El Cruce - Noviembre 2014

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REVISTA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOMAS DE ZAMORA

AÑO 6 I Nº39 I Nov-Dic 2014

LA NOTICIA DEL AÑO IGNACIO GUIDO MONTOYA CARLOTTO

“Ahora cierro los ojos y duermo tranquilo” En una charla íntima con El Cruce, el nieto recuperado de Estela de Carlotto cuenta cómo se lleva con esta nueva etapa de su vida. ADEMÁS Adolescencia eterna De Messi a Mascherano Las chicas clown

Viaje al país del ébola

Cromañón, 10 años de dolor

Cultura under en el Sur

Sofía Viola fusiona la vida

Escribe Ariel Scher Dibuja García Pimentel


Publicación bimestral de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora

Sumario

Director: Daniel Miguez

Consejo de Redacción: Leonardo Castillo Germán Ferrari Gustavo Naón Pablo Romano Leonardo Torresi Martín Voogd

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Editorial

4

Fotomérides: Fontanarrosa

Escriben en este número:

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La noticia del año

12

Palme, el gran magnicidio sueco

14

Vivir al filo del ébola

16

A 10 años de Cromañón

22

Medios y violencia de género

26

Dibuje, maestro: Leandro García Pimentel

30

De Messi a Mascherano

32

Adolescencia eterna

34

Espacios culturales under

Rubén Ortiz

40

Sofía Viola, vida y música

Fotografía:

44

Las chicas clown

48

Mambo

50

Cocina de autor

Jennifer Almendras Juan Andrade Mabel Cáceres María Luz Carmona Alejandra Fernández Guida Facundo Rodríguez Saura Gabriela Naso Fernando Núñez Luis Paz Juan José Relmucao Julieta Romero Ariel Scher Maricel Seeger Mariano Verrina Juan Felipe Zaldívar

Ilustraciones: Reinaldo Cortés

Diseño: Pamela Royo

Contratapa y retiración:

Télam

Servicio periodístico: Agencia Universitaria de Noticias y Opinión www.auno.org.ar

Contacto: elcruce@auno.org.ar TE: 4282-8172 /6006 Dirección: Camino de Cintura y Juan XXIII, Llavallol, provincia de Buenos Aires (CP: 1836) ISSN, en trámite Derechos de propiedad intelectual, en trámite.

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EDITORIAL Por Daniel Miguez

Sudamérica, entre los pronósticos y la realidad No eran pocos los analistas que pronosticaban un fin de ciclo de los gobiernos progresistas en Sudamérica. Pero hasta ahora, país por país, cada electorado fue desmintiendo esa supuesta tendencia al retorno del neoliberalismo en la región. El primer paso en ese sentido lo dio, en febrero del año pasado, Rafael Correa, al ganar por tercera vez consecutiva en Ecuador, esta vez con el 57% de los votos. Dos meses después lo siguió en Venezuela, el ajustado triunfo de Nicolás Maduro sobre Henrique Capriles. En ambos casos los resultados también implicaron una derrota para los medios de comunicación más poderosos de esos países que apostaron abiertamente y con cualquier arma a la victoria de los que finalmente perdieron. La que cerró la serie de 2013 fue Michelle Bachelet, que volvió al gobierno con el 62% de los votos luego de la experiencia del presidente liberal Sebastián Piñera, que la había sucedido cuatro años antes. El resto de las elecciones en Sudamérica ocurrieron este año. El primero fue el colombiano Juan Manuel Santos que, en junio, se impuso con el 54% de los votos a Oscar Zuluaga. Se dirá, con razón, que el gobierno de Santos no tiene la impronta de cen-

tro izquierda de los anteriores. Pero no es menos cierto que fue más progresista que su antecesor Alvaro Uribe, y mucho más aún que Zuluaga, su rival en 2014. Es decir que puestos a elegir entre el centro derecha y la derecha plena, los colombianos se inclinaron por la primera opción. El mes clave para determinar el rumbo de político de la región fue octubre, cuando hubo elecciones presidenciales en Bolivia, Brasil y Uruguay. En Bolivia Evo Morales consiguió un aplastante triunfo con el 61% de los votos que lo llevó a su tercer mandato consecutivo, ganando incluso en las provincias que históricamente le habían sido adversas, como Santa Cruz de la Sierra. Pero la victoria decisiva para el progresismo en la región fue la de Dilma Rousseff en Brasil, que le dio al Partido de los Trabajadores la posibilidad de estirar a 16 años su estadía en el gobierno. Como en casi todos los países de la región, Dilma quizá más que ninguno otro presidente tuvo que sufrir las campañas plagadas de mentiras y tergiversaciones del periodismo opositor. A tal punto que la revista Veja adelantó un día su salida para presentar una denuncia falsa contra el Gobierno, que no tenía posibilidades de desmentirlo por estar

en veda electoral. El resultado era esperado con ansiedad tanto por los gobiernos vecinos que tienen buena sintonía política con Dilma, como por los que deseaban que un triunfo de Aécio Neves le devolviera a Brasil las políticas de libre mercado y exclusión social. Uruguay siguió el mismo camino, al menos en la primera vuelta, donde el Frente Amplio ganó con el 47% de los votos con Tabaré Vázquez como candidato. El ballotage se realizará el 30 de noviembre y es difícil que el liberal Luis Lacalle pueda revertir la elección. El único país del continente en el que se impuso un candidato de derecha fue Paraguay, donde el empresario Horacio Cartes venció después del derrocamiento “institucional” de Fernando Lugo. Y habrá que ver qué sucede en Perú con los comicios previstos para el lejano 2016. Las elecciones que, de hecho, cerrarán el ciclo se darán en octubre en la Argentina. Como ocurrió en cada uno de los otros países el pronóstico/deseo de los grandes medios opositores es que en 2015 se terminará el modelo de presencia estatal y redistribución del ingreso a favor de la clase media y la clase baja. Falta un año para saber quién acertará.


FOTOMERIDES A 70 AÑOS DEL NACIMIENTO DE ROBERTO FONTANARROSA

¡Qué lo parió!

Autodefinido De mí se dirá posiblemente que soy un escritor cómico, a lo sumo. Y será cierto. No me interesa demasiado la definición que se haga de mí. No aspiro al Nobel de Literatura. Yo me doy por muy bien pagado cuando alguien se me acerca y me dice: «Me cagué de risa con tu libro». Pag. 4


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Frases de Inodoro Pereyra

Roberto Fontanarrosa, el Negro, nació el 26 de noviembre de 1944 en Rosario. Siempre vivió en la ciudad que amaba, hasta el 19 de julio de 2007, cuando su muerte entristeció a gran parte de la sociedad y a sus admiradores en todo el mundo. Fanático del club Rosario Central, fue uno de los grandes escritores y dibujantes argentinos. Su humor inteligente, absurdo, desopilante parecía inagotable. Su personaje emblemático fue Inodoro Pereyra (el renegau), un gaucho rebelde y pícaro, casado con Eulogia y que tenía como fiel amigo y consejero a Mendieta, un perro que hablaba. La historieta se comenzó a publicar en 1972 en la revista cordobesa Hortensia. Otro de sus grandes personajes fue Boggie, el aceitoso. Era un asesino a sueldo que caricaturizaba a ese típico personaje de las series estadounidenses. Escribió cuentos magníficos, aglutinados en 13 libros a lo largo de casi 40 años. También, tres novelas, entre ellas la magnífica Área 18. En el bar El Cairo de Rosario, que Fontanarrosa hizo famoso, todavía existe La Mesa de los Galanes, que da título a uno de sus libros y en torno a la cual se reunía con sus amigos casi cotidianamente. En la Argentina muchos comenzaron a festejar el Día del Amigo el 19 de julio en su homenaje, en vez del 20, que recuerda la llegada del hombre a la Luna. Por fuera de su obra artística, quizá su intervención más recordada sea su discurso “Sobre las malas palabras” al cerrar el Congreso de la Lengua Española que se realizó en 2004 en Rosario.

Estar solo no es nada, lo malo es darse cuenta. Dios, dame paciencia... ¡pero ya! Vago no, quizá algo tímido para el esfuerzo. Usted no está gorda, Eulogia. Es un bastión contra la anorexia apátrida. Con la verdad no ofendo ni temo. Con la mentira zafo y sobrevivo. Soy crítico meteorológico, señor. La tormenta de anoche: “Floja iluminación de los relámpagos, lluvia repetida, escenografía pobre y pésimo sonido de los truenos en otro fiasco de esta puesta en escena de Tata Dios. Una típica propuesta de verano, liviana, pasatista, para un público poco exigente”. Después de tantos años, si tengo que elegir otra vez, la elijo a la Eulogia con los ojos cerrados. Porque si los abro elijo a otra. Eso de “hasta que la muerte los separe” es una incitación al asesinato. Yo no quiero ser irrespetuoso, Eulogia, pero lo que ha hecho Tata Dios con usté es abuso de autoridad.

Diálogos con Mendieta Mendieta: - ¿Y usted cómo se gana la vida? Inodoro: - ¿Ganar? De casualidá estoy sacando un empate. Inodoro: - Digo yo, Mendieta... para conseguir la famosa leche cultivada... ¿habrá que sembrar la vaca? Mendieta: - ¿Y el caldo de cultivo, don Inodoro? Inodoro: - ¡Las veces que tiré sopa en el surco y no brotó ni un fideo dedalito! Mendieta: - Dígame don Inodoro ¿ustéd está con la Eulogia por alguna promesa? Inodoro: - Mendieta, uno se deslumbra con la mujer linda, se asombra con la inteligente... y se queda con la que le da pelota. Inodoro: - Disculpe, Mendieta, pero pienso que cada uno debe saber sus limitaciones. Mendieta: - Son tantas mis limitaciones que, de saberlas todas, sabría muchísimo.


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#ESTELAYGUIDO

La noticia del año Por Alejandra Fernández Guida

Cuando el 5 de agosto se conoció que Estela de Carlotto había encontrado a Guido, se produjo un estallido de conmoción y alegría que sobrevive en el colectivo cada vez que recuerda esa primera imagen del abrazo de la abuela con su nieto. La noticia puso de rodillas a la industria de lo negativo, que tuvo que rendirse ante la prueba de que lo bueno también vende. Crónica de una buena noticia. Los muertos que dejó Grondona en la AFA; las conexiones judiciales que complican a Boudou; el pibe desfigurado en una comisaría de Mendoza; la selfie hot de la vedette del momento, lo más visto. Todo en su lugar, hasta que la fabricación en serie de malas noticias se detiene ante la evidencia de que una buena nueva también puede ser trending topic. Quizá porque lo que abunda en el mercado negro de contenidos son los productos vencidos, cuando aparece algo sabroso se goza el doble. Este 5 de agosto la sonrisa de Estela en HD aplasta hasta a la imperturbable María Laura. Por fin los buenos llegan a los titulares.

Cuadro: alegría social generalizada. Síntomas: ansiedad, palpitaciones, congoja, euforia, ganas de llorar bien fuerte. Se instala una información que se presume real por deseo, pero que no termina de confirmarse. Parece que sí, que apareció el nieto de Estela, pero no hay comunicado, ni voz oficial, tampoco placa roja. ¿En qué momento se desata la alegría? ¿Cuándo se abandona el potencial que contiene la prudencia? En minutos el rumor se instala. Los noticieros full time siguen con su programación mientras ven cómo la novedad se muda de patria. La noticia se consolida en las redes sociales y se multiplica por millones con mensajes

que compiten en emoción. Todavía dulces por la (indi)gesta mundialista, alguno viraliza una boleta con la fórmula para la victoria en las elecciones del año que viene: Guido Carlotto-Javier Mascherano. A otros les agarra un brote poético y se animan a tirar unos versos. Los más efectistas cuelgan alguna foto que se roba todos los likes. Cada uno encuentra el espacio para decir y en ese todos dicen, las redes sociales se convierten en un sitio habitable. La alegría encuentra su mejor vidriera en el mundo virtual, pero del otro lado de la pantalla la cosa no cambia. Hay complicidad en la emoción por el final de una historia en la que todos se sienten participes. La imagen de Laura, con esos inmensos ojos negros, se reproduce. Las cartas públicas que Estela le dedicó a ese nieto que la estaba esperando vuelven a escribirse. Hay una percepción de que esto que pasa delante de nuestros ojos se llama historia. *** Virrey Cevallos 592. Sede de Abuelas de Plaza de Mayo. Los micrófonos se amontonan detrás de un escritorio en el que


están todos: hijos, nietos, bisnietos. Ríen, se abrazan, cantan. Nos los han vencido. A los codazos, fotógrafos y periodistas disputan un espacio que escasea. Cientocatorce victorias después aparece Estela para anunciar que esta vez le tocó a ella. Los micrófonos, ansiosos, acoplan. “Shhh”; “No se escucha”; “A la cámara, Estela”. Tranquila, espera que funcione el sonido. Ya esperó 36 años. Con vocación docente, reta a un par de camarógrafos que se pelean en el fondo de la sala por tener el mejor ángulo de la abuela. Estela conmueve con su sonrisa. No llora. Nunca la vimos llorar. “No quería morirme sin abrazarlo”, resume con precisa ternura lo que un batallón de creativos tuiteros no pudo lograr. Lo que sigue es una abuela hablando de las bondades de su nieto. “Es hermoso, es un artista, es un chico bueno. Él me buscó”, dice ella, que nunca se resignó en la lucha por acariciar al bebé que su hija Laura tuvo apenas cinco horas en brazos. “No lo molesten”, suplica con un amor que no alcanza. A esta altura, Guido, el joven que completó su historia 36 años después, ya es Ignacio Hurban, el pianista de Olavarría; el hincha de River que trabaja como director de una escuela de música; el chico que estudió en el Instituto Municipal de Música de Avellaneda y completó su formación en su ciudad natal; el que ya editó varios discos y que sin saber que era el nieto de Estela compuso el tema “Para la memoria”. Abren su heladera. Se sientan en su mesa. Se meten en su cama. La periodista se para frente a una escuela cualquiera de la localidad de Loma Negra. “Acá estudió Guido- dice, convencida-, como un alumno más, sin saber que en realidad era el nieto de Estela”. Frente a una tranquera, un movilero intercepta vecinos que se peinan para la cámara. “¿Cómo los trata, Guido?”; ¿A qué hora se despierta?”; “¿Tiene mascotas?”. *** Virrey Cevallos 592, otra vez. El nieto de la abuela máxima sabe que la única forPag. 8

ma de detener la incertidumbre es convirtiéndose en certeza. Dice que si lo llaman Guido posiblemente no se de vuelta. “Metele un Ignacio, dale”, le pide a un periodista. “Estoy un poco convulsionado”, asegura, pero no se nota. La abuela lo (ad) mira sin disimulo. Le toma la mano. Ella tiembla; él, no. Lo acaricia. Ignacio habla de la magia del primer abrazo; de la alegría popular que produjo la restitución de su identidad; de la importancia de seguir con la búsqueda de los nietos que faltan. Ignacio es Carlotto. Pero Ignacio también es Montoya. De la mano de Laura estaba su compañero Walmir Oscar “Puño” Montoya. El papá de Guido. El hijo de Hortensia Ardura y Bergel Montoya. Un militante peronista desaparecido en noviembre de 1977. “Puño” aparece de la mano del nieto ciento catorce. Se habla de la historia de amor con

Laura. Se dice que se conocieron cuando él dejó su Cañadón Seco para estudiar en La Plata. Se cuenta que los secuestraron juntos, cuando un bebé crecía hacía tres meses en el vientre de su compañera. Se repasa el final, que es la tragedia de otros treinta mil. Ya no es 5 de agosto. Pasó la euforia del encuentro. En las góndolas de los noticieros ya no hay ofertas de buenas noticias. Se secó esa gota engordada por la emoción de millones. Queda, sin embargo, la sensación de haber vivido algo importante. La huella del acontecimiento que se traduce en esa seguridad que dentro de varias décadas vamos a recordar qué estábamos haciendo cuando cayó el rumor de que Estela por fin había encontrado a su bebé de 36 años. Queda, también, la necesidad de volver a sentir lo mismo cuatrocientas veces más.


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ENTREVISTA A IGNACIO GUIDO MONTOYA CARLOTTO

“Esta historia tiene

un final feliz” Por Alejandra Fernández Guida

Nació hace 36 años en el Hospital Militar. Su mamá le puso Guido, como el abuelo. Cinco horas después de nacer fue despojado de su identidad. Lo criaron en el campo como Ignacio Hurban. Pecheó a su destino de peón rural y dedicó su vida a la música. En Olavarría es el profe, el director de la escuela municipal y el integrante de un septeto que no para de tocar. En una charla con El Cruce cuenta en qué lugar está parado hoy. Ignacio Guido construye un discurso sin épica. No hay sobrevivientes en su relato. Habla de ganancias y no de pérdidas. Habla de encuentros y no de ausencias. El hijo de Laura y Oscar respira hondo, suspira, reflexiona. Hace pausitas antes de hablar. Sus palabras son perfumadas. Ignacio Guido Montoya Carlotto –así, con los apellidos de papá y mamá- asegura que salió fortalecido de esta historia; que jamás pierde el que conoce su identidad; y que hoy puede dormir tranquilo porque pudo completarse. Tiene 36. Parece un poco más. Su cara asociada a la del bebé que Laura tuvo que soltar cinco horas después de haberlo parido hace que esos signos de vejez se acentúen. Ya no es aquel Guido que quizás nunca fue. Hoy es Ignacio, el chico de Olavarría que vive con su compañera María Celeste, con quien planea tener hijos pronto. Los bisnietos de Estela y Hortensia. Su nuevo estatus de nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo cambió su vida, pero no su persona, dice, y se nota.

-¿Guido ya pudo encontrarse con Ignacio? -Desde el primer momento porque somos la misma persona. Cuando en la primera conferencia me preguntaron cómo tenían que llamarme lo primero que me salió fue contestar Ignacio. Porque yo soy el mismo de siempre. Cambió mi historia, pero yo no. Entonces ese proceso de conocimiento creo que en algún punto está salvado. Después hay una etapa lógica que necesito transitar para entender algunas cosas, reconstruir otras. -¿En qué cambió tu vida en estos meses? -En cantidad de cosas. La pérdida del anonimato. Que creo que es la única perdida porque el resto es todo ganancia. Soy la misma persona que hace meses atrás, pero ha cambiado mi circunstancia y mi entorno. Eso en algún punto te cambia la vida. Yo ahora tengo una familia muy grande. Un montón de primos. Sin embargo, para mí tiene que ver con cuestiones ajenas por-


que lo que soy yo como persona, lo que me gusta hacer, lo que me hace feliz y en lo que creo, eso no cambió. Tal vez tiene que ver con la magia que se ha dado en este caso de llegar a las dos familias siendo alguien entrañable. Nosotros teníamos ciertos códigos familiares comunes. No era un extraño para mi familia. -¿Te obsesiona armar el rompecabezas de tu familia biológica? -No, pero aunque no quisiera bucear en la vida de mis viejos, siempre aparece alguien que te cuenta algo. La familia, más allá de que no te quiere abrumar, siente la necesidad de contarte. Aunque no quisiera yo enterarme de nada, me enteraría porque es un proceso que viene de afuera. Ahora, por más que yo leo, busco, miro, trato de tomármelo con calma porque si me obsesionaría, entonces ahí sí que creo que estallaría. -¿Cómo es el duelo de una persona que vio nacer y morir a sus padres el mismo día? - Yo creo que el duelo todavía no lo hice y que ya lo voy a hacer. Me da tristeza por la vida de ellos, por su juventud, porque sus sueños se terminaron tan rápido. A veces me duele pensar que eran mucho menores de lo que soy yo ahora. Yo no me acercaría a una chica de la edad de mi mamá, por joven. En ese sentido me siento huérfano, aunque la figura paterna la tuve. Estas son cosas para las que uno no se prepara, así que las tengo que ir resolviendo en el momento. Porque, de alguna forma, uno se va preparando para la muerte de un familiar, hasta de los propios padres, pero esto que me pasa es tan distinto y particular que a veces no sé cómo elaborarlo. -¿Buscás la presencia de tus padres en la figura de tus abuelas? -Creo que la familia que tengo es la que está. Eso es lo que tengo para mirar hacia adelante. Lo otro es recordar algo que ha estado, pero no: es la ausencia y la presencia encarnadas en las mismas personas. Están mis padres, porque están en todos los gestos míos, en lo que yo soy, en las decisiones que he tomado, pero no están porque nunca han estado para cuidarme, porque no me pudieron ver crecer, porque nos sacaron esa posibilidad. Uno está en ellos y yo me siento el reflejo de mis viejos. -¿Cómo son los encuentros domingueros con tu nueva familia? Pag. 10

-Son encuentros naturales. Como cualquier encuentro con la familia. Es lindo encontrarte con tanto amor y tanto cariño de golpe y saber que eso está bien porque ellos son parte de mi vida, y yo de la de ellos. Y lo lindo es que todo resulta más simple de lo que parece. Tal vez uno de afuera puede pensar “cómo hace este chico para estar con personas que no conoce”. Bueno, ahí creo que está el poder de la sangre. Ellos son mi familia. Y nunca me sentí ajeno, parado desde afuera. Soy parte de esa mesa. -¿En qué estado está la relación con tus padres de crianza? -Estamos reconstruyendo la relación de nuevo, desde otro lugar, pero siempre desde el amor. De alguna forma, creo que todo esto que me pasó fue motorizado por el amor y a mí no me duele nada porque eso todo lo cura. Yo a ellos no les puedo reclamar nada. Nunca se me ocurrió reprocharles algo, acusarlos de nada porque la circunstancias particulares de este caso hacen que yo no les deba más que palabras de agradecimiento. Es muy interesante lo que pasa con la familia biológica, lo genético, lo instalado, pero ellos me criaron, yo también soy ellos. Y hoy puedo estar bien parado porque me dieron todo. ¿Cómo fue tu primer concierto público en la ex Esma? -Lo de Esma fue intenso más que lindo. Fue tranquilizador por-


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que más allá de lo exterior, del fervor de los demás, cuando empezó la música yo me sentí en casa. Cuando me paré en el escenario sentí que empezaba la historia mía. Esta es mi historia más real. Es la manifestación más fuerte de lo que puedo hacer. Estar ahí con mi familia y mis amigos fue tan alegre que me tranquilizó y me puso en una sensación de hogar. En algún momento temí que la situación externa me ganara, que no pudiera hacer lo que más amo. Pero pasó todo lo contrario: cuando empezó la música fui yo, fui feliz. También tuve la suerte de haber entrado antes. Yo conocía la ex Esma y ese primer impacto que uno tiene cuando entra ya lo había vivido. Lógicamente, ahora cambió la historia, mi historia, pero viví todo con mucha emoción y felicidad porque sé que, además, ahora puedo llegar a un público mayor. -Entonces conocer tu identidad también repercutió en tu música… -Totalmente. En un principio tuve miedo de que algo cambiara en mi relación con la música; pensaba qué pasaría cuando estuviera nuevamente frente al piano, pero cuando volví a las clases y a los ensayos me di cuenta de que todo estaba en orden. Lo que cambió es el sentido de algunas letras porque lo que cambió es mi historia. Después está el cambio real que tiene que ver con tocar en lugares más grandes, con mejores condiciones y mayor cantidad de público. Yo no puedo desconocer que me volví una persona, digamos, conocida y que eso, de alguna forma, llama la atención. Pero no lo vivo con tensión. Todo lo contrario, creo que hay que aprovechar la posibilidad de llegar a un público más amplio porque siento que con la música se puede decir mucho. -Más allá de lo externo, ¿cómo talla en vos haber completado tu historia? -Estas cosas te hacen o crecer o desbarrancar. Y yo creo que esto me hizo crecer, entonces no tengo más que agradecer porque para mí esta historia tiene un final feliz. Es todo ganancia. Mi vida cambió, mi familia creció, me mudé a otra casa, tengo más trabajo, pero yo sigo siendo el pibe del barrio. El músico. El amigo de mis amigos. El hijo de mis viejos. -¿Y cuando apoyás la cabeza en la almohada qué te pasa? -Cuando apoyo la cabeza en la almohada soy el mismo de siempre. Ahí más que nunca porque estoy en mi casa, en mi cama, con mi mujer. Lo que cambió en mí es algo mucho más profundo. Tiene que ver con la tranquilidad que siento. No tengo que pensar en nada para dormirme. Ya llegó todo lo que tenía que llegar. Antes, muchas veces tenía que concentrarme en algo para poder dormir. Algo, no sabía bien qué, me faltaba. Pero ahora cierro los ojos y duermo tranquilo.


EL MISTERIOSO ASESINATO DE UN PACIFISTA

¿Quién mató a

Olof Palme? Por Leonardo Castillo

Pacifista y comprometido con la lucha de los pueblos del Tercer Mundo, el ex primer ministro de Suecia murió asesinado en 1986, un magnicidio que aún permanece impune, entre sospechas de conspiraciones e investigaciones infructuosas. Una calle del barrio porteño de Saavedra homenajea al político socialdemócrata. En la fría noche del 28 de febrero de 1986, el primer ministro había decido ir al cine con su esposa, Lisbet, sin custodia y a pie, fiel a su costumbre de moverse por las calles de Estocolmo como un ciudadano más. Cuando volvía a su casa, un desconocido le disparó tres veces por la espalda y le provocó la muerte, en pleno centro de la ciudad más populosa de Escandinavia. Así era asesinado hace 28 años Olof Palme, el líder de la socialdemocracia de Suecia, que a lo largo de toda su carrera se mantuvo fiel con el compromiso de defender las causas que consideraba justas, tanto en su país como en el resto del mundo. Este magnicidio aún permanece impune y constituye una mancha para una nación que se precia de respetar las libertades públicas, poseer instituciones Pag. 12

sólidas y garantizar una avanzada legislación en materia de derechos sociales. Nacido en 1927, Palme ingresó en la militancia política a principios de los años ’50, cuando iniciaba sus estudios en derecho en la Universidad de Estocolmo y rápidamente se distinguió como un joven cuadro del Partido Socialdemócrata sueco. Sus viajes por el Tercer Mundo lo llevaron a adherir a las luchas que se libraban en África, Asia y América latina, mientras se afirmaba como una ascendente figura política en el socialismo escandinavo. En 1969 resultó electo primer ministro del reino de Suecia y desde su cargo ejerció una férrea denuncia contra la guerra desigual que Estados Unidos emprendía en Vietnam; se proclamó en favor del desar-

me nuclear en Europa; condenó el apartheid en Sudáfrica y defendió la causa de los palestinos. Dejó el cargo en 1976 y volvió luego de seis años. En su segundo mandato, Palme profundizó su compromiso con el pacifismo y la liberación de los pueblos. Respaldó la revolución sandinista en Nicaragua y desarrolló una amplia política de asilo para los perseguidos que escapaban de las dictaduras latinoamericanas. Así, se convirtió en una figura que despertaba recelos en Estados Unidos y la derecha europea. No faltó incluso quien lo denunciara como un agente de la Unión Soviética, infiltrado en un país que se preciaba de mantenerse neutral durante la Guerra Fría. “Palme es un hombre entrañable, que nos trae algunos dolores de cabeza, pero los estadounidenses lo apreciamos, a pesar de todas las diferencias que mantenemos con él”, señalo una vez Henry Kissinger, secretario de Estado durante la presidencia de Richard Nixon.

Varias hipótesis, ningún culpable ¿Quién mató a Olof Palme? Ese un interrogante que las instituciones suecas no


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posible instigador, en venganza por la anulación de un contrato de venta de armas que Palme había cancelado y que el dictador necesitaba para abastecer a sus ejércitos que luchaban en la guerra contra Irán. Meras versiones, nada se investigó al respecto.

De Sudáfrica a Chile

pudieron responder en casi tres décadas, perdidas en varias hipótesis y pistas falsas que no han hecho otra cosa que acrecentar la impunidad de un caso que parece, a esta altura, de muy difícil dilucidación. La CIA, la inteligencia sudafricana, los kurdos, los iraquíes, la ultraderecha sueca, sicarios chilenos al servicio de Pinochet, la policía local y hasta terroristas alemanes fueron señalados en varias investigaciones como posibles autores. Hipótesis todas que con el tiempo terminaron en la nada y aumentaron el misterio. Tras disparar, el asesino de Palme huyó de la escena del crimen, mientras la esposa y un taxista intentaban reanimar a la víctima, que murió cuando era trasladado a un hospital. Las primeras pericias de la policía estuvieron plagadas de imperfecciones; el lugar en el que cayó el cuerpo del primer ministro no se preservó correctamente y se perdieron muchas huellas. Un turista indio encontró un casquillo de bala incrustado en una pared varios días después de cometido el hecho y, en base a eso, pudo establecerse el tipo de arma utilizada: un revólver Smith & Wesson calibre 9 milímetros. En base al testimonio que brindó Lisbet, la

Policía de Estocolmo identificó a un sospechoso, que fue enjuiciado y recibió una condena en primera instancia. Se trataba de Christer Pettersson, un hombre de 33 años con antecedentes criminales y consumidor de drogas. Meses después, el Tribunal Supremo lo liberó por falta de pruebas. Murió en 2004, como consecuencia de un accidente doméstico que le provocó una hemorragia cerebral. Un canal de televisión difundió un documental en el que varios amigos de Pettersson revelaban que el antiguo sospechoso les había contado que había matado a Palme, pero que lo hizo porque lo confundió con un traficante de drogas. Se inició una revisión del caso que no arrojó resultados. Los autores del programa recibieron fuertes críticas por manipular el material y forzar los dichos de los entrevistados. Las pistas se orientaron después a la ultraderecha sueca y más tarde a los exilados kurdos, una línea alentada por Ebbe Carisson, propietario de un diario que financió una investigación paralela que tuvo la autorización de la entonces ministra de Justicia, Anna Greta Leijon, que debió renunciar. Al llegar la Guerra del Golfo, se mencionó al líder iraquí Saddam Hussein como

Con la llegada al poder de Nelson Mandela, Sudáfrica eligió el camino de la reconciliación para procesar su pasado ligado al régimen segregacionista del apartheid. Se constituyeron Comisiones de la Verdad, en las que los antiguos verdugos debían confesar los delitos que habían cometido cuando estaban al servicio de ese sistema racista y opresor. A cambio, no eran condenados. En 1996, el coronel Eugene de Kock, ex jefe de inteligencia, aseguró que sus agentes asesinaron a Palme porque había financiado actividades del Congreso Nacional Africano, el partido que Mandela lideraba desde la prisión. El oficial identificó a un autor material, Anthony White, que a mediados de los ’90 vivía en Chipre. La Policía sueca viajó hasta allí, lo interrogó, pero no pudo vincularlo con el crimen. Se mencionó la posibilidad de que el dictador chileno Augusto Pinochet ordenara la muerte de Palme a raíz de las denuncias que Suecia hacía sobre las violaciones a los derechos humanos que cometía el tirano sudamericano. Varias investigaciones periodísticas se publicaron al respecto sin que se produjeran aportes significativos. De acuerdo con las leyes penales suecas, el crimen de Palme prescribiría en febrero de 2011, pero un año antes, el Parlamento sancionó una ley que extendía ese plazo por 10 años. En la actualidad, un equipo especial de la Policía lleva el caso y sigue adelante con la investigación. Más allá de una impunidad que perdura y parece inmodificable, Palme dejó como legado su integridad como gobernante y la fidelidad a sus convicciones. Cualidades que ninguna conspiración podrá asesinar jamás.


Vida crónica UNA PERIODISTA ARGENTINA EN LIBERIA

Un mes en el país del ébola Por Maricel Seeger

“Fue una experiencia movilizadora, inmensa”. Maricel Seeger, periodista, egresada de la UNLZ, pasó un mes en Liberia, en medio del drama del ébola. El esfuerzo de trabajar midiendo cada contacto para no contagiarse, al lado de una población que debió alterar hasta las relaciones familiares y resignar profundas tradiciones culturales. Pensar cada movimiento, ésa era la consigna. Si la mano iba a ir al ojo, si un dedo se iba a acercar a la boca, si llegaba la hora de comer o si había que tocar cualquier objeto extraño, no olvidar antes apelar al alcohol en gel. Una y otra vez. Mucho más cuando tocaba ir a un centro de tratamiento, pese a no estar en contacto con los pacientes. Y a la hora de saludar a alguien, nada de besos, abrazos o dar la mano. Había que evitar, como parte de las medidas de prevención, el contacto. El mayor brote de ébola de la historia exigió a esta periodista, que estuvo durante un mes en Liberia trabajando como oficial de Comunicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), atender el desafío desde lo profesional, pero también desde lo personal. No sólo se trataba de aportar desde la prensa y difusión de un tema que Pag. 14

mantiene en vilo al mundo, sino también de cuidar la propia salud para poder hacer ese trabajo. Pero la prevención no arrancó en el viaje, sino en la preparación anterior para poder aterrizar en Liberia, lo que incluyó cuatro vacunas, exámenes de salud y un medicamento para evitar contraer la malaria. El reto no era menor: trabajar por primera vez en Africa, en un país desconocido, en condiciones no muy favorables y en un idioma que no es el propio. ¿El contexto? Una población golpeada y asustada por una epidemia que crece a grandes pasos con cada vez mayor cantidad de casos y muertes. Hoy son más de 8.000 los infectados por el virus y cerca de 4.000 los muertos en las tres naciones más afectadas: Guinea, Sierra Leona y Liberia. Y al hablar de Liberia hay que referirse

a un sistema sanitario que ya era débil antes de enfrentar la epidemia, a un territorio donde la electricidad es un lujo y en el que el agua no puede tomarse por sus niveles de contaminación. En ese cuadro, los primeros días –los de adaptación- fueron duros, pero el desafío valió la pena. Y, sin dudas, la experiencia fue enorme. Rica, movilizadora, inmensa. Cada día fue un aprendizaje para esta ex alumna de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Si hay un denominador común en las emergencias es que las situaciones y, por lo tanto, los planes cambian muy rápido. Así, la capacidad de adaptación es doblemente importante. Y las modificaciones deben frenar lo menos posible el avance de las tareas, que en este caso fueron múltiples y diversas: realizar notas para las web local, regional y global de la OMS, establecer los contactos y enviar información a los periodistas locales e internacionales, organizar conferencias de prensa, enviar informes a la oficina central y al staff local de la Organización y coordinar parte de la relación con otras entidades que también trabajan para controlar el brote. Esa labor que realizan organizaciones de las Naciones Unidas y otras instituciones no sólo abarcan el plano sanitario, sino también el cultural, que en este caso resulta decisivo. En un primer momento,


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La periodista Maricel Seeger, egresada de la UNLZ, haciendo su trabajo en Liberia.

mucha gente en Liberia no creía en la enfermedad. Pero la percepción comenzó a cambiar cuando empezaron a ver que dejaban de ser sólo rumores o noticias en los medios al convertirse los vecinos, conocidos y familiares en los afectados. Cuando vieron la enfermedad en sus propias comunidades, las creencias cambiaron y la concientización comenzó a crecer. Tal es así que hasta varios artistas recogieron el guante y crearon canciones con mensajes para prevenir el ébola que suenan como hits en las radios, en momentos en que la programación sólo se concentra en la mayor preocupación de la población. El brote motivó en Liberia a suspender clases, establecer licencias para buena parte de los empleados públicos, prohibir aglomeraciones o eventos masivos, incor-

porar el toque de queda durante la noche y colocar en cuarentena a comunidades enteras para evitar que los traslados de la población de una ciudad a otra propague aún más la epidemia. También obligó a interrumpir una tradición arraigada que se convirtió en un mecanismo de transmisión de la enfermedad: cuando alguien muere, un miembro de la familia –en general, la mujer más ancianalavaba el cuerpo del fallecido para prepararlo para el entierro. En una enfermedad que se transmite por el contacto con fluidos corporales de la persona infectada, esta práctica es peligrosa, especialmente con un virus que perdura un tiempo en los cuerpos sin vida y es altamente infeccioso. Así, esta enfermedad golpea en la cultura, en las tradiciones y en los planos más elementales de la vida, como la familia. Basta

sólo imaginarse cuán rápido puede propagarse un virus que se contagia por el contacto con la saliva, la sangre, el sudor o cualquier otro fluido de la persona infectada. Basta sólo con pensar cómo puede afectar un caso en el interior de una familia, de una pareja o de una madre con un hijo. Por este motivo, los esfuerzos en Liberia también están puestos en concientizar a la población para que sólo un miembro de la familia tenga contacto con el paciente, hasta tanto éste pueda ser ingresado en un centro de tratamiento del país, que están prácticamente llenos. Los esfuerzos están centrados además en entrenar a esa persona designada para evitar que se infecte. Para quienes también la capacitación en el tratamiento de casos con ébola resulta esencial es en los trabajadores de la salud, una población seriamente afectada por el brote de características inéditas y, por lo tanto, nuevas para muchos. Más de 400 profesionales sanitarios resultaron infectados en los tres países africanos más perjudicados, e incluyendo a Nigeria. Saber cómo colocarse y quitarse los equipos personales de protección y cómo tratar a los enfermos resulta vital. Pero la falta de experiencia previa o el hecho de ver a un compañero de trabajo convertido en paciente, y no poder evitar tocarlo, jugaron una mala pasada a numerosos profesionales. Otro grupo también afectado son los sepultureros, encargados de recoger los cuerpos y trasladarlos para, en la mayoría de los casos, cremarlos. Para eso, usan los equipos de protección personal -que cubren de la cabeza a los pies- y bolsas especiales para los cadáveres, con el fin de evitar cualquier tipo de contacto. El entrenamiento de trabajadores sanitarios y sepultureros para saber cómo actuar es uno de los ejes del trabajo que lleva adelante la OMS, junto con otras organizaciones. En ambos casos vuelve a aparecer la misma premisa, aquella que permanece vigente para buena parte de quienes trabajan en el terreno: pensar cada movimiento. Ser consciente. ¿La clave? Prevenir.


LA TRAGEDIA DE CROMAÑÓN

La vida después

del horror Pag. 16


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A 10 años del hecho más cruento en la historia del rock nacional, con 194 muertos y más de 1.500 heridos, El Cruce habló con sobrevivientes y familiares de las víctimas. Un mismo grito atraviesa las historias: el reclamo de justicia. Además, dos periodistas especializados analizan los cambios en la cultura rockera a partir de aquel 30 de diciembre de 2004.

Más de 3 mil jóvenes asistieron al tercer y último show del grupo Callejeros en la discoteca República Cromañón. La noche del 30 de diciembre de 2004 iba a ser pura fiesta y alegría, pero quedó marcada a fuego de bengala en la historia argentina: 194 jóvenes fallecieron y más de 1500 sufrieron heridas. Diez años pasaron de ese infierno: el jefe de Gobierno cambió tres veces; un mural conmemorativo recuerda a los “ángeles del rock” que murieron esa noche trágica; la causa inició un ida y vuelta de procesamientos, condenas, apelaciones y revisiones; un grupo de pibes comenzó a ponerse una remera con la inscripción “Callejeros inocentes” y otro la de “Callejeros culpables”. Para los familiares, amigos y sobrevivientes de la tragedia, la herida duele tanto como el primer día. Durante el concierto, uno de los asistentes lanzó una bengala que provocó un incendio al impactar contra la media sombra que cubría el techo. Los espectadores intentaron escapar, pero se encontraron con una trampa mortal: la luz cortada, las puertas de emergencia trabadas con candados, extinguidores vencidos que no servían para nada y escaleras estrechas que complicaban la salida. Los jóvenes caían por asfixia, morían por el fuego, por los gases o por la estampida de gente desesperada por salir. Cromañón se convirtió en una ratonera incandescente. En los primeros días de 2005, comenzó la lucha por justicia. El foco fue puesto en los responsables políticos encargados de la

habilitación del boliche ubicado en Bartolomé Mitre al 3060, en el barrio porteño de Once, que sólo estaba habilitado para 1.031 personas. Entró el triple. El entonces jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, fue sometido a juicio político y destituido de su cargo el 7 de marzo de ese año. Su vice, Jorge Telerman, y otros funcionarios fueron investigados por mala actuación de las tareas de auxilio durante el incendio, pero al año siguiente quedaron sobreseídos. Por su parte, los integrantes de Callejeros fueron absueltos en agosto de 2009 y siguieron tocando en el interior del país bajo el nombre de “Casi Justicia Social”. “El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 24 los absolvió no porque fueran inocentes, sino porque ante la interpretación de los jueces faltaba algo más y prefirieron darles el beneficio de la duda. Nosotros apelamos ante Casación y los encontraron culpables de estrago culposo y cohecho activo”, en octubre de 2012, explicó a El Cruce la presidenta de la Fundación por la vida, ONG que ayuda a familiares y sobrevivientes de Cromañón, Nélida Gómez. En esa oportunidad, el ex líder de Callejeros, Patricio Fontanet, fue condenado a 7 años de prisión, mientras que Raúl Villarreal, mano derecha del gerenciador de Cromañón, Omar Chabán, y el baterista Eduardo Vázquez recibieron una pena de 6 años. En la causa, los integrantes de Callejeros y Chabán fueron acusados de co-organización. Aquella fatídica noche, el arreglo era que el grupo se llevaría el 70 por ciento de la ganancia por la venta de entradas y

el gerenciador el 30 restante. Cuatro años después de la tragedia, Chabán fue condenado a 20 años de prisión. Por su parte, el representante de la banda, Diego Argañaraz, y el subcomisario Carlos Díaz recibieron 18 años. Ellos siguen detenidos, pero Chabán, por cuestiones de salud, se encuentra con prisión domiciliaria, mientras que Vázquez cumple una condena por el asesinato de su esposa, Wanda Taddei, en un hecho posterior y sin vinculaciones con Cromañón. En julio de 2012, el TOC 24 condenó a 4 años y 6 meses de prisión por incendio culposo al dueño del local, Rafael Levy. Recién el 19 de septiembre pasado la Cámara Federal de Casación Penal confirmó la condena. Padres y sobrevivientes siguen padeciendo los vaivenes de la justicia y la política. La ciudad muestra pasacalles que postulan a Ibarra como jefe de Gobierno para 2015. En agosto de este año, la Corte Suprema de Justicia ordenó que se revisara la sentencia condenatoria contra los integrantes de Callejeros y horas después todos los músicos, excepto Vázquez, fueron liberados: otro golpe para los que reclaman justicia. “Los chicos no leen la causa. Dicen que ‘la música no mata’, pero nadie está condenando a la música. No pudimos salir nunca del 30 de diciembre, los juicios no te cambian en nada, pero no queremos que la muerte de nuestros hijos sea en vano”, sintetizó Gómez, mamá de uno de los 194 “ángeles del rock”.


BARBARA GARCIA CRESPO

“La noche más eterna y terrible de mi vida” Por Gabriela Naso

Bárbara García Crespo no era una gran seguidora de Callejeros. Aunque le gustaba la banda, nunca la había visto en vivo. “Fui porque me invitó un amigo, Fernando, que era fanático”, explicó la sobreviviente de la tragedia de Cromañón en diálogo con El Cruce. De las tres fechas en las que se presentaba el grupo, García Crespo asistió a la última, el 30 de diciembre de 2004. “Ese día también iban dos amigas mías de la escuela. Fuimos todos juntos y la idea era después de ahí irnos a lo de un amigo”, detalla. Aquel día, ella llegó a Cromañón junto con otros catorce jóvenes. Jamás había estado en ese sitio. Le llamó la atención el tamaño de la puerta de entrada para mujeres, que era “chiquita, como la de una casa”. “Nunca me había fijado en el lugar a dónde iba a ver una banda. No revisaba si tenía salida de emergencia o cuánta gente había, menos a los 17 años”, afirma. Bárbara y sus amigos pasaron el control de seguridad y entraron al local. El recital estaba por comenzar, pero aún no había llegado el hermano de Fernando, así que algunos, entre ellos García Crespo, se quedaron cerca de la puerta para esperar al rezagado. “Quedamos en vernos después”, recuerda la sobreviviente, quien hoy trabaja como periodista. En ese momento comenzó a notar la gran cantidad de personas que había dentro del recinto. El calor, la falta de aire y el no haber comido hicieron

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que le bajase la presión. Ese malestar la obligó a salir a tomar aire. A los pocos minutos volvió a entrar y se sorprendió porque toda la gente empezaba a salir. Entonces los siguió. Afuera se reencontró con los que se habían quedado cerca de la puerta: “En ese momento no me di cuenta de la dimensión que tenía. Además, Fernando me dijo: ‘Esto ya pasó ayer. Se prendió algo fuego. Ahora salen todos y vuelve a empezar’”. Pero los minutos pasaron y la situación empeoró. A la medianoche, Sofía Morales, una de sus amigas de la escuela, aún no había aparecido. En medio de la búsqueda y la desesperación, Bárbara recibió una llamada de su madre. Se había enterado de lo ocurrido y estaba preocupada, porque sabía que su hija había ido a un recital, pero no que había estado en Cromañón. “Le contesté que ya había terminado, pero a las dos horas, cuando llegué a mi casa y vi las noticias, me quebré y le dije; ‘Yo estaba ahí y también Sofía, pero no la encontramos. No me puedo quedar en casa, tengo que salir a buscarla al hospital, a cualquier

lado. Está por ahí. Hay que encontrarla’”. Sin rodeos, reconoce: “Lo que iba a ser una noche de fiesta terminó siendo la noche más eterna y terrible de mi vida”. Tras una madrugada signada por la búsqueda, al mediodía se supo que Sofía había fallecido en el Hospital de Niños. “Salió pero nunca le dieron oxígeno. Se murió intoxicada”, explica y responsabiliza a una “deficiencia del sistema de salud” por lo sucedido. “Ahora uno se da cuenta de que si vos no te cuidás, no te cuida nadie. Menos los políticos, el Gobierno y el sistema. Si te tenés que morir, te vas a morir.”


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FACUNDO DIMA

“Cromañón es una herida que está abierta” Por Facundo Rodríguez Saura

Facundo Dima es un joven afable, simpático y de risa apresurada. Cuesta creer que hace 10 años estuvo envuelto en la vorágine de fuego, humo y muerte de Cromañón. El “Peke”, como lo llaman sus amigos, tenía apenas 16 años en 2004. Amante de la música y de las bandas, había ido varias veces a recitales de Callejeros. “No me consideraba un fanático, pero cuando los vi en Obras sentí que nacía algo con la banda”, recuerda. La tragedia de Cromañón deja una marca imposible de borrar en el “Peke”. Los primeros meses posteriores al incendio se la pasa todo el día “embartulado” por el efecto de los tranquilizantes, no asiste a los encuentros grupales de asistencia y no va a su terapia, porque no le importa nada: “No tenía ganas de vivir, me consideraba vivo y enterrado”. Aquel hecho arranca de cuajo toda la inocencia del adolescente que comienza a conocer el mundo. De repente tiene que crecer en compañía del estrés postrauma, pastillas, angustia, recuerdos avasalladores y desánimo. El “Peke” no se deja hundir en el fango de la depresión. “Uno nunca logra superarlo porque son mochilas que te acompañan toda la vida. Pero hay que tratar de llevarlo con la mayor liviandad posible”, reflexiona. Facundo encuentra refugio en sus afectos para salir adelante. La música es otro de los pilares para no derrumbarse. “La música me salvó de la locura, de la muerte, del encierro”, reconoce. El

piano, primero, y el bandoneón, después, se convierten en su “válvula de escape” para sublimar la noche terrible de Once. “Cromañón es el motor que me moviliza”, afirma. Tango y rock nacional son los géneros que más cultiva con el fuelle. El “Peke” lleva una vida un tanto bohemia, tocando a la gorra o gratis a favor de causas populares. Es que Cromañón despierta en él una conciencia de lucha y defensa de lo colectivo. “Uno piensa que nunca va a estar en ese lugar, que un ser querido se va a convertir en una foto. Nunca creés que te va a pasar.” Para él es indispensable “comprometerse, quererse, y pelear para cambiar a un sistema perverso y siniestro que mata a los jóvenes constantemente”, sobre todo en aquellos lugares donde abundan la desidia o la corrupción y permanecen resabios de un Estado ausente de tiempos neoliberales. Es por esto que Facundo trabaja en la asociación Familias por la vida, que organiza talleres de concientización y prevención de tragedias evitables, y que recibe

y escucha a familiares y sobrevivientes de aquella noche. Proteger y alertar a los jóvenes se convierte en un acto militante. Su trabajo lo lleva a recorrer varios lugares de la provincia de Buenos Aires y de la Capital, y en general habla con adolescentes de la misma edad que él tenía cuando fue al trágico recital de Callejeros. Se niega hablar de su vida personal post 30 de diciembre de 2004 como si fuera una tragedia constante. Aunque admite que fue duro y que al principio costó levantarse, también considera que hay momentos maravillosos, la mayoría asociados al bandoneón, como cuando tocó en la Plaza de Mayo o frente al mural de las víctimas de Cromañón. Para él, es momento de cumplir sueños y seguir adelante, pero sin olvidarse de los 194 jóvenes que murieron víctimas de la desidia y la codicia: “Cromañón es una herida que está abierta, que está más chiquita por los años, pero que no va a cicatrizar, nunca va a cerrar. Pero hay que intentar mantenerla lo más cerrada posible para que no se infecte”.


MARIA ROSA DAVID

“De cocinar para siete, estoy cocinando para una sola persona” Por Julieta Romero

Un niño ve una calle cortada, fotos de jóvenes y zapatillas grises, percudidas por el paso del tiempo. “Tocaba una banda, se incendió una media sombra y se murieron un montón de chicos”, explicó la madre a su hijo, ante el asombro de ese pequeño que no llegaba a los 10 años. El lugar no es otro que el “santua-

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rio” que padres, amigos y sobrevivientes hicieron en honor de los 194 fallecidos en el boliche República Cromañón el 30 de diciembre de 2004. Entre tantas fotos hay una de dos hermanos abrazados, sonriendo: son Verónica (25) y Mariano Valsangiaco (31), los hijos de María Rosa David. Ambos perdieron la vida una noche en la que habían salido a divertirse. “Eran dos hijos espectaculares, se fueron y desgraciadamente me trajeron dos cajones”, reseña María Rosa, que recuerda los detalles de esa noche y sufre como si hubiese sucedido un par de horas antes. “Estábamos en casa con mi marido, mi nuera y mi nieta de 5 años -mi hijo era casado-. La hija de un primer matrimonio de mi nuera nos llamó por teléfono y nos avisó que el boliche se había incendiado”, cuenta la madre de Mariano. Él le salvó la vida a esa joven al sacarla de Cromañón. María Rosa luego se enteraría de que su hijo pudo salvar a otras nueve personas, aunque a Verónica nunca la encontró. Un periodista lo vio, fue la última persona que habló con él. Lo vio sacar gente. Pero

después “no pudo más”. Entre tanto entrar y salir del infierno, Mariano se desmayó y murió. Lo llevaron en una ambulancia a la morgue del Hospital Penna. A su hermana la encontraron después, en la Morgue Judicial, porque no tenía documentos; los había guardado una amiga que logró escapar. Ni Mariano ni Verónica eran “fans” de Callejeros, pero habían ido a verlos tocar en vivo dos veces antes. Él, fanático de Los Redondos, había decidido junto con sus amigos ir a Cromañón. Ella, al enterarse de que el lugar donde bailaba música brasileña estaba cerrado, decidió sumarse. Desde enero de este año, María Rosa sufre la pérdida de su marido y compañero, un duelo que ella aún no pudo elaborar: “Mi vida cambió completamente. Mis hijos vivían en mi casa; de cocinar para siete, estoy cocinando para una sola persona. Estoy muy triste y muy dolida porque me quedé sola”. No obstante, sus ganas de ayudar la llevó a formar parte de la ONG Fundación por la vida, que asiste a sobrevivientes y familiares de víctimas de Cromañón. “Me hace muy bien estar acá. Lo que no pude hacer por mis hijos lo hago por los otros chicos”, destaca. Allí, dan charlas en las escuelas para advertirles a los jóvenes cómo tienen que actuar en caso de emergencia, reciben denuncias sobre boliches y bares que no cumplen con las condiciones de habilitación y se encargan de las inspecciones. Ya lograron cerrar “más de 600” locales, afirma. Son muchas las madres que como María Rosa creen que Callejeros es culpable de la muerte de sus hijos y que el líder de la banda, Patricio Fontanet, tiene que estar preso. “Fue Chabán el que arrancó los cables de la música cuando el boliche se estaba incendiando. Él le gritaba a Fontanet ‘¡pará, que nos morimos todos’”, reseña Rosa, que ante tanto dolor no puede seguir la charla.


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El mito del post Cromañón

De la “Seguridad” a la “Prevención”

Por Luis Paz*

Por Juan Andrade *

El post Cromañón fue escrito y editado como modelo de interpretación de la última década hasta enhebrar una historia que curiosamente es bipolar, pero aun así oficial. Se construyó un mito post Cromañón que propone que fue período de desolación y congelamiento de la movilidad de las bandas, o bien era de reducción de daños y construcción colectiva de un modo decente de trabajar la música. El enfoque depende de optimismos y de políticas. Está planteado, por ejemplo, que las bandas no crecieron en el post Cromañón porque su público no tuvo recintos cada vez más grandes donde hacer mitosis, y que entonces sólo prosperó la música comercial. Sin embargo, la constatación devuelve que La Beriso, Onda Vaga, Salta La Banca, Dancing Mood y Eruca Sativa, todos grupos de extracción independiente, hicieron el camino de la nada al Luna Park. Fue propuesto que en el post Cromañón el público está disuelto en pequeñas asistencias a recitales under y masivas concurrencias a grandes festivales. Lo mismo ocurre en el resto del mundo, aunque Once sólo queda en Buenos Aires. Los casos No Te Va Gustar y Calle 13, bandas regionales de mayor impacto en los últimos años, no se condicen tanto con la inexistencia de una banda argentina de estadios surgida en este siglo, sino con el cambio del flujo geopolítico del mercado musical. Brota entonces que para la música como espectáculo, negocio y mercado, el impacto de Cromañón es atmosférico, señala más un contexto que un origen. El post Cromañón tampoco opera como un taller de reparaciones. La precariedad, la desatención y la estafa no fueron desactivadas del circuito subterráneo, pero tampoco de los megaeventos. Cuesta millones de pesos montar Creamfields, pero es común que no haya personal médico sabido en materia de drogas, que no dé respuesta de infraestructura ante el clima y que ni sepa proveerse de suficiente cantidad de agua potable. Hubo derrumbes de mampostería, entrepisos venidos abajo, denuncias de coimas y aprietes, un ataque a centros culturales más afín a motivos políticas que a una normativa. El mito post Cromañón no puede permitirse armar el relato de su década como ganada. El negocio sigue siendo manejado arbitrariamente por empresarios que no saben de música, vehiculizado por productoras que no hacen curaduría, comentado en medios que no generan crítica ni contenido y liberado al desamparo por el Estado. El gran legado de la primera década post Cromañón son las bases normativas que plantó con un par de leyes provenientes de la sociedad civil -los músicos-, convertidas en indispensables luego de la masacre, del horror y la miseria. El problema de fundar en lo ocurrido la noche del 30 de diciembre de 2004 el carácter profundamente desigual del mercado, del negocio y de la industria de la música urbana es darle un carácter naturalista (causa-efecto) a un mecanismo absolutamente racional que tiene que ver con la producción de bienes comerciales y no de patrimonios culturales. Las dos caras de Cromañón como mito de origen justifican en lo excepcional de la tragedia la brecha entre negocio y arte, entre productividad y magia. Aceptar esa historia oficial bicéfala distrae la atención de que en realidad hay una retícula de responsabilidades, operaciones e intereses más dispersa, pero mucho más determinante.

Hubo un tiempo en el que pararse arriba de un escenario y enchufar una guitarra eléctrica a un amplificador fue, para muchos, un acto equiparable al de cargar un arma de fuego en un lugar público. Que una banda de rock anunciara una fecha en un bar o un boliche se convirtió entonces en una especie de amenaza digna de figurar al tope de una eventual lista de actividades peligrosas y, en consecuencia, merecía la prohibición de las autoridades de turno. A tal punto llegó el absurdo después del horror de Cromañón. El uso de pirotecnia en espacios cerrados había sido un hábito tan frecuente como demencial en los años previos a la tragedia de Once. El riesgo se multiplicaba a la par del negocio de la sobreventa de entradas, las coimas y las habilitaciones dudosas, mientras que los controles del Estado brillaban por su ausencia a la hora del show. Cuando ya fue demasiado tarde para tomar conciencia, lo que vino fue una ola prohibicionista que no distinguió entre diversas causas, razones o situaciones más allá de su objetivo primario. La avalancha de clausuras arrasó inicialmente con el circuito rockero porteño, aunque la movida terminó afectando principalmente a los reductos y antros de la escena under. Para una banda emergente, tocar en vivo pasó a ser poco menos que una misión imposible. Los amplificadores y los recitales a todo volumen fueron perseguidos. Y eso provocó, de manera indirecta, una vuelta a un sonido más acústico y a una canción más despojada en toda una generación de músicos debutantes. Fue en ese ambiente enrarecido que la promesa de garantizar la integridad de los asistentes a un concierto, algo más bien básico, se convirtió en el eje de un discurso marketinero. La sobreactuación de la nueva norma se hizo visible en el ámbito de los megarecitales, con el cambio de identificación de los encargados de control: en las pecheras que antes de Cromañón llevaban impresa la palabra “Seguridad”, ahora se empezaba a leer “Prevención”. Casi una confesión culposa e inconciente de dónde estaba la clave, la explicación de la cicatriz más dolorosa con la que carga el cuerpo del rock argentino.

*Editor de suplemento No de Página 12.

* Periodista cultural especializado en rock. Autor de la novela Canción familiar.


EL TRATAMIENTO MEDIÁTICO DE LOS FEMICIDIOS

El violento oficio

de contar Por Juan Felipe Zaldívar

El caso de Melina Romero, la joven asesinada en agosto por un grupo de hombres, puso en evidencia la peor faceta de las coberturas periodísticas, que hicieron foco en la conducta de la víctima en vez de apuntar hacia los responsables del aberrante crimen y a la cuestión de fondo: el problema de la violencia de género.

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“No vamos a abrir un juicio de valor, pero sí tenemos que aclarar que era una vida que tenía una vulnerabilidad extrema. Tenía cinco facebooks, de los cuales uno solo era el oficial, los otros eran identidades falsas. Era una nena que iba a los boliches nocturnos desde los 13 años, donde van los adultos. Había repetido sistemáticamente la secundaria hasta que la abandonó. Se la pasaba en las villas y en una plaza de Martín Coronado todo el día. Y era muy común que ella no apareciera. En algún momento le iba a ocurrir algo”, analizaba con llamativa liviandad un periodista de un noticiero del mediodía, a 20 días de la desaparición de Melina Romero, antes de que su cuerpo fuera hallado en un terreno de José León Suárez, que pertenece al depósito de residuos de la Ceamse y que es cruzado por el río Reconquista. Casi al mismo tiempo y en patética sintonía, fue publicado un perfil de la joven titulado “Melina, una fanática de los boliches” en el diario Clarín. Ni uno ni otro -no fueron los únicos, claro- centraban su mirada en los sospechosos del crimen, más tarde imputados en la causa judicial, ni al hecho


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del que había sido víctima la joven. Todo lo contrario, se intentó vincular en forma lineal la vida personal de Melina como posible causa de su asesinato.

Algo hay que decir “Se crea la sensación de que la audiencia pide más y así comienzan las especulaciones sobre la víctima. El periodista debe cuestionarse en qué aporta la difusión de la vida personal de estas chicas al esclarecimiento del asesinato. Con el

caso de Candela (Rodríguez) pasó lo mismo: ante la falta de información, muchos periodistas empezaron a inventar cosas y hasta llegaron a cuestionar su virginidad”, dice Carolina Balderrama, periodista de Télam e integrante de Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación No Sexista-Red Par. Balderrama pone el foco en la formación y en la concientización. La Red Par lanzó en 2008 el Decálogo para el Tratamiento Periodístico de la Violencia Contra la Mujer. Entre los puntos principales, el documento

señala que hay proteger la identidad de la víctima y que no hay que buscar justificaciones o motivos que distraigan los puntos centrales: el asesinato, el culpable y la violencia. “En general hay falta de capacitación en las nuevas formas de pensar el periodismo, incluyendo el género y utilizando un lenguaje más inclusivo, que no sea masculino y que incorpore a todas las personas de la sociedad. Se puede decir que hay algunos periodistas con baja capacitación. Pero hay otra cosa que es más


dura, que es mostrar la ideología machista, misógina y patriarcal, a través de cómo se construye una nota. Eso va más allá de la capacitación”, analiza Liliana Hendel, columnista de género en el noticiero Visión 7 y coordinadora de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género y miembro fundadora de la Red Par.

El contexto La violencia contra las mujeres es una problemática grave en el mundo. En Argentina, se estima que como mínimo hay un femicidio cada 30 horas. Ante la ausencia de estadísticas oficiales, la cifra parte de un informe de la Asociación Civil La Casa del Encuentro, que desde hace cinco años efectúa un relevamiento de la información publicada por más de 120 medios de comunicación de todo el país. Muchos casos no salen a la luz y por lo tanto se estima que la cifra se queda corta. “Lo que nosotros hacemos es revisar por medio del observatorio más de 120 medios nacionales y provinciales y desde ahí sacamos las estadísticas. Es un piso. Seguramente habrá en zonas rurales donde no se registran los femicidios. Por eso, pedimos que existan estadísticas oficiales”, exige Ada Beatriz Rico, presidenta de La Casa del Encuentro. Año tras año surgen casos “emblemáticos”: María Soledad Morales en 1990;

Candela Rodríguez en 2011; Ángeles Rawson en 2013; y Melina Romero en este 2014. Estos crímenes pasan por el tamiz de los medios como hechos aislados y pocas veces se recurre a especialistas o se realiza un análisis que vaya más allá de las vicisitudes del caso. Las muertes instalan un festival mediático de especulaciones y estigmatizaciones: si era virgen, si iba al colegio, si sus padres la cuidaban. Las víctimas también operan como objetos de consumo que parecen ser usadas para generar más rating. Por detrás, invisibilizada, está la realidad de las mujeres que son víctimas de violencia.

Violencia mediática En marzo de 2011, el Congreso nacional sancionó la Ley 26.485, “de protección integral para prevenir, sancionar y erra-

Las fuentes y la policía El cuerpo de Melina Romero fue hallado por dos mujeres del Movimiento Evita. En vez de comunicarse con la Policía, decidieron contarles a sus compañeros de militancia, quienes se comunicaron directamente con la fiscalía. Uno de los militantes se quedó cuidando el lugar con personal judicial durante 24 horas, para preservar la escena. Cuando llegaron la Bonaerense y los medios, el lugar estaba perimetrado y no se habían alterado las pruebas. La contracara fue el caso de Candela Sol Rodríguez, en el que los policías levantaron pruebas en el lugar del hallazgo del cuerpo, en medio de periodistas y funcionarios públicos. Las dos mujeres que hallaron a Melina no quisieron hacer la denuncia porque sabían que estos iban a filtrar la información a los medios. Una de las recomendaciones del Decálogo de la Red Par es que la policía no sea la única fuente, ya que muchas veces tratan los femicidios como un crimen más, sin consideraciones por la víctima y su familia. También señala ser cuidadosos con la información que transmite el abogado defensor del agresor. Por último, destaca la presencia de numerosos profesionales y especialistas en Argentina a quienes se puede consultar sobre violencia de género. Pag. 24

dicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos que se desarrollen sus relaciones personales”. La normativa se sumó a otros avances significativos en los derechos de las mujeres, como la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que promueve un tratamiento mediático igualitario y no estereotipado, y el Decreto 936/11, que prohíbe las ofertas sexuales. La ley 26.485 tiene su antecedente en la Ley de Protección contra la Violencia Familiar, que reducía la violencia contra mujeres, niñas y niños al ámbito doméstico. “La Ley de Protección Integral es muy interesante porque es la primera vez que se abarca el problema por fuera de lo intrafamiliar. Saca la discusión del ámbito meramente privado y lo dispone en el ámbito público”, explica Sabrina Cartabia, abogada feminista e integrante de la Alianza de Abogados por los Derechos de las Mujeres. La Ley de Protección Integral define varios tipos de violencia: física, psicológica, sexual, patrimonial y simbólica. Una de las maneras en que estas se manifiestan la violencia simbólica --es decir, naturalizar la desigualdad de la mujer a través de estereotipos, mensajes, valores y signos-es, justamente, la violencia mediática. “Aquella publicación o difusión de mensajes e imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación, que de manera directa o indirecta promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres, como así también la utilización de mujeres, adolescentes y niñas en mensajes e imágenes pornográfi-


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cas, legitimando la desigualdad de trato o construya patrones socioculturales reproductores de la desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres”, detalla.

Aplicación La sanción de una ley es un primer paso. Pero son los órganos del estado los que deben ponerla en funcionamiento, a través del financiamiento y la voluntad política. La mayoría de los tipos de violencia contemplados en la nueva normativa ya tienen sanción porque estaban previstos en el Código Penal. Sin embargo, la violencia mediática no estaba en ningún cuerpo legal. La Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, organismo que surgió de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, es la encargada de aplicar las sanciones, que en este caso son económicas. “Encontramos que tardan tres o cuatro años en efectivizar la denuncias por violencia mediática. Hay todo un proceso en que se notifica al medio denunciado, que al mismo tiempo puede apelar. Cuando sale la sanción, vemos que la sociedad que había consumido eso, no repara en la sanción”, señala Florencia Moregas, integrante de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones Para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género. Moregas recuerda el caso de la vedette Cinthia Fernández que hizo un desnudo total en Showmatch. Por

este hecho, Ideas del Sur, la productora de Marcelo Tinelli, fue multada por tres millones de pesos, un año después de la emisión de aquel polémico programa. La llamada Ley de Medios sólo tiene competencia en el espectro audiovisual. En el caso de la nota de Clarín “Melina, una fanática de los boliches” no es posible una sanción desde la Afsca. Sin embargo, el rechazo generalizado en las redes sociales operó como condena social. La participación de las audiencias es clave a la hora de visibilizar la violencia mediática. La Defensoría del Público surgió con la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y se encarga de tomar las denuncias. No tiene poder punitivo pero sí puede convocar al medio en falta para concientizar y capacitar a los periodistas. Por eso es indispensable que la audiencia salga del rol pasivo que suele ocupar. “La existencia de la ley no garantiza que en lo inmediato se efectivice el concepto que intenta impartir. El ejercicio de la presencia de una ley es, en primer lugar, simbólico. Saber que existe y que el periodismo de género todo el tiempo diga ‘como dice la ley...’ empieza a generar la construcción de un sentido común”, explica Hendel, que destaca la condena social que recibió el tratamiento periodístico del femicidio de Melina Romero, pero que a su vez reclama por políticas públicas y mayor presupuesto para la aplicación total de la Ley de Protección Integral.

Avances y retrocesos En los últimos años, el periodismo fue in-

corporando la visión de género: antes era normal escuchar “crimen pasional” para referirse al asesinato de mujeres por sus parejas. Hoy quedó descartado y se usa el término femicidio. La sanción de la Ley de Protección Integral estableció un nuevo paradigma para pensar la violencia contra las mujeres y estableció que los medios de comunicación son uno de los ámbitos donde se manifiesta. A pesar de los avances, en algunos canales de televisión se instaló un show de especulaciones sobre la vida personal de Melina Romero, lo que expuso a la víctima, justificó el accionar de los victimarios y atrasó el debate sobre el lugar de la mujer en la sociedad. El femicidio debe entenderse como parte de la problemática de la violencia de género en Argentina y no como un hecho aislado. El televidente se acostumbró oficiar la muerte por la pantalla. Los medios de comunicación tienen un rol fundamental para evitar que se sigan naturalizando los asesinatos de mujeres y también sean analizados en un contexto de desigualdad de género.

Adónde llamar En las notas de violencia de género, ya sea en medios gráficos o audiovisuales, se recomienda mencionar un teléfono o un lugar donde puedan acudir las víctimas: Atención, contención e información sobre violencia de género: línea 144 en todo el país. Atención a víctimas de violencia doméstica: línea 137 en CABA y 0800-222-3425 en todo el país. Defensoría del Público: 0800-999-3333


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Dibuje, maestro

Leandro GarcĂ­a Pimentel


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LEANDRO GARCÍA PIMENTEL

“El tiempo es lo que más valoro a la hora de producir una obra” Por Juan Relmucao

No se equivocó y no pagó: soñó con ser artista desde que pintó sus primeras paredes en su Monte Grande natal y hoy (25 años y 65 materias del IUNA después) es parte de un colectivo de artistas plásticos que busca borrar una concepción elitista y acercar las obras a la mayor cantidad de gente posible. Entrás a un café y buscás un artista. La cadena de comida rápida Subway publica avisos laborales bajo el rótulo “artista del sándwich”. Parece que alguien pide a gritos que su casa central sea copada y trocada en hospital de niños; ningún pibe nace para panelista de programa de medianoche de TyC Sports: dignidad de los trabajadores: si no quieren violencia que dejen de lobotomizar. Dignidad, laburo, solidaridad, persistencia. Leandro García Pimentel (30 años, montegrandense, Instituto Universitario Nacional del Arte) amalgama esas virtudes y las cubre con un saquito gris cuello en V y una remera arty blanca-finos-trazosnegros rematados en redondeles de color profundo. Y entonces te das cuenta de que todos en el café flotan en la deriva oceánica de la chomba Legacy y que el artista que viniste a entrevistar es, gracias a Dios, él. Él también podría vivir bajo el yugo del sweater beige atado al cuello y ser, sin más, un Licenciado en Comercio Exterior. Esa chance supo ser verosímil, pero Leandro cruzó el laberinto de la incertidumbre vocacional, le dio un facazo al minotauro del empleo formal y alcanzó el abrazo de una Ariadna soñada por miles: vivir del arte. Para eso necesitó de varios años de cursada, una suma de trabajos en las antípodas de lo artístico, el apoyo de sus padres y la sagrada disciplina de una palabra que apuntaló toda la charla con El Cruce: persistencia. Esa característica (“es 90 % transpiración, 10 % talento”, solía decirle Juan Herrera, uno de sus maestros) es el motor del proyecto que lleva junto a varios Pag. 28

amigos artistas y que fundó junto a su amigo Oscar de Maio: Proyecto Random. “En 2011 creamos Random, un proyecto de mecenazgo artístico colectivo. Buscamos que los artistas no queden adosados a las galerías y hacemos exposiciones en espacios que gestionamos nosotros mismos. Los lugares son aleatorios: un bar cultural, una universidad, etc. Queremos cambiar ese paradigma de que la pintura o la escultura son artes excluyentes o caros. Para eso ponemos una entrada opcional, por ejemplo, 30 pesos, y sorteamos entre todos los que colaboraron una de las obras. Así, las obras se vuelven muy accesibles hacia el público y esos fondos se reparten entre los artistas para que puedan comprar materiales”. No es este el espacio para discutir el peligroso parecido fonético de Random -House-, uno de los siete jinetes del apocalipsis editorial, y Round Up, el napalm sin épica de Monsanto. Eso sí, Proyecto Random, nada que ver. Lejos de ser un embudo financiero-cultural que absorbe billetes con la creación como señuelo-commodity, la movida co-fundada por Leandro “se propone crear una plataforma económica colaborativa, en donde todos los participantes aportarán al desarrollo cultural de su propia comunidad, permitiendo con su aporte, la sustentabilidad del proyecto y de los artistas participantes”. -¿Esos objetivos tienen que ver con una concepción del arte como vector de comunicación? -Para mí el arte es otorgarle sentido a la existencia a través de


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una acción. Como un sacramento. Esa acción puede ser un dibujo, una performance, algo que esté investido con un discurso y que dispare o dialogue con otros. Alfredo Portillos, uno de mis profesores en IUNA, fue amigo de John Cage y Aldous Huxley, que también pregonaban la misma idea. Uno es a partir del arte, cuando algo no tiene un discurso es un simulacro del arte. Como dijo Deleuze: “Comunicación es resistencia e insistencia”. El arte tiene esa manera de comunicar: pensar cómo va a ser el diálogo entre el discurso de la obra y el del espectador. Por ejemplo, dibujar para mí es una escritura, es como si dominara un lenguaje. Puedo alcanzar una conceptualidad más fina. Últimamente mis dibujos comenzaron a cobrar una perspectiva más profunda, más tridimensional en el sombreo. Como que me pedían una construcción con más volumen. Entonces decidí dedicarme más a la escultura, a la pintura y a la instalación. -¿Tenés una preparación especial cuando decidís trabajar en tu obra? -Para trabajar un proceso de días, necesito concentración, silencio, estar solo. Es como un momento religioso, ritual… -lanza un pincelazo horizontal en el aire- un sacramento. Cuando no tengo el tiempo suficiente para dedicarme a la obra estoy como de mal humor, es algo que necesito. Necesito eso. Entrar en ese otro tiempo. -¿Cómo te organizás hoy para trabajar? -Desde que me mudé de Monte Grande estoy viviendo en San Telmo y tengo mi taller ahí. Como ahora tengo más espacio para mi taller, las obras se fueron haciendo más grandes. Es todo un camino cuando empezás a ser independiente. Yo dejé un par de trabajos, tuve que armar una cartera de clientes, mejorar mi habilidad técnica, conocer gente, armar una carpetita…. Realicé trabajos como freelance hasta hace más o menos dos años, que fue cuando empecé a vivir del arte, ya sea a través de mi obra o a través de las ilustraciones que hago para editoriales, cine o publicidad. Tuve que ser insistente con el tema de tener tiempo para desarrollar mi obra. El tiempo es lo que más valoro y lo más importante para producir tu obra, más allá del dinero y todo lo demás. También fue muy importante el apoyo de mis padres. Mi mamá es coreógrafa del Ballet Brandsen, así que tenía ese lado artístico. A mi viejo le hubiera gustado que estudie algo relacionado al Comercio Internacional pero igual también me apoyó. Curiosamente, mi novia se recibió de una carrera relacionada al comercio internacional y le está costando mucho encontrar trabajo. Y yo, después de mucha persistencia, puedo vivir del arte.

¿Todo es progreso? Uno de las últimas obras del pintor, escultor y dibujante fue la intervención del mural de entrada a Esteban Echeverría. Se trata de 200 metros cuadrados de piedra que evocan el devenir histórico del municipio. Desde la invasión española a los querandíes que habitaban la Laguna de Rocha hasta el desarrollo industrial que marcó las últimas décadas del partido. La psicodelia visual, trabajada con la ayuda de los artistas Carlos Starke y Jonathan Kluk, está atravesada por una invitación a la duda: ¿Todo lo que se observa es realmente progreso? “El arte tiene que vehiculizar un mensaje”, asegura Pimentel, que siempre se las ingenia para dejar su huella en alguna pincelada, más allá de quién sea su mecenas.

Ficha • Treinta años. Es Licenciado en Artes Visuales por el Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA) • Fue alumno de los talleres de Alfredo Portillos, Rodolfo Agüero, Juan Herrera y Carlos Terribili • Tiene tres libros publicados: Piel es humo, Mañana Agua y Primer Olvido, todos a través de Random Editions, editorial que es parte del proyecto artístico que co-fundó. • Fue seleccionado en 2013 por The Artist Project, feria internacional de arte contemporáneo que elige a 250 artistas destacados de todo el mundo para exponer sus obras. En el marco de este ciclo, expuso y vendió su material galerías de Toronto, Vancouver y Montreal.


EL MUNDIAL, DE MESSI A MASCHERANO

Decime qué se siente... Por Mariano Verrina @mverrina

La Selección volvió a jugar los siete partidos de un Mundial luego de 24 años, pero la sensación es que, más allá de haber estado a nada de ser campeones, el equipo de Sabella quedó en deuda, preso de su mezquina propuesta futbolística. El resumen: el emblema debía ser Messi y terminó siendo Mascherano. Faustino tiene seis años. Le gusta más la plastilina que la pelota, no suele mirar partidos de fútbol pero, como ocurre cada cuatro años con gran parte de la población no-futbolera, se contagió la fiebre mundialista. Faustino corre en un living y persigue con movimientos poco ortodoxos una pelotita de tenis. Se mueve atolondrado hasta que la detiene con la mano y decide tomar carrera para patear un penal que debería entrar entre dos sillones. Como todos los chicos, toma una distancia exageradísima y recta hacia el objetivo. “Va a patear Marcos Rojo”, se relata antes de iniciar la carrera que termina con un puntinazo. Marcos Rojo, dijo. Ni Messi, ni Agüero, ni Tevez. El pibe dijo Marcos Rojo. ************* La Avenida Atlántica de Copacabana fue un estacionamiento de patentes argentinas. Ubicados a 45 grados, uno pegado al otro, los autos se convirtieron en moPag. 30

noambientes ajustados con vista al mar en los que los recién llegados pasaron su corta estadía mundialista. Había que estar como sea en Brasil. Había que estar como sea en la final del Mundial. El propósito de los hinchas fue similar al del equipo. El fin justificó los medios en un mes a puro vértigo, con partidos inolvidables, con la grata sorpresa de Costa Rica, las buenas intenciones colombianas de la mano de José Pekerman, la curva descendente de la hermosa generación española, el ambicioso proyecto chileno, la frescura holandesa y la decepción de Brasil, con un equipo ajeno a su ADN. Si Gardel cada día canta mejor, la Selección de Alejandro Sabella cada día jugará peor. Será el tiempo el que irá acomodando las ideas, el que le pondrá paños fríos a la fiebre hasta encontrar el diagnóstico más fiel posible. ¿Podría haber salido campeón del mundo a pesar de haber jugado mal? Sí, claro, estuvo a pun-

to de hacerlo y mereció, en varios tramos de la final, superar a Alemania, la mejor de todas. También podría haber perdido frente a Irán en primera ronda, en lo que hubiera sido una de las derrotas más humillantes de la historia de los mundiales. El interrogante a la distancia es ¿cómo pasamos de ser el mejor ataque del mundo a que un pibe de seis años elija ser Marcos Rojo? Si hay algo que no ha logrado encontrar la Selección a lo largo de su historia es una identidad definida. Sin necesidad de acudir al contraste gastado de bilardistas y menottistas, alcanza con repasar los perfiles de los entrenadores y los saltos bruscos en los últimos tiempos: Basile-Passarella-Bielsa-Pekerman-Basile-Maradona-Batista-Sabella. Del trabajo artesanal en juveniles comandado por Pekerman y Tocalli al mandato sin brújula de Humberto Grondona o Miguel Angel Lemme, con Carlos Bilardo en el oscuro rol de mánager. Había que jugar los siete partidos. Como sea.

Que el Diego te gambeteó... La canción destinada a los brasileños se repitió hasta el hartazgo. Pero vale ahora un análisis simple con el diario del lunes en la mano. El tema hace referencia al triunfo argentino por 1 a 0 en Italia 90.


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“Te juro que aunque pasen los años, nunca nos vamos a olvidar”, les enrostramos. ¿Qué es lo que no nos vamos a olvidar? Uno de los partidos más injustos entre ambos equipos. El famoso bidón de Bilardo. Los palos sosteniendo el arco de Goycochea, la genialidad de Maradona para compensar el mal funcionamiento colectivo y la gran definición (otro acto individual) de Caniggia. Las semejanzas entre Italia 90 y Brasil 2014 exceden a las frases de la canción. Los dos equipos, el de Bilardo y el de Sabella, perdieron la final frente a Alemania, ambos se quedaron con gusto amargo y protestando fallos arbitrales, no jugaron bien en la previa, sufrieron lesiones, los arqueros que llegaban con poco cartel fueron héroes en las definiciones por penales y, más allá de la magia de Maradona y Messi, no quedarán en la historia por el funcionamiento sino por haber jugado los siete partidos. En este sentido, cada cual sacará su propia conclusión y pondrá la vara de exigencia a la altura que le parezca. Mientras, la gran paradoja de la escuela bilardista que aleccionó a ambas selecciones se debate entre destacar la final jugada o lamentar el título perdido. A la distancia, el Mundial argentino podría dividirse en tres partes: 1) Los primeros 45 minutos del debut contra Bosnia. Sabella se la jugó por la suya, puso cinco defensores, sacó a Gago y me-

tió a Campagnaro. El equipo no pudo hacer dos pases seguidos y el experimento se destruyó en el vestuario. 2) El salvador Messi. Fue la llave para pasar la primera ronda, apareció en los momentos justos y desde su inspiración individual maquilló las enormes falencias colectivas. No había equipo. Y las debilidades de los rivales dejaban aún más al desnudo los problemas propios. 3) La solidez defensiva, la impronta de Mascherano y el muy buen volantazo del entrenador para consolidar el mediocampo ante la anemia ofensiva. Ya no se hablaba de Agüero, Higuaín o Messi. Al primer plano pasaron Biglia, Enzo Pérez, Romero, Rojo. Desde ahora debería empezar a jugarse el Mundial de Rusia 2018. Gerardo Martino tiene la enorme posibilidad de hacer funcionar mejor a un equipo que se sacó el lastre de los fracasos recurrentes. Vaya a saber cómo y por qué pero fue finalista. Es momento entonces de afianzar el cómo y el por qué. De hacer algo similar a lo que logró Marcelo Gallardo en River al demos-

trar que aquel equipo campeón de Ramón Díaz había logrado la estrella pero no había conseguido brillar en su justa medida. La tarea para lo que viene es hacer que el equipo de Sabella juegue cada vez peor. Repasar los partidos sin la pátina eufórica y exitista del Mundial. Después de pasar la primera ronda con una alarmante escasez de juego, la Argentina apenas metió dos goles en los siguientes cuatro partidos. Y el de Di María en octavos de final

frente a Suiza fue sobre el cierre del segundo tiempo extra. La mejor delantera del mundo fue mutando con el correr de los encuentros y se convirtió en una defensa sólida y un mediocampo compacto. Romero, Rojo y Mascherano, los tres más cuestionados antes de ir a Brasil, se hicieron bandera. El cambio redundó en el juego. En la semifinal contra Holanda, que fue vendida como una obra estratégica y un planteo táctico superlativo, la Argentina no pateó al arco. El espectacular cierre de Masche a Robben cambió el paradigma y el “hoy te convertís en héroe” del mediocampista a Romero completó la escena. El emblema tenía que ser Messi. Fue Mascherano. Debía ser el Mundial de los goles del Pipita o del Kun Agüero y fue el de Lavezzi sex symbol. Veinticuatro años pasaron entre Italia 90 y Brasil 2014. Catorce partidos jugó la Argentina y en ambos logró el objetivo de volverse el último día del Mundial. Como sea. Con esa receta no hay lógica posible. Alemania optó, en cambio, por un trabajo a largo plazo, con Jürgen Klinsmann primero y con su socio Joachim Löw, después. Sin prisa pero sin pausa fue bordando su cuarta estrella. Y nadie podrá discutir sus merecimientos. La posta de Sabella a Martino parece ser un primer paso de coherencia en la línea de conducción de la Selección. Traducirlo al juego en un país en el que siempre el mejor es el que no está convocado será la dura tarea del Tata. Hasta el 13 de junio de 2014, la Argentina llevaba sobre su espalda el lastre pesado de 24 años sin jugar la final de un Mundial. Ahora, el equipo de Martino deberá convivir con otro lastre. No es pesado, pero puede resultar incómodo: intentar mejorar el camino para llegar al mismo lugar dentro de cuatro años. Ahí arriba estará puesta la vara. Y el “como sea” será la carta guardada en la manga para ganar cualquier discusión. Aunque un pibe de seis años elija ser Marcos Rojo.


ADOLESCENCIA ETERNA

Jóvenes de ayer, de hoy y de siempre Por Jennifer Almendras y Mabel Cáceres

En la antigüedad, los sabios buscaban el elixir de la eterna juventud para detener el tiempo y gozar de los placeres de esa edad dorada, un paraíso en donde todo sería posible. En la actualidad, no hace falta ningún brebaje mágico para desafiar a los años que se acumulan y permanecer en los tiempos felices. El Cruce conversó con dos especialistas para analizar el porqué de los síndromes de Peter Pan y de Wendy, y de la prolongación de la adolescencia. Los niños quieren llegar a ese momento de la vida, mientras que muchos adultos prefieren quedarse allí. La adolescencia tardía parece haber retenido la vida muchos hombres y mujeres, que prefieren no crecer, quedarse en la casa de sus padres, y sentirse libres de cualquier tipo de compromisos que atente contra su eterna juventud. El psicólogo Dan Kiley publicó en 1983 El síndrome de Peter Pan, que relata la historia del personaje aniñado del cuento infantil creado por el escritor James Barrie. En el relato del adoPag. 32

lescente que se resiste a crecer también aparece otro síndrome, el de “Wendy”, que se complementa con el de “Peter Pan”, y que define a las mujeres que actúan como madres de este tipo de hombres. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), el comienzo de la adultez se corrió de los 21 años a los 25. Decimos que la adolescencia tardía se da cuando superan los 25 o los 30. Demasiado grandes para ser adolescentes y con escasas posibilidades de ser adultos. Adriana Guraieb es integrante de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y autora del libro Peter Pan y sus mujeres. Graciela Moreschi, miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), escribió Adolescentes eternos. El Cruce acudió a ellas para que reflexionen sobre esta problemática que afecta a jóvenes que se niegan a madurar. -¿Por qué son cada vez más los hombres y mujeres que se resisten a crecer y a evitar responsabilidades, y deciden seguir viviendo con sus padres? -Guraieb: Estas personas se resisten a crecer y permanecen en la casa de sus padres hasta edades avanzadas o hasta que los propios padres llegan a poner un límite, Si bien los padres pueden sentirse útiles y necesitados, también es cierto que ya cumplieron la misión de darles educación, crianza, casa y comida, y muchos de ellos son adultos mayores o ancianos y no pueden permitirse tener un poco menos de trabajo en la casa o un poco más de alivio luego de décadas dedicadas a los hijos. -Moreschi: La vida actual nos da la impresión de que hay posibilidades inagotables de todo, muchas opciones. Los jóvenes no quieren elegir y comprometerse porque esto implicaría dejar fuera las demás. Esto es engañoso. Los hombres son propensos


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a caer en esta ilusión. La mujer tiene un reloj biológico que no le permite fantasear tanto, está con los pies más en la tierra y desde siempre maduró antes. -¿Por qué hay una negativa a crecer? -Guraieb: Los adolescentes tardíos se encuentran estimulados en permanecer como tales debido a que viven en la era de la imagen y de la ‘eterna juventud’, y sienten que poseer esos atributos, les otorga súper poderes que les da derecho a tener privilegios y a recibir beneficios de los padres cuando ya están en edad de autoabastecerse. Excluyo de este grupo a la inmensa masa de jóvenes que dependen de los padres porque están desempleados, subempleados, no por inmadurez, sino porque no logran entrar en el mercado laboral. -Moreschi: Lo que pasa es que no quieren renunciar a nada ni tampoco bajar el nivel de vida. Al optar en qué se ponen los recursos, se elige en pasarlo bien, tener experiencias variadas y consumir. De ahí que esta inmadurez se dé más en los que tienen estas opciones y un nido cómodo que los aguante, es más común en las clases altas o medias y no en clases humildes. Irse a vivir solo es un gasto que puede hacerse si uno renuncia a determinadas cosas. -¿Qué actitud deberían tomar los padres para ayudar a sus hijos con esta conducta? -Guraieb: Es importante que si se tiene el “nido lleno” y se vive el “síndrome del adulto saturado”, no se sobreproteja a los hijos. Por el contrario, ayudarlos es ponerles límites concretos y claros, adjudicarles actividades y responsabilidades en la casa, desde preparar un desayuno para todos, hasta ocuparse de su mascota, respetar los horarios de descanso de los padres y de ser

necesario una cierta dosis de incomodidad, no por ser malos ni dañinos, ni despreocuparse del hijo/a, al contrario, para sanear el sistema familiar y que los mayores descansen y los jóvenes se hagan cargo de sus vidas. -Moreschi: Los padres sienten culpa porque, aunque les molesta, compraron eso de que la casa es de todos. La casa es de todos cuando los chicos son menores, luego la casa es de ellos. Además, los padres son permisivos, acostumbrados a hacer de sus hijos el centro de su vida y sus desvelos, no saben poner un límite, les da culpa elegir para ellos. Deberían hacerles sentir que esa no es su casa, sino la de sus padres. Las normas que rigen son las que ellos ponen y si no le gusta, como es natural, debería vivir solo. -¿Qué inconvenientes pueden atravesar estos jóvenes al relacionarse con otros miembros de la sociedad? -Guraieb: Estas personas le temen al compromiso y ello es un problema a la hora de armar una pareja estable, porque la cultura del esfuerzo para lograr objetivos más adelante no es para ellos y, al ser inmaduros emocionales, se procuran parejas sobreprotectoras hasta que les dicen ‘¡basta!’ Ese es el momento crucial para este tipo de individuo: o se va en busca de una nueva aventura amorosa o intenta luchar para no perder la relación y allí suelen acudir a la consulta psicológica. Si acepta el desafío de crecer, empezará a darse cuenta de que se queja mucho y hace poco, que tiene conductas infantiles y caprichosas, que depende de los padres y de la pareja como si fuera un niño y que no tuvo conciencia de ello hasta ese momento que comienza a conocerse y a descubrir su inmadurez. Esta es la oportunidad que llega a sus vidas para preguntarse ‘¿cómo sigo?’ y ‘¿hacia dónde voy?’ Madurar implica poder aceptar que no somos el centro del universo y que la omnipotencia de la eterna juventud va retirándose en pos de la aceptación del paso del tiempo y de que todos somos seres transitorios. -Moreschi: Madurar no es sólo cargarse de responsabilidades. También es poder disfrutar plenamente. El “Peter Pan” va por encima de todo, por eso también se cansa. En realidad, siempre vive la misma experiencia con distintas figuritas. La única forma de vivir cosas distintas es profundizar en algo, no es necesario cambiar de figurita. Si estoy siempre en la etapa de seducción, me quedo ahí. Si, en cambio, vivo el proceso, mi experiencia será cada vez más rica. Esto es lo que los adolescentes eternos no hacen. Se cristalizan en un momento de su vida y transforman lo que debería ser una etapa en un estilo de vida. En los adolescentes eternos a veces es un tema familiar, y hasta que los padres no dicen basta y dejan de “bancarlos” no se soluciona. A menudo lo hacen para que no dejen los estudios, esa es la gran trampa. Son estudiantes universitarios que nunca se reciben. A nivel individual hay que trabajar el miedo al mundo, a competir, a tener que someterse a reglas a las que no están acostumbrados. Estos “Peter Pan” no suelen venir a terapia porque están conformes con sus vidas, aunque muchas veces sean vacías y las tapen con la variedad y el consumo.


UN, DOS, TRES, MIL ESPACIOS CULTURALES

Sur, under y después Por Juan Relmucao

El point: la Real Academia Española no lo define porque no lo tiene. El Conurbano Sur sí: son esos multiespacios donde conviven músicos, actores, poetas, artistas plásticos y todo aquello que el under supo concebir. En la semiclandestinidad, jóvenes y no tan jóvenes están cambiando el paradigma cultural: del consumo a la autogestión. Pag. 34


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Este: Galeno. Aquel en la punta del andén: novena cuota del Plan Óvalo. Esta: busca departamento con balcón a la estación de Adrogué. Esos: salida de parejas. Ahí: va a decir “divino” cuando le pregunten

cómo estuvo. A tu izquierda: vino de botas de caña alta a un recital. Atrás: allá por 2008 su único vínculo con la música era reproducir temas salteados desde el Ares. Más acá: se enteró del recital por La Viola

y después miró el programa con registro reflexivo de Mario Markic sobre turismo para padres. Así como en 1944 el cielo de la costa norte de Francia llovió de soldados que saltaron enfierrados hacia Normandía, el primer viernes de agosto de este año la estación de Temperley también fue testigo de otra epopeya del paracaidismo, quizás menos trascendente que el asalto aliado: esa noche tocó Babasónicos en Auditorio Sur y a la salida del show, si tirabas un Trance Zomba a las vías… ¿cuántos se tiraban a salvarlo? Por eso canción llévame lejos/ donde nadie cobre service charge; El Cruce siguó las vías del Roca y fue a buscar un lugar donde las bandas no deban hipotecar su desarrollo para pagarse el escenario; un lugar sin relacionistas públicos, gestores, tarjeteros ni sectores VIP platinum supergold ni cerveza a 70 pesos; un lugar sin patovicas que te fichen las zapatillas, un lugar donde si alguna noche no tenés para la entrada, está todo bien; un lugar en el que el arte no sea un engranaje más de la maquinaria económica, sino el principio y el fin de todo el movimiento. Un lugar como muchos de los que en los últimos años poblaron en el Sur y le insuflaron vida a ese Golem mile-


nario, construido por todos y dominado por nadie: el Under. Un lugar como, por ejemplo, Espacio Asterisco. Emplazado en una esquina cual-

–cuenta detrás de la barra donde se ofrecen bebidas y comidas a precios amigos–, ya sea estudiando o dando clases o talleres. Y cuando se me dio la oportunidad de

“Para tocar tenés que ir a lugares con una estructura y te cobran. Acá luchamos en contra de todo eso” Sergio Quinto - Estudio Quinto quiera de Banfield Este, lejos del aquelarre bolichero en el que adolescentes riñen para ver por primera vez el blanco y afeitado rostro de Dios, y apartado de los cafés donde sus padres luchan por evitar al blanco y convexo rostro del Alplax, el Asterisco se adivina por un haz rojo que se escapa de una puerta celeste. Uno empuja, pasa y ahí está Sonia, la chica (la cantante, poeta y actriz) que en 2012 se jugó por abrir “un lugar que tenga todo lo que me gustaba de los lugares”. Para eso acondicionó su casa y empezó a abrir talleres de múltiples disciplinas de día y a organizar fechas los fines de semana. “Siempre había estado relacionada al arte

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tener esta casa no lo dudé: podía tener un lugar con todo lo que quería de los lugares. Este es un espacio donde la gente se encuentra. Acá los fines de semana podemos tener espectáculos de artes escénicas, recitales en vivo, poesía. Durante la semana organizamos talleres. Antes trabajaba en una librería, pero decidí hacer algo más productivo.” Esta noche la oferta es un número de comedia que se intercala con tres bandas y, como muchos otros sábados, una gorra pasará recolectar la evasión fiscal de los presentes. Asterisco no es más que una casa tuneada para el flash: algo de pintura por ahí, unos sillones dispuestos para la comodidad, de-

coración ad hoc y el resto lo ponen los presentes. Se trata de una movida que se completa con el público y que se adapta a ese público y no al revés. No es la gente la que debe cumplir determinadas aptitudes (monetarias, estéticas, sociales, etc.); el espacio recibe propuestas que muchas veces emergen de ese mismo público, una retroalimentación constante que se cristaliza en el escenario, pero también se percibe en el ambiente: no hay secuencias extrañas u oscuras ni más peligro que un inspector municipal. El viejo concepto del antro rockero se diluye para una generación que separa la experiencia artística de la autodestructiva, una relación que llevó al arte en general y al rock en particular a una espiral descendente que terminó en el 30 de diciembre de 2004: la noche del incendio de República Cromañón.

“Esto es otra cosa” A unas estaciones de distancia de Asterisco, nada escondido detrás de un rockmural que invita –por lo menos– a preguntarse “¿qué onda ahí adentro?, está Estudio Quinto. Ubicado al principio de la avenida Espora (y de Adrogué), para entrar hay que abrir la puerta-reja roja sin miedo, tocar timbre, tocar timbre de nuevo porque no te escuchan por la música y esperar. La puerta se abre, la luz toma ese color boreal que en cualquier lugar del mundo salvo en un quirófano indica que sí, que este es el point y que tras la recepción de Damián y ese pasillo corto está el estudio donde graban las mejores bandas que jamás oíste. El lunes que El Cruce cae por el Quinto –las fechas son los lunes porque no importa que laburemos el martes: venir a escuchar a una banda como Los Careters o Aoutló tira mucho más que quedarse dormido en el último bloque de Intratables– el plan es Pampa Trash + Mambo Gratis. Entrada: diez pesos. Diez pesos: cuatro alfajores Turimar en el tren, dos pilas de pésima calidad y alto potencial explosivo, dos púas para guitarra, el cachet que Time For Fun va a pagarle a las bandas soportes de Foo Fighters. Los mecenas detrás


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de la centena de personas que hoy baila apretada en la sala: Ignus Zavalla y Sergio Quinto (músicos de El Hagabal, productores) y Ray Fajardo (baterista de Jauría). “Al principio teníamos el miedo de que cayera cualquiera a descontrolar –empieza Sergio–, pero después perdimos ese temor y hoy se abren las puertas y hay veces que caen doscientas personas. Al mismo tiempo, al ser un lugar tan íntimo, podés hacer una escenografía, podés aclimatar todo según cómo venga la fecha. Se vende algo para comer, algo para tomar, se puede hacer una feria. Esto es emergente; algo totalmente nuevo que surge porque había una necesidad. Necesidad de espacios de expresión, de espacios de encuentro. Para tocar tenés que ir a lugares con una estructura y te cobran. Acá luchamos en contra de todo eso. Entonces nos chupan todos un huevo, abrimos el lugar, a las bandas no les cobramos, les dejamos los equipos y tratamos de darle todo lo que necesiten. Eso

la flashee y esté cómodo. Y eso se contagia porque ves que la gente está como en su casa, les cuesta irse porque están cómodos. ¿El negocio “Los que tenemos un espacio amamos lo funciona de que estamos haciendo y además somos tal manera? Bueno, esto artistas. Elegimos esto como elección de es otra cosa”. vida” Federico Pompozzi - El Refugio. Lala Para Cianfagna, cuesta porque de esa guita sacamos para una de las voces de El Extra y Los Imposipagar el alquiler pero entendemos que esta bles, y espectadora en la noche del Quinto, es la nuestra. Tratamos de que el que venga esa otra cosa “tiene mucho que ver con la

cuestión de la identidad, como cuando tus abuelos te contaban que iban a las milongas y hablaban sobre cómo eran esos lugares. Yo lo siento así. Siento que estoy en un lugar que tiene esa mezcla de historia y ensueño, como si fuera un club donde te encontrás con mucha gente que busca compartir lo mismo y tienen motivaciones similares”. A fuerza de un country luminoso y psicodelia lírica, El Extra lleva cuatro años de trabajo en los que editó un disco que le valió el reconocimiento del “No” y Télam. La apuesta por un género no muy difundido en el país hubiera sido difícil de plasmar sin los centros culturales alternativos que hoy encuentran al grupo en la presentación del simple-adelanto de su segundo disco. Tampoco hubiera sido lo mismo para Pampa Trash, la banda de Burzaco que en agosto se presentó en el XVI Festival y Mundial de Tango, organizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. La riqueza estética de Pampa, que parte de la impronta tanguera del bandoneón de Nicolás Tognola y se funde con atrevimiento y virtuosismo en cualquier género latinoamericano, no iba a encontrar expresión en los boliches o escenarios tradicionales, que operan en beneficio de la venta de tickets y en detrimento del desarrollo artístico de una generación. En


“Estos lugares son una prueba de que en la independencia también podés desarrollarte. Y encima con más libertad” Nicolás Tognola - Pampa Trash

palabras del Colo Tognola: “Los lugares son fundamentales; si no existieran, no habría movida alguna. Acá se da una libertad que permite que se genere la experiencia, que los artistas puedan hacer lo que sienten. Sin estos espacios no sé qué estaríamos haciendo todos los que estamos en esta búsqueda. En lugares como el Quinto, el acercamiento es más artístico, el under fluye. Son como clubs que se generan sin querer, refugios de resistencia al aparato mediático y a los lugares elitistas que si no traés tanta gente ni vendés tantas entradas ni ponés tanto no existís. Me parece que esta es una época gloriosa, en la que desaparecen los

ma. Porque no es sólo una banda, acá circulan los que exponen, los que escriben, los que actúan. También es una muestra de que hay mucha más vida más allá de la gran media, de los escenarios mainstream, una prueba de que en la independencia también podés desarrollarte. Y encima, con más libertad”.

Espacio en blanco

Existe un circuito, una oferta de artistas y una respuesta del público. También hay una conciencia sobre las responsabilidades y un com“La cultura no es un negocio. Hay que promiso que tener cuidado y saber distinguir entre viene de lo artístico más cultura y mercado cultural” Federico que de lo Pompozzi - El Refugio económico. Entonces, prejuicios de estilo y la gente se acerca a ¿qué les falta a los centros culturales alterescuchar con una predisposición buenísi- nativos? Básicamente, legalidad, una ca-

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rencia que se repite también del otro lado del Riachuelo (ver recuadro) y que hace que estos espacios existan en un margen que puede ser peligroso para la escena y se traduce en una única y letal palabra: clausura. A diferencia de lo que sucede en la Capital Federal, los espacios del Gran Buenos Aires están sometidos al marco legal que rige en cada municipio. Lo que significa que no se podría salvar la brecha legal en una sola instancia como en el caso la Legislatura porteña, sino que cada Concejo Deliberante de los partidos del Sur debería tratar el tema por separado. Esta complejidad hace difícil el trabajo en conjunto de los centros culturales, que si bien ensayaron un agrupamiento cuando algunos lugares de Almirante Brown recibieron la amable visita de los inspectores de ese partido, la iniciativa no terminó de afianzarse. Puede sonar complicado, pero lo que reclaman estos espacios no es más que una legislación que responda a una


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Allá también

demanda que los mismos ciudadanos están resolviendo. O en la voz de Federico Pompozzi, uno de los impulsores de El Refugio de Burzaco, “una ley que contemple una nueva figura en la que se incluyan a estos espacios. Porque ninguno de nosotros puede tributar como si fuéramos un boliche, porque el objetivo que perseguimos es completamente diferente: uno no abre un espacio de cultura para que deje tanta guita mensual. Obviamente, el lugar tiene que dejar un ingreso porque es lo que lo mantiene vivo, pero la diferencia más clara es que en estos espacios buscamos generar otro tipo de vínculos y rescatar otro tipo de valores. La cultura no es un negocio. Hay que tener cuidado y saber distinguir entre cultura y mercado cultural. Todos los que tenemos un espacio lo hacemos con mucho afecto, porque amamos lo que estamos haciendo y además somos artistas. Elegimos esto como elección de vida”. El Refugio, una casa de dos plantas en las que funcionan talleres de música, danza y donde también se organizan fechas y jornadas artísticas, lleva 17 años abierto en la misma esquina de Burzaco y con el tiempo se acondicionó y ganó metros cuadrados. Fue uno de los primeros escenarios de la Orquesta Típica Agustín Guerrero, que cuenta con prestigio internacional y cuyos integrantes, en promedio, no superan los 30 años. “Hay que hacer el esfuerzo de vernos sin esos espacios –sugiere Federico–. El impacto social de estos lugares es algo que no se puede calcular. Desde la generación de artistas internacionales hasta la incidencia en la microeconomía de un barrio. Hay que estar un poquito despiertos, eso nos va a dar la conciencia de cuidar. ‘Che, cerraron el Estudio Quinto’. ‘Ah bueno…’. Eso no puede ser. ‘¡No! ¿Cómo lo cerraron? ¡¿Qué pasa?!’ Esa tiene que ser la actitud. Para eso son necesarios otros espacios: los medios de comunicación. Para lograr que el Estado reconozca estos lugares y los habilite cooperando con las refacciones que son demasiado costosas tiene que haber una articulación entre los escenarios, los medios y los ciudadanos, porque el vecino no puede desconocer lo que está pasando

Hay quienes dicen que la bestia de múltiples cabezas e incontables ojos que describen ciertos capítulos atómicos de las escrituras sagradas es sólo una alegoría de Starbucks, el ébola socialmente responsable que en los últimos tiempos se esparció por la ciudad de Buenos Aires: entrás, te dan un café en un vaso plástico con tu nombre, le sacás una foto, la subís a Instagram con un filtro analógico y una universidad pública argentina pierde una vacante por un azar misterioso como el sentido de las rayas en los tigres o la carrera de Maravilla Martínez. Al margen de esa generación de identidad cultural que podría definirse como vacua, inverosímil, baladí, fútil, pero mejor como “re mocha”, en la Capital Federal también se fueron abriendo espacios desde y para la cultura popular. Tantos, que con el tiempo se conformó un movimiento que lucha por un marco legal en el que estos centros culturales no tradicionales puedan existir sin preocuparse por los inspectores, la Metropolitana o las 14 millones de cámaras con las que la Reina del Plata pone boca de pato y se saca una enorme y marketinera selfie. Se trata del Movimiento de Espacios Culturales Autogestivos (MECA), que, a través del aval de 40 mil firmas y el apoyo de bloques políticos de diversos signos que comprometieron su voto, presentó en la Legislatura porteña un proyecto de ley para reconocer y fomentar los lugares donde nace el under. Uno de sus voceros, Claudio Goreman, le explicó a El Cruce que la multiplicación de este tipo de points “responde, por un lado, a una necesidad social: a través de las herramientas de la tecnología en materia de difusión cultural, las personas cambiaron y, con ellas, su hábitos. Antes había que ir a comprar a una disquería o a una cadena. Hoy, los artistas se promocionan a través de las redes y eso da una afinidad mayor y una conexión más directa. Se genera, entonces, necesidad de compartir, de tener espacios; comienza una demanda de artistas que salen a buscar nuevos lugares. Por otro lado, hay una facilidad para montar un espacio cultural que antes no existía. Para ponerte un lugar antes tenías que buscar una zona comercial por donde pasara la gente, gastar mucho en equipamiento, técnicos, prensa, programadores. Hoy no los necesitás. Con las redes sociales y algo de equipamiento y conocimiento, la cosa marcha. De repente tu lugar se llena de amigos y de amigos de amigos y viene más artistas y de a poco la cosa crece”. Esta realidad porteña no puede explicarse sin tener en cuenta el incendio (la irresponsabilidad, la desidia) que en diciembre de 2004 se cobró 194 vidas en República Cromañón, el local regenteado por un histórico del under metropolitano: Omar Chabán. Después del trágico recital de Callejeros, el discurrir nocturno de Buenos Aires no fue el mismo. Muchos locales fueron clausurados, las medidas de seguridad, extremadas, y ante la escasez de escenarios el under respondió, luego de una madurez trabajada a través de los años, con espacios autogestionados, innovación y conciencia. “La desgracia de Cromañón nos tocó muy de cerca a todos y se traduce hoy en que el típico ‘antro’ de antes ahora es algo prohibido –explica Goreman–. Todos sabemos que esa rebeldía de ‘hago lo que quiero’ no la podés bancar de la gestión cultural. Entendemos que poner un espacio de cultura, además de un placer, es una responsabilidad. Hay que cuidar a las personas y a los artistas que concurren”. Ese cambio de paradigma porteño pudo vivirse la última semana de septiembre; el MECA llevó adelante el Festival de Cultura Autogestionada (FeCa), una jornada organizada simultáneamente en 50 centros culturales alternativos de la ciudad y que cerró con un recital al aire libre en Parque Avellaneda. El FeCa mezcló música, artes escénicas, artes visuales, literatura, seminarios sobre la gestión de espacios culturales y presentó casi 200 artistas. El objetivo, según Goreman, es ganar la tan mentada batalla cultural: “Esperemos que el festival se instale y dure muchos años más. Queremos que sea la verdadera demostración de lo que es el circuito independiente porteño”.

a dos cuadras de su casa”. Por eso esta nota no puede dejar de mencionar –a través de un trabajo de campo que intentó ser lo más exhaustivo posible, pero que no pudo abarcar la feliz explosión de points del Conurbano– a lugares como Árbol Caído (Adrogué) y Pity Experience (Temperley), salas de ensayo pioneras en la organización de fechas abier-

tas; la Escuela de Música Luis Alberto, el Domo, La Casita y Klimat (Temperley); Espacio Disparate (Lanús); Brote Casa de Artistas y Puerto Cultura (Longchamps); Metamorfosis (Monte Grande). Además, centros culturales como Cultura del Sur, Galpón Diablomundo (Temperley) y Monociclo (Banfield). Búsquenlos / los encontrarán / en el país / de la red social.


Fotos: Damiรกn C. Joint

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SOFÍA VIOLA

“No se trata de cantar sólo las emociones propias” Por Fernando Núñez

La chica de Remedios de Escalada que se tatuó a Violeta (¡la de una “t” sola!) crece como artista con sus “fusiones extrañísimas que parten de la curiosidad”. Pura variedad, a veces hace reír y otras nos invita a viajes que no son tan amables. Hay que verla (ojo que promete que algún día hará un reggaeton).

Sofía Viola le pone ganas, por eso le alcanza con su voz y una guitarra para salir al escenario y lograr que el público quede enganchado. Una vez logrado esto, el viaje incluye pasajes por el Conurbano que no siempre son agradables, pero con la picardía que tiene para mostrar detalles siempre puede generar una sonrisa. “La trompeta siempre estuvo muy presente, por mi viejo”, cuenta Sofía, “por eso tengo un tono de voz, así, medio trompetística”. Este instrumento de viento exige que se canten las notas por dentro para sonar. Y al haberlo estudiado desde chiquita hubo un desarrollo de los pulmones importante. “Eso fue una influencia para poder sonar tan fuerte”. A partir de la trompeta curtió mucho jazz. Miles Davis, Chet Baker, Billie Holiday que “también cantaba muy trompeta”. Sofía siente que su manera de cantar “no tiene que ver con una búsqueda personal, sino que es algo que se dio naturalmen-


te”, encauzado por su entorno familiar. Con sus discos pasa lo mismo que cuando canta, los hace con ganas: graba sus partes musicales; los copia con una grabadora de CD; hace las gráficas de manera artesanal. Y si no sabe algo no se mete con eso, por eso no tiene muchos videos, aunque sea muy prolífica con su arte.

Invención “Me gusta mucho cocinar. El ceviche es lo que mejor me sale”, cuenta Sofía. Lo hace como si fuera una actividad que comparte algo con la música: la transmisión de amor. La intención particular del acto en el que uno se encuentra con los ingredientes. Buscar las formas más sanas de comer. Por eso nunca hace fritangas y en invierno disfruta de los guisitos. “Como en la música, hay mucha invención en la cocina”, dice. La improvisación se alimenta de creatividad, y esta a su vez depende de muchas cosas: los amores, cuántos trenes te tomaste, las personas que ves durmiendo en la vereda. Por eso ella no es “de cantar sólo las emociones propias”. La realidad que todos los días aparece cuando sale a dar una vuelta, o va a dar un concierto y en el camino se encuentra con un montón de

cosas crudas. Los libros también son una influencia; a veces Sofía lee y le dan “ganas de ser escritora”. Y cada momento de la vida estimula a ese ser creativo. Y las personas tienen mucho que ver, aquellos con los que uno se junta: si son personas creativas te dan ganas de hacer de todo. Por eso está bueno “no quedarse adentro de la cucha todo el tiempo”, porque se pierden muchos estímulos. “Muchas veces, la creatividad tiene que ver con la belleza” agrega. Cuando uno sabe ver la belleza de las cosas es más fácil percibir esas vibraciones creativas. Sofía Viola tiene un gusto musical muy amplio. Un día descubrió el folklore y su variedad de ritmos, al poco tiempo experimentaba con música de El Cairo y de Irak. Se interesa por todos las tradiciones musicales y así se encuentra que hace “fusiones extrañísimas que parten desde esa curiosidad”. A veces siente ganas de especializarse,

FiloSofía El amor. Es todo, es lo que hace que el mundo funcione. Facundo Cabral decía que “por cada bomba que se tira, hay millones de caricias que se dan”. El amor es un motor, si no tuviste amor en tu casa sos un desgraciado. Te deja muy marcado y te volvés un insensible. Es como una energía sobrenatural que nos rodea. El arte. Es la expresión del alma. Es algo que se mueve, adentro, y puede salir en forma de lo que sea. De comida, porque siempre está la opción de llamar al delivery pero me hago un arrocito. Es un cariño a uno mismo y a los demás. Es una manifestación del ser.

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pero le interesan todos los rubros; todos los géneros son muy ricos para ella y por eso no descarta ninguno. Sofía dice: “Si todavía no grabé un reggaetón, es porque no me llegaron ni la letra ni los colegas que armen las bases”. Hace dos años estuvo jugando con la música electrónica junto a un vecino. Se divirtió, pero la búsqueda es folklórica. No por ver “que pasa al apretar unos botoncitos”. Los discos que grabó Sofía surgieron a partir de reuniones con amigos. Con los pocos videos que tiene pasó lo mismo. En algunas canciones habla de las drogas. “Pero no me des merca” dice, en concreto. Alguna vez experimentó con ácido lisérgico. Le gustó pero no lo volvería a hacer. En cambio la marihuana le parece “una planta sagrada y preciosa”, pero que “se usa de manera habitual” y para Sofía eso no está bien. Sofía cree que le sería fácil caer en el vicio. Ha tenido sus capítulos densos con el alcohol, por eso hay cosas que ya no las toma. Se cuida y hace bien, porque cuanto mejor esté ella mejor van a estar sus canciones. En una época estaba metida con el teatro, y más que nada con el clown. De ahí se le pegó una chispa irónica. Como en la canción Ser tu perro, que hasta es chistosa. Hoy no tiene la intención de hacer reír a la gente pero “si lo hace, es un regalo” que recibe agradecida. En su casa siempre hubo mucho sentido del humor porque sus padres son muy frescos. Nos cuenta: “Cuando éramos chicos y mi papá nos tenía que retar, nos ridiculizaba para nos riéramos mientras nos enseñaba. Nos hacía aprender y ver la realidad de manera más relajada.” La educación, el aprendizaje, la formación, no son temas que tengan una importancia menor para Sofía, aunque no se sentía bien cuando iba al colegio. Quería tocar la guitarra todo el día. Igual los profesores la bancaban y pasó de año siempre: “Lo que me da bronca es que no te capacitan para la vida: salís del colegio y SOS un estúpido, no sabes hacer un huevo frito ni arroz”.


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FAVS

Redondos

1) Chango Rodríguez

Sofía Viola editó tres discos entre 2009 y 2013; también un single navideño en 2011.

“Me parece que al Chango hay que escucharlo un poco más.” 2) Los Chiches Vallenatos “Es folklore colombiano; escucho un disco desde los diez años y no paro.” 3) Ezequiel Borra “Es muy interesante y particular lo que hace, para nada común.”

- Debutó con Parmi, que tiene canciones que compuso entre 2005 y 2008. Lo grabó en cinco días, en el paraíso neohippie que es San Marcos Sierra, en Córdoba. La energía para alimentar los equipos fue recolectada con paneles solares. - Munanakunanchej en el camino Kurmi salió en el 2010. Se comenzó a grabar en invierno y se terminó en primavera. - El single Navidad además del tema incluye una versión karaoke. Y el año pasado fue el turno de Júbilo, producido por la exquisita mano de Ezequiel Borra y masterizado por Federico Escofet. La galería de invitados de Sofía es amplia y lujosa: Martín Minervini, Matías Cardo, Lucas Monroe, Martin Sus (y muchos muchos más).


MUJERES CLOWN

El código de las

narices rojas Por María Luz Carmona Fotos: Kevin Orellanes

Las payasas se van imponiendo en un mundo de hombres para desnudar en escena historias personales intensas. El Cruce charló con tres de ellas para indagar en este lenguaje de conexión y ruptura. Una pregunta: ¿Existe el humor de género?

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En los últimos años, en la escena teatral local tomaron un gran impulso las obras protagonizadas por payasas. Si bien la técnica del clown llegó al país en los años ’80 -con el surgimiento del Clú del Claun, de la mano de Cristina Martí, Guillermo Angelelli, Gabriel Chamé Buendía, Batato Barea, entre otros- había muy pocas mujeres trabajando en la disciplina. Quienes se calzaban la nariz, en su mayoría eran hombres. Con los años esto fue mutando. Hoy los escenarios están copados por jóvenes payasas que se sumergen en este universo para seguir explorándolo y amasándolo. Tienen en común el sentimiento de que el clown es su trabajo, su pasión, su motor, su manera de ver el mundo, su modo de vida. Una de las referentes de esta camada de narices rojas es Marina Barbera. En un video que ella misma subió a YouTube define a los payasos de esta manera: “Siempre existieron en los grupos humanos. Siempre hubo gente que hacía las cosas al revés. Los que provocaban risa en los momentos más tensos y terroríficos. Cuanto más estructurada sea una sociedad más lugar hay para que ellos irrumpan. Los payasos son rebeldes, anárquicos, desarman los sistemas para abrir otros, rompen estructuras para reírse de sus desequilibrios. Son valientes y necesarios. Si no hay un espectador, el payaso no existe. Por eso su trabajo crece solamente si está en relación, en conexión con el otro. Es una manera de comunicarse, un código, un lenguaje”. Para indagar en esta técnica teatral, El Cruce invitó a tres payasas que forman parte de una generación que encontró su lugar en las salas y que afronta el desafío de desnudar en escena sus historias personales. En esa búsqueda, ponen en tensión sus temores, sus sueños, sus frustraciones, sus proyectos, sus virtudes con un objetivo primordial: romper con los mandatos sociales,


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Silvia Aguado hacerle frente a lo establecido, proponer modos diversos de vivir. Durante una relajada charla de mediodía en San Telmo, Leticia Vetrano, Yanina Frankel y Silvia Aguado contaron cómo se acercaron a este lenguaje y qué cosas las siguen inquietando.

“Encontré un lugar en el mundo” Leticia cuenta que dio a luz a su payasa, María Peligro, cuando estaba viajando por Europa. A los 24 años llegó al Viejo Continente con ganas de estudiar y conocer lugares nuevos. “Me encontré de casualidad con la técnica. Venía haciendo espectáculos callejeros de circo y me empecé a enfrentar a la comicidad por supervivencia, porque el humor es lo más efectivo para la calle. Cuando estaba en Bélgica alguien me dijo ‘eso que hacés es clown’. Y ahí me puse a estudiar. Ya había hecho un poco de teatro gestual y un curso de clown en Italia. Fue algo que fui descubriendo con el tiempo y fui perfeccionando con otras técnicas. Estudié más teatro, pero la energía que me sale en escena es la del clown y la aprovecho. Surgió de una manera muy natural. Me abrió mucho las puertas a la caradurez, yo era muy tímida antes. Y cuando empecé a hacer clown se me abrió algo que me ayudó mucho en mi vida cotidiana. Fue encontrar un lugar en el mundo y una profesión”. Ahora Vetrano vive en Buenos Aires y reparte su tiempo entre las presentaciones de su notable unipersonal Fuera! en teatros de distintas ciudades del país y en festivales. Y además, en marzo de 2015, en un teatro porteño estrenará la segunda parte de su obra.

-¿Cuál era el lugar que ocupaban antes las mujeres en el humor? -Es importante remarcar esto de las mujeres clown en nuestra historia, porque antes las mujeres no hacían humor, y de repente empezaron a hacerlo en grupo. Después dieron un paso más y empezaron a hacer humor solas y encontraron un montón de cosas geniales. En mi caso, hacer un unipersonal de clown fue una necesidad absoluta. Estaba viajando y lo mejor que me podía pasar era tener un espectáculo propio porque me daba independencia. Quería viajar y estudiar, entonces iba de un lado para el otro. Y sentía que tener mi propio trabajo me daba libertad y la posibilidad de poder seguir viajando. Después se me hizo una costumbre. -¿Existe el humor de género? -A veces aparece la idea de que las mujeres hablamos siempre de lo mismo. A lo largo de la historia de la humanidad hemos sido el sexo débil o el más frágil. Hay algo de eso que nos dio la naturaleza que hay que aceptar. Y en la historia personal de cada una, atravesamos ciertos obstáculos por el hecho de ser mujeres. Entonces, en mi obra, yo sentía la necesidad de hablar de eso, por la manera en que me educaron, la época en que nací, la familia en la que me crié. Siento que en la medida en que eduquemos y criemos a las mujeres desde otros lugares van a tener menos necesidad de hablar de ciertas cosas, es parte de la evolución de la humanidad. Somos muchas las que necesitamos hablar de esos temas porque hay un rol que ocupamos durante mucho tiempo, muchos obstáculos y barreras que tu-


vimos que atravesar. De diez espectáculos de mujeres, ocho se casan. Y bueno, si desde que sos chiquita te están preguntando si te vas a casar y con quién, si vas a tener hijos... Si cambiamos la manera de educar, van a reírse de esas cosas y van a tener la necesidad de hablar de otras. Yo necesité atravesar eso por mi historia, por la de mi mamá y la de mi abuela. Siento que en mi próximo espectáculo no voy a hablar de eso. Fue algo que tuve que vomitar en un momento determinado.

“Me amigué con el cuerpo, las mañas y la locura” Cuando llega el momento de charlar sobre su primer acercamiento a este lenguaje, Yanina Frankel cuenta que ese encuentro fue casual y azaroso. Si bien ya venía de estudiar teatro, no sabía bien de qué se trataba la técnica. “Fue un juego. Me di cuenta de que me gustaba mucho hacer reír, me hacía bien y era como una droga. Me gustaba mucho lo que pasaba con el público. Y después se empezaron a abrir otras puertas, otros caminos. Empecé a relacionarme mucho con el mundo del circo y a ir a festivales de acróbatas, hice teatro en las calles, algo que nunca imaginé que iba a hacer. Se abren muchas posibilidades que uno ni se imagina. Encontré una profesión, hoy me dedico a esto. Me encanta, es una vida hermosa, me dio la posibilidad de encontrarme con gente de distintos lugares que hacen lo mismo”, resalta con entusiasmo y una gran sonrisa, la actriz que le dio vida a la payasa Ingue. Una de las características que tiene el clown y que más atrapa a quienes se animan a explorarlo es el lado más humano: “Te amiga con el cuerpo, las mañas, las locuras. Entonces, todo eso lo ponés en juego y hace que te distancies y puedas verlo desde otro lugar y no sea tanto el peso que llevás. Uno se pone en

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ridículo y se expone desde un lugar lúdico. Ponemos en juego el cuerpo y te terminás amigando, reconciliando”. -¿Por qué hacer un unipersonal? -Vengo de trabajar durante ocho años en grupo y en dúo. Entonces, sentí que fue una necesidad y un desafío ver qué pasaba si armaba algo sola. Quería saber cómo era la sensación de estar sola en escena. Cuando estoy en escena pienso que es maravilloso estar sola y la vez que me encanta estar en grupo. Disfruto mucho las dos experiencias. En la historia de Ingue está muy presente el tema de la inmigración y del origen de nuestros abuelos. Ese es el tema que primero se ve en la obra. Pero me parece que hay algo que tiene que ver con nuestra generación: nos la pasamos eligiendo nuestra familia, más allá de la que tenemos. Yo me la paso yendo de viaje con amigos, armando grupos, conviviendo, entonces termino viviendo una vida muy intensa con una familia que elijo, más allá de la biológica. Estamos soltando lo viejo para que venga lo nuevo. Hay algo de renovar eso que me parece que es positivo. -¿Cómo está la escena local hoy? -En Argentina hay un auge de la mujer haciendo clown. Hace diez años no era así. Yo trabajaba en dúo con Valeria Maldonado y nos llamaban de todos lados porque no era tan común ver chicas haciendo esto. La mayoría eran hombres. -¿El amor es el tema más recurrente en el clown? -Yo estaba negada a contar una historia de amor. Porque me había separado de mi compañero y de mi compañera de dúo, venía de la separación de amores profundos en mi vida. Pero no quería hablar del amor de pareja, entonces hablé del amor de


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Yanina Frankel una familia. Cuando uno habla de la familia es un amor mucho más universal, a todos nos toca. Y también el amor les toca a los hombres, hay un montón de hombres que sufren por amor. El amor es universal. Hoy siento que estos espectáculos vienen a sanar ciertas heridas. Y decís ‘bueno, conté esto, lo veo desde otro lugar, ya no me pertenece, ahora juego con eso’. Entonces, la obra pasa de ser algo muy personal a transformarse en algo que es de todos. Una va creciendo y nuestro clown nos hace ver que queremos contar las cosas desde otro lugar. Somos mujeres, hay una mirada femenina en todo lo que hacemos, pero no es feminista. No estamos en contra de algo, somos mujeres haciendo teatro y humor.

“El clown me cambió la vida radicalmente” La joven actriz y directora de cine Silvia Aguado trajo al mundo a Ruda, una payasa que en su unipersonal Rompiente abre las puertas de su corazón para compartir experiencias personales de su infancia y para cuestionar el pasado, el presente y el futuro. Uno de los elementos que pone en juego en la obra es una gran mochila, casi tan grande como su propio cuerpo. Ese objeto simboliza el peso que las personas cargan. Pero ella se propone alivianarla, sacando algunas cosas y dejando otras, para continuar su camino. -¿Cuáles son las temáticas que te interesan abordar en su trabajo? -En mi obra hablo del pasado, del futuro e inevitablemente del presente, porque el clown es eso. Hablo de las cosas que uno trae, que carga en la vida durante mucho tiempo y de la necesidad de poder desprenderse, despojarse, ir hacia el futuro de otra manera.

Su acercamiento al mundo del payaso fue de casualidad. Una vez en un entrenamiento de teatro le propusieron hacer un taller de clown y aunque no tenía ni idea qué era, aceptó hacerlo. “Y fue una revelación”, resalta. “No entendía muy bien, pero me pasaban cosas muy potentes todo el tiempo. Me volví a enamorar del trabajo de la actriz, que me gustaba pero sentía que había algo que se había aquietado o hecho costumbre. Y esto me re enamoró. El clown me hizo amigarme con un montón de cosas mías, de mi vida, mi pasado, mi cuerpo, mis pensamientos. Me amigué con el mundo y con mi familia. Me ablandó la mirada sobre el otro y sobre mí. Me cambió la vida radicalmente. Siento mucho entusiasmo y amor, ganas de contagiar al que quiera ser contagiado”, agrega la actriz. -¿Hay una “reconciliación” con una misma? -Este trabajo requiere mucha generosidad por parte del payaso. El está ahí para que se rían de él y con él, de lo que quieran. En la vida, uno está acostumbrado a tapar o disimular ciertas cosas, pero en la escena la gente te quiere por eso, por cómo sos, entonces te empieza a gustar eso que durante mucho tiempo habías tapado o disimulado. Ahí se produce un placer y una liberación muy grande. Esa generosidad que plantea uno en escena, el público la percibe y la agradece. Y ahí hay contagio. -¿Cuándo decidiste que querías hacer un unipersonal? -Venía de trabajar en grupo con la compañía Clown Social y Deportivo. Y después fui mamá. La maternidad me hizo sentir que tenía que repensar mi trabajo, que estaba rearmada como para poder gestar nuevamente otra cosa en lo laboral. Empujada por Lila Monti empezamos a pensar en el unipersonal. No fue algo planificado, pero estuvo bueno el empujón de otro, de afuera. Me cuesta verlo como unipersonal porque somos un equipo.


Más allá de que David Guetta sea un zombie que cada tanto va a Punta del Este a coonda”, la electrónica y el cine de terror y sangre tienen más puntos en común de lo que

Unas delicadezas sangrientas Por Fernando Núñez

¿Qué hace tu hijo con la cámara del teléfono? El interrogante que bien podría llenar un zócalo noticioso de América 24 e hipnotizar a padres y ciber-bufarras, ayer gozaba de una connotación menos amarilla: era la era del VHS y no cualquiera iba a gastar cinta porque sí filmando falsas mutilaciones y escenas llenas de sangre-ketchup. O sí: Pablo Javier Parés tenía once años cuando, junto con un grupo de amigos de la misma edad pegó una filmadora y empezó a hacer cortos porque no había nada mejor que hacer…excepto esperar el salariazo prometido por ese nuevo presidente de viriles patillas y acento entrador. Con el tiempo, el oficio adquirido por los niños de entonces se tradujo en Plaga Zombie, una de los films pioneros de un género ignoto en el país: el gore, siempre bizarro y sangriento. Para muchos, fue la película que dio inicio a la producción del género fantástico en Argentina. Si bien, hay algunos hitos en nuestro querido cine, como Mingo y Aníbal contra los fantasmas o Los extraterrestres con Jorge Porcel, Alberto Olmedo Pag. 48

y un pseudo ET, Monguito, la afirmación no es errónea. Plaga Zombie también fue, quizás sin intención, el punto de partida de un proyecto ambicioso: FARSA, una productora de contenidos audiovisuales que llevó a Parés y los suyos a desandar el violento y sanguinario camino de la autogestión. Pablo remarca que al trabajar de manera independiente, dónde todo se hace por la pura pasión, “lo más difícil fue aprender a lidiar con la industria”. Es muy complicado tratar con gente que “se dedica al cine con el único fin de ganar plata, porque son dos mundos distintos y difíciles de combinar”. Entre los encargos tomados por la productora se pueden contar publicidades, videos de bandas, la película del programa de catch 100 % Lucha, el musical de la banda Kapanga. Su registro es tan amplio que pueden hacer cosas delirantes, o más serias como el rockumental Blues de los plomos. Si algo aprendió Pablo Parés de la experiencia, fue que “hay que separar bien lo

que es un trabajo de lo que es parte de la pasión/carrera. Es ahí cuando todo fluye”. “Siempre nos tomamos lo que hicimos con FARSA como algo muy serio. Como un hobbie, dónde uno se divierte mientras lo hace con seriedad. Sólo los primeros cortometrajes que hicimos y algunas cosas más bizarras fueron tomadas como un juego”, relata el cineasta. Los productos que realizaron pasaron por los más diversos medios de distribución. Las cintas de Plaga Zombie eran el pan caliente de las convenciones de historietas. Con su sello independiente FARSA Home Video, tuvieron gran difusión en los ya casi extintos video clubs. Con el formato digital (DVD) ya instalado llegaron a Alemania, Canadá, Francia, Italia y España. Más tarde llegó la distribución en línea. En el canal de youtube de FARSA de pueden ver todos los trabajos que hicieron: La trilogía de Plaga Zombie, la saga de Nunca asistas a este tipo de fiestas, y otras delicadezas sangrientas. Actualmente, el realizador se dedica de lleno a un largometraje por capítulos, que se puede ver gratis por internet: Daemonium ideada por el especialista en efectos especiales Dany Casco y el experto en utilería Simon Ratziel. Relata Parés que Casco y Ratziel “buscaban hacer una película que eleve la calidad del cine fantástico nacional”. Cosa que lograron, desde las actuaciones hasta los efectos especiales. Él se sumo cuando el proyecto ya estaba encaminado. Parés también tiene un proyecto que cuenta con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Es una película de aventuras-terror que se llama Fin de semana salvaje, que proyecta grabar el año que viene. Así que para ver pandillas armadas asolando las calles, caos social por desabastecimiento y violencia 24x7 habrá que aguardar el estreno.


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sechar cerebros y regalarle cortinas a los musicalizadores de magazines noticiosos “con a priori uno puede llegar a pensar. Así lo arroja el resultado de este Mambo compartido.

El timbrazo en el portón indicado Por Juan Relmucao Desde Turdera hasta Mordor -nombrado por los locales como Camino General Belgrano-se extiende un enorme pedazo de suburbio bonaerense: determinar la cantidad de casas-kioscos, casas-rotiserías, casas-peluquerías por habitante sería imposible; miles de utilitarios duermen la noche de la avenida Pasco frente a las casas de su dueños, que mañana –manguera, balde, pantalones 3/4 como los que usaba el Diego en Cuba- van a fregarlos mientras sueñan con ese Bora cinco puertas: a 64 cuotas del paraíso ¿Hay lugar para el flash en el medio de este hormiguero de paredes claras y quinielas clandestinas? Dos timbrazos en el portón indicado y estás. Atrás de una puerta ancha, “acustizada” con un heroico colchón de dos plazas, la fiesta VOID reúne a más de cien personas y encauza el under hacia unas aguas hasta hace poco desconocidas: la música electrónica. Desde hace unos años, el área metropolitana vive un fenómeno de autogestión novedoso no en su hacer, pero sí en su sonar: DJs y sellos electrónicos –principalmente de techno- producen material, gestionan espacios y ponen en trance a cientos de personas que se movilizaban a través de los barrios para explotar en la pista. Una modalidad que siempre se relacionó con cultura rock o punk, es apropiada por los productores electrónicos y el público de las fiestas, ajenos al preconcepto de la electrónica como espacio vacuo o de elite. “Para mí, el punk y el techno son hermanos – le dice a Mambo el productor y DJ Julián Belén–, el techno nace como una necesidad de algo distinto, lo cual se asemeja mucho a la historia del punk, de romper las reglas, de salir un poco de la cotidianidad , es como una liberación. Creo que ambos estilos se corresponden, bandas como Cabaret Voltaire (Inglaterra), Mueran Humanos (Argentina), engloban

elementos del techno sumados en una estética sonora muy punk. El punk fue algo que nos demostró a muchos que cualquiera puede hacerlo, no hace falta ser lindo ni blanco, ni saber esto o aquello, es una actitud, y con el techno pasa un poco lo mismo y eso se refleja en los eventos que organizamos”. En sintonía con Julixo/Alchemyst –alter egos artísticos de Belén- Simón Topolansky y Santiago Pastrano, creadores del ciclo Ucrania, aseguran que “el techno, sin perder su esencia under, se está convirtiendo en algo popular y eso está buenísimo: en los últimos años creció bastante el numero de ciclos creados por artistas con ganas de tocar”. “Tenemos la clandestinidad de las raves y lo revolucionario del punk. La idea de hacer nuestras propias fiestas la teníamos hace rato, necesitábamos tener un lugar donde poder divertirnos y al mismo tiempo crecer como artistas sin depender de

de otros. El objetivo es crecer, poder traer artistas de más prestigio, sumar calidad y seriedad a nuestros ciclos”. Producto de la unión de ambos proyectos, el reconocido DJ colombiano Santiago Merino, dueño del sello Wood ‘n’ Bass, tocó en las siempre tranquilas tierras de Monte Grande en septiembre pasado. Todo un signo del movimiento que producen estos ciclos que, además de ofrecer un espectáculo a precios accesibles y de calidad sonora, descentralizan la escena. “Por un lado surgió una gran cantidad de artistas y una oleada muy fuerte de fiestas autogestionadas –explica Belén- y también sucedió que los lugares conocidos empezaron a ofrecer un line up más comercial. Entonces en las fiestas se puede mantener la tradición underground y separarse de esa electrónica comercial. Es mejor estar en algún reducto oscuro o un sótano, cualquier lugar que sea apto para el techno que nos gusta.


Cuando los escritores juegan en el mismo equipo Por Ariel Scher

Lo apuesto. Apuesto lo que quieran apostar y, por supuesto, a quien quiera apostar que Jorge Valdano no tenía ni los ojos así ni el corazón así ni, tampoco, la voz así en el instante sagrado de 1986 en el que hizo su gol más campeón durante la final del Mundial de 1986. Lo apuesto y siento que derrotaré a quien se anime a apostar porque yo vi, por televisión y pegado a mi papá, a ese Valdano, jugador de Selección, que soltaba en México y contra Alemania su grito frente a los alemanes y vi, también, a otro Valdano, bastante más grande, aspirando los vapores de un café porteño y conversándome de Fontanarrosa. Y una vez, la del gol, Valdano estaba conmovido y conmoviendo porque cumplía un ilusión de pibe. Y otra vez, en cambio, la de Fontanarrosa, estaba conmovido y conmoviendo porque Fontanarrosa era, es y seguirá siendo alguien lleno de palabras y lleno de fútbol cuya existencia le justificaba -a Valdano, a miles, a más que miles- la realidad de vivir. Para hacer Contar el juego, escuché delante de unos cuantos cafés a Valdano. Antes y luego de cada sorbo, Fontanarrosa fue y vino en lo mejor de la memoria, sobre todo cuando Valdano se acordó de un golazo de cabeza del Negro en la cancha gloriosa del Sportivo Las Parejas, en un partido que sólo vieron unos cuantos amigos. Nunca supe si esa charla sobre Fontanarrosa, sobre goles y sobre libros pertenecía a la literatura o al fútbol, pero siempre me sentí seguro de que esa anécdota describía un mundo en el que la literatura y el deporte jugaban juntos. Una de las cosas bonitas que tuvo la construcción de Contar el juego fue que percibí unos gestos y unas palpitaciones parecidas a las de Valdano en Juan Pablo Sorin, cuando me dijo que jamás anduvo solo en los días jóvenes en los que se esperanzaba con ser futbolista profesional. Viajaba y volvía de una cancha a la otra, con un bolso pleno de ro-

pas deportivas en el que si algo no faltaba era eso que le impedía estar o sentirse solo: un libro de Osvaldo Soriano. Juan Manuel Herbella, ex jugador y periodista, se sacudió a la manera de Valdano y de Sorin cuando me explicó todo lo que aprendió del acto de jugar leyendo a Julio Cortázar. Lo hizo con la misma intensidad con la que María Inés Mato, la nadadora que se atrevió a vencer a las aguas de la Antártida o a las del Canal de la Mancha, me confesó cómo pudo avanzar contra sus propios límites porque la figura del gran Haroldo Conti le brotaba adelante, como si ninguna de las bestias de la Tierra hubiera podido desaparecerlo. Contar el juego es un libro que indaga sobre los lazos entre la literatura y el deporte en la Argentina a partir de enhebrar la biografía deportiva de nueve grandes escritores. Repasa sus maneras de ejercer el deporte, sus conductas para mirar al deporte y su talento para incorporar al deporte a sus páginas. En lo profundo -y esto es lo mejor- es un trabajo colectivo: se me hubiera vuelto un libro imposible de proyectar y de concluir de no mediar la ayuda de mis hijos para investigar y de montones de personas para sumar ideas, para acopiar datos y, sobre todo, para soñar juntos. Y es un gusto haberlo hecho porque las historias de los libros y las historias del deporte nos llenan la existencia con la misma emoción con la que Valdano me habló de Fontanarrosa. Eso también lo apuesto.

Ariel Scher es periodista, docente y escritor. Publicó Fútbol, pasión de multitudes y de élites (con Héctor Palomino), La patria deportista, Wing izquierdo, el Enamorado, La pasión según Valdano, Fútbol en el Bar de los Sábados y Deporte Nacional. Doscientos años de historia (con Guillermo Blanco y Jorge Búsico). En Contar el juego recorre la relación entre la literatura y el deporte, a través de escritores de la talla de Julio Cortázar, Osvaldo Soriano, Roberto Fontanarrosa, Adolfo Bioy Casares, Haroldo Conti y Eduardo Sacheri, entre otros.

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