{} LETRINA
A帽o I NOVIEMBRE- DICIEMBRE No. 4 Formato electr贸nico
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{} Dirección general: Alberto Rivera Mena y Jesús Jiménez Blanquet Diseño: Jesús Jiménez Blanquet Corrección y estilo: Diana Laura Huerta Estephania Vega María Guadalupe Gutiérrez Arroyo Susana León Ambriz Administrador de paginas WEB: Marco Antonio Martínez Canales
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INDICE
{6} CREACIÓN LITERARIA: {22} ARTÍCULOS COMUNICACIÓN
VERSO “Métrica de noche”José Alfredo Barriga Juárez. “Atardeceres” Jesús Quetzalcóatl Pérez Andrade “Olvidamos” Nestor Cira “Prisionero” Alberto Rivera Mena
PROSA: “Inconmensurable” Vianey Jazmín Cervantes García. “En memoria de mi paciencia” Monstre Charmant. “La ventana” Victor Lovera S. México D.F. “Querida dos puntos y aparte” Nasheli Rivera Durán. México D.F. “Amor en tiempos de apocalipsis” Anna María Legorreta. Hidalgo.
{44} MISCELÁNEA{56} FOTOGRAFÍA
6 {
}
Técnicas de cocowash
Traducción: Alberto Rivera Autor: David Wong
#2. Opciones de Blanco o Negro
Pon atención a una discusión entre tus amigos, cualquier discusión. Uno saldrá con que “Fulanito es un fascista”, mientras su oponente dice “Zutanito es un comunista”. Lo podrás notar también con fanáticos del mismo equipo de futbol cuando se dividen al discutir si el nuevo director técnico del equipo “valdrá madre” o los llevará al campeonato. Nada de medias tintas. Todos son amigos o enemigos, todos los bandos o son buenos o son lo peor. Ellos (recordemos que con E mayúscula) aman esto porque así pueden convencerte de que debes elegir un bando o la más horriblemente retrasada opción en el extremo opuesto.
Este fenómeno se da porque evolucionamos de creaturas que siempre estaban en peligro de ser comidas. Nuestros cerebros fueron condicionados en un fundamento sencillo: el mecanismo de “pelear o huir”1. Esto nos permite tomar decisiones rápidas al reducir cualquier situación a sólo dos opciones. Cualquiera que hubiera preferido detenerse a pensar sobre los detalles del escenario acabaría en el sistema digestivo de algún tigre, león o algún otro animal salvaje. Unos miles de años después, encontramos a la humanidad con cerebros más complejos, pero aún reducimos las situaciones a “todo o nada” cuando se nos pone bajo presión2.
Así que si alguien quiere rodear tu pensamiento crítico, todo lo que necesita es asustarte o ponerte nervioso para presionarte a tomar una decisión ante una “amenaza inminente” (¡Actuamos ahora o perderemos el bienestar público!). Ante la presión, en lugar de ponderar la situación, uno reduce el escenario a la acción “correcta” o “equivocada”. Nada de paciencia para dialogar sobre el espectro de opciones.
¡La madre! Bueno, aquí vamos.
Hasta cierto punto es incluso congruente. Después de todo, nuestra mitología y cultura popular está basado en el concepto de lo bueno y lo malo. Hay lado oscuro y lado luminoso de la Fuerza. ¡Elige el camino! ¡Ahora! ¡Nada de lado gris de la Fuerza, Luke!
Pero Ellos se han dado cuenta de que la misma técnica que funciona tan bien para confundir a la gente y llevarla a un frenesí apocalíptico de matanza, puede ser usada también para venderte carros, o hamburguesas, o computadoras.
A pesar de lo malo que esto parece, y de que quizá podrías atribuirle el 80 por ciento de las decisiones estúpidas que has tomado, hay una cosa aún más poderosa. Es una variante de esta técnica y es por mucho la mejor manera de hacer que los humanos
Esto funciona porque según una teoría de los doctores Laurent Lehmann and Marcus Feldman, de la Universidad de Stanford, evolutivamente hemos sido condicionados para agruparnos con los que consideramos similares a nosotros con fines de supervivencia, y contraponernos a otros grupos3.
respondan como perros amaestrados. #1.Chichis Bueno, aparte de eso. Me refiero a…
#1.”Nosotros vs. Ellos”
Claro, sabemos de los ejemplos obvios, escritos en los libros de historia con sangre y agujeros de bala. Racismo, genocidio, horrorosas caricaturas propagandísticas.
Entre más estresados o en riesgo nos sintamos, más sentimos cariño y apego a aquellos que lucen y suenan más como nosotros; mientras que sentimos más aversión hacia quienes son diferentes a nosotros. Y así hoy vemos deshumanizaciones hacia la gente que no pertenece a nuestro círculo: “hipis “, “nacos”, “tetos”, “paganos”, etc, etc. Incluso llegan a aprovechar estas viejas y primitivas necesidades para conseguir los resultados más tontos [pero no por eso inefectivos], como la lealtad aferrada a una marca (las guerras del Playstation 3 vs. Xbox 360 vs. Wii suelen entenderse desde esta perspectiva). Mas para que esto realmente funcione, Ellos no pueden simplemente definir tu grupo, sino que tienen que definir tu grupo como el grupo de élite, un faro de sabiduría en un mundo lleno de mojoncitos retrasados con patas. Las técnicas mencionadas en esta lista funcionan mejor combinadas, verás que en ese elemento de la burla y el aislamiento hacia puntos de vista opuestos del que habíamos hablado (¿por qué escuchar los puntos de vista de esa borregada inferior?). Seguido esto es combinado con terminología acosadora(“¡El país se ha ido al demonio, pero tenemos que actuar por sentido común, compañeros! ¡Somos nosotros contra el mundo!”) “Nosotros vs. Ellos” no sólo es la técnica más importante en esta lista, es la culminación y meta de todas las otras. Llevarte a la “tribu correcta” es lo que Ellos más desean, porque no pueden lograr nada sin partidarios o simpatizantes. Si no encontramos una forma de resistir, esto es lo que podría dejar al planeta entero como una ruina de carbón radiactiva. ¿Y sabes qué más perdemos si eso pasa?
{} http://www.clinicadeansiedad.com/Documento.asp?doc=216
1
http://www.clinical-depression.co.uk/dlp/understanding-depression/all-or-nothing-or-black-and-white-thinking-and-depression/ 2
http://phys.org/news140174454.html
3
{
}
Cambio de aires:
de Morelia a la ciudad de las flores Astrid Mirasol Carranza Gutiérrez
C
saber qué combi o camión te lleva a tal ambiar de aires, de rumbos, de sitio, estar acostumbrado a la comida, personas, ciertamente, no es sencillo; a los viernes sociales de ir al bar o díganmelo a mí, quien al principio de al café (en mi caso) con los amigos, todo esto estaba emocionada porque, los compañeros de clase, e incluso con por fin, se cumplía el anhelado sueño la familia misma; reconocer olores, de llevar una vida más “independiente”, música, ambientes de las distintas para que, a la hora de la verdad, unos partes de la ciudad; saber qué hacer en instantes previos a que saliera mi caso de una contingencia, por ejemplo, autobús con destino a Xalapa (con como cuando hay una toma en el escala en Puebla), tuviera lágrimas centro histórico (que no sería raro) y en los ojos cuestionándome si estaría tener clase a las 8 am, estar a unas haciendo lo correcto. Sí, lo sé, esto cuantas cuadras de la escuela y a unos último fue un momento de debilidad, cuantos minutos de que comience la pero ¿a quién no le ha sucedido? lección, lo único que queda por hacer es bajarse del transporte público en Vivir 20 años en el mismo lugar, el que se viaja y caminar hacia el conocer las calles casi a la perfección, lugar destinado porque, al parecer,
se llegará más rápido caminando. Y aún cuando te quejes y te quejes de la ciudad, de la gente, del gobierno, de las tomas, y te prometas una y otra vez que cuando seas grande te irás a vivir muy lejos de aquí, al final acabas dándote cuenta que Morelia es parte de ti y que en algún punto de la vida terminarás añorándolo todo (o al menos, casi todo). La primera vez que supe de la posibilidad de hacer un semestre de movilidad en cualquier parte de la república, por supuesto que me emocioné y me prometí hacerlo en cuanto tuviera la oportunidad. Recuerdo muy bien esa maravillosa sesión informativa: la promesa de que era sumamente fácil realizar una estancia académica en cualquier universidad, que necesitabas unos cuantos papelitos que ni eran tan importantes, que era segurísimo que Santander (el banco que financiaba las becas) te apoyaría con ese
estímulo económico con tal de que desempeñaras un excelente papel estuvieras donde estuvieras, y por supuesto que no había que olvidar que las personas encargadas de todo este proceso exageraban en cuanto a amabilidad y que te ayudarían en todo lo que pudieran. Un año después de esa plática decidí aplicar para dicha beca, confiando en que seguiría siendo igual de fácil como me lo habían pintado 12 meses antes. Sería una gran mentira si asegurara que disfruté de todo el papeleo que tuve que hacer, de la gente que conocí en el departamento de vinculación, de esas veces que un día te decían “Felicidades has obtenido la beca, puedes irte de aquí ya” pero a la mañana siguiente te reenviaban otro e-mail pidiendo disculpas porque “los resultados que te habíamos dado eran extraoficiales, así que todavía no te emociones, ya que no es seguro que te la den”.
Fue a principios de diciembre del año 2011 cuando me llegó una sensación de arrepentimiento; lamentaba haberme desgastado física, emocional e, incluso, económicamente en algo que ni siquiera era seguro que fuera a obtener. Sentía una decepción terrible por la burocracia de la Universidad y me molestaba que me hubieran prometido conseguir el cielo y las estrellas de una manera tan fácil. Era tanto mi pesar que ya hasta me veía en el siguiente semestre, en la misma escuela, con los mismos compañeros y, para variar, en la misma ciudad.
para despedirse y, ahora sí, a ver con otros ojos la ciudad de Morelia como si esa fuera la última vez que estaría allí (y pensar que fueron solamente 5 meses de estancia). En fin, regreso al principio de este artículo. Allí estaba yo, en la central de autobuses de Morelia, asustada, casi llorando e intentando callar esa horrible vocecita en mi cabeza que me reprochaba “Ya ves, pero tú querías irte, querías ser más independiente, querías viajar, conocer, Etc., Etc.” Y ahora tenía que aguantarme, que fue precisamente lo que hice. Agarré fuerzas e inicié mi viaje, viaje del cual no me arrepiento en lo absoluto.
Para mi gran sorpresa, un buen día de diciembre, no recuerdo Xalapa, Veracruz, la ciudad de cuál, me avisaron que había sido las flores. La ciudad que me mostró seleccionada como una de las becarias un nuevo panorama, que me brindó de Santander dentro del programa una gran cantidad de conocimientos, de movilidad. Ni hablar: a preparar que me regaló más amigos, maestros las maletas, a organizar reuniones y compañeros. Subir y bajar por con los amigos y con los parientes esas calles que simulaban una
cadena de montañas rusas; sentir frecuentemente ese calor bochornoso como si anduvieras en la playa; acostumbrarse al cielo nublado que a veces prometía un tormentón pero otras solamente se limitaba a atemorizar a la ciudadanía con una fresca brisilla; traer en la ropa ese olor de humedad; levantarse todos los días a las 5:30 am para alcanzar a llegar a la clase de las 8 de la mañana; tomar un buen café para despertar; escuchar el acento xalapeño en las conversaciones del camión, de camino a la escuela, y quedar maravillada por el “ala” o “a su mecha” que figuraban de vez en vez en las pláticas; entrar a la biblioteca de la Unidad de Humanidades y poder ver por ti mismo la enorme cantidad de libros que tienen; tomar clases de traducción y traducir — valga la redundancia— del inglés al español otras culturas como la de Mia Couto, Robert L. Stevenson y Edgar Allan Poe; enamorarse de
nuevo de Mario Vargas Llosa con su maravilloso ensayo La orgía perpetua y llegar a la conclusión de que todos alguna vez somos Madame Bovary; releer a Borges, a Cortázar, a Márquez, a Fuentes y tener el gusto de conocer a Ribeyro y a Bolaño, a través de la interesante figura del Mtro. Mario Muñoz; acercarse a la poesía sin miedo, dejando de lado todo prejuicio, evitando pensar que es arte sólo para aquellos que son tocados por las musas, y conocer por vez primera a la extraordinaria poeta Enriqueta Ochoa con ese fabuloso poema que no deja de emocionarme cada vez que lo leo: Perfecto mío, señor de los potreros; hablar, reír y desahogarme con Erik, Martín y Gerardo; ir a pasear a Xico, Teocelo y Coatepec con Anali; tener un reencuentro con las olas y la arena de las playas vercruzanas; visitar la FILU y sentirse soñada porque has conocido, aunque solo sea de vista, a Sergio Pitol; comer
plátanos navegantes con la lechera cada que se pueda; estar formada 5 horas en la casilla especial para aquellos que son de fuera con tal de votar por aquel candidato que creías te convencía; ir a tomarse un cafecito al Espresso 58 y ponerse a estudiar o a redactar algún trabajillo de 28 cuartillas; todo eso viví, conocí y disfruté en tierras veracruzanas. Hoy, me encuentro de nuevo en la ciudad de Morelia y, con todo y sus tomas, estoy contenta de estar aquí escribiendo esto. Que si extraño Xalapa, sí, extraño su clima, su gente, la universidad, mis amigos, mis maestros y, sobre todo, ese agradable aroma a café que se extendía a lo largo del centro de la ciudad. No escribo mi experiencia para presumirle al lector que conseguí una beca y pude estudiar en otro lugar fuera de Morelia; lo hago porque quiero expresarle que, aunque el proceso de solicitar una beca de movilidad en la Universidad Michoacana resulte ser nefasto, enfadoso, molesto, que deja mucho que desear, al final, ciertamente, vale la pena. Termino esta semblanza con unos versos de Enriqueta Ochoa, poeta que conocí durante mis clases de Poesía Mexicana en la Universidad Veracruzana; ella, al igual que yo, quedó prendada de la ciudad de Xalapa y le guardó un cariño singular durante el resto de su vida.
Tomo sus
prestadas
palabras,
algunas
de
ya que ella dice en verso lo que yo traté de decir aquí en prosa:
{} Jalapa fue algo más de lo que dije. Bajo la piel me traje su aroma de humedad […]
El deslumbramiento del polen preñando de sol parques y pájaros en el centro de la primavera.
Y este amor rebasando todas las orillas. Es que yo los amé, los he amado, los amo todavía… CUADROS DE JALAPA BAJO LA LLUVIA, 1975. 1
1
Es t o s v e r s o s f u e r o n t o m a d o s d e l c a n t o V I d e l p o e m a mencionado arriba; fue sacado del libro Retorno d e E l e c t r a ( 1 9 8 7 ) , S E P : M é x i c o , D . F.
{
AQUELLOS LIBROS
S
amados y odiados
}
María Guadalupe Gutiérrez Arroyo
ya que no todos los libros que a uno uele haber, en ocasiones, no le gusten son netamente basura entre los estudiosos de la literatura (aunque bueno, a veces uno sí se (e incluso entre personas que no se pregunta: “¿cómo puede ser legal dedican profesionalmente a la crítica publicar estas cosas?”, sobre uno literaria) discusiones sobre qué tipo que otro libro que anda por ahí), de libros merecen la pena leerse. ni todo lo que nos dicen que es Algunos se ven como publicaciones excelente lo es sólo porque alguien dignas de alabanza, como textos que parece eminente lo dice. Por maestros que deberían ser leídos, supuesto que hay parámetros para releídos y comentados. Otros, más “medir”, por así decirlo, la calidad de desafortunados y opacos, son tratados una obra literaria, y aquí podríamos con desprecio; se ven como letras sin enfrascarnos en una discusión sobre sentido que algún fracasado escribió todo lo que estos parámetros abarcan, porque no tenía nada mejor que pero ese no es el tema de mi pequeño hacer, o porque quería presumir de artículo, eso lo trataremos después… intelectual y darse importancia. lo que realmente quiero abordar ahora es ese curioso fenómeno que Esta cuestión es un tanto escabrosa, se inició hace algunos años en
Estados Unidos y que se extendió a España y algunos lugares de América Latina, y que tiene mucho qué ver con las cuestiones que menciono en la introducción de este texto. Allá por la década de 1970 se publicaron en Estados Unidos decenas de novelas etiquetadas como “best-sellers de la juventud” que llegaron a las manos de los lectores hispanohablantes gracias a Ediciones Martínez Roca S.A. como parte de la colección denominada Fontana Joven de esta editorial. Los protagonistas de aquellas historias eran jóvenes rebeldes, inseguros, abusados, ingenuos y tenaces. Se nos narraba su vida en reformatorios, cárceles, manicomios, en el mundo de la prostitución, de las drogas, el alcohol o las pandillas. También incluían historias de amor, amistad y del despertar a la sexualidad de los adolescentes. La gente tuvo distintas reacciones después de leer
estos libros. Algunos los alababan como novelas que decían abierta y conmovedoramente lo que la sociedad hipócrita procuraba callar. Sin embargo, para otros eran menos que vómito literario, escritos que no valía la pena leer, cuya narración estaba mal construida, y que abusaban de los detalles morbosos y sórdidos para atraer la atención de los lectores. Estos dos puntos de vista tienen su razón de ser. A pesar de las opiniones tan divergentes, varios de estos libros se convirtieron en fenómenos importantes de su tiempo. Tal fue el caso de la novela Nacida Inocente, que narra la vida de Christine Parker desde que es encerrada en un reformatorio, y la forma en que este ambiente, en lugar de ayudarla a mejorar, va cambiando su personalidad para mal poco a poco. De esta historia se
hicieron once novelas más, algunas son muy malas, es cierto, en cuanto al desarrollo de los acontecimientos, pues tienen poca verosimilitud, es decir, es poco creíble lo que se narra. Sin embargo, el primer libro no es tan malo (desde mi punto de vista), ya que está bien estructurado y esto hace que cumpla el cometido de provocar que el lector se adentre al ambiente frío de un reformatorio, y que cuestione los métodos para tratar de “reintegrar” a la sociedad a las jóvenes “descarriadas”. De hecho, se hizo una película para la televisión (o telefilme) basada en el libro. Ésta se estrenó en 1974 y fue dirigida por Donald Wrye. La película se transmitió en Estados Unidos, por supuesto, en España, y en algunos lugares de América Latina. Del personaje principal, un crítico llamado Javier García Salas dice en su libro El Cine en España que fue “la primer heroína
adolescente de la transición”. La protagonista de la película fue nada más y nada menos que Linda Blair (la actriz que interpretó a la niña de El exorcista).. Sobre el autor del libro existe mucha incertidumbre, pues la primera novela se atribuye a dos escritores: Gerald di Piego y Bernarhardt J. Hurwood, mientras que de la segunda parte a la onceava a Paul May. Otra de estas novelas, que también se llevó al telefilme, fue Sara T (y de hecho la protagonista también fue Linda Blair). Ésta narra la historia de una joven que cae en el alcoholismo, y todas las situaciones difíciles que pasa por su condición de alcohólica. La novela cuenta con ocho tomos diferentes. Así, pueden citarse muchísimos ejemplos más, no obstante aquí sólo menciono este par que fueron las más “sobresalientes” de su
género, y que tuvieron un poco más de difusión que las demás. Pero también están novelas como Pregúntale a Alicia, Sublime amor juvenil, La loca, Mercado negro de bebés, Subversión en la escuela, Un caso perdido, etc., que abordan la temática de las drogas, los suicidios juveniles, los abusos e incluso algunas hablan sobre el mundo de las sectas y el ocultismo. La mayoría de estas novelas no son muy buenas en cuanto a la manera de narrar, ni son la gran sensación literaria. En ocasiones el lenguaje y el desarrollo de la historia dejan mucho que desear y llegan a sonar un poco absurdas o muy dramáticas. Pero no todo es “basura” en ellas, ya que para muchas personas representan su primer contacto con la lectura y los hicieron reflexionar
sobre temas importantes o tabús, e incluso les ayudaron de cierta manera, porque algunos lectores se identificaron con los protagonistas de estas historias y pudieron seguir adelante en situaciones difíciles o cuestionar los sistemas bajo los que vivían. En internet hay una infinidad de comentarios interesantes: muchos recuerdan estos libros con gran cariño, e incluso están dispuestos a buscar por cielo, mar y tierra los ejemplares que les hacen falta para completar su colección (en serio, actualmente estos libros son como una especie de reliquia rara y maravillosa para algunos), otros se lamentan de “haber posado sus ojos en esas horrendas cosas moralizantes y morbosas” y algunos otros los ven como novelas muy entretenidas para leer en una tarde de pereza. Como sea, cada lector es el que tiene la última palabra respecto al material que selecciona para leer.
A mí me parece muy curiosa la situación porque estos libros fueron (y aún son) como una cruza entre las novelitas esquemáticas de amor y la euforia que causan los Best-sellers actuales, como las sagas de Harry Potter o Crepúsculo, pero todo esto combinado con algo que pretendía ser crítica o denuncia social. Quiérase o no, esto da como resultado una mezcla rara que, por curiosidad, gusto, o nada más para criticar, dan ganas de leer. Así que si tienen la dicha o la desgracia de toparse con alguno de estos libros, no duden en leerlos. De esa manera podrán emitir su opinión y tal vez decirme a mí un par de cosas sobre lo expuesto aquí. Espero que su experiencia no sea desagradable ni traumática.
Bien, hasta aquí llega este breve paseo por aquellas lecturas del pasado, amadas por unos y profundamente odiadas por otros. ¿Qué esperan para tomar un partido o diferir de los que lo toman? Anímense, vale la pena analizar todo tipo de cosas…
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}
L
Crea
iter
verso p
aci贸n
{
raria
prosa ensayo
En noches como esta, tu rostro se moldea sobre destellos en los cristales de mis anteojos, en el cielo añil, aves de agua aletean, sus plumas con hilos de tinta despojo;
Bebo tragos de ti, pedazo de una foto amarga recuerdos arden, cual serpiente su veneno fluye, por mis venas ilusión corta, obscuridad tan larga fatídica, del sufrir de mis versos huye; Viento céfiro danza sobre hojas en mi jardín, silencio nocturno de un dolor embriagado, camina despacio en los renglones sin fin, Taciturno, escribo, bebo, me quedo pasmado vueltas eternas dan las manecillas, reloj ruin en las noches como esta tu rostro es plasmado.
{
MÉTRICA DE NOCHE
}
José Alfredo Barriga Juárez
Miro tu espalda, tus alas desplumadas. ¿Quien te ha hecho esto? Salgo al mundo en busca de una cura, una vieja liebre cuida de ti. Regreso a tu lado con un tarro de jazmines en agua dulce, durante 32 vidas, las pongo sobre tus alas, después te beso lentamente, sin desesperación, sin prisas, esperando que estés listo para volar conmigo. Una tormenta se aproxima y la liebre huye, tú no te puedes mover. Estás resignado a ahogarte. Te tomo entre mis brazos y, aunque no logro volar muy alto, logro llegar a la cima de un enorme árbol. Te recargo en las ramas, jamás te abandoné. Al fin logras volar. Me tomas de la mano y junto a ti descubro el cielo más bello y eterno, infinito.
{
INCONMENSURABLE
}
Vianey Jazmín Cervantes García
}
Atardeceres: muertes anónimas las que el cielo atestigua la vejez solar se va estirando la noche.
Somos los espirales, los días del olvido, que el tiempo busca sin descanso somos giros, renacer de un mundo caracol.
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ATARDECERES
Jesús Quetzalcóatl Pérez
{
OLVIDAMOS Néstor Cira
A veces olvidamos El abrazo por la noche, La mirada cansada, Los zapatos gastados.
}
A veces olvidamos, A los que están solos A veces olvidamos, A los que quieren querer Que fuimos dos niños, A los que quieren ser queridos, Que creo en tus sueños, A veces olvidamos Al resto de nosotros, Que tú estás conmigo. A los que escriben, A los que enloquecen en un rincón de la habitación, A veces olvidamos, A los callados, Que somos humanos, A los dormidos, Que somos de carne , A los que están soñando, Que llevamos un cuerpo pesado. A los que han partido, Olvidamos a los malentendidos, A los silencios incómodos, A los que tienen hambre, A los que tienen frío, A los que queremos olvidamos, Y tal vez nos olvidaremos uno del otro, Espero que en la hora de mi muerte comprendas que no todo lo que olvidamos no lo volveremos a recordar, Olvídame pronto para recordarte siempre.
Alberto Rivera Mena
Perece esta, mi desgracia perecedera ante la verdad tras estos muros de falsedad, prados libres de la falasia.
¿He de dejar cumplir sentencia? ¿Esperar liber tad por pena de desconocida condena? Injustificada paciencia. Reuniré valor y escaparé, el deseo es mayor que mi pesar, arde mi tribulación cesar, este presente desafiaré.
{
PRISIONEROS
}
Esta prisión me enloquece, ventanas que sólo me hacen notar, el que m·s all· yacen prados, a donde perece...
Más allá de las cinco redes, trascendidos estos tres muros, ni hay sentidos, ni paredes.
Miro tu espalda, tus alas desplumadas. ¿Quien te ha hecho esto? Salgo al mundo en busca de una cura, una vieja liebre cuida de ti. Regreso a tu lado con un tarro de jazmines en agua dulce, durante 32 vidas, las pongo sobre tus alas, después te beso lentamente, sin desesperación, sin prisas, esperando que estés listo para volar conmigo. Una tormenta se aproxima y la liebre huye, tú no te puedes mover. Estás resignado a ahogarte. Te tomo entre mis brazos y, aunque no logro volar muy alto, logro llegar a la cima de un enorme árbol. Te recargo en las ramas, jamás te abandoné. Al fin logras volar. Me tomas de la mano y junto a ti descubro el cielo más bello y eterno, infinito.
{
INCONMENSURABLE
}
Vianey Jazmín Cervantes García
Monstre Charmant
Con paciencia me fumo un cigarro y retengo el humor negro que me trago de la irónica, trágica, pero siempre romántica vida. Con paciencia ataco con ese sarcasmo animal que me distingue de entre los que le quieren y los que le abren los ojos a la verdad. Si tuviera paciencia, ¿permanecería aquí sentado con un vaso de tequila y agonía esperando su retorno? ¿Por qué le piden paciencia a un ánima del purgatorio que se escapó de su encierro porque estaba ya cansada de escuchar tantas oraciones que él no necesitaba? ¿De qué me sirve ahora la paciencia?, si no sirve para combatir el incesante andar del monstruo con tres manos deformes y disparejas, con sus números por aquí y por allá, ese que le llaman tiempo, ese que la gente encerrada en cuatro paredes mira con desánimo y prisa porque son esclavos de él. O para detener el aire frío que de pronto uno siente mientras suspira y mira cómo la gente, ajena a todo dolor, camina a su lado, burlándose de él con sus miradas frías y labios secos.
{
En memoria de mi paciencia
}
¿Cómo le pide paciencia al amor? Si el amor no espera, el amor es desesperación algunas veces; otras, una copa de whisky. Paciencia, amar con paciencia no es lo mío, y es que con impaciencia le tiro de sus ropas, le escribo notas desesperadas y le compongo arias al claro de sus ojos que, sin pesar, dejan de mirarme.
Paciencia… si me pide paciencia en este instante, me servirá lo mismo que un reloj para contar mis penas.
Victor Lovera S.
“¿Qué tanto mira allá afuera?” Sales de tus pensamientos, ves cómo se acerca a mirar a través de la ventana un enfermero que, por cinco segundos, se queda detenido entre el tiempo de los edificios y el tiempo que llevas imposibilitada en esa cama. Le confiesas que quieres ver gente fluir, que ya estás cansada de ver los mismos edificios. Te sonríe nervioso sin saber qué hacer y resuelve: “ya le van a traer su comida”.
{
L A VENTANA
}
Los tres cuadros colgados en aquella pared, acomodados en serie y mostrando en conjunto un solo paisaje de edificios, dejan de ser la pintura de algún artista desconocido y se te manifiestan como lo que realmente son, en el momento en que pasa en línea ascendente y de izquierda a derecha una bandada de palomas. “Hermosa vista, ¿no?”, te dice la enfermera que llega con tu desayuno; ves la charola que contiene lo suficiente como para alimentar a un bebé de año y medio, tomas aire profundamente, miras a algún punto de un cielo imaginario y junto con una exhalación difícil abandonas de nuevo tus ojos sobre la ventana. Vivir en un hospital siempre te pareció una idea de locos: “primero muerta”, decías; pero la vida tiene un orden designado para todos, y en el tuyo primero está enfermar.
Muriendo en un hospital, 28 días equivalen a un año viviendo afuera. Ya es otro día, te despierta el aleteo de las palomas y comienzas a hacer cuentas para recordar qué fecha es hoy. Domingo 23 de septiembre. Entraste aquí un domingo 26 de agosto. Al medio día en La Alameda te disponías a buscar una banca con algún hueco donde sentarte a ver gente fluir. Así solías trabajar tu sonrisa: le daban forma las caras que flotaban como globos azules de gas, las manos entrelazadas de los enamorados, los pechos de las mujeres que brillaban al roce de una flor, los pasos torpes de los hombres borrachos, la luz que salía de los cabellos de alguna extranjera, las bocas que se inflaban con los algodones de azúcar. Ese día, domingo 26 de agosto, no encontraste un lugar para sentarte. Tú eras el lugar sobre el que se había sentado ya tu rara enfermedad. Entonces sólo caíste, de costado, y viste pasos fluir hacia un cielo negro. “¿Quiere ver todavía a la gente de allá afuera?” Te pregunta el mismo enfermero de ayer mientras se asoma a la ventana y notas que esta vez no se detiene; lo ves buscando algo, animoso. Te mira sonriente arqueando sus pobladísimas cejas, saca de su bata un espejo circular del tamaño de un sombrero, acerca su cabeza a la tuya mirando hacia el techo y sostiene el espejo con sus dos manos dándole una leve inclinación. “¿Lo ve? Allí están las personas”. Ahora tú te quedas detenida entre el tiempo del espejo y el tiempo de la ventana, detenida entre dos vidrios, en medio de un rebotar de luces mientras ves el fluir de gente diminuta sobre el espejo, recorriendo una calle humedecida por las lluvias de septiembre; pero es un fluir lejano y frío, contrario al de la gente en La Alameda.
Observas con mayor atención y notas que no es la gente, sino las calles lo fluyendo, como si fueran ríos bajo los pies de personas solitarias, grises, se mueven siempre en línea recta, pero no fluyen.
Ves el fluir de las calles cubiertas de hojas secas sobre el espejo; notas que ya no hay gente o es tan diminuta que las hojas la tapan. Sabes que ya es tarde. Piensas en el enfermero y decides ayudarlo a sostener el espejo, pues ya estará cansado y hasta entumido. Levantas tus brazos sin tanto esfuerzo y piensas que quizá tu rara enfermedad no es tan grave, pues ya estás recuperando el movimiento mucho antes de lo que todos esperaban. Sostienes con firmeza el espejo, lo mueves buscando la cara del enfermero para agradecerle, y poco a poco aparece el reflejo de un cráneo, una calavera. Sabes que ya es tarde. Continúas el movimiento del espejo para mirarte de frente; tu cara es un globo azul de gas que, luego de mirarse en el espejo, ves salir por la ventana sin vidrio.
Nasheli Rivera Durán
Cinco palabras, un poco de sal. ¡Trae aquel vaso!,
{QUERIDA DOS PUNTOS Y A PARTE}
coloca una pequeña toalla sobre tu pierna, y por último léenos. -Conocemos la rutina de tu vida querida Sopa, conocemos muy bien de que estás hecha, cada ingrediente que te compone fue aportado por nosotros. Debes aceptar, pese a tu pesimismo, estas palabras te sorprenden, siempre te causaron ese efecto. A pesar de nuestros esfuerzos las palabras nunca fueron de tu interés, al contrario, nunca fuiste una Sopa muy letrada.
Cinco palabras, fueron cinco palabras las que empezaron
todo esto. Bien no puedo decirte si este es el comienzo, el final o desarrollo de este cuento, quizá sean todos juntos, quizás haya algo de comienzo en el final y un poco de final en el comienzo, pero sí puedo decirte cinco palabras. Antes querida niña, debemos ser sinceros, tu consistencia fue, cómo decirlo, muy ligera para nuestro gusto, te hubiéramos preferido un poco más espesa, más refinada, pero como antes dije, conocemos muy bien cada ingrediente que te forma -sólo un poco de sal- dijo la abuela, era hipertensa, compréndela y discúlpala si saliste un poco desabrida, pero hoy que veo las verdades como mentiras y las mentiras como verdades, observo que ser desabrida no te afectó en lo más mínimo. Para compensarlo, hubo quienes te pusieron más de una pisca de picante, y muchos huevos, eso fue aportación de tus tíos, no de tus padres, ya que tus padres
fueron escritos con letras sumisas, perfiles pasivos y pocos accidentes dramáticos que pudieran perturbar su historia, no somos aficionados de los disturbios que esos excesivos bríos pudieran ocasionar. Cuando tu astucia se descuidó y nos dejó ver lo que hacía tu traviesa sombra, todos lo supimos, Sopa traviesa, quisiste engañarnos, pero aún después de descubrir tu embuste, reconocimos lo intrépido de tus actos, tu belleza bajo aquella luna de acero; parpadeante al ritmo de ese silbido artificial, efímero, y tan banal que te hacía fondo injusto al arte que nos pareció tu trabajo. Estallamos en júbilo súbito, llenos de alegría por tu baile, aunque a decir verdad era difícil reconocer a nuestra pequeña Sopa, con ese traje de lentejuelas, ese antifaz, en medio de las luces, los aplausos y los hombres que admiraban a nuestra pequeña y desabrida Sopa. Prontos le dimos un billete de mil pesos a tu primo, para que te lo pusiera en tus diminutas prendas, sabíamos bien la relación tan estrecha que tenían tú y él, pensamos que era el más adecuado para demostrar que tu familia te apoyaba y se sentía orgullosa de tu labor. Tu expresión al principio nos sorprendió un poco, parecía un poco desencajada, pero bastó con escuchar tus palabras para tranquilizarme, -¡Trae aquel vaso!- y de inmediato tu amistoso compañero, que no dejaba que los clientes te molestaran, te obedeció, tomaste su contenido, y entendí que tenías miedo. Sopa tonta, no recuerdas que cuando más pequeña eras, tus padres seguros del amor que te tenían, te dijeron: No importa qué seas de grande, si quieres puedes ser barrendera, ¡pero sé la mejor barrendera del mundo! Pues así te veíamos ahora, como la
mejor del mundo. Sin embargo, tu arrogancia sí nos desilusionó un poco, y no debes negar que te trajo muchas peripecias, no fuiste del todo una buena muchachita, somos conscientes que aquella madrugada cuando descubrimos tu secreto, te apoyamos y reconocimos tus talentos, pero niña desobediente, mira que ocultarnos que debías tanto dinero, no te lo pasamos. Anteayer hablamos con tus vecinos, por una extraña razón tus vecinas no se mostraron muy entusiastas al hablar de ti, pero tus vecinos se mostraron muy amables al dedicarte tantos halagos, y sin ningún problema nos contaron, lo orgullosa que te sentías al ser quien eras, y lo generosa que te mostrabas con ellos. Fue en ese instante que nos dimos cuenta de lo buena e ingenua que eras, y aunque nos fue difícil juntar el dinero que debías lo pagamos con mucho gusto. Mi querida Sopa, no tengo ya mucho espacio en esta hoja, y de verdad ya no deseo gastar otra, sólo nos queda por decirte que te cuides mucho, coloca una pequeña toalla sobre tu pierna para que tu herida no sea la causante de ninguna mancha en los sofás o en las alfombras. Nos sentimos muy tristes por la distancia que ha puesto entre nosotros tu compañero, pero entendemos que ya no eres una pequeña y que tienes que vivir tu vida. Por último querida, te pediré que le pronuncies estas cinco palabras a tu amiguito secuestro “ya no tenemos más dinero”
Te ama tu familia
{Amor en tiempos del Apocalipsis}
Anna María Bautista Legorreta Tomados de la mano corren desesperados detrás de aquel hombre de aspecto descuidado, quien les ha regalado ilusión y esperanza; son sólo un par de adolescentes, inmaduros, inexpertos e inocentes, que aún creen en la desdibujada salvación de los seres humanos. Nada sucedió el 21 de diciembre de 2012, no hubo Apocalipsis, ni guerra, ni muertes… ¡absolutamente nada! En cambio, 50 años después, la creída raza superior, llamada humana, está al borde de la extinción. ¿Qué fue lo que pasó?.... ¡La tierra se vengó!.....no han explicado qué fue lo que provocó este caos, pues de pronto, ríos de magma comenzaron a salir a la superficie, quemando todo a su paso, y cuando al fin creyeron haberlo controlado; una bacteria salió a la superficie provocando que cualquier organismo dependiente del oxígeno, cayera instantáneamente en coma. Los líderes, con todo su poder, su dinero y tecnología, no supieron qué hacer, no hay tratamiento, no hay cura, no hay forma de purificar el aire…. en pocas palabras…. ¡No hay solución! Lo único que han logrado, es aislar al ciento de personas aún conscientes, en un insignificante edificio, tratando de sobrevivir con comida enlatada, semillas y restos
de agua; manteniéndolos atados todo el tiempo a una vital máscara. Pero estos dos muchachos, convencidos de que podrán ser salvados, cruzan un mar de árboles siguiendo a un viejo médico veterinario que les ha jurado que la cura está en sus manos. Él atractivo muchacho sostiene la mano de ella con mucha fuerza, no la quiere perder, casi la arrastra para que no se quede atrás ¡no la puede dejar ahí!, ya que a pesar de que han sido descubiertos al huir de aquél edificio, sabe que nadie está dispuesto a venir a rescatarlos. El médico sigue corriendo, no le importa si ella no puede continuar, sólo necesita a aquél fuerte muchacho para cargar todo el equipo que lo salvará. Ella no está nada bien, en sus ojos se muestra perfectamente el terror que siente al estar ahí; sigue al muchacho, aquél joven a quien ella tanto ama, pero su mente se aleja de aquél lugar, intentando llevarla hasta el momento en que lo conoció. El sol se escondía, la luna empezaba a hacer presencia; el parque estaba casi vacío, los niños corrían a los brazos de sus madres y el viento movía las flores de un lado a otro. Ella estaba en un columpio, sentada, haciendo figuras en la tierra con su frágil dedo pulgar; de vez en cuando levantaba la mirada para observar a su alrededor y encontrar el rostro de su madre entre los árboles. Él vagaba entre las bancas, sentándose, levantándose, caminando un poco y volviéndose a sentar; no sabía que hacía exactamente ahí, pero tenía un problema que lo había hecho salir y admirar tan singular hora crepuscular.
Las pilas de basura que había, desencadenaron la salida del magma, empezaban ya a verse por todas partes, y como en todo el mundo, inundaban la ciudad; sin embargo, ese parque era de los pocos sitios que quedaban despejados, aunque el fétido aroma de la basura, ya tan cercana, envolvía al lugar. - ¡Ahí está el camino!- el médico grita -¡Apresúrense! Pero los dos chicos se detienen un instante, el aliento les falta y las piernas casi no les responden; están fatigados por tan largo camino recorrido. -¿Cómo te sientes?- pregunta él - Ya lo sabes- contesta triste la frágil chica –Vamos, tenemos que seguir, no quiero continuar así. El muchacho sujeta aún más fuerte la mano de ella, quien le responde con una delicada sonrisa; los dos tratan de correr hacia el camino, donde el médico enojado los espera. -¿Qué están haciendo?- les grita de nuevo -¡Apresúrense! ¡Ya estamos muy cerca, falta como un kilómetro! ¡Puedo ver los edificios desde aquí! ¡Vamos! Él empieza a correr, creyendo que los dos jóvenes le siguen el paso; pero ellos están quietos en la acera, mirándose el uno al otro a los ojos. -No te voy a dejar aquí- le dice el muchacho acariciándole la mejilla. -Sé lo que quieres hacer y no te voy a dejar que lo hagas- contesta la
chica. -No te voy a dejar aquí- reafirma el chico. -No es para tanto- dice ella –sólo falta un kilómetro, pueden ir y venir enseguida, aquí los estaré esperando-No te voy a dejar aquí- contesta él. -Ya vete- le dice ella, apartando la mirada- entre más rápido te alejes, más pronto regresarás…. Te estaré esperando. Ella suelta la mano del chico y retrocede unos pasos; él comprende que se tiene que ir, comienza a correr tan rápido como puede, tratando de alcanzar al médico, quien le hace señas para que se apresure. Mientras corre, aquél muchacho de cabello rojizo, grita internamente, las lágrimas bajan por su rostro; se pregunta por qué tiene que abandonar a tan frágil criatura en ese camino, ¿Por qué no pudo protegerla?... ¡¿Por qué tuvo que casi acabarse el aire de su máscara?!... Sabe que él fue un tonto al no checarla antes de partir; ¡Se suponía que debía protegerla! ¡Se lo había prometido!... y ahora la dejaba sola, en ese terrible camino y con el aliento de vida escapándosele de las manos. Trata de limpiarse las lágrimas antes de alcanzar al doctor, aumenta su velocidad, quiere llegar lo antes posible, quiere regresar lo antes posible por ella, tenerla en sus brazos, decirle que le cumplió la promesa. Corre aún más fuerte, alcanza al doctor; los dos se alejan, desde una larga distancia, que le parece infinita, la chica los ve cada vez menos; ella está ahí, parada en medio de la carretera, tiene miedo, no de ser
atropellada, no de morir ahí y ahora; tiene miedo de que el chico no llegue, que no encuentren la caja y todo haya sido en vano; pero hay un rayo de fe en ella que la mantiene consciente, esperando que todo resulte bien. Los dos ya entraron a la ciudad, buscan desesperadamente el edificio; a un kilómetro de distancia, sigue ella, tratando de alejarse nuevamente de ahí, su mente la lleva a continuar con aquél hermoso recuerdo de ella y su chico de cabello rojizo.
Ella levantó la mirada, y ahí estaba él, sentado en una banca, jugando con un par de hojas y observándola; inmediatamente le sonrió, ella se levantó del columpio y se dirigió hacia él. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, lo besó en la mejilla y se sentó a su lado. Los dos se miraron a los ojos un largo rato, sin decir nada; pareciera que con los ojos se transmitían todo. Una señal de su cuerpo, interrumpe el bello recuerdo de ella, sus pulmones le avisan que el aire se está acabando; la frágil chica trata de calmarse, no entrar en pánico; mira a los lados y ve que está sola, mira hacia enfrente y no ve a su chico venir; sabe que todo acabó, se sienta en el asfalto, se quita la máscara, siente que pierde el conocimiento, quiere mirar la luna una vez más, ve lo grande y hermosa que esta noche está.
Baja la mirada, mira hacia enfrente otra vez, sonríe débilmente y deja su cuerpo caer…
Pero antes de que su cabeza toque el suelo, una mano la detiene, la sujeta con fuerza y le coloca una máscara. No es el fin, lo sabe, y aunque no logra ver el rostro de esa mano, su corazón le dice que es alguien amado, que todo estará bien, que tal vez sí haya cura… y el mundo ha logrado la salvación.
FIN
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revista_letrina@hotmail.com convocatoria abierta del 16 al 30 de noviembre.
/letrinaellh Las letras hablan ellh
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ALDO GARCÍA CABALLERO “2 de noviembre”
ALDO GARCÍA CABALLERO “Edificando”
ARTURO IRETA “Limbo, aspecto de Morelia”
ARTURO IRETA “El camino de las mandas”
Victoria Valdéz Arroyo
Les envío esta foto de mis tenis por lo siguiente: hace apenas unos
años cuando yo todavía era una jovenzuela me compraron unos tenis que casualmente eran imitación de Converse no es que yo sea adicta a las marcas en particular pero me hicieron sentir cómoda y desde entonces acostumbro usarlos. A veces negros, a veces rojos, de bota o choclo. Varias veces con mi prima hermana gemela y mejor amiga del mundo: María Guadalupe Gutiérrez Arroyo. Recorrimos las hermosas calles de la ciudad de Morelia. No están para saberlo ni yo para contarlo pero casi nunca cargábamos lana para la combi, por eso andábamos a pata para todos lados con nuestros super tenis puestos. Y eso no es todo: en una ocasión de esas veces en las que uno tiene sueños raros soñé a lo lejos que caía fuego del cielo, era inminente de que el mundo estaba por acabarse. En mi sueño veía a la gente corre y corre despavorida y sin escapatoria. Acto seguido me puse mis tenis y ya no sé que más pasó porque desperté pero lo que sí tengo claro es que si me toca recorrer las calles mas hermosas del mundo o si me sigue el fuego del armagedón voy a necesitar mis tenis Converse por si acaso. PD. caminante no hay camino, se hace camino al andar con Converse.
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María Guadalupe Gutiérrez Arroyo
¡Hola de nuevo a su sección favorita (cof, cof), amantes de las letras!, en esta ocasión no les traje tips concretos porque no sé muy bien de qué debo hablarles... y a veces es tan confuso escribir. No sé si a a ustedes les ha pasado, pero es horrible estar frente a una hoja de papel sin saber qué escribir en ella, y más aún, si no sabemos si eso que escribamos será del agrado de nuestros posibles lectores. Así me ha pasado en esta ocasión a mí, que no sé cómo llenar esta sección...
Es por eso que les pido su ayuda, de la manera más atenta, coordial y estética que puedo, para que me digan ¿qué es lo que les gustaría ver en esta sección? Saben que en números anteriores les he estado hablando acerca de tips para equivocarnos menos con la acentuación, con las palabras homófonas y otras cuestioncitas que recordarán bien ( recordarán eso si nos han estado siguiendo fielmente, como se espera de ustedes, lectores). Así que aprovecho este medio para decirles que me encantaría construír esta sección con ustedes: pueden tener la confianza de enviarnos las dudas o preguntas que tengan en cuanto a ortografía, redacción, uso de alguna palabra, puntuación, Etc. y con mucho gusto me esforzaré para encontrar las respuestas, o bien, tratar de encontrarlas y darles orientación. Eso pueden hacerlo en el correo que ya conocen bien: revista_letrina@hotmail.com, por medio de nuestra página de Facebook: Letrina (revista) o bien, por el Facebook oficial, que es Letrina FLLH. Por cualquiera de esos medios recibiré gustosa sus dudas, preguntas, reclamos y/o comentarios. Espero que tengan la confianza de abordarme. Se despide de ustedes la adorable encargada de la sección de Tips. Hasta pronto, y espero me lleguen sus aportaciones.
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Recomendación
“Teatro del Absurdo”
El turco (Héctor Moreno)
Hablar de un Teatro del Absurdo o Teatro de la Crueldad es hablar inconscientemente de Becket, Artaud, Ionesco y tantos otros que pudiera citar, pero es aquí donde parto para evocar una vertiente emergente y urgente de uno de los dramaturgos que más involucran al espectador, y es la representada por el dramaturgo alemán Peter Weiss, creador de un teatro experimental y lúcido. La producción dramática de Weiss, no obstante su sorprendente originalidad, conecta con una tradición de teatro catártico que remonta a la Grecia preclásica. Los elementos ritualistas y anti-estéticos de su obra (la crueldad, lo grotesco, el sobresalto) funcionan como medios para provocar los efectos purgativos inherentes a la producción teatral. La violencia que caracteriza sus obras recuerda la descripción Nietzscheana de los rituales dionisiacos, pero la vehemencia anarquista que ataca las tradiciones venerables y la estructura social funciona de hecho como agente benefactor. René Girard apunta lo siguiente: “El rito puede ser el resultado de la violencia y estar impregnado de violencia, pero aspira a la paz […] a promover la armonía entre los miembros de la comunidad”. Weiss, dramaturgo por urgencia, adopta el género dramático por su poder de transformación de la sociedad y desata el metateatro, apareciendo así La persecución y asesinato de Jean-Paul Marat representada por el grupo teatral de la casa de salud de Charenton bajo la direción del Marqués de Sade (1963) o simplemente Marat/Sade para la adaptación cinematográfica en 1964 por el realizador inglés Peter Brook. El Marqués monta con los enfermos del sanatorio una obra sobre el asesinato del revolucionario francés Jean-Paul Marat. Parajes lunáticos, argumentos cortantes y catatónicos y fuerzas sobrecogedoras de la razón revientan el hastío hasta la cumbre de lo elegantemente bizarro. El empleo del lenguaje en la película, radicalmente alterado, subraya una visión del mundo fundamental diferente a la mantenida por medio del diálogo coherente y racional. Un Marqués de Sade en un mundo que no es ni coherente ni racional sino todo lo contrario: “Creo que la mayoría de la gente vive en un estado de confusión total, pero donde no hay confusión no hay vida”. El espectador, sentado en el escenario, pasa a ser miembro integral de la colectividad involucrada en el proceso expiatorio de una sociedad que trata desesperadamente de protegerse y prolongarse. El teatro sigue siendo una ceremonia: es un banquete sacrílego y sagrado, erótico y místico, que abarcaría todas las facetas de la vida, incluyendo la muerte, en el que el humor y la poesía, la fascinación y el pánico serían uno.
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