Editorial ¡Saludos, lector de escusado! Con este nuevo número recibimos a la primavera y, con ella, vuelven esos indeseables bichos como son los moscos y cucarachas; sobre estas últimas queremos dar unas palabras. Moradoras de los retretes sucios –entre otros lados–, las cucarachas, a pesar de ser insectos que en la mayoría del mundo no pasan de algunos pocos centímetros de tamaño, son de los seres más temidos por la humanidad. Existe gran variedad de formas indirectas en las que una cucaracha puede matar a un humano, como son las bacterias que portan al entrar en contacto con piel u órganos internos, hasta del puritito susto, haciendo al sujeto resbalar y quebrarse la cabeza. Mencionamos esto a causa de que en Letrina podríamos decir que nuestro totem (por nombrarlo de alguna manera) es la cucaracha. El ser que quizá sea de los más repugnantes para la humanidad, es lo que aspiramos a ser en Letrina. Una cucaracha que, aparte de aguantar múltiples pisotones y seguir vivita y coleando, desde el silencio y la oscuridad entra hasta tus aposentos y los contamina con gérmenes, a los cuales, viendo desde otra perspectiva, serían los microbios de la literatura y la palabra escrita, los cuales creemos son la clave para quitarnos a todos esa venda que nos hemos puesto para cegarnos hacia la belleza de estos seres tan admirables. Admirables porque, sin duda, son más dignos de porras y vítores que muchos de los humanos que tenemos por ser lo mejor que le ha pasado a la humanidad. Y recuerda, lector, las cucarachas son cada día más resistentes a los métodos humanos para exterminarlas, así como a las condiciones climáticas que tan caóticas, nosotros mismos, hemos convertido… En fin, así ha sido, es y seguirá siendo tu revista Letrina y revistaletrina.com
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Director general: Alberto Rivera Mena Editora de Secc. Lingüística: María Guadalupe Gutiérrez Arroyo Editora Secc. Comunicaciones y Fotografía: Itzi Paulina Medina Jiménez Editores Secc. Creación Literaria: Alberto Rivera Mena Corrección de Estilo: Todos Diseño: Marco Antonio Martínez Canales
Índice Páginas Creación literaria Artes Visuales Miscelánea
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Colaboran en este número: Erik Moya Luis Eduardo García Ulises Abraham Torres Díaz Catherine Vázquez G. Ángeles Dimas Alibut Sarabia Enian Vázquez Claudia Montserrat Contreras Rivera Enian Vázquez Márquez Ana Castañer Pamplona
Todos los contenidos de Letrina son responsabilidad de sus respectivos autores, y no necesariamente reflejan la opinión de los editores. Reserva de derechos al uso exclusivo de Letrina: 04 - 2014 - 022015214400 - 203 Imagen de portada: Erik Moya 3
100 AÑOS DE FICCIÓN DONDE LAS NINFAS EVOLUCIONAN (Seis microrelatos)
36500 DÍAS Cuando lo llevaron a conocer el hielo pensó que era la cosa más fría del mundo hasta que experimentó el desamor.
FICCIÓN Un pueblo rendía tributo a un crucifijo, pronto llegarían los tiempos mejores. Afuera de la iglesia se enfrentaban narcos y civiles.
DEJA VU Nadó rápido, cuando salió a respirar la orilla ya había desaparecido.
NINFA DE LAS AGUAS En la locura por la muerte de su padre se dirigió al riachuelo y fue ahí donde ahogó su dolor.
NINFULA Con tan solo doce años sus flacas piernas sostienen un vientre hinchado de líquido maternal.
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EVOLUCIÓN - Cierra los ojos, cuando los abras tu realidad habrá cambiado. Ya eres otro.- Me dijo el viejo vagabundo de los sueños al mismo tiempo que por la rendija de la chapa miraba atrás una alberca olímpica y adelante una cámara en la mano de un hombre.
ERIK MOYA Estudiante de la Facultad de letras de la UMSNH
Eric Fritz
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CARTA DE ULISES 16 de Agosto de 1924 Ofelia
Nada más te escribo para decirte que ya te he olvidado, ya olvidé la dulce
manera en que besabas mis labios, con esa ternura con la que tocabas lo más profundo de mi corazón, ese roce magnificente que hacían nuestras comisuras al juntarse, la manera en la que luchaban nuestros labios hasta fusionarse, hasta ser uno, quiero que sepas que ya lo he olvidado, porque tú a mí me olvidaste hace mucho tiempo, desde que te fuiste con ella, abandonando mi corazón destrozado entre tus manos, enterrado, sepultado en la tierra, Ofelia, ¿por qué? ¿Acaso te causaba algún placer incipiente saber que mi corazón se había convertido en llagas sólo por tu culpa?
Hace un momento recordé esa noche que pasamos en la campiña hace
un par de años, como siempre, salíamos de la ciudad, una hora en el tren que va hacia el este, para llegar a ese pequeño valle entre el bosque y el lago, entre el pueblo y la casa, para que tendiéramos una tela y nos recostáramos a contemplar las estrellas en el anochecer, cuando al fin me dejabas y sólo con tu permiso y con eterno respeto a tu persona te robaba un beso, acariciabas mis mejillas mientras yo tocaba tu cuello y tu espalda, aún recuerdo el amanecer a tu lado, lleno de aire, la manera en la que tú y yo nos acurrucábamos uno al lado del otro, para repeler el frío, aún recuerdo tu voz diciendo “te amo, Ulises”. Mi mente siempre me lleva a ese momento en donde yo te manifestaba lo mucho que te amaba, Ofelia, sinceramente todo lo que recuerdo de ti hace que me sonroje, pero ahora no puedo sentir emoción alguna, cuando recuerdo nuestros besos, y lo siento, ¿recuerdas cuando la Gran Guerra inició? Recuerdo que teníamos ambos doce años, vivíamos en casas contiguas, únicamente separadas por un jardín, recuerdo que cuando tú te asomabas me saludabas y me enviabas un beso con tu mano, yo desde ahí sentía cómo lo recibía con mis labios de la misma manera apasionada con la que nos besaríamos después, me acuerdo que días antes de que cayera el primer bombardeo sobre la ciudad me gritabas: “Ulises, te amo”. Desde tu
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ventana yo decía con mi traje de hombrecito bien puesto: “Yo a usted, señorita
Ofelia”. Recuerdo cuando estábamos tú y yo en el refugio, juntos, con los ojos cerrados, en el sótano de mis padres, nuestros padres hablaban, nuestras madres rezaban, nuestros hermanos lloraban, pero tú y yo, sentados debajo del capitel de una columna, tomados de la mano, con los ojos cerrados. Aunque no lo creas, ese primer bombardeo fue la experiencia más fantástica de mi joven vida, no sabes cuánto te amé, cuando nos mandaron al campo y nos separaron de nuestras familias, tú estabas a un lado del pueblo, en el colegio para señoritas y yo con un tutor en una casa cerca del campo, juramos reunirnos siempre en ese campo que quedaba justo en medio del pueblo y mi casa, hablábamos por horas cuando éramos niños. Recuerdo la vez en la que te quitaste tu suéter rojo como el carmín para que se te colorearan los brazos, entonces tu suéter se fue por el río y corrimos a alcanzarlo, ¿recuerdas? No.
Recuerdas que fue ahí en donde nos besamos por primera vez y juramos
amarnos por siempre, ahí volvimos hasta hace un año, ¿por qué? Recuerdo que amabas el verde del campo, no el gris de la ciudad.
Recuerdo muy bien que todos los días de todo un año, sin importar el
clima o la hora, íbamos bajo ese roble que estaba junto al arroyo y nos sentábamos en una rama para leer los cuentos que nos robábamos de la biblioteca de mi casa. Un día, cuando ya no cabíamos en la rama, decidimos ponernos bajo el árbol a leer, extendíamos una manta y cada quién leía su libro, antes de irnos tú me besabas en la frente incitándome a besarte en los labios ¿recuerdas que teníamos un récord? Cuando compramos nuestro primer reloj de pulsera, del cual ahora sólo queda la correa de cuero, y aún éramos niños jugábamos a ver quién escalaba el roble más rápido, quién corría más veloz. Los días después de cuando recibimos la carta del gobierno, en donde decía que nuestros padres habían muerto y que de nuestras casas no quedaba nada, solías robarte el licor de las monjas y sacábamos el reloj de correa y veíamos quién tomaba por más tiempo y quién olvidaba la tristeza antes.
El otro día toqué el violín que me regalaste, no pude pasar de la segunda
nota, creí que te había superado, creí que ya no sentiría nada.
Ofelia, yo te extraño, regresa, te amé tanto, te extraño tanto, sé que
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ha pasado mucho tiempo desde que partimos caminos, pero aun así, no puedo imaginar un futuro sin ti, aún me siento frío en las mañanas cuando al voltear no estás ahí, a mi lado, qué no daría por tenerte una hora más entre mis brazos. Sólo recuerda, te pido que recuerdes, ojalá pudieras hacerlo, ojalá yo pudiera olvidarte.
¿Recuerdas que íbamos a casarnos y a vivir en esa casita al norte del
campo que tanto nos gustaba? No te culpo a ti, la culpo a ella por arrebatarte de mí, por robarte, odio a la muerte por hacerme algo tan malo, nunca creí que la vida me daría semejante castigo, espero el día en el que finalmente podamos reunirnos de nuevo, ya olvidé lo que se sentía besarte, pero quiero que sepas que nunca se me va a olvidar lo mucho que te amo, te envío todo el amor que puedo, del que soy capaz, te ama y te cubre de besos por siempre tu Ulises. Luis Eduardo García.
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MIENTRAS DUERMES Despierto por las noches y te observo, Ăşnico ejemplar de la belleza dibujo palpable de un Dios tentador hermosa y suave tempestad. Me imagino entre tus labios que se niegan a cerrarse imantados con polaridad inversa, que luchan y que muerden como perros de cristal.
Siento que no vivo ya sin ti que te pertenezco todo y que te bebes mi existencia en cada beso, solo mientras duermes a la vĂspera del alba reconozco que te amo y me arrepiento de no haberte asesinado cuando pude.
Mi nombre es Ulises Abraham Torres Díaz. Tengo 31 años, soy estudiante de la facultad de derecho de la UNAM y he tomado algunos talleres de poesía impartidos por Jorge Esquinca y Ángel Ortuño. Actualmente radico en la ciudad de León, Guanajuato. Escribo poesía y cuento corto. He sido publicado de manera digital por revistas como: Rio arriba, Letras en rebeldía, El diario Yucatán hoy, en su suplemento literario y A buen puerto. Esta es la primera ocasión que participo en esta revista.
Eric Fritz
MITOLOGÍA
La madre es un ser promedio, baja a la cocina, toma la leche del huevo tibio, lo coloca radiante sobre el altar de su seno y el mundo lo contempla
La octava hora está plagada de aves y cáscaras de sal, sitio para el pan y la puerta y el mundo lo contempla
Alegoría: una hoja de laurel en la cortina ha roto el cielo de la casa, una mosca corta el brazo del humo y rodea el seno de mi madre busca el punto exacto en donde caer muerta.
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Cath Vázquez
Cath Vázquez Catherine Vázquez G. Busca imágenes en las letras, o letras en las imágenes, que no es igual. Lic. En psicología, trabaja, come, duerme, mira; vive una vida normal o mejor dicho, viviría una vida normal, si no fuera porque ha descubierto la palabra, el peor mal de todos. Info. De contacto: nocturnoalterno.blogspot.com
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MÁS QUE UN TACTO Ángeles Dimas
Se trata de los nuestros dedos asimétricamente paralelos cuyas uñas les encanta dejar en desarrollo casi mensual a algunas mujeres con capacidades decorativas múltiples.
Nos es grato revelar el estado en que se encuentran sus falanges sin diario reposo porque las teclas de computadora se impactan con las puntas redondeadas y promueven la artritis secundaria al maltrato inducido por las cuestiones laborales o personales
si bien sabemos todos que nos encanta
el golpeteo rítmico de las letras,
como si del pulso acelerado
por su causa se tratara.
El amor brilla entre huellas digitales y el aceite que hidrata las pantallas lubrica los mensajes saturados de erotismo reprimido.
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Las mujeres duermen con el celular bajo la almohada
ahogando las vibraciones con una saliva afluente
que resbala de entre sus labios.
Los hombres abandonan en un buró el aparatejo ése que los hace flexionar más veces los pulgares que las abdominales que se encargan de presumir
en la oficina.
Deseo recibir un mensaje de texto que por favor tenga sentido para mí aunque quien lo escriba
no sepa la etiología de sus palabras.
El sufrimiento de la columna vertebral agota a las secretarias tal como los dedos se entumecen en el forzoso trabajo de escribir lo que sea que uno quiera
en el mundo moderno del año en curso.
Bastaba hace unos siglos tener papel tinta y pluma para salvaguardar los tendones que nos hacen extender las manos:
recuerdo lo difícil que resultaba despertar hace unos años
no porque los párpados tuvieran un conglomerado de lagañas
molestas y pegajosas sino porque los dedos estaban vueltos
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hacia las palmas y simulaban un golpe contenido
y quizás sobreprotector de las líneas donde se lee el futuro.
Las manos no son tacto y los dedos menos comunican de modo constante lo que nos merecemos leer y exprimen sin previo aviso sorpresas hacia los ojos.
ÁNGELES DIMAS (Saltillo Coahuila, México. 1991). Estudiante de la Facultad de Medicina Unidad Saltillo en la U. A. de C. Ha publicado en la diversas revistas entre las que se encuentran Alejandría,El humo, Factum y Monolito. Colaboradora de la Antología virtual de poesía contra la violencia, proyecto de Nadia Contreras. Participante del Segundo Foro Independiente de Escritores en Coahuila durante el Encuentro Internacional de Poesía Manuel Acuña 2014 / Efraín Huerta 100 años. Ha formado parte de diversos talleres literarios desde el 2007.
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NUNCA ME LO DIJO Nunca, nunca me lo dijo, pero sé que me amaba... Mi corazón lo presentía; mi alma lo adivinaba... Nunca se atrevió a decirlo pero sé que pensaba en mí... Su calor estaba conmigo; en mi soledad lo sentí... Nunca dijo una palabra, pero su silencio gritaba que su esencia era mía, porque él me la regalaba... Me prodigaba caricias y besos en la distancia; a mis labios y mi piel, embriagaba su fragancia... Me llevaba a sus sueños y ahí me hacía el amor con ternura y gran pasión, hasta ver el nuevo albor... Entrelazaba sus dedos y despeinaba mi pelo; y me escribía versos en las líneas del cielo... Creyó que jamás lo supe, y con sus ojos me gritaba
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todo lo que su miedo con tanto celo guardaba... No, nunca me lo contó, pero aún lo siento vibrar muy dentro de mi alma, y no lo quiero acallar... Y no, no me lo ha dicho pero sé, me sigue amando; mi esencia lo presiente y aún lo sigue esperando...
Alibut Sarabia Nació en el estado de Sinaloa, México, el 27 de marzo de 1970 Ama de casa, dedicada a su familia. Lleva en el alma un sin fin de sentires que intenta plasmar en lo que más le gusta: La poesía. Participó en la edición No. 13 de Letrina, con la obra: "Mi alma lo eternizó".
20 http://mercurycode.deviantart.com/
PARAÍSO La infinita dependencia de las cosas y la estupidez emiten en un olor tan infernal que me obliga a vomitar hasta el último deseo de vivir y me colma de tristeza el corazón
¡Estamos invadidos, Oh, hermanos hasta el cuello!
Porque la ignorancia humana cunde más que nunca y provoca que los animales se arrepientan de no haber exterminado a Adán aquel día en el paraíso.
Mi nombre es Ulises Abraham Torres Díaz. Tengo 31 años, soy estudiante de la facultad de derecho de la UNAM y he tomado algunos talleres de poesía
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impartidos por Jorge Esquinca y Ángel Ortuño. Actualmente radico en la ciudad de León Guanajuato. Escribo poesía y cuento corto. He sido publicado de manera digital por revistas como: Rio arriba, Letras en rebeldía, El diario Yucatán hoy, en su suplemento literario y A buen puerto.
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PRIVILEGIOS Comenzar por el principio nunca ha sido lo mejor así que me tendrá que perdonar si le digo, así de golpe que me muero por llevármela al hotel.
Disculpe usted si le parezco impertinente pero no tengo tiempo de socializar lo prefiero así de esta manera sin la obligación de responder preguntas o de sostener aburridísimas conversaciones sobre la hipoteca, o la importancia de tomar el desayuno.
No se sienta con el compromiso de tomar mi mano, mucho menos de decir mi nombre después de todo
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la formalidad no es importante si se tiene el privilegio de pasar por alto las excusas de un café y poesía y podemos disfrutar de hacernos el amor con toda la intención de no dejar de ser desconocidos.
Mi nombre es Ulises Abraham Torres Díaz. Tengo 31 años, soy estudiante de la facultad de derecho de la UNAM y he tomado algunos talleres de poesía impartidos por Jorge Esquinca y Ángel Ortuño. Actualmente radico en la ciudad de León Guanajuato. Escribo poesía y cuento corto. He sido publicado de manera digital por revistas como: Rio arriba, Letras en rebeldía, El diario Yucatán hoy, en su suplemento literario y A buen puerto.
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“Jardín Héroes del 47”, construido como homenaje al cumplirse el primer centenario de tranquilo. Se encuentra en el centro de la ciudad de Morelia, muy cerca de Las Tarascas. C Foto de : Claudia Montserrat Contreras Rivera, estudiante de la Facultad de Lengua y Lite
e la gran epopeya de Chapultepec. 1847-1947. H. Ayuntamiento. Este jardín es amplio y Colinda con las calles Sor Juana Inés de la Cruz, Bartolomé de las Casas e Isidro Huarte. eraturas Hispánicas, Morelia Michoacán.
“Dont go to Sleep” Enian Vázquez Márquez, Long Beach California.
“Night Terrors”
“Travelers Insomnia”
“Granulado” Autor: Erik Moya
“Ojo interno”
“Saliendo”
“Tercera dimensión”
EN EL CAFÉ
Ana Castañer Pamplona
Creo que es evidente que las relaciones personales de “ calidad”, con otras personas, proporcionan numerosos beneficios, y en este sentido son evidentes las diferencias “hombremujer”. Los hombres, cuando se relacionan entre ellos, sus temas son: el futbol, negocios o cualquier otra cosa, pero nunca su vida personal o sus sentimientos. Las mujeres, sin
embargo,
conectamos
entre
nosotras de manera diferente y nos proporcionamos sistemas de apoyo que nos ayudan a lidiar con el estrés y las experiencias difíciles de la vida. Foto: Anuska
Físicamente esta cualidad a la que
podríamos denominar tiempo para las amigas o “entre chicas”, nos ayuda a fabricar serotonina (un neurotransmisor) que nos ayuda a combatir la depresión y puede producir una sensación general de bienestar.
Las mujeres compartimos nuestros sentimientos, mientras los hombres
rara vez se sientan con un amigo para hablar de cómo se sienten, sobre todo si se trata de su vida personal. Trabajo, coches, golf, pesca, caza…pero nada más. Nosotras compartimos desde nuestra alma, con nuestras congéneres, y evidentemente esto es bueno y beneficioso para nuestra salud.
Por esto podríamos afirmar sin miedo a equivocarnos que el ir a tomar
café con las amigas es algo maravilloso. Y fiel a estas ideas que he expuesto como declaración de principios, yo voy cada día al “Café – Expreso” a tomar café con mis amigas. Somos un grupo diverso, en edad e ideas, profesiones y criterios, y quizá por esto ese rato de convivencia resulta tan agradable y tan catártico.
Además Europa tiene, históricamente hablando, tradición cultural en los
cafés. Y cada urbe se identifica con un escritor, así por el “Café – Gijón” de Madrid, con Cervantes y con Quevedo. Dublín es igual a Joyce. Praga de Kafka o Lisboa de Pessoa, igual que Roma, Berlín, Budapest, Viena o Paris tienen su ADN de café literario, de tertulias… cafés llenos de gentes y palabras, donde se escribe poesía, se conspira, se filosofa y se cotillea. Desde el café favorito de Pessoa, en la Plaza do Començo, hasta los cafés de Copenhague que frecuentaba Kierkegard, todos encarnan la noción de entendimiento y de cultura.
Modestamente el “Café – Expresso” en Teruel, es el lugar de encuentro
con mis amigas y el mío propio, así como un grupo de gente asidua, que como consecuencia de vernos cada día, hemos entablado un acercamiento amistoso.
Hay un matrimonio mayor bien avenido que cogidos de la mano acude al
café a desayunar, leer el periódico y charlar con algún conocido. Son el símbolo de cincuenta o sesenta años de convivencia con amor.
Otro grupo lo forman las funcionarias que consumen su tiempo
reglamentario de descanso tomando su cafecito.
El promedio de edad está en 60 años para arriba, pero también acuden
matrimonios jóvenes con el carrito del bebé, al que vemos crecer y avanzar y avanzar en su proceso de desarrollo. El grupo de médicos también es asiduo al local, ya que el Hospital está muy próximo. También los directivos y algunos jugadores del CAI voleibol – Teruel que destacan sobre el resto de asistentes por su altura fuera de lo común.
Algunos vecinos de nuestra propia casa, como un matrimonio ruso, ella
médico y compañera de la piscina en verano… así es, más o menos el conjunto de asistentes, que conformamos un grupo singular.
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De mi grupo de amigas puedo decir que destaca Ma. Ángeles, a la que
conozco hace más de treinta años y a la que considero mi hermana, confidente y de leal amistad. Las demás, conocidas de pasar el rato, no merece la pena ni destacar, ni hacer mención.
Mientras todo esto ocurre, alrededor del local, a pocos centímetros del
techo y sobre una moldura de madera, transcurre un pequeño trenecito, con su máquina y sus vagones; rueda y da vueltas una y otra vez para entusiasmo de la gente menuda, y sorpresa para los que entran por primera vez… y en última instancia para dar nombre y singularidad al local.
El lugar es ciertamente ruidoso, al chocar de los platos, cucharillas y
demás menaje se une el de las conversaciones de los asistentes en voz alta, algo característico de los españoles que hablamos con pasión y subimos el tono de nuestros coloquios.
El dueño, Benito, trabajador incansable, de humor socarrón supervisa
que la atención al cliente sea rápida, esmerada y correcta, cosa que los camareros (rumanos – cubanos) y las chicas de detrás del mostrador, realizan con profesionalidad y afecto, pues a los clientes habituales nos sirven lo de costumbre y el trato es muy cordial.
Así, cada mañana la reunión se repite y, salvo la incorporación de los
maridos de alguna de las amigas y de Andrés, que suele acudir los domingos, transcurre la cotidianeidad de mi vida, que es rica en afectos, compromisos y serenidad.
Me acompaña mi hija Anuska, mi ángel, aun siendo la más joven del
grupo, no tiene inconveniente en asistir a estas reuniones a las que aporta no sólo su juventud sino su entusiasmo por la cultura, arte y los animales. Compartimos madre e hija tantas cosas y colaboramos en tantos proyectos culturales en defensa del patrimonio que nos legaron nuestros antepasados.
Y el elenco de personajes culmina con Gertru, una señora encantadora,
que pese a sus años no tiene inconveniente en ponerse al día en las nuevas tecnologías y en recetas culinarias internacionales para las que tiene una “mano
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