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AIZKORA
Josefina Altuna y Mikel Edorta
En marzo de 2020 (El Mono #80 “Especial British”) Mikel, acompañado por su abuela Josefina, nos contaba cómo había empezado a tatuar lo dibujos de esta. Ahora, este original proyecto se transforma también en un maravilloso libro que nos ha hecho reír y llorar y que recoge, entre muchas otras cosas, los dibujos y la historia de Josefina. La portada de este mes, como no podía ser de otra manera, corre a cargo de Josefina.
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Hola Mikel. Hace dos años y pico hablábamos de adaptar los dibujos de Josefina a tatuajes. Ahí ya apuntabas la posibilidad de hacer un libro…
No tengo ese recuerdo, pero supongo que era un paso lógico. Al principio me centré más en hacer los tatus, en enseñar por las redes los dibujos de mi abuela y vi que la gente tenía mucho interés también en su historia. A lo mejor en aquella entrevista la idea me rondó la cabeza pero no sabía muy bien cómo hacerlo. Fue más tarde, a la vuelta de la pandemia, en invierno de ese año, cuando ya había hecho unos cuantos tatus y vi que la bola iba creciendo.
Un texto tuyo, declaraciones de Josefina y varios de sus poemas acompañan las imágenes de sus dibujos y de varios de los tatuajes...
La idea principal era un libro muy visual. El libro se llama “Una ventana. La luna. Mis luceros”. La ventana soy yo, explicando el proyecto, la luna es mi abuela hablando sobre su vida y mis luceros los poemas y dibujos. Mi abuela es un poco vergonzosa y está un poco sorda, esto dificulta bastante la comunicación con ella, tuve que ir con una grabadora sin decirle que le estaba grabando y empecé a hablar con ella. Fue la manera más natural, si le hubiese dicho que le iba a hacer una entrevista, se habría puesto más nerviosa. La que dio forma después a ese texto fue Alba y creo que quedó perfecto. Es algo muy sintético y liviano pero expresa muy bien lo que es la vida de mi abuela.
De muchos de los textos se desprende el sentido del humor de Josefina y que a pesar de no encajar en sitios como el trabajo o la ciudad cuando era pequeña, a ella parecía darle igual...
Cuando veo sus dibujos veo un universo interior muy grande, me hace pensar si ese es el universo en el que ella se pierde o se ha perdido cuando sentía que no encajaba o añoraba el campo y le tocaba estar en la ciudad. Siempre he pensado que sus dibujos eran una especie de refugio. Vivió la guerra, le tocó vivir cosas muy duras, su imaginación, su universo interior y el humor han sido un refugio ante esas adversidades.
Vemos también una serie de temas recurrentes en sus dibujos: sobre todo mujeres y animales.
Se ve más cómoda dibujando unos elementos que otros. Pienso que el hecho de añorar mucho el pueblo le ha hecho dibujar muchos animales, hay muchas gallinas, caballos, también casitas de pueblo… representa a donde iba a la Ulzama. Lo de las mujeres, no sabría decir, pasa también que en sus dibujos muchas veces el género es un poco confuso, visto desde un binarismo. No sabes muy bien si es un chico o una chica… a veces hace también chicas con barba.
Ella no le da ningún valor a lo que hace...
Es una característica común en estos artistas marginales u outsiders… llámalos como quieras. Este hecho es la razón principal para que nos mueva tanto a nosotros por dentro, son dibujos muy puros, tienen mucho corazón y esto va unido a que es gente que nunca ha tenido contacto con lo académico. Tienen una libertad muy plena a la hora de dibujar y una visión única. Como cuando dibujamos de niños. Muchas veces se emplea esto como algo malo y no tiene porqué. Hay dibujos de niños que son acojonantes. En la medida que aprendes o estudias, muchas veces eso se contamina y ya no es como lo que era.
¿Y esto no te da un poco de envidia?
Tampoco diría que es envidia, siento admiración. Creo que se puede llegar a desaprender, aunque creo que es difícil para alguien como yo, que ha hecho Artes aplicadas a al Escultura, ha ido a la Escuela de Arte y conoce técnicas, estilos, conceptos y demás. Resulta difícil desaprender y
ese es el punto en el que me encuentro ahora y a donde me gustaría llegar en un futuro. Bueno, a lo mejor un poco de envidia sí que hay. (risas)
Ya has hecho más de 50 tatuajes con estos dibujos. ¿La gente te los sigue pidiendo?
Es un proyecto que ya forma parte de mi vida y voy a seguir alargándolo en el tiempo. Siempre que haya una persona interesada en tatuarse algo de mi abuela estaré abierto. Mi abuela sigue pintando a un ritmo imparable y la gente como que se ha enganchado a la historia.
El libro está volando. ¿No?
Sí. He hecho 300 copias, la idea es hacer una tirada y ya está. Sabía que al principio iba a tener repercusión, ya que hemos estado 2 años y medio en redes dando la chapa, subiendo los tatus que hacía… A la peña le ha llegado la historia y sí, está teniendo un respuesta muy grande. En un mes he sacado más de la mitad de la tirada. He recibido mensajes de mucha gente que se ha emocionado con el libro, que ha llorado con la parte de su vida o de las poesías a mi abuelo. Mucha gente me ha contado también la relación que ha tenido con sus abuelos. Si alguien quiere conseguirlo que me contacte por Instagram o que se pase por Aizkora Tattoo en la calle Navarrería. No está en ninguna web o en ningún otro lado para comprar.
¿Y qué dice Josefina de todo esto?
A una persona tan mayor le cuesta entender algunas cosas, por ejemplo que subo las fotos de sus dibujos a una plataforma y que cientos de personas, gente de Australia o de Estados Unidos, las está viendo. Cuando empecé a tatuar sus dibujos su frase era: “¡Pero quién se hace mis monigotes!” Con lo del libro me decía que me ahorrase el tiempo y el dinero, que así ya estaba bien. Cuando estaba terminado y se lo llevé, se puso nerviosa y emocionada, me dijo: “Pensaba que no iba llegar a verlo”. Se emocionó y nos dimos un abrazo. Creo que esa noche no durmió nada. (risas)
Cualquier cosa que quieras añadir...
Me gustaría dar las gracias a la gente que se ha tatuado los dibujos de mi abuela, gracias a ellos se ha podido hacer el libro. También a toda la gente que ha estado involucrada: a Alba por dar forma al texto de mi abuela y por la traducción al inglés, a Aitor por la traducción al euskera, a Germán de Bronce Estudio ha maquetado el libro, a mi amigo Josemi que ha colaborado con las fotos y a mi hermana también por algunas fotos. Y a la más grande de todas, a mi abuela Josefina.