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Máscara sin orificios, por Roy Alfonso Vega Jácome - Poesía

Padezco en el diván las preguntas que rebotan desde el techo cielorraso o meditación profunda los vientos pardos gimen al virar sus engranajes crepuscular memoria y tan desollada amargos mares y tan trenzados al alba jadeo de brebajes turbios me incineran las directrices de la terapia ausente pintura que se atasca en mis párpados falsedad

laringe atravesada por cicatrices de neón y la inhóspita ceguera este fruto ya arremangado por el eclipse este no poder contar las marcas que van dejando las cortinas el juego del cántaro y la flama el divertimento de los guerreros y los ofidios cebar un círculo de arena con pesados minerales dialogar con fichas lanzadas al aborto palpo los espacios en blanco que me pueblan y extraño las hogueras los acordes capas en la profundidad del océano capas en la orgía del pasto recién lavado capas vigilando los cirros endurecidos palpo las preguntas que han caído como el polen sobre las sábanas

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y hallo cisuras edictos incomprensibles vuelvo sobre mis pasos carentes de edad nada es más hermoso que la ceguera recién lavada nada es más terrible que la presencia de dos cuencos vacíos

vuelvo sobre mis pasos sobre mi tacto perdido y una venda me imprime dos costras que conversan

los espectros bailaron en nuestra esquina yo no oí tal relato pero lo recuerdo los frailes flotando en el sendero de piedras y a lo lejos la gran puerta blanca eran fantasmas ebrios de tela tal vez sastres tal vez jornaleros iban al huerto a castrar animales olfateaban el adobe pulposo cincelaban el charco forestal pila bautismal ¿mezclaste tú las edades? cómo la fiesta nos regurgita del tiempo

DE RUMORES DE UN ARPA RETORCIÉNDOSE EN LA HOGUERA (2014) buda es un comerciante obeso que mira el atardecer (breve ensayo teológico)

puedes pedir otra jarra de vino, pero esta noche no esperes a los dioses en tu mesa. antonio cisneros

extendidos en la inmensa palma, averiguamos el origen del fruto volcánico y excretamos el polen que como arenisca reposa en el lodo. extendidos entre mantras y espirales, ojeamos la pereza del pavo real y caemos con la boca espumosa llamando a la eternidad que esconde sus augurios. esto es la eternidad: la palma inmensa tornándose cruz, la olla enterrándose bajo la serpiente voladora, el mar abriéndose para facilitar la diáspora, el trueno blandiendo su hacha de pétalos y conjuros. es esto la eternidad: el raro movimiento de nuestros labios, de nuestras piernas, recibiendo como toda respuesta un espejo quebrado. extendidos en nuestra propia sombra, ya no hay puntos en la frente que nos sometan.

cráneos de cristal

los he llamado con la rigidez propia de los que aprendieron tarde a caminar, tarde a levantar la vista y retener la cascada, tarde a celebrar los sacrificios y comprender el ciclo de la tierra. los he llamado tratando de lacerar sus capas para untarme con el aceite primordial, contrastando mis lejanas plegarias con el calor incomprensible de un animal en su caverna. los he observado cubiertos de musgo y vendajes, sordos al suplicio de la vegetación árida, depurando enseñanzas y edictos de sus costras abiertas. son ustedes cráneos de cristal que no se rompen en mis manos, pero se quiebran cuando la mano infinita imprime su huella.

trazos de anubis (una escultura) perro adolorido por los fuegos artificiales. perro de hocico puntiagudo y orejas de asteroide. tal vez tu gran ojo mortuorio distrae mis afanes descriptivos. tal vez tu falsa cabeza de perro esconde un cráneo prehistórico. debiera decir: dinosaurio obnubilado por los fuegos de un meteoro. dinosaurio de frente achatada y cuernos mutilados. tal vez tu gran cuenca vacía desfigura mi paladar. tal vez tu borrosa actitud de fiera esconde un aullido interior. como huellas dactilares se superponen las líneas gruesas sobre las líneas delgadas. nada rodea tu cráneo a la deriva: ni la arena ni los surcos proyectados por los satélites del nuevo siglo. chacal adolorido por un fuego trocado en vapor o neblina. chacal de perfil asombrado y sesos derretidos. hoy exploramos las rejas de la menstruación cerebral. hoy contradecimos los preceptos que nos parieron en esta isla.

DE MUESTRA DE ARTE DISECADO (2016) (etapas del espíritu / runas grabadas en la piel) nunca nadie ha escrito o pintado, esculpido, modelado, construido, inventado, sino para salir realmente del infierno. ANTONIN ARTAUD escritura que sangra, que se contempla en medio de un charco donde pernoctan las flores de plástico, que susurra canciones cuando los animales disecados se arrastran de su sueño intemporal. el alma y el cuerpo por igual, la carne y el espíritu, trazan figuras en las paredes de este recinto. conversan, ríen, beben el líquido negro que escapa de cada rincón, reúnen los fragmentos de un rompecabezas con apariencia humana. hay cientos de fantasmas que reposan en el lecho de las palabras, ese artefacto que con el pasar del tiempo se ha vuelto más y más esquivo. aquí hay voces encerradas, visiones de mundo, versos de ritmo desesperado. todo lo desconocido me alimenta.

son desconocidas las páginas de estos pequeños sepulcros. son desconocidas las manos que los mueven de un punto al otro del universo. son desconocidas las serpientes de humo que se disfrazan de cánticos y plegarias.todo lo desconocido me alimenta. esta permanente muestra en la que objetos y estrofas que nadie quiere han ido a parar a mi mesa vacía. este cruel descanso en el que trato de buscar espejismos que me den calcos de respuestas. La carne y el espíritu por igual, el lenguaje y el deseo, con dulzura se recuestan en un prado para contemplar los objetos que han ido construyendo como diligentes orfebres de la nada.

00 cientos de olas te acarician y van a morir detrás de tu mirada, que parece llamar a los astros con dulzura y rencor. como una flor de loto abriéndose en el centro del universo. abro los ojos y allí estás. te veo (te imagino) caligrafiada en la cama, como el misterio de un territorio en el que, sin saberlo, me he anclado. te imagino (sí, te imagino) abandonada a los fluidos de tu cuerpo, a sus sonidos grotescos pero tan humanos. ¿con quién compartirás en este instante la tortura de las sábanas? te hablo y no te hablo. te pienso y no te pienso. hoy te confundes con esta que duerme delante de mi insomnio. ya te lo expliqué mientras permanecías en el reino de los vivos, en una época anterior a la pequeña muerte que ahora contemplo.

pero resulta tan difícil coger al vacío de los cabellos, oler su perfume mezclado con tabaco, volver a entregarse a extensas charlas que embellezcan el peso de los enigmas. los vientos pardos traen tu recuerdo. se mueven por aquí, entre las cortinas, cerca del techo, sobre la cálida luz del lamparín rojo. me acerco muy despacio. no despiertes todavía. quiero ver el amanecer a tu lado. saber si aún es posible que mi mirada recupere el viejo hechizo del asombro.

—breve conversación con el maestro, donde reafirma que vida y escritura son indesligables— puedes escribir adelante o al reverso: ambas caras te contarán lo que sucedió. El maestro dice que en el futuro próximo un ermitaño de vasta cultura y ademanes opacos dará a luz un libro que contenga las frases y versos esenciales de la literatura universal. yo le pregunto en qué idioma lo escribirá. el maestro opta por no responderme. en vez de ello comienza a trazar figuras en el aire: de sus dedos gotean pústulas semejantes a un millar de serpientes cíclicas. «en verdad te digo: una lira sin cuerdas parece ser el cadáver perfecto».

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