Letrina #16 Noviembre - Diciembre 2014

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Editorial ¡Saludos, navegante de la literatura! En México se acercan las fiestas, pero no se alejan los problemas. ¿Cuándo tendremos paz? ¿Cuándo se respetarán los derechos humanos? ¿Cuándo dejaremos los tantos problemas que aquejan a nuestro hermoso país? Parece un suplicio interminable de injusticias el que sufre la gente de este país. En esta tu revista, esperamos que encuentres un ratito para disfrutar un poco de literatura, que navegues y vueles un momento por espacios de imaginación y reflexión. No dejes de imaginar, no dejes de soñar, no dejes de luchar. ¡Felíces fiestas!

Director general: Alberto Rivera Mena Editora de Secc. Lingüística: María Guadalupe Gutiérrez Arroyo Editora Secc. Comunicaciones y Fotografía: Itzi Paulina Medina Jiménez Editores Secc. Creación Literaria: Alberto Rivera Mena Corrección de Estilo: Todos Diseño: Marco Antonio Martínez Canales

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Índice Páginas Creación literaria Artes visuales

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Eric Fritz

Colaboran en este número: Karen Merklina Lady Monchis Juan Mireles Durán Álvarez Luis Antonio Jorge Luis Del Villar Badillo Mariana Solís Ávila Paola Llamas Dinero Yoyita Yoyita Margarita María Vespertina Abdías Martínez Hernández Leo Monroy Gwenn-Aëlle

Todos los contenidos de Letrina son responsabilidad de sus respectivos autores, y no necesariamente reflejan la opinión de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo de Letrina: 04 - 2014 - 022015214400 - 203 Imagen de portada: Gwenn-Aëlle 3




AZUL Azul. El cuarto era azul, no era negro como había leído. Era azul, como las noches de luna llena y tan claro como antes de amanecer; para nada era oscuro. No sé por qué me eligió a mí. Generalmente duermo hasta el otro día, no suelo despertar en la madrugada, pero hace algunas noches hay algo... no, no hace algunas noches, hace muchas noches que algo me persigue. Comencé despertando en la madrugada, toda mi recámara se veía azul y yo miraba hacia la ventana que quedaba a la derecha de la orilla de mi cama. Una vez que despertaba ya no podía dormir; cuando cerraba los ojos sentía que caía en un abismo infinito. No sé cuánto tiempo me quedaba acostada mirando hacia la ventana, hasta que el sueño me ganaba y me volvía a dormir. Así pasaron varias noches. Siempre se veía azul, pero una noche me di cuenta que a un lado de mí la luz azul no llegaba, era un rincón totalmente oscuro, aun así lo vi. Era una sombra en la oscuridad que parecía como la silueta de un hombre; me asusté, quería correr, pero me di cuenta de que no podía moverme. Me miraba, no sé cómo, pero yo sabía que me miraba. Desde esa noche me daba miedo dormir con la luz apagada. Muchas veces el foco se quedaba prendido hasta el otro día; al igual que un niño, me daba miedo la oscuridad. Aun así, no podía escapar de él. A pesar de la luz, cuando despertaba durante la noche, mi cuarto era azul y él estaba parado junto a mí. Alguna vez traté de averiguar más de su fisionomía, intenté verlo a través del espejo que está en el ropero que da casi enfrente de mi cama, en ese momento maldecí mi miedo a mirarme en los espejos durante la noche, porque el espejo estaba medio cubierto por una chalina negra; no se veía nada, más que un poco de la oscuridad de esa zona.

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Cada noche lo sentía más cerca de mí y cada noche yo trataba de escapar,


pero seguía sin poder moverme durante su presencia. Aunque gracias a mi perseverancia pude mover algunos dedos y noches después ya podía mover mi mano derecha. Pero una noche el horror se apoderó de mí. Esa noche en mis intentos de mover mi mano, él me tocó, ¡me tocó! Tomó mi brazo y ya no pude moverme más. Grité, pero no salía ningún ruido de mi boca, tampoco podía zafarme. No sé si me desmallé o qué pasó, pero desperté a la mañana siguiente y mi luz estaba prendida como siempre. Sin embargo esa no fue la peor noche, cada vez estaba más cerca, se iba apoderando de mí. Hasta una ocasión en que lo sentí sobre mi cuello, sentí sus brazos sobre mí y un intenso dolor que continuaba en la mañana al despertarme, aunque jamás noté ninguna marca. Esto lo siguió haciendo noche tras noche. Hoy ya no soporto que nada toque mi cuello porque siento que es él. ¡La noche pasada me habló! Y descubrí que su voz es como la de un niño, una mezcla de ternura, horror... y asco. Después de esa noche ya no he querido dormir, no pienso hacerlo. Me siento muy débil y no sé cuánto más pueda aguantar. Ya es de noche otra vez, me siento muy cansada, mis párpados me pesan, pero no quiero dormir. Si lo hago no sé qué es lo que pasará. Me dijo que si no lo ayudaba me mataría. No me voy a dormir, no me voy a dor...

por Karen Merklina

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JAQUE MATE Era el cumpleaños de mi suegra, aburrido como todos los malditos años. Daniel y sus primos preparaban el bacalao que apestaba toda la casa y que a la vieja tanto le gustaba. Yo estaba sentada en la sala, rodeada de decrépitos que destilaban olor a humedad, escuchando cómo en sus tiempos todo era mejor y cómo ellos fueron mejores adultos. -¿Y cuándo van a tener hijos?- chismorreó el tío pegándome con su bastón en la rodilla. Puta, sí que me dolió, pero sólo contesté con sarcasmo: - Sí , claro, ahora que acabe la crisis. -¡Ah, mi querida sobrina! Siempre con tan buen sentido del humor. Solté una falsa mueca de simpatía, mientras mi cabeza pensaba en cómo salir de la reunión de los jeepers creepers. Fui hacia la cocina entre neblina de cigarro y vejetes carcajadas. Daniel estaba tratando de deshuesar el bacalao que parecía haber sido traído del neolítico -Voy a ir por whisky, odio las bebidas de viejitos con Coca Cola . Me voy a cambiar. -Pero no te tardes, pronto llegará mi madre. Siguió desmembrando al infortunado vertebrado acuático. Subí a la recámara y me quedé un rato perdida viendo el campo, luego recordé que tenía que ir por el chupe, pero un delicioso flashback vino a mi mente. Había guardado un ácido de la fiesta azul, un Hoffman edición especial 2000; a mí no me molestaba andar acid en la fiesta, así que seguramente a nadie más tendría por qué molestarle, además de que nadie se iba a dar cuenta, sé controlar muy bien mis viajes. Mastiqué medio papel y esperé un poco a que hiciera efecto. No pasó gran cosa, así que me fumé medio chubi que Daniel había dejado en la ventana y bajé a la “grandiosa” cena.

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-¡Feliz cumpleaños, querida suegra!- grité por los barrotes de las escaleras. Todos voltearon a verme como si hubiera dicho una impertinencia. Supongo que grité mucho. Mi suegra ni caso me hizo. El ácido estaba haciendo efecto. Bajé los escalones, y a cada paso iban cambiando sus tamaños, tuve que agarrarme del barandal para no caer. Afortunadamente todos rodeaban el piano cantando sus cancioncillas cursis de Roberto Carlos; yo, por otro lado, trataba de bajar con decoro y elegancia, pero el efecto era cada vez más y más fuerte y apenas si podía estar en pie. Todos seguían cantando mientras yo me sentaba para “pisar tierra”. Las notas del piano se metían en mi sangre como una especie de gripa, entre bemoles y atonales, mi cerebro nadaba en esos sonidos hasta que de pronto cesó el efecto. Así es el ácido, va y viene, y yo sabía que esta era mi oportunidad para salir de la casa. Compuesta, regresé a la cocina y abracé a Daniel. -Voy a comprar el regalo de tu mamá, y a tomar un poco de aire. Daniel me miró con singularidad. Ya sabía que pasaba. -Bueno, tú sabrás, regresa antes de que esa madre te explote por completome besó en la frente – y llévate a Chatrán. Chatrán estaba dormido en la fuente vacía, hacía calor y el efecto se iba estabilizando. Desperté al gran danés de su canino sueño, subí al coche del lado del pasajero y esperé un rato. Luego recapacité y me carcajeé de mí. -Chale, mi perro no sabe manejar- dije, no sé si en voz alta o sólo lo pensé. Estaba ya en el puro rush, lo mejor era caminar un poco para apaciguarme. En la esquina siguiente paramos para que Chatrán hiciera pipí y yo disfrutaba del paisaje. No me hubiera dado cuenta de que Chatrán estaba orinando mi pie hasta que llegaron unos niñitos a burlarse de mí. -Tu caballo te está orinando- dijo uno de ellos tapándose la boca para reír. -¿Cómo se llama?- preguntó una regordeta niña.

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Yo veía a las criaturas como títeres, todo era plasticoso y me sentí como en una obra. Agarré a Chatrán de las patas y me puse atrás de él como simulando un guiñol. Engrosé mi voz. -Hola, me llamó Chatrán y me parece que estás muy bonita. ¿Quieres ser mi novia?- actué moviendo a Chatrán como un títere. Sin darme cuenta, estaba ya completamente drogada. La niña sonrió y le dio la mano al perro, los otros niños hacían burlas. -Dame un besito- le dije a la chiquilla agarrando la cabeza de mi perro e intentando darle un beso a la niña. No sé en qué momento me perdí. En un lapso, perdí por completo la noción de que Chatrán y yo éramos dos, ahora era él y me metí en un papel realmente ridículo y de miedo. La niña apartaba su cara del gran can, yo necia le acercaba su hocico. Chatrán, confundido, volteaba su cara y me lamía nervioso. De pronto estaba besando apasionadamente a mi perro, los niños me veían con asco y yo lamía y lamía, hasta que pasó una vecina y frenó con desprecio. -Vergüenza debería de darle, muchacha cochina. Deje sus filias en su casa… enfrente de los niños. ¡Cochina!- arrancó su carro y los niños se echaron a correr. Cuando recapacité y ví la gran lengua de Chatrán lamiendo la mía como si lamiera un hueso de carnada. Casi vomito y limpié mi cara hasta dejarla roja. ¡Qué viaje! Me dejé llevar completamente…. Totalmente avergonzada de mi ser, seguí mi camino. Los verdes de los árboles se intensificaban y las plantas parecían respirar. Volteé al cielo y todo parecía un gran fractal, las nubes eran almohadas que se desprendían de sí para formar otras. Figuras amorfas con ojos de pájaro me seguían, un gusano cósmico revoloteaba hacia mí y pasaba a través de los árboles arrancando las hojas convirtiéndolas en burbujas.

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Puestísima, proseguí mi andar cuando el suelo se me movió. Era como estar parada sobre el mar y me pregunté si era la tierra o mis pies, y corrí a subirme a un pedazo de tronco del parque que simulaba una canoa, con Chatrán al mando mi viaje se convirtió en una exploración a unas islas desconocidas, atravesando el vecindario hacia el Este . Avanzábamos y la vista se iba abriendo. Tomé mis manos formando un catalejo, expandí mi visión y ví a lo lejos unas sombras gigantes que se movían majestuosamente. -¡Son dinosaurios, capitán!- informé a Chatrán. El perro lamía sus bolas. Arribándome a la isla, tomé la cadena de Chatrán y la aventé como un ancla, atorándola a una rama vieja del tronco. Inspeccioné la zona de nuevo, los paquidermos estaban reunidos ante una mesa cuadrada; enfoqué mi visión y pude ver piezas de ajedrez que los jugadores movían con cautela. Las figuras iban engrandeciendo más y más, hasta ser manchas negras en mi visor. De pronto, una mano retiró el aparato de mi vista y así concluyó mi fantasía. -Puta madre, andas hasta el pito! Regresé forzada por Daniel a la fiesta, al parecer llevaba más de 2 horas fuera. Apenas abriendo la puerta, oí unas voces roncas afirmando: -Peón cuatro rey, peón cuatro rey- y los dinosaurios jugando sobre mi suegra rodeados del gran gusano cósmico que nadie invitó a la fiesta.

Por: Lady Monchis

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LOS INFINITOS SITIOS Todos van siempre hacía alguna parte, todos vamos siempre hacía algún lugar ¿adónde?: a la casa de nuestros padres, de los abuelos; al trabajo, al parque, al centro comercial, al encuentro con quién sabe quién, a la despedida: al futuro…, siempre, hay que estar en uno de los infinitos sitios del mundo, a los que llegamos solamente para volver a irnos. ¿Cuál de esos tantos lugares nos espera? Estamos condenados a llegar al final -al espacio ideal utópico, de las cosas invisibles, al de la felicidad, de la paz-, porque no dejamos de irnos, mas no queremos llegar solos, sino tomados de la mano o abrazados de alguien, siempre, tal vez, para hacer menos pesada la eternidad.

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PRESENTIMIENTO DEL YO En mi quietud se expande el universo, soy la referencia del todo, me basta ser para crear el espacio. Conmigo inicia la consciencia, conmigo se desata el raciocinio. En mi original y único estado, me traduzco: soy ya una traducción del silencio. El silencio se transfigura en mí, en los planetas, en las estrellas, en las constelaciones, en los sistemas solares, en realidad, en todo lo que es y no. El silencio de pronto se vuelve todas las voces, los signos, los símbolos, las realidades y en medio de esa eclosión de sentidos y palabras, en ese único instante, vuelvo a mí para (no) escuchar al lenguaje en su estado más puro. Entonces todo desaparece —vuelta al antes del principio— y queda solamente el presentimiento de algo. Juan Mireles

Eric Fritz

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TULIO SARABIA Como que ya la vi en otro lado, ¿pero en dónde? Ya van tres veces que voltea a verme. No está nada mal la niña. Debería decirle hola, o tan siquiera darle una sonrisa, para que vea que no soy amargado. Las chaparritas siempre me han gustado, así menuditas y bien proporcionadas, no me importa si tiene bubis grandes o no, con que se acomoden en mi mano, basta. Pero su cara… su cara tiene algo familiar.

Se mira del tipo amable… ¡Uy, volteó! Venga, una sonrisita… ¡Sí! También sonrió. Definitivamente es amable y cariñosa, o por lo menos educada. No cualquiera le sonríe a un extraño, y menos a las ocho de la noche, en la combi, en lunes.

No podría olvidar esa sonrisa, tan cálida y segura. Si algún día volviera a casa acabado por la vida, el trabajo o lo que fuera, y ella me recibiera con esa sonrisa, y me dijera “todo va a estar bien, cariño”… Le creería.

Además, ¡Dios mío! ¡Esos ojos! Bebería ese café todas las mañanas (aunque la gastritis me lo prohibiera), acompañado de un omelette con la clara de su piel y la fruta de su aroma dulce, como de fresa. Todo servido en la cama, así, natural y orgánico.

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Mmmm… Qué delicioso perfume…

¡Volteó otra vez! Sigue sonriéndome. No está tan concentrada en


su libro, al parecer. Bueno, yo tampoco estoy concentrado en la música de mis audífonos, me interesa más el tono de negro de su cabello. No puede ser natural, y si lo es, ya me enamoró. Nomás imagina cómo serían nuestros hijos. Así blanquitos con el pelo negro, con sus ojos, su nariz chiquita y redondita, sus cachetitos de bombón y sus labios carnosos de manzana. Bueno, mejor que sean igualitos a ella. Me recuerda mucho a mi tía Carolina, la única hermana de mi papá. No la veo desde que tenía 5 años, pero me acuerdo muy bien de ella. Me preparaba el desayuno, me daba dulces a escondidas de mi mamá, jugaba conmigo mientras mis padres trabajaban, y varias veces me dio un beso antes de dormir cuando mis padres morían de cansancio. El perfume de mi tía también era dulce, muy frutal, muy diferente a la fragancia vainilla de mi mamá. Extraño mucho a mi tía. Mi papá nunca me explicó bien porque se pelearon, sólo me dijo que ella tomó “decisiones equivocadas”. Sepa. Sólo espero que esté bien.

Mmm… A lo mejor es amiga de Roy. Él vive por esta zona y sus fiestas siempre son grandes. Puede que la haya visto en una fiesta, pero el alcohol no me dejó verla bien. Pero aun así, ¿por qué no me le acerqué? Seguro ella estaba en algún rincón, porque no le gustan las multitudes. Es tímida. Me le hubiera acercado, no en un plan ligador descarado que busca un fajesín y ya. No. Más bien, le hubiera hecho plática para incluirla en mi grupo; que no se sintiera sola. Después la hubiera llevado a su casa y pedido su número. Dos días después la habría invitado a salir. Al cine jamás, ni a un café porque eso está muy choteado. Es una chica inteligente y curiosa, la hubiera llevado a un museo y después por una cerveza artesanal al jardín de las Rosas. Aaahhh … Me encanta ese lugar, con música en vivo de trova, interpretada por alumnos del conservatorio. La cita hubiera durado más de tres horas, porque la plática estaría interesante. Más allá de la trivialidades de siempre, qué te gusta y qué no, hablaríamos de extraterrestres y conspiraciones internacionales, de su sueño de ser

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cantante, pintora o enfermera, de recuerdos borrosos de fiestas, de que ella es Pink Floyd y yo,The Beatles, entre otras cosas. Al final, la llevaría a su casa y, en la puerta, antes de subirme al carro, le robaría un beso. Ella me diría buenas noches y yo me alejaría deseando volverla a ver pronto, porque antes sería imposible. Justo a la semana seríamos novio y novia oficialmente.

En las reuniones, mis amigos me felicitarían por conquistar a una mujer que muchos consideran difícil. Yo les diría, que no lo es, sólo es diferente. Y antes de que todos estuvieran en el suelo o gritando estupideces, ella me susurraría “vámonos”, y sin dudar les diría a mis amigos con un guiño, “lo siento, me tengo que ir”. Ese “vámonos” significaría un “te necesito ya”. Iríamos a su casa, a su habitación, sin miedo a que sus padres nos reprimieran, porque ellos estarían en otra fiesta. Terminaría de embriagarme con ese coctel dulce de su cuello. Martini de fresa. No le tendría miedo a la resaca, porque en la mañana, sus pechos suaves, como hot-cakes con miel, me quitarían el dolor de cabeza… ¡Uy! Un lugar se desocupó a su lado. Es el momento. Venga muchacho, es la hora de la verdad. Ve y preséntate. Dile que la amas. Bueno, mejor sólo dile tu nombre. Sí, sólo eso.

–Hola… Emm… Me llamo Tulio Sarabia, como mi papá.

¡¿Por qué carajos dije eso?! Malditos nervios… Por lo menos se rió un poquito de mi estupidez… –Hola... Jaja, qué curioso, yo me llamo Carolina Sarabia, como mi mamá. Durán Álvarez Luis Antonio

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Mi mujer camina sola por las calles del limbo, y yo me derrumbo a sus espaldas. Qué más quisiera yo, tener poderes, O alguna bondad divina, para salvarte. Ojalá Dios, o los Dioses, o los santos, Me hubieran dados sus dones. Pues si por mi fuera… Te quitaría la sangre, te quitaría de su rojizo temeroso y penetrante. Te quitaría esa horrenda imagen de la sangre brotando, Y en su ligar te colmaría las venas con el agua del manantial. Si yo pudiera, te daría una paz y una sabiduría tan grandes, que salieran de ti brillantes, Brillantes, Como la luz de las estrellas en la tormenta inminente, Esa luz sería como la luz del mundo. De habérseme obsequiado el cielo, Te regalaría a todos los ángeles que lograran pisar la tierra, Para que ellos besaran tus pies a cada paso, cuando caminas solas, en esos días, en esas noches, en las que te he fallado. Mandaría a la lluvia a mojarte a diario, y yo derramaría mis lagrimas junto a ella, Para que a donde fuera, me tuvieras en tus ropas, en tu cabeza, entre tu pelo. Bajo tus pies. Ojalá pudiera cumplirte todo esto que he pactado con mi propia sangre. Pero no puedo. Los santos no tuvieron tiempo para hacernos como debían, y sólo nos dieron esta forma mortal y simple que somos.

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Por eso sólo puedo conformarme con un mísero amparo: Apaga la luz, que te dejará ciega. Deberías dormir un poco más , te vez cansada. Aléjate de la estufa de leña, está prendida. Aprende de tus victorias, y también de tus errores. Está lloviendo, ponte un suéter. Ama como es debido, y te amaran como mereces… ¿Qué más puedo hacer con esta forma tan mortal que soy? ¿Qué he sido…? Jorge Luis Del Villar Badillo

Eric Fritz

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DIONISIO EN EL MAR Para Ernesto Hernández D.

Dionisio es niño con camuflaje de hombre.

Otoño bañado en nostálgicos recuerdos. Nace de nuevo en el sexo de Mar. Así es él: Conjunto de constelaciones, palabras de aire; cuerpo perdido en el espacio.

Esperanza de un nuevo júbilo. Dionisio está en mis manos, lo huelo, lo beso con caricias que provocan oleajes en mi vientre; gestaciones de nuestro hijo llamado AMOR.

20 http://mercurycode.deviantart.com/

Mariana Solís Ávila


EL HALCÓN NEGRO Me duele la piocha del rodillazo que me diste anoche, cuando me lancé de la tercera cuerda y descendí volando por metros y metros en caída libre topéme con tu rígida, firme y durísima rodilla en mi piocha cartílago. ¡Crac, crac! Se oyeron dos crujidos en el universo uno de la mandíbula y otro del impacto, ¡crac! Y el eco en las paredes resonó en el edificio, todos debieron enterarse, todos debieron haber pensado que el mundo se partió en dos, o que dos estrellas chocaron allá en lo alto. “¿Te rompiste un diente?” preguntaste con casual asombro, levanté el rostro y secándome los ojos en silencio te miré a la cara, y yo atónita, con la boca llena de tierra, llena de noséenquémomento, llena de mequivoqué, debí lanzarme de la segunda cuerda, llena de teamo, pero te haré una llave “cavernaria” como venganza. Mi herencia es el vuelo del halcón negro, mi herencia es saber dónde y saber cuándo volará el halcón, cuándo y a qué altura efectuar la caída, a qué distancia, cómo desplegar las alas, cómo, y me repito: la luchita es la luchita y nos quedan dos caídas más. Me tenté con la punta de la lengua todos y cada uno de los dientes albergados con seguridad en mi boca,

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por fortuna, ningún pedazo suelto que mereciera la chimuela tentación de los chismosos, ningún diente, hueso o pedazo de lengua naufragaba en mi garganta, no había asunto de derrota, no ríos de sangre, no, tampoco el trompo ni la náusea, no el miedo. Sonreí como muestra de triunfo ante la caída y mirándome con ojos de amor preguntaste: “¿jugamos otra vez a las luchitas?”. Paola Llamas Dinero

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ME HA TOCADO ELEGIR UN DÍA CUALQUIERA DE ABRIL DEL NOVENTA Y CUATRO. En la Ciudad de Egduasvún Norte. Elegir me tocó y no me importó, Que yo quiero vivir para ti, Flor celestial y primaveral, Flor de ciento quince colores. Fuertes. Sólo el momento espero De poder compartir mis días, Contigo.

Te conocí En la Avenida Darralthj, Y supe, valías muchísimo. Algo debe haber en tus ojos, En el camino de ambos, Sea lo que sea, algo hay, Por eso sé que no debo:

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“Retroceder ni recordar”.


No dar pasos en falso Ni en mis sueĂąos, pues debo: Vencer, querer, desarrollarme Poder, lograr, animarme Corregir, amansar, no desmayar Aconsejar, rezar y abrazar.

No buscar mĂĄs deslealtades En las profundidades Del mar de Viquiemurt, debo. Estoy bien con lo recibido.

No poder fallar En este mundo tan loco Que no me tiende la alfombra roja, Ni me aprecia ni me respeta. Es un mundo lleno de villanos, De hombres insanos, malos.

No puedo equivocarme, Debo ser perfecta y la mejor

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En el rol de vagabunda Bien vestida y amante de las flores.

Elegir todo o nada, nadita nada, Pero dejar la representaci贸n teatral Pues ya cansa, Y sea cual sea mi vida, Que no peligre mi honor, Pues creo en don Dios, Que me cuida, me bendice, Se acuerda de su indefensa amiga Rhikalioja.

Dios es mi estrella peregrina, El que me perdona los fallos, El que me abre los mil caminos Al viento, que falta me hacen. Dios crear谩 el alba azul Para rescatarme De lo que me toc贸 ver y silenciar. Yoyita Margarita

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Escribir, ¿para qué?, hacerlo Mal, regular, muy mal.

Para qué escribir… Soledad que me queda, Quiero partir a La Krutghilpá, ¿A dónde?, A La Krutghilpá, he dicho…

No sé… “Uffffffff”… Soledad que me queda, Sin ti en el otro lado del teléfono.

Hoy no te he visto. Caminé por praderas y bosques, Busqué con la mirada de mi alma, Retrocedí con pasos lentos, Y sencillamente me quedó, Lamentar tu pérdida.


Lloré porque no me quisiste, Te llamé, pero el rechazo He encontrado, no estabas para mí. Me diste la espalda.

“Sé que me olvidarás, Mi nombre dejarás de escribir En tu cuaderno sin rayas. Que en el silencio de tus noches No te acompañaré, Porque me tienes Sin pena ni gloria reconocidas, Por una mujer cualquiera Que nunca será la primera, Que siempre situarás a gusto En la otra acera”.

Entonces, No me busques, no me llames, No me impidas Que me junte con otro ser


Que me considere más importante De lo que me consideraste tú.

Sé, que si busco a otro, Tus labios gritarán que “Noooo” Y te acercarás, Pero el silencio será la respuesta. Nunca se realizarán los sueños.

Por eso te irás y nada sabrás, Me dejarás como una ilusa mentirosa, Porque no te permitiré Que me impidas amar de nuevo. Si mi flor no tomaste, No la dejaré en paz, ¿escuchaste?, Hasta que encuentre La dicha con otro.

Yoyita Margarita

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Esperando frente al reloj de arena, Dulce sacramento de cemento...

Esperando: Lo que aún me queda por ver. Y alegre: porque mañana día siete... Veré nuevamente el amanecer en Trhujilluk... Sí, claro que síííí… otra vez.

Hablar del cielo: Luz celeste, azul muy oscuro, Luz ocre, gris sombra Y bello nuevo mundo; Luna llena que me envuelve, Lágrimas alegres que se empeñan En ahorrarme un otoño gris. No sé si “gracias” debo darles. Escribir porque ya no sé Qué más hacer,

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Esperando el momento Se seca mi voz, El amor no encuentro Y sólo tengo tos. Tos y más y más tos. ¿Llegará la luz del mediodía A calentar mis penas de abril Y mi garganta fría?

Mientras tanto debo pensar: “Olor a manzana, del río, del mar, Dulce y buen alimento, Que aclara mi voz y me da libertad.

Manzana, manzana, no voy a pecar, Pero comerte a diario Sí que quiero, de verdad. Manzana amarilla, verde y roja, Mejores purés no conoce la historia”.

¿Qué pasa?...

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Sólo siento un extraño silencio. Y es un gran sonido “la nada”, No escuchar ni pío pío pío, ni guau.

Tu corazón está cerca del mío, Tus ojos se abren a mis pasos Y dan miles de vueltas A mis siete amables cielos: Amor, paz, serenidad, alegría, Valor, fe y libertad.

Y me toca comunicar: -No me importó Que fueses mayor que yo Veinte años, Sólo me interesó El primer beso y tu apoyo Que todavía hoy recuerdo. Llueve y deja de llover, Lloverá hasta el amanecer,


Lloverá y entonces ¿qué?, Pues nada, que llueva, Que me quiero ir a dormir, Sin lluvias ni tempestades interiores, Y llegar a vieja con felicidad, Fuera amarguras y penas Para que el sol, amigo mío, brille A sus anchas, muy anchas Sobre y dentro de mí.

Para que a esta “mujer solar”, No se la pise ni se la engañe, No se la amarre ni se la condicione, No se la desprecie ni traicione, Ya no más. Yoyita Margarita

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LAS PERSONAS DEL FUTURO Las personas del futuro toman taxis que los llevan a sus casas del futuro donde máquinas del futuro los esperan con entretenimientos y comodidades el futuro. Al día siguiente al despertarse toman un desayuno del futuro con esposas del futuro que cocinan huevos fritos del futuro mientras hablan de nuevos problemas del futuro

Mientras se lavan los dientes los hombres del futuro piensan en el tráfico del futuro donde una señora del futuro acaba de ser atropellada por un auto viejo del futuro que un malhechor del futuro acaba de robar .

Cuando se hace tarde el jefe de una oficina importantísima del futuro

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muy enojado al no concluir un trabajo importantísimo que tendrà que entregar en el futuro despide a un trabajador del futuro que tiene hijos del futuro que no podrá mantener . Mientras Dios muy entristecido (también del futuro) comtempla amarillo el mediodía del futuro

Nehomat Valderrama. Nació en Lima, Perú y actualmente es estudiante de la Facultad de Letras de UMSNH.

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SE ANUNCIA UN FINAL DOLOROSO Escenario: Ciudad Merchuritell, Calle Venzionilgh número nueve y tres tercios. Metro de la Huoyadhax Purjtiviels. Me duele, me duele tanto Es el dolor que me anuncia El fin de esta vida que fue mía. No sé bien lo que me queda, Pero por lo mal que estoy Será pronto, Se acerca la hora de mi partida Y debo hacer las maletas. Me llevaré los recuerdos, Buenos, malos, sean ellos, Porque el viaje, No cambiará su día Para verme sonreír, Antes de verme partir para siempre, En caso, de que no haya sido Feliz. Es tiempo de hacer balance, Es el momento de preparar "Mi defensa". Tiempo de confesión Y de aceptación De esta realidad que se aproxima Y que me llevará por sorpresa Sin importarle mi tristeza. Sin importarle, Que no haya probado la grandeza, Merecida y puede que utópica odisea, "De ser un poco feliz". Yoyita Margarita

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METÁSTASIS Es difícil estar atrapada en este cuerpo cuerpo de espinas mutantes mutación de mi ser óseo

que se determina en

abstracto pensar que las uñas

conspiran tu muerte

lejos atrás de las barricadas, alejada de los soldados blancos soñar con el sospechoso, vivir con el sospechoso alejado de los soldados negros Guardar el cuerpo hecho pedacitos y cargarlo en una maleta abandonarlo en la estación del metro es difícil estar atrapado en este cuerpo mutación de mí determinándose en abstracto María Vespertina (Querétaro, 1987). Es profesora de lengua y literatura y correctora de estilo. Escribe poesía pero no es poetisa. La lees en Twitter: @MVespertina

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No me sorprenderá nuevamente El sinsabor de las lágrimas. Localización: Avenida Togawitch De Konsullivo treinta…

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No me sorprenderá el dolor Siendo una dama, Seré entonces un ser hecho a medida De este mundo violento En que me encuentro. Me convertiré en uno más Que acepta el día a día Y que podrá recibir las bofetadas Sin padecer los desmayos Propios de una frágil dama. Me costará, pero seré Dura y mala. En mi corazón de mujer No habrá perdón, Nadie sabrá que en el fondo Me hacen daño Por ese tímido y apagado ser Que fui en el pasado. Sobreviviré, lograré resistir, Y seré una más que pone el pecho Para que se lo destrocen Los deshonestos De esta tierra sin ley, De esta tierra en la que me hallo


Y que puso todo su empeĂąo En castigarme, Amargarme los pasos Y menospreciarme No mostrĂĄndome la avenida Correcta por la que circular Sin chocar. Yoyita Margarita

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PERDIDO EN EL DESIERTO Tres días bajo el árbol cristalizado páramo, ensoñación elevada, pétrea ausencia acordonada de frío. Tres días bajo el árbol, ausentes ojos, sombras también cristalizadas; devienen en mí, pústula de minerales como tendencia árida, desconcertado esplín vertido en salado éter. Tres días bajo desoladas ramas, equilátero deshidratado, carente de sombra. Expuesto, dibujo un pez asentado sobre agua disociada, abstraída, boceto vacío que surge de resecos alveolos, ramificaciones inconsistentes. Tres días en lo que resta. A lo lejos el resplandor de un espejismo, silueta de mi madre,

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levanta mis pies sutilmente descarnados, mimetizados en arena; me ha hecho callar de nuevo, envejecer de más. Todo circula en tres lunas, el eco hará tercera voz naturalizado dentro de mí, para morir en mis evaporados labios muertos. El árbol comienza desde el cuerpo: Estaba lloviendo, estaba yo viendo. Abdías Martínez Hernández

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Pasa que mi amigo Dios.

No quiere acabar Con mi vida, Pasa que Dios Me quiere ver viva Pero pasa también Que no creo Lo suficiente En su protección divina Con lo cual, Me siento vendida. Pero también perdí La fe, Que veo la muerte En todos los rostros Que me rodean. Pasa que Dios, No sé si se apiadará De mí, Y sin embargo

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Vivo recordando lo que sé, Que los animales desean Ser bien cuidados A pesar de la crisis, Que son mejores Que los seres humanos, Que necesitan cuidados Y tener derechos. Pasa que Dios Me permite pensar en eso, Pasa que es difícil el remedio Y pasa que no se me pasa Reprocharle Que no haya una solución Más rápida a todos Los problemas Del mundo animal. Yoyita Margarita

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YOLLOTL Tum, tum… Escucho un ruido que me toca, Provoca, evoca, Trastoca, disloca [Es el corazón que late y me habla] Se expande y se abre Se cierra y sueña Sístole-diástole Vomita bálsamo rojo que duerme bajo la epidermis Vasija donde se rompen las cuerdas, recuerdos y emociones Tum, tum, Lo tengo Me tiene Me habla en voz baja Lo amo, lo beso Tum, tum Está vivo.

Leo Monroy

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Sin título Autora: Gwenn-Aëlle



Sin título Autora: Gwenn-Aëlle



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