Año 2/ Diciembre 2018
ISSN: 2618-3005
Narraciones
Publicación del Centro de Salud Mental n° 1
3. 50 años de historia
Dulce Suaya Ricardo Soriano Hugo Hirsch Luis Hornstein Marcos Weinstein Carlos Trosman Beatriz Pérez del Cerro Patricia Álvarez Zunino Horacio Rodríguez O´connor Isabel Celia Apelian Débora Zilberman Ana Berezin Adriana Granica Carlos Noseda Andrea Douer Helena Chada Elizabeth Abadie Daniel Izrailit Patricia Polari
Prácticas e intervenciones
Narraciones Publicaciรณn del Centro de Salud Mental Nยบ1 Nยบ 3 - Diciembre 2018
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3 Narraciones es una publicación del Centro de Salud Mental Nº 1. Comité de Docencia e Investigación. Jefa a cargo Dra. Cristina Brío Secretaria CODEI Lic. Patricia Álvarez Zunino
Narraciones Dirección Silvina Czerniecki Comité Editorial Pablo Castillo Marina Pambukdjian Elena Singerman Melisa Rapoport Analia Laura Pollini Corrección Mónica Fernandez Diseño Editorial Malena Schvartz Arte de Portada Débora Zilberman Dibujos de secciones Débora Zilberman Adriana Segabache Elizabeth Abadie Isabel Celia Apelian Manuela Pedraza 1558, C.A.B.A. Mail: narracionescentro@hotmail.com Facebook: Revista narraciones.Centro 1. Editorial El Zócalo ISSN: 2618-2750
Publicación del Centro de Salud Mental Nº1
Narraciones
Nº 3 – Diciembre 2018
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Índice Editorial Por Patricia Álvarez Zunino Pág. 9
Conversaciones Conversación con Dulce Suaya Por Castillo Pablo, Marina Pambukdjian y Silvina Czerniecki Pág. 14 La historia devenida en una ficción Por Agustina Cirelli, Malena Schvartz y Silvina Czerniecki Pág. 18
Discursos Centro de Salud Mental n° 1 “Dr Hugo Rosarios”en la CABA. Ante las encrucijadas y los nuevos desafíos de la época actual. Por Horacio Rodríguez O‘connor Pág. 34 Transmisión, memoria y pensamiento en el psicoanálisis: una praxis ético-política. Por Ana Berezin Pág. 47 Aquellas pequeñas cosas Por Adriana Granica Pág. 53 5
Desde el Centro Centro 1. Apuntes para una historia (50 años después) Por Carlos Noseda Pág. 62 Vamos a hacer lo que sabemos y lo que no lo aprendemos juntas Por Débora zilberman, Andrea Douer y Helena Chada Pág. 70
Arte y Literatura Pintar un mural Por Elizabeth Abadie e Isabel Celia Apelian Pág. 76 Reporte de daños: Kafka y Borges. Memoria e identidad Por Daniel Izrailit Pág. 83
Concurrentes y Residentes De un casi-cuerpo que se desarma, despoblado de mirada, a un cuerpo con cosquillas y una mirada subjetivada Por Melisa Rapoport Pág. 91 El analista y su hospital: fragmentos institucionales Por Santiago Avogadro Pág. 99
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Decir bastante sin decir demasiado: una aproximación al concepto de interpretación Por Lucía Natalí García Pág. 104
Libros L’étourdit – Versión de traducción Por Patricia Polari Pág. 114
En las diferentes secciones respetamos la singularidad en que cada autor recorre la temática escogida, como así también las opiniones vertidas sobre los diversos temas, siendo de exclusiva responsabilidad de los respectivos autores el contenido de cada texto.
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Agradecimientos Nos complace agradecer en esta nueva edición a: Andrea García por su confianza en este proyecto. A Beatriz Pérez del Cerro y a todos y todas los que conformaron y conforman la historia del Centro de Salud Mental Nº1.
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Editorial Centro de Salud Mental Nº1: Repensando las prácticas a 50 años de su fundación. Patricia Álvarez Zunino “Hablar de la ternura en estos tiempos de ferocidades, no es ninguna ingenuidad. Es un concepto profundamente político, es poner el acento en la necesidad de resistir la barbarización de los lazos sociales que atraviesan nuestro mundo”. Fernando Ulloa
Las Jornadas anuales del Centro de Salud Mental Nº 1, “Dr. Hugo Rosarios”, en ocasión de celebrarse sus 50 años, constituyeron un evento científico, político y festivo generador de encuentros, intercambios y debates. Este nuevo número de Narraciones nos invita a continuar con ellos. El eje que elegimos para conversar en esas jornadas y en esta publicación son las Prácticas e intervenciones. Volver a poner el centro en las prácticas, recuperándolas en su dimensión histórica, repensándolas en el presente y apostando a la construcción futura, es el objeto de este breve escrito. El Centro de Salud Mental Nº1 “Dr. Hugo Rosarios” posee una larga historia en la elaboración de respuestas al padecimiento subjetivo. Los modos singulares en que los sujetos que sufren deben situarse social, cultural e históricamente. En tiempos de “barbarización de los lazos sociales”, las relaciones con los otros y con el mundo simbólico común se dañan profundamente. Cada vez más individuos pierden la capacidad de intervenir en los procesos de subjetivación que los afectan, incrementándose su fragilidad y soledad.1 Estar atentos a recibir el su¹ Galende, Emiliano. “El conocimiento y las prácticas en salud mental”.1ª ed. Ciudad autónoma de Buenos Aires. Lugar Editorial, 2015.
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frimiento singular del otro, obliga a repensar y cuestionar las herramientas para alojar la complejidad. Quienes, desde el campo de la Salud Mental, intentan dar respuesta se ven sobrepasados por el aumento y la complejización de la demanda que evidencia la inadecuación de los dispositivos institucionales, incrementando los problemas de accesibilidad. El encuentro con el sufrimiento, la desolación, la marginalidad, conmueve prácticas y produce impacto en las subjetividades de los profesionales. El peso que conllevan las “acciones de cuidado”, especialmente cuando los trabajadores de la salud se confrontan con situaciones de extrema vulnerabilidad, sólo puede ser soportado cuando se establecen fuertes relaciones de cooperación que permiten armar una trama de sostén afectiva para los diversos actores implicados. La inclusión de la perspectiva de Derechos impone ciertos resguardos éticos a la práctica y obliga a un posicionamiento ético político que permita diseñar respuestas institucionales tendientes a incluir las formas diversas y singulares del padecimiento subjetivo. Esta perspectiva promueve la inclusión y compromete a los profesionales de la salud en el diseño de respuestas integrales y centradas en los ciudadanos. Un cambio en la dinámica de trabajo se vuelve imprescindible para dar respuestas adecuadas y centradas en las personas. Exige entonces la puesta en cuestión de los modos habituales de la propia práctica y el descentramiento unidisciplinar a favor del trabajo interdisciplinario y en articulación con otros dispositivos intrainstitucionales, así como con otros sectores indispensables en la construcción de una respuesta colectiva. Potenciar la "cultura del relacionamiento"2 es una apuesta que permitirá la construcción de un proyecto institucional que redunde no solo en la calidad de la atención, sino también en la mejora de las condiciones de trabajo. Entrecruzamientos y diálogos entre saberes que permitan alo² Rovere, Mario. (1999) Redes en Salud, un nuevo Paradigma para el abordaje de las organizaciones y la comunidad, Rosario: Ed. Secretaría de Salud Pública/ AMR, Instituto Lazarte.
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jar la complejidad y volver a poner en el centro de la prรกctica la respuestas al sufrimiento humano se vuelven indispensables para la construcciรณn de nuevos dispositivos subjetivantes en salud mental.
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Conversaciones
Adriana Segabache 13
Conversación con Dulce Suaya Pablo Castillo, Marina Pambukdjian y Czerniecki Silvina Mañana en el Abasto, prometedora. Esa mujer que nos recibe, Profesora Emérita de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, realizó sus pasos inaugurales como psicóloga en nuestro Centro. “Toda mi vida trabajé en instituciones públicas”, nos comenta con cierta satisfacción y orgullo, mientras se prepara para responder nuestro pequeño cuestionario poblado de datos inciertos y deseos irrefrenables por capturar alguna huella mnémica perdida. A los ochenta y tres años, vive sola en un departamento mágico reciclado por un marido ingeniero que falleció hace poco, y con una estética cautivante, responsabilidad de su hija, artista plástica. Parece feliz. Ya lo dijo Simone de Beauvoir: “la vejez es un destino”. ¿Cómo definirías tu relación con el Centro de Salud Mental N° 1? Es sin duda una relación de mucho amor, que me compromete afectivamente. Recién recibida, fue mi primer lugar de trabajo. Todo un acontecimiento. Siempre se valoró al Centro 1 como una institución muy prestigiosa. Y, para mí, hacer mis primeros recorridos profesionales junto a colegas que ya tenían una gran trayectoria era muy conmovedor. Fue una época de grandes aprendizajes. ¿Por qué creés que estaba tan bien considerado el Centro en el “mundo” psi? Principalmente, por la idoneidad de su equipo y el compromiso que asumían con la tarea que llevaban adelante. Tengan en cuenta que 14
es uno de los primeros lugares donde se trabaja la extensión. Se empieza no solamente a contemplar la demanda de asistencia, sino también a la comunidad y sus instituciones. Es un pasaje no sólo práctico sino también conceptual, que busca articular al Centro con lo territorial. Y en esa movida tiene mucho que ver la creación del Servicio de Salud Mental Comunitaria. ¿Recordás quiénes participaron de ese proceso? Sí, por supuesto. Tanto Hugo Rosarios, que era el Director del Centro, como Hugo Hirsch, que era Co-director, fueron los impulsores de estas modalidades. Nosotros relevábamos las instituciones de la zona. Analizábamos a quienes se dirigían, cómo estaban compuestas, con qué grupos etarios interactuaban. Y, después, pensábamos propuestas de articulación comunitaria para proponerles una labor en conjunto. ¿Tenés presente algún trabajo en particular? Ahora me vienen a la memoria dos experiencias muy interesantes. Una, que realizamos con la Escuela Técnica Raggio, que dependía de la Municipalidad de Buenos Aires. Era, -sigue siendo creo-, un colegio secundario. Allí nosotros diseñamos un dispositivo que buscaba orientar a los adolescentes sobre potenciales salidas, tanto desde el punto de vista laboral como de estudio. Y el otro, fue un proyecto que hicimos con una institución que albergaba madres solteras. ¿Cómo organizaban cotidianamente la tarea? Nosotros llegábamos al lugar y nos reuníamos con los equipos que allí estaban funcionando. Tratábamos de ver cómo era el organigrama. Intentábamos comprometer al conjunto de los trabajadores 15
y a la dirección de la institución en el proceso y en la toma de decisiones. Fue un momento muy innovador para problematizar qué es eso de la Salud Mental. ¿Podés hacer una evaluación hoy de ese trabajo? Es difícil repensarlo a la distancia, pero creo que a mí en lo personal esa experiencia no solamente me marcó, sino que fue el comienzo incipiente de lo que después sería uno de los puntos fuertes de mi recorrido profesional. Con la Escuela Técnica Raggio abordé por primera vez el tema de la Orientación Vocacional. Ese fue un campo que estaba muy poco desarrollado y que despertó un especial interés en mí. De hecho, años más tarde, llegué luego a concursar y jefa de servicio en el Hospital Borda del Servicio de Orientación Vocacional. Allí hicimos un trabajo muy interesante que profundizamos con la vuelta de la democracia, llevando la Orientación Vocacional de modo itinerante. Fuimos a buscar a los jóvenes allí donde ellos estaban, incluso en zonas de las llamadas marginales. Este modo que nos permitió llegar a adolescentes de diferentes extractos sociales le dio al Servicio mucho reconocimiento. Incluso en algunos momentos llegamos a tener chicos desde las cuatro de la mañana haciendo cola para ser atendidos por nosotros. ¿Podrías sintéticamente resumirnos cómo surgió en vos y en el resto de los profesionales que integraban el Servicio de Salud Mental Comunitaria del Centro N° 1 la idea de pensar la Orientación Vocacional como un campo problemático? Cuando nosotros llegamos al Raggio –que como ya dije era una Escuela Técnica- nos encontramos básicamente con dos problemas. Por un lado, la mayoría de los alumnos habían elegido su especialidad en función del prestigio que se suponía que ella tenía. Por el otro, se tenía poco en cuenta tanto lo vocacional como la viabili16
dad de conseguir trabajo una vez que hubieran cumplido con su formación. Nosotros imaginamos distintos dispositivos que iban desde entrevistas en profundidad a la elaboración de cuestionarios autoadministrados, que buscaban darle visibilidad a estas cuestiones. ¿Cómo incidieron en el Centro de Salud Mental N° 1 los acontecimientos políticos que se desencadenaron a mitad de los setenta con el advenimiento de la Dictadura Militar? Fue una época muy triste y dolorosa. Hugo Rosarios tuvo que escaparse. Yo ya no tuve contacto con él. Vino la represión y el Centro estuvo un tiempo cerrado. Algunos de los integrantes del Centro -entre ellos yo- nos fuimos al Pirovano, que era nuestro hospital de referencia. En lo personal, luego estuve un tiempo en el Centro de Salud Mental N° 3 y, estando allí, una colega y amiga me propuso irme con ella al Hospital Borda. Se podría decir que ahí concluye mi relación formal con el Centro 1 y empieza, de alguna manera, otra historia.
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La historia devenida en una ficción Agustina Cirelli, Malena Schvartz y Silvina Czerniecki Se habla. Se amuebla el escenario vacío del silencio. O, si hay silencio, éste se vuelve mensaje. - ¿Por qué está callada? ¿En qué piensa? No pienso, al menos no ejecuto lo que llaman pensar. Asisto al inagotable fluir del murmullo. SALA 18 (PIROVANO) Alejandra Pizarnik (1971)
Cincuenta años después, conmemoramos la inauguración del Centro de Salud Mental Nº1, aquí en la revista “Narraciones”, acercándoles entrevistas, conversaciones y relatos de algunos protagonistas que ocuparon diferentes lugares de responsabilidad en el armado de este centro. La historia siempre se construye desde el presente, donde se interpreta y da sentido a lo que fue. Pensar en construir una narración histórica nos ayuda a evitar que nos borren nuestra memoria. Partimos de concebir que no hay una historia con mayúsculas, sino que hay historias, pequeñas, mínimas, diversas, esas que nos conformaron en aquello que somos, esas que apuntalan nuestras diferencias, esas que nos conforman. Walter Benjamín nos plantea que la construcción histórica se consagra a la memoria de los que no tienen nombre. Dice, es una tarea más ardua honrar la memoria de los seres anónimos que de las personas célebres.3 Walter Benjamin. “Conceptos de filosofía de la Historia”. Editorial AGeBe, Año 2011. 3
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Situémonos en el contexto histórico, social, político y en los avatares de la cultura que dio lugar al surgimiento de nuestro centro. Transcurre el año 1966, el gobierno del Dr. Illia es derrocado por un gobierno militar, todo el poder político se concentra en el Gral. Onganía. Tiempos violentos con vastos sectores políticos proscriptos. Estamos en el auge de la guerra fría. En la Argentina, la dictadura busca aliarse con los EEUU contra el sistema comunista. Se afianza un mundo bipolar, de miradas antagónicas, de disputas globales. En este marco surgen en el mundo y en particular en América Latina movimientos de resistencia contrahegemónicos que interpelan al poder y habilitan la esperanza de transformaciones sociales. El gral. Onganía alega que la guerra ahora es ideológica. Pero mientras que se quiere instalar una rígida disciplina militar en la misma sociedad, una gran parte de esta va en sentido contrario. En los convulsionados años 60, los jóvenes buscan diferenciarse de sus padres y esto se manifiesta en la música, el hippismo, la moda y en el pelo largo y la participaciòn polìtica, también crece al fragor de distintas luchas un sindicalismo combativo. El rol de la mujer cambia, ocupando un lugar cada vez más preponderante en la vida económica y política del país. Este lugar no es cedido de manera pasiva, encuentra resistencia, hay avances y retrocesos, cada conquista es la expresión del esfuerzo y la persistencia. Al mismo tiempo, confluyen valores diversos con el orden moral y los valores establecidos que pretende imponer la dictadura militar. Los jóvenes se vuelven un grupo social peligroso a los ojos de la dictadura. Esto no es propio de nuestro país, sino que es parte de un clima de época. En este marco complejo, heterogéneo, diverso nace un movimiento de salud mental influenciado por las reformas de salud mental de EEUU y de Europa. Los movimientos de reforma en Estados Unidos buscan un cambio en las condiciones de los enfermos internados, cuestionan los procedimientos y las instituciones manicomiales. La reforma de EEUU influyó fuertemente en nues19
tro país, sobre todo a través de Domingo Cabred, que funda varias de las colonias de rehabilitación que todavía se encuentran en la actualidad.4 Otro hecho clave de la psiquiatría de EEUU que ha de impactar en Argentina fue la creación del Instituto Nacional de Salud Mental y el Programa Federal de Psiquiatría Comunitaria, con la Ley de Kennedy de 1963, que da lugar a la creación de centros comunitarios de salud mental, tratamiento ambulatorio, creación de un servicio de urgencia, distintas formas de hospitalización parcial como hospitales de día, cuyo objetivo es la externación de los enfermos de los hospitales psiquiátricos. El Centro de Salud Mental Nº 1 en sus inicios era un lactario. Su nacimiento como centro de salud mental es la confluencia de diversas circunstancias, la reforma en salud mental, por un lado, y el avance de los laboratorios que por ejemplo van imponiendo la fabricación y distribución de la leche en polvo, en esta coyuntura surge el Centro de Salud mental Nº1 junto con los otros centros y demás dispositivos. Este fue un largo recorrido, donde se producen cientos de avatares, de cambios, de avances y retrocesos. Por esto creemos que es muy importante contar con la palabra de aquellas personas que tuvieron un rol protagónico. Les damos la palabra.
¿Cuándo y en qué contexto surge el centro de Salud Mental Nº 1? Dr. Ricardo Soriano: El Centro 1 se crea en el año 68, estamos hablando de los periodos de los 60, época de oro de la salud mental, es decir era el plan de Goldenberg que estaba discutiendo la internación en hospitales generales y la parte comunitaria como un hecho clave fundamental. Cuando decía de la época me refiero Emiliana Galende. “Psicoanálisis y salud mental. Para una crítica de la razón psiquiátrica.” Editorial Paidos, 1994 4
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a la época del hippIsmo, de los Beatles, de una situación de mucha confusión social muy ligada a la militancia, es decir, desde el punto de vista de la situación psiquiátrica, para todos los que estábamos ligados a la psiquiatría en ese momento había aparecido Laing y Cooper, que era la psiquiatría y la antipsiquiatría. Obvio que estábamos jugados a la antipsiquiatría, al punto tal que Cooper vino a este centro. La situación era muy compleja, se había dado otro fenómeno mucha profesionales empezaban a salir de los consultorios, en aquel momento era solo la APA, la Asociación Psicoanalítica Argentina, y empiezan a participar a nivel de la salud pública, porque era un momento donde la salud pública tenía un espacio importante, muy ligado al momento histórico socio político. Dr. Marcos Weinstein: El marco histórico de esto fue el gobierno de Onganía. El señor secretario de salud pública era un civil llamado García Díaz, que fue a convencerlo a Goldenberg para que se haga cargo de la dirección de Salud Mental, porque querían aplicar el Programa de las Naciones Unidas para la desmanicomialización. Atender la enfermedad mental, que era el paradigma de entonces, pasando a Salud Mental con el paradigma nuestro. Lic. Hugo Hirsch: La historia argentina, desde mi perspectiva, nunca es lineal. Hay retrocesos profundos en un momento progresivo y adelantos curiosos en momentos supuestamente regresivos. Dr. Luis Hornstein: El plan de Mauricio Goldenberg era combatir las salas de internación de psicopatologías aisladas e integrarlas en hospitales generales. Eso hizo que el plan de salud mental creará servicios de psicopatología en hospitales generales y tres centros. Uno de ellos fue el Centro de Salud Mental Nº 1, y eligió a Hugo Rosarios como director. En ese momento Hugo era un hombre de 36 años que venía de una tradición psicoanalítica tradicional, pero tenía ciertos cuestionamientos y pensaba que tenía que extender el psicoanálisis a tareas y a otros tipos de dispositivos terapéuticos y comunitarios. Lo que hicimos fue crear servicios en casi todos los hospitales municipales. El plan Goldenberg fue muy importante; fue muy criticado, porque 21
decían que tomaba modelos de EEUU. Voy a contar una anécdota. Yo era asesor de Mauricio Goldenberg y me analizaba con Emilio Rodrigué, que era presidente de la FAP, Federación Argentina de Psiquiatrìa, y criticaba a Goldenberg. Yo le decía: “Emilio, se están equivocando. En lugar de meterse en contra de los psiquiatras del hospicio, se están metiendo con Goldenberg, que está creando una infraestructura para que se forme gente en una psiquiatría distinta y en una salud mental distinta”. Unos años después, en Caracas, me dijo: “Tenías razón. Cómo combatimos al plan de salud mental, en vez de tener como adversario al hospicio”. En el año ‘84 vuelve a Argentina y Alfonsín le ofrece ser director de Salud Mental Nacional. Él no acepta y le dice de Hugo Rosarios, quien tampoco acepta y ahí asumió otra persona de gran valor, como fue Vicente Galli. El centro fue piloto en el sentido de pionero, porque muchos de los psicoanalistas profesionales que se sentían encerrados en una práctica de consultorio privado tenían acceso a modalidades mucho más amplias. Pero también se integró gente de otras corrientes sistémicas, como el conductismo, lo cual hizo del centro una especie de laboratorio; de laboratorio de innovación, de posibilidad de discusión. Hugo tenía la ventaja de tener una actitud pluralista al no sentir que tenía que imponer una doctrina psicoanalítica. Él mismo había tomado cierta distancia con respecto al psicoanálisis, podían realizar una práctica más innovadora que trabajar en consultorio. El centro de salud mental era un laboratorio de innovación, de discusión. Hugo tenía una actitud amplia, no había persona en Bs.As. del medio psicoanalítico que no quisiera entran en el centro 1.
¿Este edificio se construye para hacer un centro de salud mental? Dr. Marcos Weinstein: Este edificio, el del Centro 1, era un instituto de maternidad y lactancia. Lo de maternidad era porque en el medio del salón grande había una máquina chupadora de leche con 20 o más bombas que aspiraban las leches de las madres para nutrir 22
a los prematuros que estaban en la sala de internación del Pirovano, de la maternidad Sardá, de la maternidad del hospital Rivadavia, donde se les llevaba leche materna, que era lo único que había. Tengan en cuenta que las leches en polvo empezaron a aparecer a finales de los 60 y era más bien un negocio de laboratorio. Eso se desarmó y, por eso, cuando yo llegué en el 68 me encontré con que las asistentes sociales y las psicólogas estaban pintando las puertas, colocando cerraduras, lijando escritorios, etc. o sea armando esta institución para que funcione.
¿Cuándo surge el centro? Dr. Marcos Weinstein: El centro de Salud Mental Nº 1 funciona desde 1968, como parte del primer plan de salud mental de la entonces municipalidad de Buenos Aires. Fue fundada por el Dr. Mauricio Goldenberg y el Dr. Hugo Rosarios fue el primer jefe. Dr. Carlos Trosman: El día de la inauguración del centro iba a ser un 14 de abril, pero fue en la época en que el 14 de abril era feriado -el Día de las Américas-, motivo por el cual se inauguró el 15 de abril. La madrina de la inauguración era Viola W. Bernard, psiquiatra de color, quien había planeado un centro de salud mental comunitario en Bronx, y Goldenberg tenía información de eso y la contactó a ella.
¿Por qué Hugo Rosarios fue el director? Dr. Carlos Trosman: Él era un médico psicoanalista, y trabajaba en el departamento de familia y pareja del CEMIC. El jefe era el doctor Usandivaras, quien ya falleció hace unos años y era también psicoanalista y amigo de Goldenberg, y surgió ahí el nombre de Hugo Rosarios. La verdad es que era un hombre excepcional. Cómo él pudo afron23
tar todo esto y organizar de cero, no quería que nos copiemos de nada. Estaban estos modelos de salud comunitaria, que era una institución abierta que tenía que estar abierta 12 horas y no 4 horas, que la idea era que podamos atender. Algo que pasó el primer día que nos reunimos para armar el centro fue lo siguiente. Ya había nombrado a un jefe, digamos, a la municipalidad, y había una mesa larga, estábamos todos ahí, charlando, saludandonos, no nos conocíamos, muchos sí, otros no y, en un momento, Hugo dice “Bueno, los invito a sentarse. Yo me voy a sentar acá, a la cabecera”, y automáticamente yo me puse al lado de él. Eran dieciocho mujeres y dos hombres. Dieciocho mujeres que fumaban y dos hombres que no fumaban, pero yo me arrinconé al lado de él. Por supuesto, él era el jefe, y yo después tuve ese cargo honorífico, o algo así, de subjefe. Y bueno, había que armar de cero, cero, cero. El día que se inauguró fue muy importante estar registrado. Hay una foto que acá tenían en el centro. Ese día, también estaba el Ministro de Salud Pública de la Nación, había muchas autoridades. Y bueno, ya había gente en la calle, porque había salido en el diario que ese día se abría un centro de salud mental. Acá todavía estábamos con el cartel que decía “Lactario”. Estábamos en el salón grande, donde estaban las mesas con numeritos porque acá venían las mujeres a dar leche, a vender leche a la Municipalidad, esto era un lactario. Hay uno en la Boca todavía. Dr. Luis Hornstein: Hugo Rosarios (no es porque haya sido mi hermano), era un tipo muy inteligente, con mucha apertura. Goldenberg sintió que él sí podía llevar adelante una cosa innovadora. El Centro de Salud Mental ¡tuvo un desarrollo en esos años! Fue impresionante, no había persona en el medio psicoanalítico de Bs As que no pretendiera ingresar allí, ocupó el lugar que ya no ocupaba Lanús como lugar piloto de formación, como lugar donde la gente aspiraba a formarse, a atender pacientes, en donde sentía un monto de libertad. Como la experiencia de Salud Mental del Centro Nº 1 fue tan exitosa, Goldenberg estipuló que su eventual continuador, además de Valentín Barenblit y Vicente Galli, podía ser Hugo Ro24
sarios. Se dio una afinidad en cuanto que lo puso a prueba y Hugo Rosarios efectivamente cumplió con las expectativas y las superó.
¿Cuándo y cómo comienzan a trabajar en el centro? Lic. Hugo Hirsch: Lo fui a ver a Hugo Rosarios y Hugo fue mi primer supervisor. Estando allí y habiéndome enterado de que se estaba armando el centro, le pedí entrar y me dijo: “Puede ser, pero no quiero otro terapeuta, tengo demasiados psicoterapeutas. No me sirve. Entrá a protección y promoción de la salud”. Y así lo hice, y tenía tanta idea de protección y promoción como la de ser astronauta. Aquí estaba Ulloa, estaba a cargo de protección y promoción de la salud mental, pero creo que a los seis meses, no sé por qué motivo, renunció y yo quedé como jefe, sencillamente porque no había otro. En esa época, cuando no había psicólogos recibidos y todo esto recién empezaba, era relativamente fácil llegar a jefe a los 26 años, con experiencia propia de alguien de 26. Durante la carrera, me había ganado la carrera como periodista primero en un diario que se llamaba “Democracia” y después en “Clarín”, y eso me ayudó mucho para el trabajo. Cuando pasé de ser coordinador a coordinador del centro, en realidad por lo menos en mi recuerdo eso nunca ocurrió desde lo formal, ocurrió lo siguiente cuando vino el proceso. Un día vino la intervención y una intervención en apariencia con buenos modales, pero con una idea de lo que es la atención en salud mental realmente primitiva. Hugo dijo: “Yo me voy, pero vos quédate, por favor, porque a lo mejor podés evitar que destrocen todo, no en un sentido violento, simplemente que la ineptitud es una forma de violencia bastante desarrollada”. Y me quedé un año y después entonces nunca fui formalmente, pero para la gente que se quedó y no renunció en ese momento fui como una suerte de líder que pudo interactuar con los interventores para explicar el sentido de algunas cosas y poder continuar. Hugo Rosarios fue el titular más joven de la asociación psicoanalítica. Era una persona muy inteligente y muy poco ortodoxa (en esa 25
época todos éramos ortodoxos). Hugo, en el fondo, no creía en nada, y eso le permitía desafiar todo. Dr. Marcos Weinstein: Yo vine acá al centro Nº 1 en agosto del 68, para ver esta institución a la cual quería pasarme viniendo del hospital de niños donde yo era un médico pediatra. Ese pase duró hasta agosto del 69, donde conseguí el pase al hospital Pirovano, porque el Centro de Salud Mental habilitó una sala de internación psiquiátrica de la cual yo fui designado jefe. Dr. Luis Hornstein: Mi tarea era la de docencia y lo que hicimos fue crear en los servicios de psicopatologías varias residencias de salud mental que se reunían en Beruti y Coronel Díaz, donde se daban cursos, dos días completos, coordinados por Mimi Langer y Fernando Ulloa.
¿Cuál era la relación de la sala de internación y el centro Nº 1? Dr. Marcos Weinstein: La evolución del fenómeno fue que en Agosto del 69 se abrió la sala de internación mixta del hospital Pirovano para 25 pacientes. Eso fue habilitado con una donación de Don Hugo Rosarios que trajo de un hotel que pertenecía a su padre, camas, sillas y mesas y quedó habilitado como servicio de internación, la sala 18 del hospital Pirovano que pertenecía a una unidad conjunta con el Centro de Salud Mental que funcionaba como consultorios externos de este servicio. La unión de estas dos áreas institucionales, la sala 18 y el Centro N° 1 significaba que los sábados a la mañana se hacía una asamblea de todos los profesionales del Centro uno y del hospital Pirovano en el salón central. La tónica era, por ejemplo, atender pacientes ambulatorios acá y, cuando había que internarlos, se lo hacía en la sala del Pirovano, para una internación breve, de 30 a 90 días; además allí estaban los residentes de psiquiatría que recién comenzaban. 26
Dr. Carlos Trosman: Quiero contar algo del Pirovano. En un momento determinado, se crea la sala de internación que era también una revolución bastante importante que instaló Goldenberg, porque consiguió que lo que era el servicio de Urología que tenía su quirófano propio, opere en el quirófano general y se habilitó una sala de internación. Fue toda una revuelta, una resistencia de los médicos, ni hablar. En un momento, se cambia el organigrama. Hugo queda a cargo de lo que se llamaba el departamento de Salud Mental, Weinstein queda a cargo de la sala de internación y yo quedé a cargo del centro Nº 1. También otra cosa que pasó fue que teníamos residentes.
¿Nos pueden contar cómo afectó la dictadura en el trabajo? Dr. Luis Hornstein: el centro fue un ejemplo, interrumpido, como muchas otras cosas, por la dictadura. Goldenberg tuvo que exiliarse en el 75. Goldenberg tuvo dos hijos muertos por la dictadura. En el 75 /76, para la dictadura, en los centros de salud mental, por el solo hecho de aspirar a tener una inserción en la comunidad, éramos sospechosos de apuntar a la subversión. Dr. Marcos Weinstein: Yo fui jefe de la sala 18 hasta el mes de marzo de 1976. El primero de abril de 1976, la dictadura militar me echó del Pirovano, decretando mi cesantía por subversivo, perturbador de la función pública y demás adjetivaciones que usaban en los decretos, y permanecí fuera del ámbito hospitalario hasta que la asociación de médicos municipales ya en democracia llevó adelante tratativas con el secretario de salud para reincorporar a los que habíamos sido jefes de servicio. Lic. Beatriz Pérez del Cerro: Ya olfateábamos algo raro, que pasaba algo, y fue terrible, porque nos enteramos e íbamos viviendo, como todos los argentinos, y empiezan a venir autos grandes oscuros y entran dos personajes siniestros. Marcos Weinstein fue exonerado, lo mismo que Hugo Rosarios que de por vida no podían 27
volver a trabajar acá. Eso recién se subsanó con el advenimiento de la democracia en el ‘83. Lo que se vivió de marzo a agosto fue terrible. Hubo gente que, si bien no tenía compromiso político, emocionalmente no se lo bancó. El mal nombrado Cacciatore, habrán escuchado, históricamente el que se llamaba Cacciatore, en realidad más que Cacciatore era cacha psicólogos, psicopedagogos, asistentes sociales y todo lo que pudiera ser peligroso, comunitario, comunista. No quiero dejar de contarles esto: sepan que el centro Nº 2, por su inserción en la comunidad, fue el primero que se disolvió íntegro, porque estas bestias confundieron comunitario con comunista, y el comunismo estaba prohibido. Entonces lo disolvieron al segundo día del proceso. Yo estaba metida con este tipo de gente, fui amenazada de muerte con mi familia y no me enteré de que una queridísima psicóloga de nuestra institución, Margot Breglia, que figura en la Asociación de Psicólogos Municipales -ahora GCABA- está en el listado de los desaparecidos y también recuerdo, lástima que no me acuerdo su apellido, que había una psicopedagoga que también desapareció. Dr. Carlos Trosman: Durante golpe militar del 76, tanto el Centro Nº 1 como la sala del hospital Pirovano fueron intervenidos, la mayoría de las actividades prohibidas y tanto la Dra. Schejter como Dr. Weinstein fueron dejados cesantes mediante un decreto. Lo mismo le pasó a Hugo Rosarios, que fue perseguido y se tuvo que exiliar del país. Lic. Beatriz Pérez del Cerro: Una parte del Hospital Pirovano (la sala 18) se cerró en 1976, y esto quedó funcionando de una manera estilo Borda-Moyano con intervenciones del director del hospital que venía a ver cómo se trabajaba, con tensiones, conflictos; acá había una situación muy controlada por parte del Pirovano del 1976 en adelante: no se podía reunir, no podía haber asambleas, etc. Era un peligro. Dr. Marcos Weinstein: Yo retomé acá a fines del 83 y en el 84 me 28
redesignaron jefe de este centro y de 1984 a 1993 que cumplí 65 años quedé jubilado de modo automático, tal como ocurre normalmente en la estructura administrativa.
¿Qué pasó a partir de la apertura de la democracia en esta institución? Dr. Marcos Weinstein: Cuando me llegó la designación de jefe, reformulamos los equipos y la comisión de coordinadores de los equipos y, de esa manera, logramos la reactualización en el año ‘83 del Programa de las Naciones Unidas que, como les comenté anteriormente, se inició en el ‘68 bajo la dirección de Hugo Rosarios. Lamentablemente, se murió en el 88, a los 56 años. Hugo Rosarios era una persona sumamente amable, generosa, capaz de enseñar las cosas que sabía y, además, yo estaba haciéndome cargo de la jefatura en el ‘68 de la sala de internación y él estaba en la Dirección de Salud Mental, y yo ese año me fui de viaje y en el ínterin a él se le ocurrió morirse. Así que, fue un impacto muy grande y, por esa razón, yo fui el gestor para que se le dé el nombre de él a este centro; entonces presentamos una nota firmada por las diferentes personas que habían pasado por acá ante el Honorable Concejo Deliberante, que tiene una comisión especial para dar designaciones de nombres que tienen que cumplir con una reglamentación que establece que tienen que haber pasado por lo menos diez años desde la muerte de la persona para poner su nombre a una dependencia. Entonces, en el año 1998 hicimos una reunión con esta comisión del Concejo Deliberante de ese entonces, donde yo estuve presente, y abren el expediente en una gran mesa ovalada donde había como una docena de concejales y fui con alguien de acá. Yo ya no estaba en el Centro Uno en ese entonces, y estaba de pie detrás de uno de los concejales y, cuando expresé las razones por las que solicitábamos la designación, esta persona que estaba delante mío dice “Ah, yo fui paciente de Hugo Rosarios”, se ríe y con eso se aprobó. 29
Lic. Beatriz Pérez del Cerro: Cuando a Marcos lo recuperamos y estábamos todos acá sabiendo que en el Pirovano se estaba produciendo a través de la dirección la jefatura de sección que fue la primera que le reconocieron y era la misma que le sacaron durante la exoneración, estábamos todos atentos y, cuando lo vimos llegar serio y muy emocionado, dos psicólogas cuyo nombre no me acuerdo y yo, lo recibimos; pero yo le gané de mano y lo abracé. Cuando llegamos a la altura de la ventanilla, sale esta bestia y así, en tono militar, le dice: “No lo voy a felicitar, le voy a decir que no voy a trabajar a sus órdenes y que me autorice a ir al Pirovano”. Entonces Marcos se cuadra abrazado a mí y le dice: “¡tiene mi permiso!”. Este hombre se fue así con un rictus totalmente violento y enojado y no vino nunca más al centro. Este personaje siniestro se llamó Adolfo Domingo Vono, médico de la Policía Federal. Entre paréntesis, ese señor se ufanaba de ser, y acá se me quiebra la voz, el que firmaba las partidas de la defunción de los chicos que mataban en la ESMA. Dr. Marcos Weinstein: Al hacerme cargo de la jefatura, replanteé el Centro al modelo con el que habíamos tenido hasta que queda clausurado, con equipos de distintas franjas etáreas, con reunión de coordinadores, con las supervisiones, etc., todo lo que había sido prohibido durante la dictadura. Estaba prohibido reunirse, prohibido hacer supervisiones, prohibido hacer psicoanálisis, prohibido actuar en grupo, dividir en edades y demás. Y, en función de eso, el Centro siguió funcionando hasta la fecha con algunas variantes que tienen que ver con el paso de los años, la experiencia profesional y didáctica que se va adquiriendo respecto de la tarea. El modelo que nosotros llevamos adelante es el modelo experiencial, o sea “nos alimenta” el paciente, no solo la teoría. Éramos una parcela del Hospital Pirovano, hasta que en la época del Dr. Ricardo Soriano se transfiere a la Secretaría de Salud Mental. Pero en mi época, la de Ricardo Cernich y Raquel Schejter, que me siguieron, todo esto era del Pirovano. Acá venía una camioneta del Hospital Pirovano que traía la comida, porque aquí también teníamos un cocinero, Don Julio. Se hacía un asado para todos 30
los profesionales cada dos meses, existía un clima muy afectivo y compañeril, muy dado a participaciones. Además, el hecho de que vinieran los miembros de las asociaciones de psicología de la APA, de los centros lacanianos, que venían a enseñar a los profesionales “cómo trabajar mejor”. Desde 1984 en adelante, la sala de internación del Pirovano ya no existía, entonces teníamos que aliviar al Alvear y al Piñeiro y ya, si bien era un grupo de gente conocida, no lo era tanto. Lic. Beatriz Pérez del Cerro: También tuvimos una jefa que, apoyada por el poder hegemónico médico, pudo ser jefa, primero de Sección y después de Unidad. Y eso sí que no se lo perdono -aunque no soy quien para perdonar- hizo que este centro perdiera para siempre hasta ahora la Sección, porque no quiso tener un jefe de Sección que pudiera controlar. Dr. Marcos Weinstein: El criterio de la dictadura era el criterio de la enfermedad mental, el criterio del plan de salud mental era el de la salud mental, un cambio de paradigma, hay que entenderlo así. Vos no trabajás con que el paciente está enfermo, el paciente “desvía sus razones”: eso se trabaja en la sesión, con un fármaco si hace falta, en el hospital de día o en un taller. En el principio, cuando se fundó el Centro, teníamos un montón de estudiantes de psicología que venían a tratarse para poder mejorar su capacidad de comprensión de la carrera que estaban siguiendo, y luego el objetivo era poner el psicoanálisis al alcance de las clases populares, del pueblo, que de otra manera no tenía acceso a ningún otro lugar. Tener el hospital donde le ofrecían una entrevista que no seguía los parámetros de la Asociación Psicoanalítica, no había encuadre, no se repetía el mismo lugar, no se repetía la misma hora, no se repetía la duración de la sesión, el terapeuta estaba vestido de manera distinta cada vez, todas esas cosas las inventamos en estos servicios. Dr. Ricardo Soriano: Estuve dos años a cargo de la dirección de Salud Mental y dos como jefe del Centro Nº 1. Durante mi gestión 31
como director de Salud Mental, en junio del 92, los hospitales Nacionales como el Borda, Moyano, Tobar García y el hospital Rivadavia, que eran nacionales, pasaron a ser de la égida de la municipalidad. Eso complicó la cosa, ya que veníamos planificando para todo un sistema que tenía 86 camas que eran las camas del hospital Alvear, a 3000 camas, porque se incorporaban las camas del Borda, Moyano y Tobar García. Apenas estoy como jefe acá en el centro N° 1 en el 2006, logramos con un consenso del centro y con la lucha que se vino gestando lograr una cierta independencia del hospital Pirovano y ahí es cuando pudimos separarnos, nos descentralizamos y empezamos a tener una dependencia directa de la Dirección General de Salud Mental. Dr. Luis Hornstein: Me parece muy loable que a 50 años del Centro de Salud Mental N° 1 se tenga memoria de esto, porque nuestro país padece de una alienación cultural. Siempre estamos pendientes de lo que pasó en Londres o en París y no rescatamos que nuestro país tiene como patrimonio una diversidad clínica que a veces queda postergada por un terrorismo que nos hace balbucear ante aquello que procede del exterior, en lugar de rescatar los aspectos de nuestra historia que fueron, además, abruptamente interrumpidos; pero también existe en muchos psicoanalistas una idea que hay que mirar siempre para afuera, en lugar de estar atentos tanto a la historia del psicoanálisis argentino como a la historia de estos movimientos que se dieron y que fueron terriblemente interrumpidos y que, de no haber sido interrumpidos, hubieran convertido seguramente a la psiquiatría argentina en pionera; estaría situada en otro lugar en relación al mundo latinoamericano desde ya, porque a Lanús y también al centro venía gente de todo Latinoamérica a formarse.
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Discursos
Débora Silberman 33
Centro de Salud Mental N° 1 “Doctor Hugo Rosarios”en la CABA. Ante las encrucijadas y los nuevos desafíos de la época actual. Horacio Rodríguez O`Connor Dado que este año se han cumplido y conmemorado los 50 años de la fundación del Centro de Salud Mental N° 1 “Dr Hugo Rosarios”, considero que la elaboración de este artículo es una buena oportunidad para pensar qué ha sucedido a lo largo de estos años con su proyecto institucional, cómo ha sido su desarrollo y cuáles son los obstáculos y los desafíos que se presentan en la actualidad. Para ello, es necesario detenernos en aspectos de este proyecto en sus orígenes fundacionales, las tensiones institucionales que lo afectan a lo largo de su desarrollo histórico, los logros alcanzados y las exigencias del presente. La creación de los Centros de Salud Mental en la Ciudad de Buenos Aires La salud mental como campo interdisciplinario, surge en épocas de la posguerra. Se la vincula al desarrollo de valores sociales y culturales, que tienden a una mayor participación de los individuos en la reparación del sufrimiento psíquico y en la promoción de la salud. En Argentina, durante la década del ’60, hacen su aparición con fuerte acento las críticas y modificaciones al sistema asilar. Para ese entonces, se visualizaban al menos dos posturas diferenciadas en relación a las instituciones psiquiátricas: la psiquiatría ligada al sistema instituido y, por otra parte, un grupo más cercano al psicoanálisis, que enfatizaba en la incidencia de lo social en la determinación de las problemáticas del padecimiento subjetivo (Ben 34
Plotkin, 2003). El Dr. Mauricio Goldenberg asumió el cargo de Director de Salud Mental de la entonces MCBA en el año 1967. Durante su gestión, implementó un plan de Salud Mental que incluía la creación de cinco Centros de Salud Mental y el establecimiento de consultorios externos y áreas de interconsulta en la mayoría de los hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires y un programa centralizado de formación para las residencias de Psiquiatría. Dicho proyecto se basaba en el abordaje interdisciplinario de los trastornos mentales y en una concepción bio-psico-social en la determinación de las patologías. Respecto de las prácticas asistenciales ambulatorias, estas incluían los abordajes individuales, grupales y familiares. Las instituciones surgidas del plan “Goldenberg” en la Ciudad de Buenos Aires se inspiraban en el modelo de la “Psiquiatría Comunitaria”, que desplazaba la asistencia en el hospital monovalente hacia la atención del paciente en la comunidad. Dicho plan se inspiraba en distintos movimientos de reformas psiquiátricas, pero sobre todo (muchos lo discuten) en la reforma de la salud mental en E.U.A a partir de la denominada ley “Keneddy” (en 1963 se aprueba la Community Mental Health Center and retardation Act). Las acciones de este Plan se basan en la creación de centros de salud mental y el cierre de los hospitales psiquiátricos. En la Ciudad de Buenos Aires, el proyecto fue menos ambicioso: planteaba un modelo alternativo de atención, pero seguía manteniendo la convivencia con las distintas instituciones monovalentes y especializadas en trastornos neuropsiquiátricos. De todos modos, para su época, tuvo algo de revolucionario, ya que implicaba grandes innovaciones en las experiencias asistenciales y en sus modelos de abordaje. Cada institución tiene una finalidad que la identifica y la distingue. El Centro de de Salud Mental N° 1, se funda bajo la impronta de la innovación y la exigencia institucional de diferenciarse 35
de las prácticas vigentes. A diferencia de las organizaciones cuyo objetivo es la producción limitada y cifrada de bienes o servicios, la finalidad de las instituciones es de existencia, no de producción. Se centra en las relaciones humanas, en la trama simbólica e imaginaria donde se inscriben, con la vocación de encamar el bien común (Enriquez E, 1989). Es en esta finalidad de existencia dirigida a la innovación de las prácticas asistenciales que se forja su mito fundante. Lamentablemente, poco se dice sobre las tensiones y diferencias que indudablemente deberían surgir del intercambio y debate enriquecedor de diferentes enfoques terapéuticos. Una institución produce mitos unificadores, muchas veces tomados de los fundadores reales o imaginarios de la institución, cuya función es sedimentar la acción de los miembros de la institución, servirles como sistema de legitimación, dando así sentido a sus prácticas y a su vida profesional. A pesar de aquellos años convulsionados, con un pequeño intervalo democrático muy breve entre el 73' y el 76', este periodo histórico está atravesado por cambios sustanciales que marcan el pasaje de la psiquiatría a las políticas en salud mental, cambios que configuraron el campo de la salud mental en Argentina (Chiarvetti S, 2004). La fundación del CSM N° 1 se inscribe en ellos. Su mito fundacional expresa que, en el tiempo del origen, existía un equipo cohesionado, movido por un proyecto coherente. Debemos estar atentos, pues cuando el mito fundacional se vuelve invasor, atrapa a los seres en un sentido preestablecido, aun cuando temporariamente parezca proporcionarles un nuevo elemento de cohesión. Por eso, las instituciones "sin historia" tienen sus mitos, ritos y héroes, pero no necesitan evocarlos constantemente. "Padre nuestro que estás en los cielos/ quédate allí/ y nosotros nos quedamos en esta tierra/ que a veces es tan linda", escribía Prévert. Cuando los padres se quedan en el cielo, cuando no invaden la vida cotidiana, desempeñan la función de garante de la vida psíquica y social (Enriquez, 1986). 36
El vaciamiento de las instituciones de la salud mental de los intelectuales con orientaciones progresistas ocurrido durante la última dictadura militar, definió un contexto nuevo para el campo de la salud mental, que dejaba en el pasado toda una historia de reformulación progresista del campo. La represión, a partir del golpe militar de 1976, impidió el desarrollo de estas experiencias del plan Goldenberg y, por lo mismo valorar, su capacidad de construcción de un modelo alternativo en Salud Mental” (Galende, 1990). Los cinco Centros de Salud Mental creados durante el plan del Dr. Mauricio Goldenberg en la MCBA, sufrieron múltiples y diversos avatares. Algunos quedaron en pie, otros fueron iniciando una reconversión hacia centros de atención comunitaria, con una impronta desarrollada en el campo “psi”, pero con una licuación progresiva de sus recursos. Solo dos permanecieron con las mismas misiones y funciones a lo largo de estas cinco décadas, el N°1 y el N°3. Las décadas del 80'- 90' A lo largo de las décadas de los 80' y 90', pueden constatarse cambios y secuelas producidas por el golpe militar del 76', poco calibradas en el espesor y anudamiento de sus complejidades. Comienzan a perfilarse cambios críticos a nivel social e institucional en el campo de la salud mental, ya sea en los modos de padecimiento, en la expresión de los síntomas de los trastornos mentales más severos y en la dimensión de las organizaciones que los asisten. Hacia fines de los 80’, comienzan a aplicarse en nuestro país y en el mundo políticas neoliberales que implican en su conjunto un ataque progresivo a lo que podrían llamarse las conquistas sociales de las décadas previas. Esto trajo profundos cambios en las condiciones sociales y en la vida de los individuos. Diversos argumentos se postularon para impulsar las reformas del rol del Estado. En primer lugar, la crisis de financiamiento y la necesidad de reducir 37
los gastos públicos. Otro argumento sostenido en el terreno político fue una crítica al rol del Estado como administrador, lo que condujo a la privatización de amplios sectores del Estado. Se deslegitimó la función del Estado como garante de la solidaridad y el poder fue trasladado a manos del capital y sus administradores. Esto puso en riesgo el concepto de Estado como sede y regulador de los conflictos entre los distintos actores sociales (Chomsky, 1998). Las prácticas del campo de la salud mental aparecerán atravesadas por las significaciones de la cultura y los valores que se determinan de ellas: individualismo, deslegitimación de lo público y criterios empresariales para la gestión de todas las esferas de la vida. Escasean las prácticas grupales o son vistas como prácticas denigradas. Al vaciamiento económico de las políticas neoliberales, se fue sumando un vaciamiento de sentido. “Las instituciones comienzan a funcionar de un modo particular. Presentan una suerte de desfondamiento institucional que es difícil de teorizar. No estallaron ni están estalladas. Son “estalladas” (Fernández, 2010). Este vaciamiento de sentido fue operando en paralelo a las restricciones presupuestarias (más allá del esfuerzo cotidiano de los actores institucionales que trabajan como pueden con las limitaciones de todo tipo que deben enfrentar). Estaríamos en presencia de una pinza de vaciamiento; cuenta con un brazo exterior -las políticas y medidas económicas de la privatización- y un brazo interior, menos explícito pero no menos eficaz, que priva a lo público de aquello para lo que fue fundado, desfondándolo desde adentro (Fernández, 2010). En la práctica hospitalaria de la salud mental, lo que adivino fue el establecimiento de corporaciones privadas en el espacio público. Se fueron consolidando valoraciones y apropiaciones de territorios públicos por parte de instituciones profesionales privadas. Las prácticas grupales fueron relegadas en pos del “oro” de una clíni38
ca asistencial individual. Al perderse el interés por lo preventivo y comunitario, al interesarse más por los abordajes individuales que colectivos, la clínica hospitalaria fue relegando los espacios públicos como lugares degradados de la atención privada. La concepción interdisciplinaria fue puesta en jaque desde otros ángulos. Un modelo único se imponía. Esta disputa se planteaba generalmente entre dos polos: la psiquiatría y el psicoanálisis. Las otras disciplinas del campo de la salud mental eran relegadas. Podía darse que en una misma institución los pacientes fuesen atendidos por diferentes equipos con orientaciones distintas. La diversidad de enfoques no se daba en el mismo equipo o dispositivo, y no estaba relacionado con necesidades asistenciales diferenciadas. Lo más avanzado en el trabajo hospitalario en los tiempos fundacionales del plan Goldenberg había sido exilado. Las prácticas y teorías sustentadas por los equipos asistenciales tendieron a hacerse homogéneas, se borraba la diversidad que las nutría. Era común que el prestigio institucional o de un servicio se consolidara por una voz hegemónica, eliminándose el conflicto que la enriquece. Lo público se convertía en una vidriera de lo privado. En muchas instituciones públicas de Salud Mental, las disputas eran enfrentamientos entre escuelas de una misma disciplina del ámbito privado. Lo otro, era colocado en lugar del enemigo a enfrentar, y no en el lugar del diferente con el cual hay que crear consenso. Las controversias, pueden generar un gran enriquecimiento, si se tienen en cuenta el “consenso de los espacios y el juego reglado de las diferencias” (Fernández, 2010). La renegación de la historia fue una estrategia política que desfondaba los colectivos institucionales. “Instituciones que son estalladas en tanto ya no hay un colectivo público -necesariamente heterogéneo- que produce la diversidad de sus intervenciones, desde sus memorias y en función de sus proyectos políticos de lo público en salud”.5 5
Fernández Ana María (2010). Instituciones Estalladas. Buenos Aires, Ed. Eudeba.
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Abandonar un proyecto colectivo fue correlativo de un abordaje asistencial centrado en la singularidad, como un intento de respuesta a las prácticas asociadas al modelo médico imperante en décadas pasadas. La prevención y promoción de la Salud Mental resultaba difícil de pensar, en tanto se consideraba que reproducían un modelo dominante en lo general, que no tenía en cuenta la particularidad. Las prácticas de gestión dentro de las instituciones, de una manera regresiva, son consideradas como prácticas de control y disciplinamiento, como si las mismas no pudiesen colaborar en los procesos necesarios de comunicación, apoyo y sostén para una mejora de la distribución de los esfuerzos asistenciales colectivos. En otros casos, los intentos de generar protocolos, acordar en sistemas de diagnóstico o herramientas de documentación, son leídas por los colectivos profesionales como borramiento de la eficacia de tratamientos basados en un enfoque individual de los terapeutas. Las articulaciones con instituciones ajenas al sector salud, son vividas muchas veces como intrusiones y no como nuevas demandas sociales que exigen repensar las intervenciones. La perspectiva del individualismo como valor social se desliza hacia los quehaceres profesionales, a quienes les cuesta admitir que la vida psíquica no está centrada exclusivamente en un inconsciente personal. Una parte de él, que lo afecta en su identidad y que compone su inconsciente, no le pertenece en propiedad, sino a las instituciones en que él se apuntala. Entramos en la crisis de la modemidad cuando percibimos que las instituciones no cumplen su función principal de continuidad y de regulación. Cuando se pierden las garantías que otorgaban un sentido, el trasfondo de nuestra vida psíquica irrumpe violentamente en la escena psíquica y en la escena social. El descubrimiento de este significado de la institución no es solamente el de una herida narcisista, es también el de los beneficios narcisistas que se extraen de las instituciones y, en muchas ocasiones, estas ex40
periencias asistenciales en lo público se “derraman” en la esfera privada de los desarrollos profesionales. Las instituciones públicas se transformaron en centros de docencia y de formación, alejándose de la misión primordial en que se sustentan: la amabilidad y la atención que debe encontrar el sufrimiento psíquico, la ternura en la que se construyen lazos en situaciones de desamparo. Con perfiles y características distintivas en la individualidad de cada uno de sus efectores, esta realidad institucional descripta fue común en muchos de los efectores de Salud Mental de la Ciudad de Buenos Aires. El Centro de Salud Mental N° 1 “Dr Hugo Rosarios”, si bien no fue ajeno a la dinámica descripta, logró transformarse en un actor importante en la historia de la Salud Mental porteña. Continuó su tarea innovadora y fue sede de experiencias enriquecedoras en el campo de la salud mental de aquellas épocas: un Hospital de Día de pacientes adultos, el primer Hospital de Día municipal para usuarios con problemas de consumo de sustancias y el Hospital de día “La Cigarra”, dispositivo clínico vinculado a la atención de niños y adolescentes que presentan trastornos mentales graves. Estas fueron experiencias y respuestas institucionales ante problemáticas de salud mental, cada vez más complejas. Emergieron como islotes de creación, sostenidos, a veces, por lo imaginario utópico y, otras, por la función de ideales recuperados. A partir del 2000 hasta la actualidad Esta hegemonía institucional, promediando los '90, comienza a evidenciar sus fisuras. Es tiempo de la caída de los grandes relatos. En ese entonces, se vuelven cada vez más insostenibles unas teorías y unas clínicas sustentadas como gran verdad. Después de pasar a través del fin de las grandes síntesis unificantes, donde ya no existen estructuras fijas y garantizadas para nuestro conocimiento y 41
nuestra acción, es entonces el tiempo de aprender a vivir sin ansias en el mundo relativo de las “medias verdades” (Vattimo, 1985). Los trastornos mentales se caracterizan por un origen complejo, baja mortalidad, alta cronicidad, alta prevalencia y por ser muy discapacitantes y estigmatizantes. Requieren para su abordaje de un amplio abanico de recursos asistenciales para su rehabilitación. La irrupción de los nuevos modelos de gestión en el ámbito sanitario no son solo la consecuencia de necesidades económicas, sino de cambios sociales y culturales, que implican una profunda transformación de las relaciones entre los prestadores de servicios sanitarios, los ciudadanos y la administración del Estado. Los cambios radicales en la naturaleza de la relación con los usuarios llevan a nuevas exigencias éticas para los profesionales. Estos cambios son consecuencia de concebir a los usuarios como sujetos de derecho y a fuerzas económicas que tienden hacia la universalización de la asistencia. Estas modificaciones han complejizado la relación profesional-paciente. Entonces, se hace cada vez más frecuente la necesidad de gestionar situaciones complejas que tratan de la coordinación de recursos, del consenso sobre intervenciones y resultados, de la enseñanza y de la continuidad de cuidados. La salud mental gestionada obliga a incorporar una dimensión diferente que amplía el ámbito de actuación de administradores y profesionales (Reneses, 2003). Surge así la asistencia orientada al paciente (Patient Focused Care) en la que éste es el objetivo final de la asistencia (Irwin RS et al, 2006). Esto significa un cambio rotundo respecto de una asistencia basada en las necesidades de la institución. Se trata de proveer a los usuarios de servicios más adecuados y satisfactorios, que garanticen la continuidad de cuidados a lo largo del curso de la enfermedad y den respuesta a sus necesidades y expectativas. La gran variabilidad en las respuestas sanitarias entre los pro42
fesionales de la salud mental tiene causas complejas, pero en gran parte derivan de decisiones de un paciente escasamente informado o de una estructura asistencial que no se basa en las necesidades reales de los asistidos (Wennberg JE, 2002). El énfasis en la persona que consulta y no en el sistema, ni tampoco en la propia patología, conduce al diseño de una gestión de estrategias basadas en estadíos del proceso patológico, ya que las necesidades, las metas, las intervenciones, los profesionales y recursos implicados son diferentes en distintos momentos evolutivos de la persona. Esto no resta a un enfoque de lo singular. El objetivo principal es definir la extensión o progresión de un cuadro psicopatológico en un corte temporal, diferenciando los fenómenos clínicos de las fases iniciales e intermedias de aquellos que son propios de su progresión y cronicidad (McGorry PD et al, 2010). Las instituciones reúnen formaciones y procesos heterogéneos: sociales, económicos, culturales, políticos y psíquicos, con niveles de realidad y lógicas de orden diferente. La institución nos precede, nos sitúa y nos inscribe en sus vínculos y sus discursos; pero también la institución nos estructura y trabamos con ella relaciones que sostienen nuestra identidad. Es fundamental en el presente de nuestras instituciones un debate sobre la forma que en la asistencia se construye un enfoque interdisciplinario. Esta tarea exige programar cuidadosamente la forma y las condiciones en que el mismo se desenvuelve. Es sabido que la simple yuxtaposición de disciplinas o su encuentro casual no es interdisciplina. La construcción conceptual común del problema que implica un abordaje interdisciplinario supone un marco de representaciones común entre disciplinas y una cuidadosa delimitación de los distintos niveles de análisis del mismo y su interacción (Stolkiner A, 1999). Este requiere que un equipo asistencial interdisciplinario programe los dispositivos necesarios para tal fin (discusión de casos, ateneos compartidos, reuniones de elaboración del modelo de historia clínica única, etc.).
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Por Decreto Nº 2226 (B.O. 2595 del 02/01/07) el CSM Nº 1 fue transferido del Área Programática del Hospital General de Agudos “Dr. Ignacio Pirovano” a la órbita de la Dirección General de Salud Mental del GCBA. Esta fecha inaugura una etapa en la que el CSM n° 1 es transferido con sus bienes y personal, pero sin la estructura necesaria para gestionar el propio presupuesto, su propio personal, con autonomía parcial para la contratación de sus trabajadores, sin personal capacitado para realizar todas las tareas administrativas que requeriría la transferencia deseada. Los resultados fueron erráticos, con consecuencias que aunque intentan subsanarse, no remedian la cuestión de fondo. Se inaugura así una etapa de cierto aislamiento institucional, acefalía parcial y fractura institucional. Las consecuencias organizacionales fueron de alejamiento de las misiones institucionales asistenciales y del desarrollo de una institución volcada a la formación de profesionales con roles confusos en la percepción de las funciones y roles a desempeñar. La devaluación de la figura de autoridad conlleva a una preeminencia de los objetos sobre los ideales, y del narcisismo primario sobre distintas formas del Ideal del Yo. La dinámica en las instituciones no es ajena a este dato cultural y social de la época. Pero el debilitamiento en capacidad de gestión de la jefatura del CSM N° 1, que produjo la transferencia, afectó los lazos sociales entre los integrantes de la institución. Hubo durante estas décadas un notable empeño de los profesionales por continuar renovando las tareas asistenciales, debatiendo cuando se podía y enriqueciendo el intercambio. No obstante, dejaron de realizarse los ateneos centrales que otrora convocaban a todos los integrantes de los equipos de la institución; esto merma la capacitación profesional y no favorece el debate entre los distintos saberes y prácticas. También hubo experiencias de mucha repercusión, como el PAC (Programa de Asistencia Comunitaria a Niños, Niñas y Adolescentes con Trastornos Mentales Severos en situación de vulnerabilidad social), que asistió a enorme cantidad de niños y adolescentes. Se creó una residencia con sede comparti44
da para psicólogos y médicos, con el Hospital Pirovano. Se dio lugar a la construcción de un emprendimiento social con la integración de usuarios y se desarrollaron tareas desde el área comunitaria a fin de retomar los proyectos de acción comunitaria, prevención y promoción de la salud mental en diferentes grupos etáreos. Se recuperaron partidas, se comenzaron a realizar concursos de cargos vacantes e ingresaron a la institución catorce profesionales. En una experiencia de casi dos años, se implementó un dispositivo a fin de favorecer la accesibilidad a los usuarios y agilizar los procesos de admisión e ingreso de pacientes. Estamos siempre forzados a pensar la institución, porque la institución no se impone contra la irrupción del caos. Nuestra relación práctica con las instituciones ha cambiado, porque estas se desacralizan y resacralizan incesantemente. El riesgo consiste entonces en negar, soslayar o fetichizar la institución. Su invención incesante no puede proceder sino del reconocimiento de sus funciones y de su legitimidad, que tiene que darse a la vez por parte de la política y por parte de la instancia psíquica de los sujetos singulares que la conforman. Evidentemente, nos encontramos hoy ante desafíos que impone una realidad social cada vez más cambiante y compleja. Las grandes transformaciones sociales y políticas actuales tendientes a la desciudadanización, tienden a subvertir los principios que le dieron origen. Esto nos enfrenta a nuevas demandas y a la necesidad de realizar cambios culturales en el seno de las instituciones donde realizamos nuestra labor profesional.
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Transmisión, memoria y pensamiento en el psicoanálisis: una praxis ético-política Berezin, Ana Dedico este trabajo al recuerdo de Gilou García Reinoso. Esa querida maestra y amiga que no creó escuela, ni tiene discípulos o seguidores. Por el contrario, no se lo propuso. Ella falleció el 22 de mayo de este año, dejando las marcas de su transmisión en muchos de nosotros. Y dejando una importante obra que espero pueda ser reunida y publicada. “…De ahí seguramente mi desconfianza ante el maestro que señala los carriles que debe seguir el pensamiento, que le impone sus categorías y sus contraseñas. De ahí también mi rechazo de cualquier lenguaje oficial, es decir del lenguaje que olvida sus fuentes y por lo mismo se vuelve imperioso. No, el lenguaje que yo amaba, el que amo todavía, es aquel con flexibilidad suficiente para dejarse renovar indefinidamente, seducir insensiblemente, apartar del camino recto, aquel lo bastante dócil para que no haya necesidad perentoria de encasillarlo, suficientemente compulsivo para que jamás olvidemos su alteridad, de modo que en los momentos de gracia pueda uno fundirse con ella, para recobrarse después colmado por el vacío de las palabras...” J B Pontalis. De “El amor en los Comienzos” Gedisa. Buenos Aires. 1988.
Recuerdo 1968. Tiempos de transformaciones profundas en las que tuve la suerte de ser adolescente y joven adulta, desde los comienzos de los años 60 hasta comienzos de los años 70. Recuerdo los diversos movimientos de luchas, debates y acciones que conmovía profundamente, configurando espacios donde la asistencia y la investigación en el campo amplio de la salud mental creaba, inventaba y realizaba una significativa modificación, el psicoanálisis y la salud mental operaban sin distinción: los nuevos centros de 47
salud mental. La creación de los servicios de psicopatología en los hospitales generales. La entrada en todos los ámbitos públicos de un psicoanálisis que liberaba las cadenas asilares al tiempo que inventaba o recreaba abordajes grupales, comunitarios; hospitales de día, los equipos de Goldenberg en el Lanús y de Marie Langer en el Avellaneda, entre otros, muchísimos compañeros/as que estábamos dispuestos a conmover nuestras certezas y sus modos instituídos ante las interpelaciones que las realidades histórico-sociales desafiaban. La ruptura de los grupos Plataforma y Documento en la Asociación Psicoanalítica Argentina que trascendió nuestras fronteras. Los encuentros con los planteos de la Antipsiquiatría, las luchas de los psicólogos por una ley que legitimara lo que veníamos haciendo. Lo grupal psicodramático psicoanalítico, el arte irrumpía en la clínica y nos daba una vez más una gran mano. Así Tato Pavlovsky y otros, y otras, también desde la música y la danza y la plástica y la literatura. La clínica clásica individual también era interpelada como lo eran la institución psicoanalítica fundacional y otras. Nos resultaba imposible pensar en un sujeto psíquico individual y cerrado en su mundo interno. Así, León Rozitchner nos ayuda a volver a leer a Freud con el aporte de su texto, injustamente poco visitado: “Freud y los límites del individualismo burgués” (1969), de modo que Psicología de las masas y análisis del yo, El malestar en la cultura no eran ni son los “escritos sociales” de Freud, como si el conjunto de su obra no lo fuera, eran y son desarrollos y búsquedas que nos permiten, como el resto de su obra, encontrar los modos de responder al sufrimiento humano evitable, donde el sujeto psíquico es un sujeto histórico-social, y el devenir de sus producciones inconscientes incluye toda la complejidad del aparato psíquico, y esa complejidad derivada también de que el sujeto humano es un sujeto social e histórico. También estábamos abiertos a otros saberes, la tan mentada interdisciplina era una herramienta permanente: filósofos, antropólogos, so48
ciólogos, historiadores, literatos, poetas, venían y vienen a abrir una y otra vez nuestros horizontes clínicos y teóricos. De modo que, cuando se formó la Coordinadora de Trabajadores de la Salud Mental dentro de una Federación Argentina de Psiquiatras (197375 si no recuerdo mal la fecha), convertida en centro de docencia e investigación, incluía todos estos campos del saber, retomando la tradición freudiana en los modos de abordar el psicoanálisis, su teoría y su clínica. Seguramente me falta nombrar a muchos, pero en el excelente libro de dos tomos: Las huellas de la memoria de A Vainer y E Carpintero, actualmente reeditado por Ed. Topia, los encontrarán. Años después y ya en democracia, luego de la larga noche de la Dictadura, en el Centro Nº·1 se crea el Hospital de Día infantil "La cigarra". Adriana Granica y un grupo de jóvenes psicoanalistas inician ladrillo por ladrillo, literalmente ladrillo por ladrillo, a construir ese espacio que pudiera dar respuesta al padecimiento psíquico extremo de la infancia. Su madrina, María E Walsh, sus docentes Silvia Bleichmar, Oscar Sotolano, Julio Marotta y otros/as, van desplegando un dispositivo interdisciplinario y articulado con la comunidad de un valor enorme y reconocido por los niños/as asistidos, sus familias, sus docentes. Años después, cuando se retiran de dicho espacio, vuelven a fundar (esa vez Patricia Álvarez Zunino y Alejandra Barcala junto con algunos compañeros/as de “La cigarra” y otros que se suman a ese importante y valioso Programa de Atención Comunitaria a niños/as con trastornos mentales severos), PAC, que es disuelto luego por las autoridades del Gobierno de la Ciudad de Bs As en el año 2012. Ellas y ellos, tanto en el PAC como cuando desarrollaron “La cigarra”, tienen mucho para transmitir, sé que ya lo vienen haciendo. No lo haré yo. Lo que sí recuerdo son los encuentros en “La cigarra” cuando fui invitada a dar algunas clases o participar de algunos ateneos clínicos. Y lo recuerdo en especial en esta ocasión, así como me pasó en otras tareas de docencia y supervisión en otros equipos en centros de salud y hospitales, ya que tiene que 49
ver con la cuestión de la transmisión, cómo se va construyendo el encadenamiento intergeneracional, sus memorias y el trabajo del pensamiento. He partido de un breve relato de esta historia de 50 años. No podría de ningún modo plantear este tema sin dar cuenta de la historia singular y colectiva, al menos señalando algunos de sus hitos, a mi entender, más significativos, ya que sin asumir la herencia compleja y contradictoria, sin apropiarnos de la historia para volver a iluminar el presente, es casi imposible encontrar las respuestas clínicas que requiere este presente signado por la aparición de problemáticas en la subjetividad individual y colectiva que crean situaciones de enorme desamparo, de fragmentación en los lazos sociales, de precarización de la vida humana que en ocasiones tiende a quedar reducida a estado de sobrevivencia, de un miedo propiciado para favorecer el individualismo, el ataque a la capacidad de pensar, etc, etc. Necesito transmitir unas consideraciones que colaboren con la comprensión de lo que deseo plantear. Primero, defino la política como fue planteada en la polis griega y que hoy sigue vigente: un conjunto complejo de debates, confrontaciones y luchas acerca de cómo hacemos la vida en común. Si se trata de cómo hacemos la vida en común, se trata entonces de cómo consideramos al otro semejante, y las diversas diferencias que nos singularizan, individual y colectivamente, en la construcción de un nosotros que nos incluya a todos. Se trata de cómo se juega el lugar del otro para cada uno. Segundo, quiero plantear frente a la no casual asimilación o reducción del método a la técnica, que el método es el modo de construir saberes y prácticas, entendiendo que tanto los conceptos, nociones e hipótesis que articulan las prácticas son una praxis que siempre tiene consecuencias socio-históricas, ya que producen efectos, en ocasiones decisivos, en la vida de los seres humanos. De modo que en el método se juegan los fundamentos éticos para alcanzar los objetivos que nos proponemos. Es decir, en el método se juega la articulación entre medios y fines. Cuando esta 50
articulación se rompe, nuestra capacidad de pensar y hacer queda dañada, provocando efectos muy problemáticos y, a mi entender, dañinos para el conjunto social. Luego, se implementarán diversas técnicas que deben también guardar relación de sentido con el método en el cumplimiento de los fines. Para dar un ejemplo, con lo limitado que todo ejemplo no desarrollado tiene, en el campo de las praxis educativas y de salud mental el concepto de resiliencia, su método de análisis se basa en una concepción ética acerca de lo humano en situaciones límites, que termina proponiendo una confirmación del neodarwinismo social, ya que, a partir de ese concepto, se plantea un método de intervención que sólo beneficia al más “fuerte”, según lo que ellos definen como fuerte; que sería algo así como aquel que luego de haber vivido situaciones de catástrofe pueda adaptarse superando todas las dificultades a su sobrevida y, por supuesto, también destacarse en lo que se propone. Así también supone la vida reducida a supervivencia biológica, no considera al aplicar un concepto de la física al campo de lo humano, las marcas que la historia vivida ha dejado en su cuerpo, en su psique, en su vida. La ética de una verdad acerca de lo humano queda excluida en la aplicación mecánica de un campo de saberes a otro. Un pasaje mecanicista de un concepto de la física de los resortes que luego de aplastados vuelven a su estado anterior sin alteraciones cuando se los deja de aplastar, como acontece con los resortes de nuestros colchones luego de levantarnos de dormir. Una ética cosificante y que, además, elogia el dolor y el sufrimiento como promotor de la creación humana. Uno de los libros más vendidos del autor de dicha propuesta teórica se titula La maravilla del dolor. Este concepto intervino en políticas educativas y/o de salud mental en diversas instituciones y en algunas ocasiones fueron invisibilizadas sus consecuencias nefastas. Así lo constaté de manera directa en una zona de Colombia en los años 2008, 2009. Si desean ver en mayor amplitud estas cuestiones que desarrollé junto con Gilou García Reinoso, pueden leer en (1). 51
La transmisión es posible si revisa una y otra vez la implicación que cada uno de nosotros/as tiene en esta tarea, así como lo hace en otros espacios. Ese compromiso donde la experiencia recorrida, los saberes puestos siempre en vilo y el modo en que cuidamos el encuentro con los otros preserva una ética compartida. Desde hace mucho, vengo planteando que toda ética debe ser portadora también de una respuesta al dolor humano evitable. Los diversos padecimientos psíquicos de nuestros pacientes y asistidos en diferentes abordajes o dispositivos son el sentido primero y último de nuestra praxis con lo cual nuestra ética compartida no puede olvidar ese sentido fundante. Estoy planteando que la transmisión es, cada vez que la realizamos, un desafío, una interpelación a nuestros saberes, experiencias y a las categorías con las cuales volvemos a pensar. La transmisión es un encuentro con los otros, para pensar juntos. He definido el pensamiento como “la puesta en relación entre idea, afecto y experiencia en relación a los otros, a sí mismo, y al Otro” (2010) (2), algo suficientemente más complejo que el razonar propio de por ejemplo los cálculos matemáticos, o el sentido común, aunque lo incluya. De modo que la transmisión es un acto de puesta en común de saberes y prácticas, es un modo privilegiado de ejercer el pensamiento crítico. Sin pensamiento crítico quedamos encerrados en simplificados razonamientos, en ocasiones ecolálicos, en dogmas, en abusos de poder…, para decir algunas de sus consecuencias. El pensamiento crítico decía T. Adorno piensa contra sí mismo, va a contrapelo de lo instituido, e interpela las estructuras de poder, porque desde Séneca sabemos que la relación entre saber y poder es muy íntima. El pensamiento crítico interpela, cuestiona, interroga sus puntos de partida, sus afirmaciones; escuchando a los otros, e interrogando los modos de dominación o de alienación que cada maestro o docente puede ejercer sobre sí mismo y sobre los otros. (1) y (2) Berezin, Ana N, “Sobre la crueldad. La oscuridad en los ojos”. Psicolibro Ediciones, Bs. As 2010.
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Aquellas pequeñas cosas Adriana Granica “Uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida y vuelta. Son aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas, en un rincón, en un papel o en un cajón. Como un ladrón, te acechan detrás de la puerta, te tienen tan a su merced como hojas muertas, que el viento arrastra allá o aquí que te sonríen tristes, y nos hacen que lloremos cuando nadie nos ve…” J. M. Serrat, “Aquellas pequeñas cosas” (1971)
Hace días que me propongo escribir este texto. El Centro Nº1 cumple 50 años; yo, más de 40 de haberlo conocido, y supongo que se espera de mí un ejercicio de memoria de lo vivido allí. Aquí, frente a la computadora, no logro articular recuerdos. Solo la letra de Serrat, viene y va. Quizá me resisto a pensar que puede haber borrado el tiempo y la ausencia. Qué quedó de mis primeros encuentros con esa experiencia en los ‘70. En 1957 yo empecé primer grado. Vivía en el barrio Devoto Contraventores, así se llamaba porque estaba la cárcel. Era mi paso obligado para ir a la escuela. Parece ser que cuando empecé mi escuela primaria, se comenzaba con la carrera de Psicología en las Universidades del Litoral y Buenos Aires. Esos años de escuela primaria en un barrio de casa bajas y relaciones de vecindad, con la escuela compuesta por maestras en su mayoría esposas de militares, y el país gobernado por ellos. Se podía escuchar, acerca de la locura de alguien, que debía ser internado en el manicomio. Los locos y los presos nos daban miedo en nuestros años de infancia. También nos daban miedo las asonadas militares, azules y colorados, nos mostraban a las maestras corriendo de un aula a otra para comentar lo que pasaba. Los negocios del barrio cerraban sus puer53
tas como las casas después de proveerse de fideos y arroz. ¿Por qué empezar por mi barrio y mi infancia en la escuela pública primaria? Será porque la historia de la salud mental en la Argentina comenzó con mi ingreso a primer grado. Cercano a la experiencia del Lanús que relata Goldenberg, que sitúa su comienzo hace 60 años. Devoto era para los contraventores y los manicomios eran para los locos; la psicología, el psicoanálisis y la salud mental no estaban en mi horizonte. En el ‘68, cuando se creó el Centro Nº 1, yo terminaba el bachillerato y me proponía estudiar física y complementar con filosofía y letras. En la Facultad de Ciencias Exactas los pizarrones que subían y bajaban llenos de fórmulas no alcanzaban a colmar las expectativas. Los grandes movimientos mundiales y locales (Mayo Francés, Cordobazo del ‘69) me generaban tal inquietud que solo podía canalizar en una facultad como la de Filosofía y Letras, donde todo se debatía, por lo cual dejé Ciudad Universitaria y me quedé en la calle Independencia al 3000. Aún estaba muy lejos de la psicología. Entrados los ‘70, conocí a Silvia Bleichmar6, cursando una materia optativa a mi carrera de Filosofía: Teoría Psicoanalítica 1. Ya empezaba a gestarse un movimiento de ruptura de las instituciones psicoanalíticas, que en nuestra facultad tenía sus efectos. Comenzó una vida asamblearia donde se revisaban críticamente todas las materias. Fue ella la que me estimuló y motivó a cursar psicología. Recuerdo que, cuando se presentó Cuestionamos 1 y 2 (Granica Editor) mi padre comentó azorado que había entendido que Mimí Langer7, decía que había que llevar los divanes a las plazas. Había comenzado el cruce y la articulación de lo social y político con el psicoanálisis. Ahí me pasé a Psicología. Al recibirme -poco tiempo despuésSilvia Bleichmar fue Doctora en Psicoanálisis, Psicóloga y Socióloga, intelectual y librepensadora argentina (1944- 2007). 7 Marie Langer, psicoanalista y escritora (1910- 1987). 6
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tuve oportunidad de acercarme al Centro Nº1. Conviví con esa experiencia iniciada 7 u 8 años antes, como mucho. Ahí estaban todos. Los profesores que debatían en la facultad, los autores del Cuestionamos, etc. El Centro Nº 1 era una usina de pensamiento y acción. Distintas experiencias clínicas, teóricas y comunitarias. Psicoanálisis, grupos, psicodrama, terapias breves. Todos los equipos contaban con un espacio único e ineludible de debate y formación: los ateneos de los miércoles a las 11 hs. Me acuerdo de esa época, los grupos de espera de niños, las terapias individuales y, sobre todo, lo que se llamaba “salir a la comunidad”. Recuerdo que los fines de semana compartía mi trabajo en la guardería en la Villa 31 de Retiro con un taller de títeres que hacíamos en Núñez como actividad comunitaria del equipo de niños. Lo hice con Margot Breglia, quien aún sigue desaparecida. En 1976, el terror de la dictadura se adueñó del país: el Centro Nº1 fue intervenido, los grupos, silenciados, los maestros, profesores, amigos y familiares se exiliaron, o pasaron a la clandestinidad y empezó la detención y desaparición de personas. Una mañana, Alicia V. mi coordinadora del Equipo de Niños, me dijo que no se podía ir del país, pero sí del Centro Nº 1. Llegó el silencio. Me fui. Seguí con mi trabajo en la guardería “Bichito de luz”, en Retiro, pero no por mucho tiempo más. El intendente del proceso, Osvaldo Cacciatore (gobernó la ciudad desde 1976 a 1982) quería construir la actual Terminal de ómnibus de Retiro y había que desarmar la gran experiencia que fue el CAF N° 6, Guardería “Bichito de luz”. Entonces se desarmó, rodeada por carros de asalto. Hoy se desmantelan más sutilmente, se precariza el trabajo, se desfinancia y, finalmente, van quedando cáscaras vacías de muchos dispositivos de infancia. Fin de la primera parte. 1983 -2000 Volví al Centro. Volví rentada. En ese año, habían sido transferidos al Centro de Salud una cantidad de profesionales, de diversas secretarías, organismos y servicios. Fue impactante el si55
lencio y el aislamiento en que se trabajaba. Solo había rentados provenientes de diversos lugares y alguno que otro quedaba de la primera época. Fue duro y trabajoso en mi opinión, intentar alguna reconstrucción del trabajo en equipos, recuperar algo de la lógica de las intervenciones previas al golpe. Los recuerdo como años silenciosos y plagados de apuestas individuales o, más bien, individualistas. Con el triunfo de Alfonsín y el retorno democrático, en el ‘85 empezaron a retornar algunos exiliados, entre ellos Silvia Bleichmar. Al año o dos, no lo puedo precisar, estando yo a cargo del Equipo de Niños, la invité a supervisar. Se produjo además el ingreso de concurrentes. Un nuevo momento se empezó a diseñar. Empezamos con cierto entusiasmo a proyectar actividades clínicas y teóricas. En el año ’88 y gracias al estímulo de Silvia Bleichmar, el equipo de niños empezó a pensar la creación de un dispositivo clínico específico para atender niños que necesitaban, por su situación emocional, un espacio especializado; ya que la atención semanal individual no alcanzaba para ese tipo determinado de niños que nos consultaban. Así que, en este paseo por esas pequeñas cosas, se abre otra etapa: creatividad, compromiso, alegría en la gestación de un proyecto, reuniones, apuesta colectiva. Se incorporaron otros integrantes, de diversas maneras -formales e informales- nadie se inquietó por eso; ahí encontré una recuperación de aquellos años pujantes que describí antes. Empezamos a trabajar de tarde, usamos el despacho de la Jefatura que queda en el primer piso, más un par de consultorios y nos bancamos las críticas y los elogios. Fue tal el desafío, que logramos un aporte para la construcción del edificio y para el funcionamiento del dispositivo. Participaron los niños, los padres, los profesionales, los amigos, los parientes, trajimos muebles de casa. Veo que este relato devino más vivencial que teórico clínico. Mientras nos dedicamos a plantear los fundamentos teóricos 56
de un dispositivo institucional de orientación psicoanalítica para el abordaje de patología mental grave en la infancia, mientras lo pensábamos como un dispositivo de tiempo parcial centrado en el tratamiento individual sostenido en el conjunto de otras prácticas, mientras gestábamos, tanto el edificio que alojaría al hospital de día infantil, como el edificio teórico clínico; mientras nos proponíamos recibir la “locura” en su irracionabilidad, escucharla, entender sus razones, no culpar a los padres o adultos responsables, trabajar con ellos su responsabilidad y no tratar de imponer la realidad a la “locura” a riesgo de que quede enquistada, mientras pasaba todo eso, la economía de Alfonsín era jaqueada por la hiperinflación, compartíamos las reuniones viendo qué hacer con ese dinero cuyo valor desaparecía por minuto, contábamos cuantas galletitas y tarros de café acumulábamos en virtud de la situación política y económica que dominaba los diálogos. Me encontré hace un mes y medio aproximadamente (fin de septiembre 2018) con Luis Hornstein en un Congreso en Rosario, le conté que lo estaban buscando para reportearlo por los 50 años del Centro y, emocionado, me dijo que él fue uno de los gestores de la creación en 1968, que el sillón de su madre fue parte del mobiliario inicial del Centro. Entonces tomé noción de que también el sillón de mi madre, y tantas otras pequeñas cosas, fueron a parar a “La cigarra”, nombre del Hospital de Día Infantil, proyectado desde 1988 e inaugurado en abril de 1992 con el madrinazgo de María Elena Walsh. Después de la creación y puesta en funcionamiento de “La cigarra”, creamos la “red por los niños”, una interesante articulación de Salud, Justicia y Educación en torno a la patología grave infantil. Con esa red participamos de la creación legislativa de la Ley 114 de Protección Integral de los Derechos de Niños y Niñas de la Ciudad. Y el resto es historia reciente: La mirada desde el inicio fue la perspectiva de la escucha y el respeto de los DDHH de los niños, aún sin las normas nacionales e internacionales, que se fueron dictando posteriormente. 57
Me recibí de abogada. En 2001 y hasta el 2009 me llamaron a formar parte del Consejo de Derechos de Niños de la Ciudad; ahí estuve hasta que me resultó insoportable poder seguir. Lo último que hice en el Centro Nº 1 entre 2009 -2016, y con el anhelo de que alguna vez se multiplique a otros efectores de salud, fue la creación de una consultoría interdisciplinaria en Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes; con la intención de poner en conocimiento de profesionales y usuarios/as información sobre sus derechos, y exigir que en la atención institucional se garantice el derecho a ser oído. Epílogo Durante la dictadura de Onganía en el ‘68 se creó el Centro de Salud Mental N°1. No fue una propuesta de la dictadura sino algo que se escabulló en el marco de la Revolución Argentina, y en los años siguientes de dicho proceso se realizaron prácticas y proyectos muy potentes. Cuando gestamos y pusimos en funcionamiento “La cigarra”, en la década del ‘90, el marco político económico privatista neoliberal, no era claramente favorable, pero había pasión y compromiso. Llegado el cambio de milenio, algo se fue apagando: empezó una cierta burocratización de la práctica, en mi opinión se comenzaron incipientemente a sobrestimar algunas alternativas que dieron por tierra con los fundamentos teóricos de su creación. Hoy esperemos que en la mayor desesperanza surja la posibilidad de seguir gestando y recuperando esas prácticas que tomaban al otro como destinatario de las acciones. Que en la época de la apuesta a la “meritocracia” y al proyecto individualista se encuentren espacios donde pueda resurgir la pasión por un proyecto que tome en cuenta el interés común. No creo que la burocratización de las prácticas, la formalidad por encima de la pasión, ni el control, sean los mejores aliados de la posibilidad de recuperar esas experiencias que nos han modelado. 58
Acecha la devastación. Hoy no hay que “salir a la comunidad” como se decía en los ‘70, hoy somos parte de una comunidad que nos obliga a responsabilizarnos por nuestros congéneres, a generar capacidad de pensar (lo que no es nada fácil), para que las subjetividades no sigan arrasadas atrás de las sirenas duran-barbistas. Promover pensar más allá del odio que promueven los medios y otros dispositivos de control social; generar espacios de resistencia y pensamiento, ¿es mucho decir, que el actual Centro Nº 1, por su lugar en la comunidad, tiene esa como gran tarea por delante?
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Desde el centro
DĂŠbora Zilberman 61
CENTRO Nº 1. Apuntes para una historia (50 años después) Carlos Noseda Luego de una trayectoria profesional no breve en esta institución, arremeten a la hora de ponerme a escribir afectos disímiles, a veces contradictorios, así como representaciones no siempre bien documentadas como para que tornen mi relato suficientemente verosímil y confiable. De manera que advierto al lector que no falseo datos ni oculto otros, pero quizá tratándose de “historia reciente” de la que soy, al menos en parte, uno de sus tantos actores en los últimos veinte años, es probable que me encuentre en dificultades para encontrar la distancia óptima de los acontecimientos que se requiere en estos casos. Sostiene Eric Hobsbawn8 al respecto la existencia de al menos tres problemas: 1) “el de la fecha de nacimiento del propio historiador, o de modo más general, de las generaciones”; 2) “de cómo la perspectiva con que se contempla el pasado puede cambiar a medida que avanza la historia” y 3) “de cómo librarse de los supuestos de la época que comparte la mayoría de nosotros”. De ahí lo de “apuntes”, como notas tomadas en el ajetreo del trabajo diario. En los pasillos, en conversaciones con otros colegas, en lecturas sobre lo ya dicho sobre la historia que se pretende construir, en algunos testimonios, en el trabajo clínico con mis pacientes. Odio decirlo hoy en inglés, pero una suerte de “work in progress”. Lo que sería algo así como “un trabajo que se está haciendo”. Nada definitivo. Solo un comienzo. Para colmo, el autor no carece de ambiciones historiográficas, como se ve. Lejos de su intención está hacer una especie de “hagiografía” del Centro Nº 1. Un escenario “hollywoodense” habitado 8
“Sobre la historia”, E. Hobsbawn. 2002. CRITICA.
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por “superhéroes” y “supervillanos”. Lo que complejiza la cosa aunque, por otro lado, la compromete en un grado de objetividad más saludable. Por ejemplo, el autor no cree que no haya hechos y que solo haya interpretaciones. Concordaría más con la idea de que los hechos existen como tales, aún lo hechos históricos, aunque los mismos deban ser interpretados. Pero no se trata de un conglomerado de interpretaciones de interpretaciones, devenidas narraciones sin relación con una realidad histórico-social concreta, como parecen querer algunos voceros del actual postmodernismo. Bosques de palabras sin anclaje alguno en lo real. Bien, dicho esto, vayamos al grano para empezar diciendo. De la intrincada trama de relaciones disciplinares, ideológicas y políticas que caracterizaron la configuración del campo psiquiátrico y de la salud mental después de la llamada Segunda Guerra Mundial (1945), tanto a nivel local como internacional, emerge hacia fines de la década del 60, el Centro Nº 1. Uno de los referentes inmediatos fueron las transformaciones que ocurrieron en los EEUU con la Ley Kennedy de 19639 (Galende, 1990). Kennedy plantea en el Congreso la necesidad de crear un nuevo tipo de servicios para atender los problemas de salud y “democratizar” las viejas instituciones psiquiátricas o manicomios. A pesar de los obstáculos puestos por los sectores más conservadores, la Ley se aprueba en 1965, ya asesinado Kennedy (22/11/63), y se implanta en todo el territorio nacional. En 1946, promovida por Robert Félix (uno de los líderes norteamericanos de la Higiene Mental) se había aprobado la Ley Nacional de Salud Mental, que a su vez crea el Instituto Nacional de Salud Mental del que el mismo Félix será su primer director. Es el comienzo de una serie de reformas que proponen una “humanización” de los servicios y se recomienda la necesidad de modernizar y abrir los hospitales psiquiátricos del Estado a la comunidad, así como la creación de servicios más dinámicos que posibilitaran tratamientos de los enfermos mentales en lugares cercanos a sus 9
Galende, E. “Psicoanálisis y Salud Mental”, 1990. PAIDOS.
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domicilios. El dispositivo central que inaugura la Ley de 1963 es el Centro Comunitario de Salud Mental, abierto a todos: pobres y ricos, jóvenes y ancianos, enfermos psicóticos o neuróticos, problemas de los niños, los adolescentes, de las familias, etc. Estos Centros distribuidos por todos los Estados debían contar con cinco servicios básicos: a) consultorios externos; b) servicio de urgencias psiquiátricas (denominado de “intervención en crisis”); c) departamento de admisión; d) servicio de prevención primaria y promoción de la salud mental; y e) servicios de internación parcial (Hospitales de Día, Hospitales de Noche) que sustituyan a las instituciones de la “psiquiatría asilar clásica”. La idea de “prevención” suponía no centrarse sólo en los individuos enfermos, sino hacer intervenciones, si se quiere, “socio-políticas” en el seno de la comunidad. Más allá del éxito o fracaso de estas reformas y de las dificultades de su implementación, poca duda cabe sobre la similitud de las mismas con las que van a ocurrir entre nosotros. Reformas que los actores locales no desconocían, incluso que tomaron como modelo. Más allá de la adaptación que requiriese su instrumentación en una realidad histórico-social diferente como la de nuestro país. Así, en 1956, se crea el Instituto Nacional de Salud Mental y, en el mismo año, Mauricio Goldenberg funda el “mítico Servicio del Lanús”. Posteriormente, en 1967, en plena dictadura del General Juan Carlos Onganía (la autodenominada “Revolución Argentina”), el coronel Estévez elabora un “Plan de Salud Mental” para la ciudad de Buenos Aires. Goldenberg es convocado para llevar adelante ese plan y nombrado Director de Salud Mental. En ese contexto, y mediante el Decreto 3077/68, se crea el Centro Nº 1. Esta experiencia se iba a multiplicar con la creación de otros centros similares y servicios de psicopatología en hospitales generales, además de los ya existentes como el “Ameghino” creado en 1948.
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El Centro Nº 110 forma parte, entonces, del movimiento que pretende superar “la psiquiatría asilar”. Hacer ese pasaje desde la lógica manicomial de asistencia al loco, hacia una “psiquiatría social” y “preventiva”. Esto ya había sido contemplado durante la gestión de Ramón Carrillo11, en la década anterior, al frente del Ministerio de Salud (1946-1954). Carrillo avanza proponiendo, además de la construcción de hospitales psiquiátricos y el mejoramiento de la condiciones de atención en los ya existentes, “Centros de Psiquiatría Preventiva” (servicios pre-hospitalarios), órganos técnicos que debían funcionar como anexos de los hospitales generales o en forma independiente, como centros de diagnóstico y tratamiento ambulatorio y de cuidado de los enfermos dados de alta. La negación de la generación llamada “reformista” posterior al golpe militar de 1955 conduce, a veces, a la ficción de que todo o casi todo había comenzado a partir de la derrota del campo nacional, popular y democrático. Y, por lo tanto, cualquier reforma en este campo había comenzado con los nuevos actores. Existió una contradicción constante entre la vocación de hacer reformas al servicio del pueblo pero “sin el pueblo”. Al menos, aceptando, en los hechos, la proscripción de sus representaciones políticas. Lo dicho no quita valor a las reformas realizadas pero, en todo caso, muestra la peculiaridad y las condiciones en que las mismas fueron realizadas en la Argentina. La mayoría de esas reformas se hicieron durante dictaduras militares (Aramburu, Onganía, Lanusse) o en regímenes democráticos altamente restringidos (Frondizi, Illia). El Centro Nº 1 también refleja además otro pasaje que podría denominarse el pasaje “de la psiquiatría a las políticas de salud mental”.12 Este cambio implicaba, entre otras cosas, una cierta confrontación con el “modelo médico hegemónico”, legitimando el rol de otros actores (no médicos) como relevantes en la asistencia y prevención de las condiciones que producen el sufrimiento “La marginalidad forzosa”, publicación Jornadas del 25 Aniversario. 1993 K. Ramacciotti. “La política sanitaria del peronismo”, 2009. BIBLOS 12 “Entre Buenos Aires y París. La invención del psicólogo. 1942-1966”, A. Dagfal. 2009. PAIDOS 10 11
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psíquico de las personas (psicólogos, trabajadores sociales, sociólogos, terapistas ocupacionales, etc.) Se trata del pasaje de la “higiene mental” (1930-1940) a la “salud mental” (1948 en adelante). En nuestro país, además podría considerarse que entre uno y otro existió un “sanitarismo mental” (Carrillo) que, si bien contenía elementos del modelo higienista, no obstante, en sus proyectos y realizaciones ya anticipaba el escenario que se iba a desplegar en el campo de la salud mental y en la nueva configuración del campo psiquiátrico en la década siguiente. Propongo, entonces, una periodización posible para pensar la historia del Centro Nº 1. Como toda periodización que pretende ordenar un campo de acontecimientos históricos más o menos recientes, no puede no tener un carácter provisorio, convencional y resulta necesario un mayor trabajo de reflexión para elucidar sus fundamentos. a. Los orígenes (1968-1976). En los predios de lo que alguna vez fue un “lactario municipal” se alimentan las esperanzas de los pioneros, con Hugo Rosarios a la cabeza. Era un psicoanalista de APA, convencido de que había que salir de los consultorios y hacer una suerte de psiquiatría social, algo de lo que ya Pichon-Rivière venía haciendo desde la década del 40 en el Hospicio de Las Mercedes. Es una reformulación de los modos de asistencia de los sufrimientos psíquicos del pueblo, apelando para ello a la psicología de grupos, la psiquiatría comunitaria, a la sociología, la política, etc. (Viola Bernard, psiquiatra infantil en el Bronx, EEUU, es nombrada “madrina” del Centro 1). Es decir, es la propuesta de un trabajo de carácter interdisciplinario. ¿De psicoanalistas dispuestos a hacer otra cosa, y no sólo psicoanálisis? Aún utilizando el esquema teórico referencial freudiano y, en la época, kleiniano. Algo muy distinto a lo que muchos años después algunos van a llamar el “proyecto histórico”. No deja de advertir el autor que el tema de “los orígenes” de66
viene un tema que suele fascinar y, aún más con el paso del tiempo, se corre el riesgo de transformarlo en “mito”. O si se quiere en una suerte de “Centro Nº1 ideal o idealizado” con respecto al cual se compara todo lo que vino después. Por lo que, como sucede en otros campos, “el mito de los orígenes” deviene o puede devenir un obstáculo formidable a la hora de seguir pensando los problemas que la locura nos plantea con otras herramientas teóricas y en un contexto epocal completamente diferente. b. Las épocas oscuras (1976-1983). Como tantas otras experiencias institucionales, la del Centro Nº 1 se interrumpe como tal cuando se produce el Golpe Militar autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”. Particularmente, porque este copamiento militar del aparato del estado se transforma en “terrorismo estatal”, algo que hasta ese momento no había vivido la sociedad argentina. Se prohíben los grupos terapéuticos, las asambleas comunitarias, el psicoanálisis, etc. La permanencia de y en la institución se hace muy difícil y se trabaja en condiciones muy rudimentarias y no sin el riesgo de sospecha permanente de ser tomado por “delincuente subversivo” cuando, recordemos, “el silencio era salud”. Hugo Hirsch estuvo al frente de la institución desde 1976 hasta 1977. c. Los tiempos democráticos (1983-2006). Bajo la dirección de Marcos Weinstein, el Centro N º1 retoma su “espíritu” inicial. Vuelve el trabajo en equipo, interdisciplinario y la posibilidad de hacer una docencia interna (no hacia afuera). La apertura de la institución a la asistencia de la mayor cantidad de población posible se hace manifiesta, por ejemplo, en el trabajo barrial (Barrio “Mitre”). Es un momento de inclusión de profesionales, concurrentes y becarios. Se escuchan voces diferentes. Se multiplican los marcos referenciales con que se trabaja. La insti67
tución recupera la vida que alguna vez tuvo y que perdió. Le sucederán luego las gestiones de Ricardo Cernich y Raquel Schejter. d. Las disputas por la hegemonía (2006 hasta la actualidad). Con la llegada de Ricardo Soriano a la dirección del Centro Nº 1 se inicia una etapa compleja de luchas internas por la hegemonía de los distintos actores (psicólogos, psiquiatras, psicoanalistas, terapeutas grupales, etc.) “resuelta” finalmente con tres medidas polémicas y contradictorias: I) Debido a la presión política de algunos grupos de profesionales y las gestiones con el gobierno de turno (Telerman ya había dado su “golpe palaciego” contra Ibarra) se logra por Decreto 2226/06 la separación y “autonomía” del Centro Nº 1 del Área Programática del Hospital Pirovano, y la institución pasa a depender directamente de la Dirección General de Salud Mental. II) Durante la mayor parte de ese período, el Centro Nº 1 se presta a lo que podría denominarse “un uso privado del espacio público”. La pérdida del “espíritu originario de los fundadores” se hace manifiesta. Desembarcan en la institución, vía la acción de algunos “Jefes a cargo”, distintas instituciones, sobre todo, psicoanalíticas. El fortalecimiento interno de estos grupos se logra mediante diversas decisiones políticas de la dirección del Centro. Quizá la más paradigmática haya sido la creación de una suerte de “concurrencia paralela” autodenominada “pasantía” (“los pasantes”). Los documentos sobre esta experiencia se encuentran misteriosamente desaparecidos. Este uso de lo público para fines particulares o la privatización de lo público es coincidente con la lógica cultural neoliberal de la época. III) En consonancia con lo anterior, se crea, a falta de una estructura real, una suerte de “estructura imaginaria” de cargos con funciones en las diversas áreas asistenciales. Como si hubiera una 68
“estructura” que en realidad nunca hubo. Un “CATA imaginario”, un “CODEI imaginario”. Un organigrama interno que será funcional a los nuevos emergentes a la hora de presentarse ante sus respectivas instituciones externas de pertenencia, solicitando distintas formas de reconocimiento, así como habilitando su “capacidad de convocatoria”. Las consecuencias de estas políticas se pusieron de manifiesto sobre todo durante el interregno que transcurrió entre los últimos tiempos de Soriano al frente de la institución (extremadamente conflictivos y generadores de un malestar extra absolutamente innecesario) y la llegada de la intervención “blanda” de la Dirección General de Salud Mental a cargo de María Grosso. El “macrismo” en ascenso toma el poder en la Ciudad de Buenos Aires. La nueva dirección (luego obtenida por concurso) de Horacio Rodríguez O’Connor ordena el funcionamiento institucional, de algún modo, creando nuevos dispositivos asistenciales como el “Espacio de Psiquiatría” y el de “Demanda Espontánea”. Durante esta última etapa, el Centro Nº 1 estuvo al menos dos veces a punto de desaparecer físicamente. Se intentó venderlo junto a los terrenos que ocupa, debido al alto valor inmobiliario de los mismos. Según fuentes no confirmadas, la intervención del Jockey Club (fundado en 1882 por Carlos Pellegrini como un “club” de “caballeros representativos de la actividad económica y política del país”, que en 2016 contaba con 7.600 socios, todos varones, miembros de la élite “aristocrática” porteña) impidió que esta última venta se concrete y…. “la banda siguió tocando”.
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Vamos a hacer lo que sabemos y, lo que no, lo aprenderemos juntas Débora Zilberman, Andrea Douer y Helena Chada Estamos en un bar de Bs As, un domingo de mañana, en el barrio de Núñez. Dos cafés, medialunas, la computadora, dispuestas a cerrar el trabajo para el tercer número de la Revista “Narraciones”, inspiradas en el homenaje a los 50 años del Centro de Salud Mental Nº 1 Dr Hugo Rosarios. Mandamos un whatsapp a Helena Chada, pidiéndole su texto para, así, dar por finalizado el artículo. Al minuto, lo recibimos. Lo leemos, nos emocionamos y una cascada de imágenes, recuerdos y gestos comenzaron a aparecer. Año 1992. Tenemos la primera entrevista con Helena; ella tiene a sus pies su bolso de natación; nosotras, recién recibidas, un delantal blanco en la mano. Alcanzó un gesto para hacerlo desaparecer. Escuchamos atentas el proyecto del Hospital de Día de Adicciones, y Helena dice: – Necesito gente entusiasta y audaz, que quiera trabajar en equipo, coordinar grupos y hacer entrevistas familiares. Sí, queríamos, pero nuestras caras delataron temor de no poder hacerlo. Al día de hoy, nos resuena la frase “Harán lo que saben y lo que no, lo aprenderemos juntas”. Con estas palabras, se inaugura la primera reunión de equipo del Hospital de Día de Adicciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Les compartimos el mail de Helena. Es un privilegio estar presente en la celebración de los 50 años de este Centro por el que transité en la década de los ’90, asomándome a los desafíos de la época en el campo de la salud mental, bajo la dirección del Dr Marcos Weinstein, ejerciendo un liderazgo institucional político y ético, de inclusión y pluralidad. Allí ejercité entre lo extranjero y lo propio buscando insertarme en un quehacer que aún insiste en ir del borde al centro. Aprendí a ser parte de un equipo heterogéneo, interdisciplinario, en busca
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de coherencia en un ir y venir entre la clínica y la teoría, apostando a la vez al producto subjetivo y al lazo social en respuesta a un contexto de creciente segregación y exclusión.Transitábamos por los bordes del mile-nio en un clima de complejidad y urgencia que nos convocaba a reflexionar sobre nuevas modalidades de abordaje que hoy llamaría “intervenciones de rescate” emocional en poblaciones de alto riesgo, experiencia aquella que resultó trascendental en mi destino profesional hasta entonces insospechado. En ese punto estaba cuando dejé mi país persiguiendo nuevos desafíos, para ser testigo de la caída de las torres en NYC en el 2001 y del consecuente recrudecimiento de odios raciales con la hipótesis de un enemigo en cada prójimo. "Ïf you see something, say something” se lee en cada rincón de la ciudad que hasta entonces se enorgullecía de su “Mosaico de razas”. Fue entonces cuando me descubrí siendo yo misma parte de una población atravesada por una crisis de identidad bajo el nombre de “inmigrante latino”, no importa lo que eso signifique. Ese Nombre me excedía en lo real y en lo simbólico y me convocaba a buscar nuevamente en mi tierra a quienes sostuvieran ese hilo de Ariadna que hoy se extiende con vocación de convertirse en red. El extranjero atraviesa un síndrome complejo conocido como “duelo del inmigrante”, siendo la lengua materna un capítulo de especial interés, junto con la transmisión de la cultura y los valores de origen a los hijos nacidos en el nuevo país. Buscando probar estrategias clínicas que mejor se ajustaran a las necesidades de esta población, nos sorprendió el advenimiento de un nuevo orden global de exclusión y violencia, afectando a millones de inmigrantes acusados de criminales tan solo por su status migratorio, viviendo bajo amenaza de deportación. En este marco político de segregación que parece extenderse por todo el continente, apareció como un antídoto el nombre Centro Uno como parte de un movimiento pendular, que intentaba recuperar aspectos de una experiencia que no se terminó de realizar y que hoy, luego de 18 años, insiste en actualizarse, reuniendo nuevamente a miembros del equipo de entonces, dentro de un marco de Investigación en Salud Mental y Comunitaria con inmigrantes latinos. Consciente del valor instituyente y aglutinante de un buen nombre, Centro Uno se fundó un 15 de septiembre del 2015 en SoNo, Connecticut, en silencioso homenaje al Centro Nº 1 de Manuela Pedraza, donde transité las experiencias más transformadoras de mi carrera, y aprendí que en contextos de emergencias políticas y sociales, mejor que decir es hacer y decir con otros.
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Gracias a las compañeras de equipo Andrea Douer, Débora Zilberman, Marcela Kohan y Zulema Gorrini por seguir acompañándome a soñar en otras geografías y les digo que aprecio más un buen gesto que mil palabras.
Así fue como en septiembre de este año Helena nos invita a conocer su Centro Uno, institución para la asistencia emocional en Connecticut, USA, y nos propone realizar un workshop. “Un gesto más que mil palabras”, taller que nos reunió para diseñar juntas nuevamente una propuesta de trabajo, esta vez con el desafío de acompañar a las familias latinas atravesadas por el desarraigo y la ilegalidad. Un gesto más que mil palabras. El gesto, la expresividad, la narrativa fueron la propuesta del taller que nos acercó a comprender y a poder vivenciar el sufrimiento por el cual atraviesan estas familias. Las palabras muchas veces no alcanzan para traducir las emociones. El lenguaje los separa del resto de la población a la cual ahora pertenecen. La dificultad para comunicarse en otro idioma los aísla y la brecha que se produce entre padres e hijos va marcando experiencias difíciles de simbolizar. La legalidad la tienen los hijos, los padres quedan por fuera de la ley y viven con la amenaza de ser deportados y separados de su familia. La realidad nos conmovió y surgieron preguntas, y el tiempo irá dando las respuestas, o no. El intercambio permitió poner en palabras ilusiones, recuerdos, miedos y saber que hay otros; que no están solos. Reconocer lo sagrado de sus raíces para continuar el vuelo. Sostenerse en sus raíces para poder migrar sin perder la identidad. Arraigos, desarraigos, pertenencia, exclusión, inclusión. Ninguno de estos términos nos son ajenos si trabajamos pensando en vínculos, si trabajamos en grupo, si lo hacemos perteneciendo a un equipo y, es más, si somos parte de una institución. ¿Quién queda por fuera de estas palabras? Recordamos el impacto que causó la noticia de la posible venta del edificio del Centro de Salud, en un año donde se conmemoran los 50 años del Centro, donde hay historia. Y entonces, las preguntas, ¿reconocerá alguien el valor de permanecer y transcurrir, será 72
un desarraigo? ¿Qué conservaremos y qué se perderá en el camino? ¿Quiénes quieren quedarse y a quiénes les da lo mismo dónde ir? Y ahí la historia se te viene encima y sentís la necesidad de contar, de ponerle palabras al origen e historizar con otros. No es lo mismo acá o en la vereda de enfrente, no es lo mismo. Recordamos cuando también por avatares políticos le propusieron a Helena reemplazar a algunos profesionales del equipo por otros psicólogos ya nombrados y ella dijo, “¿están diciendo que te pueden cambiar a un hijo y ponerte otro? Entonces, ¿qué valor le damos a la construcción de un vínculo, a la necesidad de salud del profesional?, quizá sean muchas preguntas, pero sólo se puede pensar en un punto de partida, la historia y saber qué hacer con ella. La historia continuó y la institución fue sufriendo transformaciones ¿Cómo reinventarnos, cómo sostener el deseo de pertenecer? Reciclar el deseo, libidinizar nuevos espacios. Duelar y volver a parir nuevos proyectos. Tejer entre el pasado y el presente. El Hospital Día de Adicciones. Recuerdos: Un campamento en el Tigre, coordinadores y pacientes. El trabajo con máscaras bajo la supervisión del Dr. Mario Buschbinder. La experiencia de musicoterapia supervisada por el Dr. Rolando Benenzon. El trabajo corporal coordinado por Sarita. La experiencia de psicodrama con los pacientes y con el equipo coordinado por la Lic. Toti García. El viaje al Congreso de Amsterdam acompañadas por la Lic. Elena Gotti, nuestra consultora en ese entonces. Encuentros con sociólogos, jueces y antropólogos. El mate, el cigarrillo, las historias clínicas, las risas, las discusiones y muchas imágenes más que reaparecen en cada nuevo encuentro. Amistades construidas, pérdidas y reencuentros.
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Así es como fuimos armando y creando de a poco un Equipo de Grupos con el aval de la nueva gestión, a cargo del Dr. Horacio Rodriguez O Connor. Un proyecto que recién se inicia con profesionales provenientes de diferentes equipos que entendemos la importancia y el valor de transformación que produce el transitar por grupos y en grupo, eligiendo cada uno qué soltar y qué llevar para habitar un nuevo espacio en un mismo lugar. Y comandados por la frase fundante de nuestro transitar en el Centro Uno, “Vamos a hacer lo que sabemos y lo que no, lo aprenderemos juntos”. Gracias Centro Uno!
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Arte y Literatura
Celia Apelian y Elizabeth Abadie
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Pintar un mural Elizabeth Abadie – Isabel Celia Apelian El arte es una tentativa. Debe redundar, necesariamente, en una representación pura de la belleza. El arte, a través de toda su historia, ha significado un camino continuo y gradual en la expresión de una misma cosa: aspirar a describir leyes fundamentales ocultas. Intentar lo imposible hace que el arte sea posible. Piet Mondrian, artista plástico holandés. S XIX-S XX. El proyecto de “PINTAR UN MURAL” tiene un antecedente de varios años atrás. Sobre una pared relativamente pequeña del sector de Hospital de Día, se había pintado un mural de un paisaje urbano. Al hacer uso de los bancos del jardín para la atención de los paciente, muchas veces ese mural captaba la mirada, producía comentarios. Resultaba desolador, no por la expresión figurativa conseguida, sino porque guardaba en su hechura indicios de que había sido pintado sin asistencia alguna (designando asistencia aquí, no solo en el sentido llano de ayuda, sino carente de dirección). Mera presunción, después de todo, pero esa precariedad desvelada y descorazonada, constituyó un antecedente para hacer algo distinto con el anhelo de pintar. Volveremos más adelante a esto de desvelado y el corazón de algo en falta. La construcción del taller comienza con un cuaderno disponible en la Mesa de Entrada para que se anotara quien quisiera, quien pudiera habilitar sus ganas de pintar y la insoslayable condición, y única, de que los postulantes a participar estuvieran bajo la experiencia de ser pacientes de este Centro. El armado específico del espacio de trabajo partió de la idea de un COLECTIVO ARTÍSTICO, es decir, de la acción constituida por un equipo de trabajo con coordinación, con formas definidas de entrada y de salida, con intervención tanto de los miembros del grupo de pacientes como de otros participantes, a saber, un Diseñador Gráfico y Artista Plásti76
co, un Fotógrafo, una diseñadora de Imagen y Sonido, y la Coordinación de dos Psicoanalistas del Equipo de Adultos Mañana, de Consultorio Externo. Esta mixtura en la aspiración de desmitificar la idea de que estos asuntos de la pintura hecha por pacientes deberían ser actos huérfanos de dirección y no sujetos a la legalidad de la plástica. Por el contrario, se trataba de apelar en este proyecto a un suponer saber hacer algo con herramientas de la plástica, un lograr una ruta para ese goce de la letra que se desliza y cuya materialidad la ofrecen el arte y la literatura. Hacer y un saber hacer por el lado del arte. Una pared o superficie del edificio sería intervenida, y ese soporte debía permanecer a resguardo de futuras ampliaciones o reformas edilicias. No se trataría tampoco de un grafiti ni de arte efímero. Sería de otro orden, se trataría de otra emergencia. Admitida, cursada y, sobre todo, consentida, a cuerpear con los significantes, para elaborar una obra-objeto. De este modo, el muro elegido fue una medianera, una arista del predio, pared que expone una superficie hacia un afuera y hacia un adentro, doble pertenencia que sostiene eficazmente el concepto de lo público. En los encuentros, semanales, se estableció una diacronía, un transcurrir, había que forjar un recorrido (tiempo-pulsión del sujeto, su problemática, nivel del significante-nivel del sujeto) y un lugar de captación de las fuerzas pulsionales (espacio-objeto-nivel del objeto). Jugar en el campo de la palabra, pero la producción se resolvería en el terreno de la plástica, su técnica y sus reglas compositivas. Apertura de otro plano, la intensificación de otro lenguaje, que abre planos de torsión y de corte, que determina marcas, adentro y afuera, conjugación que no se trata de lo interno y externo. Además, ¿por qué negarse al legado estético?. Haremos recortes de la experiencia tramitada. Los momentosacontecimientos marcaron torsiones. Instantes donde se ergían 77
obstáculos, que se fueron alojando en todos los lugares que esta estructura de trabajo definía. Diremos, en principio, del lado de la Coordinación, porque después haremos lugar a los que se refieren a la obra en sí misma y su curso. Ceñirse a la condición de que los participantes estuvieran bajo tratamiento, daba una estructura a la tarea, una doble referencia que ellos pudieron desplegar: una, la de sus propias sesiones, dado que ninguno de ellos ni eran ni son pacientes de las coordinadoras del taller, y otra, la de la consistencia ubicada en un saber otro, promovido por la participación de artistas y diseñadores, que trabajarían con el saber hacer. De este modo, esta segunda referencia resignifica la primera. Las Coordinadoras no ocuparían el lugar de analistas para estos participantes. Consideramos así esta condición como la necesidad de reconocer esta disyunción entre un saber y el sujeto supuesto al saber. Vamos ahora a las torsiones en el camino a pintar un mural y en la instancia misma de pintarlo. Primera torsión En el primer contacto visual con la pared, blanca, lista para ser intervenida, los integrantes del taller experimentaron un vértigo capturado en el decir “¡ES ENORME!”. Palidecieron. Impactados, se volvieron hacia las Coordinadoras, cotejando el tamaño de la pared, la envergadura de la propuesta, y un si disponíamos de un saber, o si (por qué no), habíamos perdido la razón. Lo excesivo había encontrado su frase. En un rescate con setting guionado de otra escena podría ser que ante este “ES MUCHO” seguiría “ALGO HAREMOS”. En esa escena, vamos por un “que algo sea, que la cosa sea en la apertura vacante, que resplandezca la singularidad del acontecimiento de que la cosa sea” como bellamente lo dice Heidegger. Usaríamos una técnica propia de las artes visuales en grandes 78
escalas, un proyector. Además, escaleras, reglas de composición y del uso de los colores. Usar balizas es un recurso tanto del arte como del Psicoanálisis. Con esta pérdida de la dimensión proporcional, la caterva de lo imaginario no parecía alcanzar. Se trataba de cambiar de medida y del modo de medir de la métrica yoica. En el taller, la obra y el fundamento de la producción artística se deslizaba a través de diversos artistas plásticos y sus obras, las bases, las reglas y de esas reglas subvertidas, y de las singularidades de tal o cual y en esos giros, encontraron preferencia por Hundertwasser, pintor austríaco, quien proponía una transformación sustancial de los edificios, de la relación del hombre con el espacio y el tiempo. Produjo interés su articulación entre obra y conceptos. Esto se deslizó y aparecería en el mural que hoy tiene este Centro. Decisión de los participantes. El acceso a la pared ENORME, a este puro vacío (decimos puro vacío, pura nada, para marcar un momento lógico previo) no sería ni directo ni total. No se pintaría todo. Doble referencia, no se puede pintar todo, tampoco se puede decir todo, por razones de estructura (y sobre esto volveremos al final de esta presentación) y , asimismo, no se pintaría todo por cuestiones compositivas, que atañen a pintar un mural, no una pared. La legalidad imperante en el diseño y lo compositivo portó la regla de cómo tratar con este vacío. Comenzamos a trabajar en el taller con lupas, planas y portátiles, con cierta curvatura óptica. Un acceso a pequeñas fotos, detalles de ilustraciones, fotos de material biológico, el universo de lo minúsculo y de los detalles. Lo minúsculo-parte en general posee la ductilidad para plantarse y deslizarse al margen de las significaciones pre-establecidas y puede entrar en nuevas redes. Elementos extraordinarios. Otra forma de la desmesura. Parafraseamos a Barthes para decir lo que allí también ocurre, en lo pequeño, el detalle. “Un corte que quita al objeto el penacho del sentido”.
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En el mural estas pequeñas partes, en relación vibrante, saltarinas, con capacidad de despegue, de rebote, sobre la porosidad del goce. Tramitación de la relación del vacío y lo pequeño, del vacío y los colores, especialmente el negro que, al decir de un participante, “llena y permite terminar”, el dorado, que faliciza la figura de Freud, su investidura-ropa. Segunda torsión Momento del cruce con la técnica y las reglas compositivas del arte, de la plástica. Se incorpora un estudiante de Diseño Gráfico y Artista Plástico. Intervenciones tales como… modo de posicionarse, reglas compositivas para una obra en una pared de esta dimensión, abordaje vertical, cómo entrar a ese plano y, en ese camino, formulación de la tríada: PUNTO-RECTA-PLANO Nombrar las reglas. Vectores, líneas de fuerza, horizontalidad del mural, ejes verticales-paradigmas, estructura formal, equilibrios ocultos. Fue este invitado al Taller, que el último día, ya de noche, tiempo de concluir, quien ayudó a una de las integrantes a finalizar, sustrayéndole el recipiente con pintura de sus manos, en un gesto que devenía en acto. El terminar tiene algo de arbitrariedad. Tiene la insatisfacción. Tercera torsión El muro soporte tiene una localización que marca su objetivo y su destino: SER PÚBLICO. Los participantes dicen: “Para los que vengan al Centro, para los que pasan, para los que quieran venir”. Para los por-venir y, se escucha, ”lo que va pasando”. El devenir es del sujeto. Lo PÚBLICO produjo efectos. Nombrar a FREUD, Padre del Psicoanálisis, Nombre del Padre, produjo lazo. Padre freudiano, activó la creencia de un signo que sostiene las cosas, pero el encuentro con la condición de lo público convocó el temor y el pudor 80
en los participantes. El lazo social allí implicado conlleva pudor, el registro de la implicación subjetiva, donde la exterioridad está marcada por la subordinación del sujeto al Inconsciente. En este temor se lee el atravesamiento de estos sujetos por sus propias experiencias de la existencia del Inconsciente. Cuando llegamos a esta instancia, trabajo sobre el soporte, el diseño solicitaba sus trazos fundantes. De este momento, una participante dirá al final de la obra: “LO INACCESIBLE”. Inaccesible es un significante que surgió cuando el mural ya estaba hecho. Ya no se trataba de la inhibición. Allí donde no llegan los significantes, y el arte dialectiza esa extimidad. De hecho se usa la expresión “lenguaje artístico”, marcando así que no está bajo el total dominio del Lenguaje. Extimidad que es del orden de un no representable, no significable, intraducible. Esto se trata de un no-familiar, porque en la sujeción al Inconsciente, estructurado como un lenguaje, estamos aún en los confines, en la patria del Lenguaje. Algunas frases de los participantes a posteriori de la tarea bordearon ese silencio insondable, que va a permitir que se escuche eso que sucedió en el grupo. Participante 1- “Me parece un sueño”. Participante 2- “¿Eso lo hicimos nosotros?”. Participante 3- “Paso y lo veo y me parece raro, no?”. Uno a uno, cada uno tuvo la posibilidad de producir ese trazo singular. Formas que se dibujaron en un lugar donde habitar. Una pared donde pueda permanecer el Trazo. Apostar a la acción del ARTE, como elemento transformador, valorador y dignificador del fenómeno de la existencia.
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Bibliografía •
Sigmund Freud: La interpretación de los sueños – Sobre Psicoterapia – Iniciación del tratamiento – Dinámica de la transferencia.
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Jacques Lacan: La relación de objeto – La Identificación – La Angustia – Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis - La Ética del Psicoanálisis.
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Reporte de daños: Kafka y Borges. Memoria e identidad Daniel Izrailit En las obras de Kafka y en las de Borges el centro de la narrativa es la afectación de la memoria y, en consecuencia, de la identidad. Así lo sostiene Ricardo Piglia (Formas Breves, 2000)13 y con esta clave de lectura revisitaremos los textos más significativos de estos dos autores capitales de la literatura del siglo veinte. En “La Metamorfosis”14 (1915), un sujeto joven, viajante de comercio, se despierta una mañana convertido en un horroroso insecto. No tiene idea de cómo ha sucedido semejante cosa. Apenas experimenta una cierta melancolía al mirar hacia la ventana y notar que se trata de un día gris. Intenta mover su cuerpo desusado para bajar de la cama ya que, del otro lado de la puerta de su habitación, toda su familia y su jefe le advierten que está llegando tarde al trabajo. A Gregorio Samsa, que en cinco años nunca faltó al trabajo, no parece afectarle tanto su nueva identidad de insecto como el hecho de no contrariar ni escandalizar a los suyos. “En la colonia penitenciaria”15 (1919), a un soldado se lo sanciona por un delito que desconoce. La pena consiste en encadenarlo desnudo y boca abajo en una compleja maquinaria en la que unas grandes agujas irán tatuándole en el cuerpo la norma que ha desobedecido (en este caso “honra a tu superior”). El final del proceso contempla la muerte del “reo” y el descarte del cuerpo con la misma prolijidad y eficacia con la que se desarrollará todo el procedimiento. El condenado “de un aspecto perrunamente sumiso” (sic) no solo desconoce la norma que ha infligido, sino que “no PIGLIA, Ricardo. Formas Breves, Anagrama, 2000. AFKA, Franz. Obras completas, Losada,2003 15 Ibid. 13 14
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comprende el idioma” que habla quien tiene la misión de ejecutar la pena. En “Ante la ley”16 (1919), relato tan breve como célebre, un campesino envejece hasta morir ante unas puertas que no se atreve a franquear, intimidado por la presencia y acaso los dichos de un guardia que en el último instante le hace saber que esa entrada (a la ley) había estado destinada solo para él. El campesino ha dedicado su vida a perseverar en la espera, sin lucha, sin imaginación y, recién en las cercanías de la muerte, tiene un atisbo de reflexión, una inquietud inútil, porque el pensamiento acude a él cuando ya es inexorablemente tarde. Sujetos anonadados, pasivos, incapacitados de pensar, imposibilitados de comprender, de luchar, arrastrados por una fuerza titánica y desconocida que los aleja de algún centro de sí mismos. Así son los personajes kafkianos, como el médico de “Un médico de campo” (1919) que, a media noche y luego de recibir un pedido de asistencia a domicilio, es arrancado de su casa por caballos enloquecidos que lo llevan en vilo a través de los campos helados y, luego de padecer la ira del enfermo y los agobios de su familia, vuelve desnudo y a la intemperie mientras un caballerizo feroz (más animal que humano) se ha apropiado de su casa y de su criada. “Los personajes kafkianos sufren de una suerte de amnesia, la que los hace no saber de qué se los acusa. Basta pensar en el Joseph K que, por supuesto, es el que no puede recordar, el que parece no poder recordar cuál es su crimen. Un sujeto cuyo pasado y cuya identidad son investigados. La tragedia de K (lo Kafkiano mismo diría yo) es que trata de recordar quién es. El Proceso es un proceso a la memoria”.17 En la obra de Borges, la afectación de la memoria y el daño de la identidad tienen algunos matices diferenciales en comparación 16 17
Ibid. PIGLIA, Ricardo. Op. cit.
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con la de Kafka. “Funes el memorioso”18 (1944), quizá una metáfora del insomnio, narra la historia de un hombre acosado por el exceso de memoria o la incapacidad del olvido. Funes padece de una memoria absoluta, hecha de miríadas de detalles donde la minucia intrascendente, el dato inútil, un idioma recién aprendido o un nuevo sistema de numeración tienen la misma relevancia y ocupan toda la subjetividad. La imposibilidad de pensar, el presente perpetuo. La ambición (o la imposición) de retenerlo todo, de no perder nada, destinada a una pérdida irreparable. En “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”19 (1941), se describe un planeta inventado que, con el tiempo, empieza a tener efectos concretos sobre el planeta real. “…Las naciones de ese planeta son congénitamente idealistas. Su lenguaje y las derivaciones de su lenguaje (la religión, las letras, la metafísica) presuponen el idealismo. El mundo para ellos no es un conjunto de objetos en el espacio, es una serie heterogénea de actos independientes. Es sucesivo, temporal, no espacial… El contacto y el hábito de Tlön han desintegrado este mundo, ya ha penetrado en las escuelas el conjetural idioma primitivo de Tlön, ya la enseñanza de su historia ha obliterado la que presidió mi niñez, ya en las memorias un pasado ficticio ocupa el sitio de otro, del que nada sabemos con certidumbre, ni siquiera que es falso. Una dispersa dinastía de solitarios ha cambiado la faz del mundo”. En “Las ruinas circulares”20 (1941), un hombre quiere soñar a otro hombre e imponerlo a la realidad. Cuando después de muchas fatigas pareciera que finalmente ha logrado su propósito, descubre una verdad inesperada: “Con alivio, con humillación, con terror, BORGES, Jorge Luis. Ficciones, Vintage Español, 2012 Ibid, pág 13 20 Ibid, pág 55 18 19
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comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.” En “La memoria de Shakespeare”21 (1983), el narrador, que aquí aparece como Borges hablando en primera persona, recibe de un hombre sin rostro la memoria personal del gran escritor inglés. Utilizando la metáfora de los ríos, el autor nos cuenta que las memorias de los dos escritores corrieron simultáneas durante un cierto tiempo hasta que la de Shakespeare, “más caudalosa”, amenazó con inundar la de Borges. “Advertí con temor que estaba olvidando la lengua de mis padres. Ya que la identidad personal se basa en la memoria, temí por mi razón”. La “Historia del guerrero y la cautiva”22 (1949) refiere la epopeya de dos personajes, Droctulft, el bárbaro, “blanco, animoso, inocente, cruel, leal a su capitán y a su tribu, no al universo”, a quien las guerras conducen a Italia, y allí se encuentra con Ravena, la ciudad que comienzan a asediar. “Quizá le basta ver un solo arco con una incomprensible inscripción en eternas letras romanas para intuir que eso corresponde a un orden, que forma parte de un conjunto que sugiere una inteligencia superior, inmortal”. Dice el narrador que el guerrero sabe que nunca llegará a entenderla, que quizá allí será un perro o un niño, pero que esa ciudad “vale más que sus dioses y sus ciénagas alemanas”. Droctulft decide cambiar de bando y morir como un héroe, defendiendo la ciudad que había intentado destruir. El otro de los personajes, “separado por los siglos y el mar”, es el de la cautiva, una inglesa de Yorkshire tomada por los indios en algún malón, mujer de un capitanejo, con quien tenía dos hijos y que, para escándalo de la abuela paterna de Borges, también inglesa, decide quedarse en el desierto, en esa vida feral de “alaridos, jinetes desnudos, poligamia, hediondez y magia”, sencillamente porque ahí es feliz. (Y se lo dice “en un inglés rústico, entreverado de araucano o de pampa”). 21 22
BORGES, Jorge Luis. La memoria de Shakespeare. Alianza Editorial BORGES, Jorge Luis. Antología Personal. La Biblioteca Argentina, 2001
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Las polaridades borgeanas. De un lado, la memoria, la tradición, los cuerpos, la sensualidad, el arrojo, la muerte (el linaje materno). Del otro lado, la enciclopedia, las ideas, los infinitos juegos de la imaginación, la especulación metafísica (la biblioteca, herencia paterna). En ese vaivén, en esa tensión entre la barbarie y el saber, entre la carne y el espíritu, tan propio de la narrativa de Borges, hay un punto en que la ambición de absoluto despliega una red tan compleja que la razón vacila, porque ese universo de conocimiento especulativo, ese reino de la abstracción suprema se ha expandido y enmarañado tanto que se torna amenazante, persecutorio, porque hiere, desdibuja o parece pronto a disolver lo más personal: el lenguaje, los recuerdos, las sensaciones; las marcas de identidad. En Kafka, hay un daño profundo en la memoria, una amnesia que le permite la apropiación de los sujetos casi sin resistencia. En Borges, hay amenaza y manipulación. Más allá de las ficciones del origen que todo escritor se crea, más allá de las fantasmáticas personales, los dos autores han vislumbrado con lucidez una dimensión inquietante de la condición humana y de la relación con el otro, pero en particular de los tiempos que se avecinaban o ya estaban comenzando a imperar. En Kafka, los horrores de la guerra y particularmente la cosificación de los sujetos como requisito para su destrucción planificada, burocrática, radical. En Borges, la globalización, la web, la memoria artificial, la clonación, la manipulación de la identidad. Ya nadie sabe si lo que piensa lo piensa por sí mismo, o porque alguien lo ha pensado por uno. “La cultura de masas (o mejor sería decir la política de masas) ha sido vista con toda claridad por Borges como una máquina para producir recuerdos falsos y experiencias impersonales. Todos sienten lo mismo y recuerdan lo mismo y lo que recuerdan y sienten no es lo que han vivido”23. 23
PIGLIA Ricardo. Op. cit.
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Dos autores, dos clรกsicos de la literatura mundial. Una invitaciรณn para volver a recorrer sus obras, para disfrutar de sus prosas, para repensar nuestro tiempo a partir de la referencia a la memoria y a la identidad.
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Concurrentes y Residentes
Adriana Segabache
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Nota al lector En esta sección se incluyen algunos textos que fueron escritos por concurrentes y residentes. Esta institución cuenta con concurrentes y residentes de psicología, medicina y psicopedagogía. La residencia de psicología es compartida con el Hospital Pirovano. La Concurrencia es una capacitación en servicio no rentada. Aquellos concurrentes que ingresan, lo realizan a través de un concurso al sistema del GCABA, manteniendo una formación de cinco años en el sistema de salud. Por tal motivo, es la única sección que no está atravesada por el tema vector de la revista. Narraciones propone brindar un espacio para la difusión de los escritos que surgen como producto de un tiempo de trabajo de reflexión sobre la práctica psicoanalítica que realizan los jóvenes profesionales en formación.
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De un casi-cuerpo que se desarma, despoblado de mirada, a un cuerpo con cosquillas y una mirada subjetivada Melisa Rapoport Matías, de cuatro años de edad, inicia tratamiento en el Centro N°1 de Salud Mental luego de una entrevista con la directora del Hogar donde vive. La directora comenta que, luego de dos años de tratamiento en el Hospital Gutiérrez, le dijeron “hasta acá llegamos” y le dieron una derivación hacia el Centro de Salud. Cuenta, muy angustiada, que resulta indispensable conseguirle tratamiento, ya que es un niño muy grave, que está en una edad óptima para trabajar, y se encuentra en condición de adoptabilidad. Menciona “necesita alguien que lo vea como un sujeto, como un niño y no como un diagnóstico de autismo”. De su historia, cuenta que la mamá lo abandonó cuando tenía un año y medio y se encontraban en situación de calle. Tiene otros cinco hermanos, a los cuales la madre también abandonó, alrededor de la misma edad a cada uno. Actualmente, están en distintas familias. Un año después de estar en el Hogar, la madre vuelve y se intenta una revinculación con Matías, pero la misma falla y no se vuelven a ver. Desde los primeros encuentros, Matías concurre a la institución con un referente del Hogar y diversos acompañantes terapéuticos, los cuales van variando a lo largo del tratamiento. La primera vez que lo veo, en una mano tiene un spinner y en la otra, un teléfono celular. Me presento, me da la mano y nos dirigimos al consultorio. Se interesa por los lápices, los autos y el borrador del pizarrón. Se lo ve concentrado en sus propios intereses, sin establecer conexión visual en ningún momento. Suelta los lápices uno en uno y, cuando termina, va de un lado al otro del consultorio. A la hora de bajar las escaleras de la institución, comienza a bajar y, de repente, se deja caer, como si se le derritiera el cuerpo, o se le hubiera reblandeci91
do. Lo sostenemos rápidamente con el acompañante. Cabe aclarar que en el Hospital Gutiérrez se le habían realizado todo tipo de estudios y se descartaron posibles causas orgánicas. En el segundo encuentro, vuelve a agarrar los lápices y los suelta uno a uno. Lo voy imitando, mientras le cuento que, de a poco, nos vamos a ir conociendo y que, me imagino, debe ser difícil vivir en un Hogar con tantos chicos. Salta y corre de un lado al otro y, después, se acuesta en posición fetal, mientras canta, en una jerga inventada, canciones alegres. Repite esto numerosas veces y voy imitando todos sus movimientos. Me mira y ríe. Comienza a tirar los lápices uno a uno; yo lo imito mientras voy contando cada lápiz “1,2,3…”. Él empieza a contar conmigo. Vuelve a correr de un lado al otro, mira el ventilador y lo señala, haciendo un gesto como si quisiera acercarse. Lo levanto y, para mi sorpresa, me abraza y apoya su cabeza en mi hombro, relajándose. Avanzan los encuentros y empiezo a notar cómo disfruta del uso de su cuerpo y pone a prueba ciertas destrezas físicas, saltando y corriendo por el consultorio. Lo imito, corro y salto con él, mientras me mira y se ríe. En general, se lo ve armado, pero por momentos se deja caer, se “derrite”. Pareciera haber serias fallas en la constitución y en el armado de ese cuerpo, por lo que durante un tiempo trabajo imitándolo, como si fuera un espejo, devolviéndole sus movimientos. Los finales de las sesiones siempre son un tema, ya que llega a la escalera y en algún momento se deja caer, se desmorona y lo contenemos. Esta contención atraviesa todos los encuentros, donde le voy prestando palabras, mirada amorosa y cuerpo. De esta manera, comienzan a transcurrir las sesiones entre lápices, saltos y burbujas. Constantemente, me pregunto si alguna vez fue mirado con cariño, fue contenido, abrazado. Pienso en los conceptos de ternura y miramiento de Ulloa. La ternura como una instancia típicamente humana, que parte de lo instintivo como base, para ir más allá. Este concepto posee dos habilidades propias: por 92
un lado, la empatía, que supone garantizar el calor, el alimento, el arrullo-palabra. Y, por el otro, el más importante, el miramiento. Implica “mirar con amoroso interés a quien se reconoce como sujeto ajeno y distinto de uno mismo. El miramiento es germen inicial y garantía de autonomía futura del infante”.24 Crea en el niño el sentimiento de confianza de que el mundo va a satisfacer sus demandas, adquiriendo así convicción de que existe un suministro ajeno a él, mientras confía en su capacidad de demandarlo y obtenerlo (Ulloa, F., 1995). Me encuentro, por lo tanto, en presencia de un cuerpo sin borde, infinito e independiente, como si no hubiera sido investido, libidinizado, subjetivado, acariciado. Al respecto, Daniel Calmels (s.f) sostiene sobre las caricias: Sabemos que las primeras caricias inauguran en la piel del niño un lugar para el otro, un espacio de recepción y recibimiento. Si una persona no es acariciada, si no hay contacto relacional con su cuerpo, es probable que no cuente con una piel habilitada para recepcionar y albergar al otro. Ser acariciado quizás sea, junto con el sostén, una de las formas más primarias de la existencia inaugural del cuerpo. Allí donde la mano del otro se desliza con suavidad y ternura, allí donde el otro contacta sin la necesidad de un llamado de asistencia, sin un fin económico, sin una búsqueda cognitiva, allí donde la mano del otro se desplaza, se produce un salto cualitativo de la piel, pues recibe una visita desinteresada que la introduce, la prepara, la moldea como lugar receptivo del otro. (…)Acariciar es fundar un orden, situar un ámbito, temporalizar un espacio.25 Ulloa, Fernando, O. (1995). La novela clínica psicoanalítica. Buenos Aires, Argentina. Editorial Paidós. 25 Calmels, D., (s.f). Recuperado de: https://www.facebook.com/Daniel -Calmels-243919225651741/ 24
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Desde los primeros encuentros, noto un particular interés de Matías por la ventana. Con el correr de las sesiones, cuando mira a través de la misma, muevo la cortina diciendo “hola” con alegría y ternura, y “chau” cuando la vuelvo a mover, tapándome la cara. Lo miro con sorpresa y ríe. Comenzamos, así, un largo trabajo contorneando el cuerpo, dándole vida a la mirada, e intentando ponerle palabras a las cosas que realiza. Viene a las sesiones alegre, con una sonrisa, cantando sus canturreos. Un día, de repente, canta: “yo tengo un sapo que se llama Pepe…”, cuestión que llama la atención, porque siempre cantaba con palabras inventadas y, esta vez, (excepto cuando cuenta los lápices) es la primera que articula palabras de la lengua compartida. Pienso en Irene Sobol cuando dice que el lenguaje es una producción creativa y singular de cada sujeto hablante, quien se apropia de los elementos y de la estructura formal del lenguaje. Ella menciona que la posibilidad de acceder, de conquistar y adecuarse al lenguaje es con otro. A su vez, es por otro que demanda palabra y para que otro escuche, ya que, de otra manera, no habría nada para decir. Cuando Matías corre, suele hacerlo hasta los bordes y frena, nunca se excede. Pareciera que está a punto de golpearse y me preocupo, sin embargo, siempre frena antes. En estos casos, hago referencia al borde y, mostrándole que está muy cerca, le marco que más que eso no se puede, que es peligroso. Repite estas acciones varias veces en las sesiones, dando cuenta del armado de un cuerpo y de sus propios límites. Después, comenzamos a utilizar un consultorio que cuenta con un espejo y se mira fascinado durante un largo tiempo. Sus acompañantes refieren que lo ven mucho mejor, que dice más palabras, mira más y, cuando están en el jardín, intenta interactuar más con los compañeros. Cuentan también que un día, sin querer, se cayó arriba de un niño y luego de ver que se había golpeado, lo acarició. Siempre concurre con pañales y menciona la acompañante que, últimamente, le empezó a molestar cuando lo tiene sucio. Antes continuaba jugando sin problemas; ahora registra las incomodidades en el cuerpo, las siente y manifiesta algo al respecto. 94
Luego de dos meses de trabajo, se hace una interconsulta con el área de Comunidad y Salud de la institución, con el propósito de incluir otras miradas en lo referente al armado de su cuerpo y percepción de la imagen corporal. Se incorpora a los encuentros Andrea Vicenzi, psicomotricista y psicóloga del área mencionada, quien trae música y calidez al espacio. Ambas recibimos a Matías con alegría y amorosidad. Bailamos, cantamos y lo imitamos. Nos cuentan que, en el Hogar, juega a trasvasar agua. Incorporamos ese juego en sesión, agregando variantes, y lo disfruta, concentrado. Por momentos, se moja él y, al percibir la incomodidad, hace señas para cambiarse la remera. En estas ocasiones, verbalizamos su incomodidad y la cuidadora le da otra remera. El espejo genera en él una alegría extraordinaria, pasa considerable tiempo frente al mismo, realizando todo tipo de caras y movimientos, mientras intentamos significar estas cuestiones a la par que él se mira y se descubre. Aparecen los berrinches antes de entrar a la sesión, cuestión que dificulta por momentos el trabajo, ya que a veces no logra entrar; sin embargo, nos muestra que ahí ya hay alguien. Alguien que siente, que se pone contento, que se enoja, al que le molestan las cosas y que es capaz de expresarlas. Se agrega una sesión más por semana. Comienza a bajar las escaleras más “armado” y concentrado. En general, de la mano, logra bajarlas sin “desarmarse”. Cuando comienza a ponerse endeble, le pedimos que se siente en el escalón, le armamos un contorno con las manos, y volvemos a empezar. El psicoanálisis con niños nos obliga a tener los sentidos más atentos. No solo escucha y mirada, sino cuerpo, juego, ritmo. Por momentos, en los juegos, mucho pasa por las acciones y no tanto por el diálogo. Se interviene, así, desde el juego, en-juego. Intervenciones camufladas en la trama lúdica. En cuerpo, en ritmos. Se lo empieza a ver cada vez más conectado con la mirada. Continúa acercándose siempre hasta los bordes, como si buscara un límite que le haga contorno a su cuerpo. Con el trasvasado ocurre lo mismo, tira el agua hasta el borde borde, donde uno pensaría 95
que se va a desbordar, sin embargo, no se pasa. Considero que, con los juegos de límites, nos está mostrando que reconoce un borde, puede que sea lábil aún y un poco endeble, pero un borde al fin. En una sesión canta “Manuelita vivía en Pehuajó…”. Hace uso del lenguaje sólo a través de la música. Desde el Hogar, nos habían informado que, por la noche, casi no dormía y deambulaba por todos lados. Al indagar, notamos que durante el día hacía tres siestas de dos o tres horas, por lo que tuvimos que ir hablando con los distintos referentes a cargo para reducirlas. Sugerimos también la posibilidad de que intentaran que Matías deje los pañales. Esta propuesta fue bien recibida, y fuimos armando y trabajando para alojar los distintos cambios. Comienza a cantar “saco una manito…” y “yo tengo un tallarín” que, si bien eran repeticiones diferidas de canciones que escuchaba en el Hogar, daban cuenta de que podía enunciar palabras del lenguaje compartido. Se comienza a trabajar con las referentes sobre las rutinas en el Hogar y los juegos. Se les propone que tengan un espejo para que él pueda jugar. Se sugiere que traten de que esté la misma referente, para que haya cierta continuidad y que pueda tener un cuidador principal, sin cambiar en cada encuentro. Esto ayuda a darle cierta rutina y organización en la actividad diaria. Un día, nos avisan que se realizó una convocatoria abierta para la adopción. Se observan cada vez más cambios con respecto a la mirada, ya que logra establecer contacto visual con mayor frecuencia y su mirada empieza a iluminar el consultorio. La intensidad de la mirada que sostiene el cuidador primario con un pequeño lleva a pensar el valor que tiene la misma en la constitución del cuerpo y de la gestualidad, en tanto la mirada es subjetivante, funda el cuerpo. La mirada sostiene, inaugura campos y da cuenta de la presencia del otro, a diferencia de la visión, más ligada al organismo. Es necesario ser mirado, y no ser mirado de cualquier manera. Es necesario ser mirado para poder, así, a su vez, mirar. En palabras de Calmels (s.f):
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Mirar es una forma de corporizar los ojos del niño. El encuentro ojo-ojo, la fijación de la mirada, es una experiencia gestante del cuerpo en unidad. La madre no ve al hijo, lo mira. Esta mirada le confirma que su hijo es el más lindo del mundo. La mirada amorosa no ve, está entre la visión y la ceguera. Esta carga de subjetividad que diferencia la mirada de la visión la ubica en una producción humana difícil de reemplazar. La mirada, más que una propiedad de la vida orgánica, es una construcción corporal.26 Aparece el “no” cuando se le ofrece ir al baño y no quiere. Índice de un sujeto distinto a los demás, y que registra sus necesidades. Un día, Andrea le hace cosquillas en sesión y siente, ríe con una sonrisa genuina y subjetivada que alegra, cuestión a la que antes era absolutamente indiferente. Más adelante, se inaugura un nuevo juego en un banco, donde nosotras nos sentamos y él nos empuja e intenta sacarnos, mostrando así que nos registra cada vez más. Meses atrás, este juego hubiera sido imposible. Cada vez se nota un cuerpo más armado, ya no se deja caer. A veces no registra el borde de la silla y ahí sí cae. Suele acostarse en el piso frío con todo su cuerpo y cara apoyados, como si necesitara la sensación de frío que le haga límite al cuerpo. Nos acostamos con él y lo saludamos, ríe. Se lo nota cada vez más presente y conectado. Un domingo, nos informan que hay una pareja interesada en adoptar a Matías. Ya pasaron todas las entrevistas y estuvieron toda la semana con él, conociéndose. Nos cuentan los encargados de la vinculación que están impactados porque Matías es otro chico, más conectado, alegre y con mirada. Dicen que la pareja llegó al Hogar e instantáneamente jugaron con él. Fueron a la plaza y nos mandaron fotos de los encuentros donde se lo veía muy contento, parecía otro chico. Cuentan que, cuando le mostraron una foto de donde pensaban vivir, dijo: casa. Nos conocemos ese lunes y nos vemos de nuevo el miércoles y el jueves. Nos cuentan que tienen la Calmels, D., (s.f). Recuperado de: https://www.facebook.com/Daniel -Calmels-243919225651741/ 26
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guarda, y jueves y viernes hacemos un cierre del tratamiento. No sabemos cuánto entendió Matías de ese cierre. Sin embargo, ese día entró a la Institución y recorrió cada uno de los consultorios donde trabajamos. No entró a ningún otro; solo a los que conocía. Pasó por el consultorio grande de las corridas, el otro grande de las plantas y, por último, el del espejo. A veces, el encuentro con un analista (o dos) permite que se abra la posibilidad para un cambio. Cambio que lleva a que las marcas con las que uno transita, puedan ser leídas de otra manera.
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El analista y su hospital: fragmentos institucionales27 Santiago Avogadro 1. En el Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Lacan sostiene que el psicoanálisis es una praxis, una práctica. Se trata de la primera clase del seminario, donde ciertos pasajes nos invitan a pensar al psicoanálisis en relación con la ciencia, la experiencia y la investigación. Sin embargo, dicha definición del psicoanálisis, en tanto praxis, nos marca un eje que es central: el psicoanálisis no es por fuera de quien lo práctica. Dicho de otra manera, ¿podemos hablar del psicoanálisis más allá de los psicoanalistas? De la misma forma, podemos plantear la pregunta sobre una institución. Para decirlo con nombre propio: ¿podemos pensar al Centro Nº 1 más allá de quienes lo habitamos? De esta manera es que podemos afirmar que “la ética de una institución es indisociable de la ética que ejercitan sus actores”.28 2. Así como cada analista está forzado a reinventar el psicoanálisis —es decir, a ponerse en el banquillo para dar cuenta de su práctica singular con otros—, cada institución o instancia institucional está forzada a reinventarse, también con su perspectiva singular, frente a los diversos momentos de inercia y frente a las diversas y nuevas demandas. 3. En su libro El oro y el cobre, Daniel Paola29 menciona cuál es la frase que retorna insistentemente, desde adentro y desde afuera de la institución, frente a las nuevas y diversas demandas sociaTrabajo presentado en la 10° jornada del espacio de investigación en psicoanálisis del Centro 1: “Clínica <> Política. Un diálogo inconcluso”. 30 de mayo de 2018. 28 Trigo, Martin. Políticas del inconsciente. Reunión lacanoamericana de psicoanálisis. Buenos Aires, 2013. 29 Psicoanalista que ejerció su práctica hospitalaria en el CSM N°3 Ameghino. 27
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les e institucionales: “Esta no es una institución psicoanalítica”. Se trata, sin duda, de una gran verdad, que no excluye, sin embargo, otras, afirma el autor. Recorto dos de ellas que nunca dejaron de interrogarme: I) “Si una institución de Salud Mental que se cree Psicoanalítica está loca, no lo está menos una Institución Psicoanalítica que se cree Psicoanalítica”. II) “Este recordatorio suele ser el principal argumento utilizado cuando, desde la hipocresía, se intenta justificar la respuesta automática con la que se ha cedido a la demanda”.30 Sobre la primera cuestión, podríamos pensar varias cosas. Me interesa remarcar una: no hay manera de pensar la clínica si no es desde una posición, desde una política. En otras palabras, siempre hay una política en juego a la hora de orientar una institución, un dispositivo clínico o un tratamiento. El sujeto de lo inconsciente, su estatuto, marca nuestra ética en cada una de dichas instancias. La segunda “verdad” nos pone directamente sobre el tema de la demanda. Tomemos acá algunos pasajes de La dirección de la cura y los principios de su poder, donde Lacan aborda esta cuestión para pensar la clínica de la neurosis. Nos encontramos en el capítulo 4 del texto donde Lacan pone a trabajar la cuestión de cómo debe actuar el analista en relación con su propio ser. Leamos dos citas del texto: “El analista es aquel que resiste la demanda, no como suele decirse para frustrar al sujeto, sino para que reaparezcan los significantes en que su frustración está retenida”, “El analista tiene que vérselas sucesivamente con todas las articulaciones de la demanda del sujeto. Pero, además, […] no debe responder ante ella sino de la posición de la transferencia”.31 Paola, Carlos. El oro y el cobre (del a-meghino y otros fragmentos). Editorial Escuela Freudiana de Buenos Aires: Buenos Aires, 2008, p. 66. 31 Lacan, Jacques. La dirección de la cura y los principios de su poder. En Escritos 2 (2°Ed.), Buenos Aires: Siglo XXI, 2008, pp. 589-590. 30
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Lo que quiero remarcar es lo siguiente: responder a la demanda no es satisfacerla o ceder ante esta. ¡No se trata de no responder, sino de cómo! Es en el cómo responder a las demandas donde los diversos dispositivos hospitalarios pueden orientarse en relación con la práctica del psicoanálisis. Clínicamente, responder es interrogar la demanda para poner a trabajar aquellos puntos de detención. Y la forma de responder es desde la ética del deseo del analista, pagando con nuestras palabras, con nuestra persona, con nuestro juicio, y poniendo en juego nuestra presencia. Institucionalmente, si es que esta división tiene algún fundamento, interrogar la demanda nos advierte, siguiendo a Manuel Rubio,32 del ejercicio de hacer una lectura de su proveniencia: del paciente, del discurso social, o del discurso político-científico con sus ideales y aspiraciones de eficiencia de atención en una institución de salud mental. Por supuesto que no desconocemos que hay demandas que no pueden tramitarse por la vía de la palabra, ni nos corresponde a nosotros, en tanto analistas, responder a todas las demandas que se acercan a la institución. Esto es un punto de límite y de apertura hacia otras disciplinas o dispositivos institucionales. Pero si hay algo que no debemos olvidar (ceder) es que toda demanda es analizable, aunque hay que estar prevenidos de no responder automáticamente de la misma manera y no dejar de advertir que siempre va a estar aquello que no anda. 4. Habitar una institución pública de salud mental nos pone frente al ejercicio del diálogo con otros discursos –prácticas–, dentro y fuera del campo psi (la incidencia del discurso jurídico es la más patente). Asimismo, nos encontramos con diferentes escuelas dentro de nuestras disciplinas. En relación con esto, hay un punto que retorna constantemente y resulta problemático: la apuesta por un discurso común, sin advertir cómo este anula las diferencias Rubio, Juan Manuel. Lenguajes y discursos: Interdisciplina, transdisciplina, universidad, hospital, institución psicoanalítica. Buenos Aires: Letra Viva, 2017. 32
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y todo diálogo interdisciplinario posible. De la misma manera, se construye una ilusión de una unidad que pretende poder abarcarlo todo. Detengámonos a pensar el diálogo interdisciplinario en sí mismo. Hagámoslo tomando ciertas preguntas, recortadas del trabajo de Manuel Rubio, que sintetizan el problema: “¿Consideramos que tenemos que llegar a un único modo de aprehender la realidad, común a todas las disciplinas, o que, más bien, tenemos que aprender que aprehendemos de distinto modo la realidad en cada una de ellas?”.33 De esta pregunta central podemos deslindar los siguientes interrogantes: “¿Es posible considerar la existencia de distintos lenguajes para expresar una experiencia originaria, que en esos lenguajes es objetivada de diferentes modos? ¿Participan los paradigmas de cada disciplina en el diálogo interdisciplinar?. Cuando se acentúa la ´comprobación empírica´, ¿se lo hace suponiendo que es un criterio a-teórico?”.34 Lo apuntado en estas preguntas opera en la clínica, en palabras de Jorge Saurí, como supuestos implícitos. Al diferenciar los supuestos implícitos desde los que se parte, se advierte, por ejemplo, que utilizar las mismas palabras no implica estar hablando de lo mismo (trampa de la homonimia). Un ejemplo entre disciplinas en una institución de salud mental puede ser el concepto de síntoma. Lo mismo ocurre entre diferentes escuelas de psicoanálisis. El concepto de “yo” puede ser un ejemplo de esto, mientras que el psicoanálisis de los Estados Unidos lo conceptualiza como autónomo con una zona libre de conflictos, como órgano de adaptación, por lo que se considera entonces su fortalecimiento uno de los objetivos clínicos. Desde el psicoanálisis lacaniano queda considerado como lugar del desconocimiento propio de la ilusión imaginaria que puede obturar la dirección de la cura. De la misma manera, el modo de nombrar a quien se acerca al Centro de Salud (paciente, usuario, consultante) como el modo de referirse a una Rubio, Juan Manuel. Un aporte al diálogo entre disciplinas. Indagar los supuestos implícitos. En Consonancias, 23 (2-22), 2008, p. 2. 34 Ibid., p.2. 33
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situación (trastorno, enfermedad, etc.) orienta un modo de pensar. Parafraseando a Lacan, sin estas cuestiones preliminares, no hay trabajo interdisciplinario posible. 5. R, de 40 años, llega a una entrevista de admisión diciendo que desde sus 16 años consume marihuana, cocaína y LCD. Tantos años de consumo dejaron marcas en su cuerpo, en su voz. La marihuana ya es un hábito de rutina. Sin embargo, su relación con la cocaína lo lleva a diversos conflictos. Quiere dejar de consumir, pero no puede y no sabe cómo. De nuestra primera entrevista salgo abrumado, preocupado por tener que hacer algo para que R pueda dejar de consumir. Esta preocupación me interroga. En la sala de espera le pido a un colega del equipo si no dispone de unos minutos para conversar. Le cuento y, con una simple pregunta de su parte, advierto mi captura. Así, logró escuchar a R en la segunda entrevista y, entre otras cosas, nos sorprendernos juntos de que, cuando está con su sobrino –cosa que puede ser durante todo un fin de semana entero–, no le agarran ganas de consumir. Hasta el momento, él nunca lo había advertido. El hospital –quienes lo habitan, insisto– es ese interlocutor cotidiano que nos permite sostener una posición desde la cual operar. Es este lazo de intercambio y de confianza –de transferencia– que hace, para el analista, que el hospital sea su hospital.
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Decir bastante sin decir demasiado: una aproximación al concepto de interpretación Lucía Natalí García
Mónica tiene cincuenta y ocho años y se encuentra en tratamiento desde hace ya un año en el CSM Nº1 por consultorios externos. A grandes rasgos, en este trayecto recorrido ha logrado separarse en buena medida de las identificaciones con sus padres y a sus diagnósticos en salud mental (“bipolar” como su padre y “depresiva” como su madre) que le resultaban aplastantes y la fusionaban con lo que ella denominaba la “raíz enferma” de su familia. Hemos trabajado respecto de su posición como “la hija buena”, que solo se ocupó de cumplir los mandatos de su padre y de ser la “salvadora” de su madre, velando por el bienestar de esta última, siempre a la expectativa de una recompensa de amor nunca encontrada. De esta manera, Mónica ha podido cambiar su manera de relacionarse con su entorno: comenzó a manifestar enojos, a no cumplir con las expectativas de los demás sin hacerse mayor problema por ello y a tramitar un geriátrico para su madre con alzheimer (a quien tiene a cargo), entre otras manifestaciones de lo que considero al menos un incipiente cambio en su posición subjetiva. En la actualidad, nos encontramos trabajando acerca del significante “pobre mujer” -con el que se describe- que no cesa de condicionarla a cada momento con la insistencia propia del inconsciente. Se construyó el origen de esta denominación en un momento de su infancia en que sus familiares decían “pobrecita… qué madre le tocó”. Ha surgido la hipótesis, aunque no próspera, de que ser una pobrecita le otorgaría un lugar para su madre, de quien busca constantemente atención, pero no la obtiene: es su hermana esquizofrénica quien goza de esta. Según sostiene, su madre y su hermana “se entienden en su enfermedad”. 104
A partir de lo sucedido en las tres sesiones, cuyo recorte tiene lugar en el siguiente apartado, se instaló un nuevo tema a trabajar: su relación con “el hombre” y la posibilidad de sentir, principalmente, placer sexual. Tres sesiones Primera — Me encontré con Roberto (el exnovio) en un funeral. Me invitó a Maceió la semana que viene. — ¿Y qué le dijiste? — Que no. No me seduce ir a Brasil con él. Yo no sé qué me pasa. Antes iba a los grupos del Pirovano y me abría, pero ahora ya estoy vieja. — ¿Te abrías?— intervine. — ¿Sabés qué? Siento que tengo los genitales atrofiados. Siento que no voy a disfrutar cuando tenga relaciones. Tal vez me pongo barreras para que no me lastimen. — ¿Atrofiados? ¿Alguien te lastimó? — El hombre con quien tuve mi primera vez me lastimó porque me engañaba. Mi primera vez fue pésima, no sentí placer. Mi exmarido no me gustaba, siempre me gustaron los imposibles. Segunda —Tuve una semana mala. Me quedé pensando en lo que hablamos, en lo de “abría”. Empezó cuando estaba en un cumpleaños donde varias mujeres hablaban de sus viajes y de sus matrimonios. Yo no tenía nada para contar. Esa noche tuve una pesadilla con Nelson. Estábamos juntos, como iluminados, y me decía: “Vengo 105
dentro de un rato”, pero se iba con Laura (la pareja actual de Nelson). Me hizo muy mal. Mi prima me decía: “Lo vi radiante a Nelson con otra”. Yo le respondía que iba a volver y ella me decía: “¡Despertate!”. Cuando me levanté, pensé: “Soy una pobre mujer, ¿cómo puede ser que esté esperando a Nelson?, ¿cómo no pude salvar mi matrimonio?”. Me sentí fatal. Sentía dolor, me hice atracones con galletitas, fumé muchísimo. Me sentí una pobre mujer. —¿En qué te hace pensar lo de una “pobre mujer”? —Cuando Nelson me dejó, me sentí una pobre mujer. El mundo se me vino abajo. Estábamos fusionados. No me veía sola en el mundo con él. —¿No te veías sola en el mundo? —¿Eso dije? No me acuerdo de haberlo dicho. Siento que me quiero meter en el hombre, recomenzar mi parte de mujer que murió con mi padre a mis 44 años35 (momento en que comienza una precoz menopausia). Pero tengo miedo de estar con un hombre, miedo a abrirme, me cierro… ¡Pero no lo digo en ese sentido, eh! —¿Y en cuál sentido? —Por ejemplo, nunca lloré a mi papá36 cuando se murió. Sin sentir… —Retomando lo de la pobre mujer, ¿lo podrías definir? —Me sentía una pobre mujer en la reunión: alguien que la está peleando, que no tiene plata, que no tiene novio (...) Tengo algo en la garganta que no puedo largar. Siento que actué toda la semana muy infantilmente. Casi respondiendo al “¡Despertate!” de su prima en el primer sueño. Su padre parece entrar en la serie de las parejas. Según sus palabras, fue un padre para sus hijos (los de ella), ella se sentía la esposa de su padre y busca un padre en todas sus parejas, entre otras frases. 35 36
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—¿Se te ocurre algo con relación a “infantilmente”? —En mi casa nunca hubo registro de lo que yo sentía. Hasta me robaban las muñecas para dárselas a cualquiera, sin consultarme nada y después aparecían en lo de algún hijo de primos, porque se las habían regalado mis papás. Tengo ganas de llorar, pero no lo hago; me lo guardo. —¡Nada de sentir! Tercera La paciente llora —”siente”— por primera vez en el consultorio. Relata distintas escenas cuyo denominador común son los hombres infieles (su hijo, su yerno y uno de sus exnovios). Al indagar en esta temática, solo surge un sentimiento de “bronca” hacia los hombres que engañan. —Estoy decidida a abrir para ver qué me pasa con lo de “pobre mujer” y con el tema del hombre. Siento que los odio, tengo rechazo al hombre. Soñé de nuevo con mi ex. Estábamos por hacer el amor, pero no se podía, era imposible. —No se podía… ¿Qué se te ocurre? —Con él nunca sentí nada: ni un orgasmo tuve. No creo que hoy pudiera tener un orgasmo, estoy vieja. También me acuerdo del chico con quien tuve mi primera vez. Me fue infiel. Me fue mal en mi primera vez, no sentí nada. Me gustaría decirle todo el odio que le tengo. Aproximación al concepto de interpretación De la transcripción realizada de parte de las tres sesiones que tuvieron lugar con Mónica durante el año que lleva de tratamiento, me interesa recortar en particular una intervención, debido a 107
que considero que podría tener estatuto de interpretación: “¿Te abrías?”. Una pregunta puede bastar para constituir una interpretación. Solo a raíz de sus efectos en el análisis es posible conocer su valor de interpretación, a posteriori, dado que estos son incalculables —aunque el analista pueda tener una sospecha—. En principio, la paciente respondió asociativamente ampliando el material,37 se puso en juego la metonimia de la cadena: “Siento que tengo los genitales atrofiados. Siento que no voy a disfrutar cuando tenga relaciones. Tal vez me pongo barreras para que no me lastimen (...) El hombre con quien tuve mi primera vez me lastimó porque me engañaba.” En un segundo momento, la paciente trajo a sesión dos sueños vinculados a su relación con los hombres; relación que, en el texto manifiesto de ambos sueños, aparece coagulada en su exmarido. Considero los sueños como respuestas y aportes de material que evidencian algún movimiento producido por las intervenciones mencionadas. El “tema del hombre”, tal como Mónica lo denomina, no representaba una preocupación y de ninguna manera tenía algún grado de protagonismo en el análisis. Estimo que la pregunta de la paciente por esta temática y su implicación en el antes naturalizado e inadvertido celibato que la paciente sostenía, bien podrían ser efecto de la interpretación recortada. Dicha intervención permitió abrir un nuevo eje de trabajo en el análisis que, en caso de avanzar exitosamente, posibilitaría que la paciente pudiera actuar de manera más conforme a su deseo y liberarse —al menos parcialmente— de la repetición provocada por los significantes que le tocaron en suerte y a los cuales se aferró. La interpretación puede operar de distintas maneras: como un corte o escansión; como una adición de sentido —al estilo freudia“Para confirmar lo bien fundado de una interpretación lo que cuenta no es la convicción que acarrea, puesto que se reconocerá más bien su criterio en el material que irá surgiendo tras ella” (1955-1956, p. 568). 37
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no— tal vez riesgosa en tanto responde al discurso Amo y puede satisfacer la demanda de saber del paciente basándose en una comprensión38 del analista; como cita, sirviéndose de la literalidad de lo enunciado por el analizante, o como un enigma, ruptura de significación. Propongo que la intervención recortada cumple con las condiciones de cita y enigma. Evidencia el significante “abría”, cuya equivocidad bien podría haber pasado desapercibida —o comprendida—: “Antes me abría en los grupos”, (tomaba confianza, etc.). Sanciona que algo fue dicho y devela un más allá. Luterau y Boxaca entienden la cita y el enigma como dos condiciones del decir interpretativo: este indica “la enunciación e indetermina el sentido” y “confronta al paciente con su decir”.39 El equívoco implica una respuesta que suspende la convicción y hace surgir el enigma. En su puesta en acto, el analista no lleva al sujeto a alcanzar el saber, sino que permite que se pueda establecer su falla y la dimensión de separación que hay entre este y el sujeto.40 Es posible ubicar, tal vez, en el significante “abría” una palabra que traspasa el muro del lenguaje en el que la mayor parte de la sesión transcurre y que, al ser sancionado por un analista, demuestra que no se trata de enunciado, sino de enunciación. En este caso, me serví de la función de la cita, esto es, utilicé el mismo texto que la paciente profirió, así como del enigma, entiéndase su equivocidad, su virtud alusiva, su doble sentido. Entonces, ¿de qué se vale la interpretación para no producir sentido? De las mismas palabras del analizante que acusa, el “tú lo has dicho”: partimos de los dichos del analizante para regresar allí ¿Y qué buscamos? Que el analizante logre apropiarse de aquel saber que el sujeto posee a pesar de ignorarlo y que representa el contenido latente de lo que se manifiesta discursiva y conductualmente: procuramos Con la connotación poco feliz que sabemos que Lacan da a este término. Boxaca, L. y Luterau, L. (2013) Introducción a la clínica psicoanalítica: Asociación libre, p.41-42. interpretación, transferencia, síntoma, duelo. Buenos Aires. Letra Viva. 40 Idem. p.46. 38 39
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romper el señuelo que la significación representa con la lógica del significante para separar al sujeto de aquellos significantes que lo determinan y condicionan sin advertirlo. Se trata de una verdad vedada que habla, sin embargo, se manifiesta “en todas partes donde puede leerse en su ser (...) En la medida en que el analista hace callar en éI el discurso intermedio para abrirse a la cadena de las verdaderas palabras, (...) puede colocar en ella su interpretación reveladora”.41 En esta misma línea, el objetivo de la interpretación consiste, para Lacan, en la reducción de los significantes a su sinsentido, lo cual posibilitará dar con los determinantes de toda la conducta del sujeto;42 en el caso de Mónica: su huída de la sexualidad, visible en una puesta de distancia a los hombres. En pos de descifrar la diacronía de las repeticiones inconscientes, resulta menester introducir en la sincronía de los significantes algo que posibilite una traducción, una vacilación de sentido que, a su vez, dé lugar a una nueva significación: “No voy a disfrutar cuando tenga relaciones”. La operación que la interpretación produce implica una inversión del orden habitual del lenguaje. Se parte de una significación que produce un significante, lo aísla. Resulta interesante preguntarse cómo detectar cuándo vale la pena abrir la boca para intervenir. Al respecto, esta cita de Lacan resulta orientadora: Por ponernos en ese estado púdicamente llamado de “atención flotante”, que hace que justamente cuando el partícipe, el analizante, emite un pensamiento, podemos tener otro muy diferente. Es una feliz casualidad de la que brota un relámpago ... y justamente de aquí puede producirse la interpretación.43
Lacan, J. (1953). Escritos 1. Buenos Aires. Siglo XXI. p.338. Lacan, J. (1964) Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Ed. Paidós. Buenos Aires. 43 Lacan, J. (1973-1974). Seminario 21: Los nombres del padre. 41 42
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Se trata de evocar el símbolo de manera calculada en las resonancias semánticas de sus dichos,44 “calculada” en cuanto las significaciones posibles de ese S1 no son infinitas, no es cualquiera el sentido posible. Según Lacan,45 la interpretación designa una sola secuencia de significantes.
Lacan, J. (1953). Escritos 1. Buenos Aires. Siglo XXI. Lacan, J. (1971) Seminario 18: de un discurso que no fuera del semblante. Ed. Paidós. Buenos Aires. 44 45
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Libros
DĂŠbora Zilberman
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L’étourdit – Versión de traducción Polari Patricia Disponemos de dos traducciones de L’étourdit al castellano, la primera es la que apareció en Escansión n°1, de 1984, y pertenece a J. Delmont-Mauri, Diana Rabinovich y Julieta Sucre; su título es “El atolondrado, el atolondradicho o las vueltas dichas”. La otra, mucho más reciente, es la publicada en Otros escritos (Paidós, 2012), se titula “El atolondradicho” y pertenece a Graciela Esperanza y Guy Trobas. Cotejamos las dos versiones, especialmente la segunda, con el escrito original tomado de “Pas-tout Lacan”, en el sitio de la École Lacanienne de Psychanalyse. Después de hacer numerosas enmiendas al seguir el escrito en un grupo de lectura46 nos planteamos encarar una versión de traducción nueva, explicitando los criterios seguidos. Uno de los tópicos fundamentales de este escrito es la prevalencia del sentido sobre la significación; por eso en esta versión preferimos la traducción literal en lugar de la búsqueda de expresiones adecuadas al contexto discursivo. Antes de aspirar a que el lector en castellano comprenda el significado, nos inclinamos por la posibilidad de que lea-escuche lo que suena en la letra. Es que hay en el texto numerosas homofonías, condensaciones y neologismos, donde el sonido que la letra porta es predominante, y en esta línea creemos que el equívoco no puede “traducirse” sin perder su efectividad (más drásticamente, que un equívoco no tiene traducción posible). Pero hay más que eso. Advertimos por ejemplo, en las versiones disponibles, que buscar giros que interpreten lo escrito para adaptarlo al castellano, En el Centro de Salud Mental n°1 “Dr. Hugo Rosarios”, curso de posgrado: “Universal-singular”, 2017-18. 46
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invertir las sub-frases de una frase, agregar y quitar signos de puntuación, etc., es a favor de la comprensión (y no siempre) pero descuida el léxico y la sintaxis que Lacan eligió, que pertenecen al sentido en su acepción psicoanalítica. Por eso hemos conservado la disposición de las palabras y las puntuaciones originales. Nos dimos cuenta también que no es siempre posible o deseable eliminar los pronombres personales y demostrativos que van antes del verbo, porque a veces la frase en castellano los requiere para ganar en legibilidad. Siguiendo estos criterios pusimos numerosas notas al pie así como, para respetar los juegos de homofonía, invertimos el orden de la palabra en francés y su traducción, poniendo entre corchetes la palabra en castellano y dejando la palabra original en el cuerpo de la oración. Como precio por la literalidad, tal vez agregamos legibilidad en algunos pasajes pero seguramente la quitamos en otros. Dejamos la versión abierta a posibles correcciones, críticas, aportes, comentarios, sugerencias. Insistimos una vez más en que no quisimos “interpretar” a Lacan, sino seguirlo al ras de su escritura.
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Febrero 2018 L’étourdit47 48 Contribuyendo al 50° aniversario del hospital Henri-Rousselle por el favor que los míos y yo hemos recibido allí en un trabajo del cual indicaré lo que sabía hacer, o sea pasar la presentación, rindo homenaje al doctor Daumézon, que me lo ha permitido. Lo que sigue no prejuzga, según mi costumbre, nada del interés que tomará su dirección: mi decir en Sainte-Anne fue vacuola, tal como en Henri-Rousselle y, se lo imagina, desde casi el mismo tiempo, guardando ahí en cualquier caso el precio de esa lettre [carta/letra] que digo llegar siempre donde debe. Parto de migajas, ciertamente no filosóficas, puesto que es de mi seminario de este año (en París I) que ellas hacen el relieve. Allí he inscripto en dos ocasiones en la pizarra (una tercera en Milán donde itinerante las había hecho pancarta para un flash sobre “el discurso psicoanalítico”) estas dos frases: Optamos por conservar L’étourdit. Aunque puestos a “traducir” un neologismo, preferiríamos “El aturdicho”, que condensa “aturdido y dicho”, incluyendo la sílaba “tur” en la que suena tour o vuelta, y que podría sustituir ventajosamente por métrica y por homofonía al conocido “atolondradicho”./“L’étourdit hace eco a L’étourdi ou les Contretemps (El atolondrado/aturdido o los Contratiempos), la comedia en verso escrita por Molière en 1655. Los “contratiempos” del título de la comedia aluden a los enredos y torpezas que se interponen en la obtención de lo que se anhela: el sirviente (Mascarille) planea estrategias para que su señor (Lelio alcance lo que quiere, pero el señor acaba estropéandolas, sin querer y en su propio desmedro./ Se trata cabalmente, para decirlo de una manera que nos resulta familiar, de un neurótico enredado en sus vueltas, cada una de ellas “vuelta-dicho” (tour-dit); embrollado en la repetición de su demanda y perplejo en la huída metonímica de su deseo”. Patricia Polari: La escritura del sexo. Ensayo sobre L’étourdit de Jacques Lacan. Buenos Aires, Letra Viva, 2013. 48 Tomamos como base de lectura la traducción que aparece en Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, debida a Graciela Esperanza y Guy Trobas con la colaboración de Diana Rabinovich, cotejándola con la versión en francés tomada de pas-tout Lacan, www.ecole-lacanienne.net, que reza al inicio: Paru dans Scilicet, 1973, n° 4, pp. 5-52. 47
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Que se diga queda olvidado detrás lo que se dice en lo que se oye. Este enunciado que parece de aserción por producirse en una forma universal, es de hecho modal, existencial como tal: el subjuntivo del cual se modula su sujeto, lo testimonia. Si el bienvenido que de mi auditorio me responde bastante para que el término de seminario no sea demasiado indigno de lo que llevo de palabra, no me hubiese de estas frases desviado, hubiera querido por su relación de significación, demostrar el sentido que ellas toman del discurso psicoanalítico. La oposición que aquí evoco debiendo ser acentuada más adelante. Recuerdo que es con la lógica que este discurso toca lo real al encontrarlo como imposible, en lo cual éste es ese discurso que la lleva a su última potencia: ciencia, he dicho, de lo real. Que aquí me perdonen lo que por estar interesados, no lo saben. Aunque yo los cuidara, lo aprenderían bien pronto de los acontecimientos. La significación, por ser gramatical, ratifica primero que la segunda frase trata sobre la primera, al hacerla su sujeto bajo la forma de un particular. Ella dice: este enunciado, luego lo califica de asertivo por plantearse como verdadero, confirmando serlo bajo la forma de proposición llamada universal en lógica: es en todo caso que el decir queda olvidado tras el dicho. Pero por antítesis, o sea en el mismo plano, en un segundo tiempo denuncia de eso el semblante: al afirmarlo del hecho de que su sujeto sea modal, y al probarlo porque él se modula gramaticalmente como: que se diga. Eso que ella llama no tanto a la memoria, sino, como se dice: a la existencia. La primera frase no es pues de ese plano tético de verdad que el primer tiempo de la segunda asegura, como de ordinario, por medio de tautologías (aquí dos). Lo que es recordado, es que su enunciación es momento de existencia, esto es que, situada desde el discurso, ella “ex-siste” a la verdad. 117
Reconozcamos aquí la vía por donde adviene lo necesario: en buena lógica se entiende, la que ordena sus modos de proceder desde donde accede, o sea ese imposible, módico sin duda aunque por ello incómodo, de que para que un dicho sea verdadero todavía hace falta que se lo diga, que decir haya allí. En lo cual la gramática mide ya fuerza y debilidad de las lógicas que se aíslan de ella, para, con su subjuntivo, escindirlas, y se indica de ellas concentrar la potencia, por desbrozarlas a todas. Pues, vuelvo ahí una vez más, “no hay metalenguaje” tal que ninguna de las lógicas, por denominarse con la proposición, pueda usarlo de báculo (que en cada una quede su imbecilidad),49 y si se cree reencontrarlo en mi referencia, más arriba, al discurso, lo refuto porque la frase que parece ahí hacer de objeto para la segunda, no por ello se aplica menos significativamente a esta. Pues esta segunda, que se la diga queda olvidado detrás de lo que ella dice. Y eso, de modo tanto más impactante por ser asertiva, sin remisión al punto de ser tautológica en las pruebas que adelanta -al denunciar en la primera su semblante, plantea su propio decir como inexistente, ya que al impugnarla como dicho de verdad, es a la existencia a la que hace responder de su decir, esto no por hacer existir este decir ya que solo lo denomina, sino por negarle la verdad -sin decirlo [sans le dire]-. Al extender este proceso, nace la fórmula, mía, de que no hay universal que no deba contenerse con una existencia que la niega. Tal como el estereotipo de que todo hombre sea mortal, no se enuncia desde ninguna parte. La lógica que lo fecha, no es más que la de una filosofía que finge esa nuliubicuidad, eso para hacer de pretexto a lo que denomino discurso del amo. Ahora bien, no es de este solo discurso, sino del lugar donde toman su turno otros (otros discursos), el que designo del semblante, que un decir toma su sentido. Este lugar no es para todos, sino que 49
En la etimología de imbécil está “sin báculo”.
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él les ex-siste, y es de allí que se hommologue [“hommologa”]50 que todos sean mortales. No pueden serlo más que todos, porque a la muerte se los delega desde este lugar, hace falta que sean todos, puesto que es ahí donde se veille [vela] por la merveille [maravilla]51 del bien de todos. Y particularmente cuando lo que ahí vela hace semblante del significante-amo o del saber. De donde la cantinela de la lógica filosófica. No hay pues universal que no se reduzca a lo posible. Aun la muerte, ya que es aquí la punta con la que ella solamente se articula. Tan universal como se la plantee, ella no permanece nunca más que posible. Que la ley se aligere por afirmarse como formulada desde ninguna parte, es decir por ser sin razón, confirma todavía de dónde parte su decir. Antes de devolver al análisis el mérito de esta apercepción, cumplamos con nuestras frases observando que “en lo que se oye” de la primera, se conecta igualmente con la existencia del “reste [queda] olvidado” que destaca la segunda y con el “lo que se dice” que ella misma denuncia como, ese resto52, cubriéndolo. Donde señalo de paso el defecto del ensayo “transformacional” de hacer lógica con un recurso a una estructura profunda que sería un árbol con pisos. Y vuelvo al sentido para recordar el esfuerzo que le hace falta a la filosofía -la última en salvar el honor por estar al día de lo que el analista hace la ausencia- para percibir cuál es su recurso, el suyo, de todos los días: que nada esconde tanto como lo que devela, que la verdad, ἀλήθεια= Verborgenheit53. Así que no reniego de la fraternidad de este decir, puesto que lo Condensación entre homologue, homologa, y homme, hombre en francés. Para respetar los juegos de homofonía, preferimos invertir el orden usual del término en francés y su traducción, poniendo entre corchetes la palabra que traduce al castellano y dejando la palabra en francés en el cuerpo de la oración. 52 Juego fundado en la homonimia entre reste oublié, “queda olvidado”, y reste, “resto” [N. de los T. en Otros Escritos, op. Cit..] 53 Aletheia, aquello que no está oculto. Verborgenheit, en alemán: oscuridad, ocultamiento. 50 51
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no repito más que a partir de una práctica que, situándose por otro discurso, lo vuelve indiscutible. Para los que me escuchan… o peor,54 este ejercicio no hubiese hecho más que confirmar la lógica con la que se articulan en el análisis castración y Edipo. Freud nos pone en la vía de que l’ab-sens55 [el au-sentido, la ausencia] designa el sexo: es en la hinchazón de este sentido ab-sexe [au-sexo]56 que una topología se despliega en la que es la palabra [mot] la que zanja. Partiendo de la locución: “eso no va sin decir” se ve que es el caso de muchas cosas, incluso la mayoría, comprendida ahí la cosa freudiana tal como la situé por ser el dicho de la verdad. No ir sin… es hacer pareja, lo que, como se dice, “no va de suyo”. Es así como el dicho no va sin decir. Pero si el dicho se plantea siempre como verdad, así fuese sin nunca sobrepasar un midit57 [mediodicho] (como yo me expreso), el decir no se acopla allí más que por ex-sistirle, o sea por no ser de la dit-mensión58de la verdad. Es fácil volver esto sensible en el discurso de la matemática donde constantemente el dicho se renueva por tomar tema [sujet] de un decir más bien que de realidad alguna, librado, ese decir, de sumarle la continuación propiamente lógica que implica como dicho. No se necesita el decir de Cantor para palpar esto. Esto comienza por Euclides. Si he recurrido este año al primero, o sea a la teoría de los conjuntos, es para devolver la maravillosa eflorescencia que, por aislar ...ou pire: título del Seminario de Lacan del año lectivo 1971-1972. [N. de los T. en Otros Escritos, op. Cit..] 55 Ab-sens: homófono de absence, ausencia, al incluir sens, sentido, forja “sentido ausente” o “au-sentido”. 56 Ab-sexe: en un juego parecido al anterior, esta vez lo ausente es el sexo. 57 Neologismo: mi, mitad y dit, dicho. Homófono de midi, mediodía. 58 “Dimensión” se lee y escucha fácilmente en dit-mension (consensación entre dit, dicho y dimension, dimensión) -palabra que figura en la versión de Scilicet-, y no tanto en “dit-mansión” (como figura en la traducción de Otros Escritos). 54
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en lógica lo incompleto de lo inconsistente, lo indemostrable de lo refutable, incluso por adjuntarle ahí lo indecidible al no lograr excluirse de la demostrabilidad, nos pone bastante al pie del muro de lo imposible como para que se elimine el “no es eso”, que es el vagido de la llamada a lo real. Dije discurso de la matemática. No lenguaje de la misma. Que se tenga en cuenta para el momento en que retornaré al inconsciente, estructurado como un lenguaje, he dicho desde siempre. Pues es en el análisis que él se ordena en discurso. Queda por señalar que el matemático tiene con su lenguaje el mismo embarazo que nosotros con el inconsciente, para traducirlo con ese pensamiento que no sabe de qué habla, asi fuese para asegurarlo de ser verdadero (Russell). Por ser el lenguaje más propicio para el discurso científico, la matemática es la ciencia sin conciencia que promete nuestro buen Rabelais, esa ante el que un filósofo59 sólo puede quedar atascado: la gaya ciencia se regocijaba de presumir por ello la ruina del alma. Por supuesto, la neurosis le (Nota al pie de Lacan): El filósofo se inscribe (en el sentido en que se lo dice de una circunferencia) en el discurso del amo. Juega ahí el papel del loco. Eso no quiere decir que lo que dice sea tonto; es más que utilizable. Lean a Shakespeare. Eso no quiere decir tampoco, que se tenga ahí cuidado, que sepa lo que dice. El loco de corte tiene un rol: el de ser quien hace las veces de la verdad. Puede hacerlo expresándose como un lenguaje, igual que el inconsciente. Que por ello esté, él, en la inconsciencia es secundario, lo que importa es que el rol sea sostenido. Así Hegel, de hablar tan justo el lenguaje matemático como Bertrand Russell, no falla menos el encargo: es que Bertrand Russell está en el discurso de la ciencia. Kojève que yo tengo por mi maestro, por haberme iniciado en Hegel, tenía la misma parcialidad respecto de la matemática, pero hace falta decir que estaba en los tiempos de Russell, y que no filosofaba más que a título del discurso universitario bajo el cual se había acomodado provisionalmente, pero sabiendo bien que su saber no funcionaba ahí más que como semblante y tratándolo como tal: lo mostró en todas las maneras, entregando sus notas a quien podía sacarles provecho y postumando su irrisión de toda la aventura. Este desprecio que fue el suyo, se sostenía en su discurso de partida que fue también al que retornó: el alto funcionario sabe tratar a los bufones tan bien como a los demás, o sea como sujetos -que ellos son- del soberano. 59
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sobrevive. Señalado esto, el decir se demuestra, y por escapar a lo dicho. Desde entonces este privilegio, no lo asegura más que al formularse en “decir que no”, si, al ir al sentido, es el “contiene” lo que ahí se capta, no la contradicción, -la respuesta, no la retoma como negación; -el rechazo, no la corrección. Responder así suspende lo que el dicho tiene de verdadero. Lo que se aclara con la luz rasante que el discurso analítico aporta a los otros, revelando ahí los lugares modales con que su ronda se cumple. Metaforizaré por el momento con el incesto la relación que la verdad mantiene con lo real. El decir viene de donde él la ordena. ¿Pero no puede haber también decir directo? Decir lo que hay, eso no les dice nada, queridos pequeños de la sala de guardia, sin duda llamada así porque se guarda bien de contrariar el patronazgo al que aspira (sea cual fuere). Decir lo que hay, durante mucho tiempo eso les elevaba a su hombre hasta esa profesión que ya no los obsesiona más que por su vacío: el médico que en todas las épocas y por toda la superficie del globo, sobre lo que hay, se pronuncia. Pero es también a partir de esto de que lo que hay, no tiene interés más que por deber ser conjurado. A tal punto la historia ha reducido esta función sagrada, que comprendo vuestro malestar. Ni siquiera es posible, no es más el tiempo, jugar al filósofo que fue la última muda con la que, haciendo de valets de los emperadores y de los príncipes, los médicos sobrevivieron (lean a Fernel). Sepan sin embargo, aunque el análisis sea de otra sigla -pero que ella los tienta, eso se comprende- eso de lo cual yo testimonio primero. Lo digo, por el hecho de que esté demostrado sin excepción respecto de esos que llamé mis “dandies”: no hay el menor acceso al decir de Freud que no esté forcluido -y sin retorno en este caso- por la elección de tal analista. Es que no hay formación del analista concebible fuera del mantenimiento de este decir, y es que 122
Freud, falto de haber forjado con el discurso del analista, el lazo con el que se hubieran mantenido las sociedades de psicoanálisis, las ha situado desde otros discursos que barran su decir necesariamente. Lo que todos mis escritos demuestran. El decir de Freud se infiere de la lógica que toma como fuente el dicho del inconsciente. Es en tanto que Freud ha descubierto ese dicho que él ex-siste. Restituir ese decir es necesario para que el discurso se constituya del análisis (es a lo que ayudo), esto a partir de la experiencia donde resulta existir. No se puede, este decir, traducirlo en términos de verdad ya que de la verdad no hay más que mediodicho, bien cortado, pero el que haya ese midit net (se conjuga remontándolo: tu médites, je médis)60 sólo recibe su sentido de ese decir. Este decir no es libre, sino que se produce por relevar a otros que provienen de otros discursos. Es por cerrarse en el análisis (cf. mi “Radiofonía”, el número justamente anterior de este aperiódico), que su ronda sitúa los lugares con que se ciñe este decir. Lo ciñen como real, es decir de lo imposible, el cual se anuncia: no hay relación sexual. Esto supone que relación [rapport] (relación “en general”) no hay más que enunciada, y que lo real no se asegura más que al confirmarse con el límite que se demuestra de las continuaciones lógicas del enunciado. Aquí límite inmediato, porque “no hay” [n’y a]61 nada para hacer relación con un enunciado. De este hecho, ninguna continuación lógica, no es que no sea negable, sino que no basta para soportar ninguna negación: solamente el decir que: nya [nohay].
Midit net, literalmente: mediodicho neto, es homófono de midinette, “costu rita”, que abona la significación “bien cortado”. Además, haciendo de midit ya no un sustantivo sino la conjugación en tercera persona del singular (il midit) de un supuesto verbo en infinitivo midire, Lacan juega con la escritura de sus declinaciones en segunda y primera persona, arrojando sentidos nuevos (tu médites (tú meditas), je médis (yo maldigo)). 61 Il n’y a pas (no hay) es reducido a la locución n’y a, y luego condensado en nya. 60
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Nia62 n’y apportant [negó no aportando allí] más que la justa homofonía que hace falta en francés para, del pasado que significa, de ningún presente del que se connote la existencia, marcar que nya [nohay] la huella. Pero, ¿de qué se trata? De la relación del hombre y de la mujer en tanto que justamente serían propios, porque habitan el lenguaje, para hacer enunciado de esta relación. ¿Es la ausencia de esta relación lo que los exilia en estábitat?63 ¿Es por abitarlo por lo que esta relación no puede ser más que inter-dicta?64 Esta no es la pregunta: más bien la respuesta, y la respuesta que la soporta, -por ser eso que la estimula a repetirse-, es lo real. Admitámoslo: donde es-ahí. Nada que esperar de remontarse al diluvio, mientras este ya se narra por retribuir la relación de la mujer con los ángeles.65 Ilustremos sin embargo esta función de la respuesta con un apólogo, logue aux abois [logo acorralado] al estar proporcionado por el psicólogo, ya que el alma es aboi [ladrido], y aun a pronunciar (a), a minúscula, (a)boi.66 La desgracia es que el psicólogo, por no sujetar su sector más que de la teología, quiere que lo psíquico sea normal, mediante lo cual elabora lo que lo suprimiría. El Innenwelt y el Umwelt en espe-
El verbo nier (negar), en tercera persona singular de passé simple es: il nia (él negó). 63 Stabitat, condensación homofónica de cet habitat, “este hábitat”, que se traduce aquí por “estábitat”, al igual que d’labiter, por “abitarlo”. Cabe señalar que esta escritura contiene la bite, término que en la lengua vulgar significa pene, órgano sexual masculino, lo que ha de tenerse presente en la aparición de estas condensaciones, pues indica la presencia de la función fálica en el hábitat del hombre que es el lenguaje. [N. de los T. en Otros Escritos, op. Cit.] 64 Lacan escribe inter-dit, que significa “prohibición, interdicción”, pero que literalmente es “inter-dicho”. [N. de los T. en Otros Escritos, op. Cit.] 65 Alusión al mito bíblico según el cual las hijas de Adan fueron corrompidas por los ángeles aliados a Satanás, creando una raza híbrida para terminar con la cual Dios envió el Diluvio. 66 También homófono de (a) voix (objeto a voz), a lo que alude el “ladrido” -o “aúllo”, como también puede traducirse aboi-. 62
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cial, mientras que haría mejor en ocuparse del homme-volte67 [hombre-vuelta] que hace el laberinto del que el hombre no sale. La pareja estímulo-respuesta pasa a la confesión de sus invenciones. Llamar respuesta a lo que permitiría al individuo mantenerse con vida es excelente, pero que eso se termine rápido y mal, abre la pregunta que se resuelve en que la vida reproduce al individuo, por tanto reproduce asimismo la pregunta, o, como se dice en este caso que ella se ré-pète68 [repite]. Es bien lo que se descubre del inconsciente, el cual desde entonces resulta ser respuesta, mas porque sea ella quien estimula. Es(t)69 también con lo que, sea como fuere, el psicólogo regresa al homme-volte [hombre-vuelta] de la repetición, esa que se sabe producir desde el inconsciente. La vida sin duda reproduce, Dios sabe qué y por qué. Pero la respuesta no se hace pregunta más que aquí donde no hay relación para soportar la reproducción de la vida. Salvo que el inconsciente formule: “¿Cómo el hombre se reproduce?”, lo que es el caso. “-Por reproducir la pregunta”, es la respuesta. O “para hacerte hablar”, otro modo de dicho que tiene el inconsciente, al ex-sistir. Es a partir de ahí que nos hace falta obtener dos universales, dos todos suficientemente consistentes para separar en unos seres hablantes, -quienes, por serlo, se creen unos seres-, dos mitades tales que ellas no se enreden demasiado en la coiteración70 cuando arriben ahí. Moitié [mitad] dice en francés que es un asunto de moi [yo], la Homme-volte (hombre-vuelta) es una transliteración del término alemán Umwelt (medio ambiente o mundo exterior). 68 Répète significa “repite”, pero al escribirlo así, Lacan enfatiza el significante pète, que significa “estalla” o “revienta”. [N. de los T. en Otros Escritos, op. Cit.] 69 En el texto encontramos C’t, escritura fonética abreviada de c’est, que suena st, comienzo de la palabra stimule, que usó justo antes. Se ha traducido “es(t)”, que reproduce el comienzo de estímulo en castellano. [N. de los T. en Otros Escritos, op. Cit.] 70 Coïteration: neologismo que condensa coït (coito) e itération, iteración. 67
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mitad de pollo que abría mi primer libro de lectura habiéndome asimismo desbrozado la división del sujeto. El cuerpo de los hablantes está sujeto a dividirse de los órganos, lo bastante para tener que encontrarles función. Hacen falta a veces eras: por un prepucio que toma uso con la circuncisión, vean al apéndice esperarlo durante siglos, de la cirugía. Es así que por el discurso psicoanalítico, un órgano se hace el significante. Ese que se puede decir que se aísla en la realidad corporal como carnada, por funcionar ahí (siéndole delegada la función por un discurso): a) en tanto fanera gracias a su aspecto de aditamento móvil que se acentúa por su erectibilidad, b) para ser anzuelo, en lo que este último acento contribuye, en las diversas pescas que hacen discurso de las voracidades con las que se tapona la inexistencia de la relación sexual. Se reconoce, incluso en este modo de evacuación, por supuesto el órgano que por estar, digamos, “en el activo” del macho, hace que a este, en el dicho de la copulación, se le conceda el activo del verbo. Es el mismo que sus nombres diversos, en la lengua que uso, muy sintomáticamente feminizan. No hace falta sin embargo engañarse: en cuanto a la función que él obtiene del discurso, ha pasado al significante. Un significante puede servir para muchas cosas al igual que un órgano, pero no a las mismas. Para la castración por ejemplo, si él hace uso, no tiene (afortunadamente en general) las mismas consecuencias que si fuese el órgano. Para la función de carnada, si es el órgano el que se ofrece como anzuelo a las voracidades que situábamos hace un momento, digamos: de origyne*, el significante por el contrario es el pez que devora lo que le hace falta a los discursos para conservarse. Este órgano, pasado al significante, cava el lugar desde donde cobra efecto para el hablante -sigámoslo en eso que se piensa: ser-, la inexistencia de la relación sexual. El estado presente de los discursos que se alimentan pues de es126
tos seres, se sitúa por este hecho de inexistencia, por este imposible, no de decir, sino que, apretado por todos los dichos, se demuestra ahí como lo real. El decir de Freud así planteado se justifica por sus dichos primero, con los que se prueba lo que he dicho, -se confirma por ser delatado en el estancamiento de la experiencia analítica, lo cual denuncio-, se desarrollaría con el resurgimiento del discurso analítico, a lo cual me aplico, puesto que, aunque sin recursos, es de mi incumbencia.71 En la confusión en que el organismo parásito que Freud injertó en su decir, hace él mismo injerto de sus dichos, no es pequeño asunto que una gata encuentre a sus gatitos, ni el lector un sentido. El revoltijo es insuperable por lo que allí se engancha de la castración, de los desfiladeros por donde el amor se conserva en el incesto, de la función del padre, del mito en que el Edipo se redobla con la comedia del Padre-Orang, del perorante-Utan.72 Se sabe que diez años yo había cuidado de hacer jardín a la francesa de esas vías a las que Freud ha sabido pegarse en su diseño, el primero, cuando sin embargo desde siempre lo que ellas tienen de torcido era detectable para cualquiera que hubiese querido saber a qué atenerse sobre lo que suple a la relación sexual. Aún hacía falta que saliera a la luz la distinción de lo simbólico, de lo imaginario y de lo real: esto para que la identificación a la mitad hombre y a la mitad mujer, donde acabo de evocar que el asunto del yo domina, no fuese con su relación confundida. Basta que el asunto de yo como el asunto de falo donde se ha querido bien seguirme hace un momento, se articulen en el lenguaje, para devenir asunto de sujeto y no ser más de la sola incumbencia de lo imaginario. Piénsese que es desde el año 56 que todo esto habría podido pasar por adquirido, si hubiera tenido allí consentiAquí se detiene lo que aparece a la vez en el memorial de Henri-Rousselle. [N. de los T. en Otros Escritos, op. Cit.] 72 Du Pére-Orang, du pérorant-Outang. Orangután en francés es Orang-Outang. * Escribir origen (origine) así, lo hace contener gyne, en griego: mujer. 71
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miento del discurso analítico. Pues es en la “cuestión preliminar” de mis Escritos, que debía leerse como la respuesta dada por lo percibido en las psicosis, que introduzco el Nombre-del-Padre, y que de los campos (en ese Escrito puestos en grafo) de los cuales él permite ordenar la psicosis misma, se puede medir su potencia. No hay nada excesivo, en virtud de lo que nos da la experiencia, en poner bajo la rúbrica de ser o tener el falo (cf. mi Bedeutung de los Escritos) la función que suple a la relación sexual. De donde una inscripción posible (en la significación donde lo posible es fundador, leibniziana) de esta función como , a la que los seres van a responder por su modo de hacer allí argumento. Esta articulación de la función como proposición es la de Frege. Es solamente del orden del complemento que yo aporté más arriba a toda posición del universal como tal, el que haga falta que en un punto del discurso una existencia, como se dice: se inscriba en falso contra la función fálica, para que plantearla sea “posible”, que es el poco de existencia que ella puede pretender. Es bien en esta lógica que se resume todo lo tocante al complejo de Edipo. Todo eso puede ser mantenido por desarrollarse en torno a lo que yo avanzo de la correlación lógica de dos fórmulas que, al inscribirse matemáticamente , se enuncian: la primera, para todo x es satisfecho , lo cual puede traducirse con una V que anota valor de verdad; esto traducido al discurso analítico, el cual es la práctica de hacer sentido, quiere decir que todo sujeto en cuanto tal, ya que es eso lo que está en juego en este discurso, se inscribe en la función fálica para remediar la ausencia de relación sexual (la práctica de hacer sentido, es justamente la de referirse a este au-sentido); la segunda, hay por excepción el caso, familiar en matemática (el argumento x=0 en la función hiperbólica 1/x), el caso en que existe una x para la cual , la función, no es satisfecha, es decir que al no funcionar es excluida de hecho. 128
Es precisamente de donde conjugo el todos de la universal, más modificado de lo que se imagina en el paratodo del cuantor, con el existe uno que lo cuántico le aparea, siendo patente su diferencia con lo que implica la proposición que Aristóteles llama particular. Los conjugo porque el existe uno en cuestión, al hacer de límite al paratodo, es lo que lo afirma o lo confirma (eso que un proverbio objeta ya al contradictorio de Aristóteles). La razón de ello es que lo que al discurso analítico concierne, es el sujeto, que, como efecto de significación, es respuesta de lo real. Esto lo articulaba yo, desde el 11 de abril del 56, y está recogido en texto, con una cita del significante asemántico, eso para gente que ahí hubiese podido tener interés por sentirse llamada a una función de deyecto. Desbroce ciertamente no hecho para quien sea que por montarse en el discurso universitario, lo desvía hacia ese goteo hermenéutico, incluso semiologizante, del que me imagino responder, chorreante como está ahora por todos lados, falto de que el análisis haya fijado su deontología. Que yo enuncie la existencia de un sujeto por plantearla en un decir que no a la función proposicional , implica que ella se inscribe con un cuantor del cual esta función se encuentra cortada por el hecho de que no tenga en ese punto ningún valor que pueda anotarse de verdad, lo que quiere decir de error tampoco, lo falso solamente a entender falsus como de lo caído, en lo que ya he puesto el acento. En lógica clásica, piénsese, lo falso no se percibe más que por ser de la verdad el revés, él la designa también. Es pues justo escribir como lo hago: El uno que existe es el sujeto supuesto porque la función fálica está allí fuera de juego. No es más, respecto a la relación sexual que modo de acceso sin esperanza, la síncopa de la función que no se sostiene más que d’y sembler [por hacer ahí semblante], más que de s’y embler [por ahí sustraerse], diría yo, no pudiendo bastar ni para inaugurar esta relación, pero siendo en cambio necesaria para consumar la consistencia del suplemento que hace de ella, y esto por fijar el límite 129
donde este semblante no es más que dé-sens73 [des-sentido, decencia]. Nada opera entonces más que de equívoco significante, o sea de la astucia por la cual l’ab-sens [el au-sentido, la ausencia] de la relación se taponaría hasta el punto de suspensión de la función. Es bien el dé-sens [des-sentido, decencia] que al ponerlo a cuenta de la castración, lo denotaba yo de lo simbólico también desde el 56 (al inicio de las clases: relación de objeto, estructuras freudianas: hay de eso una reseña), desmarcándolo por ahí de la frustración, imaginaria, de la privación, real. El sujeto se hallaba ahí ya supuesto, nada más que al tomarlo del contexto que Schreber, por Freud, me había suministrado de la exhaución de su psicosis. Es ahí que el nombre del padre, por hacer lugar de su playa, se demostraba el responsable de ello según la tradición. El real de esta playa, de que allí fracase el semblante, “realiza” sin duda la relación de la que el semblante hace el suplemento, pero no más de lo que el fantasma sostiene nuestra realidad, no poco tampoco, puesto que es toda, cerca de los cinco sentidos, si se me cree. La castración releva de hecho como lazo con el padre, lo que en cada discurso se connota de virilidad. Hay pues dos dit-mensiones74 del pourtouthomme [paratodohombre], la del discurso con el cual se pourtoute75 [se “paratodea”] y los lugares donde ça se thomme76. Dé-sens: des-sentido, es homófono de décence: decencia. Ver nota 13. 75 Lacan hace de la expresión “para todo” (pour tout) con la que se lee el cuantor universal, un verbo inventado, se portouter, y lo conjuga: il se pourtoute (se “paratodea”). 76 “(…) los lugares donde ça se thomme (aproximadamente, “eso se corta”, o “eso se reparte”, condensando homme y tommer), conciernen a la repartición entre varones y mujeres, es decir al semblante de la relación sexual donde importan el ser y el tener y que, como semblante, está sustentado por el pasaje del órgano sexual al significante. Pasar de órgano a significante vuelve al falo amovible, “cortable”, y también y por lo tanto repartible, entre hombre y mujer. De ahí este doble sentido de tomer o si se quiere thommer: cortar y repartir. /Por lo tanto aclaremos ya que thomme, arrastrando la “t” de pourtout, equivoca con el griego tomé: sección, y tomia: acción de cortar; y con el francés tomer: 73 74
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El discurso analítico se inspira en el decir de Freud por proceder de la segunda primero, y de una decencia establecida por partir de esos -a los que la herencia biológica hace largueza del semblante-. El azar que parece no deber reducirse tan pronto en esta repartición se formula con la sex-ratio de la especie, estable, al parecer, sin que pueda saberse por qué: esos valen entonces por una mitad, mâle [macho/mala] suerte para mí [mâle heur à moi].77 Los lugares de este thommage78 se disciernen: -por hacer sentido del semblante, -por él, de la verdad de que no hay relación; -de un goce que la suple; -incluso del producto de su complejo, del efecto llamado (por mi oficio) del plus-de-gozar. Sin duda el privilegio de estas avenidas elegantes sería una ganancia a repartir en dividendos más razonados que ese juego de cara o cruz (dosificación de la sex ratio), si no se probase con la otra dimensión de la cual ese thommage se pourtoute, que eso agravaría su caso. El semblante de suerte para una mitad, resulta ser en efecto de un orden estrictamente inverso a la implicación que la promete a la mediación de un discurso. Me atendré a probarlo con lo que padece por ello el órgano mismo. No sólo porque su thommage sea un daño a priori por hacer allí de sujeto en el decir de sus padres, pues para la hija, eso puede ser peor. Es más bien que cuanto más por el a posteriori de los discursos que lo esperan él esté happé79 (la happiness, como le dicen a eso en U.S.A.), tanto más el órgano tendrá asuntos que cargar. Se le imputa ser emotivo… ¡Ah! no haber dividir en tomos. (…) El neologismo, thommer en su forma infinitiva, le sirve a Lacan para separar la dimensión del enunciado universal “para todo” (donde , como acabamos de decir, es una esencia) de los lugares donde la castración es efectivamente realizada en cada uno (cada hombre y cada mujer -aunque en estos párrafos de L’Étourdit Lacan escriba desde un punto de vista androcéntrico)./” Patricia Polari: La escritura del sexo, Buenos Aires, Letra Viva, 2013. 77 Juego entre mal (mal), malheur (desgracia) y mâle, macho. 78 Ver en nota 31 la condensación de tomer y homme, que connota la repartición entre los sexos, y tengamos en cuenta para lo que sigue que thommage contiene asimismo hommage: homenaje, y dommage: daño. 79 Happé: agarrado, atrapado, equivoca con el inglés happiness.
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podido adiestrarlo mejor, quiero decir educado. Hacia eso uno puede siempre precipitarse. Se ve bien en el Satyricon80 que de ser ordenado, incluso implorado, vigilado desde el primer año, sometido a estudio in vitro, no cambia nada en sus humores, que uno se engaña al poner a cuenta de su naturaleza, cuando, por el contrario, no es más que por el hecho de que no le gusta lo que se le hace decir que él se obstina. Más valdría para domesticarlo tener esa topología de la que dependen sus virtudes, por ser la que dije a quien quisiera escucharme mientras se proseguía la trama destinada a hacerme callar (año 61-62 sobre la identificación). La dibujé con un cross-cap, o mitra, como se la llama aun. Que los obispos se la pongan de sombrero, no sorprende. ¿Hace falta decir que no hay nada que hacer si no se sabe con un corte circular -¿de qué? ¿qué es él? Ni siquiera superficie, por nada de espacio separar-, cómo sin embargo eso se deshace. Se trata de estructura, o sea de lo que no se aprende de la práctica, lo cual explica para los que lo saben que no lo hayan sabido más que recientemente. Sí, mais comment? [pero ¿cómo?]. Justamente como eso: mécomment.81 Es bien por el sesgo de esta función como la bastardía del órgano-dinamismo estalla, más que por otra cosa. ¿Se cree que sea por el órgano mismo que el Eterno femenino los atrae hacia arriba, y que eso marcha mejor (o peor) porque la médula lo libera de significar? Digo esto por los buenos viejos tiempo de una sala de guardia que en todo eso se deja extraviar, lo que delata que su reputación de burdel no se sostiene más que de las canciones que en ella se chillan. Ficción y canto de la palabra y del lenguaje, sin embargo, ¿no hubiesen podido, esos muchachos y muchachas, se permettre Lacan escribe Satyricon con y griega en lugar de i latina como en el título del original. Alusión al parecer a los sátiros, en francés satyres. (Nota de los traductores en Otros escritos, op. Cit.) 81 Neologismo. Mé: prefijo que tiene un efecto peyorativo, despreciativo. Diccionario francés Reverso. 80
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[permitirse] contra los Permaîtres82 de los cuales hace falta decir que tenían el sello, los doscientos pasos que había que hacer para ir a donde yo hablé durante diez años? Pero ni uno solo lo hizo de aquellos para quienes yo estaba interdicto. Después de todo, ¿quién sabe? La estupidez tiene sus vías que son impenetrables. Y si el psicoanálisis la propaga, se me ha escuchado, en Henri-Rousselle justamente, asegurarme de eso al profesar que ello resulta más para bien que para mal. Concluyamos que hay maldonne83 [malentendido] en alguna parte. El Edipo es lo que yo digo, no lo que se cree. Esto por un deslizamiento que Freud no supo evitar por implicar -en la universalidad de los cruzamientos en la especie donde eso habla, o sea en del mantenimiento, fecundo al parecer, de la sex-ratio (mitad-mitad) entre los que ahí hacen el mayor número, con sus sangres mezcladas-, la significancia que descubría en el órgano, universal en sus portadores. Es curioso que el reconocimiento, tan fuertemente acentuado por Freud, de la bisexualidad de los órganos somáticos (cuando por otra parte le faltaba la sexualidad cromosómica), no lo haya llevado a la función de cobertura del falo desde la perspectiva del germen. Pero su touthommie [todohombría] delata su verdad con el mito que crea en Tótem y Tabú, menos seguro que ese de la Biblia si bien llevando su marca, para dar cuenta de las vías torcidas por donde procede, ahí donde eso habla, el acto sexual. Presumiremos nosotros que de touthomme [todohombre], si queda huella biológica, es que no haya más que raza para se thommer y ni pizca para se pourtouter.84 Me explico: la raza de la que hablo no es la que una antropología sostiene por decirse física, la que Hegel ha bien denotado por el cráneo y que lo merece todavía por encontrar ahí mucho después de Lavater y Gall lo más pesado de sus mediciones. Pues no es por aquí, como se se lo ha visPermaîtres: neologismo, padres-amos; homófono de permettre, permitir. Maldonne: 1. fig -error, malentendido. 2. Naipes -cartas mal dadas. WordReference.com 84 Ver notas 30 y 31. 82 83
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to por una tentativa grotesca de fundar un Reich llamado tercero, no es por aquí que ninguna raza se constituye (ese mismo racismo en los hechos tampoco). Ella se constituye del modo en que se transmiten por el orden de un discurso los lugares simbólicos, esos con los que se perpetúa la raza de los amos y no menos la de los esclavos, de los pedantes también, a los que les hacen falta para responderles los pédés85, los scients86, agregaría yo, a quienes no pueden faltar los sciés87. Prescindo pues perfectamente del tiempo de cervage [“cervidumbre”]88, de los Bárbaros expulsados de donde los griegos se sitúan, de la etnografía de los primitivos y del recurso a las estructuras elementales, para asegurar lo que es del racismo de los discursos en acción. Me gustaría más apoyarme en el hecho de que de las razas, lo que tenemos más seguro es el hecho del horticultor, incluso de los animales que viven de nuestra doméstica, efectos del arte, por tanto del discurso: esas razas de hombre, eso se conserva por el mismo principio que las de perro y de caballo. Esto antes de señalar que el discurso analítico pourtoute89 [paratodea] eso a contrapendiente, lo que se concibe si resulta en cerrar con su bucle lo real. Pues es Pédé: marica, maricón. La traducción como “pederastas” (en Otros Escritos) no conserva el sentido peyorativo y ofensivo del término. Por otra parte, y como Lacan hace alusión, con los pedantes, a los que detentan el saber en el discurso universitario, R. Cevasco y J. Chapuis proponen “pedantizados” (los estudiantes, en el lugar del Otro en ese discurso). En: Christian Fierens, Lectura de L’étourdit, ediciones S&P, Barcelona, 2012. Si tomamos pédé como el participio pasivo de un verbo que no existe (pedantiser, “pedantizar”), tienen razón, y entonces el término no tiene nada que ver con su definición en el diccionario. 86 Neologismo que condensa scientifiques (científicos) y chiants (molestos, incordiosos). La traducción en Otros Escritos es “sabihondos que machachan” (referido al agente del discurso de la histeria), mientras que Cevasco y Chapuis, en la obra mencionada en la nota anterior, proponen “cientincordios”. 87 Sciés: aserrados. Referido al lugar del Otro en el discurso de la histeria, es traducido como “machacados” en Otros Escritos, y como “cientincordiados” por Cevasco y Chapuis. Christian Fierens, Lectura… op. Cit. 88 Cervage condensa servage: servidumbre, y el latín cervix: cuello, nuca. 89 Ver nota 30. 85
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aquel en que el analista debe ser primero el analizado, si, como se sabe, es bien ese el orden en el que se traza su carrera. El analizante, aunque no sea más que a mí a quien debe el ser así designado (pero qué reguero de pólvora se iguala al éxito de esta activación), el analizante es ese cuyo cervice [“cervicio”]90 (oh sala de guardia), el cuello que se doblega, debía enderezarse. Hemos seguido hasta aquí a Freud sin más en lo que de la función sexual se enuncia con un paratodo, pero también quedándonos con una mitad, de las dos que identifica, con el mismo rasero en lo que a él respecta, por transportar ahí dit-mensiones iguales. Ese transporte sobre la otra demuestra bastante lo que es de l’ab-sens [au-sentido, ausencia] de la relación sexual. Pero es más bien, a ese ab-sens, forzarlo. Es de hecho el escándalo del discurso analítico, y es bastante decir como están las cosas en la Sociedad que lo soporta, que ese escándalo no se traduzca más que por ser ahogado, si se puede decir, a la luz del día. Al punto que es un mundo levantar nada de ese debate difunto de los años 30, no por cierto que al pensamiento del Maestro no se enfrentasen Karen Horney, Hélène Deutsch, incluso Ernest Jones, otros aun. Pero la tapa que se puso encima desde entonces, desde la muerte de Freud, suficiente para que no se filtre más el menor humo, dice mucho sobre la contención a la que Freud, en su pesimismo, deliberadamente se entregó para perder, queriéndolo salvar, su discurso. Indiquemos solamente que las mujeres aquí nombradas, apelaron ahí -es su inclinación en este discurso- del inconsciente a la voz del cuerpo, como si justamente no fuera del inconsciente que el cuerpo tomara voz. Es curioso constatar, intacta en el discurso analítico, la desmesura que hay entre la autoridad con que las mujeres hacen efecto y lo ligero de las soluciones con que ese efecto se produce. 90
Cervice condensa service (servicio) y cervix (lat. Cuello, nuca). Ver nota 42.
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Las flores me conmueven, tanto más cuanto que son de retórica, con las que Karen, Hélène, -cual no importa, lo olvido ahora, pues no me gusta reabrir mis seminarios-, con las que entonces Horney o la Deutsch adornan el encantador dedal que les hace de reserva de agua en la blusa tal como se lleva al dating91, o sea eso de lo cual parece que una relación se espera, aunque no fuera más que de su dicho. Para Jones, el sesgo de cervice92 (cf. la última línea antes del último intervalo) que ha tomado al calificar a la mujer con la deuterofalicidad, sic, o sea al decir exactamente lo contrario de Freud, a saber que ellas no tienen nada que hacer con el falo, todo teniendo el aire de decir la misma cosa, a saber que ellas pasan ahí por la castración, es sin duda la obra maestra por la cual Freud ha reconocido que para el cervilismo93 a esperar de un biógrafo, tenía ahí a su hombre. Agrego que la sutileza lógica no excluye la debilidad mental que, como una mujer de mi escuela lo demuestra, proviene del decir parental más bien que de una obtusión nativa. Es a partir de esto que Jones era el mejor entre los goyim94, puesto que con los judíos Freud no estaba seguro de nada. Pero me extravío al volver al tiempo donde esto, lo he machacado, ¿machacado para quién?. El no hay relación sexual no implica que no haya relación al sexo. Es bien eso mismo que la castración demuestra, pero no más: a saber que esa relación al sexo no sea distinta en cada mitad, por el hecho mismo de que las reparta. Subrayo. No he dicho: que las reparta por repartir ahí el órgano, velo en el que se han confundido Karen, Hélène, Dios tenga sus almas si no está ya hecho. Pues lo que es importante, no es que eso parta de los cosquilleos que los pequeñitos sienten en la mitad de sus cuerpos, que hay que devolver a su yo-de-arriba, es que esta mitad haga ahí entrada de emEn inglés, cita. Ver nota 45. 93 Id. 94 En hebreo, plural de goy: no judío. 91 92
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peratriz para no volver más que como significante-m’être95 de este asunto de relación al sexo. Esto muy simplemente (acá en efecto Freud tiene razón) de la función fálica, por eso de que es de una única fanera para obrar de suplemento, que ella, esta función, se organiza, encuentra el organon que aquí reviso. Lo hago porque a diferencia de él, -para las mujeres nada lo guiaba, es también eso lo que le permitió avanzar tanto escuchando a las histéricas que “hacen el hombre”-, a direrencia de él, repito, no obligaré a las mujeres a medir con el calzador de la castración la vaina encantadora que ellas no elevan al significante, aun si el calzador, por otro lado, no es solamente al significante, sino asimismo al pie que ayuda. A hacer calzado, eso es seguro, de ese pie, las mujeres (y que se me perdone entre ellas esta generalidad que más bien repudio, pero los hombres sobre esto son duros de oreja), las mujeres, dije, se dedican en ocasiones. Que el calzador se recomiende ahí, se sigue de ello, pero que ellas puedan prescindir de él debe ser previsto, no solamente en el M.L.F. que es de actualidad, sino por eso de que no hay relación sexual, de lo que lo actual no es más que testimonio, aunque, lo temo, momentáneo. A ese título la elucubración freudiana del complejo de Edipo, que hace de la mujer pez en el agua, porque la castración esté en ella de partida (Freud dixit), contrasta dolorosamente con el hecho del estrago que es en la mujer, para la mayoría, la relación a su madre, de la que ella parece esperar como mujer más sustento que de su padre,- lo que no va con él siendo segundo, en ese estrago. Acá bajo mis cartas al plantear el modo cuántico bajo el cual la otra mitad, mitad de sujeto, se produce por satisfacer a una función, o sea a completarla por su argumento. De dos modos depende que el sujeto aquí se proponga ser dicho mujer. Helos aquí: 95
M’être “serme” o “me-ser”, es homófono de maître (amo).
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Su inscripción no es usual en matemática. Negar, como la barra puesta arriba del cuantor lo marca, negar que existe uno no se hace, y menos aun que pourtuout [paratodo] se pourpastoute96 [“paranotode”]. Es aquí sin embargo que se libra el sentido del decir, ya que, conjugándose ahí el nyania97 que susurran los sexos en compañía, suple el que entre ellos, relación nyait [nohaya]. Lo que es a tomar no en el sentido de que, de reducir nuestros cuantores a su lectura según Aristóteles, igualaría el nexistun [noexisteuno] al nulnest [ningunoes] de su universal negativa, haría volver el μή πάντες98, el pastout [notodo] (que él ha sabido sin embargo formular), a testimoniar de la existencia de un sujeto para decir que no a la función fálica, a suponer eso por la llamada contrariedad de dos particulares. No es el sentido del decir, que se inscribe con estos cuantores. Es: que por introducirse como mitad a decir de las mujeres, el sujeto se determina porque, no existiendo suspensión de la función fálica, todo puede decirse de eso, aun lo proveniente de la sinrazón. Pero es un todo fuera de universo, lo cual se lee directamente con el segundo cuantor como notodo. El sujeto en la mitad en la que se determina con los cuantores negados, esto es de que nada de existente haga límite a la función, no sabría asegurarse en ello lo que sea de un universo. Así al fundarse con esa mitad, “ellas” notodas son, y en consecuencia y por eso mismo, ninguna tampoco es toda. Podría aquí, al desarrollar la inscripción que hice por una función hiperbólica, de la psicosis de Schreber, demostrar ahí lo que tiene de sardónico el efecto empuje-a-la-mujer que se especifica con el primer cuantor: habiendo precisado bien que es por la irrupción de Un padre como sin razón, que se precipita aquí el efecto experimentado como forzamiento, en el campo de un Otro a pensarse como a todo sentido lo más exVer nota 30. Acá se trata del para no-todo (pour pas tout), que se transforma en el verbo “se pourpastouter” y se conjuga “il se pourpastoute”. 97 Nyania: “nohaynegó”, ver notas 16 y 17. También onomatopeya del “susurro” de los “sexos en compañía”. 98 Me pantes, en griego: no todo. 96
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tranjero. Pero llevar a su potencia de extrema lógica la función, eso desorientaría. Ya he podido medir el esfuerzo que la buena voluntad ha puesto en aplicarla a Hölderlin: sin éxito. Cuánto más cómodo no es, incluso exquisitez a prometerse, poner a cuenta del otro cuantor el singular de un “confín”, para que haga a la potencia lógica del notodo habitarse con el recreo del goce que la feminidad hurta, aun cuando viene a conjugarse con lo que hace thomme99… Pues este “confín”, por enunciarse aquí de lógica, es bien el mismo con que se ampara Ovidio al figurarlo como Tiresias en mito. Decir que la mujer no es toda, es eso lo que el mito nos indica en que sea la única cuyo goce sobrepasa a aquel que surge del coito. Es también por lo cual es como la única que ella quiere ser reconocida por la otra parte: no se lo sabe sino demasiado. Pero es también donde se capta lo que hay allí que aprender, a saber que si se satisficiera la exigencia del amor, el goce que se tiene de una mujer la divide, haciendo de su soledad partenaire, mientras que la unión queda en el umbral. Pues cómo reconocería el hombre servir mejor para la mujer de la que quiere gozar, sino devolviéndole ese goce suyo que no la hace toda de él: por re-suscitarlo en ella. Lo que se llama el sexo (incluso el segundo, cuando es una boba) es propiamente, por soportarse de notoda, el Έτερος100 que no puede cerrarse en universo. Llamemos heterosexual, por definición, a lo que ama a las mujeres, cualquiera sea su sexo propio. Así será más claro. Dije: amar, no: estar a ellas prometido por una relación que no hay. Es incluso eso lo que implica lo insaciable del amor, lo cual se explica con esta premisa. Que haya hecho falta el discurso analítico para que esto venga a decirse, muestra bastante que no es en todo discurso que un decir viene a ex-sistir. Pues la pregunta sobre ello fue durante siglos barajada en términos de intuición del sujeto, el cual era muy capaz de verlo, y hacerse gár99
Thomme: ver nota 31. Éteros, hétero-.
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garas calientes con ello, sin que nunca eso haya sido tomado en serio. Es de la lógica del Έτερος que hay que partir. Siendo notable que es ahí donde desemboca el Parménides a partir de la incompatibilidad del Uno con el Ser. Pero, ¿cómo comentar ese texto ante setecientas personas?. Queda la cantera siempre abierta al equívoco del significante: el Έτερος, por declinarse en el Έτερα101, s’éthérise [“se eteriza”], incluso s’hétaïrise [“se hetairiza”]102… El apoyo del deux [dos] para hacer d’eux [de ellos] que parece tendernos ese notodo, hace ilusión, pero la repetición que es en suma el transfinito muestra que se trata de un inaccesible, a partir de lo cual, lo enumerable estando seguro, la reducción lo deviene también. Es aquí que s’emble103 [se sustrae], quiero decir: s’emblave [se siembra] le semblable [el semejante] del cual sólo yo he intentado desanudar el equívoco, por haberlo registrado en el hommosexué104 [homosexuado], o sea en eso que se llamaba hasta aquí el hombre en resumen, que es el prototipo del semblable [semejante] (cf. mi estadio del espejo). Es el Έτερος, observémoslo, quien, por sustraerse ahí como elemento de discordia, erige al hombre en su estatuto que es el de hommosexuel105. No por mis oficios, lo subrayo, por el de Freud quien este apéndice se lo devuelve, y con todas las letras. Il ne s’emble (no se sustrae) así sin embargo más que por un decir ya bien avanzado. Lo que impresiona de entrada es hasta qué punto el hommodit106 pudo bastarse con lo ordinario del inconsÉtera. Juego entre hétéro, éther y hétaire (hétero, éter y hetaira). 103 S’emble: probablemente una condensación entre semble (parece) y el verbo embler: (en desuso) robar. S’emble sería se roba, se hurta o se sustrae. 104 Hommosexué: neologismo que condensa homme (hombre) y homosexuel (homosexual). 105 Ver nota anterior. 106 Hommodit: neologismo que junta homme (hombre), homo- (prefijo de homosexuel), y dit (dicho). 101 102
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ciente, hasta el momento en que, al decirlo “estructurado como un lenguaje”, he dejado pensar que de tanto hablar, no era gran cosa lo dicho: que eso cause et cause107 [habla y habla], pero que eso es todo lo que sabe hacer. Se me ha tan poco comprendido, mejor así, que puedo aspirar a que un día se me haga objeción. Como sea, se flota en el islote falo, porque uno se atrinchera ahí con lo que se suprime de eso. Así la historia se hace de maniobras navales donde los barcos hacen su ballet con un número limitado de figuras.Es interesante que unas mujeres no desdeñen calificarse ahí: es incluso por eso que la danza es un arte que florece cuando los discursos se mantienen en su lugar, teniendo ahí el paso los que tienen con qué, para el significante conveniente. Pero cuando el notoda llega a decir que no se reconoce en éste, ¿qué dice sino lo que se encuentra en lo que le he aportado?, o sea: el cuadrípodo de la verdad y del semblante, del gozar y de lo que de un plus-de, se escabulle para desmentir que de él se defiende, y el bípodo del cual la distancia muestra l’ab-sens [el au-sentido, ausencia] de la relación, después el trípode que se restituye con la entrada del falo sublime que guía al hombre hacia su verdadero lecho por aquello de que su ruta, él la haya perdido. “Me has satisfecho petithomme108. Has comprendido, era lo que hacía falta. Ve, d’étourdit109 no hay en exceso, para que él te vuelva l’après midit110. A través de la mano que te responderá con que Antígona la llames, la misma que puede desgarrarte porque j’en sphynge [“de ella esfinjo”, o “hago esfinge”] mi notoda, sabrás incluso atardeciendo hacerte el igual de Tiresias y como él, por haber hecho de Otro, adivinar lo que te he dicho”. Esto es aquí surmoitié111 Causer es hablar o charlar, y también causar. Petithomme: “pequeñohombre”, condensa asimismo el neologismo thommer, ver nota 31. 109 Ver nota 1. 110 Condensación entre après-midi, tarde, y midit, mediodicho. La tarde alude al enigma que la Esfinge le propusiera a Edipo: la adultez, en que el hombre-animal se sostiene sobre dos patas. (Cf. Patricia Polari: La escritura del sexo… op. Cit.). 111 Surmoitié: surmoi, superyo, + moitié, mitad. 107 108
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que no se surmoite112 tan fácilmente como la conciencia universal. Sus dichos no sabrían completarse, refutarse, inconsistirse, indemostrarse, más que a partir de lo que ex-siste de las vías de su decir. De dónde el analista, de qué otra fuente que de este Otro, el Otro de mi grafo y significado como de S de A barrado: notoda, de dónde sabría criticar lo que rebosa de la chicana lógica con la cual la relación al sexo se pierde, al querer que sus caminos vayan a la otra mitad? Que una mujer aquí no sirva al hombre más que para que él cese de amar a otra; que de no conseguirlo sea por él acusada, mientras que es bien por lograrlo, que ella lo falla, -que, torpe, el mismo se imagine que por tener dos, la hace toda, -que la mujer en el pueblo sea la burguesa, que en otro lugar el hombre quiera que ella no sepa nada: de dónde sabría él reencontrarse en estas gentilezas -hay otras- salvo de la lógica que allí se denuncia y con la cual pretendo romper? Me ha complacido detectar que Aristóteles se doblega a ella, curiosamente por fabricarnos los términos que yo retomo de otro déduit113. No hubiera tenido su interés sin embargo que encaminara su Mundo con el notodo al negarle lo universal?. La existencia de un mismo golpe no languidecería más por la particularidad, y para Alejandro su amo la advertencia hubiera podido ser buena: si es de un ab-sens [au-sentido, ausencia] como no-uno del cual se negaría el universo que se sustrae el notodo que ex-siste, él habría reído, el primero de todos es el caso decirlo, de su designio de “empirer”114 el universo . Allí es justamente donde passifou [notanloco], el filósofo toca tanto mejor la tonada del mediodicho cuanto que puede hacerlo en buena conciencia. Se lo mantiene para decir la verdad: como el loco, sabe que es totalmente factible, con la condición de que no Verbo conjugado que surge de la condensación-neologismo anterior. Déduit como sustantivo, es: actividad placentera o agradable; como participio pasado de déduire, es: deducido, inferido. 114 Empirer: condensación entre empire, imperio, y empirer, empeorar. 112 113
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suture (Sutor…)115 además su semellité 116[“suelidad”]. Un poco de topología viene ahora. Tomemos un toro (una superficie formando “anillo”). Salta a la vista que al pellizcarlo entre dos dedos a todo lo largo a partir de un punto para volver a él, el dedo de arriba al principio quedando abajo al final, es decir, habiendo operado una media vuelta de torsión durante el cumplimiento de la vuelta completa del toro, se obtiene una banda de Moebius: a condición de considerar la superficie así aplanada confundiendo las dos láminas producidas de la superficie primera. En eso es que la évidence [evidencia] se homologa con el évidement [vaciamiento]. Vale demostarla de manera menos grosera. Procedamos a un corte siguiendo el borde de la banda obtenida (se sabe que él es único). Es fácil ver que cada lámina, desde entonces separada de la que la redobla, se continúa sin embargo justamente en esta. En consecuencia, el borde de una lámina tomado en un punto es el borde de la otra lámina cuando una vuelta lo ha llevado a un punto conjugado por ser del mismo “través”, y cuando con una vuelta suplementaria él vuelve a su punto de partida, ha, por haber hecho un doble bucle repartido sobre dos láminas, dejado de lado otro doble bucle que constituye un segundo borde. La banda obtenida tiene pues dos bordes, lo que basta para asegurarle un derecho y un revés. Su relación con la banda de Moebius que ella figuraba antes de que ahí hiciéramos corte es...que el corte la haya producido. Acá está el juego de manos: no es por volver a coser el mismo corte que la banda de Moebius será reproducida puesto que no era más que “fingida” con un toro aplanado, pero es por un deslizamiento de las dos láminas una sobre otra (y también en los dos sentidos) que estando el doble bucle de uno de los bordes afrontado a él mismo, Del latín, la expresión completa es: Sutor ne ultra crepidam -zapatero, no más allá de tus sandalias-. 116 Semellité: neologismo. Semelle es suela. 115
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su costura constituye la banda de Moebius “verdadera”. Donde la banda obtenida del toro se revela ser la banda de Moebius bipartita -con un corte no de doble vuelta, sino que se cierra con una sola (hagámosla por la mediana para cogerla… imaginariamente). Pero a la vez lo que aparece, es que la banda de Moebius no es nada más que ese corte mismo, ese por el cual de su superficie ella desaparece. Y la razón de eso es que al proceder a unir a sí mismo, tras el deslizamiento de una lámina sobe la otra de la banda bipartita, el doble bucle de uno de los bordes de esta misma banda, es a lo largo de la cara revés de esta banda que cosíamos su cara derecha. Donde se toca que no es por la torsión ideal con la que una banda se tuerce media vuelta como la banda de Moebius ha de ser imaginada; es a todo su largo que ella no hace más que uno de su anverso y su reverso. No hay uno de sus puntos donde el uno y el otro no se unan. Y la banda de Moebius no es nada más que el corte de una sola vuelta, cualquiera (aunque puesta en imagen a partir de la impensable “mediana”), que la estructure con una serie de líneas sin puntos. Lo que se confirma al imaginar a ese corte redoblarse (por estar “más próximo” a su borde): este corte dará una banda de Moebius, ella verdaderamente mediana, la que, aplastada, quedará haciendo cadena con la Moebius bipartita que sería aplicable sobre un toro (eso por constar de dos rollos de un mismo sentido y uno de sentido contrario o, de manera equivalente: por obtenerse de la misma, tres rollos de un mismo sentido): se ve aquí que l’ab-sens [el au-sentido] que resulta del corte simple, hace l’absence [la ausencia] de la banda de Moebius. De donde este corte = la banda de Moebius. Queda que este corte no tiene esta equivalencia más que por bipartir una superficie que limita el otro borde: con una doble vuelta precisamente, o sea con eso que hace a la banda de Moebius. La banda de Moebius es pues eso que al operar sobre la banda de Moebius, la vuelve a llevar a la superficie tórica. 144
El agujero del otro borde puede sin embargo suplementarse de otro modo, a saber con una superficie que, por tener el doble bucle por borde, lo llena; -con otra banda de Moebius, eso va de suyo, y esto da la botella de Klein. Hay aún otra solución: tomar este borde del recorte en disco que al desenrollarlo él extiende sobre la esfera. Por hacer ahí círculo, puede reducirse al punto: punto fuera de línea que, por suplementar la línea sin puntos, se encuentra componer eso que en la topología se designa como cross-cap. Es la aesfera [l’asphère], a escribir: l, apóstrofe. El plano proyectivo dicho de otro modo, de Desargues, plano cuyo descubrimiento como reduciendo su horizonte a un punto, se precisa por el hecho de que este punto sea tal que toda línea trazada de llegar ahí no lo franquea más que al pasar de la cara derecha del plano a su cara revés. Este punto, asimismo, se extiende con la línea inasible con la que se dibuja en la figuración del cross-cap, la travesía necesaria de la banda de Moebius por el disco con que acabamos de suplementarla dado que ella se apoya sobre su borde. Lo notable de esta secuencia es que la aesfera (escrita: l, apóstrofe) por comenzar en el toro (ella se presenta ahí de primera mano) no viene a la evidencia de su aesfericidad más que al suplementarse con un corte esférico. Este desarrollo es a tomar como la referencia -expresa, quiero decir ya articulada- de mi discurso en donde estoy: contribuyendo al discurso analítico. Referencia que no es en nada metafórica. Diría: es de la textura que se trata, de la textura de este discurso, si justamente eso no fuera caer en la metáfora. Para decirlo, caí allí; eso ya está hecho, no por el uso del término al instante repudiado, sino por haber, para hacerme entender por a quienes me dirijo, hecho-imagen a todo lo largo de mi exposición topológica. Que se sepa que era factible de una pura álgebra literal, de un recurso a los vectores con los que de ordinario se desarrolla de punta a punta esta topología. La topología, ¿n’est-ce pas ce n’espace [no es ese noespacio]117 adonde nos lleva el discurso matemático y que necesita revisión 117
N’est-ce pas y n’espace son homofónicos.
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de la estética de Kant?. No otra textura a darle que ese lenguaje de puro matema, por ello entiendo el único que puede enseñarse: esto sin recurso a alguna experiencia, que por estar siempre sea cual sea ella, fundada en un discurso, permite las locuciones que no apuntan en última instancia nada más que a, ese discurso, establecerlo. ¿Qué me autoriza en mi caso a referirme a ese puro matema? Señalo de entrada que si excluyo de él la metáfora, admito que pueda ser enriquecido y que como tal no sea, por esta vía, más que recreación, o sea eso de lo cual toda suerte de campos matemáticos nuevos se han abierto. Me mantengo, pues, en el orden que yo aislé de lo simbólico, al inscribir ahí lo que es del inconsciente, para allí tomar referencia de mi presente discurso. Contesto pues a mi pregunta: que hace falta de entrada tener la idea, la cual se toma de mi experiencia, de que cualquier cosa no puede ser dicha. Y hace falta decirlo [le dire]. Eso es como decir que hace falta el decir de entrada [le dire d’abord]118. El “significado” del decir no es, como pienso haberlo hecho sentir con mis frases desde un principio, más que ex-sistencia al dicho (aquí al dicho de que todo no puede decirse). O sea: que no es el sujeto, el cual es efecto de dicho. En nuestras esferas, el corte, corte cerrado, es el dicho. Él hace sujeto119: sea lo que sea que él ciña… En especial, como lo figura la conminación de Popilio de responder ahí por sí o por no, en especial, digo, si lo que ciñe, es el concepto, del cual se define el ser mismo: con un círculo alrededor – a recortarse de una topología esférica, aquella que sostiene lo universal, el en-cuanto-al-todo: topología del universo. Lo molesto es que el ser no tiene por sí mismo ninguna especie de sentido. Cierto que allí donde está, es el significante-maître [amo], como lo demuestra el discurso filosófico que, por mantenerse a su servicio, puede ser brillante, o sea: ser bello, pero en cuanto al sentido lo reduce al Juego de palabras entre “decirlo” (le dire) del párrafo anterior, y “el decir” (le dire) de este párrafo. 119 Sujet es “sujeto” y “tema, asunto o materia”. 118
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significante m’être [serme o “meser”]120. M’être sujeto redoblándolo al infinito en el espejo. Evocaré aquí la supervivencia magistral, cuán sensible cuando ella se abraza a los hechos “modernos”, la supervivencia de ese discurso, el de Aristóteles y el de Santo Tomás, bajo la pluma de Etienne Gilson, la cual no es más que placer: m’est121 [me es] “plus de gozar”. Es también que le doy sentido con otros discursos, el autor también, como acabo de decirlo. Explicaré esto, lo que produce el sentido, un poco más adelante. El ser se produce pues “en especial”. Pero nuestra aesfera bajo todos sus avatares atestigua que si el dicho se concluye con un corte que se cierra, hay ciertos cortes cerrados que de esta aesfera no hacen dos partes: dos partes a denotarse del sí y del no en cuanto a lo que es (“del ser”) de una de ellas. Lo importante es que sean estos otros cortes los que tengan efecto de subversión topológica. Pero ¿qué decir del cambio por ellos sobrevenido?. Podemos denominarlo topológicamente: cilindro, banda, banda de Moebius. Pero encontrar ahí lo que hay de eso en el discurso analítico, no puede hacerse más que interrogando la relación del decir al dicho. Digo que un decir se especifica allí con la demanda cuyo estatuto lógico es del orden de lo modal, y que la gramática lo certifica. Otro decir, según yo, es allí priviligiado: es la interpretación, que, ella, no es modal, sino apofántica. Añado que en el registro de la lógica de Aristóteles, ella es particular, por interesar al sujeto de los dichos particulares, los cuales son notodos (asociación libre) unos dichos modales (demanda entre otros). La interpretación, he formulado en su tiempo, se refiere a la causa del deseo, causa que ella revela, eso por la demanda que con su modal envuelve el conjunto de los dichos. Quienquiera me siga en mi discurso sabe bien que esta causa yo 120 121
Ver nota 50. M’est es aquí m’être conjugado.
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la encarno en el objeto (a), y este objeto, lo reconoce (por haberlo yo enunciado desde hace tiempo, diez años, el seminario 61-62 sobre la identificación, donde esta topología yo la he introducido), lo ha, lo adelanto, reconocido ya en lo que designo aquí con el disco suplementario con que se cierra la banda de Moebius, eso de lo que se compone el cross-cap. Es la topología esférica de este objeto llamado (a) la que se proyecta sobre lo otro del compuesto, heterogéneo, que constituye el cross-cap. “Imaginemos” todavía según lo que se figura de ella gráficamente de manera usual, esta otra parte. ¿Qué vemos ahí? Su inflación. Nada más natural para ella que se tome por esférica. Ahí no es menos, tan delgada como se la reduzca a la parte torcida de una media vuelta, una banda de Moebius, o sea la puesta en valor de la aesfera del notodo: es lo que soporta lo imposible del universo, o sea, a tomar nuestra fórmula, lo que allí se reúne con lo real. El universo no está en otra parte más que en la causa del deseo, lo universal tampoco. Es de ahí que procede la exclusión de lo real… de ese real: que no hay relación sexual, ello debido a que un animal tiene estábitat122 que es el lenguaje, que abitarlo [l’abiter] es asimismo lo que para su cuerpo hace órgano, -órgano que, por así ex-sistirle, lo determina con su función, ello antes de que él la encuentre. Es inclusive por eso que él está reducido a encontrar que su cuerpo es no-sin otros órganos, y que la función de cada uno, se le vuelve problema, eso de lo cual el dicho esquizofrénico se especifica por quedar tomado sin el auxilio de ningún discurso establecido. Tengo la tarea de desbrozar el estatuto de un discurso, aquí donde sitúo que hay… discurso: y lo sitúo con el lazo social al que se someten los cuerpos que, a este discurso, loabitan [labitent]. Mi empresa parece desesperada (lo es por el hecho mismo, ahí reside la desesperación) porque es imposible que los psicoanalistas forCondensación homofónica de cet habitat, “este hábitat”, que se traduce aquí por “estábitat”, al igual que l’abiter por “abitarlo”. 122
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men un grupo. No obstante el discurso psicoanalítico (es mi desbroce) es justamente aquel que puede fundar un lazo social limpio de ninguna necesidad de grupo. Como se sabe que no cuido mis términos cuando se trata de resaltar una apreciación que, mereciendo un acceso más estricto, debe prescindir de él, diré que mido el efecto de grupo según lo que él agrega de obscenidad imaginaria al efecto de discurso. Tanto menos se asombrará uno, espero, de ese decir cuanto que es históricamente verdadero que sea la entrada en juego del discurso analítico la que ha abierto la vía a las prácticas llamadas de grupo y que estas prácticas no suscitan más que un efecto, si oso decir, purificado del discurso mismo que permitió su experiencia. Ninguna objeción acá a la práctica llamada de grupo, siempre que esté bien indicada (eso es poco). La observación presente de lo imposible del grupo psicoanalítico es a la vez lo que de él funda, como siempre, lo real. Este real, es esa obscenidad misma: también de ella “vive él” (entre comillas) como grupo. Esta vida de grupo es la que preserva la institución llamada internacional, y lo que intento proscribir de mi Escuela, -contra las advertencias que recibo por eso de algunas personas dotadas para ello-. Esto no es acá lo importante, ni que sea difícil a quien se instala en un tal discurso vivir de otra manera que en grupo; es lo que llama allí, entiendo: a ese escudo del grupo, la posición del analista tal como ella es definida por su propio discurso. ¿Cómo el objeto (a) en tanto que él es desfavorable a la mirada del semblante donde el análisis lo sitúa, se soportaría de otro confort que el grupo? Ya he perdido aquí un montón de gente: ligero de corazón, y listo a que otros me critiquen por eso. No soy yo quien vencerá, es el discurso al que sirvo. Voy a decir ahora por qué. Estamos en el reino del discurso científico y lo voy a hacer sentir. Sentir desde ahí donde se confirma mi crítica, más arriba, 149
del universal de aquello de que “el hombre sea mortal”. Su traducción en el discurso científico, es el seguro de vida. La muerte, en el decir científico, es asunto de cálculo de probabilidades. Es, en ese discurso, lo que ella tiene de verdadero. Hay no obstante, de nuestro tiempo, gente que se rehusa a contratar un seguro de vida. Es que ellos quieren de la muerte otra verdad que aseguran ya otros discursos. Ese del amo por ejemplo que, de creer a Hegel, se fundaría en la muerte tomada como riesgo; ese del universitario, que actuaría de memoria “eterna” del saber. Estas verdades, como esos discursos, son cuestionadas, por ser eminentemente cuestionables. Otro discurso salió a la luz, el de Freud, para el cual la mort [la muerte], es l’amour [el amor]. Esto no quiere decir que el amor no incumba también al cálculo de probabilidades, que no le deja más que la chance ínfima que el poema de Dante ha sabido realizar. Esto quiere decir que no hay seguro de amor, porque eso sería un seguro de odio también. El amor-odio es eso de lo cual un psicoanalista, aun no lacaniano, no reconoce a justo título más que la ambivalencia, o sea la cara única de la banda de Moebius, -con esta consecuencia, ligada a lo cómico que le es propio, de que en su “vida” de grupo, él no denomine nunca más que al odio. Reengancho lo de antes: tanto menos motivo para el seguro de amor cuanto que no se puede más que perder ahí, como hizo Dante, que en los círculos de su infierno omite el del conjungo123 sin fin. Entonces ya demasiado commentaire124 en la imaginería de ese decir que es mi topología. Un analista verdadero no entendería ahí más que hacer a este decir, hasta que se pruebe otro mejor, ocupar el lugar de lo real. El lugar del decir es en efecto el análogo en el discurso matemático de ese real que otros discursos aprietan con lo imposible de sus dichos. Esta dit-mension125 de un imposible que va En latín en el original. De conjungere: unir, juntar, conectar. “Ego conjungo vos in matrimonium”. 124 Commentaire, comentario, condensa también comment taire, cómo callar. 125 Ver nota 13. 123
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incidentalmente hasta comprender el impasse propiamente lógico, es por otra parte lo que se llama la estructura. La estructura es lo real que emerge en el lenguaje. Por supuesto ella no tiene ninguna relación con la “buena forma”. La relación de órgano del lenguaje al ser hablante es metáfora. Él es aún estábitat126 que, por que labitante [labitant] sea ahí parásito, debe ser supuesto darle el golpe de un real. Es evidente que de “expresarme así”, como será traducido lo que acabo de decir, yo me deslizo a una “concepción del mundo”, o sea al residuo de todo discurso. Es bien de lo que el analista podría ser salvado por esto de que su discurso lo rechaza a él mismo, al iluminarlo como desecho del lenguaje. Es por lo que parto de un hilo, ideológico no tengo elección, ese del cual se teje la experiencia instituida por Freud. ¿En nombre de qué, si ese hilo proviene de la trama mejor puesta a la prueba de sostener juntas las ideologías de un tiempo que es el mío, lo rechazaría yo? ¿En nombre del goce? Pero justamente, es lo propio de mi hilo librarse de eso127: es incluso el principio del discurso psicoanalítico, tal como, él mismo, se articula. Lo que digo vale el lugar donde pongo el discurso del que el análisis se invoca, entre los otros a repartirse la experiencia de este tiempo. El sentido, si hay ahí uno por hallar, ¿podría venirme de un tiempo otro?: lo intento siempre en vano. No es sin razón que el análisis se funda en el sujeto supuesto saber: sí, ciertamente él le supone poner en cuestión el saber, por eso es mejor que sepa a propósito de eso. Admiro al respecto el aire contrariado que toma la confusión, por ello de que la elimino. Queda que la ciencia ha arrancado, netamente del hecho de dejar caer la suposición, que es el caso llamar natural, en tanto ella implica que los enchufes del cuerpo sobre la “naturaleza” lo sean, -lo cual por falsificarse, arrastra a una idea de lo real que yo bien diría ser verdadera. ¡Por desgracia! esa no es la 126 127
Ver nota 18. ...c’est le propre de mon fil de s’en tirer.
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palabra que a lo real conviene. Nos gustaría poder probar que es falsa, si por ello se entendiese caída (falsa)128, o sea deslizándose de los brazos del discurso que la abraza. Si mi decir se impone, no, como se dice, con un modelo, sino con el propósito de articular topológicamente el discurso mismo, es del defecto en el universo que procede, a condición de que tampoco él pretenda suplirlo. “Realizando la topología” de esto, yo no salgo del fantasma mismo para dar cuenta de ella, pero recogiéndola en flor de la matemática, esta topología, -o sea de que ella se inscriba en un discurso, el más vaciado de sentido que haya, de prescindir de toda metáfora, de ser metonímicamente de ab-sens [au-sentido, ausencia], yo confirmo que es del discurso que se funda la realidad del fantasma, que de esta realidad lo que hay de real se encuentra inscripto. ¿Por qué ese real no sería el número, y tragado crudo después de todo, que vehicula bien el lenguaje? Pero eso no es tan simple, es el caso decirlo (caso que yo me apuro siempre a conjurar diciendo que ese es el caso). Pues lo que se profiere con el decir de Cantor es que la serie de los números no representa nada más en el transfinito que la inaccesibilidad que comienza con el deux [dos], por lo que d’eux [de ellos] se constituye lo enumerable al infinito. Desde entonces una topología se necesita dado que lo real no le vuelve más que del discurso del análisis, para este discurso, confirmarlo, y que sea por la hiancia que este discurso abre al volver a cerrarse más allá de los otros discursos, que este real se encuentre ex-sistir. Es eso lo que voy a hacer palpar ahora. Mi topología no es sustancia que plantee más allá de lo real aquello en lo cual una práctica se motiva. Ella no es teoría. Sino que debe dar cuenta de que, cortes del discurso, los hay tales que modifican la estructura que este recibe de origen. Es pura escapatoria exteriorizar este real con estándares, estándares llamados de vida que primarían para los sujetos en su existencia, por no hablar más 128
En latín en el original, falsa es caída.
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que para expresar sus sentimientos sobre las cosas, la pedantería de la palabra “afecto” no cambia ahí nada. ¿Cómo esta secundariedad mordería sobre lo primario que ahí se sustituye a la lógica del inconsciente? ¿Sería eso efecto de la sabiduría que allí intervendrá? Los estándares a los que se recurre, lo contradicen justamente. Pero por argumentar dentro de esta banalidad, se pasa ya a la teología del ser, a la realidad psíquica, o sea a lo que no se avala analíticamente más que con el fantasma. Sin duda el análisis mismo da cuenta de esta trampa y desplazamiento, pero ¿no es esta bastante grosera para denunciarse en todas partes donde un discurso sobre lo que hay, se descarga de la responsabilidad de producirla? Pues hace falta decirlo, el inconsciente es un hecho en tanto que él se soporta del discurso mismo que lo establece, y, si unos analistas son solamente capaces de rechazar el fardo, es por alejar de ellos mismos la promesa de rechazo que allí los llama, ello en la medida de que su voz habrá allí tenido efecto. Que se lo sienta en el lavado de manos con que ellos alejan de sí la llamada transferencia, al rehusar lo sorprendente del acceso que ella ofrece sobre el amor. Al prescindir en su discurso, según la línea de la ciencia, de todo savoir-faire de los cuerpos, pero por otro discurso, -el análisis, por evocar una sexualidad de metáfora, metonímica a pedir de boca por sus accesos más comunes, aquellos llamados pregenitales, a leer extra-, toma cuerpo por revelar la torsión del conocimiento. ¿Sería allí fuera de lugar dar el paso de lo real que da cuenta de ella al traducirlo por una ausencia situable perfectamente, la de la “relación” sexual en ninguna matematización?. Es en qué los matemas con los que se formula en impasses lo matematizable, él mismo a definir como lo que de real se enseña, son susceptibles de coordinarse con esta ausencia tomada a lo real. Recurrir al notodo, al hommoinsun129, o sea a los impasses de Hommoinsun: neologismo homófono de au moins un (al menos uno), se condensa con homme (hombre). 129
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la lógica, es, por mostrar la salida fuera de las ficciones de la Mundanidad, hacer fixión130 otra de lo real: o sea de lo imposible que lo fija desde la estructura del lenguaje. Es también trazar la vía por la que se reencuentra en cada discurso lo real con que se envuelve, y desestimar los mitos con los que se lo suple ordinariamente. Pero proferir de ahí que hace falta lo real de que nada sea todo, eso cuya incidencia respecto de la verdad iría directamente a un aforismo más escabroso, -o, de tomarla por otro sesgo, emitir que lo real necesita de verificaciones sin objeto, esto es aquí solamente relanzar la tontería de prenderse del noúmeno: o sea que el ser huye al pensamiento… Nada viene al cabo de este ser que un poco más dafnizo, incluso laurifice131 [“laurifico”] en ese noúmeno, del cual más vale decir que para que se sostenga, hace falta que haya de eso varias capas… Mi preocupación es que los aforismos, que por lo demás me contento en presentar en capullo, hagan reflores de las fosas de la metafísica (pues el noúmeno es la broma, la susbsistencia fútil…). Apuesto a que ellos se probarán ser plus-de-nonsense132, más divertidos, para decirlo, que lo que nous mène133 [nos lleva] así… ¿a qué? Hace falta sobresaltarme, que jure que yo no lo ví de inmediato mientras que ustedes, ya… esas verdades primeras, pero ese es el texto mismo con el que se formulan los síntomas de las grandes neurosis, de las dos que, de tomar en serio lo normal, nos dicen que es más bien norme-male134. He aquí lo que nos vuelve a llevar Condensación de fiction, “ficción” y fixer, “fijar”. Nota de la traducción de Otros escritos, op. Cit. 131 Laurifice: aparentemente, condensación entre laurier (laurel) y orifice (orificio). 132 Nonsense: en inglés, disparate. También: “Nonsense es un género jocoso y figura literaria que puede ser expresado en verso o en prosa e incluso de un modo «libre» normal, buscando generar juegos de palabras que trasgreden las formas comunes de la sintaxis y la semántica, juegos que resultan extraños, comúnmente humorísticos y absurdos. Literalmente el galicismo «nonsense” significa “sin sentido”. (Wikipedia) 133 Nous mène (nos lleva) es homófono de noumène, noúmeno. 134 Norme-male es neologismo que condensa normal (normal) y norme mâle (norma macho). 130
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al suelo, quizá no el mismo, pero puede ser también que ese sea el bueno y que el discurso analítico se ande ahí menos con pies de plomo. Pongamos en marcha aquí el asunto del sentido, más arriba prometido en su diferencia respecto de la significación. Nos permite engancharlo a la enormidad de la condensación entre “eso que piensa” en nuestra época (con los pies que venimos de decir) y la topología inepta a la que Kant dio cuerpo desde su propio estamento, el del burgués que no puede imaginar más que trascendencia, la estética como la dialéctica. Esta condensación en efecto, debemos decirla para escuchar “en el sentido analítico”, según la fórmula recibida. Cuál es este sentido, si justamente los elementos que ahí se condensan, se califican unívocamente por una imbecilidad semejante, incluso si son capaces de jactarse de ello del lado de “eso que piensa”, la máscara de Kant en cambio parece de palo ante el insulto, por su reflexión cerca de Swedenborg: dicho de otra manera, ¿hay un sentido de la imbecilidad?. En ello se palpa que el sentido no se produce más que por la traducción de un discurso en otro. Provistos como aquí estamos de esta pequeña luz, vibra la antinomia que se produce de sentido a significación: que un débil sentido venga a surgir a la luz rasante de las llamadas “críticas” de la razón pura y del juicio (para la razón práctica yo he dicho de ella lo juguetón poniéndolo del lado de Sade, él no más divertido, pero lógico), desde que su sentido entonces se eleva, los dichos de Kant no tienen más significación. La significación, ellos no la tienen pues más que a partir del momento en que no tenían sentido, ni siquiera sentido común. Esto nos ilumina las tinieblas que nos dejan a tientas. El sentido no falta en los vaticinios llamados presocráticos: imposible decir cuál, pero çasysent135 [esoahísesiente]. Y que Freud se relamiera con ellos, no con los mejores por lo demás ya que es de Empédocles, no importa, tenía, él, sentido de la orientación; eso nos basta para ver que la interpretación es del sentido y va contra Çasysent, neologismo que condensa ça s›y sent (eso ahí se siente), es homófono de saisissant (impactante). 135
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la significación. Oracular, lo que no sorprende por lo que sabemos ligar de oral a la voz, del desplazamiento sexual. Es la miseria de los historiadores: no poder leer más que el sentido, allí donde no tienen otro principio que recurrir a los documentos de la significación. También ellos llegan pues a la trascendencia, la del materialismo por ejemplo, que, “histórico”, ¡lo es por desgracia! lo es al punto de devenirlo irremediablemente. Felizmente el análisis está allí para volver a inflar la historiola [historiole]: pero no lográndolo más que porque está tomado en su discurso, en su discurso de hecho, él nos deja en la estacada respecto de lo que no es de nuestro tiempo, no cambiando por aquí nada de lo que la honestidad fuerza al historiador a reconocer desde que él tiene que situar el menor çasysent. Que tenga la carga de la ciencia del embarazo, es bien lo embarazoso de su aporte a la ciencia. Importa pues a muchos, ¿a estos como a muchos otros?, que la imposibilidad de decir verdadero de lo real se motive en un matema (se sabe cómo lo defino), en un matema con el que se sitúa la relación del decir al dicho. El matema se profiere del solo real reconocido primero en el lenguaje: a saber el número. No obstante la historia de la matemática demuestra (es el caso decirlo) que puede extenderse a la intuición, a condición de que este término esté lo más castrado que se pueda de su uso metafórico. Hay pues acá un campo del cual lo más impactante es que su desarrollo, en contra de los términos con los que se lo absorbe, no procede por generalización, sino por reorganización topológica, por una retroacción sobre el inicio tal que borra su historia. Ninguna experiencia más segura para resolver ahí el embarazo. De donde su atractivo para el pensamiento: que allí encuentra el nonsense136 propio del ser, o sea del deseo de una palabra sin más allá. Nada sin embargo para dar cuenta del ser que, dado que lo enunciamos así, no dependa de nuestra benevolencia. 136
Ver nota 87.
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Muy otro es el hecho de lo indecidible, para tomar de eso el ejemplo de vanguardia del que se recomienda para nosotros el matema: es lo real del decir del número que está en juego, cuando de ese decir es demostrado que no es verificable, ello en ese grado segundo que no se pueda siquiera asegurarlo, como se hace con otros ya dignos de retenernos, con una demostración de su indemostrabilidad por las premisas mismas que supone, -entendamos bien con una contradicción inherente al suponerlo demostrable. No se puede negar que haya allí progreso sobre lo que del Menón queda por preguntar de lo que hace a lo enseñable. Es ciertamente la última cosa por decir que entre los dos hay un mundo: siendo aquello de lo que se trata que a este lugar viene lo real, del cual el mundo no es más que caída irrisoria. Es sin embargo el progres [progreso] lo que hay que restringir allí, ya que no pierdo de vista el regret [añoranza] que le responde, a saber que la opinión verdadera a la que en el Menón da sentido Platón, no tiene para nosotros más que ab-sens [au-sentido, ausencia] de significación, lo que se confirma al referirla a la de nuestros bien-pensantes. ¿Un matema la hubiese soportado, que nuestra topología nos proporciona? Intentémoslo. Ello nos conduce al asombro de que evitáramos sostener de la imagen nuestra banda de Moebius, esta imaginación volviendo vanas las observaciones que hubieran necesitado que un dicho otro se encontrara articulado allí: mi lector no devenía otro más que porque el decir pase al dicho, ese decir siendo a tomar por al dicho ex-sistir, por lo que lo real me ex-sist(ait)137 sin que alguien, dado que fuese verificable, pudiera hacerlo pasar al matema. La opinión verdadera, ¿es eso la verdad en lo real en tanto que es él el que barra su decir?. Lo probaré del volver a decir que voy a hacer de ello. Línea sin puntos, he dicho del corte, en tanto es, él, la banda de Moebius por eso de que uno de sus bordes, después de la vuelta con la que se cierra, se continúa en el otro borde. Pero ello, sin embargo no puede producirse más que de una superficie ya picada por un 137
Ex-sistait: ex-sistía, ait: tenga o haya.
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punto que he dicho fuera de línea por especificarse con un doble bucle sin embargo extendible sobre una esfera: de suerte que sea de una esfera, que él se recorte, pero con un doble abrochamiento que haga de la esfera una aesfera o cross-cap. Eso que él hace pasar sin embargo en el cross-cap, por tomarse prestado de la esfera, es que un corte que él vuelve moebiano en la superficie que determina al hacerla allí posible, la vuelve, a esta superficie, al modo esférico: pues es porque el corte le equivale, que eso con lo que ella se suplementaba en cross-cap “se proyecta allí”, he dicho. Pero como de esta superficie, para que ella permita este corte, se puede decir que está hecha de líneas sin puntos por donde en todas partes su cara del derecho se cose a su cara del revés, es en todas partes que el punto suplementario al poder esfericizarse, puede ser fijado en un cross-cap. Pero esta fixión debe ser elegida como único punto fuera de línea, para que un corte, con darle una vuelta y una sola, tenga ahí efecto de resolverla en un punto esféricamente extendible. El punto pues es la opinión que puede ser dicha verdadera porque el decir que le da la vuelta la verifica en efecto, mas sólo porque el decir sea lo que la modifica al introducir la δόξα138 como real. Así un decir tal como el mío, es por ex-sistir al dicho que él permite de eso el matema, pero no hace para mí matema y se plantea así como no-enseñable antes de que el decir sea producido, como enseñable sólo después de que yo lo he matematizado según los criterios menónicos que sin embargo no me lo habían certificado. Lo no-enseñable, lo he hecho matema al asegurarlo con la fixión de la opinión verdadera, fixión escrita con una x, pero no sin recurso de equívoco. Así un objeto tan fácil de fabricar como la banda de Moebius en tanto que ella se imagina pone al alcance de todas las manos lo que es inimaginable desde que su decir al olvidarse, hace al dicho aguantarse [s’endurer]. De dónde ha procedido mi fixión de este punto δόξα que yo no 138
Doxa, opinión.
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he dicho, no lo sé y no puedo entonces como tampoco Freud dar cuenta “de lo que enseño”, salvo al seguir sus efectos en el discurso analítico, efecto de su matematización que no viene de una machine [máquina], pero que resulta depender del machin [aparato] una vez que él lo ha producido. Es notable que Cicerón haya sabido ya emplear ese término “Ad usum autem orationis, incridibile est, nisi diligenter attenderis, quanta opera machinata natura sit”139 (Cicerón, De natura deorum, 59, 149), pero más aún que yo lo haya hecho exergo a los tanteos de mi decir desde el ll de abril de 1956. La topología no está “hecha para guiarnos” en la estructura. Esa estructura, ella lo es como retroacción del orden de cadena en que consiste el lenguaje. La estructura, es lo aesférico oculto en la articulación lenguajera en tanto que un efecto de sujeto se capta en ella.Está claro que, en cuanto a la significación, ese “se capta en ella” de la subfrase, seudomodal, se repercute del objeto mismo que como verbo él envuelve en su sujeto gramatical, y que hay falso efecto de sentido, resonancia de lo imaginario inducido de la topología, según que el efecto de sujeto haga remolino de aesfera o que lo subjetivo de este efecto se “refleje” allí. Aquí hay que distinguir la ambigüedad que se inscribe de la significación, o sea del bucle del corte, y la sugerencia de agujero, es decir de estructura que de esta ambigüedad hace sentido. Así el corte, el corte instaurado desde la topología (al hacerlo ahí, de derecho, cerrado, que se lo note de una buena vez, en mi uso al menos), es el dicho del lenguaje, pero por no olvidar más su decir. Por supuesto están ahí los dichos que son objeto de la lógica predicativa y cuya suposición universalizante incumbe solamente a la esfera, digo: la, digo: esfera, o sea: que justamente la estructura no encuentra ahí más que un suplemento que es el de la ficción de lo verdadero. Se podría decir que la esfera, es lo que prescinde de topología. “Para el uso de la palabra, es increíble, salvo si atiendes cuidadosamente, cuánto de obra artificiosa [machinata] es la naturaleza”. 139
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El corte ciertamente recorta ahí (al cerrarse) el concepto sobre el que reposa la feria del lenguaje, el principio del intercambio, del valor, de la concesión universal. (Digamos que no es más que “materia” para la dialéctica, asunto de discurso del amo). Es muy difícil sostener esta dit-mension140 pura, porque estando por todas partes, pura no lo es jamás pero lo importante es que ella no es la estructura. Ella es la ficción de superficie con que la estructura se viste. Que el sentido le sea ajeno, que “el hombre es bueno” y asimismo el dicho contrario, no quiera decir estrictamente nada que tenga un sentido, se puede a justo título asombrarse de que nadie haya hecho de esta observación (de la cual una vez más l’évidence [la evidencia] remite al ser como évidement [vaciamiento]), referencia estructural. ¿Nos arriesgaremos a decir que el corte a fin de cuentas no ex-siste a la esfera? -Por la razón de que nada lo obliga a cerrarse, puesto que al permanecer abierto ella produce ahí el mismo efecto, calificable de agujero, pero porque aquí este término no pueda ser tomado más que en la acepción imaginaria de ruptura de superficie: evidente es cierto, pero por reducir lo que puede ceñir al vacío de un posible cualquiera del cual la sustancia no es más que correlato (composible sí o no: desenlace del predicado en lo proposicional con todos los pasos en falso con que uno se divierte). Sin la homosexualidad griega, luego árabe, y el relevo de la eucaristía todo ello hubiese necesitado de Otro recurso mucho antes. Pero se comprende que de las grandes épocas que acabamos de evocar, la religión sola a fin de cuentas, por constituir la opinión verdadera, la όρθή δόξα141, pudo a este matema dar el fondo con que se encontraba de hecho investido. Quedará siempre algo de eso incluso si se cree lo contrario, y es por eso que nada prevalecerá contra la Iglesia hasta el final de los tiempos. Puesto que los estudios bíblicos no han todavía salvado de eso a nadie. Sólo aquellos para quienes este tapón no tiene ningún interés, los teólogos por ejemplo, trabajarán en la estructura… Si el corazón se lo dice, pero
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Ver nota 13. Orto doxa, opinión verdadera o recta.
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cuidado con la náusea142. Lo que la topología enseña, es el lazo necesario que se establece del corte al número de vueltas de los que él consta para que así sea obtenida una modificación de la estructura o de la aesfera, único acceso concebible a lo real, y concebible de lo imposible en el que ella lo demuestra. Así de la vuelta única en la aesfera hace jirón esféricamente estable por introducir ahí el efecto del suplemento que ella toma del punto fuera de línea, la όρθή δόξα. Rizarla doble, esta vuelta, obtiene muy otra cosa: caída de la causa del deseo de donde se produce la banda moebiana del sujeto, demostrando en dicha caída no ser más que ex-sistencia al corte en doble bucle del que resulta. Esta ex-sistencia es decir y lo prueba con que el sujeto quede a merced de su dicho si él se repite, o sea: como la banda moebiana por allí encontrar su fading (desvanecimiento). Punto-nudo (es el caso143 decirlo), es la vuelta de la que se hace el agujero, pero solamente en ese “sentido” que de la vuelta, este agujero s’imagine [se imagina], o s’y machine [se maquina], como se quiera. La imaginación del agujero tiene consecuencias ciertamente: ¿es necesario evocar su función “pulsional” o, para decirlo mejor, lo que de ella deriva (Trieb)? Es la conquista del análisis haber hecho de eso matema, cuando la mística antes no testimoniaba de su prueba más que haciéndola indecible. Pero de permanecer en ese agujero, es la fascinación la que se reproduce, de la que el discurso universal mantiene su privilegio, más aún la vuelve cuerpo, a partir del discurso analítico. Con la imagen jamás se hará nada de eso. El semblable [semePosible juego de palabras, ya que avoir mal au coeur (literalmente: tener mal al corazón), significa, en una de sus acepciones, tener náuseas. 143 “Este punto-nudo es un “caso” en el sentido de la caída del dicho en la lógica esférica. Pero puede ser retomado en la interpretación (y su doble vuelta) y abrir “el caso de decir”, vale decir la ex-sistencia fuera de lo universal, el “decir” en oposición al “dicho”. Fierens, Ch.: Lectura de L’étourdit, Ediciones S&P, Barcelona, 2012, p. 352. 142
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jante] s’oupirera144 incluso de lo que s’y emblave [se siembra allí]. El agujero no se motiva en el guiño del ojo, ni en el síncope mnésico, ni en el grito. Que se lo aproxime al percibirse que la palabra [mot] se toma prestada de motus145, es de aplicación allí desde donde la topología se instaura. Un toro no tiene agujero, central o circular, más que para quien lo mira como objeto, no para quien es su sujeto, o sea de un corte que no implica ningún agujero, pero que lo obliga a un número preciso de vueltas de decir para que ese toro se haga (se haga si lo demanda, pues después de todo un toro vale más que un través)146, se haga, como prudentemente nos contentamos con imaginarlo, banda de Moebius, o contrebande [contrabando/contrabanda] si la palabra les gusta más. Un toro, como lo demostré hace diez años a gente falta de empantanarme en su contrabando con ellos, es la estructura de la neurosis en tanto que el deseo puede, por la re-petición indefinidamente enumerable de la demanda, rizarse en dos vueltas. Es con esta condición al menos que ahí se decide la contrabanda del sujeto, en ese decir que se llama la interpretación. Quisiera solamente faire un sort [hacer un sortilegio] a la sorte [suerte] de incitación que puede imponer nuestra topología estructural. He dicho la demanda enumerable en sus vueltas. Está claro que si el agujero no es para imaginar, la vuelta no ex-siste más que del número con que ella se inscribe en el corte del cual sólo el cierre cuenta. Insisto: la vuelta en sí no es contable; repetitiva, ella no cierra nada, no está ni dicha ni por decir, es decir ninguna proposición. Con lo cual sería demasiado decir que no depende de una lógica, que queda por hacer a partir de la modal. Pero si como lo asegura S’oupirera (“s’uspirará”) condensa soupirer (suspirar) y ou pire (o peor). Motus: en francés interjección, silencio. En latín, movimiento. 146 Travers. Tiene varias acepciones y usos, entre los cuales están: excentricidad, rareza; lado, costado; través; torcido; etc. R. Cevasco y J. Chapuis traducen “torcido”, en Fierens, Ch.: Lectura… op. Cit., p. 354. G. Esperanza y G. Trobas traducen “través”, en Otros Escritos, op. Cit., p. 510. 144 145
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nuestra figuración primera del corte con que del toro se hace la banda de Moebius, una demanda ahí basta, pero que puede repetirse por ser enumerable, es como decir que no se aparea a la doble vuelta con que se funda la banda más que al plantearse por el transfinito (cantoriano). Queda que la banda no sabría constituirse más que del hecho de que las vueltas de la demanda sean de número impar. Lo transfinito, permaneciendo exigible, porque nada, lo hemos dicho, se cuenta allí sino porque el corte se cierra, el llamado transfinito, tal Dios mismo del cual se sabe que se felicita por ello, le es ordenado ahí ser impar. He aquí lo que agrega una dit-mensión147 a la topología de nuesta práctica del decir. ¿No debe ella volver a entrar en el concepto de repetición en tanto que no es abandonada a sí misma, sino que esta práctica la condiciona, como lo hemos hecho también observar del inconsciente? Es impactante,-aunque ya visto por lo que digo, que se lo recuerde-, que el orden (entendamos: el ordinal) del cual he efectivamente desbrozado la vía en mi definición de la repetición y a partir de la práctica, ha pasado totalmente en su necesidad desapercibido por mi audiencia. De ello marco aquí la referencia para una retoma por venir. Digamos sin embargo el fin del análisis del toro neurótico. El objeto (a) por caer del agujero de la banda se proyecta après coup en lo que llamaremos, por abuso imaginario, el agujero central del toro, o sea alrededor de lo cual el transfinito impar de la demanda se resuelve con la doble vuelta de la interpretación. De esto, es de lo cual el psicoanalista ha tomado función al situarlo por su semblante. El analizante no termina más que al hacer del objeto (a) el representante de la representación de su analista. Es pues en tanto dure su duelo por el objeto (a) al que por fin lo ha reducido, que el psicoanalista persiste en causar su deseo: más bien maníaco-depresivamente. 147
Ver nota 13.
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Es el estado de exultación que Balint, al tomarlo de lado, no ha descrito menos bien: más de un “éxito terapéutico”, encuentra allí su razón, y sustancial eventualmente. Luego, el duelo se acaba. Queda lo estable del aplanamiento del falo, o sea de la banda, donde el análisis encuentra su fin, el que asegura su sujeto supuesto del saber: ...que, el diálogo de un sexo con el otro estando interdicto porque un discurso, sea cual sea, se funda por excluir lo que el lenguaje lleva en sí de imposible, a saber la relación sexual, de ello resulta para el diálogo al interior de cada (sexo) algún inconveniente, ...que nada sabría decirse “seriamente” (o sea para formar de serie límite) más que por tomar sentido del orden cómico, -al cual no hay sublime (incluso Dante aquí otra vez) que no haga reverencia-, ...y luego que el insulto, si resultase por el έρος148 ser del diálogo la primera palabra como la última (véaseaomero)149, el juicio también, hasta lo “último” permanece fantasma, y para decirlo, no llega a lo real más que al perder toda significación. De todo esto sabrá hacerse una conducta. Hay ahí más de una, incluso a montones, por convenir a las tres dit-mensions150 de lo imposible: tales como ellas se despliegan en el sexo, en el sentido, y en la significación. Si es sensible a lo bello, a lo cual nada lo obliga, lo situará con el entre-dos-muertes, y si alguna de estas verdades le parest151 buena para hacer oir, no es más que del mediodecir de la vuelta simple que se fiará. Estos beneficios, al sostenerse en un segundo-decir, no están menos establecidos, porque ellos lo dejen olvidado. Ahí está lo tajante de nuestra enunciación de partida. El dicho primero, idealmente espontáneo del analizante, no tiene sus efectos de estructura más que porque parsoit [“paresea”] el decir, dicho de otra manera que la interpretación haga parêtre [“pareser”]152. ¿En qué consiste Epos, épica. Conferomero, o “cfr. Homero” (La Ilíada). 150 Ver nota 13. 151 Parest: homofonía y condensación entre paraît (parece) y est (es). 152 Parêtre: homofonía y condensación entre entre paraître (parecer) y être (ser). 148 149
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el parêtre? En eso que producen los cortes “verdaderos”: a entender estrictamente los cortes cerrados a los que la topología no permite reducirse al punto fuera-de-línea ni, lo que es la misma cosa, hacer más que agujero imaginable. De este parêtre, no tengo que exponer el estatuto de otro modo que con mi recorrido mismo, habiéndome ya dispensado de connotar su emergencia en el punto, más arriba, donde la he permitido. Hacer una arrêt(re)153 [“parada en el ser”] en este recorrido sería al mismo tiempo le pén-êtrer154 [penetrarlo], hacerlo ser, y aun casi es todavía demasiado. Este decir que yo llamo a la ex-sistencia, este decir a no olvidar, del dicho primario, es con el que el psicoanálisis puede pretender cerrarse. Si el inconsciente está estructurado como un lenguaje, yo no he dicho: por-. La audiencia, si hace falta debe entenderse por ella algo como una acústica mental, la audiencia que tenía entonces era mala, los psicoanalistas no teniéndola mejor que los otros. A falta de un señalamiento suficiente de esta elección (evidentemente ni uno de esos trazos que los tocarían, por les é-pater155 [asombrarlos] sin más por otra parte), me hizo falta, ante la audiencia universitaria, ella que en este campo no puede más que engañarse, exhibir las circunstancias naturales que me impidieron elevar mis golpes sobre mis propios alumnos, para explicar que haya dejado pasar una extravagancia tal como hacer del inconsciente “la condición del lenguaje”, cuando es manifiestamente por el lenguaje que doy cuenta del inconsciente: el lenguaje, hice entonces transcribir en el texto revisado de una tesis, es la condición del inconsciente. Nada sirve de nada, cuando se está tomado por ciertas horquiArrêt(re): condensación entre arrêt (parada) y être (ser): “parada en el ser”, podría interpretarse, como lo ha hecho la traducción de Otros escritos… op. Cit. 154 Pén-êtrer: homofonía y condensación entre pénétrer (penetrar) y être (ser). Probablemente, “penetrarlo de ser”. 155 Épater es asombrar, pasmar, impactar. En el seminario ...ou pire, Lacan juega con é-pater como aquí, al incluir el pater (padre) latino, diciendo: “el é-pater ya no nos impacta (épate)” (1-6-72). 153
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llas mentales, ya que estoy aquí forzado a recordar la función, especificada en lógica, del artículo que lleva a lo real de lo único el efecto de una definición, -un artículo, él, “parte del discurso”, es decir, gramatical, haciendo uso de esta función en la lengua de la que me sirvo, por ser ahí definido definido. El lenguaje no puede designar más que la estructura de la que hay efecto de lenguajes, estos varios abriendo el uso del uno entre otros que da a mi como su muy preciso alcance, el del como un lenguaje, por el cual justamente diverge del inconsciente el sentido común. Los lenguajes caen bajo el golpe del notodos de la manera más cierta ya que la estructura no tiene aquí otro sentido, y que es en eso que ella atañe a mi recreación topológica de hoy. Así la referencia de la cual sitúo el inconsciente es justamente lo que a la lingüística le escapa, porque como ciencia nada tiene que hacer con el parêtre156, como tampoco noumène157 [nos lleva al noúmeno]. Pero ella nous mène158 efectivamente, y Dios sabe dónde, pero seguramente no al inconsciente, que por tomarla en la estructura, la desorienta en cuanto a lo real con que se motiva el lenguaje: ya que el lenguaje, es eso mismo, esa deriva. El psicoanálisis no accede ahí, él, más que por la entrada en juego de Otra dit-mension159 que se abre ahí porque el animador (del juego) “haga semblante” de ser el efecto de lenguaje mayor, el objeto del cual se (a)nima el corte que así permite: es el objeto (a), para llamarlo con la sigla que le asigno. Esto, el analista lo paga al deber representar la caída de un discurso, luego de haber permitido al sentido ceñirse alrededor de esta caída a la que se consagra. Lo que denuncia la decepción que causo a muchos lingüistas sin salida posible para ellos, si bien de eso tengo, yo, el desenredo. ¿Quién no puede ver en efecto al leerme, incluso al haberme oído decir en claro, que el analista está desde Freud muy adelantado en esto Ver nota 107. Noumène: homofonía y condensación entre nous mène (nos lleva) y noumène (noúmeno). “Tampoco nos lleva al noúmeno”. 158 Nous mène, nos lleva. 159 Ver nota 13. 156 157
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sobre el lingüista, sobre Saussure por ejemplo, quien se queda en el acceso estoico, el mismo que el de San Agustín? (cf., entre otros, el De magistro, del cual por fechar en él mi apoyo, indiqué bastante el límite: la distinción signans-signatum). Muy adelantado, yo dije en qué: la condensación y el desplazamiento antecediendo al descubrimiento, con ayuda de Jakobson, del efecto de sentido de la metáfora y la metonimia. Por muy poco que el análisis se sustente con la chance que le ofrezco, este avance, él lo conserva, y lo conservará con tantos relevos como los que el porvenir quiera aportar a mi palabra. Pues la lingüística en cambio para el análisis no desbroza nada, y el sostén mismo que he tomado de Jakobson, no es, en relación a lo que se produce para borrar la historia de la matemática del orden del après-coup, sino del contragolpe, en beneficio, y decir-segundo, de la lingüística. El decir del análisis en tanto que él es eficaz, realiza lo apofántico que con su sola ex-sistencia se distingue de la proposición. Es así que pone en su lugar a la función proposicional, en tanto que, pienso haberlo mostrado, ello nos da el único apoyo para suplir al ab-sens [au-sentido, ausencia] de la relación sexual. Este decir ahí se renombra, con el embarazo que traicionan unos campos tan desperdigados como el oráculo y el fuera-de-discurso de la psicosis, por el préstamo que les hace del término interpretación. Es el decir del que vuelven a asirse, por fijar ahí el deseo, los cortes que no se sostienen como no cerrados más que por ser demandas. Demandas que por aparear lo imposible con lo contingente, lo posible con lo necesario, amonestan las pretensiones de la lógica que se dice modal. Este decir no procede más que del hecho de que el inconsciente, por estar “estructurado como un lenguaje”, es decir lalangue160 que habita, está sujeto al equívoco con que cada una se distingue. Una lengua entre otras no es nada más que la integral de los equívocos que su historia ha dejado ahí persistir. Es la vena de la que lo real, lo único para el discurso analítico en motivar su salida, lo real de que no hay relación sexual, ha hecho ahí depósito en el curso de las 160
Lalangue: neologismo que junta la y langue (la y lengua).
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edades. Esto en la especie en la que este real introduce al uno, o sea a lo único del cuerpo que de eso toma órgano, y por ese hecho hace ahí órganos descuartizados por una disyunción por donde sin duda otros reales se ponen a su alcance, pero no sin que la vía cuádruple de esos accesos se infinitice para que se produzca de allí el “número real”. El lenguaje pues, en tanto esta especie tiene en él su lugar, no hace allí efecto de otra cosa más que de la estructura de la que se motiva esta incidencia de lo real. Todo lo que de él parest161 un semblante de comunicación es siempre sueño, lapsus o joke. Nada que hacer pues con lo que se imagina y se confirma en muchos puntos de un lenguaje animal. Lo real allí no ha de apartarse de una comunicación unívoca de la cual también los animales, al darnos el modelo, nos harían sus delfines: una función de código se ejerce ahí por donde se hace la neguentropía de resultados de observación. Más aún, se organizan ahí unas conductas vitales con símbolos en todo semejantes a los nuestros (erección de un objeto al rango del significante del amo en el orden del vuelo de migración, simbolismo de la parada tanto amorosa como de combate, señales de trabajo, marcas de territorio), con la salvedad de que estos símbolos no son jamás equívocos. Estos equívocos con los que se inscribe lo accesorio de una enunciación se concentran en tres puntos-nudo donde se observará no sólo la presencia de lo impar (más arriba juzgado indispensable), sino que ninguno imponiéndose como el primero, el orden con que vamos a exponerlos se mantiene ahí y con un doble bucle más bien que con una sola vuelta. Comienzo por la homofonía, de la que la ortografía depende. Que en la lengua que es la mía, como con ella jugué más arriba, deux [dos] haga equívoco con d’eux [de ellos], conserva huella de ese juego del alma por el cual faire d’eux deux-ensamble [hacer de ellos dos-juntos] encuentra su límite en “faire deux” d’eux [hacer dos de ellos]. 161
Ver nota 98.
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Se encuentran otros en este texto, del parêtre162 [pareser] al s’emblant163 [semblante/sustrayente]. Sostengo que todas las jugadas están aquí permitidas por la razón de que estando cualquiera a su alcance sin poder ahí reconocerse, son ellas las que nos juegan. Salvo que los poetas las hagan cálculo y el psicoanalista se sirva allí donde conviene. Donde es conveniente para su fin: o sea para, de su decir que ahí re-hiende al sujeto, renovar la aplicación que de él se representa sobre el toro, sobre el toro en el que consiste el deseo propio a la insistencia de su demanda. Si una hinchazón imaginaria puede aquí ayudar a la transfinitización fálica, recordemos sin embargo que el corte no funciona menos al llevarlo sobre ese arrugado, que en el dibujo jirafoide del pequeño Hans he glorificado en su tiempo. Pues la interpretación se secunda aquí con la gramática. A lo que, en este caso como en los otros, Freud no se priva de recurrir. No insisto sobre lo que subrayo de esta práctica confesada en muchos ejemplos. Sólo destaco que es eso lo que los analistas imputan púdicamente a Freud como un deslizamiento hacia el adoctrinamiento. Esto en unas fechas (cf. la del Hombre de las Ratas) en que él no tiene más trasmundo que proponerles que el sistema Ψ acosado por “incitaciones internas”. Así los analistas que se aferran a la baranda de la “psicología general” no son siquiera capaces de leer, en esos casos deslumbrantes, que Freud hace a los sujetos “repetir su lección” en su gramática. Con la salvedad de que él nos repite que, del dicho de cada uno de ellos, debemos estar dispuestos a revisar las “partes del discurso” que hemos creído poder retener de los precedentes. Por supuesto eso es aquí lo que los lingüistas se proponen como ideal, pero si la lengua inglesa parest164 propicia a Chomsky, he marcado que mi primera frase se inscribe en falso por un equívoco contra su árbol transformacional. “Yo no te lo hago decir”. ¿No es esta acaso el mínimo de la inVer nota 107. Ver nota 58. 164 Ver nota 107. 162 163
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tervención interpretativa? Pero no es su sentido lo que importa en la fórmula que lalangue165 que uso aquí permite dar de eso, es que la amorfología de un lenguaje abra el equívoco entre “Tú lo has dicho” y “Yo lo tomo aún menos a mi cargo, cuando cosa parecida, no te la he hecho por quienquiera hacer decir”. Cifra 3 ahora: es la lógica, sin la cual la interpretación sería imbécil, los primeros en servirse de ella son bien entendido los que, para del inconsciente trascendentalizar la existencia, se arman con las observaciones de Freud de que sea insensible a la contradicción. Sin duda no les ha llegado todavía que más de una lógica se ha jactado de prohibirse este fundamento, sin por ello quedar menos “formalizada”, lo que quiere decir apta para el matema. ¿Quién reprocharía a Freud un tal efecto de oscurantismo y los nubarrones de tinieblas que de inmediato, de Jung a Abraham, se acumularon para responderle? -Ciertamente yo no, que tengo también, en este lugar (desde mi reverso), algunas responsabilidades. Recordaré solamente que ninguna elaboración lógica, eso desde antes de Sócrates y de otras tradiciones que la nuestra, procedió nunca más que de un núcleo de paradojas, -para servirse del término, admisible por doquier, con que designamos los equívocos que se sitúan desde este punto, que, por llegar aquí tercero, es asimismo primero o segundo. ¿Frente a quién fracasé este año en hacer sentir que el rejuvenecimiento [bain de Jouvence] con el que el matema llamado lógico ha reencontrado para nosotros su asidero y su vigor, son esas paradojas no sólo refrescadas por ser promovidas en nuevos términos por un Russell, sino aun inéditas al provenir del decir de Cantor? ¿Iré a hablar de la “pulsión genital” como del catá-logo de las pulsiones pregenitales en tanto no se contienen a sí mismas, sino que tienen su causa en otra parte, o sea en ese Otro al que la “genitalidad” no tiene acceso más que si toma “barra” sobre ella de la división que se efectúa por su pasaje al significante mayor, el falo?. Y para el transfinito de la demanda, o sea la re-petición, volveré yo sobre eso de que no tiene otro horizonte que dar 165
Ver nota 115.
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cuerpo a que el dos no sea menos que ella inaccesible por sólo partir del uno que no fuese el del conjunto vacío?. Quiero aquí marcar que no hay ahí más que recopilación -sin cesar alimentada con el testimonio que me dan de ello aquellos por supuesto cuyas orejas abro-, recopilación de lo que cada uno puede tan bien como yo y ellos coger de la boca misma de los analizantes por poco que se haya autorizado a tomar el sitio del analista. Que la práctica con los años me haya permitido hacer con ello dichos y redichos, edictos, desdichos, es bien la burbuja con que todos los hombres se hacen el lugar que merecen en otros discursos que aquel que propongo. Por hacerse allí guiadores de raza a quienes se confían los guiados, pedantes… (cf. más arriba). Por el contrario en el acceso al lugar donde se profiere lo que enuncio, la condición tomada de origen por primera, es la de ser el analizado, o sea lo que resulta del analizante. Todavía me falta para mantenerme allí en lo vivo de lo que me autoriza, a ese proceso recomenzarlo siempre. Donde se capta que mi discurso está por relación a los otros a contrapendiente, he dicho ya, y se confirma mi exigencia del doble bucle para que el conjunto ahí se cierre. Esto alrededor de un agujero de ese real del que se anuncia eso de lo cual après-coup no hay pluma que no resulte testimoniar: no hay relación sexual. Así se explica ese midire [mediodecir] que venimos de llevar a cabo, ese por el que la mujer desde siempre sería leurre [señuelo] de verdad. Quiera el cielo al fin roto por la vía que abrimos láctea, que algunas por ser notodas, para el hommodit166 hagan llegar l’heure [la hora] de lo real. Lo que no sería forzosamente más desagradable que antes. No será un progrès [progreso], no hay uno que no sea regret [añoranza], pesar [regret] de una pérdida. Pero que se en rie [ría de eso], la lengua que sirvo se encontraría rehacer ahí el joke de Demócrito sobre el μηδεν167: extrayéndolo por caída del μη de la 166 167
Ver nota 61 Meden (nada). Cf. Patricia Polari: La escritura del sexo…, op. Cit.
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negación de la rien168 [nada] que parece llamarlo, tal como nuestra banda lo hace por sí misma en su auxilio. Demócrito en efecto nos regaló el άτομος169, del real radical, al elidir su “no”, μη170, pero en su subjuntividad, o sea ese modal del cual la demanda rehace consideración. Mediante lo cual el δεν171 fue bien el pasajero clandestino del que el clam172 hace ahora nuestro destino. No más materialista en eso que cualquier sensato, que yo o que Marx, por ejemplo. En cuanto a Freud, no lo juraría: quién sabe la semilla de palabras felices que ha podido crecer en su alma de un país donde la Cábala caminaba. A toda materia, le hace falta mucho espíritu, y de su cosecha, pues sin eso ¿de dónde le vendría? Eso es lo que Freud ha sentido, pero no sin el pesar que mencioné hace poco. No detesto pues en absoluto ciertos síntomas, ligados a lo intolerable de la verdad freudiana. Ellos la confirman, y aun al creer tomar su fuerza de mí. Para retomar una ironía de Poincaré sobre Cantor, mi discurso no es estéril, engendra la antinomia, y mejor aún: se demuestra poder sostenerse aun de la psicosis. Más afortunado que Freud quien, para abordar de eso la estructura, ha debido recurrir a ese resto que son las Memorias de un difunto, es de una retoma de mi palabra que nace mi Schreber (y aun aquí bipresidente, águila de dos cabezas). Mala lectura de mi discurso sin duda, es de ello una buena: es el caso de todas: con el uso. Que un analizante llegue por eso muy animado a su sesión, basta para que encadene directo sobre su materia edípica -como de todas partes me vuelve el informe. Evidentemente mi discurso no tiene siempre unos rechazos tan felices. Para tomarlo bajo el ángulo de la “influencia” cara a las tesis universitarias, eso parece poder ir bastante lejos, a la luz especialmente de un remolino de semantofilia que se tendría por Juego entre en rie (ría de eso) y rien (nada). Átomos, átomo. 170 Me, no. 171 Den, partícula que Demócrito extrae de meden. 172 En latín, escondido, secreto. 168 169
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precedente, entonces con una fuerte prioridad es lo que yo centraría con la mot-valise [palabra-valija]. Se movalise sin fin desde hace un tiempo hasta donde alcanza la vista y no es ¡por desgracia! sin deberme de eso un trozo. Ni me consuelo ni me lamento por ello. Es menos deshonroso para el discurso analítico que lo que se produce de la formación de las sociedades de ese nombre. Allí, es de tradición el filisteísmo que da el tono, y las recientes reprimendas contra los sobresaltos de la juventud no hacen nada más que conformarse a ello. Lo que yo denuncio, es que todo es bueno para los analistas de esa filière [sector] para se défiler [escabullirse] de un défi [desafío] del cual sostengo que toman existencia, -pues aquí es un hecho de estructura que los determina. El desafío, yo lo denoto con la abyección. Se sabe que el término absoluto ha obsesionado al saber y al poder, -irrisoriamente, hace falta decirlo: allí él parecía, quedaba esperanza, que los santos por otro lado representan. Pero hace falta desengañarse de eso. El analista se declara fuera de juego [forfait]. En cuanto al amor que el surrealismo quisiera que las palabras hicieran, ¿es eso decir que se queda ahí? Es extraño que lo que el análisis demuestra allí de encubrimiento no haya hecho brotar recurso de semblante. Para terminar según el consejo de Fenouillard173 concerniente al límite, saludo a Henri-Rousselle del cual por tomar aquí ocasión, no olvido que me ofrece lugar para, de este juego del dicho al decir, hacer la demostración clínica. ¿Dónde mejor he hecho sentir que con lo imposible de decir se mide lo real, en la práctica?
Fenouillard, personaje de La familia Fenouillard, historieta de fines de siglo pasado, muy popular en Francia, escrita por Armand Colin. El consejo al que alude Lacan es el siguiente: “Quand la borne est franchie il n’est plus de limites!”, “¡Cuando se ha pasado la raya ya no hay límites!” (nota tomada de la traducción de Otros escritos, op. Cit.). 173
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Y fecha la cosa en: Beloeil174, el 14 de julio de 1972 Beloeil, donde se puede pensar que Carlos I, aunque no de mi ligne175 [línea], me ha hecho falta, pero no, que se sepa, Coco, forzosamente Beloeil [ojolindo] por habitar en la posada vecina, o sea la guacamaya tricolor que sin tener que explorar su sexo, he debido clasificar como hétero, -en tanto se lo diga ser hablante.
De Wikipedia: Beloeil (en francés Belœil, que deriva del francés baileul, que significa barrera o empalizada), es una agrupación municipal francófona belga, situada en Valonia, en la provincia de Henao. Tiene 13,000 habitantes y 61,55 km²./Destaca por su castillo y jardín del mismo nombre, que pertenece a la casa principesca de Ligne. El actual propietario es Michel de Ligne, XIV Príncipe de Ligne. La figura histórica más importante asociada a él fue el séptimo príncipe de Ligne, Charles-Joseph de Ligne, autor, entre otras obras literarias, de Coup d’œil sur Beloeil et les principaux jardins de l’Europe (1781). 175 Ver nota anterior. 174
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Autores Patricia Alvarez Zunino Lic. en Psicología y psicoanalista. Encargada Docencia e Investigación. Centro Salud Mental Nº1 Dr. Hugo Rosarios.
Horacio Rodríguez O’Connor Médico Especialista en Psiquiatría. Director de Programas Especiales de la Dirección General de Salud Mental del GCBA. Jefe de Unidad del CSM n° 1 “Dr. Hugo Rosarios”. Magister en Psiconeurofarmacología. Universidad Favaloro. Docente Adscripto de la Facultad de Medicina. UBA.
Ana Berezin Psicoanalista. Ex asesora del Centro de Asistencia a víctimas de violaciones a los DD HH. Dr F. Ulloa. Secretaria de DDHH del Ministerio de Justicia y DDHH de la Nación, 20102015. Ex directora del Programa de Asistencia Humanitaria y Psicológica a los refugiados colombianos en América Latina. 2003-2010. HIAS-ACNUR. Docente y supervisora en diferentes hospitales y centros de Salud Mental. Autora entre otros libros de “Sobre la Crueldad. La oscuridad en los ojos”. Primera edición 1998. Homo Sapiens. Segunda edición ampliada 2010. Psicolibro Ediciones. “Crónica de siete años de trabajo con refugiados latinoamericanos”. Psicolibro Ediciones 2014.
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Lucía Natalí García Licenciada en Psicología (UBA) y Residente de psicología clínica en el Hospital General de Agudos “Dr. ignacio Pirovano” y Centro de Salud Mental n°1 “Hugo Rosarios”.
Adriana Granica Psicóloga (UBA) y Abogada (UBA). Miembro Comité CASADIN. Miembro Colegio de Psicoanalistas. Coordinadora Equipo Abogados del Niño Asociación de Abogados de Buenos Aires. Coordinadora Consultoría Interdisciplinaria derechos de Niños CSMN1. Integrante del Área Comunidad – Salud e Inclusión Social del CSMN1.
Carlos Noseda Psiquiatra, Psicoanalista Miembro del Capítulo de Epistemología e Historia de la Psiquiatría de APSA.
Andrea Douer Licenciada en psicología . Profesional de planta del Csmn1 desde el año1994. Formó parte del Hospital de Día de Adicciones durante los años 1992 -2006. Coordinó el equipo y realizó actividades de Prevención asistencia y capacitación. Actualmente, Coordinadora del Equipo de Grupos. Forma parte del Dispositivo de Demanda Espontánea.
Daniel Izrailit Psicoanalista, Psiquiatra, Docente, Coordinador de Talleres de Lectura y Escritura.
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Helena Chada Licenciada en Psicologia: egresada de UNSL1979. Desde el 2015 se desmpeña como Directora de “Centro Uno: Investigación asistencia y acción comunitaria en Salud Mental”. SoNo Connecticut USA. 2015-presente. Desde el 2004 hasta el presente practica privada en Connecticut, USA. Entre el 2001 y el 2006: Clinician at Child Guidance Center, Southern Ct, Usa. Ex Psicóloga de Planta Centro de Salud Mental #1 “Dr Hugo Rosario” 1990-1999. Docente facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires (1988-1999). Conicet: Becaria (1984-1989).
Debora Zilberman Licenciada en psicología. Artista Plástica perteneciente al “Grupo Sobremesa” de gestión performática. Profesional de Planta del CSM N1 desde el año 1994. Coordinadora del Equipo de Adicciones 2001-2008. Coordinadora Equipo de Grupo. Forma parte del Dispositivo de Demanda Espontánea.
Santiago Avogadro. Psicólogo psicoanalista. Residente, Jefe de residencia Pirovano Centro N 1. Integrante del equipo adultos tarde y de La Cigarra.
Melisa L. Rapoport Licenciada en Psicología (UBA) con Honores. Psicoanalista. Cursando segundo año de Posgrado en Psicología Clínica: Concurrente en el Equipo de Niños y en el Equipo de Grupos en el Centro de Salud Mental Nº1 “Dr. Hugo Rosarios”. Maestra de apoyo en Primer Grado en la Escuela N°26.
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Elizabeth Abadie Licenciada en Psicología, Universidad de Belgrano. Post-grado Escuela de Psicoanálisis del Hospital Borda- Metáfora Freudiana. EJERCICIO PROFESIONAL: Ámbito Privado: Psicoanalista – Clínica de Adultos. Ámbito Institucional Publico: Integrante de Equipo de Adultos MañanaConsultorios Externos- Centro de Salud Mental y Acción Comunitaria Nro1 “Dr. Hugo Rosarios”- Coordinación de Equipo Adultos Mañana– Coordinadora Hospital de Día del Hospital de Emergencias Psiquiátricas Dr. T de Alvear- Coordinadora Taller “El Mural” Consultorios Externos- Colaboradora Docente de Postgrado de UBA-“El Analista como soporte de la Clínica”.
Isabel Celia Apelian Licenciada en Psicología, Universidad de Buenos Aires. EJERCICIO PROFESIONAL: Ámbito privado: Psicoterapia individual pacientes adultos y adolescentes y niños - Orientación a padres/ y a padres de hijos con discapacidad. Área institucional – comunitaria: 1) CENTRO DE SALUD MENTAL Y ACCION COMUNITARIA Nª1 HUGO ROSARIOS: Psicóloga del equipo Adultos Mañana, consultorios externos- Docente del Programa Formación de Concurrentes y Seminarios de Post Grado- Miembro Comisión Docencia e Investigación .Coordinadora Taller de Radio: “Radio Eco” (FM Radio Latinoamericana 97 MHZ), Coordinadora Taller: “El Mural”. Consultorios Externos. 2) A.P.A.N.D (Asociación Pro Ayuda al niño discapacitado) Baradero Pvcia. Bs.As. 3) FUNDACION ESTILOS: Psicoterapia con adolescentes- Seminarios y grupos de trabajos de investigación- Presentación de casos clínicos e investigación en Jornadas Científicas anuales.
Patricia Polari Psicoanalista. Ex docente de la Universidad de la Plata.
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Publicó los seminarios leer el deseo y el sujeto y el goce. Publicó varios artículos en diversos medios. Autora del libro La escritura del sexo. Ed. Letra viva. Lo inconsciente en Lacan Ed. Letra viva, Física y erótica Ed. Letra viva.
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“La historia es siempre y ante todo una elección y los límites de esa elección.” Roland Barthes
“Venía luchando activamente por algo más amplio que mejorar la atención de los pacientes psiquiátricos. Venía luchando por cambiar los modos de aproximación a las problemáticas y buscaba crear condiciones y mentalidades distintas en la organización de servicios. Por eso (...) inventaba nuevos lugares de trabajo, rastreaba posibilidades, integraba psiquiatría clínica, perspectivas sociales y psicoanálisis.” Mauricio Goldenberg