»NUEVA PSICODELIA
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05-JUN-15
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» GOAT AFROFUNK RITUAL SUECO PARA LOS DOSMILES. » NICOLAS DE CRÉCY “PRIMER MINISTRO” DEL CÓMIC FRANCÉS. » ROCK PSICODÉLICO EN MÉXICO UN LEGADO QUE NO SUCUMBE A LOS AÑOS.
DIRECTORIO PRESIDENTE CECILIA VELASCO MARTÍNEZ ceci@revistamarvin.com EDITOR UILI DAMAGE uili@revistamarvin.com COORDINADOR EDITORIAL PABLO PULIDO pablo@revistamarvin.com DIRECTOR DE ARTE HÉCTOR MONTES DE OCA hector@serif.com.mx DISEÑADOR GRÁFICO DAVID HERNÁNDEZ davidh@revistamarvin.com DISEÑADOR GRÁFICO GERARDO PINZÓN gerardo@revistamarvin.com EDITOR WEB ROBERTO GONZÁLEZ CLAPÉS roberto@revistamarvin.com REDACTORA WEB ORQUÍDEA VÁZQUEZ orquidea@revistamarvin.com REDACTOR WEB JOSÉ IGNACIO GÓMEZ ignacio@revistamarvin.com DIRECCIÓN COMERCIAL Y RP DELHY SEGURA delhy@revistamarvin.com VENTAS Y RP DENISE SÁENZ GONZÁLEZ denise@revistamarvin.com FOTÓGRAFO FELI GUTIÉRRES feli@revistamarvin.com
CONSEJO EDITORIAL Manú Charritton, Arturo J. Flores, Alejandro González Castillo, Jorge Grajales, Juan Carlos Hidalgo, Alejandro Mancilla. RESPONSABLE DE DISTRIBUCIÓN Comercializadora GBN S.A. de C.V. Calzada de Tlalpan 572, desp. C-302 Col. Moderna. C.P. 03510. Benito Juárez, México D.F. Tel: (0155) 5618 8551 jnuno15@yahoo.com.mx REPRESENTANTES EN EL INTERIOR DE LA REPÚBLICA TOLUCA EDUARDO URIBE MORALES aliasdg@gmail.com PUEBLA RICARDO CARTAS FIGUEROA ricardocartas@revistamarvin.com PUEBLA JOSÉ ANTONIO FLORES CABRERA joseantonio@revistamarvin.com PACHUCA ALFREDO GARCÍA r.u.d.o@hotmail.com GUADALAJARA JUAN CARLOS BASURTO jcgbasurto@revistamarvin.com IMPRENTA COMPAÑÍA IMPRESORA EL UNIVERSAL Allende 176. Col Guerrero. México DF. Tel. 5117 0190
EDITOR CÓMIC ÓSCAR G. HERNÁNDEZ oscarghx@revistamarvin.com PRODUCCIÓN MARCELA CASTILLO marcela@revistamarvin.com ADMINISTRADOR EMMANUEL CORTÉS emmanuel@revistamarvin.com
MVN 132 :: PSICODELIA :: TAME IMPALA
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CONTACTO Cozumel #61- PB. Col. Roma Norte CP 06700. México DF. Tel. (55)1998 0808 (55)1998 1818 Contacto: contacto@revistamarvin.com Suscripciones: suscripcion@revistamarvin.com MARVIN
VENTA EXCLUSIVA PARA MAYORES DE EDAD.
Título de la publicación: Marvin Música • Cine • Arte Editor Responsable Cecilia Velasco Martínez. Edición 132 correspondiente a: JUNIO 2015. Prohibida la reproducción parcial o total por cualquier medio físico o electrónico sin el permiso expreso de los editores. Los contenidos de artículos y colaboraciones firmados son responsabilidad exclusiva de sus autores y no reflejan necesariamente la opinión de los editores. Certificado de Licitud de Título y Contenido: 15372. Certificado Reserva de Derechos al uso Exclusivo del Título: 04-2011-100610180100-102. MARVIN es una Marca Registrada.
CONTENIDO
MVN :: 132 :: NUEVA PSICODELIA:: EN PORTADA 38 TAME IMPALA 6 EN MEGÁFONO. Perfiles y noticias de música, cine y arte MÚSICA 16 INDUSTRIA: Me Hace Ruido 18 ATLAS SONORO: India 20 FÖLLAKZOID. Antes y después de la psicodelia 22 SOBRENADAR. La materia prima de los sueños 24 BROADCAST. Psicodelia de otro plano dimensional 26 GOAT. Hablando con Dios 52 DE CULTO: Screamadelica. La psicodelia que unió al rock y al dance FESTIVALES 28 FESTIVAL MARVIN 2015 Abajo es arriba… Lo pequeño es lo grande 34 PA’L NORTE MUSIC FEST 2015 Al lugar que siempre quiero volver 36 CEREMONIA 2015 La identidad sí se construye CINE 58 LOVE IS STRANGE. El muerto y el arrimado… 54 DE CULTO: House. La casa de los terrores lisérgicos
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ARTE 60 GALERÍA: Bicicleta Sem Freio. 56 DE CULTO: Arte intoxicante. La lógica es para anticuados CÓMIC Y NARRATIVA DIBUJADA 72 CHARLES BURNS. Locura pop y psicodelia 74 CÓMIC: Nicolas de Crécy MARVINISMO 46 LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE LA PSICODELIA DEL SIGLO XXI DE FONDO 66 LA ESPIRAL EN LA MENTE HUMANA. Un ensayo de Rogelio Garza LITERATURA 70 ENCORE. Cuentos inspirados en el rock mexicano
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COLUMNAS 76 BAJO PRESUPUESTO: Mi psicodelia. Por Hugo García Michel 77 AGUARRACES PORTEÑAS: Tragos Finales. Por Rafael Toriz RECOMENDACIONES 78 ESTILO 79 TECNOLOGÍA 80 EL PILÓN: Dílers. La coca de cada día, dánosla hoy
EDITORIAL Percepción alterada de la realidad.
Esa es la premisa general de la psicodelia como la conocemos hoy. Y si bien es un cliché describirla con ese universo vertiginoso de colores y patrones, elementos fantásticos traídos de otros contextos, todos tienen siempre una referencia que debe amarrarse a la vida común para vestirla. Los efectos de esta ola social, cultural, artística, ideológica, estética, filosófica y a saber cuántos recovecos más, siguen multiplicándose hoy en terrenos que ya ni siquiera se bautizan psicodélicos, pero que, casi por ósmosis, cargan el tamiz de lo que un día se postulaba contracultural. En su parte musical es un poco obligado relacionarla con el rock de los sesenta, y no es descabellado. Pero aguzando la atención, hay sicodelia en el hip hop, en el rock pesado, en el pop, en la música tropical, aquí, allá, en todos lados. No sé bien si descartar la sicodelia de una vez por todas con el endeble argumento de que ya no es su época y lugar y por tanto ya no se puede calificar nada reciente así o rendirme ante su influencia y asumir la psicodelia en todo lo que nos rodea. Para evitarme este dolor de cabeza, me pongo a celebrarla en compañía del excelente equipo de colaboradores de Revista Marvin en este #132, acercando la lupa a la música, cine, arte, literatura, cómic y stand-up comedy, poniéndome una camisa de colores, descalzo y con flores en las manos para repartir a la voz de... ¡Amor y paz, hermanos! Uili Damage @uili
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FOT:: ORQUÍDEA VÁZQUEZ
FILUX 2015 Ven hacia la luz, una charla con Gabriel Lora Gaytán La esperada segunda edición del Festival Internacional de las Luces México (FILUX) llegó corregida y aumentada. Desde su debut en 2013, el evento reunió la suficiente atención para convertirse en todo un suceso en la gran metrópoli mexicana. La intervención de plazas y edificios históricos fue una apuesta desde un inicio interesante. A pesar de tener un receso el año pasado, el FILUX 2015 demuestra que para dejar huella lo único que se necesita es creatividad.
ESTA EDICIÓN contó, además, con más participantes y actividades. Junto con las intervenciones lumínicas, el FILUX incluyó una serie de conferencias y mesas redondas respecto a la luz, el arte, la ciencia y la arquitectura como una reflexión sobre las emociones del individuo y la sociedad. Del 7 al 10 de mayo, el Distrito Federal se convirtió realmente en la Ciudad de las Luces, en el que cada halo fue apropiado para cada persona. Al respecto, platicamos con Dutche, artista de nombre real Gabriel Lora Gaytán, sobre su participación en la segunda edición de FILUX: LA OBRA Participé con otro compañero, Edgar Olvera Yerena, también conocido como RVLVR. Hicimos una pieza en el kiosko de la Alameda. Se trató de una experimentación audiovisual. Invitamos a varios artistas a colaborar con nosotros, cada día hubo distintas temáticas, desde live cinema, hasta algo de fiesta rave, animación y pintura en vivo sobre acetatos. EL SONIDO Algunos días nos dejamos llevar por la improvisación y el jam, con el objetivo de encontrar nuevas rutas sonoras. La ventaja que tenemos Edgar y yo, es que ambos
tenemos conocimiento en la música y los visuales, así que pudimos alternar tareas. Trabajamos con distintos contenidos, como lo prehispánico y el mundo actual. No olvidamos la fiesta, pues hubo una sesión dedicada a lo electrónico y la mezcla en vivo. LA INVITACIÓN Durante una maestría en la Academia de San Carlos, conocí a Edgar. Fue él quien me invitó a participar en las Noches de Museo, además de otros proyectos como sesiones en vivo, fue en una de éstas en las que Diana Delgado (coordinadora de FILUX) nos vio y comentó que nos tomaría en cuenta para la segunda edición del festival. EL PRIMER FILUX Al ser la primera edición, claro que existieron algunos detalles. Escuché varios comentarios sobre el “mapping” en Bellas Artes, que le faltó sonido, pero no creo que haya sido necesario porque es un festival de luces y no de mapping, pero me imagino que la gente tenia esa percepción. El primer FILUX fue un gran logro, que conllevó un enorme esfuerzo. Afortunadamente, poco a poco se han abierto espacios para este tipo de experimentos, como en el Centro de Cultura Digital, el Centro Cultural España y el Arte Alameda.
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TXT:: ROBERTO GONZÁLEZ CLAPÉS
GANA UN VIAJE A
LOLLAPALOOZA CHICAGO
Porque nos encanta la música y los festivales, en Marvin estamos regalando un viaje todo pagado a Chicago, para que disfrutes con 3 amigos de uno de los festivales más grandes de Estados Unidos, Lollapalooza. Esto es posible gracias a Doritos, y lo único que tienes que hacer es registrarte en marvin.com.mx/Doritos y esperar las instrucciones. Debes hacerlo antes del 15 de junio. Mientras tanto, saborea el nombre de algunas de las bandas que podrías disfrutar del 31 de julio al 2 de agosto en el Grant Park: Paul McCartney, Metallica, Florence + the Machine, The Weeknd, alt- J, Tame Impala, TV On the Radio, The War on Drugs, FKA Twigs, Toro y Moi, Death from above 1979 y Django Django.
Pero lo más importante es que te registres en marvin.com.mx/Doritos
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TXT:: JUAN CARLOS HIDALGO
Mapa sonoro del rock mexicano reciente en
TIERRA ADENTRO #203 LA MÚSICA ELECTRÓNICA ES UN TEMA DE ANÁLISIS, NO SÓLO EN EL ASPECTO TÉCNICO, TAMBIÉN LO ES EN EL PLANO SOCIAL Y CULTURAL. LA ESCUELA DEL ROCK AND ROLL USUALMENTE LA SUBESTIMA COMO UNA CREACIÓN ARTIFICIAL CUYA ALMA NO ES MÁS QUE LA RESPUESTA DE CIRCUITOS SESUDAMENTE PROGRAMADOS, SIN EMBARGO, QUEDARSE CON ÉSTA U OTRAS TEORÍAS SOBRE ESTE ENORME GÉNERO ES RESULTADO DE UN MIEDO POR MIRAR HACIA DELANTE. POR MI PARTE, siempre me interesó la frase de Y. B. Mangunwijaya: “A veces no se ve nada en la superficie, pero por debajo de ella todo está ardiendo”. Estoy convencido de que la revolución tecnológica ha cambiado las cosas y que una nueva camada de creadores –dominando otras herramientas y técnicas– están dando batalla y renovando el panorama. En medio de la vorágine de la Feria del Libro de Guadalajara, a la que acudimos a presentar el libro de cuentos editado por Marvin, Cerati, siempre seremos prófugos, le propuse a Rodrigo Castillo, Director del Fondo Editorial Tierra Adentro, realizar un recuento de jóvenes agrupaciones y/o solistas que nos arrojaron un mapa sonoro del presente más inmediato y que permitiera revisar el estado de las cosas a partir de más y mejores datos. Basta con asistir a los festivales o darse cuenta de la cantidad de conciertos que se ofrecen para darse cuenta de que el rock mexicano continúa en movimiento. Sus detractores no son pocos y, sin duda, encuentran argumentos. Existe una faceta que suele empujar a agrupaciones de dudosísima calidad (y un pobre manejo del idioma). Otros tantos se aferran a esa molesta nostalgia y siguen consumiendo grupos del tiempo de Rock en tu idioma; no faltan los que se han quedado en el pasado. El panorama nacional suele ser poco estudiado, analizado y retratado. Muchas veces no se conoce bien a bien y se lanzan aseveraciones a partir de datos escasos o intuiciones. No existe un solo México en términos culturales y sociales, y en el rock no es la excepción. Así es como surge el número 203 de la revista Tierra Adentro, del que Herson Barona –el editor formal– explica: “Con esta edición, Tierra Adentro conforma un atlas sonoro sin precedentes. Una escena musical en formación, a su vez incluyente y divergente,
en constante metamorfosis. Las treinta y cuatro agrupaciones aquí reunidas fueron seleccionadas con el apoyo de los músicos y críticos Juan Carlos Hidalgo, Vicente Jáuregui y Alejandro Mancilla, cada una de las bandas examinadas a detalle por este triunvirato, cazadores insaciables de novedades valiosas. Asimismo, buscamos apartarnos del mainstream para encontrar bandas novísimas con discos recientes y, con ello, hacer la selección lo más objetiva posible, todo a través de investigaciones realizadas en revistas, videos y conversaciones entabladas en soportes electrónicos. El rock mexicano más actual es pensado desde su expresión en lenguas originarias hasta los problemas intrínsecos a su propio desarrollo: los festivales, la industria discográfica y el llamado mercado independiente, sólo por citar algunos”. Al momento de publicar esta reseña, las polémicas se extienden desde diferentes frentes de la web y no falta quien se aferra a creer que existe inmovilismo. De allí que se trate de un número necesario y útil. 34 propuestas emergentes desde cada uno de los estados de la República Mexicana, más Los Ángeles y Nueva York, se reúnen en un proyecto ambicioso, al cual se sumaron otros de los miembros del equipo Marvin: Luis Arce, Alejandro González Castillo y Aarón Enriquez. La revista que incluye una portada del Dr. Alderete se presentó el pasado jueves 28 de mayo en La Pulquería de Los Insurgentes en la Ciudad de México y sirve de plataforma para provocar distintas disertaciones y estimular la polémica bien informada. La revista aún se encuentra distribuida en todo el país a través de la red de librerías Educal y es un material de colección y lectura obligada para todos los involucrados en el movimiento de rock nacional.
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TXT:: UILI DAMAGE
LA REVOLUCIÓN DE EMILIANO ZAPATA Breve historia de un lisérgico sonido “NASTY SEX” es el tema que los ha mantenido vigentes al paso de cuatro décadas y media, por encima de sus éxitos románticos una vez pasada la ola hippie. Bajo la influencia del rock psicodélico estadounidense, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, es que Javier Martín del Campo juntó a varios amigos a tocar canciones del momento a su estilo, más como un pasatiempo que una vocación firme. Empezaron ha hacerlo en fiestas locales, pero el éxito los atacó de inmediato y su fama se regó rápidamente fuera de la ciudad. Gracias al lema “Tierra y libertad” del caudillo es que el grupo decidió tomar el nombre con el que ganaron un concurso en la estación Radio Ondas de la Alegría, al estilo “¿Por cuál vota?”, mismo que les ganó una audición con la entonces Discos Polydor local. Mudándose a la ciudad de México, grabaron en 1970 su álbum debut, mismo que incluía el hit “Nasty Sex”, además de “Shit City” y “Still don’t (Not yet)”, corte que
escaló rápidamente en el gusto del público, tanto local como internacional. La matriz de Polydor les hizo llegar cinco medallas de reconocimiento por sus ventas tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido y Europa, gracias al hoy clásico “Nasty Sex”. Aunque el título despierta automáticamente ideas negativas, el tema es un llamado a las mujeres a no involucrarse en el sexo casual con parejas irresponsables, sino a buscar el amor verdadero, algo que el escritor Parménides García Saldaña supuestamente les criticó con dureza en varios artículos, calificándolos de “fresas”. La banda fue invitada a presentarse en el histórico Festival Rock y Ruedas de Avándaro en 1971, mismo al que no pudieron acudir debido a una apretadísima agenda de presentaciones. En ese año participaron en la película La verdadera vocación de Magdalena, de Jaime Humberto Hermosillo, estelarizada por una guapísima Angélica María, cinta que más o menos aborda con curiosidad y mucho
13 drama telenovelero la problemática juvenil del momento: con los personajes correspondientes, banda y actriz recrean una supuesta aparición en Avándaro, armada con pietaje original capturado por el equipo del entonces Telesistema Mexicano (Televisa), con la filmación de estudio de Hermosillo. Tras la aparición de la cinta, se publicó la banda sonora Hoy, nada del hombre me es ajeno, considerado el segundo álbum de La Revolución. La alineación del grupo en su cúspide se conformó por Óscar Rojas (voz), Marylú Bano (coros), Pati McLean (coros), Carlos Valle (guitarras líder y de acompañamiento), Francisco Martínez Ornelas (bajo), Antonio Cruz (batería y percusiones) y Javier Martín del Campo (guitarras líder y de acompañamiento). Cuando la movida hippie se empezó a disolver alrededor del mundo, los caminos musicales de la agrupación empezaron a tomar distintos rumbos e influencias sin fruto, hasta llegar al tema “Pigs”, el último en conseguir algo de notoriedad. La represión y veto contra el rock y otras manifestaciones juveniles perpetradas por el gobierno de Luis Echeverría desembocaron en una serie de riñas y desacuerdos hacia el interior de la banda. Abatido y harto tanto de ella como de la situación en México, Óscar Rojas la abandonó definitivamente en 1972, seguido por Bano y McLean. En 1973, el grupo editó el EP Congore tumbero a la mar, haciendo oficial el final de la relación con Polydor.
A continuación, el sonido del grupo fue convirtiéndose a la balada romántica, que, según su baterista Antonio Cruz, fue una decisión largamente meditada, con la cual logró mantenerse con vida en los escenarios. Entonces, firmó con el sello Discos Melody, estrenando una alineación que incluyó a Jorge Gámiz (voz), Servando Ayala Bobadilla (teclados), Adrián Cuevas (bajo), Antonio Cruz (batería) y Javier Martín del Campo (guitarra), y que regresó a las listas de popularidad con las baladas “Cómo te extraño” (1975) y “Mi forma de sentir” (1978). A mediados de los noventa, Pedro Fernández covereó esta última, convirtiéndose en un hit mundial para su carrera y la de Martín del Campo como autor. En 2009, la banda se desintegró permitiendo que la reunión tuviera la oportunidad de regresar como un acto de rock con una grabación simplemente llamada La Revo y un nuevo hit titulado “Mi árbol oficial”, firmado con Discos Imposibles. Por su parte, el cantante original Óscar Rojas, armó un grupo utilizando el nombre La Revolución de Emiliano Zapata, y tras una discusión razonablemente breve y amigable con sus antiguos colegas, se quedó con el nombre Retro-Revolución. En 2012, el Consejo de las Artes de Jalisco financió un documental sobre La Revolución de Emiliano Zapata, titulado Sing a Song of Love, dirigido por Ricardo Sotelo y José Leos.
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TXT:: UILI DAMAGE
ADRIANA NoCHÁVEZ molesten a la primera
stand-upera de género
LA CAPITALINA ADRIANA CHÁVEZ ES GAY. Y REALIZA STAND-UP COMEDY GAY. Y APARTE DEL ESPECTACULAR HUMOR QUE HACE DEL TEMA EN SU ACERCAMIENTO A ESE UNIVERSO, SE MANTIENE MUY AL MARGEN DE LA ESCENA. ES COMO UN NINJA DEL QUE TE PERCATAS CUANDO YA ES MUY TARDE Y TIENES LA CARCAJADA A MEDIO BROTAR. PERO LO HA HECHO DESDE HACE AÑOS, Y SE SABE QUE NO HABÍA ALGUIEN HACIENDO ESTA LÍNEA DE COMEDIA ANTES QUE ELLA, CON TAL DETERMINACIÓN. ESTO PLATICAMOS CON ADRIANA:
Ya no te estás subiendo al open mic del Woko. Adriana Chávez: No, ya tiene un ratote. ¿Por qué? Pues no sé, son varias cosas. Una: me desesperé muchísimo porque son muy mamones; no los aguanto. Soy muy poco tolerante de la pendejez, entonces sinceramente llegó un momento en que me rebasaron. Ya estarlos oyendo todo el tiempo así de: “No, es que yo llené tal cosa”, “no, es que yo hice tal cosa”, “no, es que yo esto”, “no, es que yo lo otro”; no quito el mérito de lo que estén haciendo, sino que de repente ya se vuelve una cosa viciada, una mafia muy cabrona. No soy una persona que llegue y me integre, me voy a mi esquina y van y me chingan... como que empecé a tener mis malos momentos, y dije: “no, a la chingada”. ¿Pero porque te preguntaban o te molestaban? Pues de las dos cosas. Unos cuando estaban haciendo shows lejísimos me decían: “No, ya te vamos a invitar, tú eres
de las mejores...”, y de repente un día Rony Piña me dice: “Oye, qué se siente que los nuevos ya estén haciendo lo que tú te tardaste ¿cuántos años?”. Y yo: “Nada güey, ¿pues que se va a sentir?”. ¿Sabes qué se siente? Que las tablas que yo tengo ellos nunca las van a tener. Porque a mí me tocó ir a lugares a tocar la puerta cuando no sabían ni siquiera qué era un stand-up; no porque nuestro grupo le haya enseñado a la gente, sino porque simplemente no había llegado el momento justo para que las personas entendieran qué era el stand-up. A mí me tocó hacerlo con Juan Carlos Escalante, Gus Proal, Gloria Rodríguez... Con Juan Carlos, por ejemplo, iba a un barecito que se llamaba “Los Canallas”, en la calle de Regina; ya tiene como seis años y no llegaba nadie al bar porque era un show todos los miércoles o los jueves y la gente no entraba esos días al bar; así que salíamos y les decíamos: “Oye, quieres escuchar comedia nueva... ”, y los metíamos. Luego se enojaban y se iban. O nos daban consejos, como “o sea, sí está cagado lo que dicen, pero ¿por qué no dicen
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FOT:: JORGE A. LÓPEZ MENDICUTI chistes?”. Un día, unos chavos –que ya estaban bien pedos– le dicen a Juan Carlos: “No, es que sí están cagados, pero no dicen chistes; mira –le dice a la pareja– cuéntale uno para que entienda”, y nos contaron uno para que aprendiéramos. Pero también nos tocó estar en varios lugares en los que nos revolvían con otras cosas. Estando en el Beer Hall, por ejemplo, hace muchos años, juntaban burlesque con nosotros...
“Tú tienes algo con la gente, caes bien y tienes cosas qué decir, entonces vas”. Porque aparte en esa época no había nada, ahorita ya hay talleres por todos lados, ahora ya todos los dan, se sienten ya con la suficiente experiencia. A mí me han dicho: “¿Por qué no das talleres?”. Y les contesto: es que no tengo la veta pedagógica. El primer pendejo que llega y me pregunta algo, le digo: “Sabes qué güey, ten tu dinero, no la haces”.
Pero si en el Beer Hall ni hay espacio para hacer burlesque, ¿no? Pues imagínate como estábamos. De repente la gente que iba a ver burlesque se sacaba de onda con nosotros. Era una falta de respeto, porque sentíamos que se les hacía algo que no era lo suficientemente fuerte como para ser el plato principal y tenían que aderezar con cosas que no tenían nada que ver... Burlesque con bandas de rock. De repente la gente no sabía a qué iba.
¿Le has apostado a vivir del stand-up? En realidad no.
¿Cómo descubriste el stand-up? A mí me gusta escribir: empecé hacerlo con cuentos muy cagados y de repente me di cuenta que estaba escribiendo más comedia que otras cosas. Le di a leer esos textos a una amiga y me dijo: “¡Ay!, ya sé quién te puede ayudar”; me habló de una chava argentina que se llama Ana Carolina, quien en esa época vivía en Nueva York y de repente venía a dar talleres de stand-up acá en México. Los tomaron Gus y Juan Carlos. Ahí conocí a Juan Carlos después de mucho, porque todavía pasaron muchas cosas para que realmente llegara ahí. Entonces, el taller lo organizaba Gus Proal; como que estaba juntándole la gente a Ana Carolina. Adry Castro, quien también hacía stand-up en esa época, le prestaba el lugar para que hiciera el taller. Ahí fue cuando conocí a Juan Carlos: vi su primera actuación, justo me abrió Ana Carolina y una chava muy buena que a mí me gusta mucho y pues también era lesbiana, bueno es lesbiana, todavía sigue siendo muy lesbiana. Sigue siendo bastante lesbiana [risas]. La verdad es que sí me gustó mucho el tono que proyectaba y todo eso, y lo principal, desde el primer taller, fue convencerme que tenía algo que decir. Lo que aprendí de stand-up fue arriba en el escenario y no en un curso. En éste lo único que me quedó claro es que yo podía hacerlo; me dio la confianza: ella me dijo:
¿Se te antoja? Sí, pero no me considero standup-era, sino una persona que lo toma como una herramienta para decir algo. De hacer pintura, empecé escribir... como que siempre estoy buscando un lenguaje para decir algo; el stand-up no es mi fin sino mi medio. Me permite ser un poquito más relajada para ciertas cosas... Sí me gustaría vivir del stand-up, pero no veo mi vida sin esta dualidad, sin mi trabajo diario. Ahora creo que me gustaría crecer más, hacer cosas diferentes; me gusta mucho cabaret. Ahorita voy a cumplir 39 años, entonces yo no me veo con 50 haciendo stand-up. Para mí es sólo un paso, no una meta. Pues ya es un paso muy largo, ¿no? Llevas seis años. Pues siempre me lleva más o menos el mismo tiempo hacer algo. Tengo el mismo tiempo de que me separé de una relación de muchos años y coincidió totalmente con el momento en que empecé a hacer stand-up; en el instante más difícil y más inestable de mi vida, emocionalmente, me encuentro haciendo standup sin saberlo, sin darme cuenta de que era mi salvavidas. ¿Qué es lo que sueles expresar? Cosas de género, de sexualidad; cuando estaba chica y empecé a descubrir todo esto de mi sexualidad y cómo me sentía, empecé a analizarlo, quería estar de alguna manera como activista. Me veía como activista político, social sobre la sexualidad, sobre la identidad de género; por una u otra cosa nunca lo hice, me desencanté en algunas cosas porque también está muy politizado y siempre te están tratando de sacar ventaja.
FE DE ERRATAS: La fotografía de la entrevista a Juan José Cobarrubias en el número anterior (En Megáfono, Revista Marvin #130, abril 2015) es de la autoría de Jorge A. López Mendicuti, en vivo en La Caja Popular, Querétaro, Qro.
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TXT:: VICENTE JÁUREGUI
Me hace ruido INDUSTRIA
La difícil misión digital de no dejarse llevar por la moda
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FOT:: CLAUDIA OCHOA Para nosotros sólo hay una motivación editorial: sorprender a la gente con música nueva. La gente es nostálgica porque cree que no existen bandas actuales haciendo cosas increíbles. Nuestra labor es demostrar que esa idea está equivocada”. Las palabras son de Andrés Díaz, editor en jefe de Me Hace Ruido, una plataforma esencial para entender la evolución del periodismo musical en México durante los últimos 10 años. Curtido en medios impresos como editor de revistas como Sónika y Seven, además de ser colaborador habitual de Marvin e iniciador de Ibero 90.9, Andrés decidió aprovechar la amistad de varios bloggers melómanos para confluir fuerzas en Me Hace Ruido: “Era 2008 y un amigo me sugirió que hiciera una web. Junté a conocidos que tuvieran Blogspots con la idea de hacer un compendio para construir una página con una visión muy personal”. Desde sus primeros días, fue claro edificar una línea editorial al margen de las presiones de las disqueras. Así comenzaron a escribir reseñas evadiendo la predictibilidad de lo novedoso: “El chiste era hablar de tú a tú, pero de manera libre, sin que una disquera presionara con sus lanzamientos”. Justo en ese momento llegó una persona clave para el florecimiento visual de MHR, pues cuando Óscar Villanueva se subió al tren, se inauguró un registro digital que definió el concepto de la página con secciones como las reseñas de conciertos y la de entrevistas. En ese sentido, su entrevista con Juan Son resultó paradigmática, ya que se trataba de platicar con un músico que dejó el confort de Porter para abrazar una carrera solista. “Nuestra primera cobertura juntos fue en el Colmena, cuando vino Sigur Rós. Era la primera entrevista y concierto que Juan Son daba como solista, después de salirse de la banda. Tuvo muchos clics e incluso la publicaron en Wikipedia. Nos dio muchos ánimos, era todo un logro para la época”. A partir de ese momento se definieron varios lineamientos, como la exigencia de compaginar un retrato muy bueno con una entrevista casual: “Nuestro criterio era sencillo, ‘me gustó, te quiero entrevistar’, es algo que se ha perdido muchísimo, ahora todo es por encargo o por seguir el hype, con
phoners de 10 minutos que derivan en entrevistas genéricas”. Actualmente existe un bombardeo de reseñas de conciertos en plataformas digitales. Pero ese lugar común era excepcional hace apenas siete años, cuando MHR decidió abrir una sección específica que fuera respaldada por muy buenas fotos y un texto digno de compartir. A la fecha, es una de las secciones que más visitas genera, de hecho, la reseña de los tres conciertos que Metallica ofreció en el Foro Sol en 2009 ostenta un récord y aún sigue generando visitas. ¿Alguien dijo que el metal estaba muerto? Apenas un año más tarde, en 2009, la gente reconoció una manera diferente de hacer periodismo digital y comenzó a respaldarlos: “Todo surgió naturalmente, nosotros nunca le invertimos a ganar seguidores, no nos interesa tener miles de fantasmas de China (risas) o aplicar el follow me back”, cuenta Andrés ironizando la desesperación con que varios medios buscan seguidores con estrategias: “Como la gente casi no lee, la tendencia es hacer listas, muchos medios se enfocan en hacer top 10 para ganar los clics de manera fácil, se ha perdido la labor periodística por hacer cosas desechables de nivel Publimetro, textos que lees y tiras”. En ese sentido, las sesiones en vivo fue otro acierto de MHR para dar un paso adelante. Inspirados en La Blogotheque, lanzaron una primera temporada que denota un criterio editorial visionario, ya que su curaduría consideró músicos que en ese momento casi no eran conocidos y al poco tiempo pegaron. “La primera sesión que hicimos fue con Francisca Valenzuela, era su primera visita a México. Ahora ya hasta cantó con U2 en Chile. También grabamos a St. Vincent cuando casi nadie la pelaba. Después hicimos Suave As Hell, una banda precursora del auge del pop sicodélico. Hicimos Vicente Gayo en el Metro, queríamos lograr una combinación de ambientes y lugares con la música. Mi sesión favorita es la de Javiera Mena; nos la llevamos al bosque Jilotzingo en el Estado de México, arrancamos a las 5 a.m., estaba congelado y conforme salía el sol el hielo se fue descongelando, todo eso en 20 minutos. A pesar de que
se le entumieron los dedos tocó canciones que incluso ni tenía publicadas”. Desde luego, el parecido de las primeras sesiones con las de La Blogotheque tuvieron un permiso de por medio: “Les escribimos por correo para decirles que queríamos hacer un formato parecido en México. Nos dijeron que sí, que no había problema”, comenta Andrés. Desde luego, un trabajo tan demandante no permearía en el solipsismo. Durante estos años su cuadrilla de colaboradores ha crecido bastante, generalmente conformada por gente que se acerca por interés propio. “A la gente que nos contacta para ser parte de nuestro equipo de colaboradores, le pedimos que escriban el perfil de una banda que pudiera ser parte de MHR. Con esa petición la mitad ya no contesta (risas). Para los que mandan el texto verificamos su ortografía, redacción y que tengan su corazoncito en la edición”. En este punto es fundamental empapar a cada colaborador con los lineamientos y la visión editorial de MHR, dejar claro que no se comparte la urgencia de la información: “Ahorita sale una noticia y es como echarle carne a los coyotes, nosotros evitamos eso, de hecho reseñamos discos incluso dos meses después de que salieron. Dejamos el tiempo necesario para que amarre el caldo, el disco de Daft Punk, por ejemplo, tardamos un rato en reseñarlo, cuando salió ‘Get Lucky’ decidimos esperar para ver cómo fluía el resto del álbum. Todo esto para evitar caer en reseñas prematuras e injustas que surgen por descargas de Torrents. Hace falta saborear los discos, tomar distancia”. ¿Funciona esto con todas las secciones? ¿Podría darse un tratamiento similar a las noticias? “En noticias tienes que ser puntual, recién se anunció la visita de Blur y desde luego lo publicamos de inmediato para lograr un impacto en redes sociales. Cuando anunciamos el cartel del Corona Capital siempre se cae la página. Son ganchos porque la gente que sigue a Blur, quizás, entre a la página y se da cuenta que hay más contenido, entrevistas que pueden ser de su interés, un artículo de opinión”, nos dice Andrés, para quien la palabra independiente ha perdido totalmente su significado, al menos
el que tenía a principio del 2000 para los medios impresos, entonces emergentes. Con esa reflexión surge la duda: si la independencia como modus operandi editorial ha dejado de existir en un estado puro, ¿por qué fue sustituida? Andrés tiene una teoría: “La mayoría de los medios son arquitectos de información que sólo reciclan lo que ya está hecho, traducen lo que otros medios anglos escriben, dependen de lo que alguien más publique para ser. Para nosotros el chiste es investigar, buscarle para encontrar cosas auténticas, únicas, así es como nos hemos definido como medio”. Quizás esa convicción les haya hecho acreedores de tres premios IMAS en la categoría de “Medio electrónico con contenido musical” durante tres años seguidos. Lo cierto es que MHR siempre ha sido un impulsor de talento latinoamericano. Mientras otros sitios tienen la antena dirigida principalmente al mundo anglo, acá siempre ha sido prioritario impulsar lo local: “Cuando abro mi correo, 70% son bandas de Latinoamérica y 30%, mexicanas. Es una labor muy exhaustiva escuchar todo el material, pero nos ponemos en el lugar de los grupos chicos que necesitan una oportunidad para ser escuchados a nivel global. La misma dedicación que ponen las bandas en escribirnos es la que tenemos para oírlas. Yo soy el primer filtro como escucha, después voy redireccionando el material a los colaboradores que pudieran ser afines a la música”, señala Andrés, que no duda en comentar que en 2004 escuchó varias joyas que fueron apoyadas de inmediato; en especial Jack and the Ripper, una banda mexicana producida de manera brillante. Con un espíritu editorial firme, este mes se cumplen siete años del nacimiento de MHR. Un proyecto que nació entre amigos y que así se mantiene. ¿Cómo lograr que la amistad empate con la melomanía durante un periodo tan largo de tiempo? En este punto, la respuesta de Andrés Díaz es categórica: “Nunca hemos dejado de compartir aquello que nos sorprende. Hemos comprobado que si a nosotros nos gusta, hay una gran cantidad de gente que lo disfrutará de igual forma”. Al parecer, no todo está perdido: la autenticidad aún es sinónimo de permanencia.
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ATLAS SONORO
TXT:: ALEJANDRO MANCILLA @NOSOYMODERNO
INDIA El viaje atmosférico y misterioso de
Colaba Point
DURANTE LA ENTREVISTA, NOS IMAGINAMOS A ROHAN KADAM SENTADO EN SU SOFÁ EN ALGÚN DEPARTAMENTO DE BOMBAY. FRENTE A ÉL SE DESPARRAMAN SUS DISCOS FAVORITOS Y DESTACA ALGUNA CERVEZA HINDÚ, PERO BRILLA POR SU AUSENCIA ALGUNA FIGURA DE BRAMHA, YA QUE EL BATERISTA CONFIESA QUE, PESE A LO QUE TODO EL MUNDO CREE, LOS HINDÚES NO SON DE LO MÁS ESPIRITUAL QUE HAY… NO IMPORTA QUE EL HINDUISMO DIGA QUE EXISTEN POCO MÁS DE 300 MILLONES DE DIOSES. ESTO ES ALGO DE LO QUE NOS CONTÓ EL INTEGRANTE DE COLABA POINT, BANDA PSICODÉLICA DE VOCES ANGELICALES ORIUNDA DE ESAS TIERRAS BOLLYWOODENSES. ¿En la India se forman las bandas como en todo el mundo, verdad? Rohan Kadam: Sí, nos conocimos en la escuela, nos gustaba toda esa música indie que escuchábamos. En la India todo es esa onda comercial de Bollywood o la independencia; es difícil ser conocido en ambas escenas. ¿Suenan a lo que pretendían sonar cuando formaron la banda? Se describen como indulgent psychedelia… Hemos tenido una progresión gradual y hemos hecho música psicodélica desde nuestros inicios, pero ahora estamos agregando ambient y otros sonidos. El grupo surgió porque teníamos mucho tiempo libre en nuestra vida en los suburbios, así que nos juntábamos a hacer jams y música de psicodelia experimental. La India tiene una tradición muy amplia de psicodelia. Incluso The Beatles cuando visitaron al Maharishi Mahesh Yogi en busca de la iluminación, de mucho de eso se inspiraron para su experimentación psicodélica…
Eso fue mucho antes de que nosotros naciéramos. Más bien a nosotros nos influenciaron mucho de occidente: Kula Shaker, Grateful Dead, Pink Floyd y, sobre todo, The Brian Jonestown Massacre. Dicen que su onda es “intermitente experimentación psicodélica”… ¿Cómo llegan a esa experiencia? Pues de tocar en vivo, juntos, elevarnos y alcanzar ese momento… Sentir que la primavera se torna negra, tú sabes. ¿Estás de acuerdo con la imagen de los hindúes en el cine y la TV? Pienso en Apu de Los Simpson, el personaje de The Big Bang Theory, Slumdog Millionaire… No, la industria del entretenimiento crea personajes estereotipados y, claro, esos clichés existen, pero somos millones de personas en la India y no todos somos así. Hay “Indias paralelas”, brechas, varias versiones de la India en este país. ¿Cuál es la mejor y cuál es la peor versión de la India? Creo que la mejor es India en libertad, a pesar del gobierno de mierda que tenemos. Es un país cálido, la gente está abierta a lo nuevo, vivimos la vida sin muchas preocupaciones. Hay contrastes entre las ciudades y el interior del país, pero es un gran lugar para visitar, desde las playas hasta las selvas y desiertos. Lo peor, es la pobreza y esa imagen de “slumdog millionaire”, no sé cuándo vaya a haber igualdad entre todos los sectores de la sociedad, quizá
nunca. Además, por un lado están las marcas internacionales y los grandes centros comerciales, y por otro, los barrios bajos en los que la gente apenas tiene que comer y lucha toda la vida. Hay problemas con el gobierno, los campesinos se están suicidando. Si quieres conocer la belleza de la India, bríncate la ciudad, ve al interior… ¿Hay algo de misticismo en su música o es otro cliché? Un poco de eso, la gente que viene a nuestro país a “viajes espirituales” y para encontrarse, es por el concepto en el que nos tienen, como una tierra de encantadores de serpientes (risas). Estamos expuestos a toda clase de supersticiones. A lo mejor en nuestro subconsciente hay mucho de eso, pero ninguno de nosotros es muy espiritual que digamos. ¿Qué bandas locales recomiendas? Tajdar Junaid, Indigo Children, Envision. ¿Y alguna película? Es complicado. Bollywood tiende a distorsionar la realidad, pero algunas buenas opciones son Gangs of Wasseypur, Udaan (que es una serie) y Black Friday. Future Flashbacks es el más reciente material de Colaba Point, que se puede escuchar y adquirir en colabapoint.bandcamp.com El grupo con sede en Bombay (o Mumbai) está integrado por: Rukmini Roy, Ankur Chugh, Abhishek Denzil y Rohan Kadam.
El eterno verano del rock hindú
EL MUNDO POSÓ SU MIRADA en la India, musicalmente hablando, cuando el raga rock se convirtió en la pieza que completó el rompecabezas psicodélico de los años sesenta. Grupos como The Yardbirds y los mismos The Beatles comenzaron a incorporar elementos e instrumentos de la tradición hindú (remember, la citara de George Harrison y la irrupción del virtuoso Ravi Shankar), que cambiaron la concepción del rock y de la música gracias a sus tonos y afinaciones tan diferentes a los que el oído no-hindú estaba arraigado. Sin embargo, en la India ya existía una cultura del rock and roll que databa de una década atrás, cuando a principios de los años cincuenta bandas beat, como Mystiks, oriundos de Bombay (ciudad hoy conocida oficialmente como Mumbai), hacían su propia versión de lo que escuchaban en la radio de occidente. Más adelante, destacaron agrupaciones como Usha Iyer and the Flintstones, una seminal banda con vocalista femenina, que mezclaba todo el sonido mod con sus influencias folclóricas. Claro que el éxito era local, aunque vale la pena preguntarse qué hubiera pasado si Farrokh Bulsara, aka Freddie Mercury, no se hubiera mudado de Bombay a Londres. Por otra parte, Great Bear es históricamente la primera banda india que hizo música original sin fusilarse a los ingleses gringos (y eran de Calcuta, como la Madre Teresa). Pero justo en los años setenta es cuando la maquinaria de Bollywood surge y comienza a moverse hacia la música, consolidando una industria musical que influyó en los artistas (sobre todo en los proyectos citadinos con sede en Mumbai) para bien o para mal. Las bandas más notables incorporaron elementos de la música tradicional de su país en el rock, el pop, el funk y la aún floreciente psicodelia, que se usaba como soundtrack de estas películas. El tema “Tequila” (1974), de Sunil Kaushik, resume perfectamente el espíritu de Spaghetti Western a la hindú (por
su asociación con el cine) de la época. Además, otro grupo representativo fue Mohiner Ghoraguli, que hacía folk con elementos hindúes. Otro símbolo de la época fue Sunil Ganguly, quien con su música (un híbrido entre rock y sonidos localistas) amenizó cientos de escenas de filmes que los futuros rockeros hindúes de los ochenta y noventa seguro veían en la matinés. Pero es justo en los siguientes años que surgen, con la naciente globalización vía MTV, bandas como Rock Machine, los hard-rockeros de 13AD, Easy Meat, Skinny Alley y su soul-rock; Indian Ocean; los “alternativos” Silk Route (ya en los años noventa); Cactus, Parikrama, Motherjane (y su combinación de rock y carnatic music) Pentagram (electrónica), Euphoria (quienes sin ningún pudor, no se asumían como indies, sino como “Hindies”). Todo eso mientras Kurt Cobain se ponía (o le ponían) un balazo. Cabe destacar que hay una escena muy pesada (literal) de metal en la India que se alimenta del pasado y de bandas pioneras, como Millennium y actualmente representada por una legión que incluye agrupaciones rudas como Bhayanak Maut y Pangea. De 10 años para acá, el rock independiente florece en la zona, con grupos (muchos de ellos firmados por alguno de los subsellos de las transnacionales aún afincadas en el país) como Cassini Division, The Bicycle Days, Frank´s got the funk, Tribal, Advaita, Flora y un extenso etcétera. También Por: Alejandro Mancilla @nosoymodernoulture y mdando vida a este rock hecho en la India. en el pais)ntos de la m... Estamos expudestacan los post-hardcore Scribe (“es como tú”, le agregaría un estudiante mexicano de los años 80), los dance-rock Fuzzculture y más. Además, existen eventos como el Independence Rock Festival y el auspicio de sellos como DogmaTone y GreenOzone, afincados tanto en Mumbai como en la capital Nueva Delhi, que le siguen dando vida a este rock hecho en la India.
EN UN ARTÍCULO entre serio y en broma, JR Moores publicaba, a finales del año pasado en el diario británico The Guardian, sus predicciones musicales para este 2015 y visualizaba una hipotética colaboración entre Tame Impala y Madonna. Tras su actuación en el pasado Coachella todo parece indicar que los australianos están destinados a convertirse en superestrellas (además han inyectado energía extra a sus canciones), pero ¿podrá un solo grupo traer de regreso a la psicodelia hasta el gran público? Quiero entender que en su momento la psicodelia implicaba una cosmovisión completa, una implicación filosófica y una militancia socio-política. Pero probablemente nada de eso importe al traerla de vuelta a estas alturas del siglo XXI. ¿Será que únicamente interesa su sonido y poco o nada su trasfondo original –la parte ideológica–? Una vez más parece que se le resta importancia a la parte histórica; ¿acaso no contó ese brote manchesteriano en el que aparecieron The Stone Roses, Inspiral Carpets, The Charlatans y The Farm, entre tantos otros? La maquinaria del periodismo musical ya le nombró en su momento Neopsicodelia. ¿En la actualidad, tanto los medios como los consumidores padecerán amnesia o indolencia? ¿Tenemos delante a una Neo-neopsicodelia o tendremos que llamarle Psicodelia 3.0? Pero además debemos tomar en cuenta que si en algún momento desapareció; otro asunto distinto es que no ocupara portadas y titulares. Las preguntas se agolpan. ¿Desde hace cuánto se celebra el Liverpool Psych Fest? (también hay una versión similar en Austin). ¿Cuál es la razón de fondo para que surja el Festival Mexicadelia (sucedido
veces casi imperceptibles–. Y es que Föllakzoid viene trabajando con total solidez de conceptos y enarbola una música casi instrumental que abreva del krautrock y cuyo halo psicodélico brilla al momento de la repetición de patrones y la forma en que conducen al trance, que en el fondo no es otra cosa que actualizar algo primitivo que ocurría ya en la vida en las cavernas. El grupo arrancó desde 2007 en su natal Santiago de Chile, ciudad en la que Diego –su bajista– formó parte de la organización del Festival Sangre Fresca, pero muy pronto decidieron trasladar su lugar de residencia a Nueva York, centro neurálgico de la industria, pero donde también iban a encontrar muchísima competencia. Nada arredró al cuarteto y han encontrado lugar como parte de una disquera que apuesta con total convencimiento por las propuestas arriesgadas: Sacred Bones, que además cuidan al máximo un concepto gráfico que les brinde unidad. A cada uno de los discos le han ido dando una denominación numérica, pero en ellos muestran un interés por ir evolucionando su sonido; que inicialmente fue más salvaje y que ahora se antoja más accesible a través de un flujo de energía más sofisticada. Si por algo podemos caracterizar a III (2015) es por su intensidad y las cuatro piezas que lo conforman funcionan como si fuera una sola. Sus largos desarrollos no se quedan en lo contemplativo y por momentos nos encontramos a las puertas de una danza ritual acompañada de texturas. “Electric” –el tema de apertura– es contundencia total y material seductor para una audiencia más amplia –por vibrante y poderoso– (no falta
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FÖLLAK
¿En la actualidad, tanto los medios como los consumidores padecerán amnesia o indolencia? ¿Tenemos delante a una Neoneopsicodelia o tendremos que llamarle Psicodelia 3.0? el 18 de abril en Guadalajara) y cuánto da para que dure? Tengo la sensación de que la psicodelia desde su aparición nunca se ha ido, que más bien se retrotrajo y que muchas agrupaciones han acudido a ella para moldear y transformar su sonido en distintos momentos. ¿Acaso no es un proceso muy evidente en un grupo tan popular como The Horrors? Basta revisar Luminous (2014) para reforzar tal argumentación. En modo alguno me parece un brote que ocurra por generación espontánea y de la noche a la mañana. Más bien ciertos músicos buscan alimentarse de referencias menos inmediatas, mientras que la prensa especializada va buscando renovar los puntos de interés –que llaman la atención y traen lectores–. No se trata de alguna manera de un proceso novedoso; así funciona el aparato industrial. Por eso es importante identificar a los creadores que no se dejan sacudir por las coyunturas y que se aferran a sus principios éticos y estéticos. Me parece que el análisis y la digresión anterior sirve para allanar el camino antes de llegar a los artistas que nos ocupan; a fin de cuentas, la psicodelia se permite esos largos viajes hiperbólicos antes de volver al segmento base que se va repitiendo con variaciones –a
quien lo encuentra incluso cercano a LCD Soundsystem). Pero ante la brevedad del tracklist, podemos mencionar también al resto sin problema: “Earth”, “Piure” y “Feuerzeug”. Alguna reminiscencia queda del sur del continente –de su geografía– junto a la evocación a los orígenes germanos del krautrock. Y para ello reservaron la mayor sorpresa que incluye III; Uwe Schmidt, a quien conocemos como Sr. Coconut y Atom™, se sumó a las sesiones de estudio y tocó el sintetizador Korg, como un homenaje explícito a los legendarios Kraftwerk. Así, un veterano aplica su experiencia a la hora de hacer música y la entrevera con la gran capacidad instrumental de los chilenos. III se vale de cuatro cortes largos para ir de momentos stoner a fragmentos que rayan el drone, es decir, muestra aristas diversas de un espectro psicodélico que es vasto. Föllakzoid ha entendido bien el reto que en su momento ya lanzaba Ken Kesey (1935-2001), escritor y líder de los Merry Pranksters, además de gurú de la época de oro del LSD: “Es hora de pasar a la siguiente etapa en la revolución psicodélica. Hemos llegado a un cierto punto, pero no nos estamos moviendo más”. Tenía razón. Ayer como ahora, el llamado a la renovación sigue extendiendo su eco.
FOT:: ION RAKHMATULINA
KZOID
Antes y después de la psicodelia
¿En qué momento los mecanismos respecto a las tendencias musicales disponen que una corriente se haga visible? ¿Qué es lo que obtienen las nuevas generaciones al reciclar estéticas del pasado? ¿La mitología del rock sigue siendo tan atrayente que hace que el talento novel hurgue en sus anales? ¿La dialéctica en torno del devenir de la música funciona por sí sola o el golpe definitivo lo da el marketing? ¿A qué obedece que un estilo o sonido masivamente aceptado comience a decaer y emerja otro que parecía olvidado desde hace mucho?
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Psychic Ills One Track Mind Sacred Bones Records Una extraña pareja que forma parte de Sacred Bones y le da con punch a la música cósmica.
Neu! Neu! Brain En 1972, Michael Rother (guitarra) y Klaus Dinger (batería) editaron un disco debut crucial; en él aparece por vez primera el ritmo motorik que tanto identifica al krautrock.
Moon Duo Shadow of the Sun Sacred Bones Records ¿Por qué será que en la psicodelia actual se dan tan bien los duetos? En fin, otra mancuerna haciendo canciones para el viaje (y miembros de la misma disquera).
TXT:: ALEJANDRO MANCILLA @NOSOYMODERNO
La primera vez que escuché a Sobrenadar me recordó a esos proyectos ensoñadores con bases electrónicas y vocalizaciones susurrantes como de viaje onírico. Sin embargo, el proyecto creado por Paula García va más allá. Platicamos con la autora de temas como “Alucinari”, “Mitad Cósmica I y II” y “500 estrellas”. Actualmente, la artista prepara un nuevo disco que se sumará a sus trabajos locales editados por el sello con sede en Mar de Plata y Buenos Aires, Casa del Puente (aunque algunos fueron lanzados en casete fuera de su país). En el horizonte, más sintetizadores espaciales, voces naif cautivantes y música para volar.
La materia prima de los sueños
MÚSICA
SOBRENADAR
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FOT:: FERNANDO DELSSIN Dime algo… ¿compones en estado de trance? Paula García: Tiene que ver con el estado de ensueño, las canciones están inspiradas en mis sueños, cuando despierto trato de recordar qué pasó y lo plasmo en las letras. ¿Qué fue primero, el nombre del grupo o la música? Hay muchas bandas que se ponen nombre antes de tocar algo, porque es su eje conceptual… No, en este caso el nombre vino después, lo tuve que pensar cuando tenía que crear una cuenta de MySpace. El nombre de “Paula García” es muy común aquí, así que pensé en Sobrenadar. “La música de dormitorio” a qué obedece en tu caso, ¿por qué hacer música tú sola y no en una banda? Surgió cuando estudiaba producción musical y Javier Medialdea, el chico que toca conmigo en vivo, me pasó unos programas para grabar en mi casa, en mi computadora, sin necesidad de un estudio. La voz que está un poco abajo en tus grabaciones, ¿tiene que ver con cuestiones estilísticas o influencias?... La experiencia psicodélica igual está presente en tu sonido… Sí, en realidad no he tenido muchas experiencias con psicotrópicos (risas). No sé si es psicodélico, pero me inspiran mucho los sueños lúcidos, que no sé explicar, cosas muy fuertes que confundes con la realidad. Básicamente eliges qué es lo que quieres soñar, estás consciente y decides, puedes pensar “quiero tocar la guitarra con Jimi Hendrix” y aparece ahí tocando contigo. En esa época estaba leyendo un libro llamado El arte de soñar, de Carlos Castañeda. ¿A poco eres de leer Las enseñanzas de don Juan y ese tipo de libros tan hippies? Sí, lo leía, tiene eso mucho que ver con experiencias psicodélicas… eran otras épocas (risas). Leí varios, como Viaje a Ixtlán. Me gusta, pero no soy drogadicta (risas). Acá mucha gente los sigue leyendo.
¿Crees que hay una generación perdida en el rock y el pop argentino? No, creo que tienen que pasar la posta quienes fueron grandes como Cerati. Hay una nueva generación, seguramente debe estar por venir, hay buenas cosas. Ahorita existe un bache, pero esperemos que no sea por mucho tiempo. Nosotros estamos en un compilado de nuevas bandas curado por Miguel Castro, de ex Victoria Mil, quien ahora tiene un grupo llamado UN, y Adrian Dárgelos, de Babasónicos.
Richard Coleman, de Fricción y LSD, dijo alguna vez que le interesaba más la belleza de las palabras que lo que signifiquen… ¿es tu caso? Busco la sonoridad de las palabras, nunca escribo una letra y después la música. La historia nunca es autobiográfica, lo que más me importa es la música y el clima que se genere. Busco voces, borradores que puedan llegar a ser una letra. De ahí voy armando las historias. + ESCUCHA TAMBIÉN
¿Crees que un proyecto de la naturaleza de Sobrenadar tiene mucho de egocéntrico? Mucho, incluso me ha costado buscar productor, me cuesta que mis canciones las trabaje alguien más, son como mis bebés. ¿Cómo es la Argentina que te está tocando vivir y hacer música? Yo soy del interior, de Chaco, de la ciudad Resistencia. No pasa mucho, no es como Buenos Aires, pero hoy día hay un buen de propuestas interesantes y proyectos que me gustan mucho. Es difícil, pero estoy armando los demos para el nuevo disco con la perspectiva de trabajar con un productor ahora sí.
“En realidad no he tenido muchas experiencias con psicotrópicos. No sé si es psicodélico, pero me inspiran mucho los sueños lúcidos, que no sé explicar, cosas muy fuertes que confundes con la realidad. Básicamente eliges qué es lo que quieres soñar, estás consciente y decides”.
Tus Hermosos Anatomía de melancolía Independiente Único disco del proyecto de Sebastián Lucerna, posterior fundador de Entre Ríos, grupo argentino de pop electrónico de estirpe nostálgica.
Hello, Hello The Best of Claudine Longet Rev Ola Records El estilo naif y melancólico de la francesa, sin duda, marcó una línea genealógica que muchas cantantes contemporáneas cargan en el subconsciente.
—Paula García, Sobrenadar. Lani Puna Faking the Books Morr Music El tercer disco del proyecto germano, frío y a la vez emocional, como un impermeable para la tristeza que al final acaba de meterse en los poros y lo aceptas de buena manera.
EL ÚNICO LUGAR en el que se podía efectuar la compra de algu no de ellos previamente a este relanzamiento –de su primera edición de vinilo–, era el sitio de particulares Discogs.com, y el precio mínimo de las copias de los dos o tres títulos que se podían encontrar, oscilaba de los 1,800 pesos mexicanos hasta los 3,500; obviamente, usados. De toda la producción de la banda, lo único medianamente fácil de conseguir a precio de aparador era la banda sonora del filme de Peter Strickland: Berberian Sound Studio. Este trabajo fue realizado por James Cargill, quien fundó la banda en 1995 con Trish Keenan, cantante del grupo fallecida en 2011 de una neumonía, pues adquirió la fiebre porcina, estando de gira en Australia. Como dato al calce, hay que destacar que Cargill rescató de sus archivos las voces de Keenan que suenan en este plato: “Trish dejó un montón de cintas, four-tracks y otros materiales, en los que he estado escarbando; es difícil y es algo con lo que estoy conectado. Es maravilloso, pero también me alimenta el dolor de la pérdida”. Lee Arizuno publicó el 30 de enero de 2013 en The Quietus, las palabras que traduzco en seguida: “Por casi dos décadas ya, Broadcast se ha constituido como una presencia estelar y una revelación tan sutil que el hecho de ya no estar presentes aún está por asimilarse. Más que todo, el grupo sucedió en su propio tiempo y espacio, un paso a la izquierda (y una liga completa por encima) de sus colegas de viaje. Entonces, desde la distancia, se siente extrañamente natural seguir esperando señales finales aun dos años después del fallecimiento de Trish Keenan. Hay un gran ensayo sobre esta banda esperando a ser escrito. Aquellos arreglos análogos
propios que pudieran acotarla; su alcance musical se multiplica en las influencias esotéricas que le brindan el jazz estadounidense y el cine europeo y su discreto pero profundo amor por el hip-hop. Señalando más características de su obra, las composiciones, orquestaciones y arreglos del bajista James Cargill arrojan tantísimas referencias musicales, que recitar nombres de símiles musicales se volvería mucho más abrumador que enlistar varias veces todos los sampleos utilizados por The Avalanches, DJ Shadow y Beastie Boys, juntos. Irónicamente, el estilo de Cargill no consiste en una repetición de otros, sino en una cadena de panoramas sobrecogedores que desgranan y presentan códigos sónicos tan familiares como extraños: como si los durmientes de una línea ferroviaria infinita fueran uno a otro, un déjà vu musical y de aquí naciera un moiré tan placentero como la parte orgásmica de un chute de heroína. Roj Stevens (teclado) y Tim Felton (guitarra) completan la nómina fija de la historia de la banda. Keith York, Phil Jenkins, Jeremy Barnes, Steve Perkins y Neil Bullock tomaron el relevo en la batería en distintos periodos de su trayectoria, y del estilo del quinteto es natural relacionar el krautrock, las orquestaciones fílmicas de Lalo Schiffrin, las excentricidades métricas del jazz de Coltrane, las indagaciones transistorizadas de Stockhausen y Cage… Comparaciones así intimidan al escucha de oído ligero. Esto de ninguna manera debe significar que la obra de Broadcast se aprecie menos sin estas referencias. A fin de cuentas hicieron gran pop psicodélico cimentado con estructuras electrónicas, el cual entra al
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BROADCAST Recién el 9 de marzo pasado, el sello británico Warp reeditó en vinil el catálogo completo del grupo de Birmingham, Reino Unido, Broadcast. Los discos incluidos son The Noise Made by People (2000), Haha Sound (2003), Tender Buttons (2005) y Broadcast and the Focus Group Investigate Witch Cults of the Radio Age (2009), al igual que la recopilación de su material inicial: Work and Non Work (1997) y su codiciada colección de rarezas The Future Crayon (2006).
Psicodelia de otro plano dimensional
no han dejado de dirigir a los reseñistas hacia la referencia retro, dejando las operaciones enigmáticas de su música subexploradas. Sus melodías, suficientemente audaces como para ser adoptadas por Blondie, atemporales como canciones inolvidables de cuna o de tradición folclórica. Sus letras, íntimas y económicas invitándote a sumergirte en ellas mientras te abducen sin que alguien lo note; jugando con el tiempo, espacio y su forma misma. Este sorprendente universo sonoro, suntuoso, valiente, de belleza extraterrestre, de cadencia funk mutante, siempre inesperado. Sometido a equipos antiguos e ideas arcanas cuyo show todo, podía descalificar el sonido de la electrónica de última tecnología y de poperos afines. Un capricho que luce menos contradictorio, hoy que la dimensión digital se ha convertido en un hecho de la vida tan prosaico”. Hablando de la carismática occisa, Trish Keenan, es clara la manera en que su estilo se acomoda a la sicodelia norteamericana; visiblemente a la del grupo sesentero The United States of America (grupo vanguardista dirigido por el profesor y pionero de la música electrónica Joseph Byrd y un puñado de sus alumnos de la UCLA), donde encuentra una ruta de escape a los límites
oído, mente y alma con la misma facilidad que el sencillo radial. Esta es música que Andy Warhol seguramente hubiera adorado y probablemente hasta invocado para ambientar sus películas experimentales. Julian House, diseñador del arte de toda la imagen de Broadcast y a quien la banda considera su sexto integrante, es quien mostró los sonidos de The United States of America por primera ocasión a su gran amigo Felton, antes de que se formara Broadcast. “Tiene grandes discos…”, decía Felton de House cuando los entrevistaban. “Fue su copia de los United States of America la que creo que me hizo pensar…”. “Ahí está, vamos a fusilarnos eso los próximos 10 años”, interrumpía Keenan provocando carcajadas. Y lo dirían de broma, pero sí es muy clara la similitud entre bandas, aunque los 30 años entre una y otra, las técnicas de producción más avanzadas y la visión más enfocada de los de Birmingham lima las rebabas más hippiosonas dándoles un acabado más futurista y hermano del sonido de sus coterráneos Stereolab. No hay duda de que el acercamiento vocal de Keenan se convierte en momentos en una extensión, si no es que
en un espejo de la voz de los USA, Dorothy Moskowitz. Con el momento histórico a su favor, Keenan resuelve con mayor expresividad melódica que Moskowitz, evolucionando también su rol en el equipo. Entre la grabación de sus primeros tres extended plays (debidamente recopilados en Work and Non-Work) y su álbum debut de 2000, The Noise Made by People, corrió un periodo de tres años. El mismo espacio que se tomaron para lanzar el siguiente. Claro que tuvo que ver que, tras lanzar Noise, el tecladista original Roj Stevens se retiró de la banda (sin incidentes de por medio). Steve Perkins, baterista también original, había tomado su camino mucho antes y además de su reemplazo, encontrar el lugar preciso para grabar su siguiente trabajo le agregó tiempo a la espera. La banda nunca se disculpó por esto. Conscientemente, el equipo trabajaba a ritmos ajenos a los de la industria de la música popular y no caminaron con una agenda histérica de lanzamientos y presentaciones. Finalmente, cuando se les preguntaba a qué sonaban, especialmente para el no iniciado, el grupo se encontraba encrucijado. Cargill resolvía diciendo “pop psicodélico”.
—Lee Arizuno
“Por casi dos décadas ya, Broadcast se ha constituido como una presencia estelar y una revelación tan sutil que el hecho de ya no estar presentes aún está por asimilarse”.
FOT:: WARP RECORDS
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Stereolab Cobra and Phases Group Play Voltage in the Milky Night Duophonic Considerado un disco menor en la trayectoria de la banda por sus propios seguidores, esta colección refleja de manera espectacular los resultados de sus exploraciones en la tecnología de punta del momento, su romance con la música cinematográfica de Krzysztof Komeda, su matrimonio creativo con el free jazz y los postrockers de Chicago (Tortoise, The High Lamas) y su inequívoco estilo. Obligado.
Komeda The Genius of Komeda Minty Fresh Chispeante, juguetón, sensual e inteligente, este trabajo debut del cuarteto sueco de pop –de la misma generación que The Cardigans–, nos habla de una era psicodélica noventera que dio la espalda al flowerpower y abrazó la sofisticación lounge que culmina en Austin Powers (1997). Estado mental: Atuendo formal con actitud suave.
Pram Dark Island World Domination “Pram” significa “carreola”, y este cuarteto británico produce una línea jazzera de pop psicodélico para musicalizar sensaciones de pesadilla, confusión, ingenuidad y vulnerabilidad como las de la preinfancia dentro de ese carrito infantil. Dark Island no es un título al azar: el álbum es nublado, escalofriante e igualmente bello. Como el jardín de la película de miedo The Turn of the Screw (1959).
MÚSICA
Clinic Walking with Thee Domino Desde Liverpool, otra banda de anónimos con presencia desde que comenzó este milenio. En este su segundo disco de estudio lograron enormes tracks como “Come into Our Room” o “The Vulture”, en los que la melancolía y la paranoia urbana se reinterpretan a través de melodías delicadas llenas de jazz e indietrónica lo-fi.
Moon Duo Shadow of the Sun Sacred Bones Desde San Francisco y calientito como sus veranos, llega el cuarto álbum de estudio de esta pareja niño-niña cuyos riffs minimalistas recuerdan los mejores años de The Jesus and Mary Chain. “Animal” y “Slow Down Low” son dignas de escucharse a bordo de un coche que intenta eternamente alcanzar el horizonte.
Como salidos de un experimento fallido de la máquina del tiempo, estos suecos combinan tiempos y espacios distantes. Su mezcla de psicodelia, leyendas nórdicas y culto al anonimato, no ha dejado de generarles tanto críticas como adeptos.
Holy Wave Relax The Reverberation Appreciation Society Nada más por el giro inusitado que esta banda de Austin, Texas, le da a “Girl Afraid”, de The Smiths, en el corte “Psychological Thriller”, este disco merece ser escuchado. Además, tracks como “Night Tripper” o “Surfing MTA” contienen un resplandor que los hace inmediatamente memorables y piden ser repetidas una y otra vez.
Hablando con Dios
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TXT:: LENIN CALDERÓN
GOAT
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FOT:: GOAT
EL COMUNICADO DE PRENSA que anunciaba World Music –el álbum debut de GOAT de 2012– afirmaba que la banda provenía del norte de Suecia, de una pequeña aldea llamada Korpilombolo, que, a su vez, dispone de un vasto historial de ceremonias y cultos vudú. De acuerdo con leyendas locales, un médico brujo se habría asentado allí hace varios siglos. Tiempo después, los cruzados cristianos invadieron y destruyeron la aldea, entonces los sobrevivientes la abandonaron al tiempo que lanzaban una maldición sobre las cenizas que quedaron de su antiguo pueblo. Se dice que el efecto de aquella maldición aún se siente y de alguna manera explica la música altamente rítmica e hipnótica que los aldeanos han venido tocando allí por generaciones. EL YO NO CUENTA Más allá de comprobar si la leyenda es cierta o sólo se trata de un ardid publicitario al puro estilo Bruja de Blair, estos suecos se han empeñado desde entonces en crear un halo de misterio en torno de sus personas y su música. Para empezar, las entrevistas concedidas son escasas y la mayor parte de ellas deja más
preguntas que las que contestan. Únicamente han hablado con los medios tres de sus hasta nueve integrantes (en vivo este colectivo suele incorporar más elementos, variando el número de sus integrantes) y siempre que lo han hecho, han ocultado su identidad personal detrás de seudónimos como Goat Girl o Fluffan. Hasta hace relativamente poco, un tal Christian Johansson comenzó a dar la cara por el grupo haciendo declaraciones como “cuando haces música en un colectivo, el individuo es irrelevante” o “la música que intento hacer no tiene nada que ver conmigo como persona, hay algo más en juego”. Hay pocas cosas más prácticas para comprobar esas palabras que una máscara y, al respecto, los de GOAT se pintan solos. Sus presentaciones en vivo son una especie de ceremonia ritual en la que los dos sacerdotes principales están ataviados con túnicas, máscaras y penachos al estilo inca. Los demás músicos también llevan ropas y máscaras que los hacen lucir como si acabaran de salir de la máquina del tiempo. Tal parece que estos güeros han sido traídos a festivales como Coachella directo desde los tiempos de los mongoles, los aborígenes polinesios o los verdugos medievales que juntos logran un coctel embriagante de funk, afrobeat, rock ácido y psicodelia. Una vez que el público comprueba la capacidad de canciones como “Words” o “Diarabi“ para generar un trance colectivo, entonces todo el numerito de las máscaras y los disfraces sacerdotales cobra sentido. ¡A pa’ viajecito! SACRIFICIOS ENMASCARADOS De hecho, las máscaras en sí mismas son un tema muy serio para este colectivo escandinavo. Ellos afirman que las máscaras que usan en sus presentaciones son una herencia que proviene de generaciones anteriores. Todos ellos dicen estar ocupando el lugar de un músico que antes que ellos ya habría tocado en la misma banda, incluso el mismo instrumento. Además, aseguran que esta tradición se remonta a varias generaciones aunque ellos han sido los primeros en llamar la atención internacional.
Aunque pareciera que estamos hablando de la tradición de banda sinaloense en nuestro país, estos cuates se toman las cosas un poco más en serio: “Hacemos música para entrar en contacto con los espíritus y para alcanzar formas más elevadas de conciencia”, aclara Goat Girl en una de las pocas entrevistas en las que ha hablado un miembro femenino de la banda. Por nuestra parte, seguimos sin saber si ella es la única, ya que los atuendos que usan impiden conocer incluso los rasgos más obvios de sus personas, como el sexo o la raza. Las máscaras también tienen un significado que va de la mano con el nombre del grupo. La cabra –que así podríamos traducir su nombre– ha sido un animal de sacrificio por excelencia desde tiempos ancestrales y en la Biblia, en particular, se les encuentra por todas partes. Del mismo modo, GOAT como grupo es un experimento en el que se sacrifica el individuo en beneficio del bienestar colectivo. En vivo, ellos escenifican una especie de pantomima musical que es esencial para comunicar más efectivamente la enigmática filosofía y alcance espiritual del grupo. Quizá sus atuendos misteriosos funcionan más en el escenario que si se presentaran como un banda de suecos rastudos y pachecos tratando de llevarnos al trance. VENTAJAS DEL ANONIMATO A pesar de que afirman llevar generaciones enteras tocando y que las máscaras que usan incluso han sido enterradas con miembros anteriores del grupo que han muerto, este colectivo tiene apenas tres años de haber aparecido en el plano internacional y de integrarse a una nueva generación de bandas interesadas en la psicodelia y el rock progresivo, tribal, denso y bueno para el viaje. Con sólo dos discos han entregado ya canciones con amplia resonancia, dignas de escucharse en medio del desierto de San Luis Potosí, como “Gathering of Ancient Tribes”, o cortes que comienzan a convertirse en clásicos –o al menos son ya referencias de la psicodelia contemporánea–, como “Run to Your Mama”.
Además, modestia aparte, la chamba no les ha faltado y ya hasta los llevaron al Coachella del año pasado. Mejor para ellos, porque su concepto es básicamente un acto en vivo, que requiere ser escenificado. Por lo pronto, las fechas de su gira incluyen presentaciones en Turquía, Dinamarca, Reino Unido, Canadá y EU. Nada mal para una banda proveniente de una gélida aldea cuya población total no supera las 700 personas y quienes no paran de hallarle ventajas a las máscaras: “Queremos mantenernos anónimos en todos los aspectos. Hay muchas razones para ello, pero creo que la mejor es poder salir caminando después de un show e irte a tomar una cerveza sin que nadie te reconozca”, acepta en una entrevista para The Quietus, alguien que se hace llamar simplemente Goat, como si no fuera suficiente todo lo que dice acerca de mantenerse anónimo. Ya sea con o sin máscaras, en vivo o grabados, estos enmascarados están produciendo música vibrante. Sus frecuencias implican un trance en el que los muertos cobran vida y los vivos desaparecen para transformarse en un ente colectivo, espíritu del mundo.
“Hacemos música para entrar en contacto con los espíritus y para alcanzar formas más elevadas de conciencia”. –Goat Girl
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FESTIVALES
TXT:: JUAN CARLOS HIDALGO
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MAYO 2015 UNIVERSIDAD DE LA COMUNICACIÓN
PATA NEGRA
COVADONGA CANTINA
COVADONGA SALÓN
WOKO
TA R A
Abajo es arriba… lo pequeño es lo grande
PA R Q U E E S PA Ñ A
MARVIN ES UN MOSAICO INTERGENERACIONAL Y DE UNA EFERVESCENTE DIVERSIDAD ESTÉTICA; EN SU INTERIOR HAY UN CAUDAL DE IDEAS Y SONIDOS SURGIENDO. DURANTE LOS DÍAS PREVIOS AL FESTIVAL TODOS LOS COLABORADORES ANDÁBAMOS INUNDADOS DE UN ESPÍRITU PSICODÉLICO POR VARIAS RAZONES. YA HABRÁ TIEMPO PARA ASOMARNOS A LA NEBLINA MORADA QUE VENDRÁ, MIENTRAS TANTO EL SÁBADO 16 TENÍAMOS LA OPORTUNIDAD DE SENTIR EN DIRECTO LA MAGIA DE SÉRGIO DIAS Y EL RESTO DE OS MUTANTES.
CARADURA
C I N E S PAC I O
TRANSMISIÓN ESPECIAL POR
FOTO:: ARTURO LARA
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FESTIVALES
FOTO:: FRESALE CABALLERO
FOTO:: LESLI DE LA ROSA
FOTO:: MONTSERRAT CASTRO
FOTO:: FRESALE CABALLERO
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FOTO:: ABIGAIL ARANDA
Cuántos de los presentes habrían nacido en 1966 cuando este colectivo mutante se iba formando? Lo sorprendente es que su música conserva un influjo mágico que le otorga la vitalidad absoluta de lo inmediato. Atmósferas multicolores, figuras en la guitarra llena de filigrana, una riqueza rítmica carnavalera. Y un hombre grande y canoso ejerciendo de una especie de chamán del siglo XXI. Os Mutantes suenan tan de hoy… sinuosos, seductoramente pop. Ellos abrieron una puerta hacia un pasado gozoso al que muchos de los jóvenes asistentes pudieron asomarse. La música altera las convenciones. Agrupaciones que tal vez no son tan cercanas resultan de lo más íntimas e inmediatas. El underground grita su grandeza... Lo pequeño se hace inmensamente grande. Todavía podemos aprenderle algo a ese espíritu sesentero. Sérgio DIas también participó en la serie de conferencias realizadas los días 14 y 15 de mayo en la Universidad de la Comunicación, un programa que el festival organiza por tercer año consecutivo con el objetivo de reunir gente de la industria para crear redes en torno a
la creatividad, y que contó además con las ponencias de otros músicos como Jay de la Cueva, Joselo Rangel y Sergio Acosta, así como de los medios Pitchfork y The Guardian. Fue en esos mismos días en los que, en colaboración con Ambulante, se presentaron dos documentales en Cine Tonalá: The Devil and Daniel Johnston y Björk: Biophilia Live, no sin antes experimentar algo de buena comedia a cargo de los stand-uperos Horacio Almada y Juan Carlos Escalante. Marvin, una vez más, demuestra su capacidad de integrar diferentes expresiones artísticas en un mismo lugar. En 2015 queda más explícito que nunca que el Festival Marvin se propone hurgar entre el pasado y el presente por figuras de culto que nos garanticen un futuro emocionante e intenso. Os Mutantes estuvieron tocando a las 7 de la noche en el Salón Covadonga; demasiado temprano para lo que se estila y ello es una señal más que acá las cosas ocurren de manera diferente. En los distintos puntos del corredor RomaCondesa, donde se lleva a cabo (8 venues), el asunto arranca muy temprano y con artistas que pudieran considerarse estelares. Así que hay que llegar poco después de que el sol alcance
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FOTO:: ÓSCAR VILLANUEVA
FOTO:: ARTURO LARA
FOTO:: JESÚS CORNEJO
FOTO:: ARTURO LARA
su cenit. A la una de la tarde, el Parque España recibió a unos Little Jesus cada vez con un público en total complicidad. Han sumado invitados y ahora aparecían vestidos de blanco total (excepto el baterista) en lo que resulta otro revival sixtie y con sonoridades afrobeat y otros menjurjes insertos en el pop contemporáneo. Y precisamente el pop tenía que estallar como una gran burbuja. Salimos corriendo al arranque del Covadonga y encontrarnos con Javiera Mena a la que apenas si podíamos ver, pues estaba envuelta en una capa negra, que luego se quitó para quedar con una especie de mameluco. Acompañada por batería y dos teclados más se concentró en un set que ha ganado en bpm y que es una fiesta electrónica con las endorfinas en lo más alto. El único remanso es una versión a piano y voz de “Sol de invierno”. La chilena quiere afirmarse como toda una diva en plan rave. Antes de que el folk brillante y soleado de Pumcayó se hiciera del Parque España, los tapatíos combinan una música pastoral con letras muy cuidadas. No dejan de aludir a la tradición latinoamericana mientras nos conducen por medio de un viaje inmenso por
FOTO:: JAIME FERNÁNDEZ
diversas latitudes mentales. Es una banda que está creciendo de modo impresionante. Pumcayó, además, sirvió como una quimérica banda sonora para el arte del Festival Marvin, que en esta edición guardo una muy estrecha relación con la música. Cartel, fotografía y cómic dieron color e historia a los paseos del Parque España, así como Álvaro Obregón y la Universidad de la Comunicación (en donde se montó una muestra del narrador gráfico Nicolas de Crécy). Mientras tanto en el Caradura comenzaba Moldes una presentación que destacó por toda su potencia. Un cuarteto peruano en el que sobresale la personalidad y el trabajo en teclados de Katia de la Cruz. Ella pone el juego experimental y el resto, un rock muy robusto que deja ver lo bien ensayados que se encuentran. Pero había que dar un vistazo a la comunidad hip-hopera. En el Salón Pata Negra, The Guadaloops buscaba la manera de congraciar a la canción R&B con el rapeo denso. Ganan cuando la base es más electrónica. Lo que también ocurre con Pommez Internacional. Regresamos a Caradura para escuchar referencias al folclore pampero entreverados
FOTO:: MONTSERRAT CASTRO
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FESTIVALES
FOTO:: AZUL RAMÍREZ
FOTO:: BAMBOL
FOTO:: ARTURO LARA
FOTO:: ARTURO LARA
FOTO:: MONTSERRAT CASTRO
con un rock de alto octanaje. El grupo está en pos de hallar su personalidad definitiva. Pommez fue recibido con gran calidez por la legión de fans que esperaba por Juan Cirerol, quien se apareció otra vez sin banda, pero en solitario es un volcán, un torrente sonoro que arde y destila sapiencia callejera y desfachatez. Juan se basta de su guitarra y voz… pero su cancionero es inapelable. La Ciudad de México despedía esa fresca sensación tras de la lluvia, el estadio Azteca se sacudía con la eliminación del América en la Liguilla, pero el rock no paraba. Para ello, echamos un vistazo a Jessy Bulbo, con nuevo look –un mohawk rubio– y todo ese desbordamiento chatarrero y salvaje que le conocemos. The Melovskys se dejaron ir como si fueran un grupo guitarrero de algún bar texano. Todo un alto contraste típico del Marvin, pues Clip! se instaló en la electrónica más hedonista. A las 10:30 de la noche todo estaba previsto para que el festival crujiera y se llenara de feedback y guitarreo. The Raveonettes son bien amados por mucho público mexicano y ya se merecían un show en que sonaran atronadores –como debe ser–. El sonido fue mejorando
progresivamente y hacia el final obtuvieron un crescendo eléctrico y deslumbrante –como esas luces estroboscópicas que iban y venían–. Los daneses suman esas historias de serie b y cine negro con toda una maraña de ruido y melodía. Ya en el pináculo de una celebración gourmet de la música, presenciamos un montaje de live act de parte de Marbeya Sound, de nuevo en la cantina del Covadonga. Teclados y percusión que mantuvieron el frenesí sin decaer en ningún momento. Fue Colts el último acto de la noche, electrónica en formato after para los trasnochados que horas antes habían presenciado rock, hip-hop, tropical bass y pop, y que en ese momento se entregaban a un frenético baile en la oscuridad. El Festival Marvin se congracia con su esencia al potenciar la convivencia; se puede circular por él con fluidez. Es una fiesta inmensa que tiene de su lado la aportación de la gente. No falta quien decide ir al cine a cielo abierto, quien disfruta del stand-up comedy y el arte público. La de este año fue su versión más mutante y ello quiere decir que nos transformamos, que vivimos un viaje lleno de placer que nos deja en claro que la buena música en verdad es eterna.
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FOTO:: FELI GUTIÉRREZ
GRACIAS A NUESTROS PATROCINADORES
A NUESTROS MEDIA PARTNERS
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FESTIVALES
TXT:: PABLO PULIDO @PABLOPONCIANO
PA’L NORTE Al lugar que siempre quiero volver
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FOT:: FRESALE CABALLERO MONTERREY ES UNA CIUDAD cuyo misticismo radica en su gente; un punto geográfico que es parte y no de México, una entidad que se mantiene gracias a su exquisito gusto por la buena vida y la diversión bonachona; sin embargo, también es una capital en donde la locura aparece de sorpresa, tanto en el aspecto climático como su psique. Entonces, una ciudad tan volátil también exige de un momento entretenido que se encuentre a la altura de su excentricidad y energía. El Pa’l Norte es ese evento, el festival que celebra el impredecible espíritu regio. Inicia la temporada de calor en Monterrey y su gente parece estar acostumbrada a ese clima agobiante del que no se puede escapar (y en donde el Oxxo es lo más cercano al paraíso). 23 y 24 abril, dos días en el que se debe estar listo para todo: gritar, correr, llorar, embriagarse y pasársela a todo dar. Porque los regios también son así, directos y sin drama. Entonces, para ajenos esto puede ser una odisea que puede acabar bien o mal. El Pa’l Norte Music Fest 2015 se celebró a tan sólo unos meses después de su edición 2014, ya que parece que sus organizadores no pudieron esperar más para vivir otra fiesta colosal. Este festival, a diferencia del Vive Latino, posee una actitud más diversa. Claro que aboga por el rock, sin embargo, como buena celebración del norte, también le gusta pistear, además de bailar sabroso y echarse un whisky de fondo. Así que en esta edición se contó desde Café Tacvba, pasando por Flo Rida, para terminar con Intocable. Así como en la Ciudad de México, la capital de Nuevo León goza de una gran oferta de actividades culturales. El Pa’l Norte tiene bastante competencia, pero es difícil que el trono le sea arrebatado, porque no hay otro acto en el que se disfrute tanto tomar una cerveza y cantar al unísono de manera desbaratada. Tal vez sea el calor, los sonidos disparados del escenario o el contexto socioeconómico, pero lo único que se respeta es al hedonismo. Como se mencionó líneas atrás, la curaduría musical difiere
muy poco del cartel del Vive; son esas excentricidades regias lo que hacen del Pa’l Norte una convención kitsch. En contra de cualquier duda, Flo Rida y su hip-hop sabor a Coca-Cola sí que encendió la mecha de los regios que no dejaban de corear o al menos bailar con los ritmos del estadounidense. Galatzia, por otro lado, demostró –como en el Vive– su gran poder de convocatoria y cómo un fenómeno de Internet puede llegar a convertirse en algo tangible y contagioso (en el aspecto sonoro, está de más abordar el tema, concluyamos que eso no es música). Como era de esperarse, el segundo día del Pa’l Norte fue el más concurrido, pues desde tempranas horas ya se podía ver el ánimo traducido en jóvenes sin playera, besos por doquier y un potente olor a cerveza. Como dato curioso, fue interesante apreciar cómo los diferentes estratos sociales convivían sin problema alguno (esto, a diferencia de la vida diaria, en el que eres tratado dependiendo de tu zona de residencia): Garza García, Apodaca, Guadalupe y Zona Tec se convirtieron en uno solo que cantaba en tono de reproche: “¿Y todo para qué?”. Ahí salió Garbage, demostrando que Monterrey es su ciudad favorita de México, la cual han visitado infinidad de veces y en la que Shirley Manson estrenó su look en conmemoración al XX aniversario de su debut. Posteriormente, el momento más chabacano del festival y de la ciudad misma: como acto sorpresa de la noche, unos extrañamente sensuales Village People interpretando “YMCA” y “Macho Man”, que el público –entre una combinación de asombro, broma y borrachera– cayó de maravilla. Monterrey no es un lugar para vivir de noche (de hecho, ninguna abarrotería vende alcohol después de la medianoche y los bares cierran a las 3 de la mañana, y eso sí, no hay redadas). Así que la mejor opción para seguir la juerga es en esos sitios escondidos bajo distribuidores viales o en bodegas abandonadas, pero siempre debemos estar listos para asimilar las sorpresas de esta ciudad de la que es poco probable aburrirse.
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FESTIVALES
TXT:: AARÓN ENRÍQUEZ
FOT:: FRESALE CABALLERO
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CERE MONIA La identidad sí se construye
ME PARECE INCREÍBLE que en México estemos viviendo esta especie de boom de “festivales boutique”; y debo confesar que sí prefiero un Ceremonia o un Nrmal sobre otros eventos tan bien consolidados como el Vive Latino, se debe en gran medida por la comodidad que ofrece el no tener que lidiar con multitudes. Honestamente ya empiezo a pensar que no vale la pena caminar media hora entre tumultos para lograr pasar de un escenario a otro, para al final tener que quedarte hasta atrás a escuchar la peda que traen los güeyes de a lado, que además no les importa el show y sólo fueron a estrenar su “selfie stick”. Y no es que esté mal perder el tiempo con los celulares en lugar de presenciar los actos en vivo (no, perdón, sí está mal), pero está peor que no tengas opción de moverte a otro lado y además tengas que aguantarte oyendo pendejadas durante al menos una hora. A mí me da más o menos igual todo ese rollo de: “es que la curaduría está increíble”, “yo fui al Ceremonia la primera vez que vino Theophilus London” o “yo voy por las bandas más raras, las del principio”, no entiendo a esa gente que dice que casi se sale a las 7 de la noche porque los headliners les provocan
flojera. La verdad es que cuando se develó completamente el cartel del Ceremonia este año, mi alma descansó porque ofrecía la oportunidad de presenciar dos de los actos que fueron más que un martirio intentar ver en el Corona Capital del año pasado, en medio del gentío y el diluvio que nos cayó (The Horrors y Jungle). Y tampoco es que esté queriendo provocar por provocar, obviamente también quería ver el show de Kali Uchis, Art Department y Royal Highness, por ejemplo, pero para empezar, a Kali Uchis llegué tarde porque el señor que condujo la Van en la que iba, decidió que era mejor idea ser testigo de una peda de tres horas de camino al festival, que hacernos llegar a tiempo. Y aunque al principio sí logré brincar de un escenario a otro sin problema, la verdad es que cuando estuve frente a Jungle y The Horrors, no hubo poder humano que me moviera del escenario principal (excepto la necesidad de ir al baño). El éxito del Ceremonia radica en gran medida gracias a la experiencia que ofrece, el festival tiene su propia identidad, tal vez este año se sintió mucho más que los dos anteriores porque la presencia de Snoop Dogg en el cartel motivó a todos a llevar su cargamento personal
de marihuana, pero yo sí sentí que todo mundo andaba muy relajado, el ambiente era mucho más de festividad que de otra cosa, o tal vez así se sentía porque hubo menos de esos especímenes que van con su postura de “críticos de todo” y les cuesta trabajo simplemente disfrutar lo que están apreciando (de esos estuvo atascado el Nrmal), y no porque sea malo tener públicos exigentes, o más especializados, simplemente la experiencia es distinta. También hay que reconocerlo, cada vez nos comportamos mejor en festivales y si no te gusta lo que ves, puedes ir a comer, a pintar playeritas o perder el tiempo por ahí, no es que existan reglas de cómo comportarse en un evento así, pero hay que reconocer que cada vez somos más los que vamos a escuchar la música y vivir la experiencia, que los que no tienen idea de qué hacen ahí. Lo que yo consideré el banderazo de salida a la celebración fue cuando me encontré atrapado en The Wookies de camino a Kaytranada, porque llegué tarde. Intenté resguardarme de la lluvia un momento, pero una vez que escampó el temporal fui llamado de inmediato a la pista de baile. Para cuando retumbaba en la bocinas el remix de “Toro”
de El Columpio Asesino, a todos nos quedó claro que ya había empezado la fiesta, fue la señal, tenía que haber lluvia para sentir que estábamos en el Ceremonia. Claro, nadie sabía que el éxtasis ceremonial iba a ser el karaoke gigante que armó Snoop Dogg. Y es cierto, quizá yo también esperaba un set menos condescendiente de su parte, pero cuando lo vi hacer las veces de auténtico (valga la expresión) maestro de ceremonias, preferí ponerme flojito y disfrutar el recorrido, los homenajes a Tupac y a Biggie, La bamba, en fin... ¡a la mierda! Somos libres y jóvenes. “So what we get drunk, so what we smoke weed, we’re just having fun, and we don’t care who sees...”.
Tal vez sea complicado que un festival adquiera identidad en tan poco tiempo, pero el Ceremonia lo ha conseguido en tan sólo tres años, no solamente porque ya todos identificamos que es el festival en donde va a llover irremediablemente, sino que también es el que mejor comida tiene. Otra cualidad es que ha logrado equilibrar la curaduría entre hip-hop, música electrónica, propuestas emergentes y otras más consolidadas que le dan una personalidad propia.
TAME IMPA LA
FOT:: MATT SAV, CORTESÍA CAROLINE
desde el presente al más allá
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TXT:: JUAN CARLOS HIDALGO
“LIMITAR NUESTRA ATENCIÓN A CUESTIONES TERRESTRES SERÍA LIMITAR EL ESPÍRITU HUMANO”.
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–STEPHEN HAWKING
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Kevin Parker es Tame Impala en realidad; Kevin Parker es un gran músico y un tipo que nació en Perth, Australia, durante enero de 1986. Kevin Parker ha sabido ir más allá de un fenómeno estimulado por la industria del espectáculo que alcanzó su pináculo cuando las enormes marcas se disputan una gran canción para sus comerciales (durante el 2012). Kevin tiene fama de ser muy elusivo y hosco con los medios y ser muy renuente ante las entrevistas. Hasta puede decirse que no le gusta la fama y le saca la vuelta. No somos pocos los que lo consideramos un hippie del siglo XXI, pero lo verdaderamente importante sobreviene cuando salen a la luz la cantidad de ideas que rodean a su música y la hacen interesante. Él mismo es un hombre joven que no oculta su timidez, pero tampoco su afán por buscar elementos que verter en sus canciones. Debemos recordar que para gente como él, la música no es mero entretenimiento y frivolidad; los compositores suelen volcar sus obsesiones y vivencias más importantes en su material. “Elephant” es una canción que procede de su segundo álbum Lonerism (Modular, 2012) y que por su impacto multitudinario –e incluso por la parte estilística– es comparable con “Seven Nation Army”, de The White Stripes; una base rítmica como una aplanadora y un riff inolvidable de guitarra son la fórmula base para ingresar al cancionero más memorable de los últimos años. Hay rolas que pasan a ser parte de un acervo global, y ésta es una de ellas. La fuerza de su estallido les llevó a girar por medio mundo ondeando la bandera de una supuesta nueva psicodelia (¿cuántas veces habrá revivido?). Pero lo que me interesa destacar es el modo en el que aborda el hecho de proceder de un sitio como Perth, que no deja de sonar exótico para otros tantos. Al momento de explicar si es que su lugar de origen influye en su manera de entender y crear música, también deja ver un poco de quién es: “No se trata de dónde vives, sino de con quién vives. Para mí, no debería notarse de dónde es un artista cuando toca música. Creo que limita sus posibilidades”, explicó en Argentina a Los Inrockuptibles. Y durante una gira por España complementó: “Es extraño porque cuando hablamos de Perth con periodistas es como si viniéramos de otro mundo. ¡En Perth tenemos Internet! Estamos expuestos al mundo y a lo que ocurre en todas partes. Es algo molesto que la gente crea que
por estar en un lugar distinto debamos estar aislados. Todo esto ya no tiene sentido hoy día. Yo estoy igual de conectado al mundo que cualquiera. Existe una escena y los grupos tocan, y en todo caso, la única dificultad que implica vivir en Perth es que al hacer conciertos los desplazamientos son eternos. Nos cuesta una semana llegar a cualquier lugar, pero lo hacemos y punto”. Kevin ha sabido foguearse comenzando a tocar en lugares pequeños y recorriendo muchísimas carreteras del Viejo Continente (y no sólo de Oceanía) antes de saltar a los grandes festivales. Al escuchar con atención, “Elephant” era la única canción en su tipo en el disco –el único himno de rock de estadio–, el resto era mucho más clavado, llenos de texturas y largos pasajes psicodélicos. Es evidente que existe un arduo trabajo para arreglar los temas para los escenarios enormes. Recordemos que cuando abrieron para Blur en el Vive Latino 2013 nos devolvieron a esa vibra sesentera –brumosa y densa–; había que disfrutar esos pasajes instrumentales que se prolongaban. Para el festival Coachella de este año, la banda adelantó material de Currents y el set fue más energético, prendido y motivó que se diga que algo de esencia pop fluye al interior de lo nuevo. Y ello nos lleva a enfocarnos de nuevo en Kevin; por un lado, mencionar que su primer instrumento fue la batería –que suele tocar en el estudio–, pero en directo pasa a la guitarra y la voz. Que quede en claro que en Tame Impala, Parker marca la pauta, aunque es alguien que respeta profundamente la amistad. De hecho, se empeña en distinguir muy bien cada ámbito. Insiste en que Pond –el otro grupo en que milita eventualmente– es
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EN PORTADA
un integrante más y pone todo de su parte para que el proceso creativo sea el de buenos camaradas pasándolo lo mejor posible. En el grupo que debutó con Innerspeaker (2010), él se encarga de todo y, aunque invita a gente al estudio, termina por sentirse cómodo trabajando solo: revisa las piezas y agrega más partes, aprovechando que toca varios instrumentos. Acerca del modo en que esto funciona con sus compañeros apunta: “Siempre nos sentamos juntos a escuchar todo el disco, y yo les voy diciendo que aquí he hecho un redoble, aquí hay un silencio de bombo, etc… Pero sin que parezca una lección… Respeto mucho la manera en que mis compañeros tocan sus instrumentos, y a estas alturas saben perfectamente qué es lo que queda bien en Tame Impala y qué es lo que no. No hay muchos bateristas que puedan imitar completamente el estilo de otro, de hecho eso es bastante perjudicial para la libertad de la canción, así que no me importa en absoluto que se alteren algunas ideas originales”. En medio de toda la vorágine que su proyecto central ha traído consigo, también se ha dado tiempo para armar otras dos pequeñas iniciativas: Mink Mussel Creek y Space Lime Peacock; en ambas también participan algunos de los miembros de Tame y Pond. El asunto parece ser que le interesa eludir durante ciertos momentos a la presión mediática; un asunto no exento de polémica. Cierta parte de la crítica terminó por ser escéptica ante el alud instrumentado por la maquinaria del marketing, que se infiltra en la prensa para hacerse de adeptos y calificativos desmesurados, ante los que Parker opina: “Es muy triste. Que la prensa no sepa cómo manejar estas situaciones me pone enfermo. Si un periodista cree que algo es bueno, o muy bueno, debería presentarlo de manera que se le pueda dejar espacio a la opinión del oyente, de modo que él también se sienta un poco partícipe del ‘descubrimiento’. Si le das las cosas totalmente mascadas y lanzando sentencias como ‘esto es lo mejor del año, y punto’, provocas rechazo. Para nosotros ha sido algo complicado trascender esa ‘hype area’ y salir de ella”. Incluso la idea central de Lonerism pasaba por tocar esa sensación de sentirse solo –casi una intuición– antes que estar solo realmente. No faltó quién intentó hacer pasar a Kevin por un ermitaño, lo que no se ajusta a su espíritu de convivencia; él deja entrever que busca espacio para trabajar sin compañía porque es una manera de asegurarse de obtener lo mejor
de sí mismo. Disfruta de alejarse, pero también se adapta a las necesidades de la vida pública. Al momento de encarrilarse hacia lo que sería Currents, ya pasó por tocar con Damo Suzuki, el líder del legendario grupo Can y una de sus influencias principales (el krautrock ha vuelto); además, dejó entrever en Man It Feels Like Space Again (2015), el disco de Pond que se encargó de mezclar, que también puede acudir a una faceta más luminosa. A estas alturas ya está claro que Kevin es un melómano de mucho tiempo. Ha repetido que en lo suyo no hay tanto de The Beatles y Pink Floyd como se cree (cierto que escuchó mucho a esos grupos por su padre –nativo de Zimbabwe–), pero al charlar sobre música hay otras muchas cosas que le emocionan e interesan. En dicha lista tenemos que nombrar a Steppenwolf, Todd Rundgren, Black Sabbath y, para sorpresa de muchos, hasta Supertramp. Pero de quien se declara fan y un atento aprendiz es de The Flaming Lips, sabe que auscultan al pasado, pero con una perspectiva de futuro. Parker suele ir a todas partes acompañado de un vieja grabadora y registra momentos y ambientes que le pueden servir (ha metido hasta grabaciones del mar). Es un músico interesado por otras maneras de arte y conocimiento; de su gusto por la ciencia viene incluso el nombre del grupo y entre los libros que más le han marcado está Breve historia del tiempo, de Stephen Hawking. Por supuesto, que le gusta explayarse con los teclados analógicos, pero también es un apasionado de otros instrumentos viejos –de guitarras a baterías–, lo que no obsta para que no se enganche con apreciaciones simplonas: “La gente habla de nosotros como una banda ‘retro’
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o ‘vintage’. No es que me moleste, pero no me siento para nada identificado con esa etiqueta. Yo hago música ahora, escribo mis canciones hoy, es música hecha en el mundo actual. Si la gente quiere ver influencias o sonidos que les recuerdan a algo, fantástico, pero eso es igualmente cierto en cualquier banda contemporánea. Todos nos vemos influenciados por lo que se ha hecho antes, pero sería absurdo creer que escribo música revivalista”. Ha tenido buen tiempo para meditar el asunto y Currents –desde su mismo título– establece que del ancla en el pasado casi nada pesa y que desde el presente se labra el futuro. Aunque habrá que precisar que “Let It Happen” –el primer anticipo– alcanza los 7’50’’; mantiene ese gusto por los temas largos, pero también mucho trabajo de estudio, capas yuxtapuestas, pero ni es tan psicodélica –en el sentido clásico– como la mayoría de sus temas ni alude al punch rockero de “Elephant”. Incluso llega a un momento en que parece que la música se congelara en un mismo punto (como hacen los DJs) y sólo es liberada hasta que llega un elegante y elegiaco sintetizador a reanudar la marcha. Kevin declaró que se trata de la gran cantidad de caos que rodea al mundo actual y alguien está en el medio dejándose imbuir por todo ello, pero con la sensación de que allí no pertenece. Se trata de un músico enfocado hacia el concepto de progresión, no sólo musical, sino también en lo personal. Reitera la importancia de no permanecer en un mismo sitio ni seguir siendo él mismo; lo que se nota en “Eventually”, en la que juguetea con la melodía y diversos sintetizadores. Lo que ya es una franca obviedad en “Yes I’m Changing” (aunque Kevin confiesa no tener recuerdos de cuándo y por qué la compuso; afirmando que pareciera escrita por alguien que no es él). Es posible entender que un tema como “’Cause I’m a Man” sea el puente entre lo que venía haciendo Tame Impala y lo que desea proyectar hacia el futuro. Además, han dejado el sello Modular para firmar con Universal; lo que como siempre reviste el arma de doble filo de formar parte de una gran compañía – mayores presupuestos, más intromisión–. En Currents confluyen –de acuerdo a su portada– una idea más tecnológica del asunto y cierta injerencia del soul y el funk –conforme esas melodías sinuosas y acuáticas–. Trece cortes en los que a la postre, y pese a todas
las transformaciones dichas y por decir, tal parece que queda una: “New Person, Same Old Mistakes”. Será importante dar seguimiento a la manera en que sus escuchas están dispuestos a crecer junto al grupo o soliciten de él lo ya conocido de su propuesta, provocando tensión. No deja de ser un reto que, tras las pistas escuchadas durante el energético concierto de Coachella –que los confirmó como cabezas de festival–, promete ser resuelto con suficiencia. La clave pasa por la intensidad que ahora logran despedir. Razones sobran para que Currents se convierta en uno de los acontecimientos discográficos del año. Tame Impala es un grupo de y para esta generación, una camada completamente envuelta en lo que Simon Reynolds llama Retromanía. A fin de cuentas no deja de ser una máquina procesadora de esa materia tan fundamental como huidiza que se llama tiempo. El tercer disco de Tame Impala posee un sonido expansivo. “Let It Happen” me parece un gran hallazgo, una plataforma de lanzamiento. Kevin Parker es un tipo que busca cosas en la música, un eternauta fugado a través del tiempo y las dimensiones. No me cuesta imaginarlo tendido sobre un risco australiano y grabando con su magnetófono a las olas y el viento; mientras piensa en las mismas preguntas de Stephen Hawking: “¿Hubo un principio en el tiempo? ¿Habrá un final? ¿Es infinito el Universo? ¿Cuál es la naturaleza del tiempo? Al colapsarse un universo en expansión, ¿viaja el tiempo hacia atrás? ¿Puede ser el universo un continuum sin principios ni fronteras?”. El siglo XXI transcurre irremisiblemente y nosotros decidimos entre ser meros observadores o sus protagonistas.
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MARVINISMO
LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE LA PSICODELIA DEL SIGLO XXI
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A BOTEPRONTO, Carlos Monsiváis afiló el prejuicio cuando declaró que había nacido la primera generación de mexicanos que querían ser gringos. Sin mucho espacio para el contraargumento, la naciente generación de bandas sicodélicas representaba para la opinión pública “uno de los grandes momentos del colonialismo mental del Tercer Mundo”. La cita viene a cuento, porque la extinción prematura de la denominada “generación Avándaro” se atribuye categóricamente a la censura gubernamental sistemática, pero esa conclusión ignora que el fenómeno de la sicodelia resultaba indescifrable hasta para la élite intelectual en turno. Quizá por ello, a excepción de algunos escritores de la literatura de onda como José Agustín o Federico Arana, existe poca reflexión y documentación in situ de un movimiento que, tal como un viaje de ácido, actualmente goza la inercia del flashback, un revival oportuno inaugurado hace una década por los Fancy Free, y que hoy encabezan bandas como Nos Llamamos, The Seamus, Bam Bam, Suave as Hell, The Risin’ Sun o Lorelle Meets the Obsolete, por mencionar sólo un puñado de grupos que comprueban la referida circularidad histórica
TXT:: VICENTE JÁUREGUI del rock en México (cualquier similitud con la idea del eterno retorno, postulada por el filósofo alemán que también tuvo a bien considerar errática una vida sin música, es mera coincidencia). Más allá de forzar paralelismos entre dos generaciones que apenas se tocan por una filiación estilística, o de ennoblecer una reliquia musical por el mero paso de los años, acá se trata de revisitar un movimiento soterrado, una escena mítica conformada por bandas plenas en vitalidad y apogeo creativo, pero olvidadas al no haber experimentado la democratización de los medios. Si hoy es mérito de coleccionistas tener una discografía representativa de la sicodelia mexicana de finales de los sesenta, hace 40 años era asunto clase mediero reunir los pesos suficientes para comprar vinilos de bandas emblemáticas, como pueden ser Jefferson Airplane, The Beach Boys, The Byrds, Cream o Pink Floyd. Probablemente, esa cuestión económica fue decisiva para que la sicodelia tuviera un crecimiento descentralizado, prolífico sobre todo en el norte del país con la denominada onda chicana (léase Los Dug Dug’s, de Durango; El Ritual, Pájaro Alberto y Peace and
Love, de Tijuana, o Los Chijuas, de Chihuahua), donde la cercanía con la frontera hacía más fácil comprar discos, guitarras y amplificadores Fender, la marca que contaba con un efecto fundamental para formar el prisma del caleidoscopio sonoro distintivo de la sicodelia: la reverberación. Ésta fue y será para la sicodelia, lo que la distorsión es para el heavy metal, un elemento definitorio e irremplazable. Incluso, hay quienes sostienen que la cumbia sicodélica peruana, mejor conocida como “chicha”, no surgió como algo premeditado, sino como un afortunado accidente que, al reflejar capas generosas de reverberancia en los riffs de órgano y guitarra, resignificó las melodías indígenas amazónicas y andinas. Fuese la ayahuasca o los mentados amplificadores Fender, se destiló un sonido involuntario que empató con el sentir de una generación inconforme. Algo similar pasó en Brasil, cuando bandas como Os Mutantes inauguraron el exotismo al fusionar la sicodelia con ritmos de samba y armonías de bossa nova. Como resultado nació la tropicalia, género atemporal germinado por una banda de culto que 40 años después, hoy día figuró como headliner del Festival
PSICO-M El rock sicodélico en México ¿Un regreso al origen?
LA HISTORIA DEL ROCK HECHO EN MÉXICO ES DE CARÁCTER CIRCULAR. EN SU ETAPA SEMINAL, LOS INTÉRPRETES DE ROCK AND ROLL GANARON SEGUIDORES RÁPIDAMENTE AL ADAPTAR VERSIONES EN ESPAÑOL DE CANCIONES QUE EN ESTADOS UNIDOS HABÍAN ALCANZADO LOS PRIMEROS LUGARES DE POPULARIDAD. SU CANDOR ERA TAL, QUE BIEN PODRÍAMOS IMAGINAR A LA BANCADA DEL PRI BAILANDO AL RITMO DE CÉSAR COSTA. PERO LA LLEGADA DEL LSD AGARRÓ A TODOS DESPREVENIDOS. CON CIERTO ARROJO, SE REPLICÓ EN MÉXICO UNA ESCENA DELIRANTE QUE EMULABA LOS CÁNONES LISÉRGICOS FRAGUADOS EN EU Y EN EL REINO UNIDO. LA ESCENA HIPPIE INCUBADA EN SAN FRANCISCO, NO DEMORÓ EN EXPANDIR SU MANIFIESTO POP A NIVEL MUNDIAL. DE REPENTE, UN SECTOR DE LA JUVENTUD ACOMODADA DE MÉXICO LUCÍA MATA LARGA, INDUMENTARIA COLORIDA, PREGONABA ESPIRITUALIDAD ORIENTAL, PACIFISMO, RADICALISMO POLÍTICO, AMOR LIBRE Y CONSUMO DE ALUCINÓGENOS.
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51 Marvin. Dentro de ese sinsentido, el ADN de la sicodelia mexicana es mucho menos promiscuo. En su idiosincrasia, apenas se esboza la necesidad de crear una identidad propia: predomina la emulación del imaginario anglo al pie de la letra. Si bien ofrece chispazos de originalidad y referencias al folclore o a ciertos sonidos autóctonos, se trataría de rasgos más bien escasos. Irónicamente, fue el emigrado Carlos Santana quien puso en alto las raíces latinoamericanas cuando grabó discos de raigambre sicodélica como Abraxas y Caravanserai. También está el caso de Bodo Molitor, un cantautor alemán que en 1968 vino a México para grabar Hits Internacionales, un disco editado por Orfeón, presumiblemente el más cotizado de la sicodelia mexicana (Molitor vive en Egipto, donde sigue rockeando con The Boomerangs). Un aporte muy significativo para la época fue el “atrevimiento” que representaba escribir letras en español. El desafío era considerable porque confrontaba el pesado lugar común de cantar en inglés. Sin embargo, bandas como El Tarro de Mostaza, Náhuatl, Toncho Pilatos, Love Army, Tinta Blanca (con sección de metales incluida), La Máquina del Sonido (con el gurú Armando Molina, también promotor de Avándaro), Los Ovnis o aquellas que hicieron temas en ambos idiomas, como Los Dug Dug’s, desplegaron un cancionero de lenguaje realista, próximo al de la literatura de onda, con ineludibles referencias esotéricas –plena en frases cercanas a la superación personal–, atinados puñetazos de rebeldía y un romanticismo exacerbado muy a tono con la ideología imperante de la época. En cuestión musical, la materia prima de la sicodelia mexicana fue el riff. Sin escuelas especializadas, transcripciones y mucho menos tutoriales de YouTube, los músicos de esos días afilaron la mejor arma que un músico tiene para componer: el oído. Las bandas que pudieron grabar en estudio, lo hicieron a la vieja usanza: en vivo y de manera simultánea. En aquel entonces, hacer un álbum representaba una prueba de fuego, había que interpretar lo mejor posible y en pocas tomas: los trucos de edición eran cosa del futuro. En
las grabaciones de la época se escucha la sangre y el sudor de una generación que aprendió a tocar en la calle, que desarrolló una solvencia instrumental competente para tejer solos memorables, improvisaciones en vivo que poco a poco se suman al torrente de YouTube (Ricardo Ochoa, guitarrista de Peace and Love, o Sergio Orrante, baterista de los Dug Dug’s, son ejemplos del virtuosismo de la época). Si hubiera una compilación de esos días de gloria, con justicia habría que titularlo las 100 mejores canciones que nunca has escuchado. Una de las pocas que existen en disco y vinilo se llama Love, Peace & Poetry. Curada por Thomas Hartlage, se conforma por 10 discos que exploran la sicodelia de varias regiones del mundo, con un disco entero destinado a la sicodelia creada en nuestro país. Pero toda causa es efecto y la pregunta se mantiene abierta hasta hoy. ¿Por qué una escena que venía empujando con tanta fuerza no alcanzó la mayoría de edad? Bandas como La Revolución de Emiliano Zapata, de Guadalajara, quienes tuvieron un éxito considerable e incluso compusieron la banda sonora de La verdadera vocación, una película protagonizada por Angélica María, desistieran de la sicodelia para dedicarse a la redituable industria de la balada romántica. La respuesta es más compleja de lo que parece. Si bien es indudable que el PRI volcó toda su fuerza para acallar a una generación entera, causa ruido el hecho de que Alfredo Díaz Ordaz, hijo de la realeza política mexicana, quien grabó varios álbumes de sicodelia en bandas como Love Syndicate y Renaissance, no perseveró en el género. De hecho, durante los ochenta compuso rolas para Timbiriche y Thalía, de quien era amante. Y ya que el cotilleo se asoma, en el anecdotario del rock se cuenta que Alfredo era amigo de Jim Morrison, a quien invitó a fumar mota en Los Pinos cuando los Doors vinieron a tocar a México. Lo cierto es que, a pesar de que Three Souls In My Mind le dedicara unas líneas en “Abuso de autoridad” (“las tocadas de rock, ya nos las quieren quitar, ya sólo va a poder tocar, el hijo de Díaz Ordaz”), el vástago incómodo cambió los caleidoscopios por las muñequeras de neón.
Una vez que el PRI declaró la guerra a las tardeadas de rock, que ocurrían en cafés y lugares como el Quid Nova, El Salvation, el Champagne a gogo o la Pista de Hielo de Insurgentes, la escena fue relegada a los legendarios hoyos fonquis, recintos que fueron precursores de la autogestión y la resistencia, valores aún hoy esenciales para la manutención de los espacios destinados al rock. La autenticidad de toda aventura sicodélica depende del libre albedrío y de una aproximación cuasi infantil hacia el instrumento, una actitud ajena a las reglas, cómplice del ánimo experimental. Sólo así se explica el nacimiento de recursos como el feedback, el backwards echo, el fuzz, el uso de técnicas Beat, como el cut & paste, el sin sentido lírico, la anarquía armónica, etc. El rock sicodélico mexicano permanece actualmente como un movimiento de culto, lejano, misterioso, apto sólo para iniciados, como un prisma que no alcanzó la mayoría de edad. Posiblemente, ahí es donde reside su mayor virtud. Abundantes casos demuestran cómo la madurez diluye la inocencia necesaria para la espontaneidad sicodélica, esa aproximación candorosa hacia el proceso creativo. Lo cierto es que hoy, el cambio de siglo no multiplicó la creatividad musical, sino que auspició el mimetismo y el reciclaje como un artefacto del diseño sonoro. No hay nuevas entradas en el árbol genealógico del siglo XXI, sino la predicación de sufijos, como post y neo, como estandartes de una generación cuyo proceso creativo es de carácter derivativo. Emulando a grupos de neosicodelia, como The Flaming Lips, Spiritualized, Mercury Rev o Echo & The Bunnymen, una fervorosa escena emergente de bandas de sicodelia mexicana viene a cerrar un círculo en la elipse que parece dibujar la historia del rock mexicano. Con muchos mejores recursos y condiciones que sus congéneres de hace 40 años, sólo el tiempo dejará ver si sus excursiones sonoras permanecen o se mantienen en el subsuelo, donde se fragua la música que no es para las masas. Las ideas no se acaban, sólo se transforman.
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ran años de ser perseverante en tiendas de discos, como Supersound, Zorba y Tower Records, para conseguir ejemplares físicos tanto de la New Musical Express como de Melody Maker o la Vox y la Q. Era una verdadera odisea hacerse de un ejemplar de la revista Lime Lizard, que por aquellos días era muy influyente en la escena londinense (incluso publicaron un minidiccionario para entender el slang juvenil del momento). Varias publicaciones ofertaban un casete dando cuenta de las novedades más urgentes (si mal no recuerdo la CMJ norteamericana fue de las primeras en ofrecer un disco compacto). Aproveché un boleto barato para poder viajar de París a Londres combinando tren y barco; antes del amanecer el incómodo transbordador cruzaba el mar de Bretaña y te depositaba, al cabo de poco menos de tres horas, de nuevo en una estación para seguir sobre la vía. Con la melomanía crónica ya corriendo por las venas, el turisteo se redujo a lo necesario; aun hoy –muchísimos años después– recuerdo la fascinación de rondar Picadilly Circus para caer en las inmensas tiendas de discos (Virgin Megastore y Tower acaparaban). No emprendí la búsqueda de algún establecimiento pequeño (llegar a Camdem Town y Covent Garden ocurriría más tarde); no había tiempo qué perder y me dejé llevar por mi pasión por los vinilos. ¡Bendito 1991! Entre las primeras selecciones de una maratónica sesión de compra se encontraba el Blood, de This Mortal Coil; el Loveless, de My Bloody Valentine (aun no sabía lo que nos influiría), y un disco rojizo que tenía a una especie de sol con halo amarillo y un centro azul (que incluye un par de ojos negros). Luego siguieron las compras y pude hacerme del primer sencillo de 45 rpm de The Cure. Todos los álbumes fueron a dar a la maleta y ahí permanecieron durante varias semanas antes de retornar a la patria y revisar minuciosamente esos maravillosos acetatos. El Screamadelica consistió en una experiencia reveladora que nos llenaba de preguntas. Contenía muchísimas referencias
TXT:: JUAN CARLOS HIDALGO a la tradición musical de la negritud y sus cadenciosas canciones dirigían un trip atascado de góspel y una actitud evidentemente rockera. Todavía podemos evidenciar la influencia de The Rolling Stones en el resultado final, pese a que se convertiría en un álbum de ruptura inmediata. Apenas un par de años después de su aparición, los lectores de la revista Q lo colocaron como el 27º mejor disco de todos los tiempos. La NME le dio en primera instancia el lugar 23 y a lo largo del tiempo ha ido ocupando escaños más altos. ¿Qué es lo que se valora de este disco? Que se convirtió en un punto de encuentro de la cultura rock con todo el fenómeno de la música electrónica, el estallido de los raves y los años en que el éxtasis marcó la pauta de aquellas fiestas multitudinarias. Hoy día encontramos muy normal que el rock conviva con todo tipo de ritmos, pero antes había mayor separación entre géneros y ciertas posturas que marcaban distancias. La primera sorpresa en el proceso de preparación del tercer LP de la banda Bobby Gillespie, un músico nacido en Glasgow, Escocia, fue que el sello Creation Records, propiedad de Alan McGee, colocó a los reputados DJs Andrew Weatherall y Terry Farley para las labores de producción. El pulso del momento era que se vivía un Segundo Verano del Amor (el primero había tenido lugar en San Francisco en 1967, 21 años antes). Público, medios y gente de la industria británica confluían en torno de la idea de la neopsicodelia (de tal modo que si se diera un nuevo exabrupto iríamos por el tercero). El acid house y el consumo de una sustancia, a la que se le atribuían puras virtudes, mantenía muy alto el optimismo. ¿Con qué elementos lo confeccionaron? Screamadelica tiene grandes dosis de góspel, dub y detalles que remitían al territorio del house. Hay que recordar que Gillespie alternaba también en The Jesus & Mary Chain, un grupo mucho más ruidoso, y es por ello que la búsqueda con Primal Scream llevaba otro rumbo. Desde “Movin’ on Up” –el primer corte– se percibe toda esa influencia de lo afro. Bobby llegó a contar que su debut –Sonic Flower Groove, 1987– habría estado marcado por el LSD y el segundo –Primal Scream, 1989– por el speed. Con ninguno de los dos se mostró satisfecho con el resultado (no había encontrado el sonido que buscaba). ¡Lo que son las cosas! Un joven DJ llamado Paul Oakenfold llevaba unos años impulsando el estilo que perfeccionó en Ibiza y que luego exportó a los antros ingleses. McGee y Gillespie, asiduos a la vida nocturna, quedaron impactados y coincidieron en que aportaba elementos interesantes. No a todo mundo en la banda le cayó bien la idea; incluso uno de los guitarristas, Rob Young, contempló abandonar al grupo. El inicio de la colaboración entre Andrew Weatherall (que había hecho un remix para Happy Mondays) fue trabajar a partir del uso
del sampler (se habla que usaron una muestra de batería de una remezcla pirata italiana del tema “What I Am”, de Edie Brickell que, a su vez, había salido de un disco de Soul II Soul). Grabaron una nueva línea de voz y recurrieron a un fragmento de la película Los ángeles del infierno (Peter Fonda, 1966). La técnica estaba dando un vuelco y el hallazgo fue nombrado “Loaded” y lanzado como sencillo en 1990; en la versión del disco se colocó en el séptimo lugar de 11 y dura siete minutos. El título del álbum tiene dos probables orígenes: uno más formal, lo ubica cercano a una corriente de la psicología contemporánea y el momento mismo del nacimiento; otra alternativa señala que Bobby insistía en que incluyera la palabra Scream y durante una encerrona escuchaban a Funkadelic. Andy combinó ambas palabras y todo quedó listo. Fueron meses de interminables fiestas, de alocadas sesiones de grabación y de dar con una seguidilla tremenda de grandes canciones: “Come Together” y “Higher Than the Sun”, entre ellas. La aclamación inmediata del álbum coincidió con que la prensa especializada le otorgó el Mercury Prize, actualmente tan apreciado. Posteriormente, se les ocurrió montar un directo al lado de The Orb y el resultado era un trance masivo que colocaba a la psicodelia en un nuevo estadio, en uno más tecnológico. Andrew Innes, también guitarrista, describía lo que hacían de manera muy similar a la portada del disco: “Parecía que el sol se hubiera tomado una pastilla. Era cálido y psicodélico”. De acuerdo con la dialéctica musical, aquel momento de grandeza tuvo su bajonazo; cierta violencia y mala vibra afectó un momento de inspiración y búsqueda de una experiencia colectiva. Nada de ello daña ahora a la grandeza de un disco de un peso histórico tremendo. En 2010, el Servicio Postal Inglés escogió 10 portadas de trabajos que hubieran tenido un gran impacto cultural y una de ellas fue, por supuesto, Screamadelica; un álbum que surgió con la expectativa de estar más arriba que el sol (un astro que sólo vemos al interior de nosotros mismos).
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La psicodelia que unió al rock y al dance CUANDO A FINALES DE 1991 ME EMBARQUÉ POR VEZ PRIMERA A UNA INCURSIÓN POR EL VIEJO CONTINENTE, LO QUE SONABA EN MI MENTE ERA UNA CANCIÓN NEOPSICODÉLICA Y A LOS VEINTIPOCOS AÑOS BUSQUÉ SU ESTELA POR ALGUNAS DE LAS CAPITALES EUROPEAS. HACÍA RADIO EN TRES ESTACIONES DIFERENTES (IBERO UNA DE ELLAS –QUE CASI ARRANCABA-) Y SOLÍAMOS TOCAR CON INSISTENCIA MUCHO DEL SONIDO MADCHESTER QUE NOS HACÍA FLIPAR. THE STONE ROSES ACAPARABA NUESTRA VENERACIÓN; HAPPY MONDAYS CONVOCABA A UNA FIESTA PERMANENTE (OFERTÉ CLASES DE AERÓBICS A TRAVÉS DE LA ESTACIÓN DE MI ALMA MÁTER). INSPIRAL CARPETS NOS SORPRENDÍA CON EL SONIDO DE SU VIEJO TECLADO. HACÍA LA MITAD DE AQUEL MÍTICO AÑO (UNO DE LOS MÁS GRANDIOSOS EN LA HISTORIA DE LA MÚSICA) TODAVÍA NO ESTALLABA NIRVANA Y APENAS CORRÍA ALGÚN LEVE RUMOR SOBRE EL GRUNGE.
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DE CULTO | CINE
TXT:: TOÑO QUINTANAR
la casa de los terrores lisérgicos EL ARTE, EXPUESTO EN SU FACETA MÁS PROPOSITIVA, TIENE COMO OBJETIVO DESVANECER LA SERIE DE ATRIBUTOS QUE DEFINEN A NUESTRA REALIDAD COMO UN RÍGIDO COMPENDIO DE NORMAS CUYA LÓGICA SE EXTIENDE, INMUTABLE, A LO LARGO DE CADA ASPECTO DE LA COTIDIANIDAD HUMANA.
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n fenómeno que tiene relación directa con el conjunto de sustancias químicas que nuestro cerebro, al verse aguijoneado por el influjo de una sensación cautivadora, deja libre mediante un tibio despliegue de placer que nos recuerda los efectos producidos por los estados alterados de la conciencia. Fue durante la década de los sesenta que surgiría un movimiento estético cuyas particularidades icónicas se apoyarían fuertemente en este asunto; mismas que continúan evolucionando hasta nuestros días, lo que propicia el acrecentamiento de variados estilos disciplinarios y artísticos. Psicodelia es el término por medio del cual quedan conjuradas las inquietudes radicales de esta tendencia, la cual se caracteriza por la rabiosa y enervante estimulación que su discurso ejerce sobre los sentidos del espectador. Un rasgo que hace de este estilo la herramienta perfecta para la codificación de ciertas obras que, distinguiéndose por el carácter estridente de su propuesta, tienen como principal misión llevar la experiencia sensible del público hacia nuevas alturas. En el año de 1977, el director japonés Nobuhiko Obayashi mostró al mundo una ácida reflexión acerca de estas delirantes posibilidades con House, cinta que, valiéndose de una adelantada muestra de vanguardismo, entreteje un gallardo lenguaje audiovisual en el que la psicodelia se vuelve un sinónimo de sobrecogedora inquietud. Después de haber cultivado un gran número de trabajos que se instalaban en los parámetros del cine experimental (The Girl in the Picture, Remembrance, Confession), Obayashi optó por esculpir un texto fílmico cuyo argumento se desarrolla ávidamente en los ámbitos del terror; sin que esto signifique un necesario empleo de la iconografía clásica de este género. House narra la historia de Oshare (Kimiko Ikegami), una joven adolescente quien, junto con un grupo de amigas, emprende un viaje a la casona de campo de una tía a la cual no ha visto en poco más de 10 años. Conforme las horas transcurren en el interior del lugar, las chicas comienzan a volverse víctimas de los fenómenos paranormales que
55 ahí acontecen; situación que pronto las llevará a comprender que se encuentran en medio de los despliegues de una terrible maldición que no parará hasta alimentarse de sus cuerpos y almas. A pesar de la facilidad con la que este argumento podría clasificarse dentro de los cánones clásicos del cine siniestro, es necesario destacar que el autor no lo desarrolla a partir de la estética macabra que usualmente es natural en este tipo de producciones. Lejos de codificar un relato regido por la solemnidad sombría del género terrorífico, Obayashi cultiva una sobrecogedora narración que se vuelve doblemente chocante por la clave carente de veracidad con que se maneja. El objetivo de House no es el de ofrecernos una experiencia estética, donde la irrupción de la fantasía en el seno de la realidad quede descrita como un asunto creíble. Todo lo contrario. Esta cinta se desentiende cabalmente de cualquier tipo de elemento que pudiera hermanarla con una seria imitación de la objetividad, propiciando en su lugar el surgimiento de un pabellón de circunstancias delirantes que, inclusive para un filme de temática maravillosa, resultan desmedidamente exuberantes. Dicha situación tiene mucho que ver con el ejercicio esteticista propuesto por el director; mismo que se vale de una colorida experimentación cuya técnica, visualmente hablando, resulta muy similar a la que se obtendría si nos animáramos a derramar pintura de tonalidades pastel sobre una escalofriante imagen de notable opacidad. La gran mayoría de los elementos canónicos del cine de terror se encuentran presentes: la casa hechizada, la anciana perversa que desea apoderarse de la juventud de un grupo de bellas muchachas, un gato con habilidades sobrenaturales, desapariciones misteriosas, muertes inexplicables; sin embargo, también existe una doble armonía que se desarrolla paralelamente junto a estos prodigios de singular oscuridad. La psicodelia es el segundo lenguaje por medio del cual House queda impregnada de un aura lisérgica donde irónicamente, el miedo, la entidad transgresora por excelencia, se ve vulnerada mediante la afilada incursión de una nueva fuerza retórica que vuelve extraños sus propios mecanismos de asombro. A lo largo del texto observamos la presencia de múltiples acentos visuales (escenarios surrealistas, composiciones cromáticamente delirantes, juegos de luces y colores, efectismos dotados de variadas texturas) que se encargan de ensamblar un mosaico en el que la realidad palpable es sólo un elemento más dentro de la amplia paleta de posibilidades de la cinta. Es de esta manera que el terror y la psicodelia se ven hermanados en un mismo discurso que emplea esta estridente fusión para invocar entre la audiencia una inquietud de avasalladora envergadura.
Una apuesta creativa que es capaz de alcanzar una notable extrañeza debido a las dislocaciones estéticas que hacen que la perspectiva del espectador se vuelva insuficiente para clasificar la naturaleza de las secuencias que acontecen en pantalla. Asuntos como la muerte, el sufrimiento y el desmembramiento horroroso (mismo que no se encuentra libre de ciertas dosis de gore) súbitamente se ven explicados mediante un vivaz tinte que los vuelve cuestiones distinguidamente oníricas; como si la fatalidad no fuera más que una noción radiante que no esconde un auténtico tono de tragedia. Una chica devorada viva por un piano, la fantasmal levitación de una cabeza cercenada y unos miembros mutilados que se mueven con voluntad propia son sólo algunos de los sucesos cuya naturaleza, primariamente escalofriante, se ve tocada por una intencionalidad que nos obliga a pensar más en una divertida ensoñación que en una tensión horrorosa. Este aspecto es el que dota a House de una representatividad dualista durante la cual el espectador se descubre a sí mismo intempestivamente azorado por un huracán de emociones, mismo que propicia la presencia de un humorismo negro que destaca aún más la morbidez latente de cada escena. Auxiliándose de un grupo de efectos visuales, cuya índole rústica resulta ser su principal atributo comburente, Nobuhiko Obayashi ofrece una cinta cuya finalidad más elevada es la de volver difusa cualquier clase de norma lógica, incluso aquellas que podrían observarse como necesarias para la correcta ilación de cualquier obra de carácter narrativo. Si la psicodelia se caracteriza por ser una vanguardia alucinante y abrumadora, no debe de sorprendernos que el terror, en su ánimo ominoso, se valga de las grandilocuencias de esta corriente para confrontar al público con una serie de resquebrajamientos que ponen en duda las limitaciones de la cordura y que, por supuesto, hacen de la experiencia sensible todo un ritual psicoactivo en el que la mente se ve sugestionada por un inagotable caudal de estimulaciones.
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DE CULTO | ARTE
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ara las altas esferas del mundo del arte, KAWS apenas existe y, sin embargo, este ex grafitero, transformado en escultor y pintor, vive de su arte desde hace ya varios años y es muy popular entre los jóvenes y las celebridades. Su secreto es mezclar lo familiar y lo perturbador para generar cierto morbo. SUEÑO DEL GRAFITERO AMERICANO Nativo de Jersey City, un suburbio de Nueva York, KAWS se ha dedicado a múltiples productos: juguetes, ropa para skaters (cerró su tienda en Japón, en 2013), esculturas, pinturas, impresiones, colaboraciones con Nike, Comme des garçons, Marc Jacobs, portadas de discos… “Sin importar cómo me vaya en el ámbito de las galerías, siempre voy a querer hacer productos”, ha dicho. A mediados de los noventa, empezó a rayar anuncios en la calle. Sin embargo, no los vandalizaba con ánimo de destruir, sino que incorporaba su sello, un cráneo con ojos en cruz que se ha convertido en su marca de fábrica. Así consiguió llamar la atención del fotógrafo David Sims, quien lo invitó a Londres a pintar sobre sus fotos. En Japón, Nigo, el creativo detrás de la marca de ropa A Bathing Ape, lo llamó a colaborar y lo animó a tomarse en serio sus pinturas. Éstas consisten en un amasijo de detalles, formas y personajes de la cultura pop, como Los Simpson o Los Pitufos, modificados para lograr en cada obra una anarquía de color y formas superpuestas que produce vértigo y hasta náuseas. Nigo se convirtió en su primer coleccionista, le siguió el cantante Pharrell Williams, quien le pidió específicamente cuadros de Bob Esponja para decorar sus mansiones. En cuanto a su modo de generar ingresos, KAWS no duda en responder sobre su estrategia muy a la Murakami, pero la cuestión es diferente cuando se trata de explicar su obra. Si le preguntan sobre lo que pinta, responde que crea esas formas y esas composiciones caóticas y tortuosas, porque mientras lo pinta piensa: “Este color se siente bien, esta composición se siente bien”. A pesar de que el simpático Bob Esponja le ha dado de comer, ha admitido que nunca lo ha visto. Lo máximo que ha podido articular:“La sensación visceral que me dan las caricaturas, los colores planos, eso es con lo que me identifico”. Así que estamos frente a un Jeff Koons 2.0, pero libre de citas pomposas. Con KAWS lo que ves es lo que hay, literal, no hay nada dentro, ni detrás, sólo un montón de formas abstractas y de billetes verdes. ¿Mal viaje o buen viaje? Lo dejo a tu criterio. ¿DE CUÁL FUMASTE? ¿Aburrido? Busca en YouTube, “Ryan Trecartin”, y adminístrate una dosis de sus videos, verdaderos portales a nuestro subconsciente
TXT:: REGINA ZAMORANO LICEA pop-Disney-disfuncional-memeízadofragmentado y facebookero. No te espantes, como buen millennial que eres, te garantizo que les entenderás. Son un collage de todo lo que has visto y escuchado en televisión, los videojuegos, el cine, la web y –tal vez– tu casa durante toda tu vida, sólo que filtrado por la mente de este cineasta de 33 años, a quien los críticos han señalado como el artista más visionario y prometedor de nuestra era virtual. Al contrario de KAWS, Trecartin sabe lo que hace, aunque eso no quiere decir que sus propósitos suenen siempre coherentes. De pronto, puede comenzar a explicar que en su próxima película todos los personajes en realidad no son humanos, sino animaciones que pronto cobrarán vida y se adueñarán de una identidad y voluntad propias con el fin de crear una revolución que derroque los conceptos de “audiencia”, “masa” o “líder”. CYBERMALVIAJE Este videoartista nacido en Texas en 1981 estudió cine, pero ya es un consentido de los grandes museos gringos y de las bienales de arte internacionales. Sus padres en verdad se espantaron cuando vieron su tesis de licenciatura, un primer video de 44 minutos realizado en 2004: A Family Finds Entertainment. Afortunadamente, entre el público se encontraba un amigo de la infancia del papá de Trecartin que además es crítico de arte del New York Times, quien lo tranquilizó: “Déjalo en paz”, le aconsejó, “¡es muy bueno!”. El videasta filma todo de noche, cocreando los diálogos con sus “actores”, que en su mayoría no son profesionales, en sets de 360 grados, intencionalmente maltrechos, donde el equipo de filmación forma parte de la obra, los roles de género importan un pepino y la trama, los diálogos y la edición se encuentran completamente trastornados. Se dice que Trecartin es el precursor de una nueva manera de narrar, que ya no necesita de las convenciones porque las tenemos tan interiorizadas que estamos listos para pasar a otros códigos. Como dice el escritor David Shields: “La narrativa es para gente muerta”. Y aún así, las extrañas “historias” inconexas de Trecartin logran decirnos lo esencial sobre nosotros, humanoides conectados en permanencia a la red: nunca antes había sido posible editar nuestra identidad cuantas veces queramos y como queramos. ¿Nos atreveremos a transformarnos en pura información para navegar por el siglo XXI? Y si lo hacemos, ¿nos quedaremos en el viaje? UN PASÓN DE LUZ Te preguntan si has tomado drogas ese día, si no tienes enfermedad mental alguna, si lo quieres “ligero” o “fuerte”. Prefieres fuerte. Te colocan en una camilla y te insertan en una
esfera de metal. El viaje comienza en seguida, la luz es insoportable, formas geométricas flotan ante ti, manchas de colores, sensaciones claustrofóbicas, pequeños arcoíris vienen y van, todo se pone azul, rojo, blanco, ¿dónde están tus ojos? ¿Están abiertos o cerrados? ¿Estás mirando dentro de ti o afuera? Y de pronto todo termina. Has experimentado la obra Perceptual Cell (2010), de James Turrell, 12 minutos en los que este maestro de la luz ha intervenido tu cerebro, te ha cuestionado sobre tu modo de percibir la realidad y, más allá de eso, te ha generado una experiencia que no olvidarás tan fácil. RANCHERO ESPIRITUAL Desde los sesenta, Turrell, quien hoy día tiene 72 años, comenzó a hacer experimentos luminosos. No le interesaba crear obras sobre la luz, sino de luz, hacerla materia, llevarnos a tomar conciencia de su presencia, su volumen, su poder sobre nuestro modo de mirar y de configurar el mundo. Pero antes de que pienses que Turrell es una especie de gurú o de mago benevolente, es necesario mencionar su magna obra: Roden Crater, que inició en los años setenta y aún no termina, porque, bueno, el hombre compró una montaña, un cráter de volcán y toda la tierra circundante. Ahí está creando un observatorio astronómico digno de un hotel de lujo, con diferentes salones, escaleras de bronce y dispositivos arquitectónicos y lumínicos. Para sostener su ritmo de vida y sus ambiciones artísticas parecidas a las de un faraón, Turrell retomó la tradición de su familia de cuáqueros y hoy, además de implementar imponentes instalaciones de luz en los museos más influyentes, como el Guggenheim, posee una importante cantidad de cabezas de ganado de calidad premium. Roden Crater, su magnum opus, en la que la intención es prácticamente acercarse al cielo, no está abierta al público, sólo los amigos del artista y los fans from hell que por lo menos visiten 23 de sus obras, desperdigadas por todo el planeta, pueden acceder a ella. Aún así, si puedes visitar alguna de sus exposiciones, ten cuidado, algunas personas se han caído y roto algunos huesos, debido a la distorsión del espacio que generan sus trabajos, hechos de nubes de luz con el efecto “Ganzfeld”, de ilusiones que aparecen sólo si permaneces en completa oscuridad por 30 minutos (Dark Spaces), de lienzos de cielo (Skyspaces) y objetos de luz que parece que sólo tienes que alargar la mano para palpar, Afrum (White). Estamos muy lejos de la psicodelia de los sesenta y setenta, en esta era “todo saludable, todo bienestar, todo aseptizado”, preferimos drogarnos con imágenes, ya sean comerciales, en movimiento o, en el mejor de los casos, que nos creen la ilusión de tocar el firmamento, aunque sea con los ojos. Vamos, intoxícate.
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La lรณgica es para anticuados
INTOXICANTE UNOS SE ELEVAN CON DINERO, FAMA Y VACUIDAD, OTROS CON PALABRAS, Y ALGUNOS Mร S CON ESTRELLAS Y HAZ DE LUZ, ESTOS ARTISTAS ATACAN TU MENTE Y NO PUEDES ESCAPAR.
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CINE
FICHA TÉCNICA Dirección: Ira Sachs Velarde Año: 2014 País: Estados Unidos, Francia Reparto: John Lithgow, Alfred Molina, Marisa Tomei.
TXT:: ORQUIDEA VÁZQUEZ
STRANGE LOVE El muerto y el arrimado…
ENTRAÑABLE, APACIGUADA Y REVELADORA, TAL CUAL UNA PIEZA DE CHOPIN ES LOVE IS STRANGE, CINTA DIRIGIDA POR IRA SACHS CUYA NARRATIVA, DE LA MANO DE LA MÚSICA CLÁSICA, NOS ACERCA A LA DISYUNTIVA QUE REPRESENTA EL AMOR CARENTE DE INTIMIDAD Y LA DISCRETA HOMOFOBIA EN UNA CIUDAD SUPUESTAMENTE LIBERAL. “A VECES, CUANDO VIVES CON LA GENTE, LA COMIENZAS A CONOCER MEJOR DE LO QUE QUISIERAS”, SE DECLARA DENTRO DEL GUIÓN DE ESTA CINTA SOBRE UNA PAREJA GAY ADULTA QUE PIERDE SU DEPARTAMENTO Y DEBE INCOMODAR A SUS FAMILIARES Y AMIGOS MIENTRAS BUSCA UN NUEVO HOGAR. TODO PARECE UN ACUERDO INOFENSIVO, HASTA QUE LAS INTERACCIONES DURANTE EL PROCESO REVELAN EL INEVITABLE FASTIDIO Y ESTORBO QUE DEVIENEN DE ESE ENTE AL QUE COLOQUIALMENTE CONOCEMOS COMO “EL ARRIMADO”.
SÍ, EVIDENTEMENTE LOVE IS STRANGE es un trabajo que entre sus principales temáticas vierte el conflicto que aún representa la posibilidad de matrimonio entre dos personas del mismo sexo en pleno siglo XXI, pues nos muestra cómo sólo después de casarse, George –personaje interpretado por Alfred Molina– es despedido de la escuela católica en la que ha laborado durante años como maestro de música. Unir sus vidas legalmente, aquello que representaba culminación y felicidad, se convierte en la peor pesadilla de esta pareja, cuya otra mitad está representada por Ben (John Lithgow), quien, como pintor retirado, no puede ayudar mucho ante la situación. Tras haber visto la obra de Sachs, cinematógrafo reconocido dentro del cine gay, recordé lo que curiosamente me había sucedido días antes durante una noche de viernes en la que, acompañada de otros amigos, conocí uno de esos sitios recónditos del Centro Histórico de la Ciudad de México que pisar significa lo mismo que entrar a otra realidad. Aquel lugar es un antiguo y famoso bar gay conocido como el Oasis Bar y, tras entrar ahí, decadentes luces neón y mesas repletas de caguamas me fueron introduciendo al objeto principal de aquella escena: una pista de baile repleta de señores –que bien podrían ser los papás de cualquiera de mis amigas o amigos– moviéndose al ritmo de la música y entregándose a ese ritual universal al que denominamos “ligue”. Fueron varios los minutos que transcurrieron para digerir aquel escenario, pues en mi mente circulaba la idea de lo triste que podían ser sus vidas si en la noche escapaban de sus esposas para poder sentirse plenos haciendo lo que realmente querían hacer: entregar su vida a otros hombres. El desengaño llegó más tarde
en la noche, cuando uno de esos hombres se acercó para brindar y compartir su historia. Resultó que él venía acompañado de quien era su pareja desde hace 20 años, ellos se habían conocido en el Oasis y tras haberse dado cuenta de que siempre querían estar juntos, se casaron en ese mismo lugar. Saco esto a relucir porque conocer su historia fue una gran experiencia y luego de lo proyectado en Love Is Strange no puedo hacer otra cosa más que comparar ambos relatos: uno ficticio, el otro real; uno contextualizado en Nueva York, el otro en el Distrito Federal. Regularmente podríamos pensar que una relación –ficticia– como la de Ben y George no podría existir en una sociedad como la mexicana –profundamente arraigada a la institución de la familia– y mucho menos tener un final feliz. Lo cierto es que existe, y aunque quizás este tipo de casos sean esporádicos, también dicen mucho de una ciudad y su evolución. Entre el tránsito, la contaminación y la inseguridad, aún hay recovecos para lo inverosímil. En comparación de Nueva York, ciudad del romance, donde Ben y George son testigos de una sociedad que finge ser abierta y educada, pero que en realidad puede cambiar el rostro en cualquier momento. Es común que el cine de temática “LGBT” se empeñe en
mostrar el lado más oscuro al que se enfrenta esta comunidad y con ello deje de lado los avances positivos y los finales felices. Love Is Strange podría ser un ejemplo de ello; sin embargo, su sutil y apacible narrativa va más allá de mostrarnos el triste acontecimiento en la relación de una senil pareja gay. Es evidente que Sachs no hace un uso excesivo del elemento dramático, ni mucho menos se apoya en el guión para generar los momentos climáticos. El principal recurso que le entrega poder a esta historia son las actuaciones, los gestos y expresiones de sus personajes. Muchos olvidan la importancia que éstos tienen a nivel universal, mientras que algunos podrían asegurar que lo que una persona vive a lo largo de su vida, se refleja en los rasgos de la cara. Al inicio de Love Is Strange somos testigos de la alegría que circunda el casamiento de Ben y George, todos sus allegados prometen apoyarlos en la nueva aventura del matrimonio, pero ante el infortunio y el alojo incómodo, las sonrisas se desvanecen y dan paso a las distintas emociones que tienen lugar en el día a día de cualquier hogar. Los amantes
y protagonistas deben separarse un tiempo para atenuar la carga que representaría darle techo a ambos. Ben, como un hombre retirado, lo único que puede hacer en una casa ajena es aburrirse y perturbar las actividades diarias de la familia de su sobrino; mientras George, quien trabaja todo el día, llega cansado a la casa de sus jóvenes amigos, en donde lo único que encuentra es fiesta y ruido que le imposibilitan tener tranquilidad. Aunado a ello, la homofobia se asoma discretamente cuando Ben se afronta al temperamento de Joey, su sobrino –interpretado por Charlie Tahan– con quien comparte litera. Aunque el adolescente está harto de la presencia de su tío y de no contar con privacidad, sorprendentemente no es directamente de él de quién surge el rechazo, sino de sus padres, que últimamente, tras mirar la interacción con su mejor amigo, tienen miedo de que Joey sea gay, evidenciando así la doble cara ante el discurso de aceptación que en un principio tienen en el casamiento de Ben. Quizá lo más destacable en esta cinta no sea la típica historia de rechazo ante la homosexualidad, sino la posibilidad que ésta brinda para conocer realmente a las personas tras compartir el espacio íntimo. Contrario a lo que otros pensarían y como también me lo señaló aquella pareja ante el sicodélico paisaje del Oasis, aquí no se proyecta una historia de amor, sino la apacible intemperie a la que se enfrentan dos hombres, que antes que amantes, decidieron ser amigos.
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BICICLETA SEM FREIO Trazos despreocupados Con un interés particular por el color, la tipografía, las formas y, principalmente, las mujeres, Bicicleta Sem Freio se adentra en la creación de universos amorfos y de mucha vida. El colectivo liderado por Douglas y Renato posee una verdadera actitud desfachatada, pues a pesar de realizar proyectos complejos como campañas de publicidad, grabar videos musicales, crear carteles para festivales de música y pintar increíbles murales,
lo que realmente le interesa a este grupo es adentrarse a los rincones menos explorados de la creatividad para dinamitarlos hasta la locura, por ello queda perfecto su nombre que al español se traduciría como “bicicleta sin frenos”. Marck Al, colaborador del colectivo, define a Bicicleta Sem Freio simplemente como “arte, diseño y rock ‘n’ roll”, tres palabras para construir un enorme imperio, en el que la única ley es no poner cara seria.
www.bicicletasemfreio.com www.justkidsofficial.com
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TXT :: ROGELIO GARZA
LA ESPIRAL EN LA MENTE HUMANA
LA PSICODELIA ES UNA ESPIRAL DE PENSAMIENTO QUE GIRA A TRAVÉS DE LA HISTORIA Y QUE CONECTA AL HONGO CORNEZUELO CON EL LSD, ELEUSIS CON WOODSTOCK, UPSALA CON COACHELLA, EL CENTRO CEREMONIAL OTOMÍ CON EL SÓNAR, EL CHAMANISMO CON LA PSIQUIATRÍA Y LOS VIAJES DE LA MENTE CON LOS DE LA RED.
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ara rastrear su origen recurriremos a Luis Racionero y las Filosofías del Underground, la gran tradición de pensamiento subterráneo desde la prehistoria, conformada por las corrientes filosóficas no socráticas-cristianas, opositoras al monopolio del racionalismo y al cristianismo, que corren en tres vertientes: Individualistas, Orientales y Psicodélicas. Como corriente de pensamiento y método de conocimiento, la psicodelia parte de las experiencias inducidas por el consumo de sustancias psicoactivas, naturales o sintéticas, que permiten la expansión de la mente con fines rituales, curativos, creativos y recreativos. El cristianismo fue responsable de que los cultos, rituales y fiestas paganas fueran prohibidas, por esto las corrientes heterodoxas permanecieron bajo la superficie. La psicodelia tuvo sus guardianes europeos en la brujería y la alquimia medievales, cuyas prácticas requerían raíces, plantas, hongos y animales psicoactivos, como la mandrágora, la amanita muscaria y el sapo bufo, pura farmacopea fantástica. En América, las tradiciones rituales y medicinales de las plantas de conocimiento se ha mantenido viva entre los diversos pueblos prehispánicos hasta hoy. Los rituales con ayahuasca, peyote y hongos sobreviven a lo largo y ancho del continente. Como se sabe, México posee un gran conocimiento del teonanácatl (psiloscibina) y del peyote (mescalina), plantas propias del país que se redescubrieron el siglo pasado y se popularizaron en los 60 con la divulgación que hicieron diversos personajes, como el surrealista Antonin Artaud en Los tarahumaras; Robert Gordon Wasson en sus artículos de Life y sus libros El hongo maravilloso y Teonanácatl, hongos enteógenos; Ernst Jünger en Visita a Godenholm; Aldous Huxley en Las puertas de la percepción/Cielo e infierno; Carlos Castañeda en Las enseñanzas de Don Juan, y Fernando Benítez en Hongos alucinantes e Historia de un chamán cora, entre otros.
67 LA REVOLUCIÓN DE COLORES Las tres vertientes de pensamiento alterno confluyeron donde las condiciones permitieron su manifestación, Estados Unidos en los años 60 del siglo pasado, el periodo del Underground llamado Counterculture, contracultura (o cultura de equilibrio), que floreció en el Este y Oeste gringos y se extendió a Europa: psicodelia, rock, comunas y filosofía oriental. Se contó con una galaxia de sustancias, quizá la más asequible y popular –además de la marihuana– fue la síntesis del genial bioquímico suizo Albert Hofmann, legal hasta 1967, tan barata que la regalaban y con unos efectos increíbles. En 1938, el doctor investigaba los alcaloides del cornezuelo –hongo del centeno, el trigo y la cebada–, cuando encontró la dietilamida tártriga, derivado del ácido lisérgico o LSD-25. Experimentó sus efectos de manera accidental, así que el 19 de abril de 1943 se sometió a una prueba y experimentó el célebre viaje fantástico en bicicleta (de ahí el Día Mundial de la Bicicleta). Sabía que el cornezuelo se usaba en la antigüedad para facilitar los partos con menos dolor (por eso lo investigaba). Y también que el pan y el ciceón (cerveza), hechos con los granos infectados, surtían un efecto psicodélico. Hongos, pan y bebida se consumían en las fiestas paganas de la fecundidad, como la festividad nórdica de la Antigua Upsala en Suecia y los Misterios Eleusinos en Grecia que datan de 1500 a.C. Ambas fiestas duraban nueve días, se asistía por lo menos una vez en la vida y estaba prohibido hablar sobre la experiencia. Por eso tanto misterio, revelado por Hofmann en su libro El camino a Eleusis: desvelando el secreto de los misterios. Los alcaloides de estas plantas funcionan como llaves en el cerebro. La glándula pineal, productora natural de DMT, fue llamada por el racionalista Descartes (Pienso, luego existo) “la puerta a la visión del espíritu”. En sus libros Mi hijo problema y La historia del LSD, Hofmann vislumbró los alcances espirituales de su descubrimiento y evitó llamarlo “alucinógeno”, prefirió el término “enteógeno” (Dios dentro de nosotros). Así estableció la diferencia entre una alucinación (confusa y engañosa) y una visión (clara y profunda). El LSD explotó en las mentes de la juventud universitaria estadounidense por dos vías: la encabezada en la Costa Este por los psicólogos expulsados de Harvard: Timothy Leary, Ralph Metzner, Richard Albert y la Liga para el Descubrimiento Espiritual (Turn on, tune in, drop out). Y la otra, más acelerada e innovadora, liderada en la Costa Oeste por el escritor Ken Kesey (El capitán viajes), el beat Neal Cassady, los Merry Pranksters, Jerry Garcia y Grateful Dead (Do It, Right Here, Right Now!). Dejaron la meditación para los estirados del Este, ellos recorrieron el país abordo del camión de colores Furthur, organizando las Pruebas de Ácido que relata Tom Wolfe en Ponche de ácido
lisérgico, bacanales lisérgicas multimedia para liberar la mente. Kesey asistió a las clínicas psiquiátricas de California, donde el ejército y la CIA pagaban 75 dólares a los voluntarios en las pruebas con LSD y otras sustancias. Era parte del plan MK-Ultra, buscaban armas de control mental. Ahí descubrió Kesey el potencial del LSD y escribió su célebre novela Alguien voló sobre el nido del Cuckoo, de la que Milos Forman hizo la película Atrapado sin salida. Haight & Ashbury, el rock psicodélico, las comunas, el periodismo freak, el cine experimental, los Be-In y el Verano del Amor no hubieran sido posibles sin el ácido del excéntrico millonario que lo fabricaba: Augustus Owsley Stanley III, The Bear, quien mantuvo aceitado al movimiento hippie. Por alguna razón, ésta ha sido una de las etapas más creativas del rock. Pero como todas las historias, la de Sunshine Superman, de Donovan, también tiene sus lados oscuros, como el episodio de Altamont, el concierto gratuito de los Rolling Stones en 1969 en el que murió Meredith Hunter a manos de los Hell´s Angels. Irónicamente, la distribución de LSD en California corría a cargo de este club, grandes cuates de Kesey. Los que saben de esto opinan que aquí comenzó el declive de la psicodelia sesentera. No más amor y paz. Consumidores de ácido eran Charles Manson y su familia, quienes salieron del desierto de California para perpetrar sus asesinatos. Y el siempre polémico Aleister Crowley, ocultista, místico, alquimista y psiconauta conocido como La Gran Bestia 666. Jim Morrison, de los Doors; Jimi Hendrix y Janis Joplin colgaron los tenis. Y a Syd Barrett, de Pink Floyd, se le pegó el flotador hasta su muerte en 2006. LA NUEVA ERA La psicodelia musical fue pisoteada por la disco, quemada por el heavy metal y pateada por el punk, sobrevivió gracias a los grupos de garage rock que por tradición se aferraron a ella. El discutido Hunter Thompson, creador del periodismo Gonzo que
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LA PSICODELIA EN PANTALLA Alice in Wonderland 1903 Cecil Hepworth y Percy Stow Fantasia 1940 Varios directores Alice in Wonderland 1951 Varios directores The Trip 1966 Roger Corman Wild in the Streets 1968 Barry Sheer Psych-Out 1968 Richard Rush Yellow Submarine 1968 George Dunning 2001: A Space Odyssey 1969 Stanley Kubrick Easy Ride 1969 Dennis Hopper Lucifer Rising 1972 Kenneth Anger La montaña sagrada 1973 Alejandro Jodorowsky Tommy 1975 Ken Russell Altered States 1980 Ken Russell The Doors 1991 Oliver Stone Enter the Void 2009 Gaspar Noe Alice in Wonderland 2010 Tim Burton
saltó a la fama en 1965 con su libro Ángeles del infierno: una terrible y extraña saga, relató en 1972 la vibra post hippie en Miedo y asco en Las Vegas, de la que Terry Gilliam hizo la película. Jünger publicó Acercamientos. Drogas y ebriedad en 1970, ahí acuñó el término psiconauta para definir a los viajeros de la mente. En 1976, el bioquímico Alexander Shulgin trajo de regreso la MDMA (sintetizada en 1912 por Merck) y con ello la espiral dio otra vuelta. Desde entonces la psicodelia está presente, no siempre en estado de pureza, pero sí en estado de conciencia. Durante los ochenta, MDMA y LSD se convirtieron en el combustible del acid house, que lo invadió todo con la música electrónica y la happy face, además de volver masivos los raves. Antes subterráneos, los bailes electrónicos eran los nuevos acid test en bodegas abandonadas. Pulularon los diyeis de toda laya. Después comenzaron a realizarse en bosques y playas, en un intento por rescatar el propósito de las fiestas antiguas de conectarse con los espíritus de la naturaleza por medio de la tacha, el aceite y una serie de ritmos electrónicos que brotaron como hongos. En el rock, los grupos de la escena Madchester, como Stone Roses y Charlatans, abrevaron en el acid y la psicodelia, muy bien representada por Flaming Lips, Kula Shaker, Spiritualized y los descendientes de Hawkwind y el space rock, stoners como Monster Magnet y Nebula. En los 90 resurgió la psicodelia en varios horizontes: la moda New Age y las sustancias de diseño parientes de la metil metanfetamina. Otros personajes aparecieron en el panorama, como el divulgador Terence McKenna, autor de varios tomos, quien se volvió famoso por sus conferencias y sus spoken words que se difundieron en casete, CD, video y DVD. También incursionó en la música, grabó varios discos en vivo y en estudio con The Shamen, Spacetime Continuum y Zuvuya.
Alexander Shulgin, El padrino del Ecstasy, ya era una celebridad en los noventa por haber diseñado poco más de 200 psicodélicos en su laboratorio, The Farm, entre ellas el conocido 2C-B. Fue autor de dos libros excepcionales, PIHKAL: una historia de amor químico y TIHKAL: la continuación. Ambos personajes, al igual que Leary y Kesey, se convirtieron en internautas y se diseminaron en el universo de la red. También volvió a brillar la literatura lisérgica con dos escritores británicos: Jeff Noon, autor de Vurt, Pollen, Automated Alice y Nymphomation, quien ha sido comparado con Lewis Carroll y su serie de Alicia en el País de las Maravillas por crear una saga en un mundo paralelo al que se accede por medio de plumas de colores. El mismo principio que The Matrix, de los Wachowski: one pill makes you larger, and one pill makes you small… E Irvine Welsh, a quien hemos leído desde Trainspotting hasta Skogboys, es autor de dos libros de cuentos psicodélicos: Ecstasy: Three Tales of Chemical Romance y The Acid House, del que Paul McGuigan hizo una película. La psicodelia de los 60 legó la pintura glow y el blotter art, el arte de las planillas de LSD que hoy día es objeto de colección. Pero la de los huicholes legó el arte de Alex Grey, el pintor que se hizo notorio con su trabajo reunido en Sacred Mirrors: the Visionary Art of Alex Grey, the Mission of Art y Transfigurations. Se convirtió en una estrella cuando colaboró con Tool en el arte, videos y giras de Lateralus y 10,000 Days. Otro artista que llama la atención es Fabian Oefner, suizo que combina ciencia, psicodelia y arte en proyectos de pintura, fotografía y video, como Dancing Colors, Nebula, Liquid Jewel, Orchid, Black Hole y Field of Sound. Los grupos de rock con un pie en el siglo pasado y otro en éste, The Brian Jonestown Massacre y The Warlocks en San Francisco, y The Dandy Warhols en Portland, salieron de la psicodelia para seguir otros rumbos. 2015, KEEP ON TRUCKIN: LA ESPIRAL SIGUE GIRANDO “Tomar LSD fue una de las dos o tres cosas más importantes que he hecho en mi vida”, dijo Steve Jobs al New York Times en 2005. De lo cual se desprende la fórmula JOB + LSD = MAC. Hofmann, el visionario, murió a los 102 años en 2008, lamentaba que su “medicina para el alma” continuara prohibida para la investigación y usos terapéuticos (útil para tratar neurosis, alcoholismo y trastornos de la personalidad). Mientras eso sucedía, la bebida de ayahuasca y el DMT hicieron suya la red. Las invitaciones y convocatorias para dejarse guiar por chamanes de dudosa procedencia en sesiones y terapias con ayahuasca son comunes en las redes. Sucede con otras plantas en grupos más cerrados, pero es notable el interés y la popularidad de la ayahuasca. Suenan los Black Angels, el grupo de Austin, Texas, integrado en 2004. Oscuros
desde el nombre –tomado de la canción The Black Angel´s Death Song, de Velvet Underground–, hipnóticos y espesos, en estricta sinestesia su sonido es el de un viaje de hongos: tierra, millones de años, serpientes eléctricas que reptan, Adán y Eva abren los ojos en el viaje de lo prohibido. Su relación con el garage del más alucinante es profunda, tan sólo han grabado y hecho gira con Roky Erickson de 13th. Floor Elevator. Sus cuatro EPs y los álbumes Passover, Directions to See a Ghost, Phosphene Dream, Another Nice Pair e Indigo Meadow son música de ángeles en pleno derrumbe. Tame Impala, en cambio, es más luminoso. Millones de años luz. Es un trío formado en 2007 en Perth, la ciudad más grande del Oeste australiano. Kevin Parker compone y graba todas las canciones antes de que sus músicos las interpreten. El resultado es una música brillante que suena a buen viaje de LSD, a una mañana lisérgica en el campo bañado de sol en primavera. Su discografía y sonido deslumbran por clásicos y creativos en toda la extensión de la palabra: el EP Tame Impala y los álbumes Innerspeaker, A Transparent Night, Lonerism y Currents son un eco a través de las décadas: Jimi Hendrix, Cream, Jefferson Airplane y Deep Purple llegan de rebote, pero cada reflejo de sonido, cada capa de tiempo, trae algo innovador, algo novedoso y volador. Grateful Dead cumple medio siglo este 2015. Para celebrar y despedirse planean Fare Thee Well, una serie de conciertos durante el verano en Chicago y Santa Clara, en los que, sin duda, diría Kula Shaker en Grateful When Your Dead, Jerry Garcia estará presente. Trey Anastasio, guitarrista de Phish, ocupará su lugar. Después de ellos y de nosotros, el ser humano seguirá careciendo de respuestas, la vida de sentido y la sociedad de propósito; sin embargo, la espiral psicodélica seguirá girando hacia el infinito.
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LITERATURA
TXT:: AARÓN ENRÍQUEZ
Cuentos inspirados en el rock mexicano EXISTEN, EN LA VIDA DE CUALQUIER FAN MUSICAL, EL TIPO DE CONCIERTOS QUE NO QUIERES QUE TERMINEN NUNCA, O QUE QUISIERAS PROLONGAR, ENCORE TRAS ENCORE, HASTA QUE TUS CUERDAS VOCALES NO RESISTAN MÁS; O COMO DIRÍA EL CHARRO: “HASTA QUE EL PÚBLICO DEJE DE APLAUDIR”. ES CIERTO, CUANDO UNO ES MUY FAN DE ALGO, Y ESTÁ AHÍ PARA PRESENCIARLO, PARA VERLO VIBRANTE, VIVO Y EN SU MÁXIMO ESPLENDOR, NO QUISIERA QUE SE TERMINASE NUNCA, QUISIÉRAMOS PROLONGAR EL MOMENTO HASTA EL CANSANCIO, PERPETUARLO.
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PERO VAMOS, no hay que negarlo, también hay otro tipo de conciertos, me refiero a la clase de espectáculos lo suficientemente insufribles, como para querer que no durasen más de lo necesario, cuando uno va a ver a alguna banda y dice: “A la mierda, que se avienten su hit y vámonos”, ¿para qué más?, ¿para qué forzarnos?, ¿para qué obligarnos a fingir en el nombre del “amor al arte”? A veces uno debe disparar directo al blanco de lo irremediable y saber distinguir cuando está a punto de confundir el cansancio con el hartazgo. En su caso –sean sinceros– ¿qué tipo de concierto consideran que es “el rock mexicano”? Porque, no hay que negarlo, yo no lo haré, al menos en mi caso, he tenido a lo largo de la vida una incesante relación amor-odio con él. Cuando leí a Hugo García Michel escribir sobre el segundo compilado de minirelatos de ficción que recientemente editó Resonancia Magazine, y que lleva por título Encore: Cuentos inspirados en el rock mexicano, debo confesar que reí mucho, no sólo por el título de su texto, que era algo así como: “El rockcito mexicano tiene quien le escriba”, sino porque también ya tenía muchos años que no leía que alguien se dirigiera en diminutivo a la escena musical nacional, porque además, vamos, aunque a algunos les cuesta trabajo reconocerlo, en México, hoy por hoy, hablar de Caifanes, Fobia, El Tri, La Cuca e incluso Café Tacvba –esta última como la única que ha envejecido más dignamente– ya suena a la prehistoria, ya no se diga La Revolución de Emiliano Zapata, una banda del paleolítico. Suena tan distante y quizá para muchos jóvenes, tan anticuado, como insistir en encasillar a todo un conjunto de sonidos que envuelven a la escena musical nacional, a la de vanguardia me refiero, con la palabra “rock”. No hace mucho recibí una invitación para participar en un nú-
mero de la revista Tierra Adentro, dedicado justamente a la escena musical nacional, al “rock mexicano” en el que se propone a 32 proyectos musicales interesantes del país, uno por estado. En él, desde luego, no aparecen nombres consagrados, lo que se propone es justamente replantear el escenario nacional, situación que sería imposible conseguir sin revisar la historia, reconocer las huellas anteriormente pisadas, y cuando el momento lo pida, incluso reavivar el pasado; la ruta para recorrer el nuevo camino, para reconocer nuevos sonidos y revisar escenarios poco explorados anteriormente es, sin duda, echar un vistazo al origen. Vamos, por más que intentemos huir de él, de minimizarlo e incluso invisibilizarlo, nuestro pasado siempre estará ahí y será mejor voltear a verlo a los ojos para reconocerlo. El esfuerzo que realiza Resonancia Magazine, por medio de 19 relatos que tienen que ver con el rock mexicano, ese que ahora parece de la prehistoria, el que en ocasiones muchos de nosotros hemos querido enterrar, o algunos otros nunca lo han reconocido, pero sin el que todos nosotros seríamos absolutamente nada, está fundamentado en el intento de hacer literatura a partir del rock, la posibilidad de realizar un ejercicio literario a partir de la cultura musical, una tradición engendrada en la vena de José Agustín, Parménides García Saldaña o el propio Armando Vega Gil, este último autor incluido en la recopilación. Encore habla por medio de las voces de músicos, escritores y críticos musicales, con relatos en tono de ficción que tienen que ver directamente con la percepción de cada uno de ellos acerca de momentos, escenarios o canciones que ahora representan parte de la historia musical del país. El ejercicio funciona, por ejemplo, cuando Joselo Rangel escribe una anécdota personal, sobre la primera vez que fue a ver tocar a Axis en vivo en algún salón de fiestas de Ciudad Satélite. Hecho que le sirvió para iniciar su propia metamorfosis, para pasar de ser el nerd con playerita de The Who que se paseaba en una Datsun Guayín y le daba miedo robarse unas caguamas de la tienda, al –sugiere– rockstar, que reversiona canciones que no todo fan musical logra identificar como “Metamorfosis” de Axis y, además, la incluye en el que fue uno de los álbumes más vendidos de la historia del rock mexicano: Avalancha de Éxitos. Esto último, por supuesto, no viene en el relato, pero es lo que sucede con el lector, que puede solamente recrearse o teletransportarse al pasado con alguna de estas historias, o puede también estimularse para rellenar los espacios que le generen las referencias de las que parten los cuentos de Encore. Otro ejemplo de esto es el cuento que hace Alejandro González Castillo sobre Los Nena. En él, sugiere que Abel Membrillo es el propio jarochillo del que habla en la canción “La Bruja” y al que termina “chupándoselo” una tal Alice Kyteler. Sin duda, un homenaje no solamente a la canción y a la banda, sino también al
extinto líder de la misma que este mes de junio cumple cuatro años de haber fallecido y del que ya es justo dejar de referírsele como “la voz de Otro Rollo”. Otro relato interesante es uno que hace Alejandro Mancilla sobre “Los muñecos” de Fobia, la canción con la que abre el álbum homónimo de la banda –ese que parece portada de la revista Eres–, un cuento que deviene entre referirnos a la película ochentera Querida encogí a los niños o a la propia canción que habla sobre unos muñecos que juegan con cierto personaje llamado Raquel. El libro tiene momentos altos, como el de Armando Vega Gil hablando sobre lo que implicaba irse a meter a tocar a un verdadero hoyo funky, muy en la vena del Diario íntimo de un guacarroquer, o el de Rogelio Garza cuando reinventa lo que sería un toquín de Los Esquizitos en un yate con fondo de cristal, acá la cosa se pone al borde del delirio cuando nos remite a la imagen de Nacho Desorden mutado en forma de sireno cósmico-pacheco. Ejercicios literarios como el de Alberto Chimal, que eligió El Aparato, de Café Tacvba, para hacer un relato de ciencia ficción, situado en la Ciudad de México de las marchas por Ayotzinapa el año pasado. El de Juan Carlos Hidalgo, quien rescata, a la usanza Rulfiana, la canción “Hay otros mundos”, de Sangre Azteka. También se encuentra el cuento sobre “Día negro”, de La Barranca, en donde Édgar Omar Avilés nos presenta una batalla desgarradora entre José Manuel Aguilera y alguna de sus bestias. La recopilación de Resonancia Magazine encuentra espacio hasta para las historias cursis y de final feliz como la que presenta Eugenia Robleda a partir del “Son del dolor”, de La Cuca. Será uno el que decida a qué tipo de concierto acudir por medio de él y qué tanto tiempo quiere que se prolongue el Encore.
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CÓMIC Y NARRATIVA DIBUJADA
Locura Pop y Psicodelia UNA DE LAS EXPRESIONES CLÁSICAS DE LA PSICODELIA QUE ENCONTRAMOS INSERTA EN LA MEMORIA COLECTIVA ES AQUEL RECUERDO POR LA CINTA ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS DEL AÑO 1951. LA CANTIDAD DE REFERENCIAS SIMBÓLICAS Y CULTURALES DE ESTA ALUCINANTE PELÍCULA PASA YA POR VARIAS GENERACIONES Y, AUNQUE MUCHOS NO HAYAN TOCADO EL LIBRO, EL SIGNIFICADO DE CAER EN EL HOYO, SEGUIR AL CONEJO BLANCO, EL FANTASMAGÓRICO GATO, EL SOMBRERERO, LA ORUGA FUMADORA, ETC., TODOS ESOS ELEMENTOS NOS ENVUELVEN EN UNA LOCURA DE SUEÑOS Y ALUCINACIONES DENTRO DE OTROS SUEÑOS QUE PERMANECEN PRESENTES EN NOSOTROS Y QUE TRASCIENDEN LA SOLA IDENTIFICACIÓN DEL COLOR COMO ELEMENTO PSICODÉLICO, PARA HACERNOS COMPRENDER QUE ESTA PALABRA ES UNA ESPECIE DE LOCURA.
TXT:: ÓSCAR G. HERNÁNDEZ
CHARLES BURNS conoce muy bien la fórmula de Alicia y la explota mezclándola con otros referentes de la literatura, del cine, la música, la poesía y de la narrativa gráfica para muy a su manera mostrar la alteración de la psique humana, por drogas, traumas e ideas. La trilogía compuesta por Tóxico, La Colmena y Cráneo de Azúcar es ya considerada por muchos como su obra cumbre; este relato de complejidad perturbadora nos enseña un mundo alucinante construido por elementos oníricos, simbólicos, filosóficos y metafóricos, incrustados en un viaje psíquico y real. Cuando Doug, el protagonista de la historia, dice: “Ésta es la única parte que recordaré, el momento en que me despierto y no sé dónde estoy”, de inmediato somos trasladados a un mundo paralelo a la interzona en la que abiertamente se le rinde homenaje a William Burroughs. El mundo paralelo ocurre como una franja tenue que toca la realidad. De entrada la estructura de esta novela gráfica pareciera caótica y desordenada haciendo una precisa correspondencia con la idea de locura. Burns lanza una enorme cantidad de líneas argumentales y recurre a elipsis narrativas que atrapan al lector lentamente para descubrir y construir la historia de la mano del dibujante. El suspenso que genera en cada libro es enorme, la ansiedad en la que viven sus personajes es trasladada al lector en cada una de las tramas y subtramas del relato. El protagonista va al hoyo no por seguir al conejo blanco, sino por perseguir al gato negro. Después de esta acción el viaje parece llevarlo a un universo repleto de monstruos y freaks que fracasan en horrorizarlo, ya que ahora representa al aventurero Tintín que descubre uno de los tantos mundos en los que tendrá una gran aventura. El homenaje a este personaje es también más que evidente, aunque el tratamiento es otro y más complejo, pues de esta aventura no saldrá precisamente bien librado, sino hasta despertar
tan sólo para no recordar y encontrarse nuevamente en una realidad tan perturbadora y misteriosa como la del sueño en que vive. Hay momentos en que parecería que todo va bien cuando Doug ha dejado las drogas: “He estado limpio por un año, siete meses y catorce días”. Ahora tiene un buen empleo, mujer y un estudio. Pero Burns nos dice que el conflicto no existe por el consumo de las drogas, sino que el problema es tan profundo como los sueños y alucinaciones que habitan dentro de su mente. Ver a los personajes derrumbarse en llanto por el sonido de un timbre produce un gran escalofrío. Es el impacto que el trauma puede causar en la psique de las personas, es la alucinación convertida en algo real. La trilogía de Charles Burns es una obra que obliga a varias interpretaciones y análisis, su estructura de páginas es en apariencia muy simple, es el cuadro por cuadro clásico en el que en ningún momento planteara una composición provocadora o que busque la sorpresa fácil. Utiliza las viñetas de manera sencilla para mostrar que es posible llegar a estructuras narrativas entrelazadas y complejas a partir del solo cuadro. Las imágenes que desarrolla con su peculiar estilo por el cual se le considera uno de los artistas pop más influyentes de nuestros días, son sobrepuestas para dotarlas de otro sentido e incluir el pop dentro del pop, pero no para rendirle homenaje, sino para mostrar los contenidos y la memoria cultural del lector, memoria con la cual construirá líneas narrativas que producen el shock y la reflexión. Lo que era una idea autobiográfica trasciende los límites de la ficción para al final redondear una historia de amor y dolor de juventud que nos llena de nostalgia por algo que pudo ocurrirle a cualquiera, que desde el inicio nos dice: “Siempre hay una última vez para todo”. Para cerrar con una metáfora en la calavera de azúcar con la inscripción: “Yo fui tú”.
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CÓMIC Y NARRATIVA DIBUJADA
NICOLAS DE CRÉCY
Nicolas De Crécy es uno de los narradores gráficos más importantes a nivel internacional; su obra abarca importantes premios y el año pasado se hizo presente en México tanto con conferencias, publicaciones y una exposición que ha recorrido las principales ciudades del país y que incluimos en el Festival Marvin. Lo que presentamos aquí es una serie de viñetas e ilustraciones para que descubras más de su trabajo.
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COLUMNAS
TXT:: HUGO GARCÍA MICHEL @hualgami
BAJO PRESUPUESTO
MI PSICODELIA
MI PRIMER CONTACTO CON LA PSICODELIA se dio cuando escuché en Radio Éxitos la canción “Incense & Peppermints”, de Strawberry Alarm Clock. Corría el año de 1967, tenía escasos 12 años de edad y cursaba primero de secundaria. No pertenezco, pues, a la original generación psicodélica, conformada básicamente por individuos nacidos en los años cuarenta de la centuria pasada. Para mí, psicodelia era “In-A-Gadda-Da-Vida”, de Iron Butterfly, o las luces estroboscópicas que formaban caprichosas formas en las paredes, o los pantalones acampanados, o el cabello largo de los hombres, o las minifaldas de las mujeres, o la inefable revista con su logo “psicodélico”. Cuestiones como el LSD, el peyote, los hongos alucinógenos y demás estupefacientes químicos o naturales me eran por completo ajenos en aquella adolescencia mía que, si bien gustaba del rock, no tenía el menor contacto con las drogas ( que siempre he sido). Gracias a mi hermano, el cineasta y fundador del movimiento de cine en Super 8, Sergio García, pude conocer personalmente a amigos suyos como los escritores José Agustín y Parménides García Saldaña, quienes a todas luces sabían y conocían en carne propia lo que eran las experiencias psicodélicas. Mi propio hermano las conocía y experimentaba también y sus primeras películas (como , de 1970, o , de 1973) lo mostraban. La psicodelia me llegó, pues, literalmente de oídas (es decir, por medio de la música: el álbum doble , de Pink Floyd, me transportaba a lejanas dimensiones, sin necesidad de meterme cosa alguna) y de leídas (en especial por la lectura de las primeras novelas de Agustín –, , –, Parménides –– y Gustavo Sainz –, ), pero jamás por experiencias propias (acabo de cumplir 60 años de edad y –no sé si confesarlo me prestigie o me desprestigie– jamás he probado los ácidos, los hongos y demás sustancias parapsicodélicas).
Quizá por eso buena parte del llamado rock psicodélico de los sesenta no fue tan de mi interés. Agrupaciones de estrambóticos, nombres como The Ultimate Spinach, The Beacon Street Union, Front Page Review o el propio Strawberry Alarm Clock, nunca estuvieron entre mis favoritas. Claro, estoy hablando de grupos psicodélicos puros. Sin embargo, el uso de elementos psicodélicos en el rock clásico resultaba mucho más interesante. Los Beatles, los Rolling Stones, Jimi Hendrix y hasta los Monkees (lo juro) los emplearon y grabaron temas esplendorosos. Lo mismo hicieron Quicksilver Messenger Service, Ford Theatre (con su impresionante álbum ) o The Corporation (y su recreación en concierto de “India”, de John Coltrane). Frank Zappa también experimentó con su propia versión de la psicodelia. En el caso de bandas como Cream o Grateful Dead, más que musicalmente psicodélicas, eran agrupaciones que incursionaban en larguísimos instrumentales en los que el público, en su mayoría hasta la madre de ácido lisérgico y otras sustancias , se extraviaba en mágicos y misteriosos viajes, eso sí, plenamente psicodélicos. Si me preguntan (y si no, también) cuál es mi disco psicodélico predilecto, no tendría dudas en responder que de Spirit, grabado en 1970. Considero que en su magnífica música, representa una colorida travesía llena de brillantez, inteligencia, fantasía y humor. En esencia se trata de un álbum de rock pop, un larga duración de canciones que no sobrepasan los cinco minutos (es decir, no hay viajados) y que, sin embargo, posee todo lo que la psicodelia sesentera representaba. Si desean disfrutar de una alucinante experiencia psicodélica, con un conjunto de piezas de finísima factura, no duden en escuchar esta obra maestra de Spirit (y la pueden complementar con el de Traffic, otra joyita del rock pop psicodélico más fino).
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TXT:: RAFAEL TORIZ @ninyagaiden
AGUARRACES PORTEÑAS
TRAGOS FINALES
LLEGA UN MOMENTO EN LA VIDA del ser humano – particularmente en la de aquellos proclives al descontrol y el abuso– en que por más que lo posterguemos resulta imposible continuar sin asideros. En algún instante, antes del fulminante punto de quiebre, será necesario parar, cuando menos un poco: es imposible experimentar siempre y a toda máquina la fulgurante potencia de la vida. Y puntualizo de inmediato. El problema con la rehabilitación no debería encubrir una terapéutica moral catequizante, ese disfraz para transmutar una necesidad de alivio físico y psicológico con la conocida culpa judeocristiana. El problema no sólo radica en el hecho de consumir drogas como rockero o beber como polaco: el conflicto aparece cuando ciertos hábitos o costumbres nos impiden ser lo que somos, en una versión mejorada de nosotros mismos: el infierno se desata precisamente cuando resulta indispensable rehabilitarnos. En una serie de entrevistas exquisitas, Gilles Deleuze discurre en la letra B al respecto de la bebida: “Beber es una cuestión de cantidad y esa es la razón de que no tenga equivalente con la comida. Cuando uno bebe a lo que quiere llegar al último vaso, beber es literalmente hacer todo lo posible para obtener el último vaso. Un alcohólico es alguien que no deja dejar de beber, es decir, que no deja llegar al último vaso”. Nunca he leído una descripción más certera de lo que acontece en la psique del bebedor –a diferencia del borracho, que nada entiende de responsabilidades–. En efecto, se trata de llegar a la penúltima copa, de llenar los intersticios entre una y otra con la tenaz esperanza de volver a beber. A estas alturas, toda vez que el capitalismo salvaje ha hecho del consumista desenfrenado una figura omnipotente, el adicto ha devenido un fenómeno global que no respeta sexo, raza, ni religión: el hastaelhuevismo
es un humanismo. Sin embargo, el lugar de los mexicanos en relación con las adicciones sería digno de un análisis psicoanalítico, puesto que en el país es sinónimo de hombría y virilidad el acto de aguantar vara. Enumerar casos de gente talentosa sería cosa de nunca acabar; por algunas razones intrincadas la lucidez suele exigir el cuerpo que la contiene en sacrificio (Fernando Pessoa murió debido a un cólico hepático derivado de la cirrosis ocasionada por su afición al alcohol). Más que juzgar al corazón adicto es necesario comprenderlo; puesto que no nos habremos mirado desnudos todavía si somos incapaces de dialogar con las furias que nos habitan. Aldous Huxley sostuvo que “el deseo por el alcohol etílico y los opiáceos ha sido más fuerte, en toda esta gente, que el amor hacia Dios, el hogar, los niños e incluso la vida”; y añadió: “Todas las drogas existentes son traicioneras y dañinas. El cielo al que invitan a sus víctimas se convierte en un infierno de enfermedad y degradación moral. Primero aniquilan el alma, luego, en unos pocos años, el cuerpo” y sabemos que las inquietudes intelectuales que lo desvelaban iban encaminadas a transformar la mente, alterando el mundo de las percepciones en pos de infinitos maravillosos para regocijo del espíritu. Sin embargo, es necesario someter las pulsiones y los deseos a un examen que sepa que la evasión combinada con el placer es sólo el primer peldaño de la vasta escalera de la experiencia humana que facilita la droga: cada quien tiene los infinitos que se merece. Rechazar la última copa o dejar de lado cierta pócima de embriagadores venenos, no sólo nos dará el indispensable gobierno sobre nosotros mismos: también nos dejará intacta la certeza de que, todavía, en algún lugar inesperado, estará esperando por nosotros el trago final.
SKYY VODKA es el sabor del verano Junio es un mes de transición; de la colorida primavera, nos transportamos a una estación del año en el que el calor aumenta y las luces bajan su intensidad. Entonces, la fiesta adopta un ambiente más sensual y las ganas de celebrar se extienden hasta altas horas de la noche (incluso del día). El verano no significa otra cosa más que disfrutar el hecho de estar vivo, hacer lo que más te gusta y confeccionar las mejores reuniones junto a tus amigos para pasar el mejor rato de la temporada; pero esto no se logra como arte de magia, sino con ayuda de estos dos cócteles que te garantizan una celebración de alto estilo y actitud. SKYY COSMOPOLITAN El trago con más glamur también es el indicado para iniciar la noche. Su fama se debe a su sabor y textura en el paladar, que pasa de dulce a seco en tan sólo un segundo. El clásico Cosmopolitan mejora cuando en su receta se incluye SKYY VODKA. Necesitas: • 3 partes de SKYY VODKA • 2 partes de triple sec • 1 parte de jugo de limón con azúcar • 4 partes de jugo de arándano • Zumo de naranja Preparación: Toma el shaker más brillante y vierte todos los ingredientes, mezcla con intensidad y al mismo tiempo mesura para que el sabor se intensifique. Por último agrega el zumo de naranja y sirve en una copa, adora con una cáscara de naranja.
REEBOK CLASSIC y los 25 años de VENTILATOR
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Le duela a quien le duela, los 90 fueron los mejores años. La década en la que nacieron paradigmáticos movimientos como el grunge, la música electrónica se reinventó en bodegas y fiestas alucinantes, el cine experimentó con nuevas técnicas y la sociedad comenzaba a gozar por fin de los avances tecnológicos (Internet, telefonía celular, etc.) Por esos años, Reebok lanzó la silueta Ventilator, la cual fue todo un suceso gracias a su diseño y materiales. Ahora, 25 años después, la firma lanza nuevamente los Reebok Ventilator en su edición Day Gio, en colores neón como amarillo, azul, naranja y rosa, calzado que fue ideado para correr y como parte del outfit urbano. Este modelo, que ofrece ventilación y comodidad a los usuarios, ya está disponible en tiendas Reebok, Gula y Martí a un precio de $1,499 pesos.
En este nuevo siglo, la oferta de smartphones es tan grande que decidirse por uno se ha convertido en una de las cosas más difíciles. Muchas marcas ofrecen lo mismo pero en diversas presentaciones, sin embargo, no se percibe alguna diferencia que motive a una compra realmente positiva. HONOR viene a cambiar todo esto, con su filosofía de constante innovación para una nueva experiencia en tecnología. El smartphone ha dejado de ser un simple accesorio para convertirse en el objeto esencial de comunicación y por ello es importante elegir el correcto. HONOR es una marca pensada en cubrir todas las necesidades de una generación que busca expresarse en todos los formatos, por ello presenta su modelo HONOR 4X, de diseño elegante y ultra delgado. Cuenta con una cámara principal de 13 MP y una frontal de 5 MP. Posee dos entradas para tarjetas SIM e incluye una pila de larga duración, la cual puede tener una vida de hasta 48 horas sin necesidad de cargarlo (para usuarios moderados). HONOR ya está disponible en 57 países y se puede comprar exclusivamente en www. honor.mx. HONOR, una marca derivada de Huawei, es el futuro en la forma de comunicarnos con los demás.
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HONOR Tecnología millennial
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El nuevo Blade G Lux, de ZTE, con diseño ergonómico en colores azul, blanco, negro y rosa; Sistema Operativo Android 4.4.2 Kit Kat; pantalla de 4.5”; cámara de 8 Mpx con enfoque automático; cámara frontal de 5 Mpx, vista panorámica; disparo continuo, redes sociales precargadas, servicio de navegación GPS y ya está disponible en Telcel a un precio de $1,699. Para ganarte uno de estos dispositivos, escribe a contacto@ revistamarvin.com con el asunto Smartphone ZTE BLADE, tu nombre completo y el nombre de 5 programas de televisión que ya te mueres por ver en tu BLADE. ¡No lo dejes pasar!
EL PILÓN
TXT:: ARTURO J. FLORES @ARTHURALANGORE
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PAGAR EN EFECTIVO, NUNCA LLEVAR ENCIMA MÁS DE LO QUE SE VA A COMPRAR. SER MUY CAUTELOSO Y VOLTEAR SIEMPRE A AMBOS LADOS ANTES DE REALIZAR LA TRANSACCIÓN. SON LOS CONSEJOS QUE HUGO RECIBIÓ DE SUS DIFERENTES DÍLERS DURANTE LOS 13 AÑOS QUE FUE ADICTO A LA COCAÍNA. PARTE DE LA RECUPERACIÓN QUE HOY DÍA PRESUME SE DEBE A QUE NO ALEJA DE SU MENTE LA CIFRA QUE EN ESE TIEMPO INVIRTIÓ EN DROGAS. LA CALCULÓ DETENIDAMENTE: 3,800,000.00 PESOS, QUE LE HUBIERAN SERVIDO PARA CONSTRUIRSE OTRA CASA. EN SUS ÉPOCAS MÁS ATASCADAS, ASPIRABA HASTA CINCO GRAMOS DIARIOS POR CADA ORIFICIO NASAL.
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Lo más sórdido que conocí fue el abandono mismo”, comenta, “terminar desmayado sobre la alfombra con la nariz sangrando y mi ex esposa derribando la puerta porque yo ya no le contestaba”. Cualquier historia de adicción tiene muchos enfoques. Pero se habla poco de la relación entre los consumidores y sus dílers. No todos son esos sujetos oscuros y tenebrosos que se pintan en las películas. Hugo, a medida que se hundía más en la ingesta de la llamada “Caspa del diablo”, se volvió uno de ellos. “Es fácil, un día le pellizcas un poquito a tu dosis para venderla, pero siempre me dio miedo que hubiera lana de por medio. Así que más bien compraba para regalársela a mis amigos, porque era un tiempo en el que me iba súper bien en el trabajo. Durante los años que estuve en la coca, debo haber metido a muchos
amigos al consumo, los mismos que se maravillaban de que yo bebía y bebía, pero no se me subía la peda”. A su vez, él tuvo varios dílers de los que sí cobraban. Hugo consumió por vez primera cuando era reportero del desaparecido El Heraldo de México. Entonces estudiaba una carrera, tenía varios jales como freelance y corría cerca de 10 km diarios. Un día que se encontraba particularmente cansado, su jefe le sugirió que se diera un “pase” en el baño. “Fue inmediato. Sentí como si hubiera dormido 20 días de corrido. Mi gran error fue que me guardé una poquita para después, ahí comenzó mi adicción”. Durante dos años ese mismo superior en el trabajo se la regaló, hasta que le dijo que tenía que comprar la suya. A partir de entonces, Hugo tomaba un Mercedes Benz prestado, una buena cantidad de dinero y se embarcaba en una odisea capitalina que lo llevaba a Insurgentes, la Del Valle o el corazón mismo de Tepito, recogiendo dinero y entregando paquetes de “blanca”. A la par, su relación con sus propios dílers se fortalecía. Uno de ellos era capitán del Ejército. Un tipo al que le gustaba colarse a las fiestas donde hubiera estrellas de la pantalla chica. Entonces Hugo trabajaba como jefe de prensa de la televisora más importante de
México, así que el negocio era redondo. “De ese militar aprendí una de las lecciones más iluminadoras del mundo de la droga. Me dijo: ‘Lo más chueco, tiene que ser lo más derecho’. Eso quiere decir que algo como la venta y compra de droga, requiere que las entregas y las cuentas sean muy claras”. Trece años después de aquella primera “raya” cortada con su tarjeta de crédito en el baño de El Heraldo, Hugo se rehabilitó. Dejó de consumir, de comprar y de pichar a sus amigos. Un día, cuatro años después de mantenerse limpio, se le antojó un “toque”. Le llamó al viejo díler y le pidió que le llevara un poco. “Pero se portó como un caballero. Me dijo: ‘No te voy a llevar la pistola para que te mates. No te has metido nada en muchos años, sigue así’”. Y hasta la fecha, está limpio. Tanto, que se dedicada a impartir conferencias en las que cuenta su historia.
»NUEVA PSICODELIA
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05-JUN-15
MVN
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