se presentan justamente por haber ingerido exceso de azúcares o alimentos grasos), pretende combatirlas con azúcar, aceite de hígado, etcétera. Todo eso es precisamente lo contrario de lo que la naturaleza reclama. Y el mismo

criterio suele aplicar la medicina alopática, en las demás enfermedades, ya sean del estómago, del riñón, etc. En el caso de la diabetes y las naranjas, lo que en realidad cura es ácido cítrico en estado orgánico natural, que elimina del hígado y de la sangre los tóxicos y venenos que impiden a estos órganos trabajar normalmente y vitalizarse, manteniendo vigorosa (después del descanso trófico) la vida intercelular perfecta. Esa depuración, esa desintoxicación por las naranjas es lo que cura. Y se cura lo que se regenera. Se han tenido casos asombrosos de curación de diabetes, algunas veces registrados ya a las 24 horas. En enfermos que durante años enteros no podían conseguir un descenso en la glucosa, después de un día de dieta de abundante zumo de naranjas (bebido en 14 horas), al día siguiente la orina aparecía con un recargo enorme, mayor que nunca; pero al cabo de unas 6 horas, las nuevas micciones dejaban asombrada a toda la familia e incluso al médico de cabecera, ¡y a base de dieta de naranjas solamente!

El efecto curativo de las naranjas en el hígado y en el páncreas M agníficos resultados nos ha dado el empleo, en bastante cantidad, de naranjas y de zumo de naranjas en los casos del hígado y páncreas enfermos. El despertarse, por las mañanas, con la boca amarga, saburrosa, pastosa y seca, es causa del recargo de residuos en el estómago y del recargo del hígado y anormalidad en la secreción biliar. Tomando uno o dos vasos de zumo de naranjas, tal estado desaparece inmediatamente. En el hígado es donde se depositan más residuos tóxicos, cuya suciedad hepática produce una continua e incesante cantidad de levadura de sangre venosa cargada de ácido carbónico, que, junto con la suciedad del estómago, originan los mareos y dolores de cabeza, sea al agacharse, al subir escaleras o cuestas o al hacer un pequeño esfuerzo, o bien por permanecer algún tiempo en locales cerrados, cines, teatros, salones de baile, etc. Haciendo unos minutos de respiración profunda con la boca cerrada, y tomando dos o tres naranjas o mandarinas, pasa todo. Pero, naturalmente, lo mejor es evitar la formación de residuos tóxicos en el hígado, ordenándose y metodizándose una alimentación diaria exenta de tales residuos, esto es, a base de un régimen de frutas. La dilatación del hígado y del páncreas es producida por la inflamación de dichos residuos tóxicos estancados en tales órganos, los cuales, por un imperativo vital del organismo, se defienden contra aquellos venenos, dilatando las células del órgano para dar lugar a la congestión del flujo sanguíneo y para que éste pueda efectuar, en parte, la oxidación por medio de la fiebre local o general. Cuando estamos en este instante especial de crisis febril curativa, si tomamos mucho zumo de naranjas o de limón, ayudamos poderosamente al organismo en su lucha contra los venenos que ponen en difícil y crítica situación de funcionamiento fisiológico a nuestro cuerpo. La terrible enfermedad llamada pancreatitis, muy frecuente hoy día por las insuficiencias pancreáticas, se cura radicalmente con un tratamiento a base de naranjas. Los estados biliosos, cáncer del hígado, ictericia, quistes en el colédoco, piedras o cálculos biliares hepáticos, así como congestiones hipocondríacas y recargos grasos del hígado se curan con zumo de naranjas y zumo de limón combinados científicamente. Ante un tratamiento enérgico y fuerte, combinado con baños de sol, o, si no hay sol, cataplasmas o compresas de agua bien caliente, aplicado todo local e inteligentemente, no hay mal de esos que resista, si aún hay vitalidad en el organismo enfermo. Cuando ha fracasado todo tratamiento farmacológico y de inyecciones y demás métodos llamados irónicamente “naturales”, como el de las hierbas, el de los tés, baños fríos, sol artificial, radio, electricidad, magnetismo, “pases” de manos con “virtud curativa”, y los métodos hipnóticos y de sugestión, ¡el tratamiento naturista, verdad de la dietética trofoterápica, triunfa! Nosotros, de todo esto que venimos tratando, tenemos millares de casos en nuestro archivo. Nosotros estamos empeñados en dar hechos y no palabras, y por eso explicamos el camino más fácil, el más económico y el más lógico para que el pueblo llegue a esos hechos curativos. Además, la naranja tiene para el hígado y el páncreas, las siguientes ventajas: 1ª Fluidifica la bilis y el jugo pancreático. 2ª Activa las funciones hepáticas y pancreáticas. 3ª Oxida los malos humores estancados a la entrada del conducto colédoco. 4ª Limpia el hígado. 5ª Neutraliza los venenos que, a través del hígado, han de entrar en el organismo. 6ª Tonifica las funciones del reversibilidad sanguínea en su plasmogenia hepática. 7ª Destruye la grasa del hígado y páncreas. 8ª Ayuda al metabolismo trófico normal. 9ª Oxida cuerpos endurecidos en el hígado. 10ª Elimina materias venenosas del hígado. 11ª Vitaliza las células hepáticas y pancreáticas. 12ª Cura la apatía hepática y biliosa. La respiración terapéutica El oxígeno es el gran agente destructor, el más poderoso desinfectante que se conoce en el Universo y el más grande aniquilador de las morbosidades de la sangre. La oxigenación de las más íntimas celdillas de los alvéolos pulmonares, es de primordial importancia en la cura de la diabetes, o ataques de comas agudos, por su acción directa en la purificación de la sangre sobre las secreciones de las glándulas emuntorias: riñones, piel, hígado, etc. La respiración debe ser hecha en sitio bien aireado y puro, y de duración de 1 a 2 horas. Fuente: CURA DE NARANJAS, TROFOLOGIA Y TROFOTERAPIA Prof. Nicolás Capo

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