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Economía circular en el sector textil

La apuesta por un consumo responsable

Una nueva visión busca darle mayor sostenibilidad a la industria textil para pasar de un proceso lineal a un modelo circular donde se reconoce el uso poco razonable de las materias primas, con conceptos de consumo sostenible, aprovechamiento de material de descarte y gestión de residuos industriales, entre otros. Esta es la apuesta del Ministerio del Ambiente que a través de normativas y actividades está generando las condiciones para el tránsito hacia una economía circular que promoverá impactos positivos en el ambiente, la sociedad y la economía del Perú.

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Escribe: Gunther Merzthal, Director General de Educación, Ciudadanía e Información Ambiental - MINAM, y Patricia Juarez, Especialista del Ministerio del Ambiente.

La textilería es una de las manifestaciones culturales más importantes para nuestro país, es parte de nuestra historia, y hoy en día, una actividad económica relevante y de un enorme potencial de crecimiento. Con nuestros antepasados, la textilería se inició con el uso de materiales de la naturaleza como el junco, la totora, ichu, maguey que se convertían en vestimentas, sogas, bolsos, mantas, y hasta en puentes colgantes, todos productos de enorme utilidad y que siguen vigentes hoy en día. Esta relación entre los recursos naturales y las necesidades de los hombres y mujeres que poblaron nuestras tierras, es milenaria, sin embargo, han sufrido varios cambios venidos a partir de la industrialización de las actividades económicas desde hace algunas décadas.

Un informe de Circle Economy en febrero de este año, da a conocer que los mercados mundiales de prendas de vestir y textiles siguen creciendo anualmente a una tasa de entre 3 a 4%, y cada año más de 86 millones de toneladas de hilos ingresan al mercado para ser tejidos, lo que representa un aumento de 10 veces en la producción desde la década de 1950. Aunque el mayor representante son los textiles sintéticos como el poliéster con 60% de participación, el algodón sigue estando vigente con el 25%, una fibra natural que requiere de sustrato, semillas, agua para su cultivo, energía, maquinarias, más agua y otros insumos, en su proceso industrial.

La huella ambiental de la moda

Pero la huella ambiental de la industria textil es más que las necesidades de materia prima e insumos, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente refiere que al menos el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial son generados por la fabricación de ropa y calzado. Incluso, hay una importante demanda de recursos en la etapa de uso de la vestimenta, que se da por el lavado, y que suele liberar microfibras de plástico y otras sustancias que contaminan el agua. No podemos perder de vista entonces la etapa de desuso, las prácticas aceleradas de consumo y eliminación hacen que los textiles que ingresan al mercado lleguen al final de su uso rápidamente, algunos expertos plantean que una prenda en promedio se usa 10 veces antes de ser desechada, un tercio respecto a la década del año 2000, y la Fundación Ellen MacArthur indica que el 73% del material textil que entra en el sistema se desecha o incinera, es decir, un camión de basura textil es depositado en un vertedero o incinerado cada segundo.

Sin embargo, no existe la menor duda que este sector de la industria es muy importante para nuestra economía, genera empleo a muchísimas personas en toda su cadena de valor, y enormes oportunidades para las micro y pequeñas empresas en nuestro país, lo que la posiciona como una industria que, si pudiera ajustar su modelo de producción y consumo, de una lógica lineal de extraer, producir, consumir y desechar, a un modelo circular en el que se reduzca el riesgo al agotamiento de las materias prima sin mermar el crecimiento económico, generaría enormes impactos positivos para el ambiente, la sociedad y la economía de nuestro país.

Un informe de Circle Economy en febrero de este año, da a conocer que los mercados mundiales de prendas de vestir y textiles siguen creciendo anualmente a una tasa de entre 3 a 4%, y cada año más de 86 millones de toneladas de hilos ingresan al mercado para ser tejidos, lo que representa un aumento de 10 veces en la producción desde la década de 1950.

Hacia un modelo circular

La buena noticia es que estamos en ese camino, nuestro país ha demostrado con acciones concretas, el interés de transitar a un modelo de economía circular que promueva actividades económicas sostenibles y competitivas, es así que la economía circular hoy, se encuentra inmersa en dos instrumentos de alcance nacional y que son liderados por el Ministerio de Economía y Finanzas, a través del Consejo Nacional de Competitividad y Formalización. Se trata de la Política Nacional de Competitividad y Productividad (aprobada con D.S. N° 345-2018-EF) y el Plan Nacional de Competitividad y Productividad (aprobado con D.S. N° 237-2019-EF), que tienen un mandato claro, generar las condiciones para el tránsito hacia una economía circular en el país. Para ello, se ha comprometido la implementación de hojas de ruta hacia una economía circular en los sectores de industria, agricultura, pesca y acuicultura, prioritariamente.

A partir de un trabajo articulado entre el Ministerio de la Producción (PRODUCE) y el Ministerio del Ambiente (MINAM), y con la participación de los gremios empresariales nacionales y regionales relacionados con el sector industrial a través de talleres descentralizados y la pre-publicación de la norma para recibir los aportes de la ciudadanía, se cuenta con la Hoja de Ruta hacia una Economía Circular en el Sector Industria (D.S. N° 003-2020-PRDUCE) la misma que fue aprobada en febrero último, y desarrolla la intervención en las actividades de la industria manufacturera y del procesamiento industrial pesquero, bajo los enfoques de producción industrial sostenible, consumo sostenible, aprovechamiento de material de descarte y gestión de residuos industriales, e innovación y financiamiento.

...si pudiera ajustar su modelo de producción y consumo, de una lógica lineal de extraer, producir, consumir y desechar, a un modelo circular en el que se reduzca el riesgo al agotamiento de las materias prima sin mermar el crecimiento económico, generaría enormes impactos positivos para el ambiente, la sociedad y la economía de nuestro país.

Este instrumento implementará 42 acciones en el corto, mediano y largo plazo, 1, 3 y 5 años respectivamente, y serán lideradas por PRODUCE y MINAM, Instituto Tecnológico de la Producción (ITP), Instituto Nacional de Calidad (INACAL), el Programa Nacional de Innovación para la Competitividad y Productividad (INNÓVATE PERÚ), y el Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA). Cada una de las acciones, se implementará con la participación de los actores privados y públicos, como son gremios empresariales, asociaciones, universidades, centros de investigación e innovación, y otras entidades.

Repensar los negocios actuales y mejorar la normativa

Como vemos, el impulso hacia una economía circular, que promueva una producción más sostenible, ya está en marcha, y el sector textil no se puede quedar atrás. El modelo circular exige repensar en los negocios actuales, en los productos y servicios que se ponen en el mercado, y sus ciclos de vida que incluyen las etapas de extracción, producción, uso y desecho. Así, encontraremos por ejemplo que, desde el diseño de los productos textiles y sus empaques, podemos reducir el uso de materias primas, reemplazar materias primas por mermas de los mismos procesos u otros procesos, establecer requisitos mínimos sobre la durabilidad de las prendas, incluir etiquetas con información clara sobre el cuidado del producto para favorecer su duración, promover la utilización de fibras con métodos agrícolas regenerativos u orgánicos, que su confección permita la reciclabilidad de los productos, el uso eficiente de insumos para minimizar la generación de residuos sólidos y líquidos, reducir el uso de químicos peligrosos, y que cualquier material que se agregue a las prendas sea fácilmente desmontable.

Sabemos que, para que los modelos de economía circular sean una realidad y que esto suceda lo más pronto posible, uno de los principales retos está relacionado con la regulación. La normativa actual ofrece ya oportunidades para desarrollar negocios circulares, pero estamos convencidos que podemos multiplicar estas oportunidades si empezamos a mirar las barreras que enfrentan los negocios para incluir elementos de economía circular. Es así que, desde el MINAM, y considerando las circunstancias actuales, venimos realizando el análisis de la normativa que regulan las actividades productivas, a fin de identificar los procesos, requisitos e inclusive conceptos, que están limitando el desarrollo de modelos circulares. Con el resultado de este análisis, vamos a proponer, en conjunto con los sectores competentes, modificaciones en la regulación existente o nueva regulación para facilitar y promover negocios con principios de economía circular a todo nivel.

Cada una de las acciones, se implementará con la participación de los actores privados y públicos, como son gremios empresariales, asociaciones, universidades, centros de investigación e innovación, y otras entidades.

Ciudadanos y organizaciones agentes de cambio

Otro frente igual de importante son los consumidores, y esta intervención se ha hecho efectiva a través de la estrategia multisectorial y descentralizada “Perú Limpio”, orientada a que los ciudadanos y las organizaciones se conviertan en agentes de cambio, a través del consumo responsable para reducir la generación de residuos y también para consumir productos amigables con el ambiente, así como las buenas prácticas en la separación de los residuos que faciliten el reciclaje. A través de las acciones de educación, comunicación, sensibilización y capacitación que desarrolla y articula “Perú Limpio”, se han promovido actitudes de cambio por parte de los consumidores y somos testigos que los espacios en donde se ofrecen productos responsables y sostenibles - la mayoría de ellos además emprendimientos o micro empresas – atraen cada vez a más personas que eligen comprar estos productos y que además muestran interés en conocer su procedencia, cómo fue fabricado y su impacto cuando este producto se convierta en un residuo.

Este actor cobra especial relevancia en la industria textil, los anuncios en los medios de comunicación y las redes nos invitan a consumir una incontable cantidad de productos y prendas de vestir, y aunque la moda se ha insertado en el comportamiento de la sociedad, debemos ser conscientes que cada día tomamos decisiones que afectan a nuestro planeta, el elegir qué comprar y qué vestir, es una de ellas, y depende de cada uno de nosotros. ¿Qué podemos hacer entonces? verificar que las piezas que compramos sean duraderas, reducir la cantidad de ropa en nuestros armarios, compartir las prendas que no utilizamos, reutilizar y comprar artículos de segunda mano, lavar menos y de manera más inteligente. Elijamos entonces por una nueva moda, una moda circular que nos permita tener un planeta saludable para nosotros y los que nos suceden.

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