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CONCHA TISFAIER
“Ay, no se lo tengas en cuenta, es de otra generación” cuando el amigo de tu abuelo se queda mirando tu escote. “Chica, ya sabes como es, a estas alturas no va a cambiar” cuando tu tío te resoba en la comida del funeral de tu tía. “Si es que ya no les funciona bien la cabeza” tras el supuesto piropo con restos de comida en las comisuras del viejo verde aposentado en el banco frente al instituto.
Pobres, si es que no saben que las mujeres tenemos derechos, como en su época no movieron uno solo de sus dedos para que ocurriera ni para encontrar un clítoris, cómo van a darse cuenta de que se les acabó el chollo. Criaturas, que han podido aprender a usar un móvil y se empeñan en seguir conduciendo aunque tengan más cataratas que Brasil, pero aprender que “eso no se toca”, eso se lo dejan a sus nietas y a sus nietos. Qué buenas personas, que trabajaron toda su vida, partiéndose el lomo, que solo podían echar un coñac en el bar por las tardes, mientras hacían tiempo a que su mujer pusiera la cena en la mesa, no fueran a llegar antes y vieran todo el trabajo que lleva que ellos descansen después de asegurarse la jubilación.
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La edad como justificación del machismo. Claro, porque Buenaventura Durruti está ahora falsificando su carnet para que le sirvan cerveza en el Kaos. Durruti, que dijo aquello de “cuando mi mujer va a trabajar yo limpio la casa, hago las camas y preparo la comida. Además baño a la niña y la visto. Si crees que un anarquista tiene que estar metido en un bar o un café mientras su mujer trabaja, quiere decir que no has comprendido nada” tendría ahora 126 años. Un viejico verde sin capacidad de dominar sus deseos ni sus esfínteres, ya ves. Yo me lo imagino en el poyo junto a la huerta asistiendo ante mis explicaciones de carga mental, acceso a los espacios de activismo y sonriendo paternalista cuando le llamo “falso aliado”. Pero en el fondo escucharía y haría algo, incluso con su más de un siglo de vida. No creo que fuera un viejo verde que se escudara en su edad para negar la mayor. En realidad no quiero creerlo, porque necesitamos mitos, y lo bueno de Durruti es que lo mataron a tiempo y no pudo liarla y ocupar espacios que no le correspondían.
Porque habéis convertido la vejez en un escudo para no hacer frente a lo que habéis cometido y consentido toda la vida. Por qué se merece más que le ceda el sitio en la villavesa un señor notario que no ha fregado un suelo en su vida, que tuvo los estudios y la oficina pagadas por una herencia vete a saber cómo ganada allá cuando Francisquito que una empleada del hogar que recién estrena derechos laborales pero no va a poder estrenar deportivas hasta las rebajas de enero.
A mí no me la coláis, queridos señoros que lo habéis sido siempre pero que ahora os sabéis con impunidad. Sois más machirulos que cuando tocabais culos en el bar, negabais el aborto y el uso del condón a la vez y le sugeríais una ropa “más discreta y elegante” a vuestra señora. Habéis tenido más años para aprender y más años para reparar y no lo habéis hecho. Me caéis mal.
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