Máskara: Año 3, Número 14, Septiembre 2022

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AÑO 3 Nº 14 SETIEMBRE 2022
DIRECTORIO Director General: Rodrigo Castro de la Mata Editor: Aland Bisso Andrade Revisores: Max Yoza Yoshidaira, Alejandro Daly Turcke Germán Valenzuela Rodríguez Diseño y Diagramación Carola Dongo Pérez Correo: revistamaskara@gmail.com Copyright Foto de portada Máscara o pasa montañas del festival del pueblo de Maca, Valle del Colca Cortesia del Dr. Rafael Garatea CONTENIDO Oscar Heeren Massa y la Quinta Heeren Jesús Vidaurre Castillo 12 Macondo está de fiesta Aland Bisso Andrade 16 “Sinuhé, el egipcio”, una novela médica Eduardo Penny Montenegro 20 “ALCIDES”, el nombre que Daniel Carrión García se puso a sí mismo Máximo López Aliaga 24 Elvis está vivo Germán Valenzuela 26 Locura, música, poesía… Gonzalo Portals Zubiate 30 In memoriam Dr. Amador Carcelén Bustamante Eduardo Gotuzzo Herencia 8 4 ¿Amaru de Pupuja o Toro de Pucará? Rodrigo Castro de la Mata AÑO 3 Nº 14 SETIEMBRE 2022

Pintura de José Sabogal de o Toro de Pucará?

¿Amaru
Pupuja

Si hay una expresión artís tica que pueda fusionar nuestra cultura es el Tori to de Pucará, pieza emblemáti ca de la cerámica peruana. Con la llegada de los españoles los agricultores de nuestra serra nía ven los bueyes (toros capa dos), reemplazando la fuerza de muchos agricultores. Turu en quechua es lodo (barro de las la gunas), ese Turu-toro que nace de la vaca-waca (lugar sagrado) sirve como objeto de culto ideal para impedir la desaparición de uno de sus dioses. El Turo-toro guarda a salvo al Amaru transfi riéndole sus facultades.

Este toro representado en barro alberga como avatar al Amaru, una serpiente sagrada simboliza da como un espiral en el lomo de la cerámica. El Amaru puede en cubrirse en felino, puede volar en forma de ave o representarse en una serpiente de extraordinarios poderes que emerge del uku-pa cha (mundo inferior), influye en los seres vivos del kay-pa

cha (este mundo) y tiene estre cha relación con los fenómenos atmosféricos del hanan-pacha (mundo superior), es una suerte de divinidad del clima que prodi ga el agua. El Amaru, en el cielo, está representado como un rayo que anuncia la lluvia, que fecun da la tierra y los mares; símbo lo, tanto de renovación con las lluvias para los cultivos, como de destrucción cuando hay inun daciones. Su presencia es tan re levante que lo encontramos en el nombre de varios incas, tales como Amaru Inca Yupanqui y Tupac Amaru.

Es en algún momento de la con quista que el Amaru, que vive sumergido en las lagunas, cede su espacio al toro que le permita disfrazarse para no ser destruido como deidad, reestructurando así la cosmovisión andina mien tras el ganado vacuno transfor ma la economía del pastoreo de los camélidos.

Originalmente, se colocaba un toro al medio de la laguna, luego las parejas recién formadas lo enterraban hasta la muerte como pago a la tierra para obtener buenas cosechas; actualmente se colocan encima de las casas como signo de protección, fertilidad, felicidad y cuidado del hogar.

El Amaru se “disfraza” de San tiago Matamoros (“mata indios”) para marcar el ganado en el se ñalakuy. La ceremonia de mar cado del ganado se remonta a la colonia, los relatos más recientes dicen que se escogía toretes de 3 años en la festividad de la Santí

El toro sustituyó al Amaru sin que el Amaru haya dejado de existir, lo vemos en los techos (toro-techo o toro de safacasa), ocupando un rol protector (conopas). El toro-amaru vive y convive en las artes populares y en sus relatos. 1970”

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“Toro

sima Trinidad en mayo. Asistían dueños, familiares e invitados con músicos y danzantes. Los dueños escogían hojas de coca para hacer un sahumerio, luego se hacía un pago a la tierra con gotas de al

cohol, se amarraba un torete re costándolo en una mesa y el mar cado comenzaba pintándolo con agua y tierra, trazando espirales y rayas simulando coronas y apare jos; luego, con una cuchilla muy fina y una moneda de oro se ras paban los trazados y se iniciaba la ceremonia sangrienta cortando la punta de las orejas. En una con cha marina o en un plato ceremo nial se vertía la sangre derramada que luego los invitados beberían mezclada con vino dulce.

Hoy en día esa ceremonia ya no se realiza por la crueldad con el animal, pero se representa en el cerámico de Pupuja. El Amaru está representado en una espiral como en el cuerno (waqra), una suerte de cresta de ave que le per mite volar.

La lengua (gallu), hacia arriba, lim pia la sangre derramada por los cortes semicirculares de los par pados superiores, en el pecho tie ne una suerte de anillos colgantes que son los cortes rituales de piel

y músculo (wallku). Al concluir la ceremonia se rociaba alcohol y el animal salía bramando para correr por los campos moviendo el rabo (chupa). Los rosetones o rosones (tikas) a los costados son cuentas de la fortuna o flores de papa, Además, tiene una enjalma ornamental (montura) en donde hay un asa encima del agujero o vasón que sirve de recipiente. Los cuernos (waqras) son anchos y en corvados. Su cocción se realiza en hornos que tradicionalmente eran en el suelo (Pampa-Horno), llega a tener hasta 900 °C y se utiliza arci lla vidriada en algunas de sus par tes para darle el color verde, rojo o amarillento, según el mineral.

Con la llegada del ferrocarril, la conexión Cusco-Puno movilizó turistas, productos agropecuarios y acerca las ferias de la zona sur al resto del país y el mundo. Parada obligatoria era la estación de Puca rá, en Azángaro, donde diariamen te, comercializaban comida y cerá mica. Rápidamente la figura del toro de barro captó la atención de los pasajeros y fue bautizado como “Torito de Pucará”. José Sabogal lo presentó al mundo académico de Lima en la galería Pancho Fierro para luego incluirlo en la publica ción del primer número del Insti tuto del Arte Peruano: “El Toro en las Artes Populares del Perú”. Su

Pintura de Ricardo Grau Gines Parra Fotograma de la película “La Soga” de Alfred Hitchcock. Nótese la pre sencia del Toro de Pucará a la derecha del personaje. Toro de Mariano Choquehuanca
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discípulo Camino Brent siguió la ruta de los artesanos hasta Che qa Pupuja -a 3,900 msnm- descu briendo el verdadero origen del toro de barro que se vendía en la estación del tren de Pucará.

La tradición alfarera se inició mucho antes en la zona de la re gión Ramis, en la cuenca norte del Lago Titicaca; ahí se extraía el barro y se mezclaba la arcilla, contemplando tiempos para el ciclo del pisado, colado, homo genizado, oreado y manufactura individual de cada pieza, permi tiendo así que los artesanos he reden los trucos para evitar que la cabeza se hunda por una masa muy blanda o colocar las pier nas, pegándolos posteriormente para luego hornearlos en grupos de piezas grandes y pequeñas, muy apretados y esperando que el horno se enfríe o que no haya mucho viento para que las piezas no se rajen. Finalmente, la tradi ción familiar incluyó a los niños

en la pintura de las piezas, com pletando la herencia cultural.

Actualmente, la mayor produc ción se realiza en molde para pro ducir piezas en serie con el úni co fin de figura decorativa. Son muy pocos los sitios en donde se puede obtener un toro modelado (pieza única hecha a mano), atrás van quedando los poderes de abundancia, fertilidad, riqueza, seguridad y bienestar.

Esta tradición milenaria ha segui do un largo camino con diferentes fusiones e influencias del mer cado comercial. Su fama lo llevó a aparecer en la película “Rope” (La soga) de Alfred Hitchcock, en 1948. Existen reportes de zorros de cerámica de la misma región que han desaparecido. Si el toro es toro o buey, si es de Cheqa Pupuja o Santiago de Pupuja no será tan importante como permitir que se pierda la herencia en esta fusión de nuestras culturas.

Referencias

• Arguedas, José María. Mitos, leyen das y cuentos peruanos. Lima: Mi nisterio de Educación Pública (1947)

• Frisancho Pineda, David. Medicina indígena y popular. Lima: Editorial Mejía Baca (1973)

• Martínez Grimaldo, Fedora y col. Del Amaru al Toro. Lima. Instituto Nacional de Cultura (2009).

• Kuon Arce, Elizabeth. Cerámica vidriada en el sur andino: entre la tradición y la modernidad. Lima

ICPNA/Universidad Ricardo Palma

• Sabogal Diéguez, José. El toro en las artes populares del Perú: Instituto de Arte Peruano I. Museo de la cultura peruana (1949).

• Lecaros, José Gabriel. Toro, torito de Pucará, Lima-Perú. Publicación MINCETUR (2010).

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Nota del editor. Los Toros de Pu cará y las pinturas que aparecen en las fotografías pertenecen a la colección personal del autor. Foto tomada por Jesús Ruiz Durand ‣ El Toro de Pucará sintetiza la cosmovisión indígena precolombina en el periodo post colonial y es un símbolo de la lucha contra la intolerancia que hasta hoy nos persigue. Concepción Roque Chambi elaborando un Torito (Foto del INC)
Artículo publicado en la Revista Diagnóstico (Lima). 2022;61(3). Reproducido con autorización. AÑO 2 Nº 8 SETIEMBRE 2021 In memoriam Dr. Amador Carcelén Bustamante Un gigante de la Medicina Peruana (1931 – 2022) Eduardo Gotuzzo Herencia Médico Infectólogo Amador Carcelén B. fue Profesor Fundador, Profesor Emérito y Principal de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. (UPCH).

Enla vida académica de la medicina tenemos diver sas calificaciones que van desde Profesor Auxiliar hasta Profesor Principal; sin embargo, hay una categoría que no apa rece en las normas, pero sí en la historia y el reconocimiento por los pares de los profesiona les de la salud: MAESTRO. Esta calificación la conocí cuando era estudiante hace más de 50 años, y se le asignaba al Dr. Amador Carcelén Bustamante, a quien conocí pasando visita con el Dr. C. Torres Z. y Dr. Mcgee Har vey (Decano de Medicina de la Universidad de Hopkins y editor de la famosa revista Medicine), distinguido invitado quien, al fi nal de su visita, reconoció haber aprendido “mucha clínica”. Lue go tuve el privilegio de ser ex terno, interno y residente, bajo el liderazgo del Dr. Carcelén, incluso durante mi tesis de mé dico. Posteriormente, trabajé más de15 años en la Clínica In ternacional como su asociado, y debo expresar que estas son

solo unas líneas que únicamente dan parte del perfil extraordina rio del Dr. Carcelén.

1. Tenía un juicio clínico ex traordinario con conocimiento profundo de la radiología, pato logía, hematología y la neumo logía, así como la farmacología, entre otros valores. Lo impor tante era que impulsó la crea ción del primer programa de re sidencia de Medicina interna en el Hospital Cayetano Heredia (con el Dr. C. Monge y el Dr. A. Silicani), pero donde el centro de la atención en hospitaliza ción era realizada bajo la tutela de medicina interna. Cincuenta años después, los hospitales de los EE.UU. copiaron ese mode lo que ya fuera realizado bajo la batuta del Dr. Carcelén.

2. Fue siempre reconocida la anécdota del caso difícil de emergencia en una ronda in ternacional de neurología don de pronosticó el diagnóstico de “Rabia” solo ventilando al pa ciente con el periódico que traía en las manos (aerofobia).

3. Entre otras de sus frases dis tinguidas, cuando estábamos en la Emergencia, fueron: “Puede ser que no sepan qué diagnós tico tiene ese paciente grave que “entra”, pero sí van a saber que van a hacer para estabili zarlo y mejorarlo”. “El mejor li bro de Medicina será tu propio paciente y lo debes evaluar y respetar mucho, pero, además, debes seguirlo”.

Creó la consulta AMBULATO RIA de los residentes, durante las tardes para que se tuviera el valioso seguimiento de los pacientes que habíamos cono cido en la Emergencia. “Como los rangers, deben estar prepa rados para en cualquiera de las 24 horas, y puedan atender muy bien a todos los pacientes”, de cía. Nos dio, así, el ejemplo de venir a medianoche, cuando los residentes teníamos una situa ción de emergencia grave y que requeríamos su apoyo; venía sin reclamar y exclusivamente para apoyarnos y apoyar a los

Amador Carcelén B. graduándose y recibiendo su título de manos del Decano de la Facultad de Medicina, Dr. Alberto Hurtado Abadía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. ‣
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pacientes sin ningún beneficio.

4. Exigencia constante y tener la mejor calidad, fue uno de sus objetivos para los nuevos resi dentes que venían de todas las universidades del Perú o del extranjero, pero que al termi nar todos deberíamos tener un estándar de calidad. Aquellos que venían con niveles bajos, terminaban con una calidad de gran valor. Apoyaba de manera selectiva a cada uno, según sus niveles, desde mejor hasta el tope de sus cualidades. Duran te estas fases iniciales su apoyo a las primeras generaciones de residentes, como los doctores González, R. Patrucco, JL. Calde rón y L. Pro, fueron el eje don de confió en seguir impulsando, además a otras especialidades que apoyaba hasta que fueran estables y autónomas. Lo vimos en Endocrinología, Cardiología y por supuesto en Enfermedades Infecciosas y Tropicales donde

apoyó al Dr. Lumbreras y a todo nuestro equipo a fortalecer esta nueva especialidad peruana.

dos orgullosos de haber tenido la experiencia de haber entrenado o trabajado con el MAESTRO.

6. Además de haber tenido mu chos cargos dentro de la Univer sidad Peruana Cayetano Heredia, participó muy temprano en la elección de residentes de muchas especialidades y siempre tuvo aciertos para esas elecciones y además apoyó cada grupo que iba creciendo en el Departamento de Medicina, pero además, respal dando a los otros departamentos del hospital para que la calidad fuera de primer nivel. La elección de los jefes de residentes era muy importante y todos fueron poste riormente muy exitosos en todas sus actividades. Dentro del hos pital, fue presidente del Cuerpo Médico y también asumió roles en el Colegio Médico del Perú donde fue Vice-Decano con el Dr. Julio Castro, cargo que desarrolló con brillo y respeto a las funcio nes del CMP. Carcelén con su típica acuciosidad enseñando a leer una radiografía de tórax.

5. El respeto por la atención a los pacientes y por el desarrollo de cada uno de nosotros era muy bien reconocido, sea de Perú o de los diferentes sistemas de EsSa lud privado. Siempre se enorgu llecía de esos temas y con mucha felicidad cuando cada uno de los ex residentes crecían o partici paban en sociedades y jefaturas de sus servicios, nunca hubo envidia sino felicidad y orgullo por esos progresos. Un mode lo de reconocimiento estaba en dos ejemplos: cuando nos vemos ex residentes, nos saludamos y la siguiente pregunta es ¿cómo está el MAESTRO? pregunta in olvidable y de reconocimiento inmediato. Hace algunos años se organizó un reconocimiento donde participaron más de 200 ex residentes, ahora ya autorida des académicas, entre otros. To

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El ‟Maestro”

7. No se puede dejar de mencio nar las otras miradas que le da ban el perfil de un hombre uni versal, yo lo denominaba que era un hombre del Renacimiento, tal como un Leonardo Da Vinci, ya que tenía un conocimiento uni versal y completo.

Su conocimiento de la música clásica era muy reconocido, así como sus asistencias de concier tos al Teatro Municipal, pues es cuchaba música clásica durante sus horas de consulta. Llegó a tener un conocimiento muy in tenso de la ópera, que le permitió dar charlas mensuales a su pro moción sanfernandina sobre las más famosas óperas con videos donde explicaba la historia del autor y la propia ópera. Estas conferencias en su promoción fueron tan populares que tuvo que abrirlo y efectuarlas con más público por la calidad de las con ferencias del maestro Carcelén.

Su afecto por Juan Diego Flores era muy reconocido por conocer de cerca a la familia Flores, don de se cultivaba la música clásica, pero también la música peruana.

A propósito del otro perfil, era su increíble conocimiento de la música criolla (decía que era por haber nacido en los Barrios Altos y en su niñez haber visto el en tierro de Felipe Pinglo Alva). En las reuniones en su casa, siempre sus amigos y ex alumnos disfru tábamos del enorme valor de la música criolla.

Asimismo, es valioso conocer como, a sus 80 años, decidió aprender a bailar marinera li meña y asistir al Restaurant Peña “La Oficina” (Barranco). La otra mirada, también espe cial, fue su afecto por el box. Fue

réferi titular de box y vicepresi dente de la Federación de Box, y también fue intenso su amor por el fútbol y la hinchada del Club Deportivo Municipal hasta cuando estuvo en la segunda di visión. Sus famosas colecciones de videos de varios mundiales de fútbol de todos los partidos, incluyendo partidos a los que casi nadie asistía, los juntaba para revisarlos con intensidad.

8. Regresando a su vida ejemplar, apoyaba a muchos profesionales jóvenes y atendía con respeto a los colegas enfermos dando un ejemplo permanente. Además, realizaba rondas inicialmente en el Hospital Naval una vez por se mana y luego en el Hospital de la FAP, dónde asistía invitado para evaluar pacientes comple jos especiales (lo hacía sin nin gún interés económico o social). Esta importante experiencia, la mantuvo por mucho tiempo en el Hospital Carrión del Callao, donde asistía también una vez por semana y allí todos recuer dan sus valiosas enseñanzas. Los últimos años regresó a la que fuera su primera casa: el Hospi tal Loayza, los sábados, para una actividad coordinada por el Dr. J. Casas a fin de realizar importan tes rondas clínicas sobre pacien tes difíciles o complejos, donde su lucidez y calidad se reforzaba cada vez en sus presentaciones con muchos estudiantes de pre y posgrado de varias institucio nes. Donde nunca dejó de asistir fue al Hospital Cayetano Here dia, pues, todos los días miér coles asistió hasta cumplir 90 años para apoyar las reuniones del Servicio de Neumología y evaluar radiografías, tomogra

fías, casos clínicos difíciles, etc. y estar presente a mediodía en las reuniones semanales del De partamento de Medicina en el servicio que lleva su nombre en el hospital.

Debo mencionar que ésta es solo una breve revisión de una vida espléndida de un líder enorme de la historia de la medicina pe ruana, quien apoyó a la Medici na Interna pero también otras especialidades médicas para que se cumplan con claridad, rigidez científica, calidez y humanismo. Muchos profesionales y especia listas conocen el enorme impac to en sus propias especialidades, en ejercicio en la docencia y en el cuidado de pacientes, con esta personalidad casi irreproducible.

Para terminar esta nota, impac tado por el enorme afecto y res peto que tenemos por él quisie ra decir:

“El Maestro Carcelén ha partido, pero su espíritu y su ejemplo, quedarán grabados en nuestras mentes y en nuestras almas y servirán para dar valiosos testimonios a las nuevas generaciones, que requieren este ejemplo de ciencia, humanismo profundo y respeto por el Perú”.
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Oscar Heeren Massa y la Quinta Heeren

de Amistad, Comercio y Navega ción con ambas naciones.

Corría

julio del año de 1872 y el Perú se vio envuelto en un problema diplo mático muy serio. Un barco pe ruano, el “María Luz” trasladaba hacia el Perú a 225 trabajadores chinos (“coolies”), cuyo desti no eran las haciendas costeñas, donde en realidad eran tratados como esclavos. Este barco, por desperfectos mecánicos atracó en el puerto japones de Yokohama y allí uno de estos ciudadanos chi nos se escapó e hizo la denuncia ante las autoridades japonesas de los abusos y maltratos que reci

bían por parte de los peruanos. El barco fue retenido, los trabajado res chinos liberados por orden de un juez nipón y se estableció una disputa legal entre el Imperio Ja pones y el Perú. (1)

El Perú envió una misión diplo mática a cargo del marino Aure lio García y García a fin de resol ver el problema; este incidente fué resuelto y concluyó al año siguiente con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre el Perú con China y Japón, ade más de la firma de los Tratados

El éxito de estas negociaciones contó con el decidido apoyo de un ciudadano alemán estable cido en Japón, cuya madre era española, Oscar Augusto Hee ren Massa. En recompensa a sus servicios, el gobierno peruano lo nombró Cónsul Honorario del Perú en Japón y lo invitó a hacer una visita al país con la finalidad de explorar las posibilidades de hacer negocios.

Fue así que este ciudadano ale mán llegó al Perú en 1874, acom pañado de un grupo de inge nieros y empresarios japoneses, hizo un viaje de prospección hacia Cerro de Pasco fundando unos años más tarde la “Japan–Perú Mining Company” con el fin de explotar minas de plata haciéndolo en sociedad con el financista Korekiyo Takahashi quien más tarde sería primer mi

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sobre todo japoneses. Destaca ba entre ellos Seiguma Kitsutani, quien fuera el principal promo tor para que la colonia japonesa done el monumento a Manco Cápac con ocasión del Cente nario de la Independencia. Este personaje fue actor de un he cho de sangre en una de las re sidencias; al ver que uno de sus negocios en el cual había com prometido el dinero de muchas personas había fracasado y tra tando de salvar su honor, se sui cidó mediante un ritual japones llamado el Sepukko.

Con el correr de los años y coin cidiendo con el desplazamiento de las familias adineradas a otros lugares de Lima, la Quinta fue ocupada por familias de clase media, primero y, finalmente por la clase popular, llegando en al gún momento a tugurizarse.

La belleza de la Quinta fue fuen te de inspiración para varios ar tistas, entre ellos Teófilo Castillo destacado pintor que residió allí un tiempo y donde instaló una academia de pintura al aire libre. Allí comenzó a gestarse con el Sr. Carlos Einfeldt la Sociedad Filar mónica de Lima. Otro pintor que

era asiduo visitante fue Víctor Humareda, justamente, su últi ma obra antes de morir fue “La Quinta Heeren”, que la realizó por encargo del Banco Central de Reserva y en cuyo museo se le puede apreciar.

Oscar Heeren falleció en 1909 y la propiedad de la Quinta conti nuó en manos de la familia Pardo hasta la actualidad.

Desde el año 2006, la Quinta está desocupada. Por su valor artísti co y monumental fue declarada Monumento Nacional y Patri monio en riesgo por la UNESCO.

Actualmente luce en sus interio res un gran deterioro producto del uso y el tiempo. Solo algunos grupos de voluntarios apoyados por los dueños hacen campañas de limpieza y mantenimiento de los exteriores, además de grupos interesados en dar a conocer la historia de la Quinta organizan recorridos culturales los fines de semana.

Y allí está la Quinta Heeren, con su belleza y decadencia, esperan do que en algún momento se eje cute algún plan de recuperación y puesta en valor de un patrimo nio tan valioso que podría estar al servicio de la comunidad. Un espacio que no debe perderse y que es ejemplo de la gran diver sidad de la ciudad de Lima. (7)

Tsubaki o Rosa del Japón, en una de las rejas de la residencia en la que habitó Seiguma isutani. Un vestigio de la presencia japonesa en la Quinta Heeren. ‣

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La belleza de la Quinta fue fuente de inspiración para varios artistas, entre ellos Teófilo Castillo destacado pintor que residió allí un tiempo y donde instaló una academia de pintura al aire libre. Allí comenzó a gestarse con el Sr. Carlos Einfeldt la Sociedad Filarmónica de Lima.

Otro pintor que era asiduo visitante fue Víctor Humareda, justamente, su última obra antes de morir fue “La Quinta Heeren”, que la realizó por encargo del Banco Central de Reserva y en cuyo museo se le puede apreciar.

“La Quinta Heeren de noche”. Óleo de Víctor Humareda.‣

Referencias

1. Perú contra el Imperio del Sol Naciente, Angel Horna Chicchon. Revista Política Internacional, 2009.

2. Pasado y presente de la inmigración japonesa en el Perú. Isabelle Lau sent-Herrera. Instituto de Estudios Peruanos. 1991.

3. Itinerarios de Lima. Héctor Velarde. Asociación Cultural Jueves. 1971.

4. Sucedió en el Perú (TV Perú) - La Quinta Heeren - 22/10/2018 - YouTube

5. Quinta Heeren | Blog de Marco Ga marra Galindo (pucp.edu.pe)

6. Lima la Única: La Camelia y la Quin ta Heeren (limalaunica.pe)

7. Renovación urbana y espacio público en la Quinta Heeren, distrito del Cercado de Lima. Laura Manzano Espejo. Rev.de Arquitec. UNIFE.

Las fotos son propiedad del autor y fueron tomadas con una cámara compacta Sony Cybershot DSC-WX350, algunas con retoque digital empleando Adobe Photoshop 2022 y LIghtroom Classic.

Pasaje de entrada a la Quinta, al fondo el Jr. Junín.

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Macondo está de fiesta

Cuando

Gabriel García Márquez (“Gabo”) falle ció en abril del 2014, tuve la visión de su ingreso al supra mundo de la eternidad: vestido de blanco (tal como recibió el Nobel) y recorriendo un largo pasadizo flanqueado por gra derías colmadas de un público que lo recibía jubiloso. La ilu minación era generosa, aun así, Melquíades caminaba delante de él llevando un lamparín para alumbrarle el camino. Hacia la derecha, en una suerte de pal co, José Arcadio Buendía lucía su mejor gala y hacía vivas con un pañuelo en la mano, mien tras que Aureliano disparaba al aire con la mejor de sus armas. Amaranta lanzaba flores amari llas y Úrsula Iguarán lloraba de alegría sobre el hombro de Fer nanda del Carpio. Una hermosa melodía surgía de Meme, quien tocaba el clavicordio, y de Pietro Crespi en el violín. Remedios la bella, la única que estaba ahí en cuerpo y alma, correteaba por todos lados dejando a su paso la estela de su olor inconfundi ble. Más arriba, los 17 hijos del coronel Aureliano Buendía jun to a sus 17 diferentes madres, vitoreaban incansables hasta la afonía. Petra Cotes se lucía afe rrada al brazo de su amante José Arcadio Segundo, mientras que Pilar Ternera se bamboleaba en la mecedora con la que fue en terrada. Más atrás -la única que muestra una expresión de triste za- aparece Remedios Moscote, embarazada con sus gemelos en el vientre. Aureliano Babilonia y Amaranta Úrsula, unidos de las manos por un niño con cola de cerdo, pedían más hurras por el bienvenido.

En las graderías del frente, el doctor Juvenal Urbino levan tó una copa de vino y pidió un brindis de honor; a su derecha, hermosa y elegante, brillaba Fermina Daza, quien no po día evitar la perturbación que le ocasionaba la voz desvalida

de Florentino Ariza declaman do poemas de amor. Filas arri ba, Santiago Nasar estaba de parranda con sus asesinos, los gemelos Pablo y Pedro Vicario, y con el burlado Bayardo San Román. Ángela Vicario lucía un impecable vestido de bodas, mientras su corazón aún lloraba por la muerte de Santiago. Plá cida Linero, Clotilde Armenta y Victoria Guzmán, diligentes y afiebradas, dirigían la prepa ración del banquete; Wenéfrida Márquez y Argémida Lanao, apuraban a los mozos para ser vir la champaña, mientras que el agente de policía, Leonardo

“Amaranta lanzaba flores amarillas y Úrsula Iguarán lloraba de alegría sobre el hombro de Fernanda del Carpio”
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Gabo (1927 – 2014)

Pornoy, ponía orden en las gra derías más bulliciosas.

Todos se suman a la fiesta de bienvenida. En un enorme auto llegó el patriarca Zacarías, dic tador de dictadores que aún en su otoño fue capaz de ordenar la dirección de los vientos y el nivel de las aguas, acompaña do de su madre Bendición Al varado, de Leticia Nazareno, su mujer, cubierta de pieles de zo rro, y por Saturno Sánchez, su fiel cancerbero con machete en mano. Más atrás y a pie, llega ron Manuela Sánchez, el gene ral Rodrigo Aguilar, vestido de

luces y fulgurantes estrellas en el pecho, Patricio Aragonés y José Ignacio Sáenz de la Barra, jefe de la policía secreta del ge neral. El dictador y su familia fueron ubicados en un palco de honor frente al que ocupa José Arcadio Buendía y el general Simón Bolívar, todavía en su la berinto; sin embargo, para evitar malentendidos, un viejo coronel que llevaba cargado un gallo de pelea, también ocupó un lugar privilegiado en compañía de su asmática mujer. Sabe que Gabo le guarda un entrañable cariño y eso, tal vez, vale más que la pen sión que nunca llega.

“…para evitar malentendidos, un viejo coronel que llevaba cargado un gallo de pelea, también ocupó un lugar privilegiado en compañía de su asmática mujer”
En filas posteriores, se suman la sierva María de los Ángeles, Cayetano Alcino del Espíri tu, Bernarda Cabrera, la Mamá
Algunas de las obras más importantes de Gabriel García Márquez
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Grande, la cándida Eréndira y su abuela desalmada, Rosa Cabarcas y sus putas tristes; además de médicos, dentistas, matronas, alcaldes, músicos, poetas, policías, curas, monjas, navegantes, concubinas, huérfa nos, sicarios, magos, náufragos, soldados, mercaderes y los mil y un personajes que nacieron del genio creador de Gabo, a quien reciben alborozados en el teatro de la eternidad. A lo lejos se es cuchó el bramido de un barco bananero, el rumor tumultuo so de la llegada de un circo, los cohetones que celebran la bue na-nueva, el pito heroico de un tren a vapor y el paso de los que regresan de otra batalla perdida.

Macondo está de fiesta. Se acabaron los 100 años de soledad; la alegría y la paz serán eternas porque ya Gabo vive con ellos por los siglos venideros, más allá del fin de los tiempos.

“Sinuhé, el egipcio”, una novela médica

novela de corte histó rico y ambientada en el Egipto de la era faraóni ca fue escrita y publicada por el escritor finlandés Mika Waltari (1908-1979) en 1945, en idioma finlandés, pero luego traducida a más de 40 idiomas y llevada al cine en 1954.

Esta

Esta novela esta situada en Egip to, en la época del reinado del discutido faraón Akenaton, entre los años 1353 y 1336 a.C., quien fuera el primer gobernante egip cio monoteísta, cuyo nombre

estaba maldito y condenado al olvido o muerte definitiva, sin oportunidad de renacer. En ella se narran numerosos episodios sobre los usos y costumbres per sonales, sociales, políticas, reli giosas y las luchas internas que se vivían en esa época.

Sinuhé, a su nacimiento fue abandonado y luego adoptado por un médico egipcio de nom bre Senmut y por su esposa Kipa, quien le enseño los inicios de las artes de la profesión. Se crio en un barrio pobre y lleno

de extranjeros. Inicialmente quiso ser soldado, ya que para serlo no se necesitaba apren der a escribir, pero sabiamente su padre lo llevo a visitar a los soldados héroes, caídos en des gracia, por lo que abandono su sueño y fue a la escuela, donde aprendió a leer y escribir y mu chas cosas más, lo cual le per mitió tener un futuro, además de hacerse amigo de Thotmes, hijo de un comandante de ca rros de guerra del faraón.

Un día su padre se encontraba en la calle con un antiguo con discípulo de nombre Ptahor, quien era el trepanador real, y decidió apoyar a Sinuhé para que sea médico. Lo presentó a los sacerdotes para que fuera or denado, ya que nadie podía ejer cer la medicina si no había sido ordenado previamente, luego de lo cual ingresó a la llamada “Casa de la Vida”, una especie

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Papiro de la XII dinastía egipcia (1800 a.C.) que la relata la historia de Sinuhé

de hospital-escuela de medici na, donde aprendió a conocer las plantas y su uso, los nombres de las diversas partes del cuerpo, el manejo del cuchillo, del escalpe lo y de las tenazas, así como a leer las enfermedades en los ojos de los pacientes, asistir los par tos, calmar los dolores, y poder distinguir las enfermedades gra ves de las benignas, así como a las enfermedades que procedían del espíritu o del cuerpo.

En una oportunidad Ptahor, el trepanador real amigo de su pa dre, acudió a la “Casa de la Vida” y reconoció a Sinuhé, pidiéndole para que lo ayude a realizar un par de trepanaciones. Luego so licitó su apoyo para realizar una trepanación al faraón, quien esta ba agonizante y finalmente mu rió. La trepanación de los farao nes cuando no morían en forma natural era una antigua costum bre y se realizaba son un cuchi llo de silex (pedernal o mineral de sílice de gran dureza), con un

martillo de mango de ébano y con un taladro. Por este trabajo y como recompensa, Sinuhé recibió una cantidad de oro con lo que lo gró adquirir una propiedad para montar su consultorio, así como comprar a un esclavo tuerto de nombre Kaptah. En este consul torio tuvo mucho éxito y atendió un buen número de pacientes de toda clase social, por lo que ter minó generando riqueza.

Sinuhé se enamoró perdidamen te de una bella cortesana llamada Nefernefernefer, siendo rechaza do, pero que lo presiona económi camente para acceder a sus deseos, lo que finalmente no consigue. De esta forma, termina perdiendo to das sus propiedades, incluyendo su consultorio y la casa de sus pa dres, dejándolos en el abandono y miseria, ante el rechazo y critica de todos sus vecinos.

Cuando estos fallecen, él no tiene los medios para enterrarlos por lo que tiene que entrar a traba

jar en la “Casa de los Muertos”, una especie de cementerio don de embalsamaban a los muertos y donde los que trabajaban ahí eran rechazados socialmente, considerados como unos parias. Ahí logró realizar, con el apoyo de sus compañeros, un burdo embalsamamiento de sus padres, logrando enterrarlos clandes tinamente en una tumba en el “Valle de los Reyes”.

En un momento dado, se vio obligado a viajar a otros lugares juntamente con su antiguo es clavo, quien decidió acompañar lo desinteresadamente a Tebas y luego a ciudades como Simyra, Sidon, Biblos, Babilonia y Líba no, donde tuvo interesantes ex periencias en diferentes campos, mejorando sus conocimiento y habilidades médicas.

En la bella e impresionante ciu dad de Babilonia, se convirtió en amigo del rey, a quien le había solucionado un problema médico,

El actor Edmund Purdom caracterizó a Sinuhé en la película “El Egipcio”, en 1954. ‣
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en un momento dado, este último pidió ayuda para una muchacha de su harem, quien aparentemen te se había vuelto “loca” porque estaba muy agresiva e intentaba matar a quien se le acercara. Ella le contó que su nombre era Mi nea y que en realidad había sido raptada, pero que ella estaba des tinada para “bailar delante de un dios”, en su país, la isla de Creta, por lo que debía mantener su vir ginidad. Sinuhé decidió ayudarla a fugar, acompañado de su es clavo, quien también había sido amenazado de muerte por el rey, para lo cual realizaron una serie de artilugios y engaños, abordan do finalmente una embarcación que les permitió llegar hasta Cre ta. Durante todo este tiempo, Si nuhé se enamoró de la hermosa bailarina, lo cual, aparentemente fue correspondido, pero nunca llega a establecerse algún tipo de relación, más allá de lo amical y respetando la virginidad de ella.

En esta linda isla se enteró de que su población tenia diferentes costumbres a las que el conocía; que su rey siempre se llamaba Minos y que su gran sacerdote, un hombre muy poderoso y te mido, recibía el nombre de Mi notauro (“el hombre de la casita de los toros”). También se enteró acerca de la costumbre anual de escoger una bailadora especial, para que lo hiciera frente a un dios, representado por un toro y que se encontraba dentro de una cueva, luego del cual podría ser libre, aunque nadie había conse guido regresar con vida y Minea no fue una excepción. Sinuhé lo gró desentrañar el misterio. Des cubrió que el dios toro ya había muerto y dada que una tradición

decía que Creta desaparecería cuando el dios muriera, un sa cerdote lo suplantaba y mataba a las bailarinas que entraban, con el fin de mantener a viva a Creta, pero lejos de la verdad.

Sin contar a nadie lo que había descubierto decidió irse de la isla y viajó a la ciudad de Simyra, en Siria, donde conservaba su casa y donde tenía ahorrado algún dinero, pero se encontró con la mala noticia que los antes queri dos egipcios ahora eran odiados por la población ya que sentían oprimidos, debiendo pagar altos impuestos al gobierno egipcio, recibiendo la sugerencia de de jar la ciudad, por lo que terminó vendiendo su casa y regresando después de muchos años a Tebas. Ahí decidió comprar un local y nuevamente abrir un consultorio para atender a gente de pocos re cursos, quienes no pagaban o lo hacían en especies. Durante esa época se suscitó una guerra en tre lo seguidores del dios Amón, representante del politeísmo, y los seguidores del dios Atón, re presentante del monoteísmo, ge nerado por el faraón Akhenaton, con el triunfo de este último des pués de represiones sangrientas.

Al atender al faraón, quien pa decía del gran mal (epilepsia), éste lo nombró como “gran tre panador”. En Tebas compró una taberna y se enamoró de Merit, la hija del dueño. Poco después, circunstancialmente se enteró que él había sido hijo de la prin cesa Tapu-Hepa y que era her manastro del faraón Akhenaton, pero que habían sustituido a su verdadera madre y a él abando nado, hasta que fue descubierto

por sus padres adoptivos.

Por orden del faraón, debió aban donar la ciudad y viajar a Siria para evitar una guerra entre es tos países, pero luego regresó porque el faraón no se encontra ba bien, sosteniendo que “un mé dico nunca debe abandonar a sus enfermos si su arte es suficiente para hacerlos vivir, lo cual es a menudo la maldición del médico, pero que no puede evitarlo, debe cuidar a los buenos y a los malos, a los justos y a los culpables, si hacer diferencias entre ellos”.

Finalmente, y después de una serie de episodios políticos y sociales, que inclusive produje ron la muerte de Merit y del hijo que tuvo con ella, fue desterra do a pasar los últimos tiempos de su vida.

Así concluye la apasionante his toria de este médico egipcio.

Mika Waltari (1908-1979)
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“ALCIDES”, el nombre que Daniel Carrión García se puso a sí mismo

En una oportunidad fui de signado por el Cuerpo Mé dico del Hospital Rebaglia ti para dirigir unas palabras por el “Día de la Medicina” y sobre el mártir de la medicina peruana: Daniel Alcides Carrión García.

El encargo ponía un peso muy grande sobre mis hombros, pero lo tomé con alegría, por ser un reto y porque me obligaba a pro fundizar en uno de los personajes más importantes de nuestra his toria. De modo que me concen tré en su biografía y sus propios escritos; revisé la historia de las epidemias en el Perú y el mun do, cuanta bibliografía encontré sobre Pasteur, Koch, Laveran, la Verruga Peruana, la Fiebre de la Oroya, así como los avances cien tíficos de la época en que vivió Carrión; el positivismo y la his toria de todos los científicos que se auto inocularon y experimen taron en sí mismos algún tipo de enfermedad. Y, sobre todo, revisé la historia del Perú en el siglo XIX, sobre Cerro de Pasco, el guano, la construcción de los ferrocarriles, la impresionante historia del in geniero civil polaco Ernesto Mali nowski y del contratista estadou nidense Henry Meiggs, la Guerra del Salitre y la ocupación chilena, textos sobre Hipólito Unanue, Cayetano Heredia, la Universi dad de San Marcos y también en trevisté a varios colegas médicos sobre lo que pensaban del mártir y su sacrificio.

Una clave de interpretación escondida
Máximo López Aliaga Médico Neurólogo
Daniel Alcides Carrión
(1857 – 1885)

Lo primero que llamó pode rosamente mi atención fue la autoconciencia progresiva que nuestro mártir fue adquiriendo de sí mismo.

Al nacer fue bautizado en Cerro de Pasco solo como Daniel Ca rrión García, pero años después, luego de estudiar la mitología griega, deliberadamente agregó a su nombre de pila, el segundo nombre de ALCIDES con el que se hizo conocido a nivel mundial.

Carrión fue hijo de la infidelidad de su padre Baltazar Carrión To rres, médico y abogado ecuato riano, perseguido político, de 32 años, con su madre María Dolo res García Navarro de 16 años, a la cual engañó prometiéndole matrimonio, estando él ya casado.

El padre de Carrión no reconoció a su hijo y existen documentos que corroboran que la familia de su madre le abrió una demanda por abandono.

Su madre vivió como madre sol tera en una ciudad muy pequeña a más de 4000 msnm; su padre murió en extrañas circunstancias cuando Carrión tenía ocho años y su madre se unió a Alejandro Valdivieso, también ecuatoriano, quien, similar a Anfitrión, cuidó y educó al mártir desde la niñez, permitiendo que estudiara en Lima la secundaria y posterior mente en la universidad.

Las cartas que le escribió Carrión son muy respetuosas y hacen notar que siempre lo vio como si fuese su verdadero padre.

Carrión, como una especie de au gurio, profetizó con su nombre los duros trabajos que tendría que pasar durante la Guerra del Sali tre, formando parte de las cuadri llas de rescate durante la guerra y durante la ocupación chilena que destrozó la universidad donde es tudiaba. Al parecer, Carrión siem pre abrigó la posibilidad de hacer algo grande en su vida y cuando

tuvo la posibilidad la entregó con generosidad convirtiéndose en mártir y héroe, inmortalizando así su nombre y sus acciones.

Daniel Alcides Carrión García fue vencido por la enfermedad y por la muerte, pero al hacerlo, nos quedó su espíritu de investiga ción, de sacrificio y de entrega; un emblemático de nuestra medicina para siempre y dejando constan cia de que su nombre Alcides ha bía sido elegido correctamente.

Alcides es el nombre de nacimiento de Hércules, héroe de la mitología griega. Cuando se profundiza en Hércules también se puede comprender el drama en el que vivió Carrión desde su niñez. Hércules nació de la infidelidad de Zeus a su esposa Hera. Zeus se hizo pasar por Anfitrión, el esposo de la mortal Alcmena, madre de Hércules. En un principio, Anfitrión quiso matar a Alcmena por su traición, pero Zeus lo impidió. Desde su nacimiento, Hércules tuvo serios problemas y al crecer enfrentó duros trabajos que tuvo que realizar como pago por faltas cometidas en su juventud. Al final, Hércules murió y al quemarse en la pira, se destruyó su cuerpo mortal, quedando sólo el dios en el que se convirtió.

Hércules (“Alcides”) – Museo del Vaticano ‣

Carrión siempre abrigó la posibilidad de hacer algo grande en su vida y cuando tuvo la posibilidad la entregó con generosidad convirtiéndose en mártir y héroe.
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Elvis está vivo

El8 de enero de 1935, Elvis Aron Presley, hijo de Ver non Elvis Presley y Glad ys Love Smith, nació en Tupelo, Mississippi. Su hermano gemelo, Jesse Garon Presley, nació muer to y fue enterrado al día siguien te en una tumba sin nombre.

A los diez años, Elvis cantó por primera vez en un concurso pú blico-desarrollado durante una feria en Alabama, obteniendo el segundo lugar. Esta expe riencia, sin embargo, le sirvió para descubrir su poderosa voz y entender que, a través de la actuación, podía convertirse en quien quisiera.

A los 19 años tuvo la oportuni dad de grabar su primer sencillo “That´s all right”, el cual vendió 20,000 copias. Luego vinieron otros éxitos con más de 7,000 co pias vendidas por semana. En su primera presentación ante 3,500 personas, refirió haber sentido temor, pero luego se sucedieron cientos de conciertos exitosos y contratos millonarios, hasta con vertirlo en una estrella en los Es tados Unidos de Norte América en el año 1956, con apariciones en televisión y su debut cinema tográfico con “Love me tender”.

Desde el año 1960, guiado por el empresario Tom Parker, comen zó a filmar películas para Ho llywood confeccionando incluso sus bandas sonoras. Su filmogra fía incluyó casi treinta y tres lar gometrajes y sus álbumes en es tudio fueron por lo menos veinte, haciéndose, a partir de ese mo mento, famoso en todo el mundo.

Se dice que Elvis falleció el 16 de agosto de 1977, probablemente por los efectos secundarios gene rados por el consumo de drogas con prescripción médica. En un informe de laboratorio, se le en contró catorce drogas en el cuer po, diez de las cuales aparecieron por fuera de los rangos permiti

dos. Por esta razón, se suspendió la licencia de su médico principal, el Dr. George C. Nichopoulos, quien, en sólo los primeros ocho meses del año, le había prescrito más de 10,000 dosis de sedantes, anfetaminas y estupefacientes. En 1994, su autopsia volvió a realizarse, la cual orientó a una muerte súbita cardíaca, asociada o no, a la polifarmacia que reci bía. Existen numerosas teorías de sus fanáticos, las cuales señalan haber visto múltiples apariciones de Elvis, quienes afirman que la estrella aún vive. Los datos de soporte para estas teorías se ba san en una entrevista a su espo

sa Priscilla en el año 2005, quien comentó sobre una conversación reciente que había tenido con El vis el día anterior, o por el nom bre que aparece en su lápida: Aa ron y no Aron, o por la presencia de un hombre con barba blanca, chaqueta negra y gorra en un homenaje que le hicieran en el año 2017, o la del jardinero bar budo en Graceland -la hacienda que era su refugio-, quien podría tener la misma edad de Elvis si estuviera vivo. Incluso, se pos tula sobre la existencia de “la comisión Presley”, la cual seña laba que “El Rey”, venía siendo perseguido por la mafia, y tuvo

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que fingir su muerte como par te de un programa de protección de testigos. Lo que habrían pre sentado para los medios y para el público como su cadáver, sería un muñeco de cera.

Sin embargo, Elvis podría haber se desplazado a otra constelación o haber sido abducido antes del final de sus días, estableciéndose una conexión extraterrestre en las diferentes etapas de la vida de este extraordinario intérpre te y cantautor. La evidencia que soporta esta hipótesis es abun dante. Su padre, por ejemplo, afirmó que, en el momento de su nacimiento, a las 2 de la madru gada, salió a fumar un cigarrillo y observó en el firmamento una extraña luz azul, la cual le infor maba que “algo especial estaba sucediendo”.

“El Rey” refirió a sus biógrafos que, durante su infancia, había sido interceptado por dos hom bres quienes, a través de una luz azul, le mostraron imágenes de su futuro. En él, y sobre un esce nario cantaba frente a miles de personas. Probablemente, ello se asociaría con su preferencia por el color azul que lucía en sus ca misas, capas, sudaderas, zapatos y hasta en el color de su Cadillac. La canción “Indescribably blue”, podría significar un tributo a la luz azul que acompañó su mágico nacimiento. Este color fue men cionado también en otras can

ciones como “Blue Suede Shoes”, “Blue Moon of Kentucky” and “Blue Christhmas”, así como en las películas “G.I. Blues” y “Blue Hawaii”. Como una extraña coin cidencia, la última canción que tocó al piano, antes de terminar su concierto el 15 de agosto, fue “Blue Eyes Crying in the Rain”.

Elvis, había confesado sentir que una fuerza superior guiaba los eventos de su vida. Era un fer viente creyente que una fuer za extraterrestre era parte de esa ecuación cósmica, habiendo

comentado sobre contactos ex traterrestres en su mansión de Bel-Air, en Graceland y en el desierto, durante algunos de sus viajes por carretera, en donde había visualizado a naves espa ciales que intentaban abducirlo. Se consideraba, a sí mismo, como un viajero espiritual; sus lec turas favoritas fueron “Strange World”, de Frank Edwards, “The Secret Teachings of all ages”, de Manly P. Hall, “Doors of Percep tion” de Aldous Huxley y “The Secret Doctrine”, de Helena Bla

Existen numerosas teorías de sus fanáticos, las cuales señalan haber visto múltiples apariciones de Elvis, quienes afirman que la estrella aún vive.
Elvis, posando con el azul, su color favorito
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vatsky. Por ello, llevaba una serie de símbolos en sus collares, desta cando el del fénix, el cual simboli za la resurrección.

Su guía espiritual, Larry Geller, lo instruyó en contenidos poco con vencionales como la numerología, la descripción energética de los fenómenos físicos, el poder de las pirámides y el misticismo antiguo, todo lo cual le habría permitido descubrir -como cuentan algunos de sus amigos y allegados más cer canos- la posesión de algunos po deres sobrenaturales como la capa cidad de mover nubes en el cielo, o de algunos objetos pequeños como ceniceros o vasos de cristal. En este sentido, se habían descrito también algunas capacidades para curar en fermedades, como la recuperación del rostro de una mujer deforme, quien mejoró después de que Elvis hablara veinte minutos con ella, o el caso de una de sus coristas lla mada Silvia, a quien curó de un cáncer abdominal después de la imposición de sus manos en el ab domen, o la curación de un hom bre que había sufrido de un infarto de miocardio con sólo tocarle las manos.

Elvis habría confesado a su ami ga Wanda June Hill: “No soy de este mundo”, “ahora soy un ser humano, pero realmente no soy de aquí”. Estas conversaciones habían sido registradas en casi quince grabaciones y, justo antes de morir, en las que habría dicho también, que pronto regresaría “al planeta azul”, aquel que tiene mu chas lunas.

“El Rey” está vivo.

“No soy de este mundo”, “ahora soy un ser humano, pero realmente no soy de aquí”.

Elvis y su médico, el Doctor George C. Nichopoulos Elvis, “El Rey”: evolución fotográfica
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Invitado especial

Locura, música, poesía…

Eneste caso el triángulo es también un círculo, en el que la locura, la músi ca y la poesía se enganchan y alimentan mutuamente. Y este viaje de retorno indefinido po see también tres estancias. La primera de ellas se inicia con el centro neurálgico: el pintor y grafitero de origen italiano Oreste Fernando Nannetti, naci do el 31 de diciembre de 1927 y fallecido el 24 de noviembre de 1994. Nannetti, quien desde su encierro en un centro psiquiátri co le escribió cartas a una fami

lia imaginaria, firmadas con las iniciales de Nanof, “Nof” (acró nimo de Nannetti Oreste Fernan do) o “Nof4”, decía ser ingeniero de minas astronáuticas, ladrón nuclear, coronel en el astral o, mejor aún, nannettaicus mecca nicus, algo así como un santo de la célula fotoeléctrica.

Parece ser que el nombre de Oreste se lo puso él mismo, quizá en alusión a lo que Esquilo seña la de ese personaje en las Eumé nides: que enloquece y es perse guido por las Erinias, cuyo deber

era infligir castigo por cualquier violación que se hiciera de los lazos de amor familiar. Lo cierto es que el desamparo de Nannet ti comienza desde el primer día que ve la luz. A los siete años es entregado a una obra de caridad, y tres años más tarde es hospi talizado por problemas de salud mental. La espiral empezaba de ese modo para él. Y como si la enajenación no fuera suficiente para aproximarlo al universo del padecimiento, una espondilitis de forma grave se va a sumar a su existencia.

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Hacia 1948, el joven Nannetti fue juzgado por desacato a car gos públicos por lo cual el juez del tribunal de Roma lo senten ciará “per vizio totale di mente”, luego de lo cual va a pasar los siguientes años en el “Hospital Psiquiátrico de Santa Maria della Pietà” de la capital italiana. Los años venideros van a ser funda mentales en la vida del artista, ya que en 1958 fue transferido al Hospital Psiquiátrico de Vol terra, donde grabó en un muro del sanatorio un ciclo estelar de graffiti considerado una obra maestra del Art Brut, bautizado así por el artista francés Jean Du buffet (1901 - 1985) para referirse al arte creado fuera de los límites de la cultura oficial y traducido al inglés en 1972 como arte mar ginal por el crítico Roger Car dinal (1940 - 2019). Es evidente que, a efectos de tipificar el arte de Nannetti, el término esbozado por Dubuffet resulta más con veniente ya que alude a las ma nifestaciones artísticas llevadas adelante por pacientes interna dos en hospitales psiquiátricos y no a aquellos autodidactas o naïf, aunque nunca hubiesen estado en una institución psiquiátrica.

El escritor italiano Antonio Ta bucchi (1943 - 2012) publicó en 1986, en L´Espresso de Roma, un artículo titulado “Querido muro, te escribo”, en el que sostiene que lo fraguado por Nannetti so bre dicha estructura es un texto “que contiene, en la distorsión propia de la locura lo mismo que contienen muchos libros de la historia de los hombres: cosmo gonías, guerras, misterios, dolo res, alegrías, religiosidad, miedo, amor y muerte”. Premunido úni

camente de la hebilla de su cintu rón, Nannetti realizó una infini dad de incisiones en ese “lienzo” del sanatorio que desencadena ron en una suerte de cosmogonía letrista, y legó para la posteridad un “libro de piedra” sobre una es tructura de 180 metros de exten sión por una altura media de 120 centímetros.

Esta constelación lúcida, cuya primera escala está dada por la grafomanía de Fernando Oreste Nannetti en el sanatorio de Vol terra, hoy inhabilitado, va a te ner su correlato importante en 1986, cuando el compositor ita liano de avantgarde Piero Milesi (1953 - 2011) graba su disco ti tulado The Nuclear Observatory of Mr. Nanof (El observatorio nuclear de Mr. Nanof), banda sonora producida por el sello

independiente estadounidense Cuneiform Records. El disco tie ne el objetivo de adentrarse en el mundo de Nannetti, en su ob servatorio particular, compues to por antenas, torres, aviones y otras señales que el huésped del sanatorio, como receptor de envíos de energía o piloto de un sueño convulso, tuvo como an clajes y vías de comunicación con su propia y doblegada reali dad. Y es en ese sentido que en tiendo el término nuclear: como el centro de algo, aquello que es primordial, lo que es lo más im portante de alguna cosa.

El trabajo de Milesi indaga, vía el minimalismo sónico, en el gra ffiti de la pared, pero también en el de la mente de su autor. El compositor y arreglista milanés traza un mapa etéreo de aquello

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que Nannetti vio y plasmó en el muro del hospital. Este último había materializado una serie de jeroglíficos, un sistema de signos de dirección múltiple, más cer cano a la escritura cuneiforme o al alfabeto cirílico, y que captaba su cerebro a través de un sistema mental de carácter telepático. Él leía esos mensajes que arribaban a una conciencia dispuesta a oír tales claves y que luego transcri bía de manera concienzuda. De una actitud parecida a esta últi ma se debió haber arropado Mi lesi para realizar el trasvase del texto fijado en piedra a las pis tas musicales. Como una suerte de decantador sónico, Milesi se apropió de modo conveniente de la esencia y el propósito de la vo luntad de tallador iniciático que parecía poseer a Nannetti.

Aunque Pier Nello Manoni ya había dado a la luz el 2002 un vi deo titulado I graffiti della men te, con el que intenta perfilar la vena performática de Nannetti como forjador de un lenguaje nuevo, la tercera estancia a la que deseo referirme y con la que cierro circunstancialmente esta triada de unificaciones creativas, va a darse con la publicación del poemario Nanof (2019) de Enzia Verduchi (1967). La escritora ro mana afincada en México parte del observatorio musical de Mi lesi para forjar su poemario, pero al hacerlo se inmiscuye en los entresijos de la locura de Nanne tti. Así como Milesi había auscul tado el enorme muro tatuado en Volterra, ella lo hace con el disco del primero para intentar desma dejar el laberinto del huésped del sanatorio, y, de paso, apropiarse de su percepción futurista.

Volterra es el vasto territorio de la mente, el espacio sideral al que Nannetti vio como la piel de una criatura sobre la cual dejar una huella o en la que resulta indis pensable adentrar un punzón para hallar su identidad extra viada. Pero ese muro es, también, una embarcación en alta mar, una herida que nos conmueve e identifica, tal como lo poetiza la misma Verduchi: Aquí estuvie ron, pisaron la tierra húmeda y asistieron / en fila india a la fiesta de san Justo, patrono de Volte rra / Suyas fueron las risas y las

cintas de colores en el pelo, / los alumbramientos / Nuestro el lar go pasillo al quirófano, el olor su purante / en la piel, el enjambre de moscas alrededor, el aullido / por la abstinencia y la ceguera. Las costras, los sueños, / los tajos, los errores son nuestros. Nuestros los nombres, / los caminos ceñi dos de la colina, las lágrimas, la torpeza. / Somos “los de adentro”, a un paso de estar / a tres metros bajo tierra dando carcajadas de hiena, / los alienados, los podri dos de la mente, los distintos, / los anímicamente desmembrados.

“Nanof”. (Vaso Roto, México
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Poemario.
2019)

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