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OPINIÓN ¿Es posible la paz? pág

¿Es posible la paz?.

RODRIGO RIVERA CORREA

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Creo, como muchos, que es imposible una paz absoluta. Sin embargo, todos anhelamos esa ilusión convertida en realidad. Pero esto jamás ocurrirá. Ni aquí ni en ningún lugar del globo terráqueo. Aunque subsistirá alimentada por un deseo natural humano impuesto por la ley de la armonía universal. Mientras haya injusticia social, desigualdad, hambrientos, desamparados, etc., sin que en los poderosos que dominan al mundo madure una intención sincera de cambio para exterminar estos factores generadores de conflictos, no veremos nunca florecer la paz relativa –única posible, como consuelo- en los huertos de nuestras esperanzas. Siempre habrá rebeldes contra la opresión de los espíritus o que alteren el orden público luchando contra los gobiernos tiránicos que se postran al servicio de los gamonales explotadores de los débiles. Conflictos bélicos o guerrilla o terrorismo encontrarán siempre y en todas las épocas jóvenes dispuestos a luchar hasta el sacrificio de sus vidas por el pan de cada día de muchos abandonados por el Estado. Esto lo grita la historia como consecuencia de un fenómeno natural propio de la especie humana recordado por Carlos Marx cuando dijo que el hombre que a los dieciocho años no es revolucionario es porque no tiene corazón pero que si a los treinta años sigue siéndolo es porque no tiene cerebro.

Un Estado perfecto sin problemas sociales es una utopía y sociedad sin juventud también lo es. Luego? Paz de este tipo, total, es solo un sueño.

Pero sí es posible una paz pasajera producto de la eliminación de la confrontación bélica entre el Estado y los grupos subversivos que llevan en sus corazones las banderas de las reivindicaciones sociales. Durará poco porque a los combatientes que se rinden por cansancio o decepcionados al darse cuenta de que persiguen una utopía, los reemplazarán jóvenes que acaban de salir de su adolescencia y recogen indignados los estandartes arriados por sus predecesores atendiendo el clamor de sus mayores.

La historia nos ha demostrado que es posible acordar un cese de hostilidades entre contendientes, hoy el Estado y las Farc y el ELN. Lo que lograrán cuando sus intenciones pacifistas estén en sus corazones. Porque nadie da sí lo que no tiene ni puede transferir lo que no está en su haber.

Así, esa paz relativa buscada por la mayoría del pueblo co-

lombiano podría conseguirse con intervención positiva de todos los actores inmersos en el conflicto. Aportando granitos de buena voluntad como combustible y reunidos sin prevenciones sectarias y en diálogo franco, harán que por fin prevalezca el interés general sobre los inconfesables privilegios de grupos poderosos que siempre triunfan cuando defienden a tarascada feroz su pedazo de carne arrancado del cuerpo exangüe de la patria moribunda. En el preámbulo de nuestra Constitución Política leemos que entre sus fines está “el de asegurar a sus integrantes la paz dentro de un orden político, económico y social justo”. ¡Insuperable temario este para desarrollar en un encuentro de adversarios con intereses diversos pero patrióticos que, por fin, decidieron optar por el bien común!. También aquella Ley de Leyes en su artículo 22 dispone que la paz es “un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”. Tan imperativo mandato no alcanzaron a volverlo realidad los gobiernos subsiguientes de Gaviria Trujillo, Samper Pisano, La historia nos Pastrana Arango y Uribe Vélez. Aunque en sus programas de gobierno siempre lo ha demostrado incluyeron como bien fundamental para conseguir. Pero, como siempre, poderosas que si es posible fuerzas oscuras infiltradas dentro del establecimiento lo han impedido. ¿Por qué? acordar un cese de Obvio, la guerra les mantiene llenas sus arcas codiciosas. hostilidades entre Pero el pretérito sólo le importa a la historia. Y a nosotros debe preocuparnos contendientes. el presente y el futuro. Por esto preguntamos: ¿Si estamos en guerra fratricida desde 1947, por qué al Presidente actual, que quiere cumplir por fin aquellos mandatos del pueblo soberano, se le obstaculiza su labor patriótica?. Asumió con indiscutible valor civil el camino del dialogo con los subversivos y va llegando a la meta. Si Uribe consiguió una paz precaria con los paramilitares sometido a la voluntad de ellos, por qué no intentarlo hoy con los rebeldes bajo la presión exclusiva de la voluntad popular?. Aunque en aquel caso no fue bueno el resultado porque los paras siguen convirtiendo en reyes de burlas la verdad, la justicia y la reparación. Esto es lo que piensa el común que no comprendía por qué el Gobierno no daba los pasos necesarios para conciliar con la guerrilla que sí lo quería. ¿Por odios heredados e incapacidad para el perdón sincero, por venganza, por oscuros e inconfesables intereses? ¿Porque todos estos sentimientos negativos son insuperables?. Pero optimistas como somos recordamos a Napoleón que dijo “Es estadista el líder que tiene su corazón en la cabeza”. Confiemos en que nuestro Presidente continúe siendo uno de esos líderes. n

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