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LA IMAGEN PÚBLICA DEL REY CHARLES III Y SU POPULARIDAD COMO MONARCA

La monarquía moderna ya no más depende de la gracia divina, sino del consentimiento del pueblo

Durante los más de 70 años de espera como príncipe heredero, mucho se especuló sobre el reinado de Charles III. Finalmente, su momento ha llegado, en medio de un oleaje político a nivel internacional que condena el pasado colonial y esclavista de Gran Bretaña y por otro lado de la indiferencia y desconexión de la población más joven del reino así como de un creciente republicanismo.

Charles inicia su reinado a los 74 años y deberá remontar los retos para asegurar la existencia de la monarquía en el futuro inmediato.

Por: Annabella Matute – Castro Abogada y analista política en M C Services Links @services_links

Hablar de la familia real británica es hablar de toda una institución que se remonta a más de mil doscientos años de antigüedad. De hecho, la monarquía británica es la única en Europa que ha logrado reinar ininterrumpidamente desde el siglo VII hasta ahora. Por ello es importante mencionar brevemente el rol de las otras monarquías y casas reinantes en Europa.

Comencemos por la que resulta más familiar en Perú, la corona española con la casa de Borbón actualmente gobernando. La dinastía borbónica se instauró en España hacia 1700 y tuvo ilustres monarcas que gobernaron durante gran parte del periodo colonial de América como continente. Esta dinastía es a la que pertenece el actual monarca español, el rey Felipe de Borbón.

Sin embargo, la monarquía en España fue depuesta en varias ocasiones comenzando por Napoleón Bonaparte en el siglo XIX, luego durante el llamado sexenio revolucionario también en el siglo XIX y durante la Segunda República ya en el siglo XX y más recientemente por un largo periodo de 1939 a 1975 por la dictadura del general Franco.

La monarquía italiana por su parte corrió con menos suerte, pues fue completamente abolida en 1946 después de la segunda guerra mundial. La casa de Saboya partió al exilio y únicamente pudo retornar a suelo italiano en el 2002 cuando la prohibición constitucional al ingreso del heredero al trono fue removida.

Igual suerte corrió la monarquía griega con su abolición y destronamiento del rey Constantino II.

Anteriormente, la monarquía en Alemania sucumbió con la abdicación del Kaiser Wilhelm III y la república de Weimar en 1918. Aún quedan los reinos escandinavos de Dinamarca, Noruega y Suecia, como también en los países bajos: Holanda y Bélgica, cuyas casas reinantes tienen poca influencia a nivel político mundial.

Finalmente, Luxemburgo, Mónaco y Liechtenstein son más bien principados y ducados de mucho menor escala.

El rol de la monarquía británica en el Reino Unido en la actualidad

Sin abundar en detalles, es importante resaltar que el Reino Unido lleva ese nombre precisamente por ser una unión de reinos , con la familia real al centro de su tejido social. La monarquía británica tiene una existencia de más de mil años al centro del tejido social, político y económico del reino. En la actualidad el monarca tiene más bien funciones protocolares, rodeado de tradiciones que se han ido construyendo a lo largo de los siglos.

El rey nombra al Primer Ministro (si bien este es elegido a través del partido que obtenga la mayoría en elecciones populares cada cinco años), al gabinete, convoca y disuelve el Parlamento, da su consentimiento a las leyes debatidas en el Parlamento y da el discurso de apertura del periodo legislativo.

Asimismo, mantiene reuniones regulares con el Primer Ministro y el Gabinete, preside el Privy Council, se reúne con los embajadores del reino y nombra jueces, ministros y otros funcionarios de alta jerarquía.

Rey Charles III y Rishi Sunak, primer Ministro Británico
Hablar de la familia real británica es hablar de toda una institución que se remonta a más de mil doscientos años de antigüedad. De hecho, la monarquía británica es la única en Europa que ha logrado reinar ininterrumpidamente desde el siglo VII hasta ahora. Por ello es importante mencionar brevemente el rol de las otras monarquías y casas reinantes en Europa.

Cabe anotar que todo lo antedicho se da dentro del contexto de una monarquía constitucional. Es decir, es un rol meramente protocolar, pues el Primer Ministro y su gabinete igual asumirían sus cargos una vez ganadas las elecciones, con o sin la presencia del monarca. De hecho, las reglas de la sucesión monárquica (el derecho al trono) y el financiamiento de la monarquía son reguladas por el Parlamento.

Al momento los miembros de la familia real que trabajan para el reino son once: siete a tiempo completo y cuatro a medio tiempo, de los cuales sólo cuatro tienen menos de 60 años. Esto significaría que la monarquía iría reduciéndose en el corto plazo, lo que a su vez implicaría una menor participación en el Reino Unido y los territorios británicos de ultramar.

Por otro lado, el rey es también el jefe de estado del Commonwealth (Comunidad Británica de Naciones), una asociación voluntaria de 54 países, entre los que se encuentran Australia, Canadá, Jamaica, y Nueva Zelanda.

La opinión internacional

En el plano internacional, la monarquía británica cada vez más es percibida como una reliquia que deberá modernizarse para sobrevivir y ser relevante.

En lo concerniente al monarca mismo, Charles III es visto como un apasionado de la ecología y temas sociales en los cuales se ha involucrado desde sus días como Príncipe de Gales. Su rol en la cumbre COP26 en Glasgow en el 2021 sirvió para cementar su reputación en el tema.

A nivel del Commonwealth, varias naciones del Caribe vienen gradualmente distanciándose de la monarquía y Jamaica, una de las más grandes islas del Caribe británico, ha señalado su intención de cortar lazos con la monarquía, tal como ya lo ha hecho Barbados.

Por su parte Australia anunció que colocará en sus billetes un diseño indígena en vez de la imagen del rey Charles III, mientras el republicanismo va en aumento.

La monarquía británica tiene una existencia de más de mil años al centro del tejido social, político y económico del reino. En la actualidad el monarca tiene más bien funciones protocolares, rodeado de tradiciones que se han ido construyendo a lo largo de los siglos.

En Nueva Zelanda, el flamante Primer Ministro, Chris Hipkins, señaló que espera que con el tiempo su país se convierta en una república. De otro lado, Canadá no ve con buenos ojos el tema de la monarquía, ya que según las encuestas el 60% de los entrevistados se opone a reconocer a Charles como el monarca y más aun, el 48% tiene una opinión negativa del nuevo monarca. Pese a ello, su Primer Ministro Justin Trudeau declaró que el tema de la monarquía no estaba abierto a discusión.

Chris Hipkins, primer Ministro de Nueva Zelanda
La opinión del pueblo británico

En las dos últimas décadas, la monarquía y en particular la casa real de Windsor empezó a sufrir una caída en la opinión pública.

Incidentes como las acusaciones de pedofilia contra el príncipe Andrew, hasta la renuncia del príncipe Harry y su esposa Meghan Markle a continuar trabajando con la corona, contribuyeron a un descenso en la opinión pública.

Sin embargo, gracias a una intensa campaña de relaciones públicas desde la casa real y a eventos como el Jubileo de Platino de la reina Elizabeth II y paradójicamente su propia muerte, contribuyeron a elevar la popularidad de la monarquía.

Al respecto, Guy Goodwin, jefe ejecutivo de NatCen, una empresa de sondeo, señala: “Si bien vemos una tendencia descendente en el apoyo a la monarquía, de la data obtenida se observa claramente que eventos y celebraciones nacionales importantes, como los jubileos, matrimonios y nacimientos, tienen un claro y positivo efecto en la visión de la sociedad hacia la monarquía”.

En lo relacionado al rey Charles III en particular, cabe recordar que durante su largo periodo como príncipe heredero (príncipe de Gales), se hizo popular por emitir frecuentemente sus opiniones en temas controversiales y políticos como el medio ambiente y los proyectos de construcción en especial en Londres. Esto en contraste con la imagen discreta y neutral de su madre la reina Elizabeth II. De allí que había mucha expectativa si al ascender al trono, Charles seguiría emitiendo sus opiniones personales.

Ciertamente desde su ascenso al trono el nuevo monarca se viene desempeñando como un ejemplo de neutralidad. Sin embargo, cabe señalar, existe un movimiento antimonárquico que va cobrando fuerza.

Los escoceses, quienes nunca estuvieron satisfechos con la anexión al Reino Unido, incrementaron su descontento cuando en Inglaterra votaron mayoritariamente por salirse de la Unión Europea , ya que con ello tácitamente Escocia también salía de la UE, pese a que allí votaron por quedarse (remainers). Para muchos en Escocia, abogar por una república es una cuestión de justicia, igualdad y democracia.

De otro lado, existe desde hace ya muchos años el movimiento republicano el cual viene a lo largo y a lo ancho haciendo campaña para convertir al Reino Unido en una república.

Cuando Elizabeth II ascendió al trono en 1952, el Reino Unido era un imperio con colonias en gran parte de África, el Caribe y el Medio Oriente y la población británica era mayoritariamente blanca, no existía la Unión Europea, no había un flujo de migrantes no europeos, no cristianos y sobre todo, se atesoraba el recuerdo y gratitud por los monarcas el rey George VI y la reina madre Elizabeth. Estos ante el pedido del Parlamento de mudarse a Canadá para estar a salvo del bombardeo en Londres, declinaron con la celebre frase de la reina madre: “Las princesas no se pueden ir sin mí; yo no me puedo ir sin el rey y el rey no se marchará jamás”.

Por el contrario, a Charles III le tocó heredar un reino desmembrado, sin colonias, una población con un altísimo número de inmigrantes (convertidos en ciudadanos británicos) de todos los rincones del planeta y una situación mundial geopolítica que cada vez busca más la igualdad, la inclusión social y la rendición de cuentas en las actividades de la monarquía a costa del erario nacional.

Tema aparte también merecen las crecientes acusaciones del rol que la monarquía jugó en la colonización y el comercio de esclavos trasatlántico.

Al respecto, algunos países del Caribe vienen cortando lazos con la institución y exigiendo una reparación civil. Estos movimientos conocidos en la jerga del inglés como “woke” son cada vez más audibles pues cuentan en sus filas con gente joven, capacitada en diferentes áreas y una visión internacional.

De allí que Charles III, quien ascendió al trono con más de 74 años, no sea el monarca más popular en ese grupo etario.

Según encuestas realizadas, solo el 36% de británicos menores a 24 años se declara a favor de la monarquía, en comparación con el 79% de apoyo entre los mayores a 65 años.

Naturalmente, también está el tema de la infidelidad a su esposa, la fallecida princesa Diana, precisamente con la actual reina su consorte Camila. Existe mucha gente aún que mira con desagrado el adulterio de Charles y el escándalo que siguió después.

Para muchas familias de clase media trabajadora y gente joven de menos de 40 años, el rey y la monarquía no están en contacto con la realidad del país, ni de los tiempos.

Camilla Parker Bowles, Reina Consorte

Los simpatizantes de la monarquía sostienen que ésta provee un sentido de identidad nacional y estabilidad, uniendo no solo al Reino Unido, sino también a las naciones del Commonwealth.

Otro argumento a su favor es el innegable efecto de la marca Windsor como atracción turística y de negocios.

Los opositores por su parte afirman que la mera existencia de la monarquía perpetua las desigualdades y el elitismo.

Por el contrario, a Charles III le tocó heredar un reino desmembrado, sin colonias, una población con un altísimo número de inmigrantes (convertidos en ciudadanos británicos) de todos los rincones del planeta y una situación mundial geopolítica que cada vez busca más la igualdad, la inclusión social y la rendición de cuentas en las actividades de la monarquía a costa del erario nacional.
El día de la coronación

La ceremonia de coronación televisada en más de veinte naciones y vista en vivo por más de medio millón de personas de todo el mundo, quienes se volcaron a las calles de Londres para ver pasar la procesión del flamante rey Charles III y su esposa la reina Camila, fue sin lugar a dudas de suma importancia para el pueblo británico, quien no veía una coronación desde hace más de 70 años.

En efecto, muchas generaciones de británicos nacieron, crecieron y murieron bajo el gobierno de una sola reina: Elizabeth II. De allí la transcendental importancia de la coronación de Charles III para la monarquía, ya que muchos cambios históricos, políticos y culturales se dieron desde la última coronación.

De otro lado, por primera vez en la historia de una coronación, los protestantes se hicieron presentes en el mismísimo desfile del rey y su comitiva real.

Bajo el slogan amarillo de “Not my King”, los opositores marcharon por las calles de Londres y se reunieron en la plaza Trafalgar, a pocos pasos del Mall por donde pasaría el rey y su corte en procesión.

Los manifestantes contaban con la debida autorización policial del derecho a la protesta, aunque no eran muchos. Pese a ello, de manera inexplicable ocho de sus líderes fueron detenidos bajo diferentes y pueriles argumentos, justo minutos antes de que pasara el rey para ser coronado en la catedral de Westminster. Los ocho arrestados fueron luego liberados sin ningún cargo y con las disculpas del caso por parte de la policía de Londres metropolitano. Para la mayoría esto fue una clara maniobra para evitar que el rey y las cámaras mundiales captaran la protesta.

Si la intención de las autoridades fue barrer bajo la alfombra el descontento y evitar una humillación al flamante rey, lograron precisamente el efecto contrario, pues la prensa mundial empezó a reportar casi inmediatamente el incidente.

La policía tenía órdenes de ejercer mano dura bajo las recientemente estrenadas facultades otorgadas y promulgadas en el mes de mayo apenas unas semanas antes de la coronación.

En un operativo sin precedentes, se hizo uso del face recognition en todos los puntos por donde pasaría la carroza real y su comitiva. Ello con el propósito de detectar la presencia de conocidos criminales, terroristas y hasta antimonárquicos y evitar un posible disturbio social.

La presencia policial y la alta seguridad del evento se hicieron notar en las calles de Londres, quienes no dudaron en detener y arrestar a diestra y siniestra a todo sospechoso de conspirar en actos antisociales, o de causar disturbios.

Es así que entre los arrestos la noche anterior a la coronación, figuraban tres voluntarios del céntrico distrito capitalino de Westminster por encontrarse transitando a altas horas de la madrugado con silbatos en su poder.

Posteriormente se esclareció que estos silbatos (anti violación) eran entregados por los voluntarios a las mujeres que salen de los bares y centros nocturnos del lugar a esas horas, a fin de sonar la alarma si fueran atacadas sexualmente.

Esto naturalmente originó no sólo la preocupación de la Municipalidad de Westminster, sino que también atrajo la atención pública al revelarse que la policía venia actuando prepotentemente y concentrando sus recursos en combatir cualquier amago de protesta, claramente por un mandato superior.

El rey y sus puntos débiles

El reinado de Charles III comenzó en medio de vientos contrarios a la monarquía en el plano internacional, particularmente entre naciones históricamente vinculadas a ella, como el caso de las islas del Caribe, Canadá y Australia.

En el plano local, existe un creciente movimiento republicano que va cobrando fuerza ante los desaciertos y escándalos de la familia real como el ya señalado Megxit y el caso de pedofilia que rodea al hermano menor del rey, el príncipe Andrew.

La imagen mellada a nivel internacional y local del rey a raíz de su sonado adulterio con la actual reina Camila, sigue aún generando el repudio en algunos sectores.

No menos importante es el hecho de que la población más joven del Reino Unido no se encuentra identificada con el actual monarca como consistentemente señalan las encuestas. Ello debido a la brecha intergeneracional, pero también a la cultural y social. La juventud británica simplemente no se encuentra identificada con el nuevo monarca y su consorte.

Al rey le toca dar la cara ante los reclamos del pasado colonial histórico de Inglaterra y mantener relaciones armoniosas con los estados que buscan romper lazos con la corona y muy en particular enganchar a la población británica más joven de quienes finalmente dependerá el futuro de la monarquía en el mediano plazo.

Familia Real Británica

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