Grimorio Año I N°4

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Grimorio Año I – Núm. 4 MAYO 2016

Cementerios


CEMENTERIOS El cementerio es el lugar donde se depositan los restos mortales de los difuntos. La palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que a su vez dio origen a la palabra latina cemeterium. Ambas tienen el mismo significado: dormitorio. Según las creencias cristianas, en el cementerio los cuerpos duermen hasta que llegue el Día de la Resurrección. El cementerio si bien se ha echado fama de lugar de terror, angustia, leyendas, .

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pestilencia, rejas que crujen y zombis; alberga a nuestros antepasados, nos ayuda a entender quiénes fuimos y quiénes somos, contribuye al proceso de fortalecimiento de una identidad colectiva, nos vincula con aires de épocas pasadas, nos informa acerca de los hombres que construyeron nuestra tierra y, a su vez, nos permite disfrutar de ámbitos arquitectónicamente valiosos, en espacios urbanos de excepcional calidad. En los cementerios no se piensa en la muerte, son el acto de mayor presencia de los que ya están ausentes. Las personas los visitan para recordar, dejar flores, mostrar respeto, tener un tiempo de silencio, ver las lápidas, tomar fotos, reírse de algún epitafio ocurrente, hacer investigaciones genealógicas, consolarse uno mismo en presencia de los muertos, reflexionar acerca de la vida. Cuando nos ocurren situaciones o circunstancias que nos provocan perjuicio, lo primero que deseamos hacer es dar a conocer y establecer lo significativo del evento, así se establece la importancia de la persona querida y la importancia significativa que tuvo su vida en la nuestra. Es en el cementerio donde cada familia necesita determinar qué podría ayudar o ser importante para recordar la persona que ha dejado un vacío. Dentro de nosotros sabemos que es necesario tener un tiempo y un lugar para lamentar la muerte ocurrida. Es casi como si tuviéramos que inventariar la pérdida para poder sufrirla. Uno no sabe lo que tiene sino hasta que lo pierde. Muchas personas regresan a sus pueblos, ciudades que les vieron nacer y crecer para visitar los cementerios, “encontrarse”, en definitiva, con los que ya no están pero que reconocen como parte de su historia. Estar con el padre del que no pudo despedirse o para buscar la tumba donde yace el abuelo que le enseñó a andar en bicicleta. Un sepulcro al que dirigir los recuerdos de sus mayores. Los recuerdos o los reproches o las peticiones. El lugar adónde llevar una flor. A veces son oportunidades para ayudar a cerrar etapas, para poder darse la vuelta y descubrir que el enojo con la vida y el dolor van desapareciendo, que es posible mirar desde otro lugar más amable incluso con agradecimiento. Reconocer a los que ya no están, recordar, darles un sitio y transformar una sombra en imagen y una imagen en una parte de uno mismo. Los cementerios son un diálogo entre lo vivo y lo muerto. Una cavilación sobre lo que permanece dormido en nosotros esperando la reflexión que nos acerque a la Luz. Vanesa Téllez MAYO 2016 3


Índice

Editorial Cementerios Recuerdas cuando..? Fiesta en el Cementerio. Día de Ánimas por Prof. Vanesa Téllez

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Lo nuestro Un columnista. Un invitado. Un conocido por Juan Ignacio Giménez Texto inédito. Florencia Elizalde Arbol de Diana. Alejandra Pizarnik

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En foco Nuestra búsqueda en la próxima morada por Arq. Carlos Campodónico

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Con todas las letras Gustavo Adolfo Bécquer. La soledad de los muertos

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De lápices y de pinceles Cementerios de barcos. Benito Quinquela Martín

34 Dirección editorial Vanesa Téllez Colaboran en esta entrega Carlos Campodónico Juan Ignacio Giménez Florencia Elizalde Editada en San Juan - Argentina

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a tradición de asistir al cementerio para rezar por las almas de quienes ya abandonaron este mundo, está acompañada de un profundo sentimiento de devoción, de recuerdos y de alegría de que ese alma regrese a la Luz. Es la convicción de que el ser querido que se marchó pasará a una mejor vida, sin ningún tipo de dolencia, como sucede con los seres terrenales. La conmemoración a los Fieles Difuntos, generalmente llamada Día de los Muertos, Día de Difuntos o Día de las Ánimas, es una celebración que se realiza el 2 de noviembre complementando al Día de Todos los Santos, cuyo objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su existencia física y, especialmente, por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.

La celebración de una fiesta dedicada a los difuntos persigue en la mayoría de culturas el objetivo de apaciguar a los muertos más recientes que vagan aún por la tierra sin encontrar el lugar de reposo. Es una tradición de los primeros tiempos del cristianismo, cuando se honraba el recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por las almas de los fallecidos. Con las oraciones, denominadas “sufragios”, los familiares pueden pedir por su salvación y la purificación de sus pecados. En esta ceremonia una de las leyendas dice que Dios abre las puertas del cielo y los difuntos bajan a la tierra a ver a sus seres queridos y por ello los familiares y amigos los reciben con todas las cosas que le gustaban en vida. Se creía que se quedaban entre sus afectos desde el mediodía del 1 de 7


noviembre hasta el mediodía del día siguiente. Es por ello que en ambos días se realizaban diferentes rituales que incluían preparaciones especiales, misas, visitas a los cementerios con el despacho final de las ofrendas preparadas, y sobre todo los sentimientos encontrados de alegría y tristeza simultáneamente. Si bien este ritual no es único ni original de nuestro país o región, la conmemoración de los Fieles Difuntos era el cuarto feriado nacional surgido del culto católico, pero quedó fuera de uso. En la Argentina, el Día de los Fieles Difuntos se vivía como una jornada de profundo recogimiento. El objetivo era orar por aquellos que habían acabado su vida terrenal y, especialmente, por aquellos que se encontraban aún en estado de puririficación en el Purgatorio. Era una celebración profundamente religiosa y se basaba en la doctrina de que las almas de los fieles que, al tiempo de morir, no habían sido 8

limpiadas de pecados, o que no habían hecho expiación por transgresiones del pasado, no podían alcanzar la Visión Beatífica. Muy arraigada entre la población desde la colonización española hasta hace alrededor de cincuenta años atrás en San Juan era una fiesta de nuestro folklore, de base católica con ribetes de fuerte paganismo, que uno que otro memorioso recordará. El ritual de los Muertos se festejaba en tres años consecutivos desde el deceso y, según la tradición, en el primero se asumía la consternación de la muerte y el respeto por el difunto, en el segundo se convertía en una animada reunión con relatos de anécdotas, mientras en el último se realiza "El despacho del Alma" con las ofrendas y el esparcimiento de agua bendita. Aunque algunas tradiciones en cuanto a la preparación variaban entre los centros más poblados y las localidades del interior de la provincia, generalmente consistía en el armado de una mesa llamada Mesa de las Ofrendas. Allí se ponían velas y flores en el centro, un vaso con agua bendita, cítricos partidos por la mitad, panes especialmente elaborados y se colocaba una imagen del difunto. Se recordaba al fallecido charlando sobre él en la familia y con los amigos, algunas veces


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mientras circulaban bebidas como café, vino, o se fumaba por el finado. Todas esas ofrendas eran elaboradan pacientemente días antes por los familiares y permanecían en la Mesa de las Ofrendas hasta el día 2 de noviembre, cuando todo aquello “que no comió el almita” eran compartidas entre los parientes y amigos ese Día de los Fieles Difuntos cuando se los recordaba. En la mañana o el transcurso de ese día 2 de noviembre se iba al cementerio a dejar en las tumbas arreglos florales de papel, encender velas para “alumbrar” ese alma, imágenes y otras ofrendas. También para rezarle al difunto y participar de las misas que allí se celebraban. En el primer tercio del siglo XX fue muy común la instalación en el frente de las necrópolis de “ranchos”, especies de kioscos construidos de hojas de palmas, donde se vendían bebidas, comidas preparadas, velas y coronas de flores de papel, todo lo necesario para unir en un ritual el pedido de los vivos y el agradecimiento de los muertos. En sí esta práctica era realizada fundamentalmente por los familiares más cercanos pero a medida que iban pasando los años la solemnidad y el esfuerzo en la preparación del ritual iban disminuyendo, o se recomenzaban con un nuevo fallecimiento.

Aun así,era común que aunque hubiese pasado mucho tiempo se llevaran coronas o ramos, e incluso los que podían acercasen grandes arreglos florales. Era habitual ver en los campos santos del interior flores elaboradas en papel. Se armaban coronas que se distinguían con los colores en negro y violeta si el honrado era adulto; o blanca y celeste si era un niño. Igual que tantas cosas el tiempo como un viento vivificador arrasó para cambiarlas por otras nuevas. En las ciudades con mayor cantidad de habitantes la tradición de visitar los cementerios donde descansan los restos de los seres queridos ha ido menguando con los años. Las nuevas generaciones ven a los cementerios de otra manera. Ya no se inculca el culto a los muertos. Los padres de hoy, por ejemplo, evitan ir al cementerio con los chicos, algo que hace 50 años era extremadamente normal. Pocos o ninguno visita regularmente las tumbas de sus familiares, no por decidia ni abandono, sino porque se tiene otra manera de entender la muerte.

Textos: Prof. Vanesa Téllez 11


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Grimorio es una publicación cultural mensual de carácter gratuito. Los colaboradores son responsables de sus opiniones y de los contenidos de sus aportaciones, conservando los derechos de autor sobre los mismos. Los contenidos de autor se encuentran referenciados.

Contacto: revistagrimorio2016@gmail.com

Mausoleo Borcosque. Cementerio de la Ciudad de San Juan. Fotografía: Arq. Carlos Campodónico


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FOCO

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Tal vez los seres humanos en su mayoría son distantes a la palabra cementerio. Muchos por miedo, algunos por un sentimiento de duda, otros por estar cerca de la muerte, y muy pocos por no saber que hay en ellos. Tal vez los cementerios juegan con aquello con lo que Umberto Eco se solazaba en la mente del lector en el Cementerio de Praga, aquello que el periodista Fernando Aramburu describe de la obra de Eco como "de un egotismo autocomplaciente con unas notables dosis de terrorismo emocional e intelectual“, a lo que Eco agregó, es "el miedo del interior a saber la verdad de los miedos internos donde la vida juega con la muerte". Quién puede dudar de la muerte sin sentirla de cerca, quién no ha vivido próximo a esa sensación frustrante de convivir con la muerte. Conocer los miedos, los límites, como aquellos que Edgar Allan Poe describe en sus misteriosos laberintos de la vida que se aproxima a la muerte: “Los límites que separan la vida de la muerte son, en el mejor de los casos, borrosos e indefinidos... ¿Quién podría decir dónde termina uno y dónde empieza el otro?”, sentencia Poe. 17


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stá en los cementerios esa impronta que Poe se pregunta? ¿Qué hay en ellos que de algún modo nos atraen? ¿Soy yo, o sos vos o es alguien que allí encuentra algo que lo seduce? Es que en ellos convive la belleza y la muerte. ¿Quién convive con ellos en el universo de los pensamientos? Un cementerio es, no sólo un lugar en el ordenamiento territorial que muy bien describe el planificador e historiador Olivier Dollfus cuando dice “la organización territorial de un lugar puede resultar espontáneo o producto de acciones espontáneas…”, acciones que muchas veces los urbanistas de la vida dejaron desde épocas fundacionales en los cascos urbanos y en otros casos individuos solos, en agonía, encontraron su enterratorio en otro tipo de cementerios. Como Alfonsina Storni que encontró su cementerio en un mar, lejos de esos lugares donde vivió, donde amó, fue amada y olvidada. Tal vez ella lo relata sabiamente en las primeras palabras de su bella y triste poesía Un cementerio que mira al mar cuando pronuncia: Decid, oh muertos, ¿quién os puso un día así acostados junto al mar sonoro?

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¿Comprendía quien fuera que los muertos se hastían ya del canto de las aves Y os han puesto muy cerca de las olas para que sintáis del mar azul, el ronco bramido que apavora?. 19


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ero ¿cuál es el destino de los cementerios? Vivos y muertos conviven en ellos, unos yacen con sus historias personales sepultadas y plasmadas en lápidas silenciosas, a la espera de ser miradas, leídas, tocadas, lloradas. Cementerios que se construyen en el medio de urbes, cementerios que nacieron a la orilla de un río, de un mar, de una ciudad erguida entre los escombros, cementerios que desenterraron historia lúgubres y emocionantes, cementerios que hacen esperar al hombre hambriento de historias y familiares dejados allí para el descanso. Cuántas sillas vacías, cuántas mesas y altares con flores y sus telas danzantes ante las brisas y el silencio de lo incierto. Cuántas mentes brillantes enterradas. Cuántas historias depositadas. Cementerios que nos identifican en muchos casos con nuestra esencia como pueblo, provincia o nación. Algunos con mausoleos como exquisitas construcciones palaciegas, otros cementerios con enterratorios que esperan ser pisados por algún fotógrafo buscador de historias, o por algún familiar que rastrea retazos de historias personales que quedaron sin resolver. 21


Cementerios que son verdaderas urbes en damero, que levantan triunfalmente esculturas, cruces, pináculos, bochones, elementos decorativos que compiten con la gracia de Dios en la tierra: la vida. Ciudadelas, verdaderas fortalezas del alma, fortalezas que despiden al ser de la faz de la tierra y lo guían al paso de la muerte, muerte que desde el último suspiro encontró su nueva morada, pero que según el rito encuentra la paz final en su sepultura.

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¿Qué muerte no ha sido documentada en una lápida de un cementerio o en una simple inscripción a tinta o sangre? 23


Aquellos que murieron en las diferentes circunstancias de la vida y nunca encontraron su morada final en un cementerio ¿qué les corresponde para su Gloria y sueño eterno? ¿Cuál desgarro puede sentir un vivo por un ser muerto?

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¿Serán o son los cementerios esos espacios de morada eterna?

Invadiendo los sueños eternos caminamos en busca de ellos cada vez que visitamos uno, sintiéndonos más cerca de nuestros seres allí sepultados ¿lo hacemos con ese silencio como el de Cristo sepultado? ¿O vamos por ellos caminando como esos turistas que nos encantan descubrir historias y realizamos recorridos turísticos como si se tratara de ir a visitar el Louvre o dar una vuelta por Palermo Soho?


¿Qué buscamos en ellos? ¿Nuestra próxima morada? ¿Enterrar nuestros sueños? ¿Dar punto final a nuestra historia humana? ¿Nos animamos a preguntarnos qué camino nos lleva a ellos? Los cementerios concebidos en la historia desde camposantos o simples enterratorios hasta

verdaderos condominios en propiedad horizontal se levantan a lo largo y ancho de la historia del mundo. ¿Cuál de ellos es el que pensamos que nos dará alegría y descanso eternos? Es acaso un espacio físico, urbano o rural el que nos conducirá hasta el destino final?

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¿O será también un destino cómico o lleno de bufonadas como la escena del cementerio en el magnético Hamlet del sensible Shakespeare, quien no duda en jugar y componer toscas imágenes de la muerte? Tal vez son versos de la vida, versos de la belleza de la muerte o de lo que otros no descubren. No sé cuál puede ser mi visión única y definida de los cementerios. Quien sabe por que no existe esa visión indivisa de nada. La verdad que aún no la encuentro, o tal vez sí. Quizá por eso me atraen. A lo mejor porque son espacios plenos de historias, espacios llenos de tristezas y alegrías, el refugio a mi pasado, la subrogancia al incierto camino que me depara, pero ¿qué descubro en él? Sólo una cosa, que hay vida.

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Texto y Fotografías: Arq. Carlos Campodónico Locación: Cementerio de la Ciudad de San Juan Cementerio Municipal de Pocito, San Juan - Argentina

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l Romanticismo apareció en Alemania y Reino Unido a finales del siglo XVIII, extendiéndose al resto de Europa en la primera mitad del siglo XIX y surgió como una reacción contra el pensamiento racionalista de la Ilustración, suponiendo una revolución estética e ideológica. El Romanticismo no fue una simple corriente literaria, sino un amplio movimiento que abarcó todos los sectores de la cultura y de la vida europea. Su fundamento se haya en una profunda crisis. Crisis en lo social y lo político, una protesta contra el mundo de la burguesía y el poder que alcanzó. El hombre romántico estaba disconforme con los graves problemas políticos, se hayaba perdido y angustiado en una sociedad que no le satisfacía. Es reacción contra el imperio de la Razón. Surgió del espíritu, del poder creador, reclamando el derecho a la imaginación, el sentimiento y la pasión. Nada puede limitar, contener o reprimir el espíritu. No se busca el orden y el equilibrio, sino la fuerza sentimental y la intensidad expresiva, apareciendo lo irracional y lo misterioso. Por encima de todo, estaba el “yo” creador.

El rasgo central del romántico es la conciencia desgraciada, angustia ante lo incompleto de la vida y la angustia humana. La vida es un problema. Es fugaz e inconsistente. Un tema frecuente es el de las ruinas como símbolo de caducidad. La obsesión por la muerte es lo que les quitará la angustia vital. No encuentra los ideales que busca, lo que le produce el desengaño que se manifiesta en forma de rebeldía. Lucha contra la política y sociedad de su tiempo. Busca la evasión en el tiempo (evocaciones a la Edad Media y retornos al pasado) o en el espacio (gusto por lejanas y exóticas tierras). Una forma extrema de evasión es el suicidio pero también habrá gusto por lo ascético como forma de evasión del autor creyente. El artista se siente un “genio” superior al mundo que le rodea, prefiere aislarse, buscar la soledad antes que perder su “yo” en la sociedad del momento. Está por encima de las normas de comportamiento. El ansia de libertad vital le lleva también a angustiarse por el destino. La naturaleza adquiere un papel especial porque se adapta a los estados de ánimo del escritor. La naturaleza será melancólica, tétrica, turbulenta. Se aprecia el gusto por la noche, la soledad, los paisajes sepulcrales, recónditos y los cementerios. 29


Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida, más conocido como Gustavo Adolfo Bécquer nació en Sevilla (1836 – 1870) cuando en Europa ya había entrado en decadencia el movimiento romántico, pero representa la culminación del Romanticismo intimista español. De su producción en prosa sobresalen las Leyendas. Se trata de un conjunto de narraciones breves que tienen como tema algún hecho extraordinario o sobrenatural. Destacan El monte de las Ánimas, Los ojos verdes, Maese Pérez el organista, El rayo de luna, El Miserere. Allí se dan los caracteres románticos más genuinos: melancolía, pesimismo, tristeza, afición a lo vago e indefinido, a la fantasía, el ensueño, lo sobrenatural; medievalismo; pasión, melancolía y la afición a los cementerios. Su obra poética se reduce a Rimas, cuya primera edición completa (1871) fue publicada por los amigos del poeta tras su muerte. Bécquer había recopilado sus poemas en un manuscrito ( El libro de los gorriones), pero éste se quemó en un incendio. Las Rimas abarcan dos aspectos fundamentales: la poesía y el hombre, con la implicación del amor en sus más distintas derivaciones: gozo, exaltación, ruptura y desengaño. Sólo después de su muerte, el 22 de diciembre de 1870, obtuvo el prestigio que hoy cuenta. 30


Gustavo Adolfo BĂŠcquer en su lecho de muerte, pintado por su hermano Valeriano . http://www.tomasbartolome.com/wp-content/uploads/2016/04/image5.jpg

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RIMA LXXIII Cerraron sus ojos que aún tenía abiertos, taparon su cara con un blanco lienzo, y unos sollozando, otros en silencio, de la triste alcoba todos se salieron. La luz que en un vaso ardía en el suelo, al muro arrojaba la sombra del lecho; y entre aquella sombra veíase a intérvalos dibujarse rígida la forma del cuerpo.

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Despertaba el día, y, a su albor primero, con sus mil rüidos despertaba el pueblo. Ante aquel contraste de vida y misterio, de luz y tinieblas, yo pensé un momento:

De un reloj se oía compasado el péndulo, y de algunos cirios el chisporroteo. Tan medroso y triste, tan oscuro y yerto todo se encontraba que pensé un momento:

La piqueta al hombro el sepulturero, cantando entre dientes, se perdió a lo lejos. La noche se entraba, el sol se había puesto: perdido en las sombras yo pensé un momento:

¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!

¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!

¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!

De la casa, en hombros, lleváronla al templo y en una capilla dejaron el féretro. Allí rodearon sus pálidos restos de amarillas velas y de paños negros.

De la alta campana la lengua de hierro le dio volteando su adiós lastimero. El luto en las ropas, amigos y deudos cruzaron en fila formando el cortejo.

En las largas noches del helado invierno, cuando las maderas crujir hace el viento y azota los vidrios el fuerte aguacero, de la pobre niña a veces me acuerdo.

Al dar de las Ánimas el toque postrero, acabó una vieja sus últimos rezos, cruzó la ancha nave, las puertas gimieron, y el santo recinto quedóse desierto.

Del último asilo, oscuro y estrecho, abrió la piqueta el nicho a un extremo. Allí la acostaron, tapiáronle luego, y con un saludo despidióse el duelo.

Allí cae la lluvia con un son eterno; allí la combate el soplo del cierzo. Del húmedo muro tendida en el hueco, ¡acaso de frío se hielan sus huesos!

¿Vuelve el polvo al polvo? ¿Vuela el alma al cielo? ¿Todo es sin espíritu, podredumbre y cieno? No sé; pero hay algo que explicar no puedo, algo que repugna aunque es fuerza hacerlo, el dejar tan tristes, tan solos los muertos. http://www.los-poetas.com/a/beq1.htm

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Cementerio de barcos Benito Quinquela Martin “Considero que el barco tiene tres momentos: el nacimiento en el astillero, la vida activa en las aguas y la muerte en el cementerio de barcos. Como los seres humanos los barcos pasan por tres etapas: esplendor, reparación y cementerio ." Benito Quinquela Martin

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a casa donde habitó Quinquela adquiere una importancia esencial tanto para aproximarnos a los rasgos generales de su labor creadora, como para ahondar en el sentido de su obra. Aquí sus trabajos se exhiben agrupados en tres series: El Puerto y el Trabajo, EL Fuego, y el Cementerio de Barcos. Cementerio de Barcos es una serie en la que el artista explora metafóricamente la relación entre los ciclos de la vida humana y el uso útil de las naves. Denota en ambos casos, cómo se nace, vive y trabaja para luego abandonar el plano físico de la existencia y dar lugar a nuevos procesos vitales. 34


http://www.buenosaires.gob.ar/museoquinquelamartin/colecciones/quinquela

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Entre los numerosos inmigrantes que llegaron dispuestos a labrar un porvenir en esta tierra, se encontraba don Manuel Chinchella, genovés, trabajador del puerto de La Boca y poseedor de una carbonería ubicada en la calle Irala al 1500. Aquí en esta tierra conoció a Justina Molina, entrerriana, de origen humilde, con quien formó una familia.

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na vez juntos, cuando la vida les negó

la posibilidad de tener hijos, se acercaron hasta la Casa de Niños Expósitos, con el fin de poder adoptar una criatura. El matrimonio ignoraba por aquel entonces que ese niño portando el apellido de Chinchella enaltecería el singular barrio porteño de La Boca. El niño que retiraron en 1896 de la Casa de Niños Expósitos se llamaba Benito Juan Martín. Si bien no se poseen datos exactos sobre la fecha de su nacimiento, se sabe que fue abandonado en esta institución el 21 de marzo de 1890 con un papel que decía: "Este niño ha sido bautizado y se llama Benito Juan Martín". Se da como fecha de su nacimiento el 1 de marzo, pero no es una fecha segura. El mismo Quinquela Martín ha dicho: "Mi nacimiento se pierde en la sombra de lo desconocido". Las monjas que lo encontraron dedujeron, dado su pequeña contextura física, debía tener tres semanas de vida, de ahí en más quedó establecida el 1 de marzo como fecha de su nacimiento. A los 7 años de edad lo enviaron a la Escuela Berrutti, donde únicamente permaneció dos cursos ya que, con tan sólo nueve años, tuvo que empezar a trabajar en la carbonería.

Posteriormente, y hasta que cumplió los quince fue obrero portuario de La Boca; su trabajo consistía en trepar a los barcos para llenar las bolsas vacías de carbón y cargarlas en los carros. Esta actividad la completaba con la participación activa en la política de La Boca. Pegaba carteles y repartía pasquines a favor del doctor Alfredo Palacios. En 1907 ingresó en una modesta academia de dibujo de su barrio para estudiar pintura con Alfredo Lazzari. Desde entonces se dedicó a la pintura. Conoció a Juan de Dios Filiberto, un estudiante de música con quien mantuvo una estrecha amistad. También conoció al, por entonces, director de la Academia de Bellas Artes, Pío Collivadino, que le ayudó a iniciarse en el dibujo de retratos y a incorporar el color a sus obras. En 1918 decidió cambiar su nombre (Benito Juan Martín) por el de Benito Quinquela Martín, eliminando el nombre de Juan y adaptando el apellido de su padre adoptivo a la pronunciación italiana. Con su nuevo nombre, el 4 de noviembre, exhibió sus pinturas en la Primera Exposición Individual de la Galería Witcomb. La muestra fue un éxito y los críticos hablaron de la aparición de un original pintor, con técnica, estilo y mensaje propios. 37


A partir de este momento empezaron sus recorridos por el mundo. En 1921 realizó su primera exposición internacional en Río de Janeiro. Su primer viaje a Europa lo realizó dos años más tarde, concretamente a Madrid. En 1925 llegó a París, dos años más tarde a Nueva York y en 1929 a Italia. Todos estos viajes lo separaban de sus padres; de ahí que rechazara una invitación a Japón para quedarse junto a ellos en el barrio porteño de La Boca. Muy querido en el barrio, actuó como un protector de las artes y fundó el Café Tortoni para que los artistas pudieran difundir sus obras.

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En 1933 compró varios terrenos que donó al Estado para que construyera instituciones dedicadas a la expansión del arte y obras sociales. En uno de estos terrenos se edificó la Escuela Museo Pedro de Mendoza, hoy Museo de Bellas Artes de La Boca, que una vez construida fue decorada por él.


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"...En mis recorridas por La Boca, que conozco palmo a palmo, fui a anclar una tarde en el "Cementerio de barcos", que quedaba en Garibaldi y Pedro de Mendoza, al lado del puente Garibaldi. Le daban ese nombre de "Cementerio" porque allí iban a parar los barcos viejos, inservibles (...) Cada uno de aquellos barcos tenía su historia; yo conocía la de casi todos y recuerdo aún la de algunos...“ Benito Quinquela Martín

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https://www.facebook.com/museoquinquela/photos/a.648386431853129.1073741828.639541729404266/1082684768423291/?type=1&theater


En las obras que aluden a este período, Quinquela Martin utilizó una paleta atemperada, suave, con colores desaturados y de escasos contrastes cromáticos. Pintura serena, aplicada con soltura, en una construcción sensible con figuras de fisonomías nostálgicas y desprovistas de seres vívidos. La atmósfera envolvente fusiona cielo y agua. Los reflejos de los primeros planos reafirman la destreza del artista para lograr transparencias y vibraciones acuáticas. En ellas predominan un clima de quietud. Cielo y agua se tiñen del mismo color con diferencias sutiles. En esta serie de obras, conocidas como “Cementerio de barcos” Quinquela creó e incorporó elementos nuevos a voluntad, según sus necesidades artísticas. Es un aspecto diferente del pintor enamorado del movimiento, quien ahora transmite soledad, melancolía y serenidad. Escenarios silenciosos en los que siente ansias de paz y tranquilidad, reposo y recogimiento poético. Utiliza colores templados para exhttp://lh3.ggpht.com/-2PSLG5IBGTs/ULTRBQtBwBI/AAAAAAABdXk/lVOORJlhEuE/clip_image097_thumb%25255B2%25255D.jpg?imgmax=800

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teriorizar plásticamente sus emociones. Los esqueletos de las naves yacen sobre el lecho del Riachuelo y la naturaleza se complace en servirle de acompañamiento. Dotado de un notable registro de paleta, Quinquela trasunta la inacción y muerte de los otrora navíos triunfantes. No existe ya el hormigueo humano que caracterizó a las pinturas con barcos hacinados y seres encorvados por el peso del trabajo. Es ahora el ocaso de los armazones abandonados y viejos veleros que reposan su dormir ineluctable.

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http://www.buenosaires.gob.ar/museoquinquelamartin/colecciones/quinquela


http://www.buenosaires.gob.ar/museoquinquelamartin/colecciones/quinquela 43


Prรณxima entrega Junio 2016

Puertas


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