Revista Mythos 48, Iván García Guerra

Page 1

Revista Literaria Trimestral. A単o XI. Enero 2011. No.

Revista de Arte y Literatura

48


Revista de Arte y Literatura


Revista de Arte y Literatura


M

i primer encuentro con la cultura oriental llegó -como llega todo lo bueno- por azar. Todavía no puedo precisar quien dejó tirado en casa de mis padres un voluminoso tomo del Shogún de James Clavell, que para ese entonces, cuando leía al margen de fetichismos, devoré con fervor. Al cabo de un tiempo sólo podía recordar que el autor era un tipo inglés y que algunas escenas eran especialmente crueles e inolvidables. Ahora que deseaba recordarlo, y que gracias a Dios hay Internet, pude refrescar la memoria sobre los detalles de esa obra que lograron que me impresionara tanto aquella vez. Una de esas estampas que permanecieron imborrables a través de todos estos años, consistía en que hervían en aceite a unos prisioneros, un salvajismo que me afectó de tal manera que salí a buscar al único japonés que conocía, el sensei que le daba clases de karate a mis niños pequeños, y lo acusé de pertenecer a una raza de bárbaros y desalmados. Acusación que luego me di cuenta no dejaba de ser una prueba de que la escasa historia sangrienta de la humanidad que manejaba en esos días probablemente se limitaba a la crueldad de los conquistadores en contra de los nativos del nuevo mundo, realidad que los historiadores de entonces nos presentaban después de haberla pasado bastante, por agua tibia. Cuando el caso del sensei, vamos a decir en los ochentas, los años en que los cineastas recién comenzaban a obsesionarse por terminar con nuestra edad de la inocencia y mostrarnos en 2

pantalla la crueldad de las antiguas y recientes guerras y holocaustos; ya tenía en mi haber un par de títulos universitarios en carreras que tenían en ciclo básico la historia, local y foránea, pero soy de los que creen que no se aprenden las cosas cuando se memorizan fechas y nombres para pasar una prueba, sino cuando la curiosidad y el interés se apoderan de tu espíritu y caes en la vorágine sin fin de querer saber más. Pero no hay que salirse del tema, justificando con mi ignorancia histórica el excesivo efecto que me hicieran unos simples mortales fritos; lo extraño fue que después de la barbarie y a medida que leía, el autor me fue enamorando de la mentalidad y las costumbres del Japón, y el sensei a su vez, de las artes marciales y las artes culinarias, pues resultó ser un excelente chef a cargo de un restaurant que todavía evocan con nostalgia los paladares de mi familia muchos años después del regreso a su país. James Clavell (1924-1994)

(Incluyo fechas no para ponerme seria, sino para mostrar cuánto de nuestra propia Era pasamos por alto) era el inglés –y australiano- aquel, que escribió este libro en 1975 cuando ya estaba nacionalizado americano y se había radicado en Hollywood, para

convertirse en un exitoso escritor de novelas y guiones cinematográficos que le permitió llevar todas sus obras a la pantalla. Las hazañas en el siglo XVI de un famoso explorador inglés por las tierras de oriente y su relación con las cúpulas del poder más la propia experiencia del autor como prisionero de guerra en Oriente, le dieron el carácter de obra maestra a esta excepcional novela de la que se han hecho varias versiones para el cine y la TV. Después de Shogún, y después de Seda, otra de mis novelas favoritas ambientada también en Japón y publicada por el italiano A. Baricco en el 1996, no me había regalado el azar el encuentro con la elegancia, el misterio y la sutileza de la literatura nipona, hasta hace poco. Había probado, como un caramelo, algunos cuentos de Kawabata (1899-1972) del que se hicieron buenas traducciones para occidente después de conseguir el Nobel en 1968, pero leer de Japón propiamente, desde la intimidad de su literatura, no fue hasta ahora con una novela de Yukio Mishima Revista de Arte y Literatura


(1925-1970), y otra del contemporáneo Kyoichi Katayama (1959), llegados hasta mi gracias a la revolución mediática que nos ha tocado vivir y al empeño de algunos amigos que tienen el hobby de pescar joyas literarias explorando librerías adondequiera que llegan. Música de Mishima, es una novela y un tratado sicológico sobre la mentalidad femenina, es el estudio de una paciente incapaz de escuchar la “música”, una mujer indiferente a los “instrumentos musicales”. Lo primero que asombra en ella es la capacidad del autor para meterse en el tema como si fuera un experto especialista. Su habilidad para citar las principales teorías sicológicas de los estudiosos de todo el mundo demostrando conocerlas a fondo, al igual que cita las obras literarias que han tratado el tópico de las barreras físicas que se interponen en la consumación del amor. Esta obra se apodera del interés del lector y no hay duda de que la escribió un privilegiado. Tiene también algunas ideas que pueden resultar chocantes, por ejemplo, el desprecio notorio conque describe los escenarios de la clase baja, y cómo pobreza e indignidad son la misma cosa para el personaje principal, y cómo le carga todas las culpas –perdiendo veracidad en el intento- a un sólo y despreciable personaje. Sin embargo es una historia que despierta gran curiosidad narrada por un maestro de la filosofía y la lírica. Si la novela llama la atención más lo hace la vida del autor, un hombre empeñado en que Japón mantuviera sus antiguos modos basados en el honor, la organización y la subordinación del interés individual al interés colectivo, que por lo regular venía dado por los designios del emperador. Pero su empeño consistía en aferrarse a un pasado ya ido, estando la sociedad japonesa tan permeada por los extremos de la mentalidad occidental. Dejó una extensa obra antes de cometer suicidio a los 45 años. Otra vez genio y delirio en un mismo individuo. Un escritor de Revista de Arte y Literatura

tantos recursos que incluso tan joven fue considerado para el Nobel el mismo año que se lo dieron a su paisano Kawabata. El hombre tenía la sangre de samurái, y en un acto público con la ceremonia tradicional entregó la vida como protesta. Parece que los japoneses traen en la genética la inclinación a inmolarse por el shogun o el emperador o por la causa que lo amerite. Lo mismo hizo Kawabata pero cuando ya tenía más de 70. Como broche de oro los invito a leer a uno que sí está vivito y coleando, no dejen de acompañar a Katayama en su Grito de amor desde el centro del mundo, obra donde nos presenta a una joven pareja separada luego por la muerte, que pretende estrenarse al visitar una isla deshabitada, donde el personaje, discreto y enamorado aprendiz de Tenorio que se siente apocado, no dejará entrar como testigo, más que a quien sea capaz de usar su imaginación. Verán que Katayama merece ser leído y es probable que merezca que un día le entreguen también el Nobel. Esperemos que antes no le dé por hacerse el haraquiri. En fin, que es muy probable que mi creciente entusiasmo por la literatura japonesa, que espero contagiar a quienes lean estas líneas, tenga mucho que ver con Daniel… mi hermano newyorker, bibliotecario, lector tan fiebrudo que fue por libros, según supimos, la única protesta de la mujer en la luna de miel. Es el primer sospechoso de haber dejado tirado en la sala de mi mamá, recién publicado en los ochentas, una voluminosa edición en español del Shogún, una versión que por cierto trajo mutilado un manual de técnicas sexuales japonesas que luego supe era parte de la versión en inglés. Así que gracias a Daniel y gracias al azar por los grandes momentos disfrutados con la sutileza y el misterio de la prosa japonesa al tratar sus temas recurrentes, la soledad, la angustia ante la muerte y la atracción por la enmarañada sicología femenina.

Revista

Enero 2011. Año XI. Número 48 Re­vis­ta Tri­mes­tral. Fun­da­da en San­tia­go de los Ca­ba­lle­ros. No­viem­bre de 1999 Directora: Ro­sa Ju­lia Var­gas Comité editorial: Bruno Rosario Candelier, Luis Beiro, León David, Manuel Mora Serrano, Al­ta­gra­cia Pé­rez Al­mán­zar, Carmen Comprés y Fausto Leonardo Henríquez. Redacción: Fiordaliza Taveras Arlyn Abreu Portada: Auto retrato de Iván García Di­se­ño y diagramación: Marleny Genao Edma’s Grafics / 809-226-5580 Impresión: Editora Nani Co­la­bo­radores de los primeros números: • Bruno Rosario Candelier • Nelson Julio Minaya • Güido Riggio Pou • Julio Adames • Juan Luis Guzmán • Manuel Llibre Otero • Pura Emeterio • Máximo Vega. Myt­hos re­ci­be con apre­cio la co­laboración de es­cri­to­res y grupos literarios y se re­ser­va el de­re­cho de pu­bli­car aque­llas que con­si­de­re opor­tu­nas. VENTAS: Li­bre­ría La Tri­ni­ta­ria Ar­z. Nouel esquina Jo­sé Re­yes, Santo Domingo. Cues­ta Cen­tro del Li­bro Su­per­mer­ca­dos Na­cio­nal. San­tia­go Tienda Centro León Av. 27 Febrero, No.146, Santiago

E-Mail: myt­hos­re­vis­ta­@hot­mail­.com

Edición Digital http://issuu.com/revistamythos • Te­l.: 809-971-0094 • San­tia­go 3


Contenido

La Pintura de María Aybar

18

Lo Secreto, cuento de María Luisa Bombal

29

Biografía de Iván García G.

6

Sueños y realidades por Ivan García G.

8

La narrativa de IGG por León David 11 Poesía de Iván García G. 13 Cuento de Iván García G. 14 Opiniones sobre Ivan García G. 15 Un monólogo de Ivan García G. 16 Apología de las palabras, Juan C. Mieses 24 Dudas en el uso de algunas formas... por Domingo Caba 27 Antología de Dramaturgos 31 Lo que pasó 33



Biografía

N

acido el 26 de Febrero del 1938, en San Pedro de Macorís, República Dominicana. Se inició como actor en el teatro en el 1955 con “El gran teatro del mundo” en el papel de “El pobre”. Desde entonces se ha mantenido activo. Ha sido aplaudido, además, por sus caracterizaciones protagónicas en “El divino impaciente”, “Un sombrero lleno de lluvia”, “Un tal Judas”, “Se busca un hombre honesto”, “Entre alambradas”, “Esperando a Godot”, “Edipo rey”, “Duarte, fundador de una república”, “Rashomón”, “La Ópera de tres centavos”, “Espigas maduras”, “El león en invierno”, “Entre Dios y el diablo”, “Mistiblú”, “Largo viaje del día hacia la noche”, “Las alegres comadres de Windsor, “En casa de Romeo, Julieta de palo”, “La controversia de Valladolid”, 6

Iván “Interioridades”, “El flautista de Hamelin” “Amadeus”, “Canción de navidad”, “¿Qué tiene de malo?”, “Evita”, “Eva Perón”, “La bella y la bestia”, “Las brujas de Salem”, “El beso de la mujer araña”, “Carta a Trujillo”, “Réquiem para la noche de un viernes”, y en más de otros 200 personajes, la mayoría protagónicos. Sus experiencias teatrales comprenden, además de todas las técnicas escénicas, la actuación, la dirección, la dramaturgia y el profesorado. La primera obra dirigida por él fue “Julio César” de William Shakespeare, en el año 1958. Y su primera creación dramática, “Más Allá de la Búsqueda”, estrenada en el 1er. Festival de teatro dominicano, celebrado en Bellas Artes en el 1963. Ha sido ganador de numerosos premios como actor, director y dramaturgo. Entre ellos destacan los “Premio Nacional de Teatro Cristóbal de Llerena”, concedidos a sus “Andrómaca” y “Memorias de Abril” (2002), un “Dorado”, siete “Casandra” y varios “Talía de plata”. Ha recibido de la Presidencia de la República la “Condecoración de la Orden Juan Pablo Duarte” y el “Reconocimiento a la excelencia profesional” en su primera edición. En el año 2002 fue exaltado al “Círculo supremo de Plata”, de “Jaycee´s International”, y ha sido merecedor del “Premio internazzionale Lumiere 2002”, por su trabajo de por vida en pro del Teatro. Ha publicado cuatro libros que recogen algunas de sus piezas: “Más allá de la búsqueda”, “Teatro Iván García Guerra”, “Andrómaca” y “Retratos de una guerra”; más un libro de cuentos “La guerra no es para nosotros”, y “Antología narrativa”, que reúne treinta y un cuentos

seleccionados de sus colecciones “Mientras el alba no llegaba”, “El ocaso de Piscis”, “Cuentos de la esperanza escondida”, “Semana Santa”, “La guerra no es para nosotros”, “Trilogía”, “Siglo Veinte” y “El gran cuento”, autobiografía en siete partes. También una obra alrededor de la historia dominicana: “Peregrinaje”, traducida al inglés y editada en ambos idiomas. Algunas de sus obras teatrales y sus cuentos han sido recogidos en antologías españolas, argentinas, mexicanas, venezolanas y alemanas. En la actualidad se encuentran en proceso de publicación sus libros: “Manual de actuación”, “Manual de dirección”, “Manual de dramaturgia”, “Historia del teatro mundial”, “Historia del teatro dominicano”, “Historia inferida de la actuación”, un “Diccionario enciclopédico del teatro dominicano”, una selección de nuevos textos para teatro, y “Teatro en verso y versos teatrales”. También una antología poética: “Gritos y meditaciones’. Son sus principales obras teatrales: “Más allá de la búsqueda”, “Don Quijote de todo el mundo”, “Un héroe más para la mitología”, “Los hijos del Fénix”, “Fábula de los cinco caminantes”, “Los tiranos”, “Interioridades”, “Andrómaca”, “Soberbia”, “Solitud”, “Un puente a la esperanza”, “Entre la paz y la paz”, “Natifixión”, “Siglo XX”, “Vivir, buena razón”, “Memorias de Abril” y “Otros retratos”. Algunas de éstas han sido presentadas tanto en Latinoamérica, como en los Estados Unidos y Europa. Fue el fundador del Teatro de la Universidad Católica Madre y Maestra, donde impartió clases de Actuación y Gramática Española durante los años 1966 y 1967. Revista de Arte y Literatura


1 1. 3 años (1941)

2 2. Iván García, su esposa Frances y sus 4 hijos

En el 1968 y 1969 dio clases de Español y de Literatura Latinoamericana en el “Colegio de Oswego” de la Universidad del Estado de Nueva York. Durante diez años fue profesor de Cultura y Arte en el “Instituto Yodi”. En el 1994 y 1995, catedrático de Creatividad Publicitaria en la Universidad Iberoamericana (UNIBE). En el momento de la reforma de la “Escuela de Arte Dramático” de Bellas Artes fungió como Director y desde entonces se desempeñó como profesor de Introducción al Teatro, Actuación, Dirección Teatral, Montaje, Dramaturgia, Expresión Oral y Dominicanidad. En el año lectivo 2001/2002, luego de su jubilación como Servidor Público durante 47 años, fue profesor invitado de actuación del 2do. Nivel. Durante el período 20012002 dictó cátedra de Teatro y Sociedad en el “Instituto Superior de Bellas Artes”. Desde 1995 hasta el 2002, fue profesor de Actuación, Dirección y Producción Teatrales, Montaje, Dramaturgia, y Director del Departamento de Arte Dramático del “Instituto de Cultura y Arte de Santiago”. Además ha impartido numerosos cursillos de Actuación, Dirección Teatral y Dramaturgia en los clubes de Santo Domingo, en la Sala de la Cultura del Teatro Nacional, en el Instituto Cultural Dominico Americano, y en Casa de Arte y el Gran Teatro Cibao de Santiago. Durante tres años (1999/2001) dictó charlas sobre Teatro Dominicano para el “Programa para Estudiantes Extranjeros” en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). En el año 2004 participó como actor en los filmes “Dreaming of Julia” (“Cuba Libre”), “The lost city”, “Los locos también piensan”, “La maldición del padre Revista de Arte y Literatura

3

3. Boda de sus padres Estela Guerra y Toribio García

Cardona” y “Mi novia está de madre”. Ha sido Director del “Teatro Bellas Artes” en cuatro ocasiones. Ocupó durante dos años el puesto de “Director Nacional de Drama”, de la “Secretaría de Estado de Cultura”. En la actualidad es Asesor artístico y cultural de la “Fundación Juan Bosch”, Director de eventos culturales de la “Biblioteca nacional Pedro Henríquez Ureña”, Miembro de la “Academia Dominicana de la Lengua”, Miembro del “Consejo Nacional de Cultura”, y Profesor de Drama en “St. Michael’s School”. En Marzo de 2010 recibió el título honoris causa, “Magister Populis”, por parte de UTESA, “Universidad Tecnológica de Santiago”. Dentro de su compromiso moral frente al pueblo dominicano, participó en el “Movimiento 14 de Junio” y posteriormente en la “Agrupación Política 14 de Junio”. Estuvo involucrado en la conspiración para el derrocamiento y muerte del tirano Trujillo. Participó en la contienda bélica conocida como “La Guerra de Abril”. Desde entonces ha permanecido fuera de organizaciones partidistas, aunque se mantiene solidario y activo con los movimientos patrióticos y las causas que considera justas. Está casado con Frances Brenes Guridi, con quien ha procreado cuatro hijos: Lakshmi, Surya, Buddhanjali y Ramakósmiko, quienes, hasta el momento le han regalado cinco nietos: Liam, Vincent, Isabella, Enya y Federico Iván.

4

4. Boda de Iván García y Frances Brenes

Adolescente (1953)

Joven (1964) Adulto (1974)

7


Iván García Guerra

Sueños y Realidades 8

Palabras con que el autor pronunciara su autobiografía estética en la Ceremonia de Concesión del Honoris Causa “Magister Populis” de la Universidad Tecnológica de Santiago.

C

reo que desde que nací me dio por soñar!... Esto quizás por una deficiencia genética o adquirida, o quien sabe si como la manifestación de una estructura humana no muy usual. Aparte de las posibles causas, lo que importa, la realidad de mi existencia es, que nunca he logrado zafarme de ese defecto o esa virtud. Todavía el noviecito del vecindario, el rubio principito, el mimado, tranquilo y taciturno hermoso niño de risa cristalina y contagiosa que a todos desarmaba, incluidos los miserables, ya decían los mayores: “¡Pobrecito, “vavancho!, no es más que un soñador, ¡quiera Dios protegerlo siempre!” Y eso ni lo entendía ni me importaba mucho. Supongo que porque tuve un universo interno en el cual, aunque en esa primera época pequeño, hubo espacio amplio y hermoso para toda la vida que en esos felices días era capaz de comprender. ¿Qué elementos había allí, además de obvias niñerías? Un jobo, rosas, un “ponseré” y montones de azucenas, podían identificarse en el patio del abuelo. Luego se complicaron las cosas; crecieron, digamos. Desde San Pedro de Macorís nos mudamos a la Capital. Todo indica que la supervivencia se había puesto difícil por allá. Y ante mis ojos inocentes o más limpios para reconocer la verdad el asunto se puso más difícil. Pasamos mal algunos años, sin duda. Recuerdo detalles sueltos que mi edad no me permitía calar

en su justa dimensión: cambiar enseres personales por pollos; mi madre cocinando a la intemperie; no tener dinero para zapatos, lo cual gracias a Dios, inició mi costumbre de andar en sandalias, hasta el día de hoy. De calles vacías y tranquilas me zambullí sin transición en una ciudad repleta que celebraba el centenario de la independencia: carnavales, desfiles militares, retretas, toda una parafernalia que en oídos nuevos parecía un escándalo y que, ante la contaminación ambiental de hoy, comprendo como apenas un silencio menos notorio que el de mi pueblo natal. Lo de atrás quedaría tan solo como un hermoso recuerdo. Supongo que de alguna manera me acostumbré al cambio; pero, lo que tengo por cierto es que exploré otras llanuras de mi onírico protector orbe interno y, si podían caber algunas dudas para los demás, entonces se diluyeron: “¡yo era un carajito raro!”. Tenía cierta extraña habilidad para escucharme a mí mismo; lo cual disminuía la capacidad para entender a los demás, decían. Mi padre, el doctor García, quien casi había llorado mi muerte por unas fiebres extrañas cuando apenas había cumplido un año, me trataba con tierno cariño, cierto profundo cuidado y un no muy revelado temor, porque pensaba, supongo, que yo era un magnífico proyecto de esquizofrénico. Ese obsesivo hacerle caso a mis cosas, que en esta tarde persiste, mis familiares de ahora lo consideran simple testarudez, y yo lo he cuadrado en persistencia. No me gustaba la escuela, y no porque no entendiera, si no porque simplemente me aburría; insistían en enseñarme asuntos en los cuales yo no reconocía ninguna

importancia y, sin embargo, aquello que me extendía y excitaba mi espíritu estaba completamente ausente. Recuerdo con mayor claridad la esfera de sueños de aquella época, el ambiente general que creaba mi mente virgen en aquel momento, había pasado a ser ya no el inicial patio del Abuelo si no un valle verde rodeado de azules, montañas, temperatura de amanecer y nunca un sol demasiado brillante. Lo identificaría mucho después con un encantador lugar en el camino hacia acá, Juma, Bonao. Aunque en mi valle las montañas eran más altas y podían estar nevadas. Todo allí sucedía pausadamente, y en el refugio de perros gatos, palomas y mariposas, vivía el jovencito inmerso en un ámbito de colores y sonidos e ideas... ¡Si, ya ideas!, aunque simples todavía. Había en casa una enciclopedia que se convirtió en mi castillo, en mi campo de estudio, en el refugio de mis sueños; no les quepa duda: de seguro leí completos varias veces los veinte tomos del “Tesoro de la juventud”. ¡Esa era la escuela que a mí me gustaba! Me empujó a una lectura incontrolable: Alexander Dumas, Víctor Hugo, José Enrique Rodó, José de Espronceda, Bécquer, ¡ay, Gustavo Adolfo!, demasiado, lo reconozco, para un adolescente. Luego llegarían los rusos Gogol, León Tolstoi, Fiódor Dostoievski, a quienes las colecciones en piel de Aguilar, desgraciadamente desaparecidas, me permitían leerlos completitos. Además, aprendí pintura, escultura, música y teatro y comencé a hacer lo que se convertiría en la actividad principal de mi existencia: actuar... Llegué a las puertas de la Universidad de Santo Domingo, Revista de Arte y Literatura


la cual todavía no era autónoma. Por presión familiar me había graduado en “Matemáticas” y me inscribieron en Ingeniería (era esa la profesión que dejaba dinero en aquel entonces); pero yo pensaba que la abogacía era más inocua o soportable y en las vacaciones estudié “Filosofía y letras” para poder entrar en la carrera de Derecho... Pero... era el final del 59, cuando la vida comenzó a ponérsele amarga a Trujillo; el año de la Invasión de Constanza, Maimón y Estero Hondo, seguido por la fundación del Movimiento 14 de Junio en los inicios del sesenta...Y de repente desperté al ansia de libertad, algo que de cierto aún no sabía que era. La universidad y cualquier otra pretensión pasaron a un segundo o tercer plano, o simplemente desaparecieron. El entorno de mi cielo de sueños había perdido importancia. En su contenido ahora tenía seres humanos no necesariamente con rostros identificables y, sobre todo, ideas que de alguna manera tenían que ver con la liberación: “la justicia que aprendía a luchar contra la ley”; “la compasión que se negaba a ser encasillada como idea política”; “la verdad que sabía liderar batallas para conservarse pura”, “el valor que aprendía a domeñar los miedos”; “el deseo de enseñar con el ejemplo”. La libertad o la necesidad de lograrla que ya para ese entonces estaba sembrada en cada rincón de mis sueños, ocupó casi todo el interés de mi vida... El espacio interior debía ser inmenso porque no se le veían los límites; pero estaba tan repleto y tan hirviente que ya hacia esfuerzos para desbordarse por todas partes. De repente comprendí, aunque no con absoluta consciencia al principio, que toda esa vitalidad no podía quedarse adentro donde acabaría Revista de Arte y Literatura

asfixiándose o sofocándome. Nada significaban si no eran compartidos. Y la dejé salir con fuerza y frecuencia crecientes. Allí estaba yo, como Dante Alighieri, “en el medio del camino de mi vida”, dedicado a tiempo completo a traer a la realidad mis ilusiones; comprendiendo ya para siempre que no hay nada de malo en soñar, si aprendemos y luchamos para traer nuestros sueños a la realidad. Esa fue mi guerra. Esa es mi guerra. Le presté mi cuerpo, y mi voz y mis fuerzas a los antiguos habitantes de mi interior y hombro con hombro conspiramos, agitamos, postergamos nuestros temores; actué, discurseé, escribí, enseñé o simplemente estuve presente donde mi consciencia me decía que debía estar... Y la vida me respondió cargándome con una energía que parecería inagotable; un irrefrenable deseo de amar y ser amado, y una megalítica voluntad de hacer el bien sin esperar respuesta. Uno de los beneficios colaterales fue que me libré de la amenazante esquizofrenia. Y desde entonces no ha habido tiempo para otra cosa, este trabajo harto difícil, pero esplendorosamente bello ha ocupado la

casi totalidad de mi vida. Mas debo ser sincero; perdonen la anterior frase hecha: “trabajo harto difícil”. No es verdad; uno habla de la dificultad para darse importancia. Créanme: he disfrutado mucho cada hora, cada minuto, cada segundo. Ahora, ya no puedo decir que tengo un mundo de sueños, porque me he dedicado como el mejor agricultor a sembrarlos en la realidad. Por supuesto como en la parábola bíblica algunas semillas cayeron sobre las piedras, otras no llegaron a convertirse en árboles adultos por problemas circunstanciales típicos de nuestra cultura, y las más fueron taladas inmisericordemente por la envidia; epidemia de amplia proliferación entre nuestros supuestos colegas. Pero he hecho lo que he podido y, quien sabe si más.


Mi vida teatral es harto conocida a través de más de doscientas cincuenta actuaciones y las numerosas obras dirigidas por mí. He publicado cuatro libros que recogen algunas de mis piezas teatrales, mas un libro de cuentos, y una antología que reúne treinta y un cuentos seleccionados de siete colecciones. También una obra alrededor de la historia dominicana, traducida al inglés y editada en ambos idiomas. Aparte de esto algunas de mis obras teatrales y mis cuentos han sido recogidos en antologías españolas, argentinas, mexicanas, venezolanas y alemanas. En la actualidad se encuentran preparadas para publicación los manuales de actuación, dirección teatral y dramaturgia; historias del teatro mundial y del teatro dominicano; una historia inferida de la actuación, un diccionario enciclopédico del teatro dominicano, una selección de nuevos textos para teatro, otra de teatro en verso y versos teatrales, y también una antología poética. Aquí y en el extranjero he dado charlas y dictado conferencias sobre los temas más variados: especialmente teatro; pero también sobre música, Mr. Peachum en La opera de tres Centavos de Brecht.

Sebastian en Espigas Maduras de Franklin Dominguez

10

mitología, historia, psicología, ¡sobre el amor!. Desde el 1960 he sido profesor de actuación, dirección teatral, dramaturgia, dominicanidad, expresión oral, discurso escénico, historia del teatro. He fungido como Catedrático: de Español, en la Universidad Católica de Santiago, antes de que fuera Pontificia; de Español y Literatura Hispanoamericana en la United States University, College at Oswego; de Creatividad Publicitaria en La universidad Iberoamericana (UNIBE), y de Teatro Dominicano en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y de Sociedad y Cultura en el fugaz Instituto Superior de Arte. ¿Qué no habré hecho yo? Y en casi todos los campos que he intervenido he obtenido premios. Incluidos reconocimientos del Ministerio de Bellas Artes, del Ministerio de Cultura y del Ministerio de la Presidencia. Pero algo me faltaba, Había tenido otro sueño que no sé cuando descubrí que se había diluido, y para no sentirme mal, trataba de convencerme de que lo importante era el trabajo cumplido y no el reconocimiento... Uno siempre trata de sentirse mejor. Pero hace algunas tardes aquella ilusión Máximo Gómez en el Hijo del Destino

Sholem Requiem para la noche de un viernes

irrumpió rediviva en mi existencia, con trompetas, bombos y platillos. Recibí una ultra sorpresiva llamada telefónica de Lincoln López, en la cual me comunicaba que el Consejo Directivo Universitario de UTESA recién me había concedido el título de “Magister Populi” en honor a mi trabajo de toda una vida. ¡Maestro del pueblo! ¿Qué más hubiera yo querido ser?, y además, el reconocimiento me era otorgado por una universidad de Santiago, la provincia que yo hace tiempo adopté en los predios de mi cariño y agradecimiento. Ahora... así lo sentí yo... se premiaban mis cincuenta años de enseñanza no titulada. Era reconocido el cumplimiento de mis auto-impuestos deberes, de mi respeto a los semejantes y a mí mismo; ahora se recompensaba la reputación impecable que nació de la honradez permanente; era éste el colofón a mis acciones multiplicadoras que ciertamente me trascenderán. Mi vida se redondeaba hasta parecer un punto conclusivo. Por eso, este 27 de Marzo en que celebramos el Día Internacional del Teatro, una de las grandes pasiones de mi vida, será recordado en lo que me quede de existencia una fecha más que memorable, imperecedera.

Seller en La Novicia Rebelde de Rodgfers y Hammerstein

El Hijo en Demasiado tarde de Ivan Garcia

Tayumaru en Rashomon de Akutagaua.

Gus en el musical Cats

Einstein Tu Puedes Docurama Interactivo Revista de Arte y Literatura


Algunos conceptos

acerca de la narrativa

del dominicano Iván García Guerra POR LEÓN DAVID Santo Domingo, Rep. Dom.

H

oy, cuando en nuestro país arrecia la más ingrata y nimia literatura y autores imperdonables fatigan en vano los recursos de la retórica, empecinados en ignorar que lo menos que se le puede exigir a quien ha sucumbido a la tentación de dar a la estampa sus ensoñaciones es que tenga la cortesía de ahorrarnos el hastío; cuando parece habernos abandonado definitivamente la sana tradición de la claridad, y hasta las más renombradas péndolas perpetran escritos plagados de trivialidades escandalosas y desconsoladoras languideces; cuando la moda del facilismo y el hábito de la improvisación prodigan textos cuya onerosa penuria imaginativa ninguna mente despejada dejará de advertir, no obstante quienes nos asestan escritos de tan deplorable catadura pretendan ocultar sus carencias acudiendo al desconsiderado expediente del sensacionalismo y la excentricidad; hoy, insisto, es poco cuanto cuidado se ponga al momento de escoger, entre el caudal abrumador de publicaciones nuevas que las casas editoriales colocan mes tras mes en las estanterías del librero, aquella excepcional y señalada que, en orden a sus galas de estilo, jugoso pensamiento y humano espesor, merece ser prestigiada con la lectura atenta y el lúcido y reverente recogimiento introspectivo. A este último y privilegiado linaje de escritos que el aficionado a las letras vernáculas no debe bajo Revista de Arte y Literatura

ningún concepto preterir pertenecen, si de apariencias delusivas no me pago, los relatos de apasionada alacridad que Iván García Guerra, haciendo alarde de una prosa decantada de desorden e impureza, de asertiva brusquedad a veces pero nunca huérfana de vis poética, insubordinado aliento y clarividencia casi intolerable, reuniera en su Antología narrativa 1958-1998, la cual, a poco se aventure en sus páginas el lector que, desechando las literarias baratijas en boga, busca en la obra de ficción algo más que entretenimiento huero, le obsequiará –tengo copia de razones para pensarlo así- el invaluable tesoro de una vivencia memorable que, transfigurada por la imaginación en verbo de estética

y eficaz andadura, hinca raíces en esa perdurable verdad que mana de los hontanares nunca sujetos a vaivenes ni a mudanzas de nuestra humana condición. Henos aquí ante un manojo de fabulaciones de variopinto jaez, temática y enfoque que, pese a su diversidad y a haber sido concebidas durante un extenso período de décadas –que importa toda una vida consagrada al arduo oficio de borrajear cuartillas- poseen, si al cabo estoy de lo que pasa en los fragosos dominios de la poiesis, prodigiosa unidad que ha de ser atribuida, en cuanto puede conjeturarse, al acusado temple anímico del autor y a un núcleo de experiencias de vida que durante la temprana juventud conformaron su carácter, dando origen a fobias y anhelos, ideales y desesperanzas, júbilos y frustraciones que afloran por modo reiterado en los relatos de la mentada colección, aun cuando varíen considerablemente de una historia a otra anécdotas, escenarios, personajes y conflictos… Sobre el empleo de un lenguaje enérgico, ardoroso, pujante, que entre sus populosas prendas tiene la virtud nada común de hacer pasar por expresión directa y espontánea lo que es fruto de cálculo artístico y literaria elaboración, sobre parejas cualidades, reitero, revela el autor de las narraciones que estamos a punto largo comentando, incuestionable conocimiento de las claves y secretos del género del cuento. En efecto, si en algo sobresale Iván García G. –acaso por instinto antes que merced a laboriosa gimnasia 11


intelectual- es en la disciplina del contar. Posee su cálamo el don de la brevedad, el talento de enhebrar una historia que desde las frases iniciales captura la atención para ya no dejarla en libertad sino al término del relato; sabe concentrar la acción, generar la atmósfera, excitar la curiosidad y el interés valiéndose de un reducido número de personajes cuya fisonomía ha sido perfilada con concisa maestría; sabe aprovechar al máximo las posibilidades que en punto a literaria estimulación ofrece una intriga de simple nervadura, cuya ficticia urdimbre e imaginativo desplante casi nunca ponen en entredicho los apremios, sobreestimados quizás en los días que corren, de la verosimilitud. La aludida capacidad de compendiar en el argumento narrado con sencillez una experiencia que no por surgir del acaecer cotidiano deja de mostrarse relevante, única, insólita, es –lo tengo por cosa averiguada- el sello inconfundible del cuentista de fuste, de ese cuyas fabulaciones no correrán el riesgo de ser juzgadas prescindibles; y nuestro autor, Iván García, ha de ser incluido sin que nos turbe la duda ni por un instante en el selecto número de los creadores de relatos que las generaciones futuras no se resignarán a entregar a las siempre voraces fauces del olvido. Sin perjuicio de volver sobre lo dicho, -lo que es en mí entestada costumbre-, y en obsequio de la concisión que reclama una comedida glosa introductoria como la que motiva este admirativo ejercicio de esclarecimiento, ensayaré registrar en los renglones que siguen algunas de las notas distintivas de la cuentística de García Guerra, rasgos que he creído vislumbrar mientras, cautivado, leía las páginas que el autor ha cometido el desliz de encomendar a mi impericia de atolondrado prologuista. En este tenor, impuesto ya a la tarea de los referidos señalamientos, dificulto que nadie me recrimine por recalcar que uno de los más fascinantes atributos del arte narrativo de Iván García G. es la vivacidad de su escritura, ese decir claro y preciso que esquiva por igual el 12

amaneramiento retórico de culterana estofa como la sequedad pedestre de un discurso infectado de objetividad. Lenguaje el suyo que sin condescender a los desfachatados modales del sermo plebeius, logra en buena hora asordinar el diapasón demasiado alto de la lengua española. Sin resbalar jamás por la pendiente del culto latino de la forma, el autor de las fabulaciones a cuya reseña me he comprometido opta por los prestigios de la urbanidad, labrando una prosa que rehuye la vaga y fogosa hipérbole, los brumosos superlativos, el descontrolado arrebato metafórico, prosa en fin que, curando de no incurrir en exornos gratuitos, tiene el acierto de eludir por sistema la trampa de la naturalidad mal entendida, generalizada aberración esta última que es menester atribuir al vicio de la incuria y la dejadez, a cuya proliferación cabe imputar, tengámoslo por seguro, tanta invención chata, tanto enfoque avillanado, tantas páginas asiduamente desaliñadas. Otra nota privativa de la cuentística que estamos examinando es el predominio del ideal. El autor de la antología sobre la que versan estas ponderaciones es un ser humano de alquitarada sensibilidad, una de esas privilegiadas almas en las que ha acuñado su indeleble impronta el ansia de perfección espiritual, el anhelo de una conducta cívica y moral –tanto privada como pública- rubricada por la rectitud y la entrega a causas de trascendente índole. Pareja aspiración de generoso sesgo humanista choca invariablemente, como el ayer demuestra, como mañana de fijo ocurrirá, con la bajeza, mediocridad y asfixiante estrechez de una realidad social para la que los elevados valores éticos no pasan de ser palabras altisonantes y vacías, por completo divorciadas de los mezquinos intereses a los que el hombre del común suele subordinar su conducta. La aparentemente insalvable distancia entre lo que es y lo que debería

ser, entre el mundo harto defectuoso que nos ha tocado padecer y el que nuestra añoranza ilumina con la luz cenital de la ilusión, es la que, en el grueso de las historias que Iván García nos obsequia en la crestomatía de marras, da origen al conflicto, antagonismo inevitable que de ordinario se salda –como casi siempre sucede en la vida real- con el triunfo de la torpeza y el aplastamiento de las aspiraciones ideales. De ahí otra de las peculiaridades de la narrativa que nos ocupa: su carácter sombrío, su patético talante. El sino trágico, en el sentido prístino en que fuera concebido y plasmado por los tres magnos dramaturgos de la Grecia clásica, Esquilo, Sófocles y Eurípides, se manifiesta en buena parte de los cuentos de esta compilación bajo la forma de una espesa atmósfera de fatalidad que, más allá de la deprimente constatación de que los sucesos narrados culminen en desastre y descalabro, tiene que ver con el sentimiento casi insoportable de que la catástrofe es producto de una ominosa irracionalidad, de un opaco designio que arraiga en los más recónditos estratos de la humana condición. Semejante ceguera atávica arroja a los hombres en los fúnebres abismos de la desgracia cual desvalidas marionetas movidas por hilos que responden no al propio albedrío sino a la fatídica voluntad de un implacable titiritero misterioso… Aceptar tan lamentable destino sin dejar de combatir por aquello que se anhela y valora es lo que, no obstante el previsible fracaso de la virtud, el amor, la verdad y el coraje, acaba por engendrar esa dignificante sensación de grandeza moral, esa suerte de glorificación en la desdicha que los antiguos helenos asociaban con el ejercicio de la areté, término que designaba esencialmente la fuerza que permite al miserable insecto humano resistir con resignación, pero también con nobleza indoblegable, los embates del infortunio. Para dar remate a este incompleto recuento de los rasgos que confieren singular fisonomía al numen narrativo Revista de Arte y Literatura


de Iván García Guerra, imposible no poner de resalto, así sea a humo de pajas, que sus fabulaciones son fruto de una obsesiva preocupación por el tema social. La épica de la lucha contra la tiranía de Trujillo primero, y luego la heroica resistencia popular frente a la invasión Norteamericana de 1965, fueron dos decisivos acontecimientos históricos que el autor vivió en carne propia, los cuales estamparon en su espíritu una imborrable marca. La nostalgia del heroísmo de dicha gesta (que impone al que la protagonizó el deber de la utopía y el fervor del ideal patriótico), el derrumbe del sueño libertario, la amarga comprobación de la sordidez y mediocridad de la existencia actual, que de aquellos ya lejanos días de pólvora y de sangre derivara, dan el tono de lúcido desencanto y empecinado desafío al impactante arte narrativo del autor. Porque aun cuando transfigurados por la imaginación creadora con propósito estético y literario enaltecimiento expresivo, las descripciones, la psicología de los personajes, las circunstancias, argumentos y conflictos que presentan las ficciones a cuyo entusiasta encarecimiento me he aventurado, revelan, hasta para la mirada menos acuciosa, un trasfondo de autobiográfica verdad. Sería ingenuidad de a libra presumir que las escuetas apuntaciones vertidas en los párrafos que anteceden dan cuenta cabal y minuciosa de las prendas que exornan la cuentística de García Guerra. No es así. En punto a materia, deslindes y precisiones, queda mucho más que el rabo por desollar. Empero, labor será esa que prefiero confiar al lector de estos viriles relatos, quien, ajeno al copioso y menudo aparato documental de la pedante crítica y a la geometría helada del concepto, sabrá calibrar con las razones del corazón –que nunca engañan- su desoladora cuanto altiva grandeza. (Areíto/ Periódico Hoy)

Revista de Arte y Literatura

Poesía de Iván García Te designo mi amigo... ya lo creas o si sientes que no, porque hay cosas que precisan el nombre que defina la esencia de su ser, y porque existen silencios tan malsanos que guardados te roban el aliento y el ansia de trillar de buena gana los múltiples caminos, no importa cuales sean, que te cede o te cobra como cuota, tú decides, la presencia en este mundo tan huraño. Amo porque no puedo dejar de hacerlo; debilidad, supongo, indefensión, ineptitud o algo parecido. Es lo mío enfermedad “vital” (como es “letal” el odio) que me lanza al existir en pleno, apasionadamente. Simplemente no tengo las fuerzas suficientes para odiar aunque me lo propusiera, y si se me ocurriera, me cansaría seguro a los tres días; me es más fácil amar, sencillamente; dejarme deslizar por el placer que reporta la unión con todos sus problemas; el sentirme eficaz negando el no que es la respuesta fácil; buscando soluciones que vuelen los obstáculos, soñando eternidades de paz y de sonrisas; y presentes afables de perenne ilusión. Doy las gracias a Dios por este mal, sin dudas lo proclamo; es el fuerte motor que de mis horas hace algo pulcro y fructuoso... aunque muchos lo ignoren,

aunque más no lo entiendan, aunque a alguno le estorbe. No me importa lo juro o quizás me conformo, y nada más. De todo debe haber en esta Creación. Es (Una canción) Es lo que se oculta detrás de la sonrisa; Es lo que nos guía en la noche oscura. Es fuerza que anida en el alma del pobre; / es lo que hace el orden; /es la sed de justicia. Es lo que hace tierna la mano en la caricia, la rugiente fuerza que en el rayo ilumina. Es lo que hace el día y lo que da el descanso, universo que vibra entre alba y ocaso. Es flauta de plumas que termina la bruma; / es color que crea alas de primavera. Es la melodía que silencia lo externo; el largo silencio que el pensamiento habita. Es lo que perfuma el aliento del niño, candor que perdura en el viejo y vencido. Es el respirar que la vida mantiene; es magia que mueve la tierra en su girar. Es lo que perdona cuando el mundo te ofende; es lo que se encienda cuando el fuego se agota. Es grito que enciende cuando el silencio manda; /es voluntad que calla cuando el hablar ofende. Es la fe inconmovible que la paz hace eterna, la esperanza firme que hace corta las penas. Es el raro hechizo que hace dulce a la abeja, que mueve a una estrella, que es fin y principio... ¡Es el amor! 13


MIÉRCOLES DE CENIZA Ivan García Guerra Del Libro de cuentos SEMANA SANTA

A Juan Carlos Jiménez, el amigo poeta negro con los verdes ojos de asustado ciervo, quien se durmió silenciosamente, ignorante y alejado de su propia vida, en “La 40”. Y a don Rafael Alburquerque Sayas Bazán, quien me contó lo que allí había sucedido. Todos están desnudos, pero él insiste en taparse sus partes con un trapo sucio que encontró tirado en el piso. Delgado. Frágil. Silencioso. Taciturno. Nunca participa de los relajos que todos los demás utilizan como remedio contra el tedio y el miedo. Parece estar más allá de todo lo que constituye razón para seguir viviendo en esa celda pequeña y maloliente. Muy frecuentemente los que salen de la celda para ser interrogados ya no regresan más... Desde que se inició la redada entre los inconformes, la muerte ha sido el pan de cada día. Su presencia se ha aposentado incómodamente entre aquellos hombres, y ya ni se habla de ella. Sencillamente está ahí, caprichosa o ciega, provocando acelerados pálpitos y fríos estremecimientos. Los demás se preguntan cómo llegó Juan Carlos allí, y él no ha sabido explicarlo. No estaba metido en ningún movimiento subversivo; simplemente hablaba con sus amigos, y no mucho, o más bien los escuchaba criticar la tiranía. Pero comenzaron a apresar a los del grupo y él se sintió amenazado, así que decidió asilarse en la Embajada de México… Cuando fue, la encontró cerrada, porque los dos países habían roto relaciones. Al salir lo estaban esperando los del Servicio de Inteligencia Militar que lo metieron a empellones en un Wolkswagen y lo trajeron a la Cárcel de la 40.

14

Aquí, como a todos los demás, lo desnudaron, le afeitaron la cabeza y lo zambulleron en ese cuartito donde para dormir necesitan hacer turnos. A él todos lo quieren, hasta los verdugos quienes, después de unos cuantos batacazos, comprendieron que en verdad era inocente. Pero ni pensar en salir; de allí nadie ha emigrado a menos que ya fuera cadáver. Su mansedumbre es contagiosa. Presumen que al igual que ellos tiene pavor a la muerte; pero sólo su mirada entre triste y angustiada da indicios de leve incomodidad. Todos le buscan el lado y él no los rehúye; pero en cierta manera siempre está separado como por un aura de alejamiento espiritual. Al principio le jugaban bromas; pero ya no más. Su sonriente personalidad infunde algún tipo de respeto no solicitado. Contesta con monosílabos cuando algo se le pregunta, o explica brevemente y con sencillez si no puede evitarlo Esta madrugada alguien recordó que era Miércoles de Ceniza, y como es natural cuando de fechas se trata hubo discusiones (allí no se sabe nunca si es martes o domingo). Pero Juan Carlos no lo dudó y se arrodilló a rezar, no sin provocar sonrisas y hasta risas. Hace un momento, ya el Sol salió afuera, se arrastró por el piso y recolectó las cenizas de cigarrillos mezcladas con polvo y humedad que tapizan el piso, y la amasó entre sus manos. Ahora se la coloca en la frente, formando una cruz, y murmura: —Memento homo quia pulvis eres et in pulverem reverteris. Las risas se silencian, las sonrisas se borran, los rumores se acallan. Todos lo miran y, como bajando del cielo una pesada paz inunda el espacio. El más terrible de todos; el único que sostiene que es estúpido o un buen hipócrita que

los está cogiendo a todos de pendejos, se acerca a él y se arrodilla frente a sus piernas. Otro intenta impedírselo y lo agarra para levantarlo: —¡Por Dios, tú!, le dice. Pero él se desprende con violencia y acerca al otro su frente. Susurra: —Por favor. El muchacho no duda y con su mano derecha recoge un poco de la untura que guarda en la izquierda, para dibujarle delicadamente la cruz en la frente al hombre reclinado frente a él. Ahora reza en español: —Recuerda hombre que polvo eres y polvo volverás a ser. Este es sólo el primero. Todos los demás con absoluta unción se unen al rito, comprendiendo mejor que nunca la transitoriedad de este mundo que les ha tocado. Dulces y libres lágrimas ruedan por muchas mejillas.

Revista de Arte y Literatura


Opiniones sobre Iván García

Cultura viva, Paradigma contemporáneo Iván García Guerra es un consagrado artista dominicano. Sus huellas, trascendentes y exitosas, modelan un camino recorrido por más de 50 años, en la actuación (teatro, cine y televisión), en la dirección, en la dramaturgia, en el profesorado, en las técnicas escénicas, en la narrativa… En cualquiera de esas dimensiones antes señaladas ha sido premiado. Entre ellos destacan los “Premios Nacional de Teatro Cristóbal de Llerena” concedidos a sus “Andrómaca” y “Memorias de Abril”, un “Dorado”, siete “Casandra” y varios “Talía de Plata”. Ha recibido de la Presidencia de la República Dominicana la Condecoración “Juan Pablo Duarte”, el “Reconocimiento a la Excelencia Profesional”. Ha sido exaltado al “Círculo Supremo de Plata” y del “Premio Internazzionale Lumiere 2002”, por su trabajo de por vida en pro del Teatro. Su vocación artística no le ha Revista de Arte y Literatura

impedido obviar su compromiso social, participó en el “Movimiento14 de Junio”. Estuvo involucrado en la conspiración para el derrocamiento y muerte del tirano Trujillo y participó del lado de los constitucionalistas en “La Guerra de Abril del 65”. Desde que apareció en escena por vez primera en la obra “El gran Teatro del mundo”, y participando en cientos de títulos: “Se busca un hombre honesto”, “La opera de tres centavos”, “El león en invierno”, “En casa de Romeo, Julieta de palo”, “Eva Perón”, “El beso de la mujer araña” hasta su más reciente aparición en las tablas, deben ser miles sus actuaciones, dentro y fuera del país, de este incansable hijo de “Macorís del Mar”, interpretando roles tanto dramáticos como cómicos. En el personaje “Duarte, el fundador de una república”, la construcción del personaje del Padre de la Patria es sencillamente insuperable. Es quizás de los teatristas dominicanos, el más conocedor del teatro griego clásico, y su primera creación dramática “Más allá de la búsqueda”, estrenada en el 1963, contiene dos personajes del repertorio griego: Prometeo y Pandora. Otros títulos son: “Don Quijote de todo el mundo”, “Fábula de los cinco caminantes”, “Un héroe más para la mitología”, “Los tiranos”, “Interioridades”, “Soberbia”, “Entre la paz y la paz”, “Vivir, Buena razón”… Su talento se ha extendido al “arte de escribir cuentos”: “Antología Narrativa” que reúne treinta y uno. Otros libros de cuentos son: “La guerra no es para nosotros”, “Trilogía”, “Siglo Veinte” y “El gran cuento”. En la actualidad se encuentran en proceso de publicación sus libros: “Manual de actuación”, “Manual de dirección”, “Manual de dramaturgia”, “Historia del teatro mundial”, “Diccionario enciclopédico del teatro dominicano” y “Teatro en verso y versos teatrales”. Aplaudido, querido y respetado. Por Lincoln López Santiago, (Atanay.Com). 11/03/2010

Iván García Guerra, Premio Casandra al Mejor Actor 2009 Iván García Guerra obtuvo el Premio Casandra 2009 al mejor actor, debido a su obra “Réquiem para un viernes a la noche”. Fue nominado a Mejor Director por la misma obra, presentada en el año 2008. El artista inició su recorrido por las tablas en 1955, cuando un vecino le propuso participar en “El gran teatro del Mundo”, de Calderón de La Barca.” Recuerda el augurio de una crítica que apareció en la prensa a propósito de su actuación: “El actor que se inicia de esa manera tiene un buen futuro asegurado”. Así sería. A los 17 años Iván García Guerra ya formaba parte del Teatro Escuela de Arte Nacional, donde conoció a Freddy Nanita, Antonio Blanco Montes, Máximo Avilés Blonda y a Niní Germán. Poco después se encontraba trabajando junto a Héctor Hincháustegui y Franklin Domínguez en el montaje del Primer Festival de Teatro Dominicano, durante el gobierno de Juan Bosch. Para el histórico festival escribió una obra en la que muestra al desnudo su corazón, el de un soñador, “Más allá de la búsqueda”. (Jhonatan Liriano - 9/10/2008,Listín Diario) Iván García, genio de la Interpretación… … Desde ese día, aunque yo conocía su carrera de actor, director y dramaturgo notable, considero que la interpretación exquisita, sutil, perfecta y casi mística de Iván García como Juan Pablo Duarte está a nivel de los mejores intérpretes del mundo y de cualquier personaje surgido de gestas o de la fértil imaginación de los más brillantes dramaturgos. Iván García es uno de los mejores actores del mundo. Así como suena, con justicia, sin estridencias ni chovinismos sino con sinceridad, análisis y precisión. No tiene nada que enviarle a nadie. Con respaldo adecuado, hoy estaría en el mismo salón de la fama de los más sobresalientes de la escena y el cine mundiales. Estas breves líneas son para unirme al homenaje que recientemente se le rindió al maestro Iván García, genio de la interpretación.….” Álvaro Arvelo Hijo

(12/8/2006 periódico El Nacional)

15


Monólogo para un intérprete masculino

Ivan García Guerra

S

i por algún milagro logro sobrevivir, tendré que pedirle disculpas... Sé que debe haberle dolido todo lo que dije; pero siento que, en este momento, más me tortura a mí... Él ha sido un buen padre, sin duda; pero esta guerra nos hace olvidar las cosas, por más importantes que sean. Fue él quien comenzó: “Yo esto lo veía venir. Desde hace tiempo me lo dije. Terminaremos intervenidos por los norteamericanos. Y no es que esté de acuerdo, claro que no. Pero es algo que nos merecemos. Cada día demostramos más que somos incapaces de auto gobernarnos. Que si en la universidad quieren una hora menos de clases, allá van a tirar piedras y hasta disparan; que se rumora que los comerciantes no van a dar el doble sueldo en estas navidades, huelga general; que ponen un gobierno, que lo tumbamos; y para no perder la costumbre, tumbamos a ése que pusimos... Nos lo buscamos, hijo; nos lo buscamos”.

Cuando lo oí, me subió un amargo a la boca que casi vomito. “¿Tú crees que los yanquis nos ocupan para lograr nuestra tranquilidad?”, le respondí... “¡No seas iluso!”... Y eso es lo que pienso: Es verdad que hubo muchos muertos en los primeros días de la guerra; pero después que llegaron ellos se duplicaron... Si tenemos guerra es porque el gobierno de los norteamericanos la buscó... Se lo dije a papá. El golpe de estado que tumbó al primer presidente constitucional que tuvimos en qué se yo cuántas docenas de años, fue propiciado y pagado por esos desgraciados... Nosotros no queríamos comenzar con esto. ¿Quién puede pensar que nos gusta este matadero que cada día pasa a ser algo más inútil?... ¿Pero que otro camino nos quedaba?... No somos muñecos, somos seres humanos y tenemos derechos. Y claudicar a ellos, es hacernos cómplices de todas las vagabunderías que son en esta tierra nuestra comida diaria. Cómplices de los contrabandos, de la corrupción administrativa, de los asesinatos políticos... ¡Y no queremos hacernos cómplices! Él había aceptado entrar a la Zona Constitucionalista por primera vez, y nada más y nada menos que para donar gasolina a los rebeldes... Por culpa del cerco que sostienen las fuerzas invasoras, el combustible no puede entrar, y, a pesar de que el espacio interior es pequeño, resulta necesario, indispensable... Por supuesto, papá se negó al principio y tuve que hablarle hasta en Esperanto para que aceptara. No sé si hice bien... Quizás fue por esto que sucedió todo. Debí quedarme callado y simplemente agradecerle el

sacrificio que estaba haciendo en contra de su voluntad. Pero en cambio, allá estaba yo discutiéndole como un salvaje. Él trataba de llevarme la contraria; pero mi ímpetu, cada vez mayor, se lo impedía. Yo sé que pierdo fácil la paciencia; pero, ¿cómo no?, si en esta país no nos dejan ni siquiera expresar nuestros deseos. Si te atreves a decir algo en contra de la situación, te meten a culatazos limpios en un aeroplano, y a París, ni siquiera con un mal “suéter”, muriéndote de frío... No importa: ¡eres reo de honestidad y eso es lo que te mereces!... Claro, tienes otras alternativas: tragarte tu protesta o volverte loco y despacharte a una montaña para hacer guerrilla... Te morirás de hambre cerca del cielo, u obligarán a los campesinos a que te denuncien. Y cuando te tengan entre sus manos, te llevarán al patio oscuro de una cárcel, y después de humillarte y destrozarte en una orgía de venganza, te fusilarán. “Murió cuando intentaba atacar un destacamento”, dirán... ¡y sanseacabó! Llegamos a la sección de transportación, y allí se realizó la operación de transvase. Todo fue bien... Y creo que papá, de alguna manera, se sintió reconfortado con lo que había hecho. De todas maneras se lo puse claro: “Todo esto sucede con el patrocinio de los yanquis. ¡Claro! Así mantienen el silencio que conviene a sus planes. ¡Que nadie ose hablar! ¡Que nadie ponga en peligro sus negocios con la ignorancia y la impotencia!... Eso podría alterar, para su mal, el lujoso beneficio producto de su ordeño... ¿Tú estás de acuerdo con eso? ¿Te parece correcta esta invasión? Y él se defendió como pudo: “Yo tampoco estoy de acuerdo con la ocupación...Lo que pienso es que no podemos hacer nada para evitarlo. Son más fuertes que nosotros... Son mucho más fuertes que la totalidad de nosotros, Revista de Arte y Literatura


y como si no nos diéramos cuenta, estamos divididos... Así es: la división es nuestra; ellos solamente la han hecho más notoria”. Y yo les pregunto a ustedes: ¿Cómo podemos estar unidos?... Que vaya alguien a decirles a los ricachos que deben luchar contra los norteamericanos... Te dirán que han venido a salvar vidas... Naturalmente, ellos no consideran humanos a los cientos que son exterminados cada noche, cada día, cada minuto. No son gente; son chusma, basura. Ellos sí han aprendido a comer con un montón de cubiertos; saben distinguir la seda del algodón, y el armiño del astracán; son útiles; profesionales en todo, hasta en la vagancia...Por supuesto ellos no van a luchar en contra de sus aliados de pelo rubio, porque piensan que sin su ayuda el país se iría a pique. Pero, volvamos a lo nuestro: Luego de una pequeña vuelta por la Zona, nos dirigimos hacia los puestos de salida para regresar al hogar en el sector dominado por los reaccionarios. Lejos de hacer las paces, un subyacente encono me empujó a seguir dando cuerda; a seguir jodiendo; a buscar lo que no se me había perdido...¡Y lo encontré!...El detonante fue una frase, por cierto bastante inocente, que papá me dijo: “Las cosas no serían así, si respetáramos los puntos de vista de cada cual”. ¡¿Puntos de vista?!...Es mucho más que eso. Nuestros principios y nuestra pureza están obligados a uncirse como estúpidos bueyes a la mancorna,

sólo porque así le parece a la sociedad. Quieren que Ya estábamos a unos pasos del control de los yanquis, cuando, entonces, le dije lo más cruel de todo: “¡Quién sabe se hubiera sido mejor que te hubieras muerto de hambre hace mucho tiempo!” No debí decírselo; pero es verdad que pienso así. Al menos yo, prefiero estar muerto a soportar la convicción de que la honradez es un pecado capital en nuestra sociedad; a darme cuenta de que no hay nada bueno en el mundo. Y continué: “Papá... No aceptaré nunca esas cosas. Por eso es necesario luchar. Solamente así podremos sentirnos realmente vivos... ¿No es buena razón? Él me dijo que también había luchado cuando tenía mis años; no con ametralladoras, porque en aquella época no se presentó la ocasión de hacerlo así; pero que lo había hecho a su manera; en la única forma que le fue posible: con testarudez; negándose a pervertirse... ¿Y que había conseguido?...“Tú lo has dicho”, susurró. “¡Nada!... Tienes razón”. Con cierto leve tono de reproche, me explicó que a él nunca le interesó tener dinero... “Lo quería para ti... Siempre soñé con sacarte de este maldito país; con mandarte adonde se reconocieran el talento y la seriedad...Siempre soñé con salvarte de mi tragedia... Pero, ¡¿cómo?!” Hubiera querido que me diera una gran bofetada, o que me empujara afuera del carro; pero él se limitó a aceptar que había sido un egoísta; que debió hacer dinero a costa de lo que fuera, porque no tenía

derecho a hundirme para salvaguardar su honor. Ya estábamos saliendo de la Zona... quizás por miedo a llorar o por simple orgullo, no le dije lo que debía... ¡y ahora eso me quema!...y tal vez no logré nunca hacérselo saber. Me bajé del carro, simplemente diciéndole que me quedaría en el territorio rebelde, y él consideró que yo estaba loco, que eso no era seguro... Mi obstinada respuesta fue: “No creo que me guste la seguridad de la perdición”... Y todavía él insistió, agarrándome con fuerza una mano: “¿Sabes que no ganarán?” “Lo sé.” “¿Sabes que te matarán?” “Lo sé.” “¿Qué resuelves con eso?”... “Quizás nada... Tal vez... ¡sentirme satisfecho todos los días de mi vida!” Me alejé el carro sin mirar atrás, con los ojos tan empañados que no lograba ver ni siquiera por dónde iba caminando; con mi mente tan nublada, que no alcanzaba a comprender el mal que estaba logrando con mi silencio. Ahora... unas horas más tarde. Aquí, en el cuartel revolucionario que será a partir de hoy mi casa o mi tumba, me maldigo por haber callado; por permitir que el amor se me escurriera lamentablemente por entre los huecos de esta guerra...Tenía que decirle; gritárselo: “¡Te agradezco, papá, el ejemplo que me diste!... ¡No sabes cuánto!... ¡Es precisamente por eso que debo luchar!... ¡Como un pago por tu sacrificio!... ¡Como un regalo para ti!...” Octubre de 2001.

Don Quijote en Don Quijote de Minkus

Eugenio Maria de Hostos en Viniendo de la Muerte

Revista de Arte y Literatura

Enrique II en El Leon en Invierno de Goldman

Duarte en Duarte Fundador de una Nación de Domínguez

17


María Aybar o la magía del color y la luz Por León David

Primer período: Tanteos y afirmación …María Aybar hace su formal aparición pública en el escenario de la pintura con su primera exposición individual, inaugurada el tres de noviembre de 1972 en Santo Domingo en la ya desaparecida Galería la Colonial. …No es una adolescente recién egresada de Bellas Artes la que, a comienzos de la década de los setenta, sorprende al público con una muestra de óleos que nadie esperaba. Hállase en su trigésimo segundo año de vida…Sin embargo, María Aybar era hasta ese instante mismo desconocida en el medio pictórico vernáculo... ¿Por qué? ¿A qué atribuir semejante anonimato,

tanto más sorprendente cuanto que se da en el Caribe, región del mundo en donde el artista suele imitar a la gallina, que no ha acabado de poner el huevo y ya arma tremendo alboroto cacareándolo? Procuremos explicar lo sucedido: Para empezar, María Aybar se consagró a la pintura por amor al color y a la luz, por genuina e irreprimible vocación, porque dicha actividad le placía, porque su talante espiritual se hubiera visto seriamente menoscabado de no prestar ella oídos a tan imperioso reclamo artístico. …Se comprende entonces que, mudada a Bogotá, donde se estableciera cuando a los veinte años casó con su primer esposo de nacionalidad colombiana, en vez de proseguir los estudios de arquitectura que la boda y el traslado interrumpieran, -cosa que perfectamente hubiera podido hacer-, escoge abandonar dicha carrera, que para ella constituyó siempre un “mal menor” al que tuvo que plegarse mientras dependía de sus padres, y resuelve ingresar en calidad de estudiante regular en el recién abierto Taller de Pintura del maestro David Manzur. …No será pues motivo de asombro para nadie que los trabajos de esta etapa bogotana, al gestarse en peculiares circunstancias, al no haber sido –discúlpeseme la expresión- “presentados en sociedad” a través de las galerías de arte y exposiciones museísticas, ni se encuentran reseñados en los consabidos catálogos que dan fe de la trayectoria pública de la artista, ni tampoco resulta fácil acceder a ellos por hallarse dispersos en decenas de colecciones privadas, la mayoría en territorio colombiano. Las obras ejecutadas en este ciclo, (el cual abarca unos ocho años aproximadamente), son tanto abstractas como figurativas, ejecutadas todas ellas sobre la base del principio de la simplificación geometrizante, de una

esquematización acusada que nos coloca en los antípodas de la visión realista o de la mimesis de convencional tesitura académica. Segundo Período: Un planteo lírico figurativo Desde comienzos de los setenta hasta aproximadamente mediados de esa década, vamos a comprobar que la pintora, –quien luego de su divorcio ha vuelto a residir en Dominicana-, persiste en la propuesta estética a que acabamos de referirnos; insiste en explorar los fascinantes secretos de la luz, (cuestión que la obsesiona), sin por ello renunciar en ningún momento a insertar las imágenes

Revista de Arte y Literatura


introducción del elemento figurativo, antes que ruptura constituye una hasta cierto punto lógica y perfectamente meditada evolución. Pues si innegable resulta que en los cautivantes cuadros de esta etapa reconocemos formas que representan lunas, seres humanos, vírgenes y paisajes urbanos, no es menos verosímil que tales figuras, diseñadas bajo un enfoque más cercano a lo constructivo que a lo descriptivo y ajenas a toda intención ilustrativa, siguen siendo, antes que otra cosa, masas y planos coloreados sobre los que la composición se sostiene, como sucedía con las imágenes abstractas de la época anterior. dentro de un esquema compositivo cuya rigurosa sencillez obedece a cierta firme vocación de economía y equilibrio a que su sensibilidad propende, proclividad reforzada acaso en buena medida merced al ejercicio concienzudo de la abstracción. Pero si bien el cometido plástico fundamental es el mismo: conjurar una visión de acariciante luminosidad, no dejan de aflorar en esta segunda fase creadora de la artista cambios claramente perceptibles que tocan aspectos nada triviales tanto de la figuración como de los medios empleados, innovaciones que una crítica medianamente escrupulosa no se resignaría a preterir. ... digo que lo que se ha producido con la

Revista de Arte y Literatura

Tercer Período: La exposición de 1972 …Henos aquí ante cuadros de clásica tesitura, de estirpe académica, en los que el bodegón y las naturalezas muertas, –objetos sencillos del entorno cotidiano-, son los indiscutibles protagonistas. Refiriéndose a esos óleos supo señalar con acierto Fernando Peña Defilló, eminente artista del pincel que entonces ejercía la crítica, que la pintora sabía “armonizar tonos y conseguir muchas veces las cualidades que busca.”; añadiendo luego que “su cromatismo es limpio y de tonos transparentes, no hay insistencia ni repintados, lo cual es una gran virtud y demuestra la honestidad que orienta a esta pintora en los comienzos de una trayectoria que habrá de mantenerse dentro del comedimiento y la mesura.”. Retomemos, empero, la cuestión del abrupto cambio de enfoque que, como habíamos aventurado en líneas que anteceden, trajo consigo esa muestra inicial de la artista que nos ocupa. En lo que a la estrategia de untada concierne, la novedad consiste, -verdadero punto de inflexión-, en que la pintora ya no trabaja con veladuras, (procedimiento aprendido en el taller de Manzur), sino que, por vez primera, la vemos mezclando directamente los colores en la paleta al modo de la escuela española que fundara Velásquez. Pareja mudanza en la técnica responde sin duda a la influencia del que en esa fecha era su esposo, el pintor León Bosch, cuya obra, ampliamente conocida en nuestro país, acusa el ascendiente de la gran pintura barroca peninsular.

Sin embargo, influencia no significa imitación. Por poco que nos detengamos a comparar los bodegones de Aybar con los cuadros que en ese momento León Bosch realizaba, advertiremos obvias y nada irrelevantes diferencias. Las naturalezas muertas que Aybar exhibió en La Colonial, se distancian de las telas del que en ese entonces era su esposo en algo fundamental: la coloración. Y procede aquí recordar que la pintura es, antes que nada, color. El tratamiento del color hace al pintor… 19


Cuarto Período: Vuelta a la transparencia y al collage …Argüiría, sin embargo, menguada perspicacia suponer que la artista, en el lapso de siete años que media entre el 73 y el 80, -ciclo al que aproximadamente corresponde la concepción estética que nos ocupa-, se circunscribió a repetir con monótona insistencia lo que había plasmado su paleta en época anterior. No es así. Un somero repaso de las obras que expusiera en las copiosas muestras individuales llevadas a cabo durante el mencionado período nos pone sobre aviso de inmediato acerca de un hecho cuya importancia difícilmente cabe sobreestimar: la creciente riqueza de temas e imágenes, que se explaya y entroniza sobre una aplicación siempre más matizada, delicada e insinuante del medio y la materia, con el propósito de poner de resalto las virtudes eminentemente plásticas de la composición, la textura y el cromatismo tonal. ... Expuso ella varias veces en Santo Domingo; también en Santiago, en San Pedro de Macorís, en Bogotá. Y es imperativo recordar que en esos años (del 76 al 77, para ser más exactos), la pintora, con una beca del entonces Instituto de Cultura Hispánica, viajó a Madrid donde estudió restauración y técnicas antiguas de pintura en la renombrada academia de San Fernando. Del 78 al 79 nuevamente se ausentó ella, esta vez para volver a Bogotá; allí, durante un año, prosiguió su aprendizaje con Manzur, quien en esta ocasión la hizo trabajar con la técnica académica consistente en mezclar los pigmentos en la paleta para colocarlos de manera directa sobre el lienzo… Quinto Período: Bodegones y sombras …la llegada de María Aybar a su amada tierra de Quisqueya en 1980, luego de su segunda estada en Bogotá, marca un significativo punto de inflexión en la ascendente trayectoria de la artista. …Puntualicemos: a lo que procuro aludir es al hecho de que desde 1981 en adelante, -fecha de su crucial exposición de bodegones en Daniel’s-, María Aybar , primeramente, abandona para siempre la 20

pone frente a gradaciones muy sutiles, a variaciones tonales apenas perceptibles, al uso novedoso de la sombra como elemento básico de la composición. En instantes, ésta llega a dominar de tal modo el cuadro, que lo protagoniza.”.

técnica de la pintura por transparencias y la línea de experimentaciones a que pareja modalidad de untada la induce, para adoptar con definida asiduidad la práctica del esparcido directo del pigmento sobre la tela, mezclado previamente en la paleta a la manera clásica que impusiera desde tiempos no por remotos prescindibles el inmenso Velásquez; y, en segundo lugar, desde ese alborear de la década de los ochenta, las etapas expresivas de nuestra pintora van a sucederse vertiginosamente, fruto de una incoercible voluntad de indagación conceptual en el terreno del color y la luz, al extremo de que –caso insólito y desconcertante en el medio plástico criollo, dado al facilismo y a la acomodación- casi en cada una de las muestras individuales que a partir de entonces ofrece, la artista se renueva colocando ante nuestros ojos temas, visiones, enfoques de la índole más diversa que quepa imaginar… …Sobre la individual que nuestra pintora presentara en 1981 en Daniel’s se explayó Fernando Ureña Rib, artista y crítico: “...los temas de las pinturas de Aybar no podrían ser más cercanos a nosotros, ni más permanentes. Lo que importa está más allá de la imagen básica que usa a la naturaleza como punto de apoyo. En realidad María Aybar nos enfrenta a la interacción de la luz, a pesar del uso sobrio y denso del color. Se nos

Sexto período: Colaboración con Faustino Pérez El talante innovador y la arraigada propensión a explorar plurales dimensiones expresivas, -cualidades señeras de María Aybar-, van a ponerse de manifiesto una vez más con motivo de la muestra que en la entonces Galería de Arte Moderno fue inaugurada el 17 de noviembre de 1983. En esta ocasión, para perplejidad y regocijo de los aficionados a la pintura de nuestro medio, la artista propone al contemplador una creación que… toma como base de su trabajo plástico fotografías de Faustino Pérez, -en realidad montajes elaborados mediante la técnica de la superposición de imágenes de diapositivas-. Pareja colaboración entre el pincel y la lente era y sigue siendo iniciativa inédita o cuando menos infrecuente en el universo de las artes pictóricas…, su impulso creativo se concentra no en la elaboración de las imágenes, que vienen dadas por la foto, sino en la manera de verter sobre la tela las figuras que la diapositiva ofrece. Es la suya una labor de traducción. Mas en la esfera del arte toda traducción que aspire a captar el alma de lo expresado debe ser creadora. No puede circunscribirse a copiar literalmente, con servil actitud, lo que otra inteligencia y sensibilidad con ajenos medios produjeran… Séptimo período: Los bodegones “Surrealistas” He aquí, sin embargo, que a fines del 84 la nueva muestra que en las paredes de la galería Daniel’s cuelga la artista, marca el retorno, al menos en lo que a la representación atañe, a uno de sus temas predilectos: el bodegón, la naturaleza muerta…De modo que, fiel consigo misma, la artista vuelve al bodegón, -género que siempre la ha atraído, entre otras cosas porque le permite en la intimidad del taller el estudio sosegado Revista de Arte y Literatura


del volumen, la textura y la luz-, pero vuelve para hacernos partícipes de una singular propuesta expresiva que en nada guarda relación con las obras previas de su autoría que sobre dicho tema conocíamos. Cambiar siendo ella misma, mudar la forma conservando la esencia, tal es el desafío de María Aybar, acaso su más encumbrado logro y, sin discusión posible, aquello que la convierte en caso excepcional en nuestro medio plástico asaz acomodaticio y escasamente dado a la seria indagación. Posiblemente a la recién aludida faceta de nuestra creadora, o a algo muy parecido se refería la ineludible crítico francodominicana Marianne de Tolentino cuando, a propósito de la exposición de bodegones que estamos comentando, empleaba el vocablo “renovación” para caracterizar la evolución artística de la paleta de la petromacorisana, aclarando que si hablaba de renovación era porque “esa pintora no rompe con temas, técnicas y estilos anteriores. Les da otra orientación, otras modalidades que le permiten tanto una inventiva privilegiada como una sólida formación académica(...)”. …Con esta muestra de toques surrealistas María Aybar, -artista inagotable-, nos adentra en una nueva y excitante dimensión de su clásica, pulcra y desconcertante inventiva. Octavo Período: Los graffiti …Sucede la individual que la pintora inaugura en los primeros meses del año 1985 en los amplios salones de la señorial Casa de Bastidas del Voluntariado de las Casas Reales,… Y nueva vez la artista, apelando a su exuberante imaginación y

Revista de Arte y Literatura

fogoso temperamento, se las ingenia para sacudir nuestra modorra colocándonos ante una obra que tanto por lo que atañe a su materia como a los motivos representados, en nada se emparienta con lo que hasta esa data había ella expuesto en el país o en foráneas latitudes… …jocundas telas con tema de barriales anuncios que Casa de Bastidas hospedó,… los graffiti en que ahora se complace el pincel de María Aybar se abren a una experiencia muy distinta, al espacio público del testimonio social y la crónica de la vida cotidiana del pueblo, experiencia, por lo demás, de carácter risueño, pícaro, incuestionablemente mediada por la ironía habida cuenta de que los carteles que la artista trabaja hacen énfasis en los errores ortográficos, la elementalidad de la caligrafía y, también, en el ingenio chispeante, pragmático y a menudo burlón del inculto pero avispado anunciante… Noveno Período: Retorno a la Academia María Aybar no vuelve a presentar nuevos trabajos al público hasta dos años después de la exhibición de los graffiti. La razón de semejante paréntesis en su prolífica trayectoria expositiva hay que rastrearla en las circunstancias de la vida privada de la artista. Años atrás divorciada de León Bosch, en 1985 contrae matrimonio con el escritor y crítico de arte León David, y hasta mayo del 87, (fecha de la muestra Bodegones en gris con la que reaparece en Daniel’s), se entrega por entero a la ilustración de una buena cantidad de libros que su esposo había escrito pero no se había preocupado

en publicar, libros que gracias a su ayuda tanto profesional como afectiva, en el mencionado lapso, consigue dicho autor dar a la estampa y difundir. Me avengo a considerar que las obras de la exposición intitulada Bodegones en gris señalan, luego de las constantes experimentaciones y mudanzas estilísticas anteriores, una pausa introspectiva, un replegarse hacia los egregios modelos de la tradición y la academia como parte del proceso de reafirmación de los valores permanentes de la gran pintura, a los que María Aybar, ni siquiera en sus más osadas búsquedas plásticas, renunciaría. …Estamos, pues, frente a una pintura que, sobre exhibir prendas de intrínseca exquisitez decorativa, se yergue en tanto que visión y metáfora de la belleza tout court, es decir, de la que resplandece y perdura. Décimo Período: Una interpretación metafísica de la Zona Colonial Del bodegón clásico salta María Aybar en la siguiente etapa de su creación pictórica a los añejos y gloriosos edificios del pasado colonial que atesora aún, pese al descuido de que han sido objeto y de la depredación a que suele inducir siglos de incultura y atraso, la capital de la antigua Hispaniola, la muy ilustre Primada de América, Santo Domingo de Guzmán. El tema del paisaje urbano que la artista desarrolla en la gran muestra que, patrocinada por la Galería Nader hospedaron las salas del que en esos días llevaba el nombre de Instituto dominicano de cultura hispánica, no es, como ha quedado documentado páginas atrás en el decurso de esta reflexión estimativa,

21


asunto que su pincel no hubiera antes plasmado. La crítico Marianne de Tolentino, en el comentario que en torno a la mentada exposición entregara a la prensa, no deja, -y la razón le asiste-, de reparar en ello: “No es en María Aybar –nos dice- un estreno temático. Por los años 70, aunque también se interesaba por los bodegones y las marinas, realizó una serie de calles y edificaciones coloniales.”. Más adelante, en ese mismo ensayo ponderativo, fija la escoliasta su atención en el singular tratamiento de la luz que a su entender los cuadros de dicha muestra revelaban. Cito a continuación sus palabras: “... en la presente paleta de María Aybar, la luminosidad desempeña un papel esencial. Una tonalidad franca, un blanco ‘colonial’, un verde cantarín, un amarillo áureo, expanden alrededor, llegando hasta nosotros y hasta al espacio... más allá del cuadro, calidad, brillo y calidez. Las sombras delineadas con cuidado –se siente la emoción de la mano y se descarta la mecánica del ‘masking tape’-, constituyen otro factor de vivacidad colorística.”. También la aguda escritora Josefina de la Cruz advierte esa faceta cromática en los óleos de María Aybar que estamos examinando. En el análisis que de esa exhibición recogiera el periódico, consigna la poetiza, narradora y crítico que “predominan los colores luminosos y contrastantes, tales como el verde, diferentes tonalidades de amarillo, el rojo, el naranja.”. Y algunos párrafos después, señala con harta pertinencia que “La policromía brillante y encendida de muchos de estos cuadros los libera de lo real, reproduciendo una verdad abstracta o intelectual, subordinada a la fantasía creadora.”. Décimo primer Período: Epifanía de Sisebuta, la venus tropical …es tiempo ya de que, a todo lo grande, haga aparición el exquisito cuanto burlesco personaje de Sisebuta, la venus tropical. Fue en La Galería, el 17 de enero del 91 donde tan refinada dama, cuya ostensible corpulencia no va en desmedro de la gracia lánguida y pudorosa que irradia, se presentó en sociedad para alborozo de los que allí se dieron cita. 22

Por descontado, el sentido del humor agudo, incisivo, pero siempre consentidor y amable de que dio testimonio la artista en la aludida exhibición, no podía pasar desapercibido. En su comentario crítico al evento que nos ocupa, la pluma de la Sra. Tolentino estampó: “Encontraremos a María Aybar, inspirada por una convicción inquebrantable, y, valga la paradoja, trabajando muy seriamente... sin tomarse en serio. Ya que es una de las artistas dominicanas con mayor sentido del humor y que nunca pierde el don de reirse.”. Algo más adelante puntualiza que se trata de un humor “ahora más implacable que nunca, rico en ironías y en connotaciones, que convierte el asombro

en sonrisa y la sonrisa en asombro...”. Insistiendo en este punto, -por demás, obvio-, Laura Gil anota con perspicacia que “El humor es uno de los rasgos más relevantes de la obra de María Aybar, tanto como una gozosa sensualidad y una burla inteligente, sin acritud, dirigida a las debilidades humanas.”. … En el caso de estas féminas de exuberante carnosidad, al naturalismo minucioso del concepto añádese la ambigüedad, -rica en matices significativos y en antinomias-, de una idea paródica que, al convertir a la mujer en figura fantástica con moño de hojas a guisa de cabeza, nos obliga a interpretaciones complejas, a un enfrentamiento inusitado con el fenómeno artístico, cuyo sentido y valor

no se nos entrega por obra y gracia de la mera degustación golosa de la estilización formal, esto es, de la consabida síntesis geométrica de volúmenes y planos que presta soporte constructivo a la ficción en toda representación realista… Décimo segundo peíodo: Las experimentaciones criollas …inaugura en la Casa de Francia en septiembre del 91 una muestra pictórica de naturaleza completamente diferente a todo lo que antes nos había su numen obsequiado. Experimentaciones criollas fue el título que la aventajada alumna de Manzur confirió a la referida muestra. Y a fe mía que parejo nombre no estuvo mal asignado. Porque de eso se trata, de experimentaciones. Con un enfoque que privilegia la soltura del gesto, el airoso movimiento del trazo, la frescura sencilla de la imagen y el libérrimo despliegue del colorido, nos brinda la pintora petromacorisana vistosas, jocundas, originales síntesis icónicas, (oscilan entre la interpretación abstracta y la efervescencia expresionista), en las que su mano diestra recoge los más paradigmáticos motivos de nuestro dominicano lar isleño. Empero, a mil leguas estamos de la pintura criollista tradicional, del costumbrismo que, en su apego al modelo, -por lo común una escena campestre-, tiende a preterir o, en el mejor de los casos, a relegar a un plano harto secundario el elemento de transfiguración e idealización a falta del cual la imagen plasmada se contrae a anécdota nimia, narración inane y huérfana de sustancia. Las flores, las caretas de carnaval, los paisajes campestres y marinas y el resto de los temas profusamente desarrollados por la artista, si bien constituyen una inconcusa apoteosis de nuestro ser autóctono, si bien hacen ostensible la identidad popular dominicana en imágenes perfectamente reconocibles a primera vista, ocultan bajo la ingenuidad festiva de su aspecto un refinadísimo tratamiento, un acabado soberbio y una certera concepción combinatoria que sólo la alianza de ubérrimo talento y prolongada experiencia aciertan a consumar… Revista de Arte y Literatura


Décimo tercer período: La hipérbole de la “Naturaleza Viva” 1993 es una fecha particularmente afortunada por lo que toca a la creación plástica de María Aybar. Dos años se tomó la pintora para concebir y materializar las obras a las que bautizaría con el acertado nombre de Naturaleza viva, las cuales fueron exhibidas, primero, en el Capitolio de Puerto Rico, en junio, como parte de las actividades del programa cultural del Senado de ese país; y dos meses más tarde en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo. En ocasión de la referida muestra en la vecina isla de Borinquen, El prestigioso crítico puertorriqueño José Antonio Pérez Ruiz señaló: “Es necesario indicar que en la obra de María existe una atmósfera de sainete debido a que la autora mantiene una actitud de burla perenne contra los convencionalismos establecidos [...]. Contrasta con lo antes dicho sus frutos y vegetales. En muchos de ellos se opera un proceso de personificación como sucede con un tomate sumamente erótico. Algo similar ocurre con una mandarina en la que permite a la mirada penetrar hacia el interior. Circunda el delicioso manjar con una atmósfera de colores derivados de la tonalidad del producto. En su quehacer el recurso del mono-cromatismo es utilizado con frecuencia; hecho que evidencia el dominio que tiene de lo pictórico. Algo parecido sucede con sus bananos y pimientos que se ofrecen cual manjares provenientes de un legendario Edén.”. …Va de suyo que en la serie de los Revista de Arte y Literatura

paroxísticos bodegones al óleo de la exposición Naturaleza viva, el humor, -siempre presente-, se manifiesta por lo común sin que recurra la pintora a connotaciones de carnal crudeza, (el caso del tomate constituye una excepción), sino merced al sencillo cuanto eficaz mecanismo de agrandar con desparpajo arbitrario el tamaño del modelo representado, cuidando, eso sí, todos y cada uno de los rasgos típicos que identifican y tornan antes que verosímil “real” la fruta en cuestión. La extrañeza que se apodera de nosotros cuando contemplamos esos descomunales plátanos, manzanas, mangos, auyamas y aguacates que, señoreándose de casi toda la superficie de la tela en pose de retrato familiar, parecieran querernos decir: ¿verdad que estamos rozagantes y sabrosas?, ¿verdad que es nuestra apostura de suculenta y nutritiva índole?, la extrañeza, repito, que nos embarga al considerarlos se desdobla inevitablemente en sonrisa, porque en su caso funciona el efecto de sorpresa ante la incompatibilidad paradojal de la realidad y de la ficción al modo travieso del chiste o la charada… Décimo cuarto período: “Espejo”, Una protesta visual Acompañando a su esposo, que había sido nombrado Embajador de la República Dominicana en la Argentina, viaja en 1996 María Aybar a Buenos Aires, ciudad en la que residiría durante los siguientes cuatro años. Durante esa estada la pintora participa en varias colectivas y realiza una importante retrospectiva de su obra en el Palais de Glace, en la Recoleta. Empero, en el orden estético el más relevante logro de ese período es, a todas luces, su exposición Espejo, la cual se presentó primero en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo, (9 de junio de 1999), y más tarde en la prestigiosa galería Jorge Luis Boges de Buenos Aires, y en San Juan de Puerto Rico, -Instituto de Cultura Puertorriqueña-. …De la referida exhibición la escritora argentina Hania Czajkowski expresó: “En un grito desgarrado, María, tomando la bandera de la vida, cuenta nuestra historia de cuadros blancos y espejos limpios,

de color y de lujuria, de confusión y de mentiras, de mística y de verdad. Y de morados que van ennegreciendo, entristeciendo, muriendo... María denuncia nuestro drama con magistrales pinceladas, aúlla dolida buscando los viejos dioses, se ríe pegando con fuerza estampas y figuras consumistas, llora amargamente al pintar los barrotes del ser, aprisionado por sus propias creaciones. Ese pobre ser moderno que nos observa con su terrible mirada vacía de vida y colmada de dolor.”. “María nos invita a reírnos con ella de los mandatos de la vida de fin de milenio y nos conduce magistralmente cuadro por cuadro, espejo por espejo, a un misterioso renacer. María conoce los símbolos, tiene un profundo manejo del color y una extraordinaria coherencia que hace que cada cuadro tenga un poder, un secreto alquímico.”. ...En la actualidad María Aybar explora una nueva vertiente plástica: la del retrato..., pero no el retrato realista común y corriente, sino otro de su propia cosecha que sin negar el planteo académico de la semejanza, opta por el empleo del collage y el pan de oro dentro de un concepto harto llamativo y vibrante que mezcla lo específicamente pictórico con los lineales atributos a que recurre la expresión gráfica... Arte por esencia inconcluso el suyo que sólo Dios sabe lo que en el futuro nos reserva.


Conferencia realizada el 26 de Enero 2011 en la reinauguración de la biblioteca Aida Cartagena, en el centro de la Cultura de Santiago.

E

n el ensayo “Poesía y pensamiento abstracto” Paul Valery evoca una conversación que tuvo lugar en París, a principios del siglo XX entre el poeta Stefan Mallarmé y el pintor Edgar Degas, quien además de enseñarnos a ver la luz y el movimiento a través de su mirada, también incursionaba en el arte de la poesía. De aquella conversación Valery no describe los detalles, pero a mí me gusta imaginar la escena en el mes de septiembre. Veo al poeta y al pintor juntos, frente a un ventanal por donde penetra el último fulgor de la tarde. Arriba, se extiende un cielo sin nubes, de un gris abismal; a lo lejos, el horizonte ha tomado tintes rojizos y tiñe de púrpura las aguas del Sena. Querido amigo, dice Degas, a veces intento escribir un poema, pero a pesar de tener una idea perfectamente clara de lo que deseo expresar, no lo consigo. Mallarmé, contempla por unos segundos las hojas muertas en el jardín y aquella melancólica escena de otoño le hace pensar en un viejo amigo que acaba de morir: el poeta Francis Vielé Griffin, americano de nacimiento, pero francés de entusiasmo. Luego deja que sus ojos se pierdan en aquel cielo sin nubes, tan vertiginoso como una página vacía de

24

palabras, y dice: Mi querido Edgar, es que los poemas no se escriben con ideas, se escriben con palabras. A Edgar Degas aquella sentencia le pareció tal vez un aforismo sutil, posiblemente un alarde de agudeza o quizá una frivolidad, pero cuidémonos nosotros de considerar superficial la afirmación de Mallarmé y no olvidemos que las palabras cuando existen en una dimensión literaria tienden a trascender su propia apariencia y a sobrepasar sus propios límites. Los lingüistas, los filólogos, los gramáticos, los semiólogos o los académicos las pueden examinar, a la manera de un cirujano que desnuda el interior de un cuerpo. Las pueden definir en base a sus características físicas, a sus vocales, o a sus consonantes. Las pueden estudiar por sus signos, por sus orígenes o por su posterior evolución. Las pueden clasificar por sus denotaciones primarias o por las connotaciones que las matizan y las enriquecen. Las pueden catalogar por sus curvas melódicas o por sus acentuaciones. Las pueden aislar por sus funciones o su posición en la frase. Las pueden considerar castizas ―como un cristiano viejo de la época de la conquista de Granada― o las pueden tildar de bárbaras porque acaban de pasar una frontera lingüística, más o menos ilegalmente, y aun no han recibido las bendiciones oficiales de alguna academia. Pero ni aún la suma de tanta reflexión, de tanto conocimiento, nos dirá todo sobre esa entidad inasible que es la

palabra; quizá porque en contradicción con la noción misma de cordura o de razón, las palabras, sin perder su esencia inicial, son más que ellas mismas y porque a pesar de estar constituidas de materiales perfectamente identificables, de poseer una pequeña y limitada cifra de sonidos, de tener un número exacto de fonemas, de existir en una cantidad finita más o menos determinada en cada idioma, sus posibilidades de creación de imágenes, de ideas, de sentimientos, de matices, de expresiones, de símbolos o de sugerencias son ilimitadas, como las ondas circulares de un guijarro ideal en la superficie de un lago sin orillas ni horizontes. Y es que las palabras se parecen a nosotros, quizá porque son el reflejo de nuestro espíritu, la expresión de lo que hay en el hombre de más asombroso y de menos explicable y traen dentro de sí, como nosotros, el ansia de una posible eternidad, de un inasible infinito. Nuestra lógica no las contiene, ni tampoco las fronteras del tiempo nuestro o del espacio nuestro y así como un grano de arena contiene la historia del río que lo pule a través de los siglos, el rastro de los valles y de las montañas que lo formaron, la memoria de las glaciaciones y de las erupciones volcánicas que contribuyeron a darle forma, color, peso y densidad; la huella de las lluvias, de las nieves, de las heladas y de las tormentas que transformaron sus elementos, trastocaron sus moléculas o sacudieron sus átomos, así, en una sencilla palabra cualquiera Revista de Arte y Literatura


podemos reconocer, si sabemos mirar, si sabemos escuchar, las voces de los hombres y de las mujeres que vivieron antes que nosotros y que las usaron para articular su amor o para expresar sus rencores, para enunciar sus miedos o compartir sus esperanzas; para decir adiós o para manifestar su perdón; para formular sus sueños o sencillamente para plantearse las preguntas fundamentales que todos nosotros, en algún momento de nuestra vida, nos planteamos: ¿Qué y quiénes somos? ¿Cuál es nuestro origen? ¿Cuál es nuestro porvenir como individuo y como especie? Existe en las palabras, además, un aspecto que nos hace pensar en una noción que trasciende las dimensiones de la normalidad y que nos empuja sutilmente por sendas inexploradas; ellas, cuyo papel consiste, aparentemente, en nombrar, en iluminar, en aclarar, en señalar… se ven a menudo perdidas, atrapadas por la complejidad de este mundo que gira entre abismos sin fondo y en donde la armonía convive con el caos; este mundo nuestro tan maravilloso y tan aterrador que para sentirnos seguros y apaciguar nuestro inquietud llamamos Realidad, porque de alguna manera tenemos que lidiar con esa inmensidad que llamamos Cielo, con esa continuidad arrolladora que llamamos Tiempo o con esta ola de carne dolorosa y breve que llamamos Vida. Esas sendas que antes llamé inexploradas, y que quizá sean simplemente inexplorables, nos llevan hasta los linderos de lo que es posible expresar, allí donde comienza, según Wittgenstein, el reino de lo místico. Y esas sendas nos hacen recordar también una noción usada y abusada por los siglos de los siglos: la noción de milagro; pero, no en el sentido personal del ser humano embriagado por sus afanes de salvación, sino como el que sugieren esos versos, hechos con las cosas de todos los días y con otras que en lo misterioso vio Rubén Darío o como sugiere el viejo Whitman cuando afirma: “Ver, oír, tocar son milagros…” y nos recuerda que todo es un milagro, por ser la vida tan portentosa, tan asombrosa y tan llena de misterios. Revista de Arte y Literatura

Y si es así, entre los prodigios de la vida cotidiana, hablar, entender, pensar, leer, escribir, es decir, existir en el mundo de las palabras y de las ideas, constituye entonces el más asombroso de los milagros en la escala de Whitman. Un inglés irónico y profundo dijo una vez una frase tan elegante como verdadera: “La naturaleza imita al arte”, lo que a mí me hace pensar en aquel campo de cereales que instaló la nostalgia en los dorados cabellos del Principito, o sencillamente, en este mundo que un poeta visionario aunque ciego, no podía imaginar sin los aforismos de Oscar Wilde. Y es que existe ciertamente una relación a la vez ambigua y evidente entre la dimensión de las palabras y las otras dimensiones de lo real, y uno de los aspectos más atractivos de esa ambigüedad es ese vínculo impreciso, fluctuante y lleno de sugerencias que existe entre las cosas y las palabras, entre lo dicho y lo posible, entre las entidades y los signos. Basta recordar la versión de San Jerónimo del primer día ― en base al Génesis de los hebreos ― para imaginar lo inimaginable: las circunstancias de aquel momento mítico cuando la luz imitó a la palabra. El mundo era un lugar oscuro y vacío, el Verbo, que flotaba sobre las aguas, se convirtió en luz y separó las tinieblas de las tinieblas. En ese instante la palabra y el resplandor nacieron al mismo tiempo, fueron la misma cosa. Esa imagen, independientemente de su simple veracidad, nos hace pensar en un universo que es más un concepto espiritual que una entidad hecha de materia y de energía. Ese mismo aspecto es el que Hermógenes y Crátilo analizaran una vez en compañía de Sócrates en las calles de Atenas. ¿Contienen las palabras la esencia de las cosas que nombran o esa relación entre el vocablo y el objeto es tan sólo una sencilla convención humana? Se preguntaban. Y ese vínculo tenue y tentador, Jorge Luis Borges, trastocando los acentos en nombre de la rima, lo retoma a su manera siglos más tarde, y dice: Si (como afirma el griego en el Cratilo) El nombre es arquetipo de la cosa,

En las letras de la ‘rosa’ está la rosa Y todo el Nilo en la palabra ‘Nilo’. Y estos versos nos hacen volver a Mallarmé. Evidentemente no basta la idea de un cuadro para pintarlo; tampoco basta el pensamiento de un poema para escribirlo. Sospecho que esta afirmación puede invitar a algunos a hablar de talento o de dones; a otros los puede llevar a recordar al Martín Fierro y a recitar junto con él: “No canta quien tiene ganas sino quien sabe cantar” Pero no me parece que ese sendero nos lleve a una conclusión que nos pueda ser de alguna utilidad en este momento. Prefiero pensar que más bien nos invita a hablar de la lucha continua del escritor con esas palabras que le llegan usadas, ajadas, con múltiples huellas ajenas, algunas indeseables. Es un hecho, las palabras que utilizamos no las hemos inventado nosotros. Estaban ahí, antes de que naciéramos. Otros las habían usado con anterioridad o habían abusado de ellas; otros las habían pervertido, ensuciado, corrompido tal vez, pero aun así, las palabras se vuelven nuevas de repente, adquieren un nuevo sentido, un nuevo rostro cuando las usa el poeta, el autor, el escritor, y dejan atrás cualquier resabio de vulgaridad como cuando Bertolt Brecht, evocando el rocío del amanecer en los Bosques Negros, dice: “al alba los abetos mean en el gris” o cuando, detrás de vocablos tan aparentemente atroces como herida o desangrar descubrimos, con fascinación y deleite, la más dramática y admirable imagen de una rosa que haya propuesto un poeta: “Para ser como tú, sólo una herida, abierta y desangrándose en el aire”. Las palabras se nos parecen tanto; luchan como nosotros contra al tiempo, aunque sospechen que es una lucha desigual, destinada a ser perdida, pero como nosotros, no pueden hacer otra cosa sino continuar siendo, quizá porque “a pesar del tiempo terco” en ellas, como en Rubén Darío, “su sed de amor no tiene fin”; y quizá como Francis Vielé Griffin, cuando mueren siguen existiendo “entre 25


sueños y rosas, perdido para siempre entre la noche y el azar”. Las palabras son seres de ahora y de siempre, que como Franklin Mieses Burgos pasan por el mundo entre “crespones transparentes y verdades podridas como sombras”; mientras son arrastradas por esta vida en la que “todo pasa y todo queda”, embrujadas como Macbeth, por ángeles y demonios que hacen que lo hermoso sea horrendo y lo horrendo sea hermoso. Pero las palabras, con todo su encanto y toda su belleza ― al igual que aquellas sociedades abiertas que tan agudamente definiera Karl Popper ― también representan el más formidable enemigo del Status Quo, porque llevan en su seno un germen indestructible, como otro fantasma que recorre el mundo, el fantasma del cambio irrefrenable de la vida, de la sociedad y del hombre. Y esa característica, les confiere un rol forzosamente inquietante y amenazador para aquellos que optan por olvidar que la vida es precisamente eso: cambio continuo. Lo queramos a no, el Ser de Parménides, con toda su quietud, su aparente perfección en el tiempo y en el espacio, está destinado a ahogarse triste y majestuosamente en el río de Heráclito. Y no podría ser de otra manera; las palabras rejuvenecen con cada generación, representan el espíritu de cada época, y más que representar las épocas, las reformulan, las sugieren, las anuncian como magníficos heraldos temporales. Redefinen sus características; puntualizan sus conflictos, plantean posibles soluciones y hacen del escritor, aunque éste no se lo proponga, aunque lo niegue o lo rehúya ― él, que se piensa presuntuosamente demiurgo de las palabras ― hacen de ese escritor su instrumento y su oficiante. Esa característica nos hace comprender por qué las mismas palabras que desde lo alto de los alminares proclaman la eterna grandeza del dios; las que celebran el amor perenne en canciones desesperadas; las que desde los foros, los capitolios o las asambleas de notables rigen, por medio de leyes y dictámenes el comportamiento social y definen las verdades oficiales con vanos 26

sueños de futuro y de absoluto, las que sostienen los reinos, los emiratos o las repúblicas con principios que se pretenden sagrados y que proclaman la perfección de sus axiomas, son las mismas que expresan la inconformidad, la angustia o la cólera de las naciones, de los grupos o de los individuos; las que le cantan a la vida desde los pastizales de America; las que aplauden la libertad y la dignidad del hombre; las que formulan las dudas, las que manifiestan el escepticismo, las que provocan y siempre han provocado, tanto temor, tanta desconfianza y tantos escozores en los inquilinos de los salones imperiales de antes y de ahora. Casi me atrevería, si fuera más temerario que valiente, a afirmar que las palabras hacen al escritor, como esos personajes de Pirandello que deambulan entre las candilejas y rozan los decorados en busca de un autor. Y por eso esta noche, aquí, ahora, con este puñado de silabas en la mano, pienso en Hamlet frente a la tumba de su padre; pienso en él, porque sé que para las palabras, ser o no ser no es el problema, sino ser y no ser al mismo tiempo; y como otro Hamlet me pregunto: ¿Cuáles calaveras esconden estas palabras detrás de sus rostros maquillados? La respuesta es evidente: detrás de sus rostros se esconden todas las calaveras, porque las promesas de una muerte que no es otra cosa sino transformación y renovación, no abandonan nunca ni al hombre, ni a las galaxias, ni a los dioses, ni a las palabras. Y esas inflexibles promesas de tránsito y de final, tan necesarias como fatales, las podemos encontrar agazapadas detrás de los aires suaves de pausados giros de Rubén Darío, sin importarles que el hada harmonía ritme sus vuelos o que las princesas sigan tristes en sus castillos de oro y de cristal. Porque así son las palabras de las que hablaba Stefan Mallarmé, como la vida que anuncia, con su sóla existencia su inevitable fin; como el río que corre indefectiblemente hacia el estuario que delimita su recorrido; como la luz que crea su propia e ineluctable sombra. Y por eso los versos de Pedro Mir ― que no por ser bellos dejan de ser despiadados, plumón de nido, nivel

de luna, salud del oro, guitarra abierta… marcan el final de un viaje de miseria y de dolor por los campos de la patria, porque como las monedas o los corazones, o como la luna, las palabras también tienen un lado no siempre visible, aunque no siempre oscuro, pero siempre presente y siempre significativo. Y cuando Bertolt Brecht aconseja: Alabad el árbol que desde la carroña sube jubiloso hacia el cielo Alabad la carroña Alabad el árbol que se la come Pero alabad también el cielo Lo dice, pienso, porque sabe que como el árbol, las palabras tienen sus orígenes en la tierra y sus ambiciones en el cielo y que cuando el poeta dice flor, esa flor guarda entre sus raíces motas de fango, y cuando un escritor dice hombre, pensando tal vez en la saga de la humanidad, en los prodigios de Atenas, en la odisea de los conquistadores, en el esplendor del Siglo de Oro español o en aquel ciudadano de Ohio que una vez, un veinte de julio de 1969, en un valle cubierto de polvo sideral levantó la mirada hacia el abismo y vio la Tierra flotando en el espacio… ese escritor, que dice hombre, piensa tal vez en todo eso, pero esa sencilla palabra invoca también, aunque él no lo pretenda, al pueblo, a la multitud, a la masa, a la chusma de la que hablaba Carl Sandbourg, y es así como la palabra estrella nos impulsa hacia un universo que se expande cada vez más y al hacerlo expande sus propios límites, y que la palabra princesa, a pesar de sus ruecas de plata, de sus quioscos de malaquita y de sus mantos de tisú, evoca también un mundo de desigualdades supremas y de privilegios insalvables. Y así como en el rastro de los favoritos del talento o de la suerte, se puede seguir la pista de los desheredados del azar, de los olvidados de la historia o de los marginados del tiempo, en la palabra paz acecha la guerra, en la palabra amor duerme el olvido y en la palabra vida espera la muerte. Ese es el sino fatal de las palabras y ese es el destino que ellas imponen inevitablemente a los escritores, quizá, repito, porque ellas también nacieron como el hombre y son, como nosotros, pequeñas cosas hechas de Revista de Arte y Literatura


barro, de dolor y de esperanza. Esas son las palabras, estoy seguro, de las que hablaba Stefan Mallarmé. Las que permiten que Sir Stephen Hawking nos cuente la Historia del Tiempo desde una silla de ruedas que lo ha llevado hasta las fronteras más distantes del universo. Las que forman esas frases vagas y tenues suspiros con las que Rubén Darío recorre la lengua castellana en el lomo de un cisne hecho “de perfume, de armiño, de luz alba, de seda y de sueño”… Esas palabras con las que un dios, crucificado hace dos mil años y que aun respira, perdonó a sus verdugos desde lo alto de una cruz… Esos signos en los papiros que provocaron que emperadores, papas y califas demasiado seguros ― o quizá demasiado inseguros de sus verdades ― en el curso de guerras por el poder y la riqueza, redujeran a cenizas la memoria del mundo antiguo en la ciudad de Alejandría. Esas voces con las que un marinero genovés anunciara un nuevo mundo desde lo alto de un castillo de proa… Las palabras de los versos, las de los sueños, las de los corazones, las de los delirios de la esperanza; las que encantan, embriagan y pierden a los poetas y a los lectores. Las que nos permiten a veces vivir en paz con el mundo, ― aunque siempre, siempre, como Antonio Machado ― en guerra con nuestras entrañas. Las que constituyen ― y perdónenme si no me canso de repetirlo junto con Octavio Paz, ― esa otra patria, profunda, personal e irremediable que no podemos abandonar si no queremos perdernos por los caminos de la Tierra. Esas son las palabras a las que se refería el poeta Stefan Mallarmé en aquel anochecer de otoño junto al Sena. Esas palabras que se nos parecen tanto y que como nosotros huelen a lluvia y a hojas podridas y que están hechas, como nosotros, de amarga esperanza, de temores callados, de latidos que duelen solitarios o de algunos instantes, que como los caminos de Antonio Fernández Spencer, nunca terminan de pasar. En fin, esas palabras, que al igual que nosotros, están hechas de espera sin cesar, de espera siempre, desde el primer latido hasta el último aliento. Revista de Arte y Literatura

Dudas y confusiones en el uso de algunas formas del Español Domingo Caba

Profesor universitario. Santiago

“Quien enseña o, por medio u otro, sirve de modelo a los demás hablantes, tiene el deber de fomentar en ellos una espontaneidad más rica y más compleja”. ( Fernando Lázaro Carreter).

E

s indiscutible que determinadas voces, frases o estructuras de nuestro idioma originan dudas, confusiones y vacilaciones al ser empleadas tanto en su forma oral como escrita. Diversas son las causas que generan tales indecisiones: incompetencia lingüística, falsos conceptos transmitidos en la enseñanza de la lengua española, así como por el poderoso y negativo influjo de los medios de comunicación , cuyos usuarios, en ocasiones, suelen oscurecer, en lugar de aclarar el no siempre iluminado panorama idiomático. « Porque de entre los grupos de hablantes que ejercen un influjo más enérgico en el estado y el curso de la lengua – sentencia al respecto el lingüista y académico español, Fernando Lázaro Carreter – destaca el formado por los periodistas, de modo principal si hablan en la radio y en la televisión, o si escriben para ellas…» (El dardo en la palabra, 1997, pág.21)

cuanto son muchos los hablantes de este país que suelen imitar, por considerarlas modelos a seguir, el habla y la escritura de nuestros locutores, periodistas y comentaristas. Habla y escritura manejadas por muchos de estos en forma desastrosa o muy poco aleccionadora. Y también porque, asidos talvez de la más noble intención metalingüística, con mucha frecuencia escuchamos a esos comunicadores afirmar con evidente acento correctivo y didáctico empeño : “ No se dice así …. , sino así …” . Y es entonces c u a n d o comienzan a gestarse las dudas, las confusiones y las vacilaciones en la mente de una masa de oyentes y

Ese “influjo”, en República Dominicana, fácil resulta advertirlo, por 27


lectores , que como la dominicana, considera “todólogo” o experto en la materia a todo aquel que de manera frecuente escribe para un periódico o realiza un programa a través de la radio o la televisión . Para muestras, bastan sólo algunos botones:

y coctel; chófer y chofer; fútbol y futbol. Las dos formas son gramaticalmente válidas. Sin embargo, no son pocos los locutores y comentaristas a quienes, de manera impresionista, se les escucha prestigiando la primera e invalidando o proscribiendo el uso de la segunda

1. ¿Béisbol o beisbol?, ¿Cártel o cartel?, ¿Cóctel o coctel?

2. El VIH no es una enfermedad.

Las palabras precedentes se inscriben entre las tantas que en nuestra lengua poseen dos acentuaciones válidas: una grave con acento gráfico y otra aguda inacentuada. Cártel: Voz procedente del alemán Kartell, según la define el “Diccionario panhispánico de dudas” (p. 122), editado el pasado año por la Real Academia Española, es la “Organización ilícita que trafica con drogas o con armas”. Soportando este mismo significado, “En español – aclara el lexicón antes referido – son válidas tanto la acentuación etimológica aguda cartel, mayoritariamente en el ámbito hispánico, como la llana cártel, si bien se recomienda la primera…” No sucede lo mismo cuando la palabra entraña el sentido de letrero, afiche o lámina de papel que se fija en la pared con fines publicitarios o informativos. En este caso primará la acentuación aguda, vale decir, siempre será cartel, nunca cártel.

El VIH es un virus, el virus de inmunodeficiencia humana o el mismo que causa la mortífera enfermedad llamada sida. Sin embargo, son muchos los redactores que en su afán de no repetir la palabra sida, apelan al recurso de usar las siglas VIH, olvidando talvez que al proceder así, no se están refiriendo al nombre de la enfermedad, sino al virus que la origina. Se trata de un uso a todas luces erróneo, puesto de manifiesto en frases como las siguientes: 1. « Son muchos los enfermos de VIH que prefieren no revelar su enfermedad…» 2. «Los expertos calculan que aproximadamente el 50% de los enfermos de VIH podrían beneficiarse de esta nueva pastilla…» En uno y otro caso debió hablarse de « enfermos del sida…» 3. « En los salones de …»

Vale aclarar que la Real Academia Española, entre cártel y cartel, siempre ha preferido esta última, y es por ello que en una de las ediciones de su diccionario, la duodécima, no registra la primera de estas palabras, sino solamente cartel, concentrando la misma los dos sentidos antes aludidos: “conglomerado comercial de negocios ilícitos y lámina o letrero que exhibe en la pared.”

Independientemente de que existan varios salones en una institución, las ceremonias que en esta se llevan a cabo siempre se desarrollan en uno de ellos, generalmente denominado “Salón de actos”. Sin embargo, es común la práctica de pluralizar el sustantivo salón en oraciones del tipo: “El acto de premiación se efectuará en los “salones” del honorable Ayuntamiento…” Al respecto, reza el criterio académico:

En resumen, en español abundan las voces de doble acentuación: grave y aguda. Entre otras, además de las comentadas, merecen citarse: béisbol y beisbol; cóctel

“No existe ninguna explicación, ni lingüística ni de ningún otro tipo que justifique el uso en plural de dicha palabra si se trata de un solo salón”

28

4. “En breves minutos volvemos…” A pesar de lo mucho que se repite aquello de “breves minutos”, todavía considero que todos los minutos están compuestos por sesenta segundos, vale decir, que no existen minutos ni más ni menos extensos que otros. Como bien se observa en el “Manual del español urgente”, de la Agencia Efe (1995): “Parece absurdo hablar de breves minutos cuando estos tienen siempre la misma duración. Es preferible decir unos pocos minutos o, simplemente, unos minutos” (p.159) 5. ¿Alimentario o alimenticio? El adjetivo alimentario (a) está muy de moda en la prensa nacional e internacional. Así se habla de “Crisis alimentaria”, “Feria alimentaria”, “Código alimentario”, “Seguridad alimentaria”, etc. No faltan, sin embargo, quienes confunden este adjetivo con otro derivado de la misma base léxicosemántica : “alimenticio”, como bien se aprecia en la siguiente nota, publicada recientemente en un diario dominicano : “ La crisis alimenticia que afecta a los países pobres…” Obviamente que donde dice “alimenticia” debió escribirse “alimentaria”. Y es que alimentario y alimenticio no son voces sinónimas. Alimentario es todo aquello relativo a los alimentos o a la fabricación y venta de alimentos. Alimenticio, en cambio, alude a la capacidad nutritiva de los alimentos, vale decir, significa “Que alimenta o tiene la capacidad de alimentar” Conforme a estos conceptos, una crisis podrá ser siempre alimentaria, pero nunca alimenticia, muy por el contrario de lo que ocurre con la leche, que habrá de ser en todo momento “alimenticia”, pero no “alimentaria”.

Revista de Arte y Literatura


María Luisa Bombal Relato de María Luisa Bombal (1910-1980) escritora chilena destacada en el género de la narrativa. De este relato dice la autora ¨…Y entonces van navegando los piratas cuando, en una tormenta, caen al fondo del mar y se encuentran en este lugar tan espantoso…Pero es que han perdido a Dios.¨… (Tomado del título 39 de la Biblioteca digital de Aquiles Julián)

S

é muchas cosas que nadie sabe. Conozco del mar, de la tierra y del cielo infinidad de secretos pequeños y mágicos.Esta vez, sin embargo, no contaré sino del mar. Aguas abajo, más abajo de la honda y densa zona de tinieblas, el oceano vuelve a iluminarse. Una luz dorada brota de gigantescas esponjas, refulgentes y amarillas como soles. Toda clase de plantas y de seres helados viven allí sumidos en esa luz de estío glacial, eterno... Actinias verdes y rojas se aprietan en anchos prados a los que se entrelazan las transparentes medusas que no rompieran aún sus amarras para

Revista de Arte y Literatura

emprender por los mares su destino errabundo. Duros corrales blancos se enmarañan en matorrales estáticos por donde se escurren peces de un terciopelo sombrío que se abren y cierran blandamente, como flores. Veo hipocampos. Es decir, diminutos corceles de mar, cuyas crines de algas se esparcen en lenta aureola alrededor de ellos cuando galopan silenciosos. Y sé que si se llegaran a levantar ciertas caracolas grises de forma anodina puede encontrarse debajo a una sirenita llorando. Y ahora recuerdo, recuerdo cuando de niños, saltando de roca en roca, refrenábamos nuestro impulso al borde imprevisto de un estrecho desfiladero. Desfiladero dentro del cual las olas al retirarse dejaran atrás un largo manto real hecho de espuma, de una espuma irisada, recalcitrante en morir y que susurraba, susurraba...

algo así como un mensaje. ¿Entendieron ustedes entonces el sentido de aquel mensaje? No lo sé. Por mi parte debo confesar que lo entendí. Entendí que era el secreto de su noble origen que aquella clase de moribundas espumas trataban de suspirarnos al oído... -Lejos, lejos y profundo -nos confiaban- existe un volcán submarino en constante erupción. Noche y día su cráter hierve incansable y soplando espesas burbujas de lava plateada hacia la superficie de las aguas... Pero el principal objetivo de estas breves líneas es contarles de un extraño, ignorado suceso, acaecido igualmente allá en lo bajo. Es la historia de un barco pirata que siglos atrás rodara absorbido por la escalera de un remolino, y que siguiera viajando mar abajo entre ignotas corrientes y arrecifes sumergidos. Furiosos pulpos abrazábanse mansamente a sus


mástiles, como para guiarlo, mientras las esquivas estrellas de mar anidaban palpitantes y confiadas en sus bodegas. Volviendo al fin de su largo desmayo, el Capitán Pirata, de un solo rugido, despertó a su gente. Ordenó levar ancla. Y en tanto, saliendo de su estupor, todos corrieron afanados, el Capitán en su torre, no bien paseara una segunda mirada sobre el paisaje, empezó a maldecir. El barco había encallado en las arenas de una playa interminable, que un tranquilo claro de luna, color verde-umbrío, bañaba por parejo. Sin embargo había aún peor: Por doquiera revolviese el largavista alrededor del buque no encontraba mar. -Condenado Mar -vociferó-. Malditas mareas que maneja el mismo Diablo. Mal rayo las parta. Dejarnos tirados costa adentro... para volver a recogernos quién sabe a qué siniestra malvenida hora... Airado, volcó frente y televista hacia arriba, buscando cielo, estrellas y el cuartel de servicio en que velara esa luna de nefando resplandor. Pero no encontró cielo, ni estrellas, ni visible cuartel. Por Satanás. Si aquello arriba parecía algo ciego, sordo y mudo... Si era exactamente el reflejo invertido de aquel demoníaco, arenoso desierto en que habían encallado. Y ahora, para colmo, esta última extravagancia. Inmóviles, silenciosas, las frondosas velas negras, orgullo de su barco, henchidas allá en los mástiles cuan ancho eran... y eso que no corría el menor soplo de viento. A tierra. A tierra la gente -se le oye tronar por el barco entero-. Cargar puñales, salvavidas. Y a reconocer la costa. La plancha prestamente echada, una tripulación medio sonámbula desembarca dócilmente; su Capitán último en fila, arma de fuego en mano. La arena que hollaran, hundiendose casi al tobillo, era fina, sedosa, y muy fría. Dos bandos. Uno marcha al Este. El otro, al Oeste. Ambos en busca del Mar. Ha ordenado el Capitán. Pero... -Alto- vocifera deteniendo el trote desparramado de su gente-. El Chico acá 30

de guardarrelevo. Y los otros proseguir. Adelante. Y El Chico, un muchachito hijo de honestos pescadores, que frenético de aventuras y fechorías se había escapado para embarcarse en “El Terrible” (que era el nombre del barco pirata, así como el nombre de su capitán ), acatando órdenes, vuelve sobre sus pasos, la frente baja y como observando y contando cada uno de ellos. -Vaya el lerdo... el patizambo... el tortuga -reta el Pirata una vez al muchacho frente a él; tan pequeño a pesar de sus quince años, que apenas si llega a las hebillas de oro macizo de su cinturón salpicado de sangre. “Niños a bordo” -piensa de pronto, acometido por un desagradable, indefinible malestar. -Mi Capitán -dice en aquel momento El Chico, la voz muy queda-, ¿no se ha fijado usted que en esta arena los pies no dejan huella? ¿Ni que las velas de mi barco echan sombra? -replica éste, seco y brutal. Luego su cólera parece apaciguarse de a poco ante la mirada ingenua, interrogante con que El Chico se obstina en buscar la suya. -Vamos, hijo -masculla, apoyando su ruda mano sobre el hombro del muchacho-. El mar no ha de tardar... -Sí, señor -murmura el niño, como quien dice: Gracias. Gracias. La palabra prohibida. Antes quemarse los labios. Ley de Pirata. ”¿Dije Gracias?” -se pregunta El Chico, sobresaltado. “¡Lo llamé: hijo!” -piensa estupefacto el Capitán. -Mi Capitán -habla de nuevo El Chico-, en el momento del naufragio... Aquí el Pirata parpadea y se endereza brusco. -...del accidente, quise decir, yo me hallaba en las bodegas. Cuando me recobro, ¿qué cree usted? Me las encuentro repletas de los bichos más asquerosos que he visto... -¿Qué clase de bichos? .-Bueno, de estrellas de mar... pero vivas. Dan un asco. Si laten como vísceras de humano recién destripado... Y se movían

de un lado para otro buscándose, amontonándose y hasta tratando de atracárseme... .-Ja. Y tú asustado, ¿eh? Yo, más rápido que anguila, me lancé a abrir puertas, escotillas y todo; y a patadas y escobazos empecé a barrerlas fuera. ¡Cómo corrían torcido escurriéndose por la arena! Sin embargo, mi Capitán, tengo que decirle algo... y es que noté... que ellas sí dejaban huellas... El Terrible no contesta. Y lado a lado ambos permanecen erguidos bajo esa mortecina verde luz que no sabe titilar, ante un silencio tan sin eco, tan completo, que de repente empiezan a oír. A oír y sentir dentro de ellos mismos el surgir y ascender de una marea desconocida. La marea de un sentimiento del que no atinan a encontrar el nombre. Un sentimiento cien veces más destructivo que la ira, el odio o el pavor. Un sentimiento ordenado, nocturno, roedor. Y el corazón a él entregado, paciente y resignado. -Tristeza -murmura al fin El Chico, sin saberlo. Palabra soplada a su oído. Y entonces, enérgico, tratando de sacudirse aquella pesadilla, el Capitán vuelve a aferrarse del grito y del mal humor. -Chico, basta. Y hablemos claro, Tú, con nosotros, aprendiste a asaltar, apuñalar, robar e incendiar... sin embargo, nunca te oí blasfemar. Pausa breve; luego bajando la voz, el Pirata pregunta con sencillez. -Chico, dime, tu has de saber... ¿En dónde crees tú que estamos? -Ahí donde usted piensa, mi Capitán -contesta respetuosamente el muchacho... -Pues a mil millones de pies bajo el mar, caray -estalla el viejo Pirata en una de esas sus famosas, estrepitosas carcajadas, que corta súbito, casi de raíz. Porque aquello que quiso ser carcajada resonó tremendo gemido, clamor de aflicción de alguien que, dentro de su propio pecho, estuviera usurpando su risa y su sentir; de alguien desesperado y ardiendo en deseo de algo que sabe irremisiblemente perdido.

Revista de Arte y Literatura


La literatura Dominicana Por Arlyn Desire Abreu

se viste de teatro

L

a Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos de la República Dominicana (SACD) y Ediciones Sociedarte, realizaron un nuevo aporte a la literatura teatral del país, con la puesta en circulación de la antología: Dramaturgia LatinoamericanaDominicana. El texto está compuesto por seis obras de distintos autores que llevan ya muchos años ejerciendo en el arte escritural de las tablas, como son, Franklin Domínguez, Iván García, José Adolfo Pichardo, Carlos Burgos, Elizabeth Ovalle y William Mejía. Sobre la SACD y Ediciones Sociedarte Aída Cartagena Portalatín, Franklin

Domínguez, Iván García Guerra, Áñez Bergés, entre otros escritores, hicieron nacer en 1964 la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos de la República Dominicana como una forma de agrupar a los artistas de este género. En tanto, Ediciones Sociedarte ha tendido como móvil principal la publicación y la edición de autores tanto conocidos como poco conocidos dentro de la dramaturgia y la narrativa en dominicana como en el extranjero. Este nuevo título que comparten con el público viene de una serie de publicaciones enmarcadas dentro de la propuesta, Dramaturgia Latinoamericana. La primera muestra fue dedicada a México, más adelante a Argentina y en esta oportunidad dominicana como escenario. UN POCO DE LOS AUTORES ANTOLOGADOS Elizabeth Ovalle, dramaturga y actriz. Perteneció a la Compañía Nacional de Teatro. Ha fungido como maestra de teatro. En el 2004 fundó su propia escuela de arte. Nominada a los premios Casandra en el 2001 como mejor actriz del año con su obra “A l e r t a Roja”. Ganó

Revista de Arte y Literatura

en el 1993 el primer lugar de dramaturgia teatral en el concurso de Casa de Teatro con su pieza “Por hora y a Piece Work”. Funge en la actualidad como directora técnica de la sala teatral Monina Solá del Centro Cultural. Carlos Burgos, nacido en La Vega. Escribe teatro, radio, cine y televisión. Sus obras han sido galardonadas y representadas por distintos grupos de todo el país. Ha publicado el título “Teatro Bequete”, el cual contiene ocho piezas. También ha sido antologado bajo las publicaciones “Trilogía de dramaturgos Cibao-Sur y “Ediciones Letras Nuevas”. Miembro fundador de la Acción Teatral Dominicana y su Festival de Teatro Itinerante es una entidad que reúne a grupos regionales de las tablas. Es además miembro de la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos. Franklin Domínguez, se destacó como periodista y en cargos públicos, además de su exitosa carrera como actor y dramaturgo. Nació en Santiago de los Caballeros en 1931. Ha escrito más de ochenta títulos, entre estos están: “Éxodo”, “La telaraña del Poder”, “Espigas Maduras”, “Se Busca un Hombre Honesto” y muchos más. En el extranjero se han presentado sus obras, tales como “Alberto y Ercilia”, en la Universidad de Texas; “Un Amigo Desconocido nos Aguarda” por Radio France II y France V de París, Radio Túnez y Radio Reunión en África, entre otras. Fue autor y realizador de “La Silla”, primera película dominicana de largometraje. Autor de la comedia musical “Solano”, entre otras piezas de 31


este género. Ha sido distinguido con diversos premios tanto en el país como en el extranjero, como: Premio Único de la Fundación Constanza, Maimón y Estero Hondo, Premio Nacional de Literatura. Premio ACE, por “Los Borrachos”, en New York; La Antorcha de Oro, en Italia. En Bélgica gana el Dorado. Algunas de sus obras han sido traducidas al inglés, francés, chino y ruso. José Adolfo Pichardo, nación en Santiago. Egresado de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA). En 1981 escribe su primera obra “Sirva Usted como Jurado”. Ha sido distinguido por su labor teatral por el Ayuntamiento de Santiago. El Centro Universitario Regional de Santiago lo ha reconocido como escritor. Miembro de la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos de la República Dominicana (SACD). Miembro fundador del Taller de Autores Dramáticos de Santiago (TAUDRAS). A partir del 2001 dirige el grupo Teatro Experimental de UTESA. Del 2004 hasta el 2007 dirigió el Departamento de Teatro

del centro de la Cultura de Santiago. En su bibliografía constan: “Laura”, 2002; “Monogramas y Trivialidades”, 2003; “Café”, 2003; “El Octavo Pecado”, 2004; “Siete Solitarios”, 2005; “La Muerte del Creador”, 2006; “Teatro Brevísimo de la Muerte”, entre otros títulos.

la “Condecoración de la Orden de Juan Pablo Duarte” y el “Reconocimiento a la Excelencia Profesional”, entre otros. Tiene publicado cuatro libros que recogen sus distintas piezas: “Los Hijos de Fénix”, “Fabula de los Cinco Caminantes” “Los Tiranos”.

Iván García Guerra, nació en San Pedro de Macorís. Su iniciación en el teatro se remonta al 1955 con la obra “El Gran Teatro del Mundo”, donde interpretaba el personaje “El Pobre”. Ha caracterizado más de 200 personajes, en su mayoría protagónicos. Se inició en la dirección teatral con la obra “Julio César” de Shakespeare, en el año 1958. Es en 1963 cuando su primera creación dramática: “Más Allá de la Búsqueda” sale a la luz en el 1er Festival de Teatro Dominicano, celebrado en Bellas Artes. En su larga trayectoria ha recibido distintos galardones como actor, dramaturgo y director, entre estos están: “Premio Nacional Cristóbal de Llerena”, por sus obras “Andrómana” y “Memorias de Abril”. Ha recibido siete veces el premio Casandra. Recibió

William Mejía, nació en San José de Ocoa. Graduado de Licenciado en Teatro Por la Universidad Autónoma de Santo domingo (UASD), en 2009. Algunas de sus obras galardonadas son: “Anónimos y Realengos”, “La Trama de san Miguel”, “Encuentro en la Astronave”, entre otros más. Ha obtenido distintos lauros como narrador: premio nacional de cuentos Casa de Teatro en 1981 con el título “Reflexiones”. También obtuvo el premio de novela de la Universidad Central del Este (UCE), en el 2000 con la novela “Una Rosa en el Quinto Infierno”, la misma sirvió para el guión ganador del Premio Nacional de Cine 2006. Se ha destacado en el ensayo, también obteniendo galardones en este género.

Poetas de la Era Por Arlyn Desire Abreu

P

oetas de la Era es el más reciente título donde se albergan precisamente un gran número de poetas, de esta era, la contemporánea. Compilados bajo este nombre por la escritora Elsa Báez, más de cuarenta poetas de todo el país, (algunos radicados en el exterior) cantan a través de estas páginas. Juan Freddy Armando, prologuista de la obra, manifiesta que la misma “no es una antología, pues no se excluye, ni se incluye a nadie por la cantidad o la calidad de sus estrofas”. Dice: “Es una unión de voluntades amistosas” “nos sedujo ella, la loca de la casa: la amistad”. Poetas de la Era es un compendio de distintas generaciones. Se encuentran expresados en el libro los diversos estilos y formas de manifestar la palabra. Cada 32

autor es una voz de su generación, pero más que eso, de su sentir poético, de su sensibilidad creativa. Cada uno muestra a través del signo, lo que lleva en su interior, y de esta manera sus preocupaciones y sus pasiones por la vida. “La diversidad” es la palabra que define esta obra, expresa Juan Freddy. “Esa es la mejor definición de la poesía contenida aquí.” Poetas de la Era es el cantar de la gente que llora, que ríe y comparte, que es amiga. Y así, unidos por la poesía mediante el amor incondicional: la amistad. Aquí se conjuga gran diversidad de temas, las voces que hablan al hijo, al niño, a la patria, a la soledad, a la vida, a la juventud, a la poesía, a Dios, a la cotidianidad, el sentir de lo que

permanece y no permanece, a la muerte. Está contenida en la obra la más íntima esencia de lo humano.

Revista de Arte y Literatura


9no ANIVERSARIO DE LA 37 POR LAS TABLAS

de gracias. La celebración estuvo amenizada por destacados músicos, dirigidos por Cukín Curiel, quienes fueron acompañados por la potente voz de Fátima Franco. María Ligia Grullón, directora general de la 37, presentó un esbozo de “El Hacer Teatral, Nuestra Empresa”, un proyecto de gestión, formación, y producción teatral, iniciativa de este centro cultural. La 37 por las Tablas, es una institución independiente y de carácter privado, dedicada a la formación, promoción y difusión del teatro.

La 37 por las Tablas cumplió un año más al servicio de las artes escénicas, y este festejo lo celebró por lo alto en compañía de buena música, acrobacia y juegos teatrales. La actividad contó con la presencia de invitados especiales desde Colombia y España; además la participación de la Pastoral Juvenil de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, quienes tuvieron a cargo la acción SEGUNDO BAZAR DE ARTE EN SANTIAGO

dinamizando de esta manera el quehacer artístico e impulsando la libre expresión del arte. El 2do Bazar de Arte de Santiago contó con la participación de destacados artistas de la región norte y otras provincias, quienes durante dos días presentaron lo mejor de su talento en las instalaciones de Soho Rooftop, en Bella Terra Mall. CENTRO DE LA CULTURA REINAUGURA BIBLIOTECA AIDA CARTAGENA PORTALIN

Por segundo año consecutivo en la ciudad de Santiago se celebró el Bazar de Arte, proyecto realizado por producciones Magenta, a la cabeza del artista visual Ismael Ogando. El evento busca promover el arte en sus diversas expresiones, pues en el festival se conjugan todas las artes. Es un encuentro para el disfrute de la música, la moda, la literatura, el cine, la pintura, la gastronomía, la artesanía y las artes visuales, así como de toda expresión cultural artística vanguardista. El Bazar de Arte es un escenario para las manifestaciones artísticas que crea un espacio de impulso para la nueva generación de creadores, en beneficio del sector cultural de la región, Revista de Arte y Literatura

Con el objetivo de ampliar los servicios de búsqueda de información, la Dirección del Centro de la Cultura de Santiago, reinauguró su Biblioteca Aída Cartagena Portalatín con la conferencia “Apología de las Palabras” a cargo del escritor Juan Carlos Mieses. Esta actividad que contó con una dedicatoria al décimo sexto aniversario de la Universidad Abierta para Adultos (UAPA), fue presidida por la artista Rosa Idalia García y el escritor Máximo Vega, quienes se refirieron a la mejora de la biblioteca en beneficio de los estudiantes del centro cultural y del público que asiste al mismo. Explicaron que la Biblioteca honra la memoria de la poeta mocana quien se destacó en las letras dominicanas en la corriente de la

llamada ``Poesía Sorprendida´´. Añadieron que los usuarios de esa área de estudio podrán ampliar su acervo cultural, a través de la mediateca que incluye libros, audiovisuales y un espacio diseñado para los lectores infantiles. Toda la oferta bibliográfica es especializada en arte. En el acto también habló el director de la Biblioteca de la Universidad Abierta para Adultos (UAPA), quien agradeció el gesto de los directivos del Centro de la Cultura y puso a la disposición la casa de altos estudios para la colaboración y el desarrollo del área reinaugurada. Al final las aurtoridades presentes y la encargada de la Biblioteca Aida Cartagena Portalatín, Josefina De León y los invitados cortaron la cinta simbólica para dejarla formalmente reinagurada y abierta al público. 33


Por Fior D’aliza Taveras

DOMINICO-AMERICANO EXHIBE OBRAS ARTISTA Platones, accesorios, collares, pinturas y carteras fueron apreciadas por los presentes

El Centro Cultural Domínico Americano, en su sala exhibiciones presentó la segunda muestra individual de la artista Mayra Ramos, donde se aprecia la versatilidad y la técnica de la artista criolla. La exposición que permaneció por varios días abierta al público en el área de Biblioteca, incluyó diferentes piezas de pintura, collares, accesorios y otros elementos que pone de manifiesto la pasión creadora de la expositora. El director del centro anfitrión, Donald McLean, valoró el arte de la artista que se ha caracterizado por hacer un trabajo con mucha calidad y novedad en las piezas. Añadió que la entidad siempre está a la disposición de los artistas para dar a conocer sus propuestas artísticas.// CONCIERTO TRADICIONAL EN LA CATEDRAL La violinista Aisha Syed fue la atracción principal del concierto Con gran entusiasmo fue celebrado el Tradicional Concierto de Navidad del Señor, auspiciado por el Banco de Reservas que cada año cuenta con la participación de exquisitos artistas clásicos donde sobresale el Coro de la Catedral, en una presentación que une talentos para elevar la música y la alabanza. La destacada violinista santiaguense, Aisha Syed y el director invitado Héctor Martínez Cabruja, protagonizaron esta versión artística, escenario que aprovecharon para estrenar 34

nuevas creaciones. La violinista Aisha Syed tuvo una gran actuación acompañada por la Orquesta de Cámara de la Marina de Guerra. El Coro de la Catedral estrenó el Himno del Jubileo, e interpretó los temas “Yo llegué a Belén”, de Héctor Martínez Cabruja, y “A ti Jesús”, del maestro Francois Bahuaud. También deleitaron la soprano Natalie Peña Comas y las solistas Ondina Matos, Belkys Hernández, Glenmer Pérez, Wanda Guzmán, Modesto Acosta, Nelson Veras y Helvis De la Rosa, quienes estuvieron acompañados por la orquesta de la Catedral, bajo la dirección del maestro José E. Delmonte. El espectáculo, patrocinado por el Banco de Reservas, formó parte de la celebración del V centenario de la fundación de la catedral primada de América, que fue abarrotada por un numeroso público, parte del cual tuvo que ver el concierto desde una pantalla gigante colocada a la entrada del templo católico.// Monseñor Nicolás de Jesús Cardenal López Rodríguez y el administrador de Banreservas, Daniel Toribio, fueron los anfitriones del concierto de este evento al que también asistieron el jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra, vicealmirante Homero Lajara Solá; el jefe de la Policía Nacional, mayor general José Armando Polanco Gómez, y el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Subero Isa, entre otros. //

de Trabajadores de la Prensa (SNTP) filial Santiago, entregó los premios correspondientes al IX Concurso de Fotografía Periodística ´´Erasmo Martínez´´ en el que se alzó con el primer premio y primera mención el fotógrafo José Bueno corresponsal de la Agencia Española de Noticias (EFE) en el país. El Segundo Premio recayó en Onelio Manuel Domínguez del periódico Listin Diario, con la obra ´´Contra con la corriente´´ y el Tercer Premio lo recibió Alex Rafael Reinoso del diario El Nacional con la fotografía ´´La inocencia desde un pequeño Angulo. Todos los ganadores recibieron una dotación económica de 25 mil, 15 mil y 10 mil pesos en los tres lugares, así como un pergamino de Participación. En tanto con la Segunda Mención de Honor el fotógrafo del rotativo El Caribe, Roque Ferreira ganó esa distinción con la obra´´El Peso de la Realidad¨. Solo recibió pergamino de Participación. El jurado seleccionador de las obras estuvo compuesto por el editor gráfico del periódico Diario Libre; la fotógrafa Dominicana y residente en España, Solangel Valdez y el veterano Erasmo Martínez, quienes destacaron la calidad de las 22 fotografías en formato 11 x 14 pulgadas y que las imágenes son una realidad del país y del terremoto del 12 de enero en Haíti. En el acto de premiación celebrado en la Sala Wifredo García de Casa de Arte, la

CONCURSO DE FOTOGRAFIA PERIODISTICA Los ganadores fueron José Bueno, Onelio Domínguez, Alex Reinoso y Roque Ferreira Con el auspicio de la Cervecería Nacional Dominicana, el Sindicato Nacional Revista de Arte y Literatura


secretaria general del SNTP filial Santiago, la periodista Fior D´Aliza Taveras, agradeció el respaldo del Grupo León Jimenes a través de la Cervecería Nacional Dominicana y a los miembros que desde hace nueve años participan en el certamen fotográfico, además de la entidad cultural Casa de Arte que acoge la ceremonia y exposición desde sus inicios a principios del año 2000. Asimismo, se refirió a que cada versión se le dedica a un miembro de la fotografía y que la elección de Tony Núñez, es un reconocimiento a un trabajador de la prensa que ejerce por más de 30 años el ejercicio de la imagen de prensa en todas sus vertientes. También expresó que en la próxima versión será regional, para darle la Participación a los miembros del gremio de todo el Cibao. En la actividad tambien el director ejecutivo de Casa de Arte, el folklorista Rafael Almanzar, pronunció unas breves palabras en la que puso de nuevo la institución para la exposición del certamen. Los premios fueron entregados por los directivos y el representante de la Cervecería Nacional Dominicana, Enmanuel Badía.// PONEN A CIRCULAR AGENDA POLITICA DE LA MUJER La Sociedad Cultural Alianza Cibaeña, puso en circulación la Agenda Política de la Mujer Dominicana 2011, de la autoría de la dirigente política Virtudes Álvarez, en un acto celebrado en las instalaciones de la centenaria institución. El acto de presentación de la publicación se efectuó en las instalaciones de la legendaria entidad, el cual contó con la participación de la dirigente feminista Susi Pola y otras personalidades. La Agenda Política de la Mujer Dominicana 2011 pretende mediante su contenido de doce meses, la reflexión de la mujer y la ciudad, además de su contenido practico como herramienta diaria de trabajo: ‘’invita a la lectura y reflexión sobre la aspiración y lucha por conquistar el diseño de ciudades con perspectiva de genero, ciudades inclusivas que respeten los derechos y la dignidad del ser humano, como sustenta la publicación. A juicio de la autora, Virtudes Álvarez, las 365 paginas son para compartir complicidades con temas como ciudades Revista de Arte y Literatura

Teatro del Cibao, Lincoln López, en su intervención resaltó las cualidades del autor, quien se desempeña como director del Hospital del Central Romana Corporación; ´´ el es un reconocido gestor cultural, poeta, escritor. Es un gran intelectual. Los libros de José Federico López Larache son: “Ruptura del Silencio” (poesía, 1997). “Poemas Para un Olvido”, (poesía 2006); “Rupturas del Silencio, y Poemas Para un Olvido” (2008); y “Las Garzas del Batey No Tienen Apellido”, (2010). EL CENTRO LEON EN TERTULIA SOBRE LA CERÁMICA Los expositores hablaron de la cerámica como elemento artístico y de expresión del mundo, miradas por la luchas libertarias y de paz:’’ mas de doscientas paginas de aspiraciones y realidades, para ser leídas o escritas con espíritu de calle abierta, con mirada de libertad y mujer. En la actividad el presidente de la entidad anfitriona, Jhonny Guerrero destacó el trabajo y aporte que hace la agenda, no solo la de este año, también las anteriores. En ella se aprecian trabajos de intelectuales como, Cesar Pérez, Tahira Vargas, Susi Pola, Cósete Álvarez, así como artículos sobre la Revolución de los Claveles, la Toma de Berlín y Ciudades Inclusivas, entre otros mas. // CIRCULA EN SANTIAGO LAS GARZAS DEL BATEY La Sala Julio Alberto Hernández del Gran Teatro del Cibao, acogió la puesta en circulación de la obra ´´ Las Garzas del Batey No Tienen Apellidos´´ de la autoría del doctor y poeta José López Larache y presentado por el arzobispo de Santiago, Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio. Una gran asistencia de prominentes médicos y autoridades integraron el público santiaguense y amigos del autor de la obra que recoge poemas inspirados en el vuelo de la blanca ave y en donde recrea el testimonio de la vida en un batey, experiencia de la que el doctor López Arache, muestra su orgullo. El director general y artístico del Gran

El Centro León en el marco de la Trienal Internacional del Tile Cerámica( Elit- tile), realizó una tertulia la cual denominó `` El Arte en Proceso Barro y Bambú`` en la que participaron los artistas ceramistas Tony Acosta Frías y Thimo Pimentel. La actividad como marco al evento de la cerámica, a celebrarse próximamente en el citado centro cultural y al que se esperan la participación de más de 300 ceramistas representantes de 70 países, según las informaciones ofrecidas por la asesora de artes del Centro León, la critica Sara Hermann. En sus intervenciones los artistas Pimentel y Acosta Frías, hicieron referencia a los orígenes la artesanía y de los recursos naturales que se utilizan para crear las piezas. También citaron los inicios de la artesanía del bambú y de los métodos artesanales que se utilizan para ese oficio milenario y de gran valoración como manifestación artística.

35


Revista de Arte y Literatura


Revista de Arte y Literatura


Revista de Arte y Literatura


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.