3 minute read

CONCHA TISFAIER

Next Article
DISCALCULIA

DISCALCULIA

Concha Tisfaier “RECICLAJE” Comernos a la gente cuando se muere. Ese me parece el mejor reciclaje y que soluciona problemas de espacio, superpoblación, hambre mundial, duelos... Quizá complique aún más el tema de las herencias, ¿qué preferirías, el piso en el centro o el cadáver de 80 kilos con el que hacer latas y latas de jamón ahumado? El valor de los pisos puede caer, pero la comida siempre es comida. Además, quien viene de una estirpe (y es estirpe y no familia porque si tienes pisos eres estirpe y si usas cupones del DIA% eres familia y es así y ya) que deja pisos en herencia ya tiene los suyos propios. Y ya sabemos lo estresante, agotador y exigente que es vivir de las rentas. Es mucho mejor, y lo veréis, vivir del comercio de carne humana. Muerta ya, ¿eh? Ni asesinato, ni eutanasia, ni variantes. Por eso es reciclaje. Se trata de dar una nueva vida a lo que ya no sirve. “Que su muerte sea tu vida” que diría la publicidad de Campofrío. Empresa que, por supuesto, tendría un producto de carne humana específico para mujeres: Pavafría. Fiambres light. ¡Fiambres! JAJAJAJA. Este texto empieza a darme alegrías, con la pereza que da siempre escribir sobre reciclaje, es como muy vetusto todo.

Prosigamos con las ventajas de comer cadáveres humanos. De golpe, tener celulitis haría más jugoso al fiambre, el sueño de toda feminista body positive. La celulitis está de moda, ir al gimnasio se vuelve una actividad denostada socialmente porque endurece la carne, queremos llegar a viejas tiernas y engrasadas. Sí, la idea es comer a la gente una vez muerta y sin asesinarla. Ni viva como os coméis las ostras, ni asesinada para comerla como hacemos con lo demás. Es que si no el comercio actual de bebés iba a tomar una deriva todavía más sórdida y macabra. ¿Cómo sabemos que no la ha tomado ya? ¿Y si esta maravillosa idea ya se está testando? ¿Y si el tráfico de órganos es para abastecer a un restaurante de lujo oculto en el plató de Masterchef Junior? Las niñas y niños que no pasan a la final, pasan al postre. El plato estrella de Jordi Snuff sería el Cabello de Ángel. De acuerdo, en este caso no es una ventaja. La raza humana no está preparada para comerciar con restos sin querer más, sin decidir que si se puede comer la carne de algo que muere, también se puede matar para comer. Y, sin embargo, ni los nazis aprovecharon de esa manera su genocidio. Hay una barrera ahí que te dice que puedes matar, pero no sacar provecho material de ello. El asesinato sólo es moral si no es práctico. Debe ser una acción poética, artística, libre de intenciones.

Advertisement

Aún así, sigo pensando que la idea es buena. En lugar de cremar los cadáveres hasta reducirlos a cenizas, podríamos tenerlas un poquico menos en el horno y celebrar el funeral alrededor de una mesa, recordando momentos en los que ese cuerpo se movía. -¡Ay, qué crujiente esta pantorrilla! Ahora me explico porque aguantaba todas las patadas en las pachanas de futbito. -¿Y qué me decís de lo tierno del lomo? Ya se nota que no trabajaba las lumbares. Le dolería la espalda, pero qué jugoso está ahora. -Pues este hígado con marinado kalimotxero tiene un deje a sanfermines del 78. Mmm... creo que noto hasta notas de pólvora en el paladar.

Un ritual, sentido a la par que ecológico, que aprovecharía hasta el final el amor por nuestros seres queridos, convirtiéndoles en parte de nuestro organismo e integrando los valores de autoconsumo y autogestión en nuestra sana y necesaria dieta mediterránea. Veo, además, las posibilidades de desarrollo empresarial: facilitadora de duelos gastronómicos, chef postmortem, gestora de testamentos y últimas recetas, instalación de hornos crematorios en domicilios precarios... Pero no nos pongamos capitalistas o vendrán los grupos antisistema con sus lemas de “Cremación es la solución”, “Ni gente sin tumba, ni tumbas sin gente”, “Todos los entierros para todas las personas”... Una nueva era de conflicto social nos espera.

This article is from: