Grimorio Año IV N°12

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Grimorio

balcón

Año IV– Núm. 12 MARZO 2020


Balcón

E

xisten espacios que no pueden clasificarse como externos pero tampoco totalmente interiores y además su existencia no responde a una utilidad limitada y concreta. Ese espacio intermedio situado en el perímetro del edificio, que se ubica elevado y mantiene una interrelación con la periferia podríamos llamarlo balcón. Los balcones vienen a cumplir muchas funciones como esas cosas que no podríamos definirlas con precisión pero que nos hacen mas llevadero lo cotidiano. Una de las más tradicionales es servir de jardín o patio para aquellas casas que no tienen ni uno ni otro. Menos estéticas son las de tendedero y depósito de trastos para los que ya no hay cobijo dentro. Es un símbolo ambivalente. Representa nuestra apertura a cosas diferentes, esas que están en lo profundo y que sacamos para compartir, mos-

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trar y por qué no, a veces, alardear un tanto. También es el sustrato desde donde nos paramos a explicarnos la vida y que la mirada ajena y distante no logra ver aunque quisiera. Pero esa salida al exterior no se hace desde cualquier sitio, más bien el que se ha logrado al elevarse un poco. Nos paramos desde un lugar más erguido que nos permite la apertura y la visión de un horizonte más amplio. Tomar la distancia necesaria para ver desde otro plano el camino completo, las piedras que lo marcan y las que lo entorpecen. La barandilla es un límite, custodia sin opresión y nos guarda de las caídas. Cada cual tiene su «hasta acá» que protege de cosas peores porque hace consciente el confín entre la paz y la turbación, lo pasajero de lo persistente, la satisfacción del fracaso. La proa de un barco nuestro es ese balcón. El de cada uno. La saliente que se antepone a lo que viene y abre paso a nuevos vientos. Vanesa Téllez Marzo 2020

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Índice Editorial Balcón ________________________________________ 1 Recuerdas cuándo? El balcón de Sarmiento. Vanesa Téllez ________________ 5 Fotografía: Carlos Campodónico

En foco

¿Quién no vio un balcón?. Carlos Campodónico________ 24 Con todas las letras 70 balcones. Baldomero Fernández Moreno __________ 33 Setenta balcones y ninguna flor _____________________ 40 De lápices y de pinceles Mujeres en el balcón. Murillo- Goya-Manet. David Gutiérrez Pulido ____________________________ 52

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Grimorio es una publicación cultural de carácter gratuito. Los colaboradores son responsables de sus opiniones y de los contenidos de sus aportaciones, conservando los derechos de autor sobre los mismos. Los contenidos de autor se encuentran referenciados.

Dirección editorial Vanesa Téllez Colaboran en esta entrega Carlos Campodónico David Gutiérrez Pulido Portada Fotografía de Carlos Campodónico. Locación: Club Español Casa España. Ciudad de San Juan, Argentina

Editada en San Juan - Argentina

Contacto: revistagrimorio2016@gmail.com https://www.facebook.com/Grimorio-Revista-Cultural-1795980500634211/?fref=ts 4


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A

lgunas veces por costumbre consideramos que las cosas han sido desde su origen tal cual las conocemos. Particularmente nos pasa con los edificios. Un Ă­cono de los argentinos es el balcĂłn de la Casa Rosada que precisamente no siempre existiĂł ni de la forma que lo conocemos y fue construido a pedido de Domingo F. Sarmiento.

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El balcón de Sarmiento Con la batalla de Caseros en que Urquiza se impuso a Rosas y la sanción de la Constitución Nacional al año siguiente, la provincia de Buenos Aires no aceptó su suerte y se separó en otro estado ajeno a la Confederación de las por entonces trece provincias. Así estuvieron las cosas, hasta 1860 que Buenos Aires se reintegró a la Nación y sumó un conflicto de jurisdicciones. Era al mismo tiempo sede del gobierno nacional y por sobre todo del provincial. El presidente de la nación casi un “huésped” en la capital. Con Domingo F. Sarmiento como presidente los roces tomaron ribetes insólitos y el cruce entre mandatarios más extravagante fue el 2 de enero de 1870.

Los veteranos de la Guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay regresaban al país y desfilarían frente a la Plaza de Mayo. A Sarmiento le surgió un inconveniente: la Casa de Gobierno no tenía balcón mientras la sede provincial (por entonces ubicada junto al Cabildo, en el lugar que ocupa la Avenida de Mayo), poseía un voladizo con una vista privilegiada. El gobernador Castro se lo ofreció a Sarmiento pero en calidad de invitado. El sanjuanino no aceptó el hospedaje y exigió se le desalojara el lugar para él presidir, como presidente que era, un acto nacional. Elegantemente se rechazó su pedido.

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La terquedad y el ingenio del Maestro de América eran exponenciales y cuando confluían, el éxito de salirse con la suya estaba asegurado. Era sabido que las tropas marcharían desde Retiro por la actual Avenida Alem hasta la Plaza, pasando frente a la Catedral y al balcón de la gobernación. Entonces, el presidente Sarmiento el mismísimo 1° de enero de 1870 mandó reunir todos los obreros disponibles e hizo levantar un estrado de madera a mitad de la Plaza, junto a la Recova que todavía dividía el predio en dos mitades. Al día siguiente el desfile fue acompañado por una multitud exultante. El presidente se acomodó muy aseñorado en el propio palco. Ahí surgió la treta del Hijo del Andes: las tropas al llegar a la Plaza no siguieron el itinerario marcado.

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Entraron a la altura aproximada en que se encuentra el monumento ecuestre a Belgrano en dirección directa al escenario. Luego de rendir honores a Sarmiento, se alejaron hacia Retiro por la calle Reconquista, es decir, cien metros antes del balcón del gobernador de Buenos Aires.

La imaginativa salida había resuelto momentáneamente a favor del presidente. Aun así lo llevó a tomar la decisión de mandar construir un balcón a todo alrededor del ala norte de la Casa de Gobierno para las próximas ocasiones, mucho antes que se construyera la fachada actual y el balcón fuera más que famoso por sus ocupantes y sus momentos de gloria.


https://es.wikipedia.org/wiki/Casa_Rosada#/media/Archivo:Casa_Rosada_(1876).jpg

Edificio del viejo fuerte de Buenos Aires, sede del gobierno de Argentina al momento de ser presidente Domingo F. Sarmiento. Puede verse la barandilla del balcón rodeando la planta alta y por detrás el nuevo Palacio de Correos. Esta imagen fue tomada por el fotógrafo portugués Christiano Junior, c.c. 1876, y formaba parte de la colección «Buenos Aires antiguo» que luego fue comprada por la Casa Witcomb. Texto: Vanesa Téllez 8


EN

FOCO

¿Quién no vio un balcón?

Hay varias historias sobre los balcones famosos, pero no hay historias sobre nuestros balcones modernos, o por lo menos en mi ciudad, San Juan. Desde Ítalo Calvino hasta otros célebres como Octavio Paz, Alberti, Baldomero Fernández Moreno y otros sucumben ante la inmensidad de estos despojos edilicios en cientos y miles de millones de fachadas a lo largo del mundo.

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Desde la Modernidad que los rechazaba o los ocultaba o los vestían como terrazas, hasta los balcones coloniales o los balcones de la naturaleza propios de la montaña, siempre han formado parte de intrigas, amores, peleas, revoluciones, guerras, y tantos acontecimientos. Quién iba a dejar de conocer aunque sea en ficción o en imágenes el balcón de Julieta, o quién no miró el balcón de la Casa Rosada, o los balcones de los edificios italianizantes de la Avenida de Mayo.

¿Quién alguna vez no vio un balcón? Miles de balcones alrededor del mundo, pero en mi San Juan, pocos poseían balcones interesantes. Desde la Antigua Casa de Gobierno o el señorial Club Social hasta numerosas casas con «altos» tenían uno que otro balcón. Pero, qué pasa con los balcones del hoy.

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Caminamos mirando el piso para no caernos. Dejamos de mirar el horizonte o hacia arriba para evitar atropellar a alguien y en ese andar, de caminante de la ciudad, al levantar la vista, observamos con el asombro de un niĂąo y descubrimos nuestros balcones.

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Recuerdo en la bucólica Rodeo ese famoso balcón en alto con su escalera de madera al exterior. Casona de adobe testigo del tiempo que exige al viajero verla. La ruta te obliga a hacerlo y topar en ella. A aquellos, los de los encuentros en ese balcón, los que apresurados subieron esos peldaños seguros de no ser vistos, se los llevó el tiempo. La penumbra del olvido se transforma en cómplice para que no se sepa ni se descubra nada más de esas maderas blanqueadas por el sol y el abandono.

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Balcones en los altillos, ventanales como balcones, torres vichadoras, las chusmas de la época. En la Chacarilla algún balcón o altillo miraría para alertar de las invasiones. Y los altillos de la casa de los Barboza en Pocito, remanentes de historias olvidadas. Vaya a saber qué destino tuvieron los balcones del chalet Campodónico en aquel Angaco Norte, desde donde se miraban los partidos de polo, o los balcones del Chalet Paviolo en los aque María Bottiglia admiraba el paisaje y dejaba atrás alguna tristeza. ¡Cuántas historias en esos balcones! 16


Llegó la modernidad a San Juan. Líneas puras, volúmenes altos, nuevas sensaciones, carentes de romanticismo, pero seguras, fuertes, robustas, imponentes. Balcones convertidos en terrazas hacia la ciudad, balcones disimulados por grandes parasoles. Balcones ya no balcones sino ventanales o muros ciegos. Y llego la línea, los condicionantes urbanos, los retiros por frente y así tantas cosas que modifican la historia edilicia sanjuanina y un Código que también los reglamenta. El miedo a caerse, el miedo a lo esbelto. Tampoco es temor infundado, es sentirse a resguardo. La seguridad de los balcones hoy puede leerse. Es que es igual de cierto que los balcones caen, dicen que caen por amor, por desolación, por desinterés y, por supuesto, por falta de mantenimiento. 17


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¿Cuántos balcones tenemos vistos en nuestro caminar por la ciudad?

¿ Los han contado? Así como en la esquina porteña de Corrientes y Pueyrredón, muchos balcones sanjuaninos no tienen ninguna flor. Carecen de sentimientos, sin protagonismo ninguno. Sólo sé que mis balcones, los de mi imaginación,todavía lucen colores espléndidos.

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Los que he retratado en su mayoría son tristes o muy severos. Recorro la ciudad y miro los balcones existentes, el maravilloso y señorial exterior del Hospital “Dr. Guillermo Rawson” y los de su contra fachada, que demuestran la desidia política por falta de conciencia en nuestro patrimonio. Camino y me encuentro con los de Casa España que pasan desapercibidos o el modernista balcón del club Social, los balcones corridos del edificio Estornell, los balcones moriscos del Club Sirio Libanés ¡Son tantos y tantos los que visten esta ciudad!

Texto y fotografías: Carlos Campodónico 20


https://www.youtube.com/watch?v=iGIdV_z1BhI

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Pienso

en ti, en tus ojos, en tu tarde...

y me quisiera henchir como una vela y me refugio en mi interior,

cobarde...

Baldomero Fernรกndez Moreno

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Baldomero Eugenio Otto Fernández Moreno nació el 15 de noviembre de 1886 en la ciudad de Buenos Aires, primogénito de un comerciante de Cantabria. En 1892 partió con su familia a España pero en 1897 su padre regresó a Buenos Aires y quedó en Madrid en casa de unos tíos. ​Luego, también tomó rumbo a Buenos Aires, reuniéndose en Montevideo con su padre y su tío el médico cirujano Avelino Gutiérrez, Profesor Titular de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y Director del Hospital Español de Buenos Aires. Tras cursar los primeros dos años de estudios secundarios en el Liceo Ibérico Platense, en 1902 pasó al Colegio Nacional de Buenos Aires (momentáneamente llamado Colegio Nacional Central), donde los terminaría. En esos años escribió sus primeros poemas. Influenciado por Avelino Gutiérrez y el médico español José María Carrera, en 1904, con 17 años, ingresó a la Facultad de Medicina. ​ En 1906 efectuó prácticas en la Asistencia Pública de La Plata (Buenos Aires) y entre 1910 y 1914 en el Hospital Español. En esos años publicó algunos versos en El Diario Español. En 1912 se doctoró con su tesis Tratamiento de las Fístulas y Artritis Tuberculosas por la Pasta de Sub-Nitrato de Bismuto, apadrinada por el doctor Ángel Gutiérrez.​ Ese mismo año se instaló para ejercer en la ciudad de Chascomús. En octubre visitó la ciudad el poeta Belisario Roldán, quien lo recomendó al médico Fernando Álvarez, hermano de José Sixto Álvarez (Fray Mocho), el director de la revista Caras y Caretas, pero las poesías que envió no fueron publicadas. Dos años después se trasladó a Catriló (La Pampa).

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Luego de unos meses regresó a Buenos Aires. Allí continuó escribiendo y ejerciendo como médico en el barrio de Floresta. En 1915 publicó con la ayuda de su amigo Nicanor Newton su primer libro, Las iniciales del misal, dedicado a Rubén Darío. Un año después publicó Intermedio provinciano y Ciudad. ​

En enero de 1919 se casó con Dalmira del Carmen López de Osornio, Negrita, y el 26 de noviembre nació su primer hijo, César, que inspiraría su libro El hijo. En 1924, a los 38 años y tras 20 años en la profesión abandona la práctica de la medicina para dedicarse a la poesía. En 1926 nació su hija Dalmira, que moriría al año. Dos años después, integró la primera Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Escritores. Continuó escribiendo y trabajando como profesor de literatura en el Colegio Nacional Mariano Moreno y de historia en la Escuela Nacional de Comercio N° 4. A los diez años muere Ariel, su tercer hijo (1937) por difteria, lo que lo sume en una depresión, que se refleja en su libro Penumbra. Tuvo dos hijos más, Manrique y Clara, y el 30 de mayo de 1945 nació su primera nieta, Marcela (hija de César), que inspiraría su Libro de Marcela (1946). De todas maneras la depresión no lo había abandonado: entre 1942 y 1946 había concurrido a una clínica psiquiátrica de Floresta, permaneciendo internado algún tiempo, pero su cuadro empeoró. En 1949 tuvo un accidente cerebrovascular que se repitió el 7 de junio de 1950 y le ocasionó la muerte, en su casa del barrio de Flores.

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http://revistascientificas.filo.uba.ar/index.php/matadero/article/view/7273

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Sus

versos

son cuidados y sencillos.

Tenía un especial cuidado de la palabra, una lírica permanentemente emotiva. No hacía distinción entre una realidad poética y otra que no lo fuera. Siempre consideró que si el hombre se permite ser poeta, todo lo que mira puede transmutarlo en

poesía

.

Consideraba que podía ser poesía tanto una mata de hierba como una vereda en la ciudad o en el campo, un molino, o las vísceras del cuerpo humano.


Jorge Luis Borges examinó la mirada poética de Baldomero para captar la realidad urbana o rural. Por su paradigmática y mágica sencillez, nos descubre la provincia y la pampa en breves trazos. Ezequiel Martínez Estrada, autor de Radiografía de la pampa, dedicó páginas al poeta, en las cuales lo señala como «el primer autor que en nuestro medio focaliza en el centro de su obra, sin preocuparse del mundo literario que lo circunda». Fernández Moreno —expresa— es al mismo tiempo el poeta de Buenos Aires y el de nuestros campos y pueblos. Otro de los que se sintieron inspirados por su obra fue Mario Benedetti, que sin rubor declaró que como su maestro, aún sin conocerlo, su obra se le presentó reveladora para la poesía que él

buscaba

.

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27 http://revistaoz.com/opinion/el-dulce-encanto-de-la-memoria/dulce-encanto-la-memoria-recordando/


Setenta balcones y ninguna flor Setenta balcones hay en esta casa, setenta balcones y ninguna flor. ¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa? ¿Odian el perfume, odian el color?

La piedra desnuda de tristeza agobia, ¡Dan una tristeza los negros balcones! ¿No hay en esta casa una niña novia? ¿No hay algún poeta bobo de ilusiones?

https://www.poesi.as/bfm0003.htm

¿Ninguno desea ver tras los cristales una diminuta copia de jardín? ¿En la piedra blanca trepar los rosales, en los hierros negros abrirse un jazmín?

Si no aman las plantas no amarán el ave, no sabrán de música, de rimas, de amor. Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un clave... ¡Setenta balcones y ninguna flor! 28


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Mujeres en el balcón. Murillo - Goya - Manet El tema de las mujeres en una ventana o un balcón en la pintura proviene desde el renacimiento. A partir de la obra Mujeres en la ventana de Murillo veremos como influye el tema y la composición en pintores de otras épocas posteriores, principalmente en las obras de Goya y Manet. Igualmente existieron otros pintores que copiaron la misma composición y todas ellas representan un interés para ver la evolución de un mismo tema en varias épocas de la historia del arte.

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El motivo iconográfico de la ventana o el balcón es un recurso que aparece de manera más patente en los trampantojos manieristas. La ventana supone un elemento interior, indiscreto, íntimo por el cual se produce una conexión entre lo externo y lo interno. Es una manera de acceder a una parte privada de la vida y también en la pintura ha sido una manera de conectar a los personajes representados con el espectador. Cuando en los trampantojos se representan grandes rompimientos de gloria, es habitual ver a personajes reales asomados a través de una balaustrada que conectan con el mundo terrenal, o bien cuando en la pintura flamenca, como las obras de Vermeer, nos conecta la vida interior de la nueva burguesía ubicando a protagonistas femeninos junto a las ventanas. Si bien es estos temas aparecen de una manera secundaria o anecdótica, las obras que vamos a comentar hoy y que están conectadas entre sí, ofrecen una visión distinta por el que la ventana o el balcón es el marco de la composición que sirve de excusa para presentar a una parte de la sociedad femenina.

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Antonio de Pereda. Felipe IV y su familia en un balcĂłn. Trampantojo Descalzas Reales (Madrid) 1682. Recuperado de https://www.revistadearte.com/2011/02/06/el-balcon-real-de-las-descalzas-reales-Âżun-cenotafio-de-la-familia-de-felipe-iv/


Murillo, BartolomĂŠ Esteban . Mujeres en la ventana. 1675. Recuperado de https://bloghistoriadelarte.files.wordpress.com/2015/03/1665-1675-dos-mujeres-a-la-ventana-murillo.jpg

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BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO Y SUS MUJERES EN LA VENTANA (1655-1660)

Una de las obras que marcó el arranque para el tema de mujeres asomadas en un balcón lo encontramos en la costumbrista obra de Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682) titulada Mujeres en la ven-tana (1655-1660). Murillo refleja en su composición a dos mujeres asomadas a un balcón, una chica joven y una mujer anciana tras ella. El hecho de mostrar a estas dos protagonistas no es algo nuevo ya que Velázquez en su Cristo en casa de Marta y María (1618) ya refleja la diferencia de estas dos edades aunque con un significado diferente. La mujer joven es la protagonista que aparece apoyada en el umbral de la ventana, en una pose relajada, mirando directamente al espectador y con una sonrisa considerada como pícara o provocadora. Se acentúa su postura ligeramente inclinada, con los brazos y los hombros al descubierto y un escote abierto en cuyo centro se marca con una pequeña flor.

La mujer del fondo es de avanzada edad y aparece en la penumbra, cobijada por la apertura de la contraventana y parte de su rostro cubierto por el velo que cubre su cabeza. Todo parece indicar que Murillo representó en esta escena costumbrista al mundo de la prostitución sevillana, ya que no es lógico que una mujer en el siglo XVII pudiera asomarse con tanta libertad a un balcón o ventana sin hacerlo a través de una celosía que era lo común. La obra se encuentra actualmente en la Galería Nacional de Washington (EEUU). Posiblemente tuvo que ser un encargo particular, y no fue hasta 1823 que la obra fue vendida por primera vez y a partir de ahí pasó de unas manos a otras hasta que finalmente quedó en la Galería Nacional.

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GOYA Y SUS MAJAS EN EL BALCÓN

Si Murillo ofrece un antecedente en las obras de caballete en cuya composición aparecen dos mujeres prostitutas asomadas en la ventana, doscientos años después será Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) quien repetirá la misma temática y prácticamente con la misma composición. Goya pintó dos obras importantes que seguirán la misma línea que inició Murillo. En primer lugar existe la pintura Maja y Celestina en el balcón (ha. 1808-1812) la cual se halla en una colección particular. Nuevamente nos encontramos con una temática y composición en la que aparece una joven de prácticamente cuerpo entero apoyada en las rejas de un balcón, con los brazos cruzados, con un escote del vestido bastante vistoso y una mirada directa hacia el espectador.

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Tras ella, la celestina o alcahueta, una mujer de avanzada edad que aparece en segundo plano, en penumbra y ajena a la escena protagonista de la joven. ¿Casualidad, coincidencia y conocimiento de la pintura de Murillo? No lo sabemos con seguirdad, si la obra de Murillo se encontraba a finales del siglo XVIII en una colección particular de Sevilla no sabemos si la llegó a conocer Goya en sus viajes a la misma ciudad, de hecho en 1792 fue en la misma Sevilla en donde cayó tan gravemente enfermo que le ocasionó la sordera que le dejará de por vida.


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Goya y Lucientes, Francisco. Maja y Celestina en el balcรณn. Ha 1808-1812. Colecciรณn particular. Recuperado de https://bloghistoriadelarte.files.wordpress.com/2015/03/1808-1812-maja-y-celestina-al-balcc3b3n-goya.jpg


Goya y Lucientes, Francisco. Majas en el balcรณn. ha 1808-1812. Colecciรณn particular y atribuciรณn del Metropolitan Museum Recuperado de https://bloghistoriadelarte.files.wordpress.com/2015/03/1808-12-mujeres-en-el-balcc3b3n-goya-montaje.jpg

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Junto a esta obra, también se encontraba en los inventarios de su hijo Javier otra de las obras particulares de Goya que van a marcar una gran influencia en la historia del arte, se trata de la pintura Majas en el balcón (ha. 1808-1812). Una obra de calidad extrema y temática costumbrista en la que aparecen dos mujeres en primer plano tras la balaustrada de hierro de un balcón. Ambas mujeres visten a la manera popular pero de una manera elegante cuyo trabajo de las toquillas merece especial atención. Es un momento congelado en el que se establece una conversación de las dos mujeres en tono bajo, un cuchicheo, al mismo tiempo que dirigen sus miradas directas hacia el espectador. Tras ellas, dos varones en penumbra y ajenos a las protagonistas pero cercanos a ellas forman el fondo de la composición, uno de espaldas al espectador y el otro sentado en otros asuntos. Se ha pensado que nuevamente Goya, vuelve a tratar el tema de dos prostitutas que aparecen junto a sus chulos, la mirada provocadora y los escotes de las mujeres que marcan el centro y la parte más iluminada del cuadro son parte importante de lo que Goya nos quiere transmitir. El mundo de la prostitución ya había tratado por Goya tanto en Los Caprichos (1799) y la composición de mujeres asomadas o apoyadas en un balcón o baran-

dilla metálica también quedó reflejado en la cúpula de San Antonio de la Florida (1798). Si bien la pintura de la colección privada vienesa es autentificada como de Goya, existe una segunda versión de la misma obra que se encuentra en el Museo Metropolitano de Nueva York, y que se viene atribuyendo al mismo pintor aunque existen unas ligeras diferencias. En general la pintura del Metropolitan resulta más definida y más clara, con perfiles más marcados y algo más iluminada. Los rostros de las mujeres no se encuentran tan comunicados con el espectador ni siquiera entre ellas, se pierda calidad y expresión en los mismos. En cuanto a los personajes masculinos del fondo, la diferencia es que el personaje que está de pie, en la versión del Metropolitan mira directamente a las mujeres mientras que en la obra original les da la espalda. Tanto la obra de Maja y Celestina en el balcón como esta de Majas en el balcón, estuvieron en la colección particular de Goya y a su muerte quedó en herencia para su hijo Javier, hasta que en 1825 fueron vendidas para ser regaladas al rey de Francia Louise Philippe I de Orleans. Allí estuvo en la Galería Española de París hasta que fue vendida en 1853 por Christie’s (Londres) y de aquí fue pasando a otras manos privadas estándo actualmente en una colección particular. 38


EDUARD MANET Y LA ADMIRACIÓN POR LA PINTURA ESPAÑOLA

Avanzamos un poco más en el tiempo y nos encontramos ahora con otro de los grandes maestros de la pintura impresionista. Hablamos de Édouard Manet (1832-1883) y su obra El balcón (1869). Manet tiene una vinculación directa con España ya que en 1865 se trasladó a Madrid, alojado en el antiguo Hotel París de la Puerta del Sol, y visitó el Museo del Prado o la ciudad de Toledo. Seguramente que Manet ya conocía la obra de la pintura española a través de los cuadros que el rey de Francia Luis Felipe tenía en la Galería Española del Museo del Louvre de París, y fue allí en donde conoció el cuadro de Las Majas en el Balcón de Goya. Interesado por la pintura española acudió para ver en primera persona la obra de Velázquez, Goya o el Greco, y quedó admirado por obras como El Pablo de Valladolid de Velázquez, los Fusilamientos o la Maja Desnuda, ambos de Goya.

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Esta influencia de lo español fue fuente de inspiración para la creación de algunas de sus obras y entre ellas de la pintura de El Balcón (1869) en donde ubica a las protagonistas, Berthe Morisot y a la violinista Fanny Claus en un primer plano y al pintor de paisajes Antoine Guillemet tras ellas. De nuevo, una copia de la misma composición que sus precedentes, dos mujeres en primer plano sentadas junto al balcón, aunque en esta ocasión no se trata de prostitutas sino de personajes reales. Tan sólo la violinista es la que ofrece un contacto directo con el espectador mientras que el pintor Guillemet se ubica en segundo plano, tras las mujeres. Igualmente, el marco del balcón deja un fondo oscuro en donde apenas se aprecian algunos objetos en una estantería


Manet, Eduard. El balcón (1868-1869). Museo D’Orsay (París) Recuperado de https://bloghistoriadelarte.files.wordpress.com/2015/03/1868-1869-el-balcc3b3n-manet.jpg

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Velรกzquez, Lucas. Majas en la corrida de toros. 1850. Recuperado de https://bloghistoriadelarte.files.wordpress.com/2015/03/1850-majas-en-la-corrida-de-toros-lucas-velc3a1zquez.jpg

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OTRAS OBRAS DEL TEMA LA MUJER Y EL BALCÓN

Aunque las tres obras de Murillo, Goya y Manet resultan entre sí un eje de influencia cronológica y una demostración de cómo los pintores más modernos admiran las composiciones de sus precedentes, no son sólo los únicos ejemplos que se dan y también existen otros pintores que, tomando como referencia las obras comentadas, les sirve de modelo para crear composiciones similares. Uno de ellos es el pintor Eugenio Lucas Velázquez (1817-1870), pintor madrileño que pertenece al momento del Romanticismo español especializado en la pintura retratos y paisajes así como en la pintura costumbrista e incluso escenas fantásticas. Lucas Velázquez, al igual que muchos pintores, pasan de una pintura neoclásica propia de la educación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a volver a hacer una mirada hacia Velázquez y Goya. Producto de esta in-

fluencia, sobre todo de Goya, será una serie de obras suyas en donde la temática de las corridas de toros, la mujer seductora en el balcón con escote, la mirada cómplice con el espectador y la barandilla metálica como primer plano son características compositivas que se repiten. Una de ellas es la obra Majas en la corrida de toros (1850), en donde bajo la composición de un balcón de una plaza de toros se encuentran varios personajes, siendo tres jóvenes mujeres las que están en primer plano y mirando directamente la fiesta taurina, mientras que unos jóvenes en segundo plano y en penumbra aparecen junto a ellas. Parece que es una escena galante en donde las mujeres se muestran ausentes de los jóvenes que la acompañan. En el fondo, otros personajes de pie y en penumbra acompañan la composición.

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ños después el mismo Lucas Velázquez pinta la obra Majas en el balcón (1862), en donde una mujer engalanada a la manera madrileña se asoma a un balcón tocando una guitarra mientras que otra joven le acompaña cantando algunas letras. Ambas mujeres miran directamente al espectador al mismo tiempo que en el fondo aparece una pareja en donde la joven mira la escena que se está produciendo en primer plano mientras que el joven varón interrumpe su conversación con la mujer para observarnos a nosotros. Esta composición de Lucas Velázquez es la que más se acerca a la obra de Goya y hay una clara influencia que le sirve de pase para sus escenas costumbristas.

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Velรกzquez, Lucas. Majas en el balcรณn. 1862. Recuperado de https://bloghistoriadelarte.files.wordpress.com/2015/03/1862-majas-en-el-balcc3b3n-e-lucas-velc3a1zquez.jpg

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Magritte, RenĂŠ. erspectiva II: El balcĂłn de Manet. 1950. Recuperado de https://bloghistoriadelarte.files.wordpress.com/2015/03/1950-perspectiva-ii-magritte.jpg

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Si hacemos un nuevo salto en el tiempo y nos movemos al siglo XX y a la pintura surrealista, nos encontramos con el pintor René Magritte (1898-1967) y su obra Perspectiva II: El balcón de Manet (1950), una obra en la que toma como base el mismo cuadro de Manet, copiando de forma fiel el escenario de la composición pero con un añadido importante que es sustituir a los protagonistas de la escena por ataúdes de madera, dotándoles de una estructura antropomorfa tal y como están ubicados los protagonistas. Magritte, lo que pretende con esta obra es una llamada de atención sobre el concepto de la vida y la muerte, un ciclo de la vida lógico en donde lo que hoy (o en su momento) está vivo fallece, o bien es una muestra de darnos a entender la muerte del arte anterior en favor de una mirada nueva. Es curioso ver cómo en la historia del arte, un mismo tema o composición suscita tanto interés entre los pintores hasta el punto de repetir la misma composición en diversas épocas. Sería muy interesante que estas obras pudieran estar reunidas en un mismo espacio de exposición para poder disfrutar de la evolución de las mismas y la comparación entre unas y otras así como admirar la influencia e interpretación de las mismas. Hasta que llegue ese momento, las podremos ver virtualmente. Por David Gutiérrez Pulido https://bloghistoriadelarte.wordpress.com 46


David Gutiérrez Pulido En esta entrega compartimos el trabajo de David Gutiérrez Pulido publicado en su blog de Historia del Arte donde el mismo se define de esta manera:

“Desde que era niño, recuerdo la curiosidad que me provocaba ir a una ciudad, pueblo o pequeña aldea y visitar sus iglesias, palacios, monumentos, ruinas arqueológicas…, saber más de ellas y poder tomar fotografías ¿Y por qué, para qué? Pues el tiempo me dio la respuesta. Soy David Gutiérrez Pulido, licenciado en historia del arte y apasionado por todos los temas que tienen que ver con la historia y el arte, especialmente aquellos que tratan del mundo moderno (Renacimiento y Barroco). Amante de la investígación, del trabajo en archivos y bibliotecas, preocupado por el Patrimonio Histórico Artístico, y deseoso de que la pasión que me inspira el arte pueda llegar a todos vosotros. Bienvenidos a mi blog de historia del arte, una ventana abierta al arte y a la cultura.” 47

https://bloghistoriadelarte.wordpress.com


Una de las mayores pasiones que tiene es poder relacionarse con las personas y poder ayudarles a descubrir un Madrid diferente y de una manera distinta al mismo tiempo que, a su decir, se enriquece y aprende de las intervenciones y preguntas que los participantes le plantean. Juntos descubren la historia, el arte y la cultura de Madrid al mismo tiempo que se enriquecen todos de todos. En las visitas culturales que organiza, no pretende dar toda una información de datos, fechas,

nombres o estilos que luego se olvidan sino que su intención es acercar siempre a un contexto histórico y social, meterce en la piel de una época, viajar a través de una máquina del tiempo y que lo puedan descubrir y vivir desde una perspectiva diferente. Gracias a la ayuda de fotografías, pinturas, textos de la época, relatos y vivencias en primera persona pueden lograrlo dejando rienda suelta a que todos participen y no sean meros espectadores.

Gracias David por todo lo que nos aportas desde tu blog a los que nos encanta la Cultura de aquellas tierras. La invitación a todos a seguirte

https://bloghistoriadelarte.wordpress.com @davidgutyp

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