Letrina 13

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Editorial ¡Saludos, lector de Letrina! Nos encontramos de nuevo en esta edición, en este verano de locura. Nuestro estado cuna, Michoacán, sigue cubierto bajo el manto de la psicosis colectiva, al igual que en muchas otras partes del mundo. La sombra de la Guerra Fría amenaza con llevar de nuevo a nuestro orbe hacia la concepción maniquea del enfrentamiento entre Occidente y Oriente. Mares de sangre han corrido en el afán - ¿Nuestro?, ¿de ellos?, ¿de todos nosotros?- de asegurar la existencia del peor enemigo de la humanidad: la humanidad misma. Aquí dejamos un testimonio más de cómo es que la humanidad lleva y concibe su existencia en estos momentos. Así que en lo que son peras o son guayabas, nosotros ya estamos preparando nuestros refugios antibombas.

Director general: Alberto Rivera Mena Editora de Secc. Lingüística: María Guadalupe Gutiérrez Arroyo Editora Secc. Comunicaciones y Fotografía: Itzi Paulina Medina Jiménez Editores Secc. Creación Literaria: Alberto Rivera Mena Corrección de Estilo: Todos Diseño: Marco Antonio Martínez Canales

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Índice Páginas Artículos Creación Literaria Artes Visuales

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Eric Fritz

Colaboran en este número:

Alejandra Gabriela Durán Escamilla Román Villalobos Gabriela Mier Martínez Heladio Colín Medina Mario Alberto Rincón Rodríguez Luis Antonio Durán Álvarez María Guadalupe Gutiérrez Arroyo Enrique Martin Lara Mariana Solís Ávila Alibut Sarabia Leo Monroy

Todos los contenidos de Letrina son responsabilidad de sus respectivos autores, y no necesariamente reflejan la opinión de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo de Letrina: 04 - 2014 - 022015214400 - 203

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LA LENGUA DE LA PEQUEÑA TLAXCALA Por: Alejandra Gabriela Durán Escamilla, de Puebla, México.

Una lengua no vive si no es en la boca de sus hablantes y en el uso para todos los aspectos de la vida humana. (INALI, 2010). Como todas las lenguas del mundo, las lenguas nativas de México son el instrumento de las culturas: cada lengua es un sistema particular de representación del mundo y su relación con la naturaleza, con su entorno. Los grupos indígenas de México, al igual que muchos de Indoamérica, son descendientes de las extraordinarias civilizaciones prehispánicas, herederos de una vasta cultura ancestral que se truncó con el desembarco de los europeos en este continente. La lengua es el espíritu de los pueblos, su adquisición se lleva a cabo en el seno de una familia y de una sociedad determinada, generando vínculos afectivos y de solidaridad. Las lenguas indígenas son medios tan aptos como el español para cubrir las necesidades expresivas de los hablantes. Reconocer su existencia, su enriquecimiento, su realidad, hace mantener la pluralidad de nuestra sociedad, de nuestra idiosincrasia. El mundo globalizado y moderno de hoy en día en el que nos encontramos inmersos, ha descuidado el desarrollo, preservación y difusión de las lenguas nativas de las minorías, preponderando la enseñanza del idioma español e incluso de las lenguas extranjeras, dejando a un lado la nativa de sus educandos, que es la que constituye nuestras raíces. Este es el caso de los habitantes de San Bernardino Tlaxcalancingo, también conocido por su origen nahua como “la pequeña Tlaxcala”. La población de éste lugar, perteneciente al municipio de San Andrés Cholula, en vista del mundo ajetreado al que se ha tenido que adaptar de manera involuntaria, ha provocado el abandono de su lengua nativa, el náhuatl.

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Las exigencias sociales, económicas y laborales que demanda la modernidad y la urbanización de este tiempo, han afectado notablemente la preservación de las manifestaciones lingüísticas autóctonas en sus hablantes, pues éstos, al tener la necesidad de conseguir un empleo para poder mantener a su familia, se ven obligados a emigrar a las ciudades para conseguirlo, por lo que deben aprender a hablar el español para poder relacionarse con las personas de la urbe, que son las que les dan mayor oportunidad de trabajo. Otra de las causas de la desvalorización y pérdida de la lengua nativa de San Bernardino Tlaxcalancingo, el náhuatl, ha sido la educación con enfoque equívoco que se ha difundido en los habitantes de éste lugar desde hace aproximadamente cincuenta años, pues la enseñanza dada hasta hoy siempre ha sido impartida en español, imponiendo a los nativos como requisito para aprender, el manejar únicamente éste idioma olvidándose completamente del de su origen. Aquí podemos ver claramente cómo ha existido desde hace mucho poco interés por salvaguardar la existencia de las lenguas nativas y la brillante ausencia gubernamental en la atención de este problema. Cada día la situación se intensifica, pues por ésta influencia perjudicial de la educación en el ámbito de la valoración de la lengua madre, los jóvenes de San Bernardino Tlaxcalancingo ya no quieren hablar el náhuatl, sienten vergüenza de hacerlo y no le ven ninguna importancia, su atención está atraída hacia la modernidad y lo extranjero; ya no les importa su cultura ni mucho menos su historia. Para otros les es motivo de terror hablar su lengua nativa en los lugares urbanos en que laboran, pues han sido víctimas de discriminación, violencia y falta de oportunidades. Un dato muy curioso, que también es motivo importante de la pérdida de éste acervo cultural en San Bernardino Tlaxcalancingo, es la falta de transmisión oral de los ahora padres a sus hijos, pues al haber recibido ellos una educación en el idioma español y saber que sus hijos también la recibirán en algún momento, descartan completamente la idea de enseñar la lengua que los recién nacidos están destinados a aprender

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por herencia cultural. Algunos abuelos que corren con suerte de poder aún decidir y participar de las familias modernas de hoy en día, enseñan una que otra palabra al nieto en la lengua nativa. Un factor que influye en ésta reducida transmisión oral es que la mayoría de los náhuatl-parlantes que quedan en San Bernardino Tlaxcalancingo, cuya mayoría son gente de la tercera edad, desconoce cómo se escribe su lengua nativa, y al carecer de textos y libros de los cuales puedan aprender, ésta herencia lingüística tiene mayor tendencia a desaparecer. Más triste todavía es que la población joven que entiende el náhuatl no lo sabe reproducir, sólo lo escucha y lo asimila, pero no puede repetirlo. Como podemos ver, es necesario impulsar y exigir la valoración y preservación de la lengua náhuatl en San Bernardino Tlaxcalancingo, Puebla. Desgraciadamente es un pueblo que día a día pone bajo mayor amenaza la herencia lingüística que guarda la minoría de sus habitantes, por ello debemos tomar parte en la solución de esta grave problemática que pone en peligro nuestra cultura y nuestras raíces. Por estas razones, es necesario emprender soluciones viables y eficaces a este grave problema. Se realizará la organización de equipos de trabajo que ejecuten actividades artísticas y culturales que promuevan la conciencia, aceptación, respeto y orgullo por la lengua náhuatl de nuestro estado. A través de esta difusión, más gente se interesará en la causa y apoyará el proyecto, por lo que poco a poco esta exigencia y preocupación por nuestro legado cultural podrá finalmente verse beneficiado por autoridades gubernamentales e institucionales que nos permitan desarrollar el proyecto en más lugares del país. Actuemos en beneficio de los nuestros, salvemos las lenguas nativas, hagamos conciencia de que ésto no sólo sucede en San Bernardino Tlaxcalancingo, sino en todos los pueblos del país donde la población se ve obligada a renunciar a su lengua y a sus costumbres con tal de encajar y sobrevivir en este nuevo mundo tan globalizado donde se pretende que todo sea modernidad sin importar lo que cueste ni a quién le cueste.

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Referencias: Martínez, C. (1998).Lenguas indígenas. México. Panorama. Nava, R. (2009) Las lenguas nativas de Puebla. México. Trillas Olivera, M. Tlaxacalancingo México. INAH Peña, F. (2005). El náhuatl en México. México. Framong. Olvera,A. (1971).Los Barrios de San Andrés Cholula. México. INAH Entrevista al señor Policarpo Itzcóatl Cóatl, habitante de San Bernardino Tlaxcalancingo, Puebla el 10 de abril de 2014.

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CUATRO HORAS ALREDEDOR DE LA CIUDAD “Pero yo sé: detrás de mi cuerpo otro cuerpo se agazapa, y alrededor de mí muchas respiraciones cruzan furtivamente como los animales nocturnos en la selva.” Rosario Castellanos

Cuatro horas alrededor de la ciudad. Descubrimos que, más que expandirse, la urbe se consume a sí misma. Hay límites evidentes entre lo que la ciudad es y lo que ya no le pertenece. Pero fuera de ella nos sentimos desorientados. Fuera de ella todo es demasiado transparente. Bajamos del auto. Es un sendero de tierra muy fina y cuerpos de agua. Nos rodean unas pocas casas y letreros y señales. Empiezan a caer gotas del cielo, como un aviso apenas, y un hombre nos mira sin mucha confianza. No le quedan dientes en la boca. Se lo contamos todo. Aquí, nos dice, la única casa verde está por ese rumbo de allá. ¿Allá, por esos árboles? El sendero se estrechaba. Con las nubes, el verde de la arboleda se vuelve opaco. Le ofrecemos dinero para que nos diga dónde exactamente, pero da media vuelta. Riendo, nos cierra la puerta de su casa. No era necesario, digo. Jorge opina diferente. No sabemos la ruta, dice, y se remueve el cabello. Lo comprendo. Cuando uno huye,

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resulta agradable que al menos una responsabilidad no descanse en las propias decisiones. Jorge no quería decidir otra vez, no quería perderse. Pero ya no es posible. Caminamos la vereda. En la mochila guardo algunos documentos. Uno de ellos comprueba que la casa verde le pertenece a Alicia. Jorge se había casado con ella muy temprano en las vidas de ambos. Y ella le dio todo. Hay un episodio, el final, que yo no conozco a ciencia cierta. Lo único que sé es que ahora no están juntos y que él busca algunas pistas con cierta inquietud. Llueve en forma. Imagino que en el cielo un animal enorme se fragmenta, se derrite, cae y toma cuerpo en agujeros de la tierra. El auto no habría podido pasar. Nos rodea el verde, siempre el verde y cada vez más grande. Perdemos las casas de vista. Se oscurece todo. Mira, dice Jorge. Apenas lo puedo escuchar por la lluvia. Mi ropa se ha vuelto oscura y parece que babea. Mira, ¿puedes ver la casa? La veo, puedo verla. Es verde y está rodeada por árboles que parecen extranjeros. Quisiera explorarla primero yo solo, dice Jorge. ¿Quieres los papeles?, le pregunto. ¿Para qué? Lo veo parpadear. Le extiendo las hojas de papel. Trozos blancos flotan ahora en un charco aledaño. Me pide que explore. A nuestra izquierda, un camino se interna entre los pastizales. Jorge va hacia la casa. Cuando camina, parece agacharse lentamente, como si lo llamara el suelo. Creo ver, entre las líneas de la lluvia y el pasto, cuerpos alargados que se arrastran en el lodo. Culebras que podrían devorarme. Fantasmas que llevan prisa y retuercen sus escamas. Se meten a los charcos, salen, describen eses en la tierra. Y yo las sigo. ¿O ellas me rodean? Me están guiando lejos de la casa. Un vidrio se rompe detrás de mí. El estrépito se disuelve con el agua. Después de algunos virajes y rodeos, me siento incapaz de volver a la casa. Ahora la lluvia pierde los estribos. Miro al frente. Entre el ruido

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y el suelo puedo distinguir un cuerpo tendido en la vía. Jorge me grita, sé que está en alguna parte alrededor mío. Grita mi nombre. Yo me acerco al cuerpo. Está desnuda, se hunde lentamente en el agua. Una serpiente me confronta antes de salir y perderse entre la vegetación. Como puede, Alicia me pregunta si ya es parte del mundo natural. ¿Ya soy parte de esto?, me pregunta. Acaricio su pelo, pero el agua es abundante entre nosotros. Aún recuerdo que, cuando la conocí, quería llevar a Jorge a todos los festivales y todos los cocteles. Quería hacer de él un hombre de mundo, un sujeto popular. Y en esa cena, en la primera cena, ella usó una bufanda de color cobrizo. Jugaba con ella, le daba infinidad de vueltas alrededor del cuello; afuera del restaurante, en la acera de una entre tantas avenidas, actuaba sus papeles. Mucho gusto, me dijo aquella vez. Y ahora quiere saber si ha podido escapar a tiempo. ¿Soy parte del paisaje?, ¿dónde está él? Le digo que sí, que la he visto desde lejos, y su sonrisa se hunde en el fango. Jorge sigue llamándome. Me tiendo junto a ella. A nuestros lados pasan las serpientes y recuerdo que subimos al auto de Jorge; antes de arrancar ella le dio un beso en la frente y, arreglándose el pelo, me dijo que esa corbata me iba bien. Después cerró los ojos, como ahora.

Román Villalobos

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Eric Fritz

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DANZAN MIS PIES Deambulo por lugares ocultos, donde está el recuerdo de lo que jamás vi. Los habito entre cielos y sudores, en la negrura de sus fachadas, sus pueblos, que al nombrarlos nacen sobre el polvo solitario del alba. Camino. Me escondo en sombras con nombres de mujeres, de hombres; de locos y cuerdos y vivos y muertos. Lugares encubiertos con la risa del desquiciado, que más que reír se mofa del infortunio del sabio. Burla de dientes afilados que se hincan en el raciocinio y lo hacen desvariar y lo enloquecen por la posibilidad de enloquecer. Ando por raíles que anochecen en flores de montaña, en raíces y troncos bajo cielo terriblemente sibilino. En campos de trigo y sol. Pieles que anduve. Pieles que tiemblo de frialdad y calor; pieles destrozadas. De terror, de dolor. Lloro con las cuencas roídas de la guerra y me cubro con los pedazos del infortunio del leproso, con la piel del desollado, del que mira morir y después muere. Del que suplica; del candor que invade al que nace. Habito pozos enmohecidos. Me quedo en ellos, una hora… dos, o días, o meses, o años, envuelta en la soledad del polvillo que les nace, invisible de oscuridad. Polvo ciego y no mudo. Que besa mis labios secos con su aliento húmedo de barro; y los suaviza y enrojece. Sigo por canales de agua y cristal, de piedras rasas, sumergidas, que vieron pasar las huellas del que cayó abatido. Manchando de púrpura la transparencia, turbando de remolinos la placidez de sus guijarros hundidos y negros. Danzan mis pies sobre caracoles diminutos que se retuercen de frío y placer, que trepan sobre muslos y senos, hilvanando penas. Miro los ojos del que aprendió a mirar. Ojos taciturnos,


confundidos. Ojos sellados de agobio. De dicha que nace en llanto y humedece el mar sediento, vivo. Vago en la pureza que nace en las manos de May Kashara… en la furia triste del río imparable de Faulkner… en Macondo, o las Santas Marías de Onetti… en las lágrimas de Girondo… en la demencia de Agustina… en el amor abierto y despojado de Márai… en la plácida lujuria de Kundera… en la vejez de Iris y su nostalgia por Avilion… en el desamparo de la Maga, el dolor de la Maga, en toda la Maga y todo Cortázar… en el tortuoso, grandioso insomnio de Pessoa.

Gabriela Mier Martínez

Eric Fritz

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FUGACIDAD DE LA VIDA Un escritor es su interior y su entorno. Es el adentro y el afuera. De esta conciencia se dirige el carácter problemático de su escritura. Óscar Collazos Marcos, por favor ponme atención. La historia comienza así: Se llamaba Pedro. Era encantador y poseía una belleza indiscutible. A veces se aprovechaba de eso para enamorar a todos. Cuando llegaban al departamento los miraba y trataba de seducirlos lentamente. No había uno que se le escapara. Así debió haberle sucedido con Álex, era tan diminuto y delicado, que el simple hecho de tocarlo producía un sentimiento de culpa, pero Pedro estaba condenado a no tocarlo jamás. Se conformaba con ver cómo todas las mañanas el sol metía sus rayos por la ventana y tocaba la piel de Álex. Ora iba lentamente a la derecha, ora a la izquierda -¡Maldita sea mi suerte! –Dijo Pedro, si tan sólo el dueño de este departamento me permitiera realizar este sueño, si tan sólo me apoyara y me ayudara a brincar esta barrera. Esa noche Pedro se quedó dormido pensando en la imposibilidad de un amor. Por la mañana ahí estaba otra vez Álex en la ventana. Como siempre Pedro tenía que conformarse con mirarlo. Se volvía loco con tan sólo imaginarse flotando con Álex al ritmo del viento que se filtra por la ventana, ¡qué ganas de darle un beso!, ¡qué ganas de correr tras él! Alcanzarlo…Decirle…Qué ironía. En ese momento entró el dueño del departamento y se dispuso a interrogar a su gran amigo Pedro, -¿Cómo estás? Mira, primero que nada quiero pedirles una disculpa, la verdad estos días he estado muy ocupado, ya saben…El trabajo…La vida en la ciudad…Bueno no importa, lo que quiero decirles es que los dejaré de nuevo solos, prometo que sólo serán tres días, en serio, ¿me prometen que se portarán bien?, sobre todo tú Pedro, porque aunque yo no he estado en el departamento, les dejo todo, no les hace falta nada, y últimamente me he

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venido enterando…. Saben que no permito la entrada de mujeres porque... Pedro, tú deberías sentirte afortunado porque has estado aquí durante tres meses, y tú Álex, me conformo con que no des entrada para cosas de las que puedas arrepentirte. Dejaré la cortina abierta. Nos vemos entres días. El dueño del departamento se marchó, no sin antes meterle llave a la puerta. Quería evitar que alguna persona descubriera a sus amigos y se aprovechara de la situación. Tan sólo con imaginar tal cosa sentía que lo invadía la tristeza: otra vez solo. No, eso jamás. Bastante le había costado superar tal situación. La puerta permaneció cerrada durante tres días. Todo era silencio. La comunicación sólo podía darse por gestualidad. Era imposible que ellos hablaran, por una parte no podían hacerlo, y por la otra Juan se lo había prohibido. Tres días, definitivamente Pedro tenía que aprovecharlos al máximo para ganarse la amistad de Álex, pero, ¿cómo? No podía acercarse. Siempre estaba presente esa barrera. El día martes tenía que ser el definitivo. Una vez que amaneció Pedro comenzó a dar vueltas y más vueltas, después se detuvo y se dedicó a observar los movimientos de Álex, que en ese momento se encontraba concentrado en ver qué había más allá de la ventana. Era la primera vez que Juan la dejaba abierta todo el día, y además, por tres días. ¡Qué emoción sentía Álex!, definitivamente tenía que ser el más feliz del edificio, ¿quién sería más dichoso que él en ese momento?, aunque a veces se sentía incómodo. Le molestaba sentirse observado todo el día por aquél, ni siquiera sabía cómo se llamaba, pero la verdad no le importaba, es más ni siquiera le dirigía la mirada. Lo evitaba a toda costa ¡Qué insoportable se había vuelto esa situación! Los desprecios de Álex provocaban en Pedro una sensación extraña, ¿cómo podía ser posible que con un físico como el suyo él no pudiera sentirse atraído?, ¿qué pasaba por la mente de Álex?, ¿acaso habría otro? Esa mañana de los ojos de Pedro brotaba un brillo especial que no podía penetrar en los ojos de Álex. Pedro jamás había invertido tanto tiempo en tratar de comprender al otro. Siempre habían caído a la primera. Pero esta situación lo había convencido de una cosa, tenía que conquistarlo y sólo existía una forma: brincar esa barrera. Necesitaba la

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ayuda de Juan. A partir de esa noche Pedro no intentaría nada. Esperaría hasta el día miércoles y buscaría la forma de comunicarle a Juan tal cosa. Juan creció solo. Cuando era niño lo abandonó su madre y su padre murió al poco tiempo. Tuvo que ingeniárselas para salir adelante. La verdad es que pasó muchas dificultades, por eso ahora, ya con 28 años, decía que no quería a las mujeres, pero la verdad es que a veces, sin que nadie lo supiera, las llevaba a su departamento…en fin, los detalles sobran ¿verdad?, por otra parte, su soledad lo hacía inventar historias. Ese día Juan, un poco tarde, se dirigió a la ventana y saludó a sus amigos –lo prometido es deuda –afirmó- aquí estoy tal como lo dije. Notó que Pedro estaba extraño –a ti te pasa algo ¿no es cierto? Después fue al otro lado de la ventana y habló con Álex -¿por qué le das la espalda a Pedro? Pareciera que te es indiferente su presencia, -y pensar que lo tuve que separar de Martha para que te hiciera compañía –le dijo Álex-. Juan se moría de hambre, iría a prepararse algo, pero antes tenía que hacer una llamada. Mientras tanto Pedro no dejaba de soñar. Algún día rompería esa barrera de cristal que le impedía tocarlo, verlo y al mismo tiempo amarlo, ¿amarlo? Pero si él ya lo amaba, se había enamorado sin darse cuenta y ahora no anhelaba otra cosa que dar vueltas con él. Deseaba ir a toda prisa y que él fuese tras él, como dos pequeños que corren al grito de la inocencia sin saber que un día terminará todo. Pedro tenía una idea, brincaría muy fuerte para que Juan se acercara, después brincaría todavía más fuerte con dirección hacia Álex, Juan entendería todo y lo cambiaría de lugar. De repente sonó el timbre, por descuido Juan había dejado abierta la puerta. Entró ella, Martita era una mujer diferente a las otras. Conocía perfectamente la vida de Juan. Martita vio dos peceras en la ventana. Cada una contenía una mojarra. Siempre se había preguntado sobre la manía de Juan por tener peces que lo acompañaran en su soledad. Uno de ellos brincaba y salía de la pecera, en uno de esos saltos cayó al suelo. En ese momento a Martita se le ocurrió cambiar para siempre la vida de Juan. Nunca más tendría animales como compañía, ahora ella ocuparía ese lugar, siempre lo había querido. Martita le daría una sorpresa. Le prepararía algo espectacular para comer. Así que tomó la mojarra que había caído al suelo, después tomó la

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otra y se dispuso a preparar dos deliciosas mojarras fritas. -Muy bien la historia, mi amor, pero de dónde la sacaste –dijo Marcos-. No le hizo caso y le dio un beso en la mejilla. Después le dijo –la historia la inventé yo, ¿es muy romántica no? Algo semejante nos sucede a nosotros. Seguramente podría ayudarle Alejandro, el hombre alto, güero y de pelo rubio que se levantaba todas las mañanas, se estiraba y después se disponía a prepararse un café. Lo bebía lentamente y antes de terminarlo se deleitaba con el aroma, realmente se volvía loco. Lo mismo sucedía con Pedro, sólo que él, ¿pero el hombre de las pompas fúnebres lo ayudaría? No, seguramente no lo haría, y a pesar de que sabía que Pedro estaba enamorado de Álex, estaba dispuesto a permitir que Pedro estuviera con su amado, pero no por siempre. Alejandro no creía en el amor y no estaba dispuesto a dejar que eso continuara, así que decidió brindar un minuto de felicidad, pero sólo eso, un minuto, ¿cuándo lo haría? Seguramente mañana. Pedro se dio cuenta de que Alejando lo ayudaría a brincar esa barrera que lo llevaría con su amado, estaba tan emocionado que esa noche no durmió tan sólo de pensarlo. Por la mañana Álex se levantó, se estiró, después se preparó un café, continuó embriagándose con el aroma y después se dirigió a las peceras que tenía cerca de la ventana, el agua se dejaba seducir por el aire, corría de un lado a otro. Alejandro tomó a Pedro por la cola y lo colocó junto con Álex, permitió que se amaran unos instantes. Después se dispuso a desayunar dos mojarras fritas.

Heladio Colín Medina

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GUERRILLERO Cargando sus fusiles y llevando a los heridos por aquella Sierra, él ve a su alrededor muerte y destrucción, pero hay un sendero de libertad, amor y hermandad, éste sendero le hizo recordar el verdadero significado de un guerrillero, de libertad, de Latinoamérica; pasaron los días, se encontraban atrapados en aquella Sierra, caminó hacia el Comandante en Jefe y le pregunto algo muy peculiar- ¿Por qué hemos olvidado el amor al prójimo?-, el Comandante le respondió con palabras alentadoras y con firmeza- No, amigo mío, el amor sigue siempre fresco como las flores en la mañana, ve a tu alrededor, cada día llegan más campesinos a combatir por sus hijos, su familia, su casa, sus tierras; ellos son conscientes de que algún día el imperialismo caerá y Latinoamérica será libre por fin.

Mario Alberto Rincón Rodríguez

Eric Fritz

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MELÓN Sí. Ella me gusta y yo le gusto. ¿Cuándo la veré? mmm… pronto, no puede ser antes. ¡Es imposible! ¿Sí cerré el agua? Sí, ¿apagué la tele? No. Listo. Venga, venga. Suave, suave, suavecito. Sin prisa, hoy no tengo tantas cosas por hacer, sólo clases, trabajos, escritos, ver, reírme de videos. ¡Jaja! ¡Gatos! La perdición total. Siempre lo he dicho, internet es el dueño de mis noches en vela. ¿Qué haría sin él? Supongo que lo mismo que hacía antes: ver tele todo el día, o jugar videojuegos, o salir a la calle, aunque sólo fuera por 2 horas… o menos. Algo es algo.

Venga, casi termino.

¿Qué pasará en el próximo episodio? Y si, y si, y si… nah... La emoción me come, ¡ya casi termino todo! Ya casi, ya casi, ya casi… ¡YA CASI TERMINO TODO! ¿y después? Creo que nunca pensé llegar tan lejos. El futuro es borroso, como lo que vi en esa serie: el futuro es un rompecabezas, en el que podemos ver algunas piezas, pero no su orden. Eso se forma con el tiempo. Ojalá supiera lo que va a pasar en 3 años… mejor no, porque luego me puedo confiar y eso es peor que el miedo a la incertidumbre. Sí, mejor no. Pasará lo que tenga que pasar. No lo digo de manera pasiva, es decir, debo actuar de forma consciente y bien meditada para esperar lo mejor o lo que tenga qué pasar ¿no? Ojalá ella me hable, sí, yo ya di un paso, ¿no? ¿O no fue suficiente? Y si, y si, y si… ¡CÁLMATE! ¿Qué te dijeron en esa clase en la secu? El “y si” es la fuente de la angustia, ¿cómo se soluciona? Piensa: ¿Qué es lo peor que podría pasar? Pues que ya nunca le hable o me hable. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Que ya nunca la vuelva a ver. ¿Y luego? ¿En algún momento vas a llegar a la muerte por esa decisión? Supongo que no. ¡Entonces no te angusties! Si no quieres que pase eso, mejor haz algo más… Tienes razón, le hablaré pronto, porque antes no se puede. ¡Agh! Tú y tus juegos de palabras. Es que el lenguaje es el mejor juguete de todos: le das el significado que más se te antoja, para que entre y se acomode de

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la mejor manera. ¡Ves! ¡Divertido! ¡Listo!

Va la otra mitad.

Ya tengo práctica, antes tardaba mucho. La habilidad hace al maestro. Bueno, en otros casos es mejor durar más tiempo, If you know what I mean. Por cierto, ¿qué será de ellas? Ojalá les vaya bien. No le guardo rencor a nadie, bueno, odio a una persona, pero no vale la pena mi tiempo. La terapia ayudó. Creo que al final, sí valió la pena lo que invirtió mi papá en mí. Antes estaba loco, pero ahora soy consciente de mi locura y vivimos tranquilamente el uno con el otro. Vamos a ir a jugar tenis el domingo en la mañana… ok, no tanto así, pero sí compartimos una cerveza de vez en cuando. Aunque siempre me hace malas jugadas, me gusta pensar que las hace con buena intención. No sé cuál, pero es buena. Ah, mi locura… Ya mero, ya mero. ¿Sí me bañé? Sí, huelo a limpio. Me falta el café de la mañana, quizá por eso sigo somnoliento y pienso como en un sueño. ¡Mira! El azulejo es azul… ah no… es verde… espera. ¿Sigo borracho? nah… ni tomé. Creo que son mis ojos. ¡sí, eso es! ¿Por qué no me pongo mis lentes sí me veo como un intelectual sexy? Creo que por eso mismo. ¿Hoy voy a ver a alguien? mmm… procesando… ¡Cierto! Ya había quedado con…

–¡MIERDA! ¡Puta madre!

¡Ya me corté! Debería dejar de pensar tantas mamadas cuando estoy cortando melón.

Luis Antonio Durán Álvarez 21 de marzo de 2014

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CREDO Creo en ti, amor verdadero y todopoderoso que eres y que eras y que serás más allá de la muerte. Creo en ti en sustancia, forma y colores. Creo en tu agonía y tu resurrección. Creo en ti, amor siempre virgen de la traición. Creo en ti, amor creador, señor de los sueños y las promesas. Creo en ti, creo en ti aunque me lleven los diablos y los horrores. Aunque me lleven mis mares de llanto por seguirte. Creo en ti aunque a mi corazón le cuelguen en las cruces miles de patanes ciegos y vanidosas incrédulas. Creo en ti aunque me rechacen por buscarte. Creo en ti, señor de los consuelos, aun si me apedrean las soledades sordas. Creo en ti porque vives en mis alientos, en mis latidos, en el fluir de mi sangre. Creo en ti porque en mí has vivido cuando he volteado mis ojos a alguien con la gracia de tu paz (aun si es en secreto, en lo profundo de lo secreto, en lo oscuro de mis entrañas estériles y secas de mujer a medias). Creo en ti porque te he adivinado detrás del velo de los días de verano y de las noches de lluvia o tormenta. Ruega por nosotros, los que, rabiosa, rabiosamente hubiésemos querido ser queridos. Así, así, así… así. Ruega por nosotros, a quienes nadie ama con el amor de sus sueños. Ruega por nosotros, que se nos repetía al oído (maligna, malignamente)


que el amor llegaría, y sin embargo aquí estás, y sin embargo nunca llegaste completo. Ruega por nosotros luna hipócrita. Ruega por nosotros suelo frío. Ruega por nosotros halcón de los cielos. Ruega por nosotros estrella contaminada. Ruega por nosotros mar traidor. Ruega por nosotros piedra cristalina. Ruega por nosotros constelación vagabunda. Ruega por nosotros fuego puro. Ruega por nosotros ángel indiferente. Ruega por nosotros cachorro callejero. Ruega por nosotros hierba amarga. Ruega por nosotros sagrado viento del norte. Ruega por nosotros colibrí. Ruega por nosotros arma homicida limpia de la maldad del hombre. Ruega por nosotros momento muerto. Ruega por nosotros amor mío que nunca apareciste. Creo en la oración que rezas por nosotros en el viento de los ayeres. Creo en mi cansado corazón. Confieso que hay un solo amor en la vida.

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Aquí estás Aquí estamos. Espero la resurrección de mi dulzura y a mi amor completo en el mundo futuro. Amén.

María Guadalupe Gutiérrez Arroyo

Eric Fritz

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EL DELIRIO DE UN CABALLERO (VERSOS DE UN LOCO) -Pero señor, eso en el cielo no son migas de pan eso en el cielo son estrellas para contemplar, aquella gran esfera blanca que alumbra en la noche tampoco es la luz de un gigante en su torre. Las pequeñas migajas que dice, señor, no son más que sueños que no se han cumplido por temor a fracasar y no volver a encontrar el amor, por no seguir el camino del caballero, por no seguir su resplandor y aquella blanca esfera de gran tamaño, es la vida inconclusa de algún niño, es el llanto roto de una madre que le guarda gran cariño y la ilusión de un padre que lo volverá a encontrar en su camino. -Oh si serás ignorante, Sancho, por tu forma de pensar ahora me dirás que el mar no son lágrimas que son las que bellas damas lloran entre sábanas por la pérdida de lo que ellas aman que el viento no es aliento de mi Dulcinea la cual en mi camino aún espera en el encuentro de un caballero que por ella vela y que su corazón y confianza a ciegas entrega. Me dirás que donde pisamos no tiene vida que las plantas no pueden hablar, por lo tanto no están vivas que sólo tú, yo y los animales que respiramos somos los que merecemos realmente estar en la tierra que pisamos. No, Sancho, aquellas que dices son las estrellas,

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son un millón de migas de pan, que aún guardan los sueños que quedan por realizar, que aún marcan el camino por donde andar. Y aquel que dices que es el llanto de una madre a su niño, no es más que el faro que ilumina tu camino, es aquel que te ayuda desde el cielo como un amigo para que tú nunca te des por vencido. -Pero señor, en el mar no hay más que agua que no se puede tomar en el cielo, las estrellas, ningún camino pueden guiar, el viento no es más que la brisa que nos permite respirar y la tierra que pisamos, no vive, porque ella no puede amar. -Sancho, las lágrimas no se pueden beber, porque son tan amargas por tener en ellas miles de rencores, desamoríos e ilusiones, por no saber querer. Las estrellas hablan mejor aun que los hombres, tienen en más razón las señales que tú no ves, para poder encontrar lo que guarda tu corazón. El aliento de mi dama, Sancho, es tan fuerte por el sentimiento, por la fuerza que guarda mi corazón a su encuentro, es el amor el que yo realmente por ella siento el que me deja respirar y poder seguir sin vivir temiendo. Pero en fin, Sancho, algún día entenderás la realidad algún día podrás apreciar lo que oculta la vida en verdad, mientras tanto duerme y descansa, que yo seguiré contemplando las lagrimas de la dama por las que mis noches aún paso velando.

Enrique Martin Lara 01/09/10


ERETISMO Eyacula mi boca de amor, la lluvia dorada habita recuerdos, escribo en piel tus versos; sueño rojo orgásmico regresa.

Estoy en el nido con agujas, que pinchan mi sombra la tumba son tus labios dibujados de ramas secas brincaste la cuerda como perro cobarde.

El cielo se pone rosa, mis letras se desmoronan como tú te oxidas en la calle.

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Mariana Solís Ávila


Eric Fritz

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MI ALMA LO ETERNIZÓ.. Tuve un amor tan secreto; tan inconmensurable y sagrado; que en cada palpitar me decía que era real, que era sólo mío... Me hacía ver el cielo abierto y contar querubines, cantando notas de un sublime estío... Me hacía poner luz en las estrellas; y me hacía arrancar la luna de las entrañas profundas y adormecidas, de la tierra... Me daba alas y me hacía volar; hacía que mi alma conociera una revolución pacífica y una calma en guerra... Encendía la mecha de sueños, de anhelos y de ilusiones que yo creía, eran inalcanzables... Y me mostraba que todo era posible si se deseaba con el corazón, ¡Y tenía razón, porque con él todos, todos se volvían palpables! Y la madrugada me encontraba pensándolo, sintiéndolo, viviéndolo con toda la fuerza de mi pasión; encontrándolo en las melodías; escribiéndole versos y poemas y escuchándolo correr por mi sangre

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hasta que me estallaba el corazón... Me devoraba las entrañas con toda la intensidad del deseo que, como pólvora, llegaba a encender... ¡Y me acariciaba el alma, y no había nada más perfecto que, cada que miraba sus ojos, dentro de ellos me podía perder! Por él inventé nuevas palabras y las añadí en el vocabulario; por él era heroína de proezas que jamás había realizado; porque él me daba la fortaleza, la decisión y una fiera osadía que jamás creí que, de mí, hubiera nacido y eclosionado... ¡Era tan mío... Era sólo mío! Por eso le entregué cada latido, mi inspiración y mi mundo entero... ¡Vino a enseñarme tantas cosas que me hicieron conocerme mejor; y con él aprendí que no hay límites cuando el amor es verdadero! Dicen que este amor se siente sólo una vez, y lo demás, sólo son intentos y esfuerzos por repetir aquello que una vez se vivió... No sé si esto sea la verdad; pero aún está latiendo en mí... ¡Y, vivo y latiendo ha de seguir,

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y no podré sentirlo con nadie más porque mi alma, en él se eternizó...!

Alibut Sarabia

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Eric Fritz

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POLUCIÓN NOCTURNA Tengo necesidad de ti ganas de ser los poros en tus brazos o el sudor que resbala por tu espalda convertirme en gato, fantasma o humo y ser el guardián permanente de tu casa romperme el corazón en dos para compartirlo contigo mientras comemos pan y bebemos ponche, tal vez un buen vino armar un rosario con gotas de mi sangre coagulada y rezar por nuestras almas en las frías noches solitarias buscar en tus rincones Lamer tus dudas Besarte tarde Amarte siempre

Reencarnaré en tus orgasmos

Yo SOY el gato.

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Por: Leo Monroy


Eric Fritz

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TĂ­tulo: Sexo Muerto Autor: Zombie Lanton


Título: Regresión onírica Autor: Claudia Yadira Flores Sarabia




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