Revista Pesca suplemento marzo 2021

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IDEOLOGÍA Y CAMBIO DE ÉPOCA La fuente de nuestros problemas está en nuestra ideología; es decir, en nuestras maneras más fundamentales de pensar. Si estas maneras no cambian, cualquier modificación que hagamos en nuestra praxis acabará generando los mismos resultados improductivos. Solo con una ideología válida podremos entender la naturaleza de los procesos del desarrollo y también de las fuerzas contrarias que los impiden (Hamel, 2012). Reiteramos: todos estamos atrapados entre supuestos muy arraigados dentro de diversas construcciones ideológicas que pocas veces son alteradas. Así, los nuevos sucesos, por lo general, no son absorbidos por estas construcciones ideológicas sino más bien son descartados. El reto es derribar estas construcciones o debilitarlas por lo menos. Para hacerlo, tendremos que reconocer primero que estamos dentro de una de ellas, paso que gran parte de nuestros especialistas y ejecutivos no dan, pues, por lo general, solo se guían por criterios meramente técnicos (ídem). En los momentos de crisis general que vivimos, más aún, estamos obligados a buscar nuevas estrategias de creación de valor. Sin embargo, esto no se podrá realizar si las personas dan por sentado el 90% de su modelo mental existente. La confirmación persistente de lo que ya se cree es una pérdida total de tiempo. Es difícil imaginar estrategias revolucionarias cuando nueve décimas partes de nuestro cerebro están atadas de pies y manos (ídem). En tal sentido, es el momento de crear los nuevos liderazgos que necesitamos, que posean un profundo conocimiento de sus organizaciones. En otras palabras, que consideren a sus instituciones como sistemas vivientes y que las valoren dentro del contexto de sistemas más grandes, de los cuales ellas también forman parte (Drucker, 1996) … Asumiendo que las ideas que se salen de los límites establecidos, con el objeto de probar algo nuevo, son vistas como “distracciones peligrosas”; precisamente porque develan los procesos que perpetúan el statu quo. Sin embargo, lo único peligroso es el mismo statu quo que está allí para frustrar lo nuevo, lo no convencional (Hamel, 2000). Historia mundial, crisis general y cambio de época La historia mundial se ha desarrollado a través de un proceso compuesto por grandes etapas—sociedades, sistemas, épocas o civilizaciones—que se diferencian, fundamentalmente, por sus factores básicos de producción social como lo estableció Peter Drucker. A su vez, estas grandes épocas que componen la permanente evolución histórica, han sido constituidas por tres periodos únicos: uno inicial de constitución y expansión; uno intermedio de potenciación e imperialismo; y, uno final de globalización y obsolescencia como el que vivimos desde Revista Pesca Suplemento marzo 2021

mediados del siglo XX. Finalmente, todos estos periodos se han entrelazado por momentos, relativamente cortos en el tiempo, de grandes crisis y reestructuración total. Cuando en el seno de todas las grandes etapas de la sociedad humana surgen nuevos factores cruciales de producción social, sin los cuales los factores básicos de producción sistémica vigentes no podrían impulsar la rueda de la evolución social, nace el tercer período final de la etapa en desarrollo. De esta manera, la Era Primitiva inició su tercer período terminal cuando surgieron los primeros poderes teocráticos y las primeras “esclavaturas”. Igualmente, la Sociedad Antigua (o Esclavismo), cuando en ella crecieron considerablemente los feudos y los siervos, inicia su fase final. Por su parte, el último período de la Sociedad Medieval (o Feudalismo) se inició cuando el capital y el trabajo de jornaleros se tornaron en los nuevos factores cruciales de la producción y el desarrollo. Actualmente, en la Sociedad Capitalista mundial (Capitalismo), a partir de mediados del siglo XX, han surgido de forma crucial nuevos elementos de producción social, en tal cantidad e importancia que el capital y el salario ya no constituyen sino solo algo complementario para el desarrollo. Estos elementos inéditos son determinantes para el desarrollo del tercer período de la Sociedad Contemporánea y para la conformación de los cimientos de la próxima civilización: la poscapitalista (o Tecnocracia). (Los nuevos factores cruciales del desarrollo humano, sin los cuales no sería posible entender el progreso mundial, serían dos: el capital saber, que se desarrolla por concentración del conocimiento técnico científico, y los trabajadores del saber que se desarrollan por productividad gracias a la instrucción especializada continua) Estamos, pues, en un cambio de época. Lo que estamos viviendo no es una crisis coyuntural. Es una crisis de cambio de tiempo. Para salir de este gran desequilibrio sistémico se necesitará otra tecnología, otras teorías económicas y sociales, otras instituciones. Finalmente, cuando salgamos de todo ello, estaremos en otro mundo. La autodestrucción del sistema Se puede afirmar, sin lugar a dudas, que el papel del ‘Capitalismo’ contemporáneo, sin importar cómo se le llame, como un método óptimo para combinar la libertad, la democracia, la seguridad social, los derechos humanos, la eficiencia económica y la justicia social, debe analizarse nuevamente, en vista de que este sistema se encuentra en la base misma de nuestros problemas (Krugman, 2009). Llegado a un punto, el Capitalismo se autodestruirá, porque 44


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