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Actualidades: México prohíbe el consumo humano de maíz transgénico

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DIMES y diretes...

DIMES y diretes...

CÉSAR RAFAEL OCAÑA ROMO. M.Sc. in International Agricultural Sciences. Universidad Humboldt, Berlín, Alemania.

A 27 de años del uso de esta biotecnología en el sector agroalimentario global.

La frase atribuida al científico italiano Galileo Galilei, “Y sin embargo se mueve”: pronunciada luego de ser obligado tras su juicio y condena (de herejía), a retractarse de que la Tierra y los demás planetas giraban alrededor del sol, en contradicción con la entonces visión del mundo aceptada por la Iglesia católica que la Tierra no se movía y era el centro del universo.

En el año 1996 inició la comercialización de cultivos genéticamente modificados. De acuerdo con información del International Service for the Acquisition of Agri-biotech Application (https://www.isaaa.org/), en ese año la superficie global de cultivos transgénicos fue de 1.7 millones de hectáreas las cuales se sembraron en 21 países.

La misma fuente detalla que el año 2019 se cultivaron 190 millones de hectáreas de cultivos biotecnológicos (equivalente al 96% de la superficie total de México), ello en 29 países, adicionalmente reporta que 43 países importaron cultivos biotecnológicos para alimentos, piensos y procesamiento (26 naciones de la Unión Europea y también México), de tal manera que en el mundo 72 países adoptaron la biotecnología, sea sembrando o comprando sus producciones.

Al año 2019 se refiere un acumulado de 2,700 millones de hectáreas de cultivos transgénicos sembradas (13.7 veces la superficie total de México), lo que convierte a la biotecnología en la tecnología de cultivo adoptada más rápidamente en el mundo. El tiempo evidenció y desmitificó los falsos y catastróficos augurios de activistas “ambientalistas” que buscaron restringir la innovación biotecnológica en la agricultura.

Mientras la biotecnología avanza en el mundo en particular con los principales países productores agrícolas, en México a 27 años de la producción comercial de cultivos genéticamente modificados, todavía se sigue discutiendo sobre riesgos a la salud humana respecto del consumo humano de maíz transgénico y el hecho además de ser centro de origen del maíz.

La agricultura en el mundo hoy es tecnología: un organismo modificado genéticamente (OMG), es cualquier organismo (excepto el humano), cuyo material genético ha sido modificado de una manera que no se produce de forma natural en el apareamiento o en la recombinación natural, con esta biotecnología se logra tomar un gen de una célula vegetal o animal e insertarlo indistintamente en otra célula de origen vegetal o animal, con el objeto de transferir una característica deseada que no posee (por ejemplo mayor productividad, resistencia a la sequía, plagas, enfermedades, etcétera).

Con esta biotecnología se logró superar las barreras reproductivas naturales o fisiológicas de recombinación entre organismos de diferente especie y reino; diferenciándose de esta manera de las técnicas tradicionales de mejoramiento animal y vegetal que se realizan a través de la selección e hibridación para lograr características deseadas.

Pero los avances científicos sorprendentemente llegaron más allá con otra herramienta para producir plantas mejoradas genéticamente con mayor seguridad, sin introducir ningún gen ajeno, sino que se modifica uno ya existente. Con esta tecnología llamada CRISPR (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats), resulta que no es posible hacer el rastreo o establecer si el producto vegetal mutado resultó de la aplicación de esta nueva tecnología, de la aplicación de una técnica exenta de mutagénesis o incluso de mutaciones naturales. Esta herramienta a diferencia de las primeras técnicas de OGM no contiene ADN ajeno en su genoma.

Debido a que la técnica no introduce ningún gen ajeno, en los Estados Unidos CRISPR no se somete a una regulación especial; en Suecia se ha determinado que los organismos editados con CRISPR no son organismos modificados genéticamente, ya que la técnica permite realizar una mutación de una planta en una parte específica de esta, es decir las mejoras genéticas introducidas no son distintas de las mutaciones de ADN que podrían haberse dado por azar.

En Europa expertos en el tema han expresado que someter los cultivos obtenidos mediante la edición moderna del genoma (CRISPR) a las regulaciones de los OGM, negará a investigadores, agricultores, industria y consumidores oportunidades para una agricultura más sostenible y competitiva.

En México, resulta una paradoja que siendo tambien un gran importador neto de granos, usado principalmente como insumo para la industria pecuaria (para producción de carne de res, puerco, pollo, huevo y lácteos), a los productores mexicanos no se les permita el sembrar cultivos biotecnológicos, perdiéndose una oportunidad de ser más competitivos, productivos y generar desarrollo económico, además de ahora prohibirlo para consumo humano.

Esta ambigüedad en la definición de políticas (el Sí a la importación para uso pecuario, el No para consumo humano y la siembra), pone a los productores agropecuarios mexicanos en una situación desventajosa respecto nuestros socios comerciales y tiene efectos que al final encarecen los precios al consumidor.

De acuerdo con expertos la aplicación más esperada de CRISPR será en la medicina, inicialmente en enfermedades causadas por alteraciones de un solo gen; otras áreas potenciales hablan de preservar la biodiversidad, incluso de resucitar animales extintos; control de mosquitos vectores por ejemplo de enfermedades como el dengue, zika; el parasito de la malaria; entre otros muchos usos potenciales.

A futuro se dice que CRISPR influirá en gran parte de la vida natural del mundo, indudablemente en nuestra alimentación, medicamentos y forma de vida; mientras tanto en México “algunos” siguen creyendo que Galileo Galilei es un hereje y que la tierra no se mueve y …. “sin embargo se mueve”

Para cerrar la reflexión, cito interesante premonición que se publicó hace 20 años en el Diario Reforma:

“Los países que dominaran el mundo la próxima década serán los que entiendan el código de la vida o ADN y puedan reprogramar los genes de plantas, microorganismos y animales para producir artículos novedosos”

Juan Enríquez Cabot. Director del Proyecto de Ciencias de la Vida. Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard. Ciudad de México, a 01 de junio de 2003, Sección Enfoque, p.12.
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