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EL PARADIGMA MUNDIAL PARA LOS EMPRESARIOS DEL SIGLO XXI
San Juan Pablo II, el Grande, gran comunicador universal
Los grandes empresarios del siglo XXI entienden que las tecnologías comunicacionales son hoy la principal preocupación de cumbres como el Club Bilderberg, el Foro de Davos y el Foro de San Pablo, para proyectar su poder y su influencia a la humanidad. A la derecha las dos primeras cumbres, a la izquierda la tercera. Al poder químicamente puro se accede por la religión, la moral, la cultura, la ideología, la política, la economía y el arte, un conjunto de escaleras para subir que terminan confluyendo en una cúspide señalada por el color de la actividad humana más destacada en cada época. A esa lista de actividades humanas se añade, desde la caída del telón de acero en 1989, las comunicaciones sociales, bajo el nuevo adagio de que el conocimiento es poder e influencia.
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Por: Federico Prieto Celi. Miembro de la Academia Peruana de Ciencias Morales y Políticas
El paradigma universal de las comunicaciones
Sin duda fue el papa San Juan Pablo II, el Grande, el gran precursor de los líderes que comprendieron la importancia de las comunicaciones sociales, poderosas gracias al crecimiento y desarrollo de las actuales tecnologías.
El 22 de octubre se celebra en el mundo -este año como los anteriores, a partir de su canonización por el papa argentino- la fiesta litúrgica del papa polaco, conmemorando el día del inicio de su largo y fecundo pontificado. Él quería ser recordado como el papa de la familia, y en efecto lo fue. Pero no podemos callar que sus viajes constituyeron una forma presencial inédita y universal de comunicación con la gente: católicos, cristianos no católicos, y gentiles de diverso cuño, sin discriminaciones. Las nuevas tecnologías de la comunicación multiplicaban el impacto de sus discursos, dichos en cualquier ciudad de los cinco continentes, y en diferentes idiomas, para que llegaran a toda la humanidad.
Para el papa polaco comunicar no es solamente hacer partícipe a otros de las noticias que uno tiene, no es solamente transmitir informaciones, primicias y emociones. Refiriéndose a la nueva evangelización afirma que “es un acto personal de amor, una generosa donación de sí, de mente y de corazón”.
Y cuando habló a los empresarios de las comunicaciones en los Estados Unidos, en un discurso en la ciudad de Los Ángeles, les dijo que contribuían “al desarrollo de una cultura popular de masas. La humanidad se ve profundamente influida por lo que hacéis. Vuestras actividades afectan a la misma comunicación: dando información, influyendo en la opinión pública, ofreciendo diversión” (citado por Carmela Aspíllaga Pazos, La información en el pensamiento de Juan Pablo II, UDEP, Piura, 1984, p. 159).
A lo largo del libro citado, la autora dice de que alguna manera para el hombre de la calle la comunicación social tiene un hálito de misterio, que influye positivamente si la información es verdadera y negativamente si no lo es. Por ello las instituciones públicas y privadas incluyen en sus organigramas una oficina de comunicación, con técnicos que hagan que su entidad esté dentro de la sociedad en la que se mueven, y no en la periferia o inclusive en el campo de lo desconocido. Carmela Aspíllaga Pazos observa que, en el pensamiento de San Juan Pablo II, las comunicaciones tienen un inmenso poder espiritual, profesional, técnico, que pertenece al patrimonio de la humanidad y está destinado a enriquecer a toda la comunidad (pg. 160).
Para San Juan Pablo II difundir la fe cristiana, después del gran Concilio Ecuménico Vaticano II, tuvo como centro de su mensaje la nueva evangelización, con la autoridad moral de un hombre que se había enfrentado en el campo de la cultura con el marxismo, en su propia patria y fuera de ella, y a la postre lo había vencido. Por sus obras transformadoras lo conocemos.
La comunicación en la empresa del siglo XXI
El trabajo del hombre, que no es autista sino solidario, requiere comunicarse adecuadamente, más que nunca, en toda su escala socioeconómica. Por eso vemos que los medios sociales -mass media- como la radio, el cine, el diario, la revista, el libro y la televisión, como instrumentos de comunicación tradicionales, sufren una crisis de alcance, debido a la aparición de las redes sociales, con todas sus implicaciones de tecnologías sofisticadas.
Ahora bien, el alcance de cada medio adquirirá poder real en la medida que sea manejado profesionalmente, teniendo en cuenta la información novedosa y la realidad de los hechos, la orientación ideológica y la opinión subjetiva, de acuerdo al desinterés subalterno o al interés económico y político, en cada caso.
Ese es el desafío de cada comunicador. En su mano está el valor y el vicio; la verdad y la mentira; la opinión y el engaño; el bien y el mal; la belleza y la fealdad. En síntesis, parafraseando a Montesquieu, que afirmaba que “una República vale lo que valen las virtudes de sus ciudadanos” (Ugarte del Pino, V. Historia de las Constituciones del Perú, 1878, Bases de la Constitución Política de la República Peruana, Editorial Andina, pgs. 19), podemos decir en el siglo XXI que una sociedad o empresa vale lo que valen sus comunicadores, los periodistas.
Así pues, los empresarios de la rama o sector que sea, deben plantearse, como en efecto se plantean, cómo mejorar constantemente sus comunicaciones empresariales, para abrir cada día más su presencia en el mundo de la economía política: la producción, la distribución, la circulación y el consumo de los bienes económicos, para satisfacción de las necesidades humanas. De una u otra manera, todos estamos en eso. Tanto más cuanto que en el mundo actual, uno de los pilares que conforman la organización del aparato productivo, la estructura de la sociedad y los poderes del Estado es la conciencia colectiva de defensa de las libertades personales y sociales, derechos humanos innegables.