3 minute read

Impartición de Justicia con Inteligencia Emocional

Gerardo Becker Ania, magistrado presidente del Tribunal de Justicia Administrativa del Estado de México desde principios del año, nos recibe para compartir con nosotros una charla sobre un tema revolucionario: la impartición de justicia con inteligencia humana.

La idea de que la impartición de justicia tenía que ver simplemente con la pronta y efectiva respuesta jurídica para las personas, se ve aquí ampliada: “lo importante es hacerla nueva, partiendo de un enfoque más humano”, fueron las palabras del magistrado.

Advertisement

Para entender este punto, consideremos que algunas decisiones que tomen ciertas personas en sus trabajos pueden afectar a miles o incluso millones más; por lo tanto, parece prudente constatar, utilizando metodologías de las que ya disponemos, que estos operadores presenten el suficiente equilibrio emocional que se requiere para desempeñar sus cargos.

Dichas metodologías miden su nivel de estrés ante la carga de trabajo, entre otros factores que pudieran influir con el desenvolvimiento laboral de ese servidor público. Esto, con la intención de comprender mejor el problema y aplicar las acciones necesarias para tratar de resolverlo.

Ejemplos de cómo influye el estado psicológico de la gente sobre sus decisiones podemos encontrar infinitos a lo largo de la historia: algunos personajes han tenido que vérselas con terribles consecuencias mientras que otros, por el contrario, venturosamente cosecharon los frutos de haber hecho la diligencia de conocerse a sí mismos.

Conocerse a uno mismo, como lo entiende el magistrado, implica aprender a identificar las diferentes emociones que suelen embargarnos y aprender a gestionarlas. Como presidente del tribunal, sostiene que para él se trata, pues, de “implementar, de forma pública, todo lo que he aprendido de forma personal y humana”.

Eso sí –explicó–, también es importante que aquellos servidores que recibirán atención psicológica accedan voluntariamente, que cooperen con el “trabajo de ayudarlos”.

Alguna vez, el magistrado diera cursos de tanatología. Esta ciencia o “disciplina integral”, como han dado en llamarla, comprende las maneras de abordar la experiencia de lo relacionado a la mortalidad. Normalmente, las personas apenas y quieren enfrentarse a ese miedo que nace de la conciencia de sabernos mortales. Parece que entregarse a esa inminencia constituye un proceso bastante complejo para la mayoría, de modo que suele provocar trastornos serios.

La tanatología vino a ofrecer posibles soluciones para estas crisis, y se ha observado que, aplicando sus preceptos, mejora progresivamente la situación emocional de la gente. En experiencia del magistrado, sus cursos hicieron “renovar a las personas en su propio autoconocimiento; nosotros, ayudarlas a salir adelante”, agregando que “cuando regresamos, la eficacia laboral subió drásticamente, porque la gente estaba preparada y estaba protegida”.

Gracias a que pudo constatar este hecho, aunado a la experiencia que acumula cada día, fue empujado a lograr aquella propuesta que calificó de revolucionaria, sinergia entre psicología y derecho. Busca que, en algún momento “todos en el tribunal tengan ese toque humano”, porque “eso se va a reflejar en su trabajo y en el trato de la ciudadanía, que es lo más importante”. Para él, resulta difícil concebir que se pueda dar un servicio adecuado a la ciudadanía si el servidor que participa de la entrevista no tiene “esa empatía humana”.

Ciertos trabajos, señaló el magistrado, conllevan una alta carga de estrés. En el caso de un impartidor de justicia como lo es él, y puesto que siempre anda forzosamente haciendo de villano para alguien, se entiende que su estado emocional pueda verse puesto a prueba con frecuencia. Eso también le ayuda a entender la importancia de tratar la salud mental de cada servidor público, recordando que prevenir siempre es mejor que lamentar.

Saliendo un poco del tema, o más bien trayendo a colación otro en el que puede verse todo reflejado, mencionó que los servidores públicos deberían inmediatamente comenzar a interesarse por el tema, pues, “el servicio público no se trata de servirse, como dicen, sino de servir a los demás”, de modo que se vuelve menester atenderse a sí mismos (conocerse a sí mismos) para luego poder atender óptimamente a los demás.

“A veces”, objetó el magistrado, “esto se les olvida a muchos”. Afirmó, por si fuera poco, que estos casos solo demuestran tener poca o nula inteligencia emocional, además de que mejor harían en procurarse otros trabajos más acordes a su personalidad. Claro está que no es lo suyo eso de impartir justicia. Esta labor requiere de gente que goce de una buena salud mental que le permita actuar honrosamente, considerando siempre las necesidades del otro, como efectivamente todos queremos que actúen nuestros gobernantes.

Quisiéramos concluir con una frase que rescató el magistrado hacia el final de la conferencia, y que nos parece sintetiza satisfactoriamente la esencia de su posición política: “permear más humanismo es lo más importante”.

Esto significa un rechazo a aquella falacia punitiva en contra del criminal por la que se ha regido la ley desde tiempos inmemoriales. El cambio de tuerca apunta más bien a que el factor humano sea el que presida el paradigma jurídico. No por ello diremos que se trata necesariamente de una alternativa de carácter “tolerante”, “indulgente” o “laxa”: viéndoselas directamente con la raíz misma del problema, aparece más apta para combatirlo.

This article is from: