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Opinión
Álvaro Picardo Nieto Ingeniero de Montes
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Una estrategia sin gran repercusión práctica
La Estrategia Forestal Europea es formalmente el principal instrumento de política forestal de la Comisión Europea, aunque su relevancia real y práctica es bastante escasa. Así lo demuestran los parvos resultados de las versiones anteriores de la Estrategia, aprobadas en 1998 y en 2013, que fueron evaluadas en 2005 y 2018, y desarrolladas a través del Plan de Acción Forestal Europeo (20072011) y del Plan Forestal Plurianual (MAP, 20152020). Mayor influencia y repercusión práctica tienen otros instrumentos vinculados a diversas políticas con efectos sobre los terrenos forestales, como los reglamentos de Desarrollo Rural de la Política Agraria Común (PAC), que financian las ayudas forestales; las directivas de conservación de la biodiversidad y, en breve, la ley y los reglamentos de cambio climático, que en los próximos años pueden tener una influencia decisiva sobre los montes españoles.
Una estrategia controvertida
La nueva Estrategia Forestal para 2030, publicada por la Comisión el 16/07/2021, es una iniciativa vinculada al Acuerdo Verde de la Comisión presidida por Ursula von der Leyen, adoptado en diciembre de 2019, que constituye una de las seis prioridades políticas para 2024. Su impulso ha sido asumido por el vicepresidente, el socialista holandés Frans Timmermans. Muestra de la controversia generada es que otras altas instituciones de la Unión han reaccionado emitiendo sus propios dictámenes sobre la Estrategia, lo que no había ocurrido en ediciones anteriores. A la reacción de las asociaciones europeas de gestores forestales, emitida el 04/10/2021, mediante la Declaración de Viena1, en línea con la posición conjunta del sector, del 23/06/20212, sucedieron las Conclusiones del Consejo de la Unión
1 Ver Declaración de Viena de los gestores forestales europeos, del 04/10/2021, en: https://www.cepf-eu.org/news/new-eu-foreststrategy-criticised-forest-owners-conference-vienna 2 Ver la Posición Conjunta del Sector Forestal Europeo sobre el Borrador de la Estrategia, publicada el 23/06/2021, en: https://www.cei-bois. org/_files/ugd/5b1bdc_e4417205c2b74a6086522502955ee235.pdf Europea3, publicadas el 15/11/2021, que cuestionan la falta de equilibrio entre los tres pilares de la sostenibilidad en la Estrategia, la falta de consideración a la diversidad de condiciones entre regiones y países, y la pertinencia de que los estados y regiones deban elaborar nuevos planes estratégicos. El 8 de diciembre de 2021, el Comité Económico y Social Europeo emitió un dictamen propio4, en el que se destaca la pérdida de oportunidades en cuestiones económicas y sociales de la Estrategia, se insiste en el principio de subsidiaridad y, ante las implicaciones poco claras que tendría, se solicita una evaluación del impacto de las medidas propuestas. Finalmente, el Parlamento Europeo prepara otro dictamen, vinculado a la Resolución previa de 08/10/2020. Y en el pleno del 29/04/2022, el Comité de las Regiones espera aprobar su posición, a partir de la ponencia redactada por el valenciano Joan Calabuig Rull, del Comité NAT. A nivel nacional, diversas comunidades autónomas y Juntos por los Bosques han manifestado una posición común reclamando una reorientación y un mayor consenso en la política forestal europea.
Una estrategia poco participada, carente del necesario consenso
Lo cierto es que se trata de un documento que no ha conseguido el imprescindible consenso en sus orientaciones estratégicas y que ha roto los valiosos equilibrios de sus versiones anteriores. El supeditarla de facto a la Estrategia Europea de Biodiversidad carece de justificación y está en el origen de la controversia. Además, ha recibido numerosas críticas por la escasa participación de estados, regiones y organizaciones sectoriales en su elaboración, cuyas demandas previas no fueron adecuadamente atendidas. Su redacción refleja ciertas inconsistencias e incluso incoherencias por la diversidad de redactores. Por primera vez, su elaboración no se ha confiado a la Dirección General de Agricultura, sino que ha estado coordinada por el gabinete del vicepresidente, con aportaciones de tres direcciones generales (medio ambiente, agri-
3 Ver Conclusiones del Consejo de la UE, del 15/11/2021, en: https:// www.consilium.europa.eu/es/press/press-releases/2021/11/15/ council-adopts-conclusions-on-the-new-eu-forest-strategyfor-2030/
4 Ver Dictamen del CESE, del 08/12/2021, en: https://www.eesc. europa.eu/en/our-work/opinions-information-reports/opinions/ new-eu-forest-strategy-2030
cultura y cambio climático). Incomprensiblemente, se ha prescindido de consultas al Comité Forestal Permanente, en el que la Comisión se coordina con los Estados. En un momento crucial para las políticas forestales en Europa, por la intensificación de las demandas sobre los terrenos forestales desde diversos ámbitos, y en particular de las presiones de los conservacionistas en materia de biodiversidad y cambio climático, considero que la Comisión no ha estado a la altura y ha actuado de manera precipitada, trasladando unos criterios no bien asentados, a partir de unas premisas que no son válidas para el contexto europeo o directamente infundadas. En mi opinión, se parte de un cuestionamiento de que los principios de la gestión forestal sostenible sean válidos para dar respuesta a las crecientes demandas en materia de conservación de la biodiversidad y el paisaje, de intensificación del uso público y sobre todo de incremento de los sumideros forestales de carbono y del abastecimiento a la industria con productos forestales, en un contexto de apuesta decidida por la bioeconomía y lucha frente al cambio climático. Y las propuestas que se formulan no responden a los auténticos retos y desafíos a que se enfrentan los espacios forestales europeos, las administraciones gestoras y los agentes del sector, ni van a dar respuesta a la diversidad de las demandas sociales planteadas. La incuestionable necesidad de una gestión multifuncional, en un continente en el que la práctica totalidad del territorio ha sido fuertemente intervenido durante milenios, no puede llevar a una segregación de funciones entre zonas productivas, áreas de conservación y áreas de uso público, como algunos querrían. Es imprescindible apostar por la integración de usos y funciones, desarrollando la planificación forestal. Y, como bien afirma el Consejo Económico y Social Europeo, si se desea incrementar los servicios ecosistémicos, antes llamados externalidades de los montes, es imprescindible contar con sistemas de retribución adecuados, hasta ahora prácticamente inexistentes. Es razonable la llamada a una selvicultura más próxima a la naturaleza y podría alcanzarse un consenso sobre la protección estricta de los restos de bosques maduros existentes, siempre y cuando los gestores forestales recibieran apoyos financieros que compensen el lucro cesante; pero lamentablemente no se plantean medidas realistas en ese sentido. El colectivo agrario en toda Europa ya ha demostrado que no está dispuesto a repartir los fondos de la PAC, con aquiescencia de todos los estados miembros.
Los sistemas forestales europeos son muy diversos y su configuración depende de los criterios de cada gestor; pero en todo caso distan mucho de ser sistemas naturales primigenios. El acierto de una estrategia estriba en ser capaz de promover y respetar la diversidad. Fotografía de una dehesa y una mancha separadas por una cerca en el término municipal de Deleitosa (Cáceres)
La iniciativa más mediática, de plantar 3.000 millones de árboles antes de 2030, puede ser una notable oportunidad para algunas regiones de nuestro país, donde todavía hay extensas zonas desarboladas y con problemas de erosión; pero desvía el foco de la imperiosa mayor atención y cuidados a los bosques existentes y a los procesos de regeneración natural por cambios de uso. En conclusión, considero que es una oportunidad perdida, en un momento de imperiosa necesidad de instrumentos que doten de coherencia a las diversas políticas europeas con efectos sobre los bosques y el sector forestal. Los debates han de continuar. Esperemos mayor consenso y acierto en futuras decisiones. s
Nuevos tiempos, nueva estrategia forestal en la Unión Europea
Félix Romero Cañizares Director General de Medio Natural y Biodiversidad Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha
La nueva Estrategia de la UE en favor de los Bosques para 2030, llega en un momento necesario y oportuno para reposicionar el valor de los bosques y del sector forestal en el modelo económico y social europeo. Dicho de otro modo, tras esta estrategia, los bosques y todo lo que les rodea, están llamados a jugar un papel más relevante en nuestro modelo económico y social post-pandemia. El propio Pacto Verde Europeo reconoce el papel fundamental de los bosques para una UE moderna, neutra en carbono, eficiente en el uso de los recursos, competitiva y socialmente justa. Por ello, parece obvio esperar que esta nueva estrategia, que viene apadrinada por dicho pacto y que cuenta sin mayores disonancias con el respaldo del Parlamento Europeo, del Consejo y del Comité Económico y Social Europeo, permita elevar lo forestal a un estado más acorde a su importancia para el conjunto de los europeos. No en vano, la superficie forestal europea representa el 43,5 % de la superficie de la UE. En este contexto, no solo viene a renovar la Estrategia Forestal de 2013, sino a plasmar lo que, durante décadas, desde distintos enfoques del sector y de la sociedad civil, se ha venido demandando a favor de los bosques y del sector forestal. Y aunque su carácter no legislativo hace que por sí sola no convierta al sector forestal y a los bosques en una cuestión central de las políticas europeas, su impulso a una mayor coordinación entre las políticas forestales de los Estados miembro hacia una visión de los bosques más próxima a la naturaleza, reforzando su papel en el cambio climático, en la conservación de la biodiversidad y en la bioeconomía, la hace transformadora. Con todo, debemos medir bien las expectativas, pues los logros conjuntos van a depender enormemente del compromiso de las partes y, en la misma medida, de los recursos que la Comisión ponga encima de la mesa y sepa incentivar, y en esto se necesita mejorar claramente. Por ello, en el aspecto económico-financiero es especialmente interesante la reflexión que la Comisión Europea hace sobre el escaso uso que los Estados miembros hacen hasta la fecha de los fondos de la PAC en favor de los bosques y del sector forestal. Resulta alentador que la Estrategia ponga el acento en la importancia de incidir en los planes estratégicos de la PAC para el periodo 2023-2027. No en vano, la propia Comisión ha remitido a los Estados miembros sus recomendaciones, recalcando la importancia de una mayor participación del sector forestal en el desarrollo de los planes estratégicos de la PAC a nivel país, aspecto que considero capital para una mejor financiación de la gestión del medio forestal en el nuestro. Y, sin duda, en este sentido es muy bienvenido el compromiso manifiesto de la Comisión de prestar especial atención a las medidas relacionadas con los bosques en el marco de la nueva PAC, por su importancia a la hora de cumplir los objetivos climáticos y de biodiversidad de la UE. En línea con la mejor financiación de la gestión forestal, esta nueva estrategia es especialmente ilusionante, aunque no por ello menos retadora, por su
apuesta en el valor de los servicios ecosistémicos, aspecto también identificado como prioritario en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Mileno, y también por reconocer la necesidad de motivar en esta tarea a propietarios y gestores. Por otro lado, ya sabemos que no hay estrategia efectiva sin información precisa y actualizada. De ahí que resulte relevante el objetivo que la estrategia se marca para mejorar la información y el intercambio entre expertos, tras reconocer que la información sobre el estado de los bosques de la UE, sobre su valor social y económico, sobre las presiones a las que se enfrentan y sobre los servicios ecosistémicos que prestan, es incompleta. Sin duda serán muy bienvenidos los esfuerzos para mejorar la coordinación y las herramientas comunes en todo lo que se refiere a la observación de los bosques, la presentación de informes y la recopilación de datos para un seguimiento forestal consistente e integrado a escala de la UE. Creo también destacable la propuesta de creación de una asociación europea de ciencias forestales y de una agenda de investigación e innovación para reforzar conjuntamente con los Estados miembro las investigaciones y las prioridades futuras para la silvicultura y el sector forestal. Y, por último, algo muy pertinente: el impulso a los servicios de asesoramiento forestal en los Estados miembros, equivalentes a los servicios de asesoramiento en agricultura. En definitiva, durante la próxima década, en ese horizonte 2030, estamos abocados a un salto cualitativo en la manera de compatibilizar la coexistencia de instrumentos normativos y financieros, y en la participación del conjunto de la sociedad para movilizar y sacar el mayor potencial de los ecosistemas forestales. Creo que la nueva Estrategia viene claramente a reforzar ese impulso que, por otro lado, se ha venido reclamando a voces desde el sector. Esta estrategia ha de potenciar definitivamente el uso de los productos forestales, valiosos para el almacenamiento de carbono, la economía circular, la biodiversidad y el valor de los servicios ambientales de los bosques. Y también es la estrategia con la que esperamos diversificar las economías locales y el empleo en las zonas forestales, algo que es de especial valor en el contexto de la despoblación que sufrimos en estas áreas de nuestro país. Por todo ello, yo no quiero ser crítico con la nueva Estrategia, que apunta claramente a la coordinación y a la acción conjunta de todos los actores, desde propietarios y gestores a la industria y la sociedad civil; más bien le doy la bienvenida con los brazos abiertos. Solo espero que nos oriente para que entre todos podamos construir un mejor modelo de financiación para la gestión y conservación de nuestro medio natural, en especial para esa gestión forestal sostenible y esa puesta en valor de los servicios de los ecosistemas forestales con los que seguimos estando en deuda como sociedad. Todo ello para que redunde en beneficio de los bosques, de la biodiversidad y del sector forestal de la Unión Europea. s